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Revista

Ciencia Jurídica y Política


Año 1, n.o 2, julio-diciembre 2015 Managua, Nicaragua
UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE NICARAGUA

Lydia Ruth Zamora Cortéz


Rectora
Tomás Téllez Ruiz
Vicerrector General
Óscar Castillo Guido
Decano Escuela de Ciencias Jurídicas y Políticas
Mario Tórrez Tórrez
Director del Instituto Centroamericano de Estudios Jurídicos y Políticos
Rodolfo Sandino Argüello
Presidente de la Academia Nicaragüense de Ciencias Jurídicas y Políticas

REVISTA
CIENCIA JURÍDICA Y POLÍTICA

Consejo Científico
Sergio Ramírez Mercado
(Academia Nicaragüense de las Ciencias Jurídicas y Políticas)
Carlos Tünnermann Bernheim
(Academia Nicaragüense de las Ciencias Jurídicas y Políticas)
Francesc Pérez Amorós
(Universidad Autónoma de Barcelona-España)
Ángel Guillermo Ruiz Moreno
(Universidad de Guadalajara-México)
Gonzalo Salerno
(Universidad Nacional de Catamarca-Argentina)
Ana Margarita Vijil
(Universidad Politécnica de Nicaragua)
Ada Esperanza Silva
(Academia Nicaragüense de las Ciencias Jurídicas y Políticas)
Cairo Manuel López
(Universidad Politécnica de Nicaragua)
Hugo Roberto Mansueti
(Universidad de Buenos Aires-Argentina)
Martha Elisa Monsalve Cuellar
(Universidad de la Gran Colombia-Colombia)
Comité de Redacción
Escuela de Ciencias Jurídicas y Políticas-ICEJP
Mario Tórrez Tórrez
Danny Ramírez Ayérdiz
Óscar Castillo Guido
José Antonio Moreno
Fernando Centeno Chiong

Cuido de edición
Francisco Arellano Oviedo, PAVSA

Diseño y diagramación
Francisco Arellano Lacayo, PAVSA

Ciencia Jurídica y Política,  Año 1, n.o 2, julio-diciembre 2015, es una publica-


ción semestral editada por la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI),
a través de la Escuela de Ciencias Jurídicas y Políticas dentro del Programa de
Investigación Jurídica-Política, con domicilio en Managua, Costado Sur Villa
Rubén Darío, Aptdo. 3595, Nicaragua. Tel. (505) 22499231, www.upoli.edu.ni
y derecho@upoli.edu.ni. Editor responsable: Óscar Castillo Guido.
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura
del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción
total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autori-
zación de la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI).
Contenido

Presentación
Lydia Ruth Zamora.......................................................................................... 7

Artículos
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español
Francisco Pérez Amorós...............................................................................11

“La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro


persona en la aplicación y respeto por las autoridades a los derechos
humanos”
Carlos Hinojosa Cantú, María Taidé Garza Guerra y Alma Rosa
González Ramírez. ....................................................................................... 31

Dilemas actuales del Derecho de Familia


Mario Isaías Torres y José Alejandro Castillo........................................ 55

El Estado constitucional y la defensa de los Derechos fundamentales


Óscar Castillo Guido................................................................................... 70

La víctima después del proceso penal


Astrid Bracamontes...................................................................................... 86

La justicia social y los conflictos laborales


Julio Ismael Camacho Solís......................................................................... 94

Reseñas
Palabras en ocasión del homenaje especial al dr. Rodolfo Sandino
Argüello, de parte de la asociación de abogadas y abogados de la
Universidad Centroamericana (UCA)
Ileana Pérez López.......................................................................................123
Presentación

i. Sobre la UPOLI y su Escuela de Ciencias Jurídicas y


Políticas ICJP
La Universidad Politécnica de Nicaragua, UPOLI fue fundada por la
Convención Bautista de Nicaragua (CBN) en el año 1967. Actualmente
es socia en la Misión con las Iglesias Bautistas Americanas. Se encuentra
constituida como una asociación civil de carácter permanente, sin fines
de lucro, dedicada a la Educación Superior, con el propósito de con-
tribuir al desarrollo científico, tecnológico, económico, social, cultural,
cultura de paz y a la preservación del medio ambiente. Por ello su lema
es Sirviendo a la Comunidad. Asimismo su currículo está basado en la
promoción de la dignidad de las personas, el arte, la ciencia, la ecología
y la investigación.
La UPOLI cuenta actualmente con seis escuelas, dentro de las cuales se
encuentra la Escuela de Ciencias Jurídicas y Políticas ECJP, fundada en el
año 1996. La ECJP cuenta con una población estudiantil de mil cien estu-
diantes en sus diferentes modalidades. Desde su fundación se ha caracteri-
zado por la formación de profesionales del Derecho a nivel de licenciatura
y maestría, promoviendo entre ellos un espíritu crítico e investigativo.
La ECJP ejerce cuatro funciones sustantivas: docencia, desarrollo estu-
diantil, extensión e investigación. La investigación como función inma-
nente de la universidad es uno de los ejes mayormente priorizados por la
Escuela para garantizar la calidad en la formación de sus estudiantes, la
contribución intelectual y social para con la sociedad. 7
ii. Sobre la vocación investigativa de la ECJP
La investigación es uno de los ejes primordiales de la UPOLI y de su
ECJP. Desde su fundación la ECJP se ha caracterizado por promover la
investigación a diferentes niveles, a través de la realización de investi-
gaciones docentes, estudiantiles y de la publicación de obras jurídicas
realizadas por docentes vinculados a la Escuela.
Dentro de la gran gama de obras jurídicas intelectuales publicadas, pro-
ducto de las investigaciones promovidas por la EJCP, tenemos, entre
otras las siguientes:
 Derecho del trabajo nicaragüense (2015).
 Derecho Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social Nicara-
güense (2014).
 Introducción al Estudio del Derecho (2013).
 Manual de Derecho Constitucional (2012).
 Derecho del Trabajo Nicaragüense (2007).
 Principios y Garantías del Proceso Penal (2004)
 Delincuencia Informática y Derecho Penal (2003).
 Derecho Colectivo del Trabajo. Manual Teórico Práctico (2002).
 Introducción al derecho Procesal Penal (2002).
.
Recientemente, desde su Instituto Centroamericano de Estudios Jurídi-
cos y Políticos (ICEJP), se ha editado la Colección Sistema Interameri-
cano de Estudios Jurídicos y Políticos como un esfuerzo por promover la
investigación científica entre sus estudiantes.

iii. Sobre la revista Ciencia Jurídica y Política


La revista Ciencia Jurídica y Política (CJP) es una publicación cientí-
fica, de periodicidad semestral, que se ocupa del estudio de todas las
disciplinas jurídicas y políticas desde una perspectiva teórica y prácti-
ca. Contiene estudios inéditos elaborados por especialistas nacionales
y extranjeros.
La revista CJP invita a estudiosos del Derecho y la Ciencia Política,
nacionales y extranjeros, a presentar trabajos para su publicación, que
puedan ser incorporados a alguna de las secciones siguientes: a) estu-
dios (se refiere a estudios dogmáticos que hagan aportaciones científicas
a las áreas de conocimientos específicas; b) ensayos (trabajos de carácter
especulativo o que hagan propuestas de carácter eminentemente prácti-
co); c) comentarios (que pueden ser a sentencias, jurisprudencias o rese-
ñas bibliográficas).
Acepta trabajos originales e inéditos escritos sobre todas las disciplinas
8 objeto de la revista. El idioma oficial de CJP es el español. Se conside-
rarán inéditos aquellos trabajos que ya hayan sido publicados en otros
idiomas y se traduzcan por primera vez al español. Los autores deberán
informar si de manera previa o simultánea han sometido sus colabora-
ciones a otra revista, así como informar si tal colaboración fue aceptada
primero en otra publicación.
La creación de la revista Ciencia Jurídica y Política suma otro esfuer-
zo y compromiso de la ECJP con la universidad, sus estudiantes y la co-
munidad, en vista de que a través de la investigación científica- jurídica
se promueve la obtención, desarrollo y creación del conocimiento, con la
finalidad de brindar las herramientas necesarias a la comunidad para su
correcto desarrollo sostenible.
Lydia Ruth Zamora. ph. D.
Rectora
Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI)
Artículos
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

Concepto del acoso moral en el


ordenamiento jurídico laboral español

Francisco Pérez Amorós1

“La relación perversa puede ser constitutiva de una pareja, ya que


sus dos miembros se han elegido el uno al otro, pero no puede ser el
fundamento de una relación de empresa” (HIRIGOYEN, MF: El aco-
so moral. El maltrato en la coda cotidiana. Edit. Paidós. Barcelona,
2005, pág.47).
Sumario: i. Introducción ii. Normativa aplicable iii. Planteamiento cons-
titucional del acoso moral: de la dignidad del trabajador al derecho a su
integridad moral. iv. Elementos definidores del acoso moral en el trabajo.
v. Concepto jurídico del acoso laboral. vi. Otras consideraciones más allá
de la conceptual. vi. Otras consideraciones más allá de la conceptual.
Resumen: El derecho a la dignidad, entendido como un crisol de de-
rechos, es inherente a la propia persona: tanto es así que referirse a la
“dignidad de la persona” es una redundancia; y, el derecho al trabajo,
entendido como un derecho de derechos, también es inherente a la propia
persona: y, en consecuencia, referirse al “trabajo digno o a la “dignidad
del trabajador” es una tautología.
El acoso moral del trabajador menoscaba su derecho a la dignidad, y en 11
concreto, lesiona su derecho a la integridad moral: el trabajo que presta
el acosado es un trabajo (in)digno, y, en consecuencia, no es un trabajo
decente.
Para lograr una real y efectiva prevención, represión y reparación de tal
supuesto de asedio en el trabajo —para evitar que “nada sea un acoso” o
que “todo sea un acoso”— se requiere, en primer término, formular un
concepto jurídico del mismo a partir de la identificación y concreción
de los elementos básicos de la relación jurídica de acoso: esta cuestión
conceptual es, pues, el único objeto de estudio en este ensayo jurídico la-
boral, quedando pues al margen cualquier otra consideración al respecto.

1 Profesor honorario de la Escuela de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UPOLI.


Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad
Autónoma de Barcelona. España. Dr. H. C. por la Universidad Paulo Freire de Ni-
caragua.
Francisco Pérez Amorós

Palabras claves: Derecho Laboral. Acoso Laboral. Dignidad en el tra-


bajo.
Abstrac: The right to dignity, understood as a melting pot of rights,
is inherent in the person: so much so that refer to the “dignity of the
person” is a redundancy; and, the right to work, understood as a right
to rights, is also inherent in the person: and, therefore, refer to the “job
worth or the”dignity of the worker”is a tautology.
Moral harassment of workers undermines their right to dignity, and in
particular, injured his right to moral integrity: the work provided the be-
leaguered is a work (in) worth, and, consequently, it is not decent work.
To achieve a real and effective prevention, repression and repair of such
course of siege at work —to avoid that “anything is harassment” or that
“everything is a harassment”— is required, first, formulating a legal con-
cept of the same from the identification and realization of the basic ele-
ments of the legal relationship of harassment: this conceptual issue is , as
the sole object of study in this work legal trial, being thus aside any other
consideration in this regard.

I. Introducción

C
omo es sabido, mucho se ha comentado y comenta sobre el acoso
moral del trabajador, y todo desde tantas ópticas y vertientes que
se ha convertido en un tema multidisciplinar2 que también ha me-
recido enfoques integradores3.
Pero también es de general conocimiento que en no pocas ocasiones se
12 niega su existencia —nada es acoso— y en otras se alude con tal profu-
sión —todo es acoso— incluso con la falsa pretensión de proteger a los
trabajadores ante cualquier situación de conflicto con el empresario, una
práctica esta que por retorsiva cuando no torticera para nada beneficia a
nadie y muchos menos al trabajador realmente afectado por tal tipo de
asedio4. Desde el propio foro judicial ya se ha explicitado que el conflicto

2 GARCÍA VALVERE, MD y RIVAS VALLEJO, P (Directoras): Tratamiento inte-


gral del acoso. Aranzadi. Madrid, 2015.
3 CARBONELL VAYÀ, EJ.; GIMENO NAVARRO, MA.: y, MEJÍAS GARCÍA, A.:
El acoso laboral, antes mobbing. Un enfoque integrador de los aspectos pericial,
psicológico, preventivo y jurídico. Ed. Tirant lo Blanch. Valencia, 2008.
4 HIRIGOYEN, MF.: El acoso moral en el trabajo, distinguir lo verdadero de los
falso. Ed. Paidos. Barcelona, 2001.
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

y el acoso moral no son realidades correlativas y precisado que …todo


conflicto no es una manifestación de acoso o que la existencia de acoso
moral no se prueba con la simple existencia de un conflicto5; y en todo
caso, resulta aceptado aseverar que la demagogia y el paternalismo mal
entendido nunca aportan ápice alguno a la real y efectiva defensa de los
derechos en general ni de los laborales en particular.
Las alusiones equivocadas y contraproducentes al hostigamiento de re-
ferencia, en parte podrían tener su causa en un hecho tan objetivo como
significativo: a fecha de hoy, el ordenamiento jurídico laboral español
—dicho sea en sentido estricto de la expresión— no contempla un con-
cepto cerrado y expreso del acoso moral laboral. Las leyes “guardan
silencio” frente una afrenta que, sintomáticamente, no pocas veces se
“sufre en silencio”.
En estas páginas —pocas por lógicas exigencias— únicamente se pre-
tende identificar y comentar los aspectos más significativos que explican
cada uno de los elementos básicos que configuran el concepto jurídico
laboral del acoso moral laboral; no se persigue pues efectuar glosa al-
guna sobre cualquier otro de los aspectos de tal asedio por significativo
que sea, salvo alguna que otra referencia que resulte imprescindible para
conceptuarlo (ver infra.)
Para construir por deducción el concepto del acoso en cuestión, princi-
palmente, se tomarán en consideración tanto las aportaciones efectuadas
al efecto por la normativa que resulte aplicable como las contribuciones
doctrinales y judiciales pertinentes. Como se comprobará la normativa
es de primer orden por su jerarquía y variado por su contenido, y las 13
aportaciones de autor y del foro son numerosas y relevantes, aprecia-
ción que desde ahora deja constancia de la relevancia teórico práctica
que tiene el acoso de referencia en el marco de las relaciones laborales,
realce que confirman los prolijos informes y las estadísticas —que da-
mos por citadas— elaboradas al efecto, documentación que por lo demás
deja constancia que ciertas relaciones laborales sectores profesionales
son más propicios que otros al hostigamiento moral, un hecho este de
relevancia práctica que se quiere dejar, aunque solo sea, citado a efectos
introductorios.

5 Entre otras varias sentencias dictadas en el mismo sentido, y a simple modo de v.gr.
sirva la cita de la del Tribunal Superior de Justicia de Galicia de 17 de noviembre de
2003.
Francisco Pérez Amorós

Señalados los preliminares anteriores, conviene hacer mención —aun-


que sea telegráficamente— de otras consideraciones previas pero no por
ello menos relevantes para delimitar el asedio de que se trata.
El acoso moral en el trabajo se pone en práctica en el marco de una rela-
ción laboral que como es sabido es un prototipo de relación social asimé-
trica porque por definición una de las partes goza de mucho más poder
que la otra. Una relación de poder como la laboral es un hábitat del acoso
y del moral en particular porque el trabajador (posible acosado) lo es por
cuenta ajena, y como tal es un subordinado (régimen de subordinación)
dependiente personalmente (ejecución personalísima), de tal manera que
cuando el empresario (posible acosador) organiza el trabajo no solo afec-
ta al trabajador en cuanto tal y a los derechos laborales consiguientes,
sino también a su propia persona y a los consiguientes derechos inheren-
tes a la misma. De la permeabilidad de la relación laboral al acoso de-
bido a la previa jerarquización de sus sujetos se volverá a reflexionar en
estas páginas con ocasión de tratar de los sujetos de la relación de acoso
moral (infra IV.1), ahora solo se quiere dejar apuntado que una relación
asimétrica como lo es la laboral, conlleva un conflicto asimétrico para
significar una primera apreciación del acoso moral en el trabajo.

II. Normativa aplicable

N
o resulta necesario un largo discurso para justificar que —ante
la imposibilidad de la cita de normas de ámbito internacional o
supraestatal6— la primera mención legal que se debe efectuar
14
es la de orden constitucional, referencia que en sí misma considerada ya
permite anticipar un primer referente del concepto jurídico del acoso
moral laboral. Valga adelantar que los pasajes de la Constitución espa-
ñola (CE, en adelante) que sirven de anclaje a lo que aquí interesa son el
10.1 y el 157, a los que se dedicará algunas consideraciones líneas abajo.
Tal y como se ha adelantado, la legislación laboral, dicho sea en el sen-
tido estricto de la expresión, no recoge de manera directa y expresa el

6 Valga por todas, la cita de la Declaración Universal de los Derechos Humanos


(ONU, 1948), en cuyo Preámbulo ya se trata de la dignidad como un derechos de
derechos.
7 Constitución, 27 de diciembre de 1978 (BOE, 29 de diciembre de 1978). La consul-
ta del texto en versión consolidada puede efectuarse en: https://www.boe.es/buscar/
act.php?id=BOE-A-1978-31229
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

concepto de acoso moral. Para elaborarlo habrá que recurrir a una vía
indirecta de doble entrada: se tratará de deducir de aquellos supuestos
de asedio en el trabajo que ya estén configurados en la normativa vigente
los elementos que puedan servir para definir el hostigamiento moral en
particular, y todo ello se deberá complementar debidamente con la ayuda
de la doctrina científica y judicial, dos fuentes estas abundantes y rele-
vantes tal y como se ha apuntado.
Superados ciertos trances8 y antecedentes9 —también útiles a los efectos
conceptuales referidos— merece cita particular la Ley Orgánica 3/2007
de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres10, que sin
ser íntegramente un texto laboral en el sentido estricto de la expresión y
sin tratar del acoso laboral en particular de forma expresa, no obstante,
intensifica su proceso de laboralización en un doble sentido.
En primer término, porque tal Ley contempla y configura dos supues-
tos de supuestos particulares de hostigamiento operativos en el trabajo
—“sexual” y “por razón de sexo”— de cuyo patrimonio común se puede
derivar un concepto genérico de acoso en el trabajo, del que a su vez, —y
esto es importante a nuestros efectos— se pueden deducir referentes para
confeccionar una primera configuración del acoso moral en concreto11 y
del que no da cuenta la repetida Ley.

8 CORDERO SAAVEDRA, L.: “El acaso moral u hostigamiento psicológico en el


trabajo. Un problema laboral con incipiente respuesta jurídica”. Revista española
de Derecho del Trabajo, n.° 110/2002.
9 Como la Ley 51/2003, de 2 de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discrimi-
nación y accesibilidad de las personas con discapacidad (BOE, 3 diciembre de 2003),
15
y la Ley 62/2003, de 30 de diciembre, de medidas fiscales, administrativas y de orden
social (BOE, 31 de diciembre de 2003). Ambas leyes, no siempre estrictamente la-
borales ya contemplaban unas primeras aportaciones indirectas —que no se pueden
detallar por las limitaciones propis de un ensayo como el presente— que iniciaron el
proceso de laboralización del acoso en el trabajo, aportación cuya verdadera dimensión
se advierte si se recuerda que dichas leyes modificaron las leyes laborales básicas.
10 BOE, 23 de marzo de 2007. Se puede consultar su versión consolidada en: https://
www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2007-6115
11 Dicho sea sin pretensión alguna de exhaustividad alguna, conviene precisar que el
artículo 7 de dicha Ley 3/2007, bajo la rúbrica Acoso sexual y acoso por razón de
sexo, define ambos supuestos de asedio; aporte que debidamente concordado, entre
otros, con los pasajes 38 (Medidas específicas para prevenir el acoso sexual y el
acoso por razón de sexo en el trabajo) y 62 (Protocolo de actuación frente al acoso
sexual y al acoso por razón de sexo) del mismo texto legal, ofrece referentes para de-
limitar varios de los elementos del acoso moral en el trabajo y deducir así su concepto.
Francisco Pérez Amorós

Y en segundo lugar, porque tal Ley 3/2007 modifica las leyes laborales
básicas —sustantivas, adjetivas y sancionadoras12— dando cabida ex-
presa en las mismas a los dos supuestos de acoso laboral precitados per-
mite componer una configuración más laboral del acoso en el trabajo en
sentido general, y a su vez —y esto es todavía más importante a nuestros
efectos— posibilita deducir indirectamente la configuración laboral del
acoso moral en el trabajo en concreto. Así pues, en este sentido operan
y se proyectan sobre el acoso moral las categorías e instituciones estable-
cidas, entre otras normas laborales, en las siguientes: el Texto Refundido
de la Ley del Estatuto de los Trabajadores13 (en adelante LET); la Ley
Reguladora de la Jurisdicción Social14 (en adelante, LRJS); y, el Texto
Refundido de la Ley sobre Infracciones y sanciones en el Orden Social15
(en adelante, LISOS).
Por lo demás se puede convenir de forma pacífica que la repetida Ley
3/2007 fue una ocasión perdida para tratar del acoso moral y lograr así
su laboralización —¿por qué se contemplan en dicha Ley los otros dos
supuestos de acoso y no el moral?—, incuria que mejor se puede de-
nunciar si además se tiene presente que, en sede parlamentaria, se había
rechazado una propuesta de Ley sobre acoso moral en el trabajo que
planteaba una más que aceptable configuración de tal tipo de asedio en
concreto16. Aunque se podría argüir que la Ley 3/2007 trataba de acosos

12 Las Disposiciones adicionales décimo primera (Modificaciones del texto refundido


de la Ley del Estatuto de los Trabajadores), décimo tercera (Modificación de la
16 Ley de Procedimiento Laboral —por el entonces vigente y hoy sustituía por la Ley
36/11, de 10 de octubre, reguladora de la jurisdicción social, publicada en BOE, 11
de dicho mes y año-), y, decimocuarta (Modificación de la Ley de Infracciones y
Sanciones del Orden Social).
13 Aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/1995, el 24 de marzo (BOE de 29 de
marzo de 1995), y cuyo texto consolidado puede consultarse en: https://www.boe.
es/buscar/act.php?id=BOE-A-2007-6115
14 Ley 36/2011, Reguladora de la Jurisdicción Social (BOE, 11 octubre 2011). Su
texto en versión consolidada se puede consultar en: https://www.boe.es/buscar/act.
php?id=BOE-A-2011-15936
15 Aprobado por el Real Decreto Legislativo 5/2000, de 4 de agosto (BOE, 8 agos-
to 2000, con rectificación de errores en BOE 22 septiembre 2002), y cuyo tex-
to consolidado se puede consultar en: http://www.boe.es/buscar/act.php?id=-
BOE-A-2000-15060
16 Propuesta de Ley sobre el acoso moral en el trabajo, presentada por el Grupo Parla-
mentario (Propuesta 122/000157 cuyo texto íntegro puede consultarse en el Boletín
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

que quebraban derechos de rango constitucional distintos del de la inte-


gridad moral lesionado por el acoso moral, no parece razón totalmente
válida para olvidarlo, cuestión dicha sea a efectos simplemente dialécti-
cos porque la complejidad del tema aconseja omitir cualquier otra consi-
deración al respecto en este ensayo.

III. Planteamiento constitucional del acoso moral: de la


dignidad del trabajador al derecho a su integridad moral

E
n este apartado conviene dilucidar dos cuestione básicas: si algu-
nos de los derechos que lesiona el asedio moral laboral son de con-
dición constitucional, y, en su caso si son de rango fundamental.
Existen previsiones legales, y argumentos doctrinales y judiciales mayo-
ritarios que entienden —con acierto— que todos los bienes y derechos
menoscabados por el asedio moral en el trabajo se encierran en un solo17:
la dignidad de la persona ofendida, entendida más que como un derecho
en sentido estricto como un crisol derechos o un derecho de derechos,
y al que como tal, la Ley de Leyes dedica su pasaje 10.118. Y a mayor
precisión se puede añadir, desde buen principio, que el vituperio de la
dignidad de la persona —dicho sea con disculpas por la redundancia por

Oficial de las Cortes Generales de 23 de noviembre de 2001 Serie N, n.° 175.1 y que
fue rechazada el 12 de marzo de 2002) en el que se define el acoso moral en el tra-
bajo en los siguientes términos, que por su indudable interés reproducimos: “Toda
17
conducta abusiva o violencia psicológica que se realice de forma sistemática sobre
una persona en el ámbito laboral manifestada especialmente a través de de reite-
rados comportamientos, palabras o actitudes que lesione la integridad psíquica y
que pongan en peligro o degraden las condiciones de trabajo”. Una definición que,
junto a aspectos susceptibles de mejora, aporta buenos referentes para determinar
y explicar los elementos básicos para conceptuar el acoso moral desde la óptica
jurídico laboral; valoración positiva que queda de manifiesto si se comprueba cómo
y de qué manera se elabora tal concepto en estas páginas.
17 GARCÍA CALLEJO, JM.: Protección jurídica contra el acoso moral en el trabajo o
la tutela de la dignidad de los trabajadores. Edit. Federación de Servicios Públicos
de Unión General de Trabajadores. Madrid, 2003.
18 RAMOS QUINTANA, MI.: “La dignidad de la persona en las relaciones de traba-
jo”, en: “BAYLOS GRAU, A. y otros (Coordinadores): La Jurisprudencia constitu-
cional y social en el período 1999-2010. Libro Homenaje a María Emilia Casas”.
La Ley. Madrid, 2015, págs. 241 a 278.
Francisco Pérez Amorós

didáctica que resulte— que provoca el acoso moral en el trabajo, conduce


en nuestro caso y en último término a la lesión —particular y concreta—
del derecho constitucional a la integridad moral de las personas previsto
en el ordinal 15 CE.
Si en una temprana expresión del Tribunal Constitucional, la dignidad
ya se entendió como germen o núcleo de unos derechos que le son in-
herentes19, en otra posterior ya se concreta que por dignidad se entiende
el derecho de todas las personas a un trato que no contradiga su condi-
ción de ser racional, igual y libre, capaz de determinar su conducta en
relación consigo mismo y su entorno20, ocurre que el acoso moral laboral
quebranta el referido planteamiento constitucional21.
Identificado el preciso derecho constitucional que menoscaba el asedio
objeto de consideración, conviene concretar su rango. El referido dere-
cho a la integridad moral, como se ha adelantado está contemplado en el
pasaje 15 CE, ubicación que, sin más, permite concluir que se trata de un
derecho de condición constitucional de rango fundamental por expreso
deseo mandato del propio texto constitucional22, y que como tal, goza
de las mayores protecciones posibles23 —a nivel administrativo, judicial
como constitucional24— para que su ejercicio —como derecho funda-
mental— sea tan real como efectivo25.

19 Sentencia 53/1985 de 11 de abril, concretamente en su Fundamento Jurídico 8º,


primer párrafo.
20 Sentencia de tan alto Tribunal 192/2003, de 27 de octubre; y en la misma línea, en-
18 tre otras del mismo Tribunal las sentencias: 333/1997, de 17 de octubre; 207/1996,
de 16 de diciembre; y, 215/1994, de 14 de junio.
21 A mayor abundamiento al respecto: OJEDA AVILÉS; A. e IGARTÚA MIRÓ, MT:
“La dignidad del trabajador en la doctrina del TRIBUNAL Constitucional. Algunos
apuntes”. RTMAS, n.° 73/2008.
22 Tal artículo 15 se incluye en el Título Primero de la CE, cuya rubrica reza:“ De los
derechos y deberes fundamentales”.
23 El artículo 53 CE trata “De las garantías de las libertades y derechos fundamenta-
les”, y estipula que tales derechos gozan del grado de protección más alto posible.
24 NAVARRO NIETO; F.: La tutela jurídica frente al acoso moral laboral Ed. Aranza-
di. Cizur Menor (Navarra), 2007; y, CORREA CARRASC0, M. y VALDÉS DE LA
VEGA, B. (Coords.): Los medios de tutela frente al acoso moral en el trabajo. Ed.
Comares. Granada, 2007.
25 URRUTIKOETXEA, M.: Acoso moral y lesión de derechos fundamentales. Ed.
Bomarzo. Albacete, 2014.
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

A mayor abundamiento en punto a las previsiones constitucionales sobre


el derecho a la dignidad y el derecho a la integridad moral, cabe apuntar
que las leyes laborales ordinarias —como no podía ser de otra manera—
reconocen y regulan aspectos de dichos derechos. Al respecto valga re-
cordar que la propia LET previene que los trabajadores tienen derecho a
la consideración debida a su dignidad y puntualiza que tal derecho goza
del rango de “básico”, reconocimiento que, por lo demás, comprende la
protección frente al acoso…sexual y al acoso por razón de sexo (art. 4
2e LET).
Planteadas así las cuestiones más elementales de la dimensión constitu-
cional del acoso moral en el trabajo por ser cual es el derecho quebran-
tado y sabido el rango fundamental del mismo, se pueden añadir unas
precisiones que, aunque sean de otra condición, permiten avanzar en la
configuración jurídica del supuesto de acoso objeto de glosa en estas
páginas.
Defender que el derecho constitucional lesionado por el hostigamiento
moral es el de la integridad moral, permite distinguirlo de otros supues-
tos de hostigamiento en el trabajo, como por ejemplo, del asedio sexual
—que atenta a la dignidad pero se concreta en la quiebra de derecho a
la intimidad del ofendido— y del acoso por razón de sexo —que con-
trariando también la dignidad, desprecia la prohibición de discrimina-
ción—; similitudes y disparidades constitucionales entre tales supuestos
de hostigamiento en el trabajo que, indirectamente, también coadyuvan
a mejor perfilar el acoso moral laboral en particular.
19
Y, patrocinar que el derecho constitucional lesionado por el asedio moral
de referencia es en concreto el de la integridad moral, también se explica
teniendo en cuenta que tal hostigamiento tiene como base la quiebra de
ciertos derechos laborales ordinarios. El empresario que asedia moral-
mente provoca un proceso encadenado —in crescendo— de lesiones de
derechos del trabajador ofendido, pues al vilipendiar unos de contenido
laboral y de rango ordinario —v. gr., ocupación efectiva26 y consecuen-
tes— también violenta el referido derecho constitucional a la dignidad e
integridad moral del trabajador, todo ello de forma encadenada y siem-
pre persiguiendo alcanzar el fin último que define el acoso moral laboral.

