Dr.

Eduardo Abel Peñalosa Castro

Rector General
Dr. José Antonio De los Reyes Heredia
Secretario General
Dr. Fernando De León González
Rector de la Unidad Xochimilco
Mtro. Mario Alejandro Carrillo Luvianos
Secretario de Unidad
Dr. Francisco Javier Soria López
Director de CyAD
Arq. Francisco Haroldo Alfaro Salazar
Secretario Académico de CyAD
Dra. Blanca Rebeca Ramírez Velázquez
Coordinadora del Doctorado en CyAD
Dra. Juana Martínez Castro
Coordinadora de la Maestría en CyAD
Dr. Carlos Alberto Mercado Limones
Coordinador de la Maestría en Reutilización
del Patrimonio Edificado
Dr. Gerardo F. Kloss Fernández del Castillo
Coordinador de la Maestría en Diseño
y Producción Editorial
LAV Gonzalo Becerra Prado
Responsable del Programa Editorial
Comité Editorial
de la Colección Investigación y diseño
Dr. Carlos Alberto Mercado Limones
Dr. Gerardo F. Kloss Fernández del Castillo
Dra. Juana Martínez Castro
Dra. Andrea Marcovich Padlog
Dra. Blanca Rebeca Ramírez Velázquez
(Coordinadora del volumen 5)

Revisión técnica de textos

Ana Julia Arroyo Urióstegui
Ana María Hernández López
Diseño y formación
Amada Pérez

ISBN Colección 978-607-28-0400-5

ISBN Volumen 978-607-28-1844-6
Presentación 5
Conservación del patrimonio arquitectónico
Piedad para el Patrimonio
Arquitectura funeraria en el olvido dentro del cementerio francés de La Piedad
Carlos A. Mercado Limones; Erick E. Véliz Zepeda
9
Tradición constructiva en bajareque:
componente intangible del paisaje patrimonial de Xochimilco
Guadalupe V. Díaz Ruíz; Luis F. Guerrero Baca
25
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
Un objetivo común en el diseño arquitectónico:

41
Fundamentación de una práctica desde el paradigma
del espacio arquitectónico como ambiente del ser humano
Avatar Flores Gutiérrez; Guillermo I. López Domínguez
Constructabilidad, de la industria de la construcción al currículo de arquitectura
Oscar I. Hernández Hernández
57
La arquitectura monolítica en Mesoamérica
María Fernanda López-Armenta
77
Recursos para acondicionamiento bioclimático en ciudades europeas
y la Ciudad de México del siglo XVII al final del siglo XIX
Alberto Cedeño Valdiviezo
91
Diseño, tecnología y educación
Perspectivas sobre la creatividad y el uso de materiales de estudiantes del TD de CyAD
Ingrid A. Correa Rodríguez
109
Efectos de la Realidad Alterna de un Objeto de Aprendizaje
en la percepción individual de la información de un usuario
Jorge Gil Tejeda; Lorena Olmos Pineda; José Luis Jiménez Delgado
129
La artesanía y la práctica de profesionistas de diseño en México 139
Karla S. Martínez Barrientos

Desarrollo y diseño urbano

Industrialización, desindustrialización, terciarización
y sus impactos urbanos en América Latina y México
Lisett Márquez López
155
Movilidad laboral en el borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco, Tlaxcala
Rubén M. Castillo Álvarez
169
Recolección de agua de lluvia
Propuestas para la Ciudad de México
Noé Espinoza Valdez
191
Disputa epistemológica por el territorio
La complejidad desde los abordajes de política pública y análisis espacial
Francisco J. de la Torre Galindo
209
Reseña
Conceptos y debates sobre la segregación y la disputa urbana
Francisco de la Torre Galindo; Blanca R. Ramírez Velázquez; Rafael Mora López
223
 Presentación

La reflexión crítica sobre los temas que abordan los problemas socialmente
relevantes en el ámbito del diseño es indispensable como parte del trabajo
de investigación que se realiza a través de nuestro programa de posgrado en
CyAD, además de que también resulta fundamental difundir los resultados
de esta importante actividad sustantiva, lo que a su vez nos permite comuni-
carnos con otros actores, tanto de la comunidad académica como de la so-
ciedad en general. En ese sentido, el formato digital de la Colección Investiga-
ción y diseño apunta al objetivo de llegar a un público más amplio, facilitando
el acceso a los artículos vía electrónica y, simultáneamente, que el espacio
que se les da a los autores pueda ser más generoso en comparación con pu-
blicaciones impresas que por razones de orden económico suelen acotarse.
Las 14 contribuciones que conforman el volumen 5 de la Colección
provienen de estudiantes y catedráticos de las seis líneas de la Maestría y
Doctorado en Ciencias y Artes para el Diseño, de la Maestría en Conserva-
ción y Reutilización del Patrimonio Edificado, y de la Maestría en Diseño y
Producción Editorial, así como de profesores e investigadores que abordan
estas temáticas, con el fin de reforzar la incorporación al debate de múltiples
visiones en torno a la investigación sobre el diseño.
El gran corpus teórico que abarca el estudio del diseño es el común
denominador de las contribuciones en este quinto volumen (y consecuen-
temente de las líneas de investigación de nuestros posgrados). Los trabajos
presentados se ubican en las cuatro temáticas siguientes:

• Conservación del patrimonio arquitectónico
• Teoría y enseñanza de la arquitectura y el
urbanismo
• Diseño, tecnología y educación
• Desarrollo y diseño urbano
En el primer apartado sobre la Conservación y
el patrimonio arquitectónico se presentan dos con-
tribuciones; en la primera, Carlos Mercado y Erick
Véliz dan cuenta de cómo los cementerios son sitios
no sólo de resguardo y última morada de nuestros
seres queridos, sino también se presentan como ex-
presiones culturales, materiales e inmateriales, de
singular plasticidad que conforman parte importan-
te del arte funerario. En el texto abordan el caso par-
ticular del cementerio francés de La Piedad, a tra-
vés de una breve reseña, así como las condiciones
y el estado de conservación del arte funerario que
contiene y la importancia de su valoración y conser-
vación. El siguiente texto se enfoca en el problema
de la valoración de las manifestaciones culturales
inmateriales que conforman los paisajes patrimonia-
les, concentrando el interés en la edificación a partir
del sistema constructivo de bajareque en la zona chi-
nampera de Xochimilco de la Ciudad de México. Al
respecto, Luis Guerrero y Verónica Díaz nos plantean
que el conocimiento, preservación y puesta en valor
de la edificación con este sistema constructivo per-
mitirá salvaguardar parte de la integridad del paisaje
patrimonial y generar soluciones sostenibles para la
vivienda local futura.
El siguiente apartado sobre la Teoría y ense-
ñanza de la arquitectura y el urbanismo cuenta con
cuatro textos. En el primero, Avatar Flores y Guiller-
mo López parten de una duda: ¿será posible realizar
una enseñanza del diseño arquitectónico objetiva?;
al respecto, nos plantean que la carencia de objeti-
vidad podría relacionarse con la falta de un objetivo
común a todo proyecto de diseño arquitectónico,
por ello, plantean que la relación de la arquitectura
Presentación • 6
y el ser humano puede conducir a la construcción
de una propuesta con un objetivo común basado en
la actividad humana compleja y en el concepto de
habitabilidad. En el siguiente trabajo, Oscar Hernán-
dez expone la complejidad del desarrollo de proyec-
tos arquitectónicos contemporáneos, además de
la fragmentación y especialización de la industria
de la construcción en México. Por ello, reflexiona en
torno a la formación de futuros arquitectos con un
perfil profesional que integre recursos humanos y
procesos constructivos, asimismo define los prin-
cipios, objetivos y filosofía de la constructabilidad
como una técnica que ha traído diversos beneficios
en la integración de conocimiento constructivo en
todas las fases de un proyecto. En un tercer trabajo,
María Fernanda López se enfoca en dos ejemplos de
arquitectura monolítica relevantes, Malinalco y Tetz-
cotzingo, donde se hace evidente el minucioso estu-
dio del sitio, el material y el suelo, así como la mano
de obra especializada, tanto en la ejecución como en
la planeación y diseño, asimismo las edificaciones
son muestra de las soluciones constructivas, con-
siderando la limitante geográfica y material de los
sitios, al mismo tiempo que revelan el aspecto sim-
bólico relacionado directamente con su uso.
Para cerrar este apartado, Alberto Cedeño hace
una revisión de los recursos utilizados por las prin-
cipales ciudades europeas y (la actual) Ciudad de
México durante los siglos XVII, XVIII y XIX para la pro-
tección del medio ambiente; revisión que involucra
el manejo de los desechos, la limpieza de las calles, el
cuidado y abasto del agua y el confort ambiental al in-
terior de las viviendas, así como el posterior desarro-
llo tecnológico que implicó un manejo diferente de la
energía durante siglo XIX.
En el apartado Diseño, tecnología y educación
se nos presentan tres propuestas: en la primera,
Ingrid Correa nos comparte los resultados de un
cuestionario aplicado a estudiantes del segundo
trimestre del programa de estudios del Tronco Divi-
7 • Investigación y diseño, vol. 3.
sional de CyAD, con el propósito de conocer cuáles
son sus perspectivas sobre términos y prácticas
relacionadas con el proceso creativo y el uso de ma-
teriales. Las respuestas fueron clasificadas en tres
categorías generales tomadas de las teorías sobre
la creatividad, y fueron analizadas bajo un enfoque
cualitativo para su clasificación y categorización. En
el siguiente trabajo, Jorge Gil, Lorena Olmos y José
Luis Jiménez observaron que los Objetos de Apren-
dizaje (OA), que generan realidades alternas en un
ambiente educativo, impactan positivamente en la
percepción individual de la información en los usua-
rios, así mismo permite a los estudiantes ser testigos
presenciales de los hechos, y de procesos de inte-
racción semejantes a la realidad. Adicionalmente,
estos objetos permiten la organización de una gran
cantidad de información que influye en el tiempo
de atención brindado en la relación alumno-OA. El
tercer trabajo es el resultado de una investigación
desarrollada por Karla Martínez bajo la tutoría de
Fernando Shultz Morales. La autora logró identificar
de qué manera la práctica de los profesionistas del
diseño contribuye a la continuidad y fortalecimiento
de la artesanía, a través del análisis de tres proyec-
tos representativos en México: el de Erandi Gaspar,
en el Taller Seshashi ubicado en Pátzcuaro, Michoa-
cán; el de William Spratling con artesanos orfebres
en Taxco de Alarcón, Guerrero; y el de Carla Fernán-
dez con artesanos del textil en Hueyapan, Puebla.
En el último apartado sobre Diseño y desarrollo
urbano, se nos presentan cuatro trabajos. En el pri-
mero, Lisett Márquez aborda el proceso de industria-
lización que se desarrolló entre 1930 y 1980 en Amé-
rica Latina y México, específicamente en la Ciudad
de México, mismo que se caracterizó por impulsar
un acelerado crecimiento económico, poblacional y
urbano; también nos presenta cómo la recesión de
1982 y la posterior aplicación de las políticas neoli-
berales detonaron su agotamiento y contribuyeron
al surgimiento del proceso contrario: la desindus-
trialización y el tránsito hacia la expansión de una
economía terciaria; al respecto nos menciona las
causas fundamentales, sus efectos económicos,
así como sus impactos en términos de transfor-
maciones territoriales. En la siguiente colaboración,
Rubén Castillo nos muestra las formas de movilidad
de acuerdo al perfil laboral de los trabajadores en
el borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco y analiza las
variables que la determinan, como las distancias,
los tiempos y los gastos del transporte al trabajo.
Se exponen las teorías y los procesos históricos
que explica dicho fenómeno geográfico, así como
las transformaciones territoriales, en un contexto de
globalización neoliberal y urbanización difusa. Nos
presenta también los hallazgos sobre los cambios
urbanos y rurales más significativos, así como las
formas de transición de lo rural a lo urbano y la plu-
riactividad, lo que amplía la perspectiva de la inves-
tigación territorial reciente. En el tercer texto, Noé
Espinoza aborda el gran problema de la gestión del
agua de lluvia en las ciudades debido al mayor vo-
lumen de agua de precipitación en menor tiempo,
lo que satura el drenaje. Al respecto, nos ofrece un
procedimiento con los elementos, criterios de cálculo
y las características para la construcción de un sis-
tema de captación del agua de lluvia, así como un
presupuesto de inversión para su realización, tiempo
de recuperación y costo de mantenimiento, con el
objetivo de ofrecer una propuesta que lleve a la au-
tosuficiencia hídrica en las colonias de la Ciudad de
México. En el último trabajo para cerrar el apartado,
Francisco de la Torre nos plantea que el territorio se
encuentra en una condición crítica como consecuen-
cia de un proceso epistemológico cerrado, fragmen-
tado y en disputa, que determina los sentidos y los
usos que se le otorgan, también manifiesta que des-
de las políticas públicas y el análisis espacial se ha
intentado transformar esta condición, no obstante,
sus argumentaciones dan pauta para continuar pro-
blematizando sobre cómo se produce conocimiento

del territorio, por ello, nos ofrece siete proposiciones
que abonan a este objetivo.
Para finalizar, se presenta una reseña del semi-
nario “Ciudad en disputa”, celebrado en la División de
CyAD, en la UAM Xochimilco. El documento se orga-
niza en las tres discusiones principales que tuvieron
lugar durante los debates: 1) aportes a la conceptua-
lización que se sacan de los intercambios realizados
entre los participantes; 2) pistas metodológicas que
orientaron las discusiones; 3) acercamientos entre
Presentación • 8
academia y movimientos. Las discusiones eviden-
cian la importancia que se dio a la voz colectiva y
los retos para sostener su reproducción.
De esta forma, esperamos que estas aporta-
ciones abonen a la comprensión y el debate de los
distintos aspectos y las diversas perspectivas que al
Diseño le competen.
Blanca Rebeca Ramírez Velázquez
julio de 2020
 Conservación del patrimonio arquitectónico

Piedad para el patrimonio

Arquitectura funeraria en el olvido
en el cementerio francés de La Piedad
Erick E. Véliz Zepeda, Carlos A. Mercado Limones
Maestría en Reutilización del Patrimonio Edificado, uam-x; Depto. Teoría y Análisis

Palabras clave: cementerio,

patrimonio cultural, Resumen: Los cementerios, además de restos humanos, acogen ex-
monumento y arte presiones culturales materiales e inmateriales de singular plasticidad;
funerarios, conservación. son memoriales de los vivos hacia los muertos, motivados por el amor
y el respeto; también son manifestaciones que conforman parte impor-
Keywords: cemetery, tante del arte funerario, en una aspiración por proyectar ese afecto en
cultural heritage, funerary algo tangible y perdurable. En ocasiones, esto ha convertido a las urbes
art and monuments, de los muertos en acervos de arte, que motivan a la documentación e
conservation. investigación histórica y artística; pero también son espacios propicios
para la reflexión, la relajación y el disfrute por la apreciación de sus
obras de artísticas.
En el texto, se aporta una definición de cementerio, así como al-
gunos antecedentes históricos en México, en particular del cemente-
rio francés de La Piedad; se presenta una breve reseña desde su fun-
dación hasta la actualidad, así como las condiciones y el estado de
conservación del arte funerario que contiene y la importancia de su
valoración y conservación.

Abstract: Cemeteries not only hold human remains but also uniquely
malleable expressions of material and immaterial cultural; they are me-
morials from the living to the dead, motivated by love and respect. They
are also manifestations that form an important part of funerary art, an
aspiration to project emotions into something tangible and lasting. At
Imagen: Cementerio de La Piedad. Fuente: Archivo de Erick Véliz.

times, this has turned these cities of the dead into collections of art
worthy of historical and artistic documentation and research, but they
are also spaces where their artistic works can be appreciated, enjoyed,
and reflected on.
This paper gives a definition of the cemetery and provides some his-
torical background on cemeteries in Mexico, with a focus on the French
cemetery La Piedad. A brief review is presented of this cemetery from
its creation to the present. The condition and state of conservation of
the funerary art it contains are described, and the importance of its
appreciation and preservation is examined.

Introducción
¿Qué es un panteón?
Según el Diccionario de la Real Academia Española
(2007), panteón es un monumento funerario des-
tinado al enterramiento de una o varias personas.
En México y otros países de Centroamérica, es el
nombre que comúnmente se le da a los equipa-
mientos destinados a sepulturas, por ello, la misma
academia lo describe también como sinónimo de
cementerio, vocablo proveniente del latín tardío coe-
meterium que lo define como terreno, generalmente
cercado, destinado a enterrar cadáveres. Sinónimos
de éste pueden ser camposanto, necrópolis, cam-
po mortuorio, campo fúnebre o enterratorios (RAE,
2017), esto depende de la región y contexto en el
que se encuentre; los términos tienen en común
referirse a los lugares destinados para el “descan-
so eterno” o la última morada de las personas. Los
cementerios son para depositar a los muertos, pero
concebidos por los vivos, por lo tanto, tienen una
estrecha relación con la concepción y significación
que las personas que los han creado tienen de la
vida y su vinculación con la muerte, la despedida y
la memoria a los seres queridos.
Arte funerario
El arte funerario es cualquier obra de arte que ha
sido elaborada exprofeso para ser colocada en un
repositorio de cadáveres; es importante diferenciar
éste del ajuar funerario, que de acuerdo con las
creencias o ritos mortuorios de cada grupo social
está compuesto de diversos objetos que general-
mente son colocados como parte de la vestimen-
ta o cercanos al cadáver para favorecer el paso “al
más allá”. En el ajuar funerario, se pueden encon-
trar tanto objetos duraderos como efímeros: unos
ERICK VÉLIZ, CARLOS MERCADO • 10
de uso cotidiano; otros, con una significación muy
específica y de uso restringido al campo funerario
y espiritual.
El arte y el ajuar funerario han coexistido desde
la más remota antigüedad y están presentes en casi
todas las culturas y latitudes; cada grupo humano,
con el paso del tiempo, ha desarrollado una riquísima
iconografía que tiene por finalidad comunicar la im-
portancia del finado, las cualidades que le caracteri-
zaban, el dolor que causó su partida y la esperanza de
sus deudos por ubicarlo en un lugar ideal, así como
indicar un pronto reencuentro, la reencarnación o la
resurrección, según corresponda a las creencias
de los deudos. El arte funerario se ha revestido de
una semiografía conformada por elementos vege-
tales, animales, objetos diversos y figuras humanas
en diversas posturas y actitudes, para convertirse,
alegóricamente, en símbolos que exalten la perso-
nalidad del fallecido o demuestren la pena que sus
familiares tienen por su muerte.
De esta manera, los cementerios se convierten
en galerías de arte dedicadas a la memoria, donde
la arquitectura, la escultura y la pintura convergen
con la literatura, la filosofía, la psicología y, colate-
ralmente, con el urbanismo. Los cementerios son
como pequeñas urbes destinadas a perpetuar la
manifestación de amor de los vivos por aquellos
que vivieron (Martínez, 2005).
El cementerio francés de La Piedad alberga
expresiones de arte funerario construidas o depo-
sitadas desde su establecimiento, en 1864. Actual-
mente continúa en funciones, administrado por la
Asociación Franco Mexicana, Suiza y Belga de Bene-
ficencia, I.A.P. con el nombre comercial de Funerales
Galia. Si bien cuenta con un significativo acervo cul-
tural, no existen políticas de valoración, protección,
conservación y cuidado que merece. Una parte sig-
nificativa de su patrimonio está en el abandono y en
peligro de pérdida; es necesario que se reconozca
su valor y se tomen las medidas necesarias para su
11 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
conservación, ya que de no hacerlo continuará en
riesgo de muerte y será un caso más de pérdida de
patrimonio cultural del que no quede más que una
cita bibliográfica o archivo fotográfico: un recuerdo
del recuerdo.
Los cementerios en México
Como se ha mencionado, los rituales funerarios para
la inhumación de cadáveres están presentes en las
distintas culturas del mundo desde periodos o eta-
pas líticas; la conciencia sobre la muerte y la incer-
tidumbre sobre el devenir después de ésta han pro-
piciado el desarrollo de distintos rituales, creencias
y fundamentos religiosos, por ello la deposición1 de
los cadáveres en cada lugar han tenido diversas
manifestaciones tanto tangibles como intangibles.
Para la cultura occidental, los cementerios, como
hoy se les conoce, son equipamientos de reciente
creación, pues surgieron a finales del siglo XVIII, se
generalizaron y reglamentaron a mediados del siglo
XIX y en los albores del siglo XXI están en vías de ex-
tinción. Si bien las personas no van a dejar de morir,
las creencias alrededor de la muerte y la ritualidad
se están transformando aceleradamente; por ejem-
plo, personas que se asumen como cristianas y ca-
tólicas están optando por la cremación,2 al igual que
las agnósticas o ateas. De ahí que la degradación
de los cadáveres ahora se haga en urnas cinerarias
y muchas se colocan en nichos de edificios diseña-
dos y creados exprofeso.
Morfológicamente los cementerios en México
son producto de las dos tradiciones que conforman
nuestro mestizaje cultural. Alrededor de las antiguas
culturas mesoamericanas y su concepción de la
muerte, se han entretejido muchos prejuicios por
la percepción judeocristiana del sacrificio humano,
que no ha permitido el esclarecimiento de estos
tópicos. Para la mayoría de las culturas mesoame-
ricanas, la muerte era el equilibrio de la vida y no im-
plicaba ninguna clase de pena o castigo; no existía
Conservación del patrimonio arquitectónico
en su cosmogonía ningún infierno al que pudiesen
ir después de muertos, en cambio sí consideraban
que había paraísos para aquellas personas que hu-
biesen fallecido en ciertas condiciones, ya fuesen
éstas de orden meteorológico, telúrico e ígneo o por
sacrificio. Esta última era la manera más honrosa
de morir; pensar que el sacrificio era una forma de
“pena de muerte” es concebirlo con marcos referen-
ciales europeizantes, que han buscado unívoca-
mente homogeneizar la cosmovisión judeocristiana
con la mesoamericana, tergiversando significativa-
mente los conceptos que sobre la muerte tenían las
culturas autóctonas.
En la cosmovisión judeocristiana, la muerte es
producto del pecado original y, por ello, es el ámbito
propicio para que los pecadores paguen sus faltas
en el infierno. Desde luego, también es el espacio
prometido para encontrar a Dios, sin embargo, po-
cos son lo suficientemente puros para aspirar a lo-
grarlo. Por esto, la cultura occidental considera a la
muerte una pena y la aplica como máximo castigo a
la falta social: “la pena de muerte” que para México,
en el siglo XVI, entre más dolorosa, era mejor.
En cambio, en las culturas mesoamericanas, la
muerte no se consideraba producto de alguna falta
humana o divina, se moría porque se había vivido y
con la muerte el ser regresaba a un estado límbico,
semejante al que había tenido antes de nacer. Des-
de luego, las personas lamentaban el fallecimiento de
un ser querido, pero no consideraban que esto les
1. Acción de deponer. Deponer del lat. deponěre. […] 4. tr.
bajar o quitar algo del lugar en que está. 7. tr. desus.
Poner o depositar. Diccionario rae, en https://dle.rae.
es/?id=CF8JawM
2. Por la reconsideración de la Iglesia católica al concepto de
resurrección, al establecer que los seres humanos deben
preservar su espíritu y no su cuerpo, ratificándolo en el
decreto emitido por el Papa Paulo VI el 5 de junio de 1967,
que permite la cremación.

deparase destinos funestos o penosos. Con el sa-
crificio, se ofrendaba la vida, porque era lo más pre-
ciado que tenían y, por extraño que hoy parezca, en
la cosmovisión mesoamericana el sacrificado, para
serlo, tenía que ser meritorio de ello.
Las personas, generalmente fallecían por muer-
te natural y, en la mayoría de las costumbres fune-
rarias mesoamericanas, en una primera fase, ente-
rraban a sus deudos envueltos en un petate (estera
de paja) en el interior del ámbito hogareño; al pasar
entre 7 y 9 años, en una segunda fase, los desente-
rraban y los restos óseos se colocaban en urnas de
piedra o barro para reubicarlos en nichos o para en-
terrarlos en lugares especiales, donde habitualmente
reunían a todos los ancestros. No se acostumbraba
elegir tumbas o algún monumento funerario. 3
En el siglo XVI, con la imposición de la religión
cristiana, los entierros dentro de las casas fueron
prohibidos, y fue obligatorio que éstos se efectuaran
en “tierra bendecida”, bajo dominio y supervisión de
la autoridad eclesiástica, forzando a que las perso-
nas fueran enterradas en los atrios de las iglesias o
en los campos santos;4 esta acción conllevó a que
la “cristiana sepultura” fuese selectiva y se negase
a aquellas personas non gratas a la iglesia, como
los indígenas que renegaban de la religión cristia-
na o a quienes los curas y autoridades considera-
ban brujos o hechiceros, muchos de ellos simples
curanderos, a los homosexuales, a las disolutas o
prostitutas y a los suicidas; también, a aquellos mi-
grantes españoles cuyo origen se sospechaba ju-
dío o musulmán. Las lápidas y los túmulos de tierra
fueron el “monumento funerario” más habitual para
señalar el lugar de deposición de los difuntos.
En una sociedad de castas, el rango social tuvo
un importante papel dentro de las costumbres fu-
nerarias virreinales, pues los españoles impusieron
como suyo el derecho exclusivo a ser enterrados
dentro de las iglesias y ocuparon para este efecto
los pisos y algunos puntos en los muros de acuerdo
ERICK VÉLIZ, CARLOS MERCADO • 12
con el estatus económico, el género, sacramentos
recibidos y valores teologales como la caridad de-
mostrada en vida o la virginidad, entre otros (Mar-
tínez, 2005). El cumplimiento de ciertos requisitos
definía el espacio por ocupar dentro del templo
al ser sepultado, en cambio a las castas oscuras
(mestizos, indígenas y negros) se les inhumaba en
los atrios y campos santos, sin importar lo virtuosos
que habrían sido.
Los atrios de los templos y exconventos, que
ahora vemos como superficies planas, algunas
veces ajardinadas y arboladas, a finales del siglo
XVIII contaban con túmulos, lápidas, columbarios
y, ocasionalmente, algunos catafalcos, que fueron
paulatinamente removidos en el siglo XIX, con la
consolidación de los primeros cementerios que
continuaron siendo regidos y administrados por la
Iglesia Católica.
El rápido incremento de la población, propiciado
por la constante migración de españoles peninsula-
res a las tierras virreinales, provocó que los templos y
atrios resultasen insuficientes y que los entierros se
aglomerasen en santuarios afamados o concurridos;
en algunas ocasiones, condiciones inconvenientes
de humedad en los templos y un deficiente sellado
de las sepulturas originaron enfermedades que se
convirtieron en un problema de salud pública. Esta
situación, aunada a las ideas sanitarias de la Ilustra-
ción, promovieron hacia finales del virreinato, cam-
bios en las costumbres de inhumación, suscitando
la creación de cementerios en predios ubicados al
exterior de los centros urbanos.
3. Siempre hay excepciones como Quiahuiztlán en Veracruz,
algunas tumbas zapotecas y el caso de Palenque.
4. Los campos santos se localizaban en ámbitos rurales
apartados de los núcleos poblacionales; eran espacios
delimitados por un muro o tecorral, que en el interior solían
contar con una capilla, en muchas ocasiones la capilla
también era usada como capilla de visita (habitual de
la comunidad con oficio de un fraile o sacerdote de una
comunidad próxima), ahí se depositaban los cadáveres de
las habitantes de la localidad.
13 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
A inicios del siglo XIX, los incipientes cemente-
rios –por costumbre– continuaban conformados
por túmulos de tierra, lapidas y columbarios, seme-
jantes a los que otrora se ponían en los atrios. Ante
la imposibilidad de recuperar algunos cuerpos del
interior de las iglesias en muchos cementerios se
colocaron cenotafios5 como una manera de dar ini-
cio y continuidad a la deposición de cadáveres de un
núcleo familiar.
Liberados de la estrechez de los atrios y de la
severidad expresiva que los templos imponían, los
monumentos funerarios en los cementerios paula-
tinamente desarrollaron formalizaciones plásticas
singulares; el romanticismo y el eclecticismo his-
6
toricista del siglo XIX, coadyuvaron para desarrollar
diversas tipologías arquitectónicas funerarias, ade-
más de catafalcos: cenotafios, baldaquinos, mau-
soleos, panteones y criptas-capillas, adornadas con
iconográficas y expresiones alegóricas de tradición
clásica grecolatina, pero resignificadas en el catoli-
cismo. Con ello, esculturas y monumentos de már-
mol, granito y otras canteras finas, así como arte-
factos en bronce y hierro, mostraron iconos florales
y objetuales acompañados de ángeles, querubines y
tronos; también, cristos, vírgenes, dolientes y otras
alegorías que recordaban lo efímero de la vida, la
esperanza en la resurrección y la eternidad en el
paraíso. Además de exaltar la memoria, que de los
difuntos se narraba.
Poco a poco, familias de alto poder adquisitivo
fueron solicitando por catálogo, a empresas euro-
peas dedicadas al ramo, monumentos funerarios
completos o piezas escultóricas para ornamentar
las tumbas o criptas de sus linajes.
Motivados por el establecimiento de esculto-
res provenientes de Europa, artistas mexicanos, en
colaboración con algunos arquitectos renombrados
de la época, desarrollaron en las urbes más impor-
tantes del país proyectos de cementerios y monu-
mentos funerarios de significativa presencia: el arte
funerario en México tuvo sus momentos de mayor
expresión en las dos últimas décadas del siglo XIX y
Conservación del patrimonio arquitectónico
la primera del siglo XX.
En cuanto a las costumbres funerarias, durante
el periodo virreinal, la legislación decretaba que los
funerales se realizaran dentro de los preceptos de la
liturgia católica, que consistía en la velación de los
cuerpos expuestos en la capilla ardiente para des-
pués iniciar las exequias y llevar al fallecido desde
su casa al punto de entierro: un atrio, un templo o un
camposanto, todos ellos administrados por la Iglesia.
Hacia 1859, con la promulgación de la Ley de Secula-
rización de los Cementerios, como parte de las Leyes
de Reforma y la separación de la Iglesia y el Estado
decretada por el presidente Benito Juárez, surgieron
cambios significativos en la administración de los
cementerios y campos santos y, con ello, la modifi-
cación de las costumbres de despedida e inhuma-
ción de los difuntos. Al convertirse los cementerios
en equipamientos civiles, la ley de 1859 derogó toda
imposición discriminatoria impuesta por la jerar-
quía católica y abrió las puertas a todos y liberó a
las exequias de cualquier exigencia ritual; a partir de
5. Cenotafio significa “tumba vacía”: es un monumento
funerario que carece de cadáver y es erigido en honor de
una persona o grupo de personas para los que se desea
guardar una memoria especial. Se trata de una edificación
simbólica.
6. Romanticismo, movimiento literario que se inició a finales
del siglo XVIII (ca. 1770) en Alemania, que se dispersó
y cultivó por toda Europa hasta fines del siglo XIX y que
continúa ejerciendo su influencia hasta la actualidad. Este
movimiento se opuso al expansivo capitalismo industrial
y al racionalismo ilustrado. Entre sus características
principales se encuentran la constante presencia de temas
preindustriales como la naturaleza, los mitos grecolatinos
y medievales. También se caracterizaba por la búsqueda
constante de la originalidad como una forma de contrapo-
nerse a la profesionalización del artista y de la conversión
de la obra de arte en una mercancía, dado que los escri-
tores profesionales se servían de técnicas de escrituras
genéricas, efectivas en el mercado. Además se caracteri-
zaba por concebir al artista como un intermediario entre lo
trascendental y lo inmanente; el artista sólo escribía por la
inspiración y como una forma de oponerse al profesiona-
lismo en la escritura.

esta fecha, ya no fueron excluidos los ateos, los pro-
testantes, los suicidas o las personas con cualquier
otra cualidad, por ello, en México, no hay cemente-
rios para disidentes como sucede en el resto del
7
área iberoamericana. Cierto es que en la actualidad
hay cementerios para judíos, protestantes, ingleses,
alemanes, españoles, pero si bien están considera-
dos cementerios civiles, en realidad son institucio-
nes privadas que se han autoexcluido y no han sido
forzados por el Estado en su segregación.
En 1896, el empresario Eusebio Gayosso intro-
dujo variantes en las costumbres de las honras fúne-
bres, al ofertar “salas de velación” en las edificaciones
de su agencia de inhumaciones. Esta variante, que
procede de Estados Unidos, consistió en convertir
los rituales de velatorio en un servicio, que ofrece
amplios espacios acondicionados con el mobiliario
necesario y suficiente para tal cometido, brindando
comodidad a los familiares y amigos de los difuntos
que lo acompañan en la velación tradicional y presen-
tar sus condolencias a los deudos.
Las familias protestantes fueron las que acepta-
ron inicialmente los servicios ofrecidos, sin embargo,
poco a poco, las católicas y las de clase social me-
dia y alta (europeos y criollos) aceptaron el servicio
ofertado, pues con ello evitaron modificar sus hoga-
res para la velación de sus parientes. A mediados
del siglo XX, la vigilia fúnebre en ámbitos externos de
los hogares era ya una costumbre arraigada en la
clase alta y media de la Ciudad de México, pues en
estas familias, aun siendo católicas, la velación se
limitaba a una ceremonia de una noche; en cambio,
para grupos sociales más cercanos a tradiciones
populares, pervive en la actualidad la tradición de
velar a los muertos en los hogares para poder ten-
der y levantar la cruz de cal, trascurrido el novenario
correspondiente. No obstante, la convivencia de es-
tos rituales de velación, con la ya señalada de la re-
consideración de la Iglesia Católica del concepto de
ERICK VÉLIZ, CARLOS MERCADO • 14
resurrección, que estableció que los seres humanos
deben preservar su espíritu y no su cuerpo (Martí-
nez, 2005), la cremación desde entonces ha crecido
exponencialmente, hoy en día, la incineración está
modificando aceleradamente la utilidad de los ce-
menterios y, por lo tanto, la conservación de éstos
como forma de ver la vida.
En la década de los ochenta (del siglo xx), algu-
nos empresarios vieron en la cremación una expec-
tativa económica favorable y promovieron la crea-
ción de cementerios cinerarios verticales, siendo
Mausoleos del Ángel uno de los primeros; al mismo
tiempo, otros empresarios inspirados en tendencias
estadounidenses desarrollaron a las afueras del área
metropolitana el concepto de cementerio jardín, el
cual consistió en un diseño paisajístico donde peque-
ñas placas indicaban el lugar de entierro o depósito
de urnas cinerarias; esta propuesta no ha sido muy
afortunada y los cementerios-jardín han frenado su
desarrollo.
Los edificios cinerarios están tomando rele-
vancia; Criptas Guadalupanas y la torre de Gayosso
en la calle de Sullivan son ejemplo de la demanda
de nichos ubicados en los múltiples muros que
conforman los pisos de estos edificios, así, nueva-
mente los muros se utilizan para la “inhumación”
de los cuerpos, pasando a un nuevo concepto de
deposición de los fallecidos, de las exequias y de
las visitas a los nichos para recordarlos, generando
otro tipo de cementerios y llevando al deterioro los
panteones existentes al reducir significativamente
su uso.
7. Con el término de Cementerios para Disidentes son
nombrados los cementerios que en Sudamérica se cons-
truyeron exprofeso para enterrar a judíos, moros, ateos,
protestantes, suicidas e incluso recién nacidos que no
hubiesen sido bautizados; también aquellos que fuesen
considerados herejes, apostatas.
15 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Reseña histórica del cementerio
francés de La Piedad
El cementerio se ubica en la avenida Cuauhtémoc
408, entre el viaducto Miguel Alemán y la calle de
Baja California en la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciu-
dad de México; fue uno de los primeros establecidos
en México después de la entrada en vigor de la Ley
de Secularización de los Cementerios en 1859; la
importancia del hecho radica en que éste se fundó
como un equipamiento civil; no obstante, su nomen-
clatura parece tener una advocación religiosa, pues
hace alusión a su localización en la rivera de lo que
fue el río de La Piedad. El cementerio inicio inhuma-
ciones en 1864 durante el imperio de Maximiliano
de Habsburgo, aunque se inauguró en 1872 por Be-
nito Juárez.
Los terrenos que lo conforman (El Ahuehue-
te y de En medio) fueron comprados en remate, al
Ayuntamiento, por doña Josefa Arturo de Brates en
1823; la venta se realizó con la condición de que lle-
gase a un acuerdo con los vecinos del pueblo de La
Piedad para dejarles una servidumbre de paso. Así,
el 9 de octubre de 1823 los vecinos tomaron pose-
sión del terreno de En Medio para el uso vecinal; 33
años después, en 1856, el gobernador del Distrito
Federal, José María Castillo Velasco fraccionó el te-
rreno, repartiéndolo entre vecinos del pueblo. Para
1864, Juan Lucas Ulises Deschamps, presidente de
la Sociedad Francesa de Previsión, previa consulta
con el prefecto civil de la Ciudad de México e inspec-
ciones realizadas por el Consejo de Salubridad y el
arquitecto de la ciudad, compra los terrenos con la
intención de convertirlo en el cementerio de la aso-
ciación, debido al interés de la comunidad francesa
en México, por contar con un espacio para sepultar
8
a sus muertos como ya lo hacían los ingleses y los
estadounidenses. En enero de 1872, el gobernador
del Distrito Federal, Tiburcio Montiel, concedió per-
miso a Juan Etcharden, presidente del Comité de
Beneficencia de la Sociedad Francesa en México,
Conservación del patrimonio arquitectónico
para continuar con el establecimiento del cemen-
terio francés, siguiendo las leyes establecidas y
con su respectiva contribución al registro civil. En
1876, Enrique Dupèrou, en su cargo de presidente
de la entonces Sociedad de Beneficencia y Previsión,
Franco, Suiza y Belga (SFSB), logró la adquisición de
un terreno contiguo para su anexión al ya existente
(Herrera, 2013: 183-193).
En el año 1877, el gobierno de la ciudad informó
a la Sociedad sobre la requisición de 25% de la suma
que recibía para atribuirlo a la sección del estado ci-
vil. El cementerio, que hasta ese momento sólo ad-
mitía sepulturas de franceses, suizos y belgas, en
gesto amistoso con México, permitió la admisión
de ciudadanos mexicanos que solicitaban sus ser-
vicios; además, se comprometieron a destinar parte
de sus cobros para ayudar al Hospital de Caridad de
la Rivera de San Cosme. Para 1890, se construyó la
capilla del Sagrado Corazón realizada por el arqui-
tecto francés Emilio Desormes, esta obra remata la
calle principal del cementerio.
A partir de la última década del siglo XIX y du-
rante el inicio del siglo XX, el cementerio creció y
aumentaron la cantidad de monumentos funerarios
pertenecientes a la élite porfirista; familias promi-
nentes de la época, tanto de mexicanos como de ex-
tranjeros establecidos en México, mandaron cons-
truir obras de significativa importancia (Figura 1).
Ante la demanda de lotes, en abril de 1902, la
SFSB compró el terreno denominado Tierras nuevas
colindante al poniente. En octubre de 1903, adquirió
otra fracción de terreno de 8 707 m2, y posteriormen-
te, en ese mismo año, anexó una más de 894 m2 para
8. La comunidad francesa a mediados del siglo XIX, después
de terminada la guerra franco-mexicana aumentó su
número en nuestro país.