26 El derecho a la ocupación efectiva está expresamente contemplado en el artículo


4.2ª de la precita LET.
Francisco Pérez Amorós

Y por lo demás, esta referencia a la quiebra del derecho a la ocupación


efectiva —como parte del contenido del derecho al trabajo—, es una de
las principales razones por las que en algunos foros se ha apuntado que el
acoso moral en el trabajo violenta el propio “derecho al trabajo” previsto
en la Constitución (art. 25 CE), pormenor constitucional que se cita sin
mayor valoración27.

IV. Elementos definidores del acoso moral en el trabajo

E
n este apartado se procederá a identificar, con la concisión propia
del caso, los tres elementos básicos de la relación jurídica de aco-
so moral en el trabajo sobre los que sustentar la conceptuación del
mismo desde la vertiente jurídica. Labor que se realizará al amparo de
la normativa aplicable enumerada líneas arriba y que aquí se resume28, y

27 Recientemente, CRUZ VILLALÓN, J.: “El derecho al trabajo en la Constitución


española”, en: BAYLOS GRAU, A. y otros (Coordinadores): La Jurisprudencia
constitucional y…, op. cit., págs. 408 a 445, y en particular págs. 435 a 437.
28 No resulta posible, ni siquiera conveniente en un estudio de la características de
este, detallar todas y cada una de las aportaciones de la normativa aplicable para
construir y argumentar el concepto de acoso moral en el trabajo que se presenta en
estas páginas; pero resulta imprescindible un breve resumen al respecto.
Cabe reiterar que el artículo 7 de la citada Ley 3/2007, rubricado “Acoso sexual y
acoso por razón de sexo”, define ambos supuestos de asedio en el trabajo; aporte
20 que debidamente concordado, entres otros con los pasajes 38 (Medidas específicas
para prevenir el acoso sexual y el acoso por razón de sexo en el trabajo), y 62
(Protocolo de actuación frente al acoso sexual y al acoso por razón de sexo) ambos
del mismo cuerpo legal, ofrece referentes para delimitar ciertos aspectos de los
elementos configuradores del asedio moral en el trabajo, y, consiguientemente, para
deducir parte de su concepto jurídico.
Y tomando en consideración las ya citadas leyes laborales básicas, se puede apun-
tar lo siguiente. La precitada Ley del Estatuto de los Trabajadores (tras su referida
modificación por la Ley 3/2007), al regular aspectos del acoso sexual y del acoso
por razones de sexo, señala de forma directa y expresa que tales prácticas menos-
caban el derecho a la dignidad del trabajador afectado (art. 4, en especial su apar-
tado 2e), un derecho al que también se refiere, entre otros en: el pasaje 20.3, que,
precisamente; trata de la “Dirección y control de la actividad laboral”; el ordinal
18 que versa sobre la “Inviolabilidad de la persona del trabajador” con ocasión
de ciertos supuestos; el pasaje 30 que regula la “Movilidad funcional”; el artículo
54, referido a las causales del despido; y, en el pasaje 50, dedicado a regular, entre
otras cuestiones, ciertos aspectos de la indemnización debida por “Extinción (del
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

con la colaboración de la doctrina de autor29 y la judicial30.


En este punto de la exposición conviene intercalar una previa con la
brevedad y sin mayores comentarios que siempre se podrían formular a
mayor abundamiento. Si estas páginas versaran sobre el acoso laboral in
genere —y no solo al supuesto de acoso moral laboral—, se podría dis-
tinguir —siguiendo las categorizaciones al uso y tomando como criterio
clasificador sus sujetos y en especial la participación o no del empresario
en el mismo— distintas modalidades de dicha afrenta: el acoso vertical
y el horizontal, de las que a su vez se podrían subdistinguir ciertos tipos
(ascendentes y descendentes), y de cada uno de esos, resultaría factible
diferenciar subtipos (singular y plural). Pero desde buen principio con-
viene expresar, sin más comentario y precisión posible, que algunas de
dichas modalidades, tipos o subtipos del acoso en el trabajo en su acep-
ción general no resultan viables en el supuesto particular de acoso moral
laboral, una reconducción esta que no siempre resulta pacífica en la doc-
trina. Así pues en estas páginas solo se formulan opiniones y reflexiones
sobre el acoso moral entendido como un asedio “vertical descendente y
singular”31.

contrato) por voluntad del trabador “ debido a un incumplimiento contractual del


empresario. No se requiere un detallado argumentario para afirmar que todas estas
referencias coadyuvan, más o menos, según el caso, a explicar parte de los elemen-
tos que configuran el acoso moral laboral. Mientras que la precitada LISOS (tras su
referida modificación por la Ley 3/2007), principalmente, en su artículo 8 al tratar
de las “infracciones en materia de relaciones laborales”, se refiere a los “actos del 21
empresario que fueran contrarios al respeto…y consideración debida a la dignidad
de los trabajadores” (en especial, punto 11 del precitado pasaje 8 LISOS) y en con-
creto al acoso sexual (punto 13 art. 8 LISOS) y al acoso por razón de sexo (punto
13bis art. 8 LISOS), referencias todas estas por tipificar infracciones debidas a tales
conductas de asedio son de especial relieve para deducir datos que permitan avanzar
en la configuración jurídica del acoso moral laboral, al que tampoco se refiere esta
ley sancionadora por las razones aludidas.
29 Por todos: AGRA VIFORCOS, B. y TASCÓN LÓPEZ, R.: Respuesta jurídico
laboral frente al acoso en el trabajo. Ed. Laborum. Barelona, 2004; SERRANO
OLIVARES, R.; El acoso moral en el trabajo. Ed. Consejo Económico y Social.
Madrid; 2005; y, CORREA CARRASCO, M. (Coordinador): Acoso moral en el
trabajo. Edit. Aranzadi. Cizur Menor (Navarra), 2006.
30 GIMENO LAHOZ, R.: La presión laboral tendenciosa (El mobbing desde la óptica
de un juez). Edit. Lex Nova. Valladolid, 2005.
31 GARCÍA TRASCASAS, A.: “Vulneración del derecho a la integridad física y mo-
Francisco Pérez Amorós

1. El elemento subjetivo: sujeto activo o acosador y sujeto pasivo o


acosado
Siguiendo los comentarios realizados al tratar de la relación laboral como
prototipo por excelencia de relación social asimétrica (supra I. 3), y a la
luz de la lógica jurídica más clásica (sujeto, objeto y contenido), ahora se
deben determinar los sujetos —activo/acosador y pasivo/acosado— de
la relación de acoso laboral para después hacer lo propio con el objeto y
el contenido de la misma, todo ello con la finalidad de formular un con-
cepto jurídico de tal supuesto de hostigamiento.
A) El sujeto acosador
Como se ha anunciado, desde una visión teórica del acoso laboral in
genere, el sujeto acosador, según el supuesto de asedio, podría serlo el
empresario en exclusiva sin participación de ninguna otra persona, un
tercero integrado en la empresa sea o no trabajador de la misma, o bien,
el empresario con una tercera persona que actuaría como segundo aco-
sador; pero si tales posibilidades las reconducimos al supuesto particular
de asedio moral laboral resulta ser bastantes menos, por no decir, una
sola (“vertical descendente y singular”).
Teniendo en cuenta el fin último que persigue —y define— el hostiga-
miento moral laboral, solo el empresario puede ser el auténtico acosador
de tal condición: nadie más que un empresario puede oficializar el hecho
que un trabajador de su empresa abandone el puesto de trabajo extin-
guiendo el contrato de trabajo. Cuestión diferente es que en la relación
22 de acoso moral pueda intervenir, colateralmente, un tercero, cuya parti-
cipación pueda ser más o menos significada, pero sin alcanzar la condi-
ción de sujeto acosador en sentido estricto, entre otras razones porque el
empresario es el —único y último— obligado a corregir todos desafue-
ros de todos los trabajadores en su empresa que perjudiquen el ambiente
de trabajo en general y en concreto a evitar todo tipo de conflictos o
enfrentamientos entre los mismos que resulten contraproducentes para
el trabajo (v.gr.: supuestos de acoso en el trabajo), ya sea por motivos de
trabajo o ajenos al mismo, deberes ante los que el empresario difícil-
mente podrá alegar desconocimiento para evitar responsabilidades.

ral por acoso psicológico descendente e indemnización por daños materiales y mo-
rales”. Aranzadi Social, n.° 9/2006.
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

B) El sujeto acosado
En el supuesto de acoso moral en el trabajo, el ofendido o sujeto pasivo
es siempre el trabajador, porque nadie más puede ser el titular del/los
derecho/s vituperado/s por un acoso moral en el trabajo, y porque de na-
die más depende el objetivo final que persigue tal hostigamiento laboral
dicho sea en los términos que se exponen a continuación.
C) Sujeto acosador versus sujeto acosado: sujeto “fuerte” versus sujeto
“débil”.
En punto a los sujetos de la relación de acoso moral en el trabajo convie-
ne confirmar a la vez que abundar en una circunstancia ya anotada (supra
I.3). El acoso laboral se da entre sujetos desiguales porque a su vez lo son
de una relación jurídico laboral bilateral; y a mayor precisión resulta que
el sujeto “fuerte” (poder de organización y administración, de control y
disciplinario) es, precisamente, el acosador, y el “débil” (dependencia
—incluso personal— y consiguiente subordinación), es, concretamente
el acosado. Una combinación que entreteje una potencial situación letal
que por sí misma y desde buen principio, ya deja traslucir aspectos que
ayudan a definir el acoso moral.

2. El objeto: la conducta del acosador


El objeto de la relación de acoso moral —la precisa realidad social que
se repudia y que como tal se pretende evitar— es, dicho sea aquí en tér-
minos generales, la conducta del acosador que levanta un escenario hos-
til —entorno degradante o humillante, ofensivo e intimidatorio— que 23
lesionando ciertos derechos laborales ordinarios menoscaba la dignidad
y quiebra el derecho a la integridad moral del trabajador con la preten-
sión que el ofendido adopte una determinada decisión profesional que
de no ser por todo ello no hubiera adoptado.
Ahora ya se puede anticipar que distinto del objeto del acoso de refe-
rencia es su objetivo o finalidad última, a aquel referente se dedica el
presente punto y a este el que seguirá, pero ya conviene precisar que el
objeto es un medio para alcanzar el objetivo y adelantar que este es el
elemento teleológico del asedio moral laboral que mejor lo define y dife-
rencia de los otras supuestos de acoso en el trabajo32.

32 GONZÁLEZ NAVARRO, F.: El acoso psíquico en el trabajo; el alma como bien


jurídico a proteger. Ed, Civitas. Madrid, 2002; ROMERO RODENAS, MJ.: Pro-
Francisco Pérez Amorós

La conducta del acosador moral debe satisfacer tres exigencias: una ma-
terial (tipo de conducta); otra legal (derecho denigrado); y la tercera de
orden intencional (tendenciosidad o fin último perseguido).
A) Elemento material: una conducta pluriforme, reiterada, duradera, po-
tencialmente lesiva, y planificada o sutil.
Al respecto de este referente, sirvan las cuatro consideraciones siguien-
tes:
1ª) La conducta del acosador se puede materializar por medio de muy
diferentes tipos de comportamiento o mediante una prolija panoplia
de actuaciones: v.gr, cualquiera comportamiento verbal o modales
incluidas las físicas, y cualquiera de ellas, se puede ejecutar tanto por
cualquier acción como omisión. Tan amplio inventario de posibles
conductas del ofensor hace del acoso moral una afrenta tan casuística
como sutil33.
2ª) La conducta del acosador es compleja porque se compone de varios
actos o hechos puntuales de distinta condición que de forma sistemá-
tica se suceden durante un tiempo. Reiteración y duración son pues
características de la conducta de acoso moral, pero sin que se pueda
preestablecer un número mínimo de veces ni una duración mínima
de tal conducta denigrante34.
3ª) El referido comportamiento el acosador debe tener entidad o poten-
cialidad lesiva suficiente para lograr el menoscabo, precisamente, de
aquel bien en particular —la dignidad e integridad moral— que me-
24
jor hace posible alcanzar el fin último que persigue: ya se ha adverti-
do, no todo conflicto prefigura un acoso moral. Un voltaje lesivo que
se puede y debe valorar por medio de múltiples baremos e indicios

tección frente al acoso en el trabajo. Ed. Bomarzo. Albacete, 2004; y, GORELLI


HERNÁNDEZ, J. y GÓMEZ ÁLVAREZ, T.: “El acoso moral. Perspectivas jurídi-
co laborales”. Revista General del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social n.°
2/2003.
33 Sobre la multiplicidad de tales manifestaciones de la conducta de acoso moral, ver,
por todas la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 8 de octubre
de 2003 y la del Tribunal Superior de Navarra de 15 de junio de 2001.
34 Sobre el sentido de la reiteración, por todas, ver las sentencias del: Tribunal Su-
premo de 23 de julio de 2001; Tribunal Supremo de 19 de enero de 2001; y, del
Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha de 28 de mayo de 2002.
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

según sea el caso a considerar, y ya sea teniendo en cuenta una por


una las actuaciones puntuales del ofensor, o el resultado de todas
tomadas como un todo.
4ª) El referido comportamiento del acosador se sucede a lo largo de un
tiempo con un orden (pre)determinado o cadencia sistemática (tem-
pus) porque el agresor tiene urdido, aunque oculto, un plan estra-
tégico para alcanzar el fin que persigue: …la existencia de un plan
como conjunto de medidas preconcebidas al objeto de alcanzar una
finalidad….la existencia de un conjunto preconcebido de medidas,
obliga a advertir tanto individualmente cada una de ellas, como el
sentido y alcance que estas puedan adoptar en su conjunto, dicho en
palabras emanadas de los órganos judiciales35. Esta sutil conducta del
acosador configura una espiral —la espiral del acoso— que crece y
adquiere forma gracias a un sistemático goteo —la gota malaya del
acoso— de palabras, actos, de acciones u omisiones de muy variada
condición36.
B) Derecho/s lesionado/s por la conducta multiofensiva del acosador
MORAL: el menoscabo de la dignidad y la quiebra del derecho a la in-
tegridad moral.
La conducta hostil y envolvente del ofensor es pluriofensiva porque
provoca un seguido de encadenas lesiones de derechos del ofendido de
distinta condición. Quien acosa moralmente menosprecia derechos la-
borales ordinarios (v. gr.: el derecho a la ocupación efectiva y todos los
consecuentes la mismo) para menoscabar derechos personales de con-
dición constitucional y rango fundamental tales como la dignidad y el 25
consiguiente derecho a la integridad moral (ver supra III), todo ello en
aras a un último fin.
C) Elemento intencional del acoso moral: la conducta del acosador es
tendenciosa.
La conducta del acosador —además de pluriforme, compleja y potencial-
mente multiofensiva en los términos relatados—, también es tendenciosa

35 Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (Sala Con-


tencioso Administrativo, 25 de septiembre de 2001.
36 Sobre la sistematicidad y estrategia de la conducta de acoso moral en el trabajo, ver
también, por todas, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, 28
de enero de 2004.
Francisco Pérez Amorós

porque al vejar al acosado intenta domeñar su voluntad para alcanzar un


objetivo final. En definitiva, la indigna conducta del acosador es tenden-
ciosa porque lo que realmente persigue —tienda a, o pretende que— es
alcanzar —contranatura/contralegem— un cierto y predeterminado fin
cual es que el trabajador asediado (auto)abandone su puesto de trabajo,
objetivo que se precisa a renglón seguido.

3 Elemento finalista: procurar que el Acosado (Auto) Abandone vo-


luntariamente puesto de trabajo
Ya se ha adelantado pero conviene reiterarlo: el elemento teleológico es
—junto con el preciso derecho constitucional que lesiona— el referente
básico para tipificar el acoso moral en el trabajo con criterios jurídicos,
y el más apto para distinguirlo del resto de supuestos de asedio laboral,
circunstancias que justifican que este elemento conceptual requiere de
una especial consideración tal y como ya se ha podido comprobar desde
el mismo inicio de este estudio.
El empresario acosador al menoscabar la dignidad y en concreto lesionar
el derecho constitucional fundamental a la integridad moral, está causan-
do un daño moral que domeña la voluntad del trabajador de tal manera,
que finalmente, este se (auto)convence que lo que más le conviene es
(auto)excluirse de la organización de la empresa (auto)abandonando su
puesto de trabajo: este, y no otro, es el último y verdadero fin que per-
sigue el ofensor, dicho sea ahora en términos generales. Lo que preocu-
pa al trabajador ofendido es sufrir la presión del entorno —denigrante
26 y vejatorio; ofensivo y humillante— generado por un tipo de conducta
mantenida y sostenida por parte de quien tiene el poder de organizar el
trabajo y administrar la empresa; es por ello que el trabajador huye de la
empresa caso sin reparar en las consecuencias de todo tipo que le puede
acarrear autoabandonar su puesto de trabajo.
Una finalidad la del acoso que merece las tres precisiones que siguen:
1ª) Resulta acertada la opinión de aquellos autores que defienden —no
sin alguna que otra controversia— que el auténtico objetivo del aco-
so moral laboral no es tanto que el sujeto pasivo sufra una humilla-
ción y ofensa de la que derive o no una lesión psicológica en sentido
y con aval médico contraria a la salud psíquica, como que abandone
su puesto de trabajo. No se trata del acoso psicológico, sino del aco-
so moral en el trabajo (daño moral como lesión de su derecho a la
integridad moral); aunque claro está que, si la lesión psicológica se
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

certifica médicamente, más fácil resultará constatar el acoso moral


y, en su caso, reparar sus efectos. Apreciaciones que para nada pre-
tenden desconocer que el acoso moral es tan poliédrico que podría
ser tenido como un posible riesgo profesional al amparo del derecho
constitucional a la salud (art. 43 CE) y de la normativa prevención de
riesgos laborales37 y considerado, incluso, un accidente de trabajo38
al amparo de la legislación reguladora del sistema de la seguridad
social; cuestiones que no pueden ni deben ser objeto de comentario
aquí, pero sí que merece una simple cita39.
2ª) La existencia de acoso moral no queda condicionada a que el preten-
dido (auto)abandono del puesto de trabajo se produzca real y ma-
terialmente: la conducta del acosador moral pretende alcanzar una
meta, que se consiga o no es otra cuestión. Se mantiene desde buen
principio que para que exista acoso resulta suficiente que la conducta
del ofensor menoscabe la dignidad y lesiones el derecho a la integri-
dad moral del agraviado con la pretensión de provocar el abandono
del puesto de trabajo referido. La conducta del acosador moral es —
como se ha insistido— tendenciosa, es decir, tienda a o prende que,
no se requiere pues que alcance el objetivo final ambicionado. Así
pues, la fortaleza de espíritu del acosado —lesionado o no psicoló-
gicamente en sentido médico, pero quebrada su dignidad en sentido
legal— que, en su caso, le permite mantenerse en activo en su puesto
de trabajo, no impide, per se, que se pueda apreciar una práctica
acoso moral en el trabajo que puede y debería superarse y repararse.
Cuestión distinta es que, como se ha adelantado, si se produce el
abandono de marras, pueda ser más factible apreciar la existencia 27
de tal afrenta laboral —y probar en sede judicial— y de valorar los
efectos y consecuencias consiguientes.
3ª) El tan repetido autoabandono tenido y perseguido como el fin último
del supuesto de acoso moral considerado, podría materializarse a los

37 Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales (BOE 10 de


noviembre de 1995.
38 Como ha ocurrido en sede judicial: v.gr., sentencia Tribunal Superior de Justicia
(Navarra) de 18 de mayo de 2000.
39 MOLINA NAVARRETE, C.: Una gran innovación constitucional: el deber de
prevenir el riesgo de acoso laboral como imperativo de integridad, en: “BAYLOS
GRAU, A. y otros (Coordinadores): La Jurisprudencia constitucional y social…”,
op. cit., págs. 213 a 239.
Francisco Pérez Amorós

efectos de estas páginas tanto por la extinción —doblemente indem-


nizada— del contrato a iniciativa del acosado aludiendo un incumpli-
miento grave del empresario40, como por la suspensión del mismo por
—v.gr.— incapacidad temporal41, doble posibilidad que simplemente
dejamos apuntada sin mayor precisión y consideración, que no sea dejar
negro sobre blanco que en ambos casos, y siguiendo los procedimientos
adecuados, se podrían solicitar las reparaciones previstas al respeto.

4. El acoso funcional antesala del acoso moral


Identificados y reseñados los tres elementos configuradores del acoso
moral, procede formular una precisión para entrelazarlos de tal manera
que el concepto de tal asedio resultante sea el más adecuado posible.
Todas las conductas del empresario pueden ser aptas para hostigar moral-
mente, pero sin duda, las más imbricadas en el núcleo duro de su poder
de dirección son las que mejor aseguran el éxito de tal operación. En este
sentido se ha apuntado que el —gráficamente— denominado acoso fun-
cional, resultado de un uso indigno de tal poder de decisión empresarial,
bien puede ser la antesala de un hostigamiento moral en el trabajo: degra-
dar las condiciones de trabajo del asalariado entorpeciendo, limitando o
incluso impidiendo las funciones profesionales de su categoría o puesto
de trabajo resulta ser un hábito muy adecuado y más conocido para ase-
diarlo en cualquiera de las maneras posibles —moralmente, también—,
y más que lo puede ser, cuando las actividades profesionales condiciona-
das son las más básicas del desempeño del trabajo. Y, en la medida que el
denominado acoso funcional así entendido —y como contrario que es de
28 las reglas que regulan la citada movilidad funcional— puede comportar
un menoscabo del citado derecho a la ocupación efectiva, es oportuno
establecer relaciones de efecto a causa entre tal lesión con el desprecio
de la dignidad e integridad moral propio del asedio moral en el trabajo.
Este usual encadenamiento entre el acoso funcional, ocupación efectiva,
derecho a la dignidad e integridad moral —fruto del entrecruzamiento
entre los elementos definidores de tal supuesto de asedio— explica el por
qué la normativa laboral cuando regula la movilidad funcional del traba-
jador exige, de forma expresa e indubitada que se practique con respeto
a la dignidad del trabajador42.

40 Como punto de partida, ver art. 50 LET.


41 Como punto de partida, ver art. 49.b ET.
42 Según exige el precitado artículo 39.1 LET.
Concepto del acoso moral en el ordenamiento jurídico laboral español

V. Concepto jurídico del acoso laboral

E
numerados y glosados los tres elementos que diseñan la relación
de acoso moral en el trabajo —subjetivo, objetivo y finalista— se
está en disposición de formular un concepto jurídico del mismo.
El acoso moral consiste en una conducta ofensiva (objeto) del empresa-
rio (sujeto activo o acosador), que lesionando la dignidad e integridad
moral (derecho menoscabado) del trabajador (sujeto pasivo o acosado),
pretende que el mismo autoabandone su puesto de trabajo (finalidad).
En esta fórmula con la se expresa el concepto de acoso moral —como en
la de cualquier otra categoría jurídica— solo tienen cabida los elementos
básicos al efecto, sin necesidad de incluir otros aspectos de la categoría
definida por significativos que sean a otro fin. Según reza el título de es-
tas páginas no se pretende tratar del acoso moral en el trabajo, sino, única
y exclusivamente de su concepto jurídico.
Este planteamiento conceptual, es el que se mantiene mayoritariamente
en muchas sentencias dictadas en torno al acoso moral, y al respecto sir-
va sacar a colación una pieza judicial que parte de la idea que tal asedio
es una conducta abusiva de violencia psicológica al que se somete al tra-
bajador de forma sistemática (el mobbing presenta como elementos ca-
racterizadores las notas de frecuencia, intensidad y permanencia) a una
persona en el ámbito laboral, manifestada especialmente a través de rei-
terados comportamientos, palabras o actitudes que lesionen su dignidad
e integridad psíquica, y que pongan en peligro degraden sus condiciones
de trabajo; actitudes de hostigamiento que conducen al aislamiento del 29
interesado en el marco laboral, produciéndole ansiedad, estrés, pérdida
de autoestima y alteraciones psicosomáticas, determinando en ocasio-
nes el abandono de su empleo por resultarle insostenible la presión a
que se encuentra sometido43.

43 Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia (Sala de lo Social), 10 de


marzo de 2010, concretamente en su Fundamento de Derecho Tercero.
Francisco Pérez Amorós

VI. Otras consideraciones más allá de la conceptual

L
a configuración conceptual del acoso moral —un tema intemporal
de actualidad44—, al que se refieren estas páginas, tal y como se
ha reiterado, no agota todos los aspectos de tal categoría.
No se pueden considerar ahora todas las vías de tutela frente al acoso,
tanto las preventivas como las reparadoras, ya sean judiciales o de otra
naturaleza incluidas las administrativas, y entre las que merecería cita
particular la tutela de la Inspección de Trabajo (preventiva, reparadora
y sancionadora y la de las instancias judiciales ya sea por medio de pro-
cesos ordinarios o por modalidades propias de la tutela de los derechos
fundamentales encaminados a reponer al afectado en el disfrute de los
derechos conculcados o a extinguir la relación laboral a voluntad del
acosado por incumplimiento del empresario con las debidas indemniza-
ciones laborales y civiles a que hubiere lugar.
Y asimismo, quedan al margen de este ensayo todas y cuantas considera-
ciones del acoso están relacionadas con la prevención de los riesgos la-
borales en materia de seguridad y salud laboral y con el sistema público
de seguridad y protección social.

30

44 LUELMO MILLÁN, MA. “Acoso moral o mobbing. Nuevas perspectivas sobre el


tratamiento de un tema intemporal de actualidad”. Revista española de Derecho del
Trabajo, n.° 115/2003.
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

“La reforma del artículo primero


constitucional y el principio pro
persona en la aplicación y respeto por las
autoridades a los derechos humanos”.

Doctor Carlos Hinojosa Cantú; Doctora María Taidé Garza


Guerra y Doctora Alma Rosa González Ramírez.1

Sumario: Introducción. Los derechos humanos. Suspensión y restitu-


ción del ejercicio de los derechos humanos y sus garantías. Causas de
suspensión o restricción. Los principios. Propuestas.
Resumen: El hablar o escribir acerca de los Derechos Humanos o del
Amparo son temas de inagotables pero constructivas polémicas, dos te-
mas con una sola fuente que es el Derecho Constitucional; el amparo
como una institución de nuestra legislación que se ha venido constru-
yendo a través de los años y si bien es cierto nace en siglo XIX, en la ac-
tualidad se ha venido adaptando a la modernidad, no con la rapidez que
algunos juristas quisieran, pero si ha sufrido modificaciones importantes,
como lo es ahora, después de la reforma de 2011 del artículo primero de
nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es por
31
eso que me motivó a escribir el presente artículo.
Por su parte, nuestra Constitución establece que: “Todas las autoridades,
en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, res-
petar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con
los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y pro-
gresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, san-
cionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos
que establezca la ley” (Artículo 1º Constitucional).
Al establecerse el principio propersona en nuestro ordenamiento consti-
tucional trae aparejada consigo también que algunos ordenamientos en
este tema sean modificados y adaptados al mismo, tal y como se estable-
ce en el mismo artículo de referencia, que dice: “Todas las autoridades,

1 Miembros del Cuerpo académico de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, México, UAT-


CA-114
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, res-


petar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con
los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y pro-
gresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, san-
cionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos
que establezca la ley” (Artículo 1º Constitucional).
Por lo que la Ley de Amparo y en específico el Artículo 76 bis, en su
fracción IV, deberá de respetar ese principio propersona, además de res-
petar los Tratados Internacionales que se hayan firmado y sancionado lo
cual los eleva a rango Constitucional y en materia laboral se deberá de
respetar de igual forma que nuestros ordenamientos de nuestra la Carta
Magna.
De acuerdo con toda la reforma se suple el término “Garantías Indivi-
duales” por Derechos Humanos y se integra que serán nulos de pleno
Derecho, los convenios o tratados en los que se pacte la alteración de los
contemplados tanto en la Constitución y los Tratados.
El término discriminación, lo esgrimiré para referir a toda limitación, per-
juicio o ventaja que no sea objetivo y razonable, que produzca algún detri-
mento de los derechos humanos, el trato de distinción no necesariamente
es considerado ofensiva, pero sí llega a afectar nuestra dignidad humana.
Como lo expresara el ministro presidente de la Suprema Corte de Justi-
cia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal Juan Silva Meza
en su conferencia Metodología para la enseñanza de la Reforma Cons-
titucional en Derechos Humanos, “Solo quien se entiende a sí mismo
como titular de los derechos humanos, será capaz de oponerse a su viola-
ción en perjuicio de cualquier persona”, pues estos adquieren efectividad
cuando sus titulares se apropian de ellos, los consideran, los entienden y
32 asimilan como parte de su vida cotidiana.
También debe señalarse que se varió el término “todo individuo” por el
de “todas las personas”, lo que incluso representa un lenguaje acorde con
una concepción más humanista.
El sistema que se incorpora para la recepción de los Tratados Internacio-
nales en materia de Derechos Humanos es uno de los más avanzados, al
integrar un bloque de Constitucionalidad.
Respecto a la explicación del supuesto “En los Estados Unidos Mexi-
canos…” estimo sigue siendo válida la conclusión de que no solo se
refiere al territorio mexicano, sino además a una declaración axiológica
o valorativa que impone a todas las autoridades del Estado Mexicano el
correlativo deber de respetar, garantizar y promover estos derechos, con
independencia de la ubicación espacial de la persona.
Es por eso que la adopción de un principio interpretativo pro homi-
ne. Para desentrañar el sentido de las normas relativas a los Derechos
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

Humanos, debe favorecerse la acepción que permita la protección más


amplia. Con todo lo que trae consigo el establecimiento de principios
como los de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progre-
sividad.
El primer gran cambio que debe señalarse es la denominación del sujeto
de derechos: ya no es el individuo, sino la persona, con este nombre se
evoca la conexión que tienen con lo se considera sagrado, lo inviolable,
lo humano: la dignidad. Este apartado establece la regla que permite la
recepción también de la jurisprudencia, observaciones, comentarios y
recomendaciones generales de los organismos internacionales creados
por Tratados Internacionales de los cuales México es parte.
A través de este mandato, a mi juicio, se crea el puente normativo consti-
tucional, para que la labor interpretativa que realizan los órganos creados
por estos instrumentos se conviertan también en fuente interna para fijar
el sentido y alcance de los Derechos Humanos.
De esto y algunas reflexiones más se trata el presente trabajo de investi-
gación, para presentarlo en este importante foro Internacional que repre-
senta la voz de la vanguardia nacional en materia de Derecho de las insti-
tuciones educativas dedicadas a la investigación y enseñanza del mismo.
Abstract: Talking or writing about human rights or Amparo are inex-
haustible issues but constructive controversy, two issues with a single
source that is the Constitutional Law; the protection as an institution in
our legislation that has been building over the years and while it is true
that it was born in the nineteenth century, today it has been adapted to
modernity, not as fast as some jurists would like, but if it has undergone
major changes, as it is now, after the 2011 reform of the first article of
our Political Constitution of the United Mexican States, it is the reason
which motivated me to write this article. 33
Meanwhile, our Constitution states that “All authorities, within their
competence, have the obligation to promote, respect, protect and guaran-
tee human rights in accordance with the principles of universality, inter-
dependence, indivisibility and progressiveness. Consequently, the State
must prevent, investigate, punish and remedy violations of human rights,
in the terms established by the law” (Article 1 of the Constitution).
With the establishment of the principle pro-person in our constitutional
system, brings rigged with tit also that some systems on this topic are
modified and adapted to it, as set out in the same article of reference,
which states: “all the authorities, within the scope of their powers, have
the obligation to promote, respect, protect and guarantee human rights
in accordance with the principles of universality, interdependence, in-
divisibility and progressiveness. Consequently, the State must prevent,
investigate, punish and remedy violations of human rights, in the terms
established by law.” (Article 1 of the Constitution).”
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

So what the law of Amparo, and specifically article 76 bis, in its section
IV, should respect is that principle pro person, besides respecting inter-
national treaties that have been signed and sanctioned and which raises
them to constitutional rank and in labor manners it should be respected
in the same way that our systems of our Magna Carta are.
According to the entire reform the term “Individual Guarantees “ is sup-
plied by Human Rights and it integrates that the agreements or treaties
in which the alteration of those referred to in the Constitution and the
treaties that agreed upon will be null and void
The term discrimination will be used to refer to any limitation, preju-
dice or advantage that is not objective and reasonable, that produces any
detriment of human rights, the treatment of distinction is not necessarily
considered offensive, but it does affect our human dignity.
As expressed by the Minister President of the Supreme Court of Justice
and the Council of the Federal Judiciary Juan Silva Meza on his lec-
ture, Methodology for the teaching of Constitutional Reform on human
rights, “Just who understands himself as a holder of human rights, will
be able to oppose to its violation on detriment of any person” because
they acquire effectiveness when their holders seize them, consider them,
understand them and assimilate them as part of their daily lives.
It should also be noted that the term “every individual” was varied by
“all the people”, which also represents a language according to a more
humanistic view . The system that is incorporated for the reception of In-
ternational Treaties on Human Rights is one of the most advanced, while
integrating a block of Constitutionality. Regarding the explanation of the
alleged “In the United Mexican States ...” I consider that it remains valid
the conclusion that it does not only refer to Mexican territory, but also
34 to an axiological or evaluative statement binding on all the authorities of
the Mexican State a corresponding duty to respect, protect and promote
these rights, regardless of the spatial location of the person.
That is why the adoption of an interpretive principle pro homine. To
unravel the meaning of the rules concerning human rights, the meaning
that will allow broader protection should be encouraged. With every-
thing that entails the establishment of principles such as universality,
interdependence, indivisibility and progressiveness.
The first big change that should be noted is the name of the subject of
rights: it is no longer the individual but the person, with this name the
connection they have with what is considered sacred, inviolable, the
human is evoked: dignity. This section establishes the rule that allows
reception of jurisprudence, observations, general comments and recom-
mendations of international bodies established by international treaties
to which Mexico is a party.
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

Through this mandate, in my opinion, the constitutional regulatory (nor-


mative) bridge is created, so that the interpretive work being done by
these bodies also become internal source to set the direction and scope of
Human Rights. This and some more thoughts about this research are go-
ing to be presented at this important international forum that represents
the voice of national law forefront of educational institutions dedicated
to research and teaching it.
Palabras claves: Derecho constitucional. Ley de Amparo. Derechos
humanos. Principio pro persona (pro homine). Derecho del trabajo.

Introducción

E
l motivo del presente artículo es el de proponer una alineación del
derecho laboral, regido por el artículo 123 Constitucional y su res-
pectiva ley reglamentaria, la Ley Federal del Trabajo y la legis-
lación de amparo, vista desde el punto de vista de las reformas de 2011
en el artículo 1º de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, en la que al reconocer que todas las personas en este país,
gozaran de los derechos humanos, gozarán no solo de las prerrogativas
contenidas en el texto constitucional, sino también de los recopilados
en los Tratados Internacionales celebrados y ratificados por el Estado
Mexicano. Congruentemente con esta declaración se establece que este
espíritu tutelar también es prolongable a las garantías para su protección.
Por su parte, nuestra Constitución establece que: “Todas las autoridades,
en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, res- 35
petar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con
los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y pro-
gresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, san-
cionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos
que establezca la ley” (Artículo 1º Constitucional).
Esto trasciende no solo al derecho constitucional sino que afecta el ám-
bito de varias ramas del derecho como lo son la del derecho penal y el
laboral, de este último es de lo que se aborda en este artículo, dado que
existe un desequilibrio procesal generado ya hace muchos años al reco-
nocerle el Estado mexicano de la posrevolución, la desigualdad del tra-
bajador frente al patrón, que en su momento histórico se justificaba dada
la anarquía que imperaba en este tema y al subdesarrollo de nuestro Mé-
xico y que se requería, dado el estado que guardaban las situaciones en
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

esa relación de trabajo, en su momento y por muchos años este reconoci-


miento se fue negociando por lo que le llamamos el voto corporativo que
convirtió a las centrales obreras en verdaderas fuentes del poder político.
Con el paso del tiempo y como todo evoluciona, nuestro derecho se en-
cuentra en una etapa de evolución e innovación, para adaptarnos al mundo
globalizado en el que vivimos y si queremos ser actores en este universo,
deberemos, como lo estamos haciendo, el de adaptar, corregir, cambiar
o superar paradigmas, para estar a la altura de nuestras circunstancias, el
derecho tiene no solo la premisa de adaptarse a la realidad, si no de evo-
lucionar, firmamos y ratificamos tratados internacionales que nos obligan
jurídicamente a su cumplimiento tanto interna como externamente, ele-
vándolos a un rango Constitucional, es aquí, en este tema tan apasionante
como lo es el de los derechos humanos ahora reconocidos y elevados a
rango constitucional, traerá como consecuencias que mucha de nuestra
legislación sea reformada y cambiada a través de los mecanismos que
tenemos para ello y en esto, la Judicatura Federal tiene mucho que ver,
no solo con la jurisprudencia sino también con las normas procesales, que
ambos son fuente de nuestro derecho y buscar que la legislación laboral
que también han sido reformada se adapten al cambio, es por esto, lo que
me motivó a escribir estas líneas y plantear esta problemática desde mi
particular punto de vista, esperando que quien las lea le dé o le abra un
punto de vista diferente a lo que se venía aceptando hasta ahora.
Finalmente comento que la Ley de Amparo también deberá sufrir las
modificaciones necesarias para que se vea desde otro ángulo el artículo
36 76 bis, fracc. IV; y la obligatoriedad que implica su cumplimiento que
repercute no solo en el aumento de trabajo de la Judicatura Federal, sino
que en la actualidad es inhibidor de empleos, dado el desánimo que cau-
sa en la generación de micros, pequeñas y medianas empresas, que son
el puntal de nuestro desarrollo nacional en la relación de generación de
empleos.
Dr. Carlos Hinojosa Cantú.

Los Derechos Humanos


Dentro de la parte dogmática de la Constitución se reconoce que todas las
personas gozarán no solo de las prerrogativas contenidas en el texto cons-
titucional, sino también de los recopilados en los Tratados Internacionales
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

celebrados por el Estado mexicano. Congruentemente con esta declaración


se establece que este espíritu tutelar también es prolongable a las garantías
para su protección.
De acuerdo con toda la reforma se suple el término “Garantías Indivi-
duales” por Derechos Humanos y se integra que serán nulos de pleno
Derecho, los convenios o tratados en los que se pacte la alteración de los
contemplados tanto en la Constitución y los Tratados.
El término discriminación, lo esgrimiré para referir a toda limitación,
perjuicio o ventaja que no sea objetivo y razonable, que produzca algún
detrimento de los derechos humanos, el trato de distinción no necesaria-
mente es considerado ofensiva, pero sí llega a afectar nuestra dignidad
humana.
“Solo quien se entiende a sí mismo como titular de los derechos humanos,
será capaz de oponerse a su violación en perjuicio de cualquier persona”,
pues estos adquieren efectividad cuando sus titulares se apropian de ellos,
los consideran, los entienden y asimilan como parte de su vida cotidiana.2
Se advierte claramente que la teleología de esta enmienda es reconocer
los Derechos Humanos con el más alto nivel normativo, con independen-
cia de su fuente (Constitución o Tratados Internacionales y la Jurispru-
dencia), además de acotar que ni el ejercicio de estos ni de las garantías
para su protección podrán restringirse ni suspenderse, salvo en los casos
y con las condiciones que la Norma Fundamental establece.
También debe señalarse que se varió el término “todo individuo” por el 37
de “todas las personas”, lo que incluso representa un lenguaje acorde con
una concepción más humanista.
El sistema que se incorpora para la recepción de los Tratados Internacio-
nales en materia de Derechos Humanos es uno de los más avanzados, al
integrar un bloque de Constitucionalidad.
Respecto a la explicación del supuesto “En los Estados Unidos Mexi-
canos…” estimo sigue siendo válida la conclusión de que no solo se

2 Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación


y del Consejo de la Judicatura Federal, en la Conferencia Metodología para la en-
señanza de la Reforma Constitucional en Derechos Humanos,Revista Compromiso
n.° 145, Gaceta julio – 2013.
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

refiere al territorio mexicano, sino además a una declaración axiológica


o valorativa que impone a todas las autoridades del Estado mexicano el
correlativo deber de respetar, garantizar y promover estos derechos, con
independencia de la ubicación espacial de la persona.
La protección y defensa de los derechos humanos no es una moda consti-
tucional pues es preciso señalar que desde 1945 México favoreció la reu-
nión de la Corte Interamericana, en la que 12 naciones latinoamericanas
establecieron las bases de lo que sería más tarde la Carta Americana de
Derechos y Deberes de 1948, predecesora del Pacto de San José y de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Se establece que los Derechos Humanos son derechos subjetivos públi-
cos que, por su propia naturaleza, contienen una facultad o prerrogativa
fundamental oponible en principio al Estado y sus autoridades cuyo ob-
jeto atiende al respeto de la dignidad humana y que han evolucionado
para promover también para el ser humano niveles adecuados de acceso
a bienes y satisfactores indispensables para su pleno desarrollo.
Es muy sencillo reconocerlos cuando son recopilados en la propia Cons-
titución o en los Tratados Internaciones que tiene esta su singular temá-
tica, como por ejemplo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos y Culturales o
en la Convención Americana de Derechos Humanos.
La reforma constitucional en materia de derechos humanos confirma que
México está consolidado en la comunidad de naciones interesadas en
38 que los derechos de cada uno de sus habitantes que se encuentran dentro
de su territorio sean respetados sin restricciones.
Por su parte, nuestra Constitución establece que: “Todas las autoridades,
en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, res-
petar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con
los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y pro-
gresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, san-
cionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos
que establezca la ley”.3

3 Artículo 1, tercer párrafo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexi-


canos.
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

En todo caso, para poder establecer si en este universo normativo se está


frente a un Derecho Humano deberá atenderse a la definición previamen-
te establecida y ubicar si se está frente a un derecho subjetivo público
cuyo objeto atiende a la dignidad humana o de los llamados Derechos
Humanos de Segunda o Tercera Generación.
La última parte del párrafo primero constitucional precisa que ni el
ejercicio de los Derechos Humanos, ni las garantías para su protección
podrán restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condi-
ciones que la propia Constitución establece, lo que refleja una pequeña
variación con el texto anterior, precisando en el actual que es ejercicio de
los derechos lo que se suspende o restringe.
La adopción de un principio interpretativo pro homine. Para desen-
trañar el sentido de las normas relativas a los Derechos Humanos, debe
favorecerse la acepción que permita la protección más amplia.

El principio pro persona

E
n el proceso de determinar el alcance del principio pro persona, debe
tomarse en cuenta que esta interpretación “a favor” sintetiza la me-
tafísica que subyace a los derechos humanos, la cual responde al re-
conocimiento de que, dentro del proceso de aplicación del Derecho, existen
cuestiones estructurales que determinan un desequilibrio de poder entre las
partes. Justamente, la interpretación bajo el principio pro persona es una
herramienta que se da a quien juzga para combatir dichos desequilibrios. 39

Respecto a este tema debe añadirse que en el tercer párrafo del artículo
primero se establecen una serie de principios que a mi juicio serán pauta
para la interpretación, al establecer que se hará de conformidad con los
principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresi-
vidad. Por lo que conceptualmente debemos precisarlos:
Por universalidad se concibe, de conformidad con la doctrina interna-
cional de los derechos humanos, que estos corresponden a todas las per-
sonas por igual. La falta de respeto de los derechos humanos de un indi-
viduo tiene el mismo peso que la falta respecto de cualquier otro y no es
mejor ni peor según el género, la raza, el origen étnico, la nacionalidad
o cualquier otra distinción. Este se convierte en el principio fundamental
por el que se reconoce igual dignidad a todas las personas y con él se
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

obliga a toda autoridad a que en el reconocimiento, la aplicación o res-


tricción del derecho, se evite cualquier discriminación.
El principio de interdependencia consiste en que cada uno de los dere-
chos humanos se encuentran ligados unos a otros y entre sí, de tal manera
que el reconocimiento de un derecho humano cualquiera, así como su
ejercicio, implica necesariamente que se respeten y protejan multiplici-
dad de derechos que se encuentran vinculados; de esa manera, si se quie-
re reconocer un derecho se deben de garantizar toda la gama de derechos
propios del ser humano. A través de este derecho se está marcando una
orientación clara para las autoridades, que al proteger un derecho deben
observar los efectos que se causan sobre otros, a la vez que se obliga,
en la labor de promoción de los mismos, a mantener siempre una visión
integral.
Respecto al principio de indivisibilidad, este se refiere a que los derechos
humanos son en sí mismos infragmentables, ya sean de naturaleza civil,
cultural, económica, política o social, pues son todos ellos inherentes
al ser humano y derivan de su dignidad. Así, no se puede reconocer,
proteger y garantizar parte de un derecho humano o solo un grupo de
derechos; de esta forma se consigue que la protección se haga de mane-
ra total y se evite el riesgo de que en la interpretación se transija en su
protección.
Finalmente, el principio de progresividad, de los derechos humanos es-
tablece la obligación del Estado de procurar todos los medios posibles
40 para su satisfacción en cada momento histórico y la prohibición de cual-
quier retroceso o involución en esta tarea.
Un sistema de impartición de justicia florece más y mejor en una socie-
dad cuyos miembros conocen bien sus derechos, ya que es el conoci-
miento el que permite exigirlos y hacerlos valer en cualquier intento de
restricción.
El primer gran cambio que debe señalarse es la denominación del sujeto
de derechos: ya no es el individuo, sino la persona, con este nombre se
evoca la conexión que tienen con lo se considera sagrado, lo inviolable,
lo humano: la dignidad. Este apartado establece la regla que permite la
recepción también de la jurisprudencia, observaciones, comentarios y
recomendaciones generales de los organismos internacionales creados
por Tratados Internacionales de los cuales México es parte.
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

A través de este mandato, a mi juicio, se crea el puente normativo consti-


tucional, para que la labor interpretativa que realizan los órganos creados
por estos instrumentos se conviertan también en fuente interna para fijar
el sentido y alcance de los Derechos Humanos.
Las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos serán
obligatorias para los estados que sean parte en los procedimientos de
donde surjan, lo anterior de conformidad con los artículos de la Conven-
ción Americana que enseguida se reproducen:
Artículo 62
…3. La Corte tiene competencia para conocer de cualquier caso relativo
a la interpretación y aplicación de las disposiciones de esta Conven-
ción que le sea sometido, siempre que los Estados Partes en el caso
hayan reconocido o reconozcan dicha competencia, ora por declara-
ción especial, como se indica en los incisos anteriores, ora por con-
vención especial.
Artículo 67
El fallo de la Corte será definitivo e Inapelable. En caso de desacuerdo
sobre el sentido o alcance del fallo, la Corte lo interpretará a solicitud
de cualquiera de las partes siempre que dicha solicitud se presente
dentro de los noventa días a partir de la fecha de la notificación del
fallo.
Artículo 68
1. Los Estados Partes en la Convención se comprometen a cumplir la 41
decisión de la Corte en todo caso en que sean partes.
2. La parte del fallo que disponga indemnización compensatoria se
podrá ejecutar en el respectivo país por el procedimiento interno
vigente para la ejecución de sentencias contra el Estado.
Artículo 69
El fallo de la Corte será notificado a las partes en el caso y transmiti-
do a los Estados Partes en la Convención.
En este último aspecto, resulta de particular relevancia destacar lo re-
suelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la sentencia
de 23 de noviembre de 2009 (excepciones preliminares, fondo, repara-
ciones y costas), dictada en el caso Radilla Pacheco vs. Estados Unidos
Mexicanos:
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

En relación con las prácticas judiciales, este Tribunal ha establecido en


su jurisprudencia que es consciente de que los jueces y tribunales inter-
nos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a apli-
car las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando
un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención
Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también es-
tán sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las
disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación
de leyes contrarias a su objeto y fin, que desde un inicio carecen de efec-
tos jurídicos.
En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer un “control de conven-
cionalidad” ex oficio entre las normas internas y la Convención Ameri-
cana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de
las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, el Poder
Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intér-
prete última de la Convención Americana.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación Mexicana, al resolver el ex-
pediente de varios 912/2010, formado con motivo de la sentencia con-
denatoria al Estado Mexicano dictada por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en el caso Radilla Pacheco, el 14 de julio de 2011,
determinó que:
Es en el caso de la función jurisdiccional, como está indicado en la úl-
42 tima parte del artículo 133 en relación con el artículo 1º en donde los
jueces están obligados a preferir los derechos humanos contenidos en la
Constitución y en los Tratados Internacionales, aun a pesar de las dis-
posiciones en contrario establecidas en cualquier norma inferior. Si bien
los jueces no pueden hacer una declaración general sobre la invalidez o
expulsar del orden jurídico las normas que consideren contrarias a los
derechos humanos contenidos en la Constitución y en los tratados (como
sí sucede en las vías de control directas establecidas expresamente en
los artículos 103, 107 Y 105 de la Constitución), sí están obligados a
dejar de aplicar estas normas inferiores dando preferencia a los conte-
nidos de la Constitución y de los tratados en esta materia.
De este modo, el mecanismo para el control de convencionalidad ex
oficio en materia de derechos humanos debe ser acorde con el mode-
lo general de control establecido constitucionalmente, pues no podría
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

entenderse un control como el que se indica en la sentencia que anali-


zamos si el mismo no parte de un control de constitucionalidad general
que se desprende del análisis sistemático de los artículos 1° y 133 de la
Constitución y es parte de la esencia de la función judicial.(3)
A partir de esta resolución del Máximo Tribunal, se incorpora en nuestro
país el control difuso de constitucionalidad y ahora de convencionalidad
de las leyes a la par del concentrado por el Poder Judicial de la Fede-
ración a través del amparo, las acciones de inconstitucionalidad y las
controversias constitucionales.
Lo que se encuentra en consonancia clara con el nuevo artículo prime-
ro constitucional, que obliga a todas las autoridades en el ámbito de su
competencia a promover, respetar, proteger y garantizar los Derechos
Humanos consagrados en la Constitución y en los Tratados.
En la misma resolución que se viene comentando, la Suprema Corte de
la Nación puntualiza la forma en que los jueces deben proceder al imple-
mentar este mandato:
El parámetro de análisis de este tipo de control que deberán ejercer to-
dos los jueces del país, se integra de la manera siguiente:
Todos los derechos humanos contenidos en la Constitución Federal (con
fundamento en los artículos 1° y 133), así como la jurisprudencia emiti-
da por el Poder Judicial de la Federación;
 Todos los derechos humanos contenidos en Tratados Internacionales 43
en los que el Estado mexicano sea parte.
 Criterios vinculantes de la Corte lnteramericana de Derechos Hu-
manos establecidos en las sentencias en las que el Estado mexicano
haya sido parte, y criterios orientadores de la jurisprudencia y pre-
cedentes de la citada Corte, cuando el Estado mexicano no haya sido
parte.
 Esta posibilidad de inaplicación por parte de los jueces del país en
ningún momento supone la eliminación o el desconocimiento de la
presunción de constitucionalidad de las leyes, sino que, precisamen-
te, parte de esta presunción al permitir hacer el contraste previo a su
aplicación.
 De este modo, este tipo de interpretación por parte de los jueces
presupone realizar tres pasos:
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

A) Interpretación conforme, en sentido amplio. Ello significa que los


jueces del país, al igual que todas las demás autoridades del Estado
mexicano, deben interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a
los derechos humanos establecidos en la Constitución y en interna-
cionales en los cuales el Estado mexicano sea parte, favoreciendo en
todo tiempo a las personas la protección más amplia.
B) Interpretación conforme en sentido estricto. Ello significa que cuando
hay varias interpretaciones jurídicamente válidas, los jueces deben,
partiendo de la presunción de constitucionalidad de las leyes, pre-
ferir aquella que hace a la ley acorde a los derechos humanos esta-
blecidos en la Constitución y en los Tratados Internacionales en los
que el Estado mexicano sea parte, para evitar incidir o vulnerar el
contenido esencial de estos derechos.
C) Inaplicación de la ley cuando las alternativas anteriores no son po-
sibles. Ello no afecta o rompe con la lógica del principio de división de
poderes y del federalismo, sino que fortalece el papel de los jueces al
ser el último recurso para asegurar la primacía y aplicación efectiva de
los derechos humanos establecidos en la Constitución y en los tratados
internacionales de los cuales el Estado mexicano es parte.
Así, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos y de la Corte Internacional de Justicia, así como las observaciones,
recomendaciones y comentarios generales del Consejo de Derechos Hu-
manos y de los Comités de Derechos Humanos, de Derechos Económi-
cos, Sociales y Culturales, contra la tortura, para la Eliminación de la
44 Discriminación Racial, para la Eliminación de la Discriminación de la
Mujer, de los Derechos de la Niños, de los Trabajadores Migratorios, de
las personas con Discapacidad, todos de la Organización de las Naciones
Unidas, creados por mandato expreso de los Tratados Internacionales
relativos, se convierten en fuente orientadora para fijar el sentido y
alcance de los Derechos Humanos.
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obli-
gación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos huma-
nos de conformidad con los principios de universalidad, interdependen-
cia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá
prevenir, investigar, sancionar; y reparar las violaciones a los derechos
humanos, en los términos que instituya la ley.
Esta disposición se advierte tiene una fuerte influencia de los distintos
instrumentos internacionales en la materia.
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

En este tenor, la Corte Interamericana de Derechos Humanos resolvió el


Caso Velásquez Rodríguez contra Honduras,4el que es un referente obli-
gado, al establecer que las obligaciones de respetar los derechos huma-
nos y de garantizar su goce y pleno ejercicio constituyen el fundamento
genérico de la protección de los derechos humanos.

La obligación de respetar

S
e contrae a evitar las medidas que obstaculicen o impidan el dis-
frute del derecho de que se trate. Principalmente la obligación de
respetar significa no violar por acción o por omisión alguna de los
derechos reconocidos en las convenciones de derechos humanos. La
Corte Interamericana de Derechos Humanos en la sentencia del caso Ve-
lázquez Rodríguez sostuvo:
La primera obligación asumida por los Estados Partes, en los términos
del citado artículo, es la de “respetar los derechos y libertades” reco-
nocidos en la Convención. El ejercicio de la función pública tiene unos
límites que derivan de que los derechos humanos son atributos inheren-
tes a la dignidad humana y, en consecuencia, superiores al poder del
Estado. Como ya lo ha dicho la Corte en otra ocasión.

La obligación de garantizar 

E n la sentencia que se viene comentando la Corte Interamericana sos- 45


tiene:
La segunda obligación de los Estados Partes es la de “garantizar” el
libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la Convención a
toda persona sujeta a su jurisdicción. Esta obligación implica el deber
de los Estados Partes de organizar todo el aparato gubernamental y,
en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el
ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar
jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como
consecuencia de esta obligación los Estados deben prevenir, investigar

4 Consulta de resolución por parte de la Corte Interamericana de Derechos Huma-


nos en el caso Velásquez Rodríguez contra Honduras. Consulta en: http://www.
corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec 09 esp.pdf.
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Conven-


ción y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho
conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la
violación de los derechos humanos.
La obligación de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos
humanos no se agota con la existencia de un orden normativo dirigido
a hacer posible el cumplimiento de esta obligación, sino que comparta
la necesidad de una conducta gubernamental que asegure la existencia,
en la realidad, de una eficaz garantía del libre y pleno ejercicio de los
derechos humanos.
Implica organizar todo el aparato gubernamental y las estructuras a tra-
vés de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera
tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio
de los derechos humanos.
El deber de prevención abarca todas aquellas medidas de carácter jurí-
dico, político, administrativo y cultural que promuevan la salvaguarda
de los derechos humanos y que aseguren que las eventuales violaciones
a los mismos sean efectivamente consideradas y tratadas como un hecho
ilícito que, como tal, es susceptible de acarrear sanciones para quien
las cometa, así como la obligación de indemnizar a las víctimas por
sus consecuencias perjudiciales. No es posible hacer una enumeración
detallada de esas medidas, que varían según el derecho de que se trate
y según las condiciones propias de cada Estado Parte. Es claro, a su
46 vez, que la obligación de prevenir es de medio o comportamiento y no
se demuestra su incumplimiento por el mero hecho de que un derecho
haya sido violado. Pero sí es obvio, en cambio, que el sometimiento de
detenidos a cuerpos represivos oficiales que impunemente practiquen la
tortura y el asesinato representa, por sí mismo, una infracción al deber
de prevención de violaciones a los derechos a la integridad física y a la
vida, aun en el supuesto de que una persona dada no haya sufrido tor-
turas o no haya sido ultimada, o si esos hechos no pueden demostrarse
en el caso concreto.
El Estado está, por otra parte, obligado a investigar toda situación en
la que se hayan violado los derechos humanos protegidos por la Con-
vención. Si el aparato del Estado actúa de modo que tal violación quede
impune y no se restablezca, en cuanto sea posible, a la víctima en la
plenitud de sus derechos, puede afirmarse que ha incumplido el deber de
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

garantizar su libre y pleno ejercicio a las personas sujetas a su jurisdic-


ción. Lo mismo es válido cuando se tolere que los particulares o grupos
de ellos actúen libre o impunemente en menoscabo de los derechos hu-
manos reconocidos en la Convención.
En ciertas circunstancias puede resultar difícil la investigación de he-
chos que atenten contra derechos de la persona. La de investigar es,
como la de prevenir, una obligación de medio o comportamiento que no
es incumplida por el solo hecho de que la investigación no produzca un
resultado satisfactorio. Sin embargo, debe emprenderse con seriedad y
no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infruc-
tuosa.
Debe tener un sentido y ser asumida por el Estado como un deber ju-
rídico propio y no como una simple gestión de intereses particulares,
que dependa de la iniciativa procesal de la víctima o de sus familiares
o de la aportación privada de elementos probatorios, sin que la autori-
dad pública busque efectivamente la verdad. Esta apreciación es válida
cualquiera sea el agente al cual pueda eventualmente atribuirse la vio-
lación, aun los particulares, pues, si sus hechos no son investigados con
seriedad, resultarían, en cierto modo, auxiliados por el poder público, lo
que comprometería la responsabilidad internacional del Estado.5
Finalmente, el deber de sanción implica la obligación de castigar a los
responsables de violaciones a los derechos humanos.

47
La obligación de reparar 

L
a última parte del tercer párrafo del artículo primero constitucional es-
tablece que todas las autoridades tienen el deber de reparar las viola-
ciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.
De conformidad con los principios generales que derivan internamente
del derecho de las obligaciones y externamente del Derecho Internacio-
nal, ante la comisión de un acto ilícito, como es la violación de las nor-
mas internacionales en materia de Derechos Humanos por parte de un
Estado, este es internacionalmente responsable y, en consecuencia, tiene
el deber de reparar.

5 Ibidem.-
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

En lo que se refiere a las violaciones al derecho a la vida, la reparación,


dada la naturaleza del bien afectado, puede tener también el carácter de
medidas tendientes a evitar la repetición de los hechos lesivos.
En el primer párrafo solo se modificó el término persona en lugar de in-
dividuo, acorde a lo realizado en el primer párrafo del artículo primero.
La segunda parte de este precepto es totalmente nueva y refleja una prác-
tica mexicana con hondas raíces de la que incluso los juristas mexicanos
nos hemos visto beneficiados.
Tal como se ha indicado previamente, el hilo conductor de la reforma
que aquí se comenta es actualizar nuestro marco constitucional y armo-
nizarlo con el desarrollo que ha tenido el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, de ahí que conviene traer a colación lo dispuesto
sobre el estado de emergencia en dos de los ordenamientos supranacio-
nales más destacados, como punto de partida.
A nivel universal el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
en su artículo 4 prescribe:
Artículo 4
1. En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la na-
ción y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados
Partes en el presente Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la me-
dida estrictamente limitada a las exigencias de la situación, suspendan
las obligaciones contraídas en virtud de este Pacto, siempre que tales
48 disposiciones no sean incompatibles con las demás obligaciones que les
impone el derecho internacional y no entrañen discriminación alguna
fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión y
origen social.