Capilla del Sagrado Corazón, obra de Emilio Desor-
FIGURA 1.
mes. Fuente: Archivo de Ethel Herrera.
el mismo fin. En 1917, José Signoret presidente de
la SFSB hizo la compra de un terreno de 5 338 m2.
En 1920, se erigió el monumento a la memo-
ria de los franceses de México, muertos durante la
Primera Guerra Mundial. La demanda de lotes con-
tinuo en aumento, por ello, siguieron expandiéndo-
se con la compra de otro terreno de 12 044 m2. En
1921, adquirieron dos más; uno de 3 603 m2 y otro
de 3 933 m . En 1922, sumaron otro: de 338 m para
2 2
concluir su expansión en 1938, con un último predio
de 120 m2, dando un total de 105 391.05 m2 (Herre-
ra, 2013: 197) (Figura 2).
Según Aguste Génin, en su obra Les Français au
Mexique du XVI e siècle à nos jours (Los franceses en
México desde el siglo XVI hasta la actualidad) publi-
cada en París en 1933, el cementerio francés de La
Piedad era el más bello de México y uno de los me-
ERICK VÉLIZ, CARLOS MERCADO • 16
FIGURA 2.Monumento en memoria de los franceses de Mé-
xico, muertos durante la Primera Guerra Mundial. Fuente:
Archivo de Ethel Herrera.
jores del continente, debido a sus monumentos que
causaban admiración a los visitantes por su lujo y
buen gusto.
En 1940, el cementerio fue clausurado al servi-
cio funerario, ya que no contaba con espacios para
sepulturas, por lo que la SFSB decide establecer el
cementerio francés de San Joaquín en la actual al-
caldía Miguel Hidalgo. No obstante, en 1984, des-
pués de algunas obras de adaptación en algunos
andadores y la construcción de un columbario en
el muro de colindancia suroeste, la SFSB reinició la
venta de algunos espacios de sepultura. Se maneja
con el nombre comercial de Funerales Galia, que ad-
ministra ambos cementerios y continúa ofreciendo
servicios funerarios a sus socios y dueños; cuenta
con servicio de seguridad privada y acceso contro-
lado que evita el ingreso de curiosos; sin embar-
17 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
go, funerales Galia no ha establecido políticas de
conservación que conlleven un plan de manteni-
miento de los monumentos funerarios, esculturas
y otras piezas de arte funerario que conforman su
acervo; tampoco ha planteado tener un programa
de conservación de los elementos vegetales que
hasta ahora han crecido dentro de los cemente-
rios y que conforman el paisaje de éstos (Herrera,
2013: 201).
Esta situación reviste particular importancia
para el cementerio de La Piedad, pues un número
significativo de sus monumentos, al día de hoy, tie-
nen más de 100 años de existencia; y actualmente
las personas que los mandaron construir y la des-
cendencia han mostrado desapego y lejanía. Si bien
algunos monumentos conservan los apellidos, los
familiares vivos no se asumen o reconocen como
allegados de los difuntos; esto crea una zanja que
repercute en la conservación de las tumbas y ca-
pillas, además está la situación de que en algunos
casos ya no hay descendientes y algunos monu-
mentos no tienen propietarios que se puedan res-
ponsabilizar de ellos (Figuras 3-6).
La importancia del cementerio francés
de La Piedad y su conservación
Los cementerios al resguardar los restos humanos,
en esencia resguardan el afecto, el aprecio y la me-
moria de las personas que ahí yacen; este cariño
se materializa en monumentos funerarios que sin
importar su dimensión reflejan la cosmovisión, las
creencias y las convicciones de los deudos, que se
convierten en ritos y tradiciones emanadas de la
identidad de las comunidades que los conforman.
La relevancia de los cementerio no radica en una
sola cualidad, sino en un cúmulo de ellas que los
hacen lugares únicos, ricos en expresiones y patri-
monio cultural.
En el cementerio francés de La Piedad, conver-
ge la historia, el arte funerario y la arquitectura, ade-
Conservación del patrimonio arquitectónico
rezados de iconografías y vegetación que le dan un
carácter peculiar. En este cementerio se encuentran
monumentos de los siglos XIX y XX, muchos de ellos
construidos por connotados arquitectos y artistas
de esa época, amalgamando diversas corrientes es-
tilísticas y expresiones funerarias. Ejemplo de ello
es la capilla del Sagrado Corazón, la cual data del
siglo XIX, diseñada en estilo neogótico. Está com-
puesta por sillares de cantería y presenta en sus
fachadas tres calles: la central con la portada y las
laterales que contienen las torres, obra del francés
Emilio Desormes. Destacan sus vitrales emploma-
dos firmados en París y su techumbre de dos aguas
con cubierta de lámina de zinc, material ahora esca-
so en edificios de México.
Observamos por todo el cementerio piezas de
escultura y pintura que aportan a la arquitectura ico-
nografía que habla de la trascendencia de la vida y de
la muerte, a través de obras que dan rienda suelta a
corrientes ecléctico-historicistas como el neogótico,
neoclásico, neorrenacentista, neobarroco o naciona-
lista; además algunas clasificables como neoegip-
cias y neoindigenistas. En este cementerio francés
hay tumbas representativas del art nouveau y déco,
así como otras expresiones de arquitectura moderna
y popular de la segunda mitad del siglo XX. En resu-
men, contiene una diversidad de monumentos que
lo hacen meritorio de reconocimiento como recinto
de significativo valor cultural.
La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Ar-
queológicas, Artísticas e Históricas (1972) a pesar
de no referirse específicamente a los cementerios,
menciona lo siguiente:
Art. 40. Zona de monumentos artísticos, el área que
comprende varios monumentos artísticos asociados
entre sí con espacios abiertos, elementos topográfi-
cos, cuyo conjunto revista valor estético relevante.
 ERICK VÉLIZ, CARLOS MERCADO • 18

FIGURAS 3-6.Imágenes de tumbas en el Cementerio Francés

de La Piedad. Fuente: Archivo de Ethel Herrera.
19 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Art. 41. Zona de monumentos históricos es el área que
comprende varios monumentos históricos relaciona-
dos a un suceso nacional o a la que se encuentre vin-
culada a hechos pretéritos de relevancia para el país.
Acerca del patrimonio, en particular los cementerios,
la declaración del ICOMOS Mexicano (Cuernavaca,
1985) menciona a los cementerios como sitios pa-
trimoniales de particular atención:
El patrimonio monumental incluye necesariamente
los sitios entre los cuales merecen particular aten-
ción los cementerios por su condición peculiar en la
tradición de los valores de la comunidad.
Lo que se reafirma y amplia en la Carta Internacio-
nal de Morelia (2005), que fortalece conceptualmen-
te el valor patrimonial de los cementerios y al arte
funerario:
Los sitios, porque forman paisajes y equipamientos
urbanos donde la arquitectura y el arte funerario
constituyen conjuntos, necrópolis, cementerios, y
otras manifestaciones similares, en ubicaciones con
mayor o menor significado urbanístico respecto al te-
rritorio donde se encuentran.
Los monumentos, conjuntos, y elementos arqui-
tectónicos (abiertos, cubiertos o subterráneos, públi-
cos o privados), la vegetación, asociada a los objetos
culturales y artísticos ahí ubicados, porque forman,
géneros y tipos reconocibles por las culturas, y las
épocas que fueron concebidos y materializados y uti-
lizados al ser incorporados imágenes, signos, y sím-
bolos de identidad y otros atributos estrechamente li-
gados a los valores de las sociedades que los crearon
y porque alcanzan dimensiones, rituales, estéticas o
expresiones verdaderamente notables.9
Por ser de origen decimonónico, además del valor
patrimonial presente en la estética de las obras ar-
quitectónicas y artísticas que alberga, el cemente-
rio francés de La Piedad también está ligado a un
Conservación del patrimonio arquitectónico
valor histórico de significativa relevancia, pues en
él yacen los restos de personas destacadas en la
historia y cultura del país. Aquí no sólo se encuen-
tran militares que participaron en la guerra franco-
mexicana, sino también criptas de familias de la
élite porfirista como los Escandón y Arango, Escan-
dón y Barrón, Martínez del Río, Torres Adalid, Rincón
Gallardo, así como los restos de otras personas im-
portantes en diversos ámbitos de la vida nacional. A
continuación se mencion algunos de ellos.
Del ámbito político, se encontraban las tumbas
de los expresidentes Francisco I. Madero y Emilio
Portes Gil; el primero fue trasladado, posteriormente,
al Monumento de la Revolución. De la familia Made-
ro, también existen los restos de Sara Pérez viuda
de Madero y Emilio Madero, empresario, militar y
político. José María Pino Suárez abogado y poeta,
vicepresidente de México en el periodo de Francisco
I. Madero. Juan A. Mateos, abogado y novelista, se-
cretario de la Suprema Corte de Justicia en periodos
del presidente Juárez. Benjamín Hill, militar, partici-
pante del Plan de Agua Prieta y Secretario de guerra
y Marina en el periodo del presidente Obregón. Ig-
nacio Mejía, ministro de Guerra, quien intervino en
el proceso contra Maximiliano, negándole el indulto.
Francisco Z. Mena, ministro de Comunicaciones,
Obras Públicas, de Guerra y Marina; representante
diplomático del presidente Díaz. Luis Mier y de Terán,
militar en la Guerra de Reforma y en la intervención
francesa. José Manuel Puig Casauranc, escritor, polí-
tico y doctor en medicina, diputado, senador, secreta-
rio de Educación, de Industria, de Comercio y Traba-
jo, Relaciones Exteriores y embajador. Jesús Reyes
Heroles, abogado, político y escritor, secretario de
9. Esto se comentó en el V Congreso de la Red Iberoameri-
cana de Valoración y Gestión de Cementerios Patrimonia-
les, Ciudad de México y Morelia Michoacán, 2005.

Gobernación y de Educación Pública. Manuel Rome-
ro Rubio, abogado, senador, ministro de Relaciones
Exteriores y de Gobernación, padre de doña Carmelita,
esposa de Porfirio Díaz. Pedro Santacilia, secretario
particular de Benito Juárez y abuelo del arquitecto
Carlos Obregón Santacilia, aquí también yace Manue-
la Juárez de Santacilia, hija de Benito Juárez.
Del ámbito de las ciencias y las artes, el cemen-
terio alberga los restos de Tiburcio Sánchez Barque-
ra, pintor retratista de personalidades como Benito
Juárez y Porfirio Díaz. José Revueltas, escritor. Mi-
guel Ángel de Quevedo, ingeniero, autor del templo
de Nuestra Señora de Guadalupe conocido como el
Buen Tono. Carlos J. Meneses, músico fundador de
la Orquesta Sinfónica Nacional del Conservatorio Na-
cional de Música. Eduardo Marcelo y Arbeu, arqui-
tecto, colaborador de Emile Bernard en el proyecto
del Palacio Legislativo. Carlos Lazo, arquitecto, se-
cretario de Bienes Nacionales, consejero de la pre-
sidencia y gerente general del proyecto de Ciudad
Universitaria. Marte M. Gómez presidente del primer
Comité Olímpico Mexicano y primer representante
de México ante el Comité Olímpico Internacional.
José Justo Gómez de la Cortina, gobernador de la
Ciudad de México, ministro de Hacienda y fundador
del Instituto de Geografía y Estadística. Aguste Ge-
nin, escritor y empresario, impulsor de las relaciones
México-Francia. Joaquín Clausell pintor y abogado
exponente del expresionismo francés en México. Ca-
simiro Castro, dibujante y litógrafo autor de más de
35 litografías de la Ciudad de México. Ricardo Cas-
tro, compositor, director del Conservatorio Nacional
de Música en 1907. Thomas Braniff, ingeniero de
Nueva York, banquero y empresario, constructor del
ferrocarril de México a Veracruz. Antonio M. Anza,
arquitecto e ingeniero diseñador de los pabellones
de México en la Exposición Universal de París en
1889 y quien concluyó la penitenciaria de Lecumbe-
rri en la Ciudad de México. Manuel Francisco Álvarez,
ERICK VÉLIZ, CARLOS MERCADO • 20
arquitecto e ingeniero civil, regidor de la Ciudad de
México, presidente de la Asociación de Ingenieros y
Arquitectos. Félix F. Palaviccini, ingeniero, periodista
y escritor fundador del periódico El Universal.
Tambien se encuentran los restos de empresa-
rios como Ignacio Torres Adalid, del ámbito pulque-
ro y benefactor de hospitales y sanatorios. Juana
Rivas de Torres, hermana de Antonio Rivas Mercado,
autor de la Columna de la Independencia y quien le
construyó su capilla. Clemente Jaques, empresario
de origen francés, fundador de la fábrica de conser-
vas que lleva su nombre. Eussebio Gayosso, empre-
sario, fundador de la agencia de inhumaciones que
lleva su nombre y que introdujo el concepto de vela-
torio en México (Herrera, 2013).
Como vemos, los cementerios son equipamien-
tos trascedentes de las comunidades, en ellos son
depositados los restos de las personas que les han
dado sentido y continuidad, por ello, no sólo reúnen a
estas personalidades, sino también los monumen-
tos que se hacen para conmemorarlos, convirtién-
dose en conjuntos de significativo valor cultural,
histórico y social.
Problemas de su conservación
La Carta Internacional de Venecia (1964) en su Artícu-
lo 4 señala lo siguiente: La conservación de los monu-
mentos impone en primer lugar un cuidado permanente
de los mismos. Efectivamente, el mantenimiento es
la primera y más eficaz actividad conservativa, sin
embargo, en la mayoría de los cementerios ésta no
se cumple; aunque muchas personas ponen gran
empeño en la construcción de una tumba después
de haber depositado a alguno de sus familiares en
una fosa, con el trascurso del tiempo van aminoran-
do el esfuerzo, hasta el punto que –en algunas oca-
siones– el cuidado de las tumbas llega a ser nulo.
21 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Al realizarse los sepulcros a cielo abierto, se
encuentran totalmente expuestos al deterioro y
sucedáneo daño que la intemperie impone. Tener
tumbas en buenas condiciones de conservación
implica darle un mantenimiento continuo, pero sea
por negligencia o sea porque ya no hay personas
que se identifiquen como familiares cercanos a los
difuntos que ahí yacen, muchas túmulos o capillas
funerarias dejan de recibir cuidados y mantenimien-
to. A pesar este descuido, numerosos monumentos
funerarios de finales del siglo XIX y principios del XX,
por la excelente calidad de los materiales y mano de
obra con que fueron hechos, aún permanecen. Hay
que hacer hincapié que éstos suelen ser los que tie-
nen más ornamentados con esculturas y piezas en
relieve con elementos iconográficos y alegóricos.
Esta situación plantea uno de los problemas más
significativos de la conservación de los cemente-
rios, sean públicos o privados; pues habitualmente
las tumbas más importantes, por su diseño o por las
personas que ahí están inhumadas o por ambas
condiciones, han dejado de recibir atención y man-
tenimiento, pues no hay familiares o custodios de
estos monumentos. Como estos sepulcros son pri-
vados, las administraciones de los cementerios –de
cualquier índole– se han desentendido de ellos y
han dejado que éstos se deterioren progresivamen-
te, esperando en muchas ocasiones que colapsen
para poder disponer del lote en el que se erigen. Otro
muy distinto es el caso de las tumbas que son vi-
sitadas y atendidas por los deudos, pero éstos son
morosos con las contribuciones al mantenimiento
de los cementerios.
Un problema más, especialmente en los ce-
menterios públicos, es la escasez de recursos y el
desprestigio que socialmente adquieren sus tra-
bajadores, ya que se pide a éstos que mantengan
operativo el equipamiento con muy pocos recursos
y sueldos muy bajos; además, es un trabajo que es-
tigmatiza a quien lo ejerce, pues en la mayoría de los
casos todos los operarios, sin importar funciones o
Conservación del patrimonio arquitectónico
rangos, coloquialmente son considerados como
“sepultureros”, provocando que poca gente se inte-
rese en desarrollar la labor que un equipamiento así
requiere (Figuras 7-12).
Es necesario que la conservación de los ce-
menterios inicie con el planteamiento de someter-
los a procesos de conocimiento y valoración para
que sus usuarios (trabajadores, familiares de difun-
tos, visitantes y vecinos) los vean como espacios
culturalmente relevantes. No obstante la importan-
cia que cada cementerio tenga en su comunidad,
por la significación del patrimonio arquitectónico y
artístico que contenga o la trascendencia histórica
de las personas que ahí yacen, todos deberían so-
meterse a procesos de valoración, que las comuni-
dades reconozcan los valores culturales de éstos y
la capacidad de los mismos para sustentar progra-
mas que vayan más allá de la simple deposición de
cadáveres.
Los cementerios enfrentan múltiples factores
que impactan directa o indirectamente su conser-
vación; la solución de estas problemáticas requiere
de diversas acciones: desde mejorar su situación de
seguridad hasta la instauración de planes de manejo
que reorienten las administraciones de los mismos,
para realizar en ellos actividades comunitarias, que
puedan convertirlos en museos de sitios, foros cul-
turales dispuestos para la creación de diversas ar-
tes escénicas o espacios turísticos contenedores de
tradiciones populares, sin menoscabo ni detrimen-
to de su cometido original: la deposición de restos
humanos.
El cementerio francés de La Piedad con su ac-
tual política de puertas cerradas y “exclusividad” lo
único que está logrando es dejar de percibir recur-
sos que le permitirían mantener adecuadamente los
monumentos que contiene y, además, ser rentable
 ERICK VÉLIZ, CARLOS MERCADO • 22

FIGURAS 7-12. Imágenes que muestran daños

y deterioros en algunas de las tumbas del
cementerio. El establecimiento de políticas de
conservación coadyuvaría a su restauración y
conservación. Fuente: Archivo de Erick E. Veliz.
23 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
para la SFSB. Experiencias como la del Cementerio
de San Pedro de Medellín, Colombia 10
confirman
que el servicio funerario puede convivir con la fun-
ción de museo y espacio cultural, así como brindar
esparcimiento y difundir la cultura a la población,
mejorar las condiciones de seguridad dentro y fuera
del mismo o que revitalicen el barrio donde se lo-
caliza. Una de las actividades más productivas de
este cementerio son los recorridos nocturnos que
se realizan una vez al mes y los nombran “Noches
de luna llena”; éstos no son gratuitos, pues la gente
paga para ser conducido por guías que muestran
los monumentos, destacando sus cualidades ar-
quitectónicas y aportando datos relevantes sobre
las personas que ahí están enterradas. En cada
ocasión, el recorrido es diferente, ya que los guías
van vinculando y modificando la visita por temas:
por estilos arquitectónicos de diversas épocas o per-
sonas ilustres vinculadas a algún hechos histórico
específico; este trabajo ha sido tan relevante, que el
cementerio figura en las guías turísticas colombia-
nas y la empresa Cementerio San Pedro ha crecido
exponencialmente.
Conclusiones
Los cementerios desde su origen han sido conside-
rados equipamientos orientados a la preservación
de la salud pública, empero este cometido, por
su trascendencia social, al vincular la vida con la
muerte, también los han convertido en acervos que
preservan tradiciones materiales e inmateriales de
profundo arraigo cultural. Debido a importantes
cambios en las costumbres de deposición de ca-
dáveres, los cementerios son menos usados. Esta
situación pone en riesgo las obras arquitectónicas
y artísticas que resguardan. A pesar del valor cultu-
ral y la relevancia que tienen por albergar los restos
Conservación del patrimonio arquitectónico
humanos de personas importantes en la historia de
las comunidades donde se localizan, no han sido
considerados para tener alguna protección legal que
los preserve, por ello, es importante proponer alter-
nativas de uso, que consideren los valores que los
caracterizan, para desarrollar planes de manejo que
permitan su conservación y utilidad futura.
Es significativo que el cementerio francés de La
Piedad (1872) haya sido el primero en establecerse
como cementerio civil, pues su fundación se reali-
zó estando vigentes las Leyes de Reforma (Ley de
Secularización de Cementerios, 1859) y no obstante
su carácter civil, se fundase como una institución
privada que se apegó a la condición de no vincular-
se a ninguna agrupación religiosa. Por su trayec-
toria histórica, resguarda los restos humanos de
personas de notable importancia en la historia de la
urbe y el país. Ha sido un espacio de vínculo e iden-
tidad de la comunidad francesa radicada en México.
Al ser un cementerio vivo, es decir, que todavía
brinda servicios funerarios y los familiares de los
difuntos realizan visitas a sus seres que ahí des-
cansan, así como tener una privilegiada localización
en la ciudad, debería explorar nuevos usos que, sin
detrimento de sus funciones funerarias, brindase
cultura, descanso, recreación y esparcimiento a los
habitantes de la Ciudad de México, pues un patrimo-
nio cultural tan significativo debería ser admirado y
gozado por quienes estén interesados.
10. El Museo Cementerio San Pedro es un cementerio y
museo ubicado en la ciudad de Medellín, Colombia, fue
construido en 1842, nombrado museo en 1998 y declara-
do Monumento Nacional en 1999. Este lugar constituye
parte integral del patrimonio cultural y arquitectónico de
dicha ciudad.

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 Conservación del patrimonio arquitectónico

Tradición constructiva en bajareque:

componente intangible del paisaje
patrimonial de Xochimilco
Guadalupe V. Díaz Ruíz, Luis F. Guerrero Baca
Doctorado en Ciencias y Artes para el Diseño, uam-x; Depto. de Síntesis Creativa

Palabras clave: sosteni-

bilidad, tierra entramada, Resumen: El presente texto se enfoca en el problema de la valoración
humedales, paisaje, de las manifestaciones culturales inmateriales que forman parte de los
Patrimonio Mundial. paisajes patrimoniales. El interés se centra en la edificación a partir del
sistema constructivo de bajareque en la zona chinampera de Xochimil-
Keywords: sustainability, co de la Ciudad de México. Se trata de una tradición que desapareció
wattle and daub, framed y que solamente permanece en imágenes y en la memoria de sus ha-
earth, bajareque, wetlands, bitantes. El conocimiento, preservación y puesta en valor de la edifica-
landscape, World Heritage. ción con este sistema constructivo permitirá salvaguardar parte de la
integridad del paisaje patrimonial y generar soluciones constructivas
sostenibles para la vivienda local futura.

Abstract: This paper examines issue of putting a value on intangible

cultural manifestations that are part of heritage landscapes, focusing
Imagen: Lago de Xochimilco. Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/6e/En_Xochimilco.jpg

on bajareque construction in the Xochimilco area of Mexico City. This

is a tradition that has disappeared, remaining only in pictures and in the
memories of the inhabitants. The knowledge, preservation and appre-
ciation of this system of construction will enable a part of the integrity
of the heritage landscape to be preserved and can generate sustaina-
ble construction solutions for local housing in the future.

Introducción
La visión monumentalista que ha caracterizado la va-
loración del patrimonio en México, ha dejado prác-
ticamente olvidada la vivienda de los campesinos,
sin la cual sería imposible entender a la cultura local
de paisajes patrimoniales de origen eminentemente
rural como Xochimilco en la Ciudad de México. La
construcción habitacional vernácula realizada en
bajareque pervivió de manera plenamente sosteni-
ble desde épocas muy remotas, pero ahora, el desa-
rrollo urbano desordenado y la pérdida de los sabe-
res ancestrales han provocado su desaparición.
Las culturas constructivas tradicionales son
altamente vulnerables como consecuencia, por una
parte, de su dependencia de materiales de origen
natural y, por otra, de la forma en que se transmiten
de generación en generación, la cual se basa en la
oralidad y la práctica manual.
Las afectaciones derivadas de cambios en los
ciclos agrícolas y del uso de herbicidas han provo-
cado la paulatina desaparición de especies vege-
tales que antiguamente permitían la edificación de
sistemas constructivos como los techos pajizos y
los muros de adobe y bajareque.
Pero además, a diferencia de lo que ha sucedi-
do a lo largo de la historia con la arquitectura pro-
ducida profesionalmente, que ha sido ampliamente
difundida en libros, tratados, normas y códigos, los
conocimientos constructivos tradicionales son “tan
comunes” que pocas sociedades se han dado a la
tarea de documentarlos.
Se trata de bienes materiales asociados a la
vida cotidiana de comunidades para las que parece
no tener sentido su estudio y difusión, igual que su-
cede, por ejemplo, con la preparación de alimentos
de consumo diario. Hasta fechas muy recientes se
han puesto en valor determinadas culturas culina-
rias, a ninguna cocinera tradicional se le hubiera
ocurrido escribir, por ejemplo, “la receta del arroz o
VERÓNICA DÍAZ, LUIS GUERRERO • 26
de los frijoles” al suponer que la mayor parte de la
gente los sabe preparar.
Lo mismo ha sucedido con la edificación de tie-
rra. Muchas comunidades rurales de diversas latitu-
des la producen como una práctica colectiva, pero
son muy escasos los textos en que sus autores ex-
pliquen sus procedimientos tradicionales de elabora-
ción. Los conocimientos permanecen solamente en
la medida en que son recreados a partir de la propia
edificación o la reparación de inmuebles, pero en
contextos claramente acotados en tiempo y espacio.
Entonces, cuando se presentan cambios cultu-
rales o naturales y las sociedades dejan de construir,
en muy poco tiempo los conocimientos constructivos
caen en el olvido. De este modo, se pierden para
siempre tanto las manifestaciones físicas –por la
caducidad de los materiales que suelen contener–
como la sabiduría que permitía reconocer los mo-
mentos propicios para la obtención de la materia
prima, los procesos de transformación y la metodo-
logía de ejecución de las obras.
Es por ello que adquiere tanta importancia la
preservación de los saberes que se han desarrolla-
do localmente al paso del tiempo, y que requieren
ser considerados como un patrimonio cultural in-
tangible de destacado valor a escala local, nacional
y mundial, por la interacción que representan con el
paisaje en el que han estado insertos.
El propio carácter “inmaterial” de estas expre-
siones resulta relativo. La cocina tradicional, la mú-
sica, la poesía, los ritos, la medicina originaria o las
danzas, no se integran a nuestra realidad hasta que
se “materializan”. La música y la poesía se manifies-
tan mediante vibraciones acústicas, la cocina por
medio de percepciones subjetivas y todas ellas ade-
más, pueden ser representadas, “almacenadas” y
transmitidas a través de representaciones gráficas,
escritas, videograbadas o digitalizadas. Se trata de
un patrimonio intangible solamente en la medida en
que es parte del inconsciente individual o colectivo,
27 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
pero su existencia y posibilidad de conservación ne-
cesariamente pasa por su manifestación física.
Desafortunadamente, lo más común es que no
se desarrolle esta valoración patrimonial y tanto los
herederos de las representaciones culturales loca-
les, como la sociedad en general, pasen por alto su
existencia, los olviden e incluso los desprecien. Si
los conocimientos tradicionales no son valorados y
llevados a la práctica, caen en desuso y acaban por
desaparecer.
Muchas expresiones del patrimonio cultural in-
material están amenazadas por la globalización y la
homogeneización cultural, procesos que inciden en
la falta de aprecio y comprensión de lo local. Si este
legado intangible “no se alimenta”, podría quedar
relegado al pasado (unesco, s/f).
Existen visiones muy disímiles referentes a sus
valores. Para el común de la gente, las manifesta-
ciones vernáculas pasan desapercibidas. Algunos
grupos sociales las consideran como una “curiosi-
dad” mientras que otros sectores las aprecian como
potencial atractivo turístico (Figura 1).
Uno de los principales factores que ha motiva-
do la pérdida del patrimonio cultural, y en especial
Conservación del patrimonio arquitectónico
las expresiones de origen inmaterial, se deriva del
sistema económico actual, que absorbe los modos
rurales de producción de los pueblos del mundo.
Con ello, las técnicas ancestrales de desarrollo de
recursos agrícolas, de objetos artesanales y compo-
nentes arquitectónicos vernáculos, han sido susti-
tuidas por productos ejecutados en procesos meca-
nizados. Y, como consecuencia del reemplazo de las
técnicas locales de elaboración, también el número
de personas portadoras de dichos conocimientos
se reduce dramáticamente.
A pesar de la abundancia de las viviendas tradi-
cionales y de las evidencias que se tienen acerca de
sus cualidades como medio para satisfacer las nece-
sidades de la población, para la mayor parte de sus
habitantes constituyen simplemente un problema
porque demandan atención y labores de manteni-
miento. Por estos motivos, asociados a cuestiones
ideológicas, las estructuras de origen tradicional nor-
malmente son transformadas o destruidas para su-
FIGURA 1. Las festividades
populares se valoran
principalmente por su
atractivo turístico, como
sucede con el certamen
anual de belleza “La flor
más bella del ejido” en
Xochimilco. Fuente: L.
Guerrero, 2013.

plirlas por obras “modernas”. Se suele argumentar
que se trata de inmuebles cuyos materiales resultan
inseguros, insalubres y que, además, simbolizan po-
breza y atraso.
En amplios sectores sociales se ignoran los
valores que poseen estas estructuras como heren-
cia cultural y como respuesta lógica a necesidades
específicas de sus pobladores al medio natural. La
desarticulación que se ha dado entre la sociedad
actual y las construcciones heredadas de las gene-
raciones pasadas, se ha traducido en una amnesia
cultural que idealiza las soluciones contemporá-
neas, a partir del descrédito de las tradicionales
(Guerrero, 2010).
La pérdida de las costumbres y el surgimiento
de nuevos patrones de vida han hecho que buena
parte de las culturas constructivas regionales se va-
yan volviendo obsoletas. Esta situación ha genera-
do problemas por lo menos en tres sentidos.
En primer lugar, se está perdiendo una parte
importante del patrimonio edificado, así como la
sabiduría que lo sustenta; en segundo lugar, los in-
muebles que sustituyen a estas obras tradicionales
afectan la calidad de vida y el confort de sus habi-
tantes, así como el equilibrio entre la arquitectura y
su emplazamiento; y, finalmente, los componentes
y sistemas constructivos que se emplean en las
obras modernas implican la extracción de materias
primas en otros sitios, y su transformación median-
te procesos industriales, su transporte, así como
su manipulación, demandan enormes gastos ener-
géticos y generan impresionantes cantidades de
contaminantes a la tierra, al aire y al agua no sólo
en su emplazamiento sino a miles de kilómetros de
distancia.
De este modo, estamos siendo testigos de la
destrucción del paisaje natural, del medio cultural
tradicional y su sustitución por malas copias de es-
tructuras pensadas originalmente para emplazarse
en áreas urbanas, altamente dependientes de sis-
VERÓNICA DÍAZ, LUIS GUERRERO • 28
temas artificiales de acondicionamiento climático,
infraestructura y equipamiento.
El problema es sumamente complejo porque
los propios habitantes y herederos de los bienes pa-
trimoniales son quienes los quieren borrar. Resulta
paradójico que sean organismos internacionales
como UNESCO e ICOMOS, así como las institucio-
nes de gobierno, las que “obliguen” a los habitan-
tes a valorar y conservar bienes culturales que les
pertenecen y que, además, han proporcionado una
destacable calidad de vida y equilibrio con el medio
ambiente generación tras generación.
En el caso de la zona chinampera de la Ciudad
de México, es muy probable que si la Oficina de Pa-
trimonio Mundial de UNESCO no hubiera enviado se-
ñales de alerta aludiendo a la posibilidad de eliminar
el sitio de la Lista, las autoridades nacionales y locales,
así como organizaciones de académicos y agrupacio-
nes de habitantes nunca se hubieran preocupado
por iniciar acciones para preservar el sitio y en la
actualidad estaría todavía más alterado de lo que se
encuentra (Figura 2).
Los paisajes patrimoniales
La valoración patrimonial del paisaje es una ac-
tividad relativamente reciente para la historia de
la conservación de los bienes culturales, debido a la
dificultad que existe para su definición, resultante
de la dualidad de su origen de procesos naturales
y antrópicos.
Empero, en el ámbito académico e institucio-
nal, en las últimas décadas se han intensificado las
acciones tendientes a la documentación y protec-
ción de estos espacios históricos, como consecuen-
cia del deterioro del medio ambiente derivado de la
depredadora forma de vida actual de la sociedad.
Sin embargo, estos procesos de valoración re-
sultan todavía poco efectivos porque algunos tienden
29 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
FIGURA 2. Diversas áreas del paisaje patrimonial de Xochimil-
co presentan evidencias de abandono y usos inapropia-
dos. El manejo del agua es un serio problema. Fuente: L.
Guerrero, 2013.
a ser excesivamente abarcantes y otros demasiado
selectivos al considerar sólo algunos componentes
del paisaje.
Existen varios documentos nacionales e inter-
nacionales que son el reflejo de acciones a favor
de la conservación de estos territorios y que han
sido redactados por grupos de trabajo de investiga-
dores, funcionarios públicos, especialistas y repre-
sentantes de organizaciones no gubernamentales.
Estos textos pueden servir de base para el análisis de
los procesos de valoración en el ámbito académico
e institucional y permiten recopilar algunas reco-
mendaciones tendientes a la salvaguardia de deter-
Conservación del patrimonio arquitectónico
minados sectores que se consideran dignos de ser
legados a las futuras generaciones, por contener un
significado cultural reconocido por comunidades de
diferentes escalas.
Algunos paisajes pueden resultar valiosos para
un pequeño poblado por estar asociados con la his-
toria de su fundación. Otros territorios pueden tener
importancia cultural nacional por su relación con el
desarrollo de un país y, finalmente, algunos pocos
adquieren trascendencia global por ser considera-
dos altamente singulares para todo el mundo, como
sucede con los paisajes que pertenecen a las Listas
de UNESCO del Patrimonio Cultural y Natural de la
Humanidad.
Los documentos dirigidos a la protección del
patrimonio lógicamente tienen diferente carácter y
ámbito de actuación, dependiendo de la escala des-
de la que abordan sus definiciones, por lo que habrá
algunos de índole internacional, otros nacionales y
unos pocos de nivel municipal y local.
En la esfera internacional tienden a ser docu-
mentos creados por colectivos de especialistas o
representantes de distintos países, asociaciones
internacionales o grupos de interés por algún tema
relacionado con los paisajes. Sus objetivos buscan
establecer acuerdos para tener reglas en común
acerca de las definiciones y formas de actuación
sobre los espacios naturales que se consideran dig-
nos de conservar, por la interacción que han tenido
con la humanidad en algún momento de la historia.
La mayoría de estos escritos son producto de
reuniones, convenciones, cumbres o foros a los cua-
les se asocia alguna recomendación, declaración,
decisión o comunicado. Por su nivel de estructura-
ción suelen ser muy generales para poder aplicarse
en ámbitos amplios. Además, carecen de obligato-
riedad como consecuencia de la autonomía de los
países firmantes.

Los documentos de escala nacional o local, en
cambio, casi siempre se enfocan en espacios preci-
sos y pueden llegar a adquirir un carácter normativo,
dependiendo del interés que cobren para los diferen-
tes niveles de gobierno involucrados con la posible
valoración y conservación de territorios considera-
dos paisajes patrimoniales.
Para tratar de dar una aproximación adecuada
al concepto de paisaje patrimonial es conveniente
partir de la configuración del término. En este senti-
do Mateo (2007), señala que el paisaje se considera
como una totalidad, es decir, como un sistema que
está conformado por diferentes capas o niveles es-
tructurales.
El autor desarrolla una formulación en la que se
imagina al paisaje como un sistema de conceptos.
La propuesta parte de la consideración de que ese
territorio singular está formado por una triada que
incluye: el paisaje natural, el paisaje antropo-natural
y paisaje cultural. Realiza una amplia identificación
de componentes de cada perspectiva en que está
dividiendo el paisaje.
FIGURA 3. El paisaje patri-
monial de Xochimilco
está formado por
componentes naturales
y culturales de origen
ancestral. Fuente: L.
Guerrero, 2013.
VERÓNICA DÍAZ, LUIS GUERRERO • 30
En Francia, Vidal Blanche afirmaba que el paisa-
je se forma a partir de un todo en el que los elemen-
tos se conectan y se coordinan, y que la humanidad
es parte de él porque lo modifica y lo humaniza (Ra-
mírez y López, 2015: 86) (Figura 3).
Según el convenio Europeo del paisaje, éste
se entiende como cualquier parte del territorio tal
como lo percibe la población, cuyo carácter sea el
resultado de la acción y la interacción de factores
naturales y humanos (Muñoz-Criado, 2012: 14).
El paisaje es, entonces, un sustrato material y,
por lo tanto, físico, que se convierte en una construc-
ción cultural a partir de las interacciones desarrolla-
das con la sociedad en diferentes momentos de la
historia. Por otra parte, el concepto de patrimonio
etimológicamente proviene del latín patrimonium,
que significa la herencia de los padres. Se entiende
como todo aquello que recibimos y legamos a las
futuras generaciones, pudiéndose tratar de bienes
tangibles o intangibles.
Para algunos autores, el patrimonio debería
abarcarlo todo, sin embargo, esta concepción hace
31 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
inviable su posibilidad de protección y salvaguarda.
Es por ello que diversas instancias de escala mun-
dial y nacional a lo largo de la historia han definido
criterios de selección para acotar el concepto con
miras a su posibilidad real de ser transmitido a las
futuras generaciones.
La UNESCO por ejemplo, impulsó como estra-
tegia para afrontar esta disyuntiva, partir de una
selección propuesta por cada país. De este modo
en el Artículo 1° de la Convención de París de 1972
se considera patrimonio cultural a:
• Los monumentos: obras arquitectónicas, de es-
cultura o pinturas monumentales, elementos o
estructuras de carácter arqueológico, inscripcio-
nes, cavernas y grupos de elementos, que tengan
un valor universal excepcional desde el punto de
vista de la historia, del arte o de la ciencia.
• Los conjuntos: grupos de construcciones, aisla-
das o reunidas, cuya arquitectura, unidad e in-
tegración en el paisaje les dé un valor universal
excepcional desde el punto de vista de la histo-
ria, el arte o la ciencia.
• Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas
del hombre y la naturaleza así como las zonas,
incluidos los lugares arqueológicos, que tengan
un valor universal excepcional desde el punto de
vista histórico, estético, etnológico o antropoló-
gico (UNESCO, 1972).
Fontal (2008) en este mismo tenor conside-
ra que el patrimonio no puede abarcar todo y opina
que debería ser una parte reducida de la herencia
sociocultural y del pasado. Define en este caso al
patrimonio como “sustantivo”, lo que conlleva a la
definición de patrimonios específicos constituidos
a partir de la adición de diferentes “adjetivos” al tér-
mino general.
A pesar de la aceptación universal del concep-
to planteado por la UNESCO, existen autores que lo
critican considerando que resulta demasiado “selec-
tivo, difícil en cuanto a la definición de criterios para
Conservación del patrimonio arquitectónico
establecer los valores del patrimonio, que excluye
en ocasiones obras de autores anónimos u obras
que no poseen rasgos excepcionales, afectando a
conjuntos arquitectónicos ‘menores’, ‘vernáculos’,
‘populares’, o tradicionales” (Meraz et al., 2008: 106).
Sin embargo, cada vez existe mayor consenso
acerca de que el concepto de patrimonio no puede
ser tan selectivo como el planteado por la UNESCO,
y que ha de transcender a la idea del coleccionis-
mo de todo tipo, con el fin de alcanzar el sentido de
pertenencia a una colectividad. Sólo aquellos bienes
que establecen un vínculo emocional de las perso-
nas con su pasado y que posteriormente son consi-
derados como símbolo de una comunidad, podrían
ser considerados patrimonio.
En este sentido resulta lógico considerar que un
paisaje patrimonial es una fracción territorial que
adquiere significado cultural para una comunidad
debido a que su estructura, forma, función, diná-
mica lo hacen digno de ser heredado a las futuras
generaciones en las mejores condiciones de integri-
dad y autenticidad que sean posibles. Lógicamente
en ese paisaje coexisten componentes de origen
natural, artificial, tangible e intangible de los que la
comunidad se apropia a través de prácticas y mani-
festaciones culturales, entre las que se encuentra la
producción y la edificación.
Pero el aprovechamiento de los paisajes cultu-
rales obedece a dinámicas específicas en las que se
espera que existan condiciones de equilibrio que
permitan hacer sostenible a futuro las interacciones
hombre-naturaleza.
Aunque desde hace tiempo se han realizado
esfuerzos por proteger territorios amplios para
trascender la visión parcial de la salvaguarda de los
monumentos o los conjuntos, la realidad es que el
sustento teórico sobre el concepto de paisaje patri-
monial sigue siendo estudiado y discutido.