Suspensión y restricción del ejercicio de los Derechos


Humanos y sus garantías 

L
a primera modificación sustancial a este precepto es la incorpora-
ción de la posibilidad no solo de suspender, sino también de res-
tringir el ejercicio de los Derechos Humanos y sus garantías. De
esta incorporación se infiere que ahora no solo se contempla la posibili-
dad de vedar el ejercicio absoluto de un Derecho Humano, sino también
algún aspecto específico de él.
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

Causas de la suspensión o restricción 

p
or lo que toca a las causas de la restricción o suspensión ahora de
los Derechos Humanos y sus garantías, subsisten las contempladas
en el artículo antes de su enmienda, a saber: casos de invasión,
perturbación grave de la paz pública, o de cualquier otro que ponga a la
sociedad en grave peligro o conflicto. No obstante, lo anterior, se advier-
te que en el tercer párrafo del artículo en examen se incorporan requisitos
adicionales que deberán cumplirse, en adición a las causas ya referidas,
para fundar y motivar la suspensión o restricción. En efecto, se agrega
que esta debe ser proporcional al peligro a que se hace frente, observan-
do en todo momento los principios de legalidad, racionalidad, proclama-
ción, publicidad y no discriminación.
En el Dictamen de las Comisiones Unidas Puntos Constitucionales y
Estudios Legislativos con opinión de la Comisión de Reforma del Estado
del Senado de 7 de abril de 2011 se explican los principios que deberán
respetarse para poder restringir o suspender el ejercicio de los Derechos
Humanos y sus garantías:

Los principios
Principio de legalidad, que implica la existencia de normas que lo regu-
len y de los consiguientes mecanismos de control.
Principio de proclamación, supone dar a conocer dicha suspensión, por
lo que resulta imposible la existencia de suspensiones de derechos tácitas 49
o secretas.
Este principio de proclamación en Estados de excepción se refiere a un
acto oficial que debe ser evaluado desde un enfoque de conjunto que ar-
monice el derecho constitucional y el derecho internacional.
Principio de no discriminación, implica la imposibilidad de emplear
criterios discriminatorios en el establecimiento y aplicación de la sus-
pensión de derechos.
Principio de notificación: según los instrumentos de derechos humanos
ratificados por el país, es indispensable notificar la suspensión a la Orga-
nización de Estados Americanos (OEA).
Principio de temporalidad: la medida debe estar limitada en el tiempo,
y en ningún caso puede convertirse en una situación permanente.
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

Principio de amenaza excepcional: no se pueden suspender garantías


individuales en cualquier caso, si no que hay que estar frente a situacio-
nes realmente extraordinarias.
Principio de proporcionalidad: las medidas adoptadas durante la sus-
pensión, así como su alcance, deben estar en consonancia con la inten-
sidad del peligro enfrentado; la proporcionalidad es un requisito de ca-
rácter complejo, el cual incluye, entre otras cuestiones, la exigencia de
justificar una racionalidad de medios/fines.
Principio de compatibilidad, concordancia y complementariedad
con las normas de derecho internacional suscritas por México.
Es importante señalar que los principios de proporcionalidad y raciona-
lidad son complementarios y deben incorporarse a aquellos que rigen la
suspensión de garantías, pues ambos refuerzan los requisitos y condicio-
nantes de las medidas susceptibles de ser adoptadas ante un estado de
excepción.
Ambos principios se derivan de lo que establece el artículo 4.1 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 27 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, ratificados por el Estado mexica-
no. Ambos instrumentos internacionales sostienen que las restricciones
o suspensiones impuestas deben adoptarse en la “medida estrictamente
limitada a la exigencia de la situación”.
Conjuntamente con los artículos que se comentaron anteriormente, se
alteraron otros numerales dentro de la parte orgánica de la Constitución
50
Mexicana. Daremos cuenta muy breve de esas modificaciones:
Entre otros resultan ser relevantes la ampliación de la competencia de
los organismos defensores de Derechos Humanos a asuntos laborales
(artículo 102, Apartado B, tercer párrafo).
Eduardo Ferrer McGregor Poisot, juez de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, dijo que la reforma constitucional de derechos hu-
manos de 2011 no es, de ninguna manera el punto de llegada, sino que
constituye el punto de partida de un largo camino para hacer realidad el
anhelo del preámbulo de la Convención Americana sobre los derechos
humanos: vivir en un régimen de libertad personal y de justicia social.
Esta reforma vino a cambiar totalmente el paradigma, lo que permitió
hacer justicia en casos tan polémicos, que constituyen un parteaguas en
la justicia mexicana.
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

El enfoque de formación con base a derechos humanos es mucho más


que eso, ya que pretende orientar la dignidad humana hacia el desempe-
ño idóneo en los diversos contextos culturales y sociales, y esto requiere
hacer de un protagonista de su vida y su proceso de aprendizaje.
Es necesario fortalecer la igualdad de derechos entre las personas, para
establecer una cultura equitativa, plena y de respeto.
El compromiso de la Carta Naciones Unidas, establecieron un preám-
bulo, reafirmando la fe en los derechos fundamentales del hombre, ahí
los estados que conforman las Naciones Unidas se comprometen “a re-
afirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad
y el valor de la persona humana, así como en la igualdad de derechos de
hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”.
Esta declaración demuestra que hasta antes de la Segunda Guerra mun-
dial se consideraba que la protección de los derechos humanos era un
problema exclusivo del ámbito interno de los Estados, pero al observar
los resultados devastadores de esos derechos en esos conflictos bélicos,
las naciones determinaron que el respeto, protección y promoción de los
derechos humanos era una cuestión que debía atenderse desde la pers-
pectiva del derechos internacional.
Si bien es cierto que México había suscrito tratados internacionales en
fechas anteriores a la firma de la Carta de las Naciones Unidas, también
lo es que no existían mecanismos idóneos para hacer efectiva su aplica-
ción en el derecho interno.
51
Afortunadamente nuestro país históricamente se ha pronunciado por la
protección de los derechos humanos.
Precisamente la naturaleza de la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos es ofrecer las garantías de un juicio justo a las partes y emitir un
fallo conforme a derecho para asegurar el recurso a un proceso con las
debidas garantías de los Estados en este caso los miembros de la OEA,
crean tribunales internacionales y se obligan a cumplir con sus decisio-
nes en vez de recurrir a otros mecanismos para resolver conflictos relati-
vos a la interpretación de un tratado.
1. Los derechos humanos son la categoría más amplia y que, en
la práctica, se suele utilizar con menos rigor jurídico que la de
derechos fundamentales. Muchas veces se hace referencia a los
derechos humanos como expectativas que no están previstas de
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

forma clara en alguna norma jurídica, con el objeto de señalar lo


que a algunas personas les puede parecer una actuación indebida
de las autoridades.6
2. El Sistema Interamericano de Derechos Humanos está inmerso
en la Organización de Estados Americanos (OEA), y se basa en
la labor de dos órganos: la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
3. A pesar de que el Sistema Interamericano de Derechos Huma-
nos ofrece garantías, mecanismos e instrumentos para la efectiva
protección de derechos laborales, en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y en los informes de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos se evidencia un
tratamiento apenas tangencial de los mismos.

Propuesta
En esa medida,se propone hacer una declaratoria que:
1.- La defensa de la indivisibilidad de los derechos humanos como fór-
mula para una real garantía de los derechos económicos, sociales y
culturales.
Primero.- Existe un reconocimiento amplio con un listado extenso de de-
rechos laborales consagrados en los tratados internacionales de derechos
humanos de la región. Con todo, se observa que los derechos laborales
52 no son un tema recurrente en los pronunciamientos de la Comisión Inte-
ramericana de Derechos Humanos (CIDH) y de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (Corte IDH), cuyo motivo no es la ausencia de
violaciones a estos derechos, sino la gravedad de otras violaciones a los
derechos humanos, como el derecho a la vida y a la integridad de las
personas. La mayoría de los pronunciamientos de la CIDH o de la Corte
IDH se refieren a la violación del derecho a la vida e integridad física,
dejando un poco de lado la evidente vulneración al desarrollo progresivo
de derechos económicos y sociales del patrón, pues mecanismos, ins-
trumentos y garantías para que las víctimas, representantes o cualquier
persona tenga acceso al mismo por la vulneración de derechos laborales.

6 CARBONELL, Miguel, Derechos humanos en la Constitución Mexicana, disponi-


ble en http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/8/3567/7.pdf
La reforma del artículo primero constitucional y el principio pro persona...

Segundo.-Que a pesar de que existen los mecanismos e instrumentos


para solicitar ante los órganos del SIDH la protección de derechos labo-
rales, al analizar la jurisprudencia de la Corte IDH y los informes de la
Comisión se observa que no existe una protección eficaz de los derechos
económicos, sociales y culturales, por lo cual se realice una recomenda-
ción para que a la aplicación restringida del artículo 26 de la Convención
Americana de sobre Derechos Humanos (CADH), se amplíe el criterio,
para la defensa oportuna y eficaz de estos derechos, que consagra nues-
tra Constitución en su artículo primero, con la finalidad de darle mayor
congruencia a nuestros pactos internacionales.
Lo anterior, en la medida en que los derechos laborales protegidos como
derechos humanos deben garantizarse bajo esa condición, independien-
temente de que se consideren civiles y políticos o económicos, sociales
y culturales.

Fuentes de información
 Alegre, Marcelo y Gargarella, Roberto. El Derecho a la Igualdad.
Aportes para un constitucionalismo Igualitario.
 Artículo 1.º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexi-
canos.
 Corte Interamericana de los Derechos Humanos, El Derecho a la in-
formación sobre la asistencia consular en el marco de las garantías
del debido proceso legal-Opinión consultiva OC-16/99 del 01.10.99, 53
Serie A, n.°16.
 Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, (casos, actua-
ciones y normas).
 Carbonell, Miguel, Derechos Humanos en la Constitución mexicana,
disponible en http//biblio.jurídicas.unam.mx/libros/8/3567/7.pdf
 Ferrajoli, Luigi, “El principio de igualdad y diferencia de género” en
CRUZ PARCERO, Juan, Vázquez, Rodolfo, Debates constituciona-
les sobre los derechos humanos de las mujeres, SCJN, México. 2009,
p.3.
 Adhesión de México: 24 de marzo de 1981.
 Ratificación de México: 26 de marzo de 1981.
Carlos Hinojosa Cantú; María Garza Guerra y Alma Rosa González Ramírez

 Tesis: 2.ª LXXXII72008 (9ª), PRINCIPIO GENERAL DE IGUAL-


DAD. SU CONTENIDO Y ALCANCE. Semanario Judicial de la Fe-
deración y su Gaceta, Novena Época, México, Tomo XXVII, junio
de 2008, p.448.Reg. IUj. 169439.
 Ministro Juan Silva Meza, presidente de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación y del consejo de la Judicatura Federal, en la Conferen-
cia Metodología para la enseñanza de la Reforma Constitucional en
Derechos Humanos.

54
Dilemas actuales del derecho de familia

Dilemas actuales
del Derecho de Familia

Prof. Mario Isaías Torres1 y Prof. José Alejandro Castillo2

Sumario: I.- Introducción II. Definiciones y Contenido del Derecho de


Familia. III. Dilema sobre la naturaleza jurídica del Derecho de Familia
IV. Dilema sobre la autonomía del Derecho de Familia V. Conclusión
Resumen: El presente artículo tiene como finalidad analizar las diversas
definiciones del Derecho de familia, asimismo medir a través de la axio-
logía jurídica, específicamente por medio de los valores éticos jurídicos,
la razón por la cual se da la creación del Derecho de Familia. Igualmen-
te en este mismo sentido se abordarán los criterios para determinar la
naturaleza jurídica y la autonomía del Derecho de Familia. Esto con la
finalidad, primeramente, de concretizar a qué clasificación del Derecho
pertenece el Derecho de Familia y luego evidenciar, en el debate jurídi-
co, que realmente el mismo constituye una rama autónoma del Derecho,
independiente del Derecho Civil.
Palabras Claves: Derecho de Familia, Autonomía y Naturaleza Jurídi-
ca. Ramas del Derecho.
55
Abstract: This article aims to analyse the different definitions of fam-
ily law, well same measure across legal axiology, specifically through
the legal ethical values, the reason by which the creation of family law is
given. Also in this same sense, criteria will be addressed to determine the
legal nature and the autonomy of the family law. This in order to, firstly,
concrete to which classification of law belongs the right to family and
then reveal the debate independent of civil law, legal, that really it is an
autonomous branch of the law.

1 Licenciado en Derecho por la Universidad Politécnica de Nicaragua y director del Instituto


Centroamericano de Estudios Jurídicos y Políticos (ICEJP) y docente de la Escuela de Cien-
cias Jurídicas y Políticas de la UPOLI.
2 Licenciado por la Universidad Politécnica de Nicaragua, abogado y docente investigador del
Instituto Centroamericano de Estudios Jurídicos y Políticos (ICEJP) y docente de la Escuela
de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UPOLI.
Mario Isaías Torres y José Alejandro Castillo

I. Introducción

D
esde hace muchos años, uno de los debates a nivel nacional e
internacional más sonados sobre el derecho de familia, es el re-
lacionado a la naturaleza jurídica y al carácter autónomo de esta
disciplina jurídica dentro del mundo del Derecho; a la fecha, ni a nivel
nacional ni a nivel internacional existe un consenso doctrinal o un trata-
miento jurídico uniforme para responder a ambas interrogantes, por lo que
el debate no ha sido superado y sigue teniendo vigencia en la actualidad.
Ante la inexistencia de un criterio uniforme que nos permita superar esta
discusión doctrinal, se ha podido notar que las respuestas a estas grandes
interrogantes las brinda el tratamiento jurídico que la legislación interna
de cada país da a esta disciplina jurídica, de manera tal que podemos
considerar el Derecho de Familia como un derecho independiente en la
medida en que las características de la legislación de cada país le otorgue
ese carácter garantizándole la autonomía legislativa, la autonomía orgá-
nica y autonomía didáctica que requiere para ser autónomo o como un
derecho dependiente del derecho civil en caso de que no le otorgue esos
niveles de autonomía.
Lo mismo ocurre con el debate sobre la naturaleza jurídica del mismo,
pues se considera privado o público en la medida en que la legislación
nacional de cada país garantiza o no la intervención del Estado en las
relaciones familiares de cara a proteger el interés superior de la familia
y sus miembros. Sobre este punto, la doctrina ha establecido un criterio
56 ecléctico que concilia la discusión de lo público y lo privado, llegando a
considerar el derecho de familia como un derecho de naturaleza mixta:
público-privado; público-social e inclusive de naturaleza trivalente, es
decir, un derecho que concilia dentro de sí lo público, lo privado y lo
social.
El presente ensayo efectúa una revisión crítica de la postura tradicional
que se aferra a concebir el derecho de familia como parte integrante del
Derecho Civil y como un derecho de naturaleza jurídica privada, y expo-
ne las razones para expresar las diversas definiciones existentes sobre el
Derecho de Familia y asimismo el contenido que dicha rama posee, esto
con el objetivo de que podamos tener una base para la comprensión del
presente escrito.
Dilemas actuales del derecho de familia

II. Definiciones y Contenido del Derecho de Familia

P
arte determinante para poder definir la naturaleza y autonomía de
una rama del derecho son los alcances, el espectro de protección
o de regulación de la materia, teniendo en cuenta esto es prudente
determinar el contenido y los límites del Derecho de Familia.

a) Definición de Derecho de Familia.


Algunos juristas han obviado la definición del Derecho de Familia, por-
que piensan que es un derecho que aún se cobija en el Derecho Civil,
esta concepción tiene sus orígenes en el propio Derecho romano, donde
se crea la división del Derecho en Público y Privado. Siendo así que el
Derecho Civil se ubica en la esfera privada por regular la relación entre
los particulares3, entendiendo estas relaciones como los “los principa-
les hechos y actos de la vida del ser humano”4, incluyendo tácitamente
el Derecho de Familia por considerarse como hecho trascendental en
la vida del ser humanos, figuras que se encuentran dentro de la esfera
de regulación del núcleo familiar, tales como el matrimonio, divorcio,
adopción, tutela, etc.
Ante esta postura una nueva corriente doctrinaria cuestiona el enfoque
privatista que se le da al Derecho de familia y pregona una definición que
se separa del seno civilista, esta es:
Conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones entre los miem-
bros de una familia, entre sí y los que estos tienen con otras familias, con
la sociedad y el Estado5. 57

Con esta definición el Derecho de Familia deja de someterse al Derecho


Civil y comienza a establecer que los actos que surjan entre familiares
no pueden ser agrupados ni regulados con los mismos actos que pueden

3 Julián Buitran Fuentevilla. Naturaleza Jurídica del Derecho Familiar. Consultado el


20 de mayo de 2015. Disponible en: http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/
rev/facdermx/cont/260/art/art17.pdf
4 Eduardo García Maynes. Introducción al estudio del Derecho (México: 1972), pág.
89.
5 Julian Guitrón Fuentevilla. Derecho Familiar (Chiapas: Editorial Universidad Au-
tónoma de Chiapas, 1988), pág. 229.
Mario Isaías Torres y José Alejandro Castillo

resultar de un contrato de mandato o la rescisión de un contrato6, porque


eso desvirtuaría el principal fin del derecho de familia, que es velar por
la protección de la familia a través del aparato estatal, no permitiendo
que la voluntad de las partes determine estos aspectos, como ocurre en
el Derecho Civil.

b) Definición de Familia
La familia es el elemento más importante para la sociedad y el Estado,
así lo establece nuestra propia Constitución en su artículo 70, señalando
que es “el núcleo fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protec-
ción de esta y del Estado”, esta protección se extiende automáticamente
a todos sus integrantes, ya que la familia procura el desarrollo de estos,
de esta manera la familia también cumple con su función social.
Debido a la variedad que existe en la forma de constituir una familia,
definirla puede ser una tarea muy complejo, por ello se han generado una
gran variedad de conceptos, algunos de ellos son:
Es un conjunto de personas que conviven bajo el mismo techo, organi-
zadas en roles fijos (padre, madre, hermanos, etc.) con vínculos consan-
guíneos o no, con un modo de existencia económico y social comunes,
con sentimientos afectivos que los unen y aglutinan. Naturalmente pasa
por el nacimiento, luego crecimiento, multiplicación, decadencia y tras-
cendencia. A este proceso se le denomina ciclo vital de vida familiar. 7
Organismos internacionales se han dado a la tarea de tratar de definir el
58 concepto de familia, en este sentido, consideran que:
La familia debe ser definida como nuclear. Comprende las personas
que forman un hogar privado tales como los esposos o un padre o madre
con un hijo no casado o en adopción8.

6 Julián Buitran Fuentevilla. Naturaleza Jurídica del Derecho Familiar. Consultado el


20 de mayo de 2015. Disponible en: http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/
rev/facdermx/cont/260/art/art17.pdf.
7 Concepto de Familia. Instituto Interamericano del Niño. Consultado el 20 de mayo
de 2015. Disponible en: http://www.iin.oea.org/Cursos_a_distancia/Lectura%20
12_UT_1.PDF.
8 Carmen Valdivia Sánchez. La familia: concepto, cambios y nuevos modelos. Con-
sultado el 20 de mayo de 2015. Disponible en: http://spereira.cl/Imagenes/familia.
pdf.
Dilemas actuales del derecho de familia

Ambos conceptos tienen elementos importantes, tales como vínculo san-


guíneo o no, reproducción, convivencia, etc. Sin embargo, no tenemos
que ceñirnos a estos elementos, ya que no podemos perder de vista de
que la familia es una construcción social y como tal está sujeta a cam-
bios, que puede variar de generación en generación y de cultura en cul-
tura9, de ahí que hemos observado el surgimiento de nuevos modelos de
familia, como la familia extensa y la familia homosexual.

c) Modelos de Familia
Existe diversas formas en que están constituidas una familia, en vista de
ello se creó una clasificación, entre las más comunes tenemos:
1) Familia monoparental: toda agrupación familiar de hijos depen-
dientes económicamente de uno solo de sus progenitores con el
cual conviven, y que es a la vez el que ostenta, sea de hecho o
de derecho, la custodia sobre los mismos10.
2) Extensa o ampliada: es aquella que define a la familia extendida
como aquella estructura de parentesco que habita en una misma
unidad doméstica (u hogar) y está conformada por parientes per-
tenecientes a distintas generaciones11.
3) Familia homoparental: es aquella compuesta por dos hombres o
dos mujeres, ya sea con hijos adoptivos, o hijos biológicos de
alguno de los dos12.

59

9 Jerson Cerda y Claudia Reynoza. Memorial de la UPOLI sobre derechos humanos


de las personas LGTBI (Managua: Universidad Politécnica de Nicaragua, 2014),
pág. 46.
10 La Familia Monoparental. Escuela de Trabajo Social de San Sebastián. Consultado
el 20 de mayo de 2015. Disponible en: http://www.google.com.ni/url?sa=t&rct=-
j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0CB0QFjAA&url=http%3A%2F%2F-
dialnet.unirioja.es%2Fdescarga%2Farticulo%2F2698833.pdf&ei=tfaBVbrnL-
Mjs-AHapoD4BQ&usg=AFQjCNHZlWJtw9-anzROsBrj4Qf1Cncuow&sig2=-
yewALKB-KXRZmRJI0VCCCA&bvm=bv.96041959,d.cWw
11 Tipos de Familia. Consultado el 20 de mayo de 2015. 2015. Disponible en: http://
tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/21897/Capitulo2.pdf
12 Análisis de la familia homoparental. Consultado el 20 de mayo de 2015. Disponible
en: http://tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/21897/Capitulo3.pdf
Mario Isaías Torres y José Alejandro Castillo

d) Contenido del derecho de familia.


Lo que integre el contenido del Derecho de familia se va determinar confor-
me a las relaciones que surjan entre los miembros de la familia, que de paso
se constituyen como sujetos en esta rama del derecho, forman parte de su
contenido matrimonio (divorcio), parentesco (relaciones filiales, derechos,
deberes) y obligaciones (menores, incapacidad y protección), entre otros.

III. Dilema sobre la naturaleza jurídica del Derecho de


Familia

A
ntes de proceder a abordar los dilemas sobre la naturaleza ju-
rídica del derecho de familia, es menester que abordemos pri-
meramente los diversos criterios para determinar la naturaleza
jurídica del derecho de familia.

A. Criterios para determinar la naturaleza jurídica de una rama del


derecho
Para abordar los criterios que permiten determinar la naturaleza jurídica
de una rama del derecho, debemos partir con Ulpiano el cual estable-
ció una clasificación de derechos con la finalidad de poder regular ese
mosaico de vinculaciones jurídicas13, para poder materializar dicho pen-
samiento tuvo que sostenerse en la teoría del interés, la cual reside en
función del interés de la protección jurídica de las normas.
60 Con base a esto Ulpiano determinó que “ius públicum hace referencia a la
República sobrepasando la voluntad de los particulares; en cambio, el ius
privatum tiene como objeto las relaciones entre los particulares y la vo-
luntad de estos es la directriz que conforma la esencia de sus normas”14.
En este mismo sentido, el doctrinario Savigny establece que “[l]o que
distingue profundamente el derecho político (nombre que da al derecho
público) del derecho privado es que el uno se ocupa del conjunto y consi-
dera a los individuos como un objeto secundario; y el otro tiene por objeto

13 Atlantic Internacional University. La justicia romana http://www.aiu.edu/cursos/


Derecho%20Romano/pdf%20leccion%203/lecci%C3%B3n%203.pdf (recuperado
el 21 de mayo de 2015) Pág. 3
14 Ibid. Pág. 4.
Dilemas actuales del derecho de familia

exclusivo el individuo mismo y no se ocupa más que de su existencia y


sus diferentes estados”15
Un segundo criterio fue desarrollado por Korkounov, este consiste en
analizar las formas que asumen las relaciones jurídicas, dicha teoría es
desarrollada a través de su obra Curso de Teoría General del Derecho.
Dicha teoría consiste en analizar las normas por medio de la clasificación
la cual las divide en “normas distributivas” y “normas adaptativas” para
distinguir el derecho público del privado.
Con base a lo anterior Korkounov pone de ejemplo, “a forma de repar-
tición de la propiedad. Hay cosas que pueden partirse y ser distribuidas
a título de propiedad privada, y así se distingue entre lo tuyo y lo mío.
Pero hay otros objetos que no pueden ser repartidos en partes, porque
son imposibles de partir, como los ríos, por lo que estos se adaptan a la
satisfacción de intereses comunes. Así se puede hablar de propiedad pri-
vada y pública y distinguir que la primera pertenece al derecho privado
y la segunda al derecho público”16.
Como tercer criterio de distinción tenemos el que establecen los doc-
trinarios Jellinek y García Maynez, al destacar que también debe de to-
marse en cuenta “la naturaleza de las relaciones jurídicas que las normas
establecen entre el estado y los particulares o entre las distintas institu-
ciones del estado, según que esas relaciones sean de “subordinación” o
de “coordinación”17.
Por otra parte cierto sector doctrinario ha establecido que otro criterio
fundamental es el de la voluntad de la norma, el cual versa sobre “…el 61
valor que la norma jurídica asigna a la voluntad de las partes que inter-
vienen en la relación reglada por la norma”18.

15 Cursos de Introducción al Derecho. Teorías sobre la distinción entre derecho


público y derecho privado. Disponible en: http://derechouniangeles.blogspot.
com/2012/10/teorias-sobre-la-distincion-entre.html (recuperado el 21 de mayo de
2015).
16 Ibid.
17 Ibid.
18 Didier Prieto Russi. Derecho Público y Privado / Ramas del Derecho - Sexto Dere-
cho en “Diversas ramas del derecho positivo”. Disponible en: http://sociologiade-
recho11.blogspot.com/2011/04/derecho-publico-y-privado-ramas-del.html (recu-
perado el 22 de mayo).
Mario Isaías Torres y José Alejandro Castillo

Continuando con el eje del presente apartado, tenemos como quinto crite-
rio el que analiza la norma por su contenido, la cual contraviene a la teo-
ría del interés, dicho criterio consiste en que solamente “puede [hacerse
dicha] división [con relación a su] contenido [, puesto que constituye] el
supuesto o la consecuencia de las mismas, o sea, a objetos inmanentes y
no transcendentales al derecho; así, hay normas que solo poseen “validez
dispositiva”, esto es, que ellas y su contenido solo valen cuando las par-
tes no han convenido otra cosa (v. gr., las que fijan el interés legal en los
contratos), y normas que poseen validez “taxativa”, es decir, que valen
aunque las partes convengan lo contrario …. pero esta división, puede
hacerse coincidir con la distinción entre derecho público y privado, no
tiene nada que ver con el criterio del interés, porque el derecho taxativo y
el dispositivo protegen derechos públicos y privados al mismo tiempo”19.
Como sexto criterio podemos observar a la teoría del fin, la cual consiste
en que se toma en consideración “el criterio teleológico de finalidad úl-
tima que se propone uno y otro sector del ordenamiento jurídico”20. Por
último, pero no menos importante, tenemos la teoría del Derecho mate-
rial y formal que hace coincidir el primero con el privado y el segundo
con el público.

B. Naturaleza Jurídica del Derecho de Familia


De acuerdo con el criterio abordado por Julián Güitrón Fuentevilla al
responderse la interrogante ¿Qué significan las palabras naturaleza ju-
rídica?21 Se plantea que la naturaleza jurídica no se refiere más que a la
ubicación de cada disciplina jurídica en la gran clasificación del derecho,
62
atendiendo a que si esta es de naturaleza pública o de naturaleza privada.

19 Estimativa y Jurisprudencia en Capítulo quinto: Derecho público y Derecho priva-


do. Disponible en: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/3/1047/18.pdf Págs. 195-
196 (recuperado el 22 de mayo de 2015).
20 José M. Méndez Olivares. Temario General de la ESTT - OEP 2011.Disponible
en: http://www.google.com.ni/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=5&-
ved=0CDYQFjAE&url=http%3A%2F%2Fwww.dgt.es%2FGalerias%2Fla-dgt%-
2Fempleo-publico%2Foposiciones%2Fdoc%2F2011%2FTEMA_21__-_Parte_
General.doc&ei=HgJyVeSwF6f9sATWwoLAAg&usg=AFQjCNFdoXwoxgnuvT-
gOFfG0b1v0IJ_pJw&bvm=bv.95039771,d.b2w Pág. 8 (recuperado el 23 de mayo
de 2015).
21 Julián Güitrón Fuentevilla. Naturaleza Jurídica del Derecho Familiar. Disponible
en: http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/facdermx/cont/260/art/art17.
pdf Pág. 3.
Dilemas actuales del derecho de familia

El referido autor plantea que la teoría de la naturaleza jurídica permite


ubicar con precisión cada disciplina del derecho en el campo jurídico
que le corresponde, atendiendo a las características propias que cada dis-
ciplina posee.
Tradicionalmente el derecho ha sido dividido o clasificado en dos gran-
des ramas: Derecho público y Derecho privado. Pero con el transcu-
rrir de la historia la sociedad ha venido evolucionando por lo tanto de
acuerdo a una de las características primordiales del derecho la cual es la
progresividad, este al evolucionar la sociedad automáticamente va evo-
lucionando lo que ocasionó que surgiera una tercera rama denominada
Derecho social22, la cual surgió con posterioridad a inicios del siglo XX.
Por otra parte para poder determinar con exactitud la naturaleza jurídica
del Derecho de Familia, es importante que la desarrollemos a partir de la
teoría de la naturaleza jurídica trivalente, por el hecho de que no puede
seguirse viendo el derecho de familia desde la tradicional óptica civilista
y de derecho privado, pues si bien es cierto la familia es un grupo que
en su seno tiene derecho a su privacidad, por ser una institución clave en
el funcionamiento de la sociedad, no se puede negar la intervención que
debe ejercer el Estado y que ha ejercido a través de su legislación.
Con base a lo anteriormente expresado no queremos manifestar que “no
implica un divorcio absoluto del Derecho Civil, como si se tratara de una
materia extraña al mismo”23. Por otra parte es importante manifestar que
de acuerdo con la naturaleza jurídica trivalente o tripartita del derecho
de familia tenemos que doctrinarios como Cicu, Guitrón Fuentevilla, Be-
lluscio y Mesa Castillo “sostienen las tesis de la clasificación tripartita 63
del Derecho, en la que el Derecho familiar sería un tercer género distinto
del privado y del público, que no tutela intereses individuales, autóno-
mos, independientes, opuestos, sino que están subordinados a un interés
superior a los intereses individuales”24.

22 El derecho social es el conjunto de leyes y disposiciones autónomas que establecen


y desarrollan diferentes principios y procedimientos protectores a favor de las per-
sonas, grupos y sectores de la sociedad integrados por individuos económicamente
débiles, para lograr su convivencia con las otras clases sociales dentro de un orden
justo.
23 Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de Elche. Osvaldo Manuel
Álvarez Torres e Isnel Martínez Montenegro. El Derecho Familia ¿Derecho Social
o Privado? (Elche: Volumen 1, n.° 9. 2013) Pág. 45.
24 Ibid.
Mario Isaías Torres y José Alejandro Castillo

Sin embargo, podemos apreciar que el derecho de familia en sus inicios


se manifestó meramente como parte del derecho privado producto de la
manifestación de la “autonomía de la voluntad”25, esto es debido a que
“no [existía] suficiente claridad conceptual acerca de su naturaleza. Es
por ello que algunos estudiosos de esta disciplina, lo ubican como parte
del derecho privado, mientras que otro lo ven en el derecho público o en
una zona intermedia”26.
Por otra parte una de las razones preponderantes de que se considerara
que el Derecho de Familia perteneciera a la parte privada reside en que
este se encontraba regulado bajo las normas civiles, en específico por
ser regulado mediante el código civil. Asimismo se le consideró también
como parte del derecho público cuando dicha corriente tomo su auge,
producto de que se inició a considerársele como “imperativas, de obser-
vancia ineludible para aquellos a quienes afecta. La ley, exclusiva y no
la particular, regula la relación, determina en todo sus detalles el conte-
nido y extensión de las potestades, la eficacia de la relación parental, los
efectos y alcance de un Estado, sin que al particular le sea dado aportar
modificación alguna”27.
Por otra parte, los doctrinarios María Cristina Coral Borrero y Franklin
Torres Cabrera han manifestado que la determinación de la naturaleza
jurídica del derecho de familia o de cualquier otra rama del derecho irá
en “[dependencia] de los intereses involucrados en la relación protegi-
da”28, es por esta razón que el doctrinario Ulises Pettí consideró el De-
recho de Familia al manifestar intereses privado y públicos, a su vez
64 este desarrolló la teoría de que ocupaba “un espacio intermedio entre el
derecho público y privado”29.
Retomando el eje central del presente apartado debemos primeramente
recalcar que el Derecho de Familia manifiesta disposiciones de índole

25 Concepciones de familia, Derecho de Familia y Naturaleza Jurídica. Pág. 25.


26 G. Montoya Echeverri. Introducción al Derecho de Familia. (Medellín; Editorial
Librería Jurídica Sánchez R. Ltda. 2001) Pág. 203.
27 Franco Suárez. R. Op. Cit. Pág. 39.
28 M. Coral Borrero y Franklin Torres Cabrera. La Familia en la Constitución Nacio-
nal de 1991. (Bogotá: Ediciones Doctrina y Ley, Ltda. 2002). Pág. 231.
29 Revista Derecho de Familia. G. Pettí. El Derecho de Familia. (Bogotá: Editorial
Universidad Externado de Colombia. 1995) Págs. 11-15.
Dilemas actuales del derecho de familia

privadas como públicas, lo que por consiguiente no permite su encasi-


llamiento en alguna de las ramas del derecho anteriormente expresado,
sin embargo de acuerdo con los criterios para determinar la naturaleza
jurídica de una rama del derecho podemos, establecer que el Derecho
de Familia desarrolla una naturaleza jurídica trivalente, producto de que
abarca normas de índole público en donde se observa la intervención del
Estado, en aquellas circunstancias extraordinarias  donde la familia entra
en litis o está en juego el interés superior de alguno de sus miembros. El
Estado además debe regular, reconocer la existencia de esta familia en re-
gistros para la propia garantía de este núcleo, a su vez también manifiesta
disposiciones de carácter privado en donde se manifestara la voluntad de
las partes de cualquier relación jurídica que celebren, asimismo el dere-
cho a la privacidad, a criar a sus niños, a que nadie profane los hogares.
La autonomía de la voluntad expresada en el derecho a formar una familia,
a casarse o a divorciarse unilateralmente son expresiones claras de la pre-
sencia del derecho privado. Es decir, son hechos puramente potestativos
que dependen sí o sí de la voluntad humana y por último, pero no menos
importante, también manifiesta un carácter social, debido a que desarrolla
un “… conjunto de leyes y disposiciones autónomas que establecen y de-
sarrollan diferentes principios y procedimientos protectores a favor de las
personas, grupos y sectores de la sociedad integrados por individuos [que
puedan encontrase en situación de vulnerabilidad], para lograr su convi-
vencia con las otras clases sociales dentro de un orden justo”30.
También cabe destacar que el carácter social reside en el desarrollo co-
lectivo, es decir, como motor primigenio de la educación, de la salud, del 65
bienestar, del inculcamiento de los valores cívicos. Pero sobre todo, por-
que en las familias hay miembros en situación de vulnerabilidad que el
Estado debe proteger y priorizar, V.gr., los niños, las mujeres víctimas de
violencia o en estado de gravidez, los adultos mayores, los adolescentes.
Por otra parte es importante destacar que el Derecho de Familia no tiene
un carácter meramente privado, público y social, debido que este en sus
inicios podríamos decir que fue regulado concretamente por el derecho
privado, segundo a medida de la evolución de la sociedad y del derecho
sufrió una transformación en donde producto de la presión social adqui-
rió un carácter parcial de público y privado, lo cual a su vez ocasionó que

30 Lucio Mendieta y Núñez. Derecho Social. (México: Editorial Porrúa. 1967) Págs.
66-67.
Mario Isaías Torres y José Alejandro Castillo

la sociedad exigiera la conversión de ciertas cosas de privadas a carácter


colectivo, V.gr. el propio derecho del trabajo.
Lo que no conlleva a establecer que el Derecho de Familia fue acoplán-
dose con la finalidad de descansar en las tres divisiones del derecho. A
diferencia del derecho del trabajo, que fue totalmente extraído del dere-
cho privado, mientras que el derecho de familia no fue totalmente extraí-
do hacia el ámbito social.

IV. Dilema sobre la autonomía del Derecho de Familia

A. Criterios para determinar la autonomía de una rama de derecho


Para que una ciencia jurídica pueda considerarse autónoma, es necesario
y suficiente que sea bastante extensa, que amerite un estudio conveniente
y particular, además que contenga una doctrina homogénea, dominando
el concepto general común y distinto del concepto general informatorio
de otra disciplina; que posea un método propio, es decir, que adopte pro-
cedimientos especiales para el conocimiento de la verdad constitutiva
del objeto de la indagación.
Dentro de los criterios para determinar la autonomía de una rama del
derecho tenemos los siguientes:
Los desarrollados por Cabanellas, a raíz de explicar las diferencias del
Derecho Laboral con el Derecho Civil, establecen los siguientes criterios:
66
 Legislativo. El área que se pretende delimitar tenga legislación pro-
pia e independiente de las demás.
 Científico. La disciplina a delimitar tiene principios básicos propios,
así como bibliografía especializada.
 Didáctico. Que la disciplina se enseña de manera independiente a
otras áreas del derecho.
 Jurisdiccional. Tiene tribunales específicos para dirimir las contro-
versias que se presenten en el área a delimitar.
Por otra parte el doctrinario José Barroso Figueroa, este autor toma los
criterios de Cabanellas y agrega dos más, los cuales son dos:
 Institucional. Manifiesta la creación de instituciones que le son pro-
pias.(Institución. Una unidad sistemática de reglas de Derecho, que tienen la
Dilemas actuales del derecho de familia

misma naturaleza y finalidad, y que constituyen la esencia y substancia materia


del derecho).
 Procesal. Las controversias que se suscitan en el área a delimitar,
se resuelven por procedimientos específicos para delimitar dichas
controversias en el área.
Igualmente en este mismo sentido Flavio Galván Rivera, además de
aceptar los criterios de Cabanellas y de Figueroa, agrega uno más:
El criterio que este autor maneja es el de lenguaje. Kelsen mencionaba
que para entender un vocablo, habría que atender a su uso común en la
lengua. Hoffel, por el contrario, menciona que para conocer el signifi-
cado de un vocablo, se debe de atender al uso del vocablo en el ámbito
jurídico: la posición de Hoffel ha sido aceptada.

B. Autonomía del Derecho de Familia desde la óptica de la realidad


Nicaragüense
Como podemos apreciar, de acuerdo con los criterios anteriormente
expuestos, el derecho de familia es una rama del derecho meramente
autónoma producto de que cumple con cada uno de los requisitos es-
tablecidos, evidencia de ello es que contiene un cuerpo legislativo, es
decir, normas que regulen dicha materia como el Código de Familia en el
Estado nicaragüense, a su vez también cumple con el criterio científico,
debido que posee sus propios principios.
Por otra parte también desarrolla el criterio jurisdiccional e institucional,
puesto que posee lo que sus propias instituciones jurisdiccionales como 67
son los Juzgados de Familia, entre otras. Asimismo podemos apreciar
que dicha rama del derecho contiene su propio lenguaje, es decir, sus
propios términos dentro de la misma legislación.
El Derecho de Familia ha atravesado por un proceso de evolución. An-
teriormente no podía ser considerado como una disciplina autónoma
porque la legislación nicaragüense no le otorgaba ese carácter; sin em-
bargo, podemos apreciar que desde la década de los ochentas se inició
un proceso lento y paulatino de separación de sus normas del Derecho
Civil.
Mario Isaías Torres y José Alejandro Castillo

V. Conclusión

D
espués de haber analizado diferentes teorías sobre la autonomía
del Derecho de Familia y sobre su naturaleza jurídica, se puede
concluir que ambos aspectos están íntimamente relacionados con
las características que la legislación nacional da a cada una de las disci-
plinas jurídicas, de tal manera que en Nicaragua podemos afirmar que el
Derecho de Familia es una rama autónoma del derecho, al otorgarle la
legislación nacional la autonomía legislativa y orgánica, pues posee su
propio cuerpo jurídico (código de familia), sus propios procedimientos
especializados y sus propias autoridades judiciales.
En cuanto a su naturaleza jurídica, hemos considerado oportuno señalar
que posee una naturaleza jurídica trivalente, por cuanto podemos obser-
var en sus diferentes instituciones características propias del derecho pri-
vado (matrimonio y derechos sexuales y reproductivos), derecho público
(alimentos, relación parental, etc.) y de derecho social.

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rídica.: https://temasdederecho.wordpress.com/2012/04/04/axiolo-
gia-juridica/.
Óscar Castillo Guido

El Estado constitucional y la defensa de


los Derechos fundamentales

Dr. Oscar Castillo Guido1

Sumario: I. El Estado constitucional de Derecho. II. Los derechos fun-


damentales: A) La tesis de la integridad de los derechos; B) La tesis de la
continuidad estructural de los derechos; C) La distinción entre derechos
y garantías.
Resumen: La Constitución de 1987, reformada ya muchas veces, pero par-
ticularmente su reforma de 1995 hizo nacer en nuestro sistema jurídico-po-
lítico un nuevo modelo de organización que con el tiempo ya transcurrido
podemos decir definió el verdadero Estado constitucional de Derecho. El
legislador constitucional proyectó de esta manera una nueva legitimidad y
un diseño del poder y de Derecho cuya realidad cotidiana necesitó impor-
tantes transformaciones posteriores tanto de la mentalidad y la cultura jurí-
dica, cuanto de la actividad de los operadores jurídicos. El objetivo radical
de este proceso fue la imposición de límites y vínculos al poder y la garantía
de los derechos fundamentales. El modelo de derechos fundamentales que
plasmó el constituyente y valorar su impronta nos sitúa de nuevo, a mi jui-
cio, ante el objetivo más radical y emancipador del constitucionalismo, vin-
70 culado a la exigencia de establecer límites y vínculos a todo tipo de poder,
con el fin básico de proteger normativamente los derechos. En este sentido,
las posibilidades de un constitucionalismo democrático y garantista son
máximas si es capaz de ampliar y profundizar en todas las dimensiones que
presentan los derechos y en proporcionar una especial protección.
Palabras claves: Constitucionalismo. Derechos y Garantías Funda-
mentales. Estado de Derecho.
Abstrac: The 1987 Constitution, reformed many times, but partic-
ularly its reform of 1995 gave birth in our legal and political system a
new type of organization that we can say with the already elapsed time

1 Decano de la Escuela de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UPOLI, asesor jurídico


y secretario general adjunto de la misma Institución. Secretario general de la Aso-
ciación de Facultades, Escuelas e Institutos de Derecho en América Latina (AFEI-
DAL).
El Estado constitucional y la defensa de los Derechos fundamentales

defined the true constitutional rule of law. The constitutional legislator


projected in this way a new legitimacy and a design of power and law
whose daily reality needed important changes rear both mentality and
legal culture, much of the activity of legal operators. The radical aim
of this process was the imposition of limits and links to the power and
the guarantee of fundamental rights. The model of fundamental rights,
which reflected the constituent and rating their mark puts us again, in
my opinion, before the goal more radical and emancipatory constitution-
alism, linked to the requirement of establishing limits and links to all
kinds of power, with the basic aim of normatively protect rights. In this
sense, the possibilities of democratic constitutionalism and guarantees
are greatest if it is able to broaden and deepen in all dimensions that have
rights and in providing special protection.

I. El estado constitucional de Derecho

L
a Constitución de 1987, reformada ya muchas veces, pero parti-
cularmente su reforma de 1995 hizo nacer en nuestro sistema jurí-
dico-político un nuevo modelo de organización que con el tiempo
ya transcurrido podemos decir definió el verdadero Estado constitucio-
nal de Derecho. El legislador constitucional proyectó de esta manera una
nueva legitimidad y un diseño del poder y de Derecho cuya realidad
cotidiana necesitó importantes transformaciones posteriores, tanto de la
mentalidad y la cultura jurídica cuanto de la actividad de los operadores
jurídicos. El objetivo radical de este proceso fue la imposición de límites
y vínculos al poder y la garantía de los derechos fundamentales.
71
Permanece abierta la cuestión sobre qué haya de entenderse por Esta-
do constitucional y están sometidos a debate sus rasgos definitorios. No
obstante asumiré que constitucionales son aquellos sistemas donde existe
una constitución democrática que establece auténticos límites jurídicos
al poder para la garantía de las libertades y derechos de los individuos y
que tiene carácter normativo.
Desde este punto de partida puedo aproximarme, aunque con trazos real-
mente gruesos, a algunas de las características del constitucionalismo
contemporáneo, concretamente a aquellas que tienen mayor proyección
en la posición de los derechos fundamentales2.

2 Ignacio DE OTTO: Derecho Constitucional. Sistema de fuentes, Ariel, Barcelona,


1987; Eduardo GARCÍA DE ENTERRÍA: La Constitución como norma…, cit,;
Óscar Castillo Guido

En primer lugar, la consideración de la constitución como auténtica nor-


ma jurídica. De ahí que el carácter normativo que se le atribuye. En este
sentido, la Constitución —y la carta de derechos que incorpora— no es
un documento político, sino una auténtica norma jurídica, con eficacia di-
recta en el conjunto del ordenamiento. Se trata pues de una norma cuyo
propósito es configurar la realidad. Desde el punto de vista histórico, el
Estado constitucional de Derecho es la forma política que se materializó
en el constitucionalismo americano, que asumió desde el principio el valor
normativo de la constitución, a diferencia del modelo legislativo europeo
donde las constituciones originariamente fueron simples cartas políticas3.
Es precisamente esta categoría normativa la que comporta cambios pro-
fundos en la manera de concebir el Derecho y las instituciones jurídicas,
especialmente en la forma de conceptualizar y articular las relaciones
entre legislación y jurisdicción. A pesar de la importancia sustancial de
esta cuestión no voy a tener la oportunidad de detenerme en ella.
Segundo, es norma jurídica suprema, esto es jerárquicamente superior en
tanto que procede de un poder con legitimidad cualificada, como es el po-
der constituyente y, desde el punto de vista material, es la norma funda-
mental. Como consecuencia de ello, es parámetro de validez de toda norma
del ordenamiento jurídico, de ahí que este modelo imponga una profunda
revisión del esquema de fuentes diseñado por el positivismo legalista4.

Juan Luis REQUEJO PAGES: Sistemas normativos, Constitución y Ordenamiento.


La Constitución como norma sobre la aplicación de normas, McGraw-Hill, Madrid,
1995; Luigi FERRAJOLI: Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal, Trotta,
72 Madrid, 1995; del mismo autor “El derecho como sistema de garantías” en Dere-
chos y Garantías. La ley del más débil, Trotta, Madrid, 1999, págs. 15 a 36; Robert
ALEXY: Teoría de los derechos fundamentales, (traducción de Ernesto Garzón),
CEC, Madrid, 1993; Luis PRIETO: Justicia constitucional y derechos fundamenta-
les, Trotta, Madrid, 2003, págs. 113 a 117; Gustavo ZAGREBELSKY: El Derecho
dúctil, Trotta, Madrid, 1995, págs. 9 a 45; Manuel ATIENZA: El sentido del Dere-
cho, Ariel, Barcelona, 2001, págs. 309 y 310 y Antonio Enrique PÉREZ LUÑO: De-
rechos humanos, Estado de Derecho y Constitución (6ª ed.), Tecnos, Madrid, 1998.
3 Vid., a título de ejemplo, Maurizio FIORAVANTI (Los derechos fundamentales. Apun-
tes de historia de las constituciones, Trotta, Madrid, 1995, pág. 77) quien señala cómo
esta tradición constitucional no nace de las Declaraciones de derechos de la revolución
francesa, sino que proviene de la revolución americana y de la experiencia histórica es-
tadounidense, Igualmente, Michel TROPER: “La máquina y la norma. Dos modelos de
constitución”, Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho n.º 22 (1999), págs. 333 y 334.
4 Un examen de la constitución como fuente en los estados constitucionales en Josep AGUI-
LÓ: “Sobre la Constitución del Estado Constitucional”, Doxa. Cuadernos de Filosofía del
Derecho n.º 24 (2001), págs. 429 a 457.
El Estado constitucional y la defensa de los Derechos fundamentales

Como escribe M. Gascón5, como consecuencia de la “fundamentalidad”


de sus contenidos y de la especial legitimidad de su artífice, el Estado
constitucional postula la supremacía política de la constitución y, deriva-
damente, su supremacía jurídica o “supralegalidad”. Este rasgo del cons-
titucionalismo ha sido denominado también como “rematerialización”
constitucional, queriendo subrayar que en este modelo la constitución no
solo establece el modo de producción del Derecho, sino también predis-
pone contenidos a la regulación jurídica6.
Tercero, la inmediación constitucional, esto es, la dimensión en virtud de
la cual, la constitución es accesible directamente a todos los operadores
jurídicos y no solo al legislador, y ello derivado de su supremacía formal
y material. A este respecto, se habla del principio de eficacia o aplica-
ción directa del texto constitucional, en virtud del cual las disposiciones
constitucionales pueden ser alegadas directamente en cualquier proceso
o causa y los jueces ordinarios son competentes para resolver litigios a la
vista del ordenamiento jurídico constitucional.
Cuarto, la constitución como texto está integrada básicamente por va-
lores, principios, derechos fundamentales y directrices para los poderes
públicos. Lo interesante o más característicos de este modelo es que la
vocación de tales principios no es desplegar su eficacia a través de la
ley, sino hacerlo de forma directa e independiente, tanto por parte del
legislador, cuanto por parte de los operadores jurídicos que tienen que
fundamentar sus decisiones de acuerdo a tales principios. Las constitu-
ciones principialistas, asumirían así la función de modelar el conjunto de
la vida social. Los principios y valores constitucionales, por otra parte, 73
no constituyen un todo coherente ni consistente, sino que sus enuncia-
dos y contenidos pueden superponerse y dar lugar a soluciones dispares.
Esto es característico de este tipo de enunciados normativos, del modo
de actuar de los principios.
Tampoco es este el lugar de responder a la tesis sobre la mayor o menor
discrecionalidad que genera el contexto de un constitucionalismo de prin-
cipios, aun cuando es importante tomar en consideración que, si de un
lado, las normas constitucionales pueden aumentar la indeterminación del

5 Marina GASCÓN ABELLÁN: “El sistema de fuentes del Derecho español: Cons-
titución y principio de legalidad” en Jerónimo BETEGÓN y OTROS: Lecciones de
Teoría del Derecho, McGraw-Hill, Madrid, 1997, págs. 288 y ss.
6 Luis PRIETO: Justicia constitucional…, cit., págs. 113 y ss.
Óscar Castillo Guido

Derecho y, por tanto, la discrecionalidad del un juez que ya no se encuentra


únicamente sometido a la ley, sino también al principio de constituciona-
lidad, de otro, el propio legislador, vinculado al control de constituciona-
lidad de su actividad, puede ser menos discrecional, puesto que los prin-
cipios constitucionales limitan y enmarcan su perímetro de acción. Así,
el constitucionalismo basado en principios y derechos puede generar, “un
esquema de racionalidad más compartido”.
La conjugación de estos rasgos y, especialmente, el de supralegalidad,
ha llevado a sostener que nos encontramos ante la culminación de la
categoría “Estado de Derecho”, dando así cumplimiento a la definición
de constitución que encontrábamos en el art. 16 de la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano: “Toda sociedad en la que
la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los
poderes determinada, no tiene en absoluto Constitución”. El paradigma
del Estado constitucional no es otra cosa que esta doble sujeción del
derecho al derecho, que afecta a ambas dimensiones de todo fenómeno
normativo: la vigencia y la validez, la forma y la sustancia, los signos y
los significados, la legitimación formal y la legitimación sustancial o, si
se quiere, la ‘racionalidad formal’ y la ‘racionalidad material’7. Aun más:
es la combinación de estos elementos lo que confiere a la constitución
una virtualidad antes desconocida.

II. Los derechos fundamentales

D
74 e entre los contenidos de la constitución, los derechos son, en
este paradigma, la pieza fundamental. Este modelo atribuye a
los derechos el papel de ser la justificación más importante del
Derecho y del Estado y por tanto, desde esta perspectiva, el Estado no es
sino un instrumento de tutela de los derechos fundamentales y como tal
fundamento impone fines y objetivos que deben ser realizados8.
Uno de los rasgos que mejor definen el Estado constitucional de Derecho
es la orientación del Estado a la protección de los derechos al margen
(o incluso por encima) de la ley: no se trata, pues, de la eficacia de los
derechos en la medida y en los términos marcados en la ley, sino de la

7 Luigi FERRAJOLI: Derechos y garantías…, cit, pág. 22.


8 Luigi FERRAJOLI: Derecho y razón…, cit, pág. 883.
El Estado constitucional y la defensa de los Derechos fundamentales

eficacia de los derechos en la medida y en los términos establecidos en


la Constitución. En este sentido, en el constitucionalismo europeo ac-
tual han cristalizado aportaciones de dos tradiciones constitucionales:
la norteamericana y la europea de origen ilustrado. De un modo quizás
excesivamente simplificado se puede apuntar cómo en el estado liberal
la garantía de estos derechos se reduce a la reserva de ley. Por ello, aun
cuando estén contenidos en una constitución, esta solo opera jurídica-
mente como simple directiva no vinculante. Mientras que la realización
y la protección de los derechos corresponde incondicionalmente al legis-
lador. “La fuerza de la ley era lo mismo que la fuerza de los derechos”,
escribe Zagrebelsky (pág. 53). En este modelo lo que se afianza no es la
posición central de los derechos, sino la posición central de la ley, no se
produce la sumisión de la ley al control de los derechos, sino al contrario,
el control de legalidad de los derechos, de tal forma que la constitución
que actúa jurídicamente no es la Déclaration sino el Código Civil. Frente
a ello, la tradición norteamericana se caracterizó por la fundamentación
de los derechos en una esfera jurídica anterior que se impone al legisla-
dor como límite. El principio, en este caso, es la existencia de auténticos
derechos que limitan la actuación del gobierno y la administración. La
ley deriva de los derechos y los jueces son los guardianes de un Derecho
no producido exclusivamente por la voluntad positiva de la ley.
Coincido con L. Ferrajoli cuando caracteriza a los derechos fundamen-
tales como aquellas expectativas o facultades de todos que definen las
connotaciones sustanciales de la democracia y que están constitucional-
mente sustraídas al arbitrio de las mayorías, como límites o vínculos
insalvables de las decisiones de gobierno: derecho a la vida, derechos 75
a la libertad, derechos sociales a la subsistencia, derecho a la salud, a
la educación, a la conservación del ambiente y otros similares 15. Esta
tesis da contenido a la idea de que en el modelo de Estado constitucional,
el Derecho y el poder encuentran su legitimidad en un presupuesto de
orden externo que no es sino la persona como valor, y la primacía axio-
lógica de este postulado sobre cualquier otro.
Con todo, la constitución y los derechos fundamentales no son sino arti-
ficios jurídicos que cobran todo su sentido en tanto que límites al poder
y garantía de la libertad e inmunidad de las personas. Los derechos exis-
ten, para maximizar la autonomía de las personas y minimizar el impacto
de los poderes (públicos y privados) sobre sus vidas.
En suma, los derechos fundamentales son así un contenido básico del
orden jurídico, tanto en sentido formal como material, dado que son los
Óscar Castillo Guido

estos derechos los que disponen límites materiales para los poderes pú-
blicos y privados y establecen, asimismo, los fines básicos a los que estos
deben orientarse. En el Estado constitucional, los derechos fundamen-
tales son a la vez garantías institucionales, normas objetivas del siste-
ma jurídico y derechos subjetivos, en tanto que libertades, potestades,
pretensiones e inmunidades normativas protegidas por el ordenamiento
jurídico. Junto a esta doble dimensión, objetiva y subjetiva, se caracte-
rizan por presentar una especial fuerza o resistencia jurídica frente a la
acción de los poderes públicos, incluido el legislador y también en las
relaciones entre particulares9.
En este modelo, por lo tanto, los derechos fundamentales pueden ser
pensados como límites o prohibiciones que afectan al legislador. Esto es,
los derechos no son ilimitados, no son absolutos, pero tienen un conteni-
do constitucionalmente tipificado o predeterminado y, salvo habilitación
expresa, no pueden ser cercenados por el legislador. El legislador no
puede introducir límites a los derechos donde la constitución no lo hace.
Sin embargo, como escribe L. Prieto10 no puede sostenerse la idea de que
entre los derechos constitucionales y sus límites hay fronteras nítidas, o
que es posible formular un catálogo taxativo de los supuestos de hecho
y sus excepciones correspondientes a los enunciados de derechos cons-
titucionales.
De las aportaciones actuales, aunque con evidentes diferencias, sobre
derechos fundamentales y constitucionalismo, es posible considerar la
existencia en la doctrina de tres tesis que podrían derivarse del diseño
76 del constitucionalismo contemporáneo: la tesis de la integridad de los
derechos fundamentales o su continuidad axiológica; la tesis de la indis-
tinción estructural de los mismos; y la tesis que muestra las diferencias
entre derechos y garantías.

A) La tesis de la integridad de los derechos


Hoy existen buenas razones teóricas y empíricas para abandonar de
modo definitivo la visión tradicional compartimentada de los derechos,
postulando la existencia, entre las distintas categorías de derechos, de

9 Luis PRIETO: Estudios sobre derechos fundamentales, Justicia constitucional,


Trotta, Madrid, 2003, págs. 232, 241 y Javier JIMÉNEZ CAMPO: Derechos funda-
mentales. Concepto y garantías, Trotta, Madrid, 1999.
10 Luis PRIETO: Justicia constitucional…, cit, pág. 220.
El Estado constitucional y la defensa de los Derechos fundamentales

una relación de continuidad, indivisibilidad e interdependencia entre los


mismos.
G. Pisarello propone esta idea de continuidad ahondando en dos aspectos
básicos. De un lado, en la tesis histórica, que muestra el reconocimiento
de todos los derechos como resultado de una serie de luchas: así ha sido
con las libertades religiosas, políticas, penales, con los derechos labora-
les, educativos, habitacionales y culturales. En consecuencia, surge la
idea de que su conquista ha consistido centralmente en el reconocimien-
to de poderes, esto es, “de espacios capaces de resistir, en ámbitos dife-
rentes, los efectos opresivos de micro- y macro poderes que, desprovis-
tos de límites y controles, representan una amenaza para la autonomía
individual y colectiva de las personas, sobre todo de los miembros más
vulnerables de una sociedad”11.
Por otro lado, sopesando la dimensión valorativa de los derechos fun-
damentales, que nos pone en condiciones para considerar que todos los
derechos fundamentales, sean civiles, políticos, sociales o culturales, son
en realidad derechos a una igual libertad, esto es, estrategias jurídicas
que persiguen la minimización de la arbitrariedad y la maximización de
la autonomía o de la autodeterminación de las personas y los grupos, sin
discriminaciones ni exclusiones. De ahí que considere a los derechos
fundamentales como contrapoderes12.
Cuando hablamos de derechos fundamentales nos referimos a situacio-
nes a favor de cuya protección jurídica hay especiales razones morales,
y esto sería lo que justificaría su vinculación o su obligatoriedad. Las 77
concepciones morales y jurídicas que han ido dejando un poso en la teo-
ría constitucional de los derechos inciden, de una forma u otra, en la
idea de que los derechos fundamentales están ligados a aquellos valores,
necesidades e intereses que hacen que un ser humano pueda actuar como

11 Gerardo PISARELLO: “Derechos sociales, democracia e inmigración en el cons-


titucionalismo español: del originalismo a una interpretación sistemática y evoluti-
va” en Mª José AÑÓN (ed.): La universalidad de los derechos sociales: el reto de
la inmigración, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, págs. 40-42.
12 Sobre la dimensión axiológica de los derechos fundamentales, véase Gregorio
PECESBARBA: Curso de derechos fundamentales. Teoría General, Universidad
Carlos III-BOE, Madrid, 1995, págs. 207 y ss, y Carlos S. NINO: Ética y Derechos
humanos, Ariel, Barcelona,, y “Justicia” en Ernesto GARZÓN y F. J. LAPORTA
(eds.): El Derecho y la justicia, Trotta, Madrid, 1996, págs. 467 a 480.
Óscar Castillo Guido

un agente moral. A este respecto, los derechos están vinculados a una


concepción normativa de la persona como agente moral, y por tanto, res-
ponsable y libre, y al principio que prescribe que los seres humanos son
merecedores de igual consideración y respeto. De tal forma que el reco-
nocimiento de derechos tiene que ver, sin duda, con nuestra capacidad de
actuar legítimamente, y las restricciones de derechos o sus limitaciones
erosionan dicha capacidad y, por tanto, limitan nuestra autonomía.
No existe otro objetivo más básico ni otro motivo que aliente el consti-
tucionalismo sino el de ser el diseño institucional más adecuado para el
reconocimiento de derechos de las personas y los grupos y su protección
frente a la arbitrariedad o la capacidad de invasión de cualquier tipo de
poder sobre las vidas de las personas. Si los derechos civiles y las li-
bertades proporcionaron inmunidades frente al poder político, policial y
eclesiástico; el reconocimiento de los derechos sociales tuvo un sentido
cercano al dotar a los seres humanos de inmunidades frente al mercado,
y la evolución actual mantiene este mismo sentido, toda vez que el de-
sarrollo tecnológico se muestra capaz de incidir con gran efectividad en
cualquier espacio de la vida de las personas.