Xochimilco como paisaje patrimonial
El humedal de Xochimilco, situado dentro de la ac-
tual traza urbana del sur de la Ciudad de México,
forma parte de una antigua cuenca lacustre que es-
taba integrada por cinco enormes cuerpos de agua
interconectados entre sí.
Debido a la abundancia en biodiversidad y re-
cursos naturales que poseía este ecosistema, desde
muchos siglos antes de nuestra era, se asentaron
por toda la cuenca distintos grupos humanos, ocu-
pando playas e islotes para formar aldeas y ciuda-
des. Fue la sede de la ciudad de Tenochtitlan que jun-
to con los asentamientos periféricos constituyeron
uno de los centros metropolitanos más importantes
de Mesoamérica, cuya fuerza pervivió hasta el siglo
XVI cuando se consumó la conquista española.
Los habitantes originarios de la cuenca se dis-
tinguieron por tener un amplio conocimiento y do-
minio de su contexto ambiental, lo que les permitió
generar bienes culturales a partir del desarrollo de
tecnologías que hacían posible erigir y mantener
emplazamientos sobre estos lagos de una manera
sostenible.
Una de las tecnologías más importantes e in-
novadoras que desarrollaron en la región fue el sis-
tema de cultivo de parcelas conformadas a mano, a
las que se conoce como chinampas. Este recurso
agrícola se generó desde muchos siglos atrás en
otras áreas de lo que actualmente es México, pero
en esta zona lacustre, especialmente en México-Te-
nochtitlan, se convirtió en la base de la subsistencia
alimentaria y, en gran medida, del control que tuvie-
ron sus habitantes sobre Mesoamérica por casi dos
siglos.
Esta técnica agrícola consiste en la conforma-
ción de predios artificiales construidos ganándole
terreno a los lagos mediante la consolidación de
su fondo con pilotes de madera de un sauce endé-
VERÓNICA DÍAZ, LUIS GUERRERO • 32
mico (Salix bonplandiana) conocido como ahuejote,
derivación del término náhuatl ahuexotl que se ha
traducido como “sauce de agua” (Gran Diccionario
Náhuatl, 2012).
Estos postes ahogados se entramaban con
varas, ramas y fibras vegetales que eran mezcla-
das con piedras y fango lacustre para generar pla-
taformas. Esta especie de camellones o bancales
se utilizaban como áreas de cultivo y resultaban
sumamente productivas al estar rodeadas por ca-
nales trazados ortogonalmente, las cuales servían,
además, como vía de comunicación. Estos islotes
artificiales anclados y confinados por troncos, han
permitido hasta la fecha habitar y cultivar en armo-
nía con el ecosistema.
Por diversas razones geográficas y sociales,
los habitantes locales conocidos con el gentilicio de
xochimilcas fueron los pobladores de la cuenca que
por mayor tiempo mantuvieron tanto sus técnicas
ancestrales de construcción como de labranza, los
cuales permanecieron casi inalterados por más de
seiscientos años. Gracias a esta cultura constructi-
va se goza de una forma de vida en la que se mora y
cultiva en equilibrio entre la tierra y el agua (Figura 4).
Pero además de este singular sistema de con-
formación de terrenos agrícolas artificiales, los ha-
bitantes con ayuda de la familia o de los integrantes
de su comunidad, autoproducían sus viviendas de
manera similar a sus terrenos de desplante, es decir,
utilizando el sistema de tierra entramada que se co-
noce comúnmente como bajareque.
La conformación de estructuras mixtas de tierra y
material vegetal le aporta al sistema una serie de
importantes cualidades que se derivan de su com-
plementariedad. La tierra es un material que soporta
mejor los esfuerzos de compresión que de flexión.
En cambio, la paja, el carrizo o las varas tienen baja
capacidad de carga, pero tienen muy eficiente res-
33 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
puesta a la tracción. Así, si el núcleo de componentes
constructivos de tierra se “arma” con fibras vegeta-
les, el sistema resultante tendrá un comportamiento
estructural muy resistente y duradero. La combina-
ción de fibras de diferentes diámetros, la integración
de varas o hasta secciones de troncos, asociada al
amarre de estas tramas, ha generado una gama casi
infinita de opciones constructivas, cuya estabilidad
puede ser milenaria en condiciones geográficas apro-
piadas (Guerrero, 2017: 70).
FIGURA 5. Fotografía antigua en
la que se observan viviendas
de bajareque, las chinampas
y los canales. Fuente: http://
www.mexicoenfotos.com/
MX13455394340134.
Conservación del patrimonio arquitectónico
FIGURA 4. Transporte en
los canales entre las
chinampas rodeadas
de ahuejotes. Fuen-
te: https://mxcity.
mx/2016/03/36902/
De este modo la edificación y reparación periódica,
tanto de los terrenos como de las casas de bajare-
que, preservaba en buenas condiciones las áreas
habitables y el soporte de la agricultura, pero ade-
más mantenía vivos los conocimientos constructi-
vos. En todo el proceso de conformación del hábitat
se emplearon técnicas que incluían materias primas
provenientes del propio medio lacustre tales como
piedras, madera, cañas, tules, paja y, desde luego,
tierra (Figura 5).

En la actualidad el humedal de Xochimilco es
un territorio que ha quedado inserto en la mancha
urbana del sur de la Ciudad de México pero que
afortunadamente ha conservado muchos de sus
valores ecológicos, históricos y culturales originales.
Gracias a esto, en 1987 fue incluido dentro de
la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, en una
declaratoria conjunta con el centro histórico de la
Ciudad de México. En dicho proceso se argumenta-
ba que sus valores universales excepcionales se de-
rivaban de su origen prehispánico y de la permanen-
cia de evidencias urbano-arquitectónicas de origen
virreinal, en las que se manifestaba la fusión cultural
nativa con la europea.
Además de este reconocimiento patrimonial
es importante enfatizar que el sitio es un nicho de
diversidad biológica que permite la vida y la repro-
ducción de especies endémicas y migrantes.
Un tercer aspecto digno de destacar se deriva
de la idiosincrasia de la sociedad local que, gracias
a la fuerza de sus raíces tradicionales, ha logrado
mantener vivas múltiples manifestaciones culturales
relacionadas con ritos, festividades, música, gastro-
nomía y organización barrial, que también es mues-
tra de la herencia de la fusión cultural del mundo
prehispánico y virreinal, así como del indisoluble
vínculo entre el mundo rural y urbano.
La construcción con bajareque
Existen pocos registros que detallen a profundidad
las características funcionales y formales de las vi-
viendas de origen prehispánico del humedal de Xo-
chimilco.
En la actualidad no se conservan ni siquie-
ra restos de las viviendas construidas con barro y
paja como las que aparecen en algunas fotografías
y postales de principios del siglo XX. Sin embargo,
fuentes bibliográficas mencionan que eran bastante
VERÓNICA DÍAZ, LUIS GUERRERO • 34
modestas y que el terreno de las chinampas se divi-
día en dos partes: la zona habitacional y el área de
producción agrícola.
Los espacios habitables tenían techos de paja
o tablas y muros de bajareque que combinaba el uso
de entramados vegetales con embarrados de lodo
y fibra. Estas estructuras se denominaban “jacales”,
palabra que proviene del náhuatl xacalli. Este término
que contiene la raíz calli que significa “casa”, en al-
gunos diccionarios ha sido traducido como “casa de
paja” o bien “casa con techo de paja” (Gran Diccionario
Náhuatl, 2012), pero otros autores opinan que el pre-
fijo xa hace referencia a xamitl, que se traduce como
“adobe” (Molina, 1571) por lo que podría más bien ha-
cerse referencia a “casas de adobe” o “casas de lodo”.
Tenían espacios habitables de 4 a 20 m2 de su-
perficie en los que muchas veces el único mueble
era un banco con asiento tejido de paja o tule. En la
pared se apoyaban los rollos de esteras llamadas
petates, que se ponían en el suelo para dormir. Otros
locales se destinaban a funciones como la prepara-
ción de alimentos y el guardado de aperos. Nunca
faltaban en el terreno los graneros (cuezcomatl),
en los que se secaba y almacenaba la provisión de
maíz de la familia (Schilling, 1983).
El señor Pablo Mancera de 79 años, originario
del pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, en una entre-
vista realizada con la finalidad de conocer el proce-
so constructivo tradicional en la zona chinampera
de Xochimilco, explica que la vivienda se construía
entre cuatro o cinco personas que habitualmente
eran familiares, en un tiempo aproximado de un
mes (Figura 6).
El primer paso era hundir sobre el terreno a 1 m
de profundidad los horcones o troncos de ahuejote de
unos 30 cm de diámetro y de una altura de 2.5 m,
que servían como estructura principal, ya que so-
portaban el peso del techo.
Luego se hacían las paredes con “adobe o lodo
con pasto (sic)” y, por último, se construía el techo.
35 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Se “chinamilaba” con zacate y se amarraba con una
soga llamada ixtle. Era un techo de dos aguas que
se empezaba a atar de abajo hacia arriba, hasta lle-
gar al caballete que estaba soportado por los hor-
cones más altos. Finalmente, se recubría el piso de
tierra del interior.
La acción de “chinamilar” resulta sumamente in-
teresante, pues es una forma de castellanización de
la palabra chinamitl que significa “canasta de cañas
o cercado de cañas” (Molina, 1571), que es justamen-
te el origen etimológico de la palabra chinampa.
En la entrevista presentada, seguramente se uti-
lizó el término “chinamilaba” como sinónimo de entra-
mar con cañas y pastos secos (zacate). La palabra
ixtle se utiliza para designar a un tipo de soga he-
cha con fibras extraídas de las hojas de diferentes
tipos de agaves.
Como ya se mencionó, el ahuejote (Salix bonplan-
diana) es una especie endémica de sauce que abun-
da en Xochimilco, que crece de forma espigada en
presencia de abundante humedad. Con sus troncos
se conforman y confinan las chinampas, y con el co-
rrer del tiempo brotaban y se desarrollaban con lo que
los canales quedaban perfilados por estos árboles
como series de columnatas.
Conservación del patrimonio arquitectónico
FIGURA 6. Paisaje de Xo-
chimilco a principio del
siglo XX. Fuente: https://
www.pinterest.com.mx/
pin/48272965380378
3594/
La señora Bernardina Alfaro López de 77 años
de edad, originaria del barrio de la asunción en Xo-
chimilco, en una entrevista realizada para conocer
el proceso constructivo de la zona chinampera, ex-
plica que cuando era niña vivió en una casa a la que
llama “la de zacate” (una especie de pasto de tallo
largo), pero actualmente habita en una realizada
con materiales industrializados.
La casa “de zacate” en realidad era de bajare-
que y estaba techada con una especie de tablas que
desde la época prehispánica se producían mediante
cuñas por procesos de desgajamiento de troncos, y
que se conocen con el nombre de tejamanil. Tenían
pisos de tierra y estaban dentro de la chinampa (Fi-
guras 5 y 7) donde se cultivaban frutas, verduras
y flores, además de contar con espacios para la
crianza de animales.
Tenía un cuarto grande, que “servía de todo”
(recamara, sala y área de labor a cubierto). La co-
cina era un cuarto más pequeño al lado de la “reca-
mara”. El techo de la casa era de dos aguas, primero
había sido de zacate, pero posteriormente esta
gramínea se había sustituido por tejamanil. Lejos
de la casa estaba el baño, con paredes pero sin
techo. Las casas daban a la orilla de los canales y

FIGURA 7. Paisaje Xochimil-
co con vivienda dentro
de las chinampas a
principios del siglo XX.
Fuente: https://www.
mexicoenfotos.com/
antiguas/distrito-federal/
ciudad-de-mexico/chi-
nampas-en-xochimilco-
MX13229838190692.
tanto la ropa como los trastes se lavaban en una
piedra.
La cubierta a dos aguas tenía una pendiente
muy pronunciada (Figura 7) que dejaba lugar a un
ático al que se conoce como “tapanco”. La señora
Bernardina recuerda que tenía aproximadamente
medio metro de altura, y servía para resguardar en-
seres o almacenar alimentos.
La construcción de las casas se realizaba de ma-
nera colectiva entre familiares y vecinos. Tardaban
aproximadamente una semana en realizar una vivien-
da: los hombres y niños participaban en la construc-
ción y las mujeres hacían la comida.
La comunidad chinampera siempre fue coope-
rativa y muy organizada tanto para sus fiestas pa-
tronales (tradición que aún se conserva) como para
realizar nuevas construcciones.
Desafortunadamente en este caso las vivien-
das ya no se construyen en colectivo, los conoci-
mientos ya no se transmitieron a otras generacio-
nes y los recuerdos de la gente mayor es lo único
que queda para rescatar la vivienda del bajareque
en Xochimilco.
VERÓNICA DÍAZ, LUIS GUERRERO • 36
Las personas que disfrutaron este tipo de vi-
viendas de zacate, tejamanil y bajareque, tenían una
agradable relación con el medio ambiente. Las vi-
viendas se orientaban hacia donde daba el sol, se
adornaban con flores y se limpiaban.
Las personas mencionan que la belleza del lu-
gar se podía disfrutar desde la casa, y aún con el
recuerdo vuelven a disfrutar los aromas de las flores
y las sensaciones al tocar el agua y los animales.
“Había muchas flores... hoy tengo sembrado
coliflor... posteriormente... por ejemplo se acerca
mayo se sembraba la flor de chícharo... la nube… el
día de muertos se sembraba cempaxúchitl, que la
margarita... y en mi época yo sí conocí la amapola”
recuerda la señora Bernardina.
Reflexiones finales
Lamentablemente muchos de los valores ambienta-
les y culturales del paisaje patrimonial de Xochimilco
se encuentran en grave peligro de desaparición de-
bido a la compleja relación con la vida urbana de la
37 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Ciudad de México, que ha incidido en la sobreexplo-
tación y contaminación de sus recursos naturales.
Incluso los procesos de desecamiento del Valle
de México que se han desarrollado desde el siglo
XVII, asociados al entubamiento del agua de los ma-
nantiales, han hecho que la región pierda en gran
medida su carácter lacustre y que desafortunada-
mente lo conserve gracias a la incorporación de
aguas servidas y tratadas, provenientes de regiones
circundantes.
La vida urbana de la metrópoli, además, ha al-
terado radicalmente las formas de construir, habitar
y producir de los pobladores, propiciando la degra-
dación del ecosistema y la pérdida de una cultura
constructiva que por milenios se mantuvo en equili-
brio con la ecología del sitio, gracias al uso racional
de materiales locales y el manejo adecuado de sus
residuos (Figura 8).
FIGURA 8.Viviendas actuales realizadas con materiales industrializados,
desplantadas sobre las antiguas chinampas.Fuente: L. Guerrero, 2013.
Aunque una parte importante de las chinam-
pas conserva su perfil y algunas de sus funciones
Conservación del patrimonio arquitectónico
agrícolas, muchas de ellas han ido convirtiéndose
en emplazamientos fundamentalmente habitaciona-
les, con lo que se ha perdido el predominio de áreas
verdes y, sobre todo, de sus modos de producción.
La vivienda de bajareque ha desaparecido, y
los herederos del conocimiento de técnicas cons-
tructivas de este tipo cada vez son menos, por ello
adquiere relevancia el registro, documentación y
análisis de las descripciones que proporcionan los
ancianos del sitio y las imágenes antiguas que se
conservan.
Las entrevistas y las fotografías de archivo
muestran recuerdos y añoranzas de una relación
cercana y amigable con el medio ambiente donde la
vivienda de bajareque era uno de los componentes
internos del paisaje.
 VERÓNICA DÍAZ, LUIS GUERRERO • 38

FIGURA 9.La vivienda patrimonial de bajareque en Tapanalá, Oaxaca –levemente dañada por los sismos del 2017– está siendo
reparada por los alumnos de la Maestría en Diseño Arquitectónico Sustentable, de la Universidad La Salle, Oaxaca. Fuente: L.
Guerrero, 2019.

Actualmente se observa cómo esta zona chi-
nampera presenta unidades de paisaje con zonas
de cultivo sin vivienda y otras unidades únicamen-
te urbanizadas alrededor de cultivos cada vez más
disminuidos.
El sitio de Xochimilco se encuentra en serio peli-
gro no sólo de perder sus valores patrimoniales sino
una forma de vida que por milenios mantuvo en equi-
librio la naturaleza y la cultura. El rescate de los sabe-
res de la construcción de bajareque y las chinampas
puede ayudar a revertir el proceso de destrucción, si
se valoran y se reactivan acciones de reinserción de
la vida rural que tanto se requiere en la actualidad.
La sostenibilidad en la conservación de los pai-
sajes patrimoniales forma un binomio conceptual
relativamente nuevo que tiene como objetivo cen-
tral la reducción del impacto medioambiental; sin
embargo, la realidad es que las comunidades de ori-
gen ancestral, durante siglos supieron satisfacer de
manera apropiada sus necesidades, manteniendo
el equilibrio con el medio ambiente circundante.
La conservación de este tipo de conocimien-
tos resulta crucial no solamente por su origen
histórico, sino porque puede respaldar propuestas
para la conservación patrimonial y para el desa-
rrollo de obras contemporáneas sostenibles. Este
proceso se vuelve nodal en los sitios inscritos en
la Lista de Patrimonio Mundial puesto que normal-
mente se convierten en ejemplos para otros luga-
res históricos.
39 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Este es el caso de Xochimilco, donde existen
evidencias de origen prehispánico de alto valor tes-
timonial referentes a la conformación de paisajes
en humedales, con base en procesos de producción
agrícola y el manejo de viviendas tradicionales rea-
lizadas con técnicas de tierra entramada, que era
“tejida” de manera similar a las chinampas sobre las
que se asentaba.
La construcción con bajareque, por ser ligera,
resulta ideal para asentarse sobre terrenos con es-
casa capacidad de carga, como las que caracteri-
zan a los humedales; además, ha sido ampliamente
demostrado su adecuado comportamiento en zo-
nas altamente sísmicas, debido a la flexibilidad de
sus respuestas estructurales (Correa et al., 2014).
El presente artículo muestra algunos de los resul-
tados obtenidos a través del análisis de la documen-
Referencias
Fontal, Olaia (2008). La importancia de la dimensión
humana en la didáctica del patrimonio, en la co-
municación global del patrimonio cultural. Barce-
lona: Ediciones Trea.
Guerrero, Luis (2010). “La herencia de la arquitectu-
ra tradicional”, en Revista Alarife, Bogotá: Univer-
sidad Piloto de Colombia, 20: 10-28.
Guerrero, Luis, Alleck González (2015). “Conserva-
ción patrimonial y sostenibilidad ambiental: la
vivienda autoproducida en el humedal de Xo-
chimilco, México”. En: Rubio, L., G. Ponce (Eds.).
Gestión del Patrimonio. Entre la conciencia crítica
y la cohesión social. Alicante: Universidad de Ali-
cante.
Guerrero, Luis (2017). “Pasado y porvenir de la cons-
trucción con bajareque”, en Revista Gremium,
4(8): 69-80.
tación fotográfica, estudios históricos y entrevistas
a habitantes locales acerca de los procedimientos
Conservación del patrimonio arquitectónico
ancestrales de edificación que, como resultado de
la modernización, se encuentran prácticamente ex-
tintos.
Se espera que esta información pueda servir
como base para la valoración patrimonial de proce-
sos constructivos que por milenios funcionaron de
manera apropiada a su entorno y que, por lo tanto,
constituyen un patrimonio inmaterial que requiere
ser recuperado como un bien en sí mismo.
Además, se trata de un recurso cultural que per-
mite generar soluciones ambientalmente amigables
con el medio natural, totalmente pertinentes para
el futuro de viviendas sostenibles no sólo del área
protegida por UNESCO, sino en otras localidades con
condiciones geográficas similares (Figura 9).
Mateo, José (2007). Geografía de los paisajes. La Ha-
bana: Ministerio de educación superior-Univer-
sidad de La Habana.
Meraz, Leonardo, Luis Guerrero y Francisco Soria.
(2008). “Lectura patrimonial de los cementerios
y barrios de Yecapixtla, Morelos”, en Investiga-
ción y Diseño, Ciudad de México: Universidad
Autónoma Metropolitana.
Muñoz-Criado, Arancha (2012). Guía metodológica es-
tudio de paisaje. Valencia: Generalitat Valenciana.
Ramírez, Blanca, Liliana López (2015). Espacio, pai-
saje, región, territorio y lugar: la diversidad en el
pensamiento contemporáneo, México: UAM-X.
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Xochimilco. Una selección”. En: Rojas, T. (comp.).
La agricultura chinampera. Compilación histórica.
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7, México: Universidad Autónoma de Chapingo.

Referencias electrónicas
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ma constructivo sismoresistente y sustentable
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en: http://www.smie.org.mx/SMIE_Articulos/co/
co_18/te_10/ar_14.pdf
Gran Diccionario Náhuatl (2012). Universidad Nacio-
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castellana y mexicana. México D.F.: Casa de An-
tonio de Spinosa, en: https://books.google.com.
mx/books?id=IK4rAQAAMAAJ&printsec=front
cover&dq=Alonso+de+Molina,+Vocabulario+en
VERÓNICA DÍAZ, LUIS GUERRERO • 40
+lengua+castellana+y+mexicana+y+mexicana
+y+castellana,+1571,&hl=es&sa=X&ei=C5ykVJ
v1K4GwyASdu4GoAw&ved=0CCAQ6AEwAQ#v
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ción de la Convención del Patrimonio Mundial.
Comité del Patrimonio Mundial, en http://whc.
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terial?, en: http://www.unesco.org/culture/ich/
doc/src/01851-ES.pdf
 Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

Un objetivo común en el diseño arquitectónico:

fundamentación de una práctica desde el paradigma
del espacio arquitectónico como ambiente
del ser humano
Avatar Flores Gutiérrez y Guillermo I. López Domínguez
Facultad de Ingeniería. Universidad Autónoma de Querétaro

Palabras clave: necesidades

humanas, diseño arquitec-
Resumen: A menudo en los talleres de diseño surge la incertidumbre
tónico, actividad humana,
enseñanza del diseño, sobre si es posible realizar una enseñanza del diseño arquitectónico

habitabilidad. objetiva. Ésta es trasladada también al momento de evaluar la labor de

los alumnos, sus entregas y proyectos.
Keywords: human needs,
La duda no es ajena a la práctica profesional y la toma de deci-
architectural design, human
siones en la definición inicial que tendrá cada proyecto arquitectónico.
activity, design education,
habitability. En este contexto, se plantea que la causa de esta poca objetividad
en los procesos de diseño se debe, en esencia, a la falta de un objetivo
común a todo proyecto de diseño arquitectónico, más allá de las espe-
cificidades y requerimientos de cada proyecto. Por lo anterior, se expo-
nen una serie de ideas sobre la arquitectura, el ser humano y la relación
entre ambos, que conducen a la construcción de una propuesta para un
objetivo común a los procesos de diseño arquitectónico basado en la
actividad humana compleja y en el concepto de habitabilidad.

Abstract: The question often arises in design workshops as to whether

it is possible to teach architectural design objectively. This issue can
also apply when students’ assignments and projects.
Nor is this question is absent from professional practice and
decision-making during the initial definition of any architectural project.
It is proposed that the reason for the lack of objectivity in the de-
sign process is essentially due to the lack of a single objective common
Imagen: obtenida de https://pixabay.com/es/

to all architectural design projects, beyond the specificities and requi-

rements of the project. For this reason, particular ideas about architec-
ture, the human being and the relationship between the two can not be
assumed. If such ideas existed, they would lead to a common objective
for architectural design processes based on complex human activity
and the concept of habitability.

Antecedentes: la falta de un objetivo común
¿En qué consiste el diseño arquitectónico? ¿Una
resolución funcional, una propuesta estética? ¿Un
ejercicio de composición o una propuesta de inter-
vención social? ¿Es el diseño un conjunto de pasos,
una propuesta metodológica o un ejercicio libre que
requiere inspiración?
Podrían enunciarse más preguntas, y hacerlas a
muchos arquitectos, pero lo más probable es que se
llegue a la conclusión de que el ejercicio del diseño
arquitectónico se entiende desde diversos puntos
de vista, dependiendo de posturas, formación, pre-
ferencias estilísticas, políticas culturales y un buen
número de etcéteras que cada arquitecto pondera
y establece como criterios fundamentales de sus
propuestas, como lo explica Pelli (1999: 192): “El
camino que finalmente toma nuestro diseño está
dado por el valor que asignamos a cada una de las
exigencias que compiten entre sí. El camino que
surja, será distinto para cada arquitecto y para cada
circunstancia”.
El texto citado deja claro como el camino que
el proyecto toma depende del valor dado por el ar-
quitecto, un valor personal sobre las exigencias del
proyecto y no de un objetivo que pueda pertenecer a
una categoría más amplia, tal como la labor misma
del arquitecto al diseñar.
Para algunos arquitectos, la pluralidad de defi-
niciones es muestra de la complejidad de nuestra
disciplina; se asume así que la arquitectura tiene el
derecho a ser entendida y asumida desde muy di-
ferentes posturas, lo cual puede considerarse par-
cialmente cierto como se verá más adelante, sin
embargo, estas diferentes visiones también tienen
como consecuencia que cada arquitecto o profe-
sor de taller asuma o enseñe a diseñar desde su
propia comprensión de la arquitectura, por lo que
cada alumno aprende a diseñar de acuerdo con la
paleta de prioridades y objetivos de cada profesor
AVATAR FLORES, GUILLERMO LÓPEZ • 42
con quien va teniendo contacto, creándole una con-
fusión y, de alguna manera, acercándolo al campo
de los estilos, que perturban toda intención por crear
espacios que respondan adecuadamente a la activi-
dad de las personas que lo habitarán.
El escenario es francamente complicado y está
profundamente arraigado en la manera como se
enseña el diseño arquitectónico en la gran mayoría
de las universidades de México: se enseña a diseñar
imitando los métodos, técnicas, inspiraciones, aspi-
raciones y criterios de cada profesor; de tal forma
que un día el alumno deberá resolver un proyecto
pensando en el concepto y la forma (muchas veces
desde la postura de las analogías formales) otro,
en el valor social de su propuesta; uno más será
pensar en la importancia técnica de los procesos
constructivos; otro día, en el grado de sustentabili-
dad de su propuesta y de la incorporación de mate-
riales vernáculos, por ejemplo. Indudablemente mu-
chos de estos criterios del proyecto son necesarios
y deberían confluir en la propuesta final.
En este artículo se hace referencia a la idea de
elegir, por gusto o preferencias personales, algún
criterio como eje rector del proyecto, sin la claridad
de un rumbo u objetivo común del proyecto de dise-
ño arquitectónico. Si bien es cierto que en distintas
universidades y despachos de México se cuenta
con metodologías de diseño particulares, la discu-
sión en este documento no gira en torno a ellas, sino
en la posibilidad de perseguir una finalidad común.
No pretendemos intentar sistematizar todas las for-
mas de enseñar, aprender o practicar la arquitectura
y catalogarlas, tarea que de por sí revela que no hay
consenso y que predominan las individualidades. 
García y Hierro (2015) plantean esta situación
en el marco de la crítica que hacen a la exposición 21
arquitectos jóvenes mexicanos. Relevo generacional de
la siguiente manera: “Obsérvese cómo, aprovechan-
do el evento de esa célebre exposición de los ’21
jóvenes arquitectos’, la notable noción del imagina-
43 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
rio arquitecto-individuo fue alentada y celebrada in-
distintamente en el propio contexto de la academia
de arquitectura y en los medios de comunicación,
donde se propagó la noticia sobre su inauguración;
allí se hubo de asentar y reforzar el sentido del pres-
tigio de esa noción ficticia del arquitecto”. Si bien se
trata de una situación muy concreta, es relevante
que tales diferencias en las visiones sobre el papel
de los arquitectos transcurran en instituciones de
tanto prestigio como el Museo Universitario Arte
Contemporáneo (MUAC), en la Universidad Nacional
Autónoma de México; además, a partir de esta crí-
tica, se puede extrapolar que esa individualidad es
entendida como signo de prestigio en las diferentes
facetas de la profesión, incluso en la enseñanza y
por eso es alentada.
La variedad de prioridades que puedan tener
los profesores, los enfoques, las técnicas y los ins-
trumentos para el diseño son ciertamente enrique-
cedoras por el simple hecho de mostrar la pluralidad
y complejidad inherente a los proyectos de diseño
arquitectónico; sin embargo, es necesario señalar
un error fundamental en la manera como se abor-
dan los proyectos de diseño, desde las diversas
perspectivas: la falta de un objetivo común. Hierro
(2005) apunta que esta actividad proyectual: “Es un
proceso de actitud consciente que implica conside-
rar tanto, la previsión de forma del objeto que va a
producirse, así como, el propósito con el que se rea-
liza y en el cual la toma de decisiones abarca múlti-
ples niveles de intervención”. Al principio del citado
texto, plantea el asunto del habitar como una causa
final. En términos amplios, hay, desde luego, sinto-
nía en este ámbito, aunque vale la pena hacer notar
la diferencia entre el habitar que plantea Hierro y la
habitabilidad en los términos planteados por Flores-
Gutiérrez (2016), asunto que se aborda en el cuarto
apartado de este trabajo. Esta habitabilidad, como
potencial, evidencia una fase previa a la construc-
ción (o de manera más precisa a la materialización
de un proyecto arquitectónico). Se refiere a la defini-
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
ción y planteamiento de las condiciones necesarias
para posibilitar ese habitar. Eso es algo que ocurre
antes, en la etapa de diseño y de proyecto, y ese ob-
jetivo es el que ahora nos ocupa.
El teórico de la arquitectura Christian Norberg-
Schulz nos da una pista al respecto: “En lugar de
preguntarse por el propósito y las exigencias de la
arquitectura, hay quien pretende estudiar la obra
de arquitectura en sí misma” (Norberg-Schulz,
2008: 85).
Norberg-Schulz señala en Intenciones en arqui-
tectura (2008) que la discusión sobre la labor del
diseño arquitectónico se ha centrado en la configu-
ración del objeto arquitectónico, dejando de lado el
propósito mismo, la razón por la cual existe dicho
objeto y la actividad humana que habrá de desarro-
llarse en él. Señala también que “tan pronto como los
problemas trascienden las cuestiones puramente
físicas, los arquitectos se sienten completamen-
te perdidos y caen en improvisaciones arbitrarias”
(Norberg-Schulz, 2008: 15).
Es precisamente en la esfera en la que trascien-
de lo puramente físico en donde se encuentra, como
se explicará más adelante, la posibilidad de plantear
un objetivo general del diseño arquitectónico, un ob-
jetivo común que permita guiar los proyectos más
allá de los aspectos y criterios específicos que se
plantean en cada espacio arquitectónico.
Si bien el diseño siempre ha tenido como parte
de su metodología el análisis de los usuarios para
la satisfacción de necesidades específicas, análisis
que permite la determinación de objetivos especí-
ficos del proyecto, es decir, objetivos proyectuales,
criterios o requisitos fundamentales sobre cómo
habrá de conformarse la solución arquitectónica
esto no implica que se tenga claridad en cuanto a
un objetivo común del diseño arquitectónico; más
allá de los aspectos objetivos de la conformación
del hábitat humano, falta un sustento teórico que

aclare a qué se refiere este concepto y la compleji-
dad de sus alcances.
La aparente subjetividad de aquello que tras-
ciende al objeto físico arquitectónico ha llevado a
los arquitectos a rehuir todo intento por definir una
meta común de los procesos de diseño arquitectó-
nico que sobrepasen los límites de la funcionalidad
(burdamente entendida), lo que ha conducido direc-
tamente hacia esa misma subjetividad que se pre-
tende erradicar al definirse por una u otra técnica
proyectual para justificar su proceso de diseño.
Sumado a lo anterior, la crítica a todo intento por
proponer criterios sobre los procesos de diseño, des-
de el argumento de que es imposible estandarizar un
proyecto de diseño arquitectónico, ha terminado por
intimidar los intentos por crear conocimientos teóri-
cos y prácticos para el diseño arquitectónico.
En el caso de esta propuesta, vale la pena acla-
rar que no se trata de establecer una metodología o
una técnica específica para el diseño arquitectónico,
sino de proponer un marco de referencia que permi-
ta la definición de un objetivo común explicado, más
allá de los objetivos específicos que cada proyecto
en particular requiere y más allá de las técnicas pro-
yectuales que cada arquitecto disponga para lograr
los objetivos.
La falta de propósito u objetivo común tiene
como consecuencia principal que la labor del diseño
arquitectónico se oriente hacia la técnica proyectual
que configura el resultado y no hacia la búsqueda de
un resultado. Centrarse en la técnica proyectual y no
en el resultado determina que la evaluación del pro-
ceso de diseño sólo pueda considerar la técnica es-
pecífica sobre la cual se está trabajando y no la utili-
dad del espacio arquitectónico diseñado en términos
de su relación con los habitantes de dicho espacio.
Es notoria la ausencia de este objetivo común
en los talleres de diseño, donde el profesor evalúa el
resultado de un proyecto arquitectónico en los tér-
minos de sus propios métodos dentro del proceso y
AVATAR FLORES, GUILLERMO LÓPEZ • 44
los objetivos específicos del proyecto en cuestión, lo
que queda en evidencia cuando asiste algún profe-
sor invitado a comentar las entregas y deja al alum-
no con la sensación de que habría que diseñar cada
proyecto de acuerdo con los criterios y preferencias
de quien vaya a evaluar, es decir, sin la posibilidad de
plantear un rumbo concreto sobre el cual construir,
ahora sí, soluciones específicas. En efecto, la eva-
luación se lleva a cabo y se busca la consideración
de aspectos que van más allá de la técnica proyec-
tual, pero los criterios son subjetivos y se convierten
sólo en comentarios personales sobre cómo uno u
otro hubiera hecho las cosas, sin un fundamento
guía (que responda a un objetivo común) que permi-
ta unificar los criterios de quien comenta y de quien
es comentado. 
Pongamos como ejemplo el caso de quien tra-
baja en los talleres con ejercicios de composición.
En estos talleres, la solución funcional es un requi-
sito técnico del espacio que el proyecto habrá de
cumplir y como cada quien juzgue pertinente, mien-
tras que el esfuerzo de diseño “verdadero”, aquel que
importa en esa categoría de talleres, se centra en la
posibilidad de brindarle al objeto arquitectónico una
composición acertada, a veces a través de la con-
formación de un concepto base, una forma bella (en
ocasiones desde la plástica de quien juzgará lo que
es bello y lo que no) y de formas atinadas. Claro está
que la composición es parte de todo proceso de di-
seño, pero no siempre está tan claro que el diseño
no es sinónimo de composición, a grados tales que
encontramos con frecuencia que por introducción al
diseño se entiende y se incluye todo aquello referente
a la composición y no a los procesos que permiten
definir objetivos, criterios y un rumbo claro al proyec-
to (tómese como ejemplo el libro Fundamentos del
diseño bi y tri-dimensional de Wucius Wong (1991),
usado comúnmente en materias iniciales de la en-
señanza del diseño, y en donde se abordan aspectos
de la ordenación de formas y figuras). 
45 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Un caso contrario son las técnicas de diseño
basadas en diagramas de funcionamiento, en zo-
nificaciones, en la determinación de la ubicación
precisa, de las dimensiones adecuadas, de la trans-
misión al alumno de una capacidad de análisis que
permita la eficiencia del espacio para las activida-
des físicas y funcionales del edificio por diseñar. Es
también evidente que las dimensiones y relaciones
del espacio son parte de todo proceso de diseño,
pero que nuevamente se trata de la técnica que per-
mite lograr el objetivo y no el objetivo en sí mismo.
Otro caso son los talleres donde el trabajo se
centra en la creación, y no definición, de una atmós-
fera adecuada para el hábitat humano, aspecto mu-
chas veces olvidado, pero sumamente necesario,
que requiere de un trabajo de empatía y técnicas que
permitan la comprensión del usuario (o participan-
te, al considerarlo partícipe de la construcción del
ambiente habitable y no un mero usuario del mismo,
asunto que se discutirá en otro documento, por lo
que en el actual se usa indistintamente el término
usuario). Indudablemente, una orientación hacia el
diseño de una atmósfera habitable es también par-
te de los procesos de diseño y requiere también de
toda la técnica posible (y muchas veces inexistente)
para conseguirlo.
Más allá de una necesaria discusión sobre si
una u otra orientación en los talleres de diseño es
más válida que otra, nótese que, en los casos men-
cionados, la labor de enseñanza aprendizaje radica
en lograr objetivos específicos del proyecto median-
te las técnicas proyectuales, usualmente centradas
en la etapa de desarrollo del proyecto (no en la con-
ceptualización), en la que se define finalmente el ob-
jeto arquitectónico, es decir, centrada en producir el
resultado, y no en la definición sobre qué se espera
como resultado.
Si bien en la etapa de conceptualización se de-
finen los objetivos específicos, es importante aclarar
que esta propuesta se esfuerza por explicar el ob-
jetivo común, más allá de definiciones que podrían
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
ser confusas si no se agregan todos los conceptos
involucrados, como los relacionados con la satis-
facción de necesidades humanas o la construcción
del hábitat.
¿Existe un objetivo común a todo proyecto de
diseño arquitectónico independiente del objeto en sí
mismo? ¿Es posible centrar la labor de los talleres,
en la enseñanza o en la práctica, en la definición de
un resultado? ¿Cuál es el resultado esperado?
La construcción de un objetivo: las necesidades
y la actividad humana complejas
El planteamiento de un objetivo común parece, a pri-
mera vista, una posibilidad remota. Toda reflexión
al respecto resulta en obviedades que difícilmente
pueden considerarse como objetivos generales,
como es el caso del diseño para satisfacer las nece-
sidades humanas, al que se recurre frecuentemente
como definición general del diseño arquitectónico
que, sin una reflexión adicional, puede interpretarse
meramente como un acto de conformación de con-
tenedores de humanos y sus objetos, dado que esa
satisfacción de necesidades puede abordarse desde
muchos niveles de profundidad, de ahí la importan-
cia de construir un objetivo común explicando sus
conceptos.
Desde los argumentos que preceden a estas
líneas, proponemos que el problema se encuentra
en la conceptualización del proyecto y no exclusi-
vamente en el aparato metodológico que conlleva
el desarrollo. La importancia de encontrar este ob-
jetivo permite coordinar un criterio común entre los
diferentes actores de un proceso de diseño arqui-
tectónico, llámense arquitectos, usuarios, profesores
o clientes. De esta forma, la etapa de conceptuali-
zación del proyecto arquitectónico encuentra una
clara finalidad primordial a la que se suman los ob-
 AVATAR FLORES, GUILLERMO LÓPEZ • 46

jetivos específicos de cada proyecto, y se refuerza permitiría considerar el sistema del fenómeno arqui-
después el resultado en la etapa de desarrollo me- tectónico como esencia del habitar y, con ello, con-
diante técnicas y metodologías adecuadas. En la formar un sistema del que el diseño arquitectónico
tabla 1, se presenta lo anterior. también forma parte.

Conceptualización Desarrollo

Objetivo común Inserta al proyecto arquitectónico como parte de un sistema

más amplio: sistema ambiental.
Permite dirigir las técnicas y metodologías proyectuales a la
conformación del fenómeno arquitectónico.

Objetivos específicos Técnicas y metodologías proyectuales para resolver los objeti-

vos específicos mediante la conformación del objeto arquitec-
tónico.
Atiende las especificidades del proyecto.

TABLA 1. Consecuencia de la definición de objetivos en la conceptualización y en la etapa de desa-

rrollo de un proceso de diseño arquitectónico. Fuente: Elaboración propia.