B) La tesis de la continuidad estructural de los derechos


Frente a la difundida concepción que distingue de manera radical entre
derechos civiles o libertades, caracterizados por exigir para su realiza-
ción únicamente deberes negativos o de abstención que justifican su me-
jor protección, y derechos de prestación, de los que se afirma que solo se
78 realizan mediante acciones positivas y costosas, es posible afirmar que
todos los derechos fundamentales, en su contenido básico y esencial, son
derechos mixtos, híbridos, cuya tutela comporta para el poder obligacio-
nes positivas y negativas, de hacer y de no hacer, costosas y no costosas.
A pesar de las diferencias de perspectiva y de contextos en los que se
discute acerca de la morfología de los derechos fundamentales y de sus
posibilidades de realización, me parece pertinente, a estos efectos, vol-
ver sobre algunos argumentos.
En primer lugar, prácticamente todos los derechos exigen un amplio aba-
nico de acciones, tanto positivas como negativas, por parte del Estado y
de otros sujetos que pueden afectar a un derecho. Las obligaciones del Es-
tado en relación con los derechos fundamentales van desde la aprobación
de normas pertinentes para ello (sustantivas y procesales), la disposición
de instituciones encargadas de su garantía (policía, jueces, seguridad,
El Estado constitucional y la defensa de los Derechos fundamentales

defensa, etc.), medidas de respeto por parte del Estado, obligaciones de


protección y satisfacción de derechos cuya violación consiste en actos de
omisión del Estado al no adoptar medidas, y obligaciones de prestar di-
rectamente un servicio (educación, salud, tutela judicial efectiva). Dicho
de otra forma: prácticamente todos los derechos contienen un abanico de
situaciones normativas protegidas en términos de libertades, potestades,
inmunidades y pretensiones. En este sentido, todas las garantías pueden
ser vistas, en definitiva, como obligaciones positivas del Estado; entre
otras cosas, porque todos los derechos tienen una dimensión social.
Dicho de otra forma: las diferencias entre los derechos “de no lesión” y
los derechos “de prestación” no se encuentran en un plano lógico-deón-
tico, ni en la estructura de los derechos, ni en su “naturaleza”, sino en
planteamientos de orden político. Esto no significa que no exista ningún
rasgo que permita pensar los derechos sociales como conjunto más o
menos unitario, aunque no cerrado ni rígido. En mi opinión lo que los
caracteriza son, de un lado, algunas tesis relativas a su justificación, y
sobre todo las funciones que desarrollan en las sociedades en las que
han sido incorporados. Como sabemos, este argumento ha dado lugar
al tópico de considerar a los derechos civiles, de autonomía o de liber-
tad, como “auténticos” derechos o derechos en sentido pleno, desde el
punto de vista de su valor normativo o de su vinculatoriedad; y soste-
ner, de otro lado, que en comparación con ellos, los derechos sociales
son derechos menos plenos, rebajados, menos vinculantes o meramente
programáticos. La imprecisión y la bruma teórica que ha envuelto tradi-
cionalmente a los derechos sociales provienen de las mismas posiciones
teóricas que cuestionan el Estado de bienestar. De ellos se afirma no son
auténticos derechos fundamentales, son principios programáticos que no 79
crean obligaciones concretas en los poderes públicos; son incompatibles
con los derechos civiles; su realización, en ocasiones, rompe el principio
de división de poderes; son caros, no imponen deberes claros sobre suje-
tos determinados; son inviables; no son justiciables y no son universales.
Esta línea de argumentación se ha convertido en un común denominador
en la arena jurídica, y sin duda lastra el impulso de cualquier derecho que
no pertenezca al conjunto de los derechos civiles. El error es la clasifi-
cación en sí misma considerada de la que hacemos derivar una prioridad
lógica, que después se convierte en axiológica, de la libertad negativa
sobre la positiva; así como una suerte de gradación “natural” de los de-
rechos de prestación13. A mi juicio, sin embargo, la distinción entre estos

13 Roberto BIN: “Diritti e fraintendimenti”, Ragion Practica n.º 14 (2000), pág. 16.
Óscar Castillo Guido

derechos no solo no es rígida, ni esencialista, sino que es en la fluidez de


sus límites donde encontramos las mejores razones para hacer de ellos
una pieza clave del constitucionalismo actual. Si consiguiéramos orde-
nar todos los derechos en virtud del tipo de obligaciones y sus grados,
comprobaríamos que las categorías que utilizamos para su clasificación
pueden haber quedado obsoletas, y lo que hasta ahora han sido conside-
rados derechos “distintos” se encontrarían todos ellos intercalados for-
mando más que subgrupos separados, un grupo continuo.
El segundo argumento que avala la tesis de la integridad estructural de
los derechos proviene de la incidencia en el Derecho interno de los tra-
tados internacionales en materia de derechos humanos. En el caso del
ordenamiento jurídico nicaragüense esta vía queda abierta en el art. 46
de la Constitución. Otros países han ido recepcionando la doctrina de
Tribunales Internacionales regionales y de los comités de vigilancia de
los tratados y pactos de Derechos Humanos. De una forma puramente
aproximativa se puede hacer mención de una serie de obligaciones que
los Comités consideran de aplicación inmediata por parte de los Estados
Parte. Estas radican básicamente en la obligación por parte de los Esta-
dos de (a) “adoptar medidas”; (b) garantizar el principio de no discrimi-
nación en el goce de los derechos y realizar paulatinamente los derechos,
las medidas debe consistir en dar pasos en cumplimiento de un deber de
no regresividad. Las medidas tendentes a lograr el objetivo deben adop-
tarse en un plazo razonable tras la ratificación del Tratado y deben ser
deliberadas y concretas. La Observación general n.º 3 y la 10 del Comité
del PIDESC14 establece una tipología de obligaciones por parte de los
80
Estados: obligación de respetar, de proteger y de facilitar todo derecho.
El artículo 46 Cn. da lugar a un canon o criterio interpretativo que cobra
especial relevancia en los supuestos de falta de claridad semántica, inde-
terminación o vaguedad de una disposición sobre derechos fundamenta-
les reconocidos por nuestra Constitución y, en este caso, es una cláusula
de garantía, puesto que las dificultades interpretativas deben salvarse o
ser conformes a aquellos parámetros y supone una vinculación a la inter-
pretación que de los preceptos equivalentes hayan realizado los respecti-
vos órganos aplicadores o interpretativos que existan.

14 Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales Adoptado y


abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución
2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966 y su entrada en vigor: 3 de enero de
1976, de conformidad con el artículo 27.
El Estado constitucional y la defensa de los Derechos fundamentales

El contenido del artículo 46 Cn. debe servir como un criterio interpreta-


tivo que, en algunos supuestos, es también parámetro de validez, y que
se proyecta sobre todos los derechos reconocidos en la Constitución, de
un modo concordante con muchas otras constituciones en la región. La
vía abierta por este artículo debe servir y ser utilizada también como una
técnica de reconocimiento de nuevas dimensiones de los derechos fun-
damentales que han ido emergiendo de la conciencia social y política, y
como un elemento dinamizador del contenido de los derechos.

C) La distinción entre derechos y garantías


Ferrajoli, como sabemos, distingue entre la existencia de un derecho y
sus garantías. Así, por derecho subjetivo entiende cualquier expectativa
positiva (de prestación), o negativa (de no sufrir lesión) adscrita a un
sujeto por una norma jurídica15.
Esta posición rechaza la concepción limitada de los derechos fundamen-
tales que expresaría una doble reducción. Por un lado, la identificación
de un derecho subjetivo con el deber que tiene un sujeto en una relación
jurídica respecto al titular del derecho, y de otro lado, la analogía entre
derecho subjetivo y protección jurisdiccional del mismo. Ferrajoli ob-
viamente suscribe la importancia de las garantías, pero discrepa de la
identificación conceptual entre el derecho y las garantías que lo acompa-
ñan. Por garantía puede entenderse toda obligación correspondiente a un
derecho subjetivo, y a estos efectos establece la distinción entre garantías
primarias o sustanciales (consistentes en obligaciones o prohibiciones
que corresponden a los derechos subjetivos garantizados, que pueden ser 81
positivas o negativas), y garantías secundarias o jurisdiccionales, para
hacer referencia a las obligaciones que tienen los órganos judiciales de
aplicar la sanción o declarar la nulidad cuando se constaten, en el primer
caso actos ilícitos y en el segundo, actos no válidos que violen derechos
subjetivos y con ellos sus correspondientes garantías primarias. Ambos
tipos de garantías tienen funciones distintas, pues las primeras están
orientadas a la satisfacción primaria y material de los derechos, mientras
que las segundas operan en un segundo nivel como remedio dispuesto

15 Luigi FERRAJOLI: Derechos y garantías. La ley del más débil, Prólogo de P. An-
drés Ibañez, traducción de P. Andrés Ibañez y A. Grepi, 1999, págs. 37 y ss. Un
debate a propósito de estas y otras tesis de Ferrajoli en Antonio DE CABO y Ge-
rardo PISARELLO (eds.): Los fundamentos de los derechos fundamentales, Trotta,
Madrid, 2001.
Óscar Castillo Guido

para la reparación de la inobservancia de las primeras representada por


los actos ilícitos o por los actos inválidos.
Por su parte, la Constitución nuestra de 1987 y sus reformas, establece
a partir del Título IV, Capítulos I al V el Título VII un sistema diferen-
ciado de garantías y derechos, que se hallan reforzadas, indistintamente
y entremezclados para derechos civiles, políticos, sociales, laborales, de
familia, entre otros y que estos, de acuerdo a esta concepción, gozarían
de garantías legales como la reserva de ley, el contenido esencial y el
principio que prescribe la justificación de toda medida restrictiva de los
mismos y del recurso de amparo constitucional o de inconstitucionali-
dad. Serían alegables como auténticos derechos subjetivos frente a los
órganos jurisdiccionales en la medida en que previamente fueran desa-
rrollados por un legislador prácticamente omnipotente para actuar o no.
De otro lado, que a pesar de las garantías de los derechos dispuestas por
la propia Constitución y dado que estos operan como principios que se
proyectan en el conjunto del ordenamiento jurídico y que pueden tener
como límite otros derechos o bienes jurídicos y que su reconocimiento se
efectúa por lo general en términos amplios e imprecisos, son frecuentes
las dudas sobre el alcance y contenido de los derechos en los distintos
supuestos en los que pueden tener incidencia. Como es sabido, es una
cuestión sometida a debate a quién corresponde decidir cuál sea ese al-
cance o contenido. Cabría sostener que el principio democrático exige
atribuir este fundamental papel al legislador; pero es también evidente
que el propio carácter supralegal de los derechos hace que al final sean
82 los tribunales quienes, en tanto que deben hacer valer la constitución,
terminan ejerciendo esa función. Como ya he apuntado inicialmente, las
relaciones entre legislación y jurisdicción en el Estado constitucional son
uno de los ámbitos más afectados por las transformaciones y consecuen-
cia de este diseño constitucional.
Desde estos parámetros me parece especialmente interesante considerar
que respecto a las garantías de los derechos podemos realizar dos tipos
de evaluación. En primer término, cabe distinguir si se ha producido
su desarrollo legislativo y reglamentario. De no ser así, lo correcto es
sostener que nos encontramos ante una laguna jurídica cuyo responsable
es en exclusividad el legislador. En segundo término, examinar el grado
de cumplimiento o incumplimiento de tales garantías y, en ese caso, po-
demos hablar de inefectividad de primer grado o sustancial, a propósito
de la observancia o inobservancia de normas y garantías primarias y de
El Estado constitucional y la defensa de los Derechos fundamentales

efectividad o inefectividad secundaria o de segundo grado o jurisdiccio-


nal a propósito de la observancia o inobservancia de las normas y ga-
rantías secundarias. Ello explica por qué el paradigma garantista puede
quedar vacío de contenido, pues aun cuando los derechos se reconozcan
en las constituciones, éstas bien pueden quedar inoperantes por defecto
de actuación, tanto por ausencia como por inefectividad de todo tipo de
garantías
En suma, volver sobre el modelo de derechos fundamentales que plas-
mó el constituyente y valorar su impronta nos sitúa de nuevo, a mi jui-
cio, ante el objetivo más radical y emancipador del constitucionalismo,
vinculado a la exigencia de establecer límites y vínculos a todo tipo de
poder, con el fin básico de proteger normativamente los derechos. En
este sentido, las posibilidades de un constitucionalismo democrático y
garantista son máximas si es capaz de ampliar y profundizar en todas las
dimensiones que presentan los derechos y en proporcionar una especial
protección.
Las últimas reformas constitucionales realizadas en el 2014 desnaturali-
zaron el Estado Constitucional. Los retrocesos a la institucionalidad por
la concentración de poder; la sujeción de los poderes a un solo poder,
contribuyen al retroceso y disminución del Estado de Derecho, convir-
tiendo al Estado Constitucional en un Estado de Poder, por ende con ello
se exponen y se trastocan los derechos fundamentales y las garantías en
ellos establecidos poniéndose en riesgo el debido proceso, la propiedad
y sus garantías cuando se expropia después que se destruyen propiedades
o se confiscan las mismas, se detiene a las personas mediante la figura 83
ilegal del secuestro; se cambian sentencias, no de la noche a la maña-
na, sino de una hora a la siguiente. Todos: gobierno, partidos políticos,
ciudadanos, empresarios, iglesias, sociedad civil estamos llamados a la
búsqueda de un dialogo que genere consensos que eviten tales contrastes
jurídicos.

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85
Astrid Bracamontes

La víctima después del proceso penal

Msc. Astrid Bracamontes1

Sumario: I. Introducción II. Análisis reflexivo de la víctima después del


proceso penal. III. Conclusión. IV. Recomendación
Resumen: Este trabajo tiene por finalidad dar a conocer la duda sobre la
víctima después de finalizar el proceso penal, es decir, ¿se conoce qué
sucede con la víctima una vez que concluye el proceso penal? ¿Real-
mente existe un resarcimiento para los daños causados? ¿Qué pasa con
el daño psicológico de las víctimas? ¿Cómo se cumplen con las garantías
constitucionales de la víctimas?
Cómo se define a la víctima en un proceso penal, como una necesidad
en un sistema acusatorio, donde se necesita que exista una dualidad de
posiciones o como el derecho que tienen aquellos que han sido sujetos
de lesiones a bienes jurídicos que deba garantizar esa tutela jurídica, es-
tablecida en la constitución y las leyes penales y procesales.
En conclusión este trabajo pretende llamar a la reflexión sobre los de-
rechos y garantías de la víctima más allá del proceso penal, es decir,
después de dictada la sentencia.
86 Palabras claves: Víctima, Victimología, Resarcimiento.
Abstrac: This paper is intended to introduce doubt about the victim
after the end of the criminal proceedings, i.e. is known what happens to
the victim once it concludes the criminal process? Is there really a com-
pensation for the damage caused? What happens with the psychological
damage to the victims? How comply with constitutional protections of
victims it?. Defined to the victim in criminal proceedings, as a necessity
in an adversarial system, where it is needed there is a duality of positions
or as the right that those who have been subject of injury to legal goods
which should ensure that legal guardianship, established in the Constitu-
tion and criminal and procedural laws. In conclusion, this work aims to
call the reflection on the rights and guarantees of the victim more than
the criminal proceedings is after dictated the sentence.

1 Máster en Derecho Penal y Derecho Procesal Penal y en Currículo. Jefa del Área de
Estudios Generales y Derecho Privado de la Escuela de Ciencias Jurídicas y Políti-
cas de la UPOLI. Docente de Derecho Penal y de Derecho Procesal Penal.
La víctima después del proceso penal

Introducción

P
ara iniciar el artículo iniciaremos recordando los conceptos de víc-
tima y victimología, desde el inicio del estudio del derecho pe-
nal cuando nos enseñaban nuestros maestros de derecho penal. La
Teoría del Delito y analizábamos los elementos de objetivos de la tipici-
dad, desarrollábamos los sujetos del delito y estudiamos al sujeto pasivo,
denominado como víctima, quien era la persona sobre la cual recaía la
ofensa, el daño, a quien se le vulneraban bienes jurídicos tutelados por
la ley penal.
También aprendimos que la victima además de la persona sobre la cual
recae el daño de manera directa, pueden ser otras personas que también
se denominan víctima, como por ejemplo en los casos donde la víctima
directa es la persona que pierde la vida; sin embargo esta no puede recla-
mar por la vulneración del bien jurídico protegido por la norma y la ley
señala quienes pueden considerarse víctimas , la autoridad administrati-
va afectada y las personas naturales y jurídicas, en este sentido la víctima
no se puede definir únicamente como la persona que directamente recibe
el daño.
Asimismo la víctima puede ser el sujeto pasivo de la conducta, que es
quien recibe directamente la acción del sujeto activo y el sujeto pasivo
del delito, quien es el titular del bien jurídico tutelado.
Pero existen otros autores que definen a la víctima: Es la persona física
que sufre un daño provocado por un sujeto. El daño puede ser físico, 87
moral, material, psicológico.
Legislaciones Modernas como Nicaragua definen a las víctimas en cua-
tro tipos:
1- Al ofendido directamente por el hecho punible.
2- Al cónyuge , conviviente en unión de hecho estable, hijo o padre
biológico o adoptivo, parientes dentro de tercer grado de afinidad
o segundo de afinidad, a los herederos en los hechos punibles cuyo
resultado sea la muerte directamente del ofendido .
3- A los socios o asociados o miembros, respecto de los hechos punibles
que afectan a una persona jurídica, cometidos por quienes la dirigen,
administran o controlan.
Astrid Bracamontes

4- La víctima puede ser el Estado, en aquellos delitos que atentan contra


un bien jurídico donde el Estado sea el titular del bien jurídico. Como
por ejemplo en la Salud Publica.
El artículo 109 del código Procesal Penal de Nicaragua establece una
definición muy similar a la de estos países modernos.
Pero, ¿será que la palabra Víctima y victimología tienen un mismo sig-
nificado?
Pues la doctrina nos refiere que la victimología es el estudio de las causas
por las que determinadas personas son víctimas de un delito y de cómo
el estilo de vida conlleva una mayor o menor probabilidad de que una
determinada persona sea víctima del mismo.
Victimología: Es una ciencia que estudia científicamente a la víctima y
su papel en el hecho punible.
La victimología debe estudiarse en sus tres niveles:
1- Individual, cuyo objeto de estudio es la víctima.
2- Conductual, estudia la conducta aislada de la victima, con relación a
la conducta criminal.
3- General, en el que debe estudiarse el fenómeno victimal.
Estos han sido conceptos estudiados por doctrinario que le han dedicado
tiempo a la investigación sobre la víctima, en España tenemos Antonio
García-Pablos Molina, Jesús María Silva Sánchez, Myriam Herrera Mo-
88
reno, Manuel López Rey.
De aquí se puede observar que la víctima y la victimología son defini-
ciones distintas, pero que de alguna manera están sincronizadas; y es que
la victima pueden ser todas esas personas naturales y jurídicas sobre las
cual recae el daño, sin embargo la victimología es una ciencia que estu-
dia a las víctimas en sí e indaga las razones por las cuales alguien puede
ser víctima de un delito.
Como una pequeña introducción era necesaria hacer un refrescamiento
sobre estas definiciones sobre la víctima y el victimario para comprender
el análisis reflexivo sobre la víctima más allá del proceso penal; implica
conocer la actuación del Estado en lo que hace a la protección de bienes
jurídicos, como un papel relevante del derecho penal y es que cuando
hablamos del principio de Lesividad. Este nos indica que para el dere-
La víctima después del proceso penal

cho penal es importante destacar que lo relevante para este es la puesta


en peligro o daño al bien jurídico protegido y de aquí se desprende una
interrogante. ¿Qué es mas importante: el daño que se le pueda ocasionar
a una victima o que dañe un bien jurídico protegido por la norma?, pues
en algunos casos el bien jurídico protegido no se violentó y no hay ni
siquiera puesta en peligro, pero la víctima producto de un acontecimien-
to comprendido en la norma, pero no dañado ni puesto en peligro, le ha
ocasionado traumas psicológicos.
Y por eso el análisis de este artículo con la victima después del proceso
penal.

Analisis reflexivo de la victima


después del proceso penal
En primer lugar iniciaremos destacando el reconocimiento de la víctima
en el proceso penal y es que en este sentido el proceso penal además de
velar por los derechos fundamentales de los procesados, cuida también
de los intereses de ese otro protagonista de la actuación que es el ofendi-
do a quien también llamamos víctima.
Y es así que nuestro Sistema Penal en Nicaragua también reconoce esos
derechos de quienes han recibido un daño, por parte de otra persona que
decidió violar las normas penales donde se califican hechos punibles.
El artículo número 9 del Código Penal de Nicaragua, artículo número 89
109 y siguiente del Código Procesal de Nicaragua reconoce a la víctima
en un sistema penal y procesal con garantías que se derivan de la Cons-
titución Política de Nicaragua, pero realmente el estado cumple con esa
función de protección y también tendríamos que resaltar si esa protec-
ción termina con una sentencia condenatoria, tendiente hacia una justicia
retributiva de pago, pero un pago derivado de una pena que en muchos
casos se traduce a perdida de libertad.
Pero realmente conocemos los ciudadanos sobre cómo el Estado garanti-
za la protección de la victima después del proceso penal, cómo verificar
la pérdida del miedo de la víctima cuando encuentra a su agresor, en
casos de violencia o delitos sexuales por ejemplo.
Nuestro actual y moderno Código Penal de Nicaragua, Ley número 641,
establece como una novedad en nuestro sistema el ejercicio de la acción
Astrid Bracamontes

civil en sede penal, aquí una posibilidad de poder reclamar daños civiles
que se pudieron originar de una acción penal demostrada o no demostra-
da penalmente pero sí civilmente, pero que tan eficaz puede ser en ese
resarcimiento y que sucede con el daño es psicológico.
La víctima sigue siendo menospreciada por nuestros sistemas, una inves-
tigación de la víctima después del proceso penal, para chile y Guatemala
establece que la falta de credibilidad del sistema de justicia es la que tie-
ne a la víctima mas víctima que nunca, pues la justicia es estos países es
muy frágil, en muchos proceso penales en estos países la violación a los
derechos humanos es lo mas típico como que fuera una conducta normal.
Y es que no existe un programa integral de resarcimiento para víctimas
después del proceso penal.
En Nicaragua la víctima no se considera satisfecha con un condena, en
el caso de la violencia hacia las mujeres la víctima después del proceso
penal tiene más terror que al inicio porque su miedo radica en pensar en
la privación de su vida después del cumplimiento de la condena.
Y el Estado que garantiza a estas víctimas sí considera que su rol ya ter-
minó y bien terminado con una sentencia condenatoria.
Y en delitos patrimoniales no se ha despojado de su patrimonio de mane-
ra arbitraria y hay una condena?, eso es todo lo que al Estado le corres-
ponde y esa perdida que puede conllevar a la víctima a una situación de
riesgo en su patrimonio y hasta en su integridad psicológica.
90
Helen Mack, presidenta de la fundación Myrna Mack y miembro de la
junta directiva de DPLF, señaló que en Guatemala lo que impide las
garantías de protección a la víctima es la impunidad y que la pobreza es
un gran obstáculo para cumplir con estas garantías de protección para la
víctima.
La experiencia chilena ha sido muy positiva de ahí deberíamos de apren-
der y es que a través del uso persistente y incansable de los tribunales,
los representantes de las víctimas han podido avanzar desde la impunidad
hasta las condenas y reparaciones, pero para esto fue necesario capacitar a
jueces, así como que las cortes nacionales usaran el derecho internacional.
En Nicaragua pocas veces los jueces utilizan los tratados internacionales
para la búsqueda de reparación del daño. Es necesario emprender una
cultura activa de derechos humanos.
La víctima después del proceso penal

Esta investigación de la víctima después del proceso en Guatemala y


Chile denota dos realidades completamente distintas por muchas razo-
nes, culturales, de educación de credibilidad en la justicia en otros aspec-
tos, pero de estas dos realidades podemos tomar en cuenta los aspectos
positivos para que la víctima se sienta segura después del proceso penal.
Los estados se preocupan por el castigo de las conductas punibles de
quienes quebrantan la norma, en su afán de darle persecución penal al
delincuente; pero su preocupación por la víctima por una reparación in-
tegral, dónde se refleja.
Precisamente esta investigación pretende demostrar que la víctima des-
pués del proceso y aun con una sentencia condenatoria y en algunos
casos donde hay resarcimientos o daños preparatorios siguen siendo víc-
timas porque el Estado de Nicaragua carece de políticas integrales que
garanticen y den seguridad a la víctima aun después del proceso penal.
Y es que a la víctima se le debe conceder una misión mas activa desde el
momento de la investigación policial, en el mismo momento del juicio y
el del cumplimiento de la sanción.
Por ejemplo en Nicaragua cuando se otorga un beneficio legal, como una
suspensión de la pena o una libertad condicional el acusado esta obli-
gado a informar sobre el cumplimiento de los requisitos que fue objeto
para otorgarle su libertad condicionada, pero, ¿a la victima se le da se-
guimiento?, ¿se le convoca para que informe si el victimario le causado
daño o amenaza?, realmente no funciona así.
91
Es importante que la víctima después del proceso cuente con la ayuda
profesional de especialistas criminólogos, médico forense, psicólogos,
psiquiatras, trabajadores sociales, que puedan dialogar con los jueces de
ejecución y vigilancia penitenciaria, que esta ayuda sea tendiente a una
seguridad de la víctima, pero también trabajar con miras a una justicia
restaurativa no solo para el acusado, si no mas allá de forma integral
tomando en cuenta el papel que juega la victima en esta justicia restau-
rativa.
La respuesta al crimen debe mirar ante todo a las víctimas, más que al
delincuente, esto se va dar cuando tengamos políticas de Estado que ga-
ranticen la protección de la victima de forma integral.
Astrid Bracamontes

Conclusión

P
odemos concluir diciendo que la responsabilidad del Estado fren-
te a la víctima no termina con una sentencia condenatoria pues
requiere de la protección del mismo, la víctima aun después del
proceso tiene miedo y ese miedo muchas veces es capaz de llegar a co-
meter delito, la víctima puede llegar a tener pérdidas patrimoniales que
lo ubiquen en una situación de riesgo, psicológicamente la víctima no
supera su trauma, al que fue expuesto por un agente externo como por
ejemplo en un delito de lesiones física, psicológicas y sexuales.
Realmente la víctima no tiene un papel protagónico y nuestros sistema
de justicia son garantes de los derechos del acusado y la víctima es re-
legada, ante la representación de otras instituciones creadas para velar
por ellos, el Estado reconoce a la víctima y se encuentra regulado en la
norma, pero la protección está dudosa y después de la sentencia conde-
natoria no existen mecanismos en nuestro país que nos permitan conocer
la situación de la víctima y si sus bienes jurídicos no están en peligro.

Recomendaciones

S
e considera un problema serio, lo que la víctima enfrenta después
del proceso penal, tras una sentencia condenatoria por lo que en
esta investigación se recomienda:

92 1- Crear normativas jurídica que le permitan al Estado conocer sobre la


víctima después del proceso penal aun con una sentencia condenato-
ria.
2- Escuchar a la víctima, no solo para otorgar un beneficio legal, como
una suspensión de la pena o una libertad condicional, sino que ade-
más en el régimen de prueba también se conozca la opinión de la víc-
tima y de esta forma el estado garantiza la protección de la victima.
3- Hacer uso del derecho de reclamación de daños civiles en sedes pe-
nales y de esta forma resarcir perjuicios económicos.
4- Establecer un equipo interdisciplinario conformado por psicólogo,
trabajadores sociales, médico forense que brinden terapia a víctimas.
5- Crear normas jurídicas tendientes hacia una justicia restaurativa inte-
gral para víctimas y acusados.
La víctima después del proceso penal

Bibliografía
1. Incidente de reparación integral de perjuicios en la Ley 906 de 2004.
Nelson Saray Botero, Magistrado de la Sala Penal Tribunal, Primera
Edición, Abril 2013.
2. Ley Número 406 Código Procesal Penal de la República de Nicara-
gua, Asamblea Nacional, 2002.
3. Ley Número 641 Código Penal de la República de Nicaragua, Asam-
blea Nacional, 2008.
4. Ley número 779, Ley Integral de Violencia contra las Mujeres y de
reformas a la ley 641, Asamblea Nacional, 2013.
5. El derecho de las víctimas en el procedimiento penal colombiano.
www.revistas.ustatunja.edu.co/index.php/iaveritatem/article/down-
load/574/701.
6. Garantías de la víctima y del ofendido, Jorge Ojeda Velásquez www.
biblio.juridica.unam.mx/libros/62680/19.pdf.
7. www.unilibre.edu.co/verbaiuris/images/stories/vol1/dpr2.pdf.
8. Los derechos de la víctima en la Unión Europea www.revistas.usc.es/
export/sites/default/boletincede/documentos/editorialfebrero2014_
derechosvictimas_NataliaPerezRivas.pdf.

93
Julio Ismael Camacho Solís

La justicia social y los conflictos


laborales

Dr. Julio Ismael Camacho Solís1

Sumario: I. La justicia social ante los conflictos laborales. II. La teoría


del conflicto Laboral III. Los conflictos de derecho común y los conflic-
tos del trabajo. IV. Marco jurídico de la denominación de conflictos. V.
Los métodos de negociación laboral y sus premisas.
Resumen: La conflictividad laboral que se aborda por la doctrina exis-
tente está dotada de una esfera teórica y dogmática, heteroaplicativa para
la resolución o disolución de conflictos laborales sean estos individuales,
colectivos, de naturaleza económica o de carácter ordinario simplemen-
te por ejercitar una acción prevista en el ordenamiento jurídico laboral
aplicable; que ya plasmadas de manera sucinta en muchos casos en las
legislaciones especificas laborales de nuestro sistema jurídico donde se
representan como un signo o elemento para ser tomado en cuenta en
cualquier situación; Por ello el declive del discurso del disenso y la con-
frontación, o de quienes legalmente los representen qué utilizados como
armas y argumentos propios de la clase trabajadora en clara oposición
94

1 Licenciado en Derecho (Universidad Veracruzana), licenciado en Administración


de Empresas, maestro en administración, doctor en Derecho (grado obtenido con
mención honorífica), académico de tiempo completo de la Facultad de Contaduría
y Administración Campus I de la Universidad Autónoma de Chiapas, investigador
miembro honorifico estatal del SEI-COCYTECH, académico Perfil Promep, acadé-
mico certificado por Anfeca; miembro activo de la Sociedad Mexicana de Derecho
del Trabajo y la Seguridad Social. Integrante de la Red Panamericana de Respon-
sabilidad Social; académico de número de la Asociación Iberoamérica de Juristas
de Derecho del Trabajo y la Seguridad Dr. Guillermo Cabanellas, académico de
número de la Academia Mexicana de Derecho de la Seguridad Social, académico
de número de la Academia Mexicana de Derecho del Trabajo y la Previsión Social;
profesor invitado de la Universidad Politécnica de Nicaragua, docente de posgrado
en universidades públicas y privadas de México, conferencista, ponente en Congre-
sos Nacionales e Internacionales, autor de capítulos de libros, artículos arbitrados;
Asesor Laboral.academico.chiapas15@hotmail.com
La justicia social y los conflictos laborales

a un modo de producción económico liberal globalizado que impide su


emancipación o resurgimiento como clase diferenciada, que se involu-
cran en el escenario de la conflictividad laboral separándola de la social
donde la lucha de clases pareciera estar vigente hoy más que nunca. En
definitiva, no vivimos en una sociedad de iguales, aunque aspiremos a
una sociedad más igualitaria, por ello es simple entender de que por que
nuestro acontecer histórico y social reflejan que la historia de la humani-
dad ha estado siempre signada por la conflictividad.
Palabras clave: Justicia laboral, conflictos laborales, equilibrio social.
Abstrac: The labor disputes that is addressed by the existing doctrine
is equipped with a theoretical sphere and dogmatic, heteroaplicativa for
resolution or dissolution of disputes whether it is individual, collective,
of an economic nature or character ordinary simply by bringing an action
provided for in the applicable labour legislation; that already embodied
succinctly in many cases in legislation specific labour of our legal system
where are represented as a sign or element to be taken into account in any
situation; Thus the decline of the speech of dissent and confrontation, or
those who legally represent them what used as weapons and arguments
of the working class in clear opposition to a mode of production econom-
ic globalised liberal which impedes their emancipation or resurgence as
a differentiated class, involving in the setting of the labor disputes away
from the social where.
Key words: justice labor, labour disputes, social equilibrium.

Introducción

E
95
n su concepción original el Estado de Derecho se caracterizó por la
ideología liberal, mediante cinco elementos o principios básicos; los
cuales en conjunto están llamados a limitar la actuación del poder
político, garantizando el ejercicio de las libertades individuales que está
obligado a reconocer, proteger y respetar el propio Estado; posteriormente
se agrega como sexto elemento a la democracia tridimensional a mencio-
nar: 1) Generalidades, igualdad, certeza de la ley; 2) Soberanía popular; 3)
División de poderes; 4) Límites de la discrecionalidad en el ejercicio de la
autoridad administrativa; 5) Garantía y protección de los Derechos Huma-
nos fundamentales; 6) Democracia tridimensional. Fue así que el Estado
de Derecho se constituyó como el orden legal voluntario, creado desde
dentro de la sociedad burguesa, bajo la sentencia de que solo es posible so-
meterse a los mandatos de la ley y no a la voluntad inconstante y arbitraria
de quienes ejercen el poder político. Pero no puede dejarse de recordar que
Julio Ismael Camacho Solís

esta construcción obedeció también a una finalidad concreta, inhibir al po-


der político para participar o invertir en el acontecer económico. Su misión
será proteger y garantizar que las relaciones económicas y jurídicas se
puedan dar en entera libertad; lo que, ya se sabe trajo como consecuencia
el abuso y la arbitrariedad de los poderosos económicamente, que sobre-
explotaron en condiciones infrahumanas a la mayoría de sus trabajadores;
contrario al funcionamiento del Estado como garante del bien común; en-
tendido este como la sumatoria de los condiciones de vida de todos, y no
como promedio de unos pocos que poseen todo en abundancia, frente a la
mayoría que carece de lo indispensable.

I. La justicia social ante los conflictos laborales

L
o que atañe que los conflictos individuales y los de índole colec-
tivo en materia laboral hoy día resultan complejos, costosos, que
propiamente son generados por el enorme rezago histórico y prag-
mático, que programáticamente estandarizados son los que de manera re-
sidual se generan por el actuar de las juntas de conciliación y arbitraje,
tribunales burocráticos, a lo que se suman con un singular retraso y le-
targo; los juzgados de distrito, tribunales colegiados y en muchos casos
hasta la misma Corte Suprema de Justicia de nuestro país, que ni aun con
la reforma laboral reciente, que utilizada como factor de cambio político
fue causa superior o tangible para evitar que, hoy día, el enorme retraso
y acumulamiento procesal y judicial haya disminuido en alguna medida
96 eso determina que siga siendo el mayor problema en el ámbito litigioso
de índole laboral, que incluso no pasa por demasiadas demandas, juicios
o promociones, si no que más bien se basa en la enorme improvisación y
falta de especialización, así como por el desconocimiento de instrumentos
internacionales, doctrina, jurisprudencia y hasta prácticas costumbristas
del diario litigio; así como la deficiente capacitación y profesionalización
en materia laboral, ahondando el rezago existentes, que implica la res-
ponsabilidad de gestión de quienes cumplen la labor de impartir justicia
laboral y en algunos casos muchas veces se generaran verdaderos caos y
conflictos que se derivan por resoluciones inverosímiles, incongruentes,
inexplicables e inútiles en todos los ámbitos vinculantes que incluso pasa
por la falta de ética y moral jurídica; generando además una enorme carga
social, amén del deterioro económico y perdida financiera para las partes
en conflicto laboral, llámense estos trabajadores en conflictos de manera
individual, así contra patrones o empresas determinadas, conflictos que
La justicia social y los conflictos laborales

suscitan entre trabajadores sindicalizados, no sindicalizados, así como


conflictos intergremiales, de naturaleza colectiva que cobijados estos mu-
chas veces más por una lucha ideológica o de poder, que de verdaderos
derechos adquiridos, existentes, vigentes o latentes.
En cualquier sociedad siempre se presentan conflictos, estos sin duda no
desaparecerán, debido a que los intereses de personas y grupos son dife-
rentes y chocan entre sí, pero no es lo mismo una sociedad en la cual la
gran mayoría de la población lleva una vida con satisfactores suficientes
a una en la que esa gran mayoría carece hasta de lo indispensable, por
ello el Estado social se convierte en el árbitro de los conflictos sociales y
su única finalidad es alcanzar su superación al cuidar el interés general o
bien común, y no el interés de una de las partes.2
Sin menoscabo alguno entonces el derecho procesal laboral se convierte
en un vínculo social preponderante con una nueva concepción rodeada
de instituciones que se adaptan a las nuevas realidades y a las transfor-
maciones, así como a los cambios jurídicos y sociales. Entre esas institu-
ciones se pueden señalar la carga de la prueba, la suplencia de la queja,
las acciones de tutela, dé titularidad, de clase, colectivas y la protección
de bienes de la colectividad.3
Las sociedades cambian, las modificaciones al marco jurídico se hacen
necesarias, las exigencias y reclamos sociales también se transforman.
En ese sentido quien tenga la responsabilidad de legislar responsable-
mente en nuestro país deberán estar atentos a estas mutaciones, para
darles respuesta, para que el Estado social continúe siendo un Estado 97
protector, que sea garante pleno de la justicia social para un número ma-
yor de personas, recuérdese que los derechos humanos serán siempre
progresivos en su afán de proteger al individuo.4
Para otros, el derecho debe favorecer la expresión de las tensiones que
no dejan de producirse en una sociedad. Ninguna solución puede obte-
nerse, por tanto, de una eliminación artificial de los conflictos.5

2 Carpizo, Jorge, El Estado de Derecho de la Justicia Social, Revista Latinoamericana


de derecho social, Número14, enero-junio 2012, p.41.
3 Ibídem
4 Ibídem p.42
5 Garber, Carlos, La mediación funciona, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1996.
Julio Ismael Camacho Solís

El conflicto es parte de la vida social, que no es ni armónica ni ordenada


ni tranquila ni serena ni todos son iguales ante la ley ni todos son iguales
ante la posibilidad de supervivencia ni todos son iguales a la hora de
recibir asistencia, salud, educación, trabajo y justicia.6
La Constitución mexicana tuvo una reforma importante en materia de
derechos humanos en al año 2011, justificando con ello la necesidad im-
perante que incluso se justificaba como un reclamo urgente del ámbito
social matizado por diversos conflictos. Con ello el derecho del trabajo
en México cuenta con una base sustancial que fortalece los derechos re-
cíprocos de una relación laboral, pero con una mayor significación para
los trabajadores dada la vulnerabilidad en la siempre se ubican.
Las querellas laborales, de nueva competencia, junto con las de seguridad
social se insertan en la categoría de los derechos sociales, paralelos a los
civiles y políticos que son derechos fundamentales inherentes a la digni-
dad humana, por lo que son derechos públicos subjetivos que se deben
acompañar de instrumentos normativos para su eficacia, entre los cuales,
las garantías constitucionales suelen tener especial connotación que a su
vez requieren otras disposiciones que aseguren su justiciabilidad.7
De los criterios actuales que considera la OIT, la organización interna-
cional del trabajo retoma, en un mundo laboral aletargado, la que des-
taca como una premisa fundamental propia de sus funciones, está la de
promover, verdaderas oportunidades para que los hombres y las muje-
res puedan conseguir un trabajo decente y productivo en condiciones
98 de libertad, equidad, justicia, seguridad y dignidad humana, así como el
respeto irrestricto de los derechos humanos; tal es la finalidad principal
de la OIT hoy en día, que teniendo como punto de convergencia cuatro
objetivos estratégicos; incita y promueve la promoción y cuidado de los
derechos humanos y fundamentales en el trabajo, el empleo, la protec-
ción social y a sostener el diálogo social, todo ello obedece en buena
medida a una determinada concepción del trabajo decente, su regulación
y su papel en la vida de las personas y de las sociedades, depende de su
mismo conocimiento y entendimiento para generar una justicia social
que hoy reclama plenitud e independencia, con lo cual no podemos más

6 Alfie,Ana Clara, Revista Latinoamericana de Derecho Social, Número 15 julio-


diciembre 2012,p.7
7 Kurczyn, Patricia, Comentarios en Revista Latinoamericana de Derecho Social,
Número 14 enero-junio 2012, p.209.
La justicia social y los conflictos laborales

que estar de acuerdo y que consiste en considerar a la protección integral


de los trabajadores y sus propias relaciones laborales como un elemento
indispensable a respetar en el desarrollo de las sociedades, de las nacio-
nes y pueblos del mundo.
Los derechos fundamentales en el trabajo son y serán como históricamente
se han representado, aquellos que sin menoscabo alguno, garanticen la ex-
presión de la libertad del individuo en el ejercicio de su actividad produc-
tiva y profesional, que dotados de una justicia social que los cobija plena-
mente son instrumentos básicos que garantizan algunos aspectos centrales
de su desarrollo en una faceta personal y esencial de su vida, aquella que
le permite ejercer sus capacidades en tanto que ser útil en la comunidad es
más que una obligación y recibir por ello un fruto económico.
El trabajo es el eje estructural tanto de los individuos en particular como
el de los entes colectivos en una sociedad, es precisamente una construc-
ción social que entre otras cosas proporciona identidad, posición, estatus
social, modernidad y desarrollo, por eso el trabajo, siempre fue y deberá
ser considerado como un factor determinante en la vida armónica de una
sociedad, que garantiza la vida social, moral, económica y hasta política
de una persona.
Es decir, que la organización social es el resultado de las relaciones de
poder en las que ciertos sujetos sociales dominan el resto de la colecti-
vidad, de modo tal que los conflictos son indispensables como factor de
progreso universal del cambio social; para unos, los conflictos de trabajo
son la primera señal de una inferioridad del derecho del trabajo, una
99
ilustración de su carácter imperfecto. Desde esta perspectiva, todas las
intervenciones del derecho tienden hacia una eliminación de los conflic-
tos sociales, considerados como patológicos. Quizás ante esta situación
emergen como una posibilidad plena y natural los medios alternativos
de solución de conflictos; lo que daría un cambio de cultura generacio-
nal, basado en la cooperación, la concertación y el dialogo social, estas
condiciones estarían permitiendo redescubrir fórmulas procedentes del
derecho en general en una doble dirección; lo que primeramente sería la
de cubrir una amplia parcela de litigiosidad laboral no siempre resuelta
en estricto sentido de manera jurisdiccional basado en una justicia social
aplicada por los tribunales laborales de nuestro país; que con apoyo de
los instrumentos adecuados o más idóneos a los intereses en conflicto da-
ría celeridad y certeza, y en un segundo plano, investigar nuevas áreas de
resolución que, en ocasiones previenen eventos catastróficos de índole
económico; frente a un conflicto más o menos inminente pero que tam-
Julio Ismael Camacho Solís

bién entrañan por sí mismas la proscripción del conflicto como posición


definida frente al sistema de justicia laboral mismo.
El trabajo se encuentra íntimamente relacionado a los seres humanos, ya
que este es el principal sujeto, actor y beneficiario del mismo; el hombre
es el principal objeto y sujeto por su carácter activo, que a la vez transfor-
ma y se convierte en el desarrollo de esta actividad, Marx lo definía así, es
el trabajo una condición de existencia del hombre, necesidad natural de la
mediación entre el hombre y la naturaleza, y por lo mismo vida humana.8
Con magistral tesitura expresaba Jorge Carpizo que no existe Estado so-
cial sin la protección efectiva de los derechos de la justicia social, ya
sea que estos estén plasmados en la Constitución, en la legislación o en
ambas. En la realidad este último supuesto es el más común. El Estado
democrático tiene que convertirse en Estado social, debido a que habrá
de atender y dar respuesta a todos los sectores de la sociedad y no solo
a uno o varios de ellos.9
Enunciaba que las singularidades del Estado social son las siguientes:
a) democrático,
b) de efectividad de los derechos humanos,
c) interventor,
d) redistribuidor de la riqueza,
e) protector,
f) orientado a la igualdad material,
100 g) de organizaciones,
h) de grupos,
i) de armonía social, y
j) de derecho procesal renovado.
El Estado social entonces se debe concebir como una comunidad conti-
nuamente preocupada por el bienestar de su población.10 El Estado social
nació para remediar la pobreza y la miseria de grandes sectores sociales.

8 Ramos, María, En derechos sociales y precariedad laboral, Mexico, Editorial Po-


rrúa 2007. Pag. 7.
9 Carpizo ,Jorge, “El Estado de los Derechos de Justicia Social”, Revista Latinoame-
ricana de Derecho Social Número 14; Enero-Junio 2012, p.35.
10 Ibídem, p. 36
La justicia social y los conflictos laborales

En su evolución, en la actualidad, sé proyecta hacia el futuro; que ningu-


na persona carezca de los satisfactores económicos, sociales y culturales
suficientes para llevar una vida con dignidad.
El Estado social democrático y garantista de los derechos humanos es
creador y actor del orden económico en interés del bien común, si este se
fundamenta en el sistema democrático y en la participación de los gru-
pos sociales; se estructura para intervenir en la economía y en diversos
aspectos de la vida social en interés del bien común y en defensa de los
derechos humanos, individuales, sociales y de solidaridad. Es un Estado
de prestaciones y redistribuidor de la riqueza producida para asegurar a
toda la población en general y, en forma especial, a los sectores sociales
más desprotegidos, un mínimo de satisfactores económicos, sociales y
culturales con la dignidad humana.11
En cualquier sociedad siempre se presentan conflictos, estos no desa-
parecerán, debido que los intereses de personas y grupos son diferentes
y chocan entre sí, pero no es lo mismo una sociedad en la cual la gran
mayoría de la población lleva una con vida de satisfactores suficientes a
una en la que esa mayoría carece hasta de lo indispensable. El Estado se
convierte en el arbitro de los conflictos sociales y su única finalidad es
alcanzar su superación, al cuidar el interés general o bien común y no el
interés de una de las partes.12
Sin duda nuestro entorno laboral actual se integra con diferentes mati-
ces hoy día, la llegada de inversión extranjera diseminada por todo el
país o nuestros países de nuestra América en general, donde se derra- 101
man millonarias inversiones, se construyen complejos arquitectónicos
monumentales; pero que pagan salarios miserables, no es poca cosa
lo anterior ya que las centrales obreras dominantes o emergentes en el
país, establecen pactos, convenios o contratos colectivos de protección,
así como establecen simuladas por miles de relaciones colectivas de
trabajo en la cual las ganancias son para unos cuantos y no redun-
da en beneficios laborales que garanticen satisfactores básicos y hasta
elementales; para los verdaderos trabajadores al servicio de empresas
trasnacionales o multinacionales, los grandes almacenes, los grandes

11 Ibídem, p.36
12 Alarcón; Angélica, Resolución alternativa de conflictos Una opción democrática
de acceso a la justicia. Una forma de intervención humanizante en la asistencia
jurídica gratuita, jurídica de Chile, Chile, 2003. p. 89.
Julio Ismael Camacho Solís

corporativos, las grandes y enorme plazas comerciales con un sinfín de


salas de cine, casas de juegos y apuestas, las enormes comercializado-
ras, las grandes franquicias nacionales e internacionales, así como una
gran diversidad de negocios, comercios, establecimientos, prestadoras
de servicios en la gran mayoría si no es que en todas ellas existen sendos
contratos colectivos de trabajo, firmados sobre las rodillas con un mero
afán totalmente proteccionista para la parte patronal, pero mutiladora de
los más elementales derechos, como podría ser la misma contratación
individual, las condiciones de trabajo o el mismo derecho a la seguridad
social por mencionar algunos aspectos; dejando de lado los principios
fundamentales de la justicia social, quizás hasta lo que pudiera garanti-
zar una protección social laboral; lo que detonan en potencia los conflic-
tos laborales de diversa índole ya mencionados y más los que se derivan
de un pacto colectivo de trabajo, en la mayoría de estas empresas o
establecimientos; se contrata mano de obra de gente joven sobre todo de
estudiantes universitarios, desempleados profesionistas rezagados del
cohorte generacional al que pertenecen; flexibilizando la jornadas, los
días de trabajo, las horas de descanso, las vacaciones por mencionar
algunas, a conveniencia de ambas partes que garanticé una pertinaz con-
vivencia mutua; ahí entonces si se aplican las nuevas disposiciones de
la reforma laboral tan divulgada en el mundo del trabajo, entenderemos
que en nada se han creado empleos o por lo menos oportunidades labo-
rales; si bien es preciso señalar que la ley laboral sufrió modificaciones,
algunas adecuaciones y tímidas precisiones, lo que no cambia es el ám-
bito, el entorno, el lugar, escenario de prestación del trabajo, la esencia
102 misma de las propias relaciones laborales; entenderemos pues que es
una reforma con buenas intenciones pero con tan pocos resultados pal-
pables en el abatimiento de los conflictos o juicios laborales ordinarios
o extraordinarios o por lo menos en la generación de empleos decentes
como política pública excelsa propia de nuestro país.

II. La teoría del conflicto laboral

L
a palabra conflicto se deriva de la voz latina confligere, que sig-
nifica combatir y en sentido amplio se entiende como tal, con-
troversia, antagonismo, desacuerdo, rivalidad, desencuentro. El
diccionario de la Real Academia Española trae varias acepciones del
término conflicto: lo más recio de un combate, punto en que aparece
incierto el resultado de la pelea, combate y angustia de ánimo, situación
La justicia social y los conflictos laborales

desgraciada y de difícil salida13. En el derecho, la palabra conflicto se


utiliza para señalar posiciones antagónicas, el conflicto es un fenómeno
social que expresa una oposición de intereses.14
Según Cabanellas, conflicto significa guerra, lucha. Es la oposición de
intereses en que las partes no ceden. Choque o colisión de derechos o
pretensiones.15
Boardman y Horowitz definen el conflicto como una incompatibilidad
de conductas, cogniciones (incluyendo las metas) y afectos entre indivi-
duos o grupos que pueden o no conducir a una expresión agresiva de su
incompatibilidad social.16
Conflicto es la percepción de una divergencia de intereses o las creencias
de las partes de que sus aspiraciones actuales no pueden satisfacerse de
manera simultánea o conjunta.17
La palabra conflicto alude a tensión, lucha, pelea entre dos partes. Estas
pueden ser partes de un todo, es decir, se puede hablar de un conflicto en-
tre los afectos y las cogniciones o razonamientos de una misma persona.
Conflicto es la relación entre dos o más personas que realizan conductas
tendientes a obtener metas que son incompatibles o en la que alguno de
ellos los percibe como incompatibles. En otras palabras, el conflicto vie-
ne a ser la situación en la cual dos o más partes perciben tener objetivos
mutuamente incompatibles. El conflicto es parte del normal desarrollo
de nuestras vidas, por ende, no es ni positivo ni negativo, simplemente
existe, está allí. Es por eso que, en dosis adecuadas, el conflicto puede ser
un estímulo a nuestra creatividad.18 103

13 Diccionario RAE, www.realacademia.org. 23 de enero 2013.


14 Cabanellas, Guillermo, Tratado de Derecho Laboral, Tomo I, Volumen I, Argenti-
na, Editorial Claridad, 1987, p.333.
15 Ibidem, p. 334.
16 Peeling, Nic, Negociaciones, Editorial Trilllas, Mexico, 2013, p. 21.
17 González-Capitel Martínez, Cecilia, Manual de mediación, Atelier, Barcelona,
1999, p. 21.
18 Karen Grover Duffy et al., La mediación y su contexto de aplicación. Una intro-
ducción para profesionales e investigadores, Paidós, Buenos Aires, 1996. p. 145.
Julio Ismael Camacho Solís

El conflicto puede dar lugar a una actitud de voluntad de uno de los


sujetos, concreta en la exigencia de la subordinación del interés ajeno
al interés propio; esta exigencia se conoce como pretensión, la misma
que se puede dar en dos planos, cuando el conflicto de interés ha sido ya
compuesto en una instancia judicial o fuera de este.19
El diccionario enciclopédico del derecho usual, por su parte define
el término conflicto como guerra, lucha, lo más recio e incierto de la
batalla, combate o contienda, oposición de intereses en que las partes
no ceden, choque o colisión de derechos y pretensiones, situación difícil,
caso complicado trance angustioso.20
La OIT (Organización Internacional del Trabajo), usa el término conflic-
to para indicar los que se presentan entre los trabajadores y empleadores
a propósito de las condiciones de trabajo.21
Por su parte como lo señalaba Américo Pla que dice que el con-
flicto de trabajo o laboral es toda contienda derivada de una relación
laboral esta definición a pesar de ser simple, es importante porque da
cabida a la posibilidad de que el conflicto de trabajo no se presente
necesariamente entre los trabajadores y el empleador es decir, los pro-
blemas que surgen de una relación de derecho individual de trabajo de
carácter particular y las de derecho colectivo del trabajo, oficiales y
particulares. 22
Un acercamiento prospectivo al análisis de los conflictos desde el punto
de vista del derecho laboral son las diferencias que se suscitan entre los
104 trabajadores y los patronos, solamente entre aquellos o únicamente
entre estos, en ocasión y con motivo de la formación, modificación
o cumplimiento de las relaciones individuales y colectivas de trabajo.23
Es importante tener en cuenta que los conflictos jurídicos o de derecho
se subdividen en individuales o colectivos y conflictos de intereses o

19 Carnelutti, Francesco, Instituciones de derecho procesal civil, Oxford University


Press, México, p. 46.
20 www.diccionariousual.org/documentos/irl/15/0272012.
21 www.ilo.org/sistems/documents/12/01/2014.
22 Pla, Américo, Las instituciones jurídicas. Editorial Planeta.1997.p.45.
23 De la Cueva, Mario. Derecho del trabajo. Editorial Porrúa. 2000. p. 156.
La justicia social y los conflictos laborales

económicos son siempre de carácter colectivo, al respecto la OIT de


manera amplia más doctrinaria lo señaló de la siguiente manera:
En un número creciente de países se clasifican los conflictos labora-
les en dos grandes grupos: conflictos de derecho y conflictos de intere-
ses. Los conflictos de derecho o querellas jurídicas se relacionan con
la interpretación o aplicación de una norma jurídica persistente por
ejemplo, una ley o un contrato colectivo. Los conflictos de intereses
o querellas económicas surgen cuando en el curso de las negociacio-
nes colectivas un sindicato presenta una nueva demanda, como por
ejemplo la obtención de remuneraciones más elevadas o de jornadas
laborales más cortas. Otra distinción, originada es entre conflictos in-
dividuales o colectivos. En realidad se trata de una subdivisión dentro
de los conflictos de derecho, pues en la práctica los conflictos de inte-
reses son siempre colectivos.24
La adopción cada vez más amplia de la distinción ha tenido en la prác-
tica consecuencias considerables. El concepto en que se basa es que en
un Estado moderno solo los conflictos de intereses pueden dar pie a
huelgas o a otras formas de acción directa mientras que los conflictos de
derecho han de ser sometidos a la decisión de observancia obligatoria
de un Tribunal de trabajo u otro órgano análogo.25

III. Los conflictos de derecho común y los conflictos del


trabajo
Para los efectos señalados se pueden considerar las siguientes precisio-
nes: 105

A). Conflicto Jurídico o de Derecho: Es aquella controversia que se


origina en la aplicación o interpretación de una norma preexisten-
te (ley, contrato, estatutos, convención colectiva, pacto colectivo)
y que naturalmente debe ser decidido por la autoridad competente
(generalmente los jueces del trabajo). En una magnitud extendida del
ámbito jurídico también se estipulan que son aquellos en los cuales el
problema deriva de la interpretación, alcance o aplicación de una nor-

24 Ibidem, p. 78
25 Mertens, L.; Organización Regional Interamericana de Trabajadores. Crisis Econó-
mica y Revolución Tecnológica: Hacia Nuevas Estrategias de las Organizaciones
Sindicales. Caracas, Venezuela: Nueva Sociedad, 1990. pág. 54-55.
Julio Ismael Camacho Solís

ma jurídica que puede estar contenida en una cláusula del contrato, en el


pacto colectivo, en la convención o en el reglamento interno de trabajo.
En estos intervienen el trabajador o grupos de trabajadores que alegan
el incumplimiento de las normas establecidas en el contrato de traba-
jo, convención y pacto colectivo. También es denominado conflicto de
garantía.
B). Conflicto económico o de intereses: es un conflicto para modificar un
derecho existente o para crear uno nuevo, por parte de los protago-
nistas de la relación laboral a través del principio de la autocomposi-
ción de sus intereses.26 Lo que en este caso lo que se busca es modi-
ficar un derecho preexistente o crear uno nuevo. No se trata de exigir
la aplicación de un derecho contenido en una norma vigente sino de
crear o modificar un derecho por considerarlo insuficiente. No se dis-
cute el contenido de una norma jurídica sino que se busca crear una
nueva. Estos conflictos también son denominados colectivos o de
intereses y normalmente intervienen los trabajadores y el empleador,
los conflictos Jurídicos son aquellos que se basan en la realidad de
un pretendido derecho que trate de ampararse en una norma preexis-
tente, que se quiere sirva de fundamento a su pretensión, y donde la
discrepancia entre la partes respecto de la aplicación o interpretación
de dicha norma constituya precisamente la razón del conflicto. Los
conflictos económicos o de intereses son aquellos que no descansan
sobre la existencia de una norma previa, cuyo significado, alcance o
cumplimiento se reclama, sino que surgen del propósito de modificar
el ordenamiento existente a través del cambio de condiciones que
106 integran ese ordenamiento o de crear condiciones nueva.27
Así la diferencia entre unos y otros. Hay pues una diferencia radical
entre los conflictos colectivos o conflictos de intereses y los con-
flictos jurídicos; en estos la cuestión a debate es un problema de
derecho, que se expresa en la conocida fórmula a quien corresponde
el derecho, mientras que los conflictos colectivos o de intereses se
caracterizan por la ausencia de norma jurídica para resolverlos y su
propósito es la creación de la norma jurídica futura.28

26 Aldana, Francisco, El arte de la negociacion, Editorial Trillas, Mexico, 2007, p.27.


27 Silva, Marcel, “El arbitramento en materia laboral”, En Actualidad Laboral y Se-
guridad Social. 2000. n.° 98. pp. 80-85.
28 Ibidem P.157
La justicia social y los conflictos laborales

C). Conflictos mixtos: se entiende por tales los que al mismo tiempo
envuelven una cuestión jurídica y una reivindicación económica,
son los más frecuentes en la práctica. No obstante, que los con-
flictos de derecho común y los de trabajo, no se diferencian
sustancialmente, se presentan con ciertas notas características que
hacen de uno y otro dos fenómenos distintos.
Como elementos diferenciadores se han señalado los siguientes:
a) En los conflictos de trabajo, todo interés que se derive de la re-
lación laboral, tratándose especialmente de conflictos colectivos,
tiene su repercusión en el campo social ya que la comunidad vela
porque se observen y cumplan las normas legales que tratan de
equilibrar los factores de la producción, cuales son el capital y el
trabajo. En cambio en los conflictos de derecho común, los inte-
reses objeto de la pretensión, se encuentran ligados y atañen
exclusivamente a los individuos o sujetos del conflicto.
b) Los conflictos de trabajo tiene un sentido mixto: patrimonial y
personal, ello como resultado del carácter personalísimo de la
prestación y del factor salario, a diferencia de los conflictos co-
munes en donde lo que se realza es el interés patrimonial, pues su
objeto se concreta dentro de un ámbito de carácter pecuniario.
c) También se diferencian en la denominada despersonalización de
las partes propia de los conflictos de trabajo, pues debido a su
misma naturaleza trascienden de su simple consideración indi-
vidual de los sujetos, entendiéndose por tanto, que el diferendo 107
se ha producido entre el capital y el trabajo. Por el contrario, en
los conflictos de derecho común, como anteriormente se dijo, se
debaten intereses que se ligan específicamente al patrimonio de
los individuos.
d) Otra diferencia es la pronunciada desigualdad económica exis-
tente entre los extremos de la relación laboral, patrón o empresa y
trabajador, que coloca a este último en situación de inferioridad
económica, desigualdad que la Ley laboral ha tratado de equili-
brar a través de ventajas. Para superar esa inferioridad los traba-
jadores delegan, en organizaciones sindicales facultades para que
obren en su nombre y representación frente al empleador. En los
conflictos de derecho común las partes en contienda se conside-
ran en un mismo pie de igualdad ante la ley.
Julio Ismael Camacho Solís

Sánchez Castañeda de manera general matiza los conflictos conceptuali-


zándolos de la siguiente manera:
1. Conflicto colectivo de naturaleza económica: aquel cuyo plantea-
miento tiene por objeto la modificación o implantación de nuevas
condiciones de trabajo, o bien la suspensión o terminación de las
relaciones colectivas de trabajo. Salvo en los casos en que la LFT
establezca otro procedimiento.
2. Conflicto de trabajo. Controversias y diferencias que se presentan
entre trabajadores y patrones, solo entre trabajadores o solo entre
patrones como consecuencia del nacimiento, modificación, cumpli-
miento o interpretación de las relaciones individuales o colectivas
de trabajo (art. 604 LFT). Los conflictos de trabajo se clasifican: de
acuerdo con el interés en juego, en colectivos e individuales y según
su naturaleza, en jurídicos y económicos. También pueden ser clasi-
ficados en obreroatronales, interobreros, intersindicales, entre traba-
jadores y sindicatos, obreropatronales e interpatronales.
3. Conflictos de trabajo colectivos: aquellos que afectan intereses de
carácter profesional o sindical, con independencia del número de tra-
bajadores que intervengan en dicho conflicto.
4. Conflictos de trabajo de naturaleza económica: controversias que
pretenden modificar un derecho existente o crear un derecho nuevo.
Un conflicto económico no versa sobre la interpretación de un dere-
cho adquirido y no se resuelve mediante la aplicación de una norma
108
existente. Los conflictos de naturaleza económica normalmente son
colectivos, ya que por lo general es una colectividad de trabajadores
la que solicita la creación de un derecho o la modificación de un de-
recho existente. Los conflictos colectivos de naturaleza económica
son aquellos cuyo planteamiento tiene por objeto la modificación o
implantación de nuevas condiciones de trabajo, o bien la suspensión
o terminación de las relaciones colectivas de trabajo, salvo que la ley
señale otro procedimiento. Dichos conflictos colectivos de natura-
leza económica pueden ser planteados por los sindicatos de trabaja-
dores titulares de los contratos colectivos de trabajo, por la mayoría
de los trabajadores de una empresa o establecimiento, siempre que
se afecte el interés profesional, o por el patrón o patronos, mediante
demanda por escrito. Tales conflictos colectivos de naturaleza eco-
nómica siguen un procedimiento especial señalado por la Ley. En la
tramitación de los mismos las Juntas deben procurar, ante todo, que
La justicia social y los conflictos laborales

las partes lleguen a un convenio. A este objeto, pueden intentar la


conciliación en cualquier estado del procedimiento, siempre que no
se haya dedicado la resolución que ponga fin al conflicto.
5. Conflictos de trabajo de naturaleza jurídica: controversias individua-
les o colectivas que se refieren al cumplimiento o interpretación de la
ley o contratos individuales o colectivos.
6. Conflictos de trabajo individuales: los que afectan intereses de carác-
ter individual, independientemente del número de trabajadores que
intervengan.
7. Conflictos entre el capital y el trabajo: controversias que se presentan
entre los factores de la producción; el capital —empleadores— y el
trabajo —empleados.
8. Conflictos entre patrones: se presentan entre empleadores con motivo
de la aplicación de responsabilidades solidarias o, en caso de conflicto
dentro de una organización patronal, por suspensión o expulsión así
como por inconformidad por la elección de una mesa directiva.
9. Conflictos entre trabajadores y sindicatos: controversias que se pre-
sentan entre los trabajadores sindicalizados o no sindicalizados con
un sindicato, en virtud de la aplicación de medidas disciplinarias o de
las cláusulas de exclusión.
10. Conflictos interobreros: controversias individuales esencialmente de
naturaleza jurídica que se presentan durante la relación de trabajo y
que pueden derivar de una cuestión de preferencia —la ocupación
de una vacante o plaza de nueva creación—, que repercuten en la
empresa o en el sindicato. 109
11. Conflictos intersindicales: son de naturaleza jurídica y tienen que
ver con la definición del sindicato mayoritario en una empresa don-
de exista más de un sindicato, con la determinación de las centrales
sindicales de representación nacional que, en consecuencia, pueden
integrar los órganos tripartitos existentes, y con el reclamo de la titu-
laridad de un contrato colectivo de trabajo o de la administración de
un contrato-ley.29
Sin duda en esta gama de ideas, y apreciaciones de los diversos conflictos,
nos ilustran la variedad de enfoques de orden cualitativo y cuantitativo
que representan la dimensión de análisis conceptual de los conflictos en

29 Sanchez, Alfredo, Diccionario de Derecho Laboral, Editorial Oxford, Mexico,


2004, pp.34-36.
Julio Ismael Camacho Solís

una estructura que puede representar en escenario mismo donde se pue-


dan suscitar los conflictos de naturaleza laboral.