La búsqueda de este objetivo común tiene su La conformación de la propuesta para un obje-

origen en el trabajo de investigación doctoral titu-
lado Fenómeno arquitectónico, proceso de diseño y
complejidad humana: Propuesta de re-conceptualiza-
ción, desarrollado de 2012 a 2016 por Flores-Gu-
tiérrez (2016), cuyo objetivo fue la conformación
de una explicación del sistema del fenómeno arqui-
tectónico.
La exploración de esa investigación perseguía,
en un principio, la definición de herramientas pro-
yectuales útiles para la consideración del ser huma-
no y su complejidad en la conformación del espacio
arquitectónico; sin embargo, desde muy temprano
en la investigación, se hizo evidente la falta de un
objetivo común en los procesos de diseño arquitec-
tónico que permitiera orientar los esfuerzos en la
construcción de estas herramientas. Así, la explora-
ción se transformó en la búsqueda por determinar el
deber ser de la arquitectura a través de la compren-
sión de la naturaleza del ser humano, del espacio
arquitectónico y de la relación entre ambos, lo que
tivo general de los procesos de diseño busca des-
pojarse de preconcepciones para indagar desde
el origen ¿por qué hacemos arquitectura? De esta
forma, se expone a continuación la construcción
de ideas que responden a esta pregunta, partiendo
desde la comprensión del sistema vital, sus partes y
su funcionamiento.
Como ya se ha mencionado, la propuesta no es
una metodología, técnica o proceso, sino una abs-
tracción de un sistema complejo que permita com-
prender sus componentes y definir un objetivo claro
para el diseño arquitectónico, útil tanto en la práctica
como en la enseñanza. La Figura 1 muestra la se-
cuencia de ideas que se presentarán a continuación y
que parten de la búsqueda de dicho objetivo, median-
te la comprensión del sistema vital desde una pers-
pectiva ambiental, que dé viabilidad a la abstracción
del sistema del fenómeno arquitectónico y, con él, a
una definición de habitabilidad capaz de ser traduci-
da a un objetivo común en el diseño arquitectónico.
47 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Búsqueda de un fin en el
diseño arquitectónico
Marco: paradigma del
Sistema del fenómeno
sistema ambiental
arquitectónico
Concepto de
habitabilidad
Sistema del fenómeno arquitectónico
La vida como sistema de necesidades
Para entender el espacio construido y la forma en
que es concebido, debemos comprender a quien lo
construye y las razones por las que lo construye, es
decir, debemos comprender al ser humano.
Si el ser humano ha tenido que modificar el me-
dio natural ha sido por una necesidad de adaptar-
lo a la diversidad de actividades que lleva a cabo y
que están enfocadas a la satisfacción plena de sus
necesidades; en principio, necesidades básicas de
supervivencia, pero también necesidades más com-
plejas y propias de la especie humana.
Al estudiar las teorías sobre las necesidades
humanas de Erich Fromm (1956), Abraham Maslow
(1991) y Manfred Max-Neef (1986), es notorio como
coinciden en detectar dos dimensiones: las necesi-
dades humanas que provienen de su naturaleza ani-
mal, como especie, y las necesidades propiamente
humanas, producto de su conciencia. Las primeras
son evidentemente biológicas y tienen que ver con
la supervivencia y la evolución de la especie; las se-
FIGURA 1.Explicación de la conformación del obje-
tivo común en el diseño arquitectónico, desde
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
el concepto de habitabilidad y el sistema del
fenómeno arquitectónico en el paradigma del
sistema ambiental. Fuente: Elaboración propia.
Objetivo común en el
diseño arquitectónico
gundas, profundamente más complejas, abarcan
aspectos humanos como las relaciones interperso-
nales, la trascendencia, el arraigo, la identidad y la
racionalidad (Fromm, 1956: 32-61).
Ante la división entre necesidades básicas y ne-
cesidades específicamente humanas, Fromm nos
presenta una explicación muy clara de esta natura-
leza doble del ser humano, como animal y como ser
consciente, que se transcribe a continuación:
El animal está contento si sus necesidades fisiológi-
cas –el hambre, la sed y el apetito sexual– están sa-
tisfechas. En la medida en que el hombre es también
animal, esas necesidades son en él igualmente im-
periosas y deben ser satisfechas. Pero en la medida
en que el hombre es humano, la satisfacción de esas
necesidades instintivas no basta para hacerle feliz, ni
basta siquiera para mantenerle sano […]
Ni aun la satisfacción más completa de todas
sus necesidades instintivas resuelve su problema
humano; sus pasiones y necesidades más intensas
no son las enraizadas en su cuerpo, sino las enrai-
zadas en la peculiaridad misma de su existencia
(Fromm, 1956: 28-31).

En esta propuesta, cuando hablamos de necesida-
des humanas, se hace referencia a la complejidad
de las necesidades humanas que abarcan desde
las biológicas hasta las exclusivamente humanas
como la trascendencia y el conocimiento; por lo que
se agrega el adjetivo complejas para distinguir a las
necesidades humanas desde esta comprensión.
Una de las características más importantes de
la construcción de ideas, para un objetivo común
que atañe al presente escrito, es que su búsqueda
está orientada a la práctica en los talleres de diseño,
por lo que la operatividad de las propuestas es una
exploración necesaria.
De las teorías sobre las necesidades a las que
se ha hecho referencia, la expuesta por Max-Neef
(1986) presenta una condición interesante que no
presentan las otras dos: fue hecha específicamen-
te para ser operativa, aunque en términos distintos
a los que se persiguen en este trabajo. Para los fi-
nes de este documento, no se profundizará en los
planteamientos de Max-Neef (1986), pero han sido
ampliamente considerados en esta propuesta para
diferenciar la necesidad y el satisfactor, y cómo se
logra esa satisfacción en términos prácticos. Sobre
este último punto se hablará más adelante.
Habiendo definido las necesidades humanas
complejas como punto de partida, se hace necesa-
rio trasladarlas al ámbito de la actividad humana,
a través de las observaciones del psicólogo A. N.
Leontiev y el arquitecto Christopher Alexander.
Las teorías humanistas como la de Fromm
(1956) o Maslow (1991) afirman que todo actuar del
ser humano está orientado a satisfacer sus necesi-
dades. A. N. Leontiev, afirma directamente que: “La
vida misma es un sistema de necesidades y de los
medios para satisfacerlas” (Leontiev, citado en Blun-
den, 2009: 3).
La necesidad está presente en el ser vivo, y esta
necesidad, motivada por factores internos o exter-
nos, debe ser resuelta. Leontiev afirma que toda ma-
AVATAR FLORES, GUILLERMO LÓPEZ • 48
nifestación de vida tiene su origen en la satisfacción
de necesidades. De igual forma, Christopher Alexan-
der (1980), desde la arquitectura, hace referencia a
este sistema de vida como un sistema de necesi-
dades: “El hombre es un organismo adaptable. Un
hombre que no puede satisfacer sus propias necesi-
dades no se está adaptando más. El proceso diario
y continuo de adaptación es el proceso de la misma
vida; un organismo que ya no se adapta, ya no está
vivo” (Alexander, 1980: 81).
Además de los autores mencionados, en las di-
ferentes hipótesis sobre la motivación expuestas por
Díaz-Guerrero y Díaz-Loving (1999), quienes explican
los mecanismos mediante los cuales el ser humano
busca equilibrar sus necesidades con el ambiente,
hay una referencia importante hacia las necesida-
des, tanto fisiológicas como psicológicas, como ori-
gen de cualquier actividad humana.
La manera como el ser humano habrá de re-
solver sus necesidades complejas es mediante la
activación de los recursos con que cuenta para este
cometido, sobre lo que se hablará a continuación.
Este es el sistema básico de las necesidades, consi-
derado como base de esta propuesta.
La actividad humana para la resolución
de las necesidades
Habiendo establecido el punto de partida, la vida y su
sistema, es necesario comprender como se desen-
vuelve el ser humano en este sistema.
Todo animal, todo ser vivo, cuenta con recursos
que le permiten adaptarse y responder a las condi-
ciones que la vida le presenta y recuperar el equilibrio
o buscar alcanzar las metas que una necesidad ac-
tiva representa. A estos recursos se les llama recur-
sos adaptativos (Jiménez, 2002) y en los animales
corresponden a recursos fisiológicos como instin-
tos, movimientos del cuerpo, procesos biológicos y
emociones básicas. En el ser humano, en cambio,
49 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

los recursos adaptativos se vuelven más complejos den resumirse en su actividad a través de lo que el

Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

y abarcan, además de los recursos fisiológicos, los
recursos psicológicos como pensar y sentir.
Entre los recursos fisiológicos, el actuar en el
mundo físico es quizá el más evidente y es a lo que
se llama conducta operante (Skinner, 1963), es decir,
aquellos que involucran reacciones físicas del cuer-
po humano o, dicho de otra forma, la manifestación
conductual de todo proceso físico o mental. A pesar
de lo evidente de una acción física, y que muchas
veces puede pensarse que las necesidades se satis-
facen actuando físicamente, la conducta operante
es sólo uno de los recursos que tiene el ser humano
para la satisfacción de éstas; además, habría que
agregar procesos mucho más complejos compren-
didos en los recursos psicológicos que se pueden
resumir en sensación, percepción, aprendizaje, me-
moria, pensamiento, lenguaje, motivación y emo-
ción (Jiménez, 2002). Cada uno de ellos, con sus
expresiones a nivel mental, emocional y conductual.
Los recursos psicofisiológicos se expresan en
el comportamiento de distintas maneras que pue-
ser humano hace, lo que siente y lo que piensa. Agre-
garemos también a la palabra actividad el adjetivo
complejo, para referirnos a aquella que abarca los as-
pectos señalados. Estos tres elementos (hacer, sen-
tir y pensar) son parte fundamental de esta propues-
ta, ya que si se pretende entender la manera como
el ser humano encuentra la satisfacción de sus ne-
cesidades en el escenario que representa el espacio
arquitectónico, debemos contemplar los tres niveles
de su actividad que, en conjunto, corresponden a la
actividad humana, es decir, al ser humano integral.
En la Figura 2, se aprecian los tres niveles de la
actividad humana y cómo ésta es motivada de ma-
nera extrínseca o intrínseca al activarse las necesi-
dades humanas. A través de la actividad compleja,
se resuelven las necesidades.
La mayoría de las veces la actividad humana
para la resolución de sus necesidades ocurre de
manera simultánea tanto con lo que piensa y lo que
siente como lo que hace, los cuales se refuerzan
para lograr adaptarse a las circunstancias.

FIGURA 2.Esquema de relación de necesida-

des y actividad. Fuente: Flores Gutiérrez
Motivación (2016: 119).
extrínseca

Lo que
Hace
Necesidad Necesidad
Motivación
intrínseca

humana humana
ACTIVA SATISFECHA

Actividad

Lo que Lo que
Piensa Siente

(Recursos adaptativos del ser humano)


De esta manera, al referirnos a la actividad hu-
mana compleja en esta propuesta se hace referen-
cia al conjunto de recursos adaptativos. La actividad
es lo que media entre el usuario y la resolución de
sus necesidades.
La actividad humana compleja
y el espacio arquitectónico
A pesar de que resulta evidente que el ser humano
actúa para resolver sus necesidades, a menudo se
piensa que es el espacio arquitectónico el que re-
suelve (satisface) las necesidades, a tal punto que
el diseño para la satisfacción de necesidades humanas
es casi una definición sobre el objetivo del diseño
arquitectónico. Sin duda, este hecho es parcial-
mente cierto si de soluciones espaciales hablamos
como las dimensiones necesarias para caminar o
el espacio necesario para almacenar objetos. Pre-
cisamente, esta es la manera como la mayoría de
los problemas de diseño son abordados, desde una
definición meramente espacial de la programación
arquitectónica.
Las “necesidades espaciales” no son parte de
ninguna definición sobre las necesidades humanas,
pues no lo son en sí mismas, más bien son com-
ponente del satisfactor de alguna necesidad; sin
embargo, se intuye, y es por ello que es común que
haya confusiones, que gracias a las características
del espacio arquitectónico pueden satisfacerse ne-
cesidades de los usuarios, que parten de funciones
que operan en el espacio como sentarse, comer en
una mesa o preparar alimentos. Debido a ello, se
valora la arquitectura en su papel funcional de satis-
factor de las necesidades de los usuarios.
¿Qué sucede con esta estructura de pensa-
miento cuando planteamos alguna de las necesida-
des humanas superiores, el conjunto de necesidades
complejas? De inmediato, el espacio arquitectónico
AVATAR FLORES, GUILLERMO LÓPEZ • 50
parece no tener que ver con estas “otras” necesida-
des, en las que el objeto arquitectónico parece no
tener incidencia por estar en una esfera intangible
del habitar.
Sin la consideración de las necesidades hu-
manas complejas, queda poco qué proponer como
objetivo general de diseño que no se relaciona con
la materialidad evidente. En cambio, al incluir la tota-
lidad de necesidades y la comprensión de que éstas
son resueltas por el ser humano mediante su acti-
vidad compleja, aparece la posibilidad de construir
un objetivo, a través de la conformación de un am-
biente habitable, mucho más rico para la actividad
humana.
La diferencia radica en considerar al espacio ar-
quitectónico como el medio en el que se desarrolla
la actividad satisfactora y no como la satisfacción
en sí misma, una observación que ya había hecho
Alexander desde los años ochenta: “Es evidente
que un buen medio ambiente no es tanto uno que
satisface necesidades, sino uno que permite a los
hombres satisfacer esas necesidades por su propia
cuenta” (Alexander, 1980: 81).
Este sutil cambio de actitud en el diseño arqui-
tectónico, que contempla al espacio arquitectónico
como ambiente del ser humano, donde éste lleva a
cabo la actividad compleja para resolver sus necesi-
dades complejas, permite considerar aspectos que
conforman también esa esfera inmaterial del habitar.
Al respecto, Norberg-Schulz comenta lo siguiente:
La arquitectura constituye, desde el punto de vista
físico, uno de los aspectos más importantes del am-
biente, (…) una trama de componentes interrelaciona-
dos que están conectados prácticamente con todas
las actividades humanas. La arquitectura participa
en estas actividades configurando un marco prácti-
co, un trasfondo psicológico adecuado, y expresando
que lo que en este marco sucede tiene importancia
51 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
para la comunidad. (Por supuesto, puede participar
también configurando un marco inadecuado y desa-
fortunado) (2008: 71).
De esta forma, la idea de que es el ser humano, me-
diante su actividad, quien resuelve sus necesidades
y no el espacio arquitectónico, se suma al plantea-
miento fundamental para la definición de un objeti-
vo para el diseño arquitectónico.
Desde esta perspectiva, toma sentido el con-
cepto de atmósfera, el de ambiente total o el de am-
biente inclusivo. El espacio arquitectónico adquiere
un rol diferente al de satisfactor de necesidades, que
lo convierte más en un contexto ambiental que en un
objeto; éste tiene que ver con la experiencia de ha-
bitar un espacio, es decir, con la noción del sistema
del fenómeno arquitectónico.
En la Figura 3, se muestra un esquema que
sintetiza el sistema del fenómeno arquitectónico
que se ha expuesto como es presentado en la te-
sis doctoral de Flores-Gutiérrez (2016). Bajo la línea
negra se integran los componentes y relaciones
del sistema. En los círculos se aprecia al usuario
y sus necesidades, y los objetivos o satisfactores
que persigue, entre ellos, está la actividad física y
psicológica necesaria para conseguirlos. El círculo
más grande, que envuelve todo, es el espacio arqui-
tectónico, donde se lleva a cabo esta interacción.
Por otro lado, sobre la línea negra, se aprecia
como los componentes del fenómeno interactúan
en distintas etapas de un proceso de diseño. La
información acerca de la relación entre la necesi-
dad y el satisfactor se encuentra directamente en
el usuario. La información sobre la relación entre la
actividad humana y el satisfactor está en el análisis
del usuario en su contexto. Finalmente, en el diseño
arquitectónico, se busca habilitar la relación entre la
actividad y el escenario donde ésta tendrá lugar.
Planteamiento de un objetivo común
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
de los procesos de diseño arquitectónico
y el concepto de habitabilidad
¿Cuál es el objetivo de un médico? A nadie le que-
da duda de que todo proceso de diagnóstico, trata-
miento y seguimiento que lleva a cabo un médico
tiene como fin buscar la salud física de sus pacien-
tes. ¿Cuál es el objetivo de un arquitecto en el ám-
bito específico del diseño arquitectónico? Se han
señalado varias respuestas comunes; desde satis-
facer necesidades o conformar el espacio habitable
hasta crear una forma bella, pero responder a esta
pregunta requiere dejar claro uno de los conceptos
más importantes en arquitectura: el concepto de
habitabilidad.
Habitabilidad es un concepto que vincula nece-
sariamente a la actividad humana con el espacio ar-
quitectónico. Es decir, la habitabilidad no es una cuali-
dad del espacio ni de las personas, sino una cualidad
que define la relación entre ambas. Es imposible
decir que un espacio es habitable sin la compren-
sión de las personas específicas y la actividad que
habrán de desempeñar en éste.
Haciendo eco del planteamiento de Max-Neef,
al referirse a calidad de vida en desarrollo a escala
humana: “La calidad de vida dependerá de las po-
sibilidades que tengan las personas de satisfacer
adecuadamente sus necesidades humanas funda-
mentales” (Max-Neef et al., 1986), Flores-Gutiérrez
(2016) plantea lo siguiente sobre el concepto de
habitabilidad:
La habitabilidad es la capacidad que brindan los
espacios a las personas para llevar a cabo sus activi-
dades, tanto físicas como psicológicas, con el fin de
resolver sus necesidades humanas complejas.
Dicho de otra manera, “un espacio arquitectó-
nico es habitable en la medida en que permite al ser
 AVATAR FLORES, GUILLERMO LÓPEZ • 52

U=
FENÓMENO ARQUITECTÓNICO Afp =
Usuario
Actividad físico-psicológica
CONCEPTUALIZACIÓN PARA EL DISEÑO ARQUITECTÓNICO
O= Objetivos del usuario
EA = Espacio Arquitectónico

NECESIDAD ACTIVIDAD SATISFACTOR ESCENARIO

INFORMACIÓN DEL USUARIO: DISEÑO DEL ESPACIO:

Lo que las personas buscan. Lo que están tratando de conseguir El espacio que potencia
la actividad compleja
del usuario.
INFORMACIÓN DEL USUARIO
EN CONTEXTO: El espacio que estimula
Lo que las personas hacen para la relación
conseguirlo. A tráves de su necesidad-satisfactor
actividad compleja. del usuario.

MODIFICACIÓN Necesidades Hacer Satisfactores

Ambiente
físico
CONCEPTUAL físicas físicos
Sentir Ambiente
Necesidades Satisfactores social
psicológicas Pensar psicológicos
Ambiente
Necesidades de Satisfactores cultural
autorrealización espirituales
Ambiente
individual

U Afp
O Resultado de

EA
la influencia del
EA (Modificación)

Influencia positiva en la
actividad satisfactoria del
usuario, con intencionalidad

Compresión de la Influencia (Modificación) Espacio arquitectónico (Modificación)

Teoría de la actividad de A.N. Leontiev (1984). El espacio arquitectónico (EA) como escenario
Procesos de percepción ambiental. de la actividad satisfactoria del usuario en el
Semiosis arquitectónica. proceso de diseño arquitectónico

FIGURA 3. Sistema del fenómeno arquitectó-

nico. Fuente: Flores Gutiérrez (2016: 206).
53 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
humano la actividad compleja orientada a la reso-
lución de sus necesidades, y en la medida en que
influye positivamente en la orientación de dicha ac-
tividad a partir de los estímulos adecuados a sus ne-
cesidades humanas” (Flores-Gutiérrez, 2016: 148).
Desde esta premisa de la habitabilidad, y en
congruencia con los argumentos planteados sobre
necesidades humanas y la actividad, resulta eviden-
te que los procesos de diseño arquitectónico, que
centran sus objetivos en el objeto arquitectónico,
abordan sólo una pequeña parte de lo que un am-
biente vital significa para la existencia humana.
En consecuencia a las premisas expuestas, el
objetivo común a todo proceso de diseño arquitec-
tónico es la habitabilidad, desde la comprensión
del concepto habitable que se deriva del sistema del
fenómeno arquitectónico. Por lo tanto, decir que el
objetivo común de la arquitectura es la conforma-
ción de espacios habitables, sin el sustento teórico
sobre el sistema del fenómeno arquitectónico que
determina el concepto de habitabilidad, no permite
dar claridad al respecto.
Dada la complejidad de necesidades humanas
y de su actividad física y psicológica, la conforma-
ción de un espacio habitable implica que las decisio-
nes tomadas tengan como fin permitir la actividad
humana dentro de su sistema vital y ambiental. El
único objetivo constante de todo proyecto de dise-
ño arquitectónico es crear el entorno habitable que
permita que la vida se lleve a cabo.
Si un espacio debe ser grande o pequeño, si
debe ser hecho con madera o vigas metálicas, si ha
de ser bello o debe crear incomodidad, si debe ser
simétrico y ordenado o de formas complejas e in-
comprensibles, si debe provocar ecos incesantes o
absorber el sonido con sus paredes, son aspectos
que obedecen a la vocación inicial del espacio y a la
pregunta que plantea Alexander (1980) sobre “¿qué
es lo que las personas están tratando de hacer?”. La
respuesta a estas interrogantes estará dada por el
sistema del fenómeno arquitectónico, si se persigue
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
un objetivo común.
No se trata de una postura sobre cómo elegir el
camino del proyecto de diseño arquitectónico ni de
preferencias sobre prioridades o requerimientos es-
pecíficos, sino de un rumbo que contribuye a tomar
estas decisiones. Desde el concepto de habitabilidad
es imposible concebir un espacio arquitectónico sin
la estrecha e inseparable relación con sus habitantes.
Este objetivo común del diseño arquitectónico
debe quedar fuera de las discusiones sobre las técni-
cas proyectuales, pues constituye la esencia y razón
de ser del espacio arquitectónico y es independien-
te de las especificidades de cada proyecto y de las
técnicas proyectuales que en conjunto posibiliten la
definición final del proyecto arquitectónico.
Cualquier criterio que se establezca en la prácti-
ca o en los talleres de diseño arquitectónico debería
estar supeditado a este gran objetivo, a este marco
de referencia. Con este principio es posible, como
bien señala Biondi (2005) al referirse a una teoría
de la arquitectura, la viabilidad de una evaluación
objetiva sobre las decisiones que fueron guiando el
proyecto arquitectónico. Al respecto dice que: “Una
teoría de la arquitectura que reconozca su derivación
de la interpretación de una realidad específica, brin-
daría también un conjunto de principios y pautas crí-
ticas consecuente y coherente, con respecto al cual
evaluar la producción arquitectónica en un contexto
dado” (Biondi, 2005: 98).
No debe olvidarse que al hablar del objetivo co-
mún y del concepto de habitabilidad es imprescindi-
ble entenderlos desde los tres aspectos planteados:
1. Las necesidades humanas complejas.
2. La actividad humana compleja.
3. La premisa de que el ser humano mediante su
actividad compleja es quien resuelve sus nece-
sidades y no el espacio arquitectónico por sí
mismo.

Es necesario encontrar la manera de dirigir
los procesos de diseño hacia este gran objetivo y
evaluar los proyectos en función de su congruen-
cia con la actividad humana compleja que habrá
de ser desarrollada en el espacio arquitectónico en
cuestión.
La traducción de este objetivo general hacia
una operatividad implica la necesidad de replantear
algunos aspectos básicos del desarrollo habitual de
los procesos de diseño.
 
Perspectivas a partir de la definición
de un objetivo común
El primer aspecto por considerar es que toda pro-
puesta que busque ser operativa en el ámbito del
diseño arquitectónico entrará en el campo de una
teoría del diseño arquitectónico, cuya principal ma-
teria de estudio es la anticipación del fenómeno
arquitectónico (Flores Gutiérrez, 2016). Este es el
principal reto de toda propuesta orientada al diseño
arquitectónico.
Los hombres de ciencia tratan de identificar los com-
ponentes de estructuras existentes. Los diseñadores
tratan de modelar los componentes de nuevas estruc-
turas. La búsqueda de los componentes apropiados,
y del modo adecuado para construir la forma a partir
de estos componentes, constituye el mayor desafío
físico lanzado al diseñador (Alexander, 1986: 127).
Asentada la característica de la anticipación, el
objetivo común de los procesos de diseño tendría
como fin último la conformación de un fenómeno
arquitectónico orientado, es decir, la definición de
los elementos ambientales, tangibles e intangibles
AVATAR FLORES, GUILLERMO LÓPEZ • 54
de la experiencia que los usuarios tendrán al habitar
el espacio arquitectónico diseñado, mediante la an-
ticipación de dicha experiencia.
La estrategia necesaria para su operatividad
comienza con la comprensión del sistema del fenó-
meno arquitectónico, elaborado a profundidad en la
tesis doctoral de Flores Gutiérrez (2016), cuya prin-
cipal argumentación radica en que para lograr esta
anticipación es necesaria la comprensión de los
elementos del sistema del fenómeno arquitectóni-
co y de la percepción ambiental que experimenta el
usuario. De este modo, se plantea que la necesidad
y el satisfactor es información que debe construirse
mediante la observación de los usuarios en contexto
y que, a partir de este punto, habrán de establecerse
las relaciones entre los satisfactores y la actividad
humana para trasladar al diseño arquitectónico el
objetivo de la conformación del escenario adecuado
esa actividad compleja.
Los retos que se plantean a partir de la defini-
ción de un objetivo común a los procesos de diseño
arquitectónico se relacionan con el desarrollo de
nuevas herramientas cognitivas como la compren-
sión del sistema del fenómeno, pero también con el
planteamiento de nuevos instrumentos prácticos
para los talleres de diseño arquitectónico, que per-
mitan la construcción específica del objetivo general
de cada proyecto a partir de este objetivo común,
como es la definición de intenciones previas a la de-
finición de los proyectos, o de nuevas herramientas
para la observación e inclusión de los usuarios en
los procesos de diseño arquitectónico.
La propuesta de este objetivo común es un
punto de partida cuyo camino, sea uno o varios, ha-
brá de ser explorado en función de su utilidad para
la conformación de ambientes útiles y significativos
para la vida del ser humano.
55 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Referencias
Alexander, Ch. (1980). Tres aspectos de matemática y
diseño; y la estructura del medio ambiente. Barce-
lona: Tusquets editores.
Biondi, S. (2005). Una visión hermenéutica de la teoría
de la arquitectura en México. Tesis doctoral. Pro-
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04/07/2016)
AVATAR FLORES, GUILLERMO LÓPEZ • 56
 Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

Constructabilidad,
de la industria de la construcción
al currículo de arquitectura
Oscar Ignacio Hernández Hernández
Maestría en CyAD, uam.x

Palabras clave: formación

profesional, constructabili- Resumen: Este trabajo expone la complejidad del desarrollo de proyec-
dad, administración, gestión tos arquitectónicos contemporáneos, además de la fragmentación y
de proyectos, diseño arqui- especialización de la industria de la construcción en México. Asimismo,
tectónico. se muestra la necesidad de integración de la actividad profesional en
arquitectura, direccionándola hacia la administración y gestión de pro-
Keywords: professional yectos. Por lo anterior, se propone una reflexión en torno a la formación
training, constructability, de futuros arquitectos con un perfil profesional que integre recursos
administration, project humanos y procesos constructivos, además de desarrollar habilidades
management, architectural profesionales para la solución de problemas reales dentro de otras
design. áreas relacionadas con su campo profesional. Finalmente, se definen
los principios, objetivos y filosofía de la constructabilidad (CII, 1986)
como una técnica que ha traído diversos beneficios en la integración
de conocimiento constructivo en todas las fases de un proyecto, con
lo que se abre un panorama para el análisis de su inclusión en los con-
tenidos disciplinares de las escuelas de arquitectura en nuestro país.

Abstract: This paper examines the complexity of carrying out contem-

porary architectural projects, and the fragmentation and specialization
of the construction industry in Mexico. It also shows the need for inte-
gration of the various professional functions in architecture, addressing
project administration and management. It is proposed that knowledge
about human resources and construction processes be incorporated
into the education of future architects, as well as professional skills for
the solution of real problems within other areas related to their profes-
sional field. In conclusion, the principles, objectives and philosophy of
constructability are defined (cii, 1986) as a technique to promote the
Imagen: obtenida de https://pixabay.com/es/

integration of construction knowledge along all phases of a project.

This may open the way to its inclusion in the architecture curriculum
in our country.

Introducción
Este trabajo es una reflexión que está centrada en
una alternativa para conocer la función del arquitecto
como un profesional con un carácter integrador. Asi-
mismo, se define el concepto de constructabilidad
como una herramienta de gestión de proyectos que
ha traído diversos beneficios en el desarrollo de pro-
yectos arquitectónicos en la actualidad.
La constructabilidad es un término que surgió
en los años ochenta del siglo pasado en los Estados
Unidos; éste fue acuñado por el Instituto de la Indus-
tria de la Construcción (CII, 1986), y se refiere a la in-
tegración del conocimiento constructivo a lo largo de
todas las etapas de un proyecto, con el propósito
de alcanzar objetivos en el menor tiempo y costo
posible, con alta calidad.
Debido a distintas fallas en el desarrollo de pro-
yectos derivadas de la separación entre diseñadores
y constructores en la industria de la construcción
de diversos países (Trigunarsyah, 2001; Farooqui y
Ahmed, 2008; Khan, 2015), la constructabilidad ha
cobrado gran relevancia internacional, puesto que,
ha dado alternativas para la solución de conflictos
mediante la adecuada programación, presupues-
tación, calendarización de obra, así como, la inte-
gración de conocimiento constructivo de manera
anticipada en el diseño arquitectónico.
La constructabilidad ha logrado, a través de su
instauración en el desarrollo de proyectos, minimizar
los problemas derivados de la falta de información y
detalle en los dibujos que llegan a los contratistas en
la obra, además ha mejorado la recepción de mate-
riales y equipo mediante la participación de exper-
tos en la construcción, que promueven una adecua-
da calendarización y un análisis profundo del sitio
(CII, 2018).
Es evidente que los profesionales en distintas
partes del mundo consideran que se deben modifi-
car la forma y los contenidos de las distintas disci-
OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 58
plinas como la arquitectura (Bosch Reigh, 2013). A
pesar de los esfuerzos por el desarrollo de talleres
integrales, hace falta mostrarse abiertos ante un
campo profesional que requiere de la participación
de los arquitectos en temas como la administra-
ción y la gestión de proyectos.
Este trabajo pretende reconocer la importancia
de la enseñanza y aprendizaje de una herramienta
como la constructabilidad en beneficio de quienes
desean convertirse en futuros profesionales de la
arquitectura y para quienes colaboran en su for-
mación. Además, se expone la relación que existe
entre la constructabilidad y el diseño arquitectónico,
mostrando evidencia respecto a los beneficios de su
utilización. Por lo anterior, es necesario concebir la
integración del conocimiento constructivo y la admi-
nistración de obra como algo inherente al desarrollo
de los proyectos arquitectónicos contemporáneos.
La diversificación del profesional
de la arquitectura y el reto de su formación
Actualmente, los proyectos arquitectónicos son tan
diversos y complejos que han cobrado una gran
relevancia social, económica, política y ambiental.
Éstos requieren del apoyo de diversos profesionales
con habilidades específicas para su desarrollo y eje-
cución. Los proyectos pueden representar el talento
de quienes los diseñan, apoyados en lo último de
los avances tecnológicos, pero también evidenciar
la ineficacia y el mal desempeño de los diversos pro-
fesionales que en ellos trabajan, debido a los errores
cometidos.
Se hace imprescindible reflexionar acerca de
cómo se puede mejorar la forma en la que hacemos
arquitectura. Pensar en esto exige buscar alterna-
tivas para aprender a diseñar y construir de mejor
manera, cumpliendo las expectativas de quienes
habitarán los espacios arquitectónicos, procurando
59 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
no condenar a los usuarios de los proyectos a la in-
certidumbre y a la precariedad de soluciones arbi-
trarias condicionadas por el mercado.
Alberti, teórico precursor de la modernidad, en
el siglo XVI, describía que un arquitecto debería de
poseer diversas capacidades, así como “un espíritu
elevado, una inagotable capacidad de trabajo, la más
rica erudición y un máximo de experiencia, pero so-
bre todo ha de contar con una seria y bien fundada
capacidad de juicio” en su trabajo De Re Aedificatoria
(Alberti, 1991 citado en Pina, 2004: 88). La descrip-
ción de Alberti continua, pero me gustaría detener-
me para hacer especial énfasis en el saber construir
que este autor menciona, como un aspecto que
guía mi reflexión, ya que:
[…] construir es una necesidad, más construir ade-
cuadamente depende tanto de la necesidad como
de la utilidad. Así construir de manera que guste a
la gente distinguida sin que repulse a los humildes
resulta sólo de la experiencia de un artista cultivado,
receptivo y prudente (Alberti, 1991, citado en Pina,
2004: 88).
Por lo tanto, se puede decir que saber construir im-
plica desarrollar la capacidad para la solución de
problemas reales. Esta solución, por lo regular se
materializa en un objeto construido, que satisface
las necesidades para las que fue creado; sin em-
bargo, Alberti considera que saber construir es el
resultado de una larga experiencia, que conlleva a la
conversión del arquitecto en un artista, no obstante,
esto ha sido tema de debate entre diversos autores,
Pina Lupiáñez lo expone de la siguiente manera:
[…] el carácter funcional del producto arquitectóni-
co, los condicionamientos técnicos presentes en la
construcción, o la intervención de diversos agentes
a lo largo del proceso de producción, hacen que la ar-
quitectura resulte difícilmente equiparable a la pintura
o a la escultura, […] El reconocimiento de que la arqui-
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
tectura es un arte sometido a un complejo entramado
de normas y condicionamientos constituye, en cierto
modo, la negación de la idea de arte (2004: 83).
Inclinarse, por tanto, hacia la descripción del ar-
quitecto como un artista es complicado, ya que el
ejercicio de la arquitectura se ha modificado en los
últimos años. La propia definición de arquitectura
reside en la complementariedad de dos aspectos:
“es tanto el ‘arte’ como la ‘ciencia’ de diseñar y cons-
truir edificios” (Toca, 2015: 7).
Me atrae la idea del diseño expuesta por Porset
(2012), ya que señala el carácter integral del diseño
al describir lo que significa diseñar, ella ve al dise-
ño no como una sumatoria de partes, sino como
integrador de ellas; así, “Diseñar es dar figura e in-
tegridad a las cosas, es crear formas que puedan
llamarse vivientes por la justa relación entre sus
partes” (Porset, 2012: 42).
Pensemos en el papel del arquitecto como un
diseñador, que se nutre de las ciencias y las artes
para el ejercicio de su profesión, esto coincide con lo
expuesto por Cross (2007), pues describe la idea
de un diseñador que soluciona problemas a través de
las artes, la ciencia y la tecnología. Desde este pa-
norama, el arquitecto es un profesional que utiliza
recursos y métodos interdisciplinares para la inves-
tigación, análisis, desarrollo y aplicación de distintos
procesos y técnicas, para conceptualizar y construir
un objeto arquitectónico, que obedece a la satisfac-
ción de necesidades sociales y que debe ajustarse a
las exigencias de la economía.
El problema es que, hoy en día, no es posible
concebir una obra arquitectónica sin la intervención
de otros profesionales encargados del cálculo de la
estructura y las instalaciones; la administración y
la gestión de la obra. Por consiguiente, no sólo es el
buen diseño, sino también saber construir. Respec-
to a esto Saldarriaga explica que saber construir es:

CONSTRUIR CONSTRUCTOR
CALCULAR
COORDINAR ARQUITECTO
DISEÑAR
Antigüedad Renacimiento
FIGURA 1.Evolución de la separación de las actividades en la industria de la construcción
(Loyola y Goldsack, 2010: 4).
“un conocimiento especializado, que requiere inves-
tigación y experimentación, además de la necesaria
imaginación técnica” (Saldarriaga, 1996: 103).
La especialización en construcción implica sa-
beres específicos que aluden a un conocimiento téc-
nico en materiales y sistemas constructivos, de ahí
que es necesario el desarrollo de un arduo proceso
de investigación y experimentación para descubrir
nuevos procesos constructivos o, como en muchos
casos, redescubrir el potencial de los sistemas cons-
tructivos milenarios y su utilización con materiales
contemporáneos, para lograr una alta expresividad
y con esto diferenciarse mediante la innovación en
el diseño. Es importante señalar que:
El proceso proyectual consiste en buscar la síntesis
poética entre lo que la obra es, lo que contiene y lo
que representa. La integración coordinada de los tres
sistemas básicos (construcción, función y forma)
proporciona a la obra su consistencia e intensidad
(Pina, 2004: 19).
A pesar de la búsqueda de integración, por la ne-
cesidad de solucionar problemas de forma coordi-
OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 60
INGENIERO
ADMINISTRADOR
Revolución Hoy
Industrial
nada, se ha creado un punto de inflexión donde los
ingenieros y constructores han adquirido un papel
protagónico, sobre todo en la industria de la cons-
trucción (Toca, 2015). Se podría afirmar que esto
ha provocado que las obras sufran una pérdida de
consistencia, intensidad y calidad.
Históricamente se han suscitado diversas trans-
formaciones en el ejercicio de la profesión de un ar-
quitecto, las cuales podrían considerarse negativas,
ya que han reducido la participación del profesional
de la arquitectura en la construcción, cálculo y
coordinación de proyectos; como consecuencia de
esto, se presentan frecuentes errores desde las pri-
meras fases del proyecto (Toca, 2015). Situación que
Loyola y Goldsack (2010) también describen y que es
posible apreciar en la Figura 1.
Pensar que los profesionales de la arquitectura
pueden adaptarse a estas trasformaciones, promue-
ve un cambio en la manera en la que se están for-
mando a los futuros arquitectos. Diversas escuelas
de arquitectura han impulsado una transformación
en los planes de estudio, complementando la edu-
cación orientada hacia la sensibilidad estética y la
capacidad de abstracción en la conceptualización
61 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
arquitectónica, con otros cursos que motiven el
desarrollo técnico y el desarrollo de proyectos en
talleres integrales (Bosch, 2013). Pero, partamos
de la siguiente idea para dar una oportunidad a la
reflexión que nos ocupa: “Ha llegado la hora de su-
perar el prejuicio de que el arquitecto sea solamente
quien proyecta edificios. Habría que formar arqui-
tectos cuya tarea no sería nunca proyectar, sino in-
vestigar o administrar” (Maldonado, 2012: 87).
Debido a que, en la actualidad, es mucho más
frecuente encontrar a grandes estudios-empresas de
arquitectura e ingeniería desarrollando proyectos in-
tegrales, es necesario que en esta profesión se sus-
cite una profunda reflexión respecto cómo lograr la
eficacia en los proyectos mediante la adecuada
división del trabajo, la utilización de estrategias in-
terdisciplinares y la innovación en los procesos de
diseño.
Bosch (2013) afirma que las transformaciones
sociales han propiciado un cambio en la producción
arquitectónica. Por lo tanto, es importante dar alter-
nativas para la formación profesional que dé a los
futuros profesionales una mayor conciencia del im-
pacto social, político, económico y ambiental de la
arquitectura.
Situación de la industria de la construcción
Es conocido que la industria de la construcción es
un sector motor de la economía, especialmente el
ramo de la edificación (CEESCO, 2016), cuya com-
plejidad ha derivado en que “la mayor parte del tiem-
po que consume consiste en cientos de actividades
de diseño, construcción y operación” (Farooqui y
Ahmed, 2008: 335). Esto conlleva a un alto riesgo de
inversión y una fragmentación de la industria en el
desarrollo de proyectos.
El éxito de un proyecto de edificación depende
en gran medida del buen desempeño de los desa-
rrolladores y contratistas; además del cumplimiento
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
de un extenso marco regulatorio. Poo (2003), argu-
menta que el sector de la construcción es vulnera-
ble al comportamiento de la economía, por lo que
exige a las empresas que de él dependen una mayor
competitividad; además de:
[…] una respuesta profesional a cambios en la oferta
de trabajo en cuanto a magnitud, extensión y cali-
dad; desempeño técnico más focalizado y altamen-
te productivo, selección y uso de tecnología aptas y
de vanguardia; alta especialización […] y capacidad de
desarrollo de proyectos integrales (Poo, 2003: 132).
Las empresas que participan en esta industria es-
tán expuestas a las exigencias y expectativas de los
clientes, los cuales se preocupan constantemente
por la calidad de los materiales, el desarrollo tecnoló-
gico del equipo y la utilización de diversos procesos
constructivos, además de la necesidad de un amplio
capital para poder participar en diversas licitaciones,
esto provoca que se corran grandes riesgos por el
involucramiento de diversos profesionales con ob-
jetivos y habilidades diferentes (Farooqui y Ahmed,
2008: 335).
Algunos de los beneficios que ofrece la industria
de la construcción son el impulso y la generación de
empleo, el desarrollo de proyectos que posibilitan
diversos servicios, como salud y educación; sin em-
bargo, la industria de la construcción también es una
gran productora de basura y desperdicios, además
de que las edificaciones también se conocen por ser
grandes consumidores de energía (Espí, 2001).
Todas estas particularidades de la industria
de la construcción devienen en una gran cantidad de
conflictos por la enorme cantidad de proveedores,
productos y servicios que de ella dependen. Por
esta razón, es evidente la diversificación del desem-
peño profesional para los que se desarrollan en este
campo (Farooqui y Ahmed, 2008). Para Khan (2015),

la especialización de la industria también ha contri-
buido a esta diversificación.
Diversos autores han evidenciado una sepa-
ración entre los diseñadores y constructores en el
desarrollo de proyectos (Trigunarsyah, 2001; Kahn,
2015; Toca, 2015). Dicha separación y diversificación
de actividades es posible identificarla mediante los
graves errores por la falta de comunicación entre sus
actores. Farooqui y Ahmed (2008) consideran que:
Los errores de diseño, las inconsistencias en los dibu-
jos, la falta de detalles, la ineficiencia de los métodos
constructivos, la ambigüedad en las especificaciones,
son causa de que se obstaculice el buen desempeño
de las edificaciones a largo plazo (Farooqui y Ahmed,
2008: 335).
Desde este panorama complejo, parecería distante
la participación del profesional de la arquitectu-
ra en la administración y coordinación de todo el
proyecto, ya que, por lo regular, el arquitecto funge
como el encargado del diseño y dibujo de un proyec-
to, en otras ocasiones como responsable de la su-
pervisión de la construcción del mismo. Por lo tanto,
saber construir se convierte en una necesidad para
los profesionales de la arquitectura, puesto que “el
Especialización
actividades
INDUSTRIA CONTEMPORÁNEA
Métodos
contractuales
Complejidad
técnica
Competencia por
productividad
FIGURA 2. Características de la actual industria de la construcción que impulsan el estudio de la
constructividad (Loyola y Goldsack, 2010: 8).
OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 62
saber construir se asocia al desarrollo tecnológico
de una sociedad y se incorpora en la industria de la
construcción” (Saldarriaga, 1996: 103).
A pesar de la diversificación de actividades y
complejidad de los proyectos, puede apreciarse
en la Figura 2 que la arquitectura necesita de la in-
dustria de la construcción para el desarrollo de ha-
bilidades técnicas en los profesionales dedicados
al desarrollo de proyectos. En toda la industria es
posible apreciar un gran conglomerado de proble-
mas que necesitan solución y que requieren de las
habilidades de integración de los profesionales de
la arquitectura.
Coincido con Cisneros (2003) al afirmar que:
El éxito en la realización de un proyecto de construc-
ción, tal vez, depende más de un buen manejo admi-
nistrativo que de un esfuerzo técnico constructivo.
Por tal motivo, es importante para el arquitecto o
ingeniero sensibilizarse ante el quehacer administra-
tivo (Cisneros, 2003: 50).
Por lo anterior, es fundamental que las habilidades
de los estudiantes de arquitectura se incrementen
con conocimientos y herramientas que les permitan
un mejor desempeño profesional y, así, ampliar su
• Objetivos diferentes
• Límites de acción no definidos
• Desintegración de equipos de trabajo
• Tiempos de diseño insuficientes
• El arquitecto no puede tener
todo el conocimiento técnico
• Constante y creciente exigencia
de calidad y productividad
63 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
expectativa de empleabilidad para el futuro. Como
él mismo Cisneros afirma, es “todo un reto en el cual
intervienen diversos intereses y requiere de una
gran visión de conjunto” (2003: 53).
Administración y gestión de proyectos
en arquitectura
Para introducirse en los conceptos básicos de ad-
ministración es necesario pensar, como en el caso
del diseño, en el concepto de integración. La admi-
nistración es: “La integración dinámica y óptima de
la función de planeación, organización, dirección y
control para alcanzar un fin grupal, de la manera
más económica y en el menor tiempo posible” (Suá-
rez, 2008: 17).
La integración es un concepto fundamental
cuando se habla de la incursión del arquitecto en
la administración de proyectos, ya que integratĭo es
el vocablo latino que se refiere a la acción o efecto
de constituir un todo; para la Real Academia Espa-
ñola (2018), integración es “constituir un todo con
las partes que faltaban”. El arquitecto es un experto
en este sentido, pues la coherencia en un proyecto
arquitectónico reside en la adecuada integración de
sus partes.
Cuando me refiero al concepto de integración
en el ámbito de la administración en arquitectura, es
conveniente decir que se trata no sólo de activida-
des inherentes al desarrollo de proyecto o a los ele-
mentos físicos que constituyen una edificación, sino
también a una integración de carácter social, puesto
que un proyecto arquitectónico requiere de la partici-
pación de diversos profesionales. En este sentido la
integración social es un:
[…] proceso dinámico que supone que la gente de
diferentes grupos se reúna bajo un mismo objetivo,
supone un esfuerzo coordinado, planeación conjun-
ta, convivencia pacífica entre los sectores que con-
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
forman un grupo. Esa es la única forma donde las
partes pueden constituir un todo, aún sin perder su
individualidad (Pérez y Merino, 2011).
Quijano (2012) considera que para el arquitecto la ad-
ministración se ha convertido en una necesidad; este
autor visualiza al arquitecto como un administrador
de recursos humanos, materiales, económicos y tec-
nológicos, por lo que, aprender administración im-
plicaría un mejor desempeño profesional y mejores
oportunidades, además de permitir la adquisición de
habilidades para la solución de problemas.
Es necesario que el arquitecto comprenda la
importancia de la administración en el desarrollo
de proyectos; sin embargo, la literatura revisada
respecto a principios administrativos en arquitec-
tura (Cisneros, 2003; Suarez, 2008; Quijano, 2012),
aunque representa un buen acercamiento para la
comprensión de los conceptos básicos, evidencia
que se requiere considerar elementos que permitan
comprender las complicaciones de la falta de co-
municación durante el proceso de diseño, reconocer
las limitaciones de conocimiento constructivo por
parte de los arquitectos. También es necesario in-
tegrar lecciones aprendidas durante la ejecución de
obra en las primeras fases de diseño para dar un
paso firme hacia la integración de constructores y
diseñadores.
De igual forma, para la ejecución adecuada de
un proyecto se requiere de la gestión, es decir, que
se necesitan una serie de estrategias para planear,
organizar, motivar y controlar los recursos para la
ejecución adecuada de dicho proyecto y alcanzar
los objetivos planteados (PMI, 2013).
Es interesante que, además de la concepción
de Quijano (2012) respecto a un arquitecto adminis-
trador de recursos –humanos, materiales, económi-
cos y tecnológicos–, se pueda asumir la idea de un
arquitecto integrador de procesos, que aplica sus

habilidades y conocimientos en las diversas activi-
dades de un proyecto, esto incluye la administración
y la gestión en el proceso de diseño.
Es importante definir algunos conceptos como
proyecto, proceso y dirección de proyectos para com-
prender y dar contexto al tema que nos ocupa. El
Instituto para la Gestión de Proyectos (PMI, por sus
siglas en inglés) define proyecto como “un esfuerzo
temporal que se lleva a cabo para crear un produc-
to, servicio o resultado único” (PMI, 2013: 417), esta
definición coincide con la de un proyecto arquitec-
tónico por su carácter temporal, por su unicidad y
porque una edificación se convierte en un objeto
construido que cumple con un fin específico.
Un proceso es definido por la Guía para la Ges-
tión de Proyectos (PMBOK Guide, por sus siglas en
inglés) como un “conjunto de acciones y activida-
des, relacionadas entre sí, que se realizan para crear
un producto, resultado o servicio predefinido” (PMI,
2013: 47). Entonces, se podría establecer una rela-
ción entre la definición de proceso de la guía, con el
proceso de diseño o cualquier proceso constructivo,
por lo que los principios para la gestión de proyectos
pueden ser aplicables en el campo del diseño.
Como definición final, la dirección de proyectos
se trata de “la aplicación de conocimientos, habili-
dades, herramientas y técnicas a las actividades del
proyecto para cumplir con los requisitos del mismo”
(PMI, 2013: 417). Un arquitecto que sea consciente
de la importancia de la integración de la gestión de
proyectos en su quehacer profesional, debe saber
que, cada proceso impacta de forma directa a los
demás procesos que componen cada etapa de un
proyecto arquitectónico. Por esto, es relevante sa-
ber que cuando el arquitecto se asume como un
director de proyectos, confirma su caracter eminen-
temente integrador y su mayor preocupación debe-
rá estar en gestionar activamente las interacciones
entre los procesos a fin de cumplir con los requisi-
tos del cliente (PMI, 2013).
OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 64
El arquitecto que aspire a la dirección de proyec-
tos también debe conocer que no siempre se des-
empeña en la cumbre de la pirámide organizacional,
ya que depende de otras gerencias y debe colaborar
con otros líderes, como ingenieros, contratistas y
demás expertos en materias específicas. Es rele-
vante sumar a esto, que el director de proyectos en
arquitectura requiere del desarrollo de habilidades
éticas, interpersonales y de liderazgo para el análi-
sis de situaciones y la solución de conflictos, para
así tener un equilibrio dentro del desarrollo de un
proyecto (PMI, 2013: 17).
Como ya se mencionó, se requiere desarrollar
en el profesional de la arquitectura una serie de ha-
bilidades que permitan su escalada hacia la coordi-
nación de equipos de trabajo, por lo que sus habili-
dades de comunicación también son esenciales: “El
éxito en la dirección de proyectos […] depende en
gran medida de un estilo de comunicación efectivo
dentro de las organizaciones” (PMI, 2013: 21); sobre
todo una buena comunicación entre los distintos
actores que participan en la ejecución de un proyec-
to arquitectónico.
Una vez establecido el papel del arquitecto den-
tro de la gestión y administración de proyectos, es
necesario explorar los beneficios de la construc-
tabilidad como una herramienta que promueve la
integración de equipos interdisciplinarios y cono-
cimiento constructivo en las primeras fases del pro-
ceso de diseño.
Constructabilidad
La constructabilidad es, como bien lo apunta Khan
(2015), una herramienta de gestión para arquitectos.
Al centrarse en la gestión de proyectos como una
disciplina que permite la integración de actividades
de dirección, se requiere generar los conocimientos
necesarios para que los principales actores de un
65 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
proyecto arquitectónico, esto es, diseñadores, inge-
nieros y contratistas, puedan alcanzar los objetivos
de un proyecto en el menor tiempo y costo posible,
y con la más alta calidad.
Para facilitar la ejecución de los trabajos en
las diversas etapas del proceso de diseño y evitar las
múltiples complicaciones derivadas de la falta de
comunicación e información clara, se deben explo-
rar los beneficios que la constructabilidad tiene.
A pesar de que en diversos países el concepto
de constructabilidad ha cobrado importancia desde
hace algún tiempo, en nuestro país este concep-
to es poco conocido; sin embargo, al describir las
problemáticas de la industria de la construcción en
México, la necesidad de la integración de este con-
cepto queda expuesta.
De manera simultánea al desarrollo del concep-
to de constructabilidad, se desarrolló otro concepto
conocido como constructividad y, aunque tengan
definiciones similares, su principal diferencia radica
en los alcances que tienen. Conviene abrir un parén-
tesis para diferenciarlos y establecer un punto de
partida para los fines de este trabajo.
Las primeras aproximaciones de la constructi-
vidad surgieron en el Reino Unido. En 1979, la Aso-
ciación para la Investigación e Información de la
Industria de la Construcción (CIRIA, por sus siglas
en inglés), acuño el término Buildability que traduci-
do al español es constructividad, para referirse a “la
manera en la que el diseño de un edificio facilita su
construcción […]” (CIRIA, 1983).
Posteriormente, en los años ochenta, apare-
cieron casi simultáneamente en el Reino Unido y
Estados Unidos diversos reportes que señalaban
la fragmentación de la industria de la construcción
y la ineficiencia en los diseños producidos por los
arquitectos, resultado de la falta de conocimiento
constructivo. Según Loyola y Goldsack (2010), los
resultados de estos estudios, en Estados Unidos,
derivaron en la conformación del Instituto de la
Industria de la Construcción de la Universidad de
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
Texas (CII, por sus siglas en inglés), fundado en 1983.
En el CII, se realizaron investigaciones orienta-
das a maximizar la eficiencia, productividad, efecti-
vidad en los costos y calidad en la industria de la
construcción, el instituto publicó un documento
que sentó las bases para el desarrollo del término
constructability que traducido al español es cons-
tructabilidad; este término es definido como: “el uso
óptimo del conocimiento constructivo y la experien-
cia en la planeación, diseño, procuración y opera-
ciones de campo para lograr los objetivos de un
proyecto” (CII, 1986: 2).
Es importante resaltar que la constructabilidad
se refiere a determinar los métodos más eficien-
tes de construcción antes de la movilización de la
mano de obra; también, a la revisión de información
constructiva por personal especializado durante la
fase de diseño, y a la determinación de su impacto
en el costo, tiempo y calidad del proyecto. En resu-
men, la constructabilidad busca la integración del
diseño y la construcción (CII, 1986). Las principales
diferencias entre estos términos pueden observarse
en el Cuadro 1.
Para este trabajo se eligió a la constructabili-
dad como objeto de análisis, ya que se considera
que tiene una mayor influencia durante todas las fa-
ses del proyecto y promueve la integración, y facilita
el desarrollo de proyectos.
Filosofía de la constructabilidad
Para poder entender de forma general la aplicación
de la constructabilidad, es necesario visualizar el
impacto que tiene en cada una de las fases del ciclo
de vida de un proyecto –estas fases son factibili-
dad, planificación conceptual, diseño, adquisiciones,
construcción y puesta en marcha– (CII, 2018). De
acuerdo con la base de conocimiento del CII (2018),

Cuadro 1. Cuadro comparativo de las principales diferencias entre constructabilidad y constructividad
Constructividad
Atributo del diseño
Se define en la etapa de diseño
Depende principalmente de los arquitectos, inge-
nieros y otros diseñadores
Ambas tienen como propósito lograr la facilidad de construcción a fin de optimizar los recursos producti-
vos y cumplir con los objetivos de proyectos de la forma más eficiente posible
(Fuente: Loyola y Goldsack, 2010: 14.
los mayores beneficios de la aplicación de la cons-
tructabilidad suceden, precisamente, cuando las
personas con una alta experiencia y conocimiento
constructivo se involucran en las primeras fases de
un proyecto (CII, 1986). Esta capacidad para influir en
el costo y en el tiempo de un proyecto se muestra
en la Figura 3.
En general, los proyectos que enfatizan la cons-
tructabilidad se caracterizan por cuatro aspectos,
según la CII (1986).
1. Los directores de proyecto encargados del di-
seño y la construcción están conscientes de la
gran influencia que tiene la constructabilidad
en términos de costo y para tomar decisiones
adecuadas en las etapas más tempranas del
proyecto.
2. El personal directivo usa la constructabilidad
como una herramienta de integración de objeti-
vos de costo y programación.
3. Se tocan temas relativos a la construcción por
anticipado, mediante la selección adecuada del
personal con mayor experiencia en la planea-
ción y construcción.
4. Los diseñadores se vuelven altamente recepti-
vos; solicitan libremente la incorporación de la
constructabilidad en los proyectos y la valoran
objetivamente (CII, 1986: 4).
OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 66
Constructabilidad
Enfoque de administración
Involucra todas las etapas del proyecto
Depende principalmente de los administradores de
proyecto y de los constructores
Es conveniente decir que diversas firmas de
diseño en Estados Unidos han mostrado que incluir
la filosofía de la constructabilidad en sus empresas
ha tenido diversos beneficios. Según el trabajo he-
cho por Arditi et al. (2002), estos beneficios incluyen
lo siguiente: una mejora en el diseño, un mejor des-
empeño en todos los aspectos del proyecto; mayor
efectividad en la planeación constructiva de un pro-
yecto, mejor calidad, eficiencia en el manejo de re-
siduos; menos retrasos e interrupciones, reducción
ALTA
PLANIFICACIÓN CONCEPTUAL
CAPACIDAD PARA INFLUIR EN EL COSTO
DISEÑO
ADQUISICIONES
CONSTRUCCIÓN
PUESTA EN
MARCHA
BAJA
INICIO TIEMPO FIN
FIGURA 3. Capacidad de la constructabilidad para influenciar
en el costo final a lo largo del ciclo de vida del proyecto
(CII, 1986).
67 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
del costo y del tiempo del proyecto; una mejor comu-
nicación, mayor confianza y colaboración entre todos
los miembros del equipo (Arditi et al., 2002: 121).
La filosofía de la constructabilidad se distingue
por el uso óptimo del conocimiento en cada una
de las fases del proyecto; la integración efectiva de
las contribuciones del personal con experiencia en
construcción, sin separarlos de sus funciones; el
fomento de un compromiso continuo por parte de
los constructores por hacer más simple el proyecto
(OFPC, 1997: 4).
Estos beneficios en el desarrollo de proyectos
se derivan de la instauración de un programa de
constructabilidad y la aplicación de los principios
desarrollados inicialmente por la CII (1986). Para
una mejor comprensión, es necesario describir a los
principales actores que intervienen en las revisiones
de la constructabilidad en un proyecto y los respon-
sables de que esto se lleve a cabo.
La constructabilidad considera en primer lu-
gar al propietario, quien contrata los servicios de
los profesionales del diseño y la construcción, éste
puede ser representado en algunas ocasiones por
instituciones públicas, empresas o clientes particu-
lares; el propietario es el responsable de la concep-
ción del proyecto (Trigunarsyah, 2001: 21).
En segundo lugar, se encuentra el ingeniero
o diseñador, estos representan a los arquitectos o
consultores de ingenierías, quienes se encargan de
asistir a los propietarios en el diseño, cálculos e in-
geniería durante las etapas de planificación, diseño y
gestión; también son responsables de la inspección,
monitoreo y control en la etapa de construcción de
un proyecto. En tercer lugar se encuentra el cons-
tructor, quien generalmente es representado por los
contratistas o subcontratistas especializados (Tri-
gunarsyah, 2001: 21).
En México, la figura del diseñador es represen-
tada por los despachos de diseño y el constructor
es representado por las empresas constructoras; la
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
figura del ingeniero es traducida como las empresas
especializadas en proyectos de ingeniería, por ejem-
plo, en el caso del desarrollo de proyectos estructu-
rales y de instalaciones; es en este punto donde es
posible apreciar la fragmentación de la industria de
la construcción en sus diferentes vertientes como
diseño, ingenierías y construcción, pues en la ma-
yoría de proyectos la encomienda del desarrollo de
proyectos de ingeniería y el diseño son independien-
tes, incluso del trabajo de las empresas constructo-
ras, que representan la figura del constructor en el
ámbito de la constructabilidad.
Principios de la constructabilidad
Para la Oficina de Planificación y Construcción de
Instalaciones de la Universidad de Texas (OFPC, por
sus siglas en inglés), los principios de constructabi-
lidad son ideas y sugerencias que ayudan a mejo-
rar el desempeño de un proyecto; estos principios
pueden ser generados por los actores principales de
un proyecto, provenientes de cualquier disciplina y
pueden ser útiles para cualquier aspecto del proyec-
to, por lo que estos principios no son limitativos, así
que ofrecen una guía para el desarrollo de la cons-
tructabilidad (OFPC, 1997: 7).
El impacto de los principios de la constructabi-
lidad en la fase de factibilidad del proyecto está en
ayudar a evaluar lo que se va a ejecutar y valorar la
efectividad de los costos en las alternativas de di-
seño durante la generación de ideas. En la etapa de
planificación conceptual, los principios permiten una
gestión general del proyecto y una visión detallada
de los planes y programas de obra (OFPC, 1997: 10).
Para la fase de diseño, los principios de cons-
tructabilidad pueden ayudar a resolver los conflictos
entre los alcances de los detalles de ingeniería y la

eficacia de la construcción; además, se consideran
las ventajas de los diferentes sistemas constructi-
vos. En la fase de adquisiciones, calendarización y
programación, los principios de constructabilidad
reducen considerablemente los retrasos y permiten
satisfacer adecuadamente todas las necesidades
en la fase de construcción (OFPC, 1997: 10).
Durante la fase de construcción, los principios
de constructabilidad promueven la innovación de
los métodos constructivos en el uso de herramien-
tas y equipos. Finalmente, en la fase de puesta en
marcha de un proyecto, se considera la documen-
tación de las lecciones aprendidas como un princi-
pio de constructabilidad que es parte de la mejora
continua para futuros proyectos, lo que convierte el
conocimiento adquirido en un valioso activo para
las empresas (OFPC, 1997: 10).
Para una mejor comprensión de los principios
de la constructabilidad es importante revisar los
cuadros 2 al 6 que explican cada una de las fases
del ciclo de vida del proyecto, en ellos se expone la
siguiente información:
A. La definición de cada fase del ciclo de vida del
proyecto de acuerdo con lo expuesto por el CII
(2018).
B. Una síntesis de los beneficios de la aplicación
de las revisiones de la constructabilidad para
cada fase del ciclo, de acuerdo con la revisión
de Douglas y Glasberg (2009).
C. Los principios aplicables para cada fase del ci-
clo de vida del proyecto, aportación hecha por
Nima et al. (2001).
Cabe mencionar que la compilación de 23 prin-
cipios de constructabilidad hecha por dicha autora
forma parte de lo que actualmente es la filosofía
de la constructabilidad a nivel internacional. Esta
evolución de los 12 principios establecidos por el
Instituto Australiano de la Industria de la Construc-
ción (CIIA, por sus siglas en inglés) (Francis y Sidwell,
OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 68
1996, en Trigunarsyah, 2004) es una muestra de
la evolución que ha sufrido la constructabilidad en
más de 30 años de investigaciones (Trigunarsyah,
2004: 568).
Se incluyeron los principios 1 y 2 en la etapa de
factibilidad, ya que esta etapa no es mencionada
por la CII (1986), sin embargo, es parte del ciclo de
vida del proyecto manejado por el PMI en la guía del
PMBOK (pmi, 2013) y es recurrente en otros trabajos
como el de Othman (2011), en el cual está basada la
elaboración de los siguientes cuadros.
Además de las fases ya mencionadas, se ha in-
cluido una última fase, debido al auge que ha tomado
actualmente temas como el reciclaje y la sustenta-
bilidad. Esta última fase se refiere a la demolición o
conversión de un edificio una vez que ha cumplido
su vida útil, para convertirse en otras tipologías con
el objeto de permitir otro uso o función, reduciendo
las emisiones y consumos de energía provocados
por la construcción (Trigunarsyah, 2001).
Es posible apreciar que los mayores beneficios
de la implementación de la revisión de constructabi-
lidad están en las primeras fases del proyecto. Re-
gularmente, los encargados de las primeras fases
del proyecto son los diseñadores, por lo que esta
reflexión se convierte también en una crítica hacia
la forma en cómo se diseña, ya que si no se conside-
ran aspectos relevantes relativos a la construcción
en estas fases, se está condenando a los proyectos
a repetir los mismos errores que ocasionaron el de-
sarrollo de la constructabilidad.
Además, si no se modifican las licitaciones y las
formas de contratación de los proyectos, el camino
para la constructabilidad en México es incierto, ya
que la contratación de un equipo multidisciplinario
encargado de la revisión de aspectos constructivos,
en las primeras fases del diseño, es un sobrecosto
que pocos están dispuestos a cubrir. La construc-
tabilidad en los despachos encargados del diseño
de un proyecto es un tema que consideran poco re-
69 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Cuadro 2. Descripción de la fase de factibilidad del ciclo de vida de un proyecto, beneficios

Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

de la implementación de la constructabilidad y conceptos aplicables a esta fase

A) Descripción: se identifican el potencial y las oportunidades económicas de un proyecto, se

realizan análisis preliminares para determinar los alcances y se estudian las restricciones del
proyecto (CII, 2018).
B) Beneficios en esta fase: la posibilidad de tener un panorama real de costos, hacer sugeren-
FACTIBILIDAD

cias al equipo de diseño en cuanto a complejidad constructiva y sustentabilidad; principalmente

dar alternativas al cliente que posiblemente no hayan sido consideradas por los equipos de dise-
ño (Douglas y Gransberg, 2009).
C) Principios:
P1. El programa de construcción del proyecto debe ser discutido y documentado dentro del plan
de ejecución del proyecto, a través de la participación de todos los miembros.
P2. Debe conformarse un equipo de proyecto que incluya a representantes del propietario,
equipo de diseño y expertos en construcción para tener en cuenta el problema de la constructa-
bilidad desde el inicio del proyecto y en todas sus fases (Nima et al., 2001).

Fuente: elaboración propia.

Cuadro 3. Descripción de la fase de planificación conceptual del ciclo de vida de un proyecto,

beneficios de la implementación de la constructabilidad y conceptos aplicables a esta fase
A) Descripción: se realiza un diseño conceptual para seleccionar las mejores aproximaciones al
proyecto, se realiza un análisis de costos con el objeto de confirmar la viabilidad del proyecto,
mediante un plan de ejecución inicial y documentos preliminares para la etapa de diseño (CII,
2018).
PLANIFICACIÓN CONCEPTUAL

B) Beneficios en esta fase: la posibilidad de generar alternativas que orienten las decisiones de
diseño para determinar las condiciones financieras y de planeación realizadas por especialistas
en ingeniería de costos (Douglas y Gransberg, 2009).
C) Principios:
P3. Las personas con conocimientos y experiencia actualizados en construcción deben lograr
la planificación anticipada del proyecto para evitar la interferencia entre el diseño y la construc-
ción.
P4. Los métodos de construcción deben tomarse en cuenta al elegir el tipo y número de contra-
tos necesarios para la ejecución del proyecto.
P5. El cronograma maestro del proyecto debe ser sensible a la construcción y la fecha de termi-
nación del proyecto debe asignarse lo antes posible.
P6. Para que las operaciones de campo sean llevadas de manera fácil y eficiente, los principa-
les métodos principales de construcción deben discutirse y analizarse a profundidad lo antes
posible, para direccionar el diseño de acuerdo con esos métodos. Esto podría incluir métodos de
recuperación y reciclaje, así como planificación sostenible y disposición final de los residuos.
P7. El plano de sitio debe estudiarse cuidadosamente para que la construcción, la operación y
el mantenimiento puedan realizarse de manera eficiente, y así evitar la interferencia entre las
actividades realizadas durante estas fases (Nima et al., 2001).

Fuente: elaboración propia.

 OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 70

Cuadro 4. Descripción de las fases de diseño y adquisiciones del ciclo de vida de un proyecto,
beneficios de la implementación de la constructabilidad y conceptos aplicables a esta fase
A) Descripción de la fase de diseño: se define el proyecto ejecutivo y se desarrollan los planes de
ejecución definitivos. Posteriormente, se realiza la ingeniería de detalles, la programación para la
construcción y el presupuesto (CII, 2018).
Descripción de la fase de adquisiciones: se preparan los documentos para la contratación de
mano de obra, la adquisición de equipos y la compra de materiales, se consideran las diversas
cotizaciones y ofertas; finalmente se elaboran las órdenes de compra, contratos y subcontratos
laborales. (CII, 2018).
B) Beneficios: en la fase de diseño se tiene la posibilidad de tener menos errores en la calidad
de la información de los planos, detalles, especificaciones y procesos constructivos, además de
generar una programación realista con el apoyo de las revisiones de constructabilidad realiza-
das por los especialistas en construcción (Douglas y Gransberg, 2009).
En la fase de adquisiciones, se pueden generar paquetes presupuestales sustentados en un
diseño que ha sido revisado para evitar la mayor cantidad de sobrecostos, tener un proyecto
con información suficiente para que los contratistas tengan las menores dudas posibles, lo cual
DISEÑO Y ADQUISICIONES

resultara en un ahorro de tiempo y costo del proyecto (Douglas y Gransberg, 2009).

C) Principios:
P8. Los programas de gestión para la adquisición de bienes y servicios, y los calendarios de
diseño, deberán ser regidos por una secuencia constructiva lógica. Así mismo, el programa de
construcción deberá ser discutido y desarrollado antes que los programas mencionados.
P9. Los avances en las tecnologías de la información son importantes en cualquier campo de la
industria de la construcción. Entonces, el uso de dichas tecnologías ayudará a superar el proble-
ma de la fragmentación de los roles especializados y mejorará la constructabilidad.
P10. Los diseñadores deben promover diseños simples y deben ser revisados por personal de
construcción calificado, para permitir una construcción eficiente. Esto ayudará a minimizar el
desperdicio de material, aumentar el reciclaje y la rentabilidad.
P11. Los elementos del proyecto deben ser estandarizados, la única limitante para esto será
que nunca se afecte negativamente el costo del proyecto.
P12. Las especificaciones técnicas del proyecto deben ser simples y configuradas de tal suerte
que se logre la eficiencia constructiva, sin sacrificar el nivel o la eficiencia en el desempeño del
proyecto.
P13. La implementación de la construcción modular y el montaje previo de los elementos prefa-
bricados del proyecto debe tomarse en consideración y estudiarse con cuidado. Los elementos
modulares y el diseño del ensamblaje deben ser propuestos con la finalidad de facilitar la fabri-
cación, el transporte y la instalación.
P14. El diseño del proyecto deberá tener en cuenta la accesibilidad del personal de construc-
ción, la ubicación dentro del sitio de los materiales y el equipo requerido.
P15. El diseño deberá facilitar la construcción en condiciones climáticas adversas. Se deberán
hacer esfuerzos para la realización de un plan de construcción adecuado a las condiciones
climáticas; de otra manera, el diseñador deberá incrementar los elementos prefabricados para
el proyecto (Nima et al., 2001).

Fuente: elaboración propia.

71 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Cuadro 5. Descripción de la fase de construcción del ciclo de vida de un proyecto, beneficios

Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

de la implementación de la constructabilidad y conceptos aplicables a esta fase
A) Descripción: en esta etapa la planificación y la calendarización tienen un papel trascendente,
se realizan, además, actividades de apoyo como la supervisión y el control de calidad (CII, 2018).
B) Beneficios en esta fase: los contratistas realizan sus propias revisiones de constructabilidad,
para evitar gastos y pérdida de tiempo en la instalación de equipo, en el suministro de mate-
riales y en la accesibilidad del personal de obra. Se promueve la innovación constructiva y la
búsqueda de alternativas en los procesos de construcción que impacten en la programación
(Douglas y Gransberg, 2009).
C) Principios:
P16. La secuencia de las tareas de campo debe ser configurada para minimizar los daños y la
CONSTRUCCIÓN

duplicación de trabajos de algunos elementos del proyecto, también para reducir el uso de anda-
mios, de cimbra o la congestión del personal de construcción, el material y el equipo.
P17. La innovación en materiales y sistemas de construcción temporales, la implementación de
formas innovadoras de uso o disponibilidad de estos, que no hayan sido definidos o limitados
por los planos de diseño y las especificaciones técnicas tendrán contribuciones positivas.
P18. La incorporación de métodos innovadores en el uso de herramientas disponibles en el
mercado, o la modificación de las mismas; la introducción de nuevas herramientas manuales
que reduzcan la carga de trabajo, el aumento en la movilidad y la seguridad, permitirán mejoras
en la fase de construcción.
P19. La introducción de métodos innovadores para el uso de equipo disponible o su modifica-
ción para incrementar la productividad conducirá a mejorar el desempeño del proyecto en esta
fase.
P20. Con el fin de aumentar la productividad, reducir la necesidad de andamios o incrementar
la constructabilidad del proyecto bajo condiciones climáticas adversas, se debe alentar a los
constructores a utilizar cualquier pre-montaje opcional.
P21. La constructabilidad mejorará si se motiva a los constructores a llevar a cabo innovacio-
nes en las instalaciones temporales (Nima et al., 2001).

Fuente: elaboración propia.

Cuadro 6. Descripción de la fase de puesta en marcha del ciclo de vida de un proyecto, beneficios de la
implementación de la constructabilidad y conceptos aplicables a esta fase.
A) Descripción: en esta etapa comienzan las actividades para los usuarios definitivos o el clien-
te. Se concluye con un informe de desempeño (CII, 2018).
PUESTA EN MARCHA

B) Beneficios en esta fase: generar una base de datos con lecciones aprendidas, que para
algunos sólo son errores, pero que para las revisiones de constructabilidad son conocimientos
aplicables en futuros proyectos (Douglas y Gransberg, 2009).
C) Principios:
P22. Los buenos contratistas deben documentarse a partir de la calidad y tiempo, de modo que
los contratos para futuros trabajos de construcción no se compensen sólo con ofertas bajas,
sino que se consideren otros atributos del proyecto, es decir, la calidad y el tiempo.
P23. La evaluación, documentación y retroalimentación de estas cuestiones de los conceptos
de constructabilidad deben mantenerse a lo largo del proyecto para ser usadas como lecciones
aprendidas en proyectos posteriores (Nima et al., 2001).

Fuente: elaboración propia.


levante, ya que éstos no tienen mayor injerencia en
los contratos de construcción o supervisión (Tapia,
2012: 105).
Perspectiva de la constructabilidad en México
Los beneficios que a nivel mundial ha tenido la uti-
lización de herramientas de gestión, como la cons-
tructabilidad, nos insta a fijar nuestra mirada en ella
y pensar en los beneficios que tendría su aplicación
en México, no sólo en los proyectos, sino también en
el ámbito académico.
En nuestro país, son pocas las investigaciones
relativas al tema de la constructabilidad. Por el en-
foque y los resultados que han tenido éstas, se po-
dría pensar que sólo están dirigidas al ámbito em-
presarial y que sólo benefician a los profesionales
de la ingeniería, puesto que son ellos quienes tienen
mayor participación en el área de administración,
gestión de proyectos y supervisión de obra; sin
embargo, este es un panorama que ofrece nuevas
oportunidades de desarrollo para los profesionales
de la arquitectura.
Haciendo un recorrido por los resultados obteni-
dos en trabajos de investigación en nuestro país, se
ha encontrado que, en el caso de las empresas de di-
seño, como las encuestadas por Corona et al. (2011),
se tiene un grado significativo de aplicabilidad del
concepto de constructabilidad, 66 % en promedio, a
pesar de que la mayoría de las empresas desconoce
el término.
En el caso de Peredo (2004), cuya investigación
estuvo enfocada a empresas constructoras que uti-
lizan elementos prefabricados en sus proyectos, lo
relevante fue que estas empresas coinciden en que
el uso de la prefabricación disminuye el costo y el
tiempo del proyecto; y que el uso de elementos pre-
fabricados ofrece un mayor control de calidad, tal
como expresan los principios de constructabilidad.
OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 72
También Peredo (2004) concluye que la indus-
tria de la construcción en México es aún conser-
vadora respecto a la innovación, además expresa
que ésta es lenta, ineficiente y tradicional, sobre
todo, cuando se habla de prefabricación. Diversas
empresas constructoras prefieren evitar riesgos
con la utilización de nuevos productos y procesos.
Por lo anterior, se puede decir que: “el concepto de
constructabilidad se utiliza de manera intuitiva y
desorganizada, por lo que no es posible obtener los
mayores beneficios” (Peredo, 2004: 120).
Otros autores, como Maldonado y Zaragoza,
confirmaron que la correcta construcción de un pro-
yecto depende en gran medida de su constructabi-
lidad, por lo que una de las recomendaciones que
hicieron fue incrementar la capacitación, para un
análisis profundo en la fase de diseño y con eso evi-
tar errores en la fase de construcción (Maldonado y
Zaragoza, 2013: 261).
Asimismo, Audeves et al. (2013) muestran en
su trabajo la problemática de las fallas en la cons-
trucción de vivienda masiva. Ellos encontraron que,
a pesar de que la opción de la utilización de siste-
mas prefabricados es una constante en este tipo
de proyectos, surgieron problemas principalmente
en la supervisión y en la organización de distintas
actividades, derivadas de la falta de experiencia en
este tema por parte de los responsables.
Audeves et al. coincidieron con Maldonado y Za-
ragoza (2013) en que, en el caso de las instalaciones
hidráulicas, la incidencia de fallas atribuibles en el
área de organización es una constante, lo cual re-
fleja una deficiencia en el conocimiento de la cons-
tructabilidad por parte de las empresas (Audeves et
al., 2013: 134).
En otra área, Tapia (2012) al evaluar el nivel de
conocimiento de la constructabilidad en empresas
de infraestructura, encontró que existe una división
clara de actividades de diseño y construcción, por
ellos se infiere que hay una deficiencia en la gestión
73 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
de proyectos. A pesar de que una mayoría significa-
tiva de los encuestados muestran cierta disposición
para la aplicación de los conceptos de constructabi-
lidad, hay todavía un desconocimiento del concepto,
de ahí que el panorama para la implementación de
la constructabilidad es aún complicado.
De acuerdo con las “barreras de implemen-
tación de la constructabilidad” (O´Connor y Miller,
1994, citado en Trigunarsyah, 2001: 60), los trabajos
mencionados coinciden en la falta de evaluación
de errores cometidos, falta de comunicación y res-
peto entre constructores y diseñadores, falta de
detalles constructivos; además, existe una gran
resistencia al cambio por parte de diseñadores y
constructores, todos éstos son obstáculos impor-
tantes para que la constructabilidad sea considera-
da como algo útil.
Reflexiones finales
Se puede concluir esta reflexión con el hecho de que
para que la constructabilidad sea efectiva, se requie-
re maximizar la simplicidad del diseño, además de
buscar la economía y rapidez en la construcción
de proyectos arquitectónicos contemporáneos; al
mismo tiempo, se deben considerar las condiciones
del sitio en función de los principios y filosofía de
la constructibilidad, revisar minuciosamente la nor-
mativa aplicable para satisfacer las necesidades y
expectativas de los clientes.
Para la aplicación de la constructabilidad, se re-
quiere que los integrantes de los equipos de trabajo
cuenten con habilidades para la solución de proble-
mas, capacidad de análisis, desarrollo de un arduo
trabajo de investigación y experimentación y contar
con capacidades para una comunicación efectiva y
liderazgo únicos.
Considero que la definición de constructabili-
dad de Douglas y Gransberg (2009) es una síntesis
adecuada para comprender qué es, en qué consiste
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
y de quién depende este término:
Constructabilidad es una técnica administrativa que
abarca una detallada revisión de los planos, modelos,
especificaciones y procesos constructivos por uno o
más ingenieros o especialistas altamente experimen-
tados en la construcción, que trabajan con el equipo
que desarrolla el proyecto antes de que un proyecto
entre a una licitación y antes de iniciar su construc-
ción (Douglas y Gransberg, 2009: 1).
Este trabajo mostró que la capacidad de integra-
ción de un profesional de la arquitectura le permitirá
adentrarse en el ámbito del análisis de la construc-
tabilidad de distintos proyectos, es decir, se requie-
re del trabajo coordinado con otros profesionales
para así mejorar la calidad y consistencia de los
proyectos.
Hay evidencia de que en México existen fallas
y errores cometidos por las empresas constructo-
ras y de diseño que requieren de nuestra atención,
por lo tanto, se deben atender las recomendaciones
hechas por los autores de los trabajos revisados,
quienes coinciden en que es necesaria una mayor
capacitación de los profesionales en el tema de la
constructabilidad.
Coincido con Bosch (2013), en que algunos de
los programas de estudio para la enseñanza de la
arquitectura han contribuido a la diversificación de
la disciplina y las actividades profesionales en la in-
dustria de la construcción. En las recomendaciones
hechas para resolver esta situación, está incluir di-
versos contenidos disciplinares en el currículo de ar-
quitectura, los cuales empatan con la instauración
de los principios de constructabilidad como:
• La rehabilitación y el reciclaje de edificios, y la
búsqueda de la eficiencia energética en los nue-
vos proyectos.

• El estudio de los materiales y soluciones de en-
samblaje; su costo, ciclo de vida y posibilidad
de reciclaje.
• El estudio de la producción arquitectónica es-
tandarizada y prefabricada.
• La consideración de los costos de la arquitectu-
ra, la gestión de proyectos y obras.
En relación con los contenidos disciplinares
mencionados por Bosch (2013), los cuales me pare-
cen pertinentes, se vislumbra además la exigencia
de un nuevo profesional de la arquitectura, quien
debe contar con un mayor conocimiento en cons-
trucción, administración y gestión de proyectos; tam-
bién es necesaria una docencia que se caracterice
por su apertura y flexibilidad, que promueva la reali-
zación proyectos de carácter integral. Se requiere de
un docente con habilidades especializadas, que le
permitan trasferir la preocupación por hacer frente
a las nuevas oportunidades de desarrollo e innova-
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mundo en cambio. Hacia una formación integral”.
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Arquitectura-Universidad Politécnica de Valencia.
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Construcción (CEESCO) (2016). La Industria de la
Construcción impulsada por un solo motor: la Edi-
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Association (CIRIA) (1983). Buildability: an Asses-
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OSCAR IGNACIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ • 74
ción de la arquitectura, sin dejar de lado el aprecio
por la cultura y el compromiso con la sociedad.
Se debe considerar el desarrollo de objetos
arquitectónicos racionales mediante la adecuada
coordinación e integración de las diferentes disci-
plinas que intervienen en su construcción, haciendo
uso del carácter integral del diseño para estable-
cer los condicionamientos técnicos y la coherencia
de materiales de construcción. Dando prioridad al
usuario y evitando el protagonismo mediático de
las edificaciones, tal protagonismo debe ser conse-
cuencia de una arquitectura que manifieste todo lo
antes descrito que se suma con la riqueza de los
juegos espaciales.
Finalmente se puede considerar a la construc-
tabilidad como una herramienta de integración que
puede ser utilizada a lo largo de todo el proceso de
desarrollo de un proyecto arquitectónico, ya que los
beneficios de su implementación son evidentes en
muchas partes del mundo.
Cross, N., R. Michael (Comp.) (2007). “From a Design
Science to a Design Discipline: Understanding De-
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 Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

La arquitectura monolítica
en Mesoamérica
María Fernanda López-Armenta
Maestría en Ciencias y Artes para el Diseño, uam-x

Palabras clave: arquitectura

rupestre, arquitectura Resumen: En todo el mundo existen ejemplos de arquitectura excava-
excavada, técnicas da en roca, incluso cuando no hay evidencia de la influencia entre las
constructivas culturas que la generaron; éste es un ejemplo de soluciones similares
mesoamericanas. a problemas y circunstancias parecidas: Mesoamérica no es la excep-
ción. Este escrito se enfoca en dos ejemplos de arquitectura monolítica
Keywords: cave architectu- relevantes, donde es evidente un minucioso estudio del sitio, el mate-
re, excavated architecture, rial y el suelo, así como la mano de obra especializada, tanto en la eje-
Mesoamerican construction cución como en la planeación y diseño.
techniques. La compleja solución arquitectónica de Malinalco y Tetzcotzingo
responde a una ideología y un simbolismo que son una constante en la
arquitectura mesoamericana. Entre los objetivos de investigación, está
el estudio de la solución constructiva (desde el punto de vista arqui-
tectónico) como respuesta, no sólo a la limitante geográfica y material
de los sitios, sino al aspecto simbólico relacionado directamente con
el uso.
Imagen: obtenida de https://m.megaconstrucciones.net/?construccion=malinalco#&ui-state=dialog

Abstract: Examples of architecture carved in rock can be found all over

the world, even when there is no evidence of contact between these
cultures. It is an example of similar solutions to similar problems and
circumstances, and Mesoamerica is no exception. This paper focuses
on two outstanding examples of monolithic architecture. It is evident
that these constructions were preceded by a thorough study of the site,
material and soil, and that specialized expertise was involved both in
their execution and in planning and designing them.
The complex architectural solutions that can be observed at Mali-
nalco and Tetzcotzingo are linked to an ideology and symbolism that
appear consistently in Mesoamerican architecture. The research objec-
tives of this study include an examination of the construction solution
(from the architectural point of view) as a response not only to the geo-
graphical and material limitations of the sites, but also to the symbolic
aspect directly related to their use.

Introducción
Cuando se habla de arquitectura mesoamericana es
común pensar en las monumentales pirámides del
Sol y de la Luna en Teotihuacán, en el castillo de Chi-
chen Itzá o en las imponentes estructuras mayas
que dominan la selva como la Estructura II de Calak-
mul. Si pensamos en la escultura mesoamericana,
las imágenes que evocamos son las de la Piedra del
Sol, el monolito de Tláloc o la intimidante Coatlicue.
Sin duda, existen ejemplos muy valiosos en nuestro
patrimonio construido y esculpido, este escrito se
enfoca más bien en aquellos que mezclan la maes-
tría de los constructores y los talladores de piedra
mesoamericanos, es decir, la arquitectura labrada
directamente sobre la roca.
El objetivo es poner sobre la mesa que, si bien
los edificios monolíticos de Mesoamérica también
han sido estudiados desde un enfoque simbólico y
artístico, es pertinente un análisis arquitectónico, que
considere el contexto natural, histórico, cultural y tec-
nológico que derivó en esta solución constructiva.
Arquitectura monolítica y rupestre
En el mundo, existen ejemplos de arquitectura ex-
cavada en la roca viva, en los cuales podemos en-
contrar varias similitudes, incluso cuando no hay
evidencia de influencia directa entre las culturas
que la generaron; esto evidencia que las distintas
sociedades responden de manera similar a proble-
mas semejantes, en circunstancias parecidas.1
Existen dos tipos de arquitectura excavada2 en
roca: la rupestre, que es aquella en la cual se sustrae
volumen para generar un espacio arquitectónico al
interior de la roca; la monolítica, en la cual se retira el
material alrededor del objeto arquitectónico, deján-
dolo exento en una sola pieza.
MARÍA FERNANDA LÓPEZ-ARMENTA • 78
Los ejemplos de arquitectura rupestre y mono-
lítica son numerosos y muy variados en cuanto a
monumentalidad, tipología y estilo; entre los más
conocidos de la primera categoría se encuentran
la ciudad de Petra en Jordania, las tumbas de Abu
Simbel en Egipto, el fuerte de Samaipata en Bolivia,
las cuevas de Ajanta en India y Longmen en China;
entre los de la segunda, están los templos de Lali-
bella en Etiopia y los de Ellora y Mahabalipuram en
India (Bussagli y Solà, 2001; Lloret, 2017).
Estas construcciones responden a diferentes
temporalidades, contextos geográficos, escala, usos
y estilos; sin embargo, comparten similitudes, por
ejemplo, el tipo de material, ya que por lo general se
trata de rocas relativamente suaves que facilitan el
trabajo de excavación. Respecto al labrado de los
diferentes elementos arquitectónicos, la mayoría de
las construcciones excavadas reproducen la tipolo-
gía y el estilo arquitectónico de la época.
Asimismo, encontramos que en ocasiones la
selección del emplazamiento está motivada por su
ubicación estratégica, ya sea por las cualidades de-
fensivas o por el aislamiento del lugar. A veces la
motivación es de tipo espiritual y está asociada con
aspectos como la muerte, tal es el caso de los hipo-
geos. También se recurre a las construcciones exca-
vadas en la roca por sus cualidades como aislante
térmica, para uso de vivienda o almacenamiento de
víveres.
1. Comunicación verbal con Rubén Rocha, citando a Claude
Lévi-Strauss en el Curso de Estereotomía (2018).
2. También se le conoce como arquitectura por sustracción,
que se realiza retirando material de un macizo para con-
seguir dar forma a un espacio, a diferencia de la arquitec-
tura por adición en la cual se va añadiendo material en el
terreno hasta levantar una construcción que envuelve un
espacio (Rasmussen, 2004, citado por Jimeno, 2017).
79 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Arquitectura monolítica mesoamericana
En Mesoamérica, los ejemplos de arquitectura mo-
nolítica que más destacan –en los cuales se enfoca
este análisis– son los siguientes: El Tetzcotzinco,
también conocido como los baños de Nezahualcó-
yotl, cuya importancia radica en la talla impecable
de la piedra, en la tecnología utilizada para convertir
un paisaje semidesértico en un exuberante jardín
con fuentes y albercas; y Malinalco, de mayor rele-
vancia por sus características formales y espacia-
les, cuyo templo monolítico es único en su tipo en el
continente americano.
Es imprescindible mencionar, sin embargo, que
existen otros sitios que presentan características
constructivas similares. Hay diversos casos en que
se aprovecharon los afloramientos de roca madre
para el desplante de los edificios. En el área Maya,
por ejemplo, recientemente, se dio a conocer el des-
cubrimiento de un temazcal, o baño de vapor ritual,
excavado en la roca madre, datado entre 700 a. C. y
300 a. C., en el sitio arqueológico de Nakum, Guate-
mala (Zdziebłowski, 2019; Zrałka et al., 2015).
Al norte de México, se localiza el sitio arqueoló-
gico de La Ferrería, Durango, perteneciente a la cul-
tura de los chalchihuites, con ocupación entre 600
d. C. y 1350 d. C.; en él se encuentran elementos
arquitectónicos tallados en la roca madre como las
escalinatas y los patios. El ejemplo más relevante
se conoce como la Casa del Piso de Piedra: para su
construcción, zoclo, piso y parte de los muros fue-
ron tallados directamente en el afloramiento rocoso
del cerro (Guevara, 2001; INAH, 2014).
Es pertinente destacar los dos ejemplos si-
guientes, ya que por su cercanía geográfica, tem-
poral y cultural pueden tener una estrecha relación
con los casos de estudio. El primero es un antece-
dente de arquitectura tallada en piedra en la cuenca
de México, datado entre 1200 d. C. y 1380 d. C., se
encuentra en el cerro de Mazatépetl, actualmente
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
conocido como Cerro del Judío, en la Ciudad de
México; fue descubierto, en el año 2000, un basa-
mento piramidal cuya plataforma y parte de la es-
calinata de acceso está tallada en la roca madre,
además en el centro de ésta se encontraron los
restos esculpidos de un animal mitológico que ha
sido denominado jaguar-tortuga, por tener garras
felinas y lo que parece ser un caparazón, que tiene
mucha similitud con las águilas y jaguares de Mali-
nalco (Rivas, 2002).
El segundo es el sitio La Malinche que se ase-
meja a los anteriores en el emplazamiento y la talla
de piedra, sin embargo, la arquitectura monolítica
se encontraba apenas en construcción al momen-
to de la conquista española por lo que sólo se halló
un macizo rocoso en el que se cortó y alisó la parte
superior, formando los muros que delimitan un es-
pacio de 1.43 por 2.28 m (Palma, 2015).
El contexto histórico, geográfico y cultural
La área conocida como Mesoamérica –cuya defini-
ción fue acuñada por el antropólogo Paul Kirchhoff
([1943] 1984)–, se determina como un conjunto
cultural que dentro de límites geográficos específi-
cos presenta cierta composición étnica y lingüísti-
ca, aunado a la presencia de caracteres culturales
y evidencias de difusión cultural. Se desarrolló entre
2500 a. C. y 1521 d. C., en gran parte del territorio
que ahora ocupan la república mexicana, Guatema-
la, El Salvador, Belice, Honduras, Nicaragua y Costa
Rica (Vela y Solanes, 2000). En ella se desenvolvie-
ron distintas culturas, cuya riqueza arquitectónica,
escultórica, pictórica ha llegado hasta nosotros y si-
gue hablándonos de su complejidad social y cultural.
Tanto Tetzcotzinco como Malinalco se ubican
en el altiplano central de México, en el actual Estado
de México. Se trata de dos sitios relacionados por su

temporalidad y por la cercana relación entre las cultu-
ras que los edificaron. Tetzcotzinco es una pequeña
joya de la arquitectura e ingeniería acolhua, a cargo
de su más querido y renombrado rey Nezahualcóyotl.
Malinalco es el centro ceremonial de la élite militar
mexica, imperio que al momento de la conquista es-
pañola dominaba gran parte de Mesoamérica.
Cabe mencionar que tanto Texcoco como Te-
nochtitlán eran señoríos aliados, por lo que se puede
deducir una influencia directa en estos dos ejemplos
de arquitectura monolítica, además de la maestría
en el manejo de la piedra de los mexicas, prueba de
ello son los impresionantes monolitos que han ma-
ravillado al mundo desde su descubrimiento.
El Tetzcotzinco: el jardín, el agua y la piedra
Al oriente de la ciudad de Texcoco se encuentra el
cerro de Tetzcotzinco, lugar donde el rey poeta y ar-
quitecto edificó su palacio de descanso. Poco queda
de ese lugar, ya que el primer obispo Fray Juan de Zu-
márraga ordenó su destrucción en 1528, pues consi-
deraba las esculturas y los grabados como imágenes
de ídolos. Existen algunas descripciones del lugar y,
afortunadamente, la arquitectura excavada en la pie-
dra fue de lo poco que se salvó de la destrucción y
del saqueo de los constructores de la región (Mar-
tínez, 2012).
Según Torquemada (1723: 156) y Vetancurt
(1697-1698: 30), en 1450 se produjo en la cuenca de
México una hambruna terrible a causa de varios años
de heladas, plagas y sequías que provocaron la pérdi-
da de las cosechas. La difícil situación obligó a gran
parte de la población de las pequeñas comunidades
–dedicadas a la guerra, pesca, agricultura, caza y arte-
sanía– a emigrar a las grandes ciudades. Cabe agre-
gar que las sequías eran un problema recurrente en la
capital acolhua, al ser el de Texcoco un lago salitroso,
el agua dulce debía almacenarse en pozos o trans-
portarse desde muy lejos (Martínez, 2012).
MARÍA FERNANDA LÓPEZ-ARMENTA • 80
En esa época, Nezahualcóyotl tuvo el gran
acierto de aprovechar “al mayor acervo de talento
humano para el trabajo, debido a que los ciudada-
nos libres que llegaron a sus tierras, y los que ya las
habitaban, eran en su mayoría orfebres, artesanos,
agricultores, jardineros y habilísimos constructo-
res hidráulicos, talladores de roca, modeladores de
argamasa, estucadores” (Medina, 1998: 26) para
realizar una de las más importantes obras de inge-
niería hidráulica y arquitectura paisajista de la épo-
ca, además de un valioso ejemplo de arquitectura
monolítica que probablemente inspiró, dos décadas
después, el Cuauhtinchan en Malinalco.
Los jardines y palacios ubicados en el cerro de
Tetzcotzinco fueron la residencia de descanso de Ne-
zahualcóyotl. Para su deleite y el de sus invitados, se
hizo construir un palacio, diversos baños y fuentes,
rodeados de jardines en los cuales crecían árboles
y flores traídos de distintos lugares (Martínez, 2012).
Esto se logró gracias al excelente sistema hidráulico
que instaló es decir, un acueducto construido sobre
terraplenes (Figura 1) que llevaba el agua desde el
manantial de Texapo situado en el monte Quetzalte-
pec cerca del pueblo de San Pablo Ixayotl (Tetzcotzin-
co, Estado de México, 2016; Viqueira, 1993). El agua
era recibida en un edificio parcialmente tallado en
la piedra que se encuentra al oriente. A partir de ahí,
el agua se distribuía rodeando el cerro por ambos
lados sobre unos andadores, este es el tramo que
mejor se conserva en el acueducto. En distintos
puntos de ellos se encuentran diversas pilas, tinas
y fuentes (Medina, 1998).
Del mismo modo, en Tetzcotzinco son muy
características las escalinatas talladas en la roca
madre. Encontramos varios ejemplos de ellas en
distintos espacios, algunas para acceder a las tinas,
otras que comunican las diversas terrazas del ce-
rro. La más conocida es la que baja por la ladera
sur hacia el palacio: se trata de una treintena de es-
calones tallados en el costado del cerro (Figura 2),
81 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

FIGURA 1.El Tetzcotzinco, vista del terraplén sobre el cual
pasaba el acueducto que alimentaba los baños y jardines;
puede observarse la talla de piedra en los elementos
constructivos de las fuentes y colectores. Fuente: López-
Armenta, 2016.

espaciados por un descanso que le permite seguir

la silueta de la peña. Otra más amplia se encuentra
al norte, son pocos escalones que actualmente se
ven desconectados, pero sus dimensiones sugieren
que conducían a un espacio importante.
Desde este punto, es posible observar otro de
los detalles arquitectónicos más cuidados del sitio,
que ha inspirado a reconocidos pintores y fotógra-
fos, conocido como el Baño del Rey. Se trata de un
macizo rocoso que pareciera flotar y que alberga
una tina circular cuidadosamente labrada, con un
par de escalones para facilitar el acceso (Figura 3).
Las dimensiones reducidas y el emplazamiento con
vistas al valle hacen pensar que era un espacio para
el disfrute personal del soberano de Texcoco; tam-
bién es una demostración de la perfecta planeación
y el diseño característico mesoamericano de la inte-
gración del paisaje a la arquitectura.
FIGURA 2. Escalera monolítica que conduce al Palacio. Fuen-
te: López-Armenta, 2016.
Ejemplos de esa integración son notables en
sitios como Boca de Potrerillos, donde algunos mo-
nolitos con petrograbados se proyectan a las geo-
formas circundantes o se alinean con rasgos del
paisaje (Valadez, 2005) y en Teotihuacán, donde la
Pirámide del Sol coincide en contorno con la Sierra
de Patlachique (Evans, 2015).
Existen, en varios puntos del cerro de tetzcotzin-
co, peñas talladas, cuya posición nos indica que

FIGURA 3.El Baño del Rey, modelo tridimensional en nube de
puntos. Fuente: López-Armenta, 2016.
fueron parte de edificios, sin embargo, su lectura no
es clara debido al daño provocado por la deliberada
destrucción en el siglo xvi, sumada a recientes actos
de vandalismo.
Respecto a las crónicas, éstas nos hablan de la
integración de la escultura a la arquitectura, entre las
que destaca un coyote monumental en la cima del
cerro, un león de cuyas fauces sale la cara del Rey,
además de las representaciones del Rey y de la Reina,
de las cuales quedan pocos restos, debido a que fue,
precisamente en estas representaciones que se en-
sañaron sus destructores (Alva, 1892: 209-211). Se
conservan aún representaciones de otros animales
como es una rana decapitada y un lagarto.
Malinalco: águilas y ocelotes de piedra
A 90 km al sureste del Tetzcotzinco, se encuentra
la Formación Tepoztlán, una cadena montañosa de
baja altitud “que presenta afloraciones de formas
caprichosas con fracturas escalonadas causadas
por la erosión” (Torres et al., 2009: 112). Una de ellas
constituye el Cerro de los Ídolos, donde nació la ar-
quitectura monolítica de Malinalco.
Según las investigaciones del arqueólogo José
García Payón, el complejo arquitectónico fue construi-
do entre 1476 d. C., fecha en que los mexicas ocupan
Malinalco, y 1521 d. C., en que la construcción se inte-
MARÍA FERNANDA LÓPEZ-ARMENTA • 82
rrumpe con la conquista española (Marquina, 1981, 1:
205). Fue el tlatoani mexica Ahuizotl quien ordenó la
construcción de los edificios monolíticos a partir del
año 1501 d. C.; tras su muerte, la continuó su sucesor
Moctezuma II o Xocoyotzin (Schroeder, 1985).
Malinalco era un sitio importante por la rique-
za natural del valle en el que se encuentra y por su
ubicación estratégica que permitía el intercambio
comercial o tributario con los territorios que hoy ocu-
pan los estados de Guerrero y de Morelos, el Valle de
Toluca y la cuenca de México. Ahí mandó Ahuizotl
edificar el complejo de la élite militar mexica, el lu-
gar donde los guerreros águila y los guerreros ocelote
debían realizar su ceremonia de iniciación, de ahí el
nombre que lleva la zona arqueológica: Cuauhtin-
chán, que significa la morada de las águilas.
Se trata de un sitio de difícil acceso a 100 m
sobre el nivel del valle; el conjunto se desplanta so-
bre una terraza artificial con base en terraplenes y
muros de contención que abraza el cerro de ponien-
te a oriente en el lado sur (Figuras 4 y 5). El edificio
I, conocido como Cuauhcalli (casa de las águilas),
es el edificio más importante, orientado en dirección
sur, está completamente labrado a partir de la roca
madre. Se conforma por un basamento piramidal
de dos cuerpos exento del cerro por tres lados con
una escalinata central delimitada a ambos lados
por alfardas. La escalinata está flanqueada por los
vestigios de dos esculturas que representan gran-
des felinos, mientras que en el centro de la misma
se encuentra el remanente de una escultura de un
personaje en posición sedente.
Sobre el basamento se conserva el templo, en
cuya fachada se encuentran restos de esculturas
que resguardan el lugar: a la derecha, los pies y
piernas de un guerrero sentado apoyado sobre una
cabeza de serpiente; a la izquierda, un huéhuetl (ins-
trumento musical similar a un tambor) con agujeros
que representan la piel del ocelote, sobre éste que-
dan los pies del guerrero que debió estar también
83 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

FIGURA 4. Vista de las terrazas artificiales del Cuauhtinchan,
puede observarse el tipo de formaciones rocosas que con-
forman el Cerro de los Ídolos. Fuente: López-Armenta, 2013.

en posición sedente. En medio de ellos, se accede

al templo a través de las fauces de una serpiente,
esgrafiadas en el muro de roca viva, cuyo vano que
remata en un arco de medio punto –algo bastan-
te inusual en la arquitectura mesoamericana–, se
levanta sobre la lengua bífida labrada en el suelo a
manera de tapete (Gendrop, 1979: 243, citado por
Schroeder, 1985: 81).
Pasando el umbral, se encuentra una sala cir-
cular de aproximadamente 6 m de diámetro labrada
en el interior del cerro con una banqueta perimetral.
En el centro, se encuentra esculpida un águila que
sobresale del piso mirando hacia el acceso. Sobre
FIGURA 5. Vista en planta del conjunto Cuauhtinchán, modelo
la banqueta, están labrados al centro un ocelote y tridimensional en nube de puntos. Fuente: López-Armenta,
dos águilas a los costados (Figura 6). La techumbre García Quintana, 2016.
FIGURA 6. Esculturas de águila y ocelote al interior del Cuauh-
cónica del edificio es lo único que no está labrado calli. Fuente: López-Armenta, 2016.
en la roca, sino que está resuelto con un sistema de
morrillos cubiertos con zacatón (Schroeder, 1985). del acceso al Cuauhcalli; el segundo corresponde al
Al oriente del edificio, hay una escalera escul- nivel de arranque de su techumbre. En éste se apre-
pida sobre la roca que sube el cerro hasta llegar a cian vestigios de desplantes de muros en mampos-
un edificio no explorado. La escalinata tiene dos tería que arrancan integrándose a la roca madre en
descansos: el primero coincide con la plataforma algunos puntos; además, están labrados en la pie-
 MARÍA FERNANDA LÓPEZ-ARMENTA • 84

dra una serie de canales de desagüe para evitar que

el agua que resbala por la ladera del cerro penetre
en los edificios o resbale por sus fachadas.
Al otro costado de la escalera, se encuentra el
edificio III, construido en mampostería y adosado
al cerro, entre los dos edificios monolíticos. Su plan-
ta se asemeja a la forma del Cuauhcalli, al tener una
primera crujía rectangular seguida de una habitación
circular. Ambos están orientados al sur y por la pre-
sencia al centro de las habitaciones de dos oqueda-
des cuadradas, delimitadas por piedras labradas que
tienen evidencia de haber sido usadas como quema-
dores o braceros en rituales de incineración, tanto
por la cantidad de cenizas encontradas como por la
pintura mural que se descubrió en la primera crujía;
en la pintura, se representan tres guerreros en pro-

FIGURA 7. Integración de la
arquitectura monolítica con la
mampostería. Fuente: López-
Armenta, 2013.
FIGURA 8. Vista frontal del
conjunto desde el sur, modelo
tridimensional en nube de
puntos. Fuente: López-Armen-
ta, García Quintana, 2016.

cesión con alusiones al cielo nocturno, lugar a donde
se pensaba iban los guerreros muertos en combate
o sacrificados para acompañar al Sol en su batalla
diaria contra la noche (García, 1947; Schroeder, 1985).
El edificio IV, ubicado en el flanco oriente del ce-
rro, es el más grande del conjunto, es una estructura
mixta, ya que una parte está tallada en la roca y el
resto está construido en mampostería de piedra (Fi-
gura 7). Tiene una planta rectangular de aproximada-
mente 14 x 20 m; los muros norte y poniente forman
parte de la roca del cerro, así como parte del piso, lo
cual nos da una idea del volumen de material que
tuvo que retirarse para la construcción del edificio.
También hay canales de desagüe en la parte supe-
rior de los muros labrados. En la fachada y al interior,
se observan los desplantes de columnas en el lado
oriente, García Payón sostiene que “tuvo un techo
macizo, es decir, de un vaciado de mezcla de cal y
arena, sostenido por vigas y el todo distribuido en dos
niveles, el primero o sea el del fondo más elevado que
el segundo de manera que pasasen entre ellos los ra-
yos solares” (García, 1947, en Schroeder, 1985: 84).
85 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
El edificio monolítico VIII quedó incompleto,
pues al momento de la conquista se interrumpió
abruptamente su construcción, tanto que durante la
excavación arqueológica en 1936 se encontraron en
las inmediaciones algunas herramientas utilizadas
para ese fin (García, 1947).
Como se mencionó, en 1521, Cortés envió una
expedición para someter a los malinalcas, debido a
la importancia militar que tenía este sitio, además del
temor de que pudieran acudir en ayuda de los mexi-
cas, de quienes seguían siendo aliados. La primera
empresa a cargo de Andrés de Tapia arrasó el valle, el
pueblo, y replegó a los malinalcas al cerro donde los
conquistadores no los siguieron debido a que el di-
fícil acceso no les permitía subir a caballo. Muy pro-
bablemente se refugiaron en el Cuauhtinchán, con
lo que se confirma su carácter de fortaleza militar
(De la Peña, 2004). Esta misma condición, probable-
mente, fue lo que permitió a los monumentos con-
servarse hasta nuestros días –a pesar de que en
una segunda incursión Cortés envió a Gonzalo de
Sandoval, quien sí consiguió derrotar a los malinal-
cas– y no sufrió el destino de Tetzcotzinco. Toman-
do en cuenta que la destrucción del Tetzcotzinco se
perpetró con el propósito de acabar con la idolatría,
quizá este hecho permitió preservar el Cuauhtin-
chan, ya que, al ser un lugar restringido a las élites
militares –con la reserva que algo así conlleva– se
salvó de estar tan presente en el imaginario colecti-
vo como para ser una amenaza para la recién llega-
da religión católica.
Del proyecto a su construcción
Ahora, es oportuno hablar de cómo fue el proceso
para materializar lo poco o mucho que ha llegado
hasta nosotros de la arquitectura monolítica. Tene-
mos dos ejemplos cercanos, tanto temporal y cultural
como geográficamente, lo cual nos lleva a aseverar
que es innegable la influencia directa del proyecto
acolhua en el mexica. Con esta base, analizaremos
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
su proceso de diseño y construcción en el entendi-
do de que es semejante en ambos casos.
Partimos de la premisa de que la arquitectura y
el urbanismo se producen, lo que implica procesos
intelectuales de diseño, planeación y organización
social para su materialización. Así mismo, como
todo proceso de diseño, involucra primero la identi-
ficación de una necesidad, que se puede satisfacer
mediante una serie de aspectos conceptuales, mate-
riales, normativos, tecnológicos y culturales; en ellos
también se deben tener en cuenta las experiencias
previas y las tradiciones. Las culturas mesoamerica-
nas comparten, además del espacio y la temporali-
dad, constantes de diseño arquitectónico y urbano,
es decir, recursos intelectuales, tecnológicos, modos
de hacer (Villalobos, 2006).
Estos aspectos, a veces, suelen dejarse de lado
en el caso de la arquitectura antigua, en particular la
rupestre y monolítica; ocurre frecuentemente que se
piensa en ellas como creaciones casi intuitivas, por
el simple hecho de que no han llegado a nosotros
documentos gráficos –planos y memorias cons-
tructivas– lo que ahora conocemos como proyec-
tos ejecutivos. Aunado a ello, Jimeno Guerra (2017)
expone cómo algunos autores incluso consideran la
arquitectura por sustracción menos arquitectura que
aquella por adición,3 menoscabando la planeación
y las variadas condicionantes técnicas que implica
excavar en la roca viva. Esa implicación de inferiori-
dad, o lo contrario, la consideración de los edificios
como magníficas esculturas de gran escala, provo-
ca que no siempre sean tratados desde el punto de
vista arquitectónico, evidente en la escasa bibliogra-
fía especializada en este tema.
La solución constructiva de los ejemplos men-
cionados responde, como en cualquier otro ejemplo
arquitectónico, a la satisfacción de una necesidad,
3. Véase nota al pie 2.
 MARÍA FERNANDA LÓPEZ-ARMENTA • 86

con los recursos disponibles, considerando los fac-

tores culturales, ambientales y conceptuales. Ob-
servemos como en Tetzcotzinco se parte de una
necesidad que es la producción de un espacio de
descanso y disfrute, un lugar para el ocio. Analizan-
do su programa arquitectónico, encontramos sus
requerimientos espaciales: habitaciones, baños o
albercas, jardines, casa de fieras; con ello, también
las condicionantes: el sitio se trata de un cerro es-
carpado y los jardines y los baños requieren sumi-
nistro constante de agua.
Malinalco tiene como requerimientos los espa-
cios rituales con específicos aspectos simbólicos, que
se reflejan en su particular decoración; la dificultad de
acceso en este caso se vuelve una necesidad, pues la
fortaleza militar requiere cierta protección y control
FIGURA 9.Canales de desagüe pluvial en el edificio IV de
visual del valle; el tipo de techumbres también resuel- Malinalco. Fuente: López-Armenta, 2016.
ven funciones específicas. Otra condicionante es la
forma del cerro y su materialidad.
El emplazamiento de estos dos sitios es muy Referente al sistema constructivo de Tetzcotzin-
parecido, se trata de cerros de poca altura pero es- co, está el antecedente del cerro de Mazatepetl, que
carpados, compuestos principalmente por rocas contó con mano de obra altamente calificada, pues
ígneas extrusivas: andesíticas en Tetzcotzinco había en la cuenca de México excelentes canteros y
(Cepanaf-Edomex, s/f) y basálticas en Malinalco talladores de piedra –prueba de ello son los magnífi-
(Torres et al., 2009). Una de las constantes de dise- cos monolitos representando el panteón Mexica que
ño es el desarrollo de infraestructura urbana, es de- se conservan hasta la fecha–; además, se aprove-
cir, la transformación del suelo natural en suelo útil chó el macizo rocoso para albergar la arquitectura,
para la construcción y las actividades cotidianas. en lugar de recurrir a la tradicional arquitectura por
En ambos casos se da una modificación topográfi- adición. No obstante, se aprecia el uso de este último
ca, a través de la construcción de terrazas y muros recurso pues algunos de los edificios integraron la
de contención en las laderas del monte. Así mismo, arquitectura monolítica con la mampostería, además
se trazan y construyen los caminos de acceso, que de las cubiertas de madera, zacatón y argamasa.
recurren en ambos ejemplos el labrado parcial o to- Malinalco tuvo la experiencia previa de Tetz-
tal de escalinatas. En cuanto a los recursos hídricos, cotzinco; éste era un lugar al que los soberanos
en Tetzcotzinco es sobresaliente la conducción del acolhuas invitaban a sus aliados, por lo que es
agua desde los manantiales y la construcción de probable que haya servido de influencia, asimis-
terraplenes para librar fuertes desniveles. En Ma- mo el cerro de Mazatepetl —por la similitud en las
linalco, por el contrario, son evidentes los canales esculturas zoomorfas—, ya que los Tepanecas, a
labrados en la roca madre para desviar el agua de quienes se les atribuye su construcción, tributaban
lluvia (Figura 9). a los mexicas.
87 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

FIGURA 10. Cinceles y pulidores
de piedra provenientes de
Malinalco. Fuente: López-
Armenta, 2016.
FIGURA 11. Marcas de las
herramientas utilizadas para
el labrado de los edificios mo-
nolíticos de Malinalco. Fuente:
López-Armenta, 2016.

En cuanto a recursos tecnológicos, en Mesoa-

mérica el labrado de piedra se hacía con herramien-
tas líticas, previo humedecimiento de las rocas. Para
realizar cortes grandes se les hacían profundos
orificios a lo largo de una línea y, posteriormente
se introducía en ellos estacas y se mojaban éstas
simultáneamente para que se expandieran y trona-
ra la piedra (Robles, 1994). En Malinalco, se encon-
traron algunas de las herramientas usadas para la
construcción del edificio VIII, entre ellas cinceles de
piedra verde identificada como andesita, pulidores,
percutores y plomadas (Figura 10) (García, 1947).
Tanto en el edificio IV que estaba en construcción,
como la zona en que se encuentran los canales de
desagüe, aún se alcanzan a ver en la roca las mar-
cas de herramientas (Figura 11). nantes técnicas específicas que merecen ser estu-
diadas más a fondo.
En el texto se analizaron las situaciones y los
Reflexiones finales aspectos que suponemos llevaron a la solución
constructiva de labrado de los macizos rocosos
Para concluir, considero oportuno mencionar que para la producción arquitectónica in situ. A pesar de
hace falta mucha investigación sobre arquitectu- ser escasos los ejemplos, concluimos que éstos tu-
ra monolítica. Es necesario que el enfoque no sea vieron una influencia directa que los llevó a adoptar
únicamente simbólico y artístico, sino también un sistema constructivo del que no hay registros de
constructivo, ya que si bien el resultado se asemeja su uso con anterioridad en la región.
a la más tradicional arquitectura por adición, varían A su vez, el análisis de los edificios monolíticos
los procesos intelectuales para la producción de la sugiere una evolución de los procesos tecnológi-
arquitectura por sustracción, así como las condicio- cos para su ejecución. En el cerro de Mazatépetl,

existe un acercamiento a la arquitectura monolítica;
en Tetzcotzinco, aumenta el grado de complejidad
de los elementos arquitectónicos al entrar en juego
otros elementos como el agua; además, se trata de
un proyecto más ambicioso en términos de distribu-
ción espacial y del cuidado de detalles sensoriales
que integran el espacio arquitectónico y el paisajista.
El proyecto de Malinalco representó una solución
más completa con requerimientos técnicos especí-
ficos y aspectos simbólicos que entraron en juego.
Parece clara una evolución del proceso constructivo
y, por ende, la arquitectura monolítica se vuelve una
solución que cobra mayor sentido.
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MARÍA FERNANDA LÓPEZ-ARMENTA • 88
Esta posibilidad se refuerza por el hecho de que
Malinalco no era el único sitio en construcción –ex-
cavado en roca– que no pudo llegar a término, ya
que los vestigios encontrados en La Malinche seña-
lan que pudo ser otro caso similar. Además, nue-
vos descubrimientos pueden salir a la luz, como el
baño de vapor en Nakum, que si bien es anterior a
Malinalco y a Tetzcotzinco, sugiere la capacidad
tecnológica existente en Mesoamérica, por ello, es
pertinente su análisis como solución constructiva
que se repite, la cual ha sido abordada únicamen-
te como un caso aislado y sin el enfoque arquitec-
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 Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo

Recursos para acondicionamiento bioclimático

en ciudades europeas y la Ciudad de México del siglo
xvii al final del siglo xix
Alberto Cedeño Valdiviezo
Depto. de Tecnología y Producción

Palabras clave: arquitectura

bioclimática, urbanismo, di- Resumen: En el presente trabajo se revisan los recursos utilizados por
seño bioambiental, historia las principales ciudades europeas y la actual Ciudad de México duran-
del confort climático. te los siglos XVII, XVIII y XIX para la protección del medio ambiente, revi-
sión que involucra el manejo que tenían de los desechos, la limpieza de
Keywords: bioclimatic las calles, el cuidado y abasto del agua y el confort ambiental al interior
architecture, urbanism, de las viviendas, tanto para los ricos como para los pobres, así como el
bioenvironmental design, posterior desarrollo tecnológico que implicó un manejo diferente de la
history of thermal comfort. energía durante siglo XIX.