IV. Marco jurídico de la denominación de conflictos


En Ley Federal del Trabajo de nuestro país la palabra conflicto se en-
cuentra reiteradamente en las siguientes disposiciones:
Artículo 604. Corresponden a la Junta Federal de Conciliación y Arbi-
traje, en el ámbito de su competencia, el conocimiento y la resolución
de los conflictos de trabajo, qué se susciten ente trabajadores y patrones,
sólo entre aquellos o solo entre estos, derivados de las relaciones de tra-
bajo o de hechos relacionados con ellas (DOF 30/11/12).30
En este aspecto se delimita la actuación de las juntas federales para el
conocimiento de los conflictos.
De igual de manera más que reiterativa la Ley Federal del Trabajo esta-
blece para las Juntas Locales de Conciliación y Arbitraje que funcionan
en las entidades federativas lo siguiente:
Artículo 621.Las Juntas Locales de Conciliación y Arbitrajes funciona-
ran en cada una de las Entidades Federativas. Les corresponde el conoci-
miento y resolución de los conflictos de trabajo que no sean competencia
de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.
Artículo 627-C. Durante todo el procedimiento y hasta antes de dictarse
110
los laudos, las Juntas tendrán la obligación de promover que las partes re-
suelvan los conflictos mediante la conciliación. Los convenios a que lle-
guen, en su caso, una vez ratificados y aprobados por aquellas, producirán
efectos jurídicos inherentes a los laudos ejecutoriados. (DOF 30/11/12).
Artículo 870. Las disposiciones de este capítulo rigen la tramitación y re-
solución de los conflictos individuales y colectivos de naturaleza jurídica
que no tengan una tramitación especial en esta ley.
Articulo 878. La etapa de demanda y excepciones, se desarrollara con-
forme a las normas siguientes:

30 Esta disposición se aprecia en la Reforma laboral de noviembre del año 2012, en la


que se incorporaron diversas reformas, adiciones y modificaciones, a la Ley Federal
del Trabajo.
La justicia social y los conflictos laborales

I. El presidente o el funcionario conciliador y demás personal jurídico de


la Junta exhortara a las partes para que resuelvan el conflicto mediante
un arreglo conciliatorio y, sí estas persistieran en su actitud, dará la pala-
bra al actor para la exposición de su demanda. (DOF 30/11/12).
CAPÍTULO XVIII
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES
ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LAS DISPOSICIONES DE ESTE
CAPÍTULO
Artículo 892.- Las disposiciones de este Capítulo rigen la tramitación de
los conflictos que se susciten con motivo de la aplicación de los artículos
5o. fracción III; 28, fracción III; 151; 153, fracción X; 158; 162; 204,
fracción IX; 209, fracción V; 210; 236, fracciones II y III; 389; 418; 425,
fracción IV; 427 fracciones I, II y VI; 434, fracciones I, III y V; 439; 503
y 505 de esta Ley y los conflictos que tengan por objeto el cobro de pres-
taciones que no excedan del importe de tres meses de salarios.
COMO SE INTEGRARÁ LA JUNTA PARA LA TRAMITACIÓN
DE LOS CONFLICTOS A QUE SE REFIERE ESTE CAPÍTULO
Artículo 897. Para la tramitación y resolución de los conflictos a que se
refiere este Capítulo, la Junta se integrará con el Auxiliar, salvo los casos
de los artículos 389; 418; 424, fracción IV; 427, fracciones II, III y VI;
434, fracciones I, III y V; y 439, de esta Ley, en los que deberá intervenir
el Presidente de la Junta o el de la Junta Especial. 111

De novedosa catalogan algunos juristas la inclusión en la Ley Federal


del trabajo la inclusión del procedimiento para resolver los conflictos
considerados de seguridad social, con clara alusión de muchos de esos
conflictos ya se atendían o desahogaban por disposición expresas de la
Ley del Seguro Social; Ley de Sistema de Ahorro o del Infonavit; en el
ámbito jurisdiccional de la Propia Junta Federal o las Juntas Especiales
de la misma Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.
SECCIÓN PRIMERA
CONFLICTOS INDIVIDUALES DE SEGURIDAD SOCIAL
Artículo 899-A. Los conflictos individuales de seguridad social son los
que tienen por objeto reclamar el otorgamiento de prestaciones en dinero
Julio Ismael Camacho Solís

o en especie, derivadas de los diversos seguros que componen el régimen


obligatorio del Seguro Social, organizado y administrado por el Instituto
Mexicano del Seguro Social, y de aquellas que conforme a la Ley del
Seguro Social y la Ley del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda
para los Trabajadores, deban cubrir el Instituto del Fondo Nacional de la
Vivienda para los Trabajadores y las Administradoras de Fondos para el
Retiro, así como las que resulten aplicables en virtud de contratos colec-
tivos de trabajo o contratos-Ley que contengan beneficios en materia de
seguridad social.
La competencia para conocer de estos conflictos, por razón de territorio
corresponderá a la Junta Especial de la Federal de Conciliación y Arbi-
traje del lugar en el que se encuentre la clínica del Instituto Mexicano
del Seguro Social a la cual se encuentren adscritos los asegurados o sus
beneficiarios.
En caso de que se demanden únicamente prestaciones relacionadas con
la devolución de fondos para el retiro y vivienda, corresponderá la com-
petencia a la Junta Especial de la Federal de Conciliación y Arbitraje de
la entidad federativa donde se encuentre el último centro de trabajo del
derechohabiente.
QUIENES PUEDEN PLANTEAR LOS CONFLICTOS
INDIVIDUALES DE SEGURIDAD SOCIAL
Artículo 899-B. Los conflictos individuales de seguridad social podrán
112 ser planteados por:
I. Los trabajadores, asegurados, pensionados o sus beneficiarios, que
sean titulares de derechos derivados de los seguros que comprende el
régimen obligatorio del Seguro Social;
II. Los trabajadores que sean titulares de derechos derivados del Fondo
Nacional de la Vivienda para los Trabajadores o sus beneficiarios;
III. Los titulares de las cuentas individuales del Sistema de Ahorro para
el Retiro de los trabajadores sujetos a esta Ley o sus beneficiarios; y
IV. Los trabajadores a quienes les resulten aplicables los contratos colec-
tivos de trabajo o contratos-Ley que contengan beneficios en materia de
seguridad social.
La justicia social y los conflictos laborales

CONTENIDO DE LAS DEMANDAS RELATIVAS A LOS


CONFLICTOS INDIVIDUALES DE SEGURIDAD SOCIAL
Artículo 899-C. Las demandas relativas a los conflictos a que se refiere
esta sección, deberán contener:
I. Nombre, domicilio y fecha de nacimiento del promovente y los docu-
mentos que acrediten su personalidad;
II. Exposición de los hechos y causas que dan origen a su reclamación;
III. Las pretensiones del promovente, expresando claramente lo que se
le pide;
IV. Nombre y domicilio de las empresas o establecimientos en las que ha
laborado; puestos desempeñados; actividades desarrolladas; antigüedad
generada y cotizaciones al régimen de seguridad social;
V. Número de seguridad social o referencia de identificación como ase-
gurado, pensionado o beneficiario, clínica o unidad de medicina familiar
asignada;
VI. En su caso, el último estado de la cuenta individual de ahorro para el
retiro, constancia expedida por el Instituto Mexicano del Seguro Social
de otorgamiento o negativa de pensión, o constancia de otorgamiento o
negativa de crédito para vivienda;
VII. Los documentos expedidos por los patrones, el Instituto Mexicano
del Seguro Social, el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para
los Trabajadores y la Administradora de Fondos para el Retiro corres-
pondiente o, en su caso, el acuse de recibo de la solicitud de los mismos
y, en general, la información necesaria que garantice la sustanciación del 113
procedimiento con apego al principio de inmediatez;
VIII. Las demás pruebas que juzgue conveniente para acreditar sus pre-
tensiones; y
IX. Las copias necesarias de la demanda y sus anexos, para correr tras-
lado a la contraparte.
CAPÍTULO XIX
PROCEDIMIENTOS DE LOS CONFLICTOS COLECTIVOS DE
NATURALEZA ECONÓMICA
Artículo 900. Los conflictos colectivos de naturaleza económica, son
aquéllos cuyo planteamiento tiene por objeto la modificación o im-
plantación de nuevas condiciones de trabajo, o bien, la suspensión o
Julio Ismael Camacho Solís

terminación de las relaciones colectivas de trabajo, salvo que la pre-


sente Ley señale otro procedimiento.
COMO PROCEDERAN LAS JUNTAS EN LA TRAMITACIÓN
DE LOS COMFLICTOS A QUE SE REFIERE ESTE CAPÍTULO
Artículo 901. En la tramitación de los conflictos a que se refiere este
Capítulo, las Juntas deberán procurar, ante todo, que las partes lleguen
a un convenio. A este fin, podrán intentar la conciliación en cualquier
estado del procedimiento, siempre que no se haya dictado la resolución
que ponga fin al conflicto.
SUSPENSIÓN DE LOS CONFLICTOS COLECTIVOS CON MO-
TIVO DEL EJERCICIO DEL DERECHO DE HUELGA
Artículo 902. El ejercicio del derecho de huelga suspende la tramitación
de los conflictos colectivos de naturaleza económica, pendientes ante la
Junta de Conciliación y Arbitraje y la de las solicitudes que se presenten,
salvo que los trabajadores manifiesten por escrito, estar de acuerdo en
someter el conflicto a la decisión de la Junta.
No es aplicable lo dispuesto en el párrafo anterior, cuando la huelga ten-
ga por objeto lo señalado en el artículo 450, fracción VI.
SUJETOS QUE PODRÁN PLANTEAR LOS CONFLICTOS CO-
LECTIVOS Y QUE DEBERÁ CONTENER LA DEMANDA

114 Artículo 903. Los conflictos colectivos de naturaleza económica podrán


ser planteados por los sindicatos de trabajadores titulares de los contratos
colectivos de trabajo, por la mayoría de los trabajadores de una empresa
o establecimiento, siempre que se afecte el interés profesional, o por el
patrón o patronos, mediante demanda por escrito, la cual deberá conte-
ner:
I. Nombre y domicilio del que promueve y los documentos que justifi-
quen su personalidad;
II. Exposición de los hechos y causas que dieron origen al conflicto; y
III. Las pretensiones del promovente, expresando claramente lo que se
pide.
La justicia social y los conflictos laborales

OPCIÓN DE LA JUNTA A FIN DE CONSEGUIR EL


EQUILIBRIO Y LA JUSTICIA EN LAS RELACIONES DE
TRABAJADORES Y PATRONES

Artículo 919. La Junta, a fin de conseguir el equilibrio y la justicia social


en las relaciones entre los trabajadores y patrones, en su resolución podrá
aumentar o disminuir el personal, la jornada, la semana de trabajo, los
salarios y, en general, modificar las condiciones de trabajo de la empresa
o establecimiento, sin que en ningún caso pueda reducir los derechos
mínimos consignados en las leyes.

Para mayor abundamiento de los aspectos conceptuales y los que en la


normativa laboral se determinan los siguientes criterios jurisprudencia-
les:
CONFLICTOS DE TRABAJO, NATURALEZA ESPE-
CIAL DE LOS. Los conflictos obrero patronales, debido a su
naturaleza especial, han querido para su resolución, no solo la
presencia de organismos peculiarmente constituidos, investidos
de jurisdicción especial, así como de un procedimiento espe-
cial, sino que dentro de ese procedimiento han sido necesarios
métodos o sistemas también especiales, que tienden a solucio-
nar dichos conflictos, de la manera más justa y equitativa las
diversas legislaciones de trabajo han reconocido y aceptado a
la conciliación y al arbitraje como los métodos más adecuados
para solucionar esta clase de conflictos, considerando a la pri-
115
mera, como el sistema que tiene por objeto rehacer la voluntad
misma de las partes, y consecuentemente, el indicado para re-
solver estos conflictos de la manera más equitativa, y el arbitra-
je, como el sistema que tiene por objeto suplir la voluntad de las
partes, cuando esta falte.31 Jurisprudencia: Apéndice 1975, 5.ª
Parte, 4.ª Sala. Tesis 37, p. 45.
TRABAJO, CONFLICTO ENTRE EL CAPITAL Y EL.
Conforme a la fracción XX del artículo 123 constitucional, los
conflictos entre el capital y el trabajo se sujetarán a la decisión
de una Junta de Conciliación y Arbitraje, integrada en la forma
que el mismo precepto previene, y si otra autoridad cualquiera

31 Jurisprudencia: Apéndice 1975, 5ª. Parte, 4ª. Sala. Tesis 37, p. 45.
Julio Ismael Camacho Solís

se evoca al conocimiento de estos conflictos, indudablemente


carece de competencia para resolver, y con ello viola las garan-
tías individuales de los interesados.32 Jurisprudencia: Apéndice
1975, 5.ª Parte, 4.ª Sala, Tesis 286, pp. 268 y 269.
CONFLICTOS INDIVIDUALES Y COLECTIVOS DE
TRABAJO, DISTINCIÓN Y NATURALEZA DE LOS. La
clasificación de los conflictos de trabajo individuales y colecti-
vos no responde a motivos de carácter numérico en cuanto a las
personas que actúan en la contienda, sino que la clasificación
surge en la diferencia fundamental que existe en los fines de la
reclamación y por consecuencia en los modos de la acción de
donde se obtiene que cuando la acción ejercitada tenga por obje-
to plantear una situación en la que se dirima el interés profesio-
nal del grupo o sindicato, se estará frente a un conflicto colecti-
vo, y en presencia de un conflicto individual cuando la situación
planteada tenga por objeto la decisión sobre el derecho que a un
trabajador o varios trabajadores les corresponda personalmente.
Cuarta Sala.33 Tesis 489, Apéndice 1988, Segunda Parte, p. 849.

V. Los métodos de negociación laboral y sus premisas


No existen procedimientos exactos e indubitables de negociación labo-
ral. No se puede producir recetas permanentes e invariables aplicadas al
conflicto de trabajo. Esto se deriva de la naturaleza propia de la relación,
116
como de distintas modalidades y especificidades de los conflictos en sus
más distintos géneros. No es igual negociar con un agente contable por
la liquidación de su contrato, que negociar con un sindicato el estable-
cimiento de un nuevo convenio colectivo. No es igual negociar en un
contexto de huelga, que negociar en un trámite de avenimiento ante la
autoridad judicial. Sin embargo podemos hacer un esfuerzo por traducir
una referencia general de elementos que deben tenerse siempre presen-
tes, independientemente de la naturaleza del conflicto y de sus compo-
nentes, susceptibles de ser adaptados a la situación particular con la que
nos enfrentemos.

32 Jurisprudencia: Apéndice 1975, 5ª. Parte, 4ª. Sala, Tesis 286, pp. 268 y 269.
33 Tesis 489, Apéndice 1988, Segunda Parte, p. 849.
La justicia social y los conflictos laborales

A través de la conciliación el conflicto cambia de un proceso vicioso a


un proceso virtuoso. De allí, pues, que el rol del conciliador es ayudar
a las partes a que puedan abordar estos conflictos constructivamente.
Entendiendo la conciliación con la siguiente connotación; del lat. conci-
liatio,ionis, congregar conciliar. Que es el procedimiento entre las partes
de un conflicto, en el que se hacen concesiones mutuas y cuenta con la
intervención de un tercero que trata de acercar a las partes a fin de que
logren un acuerdo. En el derecho del trabajo mexicano, la conciliación es
una etapa previa al proceso laboral. Las Juntas tienen la facultad y obli-
gación de procurar un arreglo conciliatorio de los conflictos de trabajo.
Las Juntas procurarán durante todo el procedimiento de que las partes
lleguen a un acuerdo conciliatorio.34
La primera audiencia de un proceso laboral constaba hasta antes de la
reforma laboral de noviembre 2012 de tres etapas y la conciliación era la
primera de ellas. Las Juntas no tienen la potestad para imponer la conci-
liación; solo es obligatoria la tentativa de conciliación o de avenimiento
entre las partes. En la etapa de conciliación deben comparecer las partes
personalmente, sin abogados, asesores o apoderados. En seguida la Junta
interviene y exhorta a las partes para que lleguen a un arreglo concilia-
torio. Si las partes llegan a un acuerdo, se termina el conflicto. La Junta
aprobará el convenio y surtirá todos los efectos jurídicos inherentes a un
laudo. La Junta puede suspender por una sola vez y de común acuerdo
la conciliación a fin de que las partes tengan tiempo para llegar a un en-
tendimiento. De no ser posible la conciliación, se tendrá a las partes por
inconformes y se pasará a la etapa de demanda y excepciones. Hoy día
117
se dividió en una etapa bifásica y dejando una audiencia posterior para el
ofrecimiento y admisión de pruebas.35
Otra modalidad muy utilizada en Europa es la Congestión, que implica
la forma que con distintas variantes según la circunstancia social, econó-
mica y política se emplea en diversos países para promover y facilitar la
participación de los trabajadores en la dirección y gestión de la empresa.

34 Sánchez,Alfredo,Diccionario de Derecho Laboral, Editorial Oxford, México,


2004, pp. 31-32
35 Tradicionalmente el proceso laboral en Mexico,se desarrolló desde 1980, hasta el
año 2012 en una audiencia trifásica, que consistía en conciliacion, demanda y ex-
cepciones y ofrecimiento y admisión de pruebas, hoy al reducir a dos etapas en nada
se ha resuelto el enorme problema de rezago.
Julio Ismael Camacho Solís

Es el resultado de un concepto nuevo del papel que los trabajadores pue-


den desempeñar en una empresa. Una de las experiencias más conoci-
das del régimen de congestión se encuentra en Alemania. La congestión
constituye un intento de superar el distanciamiento entre la empresa y el
trabajador. El comité de empresa constituye un posible instrumento de
congestión en la empresa.36
Otra forma de poder resolver un conflicto, quizás como una alternativa
que hoy día pudiera ser novedosa es mediante la concertación (concer-
tar). Del lat. concertatio, onis. Tratar algún negocio y llegar a un acuerdo
al respecto. Ponerse de acuerdo dos o más personas para alguna cosa.37
Toda forma negociación que puede tener como principio la conciliación,
resulta como el intento de satisfacer las necesidades humanas.38 Así
como negociar es el proceso de resolución de un conflicto entre dos o
más partes, mediante el cual ambas partes o todas modifican sus deman-
das hasta llegar a un compromiso aceptable.39
En las relaciones laborales de índole individual o colectivo que se sus-
citan en el ámbito de la empresa privada, la burocracia gubernamental y
en particular en los organismos públicos descentralizados, así como de
organismos sociales o paraestatales suelen y deben darse en un ámbito
de las más amplia negociación entre las partes que intervienen sea el
sindicato o quien represente el interés individual o colectivo de los traba-
jadores configurando con ello el respeto, consensos, diálogo y toma de
acuerdos que beneficien a ambas partes generando con ello certidumbre
118 y estabilidad que provoca productividad y desarrollo, logrando que tan-
to las organizaciones de trabajadores, las sindicales y la parte patronal
caminen juntos para alcanzar un fin y objetivo común. La administra-
ción laboral en el ámbito general del trabajo prevalece en el entorno de
la responsabilidad compartida en general; hoy en día en la modernidad
social; se volvió vital e indispensable, en toda sociedad en la que existan
organizaciones comunes que subsisten entre si, donde la complejidad
y la interdependencia de las organizaciones son un aspecto crucial, la

36 Ibidem, p.33.
37 Ibídem
38 Aldana, Francisco, El arte de la negociación empresarial, Editorial Trillas, 2007. p.
25.
39 Ibidem,. p. 26
La justicia social y los conflictos laborales

administración del trabajo sobresale como el factor clave tanto para el


mejoramiento de la calidad de vida, dando estabilidad económica con
desarrollo de la cual el Estado empleador deberá ser el garante del res-
pecto y dignidad de los derechos sociales.
Por ello en materia laboral en la suma de los actores de la sociedad pro-
ductiva en se entiende como lo señala Sánchez Castañeda que por con-
certación social se debe entender el diálogo tripartito establecido entre
los actores sociales representativos de los trabajadores y de los emplea-
dores con el Estado, con el fin de lograr el diálogo, acuerdos o consensos
que estimulen el crecimiento económico, resuelvan problemas laborales,
impulsen el mercado de trabajo o favorezcan la armonía entre los fac-
tores de la producción de un país.40 La concertación social puede ser un
mecanismo normal de diálogo, acuerdos y consensos, o extraordinario,
cuando existe crisis económica. Normalmente, en una concertación social
los actores sociales suelen ceder y obtener una serie de beneficios, con
el objetivo final de detonar el desarrollo económico del país o establecer
bases nuevas para las relaciones de trabajo. La concertación social bien
entendida constituye un espacio de diálogo y de acuerdos entre los actores
sociales. No se puede entender como concertación social cuando no hay
representatividad de los actores sociales y las decisiones son impuestas.
En este caso se trataría de una práctica de corporativismo encubierto.41

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democrática de acceso a la justicia. Una forma de intervención hu-
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40 Ibídem, p.35.
41 Ibídem
Julio Ismael Camacho Solís

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WWW.ilo.org/sistems/documents/12/01/2014.
Reseñas
Palabras en ocasión del homenaje especial al Dr. Rodolfo Sandino Argüello...

Palabras en ocasión del homenaje especial


al dr. Rodolfo Sandino Argüello, de parte
de la asociación de abogadas y abogados
de la Universidad Centroamericana (UCA).

Dra. Ileana Pérez López.


Magistrada
Corte Suprema de Justicia

Estimadas y Estimados Colegas, agradezco profundamente su especial


deferencia por haberme otorgado el singular honor de elegirme entre tan-
tas y tantos destacadísimos profesionales del derecho en el foro nacional,
para dirigir unas breves palabras en honor al insigne maestro de maestros
Dr. Rodolfo Sandino Argüello, quien ocupó a como bien saben la más
alta magistratura en el seno del Poder Judicial, espacio donde también
heredó un inigualable legado.
A usted, mí apreciado y distinguido maestro, Dr. Rodolfo Sandino Ar-
güello, en nombre de las tantas y tantas generaciones que recibimos de
usted, el fruto de su sabia enseñanza, le extiendo un respetuoso y cariñoso 123
abrazo, lleno de mucha admiración, respeto y ternura. Gracias, infinitas
gracias por legarnos un digno ejemplo de vida académica y profesional.
Hablar del Dr. Rodolfo Sandino Argüello, exige referir la dimensión de
una persona con una formación poliédrica, de un ser humano que para
todas aquellas y aquellos que hemos tenido la bendición de compartir sus
enseñanzas y sabios consejos, resulta ser irremplazable e irrepetible en
cualquiera de las esferas que se le quiera apreciar.
Dotado de una vasta formación en valores y principios humanísticos,
poseedor de una ética jurídica única, el Dr. Sandino Argüello, nuestro
apreciado y siempre presente maestro, ha logrado transitar por los más
hondos caminos del saber y conocimiento humano, se edificó asimismo
como un verdadero jurista y durante su larga y activa vida profesional y
Ileana Pérez López.

académica, se preocupó por legar a nuestra amada Nicaragua, de valio-


sas y valiosos profesionales del derecho, entre los cuales sin duda están
todas y todos ustedes.
Desde que me pidieron que participara en esta memorable noche, diri-
giendo unas breves y sencillas palabras, para quien con mucho amor y
delicada conducción nos ha guiado por las sendas del estudio y conoci-
miento del derecho, me embargo la nostalgia, las vivencias compartidas
con muchas y muchos de ustedes, y los recuerdos afloraron en mi como
vivos torrentes de un tiempo precioso, hermoso, aunque ya ido hace va-
rios años, sin exagerar pareciera que fue apenas ayer, y gracias a Dios,
al altísimo que seguimos siendo bendecidos por la presencia única de
nuestro queridísimo maestro Rodolfo Sandino Argüello.
Hoy los aquí presentes nos sentimos honrados, bendecidos, por tener
la oportunidad, el gozo, de rendirle desde lo más profundo de nuestros
corazones, este vivo homenaje, como muestra genuina de nuestro reco-
nocimiento y admiración por siempre y para siempre.
La grandeza del maestro de maestros, Magistrado de Magistrados, Dr.
Rodolfo Sandino Argüello, es realmente única, pues para alguien que
navego por diversas profundidades del conocimiento humano y que com-
partió tantas y tantas luchas por el derecho con muchísimos de ustedes,
lo más acertado y justo es recordarle como homenaje desde las aulas de
clases, desde la cátedra profunda, desde la dirección de la facultad de de-
recho, desde su abierto compartir hacia las sendas del buen aprendizaje.

124
Antes sí, con la venia de ustedes y la del maestro, quisiera brevemente
recordar algunos breves pasajes de la docta vida del Dr. Sandino Argüe-
llo, quien en su juventud, fue escritor prolífico, así nos los recuerda el
historiador y documentalista nicaragüense Jaime Arellano, al afirmar de
nuestro insigne jurista, que fue precursor del rescate histórico-literario
en el país, y nos legó: la primera aproximación crítica al Movimiento
Nicaragüense de Vanguardia: “El Vanguardismo y la poesía actual”,
trabajo inédito de 60 páginas mecanografiadas que presentó como tesis
de bachillerato, dirigido por su profesor Ángel Martínez Baigorri y que
obtuvo el premio (Exalumnos del Colegio Centroamérica en 1946).
Dicen que en cada nicaragüense habita un poeta, y el maestro también se
estrenó muy joven en estas artes, y en 1949, aparecieron varios poemas
suyos en la antología Nueva Poesía Nicaragüense, y luego en 1954, pu-
blicó su poemario Muriendo abril, bajo el cuidado editorial de Ernesto
Mejía Sánchez.
Palabras en ocasión del homenaje especial al Dr. Rodolfo Sandino Argüello...

Y qué decir de su amplia obra jurídica, entre las que destacan: Deontolo-
gía jurídica y poder judicial; Derecho laboral nicaragüense; Compen-
dio de derecho del trabajo nicaragüense; Lecturas laborales.
En reconocimiento a su brillante trayectoria, a su amplia formación in-
telectual forma parte como miembro honorario de la Academia Nica-
ragüense de la Lengua y de la Academia de Geografía e Historia de
Nicaragua.
Y por supuesto, Director, decano durante dos períodos de la facultad de
derecho de la UCA, su alma mater, donde dedico sus mejores años de su
vida académica y de ejercicio intelectual.
El maestro, se distinguió y se sigue distinguiendo por ser “manso y hu-
milde de corazón”, así muchísimas veces lo expresó desde las aulas de
clases, los estrados de tribunales, y como conferencista nacional e inter-
nacional. Sus enseñanzas y consejos han tenido siempre un alto conteni-
do ético, moral, bien recuerdo sus palabras “De qué le sirve al hombre,
a la mujer agregó yo, ganar el mundo si pierde su alma”.
Y cómo olvidar también una parte del epígrafe que contiene su tesis doc-
toral en derecho: “Qué importa la riqueza y los suntuosos automóviles
y los nombres famosos y los amargos éxitos de la política, los placeres
fugaces, la fortuna y la fama y la gloria, si el hombre siente que la vida
le deja el corazón vacío, la inteligencia desorientada y en la boca has-
tiada el gusto a muerte de la ceniza.”
Salud, maestro, eternamente gracias, por ser para nosotros vivo ejemplo 125
de disciplina, estudio y constancia. Muchas gracias y que Dios lo conti-
núe llenando de múltiples bendiciones.

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