Abstract: This paper reviews the resources used for protection of the
environment by major European cities and by what is today Mexico
City during the 17th, 18th and 19th centuries. It reviews waste manage-
ment, street cleaning, water supply and treatment, and indoor thermal
comfort, both for the rich and the poor, as well as subsequent techno-
logical developments that led to a different scheme of energy manage-
ment in the 19th century.
Imagen: obtenida de https://pixabay.com/es/

Introducción
¿Que es esto que hoy llamamos arquitectura biocli-
mática? El término se comienza a utilizar a media-
dos de los años cincuenta del siglo pasado, cuando
los hermanos Olgyay (1963), proponen una arqui-
tectura diferente a la convencional, intentando crear
un vínculo entre la vida, el clima y el diseño.
El bioclimatismo se definiría como la arquitec-
tura que apunta a utilizar, por medio de la misma
arquitectura, los elementos favorables del clima
con objeto de satisfacer las exigencias del confort
térmico (http://www.arquinstal.com.ar/glosario01.
html), lo que llevó a comprender y manejar las con-
diciones ambientales para las construcciones y
sus entornos. Para lograr esto, se hizo un estudio
detallado del clima buscando fuentes no convencio-
nales y alternativas de energía, así como la selec-
ción adecuada de materiales de construcción y el
diseño de nuevas morfologías en los edificios para
el aprovechamiento de los recursos naturales como
el viento (http://www.ecrsolar.com/diseno_bioam-
biental.php).
En este artículo, se analizan algunos de los
recursos bioclimáticos de las principales ciudades
europeas entre los siglos XVII y XIX, como París y
Londres, en comparación con la Ciudad de México,
como la representante de lo que sucedía con las ciu-
dades americanas.
Antecedentes
Desde las cavernas del Paleolítico hasta el siglo XV,
pocas innovaciones se llevaron a cabo que mejora-
ron realmente la calidad del habitar: por ejemplo, las
velas que han iluminado la oscuridad, los vidrios en
las ventanas, las chimeneas y las estufas para ca-
lentarse, las cuales, sin embargo, tuvieron un impac-
to muy importante en la vida de los seres humanos,
ALBERTO CEDEÑO VALDIVIEZO • 92
especialmente aquellos sometidos a climas fríos
extremosos.
Es importante diferenciar a los seres humanos
de acuerdo a su condición socioeconómica, pues
quienes contaron con mayores condiciones de vida
fueron las clases altas, mientras que la población
de bajos recursos tuvo que sufrir de frío, oscuridad,
malos olores, humos excesivos y condiciones poco
higiénicas. Al respecto, fue determinante el deficien-
te desarrollo tecnológico y la poca importancia que
ofrecieron las diferentes culturas a las cuestiones
ambientales, a pesar del ejemplo de las ciudades
mesopotámicas (2000 años a. C.) y de las ciudades
islámicas durante la Edad Media.
Hoy en día, es difícil imaginar las penurias a las
que se enfrentaron las clases populares para com-
batir el frío y para desechar las aguas servidas, que
les originaban problemas higiénicos y, obviamente,
enfermedades. Sin embargo, estas condiciones ad-
versas dieron origen a los inventos y a la evolución
tecnológica del ser humano.
En cambio, las ciudades prehispánicas logra-
ron adaptarse al medio ambiente como producto
de su cosmogonía, de climas más benignos y de
un uso adecuado de la tecnología, que no entraba
en conflicto con el medio natural, factores que les
permitieron estándares de vida mejores que los eu-
ropeos.
Es de admirarse esta íntima relación de los az-
tecas con la naturaleza al diseñar la chinampa, es
decir, el sistema de producción agrícola más eficien-
te conocido hasta la fecha, mediante el cual logra-
ron abastecer a una población de entre 200 000 y
300 000 habitantes, así como la separación de los
lagos de agua dulce de agua salada por medio de
diques: en pocas palabras, ellos diseñaron un sis-
tema social, político, religioso, económico y urbano
íntimamente relacionado con la naturaleza, a partir
de aprovechar, preservar y regenerar el ecosistema
del valle del Anáhuac, que deslumbró a los europeos
93 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
por su alto nivel de organización, fuerte carácter,
grandes centros ceremoniales, su relación con los
espacios abiertos y el alto grado de integración con
el paisaje (Cortés, 2000: 7).
Las condiciones ambientales en las ciudades
del siglo XVII al siglo XIX
Durante el periodo del barroco, que inició con el si-
glo XVII, comenzaban a gestarse nuevas situaciones
políticas y sociales que darán pie a grandes cam-
bios futuros. Las ciudades europeas crecieron de tal
forma que se extendieron más allá de sus límites
medievales. En paralelo, las ciudades americanas
mezclaron principios urbanos traídos por los euro-
peos con los de las ciudades prehispánicas.
Debido a su crecimiento, las ciudades europeas,
en su mayoría de origen medieval o aún más anti-
guas, empezaron a encontrar limitaciones al interior
de los cascos antiguos y, como consecuencia, co-
menzaron a utilizarse soluciones de carácter indus-
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
trial, que a la larga darían acceso al industrialismo y
a la paulatina introducción de las técnicas energéti-
cas en los edificios. Así,
[...] la vivienda típica de este periodo es la urbana, con
ciertas pretensiones culturalistas en su composición,
ordenadas entre medianeras y en varias plantas, de-
pendientes todas ellas de la fachada, en la búsqueda
de la luz y de la relación pública. Dominaron amplias
ventanas en muchos casos como fue en Holanda e
Inglaterra, hasta que los impuestos municipales se
aplicaron sobre su tamaño obligando a reducirlas
(Serra y Coch, 2005: 147).
Durante el periodo barroco, se dramatizó la relación
entre calles, plazas y edificios, y el retículo rectan-
gular regular dejó de ser obligatorio (Kluckert, 1997).
Se remodelaron las grandes y ya viejas ciudades.
El pretexto era las condiciones de sanidad imperantes
en los barrios decadentes, aunque las verdaderas
razones fueron la especulación inmobiliaria y la
oportunidad de tener ciudades con grandes avenidas
que permitieran la movilización de tropas en caso de
rebeliones internas.
A partir de la plaza, se urbanizaron los barrios,
que efectivamente ofrecían condiciones higiénicas
lamentables, ya que nunca se consideraron insta-
laciones eficientes que permitieran el desalojo ade-
cuado de las aguas servidas.
Mientras los ensanches de Roma y Turín obe-
decieron a motivos de representación, en otras
ciudades fueron las guerras las que decidieron las
nuevas planificaciones (Kluckert, 1997). París se
convertiría en el nuevo modelo de la cultura artís-
tica mundial, esto debido a que en 1528 Francisco
FIGURA 1. Tanto en Inglaterra como en los Países Bajos redu-
jeron las amplias ventanas que proporcionaban una muy
buena iluminación, pero el cobro de impuestos por ellas
desalentó su uso. Fuente: A. Cedeño, 1982.

I cambió su lugar de residencia del Valle de Loira
a esta ciudad (Benevolo, [1977] 1982). En los 200
años que duró este periodo, Francia fue la poten-
cia hegemónica de Europa. La ciudad de París y su
corte se convirtieron en el centro de la evolución ar-
quitectónica; las provincias restantes se hundieron
en el provincialismo o se limitaron a copiar (Born-
gässer, 1997). En esta ciudad no existían espacios
públicos urbanos de significación mayor, pero si
este tipo de espacios fueron escasos, los privados
eran muy frecuentes, en especial los jardines de
los conventos. Ambos desaparecieron paulatina-
mente durante los siglos XVII y XVIII, como parte de
un complejo proceso especulativo de la propiedad
(Morris, [1979] 1984).
ALBERTO CEDEÑO VALDIVIEZO • 94
FIGURA 2. En el siglo XVII
se lleva a cabo una re-
ordenación de la ciudad
de Roma, por medio de
ejes que desembocaban
en algunos edificios
importantes, plazas con
obeliscos, etc. Plano del
Papa Sixto V. Fuente:
Jung, 1997: 14.
FIGURA 3. Proyecto para la
Place de France en París,
de C. Chastillon a princi-
pios del siglo XVII. Fuente:
Kluckert, 1997: 77.
París se desarrolló hasta alcanzar entre 200 000
y 300 000 habitantes, pero las guerras religiosas y
el asedio de Enrique IV dañaron gravemente la ciu-
dad. A la par se formó la nueva cultura artística y
literaria del “gran siglo”, que a su vez preparó los
instrumentos para un control más riguroso del am-
biente natural y artificial; en efecto, después de la
mitad del siglo XVII, fueron posibles grandes cons-
trucciones unitarias en una escala hasta ahora des-
conocida como Vaux (1657) y Versalles (1661-1756)
(Benevolo, [1977] 1982), las dos obras de los arqui-
tectos franceses más famosos de la época: Luis Le
Vau y Francois Mansart (1598-1666), lo anterior se
complementa con el “gran estilo” en el diseño de
jardines de Le Nôtre (1613-1700), que también hizo
95 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
lo propio en la planificación de ciudades (Risebero,
[1979] 1991).
Típica de finales del XVII y principios del XVIII fue
la vivienda urbana de la burguesía adinerada, co-
nocida como hotel (Risebero, [1979] 1991), pero en
esta París de la segunda mitad del siglo XVII, pocas
construcciones contaban con letrinas. Excrementos
y desechos habitualmente eran arrojados a la calle
desde las ventanas, después de un acostumbrado
grito de advertencia, como era la tradición desde la
época medieval (Butera, [2004] 2014).
Cuando estalló la Revolución Francesa, el agua
era un bien escaso que llegaba más a los ricos y
menos a los pobres. Sólo los aristócratas conta-
ban con agua de pozos privados en sus palacios
y los demás debía abastecerse de pozos y fuen-
tes públicas alimentadas de un acueducto y del río
Sena. Si una persona quería evitar las filas, podía
comprar el agua a los más de 20 000 aguadores
que circulaban por la ciudad. Se calcula que el con-
sumo medio por habitante era de 3 a 4 litros diarios
(Butera, [2004] 2014).
En esta misma época, sin embargo, los florenti-
nos se sentían orgullosos de la limpieza de su ciudad.
En el siglo XVIII, cuatro grandes potencias co-
menzaron a dominar políticamente Europa: Rusia,
Prusia y Francia, que eran monarquías autoritarias, e
Inglaterra, que después de la revolución de Cromwell,
estableció un parlamento.
En las ciudades inglesas, las clases medias
(mercaderes, abogados, agentes y clérigos) estaban
aumentando en número, por ello, la gran necesidad
de una vivienda que estuviera entre la mansión y la
choza para trabajadores fue satisfecha con la apa-
rición de la construcción de tipo especulativo (Rise-
bero, [1979] 1991).
Desde el siglo XVII, Londres creció como una
ciudad abierta, no sujeta a ninguna amenaza militar.
Alrededor de la city se formó un círculo de suburbios
que seguía el trazado de las calles del campo. En
1666, toda la zona central fue destruida por un in-
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
cendio. Se propusieron reconstruir la capital inglesa,
pero la monarquía no tuvo ni la autoridad ni los me-
dios necesarios para tal empresa, y sólo consiguió
dar más anchura a las calles y fijar, mediante nor-
mas, la altura de las nuevas casas (Benevolo, [1977]
1982). Después del incendio mencionado, que duró
cuatro días y que destruyó 13 000 edificios, en cada
barrio de la ciudad fueron nombrados responsables
de mantener la limpieza de las calles. La municipali-
dad estableció lugares de depósito temporal de las
inmundicias, que fueron sucesivamente removidas.
A falta de más lugares de depósito, se utilizaban ca-
jones (Butera, [2004] 2014).
El agua era un bien raro y precioso. Se sacaba
sólo de pozos y fuentes locales o se transportaba
con botes que se llenaban en el curso de agua más
cercano. En 1770, el agua llegaba a todas las casas
londinenses a través de una red, tres veces a la sema-
na. Se recolectaba y conservaba en grandes recipien-
tes de madera con montura de fierro. Por una parte,
el agua provenía del Támesis a través de bombas que
la subían a depósitos elevados y de ahí era distribui-
da por medio de tuberías de madera que alimentaban
las fuentes y cisternas de las viviendas privadas co-
nectadas a la red; por otra, fuentes y cursos de agua
arriba de la ciudad eran desviados mediante canales
a cielo abierto, como el famoso New River construido
en 1613. Igualmente, el agua era vendida por perso-
nas que la llevaban a domicilio (Butera, [2004] 2014).
Después de la revolución de 1689, la monarquía
constitucional inglesa se transformó en la primera
potencia económica de Europa; Londres sustituyó a
Ámsterdam como centro del comercio y de las finan-
zas mundiales, y creció hasta llegar a ser la ciudad
más grande de Europa, pues a mitad del setecien-
tos era más grande que París y a finales del siglo, la
primera ciudad occidental que alcanzó el millón de
habitantes. Londres fue un mosaico de pequeñas
iniciativas, es decir, subdivisiones promovidas por

los propietarios de los terrenos, nobles o burgueses,
alternadas por frecuentes espacios verdes públicos
o particulares; la repetición de estas iniciativas for-
mó una periferia gigante e irrefrenable que continuó
creciendo en todas direcciones y se mezcló gradual-
mente con el campo, sin llegar a un límite definido. En
esta Londres del setecientos ya estaban presentes
los problemas característicos de las ciudades con-
temporáneas como el tráfico intenso de peatones y
de carros, que se acentuaron después de la Revolu-
ción Industrial (Benevolo, [1977] 1982).
En tanto, en el Continente Americano, sobresa-
lieron ciudades norteamericanas como Filadelfia y
New York, y ciudades latinoamericanas como Bue-
nos Aires, Lima y la Ciudad de México.
Aquí, tomamos a la Ciudad de México como
representativa de lo que pasaba en las ciudades la-
tinoamericanas: los indígenas pusieron en funciona-
miento sus conocimientos sobre ingeniería hidráuli-
ca y vial combinándolas para adaptarse a su medio
ambiente, en tanto, la administración virreinal tuvo
muchos problemas desde la primera inundación
en 1555. En lugar de reparar los daños del sistema
indígena que se había estropeado durante la des-
trucción de Tenochtitlán, los españoles planearon
una obra absurda para el desagüe del Valle de Méxi-
co, obra que nunca pudo ser terminada durante los
tres siglos de virreinato, y que finalmente provocaría
las perturbaciones al medio ambiente que padece-
mos hoy en día. La peor inundación ocurrió en 1629,
cuando las aguas no se retiraron y hubo necesidad
de drenarlas. Esta inundación se debió a un error
del ingeniero Enrico Martínez al iniciar los trabajos
en el Túnel de Nochistongo, pues se le ocurrió dar
cause por este túnel a las aguas del río Cuautitlán,
provocando que las lajas se desprendieran y que se
obstruyera el paso a las aguas, con el consecuente
desbordamiento que llenó los lagos de Zumpango,
Xaltocan, San Cristóbal y el lago de Texcoco. Tal he-
cho, provocó que la ciudad quedara bajo las aguas,
ALBERTO CEDEÑO VALDIVIEZO • 96
con grandes pérdidas económicas, falta de agua
potable y las consecuentes enfermedades. En este
periodo murieron más de 30 000 indígenas; de las
20 000 familias españolas asentadas sólo quedaron
400 (Gamboa de Buen, 1994). La Ciudad de México
superó este evento, con un periodo de reconstruc-
ción de gran número de edificios que habían resul-
tado dañados; se produjo un drástico cambio en la
morfología urbana, que coincidió con el surgimiento
del periodo barroco.
Al final del siglo XVII, la nueva ciudad novohispa-
na siguió siendo la más grande y rica metrópoli del
continente, lo que atestiguan sus numerosas obras y
sus 100 000 habitantes en 1697 (Rubial, en Vetan-
curt et al., 1990). En 1700, con el inicio de la dinastía
francesa de Felipe V, se dieron cambios profundos
que significarían un nuevo periodo en la historia
de la Nueva España, esto en combinación con el
auge económico de las últimas décadas del siglo
XVII y de todo el siglo XVIII, debido al descubrimien-
to de nuevas vetas de plata y la mejor distribución
del azogue para refinarla, por lo que aumentaron no-
tablemente las riquezas derivadas de la minería. Se
consolidaron los grandes latifundios y haciendas; el
comercio que había sufrido un estancamiento duran-
te el siglo XVII se vio fortalecido y fomentado por la
necesidad de artículos de lujo; la producción textil se
multiplicó con el aumento de obrajes en numerosas
ciudades (Rubial, citado en Vetancurt et al., 1990).
En esta época, la ciudad alcanza un gran es-
plendor por la construcción de grandes equipa-
mientos urbanos, entre los cuales destacan mer-
cados, teatro, edificios imponentes para colegios
y academias, así como importantes obras de in-
fraestructura, alumbrado público, empedrado de
calles, plazas y calzadas con vegetación y plantas
de ornato, monumentos y señalización. Los barrios
indígenas comenzaron a integrarse a la traza urba-
na y las acequias antiguas empezaron a desapare-
cer (Cortés, 2000).
97 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Después de visitar México a finales del siglo
XVII, Alexander von Humboldt escribía:
México debe contarse sin duda alguna entre las más
hermosas ciudades que los europeos han fundado en
ambos hemisferios. A excepción de Petersburgo, Ber-
lín, Filadelfia y algunos barrios de Westminster, ape-
nas existe una ciudad de aquella extensión que pueda
compararse con la capital de Nueva España, por el ni-
vel uniforme del suelo que ocupa, por la regularidad y
anchura de las calles, o por lo grandioso de las plazas
públicas (Humboldt, en Iturriaga, 2014: 24).
Agregó:
[...] debo confesar que esta ciudad ha dejado en mi
una cierta idea de grandeza, que atribuyo principal-
mente al carácter de grandiosidad que le dan su situa-
ción y la naturaleza de sus alrededores […] La ciudad
se presenta al espectador bañada por las aguas del
lago de Texcoco, que rodeado de pueblos y lugarcillos,
le recuerda los más hermosos lagos de las montañas
de Suiza (Humbioldt, en Iturriaga, 2014: 25).
Sobre las calles de la ciudad, Humboldt refiere que
tienen andenes muy anchos, son limpias y con re-
verberos de mechas chatas en figura de cintas ilu-
minadas (Iturriaga, 2014).
Del viajero español de origen irlandés, Tomás de
Comyn, recogemos estas opiniones de 1811 a 1814:
Verdad es que las calles de México son tiradas a cor-
del, están bien alumbradas y empedradas, cortándo-
se respectivamente en opuestas direcciones al nor-
deste y sudoeste, terminan todas ellas en vistosas
arboledas, floridos jardines o huertas bien cultivadas;
y que la totalidad de la población se halla abundan-
temente provista de aguas potables por dos acue-
ductos paralelos de algún mérito que las reciben de
las colinas vecinas, mientras que las prolongadas y
simétricas hileras de casas completan la grata pers-
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
pectiva (Comyn, en Iturriaga, 2014: 37).
Comyn se refiere a cierta fiebre endémica surgida
en la provincia de Puebla, y que llegando a la capital
y arraigándose tenazmente en los barrios habitados
por los indios y mulatos, mató a más de 20 000 per-
sonas en sólo tres meses (Iturriaga, 2014).
Henry George Ward, primer embajador inglés
ante el México independiente, escribía:
[…] nos vimos obligados a confesar no solamente que
las alabanzas de Humboldt se apegaban a la verdad,
sino que entre las diversas capitales de Europa pocas
podrían soportar ventajosamente una comparación
con México […] pero aún en Madrid, donde el cielo
de verano es maravillosamente claro, nunca vi que
se produjera dicho efecto en grado tan extraordinario
como en México (Ward, en Iturriaga, 2014: 50)
Sin embargo, hace una crítica: “Con mucho, la parte
más desagradable de México, a fines de 1823, era
su población de léperos (lazzaroni), que convertían
los suburbios en una escena continua de miseria y
suciedad” (Ward, en Iturriaga, 2014: 51).
Hacia la mitad del siglo XVIII, las calles se encon-
traban llenas de gente, con las consecuentes activi-
dades, sonidos y olores. “Las casas y talleres exten-
dían sus actividades sobre el espacio urbano, donde
abundaban puestos de mercancías, vendedores am-
bulantes, cargadores, aguadores”, y otros personajes
semejantes, lo que dificultaba el tránsito peatonal, de
los carruajes y de las cabalgaduras, además del pési-
mo estado de las calles y plazas dificultaban el movi-
miento. “Los empedrados eran pocos y defectuosos,
y las basuras acumuladas y los encharcamientos de
las aguas que se vertían desde las casas o se for-
maban por las lluvias hacían de la ciudad un lugar
insalubre […] Las plazas servían de mercado, establo
y hasta matadero” (Ayala, 2001: 77).

A partir del bando de 1743, es que se implemen-
taron las reformas borbónicas en la ciudad de Méxi-
co, empezando por dividirla en cuatro cuarteles en
los cuales, a diario, se recogía la basura, se empedra-
ban las calles y se ocultaba el drenaje de las casas
mediante un albañal oculto bajo el empedrado, así
como la construcción de atarjeas. Todo esto en la
búsqueda de una mejor higiene, un mejor aspecto
visual y, desde luego, evitar así las enfermedades
(Ayala, 2001).
Regresando a las ciudades europeas, debemos
agregar que la efervescencia urbana, que se estaba
viviendo en esta época, implicaba una nueva visión
del mundo y de la técnica, así que comenzaron a
utilizarse soluciones con carácter industrial, que da-
rían acceso al industrialismo y a la gradual introduc-
ción de técnicas energéticas en los edificios, cuyas
habitaciones interiores eran frías, por lo que fue ne-
cesario calentarlas con hogares o chimeneas en las
piezas principales, y con estufas y braceros en las
otras, braceros de carbón de leña que no producía
humo, pero resultaba muy peligroso por el despren-
dimiento de carbono. Así sólo podemos hablar para
esta época de pocos cambios de control ambiental,
tanto en lo térmico como en lo lumínico.
ALBERTO CEDEÑO VALDIVIEZO • 98
FIGURA 4. Vista del parián
en el zócalo de la Ciudad
de México, que muestra
cómo eran las relaciones
comerciales de la ciudad
en el siglo XVIII. Fuente:
pintura anónima, Museo
nacional del Virreinato.
A partir del siglo XVIII, la chimenea tuvo nu-
merosas innovaciones, con el objetivo de reducir
el consumo de leña y de carbón, sobre todo, para
mejorar el confort. Estas innovaciones se debieron
principalmente a Benjamín Thompson, conde de
Rumford, y al norteamericano Benjamín Franklin.
Las principales novedades fueron la reducción del
tiro, mediante una restricción en el paso, y el aumen-
to de la superficie radiante para mejorar el efecto de
la calefacción, modificando la sección de la chime-
nea de rectangular a trapezoidal. Este fue un proce-
so lento que consolidó un sistema de calefacción, la
pequeña chimenea, que se propagará en todas las
habitaciones de la casa, aseguró una mejor aprove-
chamiento de los espacios y favoreció la privacidad.
La principal limitación de la pequeña chimenea,
sin embargo, fue su baja eficiencia, que en tiempos
de poca disponibilidad y, por lo tanto, de un elevado
costo del combustible (leña o carbón que sea), limitó
su uso, sobre todo entre las clases menos pudien-
tes (Butera, [2004] 2014).
La estufa, mientras tanto, evolucionó y se con-
virtió en la moda de esa época: un conjunto de la-
drillos refractarios y de fierro o de hierro fundido, al
interior de ésta se quemaba leña o carbón con un
99 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
tubo que llevaba al exterior los humos. La velocidad
de combustión era atenuada por una serie de reco-
rridos que los humos estaban obligados a seguir al
interior de la estufa para brindar el mayor calor posi-
ble antes de expedirse al exterior.
Fue un sistema más eficiente que el de la chi-
menea y más fácil de instalar: se podía colocar en
cualquier parte, haciendo pasar el tubo de descar-
ga de los humos donde era necesario. La pequeña
chimenea, en cambio, requirió costosas obras de
albañilería. En Francia, más sensible a los valores
tradicionales, permaneció la pequeña chimenea,
que consumía de más y calentaba menos, mientras
en Alemania, más pragmática, se difundía la estufa
(Butera, [2004] 2014).
Muy interesante resultó la “estufa Franklin” de
1742, caja metálica con forma de paralelepípedo
con una gran apertura en el frente, simulando la
boca de una chimenea, en la cual se podía ver que
ardía el fuego. El aumento en su eficiencia se obtuvo
obligando a los humos a atravesar un recorrido en
forma de U volteada, antes de ser desalojados por
la chimenea. El punto más alto de la U era una caja
metálica calentada en el exterior por humos y atrave-
sada en el interior por un flujo de aire que entraba por
FIGURA 5. Aun cuando la
chimenea tuvo limita-
ciones en su utilización,
logró evolucionar debido
a su versatilidad. Imagen
de una estufa de gas
de finales del siglo XIX.
Fuente: Butera, [2004]
2014: 71).
una desembocadura baja y salía, calentada, por otra
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
que se encontraba en la parte superior de la estufa.
De esta manera, se obtenían tres efectos: el calenta-
miento radiante directo que venía del fuego, como en
las chimeneas normales; el calentamiento radiante
proveniente de la estufa, calentado por los humos
que lo recorrían al interior; la producción de un flu-
jo de aire caliente. De esta manera, la cantidad de
energía que de la flama se transfería al ambiente era
notablemente incrementada (Butera, [2004] 2014).
En lo que se refiere a la iluminación artificial, poco
o nada había cambiado desde los tiempos de los ro-
manos: antorchas para el exterior; velas de cebo, de
cera y lámparas de aceite para el interior. Las lámpa-
ras de aceite, al final del siglo XVIII, tenían un defecto
fundamental: daban poca iluminación y expandían
un humo acre y denso, que hacía del aire un elemen-
to insalubre. Las velas costaban más pero eran más
eficientes, desde el punto de vista de la salud hasta
la seguridad.
Otra vez Benjamín Franklin fue quien aportó
la primera innovación en las lámparas de aceite, y
consistió en acercar mucho dos mechas. De esta
manera, se favoreció el tiro de aire y la combustión
fue más completa, aumentando la iluminación y
disminuyendo el humo. En 1780, el suizo Aimé Ar-
gand sustituyó la mecha ordinaria con una tubular
y agregó un tubo de vidrio. La nueva mecha ad-
quirió una superficie de combustión mucho mayor
que la tradicional, en la medida que la corriente de
aire-reforzada por el efecto chimenea, originado por
la presencia del tubo, rozaba tanto la parte interior
como la exterior, con un incremento extraordinario
de luminosidad. Al mismo tiempo, gracias a una
combustión más completa del aceite, se redujo el
humo. Extrañamente, la innovación tardó mucho en
difundirse, a excepción de su inmediata adopción en
los faros, y se consolidó en la iluminación domésti-
ca hasta avanzado el siglo XIX (Butera, [2004] 2014).

Los avances tecnológicos y aportaciones
durante el siglo XIX
A partir del inicio del siglo XIX, el dominio de la ener-
gía, la aplicación científica de los conocimientos y
la velocidad de las comunicaciones permitió que el
mundo occidental se desarrollase a una velocidad
sin precedentes. La Revolución Industrial se lleva
a cabo en Inglaterra aproximadamente entre 1780
y 1850; llegó a Alemania, Bélgica, Francia y Suiza a
mediados del siglo XIX y al norte de Italia, Suecia y
Rusia en la primera década del siglo XX.
Londres fue la primera ciudad del mundo que
alcanzó una población de un millón de habitantes,
y una gran industrialización. Por una parte, la activi-
dad básica era todavía la agricultura, pero un cambio
en la tenencia de la tierra hizo que se experimentara
con las cosechas, el ganado y los sistemas de cul-
tivo a fin de incrementar los rendimientos; por otra,
la industria se estaba trasladando a las ciudades,
debido a la necesidad de mano de obra que requería
la producción a gran escala (Risebero, [1979] 1991).
Así que son los procesos industriales a gran es-
cala y el ferrocarril como medio de transporte los
que revolucionaron la actitud de la sociedad frente
al medio natural. En torno a las fábricas y minas
proliferaron asentamientos humanos densamente
poblados, con escasas previsiones higiénicas. Ante
esto se comenzó a exigir a los constructores de edi-
ficaciones un diseño eficaz desde el punto de vista
del control ambiental (Serra y Coch, 2005).
El siglo XIX fue también el siglo de las grandes
especulaciones, del acceso de las potentes “inmo-
biliarias”. Tanto los asentamientos industriales y
comerciales como las exigencias de tráfico, modifi-
caron la estructura de los viejos centros urbanos de
manera brutal. Las pequeñas poblaciones crecían,
mientras que las grandes ciudades asumían la im-
portancia de “capitales regionales” (Fazio, 1977).
ALBERTO CEDEÑO VALDIVIEZO • 100
Curiosamente también fue el siglo de los gran-
des utopistas como Robert Owen en 1817 y Char-
les Fourier en 1843, así como de la búsqueda de la
ciudad jardín ideal, que intentaba materializar una
comunidad en equilibrio con la naturaleza. En 1898,
Ebenezer Howard publicó Tomorrow: a peaceful path
to real reform, como consecuencia de las nuevas
relaciones que se estaban estableciendo entre vi-
vienda y lugar, ciudad y paisaje, lo que significó un
cambio de inflexión importante.
La figura de Howard fue la más sobresaliente
por ser el precursor y presentar sus argumentos
bien elaborados teóricamente que permitieron llevar
a la práctica sus postulados. Esta idea planteaba
estructuras residenciales autónomas relacionadas
con el campo y con un equilibrio entre zonas resi-
denciales, industriales y equipamientos urbanos.
Estas ideas fueron llevadas a cabo por Raymond
Unwin y Barry Parker en Letchworth en 1904; Unwin
en Hampstead en 1909 y Howard y Unwin en Welwyn
en 1919 (Higueras, 2006).
De manera contradictoria, en esta época se lle-
varon a cabo una serie de intervenciones urbanísti-
cas en las cuales se “pretende adaptar (regular) las
ciudades antiguas a las exigencias de la nueva so-
ciedad industrial […] El papel de la concepción, antes
asumido por el arquitecto, pasó a ser tomado por
los administradores y por los ingenieros de puentes
y caminos” (Patiño, 1985: 263). Los ejemplos más
representativos fueron los siguientes: el plan de ex-
tensión de Barcelona de Cerdá, los trabajos en París
de Haussmann, el Great Victoria Way (1985) de Jose-
ph Paxton en Londres y la remodelación de Chicago
(1909) de Daniel Burnham, aunque las verdaderas
razones de estas intervenciones eran especulativas.
A pesar de estas buenas intenciones urbanís-
ticas, las calles de París a inicios del siglo XIX eran
una cloaca a cielo abierto: inmundicias por todas
partes, arroyos malolientes a lo largo de las calles,
101 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
letrinas en los patios. La limpieza se confiaba a las
lluvias, que cuando no creaban charcos o pantanos
pestilentes, descargaban todo en el río Sena. El cóle-
ra era inevitable, sobresaliendo aquella epidemia de
1832 en la cual fallecieron más de 18 000 personas,
lo que finalmente obligó a las autoridades a actuar.
En Inglaterra por el contrario, en esta época las
casas de los acomodados disponían de al menos
una letrina unida a un pozo de recolección, que era
vaciado cada noche. Para las clases más pobres
una letrina daba servicio a muchas viviendas y el
desalojo de los pozos negros era ocasional (Butera,
[2004] 2014).
El water closet (wc) comenzó a difundirse a
finales del siglo XVIII. Estaba formado inicialmente
por un depósito al cual era añadida una silla forrada
como gabinete; el depósito era dotado de una des-
carga hacia el fondo sobre la cual era colocada una
válvula plana, que permitía la apertura del conducto
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
por medio de una especie de tranca. Antes de ser
usado, el wc era llenado de agua (con la válvula de
descarga cerrada); cuando la operación concluía,
el depósito era vaciado, maniobrando la tranca de
apertura de la válvula de descarga. Ésta parecía la
solución a todos los problemas, pero en realidad se
tuvo que esperar el siglo XIX, con la introducción del
cuello de oca o sifón, que impedía a los desechos
del pozo negro resalir e invadir el cuarto en el cual se
encontraba el wc, local normalmente diminuto y sin
ventilación. Además para que funcionara este wc,
era necesario que existiera agua fácilmente disponi-
ble. En efecto, a la mitad del XIX, la casi mitad de las
casas londinenses eran dotadas de un depósito que
era llenado en determinados periodos, de acuerdo
con un contrato suscrito con la empresa de distri-
bución del agua.
FIGURA 6. Viviendas en
Bath, balneario inglés
famoso por sus aguas
termales. Las viviendas
inglesas de la gente
acomodada gozaban de
letrinas unidas a un pozo
de recolección, lo que
les otorgaba comodidad
e higiene. Foto Royal
Crescent de John Wood
II. Fuente: Borngässer,
1997: 162.

Esta situación que a primera vista parecía ideal,
en comparación con lo que sucedía en otras ciuda-
des europeas, en realidad aumentaba la cantidad de
residuos que se depositaban en el río Támesis, don-
de finalmente terminaban los conductos de desagüe.
En teoría, los wc debían de descargar directamente
en los pozos negros, cosa que no sucedía, ya que
con un uso mayor del agua estos depósitos se lle-
naban rápidamente, y vaciarlos era una tarea pesa-
da. Así se mezclaban los residuos en los conductos
del drenaje, que en vez de transportar sólo agua de
lluvia, llevaban al río grandes cantidades de aguas
residuales de diferentes calidades. A las aguas ne-
gras de las residencias se agregaban las aguas de
los rastros y las aguas industriales, convirtiéndose el
Támesis en una cloaca a cielo abierto con un nivel de
contaminación inimaginable (no es necesario olvidar
que las mismas aguas contaminadas eran bombea-
das y distribuidas por la ciudad. Las epidemias de
cólera eran así inevitables y sólo después de millares
de muertos, las autoridades decidieron realizar una
nueva red de drenaje que descargaba los residuos
en el río, pero más retirados de la ciudad. Esta nueva
red se terminó en 1865 (Butera, [2004] 2014).
La aparición y desarrollo del alumbrado artifi-
cial permitió la extensión de la jornada de trabajo.
La contaminación del aire en las fábricas obligó a
desarrollar nuevas técnicas mecánicas de ventila-
ción como los ventiladores con aspas. A mediados
del siglo XIX incluso se intentó establecer unos pri-
meros niveles óptimos o mínimos de confort. Esto
genera una nueva mentalidad frente al problema
de acondicionamiento de los edificios que llevó en
algunos casos a imaginarlos y diseñarlos de acuer-
do con estos nuevos parámetros como fueron las
Octogon house, viviendas diseñadas por el médico
higienista John Hayward en Liverpool, que mostra-
ron un profundo estudio técnico, “superior incluso a
soluciones más modernas, que con los sistemas de
impulsión mecánica de aire o de agua para calefac-
ALBERTO CEDEÑO VALDIVIEZO • 102
ción y ventilación, resultan mucho menos refinadas
técnicamente” (Serra y Coch, 2005: 151).
Las técnicas de calefacción comenzaron su
desarrollo acelerado y, rápidamente, encontraron el
sistema ideal para transportar la energía calorífica
de un lugar a otro en el agua. Con elementos inter-
cambiadores de calor en las habitaciones y circuitos
de circulación natural, por diferencia de densidades
entre el agua fría y la caliente. Esta técnica se desa-
rrolla hasta que finalmente se superan las solucio-
nes descubiertas por los romanos, y se perfecciona
con sistemas que continúan empleándose, con po-
cas variaciones, hasta nuestros días” (Serra y Coch,
2005: 151).
A inicios del siglo XIX, la iluminación se llevaba
a cabo con lámparas de aceite o con velas de cera
o sebo, aunque en las grandes ciudades se comen-
zaba a difundir la iluminación con gas. El aceite que
se usaba para las lámparas en Francia e Italia era
de origen vegetal, mientras que los países anglosa-
jones preferían el aceite proveniente de las ballenas,
y más precisamente del cachalote.
En Estados Unidos se descubrió el primer pozo
de petróleo en 1859, y con esto las lámparas de
aceite fueron rápidamente sustituidas por aquellas
de petróleo, primeramente en los Estados Unidos y
posteriormente en Europa. La refinación del petró-
leo producía keroseno para las lámparas y gasolina,
que inicialmente no tuvo un uso, hasta que en 1878
Nicolaus Otto descubrió la aplicación práctica del
motor de combustión interna.
El uso del gas en la iluminación se remonta a
1801, cuando iluminó el Hotel Seignelay en París,
gracias a Philippe Lebon, sin embargo este invento
no interesó al gobierno francés. Lebon murió robado
y apuñalado en noviembre de 1804. Inglaterra si se
interesó en este nuevo tipo de iluminación, y varios
personajes como William Murdock, Samuel Clegg,
el austriaco Fiedrich Albrecht Winzer y Gregory Watt,
hijo de James Watt, trabajaron en este nuevo siste-
103 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
ma. En mayo de 1815, Londres ya contaba con 25
kilómetros de conductores principales de gas, que
en noviembre se convirtieron en 40; sin embargo,
debido a la contaminación del aire y del agua que
los talleres del gas ocasionaban, estos se ubicaron
lejos de los centros urbanos. Para 1825, Londres era
iluminado por gas y en 1840 se introdujo un nuevo
tipo de quemador más eficiente que mezclaba de
una mejor manera el aire y el gas, optimizando la
combustión (Butera, [2004] 2014).
Entre 1879 y 1884, se comenzaron a difundir
para la iluminación pública y doméstica, las lám-
paras de arco y la incandescente. Un último intento
de la iluminación con gas fue la revolucionaria reji-
lla de Karl Auer von Welsbach, hecha de óxidos de
tierras raras y convertida en incandescente por la
flama de gas. La incandescencia de la rejilla Auer
no dependía de la luminosidad de la flama que la
alimentaba, sino de la energía que proporcionaba:
el calor resultaba más importante que la luz. Para
la industria del gas, esta invención significó el paso
importante de las características de iluminación
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
a las características energéticas. Poco a poco se
entendió la importancia del gas, y no por su poder
en la iluminación, sino por su poder calorífico. En la
medida en que este elemento perdió la carrera con
la energía eléctrica en la iluminación, fue entendién-
dola su verdadero papel futuro como fuente de calor
para cocinar y calentar agua y ambientes. Estos sis-
temas aparecieron en 1851 y 1865 respectivamente
(Butera, [2004] 2014).
A finales del siglo XIX, la energía era producida
y utilizada en las mismas fábricas, que contaban
con máquinas de vapor o ruedas hidráulicas, que
quemaban carbón o leña. Las lámparas utilizaban
aceite. Con la iluminación por medio del gas se
contribuyó, al mismo tiempo a resolver el problema
de la calefacción, aunque representó un consumo
energético elevado debido a los continuos recam-
bios de aire, que representaba un número elevado
de ventanas. Estos sistemas de calefacción con aire
caliente y circulación natural no podían ser aplica-
FIGURA 7. Instalación para
la producción de gas
para iluminación de
1812. El profesor de
química Friedrich Chris-
tian Accum fue uno de
los primeros en escribir
sobre gas para la ilumi-
nación en 1815. Fuente:
Butera, 2014: 60.

dos a las construcciones existentes, por la dificultad
de contar con espacio para las canaletas, lo que no
sucedió en Estados Unidos, donde se volvió regla-
mentaria la casa de un piso con calefacción.
El sistema de calefacción con aire caliente y
circulación natural, sistema que aprovechó que el
aire caliente es más ligero que el aire frío, fue uti-
lizado exclusivamente en los grandes edificios de
uso colectivo, debido a los grandes espacios que
ocupaban las grandes canalizaciones, que debían
garantizar una buena circulación natural. Para su-
perar esto, a finales de 1860 se empezó a utilizar los
ventiladores movidos con motores a vapor o de gas,
ventiladores que resultaban deficientes debido a los
pocos conocimientos de las leyes de la dinámica de
los fluidos, lo que desanimó la difusión de estos sis-
temas de aire. Sólo cambió esto con la llegada de la
energía eléctrica y del motor eléctrico de corriente
alterna. Sucedió lo mismo con los inicios de la cale-
facción con vapor (Butera, [2004] 2014).
Contemporáneo a los sistemas de aire y de va-
por, nació y se difundió en el siglo XIX el sistema de
calefacción con agua caliente, utilizado en Inglate-
rra en 1829, pero presente en Francia desde finales
de 1777. El agua calentada por una caldera semien-
terrada circula por medio de una tubería como si se
tratase de un sistema a base de aire. Su desventaja
mayor era el diámetro relativamente grande de las
tuberías.
La demanda de calefacción en todos los am-
bientes a finales del siglo XIX se contraponían con
los altos costos de inversión y de mantenimiento
para satisfacerla. La estufa, que no requería una
gran instalación, resultaba lenta para calentar es-
tos ambientes, lo que obligaba a encenderla con
mucha anticipación y a tenerla siempre encendida.
Las chimeneas daban una respuesta inmediata a la
demanda de confort, pero, al igual que las estufas,
tenían un problema: cómo transportar el combusti-
ble y el cómo deshacerse de las cenizas.
ALBERTO CEDEÑO VALDIVIEZO • 104
La electricidad ofreció una solución muy ven-
tajosa al problema: una estufa que se enciende
instantáneamente, irradiando calor y produciendo
una sensación de bienestar térmico, no ensucia y
es fácilmente transportable porque es ligera y no es
necesario contar con una en cada estancia.
A finales del siglo XIX se comenzó a utilizar
una red para la calefacción que se llamó telecale-
facción, que distribuía por tuberías el vapor corres-
pondiente a cada edificio por el calentamiento de
los termosifones. Primero se utilizó en 1890 en el
estado de Nueva York y posteriormente en muchas
ciudades norteamericanas del norte, utilizando el
calor que producían las máquinas de vapor que
accionaban los generadores eléctricos, distribui-
dos por las ciudades, técnica que se utilizó hasta
avanzado el siglo XX. Al crecer, las centrales eléctri-
cas tuvieron que ser movidas a las afueras de las
ciudades, perdiéndose una fuente de calor de bajo
precio, pero que se compensó con la disponibilidad
de petróleo y gas natural, también de bajo precio.
En Europa, en cambio, la historia fue otra, ya que
su uso se incrementó con los años y, debido a la
necesidad de reducir la contaminación del aire, hoy
son muchas las ciudades europeas que lo utilizan
(Butera, [2004] 2014).
En cuanto a la iluminación, la primera instala-
ción a base de gas fue por medio de la lámpara de
arco. En 1844, en París, específicamente en la Pla-
za de la Concordia, se instalaron lámparas de arco
gracias a Léon Foucault. Éste había sido descubier-
to por Johann Ritter en Jena y por Humphry Davy
en Londres en los primeros años del ochocientos.
Los primeros problemas se debieron a que los dos
electrodos de carbón, que sustituyeron a los hilos
usados en los primeros experimentos, se consu-
mían rápidamente en virtud de las temperaturas
alcanzadas. Experimentos posteriores, como los de
Foucault, lograron alargar la vida de los electrodos,
utilizando carbón más duro, la coca, que se obtenía
105 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
del proceso de producción del gas, y afinando un
sistema manual que permitía mantener constante
la distancia entre los dos electrodos. En 1848, se
pusieron en marcha dispositivos mecánicos que
permitían mantener automáticamente la justa dis-
tancia entre los electrodos. El otro problema fue la
necesidad de un continuo abasto de electricidad,
que se resolvió por medio de pilas que eran cambia-
das frecuentemente.
En 1831, Michael Faraday descubrió el principio
del generador eléctrico, que permitió no depender
tanto de la pila, y transformaba energía mecánica en
energía eléctrica. En 1834, E. M. Clark inició la pro-
ducción de un generador con manivela; ésta permitió
que la corriente eléctrica fluyera siempre en la mis-
ma dirección, problema no resuelto por Faraday. En
1850, se puso en marcha el primer generador eléctri-
co accionado por una máquina de vapor, con el fin de
producir hidrógeno y oxígeno mediante la electrólisis
del agua. A inicios de los años setenta, el belga Zéno-
be Gramme realizó el primer dinamo comercial, solu-
cionando el problema del peso y tamaño excesivo de
los imanes o magnetos permanentes con los que es-
taban fabricados los generadores anteriores, sustitu-
yéndolos por electromagnetos, es decir, núcleos de
fierro envueltos por una bobina de cobre alimentada
por corriente eléctrica; con esto, resolvió además el
problema de antaño de la fluctuación de corriente
eléctrica, fabricando en 1877 el primer alternador o
generador de corriente alterna, naciendo así la era de
la electricidad (Butera, [2004] 2014).
En 1878 se experimentó con el primer siste-
ma eléctrico para iluminación pública en la plaza y
la avenida de la ópera de París empleando tres ge-
neradores de corriente alterna accionados por tres
máquinas de vapor de 16 hp y con lámpara de arco
de nueva generación desarrolladas por el físico ruso
Pavel Yablochkov, un sistema costoso, por lo que de
media noche al alba se apagaba el sistema eléctrico
y se encendía el preexistente de gas. Casos simila-
res sucedieron en 1978 en Filadelfia, 1879 en Cle-
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
veland, San Francisco y las cascadas del Niágara
(Butera, [2004] 2014).
Este tipo de lámpara producía mucho ruido, una
fuerte intensidad lumínica y una gestión complicada,
por ello inadecuada para el uso residencial, así que en
el futuro se mejoraría con la lámpara incandescente.
En 1879, Edison creó una lámpara de este tipo que
duró 40 horas encendida. En el mismo año, el inglés
J. W. Swan hizo una demostración de la que sería
la lámpara comercial en el futuro, que para 1881 ya
alcanzaba las 400 horas de duración. En exposi-
ciones internacionales de electricidad, aparecieron
lámparas similares que competían por el mercado.
Edison produjo, posteriormente la “lámpara de las
1000 horas”, sin embargo su notoriedad no se debió
a su lámpara, que no era muy superior a las que se
estaban produciendo en la época, sino a su visión
sistémica de la iluminación eléctrica, ya que conci-
bió y realizó, a detalle, un sistema completo que iba
de la central eléctrica al foco. Así, Edison afrontó el
problema del generador eléctrico, cuyo rendimiento
era de tan solo 40%, desarrollando uno nuevo que
alcanzó una eficiencia de 90%, con una tensión ra-
zonablemente constante de 110 volts. Su fabrica-
ción inició en 1880 y alimentaba 250 lámparas. En
1881, desarrolló otro de potencia mayor que podía
alimentar 1200 lámparas. Si bien, no es correcto
considerar a Edison como el inventor de la lámpara
incandescente, el la perfeccionó hasta convertirla
en un producto industrial eficaz y económicamente
viable (Butera, [2004] 2014).
Durante este siglo XIX de grandes cambios tec-
nológicos, ¿que sucedió en la Ciudad de México? En
las primeras décadas de este siglo, la obra pública
no fue abundante, sin embargo, lo fueron los equi-
pamientos construidos por los particulares. Se ha-
bía creado ya una cultura urbana donde se diferen-
ciaban los espacios destinados a lo público de los
destinados a la vida privada (Ayala, 2001). También

fueron consolidadas las comunicaciones y el trans-
porte y se construyeron posadas y albergues para
visitantes (Cortés, 2000).
En 1852, los acueductos fueron demolidos y se
reemplazaron por tuberías de plomo subterráneas
para traer el agua a la ciudad, pero no fue sino hasta
1893 cuando se instalaron 2 255 metros de tubería
de fierro de 10 centímetros de diámetro en 10 luga-
res de la ciudad. Junto con esto, se colocaron las
llaves que sirven para abastecer agua en casos de
incendios. Al año siguiente, se instalaron seis kilóme-
tros más de tubería de plomo para el consumo di-
recto de 345 casas. Hacia 1902, se había alcanzado
la cifra de 6 800 casas que contaban con tomas de
agua, precedido de cambios en el abastecimiento, ya
que a finales del siglo XIX, se consideró que el abaste-
cimiento de agua con una dotación de 770 litros por
segundo era insuficiente para los 36 000 habitantes
en la capital. Esto dio lugar al aprovechamiento de
los manantiales de Xochimilco y la construcción
de depósitos de agua en Molino Rey entre los años
1903 y 1913 (Rubial, en Vetancurt et al., 1990).
En casi todo el siglo XIX, el problema del desagüe
de las aguas pluviales era independiente del proble-
ma de las aguas negras, asunto que fue dejado a los
particulares, ya que, desde 1769, la salida de aguas
negras a la calle estaba prohibida, por lo que se obli-
gó a los propietarios a resolver el problema con sus
propios recursos. Las medidas que adoptaron éstos
fueron la construcción de una caseta o recipiente
para los desperdicios ubicado en el patio trasero de
las casas. Cuando llegaban a llenar estos recipien-
tes, se tapaban y se abrían otros o eran vaciados pe-
riódicamente por el llamado pipero, que recorría las
viviendas por las tardes para trasladar los desechos
fuera de la ciudad en carros con un barril recubierto.
En cada vecindad, era obligatorio contar con una le-
trina y un sistema de albañales para desaguar a una
atarjea central en la calle en donde pasaba el carro
nocturno que la vaciaba. Con la licencia del regidor
ALBERTO CEDEÑO VALDIVIEZO • 106
del cuartel y con un aviso a los vecinos, la limpie-
za de una letrina se hacía entre 10 de la noche a 6
de la mañana, de acuerdo con una reglamentación
que se estableció en 1858. Por otro lado, el desagüe
de aguas pluviales era por medio de canales que
conducían las aguas hacia las acequias que gene-
ralmente estaban llenas de basura. Por eso, como
parte del programa de limpieza durante la época de
Revillagigedo, los caños sobre suelo fueron sustitui-
dos por puentes; las atarjeas subterráneas fueron
provistas con registros. A finales del siglo XIX, se
llevó a cabo una obra que integraba el desagüe de
las aguas pluviales con las aguas negras. Este pro-
yecto proponía la provisión de atarjeas y grandes
colectores, adicional a una tubería de agua para el
lavado de estas atarjeas; además, un gran canal que
recorría 47 kilómetros desde el oriente de la ciudad,
en la salida de San Lázaro hasta una presa con tres
compuertas. Este canal desembocaba en un túnel
abovedado con un radio de cinco metros y una lon-
gitud de 10 kilómetros hasta el Tajo de Tequixquiac
(Rubial, en Vetancurt et al., 1990).
Con relación al alumbrado público, a mediados
del siglo XIX, se utilizaban lámparas de gas de tre-
mentina, hasta que en 1869 se emplearon las de
gas hidrógeno bicarbonato y solo nueve años des-
pués se introdujeron las lámparas de arco voltaico.
Se introdujo el fluido eléctrico a través de instala-
ciones subterráneas y en 1881, los primeros focos
eléctricos fueron instalados. Fue hasta 1898 cuan-
do la Compañía Mexicana de Electricidad obtuvo
la autorización para construir la infraestructura ne-
cesaria para suministrar energía eléctrica y fuerza
motriz a los particulares. En 1897, a un empresario
se le había autorizado instalar una planta de gas hi-
drógeno carbonado para vender luz, calor y fuerza
motriz a particulares (Rodríguez, 1996). La introduc-
ción de luz eléctrica a los hogares permitió que se
pudieran realizar tertulias hasta altas horas de la no-
che, lo que incrementó la vida familiar y social des-
107 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
pués de la jornada de trabajo. Así, algunas zonas de
la capital como las calles de Tacuba, Coliseo Viejo
(ahora 16 de Septiembre), Plateros y San Francisco
(ahora Francisco I. Madero), Isabel la Católica y 5 de
Mayo, fueron las primeras en ofrecer luz eléctrica,
pavimentos de asfalto, servicio telefónico y otras in-
fraestructuras y equipamientos urbanos modernos
para procurar una calidad de vida comparable con
la otorgada en ciudades de países desarrollados
(Díaz, 2000: 128-129).
Conclusiones
Entre el siglo XVII y el XVIII, en las principales ciu-
dades europeas, se llevaron a cabo numerosas
intervenciones urbanísticas especulativas con el
pretexto de mejorar las condiciones de salud en las
viviendas, que no lograron mejorar las condiciones
de vida de los habitantes ni las condiciones ambien-
tales de estas ciudades. Sólo Londres logró ofrecer
una mejor calidad de vida a sus habitantes. Esta si-
tuación cambiará hasta el siglo XIX, debido a impor-
tantes descubrimientos tecnológicos que modifica-
rán gradualmente la vida en las ciudades y el confort
de sus habitantes, entre los cuales la búsqueda de
Teoría y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo
una buena calefacción siempre fue importantísima
por el frío imperante en muchas de estas ciudades.
Estos inventos continuarían desarrollándose duran-
te el posterior siglo XX.
En el caso de las ciudades americanas, logra-
ron desarrollarse con mejores condiciones, ya que
no había tanta presión por el uso del suelo urbano.
En el caso específico de la Ciudad de México, la gran
riqueza de los recursos que la rodeaban y al clima
tan benigno, así como la riqueza de las minas, logra-
ron a finales del siglo XVII una ciudad que llegó a ser
calificada como una de las ciudades más hermosas
del mundo, opinión compartida por varios de los vi-
sitantes de esa época, que dejaron testimonios so-
bre el tema; no obstante, la situación cambió duran-
te el siglo XVIII, tornándose en una ciudad con una
gran actividad urbana en sus calles y sus plazas,
actividad pública que ocasionó grandes problemas
de tráfico y contaminación.
El siglo XIX fue el de los grandes descubrimien-
tos tecnológicos que cambiaron la vida de los habi-
tantes europeos y norteamericanos. La Ciudad de
México gradualmente integró varios de estos inven-
tos al final del siglo.

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 Diseño, tecnología y educación

Perspectivas sobre la creatividad

y el uso de materiales de estudiantes del td de CyAD
Ingrid Andrea Correa Rodríguez
Maestría en Ciencias y Artes para el Diseño, UAM-X

Palabras clave: perspectivas

de estudiantes, creatividad,
Resumen: El presente estudio muestra resultados de un cuestionario
materiales, diseño.
aplicado a estudiantes de segundo trimestre del programa de estudios
Keywords: student del Tronco Divisional de CyAD, para conocer las perspectivas que tie-
perspectives, creativity, nen sobre términos y prácticas relacionadas con el proceso creativo y
materials, design.
el uso de materiales. El cuestionario forma parte de una investigación
más amplia sobre creatividad y materiales asequibles, realizada en el
trimestre 18-O. El cuestionario contiene preguntas abiertas, cuyas res-
puestas han sido clasificadas en tres categorías generales tomadas
de teorías de la creatividad. Se aplicaron autoevaluaciones a los alum-
nos, una previa a una explicación teórica y otra posterior a ésta. Las
respuestas de ambos instrumentos fueron analizadas bajo un enfoque
cualitativo para su clasificación y categorización.

Abstract: This study shows presents of a questionnaire given to se-

cond semester students in the Art and Science for Design program, to
find out their views about terms and practices related to the creative
process and the use of material. The questionnaire is part of a larger
study on creativity and affordable materials, conducted in the 2018 fall
semester. The questionnaire contains open-ended questions, and the
answers were classified into three general categories taken from the
Imagen: Edificio p, Claustro de CyAD, UAM-Xochimilco.

theory of creativity. The students did two self-assessments; one prior

to a theoretical explanation and one following it. The responses to the
two assessments were classified and categorized using a qualitative
approach.

Introducción
Como parte de los objetivos del programa de es-
tudios del Tronco Divisional I de CyAD, de la UAM
Xochimilco se establece que los alumnos, en este
primer acercamiento profesional al diseño, puedan
desarrollar habilidades y prácticas relacionadas con
la creatividad y el aprovechamiento de todos los
recursos disponibles para materializar sus ideas
creativas. Además, a lo largo de la programación del
módulo se manifiestan expresiones como: técnicas
creativas, metodologías creativas, proceso creativo y
dinámicas creativas (TDI, Interacción Contexto-Di-
seño, 2010). Debido a la naturaleza de la creatividad
como un sistema complejo, las perspectivas de los
estudiantes, es decir, su manera de percibir y enten-
der el concepto de creatividad, deben ser tomadas
en cuenta para orientar sus procesos y expectativas.
El objetivo de esta investigación es conocer
las perspectivas de los estudiantes de diseño so-
bre la creatividad, así como el uso de materiales y
recursos en el proceso creativo, y qué los motiva a
elegirlos. Se plantearon tres preguntas de investiga-
ción: ¿Qué es la creatividad para los estudiantes de di-
seño?, ¿Qué relación tiene desde su perspectiva la can-
tidad de materiales usados con el nivel creativo?, ¿Qué
recursos utilizan para fomentar su creatividad y cuáles
son los motivos por los cuales los utilizan? Partimos
de la hipótesis de que los estudiantes, consideran
que la abundancia de materiales permite una mayor
creatividad, sin embargo en sus prácticas su uso
se limita a lo asequible. Estos datos servirán para
conocer el contexto de un grupo de estudiantes de
diseño que formarán parte de un taller experimen-
tal de creatividad y materiales asequibles, taller que
pertenece a una investigación más amplia.
Para conocer las respuestas a estas preguntas
se diseñó un cuestionario con los dos tópicos princi-
pales y la relación entre ellos: la creatividad y los ma-
teriales en las prácticas del diseño. El cuestionario
INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 110
se aplicó como parte del trabajo de campo realizado
durante el trimestre 18-O a estudiantes de segundo
trimestre de CyAD en la UAM Xochimilco; los estu-
diantes pertenecen a las licenciaturas de Arquitec-
tura, Diseño Industrial, Diseño de la Comunicación
Gráfica y Planeación Territorial que cursan el Tronco
Divisional I (TDI), en donde convergen estas cuatro
licenciaturas. Durante el TD los alumnos tendrán
un acercamiento profesional al proceso creativo
del diseño, por lo que es un momento óptimo para
conocer sus perspectivas a partir de su experiencia,
sin la influencia de un adiestramiento que provoque
predisposición teórica.
La elección de un cuestionario, sobre otros
métodos de recolección de datos, se tomó porque
los cuestionarios, con preguntas abiertas de suave
orientación o cerradas “pueden contener detalles su-
tiles” que contribuyan a la producción de información
cualitativa, ya que dan “tiempo a pensar, reflexionar
y componer” a los sujetos (Woods, 1989: 130-133).
Además de que ofrecen ventajas en el procesamien-
to de datos para percibir, comparar, contrastar y or-
denar la información (Goetz y LeCompte, 1984).
Conocer las perspectivas del grupo permite al
docente “identificar los conocimientos previos de
los estudiantes y conocer el entorno que influye
directamente en ellos (tecnología, moda, etcétera)
es de suma importancia para desempeñar un papel
creativo tratando de integrar esas realidades en la
acción didáctica” (Summo, Voisin y Téllez, 2016: 89).
Así el docente puede tomar acción para adecuar los
medios didácticos de acuerdo con las representa-
ciones mentales de los estudiantes, para que la inte-
racción con la teoría, en este caso de la creatividad y
el diseño, resulte más adecuada para su aprendizaje
y desarrollo (Porlán, 2011).
También se ha considerado conocer las pers-
pectivas estudiantiles en forma de autoevaluación o
autocalificación (Panadero, Alonso y Huertas, 2014),
para que el alumno pueda analizarse y juzgarse
 111 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
de acuerdo con algunos criterios, en este caso su
experiencia previa y posterior a las teorías de la
creatividad. Además, la autoevaluación “permite al
estudiante el incremento de su nivel de aprendizaje
al detectar sus puntos fuertes y débiles” (Gimeno
y Gallego, 2007: 9). El docente, al percibir las altas y
bajas de las autoevaluaciones estudiantiles y sus
motivos, puede dirigir específicamente los objetivos
de los ejercicios al desarrollo creativo.
En el tema de la creatividad hay diversos estu-
dios que muestran la importancia de aclarar o am-
pliar las implicaciones de este término para que los
estudiantes puedan tomar decisiones conscientes
respecto a su proceso creativo (Bruton, 2010; Duar-
te, Díaz y Osés, 2012). Además de poder percibir
cómo estas concepciones personales, emocionales
o sociales influyen en los estudiantes para la solución
de problemas (Villamizar, 2012). Debido a esto, se ha
considerado pertinente exponer a los estudiantes,
de manera general, algunos de los componentes o
dimensiones de la creatividad de acuerdo con algu-
nas teorías analizadas para que de esa manera pue-
dan aplicar estrategias en el desarrollo de diseños
creativos con materiales asequibles.
La creatividad, un sistema complejo
En el diseño, la creatividad es ampliamente valorada
por el proceso que implica y los productos innova-
dores que derivan de ella. Sin embargo, para poder
definir la creatividad se han desarrollado diversas
teorías, realizado numerosos estudios en diferentes
campos (psicología, arte, filosofía, etc.) y con diver-
sos métodos. Éstas son algunas que se han consi-
derado para este estudio:
• La teoría factorial de la personalidad. Joy P. Guil-
ford (Torrance, 1977) clasifica algunas opera-
ciones del aprendizaje que consideró como
habilidades creadoras de la mente. Incluye tres
dimensiones: operaciones, productos y conteni-
dos. En éstas, la información se almacena, des-
echa, ordena, procesa y se transforma para ser
utilizada en un momento oportuno.
Diseño, tecnología y educación
• La teoría del pensamiento divergente (Torrance,
1977) sigue una línea similar al hacer una des-
cripción de algunas características de la creati-
vidad como la sensibilidad a los problemas, la
fluidez, la flexibilidad, la originalidad, la penetra-
ción, el análisis y síntesis y la redefinición de la
información.
• Para el teórico de las inteligencias múltiples,
Howard Gardner (2011) la actividad creativa es
una super estructura compuesta de tres aspec-
tos básicos: las habilidades de la persona con
perspectiva de potenciarse, un proyecto para
aplicar esas habilidades y una sociedad que
juzga o aprueba dicho proyecto como creativo.
Para Gardner la creatividad es un sistema fun-
cional entre la persona, el producto y la cultura.
• Edward de Bono (1970), con su análisis del
pensamiento lateral, explora la optimización
de la información, que al desarrollar flexibilidad
pueda lograr una redefinición y, por lo tanto,
procesos y productos inesperados, originales.
También considera la fluidez como un elemento
indispensable para lograr nuevas asociacio-
nes que den paso a novedosas posibilidades
creativas.
• En el arte y el diseño se consideran algunas ca-
racterísticas de las personas y fases del proce-
so creativo. En el arte, el aprendizaje profesional,
la adaptación, la sensibilidad y la ejecución son
importantes elementos del proceso; mientras
que en el diseño la observación del problema
y de las posibles soluciones van de la mano
(Acha, 2011; Dorst y Cross, 2001).
A pesar de pertenecer a diferentes áreas y mé-
todos de investigación, éstas y otras teorías con-

cuerdan que la creatividad involucra un proceso
iterativo, un ciclo de aprendizaje que va desde la
percepción de un problema hasta un producto que
lo resuelva de forma original. También resaltan ac-
titudes o actividades propias de la persona creativa.
Respecto al producto, se han considerado algunas
características que se toman en cuenta para la eva-
luación, como la estética del producto creativo, el
conocimiento de los principios aplicados (Cropley y
Cropley, 2008) y la entrega a tiempo del producto
final, pero utilizando la evaluación del diseño.
Para algunos autores la cantidad de dimensio-
nes creativas varía en cantidad y a veces en denomi-
nación, pero en general se consideran tres grandes
dimensiones que para este estudio se han conside-
rado como eje principal: persona, operaciones y pro-
ducto. Así mismo, éstas conformarán las categorías
analíticas de esta investigación. En el caso del con-
texto educativo se menciona que for teachers this
means that it is necessary to consider not just the per-
son and the process of generation of novelty but also
the products of these two factors (Cropley, 2006: 125).
Esto aplica indudablemente al campo del diseño. Es-
tas categorías de la creatividad se exponen en el
Cuadro 1 con sus respectivas subcategorías.
Los materiales en el diseño
El diseño no sólo trabaja con materiales, también
se inspira en ellos, los combina y transforma, por lo
que en la enseñanza se debe permitir la apertura a
un “mayor número de posibilidades creativas en el di-
seño”, donde las cualidades expresivas de los mate-
riales no pasen desapercibidas (Ávila y Barriga, 2010:
115). Sin duda es una tarea que corresponde a todo
los docentes de diseño tomar la iniciativa para vincu-
lar al diseño creativo con las múltiples posibilidades
materiales, correspondiendo con las demandas a las
que se enfrentarán los futuros diseñadores.
INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 112
Es por eso que un interés paralelo a la creativi-
dad en esta investigación, es conocer la percepción
de los estudiantes sobre el uso de los recursos y
materiales inmediatos en los procesos creativos,
aclarando los motivos detrás de esa selección. A
este respecto existen medios tangibles e intan-
gibles que ayudan a los individuos a fomentar su
creatividad o bien a inhibirla, creando cierto con-
formismo o fijación (Crilly, 2015), problemáticas
comunes de la creatividad y el diseño, no sólo entre
los estudiantes de diseño, sino también entre los
diseñadores expertos.
Dado que la práctica del diseño está sujeta a las
técnicas de producción y reproducción, generalmen-
te del ámbito tecnológico y digital, dichas técnicas
afectan en gran medida el desarrollo creativo de las
nuevas generaciones de diseñadores; éstos utilizan
y recurren a información, herramientas y facilitado-
res creativos, por lo que es importante conocer el
uso de materiales y recursos en su proceso de di-
seño. Al conocer el bagaje de experiencias y el grado
de influencias que tienen los estudiantes, el docente
puede adecuar sus mensajes y propuestas metodo-
lógicas para que el alumno realice con éxito tareas
de comprensión y aprendizaje (Porlán, 2011: 32); es
decir, si conocemos cómo perciben los materiales,
la variedad y cantidad que emplean en su proceso
creativo nuestros estudiantes diseñadores, pode-
mos hacer contribuciones importantes en su per-
cepción, sus operaciones y productos, para que su
creatividad sea un eje de transición en el uso de los
materiales en el diseño.
La elección de recursos puede beneficiar o per-
judicar los procesos creativos, además de que en el
proceso de diseño, como sistema, se debe pensar
no sólo en el producto, sino en el ciclo de vida, en el
desuso o desecho de sus materiales. Debido a esto
se deben considerar los factores que llevan a los es-
tudiantes a elegir los materiales o recursos de traba-
jo y las acciones que ejercen sobre ellos. Es posible
113 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Cuadro 1. Categorías generales de la creatividad

LA PERSONA*
Abarca sus actitudes y habilidades, innatas o desarrolladas tales como:

Diseño, tecnología y educación

La sensibilidad. Percibe fácilmente los problemas, las debilidades y fortalezas de la situación.
Actitud crítica. Expresa juicios objetivos del problema-solución para una perspectiva diferente.
Actitud cuestionadora. Expresa preguntas convenientes para llegar a nuevas soluciones.
EL PROCESO O LAS OPERACIONES**
Son las actividades que el individuo realiza para dar solución a los problemas:

Actividad lúdica. Jugar con los recursos para generar cambios y combinaciones insólitas.
Fluidez. Es la variedad y evolución de soluciones diferentes que puede generar.
Flexibilidad. Es la adaptación que tiene ante un cambio o una redirección del mismo proceso.
Originalidad. Ideas o actividades poco comunes que las separan de la imitación.
Penetración. Conocer en detalle los elementos que componen el problema.
Análisis y síntesis. Descifrar información y otorgarle diferentes significados.
Redefinición. Reorganizar y transformar la información para adaptarla a circunstancias nuevas.
EL PRODUCTO
Es la representación de las soluciones del problema

Estética. Apreciaciones sobre la belleza.

Originalidad. Es un producto con rareza excepcional.
Conocimiento. Es la aplicación de la teoría, de las instrucciones o las solicitudes.
Tiempo. Cuando se ha desarrollado y terminado el producto en el tiempo estipulado.

* Estos son sólo una selección de múltiples rasgos propios del individuo (Vervalin, 1992: 21; Hanks, 1992: 44; Davis, 1992: 252,
253; Torrance, 1977: 132).
** La actividad lúdica hace referencia a las interacciones corporales espontáneas con el material o recurso disponible (Burgos,
Cleves y Márquez, 2010). En el caso de la fluidez, flexibilidad, originalidad, penetración, análisis y síntesis, y redefinición son
exploradas por Torrance (1977: 133-137) con múltiples ejemplos en el contexto educativo.

que los estudiantes necesiten mejorar las habilida- Procedimiento Metodológico

des de una persona creativa, o tal vez las dificultades
se encuentren en sus operaciones creativas o que
concretar el producto creativo sea lo más complejo
para ellos. De acuerdo con sus respuestas, se elegi-
rán estrategias para ejercitar características creati-
vas en materiales asequibles.
Este estudio se realizó bajo el paradigma interpre-
tativo y carácter fenomenológico ya que “se pre-
tende describir y entender los fenómenos desde el
punto de vista de cada participante y desde la pers-
pectiva construida colectivamente” (Salgado, 2007:
 INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 114

73). De esta manera, se pueden conocer algunos
indicios sobre las perspectivas, creencias y prác-
ticas de los estudiantes en los procesos creativos
con relación a los materiales y recursos empleados
en el diseño.
El cuestionario se aplicó de manera autoadminis-
trada, para brindar un sentido de libertad y confianza
a los sujetos (Sampieri, Fernández y Baptista, 1991:
299); así mismo, permite al investigador la observa-
ción indirecta sobre las perspectivas e interpreta-
ciones de los estudiantes en el proceso creativo, su
experiencia e interés en el tema, así como algunas
de sus prácticas en el contexto educativo.
La estructura del cuestionario está compues-
to por preguntas de identificación, para conocer el
referente empírico; preguntas abiertas (P.A.), sobre la
creatividad y el uso de materiales o recursos en sus
proyectos de diseño y preguntas cerradas de ordena-
miento, con alternativas definidas por la investigadora
que van acompañadas de un espacio explicativo.
Las expresiones de los estudiantes se han sometido
a un análisis, interpretación y codificación posteriores,
que contribuyan “a la percepción de estructuras y
modelos” de los constructos de los estudiantes
(Woods, 1989: 130). En el Cuadro 2 se presenta la
estructura general del cuestionario aplicado.
Como ya se explicó con anterioridad, en la pre-
sente investigación se adoptaron algunas categorías
teóricas de la creatividad: a) la persona, b) las opera-
ciones y c) el producto. Con respecto a los materiales
y recursos, se indagará en la cantidad, la frecuencia
de uso, los lugares de adquisición o búsqueda y el
destino del producto terminado.
Autoevaluación de la creatividad
En la sesión posterior al cuestionario, se aplicó
una autoevaluación argumentada de la creatividad
a los estudiantes, esto para conocer su perspecti-
va del nivel creativo en el que se consideraban, en
una escala del 0 al 10 (se evaluó el 10 como el nivel
más alto de creatividad). Posteriormente, los estu-
diantes realizaron un ejercicio de dibujo creativo
(Michalko, 2006; 261-267; Torrance 1977: 86, 87), a

Cuadro 2. Estructura general del cuestionario acerca de las perspectivas

sobre creatividad y materiales en el diseño
Tópicos Perspectivas sobre: Opciones
Creatividad Creatividad en general P.A.
Creatividad en el diseño P.A.
Cantidad de materiales y su influencia en la creativi- P.A.
dad
Materiales Recursos utilizados que fomentan la creatividad Libros
y recursos Internet P.A.
Asesorías
Otro
Materiales utilizados en sus diseños Nuevos
Sobrantes P.A.
Desecho
Otro
Lugares de recurrencia para conseguir los materiales P.A.
Ciclo de vida de sus proyectos de diseño P.A
115 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
lo que siguió una exposición general de las teorías
de la creatividad en que se ha fundamentado esta
investigación, puntualizando en algunas caracte-
rísticas de la persona creativa, de las operaciones
creativas y del producto creativo. A continuación se
les pidió una nueva autoevaluación en donde espe-
cificaran los motivos de esa nueva evaluación y los
aspectos en los que consideraban podían mejorar.
Los resultados previos y posteriores a la argumenta-
ción teórica expuesta fueron comparados. En esta
sesión participaron 21 estudiantes. Algunas de las
características deficientes mencionadas con más
frecuencia se trabajaron con más detenimiento du-
rante las sesiones en un taller experimental en el
que participaron como parte de una investigación
más extensa a la que pertenece este informe.
Referente empírico
Los sujetos de estudio son estudiantes del Tronco
Divisional I, pertenecientes a un mismo grupo del
trimestre 18-O, con el que posteriormente se traba-
jó un taller experimental de creatividad y materiales
asequibles (Cuadro 3).
Análisis
En este apartado se muestran las respuestas de los
estudiantes que han sido procesadas y ordenadas
de acuerdo a la frecuencia o tendencia. Se utilizó un
programa de cálculo para codificar las referencias
Cuadro 3. Características generales del grupo de estudio
Cantidad Sexo
24 estudiantes Femenino Masculino
9 15
Rango de edad 37 % 63 %
18-30 años 100 %
porcentuales de las expresiones y palabras emplea-
das por nuestro grupo de estudio.
1. ¿Qué es para ti la creatividad?
Diseño, tecnología y educación
Como parte de las categorías teóricas encontramos
de forma recurrente los siguientes campos de las
características creativas:
Persona. Los estudiantes relacionan el concep-
to de creatividad con una capacidad, una habilidad
o una virtud de las personas (54 % de los estudian-
tes los mencionaron). Pero de igual manera se hizo
mención de la identidad del individuo y relacionaron
el concepto con la capacidad de imaginar de las per-
sonas. Sin embargo, no se mencionaron caracterís-
ticas específicas de los individuos creativos, como
la sensibilidad, actitud cuestionadora o crítica (To-
rrance, 1977).
Operaciones. Un 50 % de los estudiantes rela-
cionó algunas operaciones o acciones con la crea-
tividad, tales como tener fluidez en las ideas, expre-
sión de las mismas, la utilización de técnicas y la
observación.
Actividad lúdica. No se hizo mención de algún pro-
ceso de juego o manipulación de los materiales.
Fluidez. De este término se hizo mención como “pro-
liferar” en acciones y productos.
Flexibilidad. Sólo se hizo una mención de solucionar
a partir de los medios, lo que implica un proce-
so de adaptación o flexibilidad.
Licenciatura
PT DCG DI ARQ
3 4 5 12
12 % 17 % 21 % 50 %
100 %

Originalidad. Se interpretó como la forma diferente de
observar las acciones sin copiar, ideas fuera
de lo común.
Penetración. No se hizo mención de alguna activi-
dad que los involucre en profundidad con los
problemas.
Análisis y síntesis. Aludieron a etapas del análisis,
como observar el problema para darle solución,
aunque la tendencia de las soluciones es verlas
como un producto y no como un proceso.
Redefinición. Se hizo mención de este proceso en la
transformación de ver y usar un objeto.
Producto. Una proporción de 67 % de los es-
tudiantes hizo mención del producto o la solución
con el concepto de creatividad. También consideró
que dar forma concreta a un proyecto es parte de la
creatividad. Una idea que se presentó fue la utilidad
del producto con fines expresivos o de mejoras.
Estética. No fueron ejercidos juicios estéticos rela-
cionados al producto,
Originalidad. Esta categoría estuvo relacionada con
los términos: novedad, extraordinario, único e
innovación.
Conocimiento. No fue una categoría abordada por
los alumnos, no se hizo mención sobre el inves-
tigar o aplicar lo aprendido.
Tiempo. Sólo se hizo una mención de la improvisa-
ción, como la capacidad de realizar algo con
rapidez.
Sólo un tercio de los sujetos mencionaron tér-
minos relacionados con la originalidad pero hacia el
producto. Lo que nos hace pensar que la creatividad
no es apreciada como un proceso sistémico y que
la originalidad se hace evidente hasta la conclusión
del proyecto y no durante los procesos que llevan al
producto.
INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 116
Respecto a una categoría creativa emergente,
ésta se relacionó con la dimensión social o ambiental,
que hace referencia al contexto de los sujetos: lugar,
relaciones entre individuos, etc. (Cropley, 2006). Se
relacionó al producto con el proceso social de darlo a
conocer, también se mencionaron expresiones como
mejorar el entorno e inspirarse del entorno.
2. De acuerdo con tu opinión ¿Cómo se da la creativi-
dad en tu licenciatura?
Esta pregunta fue agrupada por licenciatura. Se hizo
una síntesis de la respuesta con las palabras más
significativas o recurrentes de los alumnos. Algunos
tuvieron perspectivas de acuerdo con las teorías
sobre la creatividad pues hacen mención de la ob-
servación del problema (análisis) o necesidad (To-
rrance, 1977: 131), la originalidad, la innovación, la
funcionalidad y el producto como parte de materiali-
zar las ideas (Cuadro 4).
Es interesante que al acotar la creatividad al
campo del diseño expresan ejemplos del proceso
creativo, del producto y de la persona, de igual ma-
nera en esta pregunta ya se emiten juicios estéticos.
3. ¿Consideras que mientras más materiales tengas dis-
ponibles puedes ser más creativo? ¿por qué crees eso?
Del total de los estudiantes que contestaron, la res-
puesta con tendencia predominante (de 50 %) con-
sidera que una amplia variedad y cantidad de ma-
teriales disponibles hace más creativa a la persona
por la diversidad de posibilidades y combinaciones
que ofrecen los materiales. Por otro lado, sólo 29 %
considera que no es necesario, pues el creativo pue-
de resolver sus problemas con poco, sino no sería
un creativo. También se presentaron cuatro casos
atípicos donde los estudiantes presentaron ambas
posturas como válidas, bajo ciertas condiciones,
117 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Cuadro 4. Perspectivas generales de la creatividad en el diseño

Licenciatura Alumnos Relación creatividad con su licenciatura
Planeación 3 • Libertad
Territorial • Observar el problema para resolverlo

Diseño, tecnología y educación

• Imaginar mejoras según la necesidad
Diseño de la 4 • Presentar ideas claras y sinceras, propias o de los demás
Comunicación • Relacionando la técnica con la belleza
Gráfica • Combinar elementos de diseño para darles una utilidad
Diseño 5 • Hacer algo nuevo, útil y ecológico, que mejore el entorno y la vida
Industrial • Desarrollar mente innovadora
• En el rediseño de un objeto
• Al solucionar un problema o necesidad
• Haciendo cosas innovadoras para perfeccionar su estética y funcionalidad
Arquitectura 12 • Diseñar espacios que ayuden a la sociedad
• Resolución estética a las necesidades
• Se da en el desarrollo y la elaboración
• Mediante la observación y el conocimiento

Cuadro 5. Perspectiva: mientras más materiales mayor creatividad

Sí No Ambas respuestas Sesgo Total
12 7 4 1 24 alumnos
50% 29% 17% 4% 100%

por ejemplo, cuando la idea determina la cantidad
de materiales necesarios. Y sólo se presentó una
respuesta fuera de contexto (Cuadro 5).
De los alumnos que han afirmado que una gran
cantidad de materiales le permite a una persona ser
creativa, las explicaciones más frecuentes tuvie-
ron que ver con las ideas de más combinaciones o
posibilidades (6 alumnos), un proceso sin límites (2
alumnos), la obtención de diferentes perspectivas (3
alumnos) y otra idea (1 alumno).
Mientras que los que rechazaron que una gran
cantidad y variedad de materiales eleva el nivel crea-
tivo, mencionaron acciones u operaciones de los
individuos sobre los materiales como potenciar la
versatilidad de los materiales (1 alumno), adaptarse a
lo que se tiene (1 alumno), aprovechar los materiales
(1 alumno) y dar prioridad a la solución en lugar de a
los medios (4 alumnos).
Por otro lado, algunos alumnos plantearon am-
bas posibilidades pero condicionadas, expuestas en
el Cuadro 6, donde se incluyen algunas deducciones
de la investigadora.
Podemos deducir que para la mitad del grupo
el pensamiento divergente es más cotidiano o cons-
ciente en su proceso creativo que el proceso conver-
gente; que les es más fácil analizar que sintetizar, ser
inconforme con sus opciones que conformes, que
sus soluciones pueden ser diversas pero el conflicto
entra al encontrar una solución acertada, eficaz, po-
sible (Torrance, 1977: 136). Estas perspectivas pue-
 INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 118

Cuadro 6. Clasificación de respuestas indefinidas

Sí porque
Puede ser una ayuda
Más variedad de herramientas
facilita la creación de objetos
Con muchos materiales pu-
edes expresar mucho
La mente llega aún más lejos
por la variedad
No porque
Con diferentes perspectivas, no es
necesario tantos materiales
• Si no lo hubiera, tendría que
generarlo
• Cada persona con su ingenio y
creatividad lograría sus objetivos
de distintos modos
Hay ideas que necesitan poco
A veces con poco puede crear
cosas maravillosas
Deducción
La variedad o fluidez de ideas
condicionan el uso de materiales
La variedad facilita
La personalidad hace original un
producto
Las ideas condiciona el uso de
materiales
Los materiales condicionan las
ideas

den ayudar al docente a propiciar en los estudiantes
procesos que los ayuden a acotar sus opciones y
puedan desarrollar mejor la síntesis creativa.
4. Fuera del aula ¿qué tipo de recursos utilizas general-
mente para fomentar tu creatividad en los proyectos de
diseño? Explica por qué.
Para esta pregunta se asignaron tres niveles de fre-
cuencia: Nunca, poco, siempre, para las categorías de
libros, internet, asesorías con alguien, y como opción
abierta otro recurso. De igual manera, encontramos
aspectos positivos y negativos en la justificación de
sus respuestas, observamos que la tendencia po-
sitiva es hacia el nivel más frecuente de utilización
(Cuadro 7.1).
El uso de internet como recurso para fomentar
su creatividad en los proyectos de diseño presentó
una clara tendencia a utilizarlo por la accesibilidad y
cantidad de información de la que pueden disponer
los alumnos (Cuadro 7.2). Los docentes, ante esta
incorporación tecnológica en la cotidianeidad pue-
den lograr un uso equilibrado y significativo en el
aprendizaje de los estudiantes.
Solicitar asesorías personalizadas con un ex-
perto del tema no es una práctica frecuente para fo-
mentar la creatividad, y la mayoría de las razones de
ello son negativas (Cuadro 7.3). Es posible que un
cambio en el ambiente creativo académico, pueda
darles la confianza y apertura al inicio de su estan-
cia universitaria y propicie un desarrollo óptimo en
su personalidad, operaciones y productos creativos.
En una opción abierta se les permitió a los
alumnos expresar qué otros tipos de recursos utili-
zan para incentivar su creatividad; los que utilizaron
esta opción mencionaron algunos lugares, videos y
aspectos como los sueños y la música (Cuadro 7.4).
Se puede hacer uso de técnicas creativas relaciona-
dos a estos recursos como el Dreamscape o Dali´s
technique (Michalko, 2006: 256, 268).
Una tercera parte de los participantes en el
cuestionario afirmaron que la música es parte de
los recursos utilizados en sus procesos creativos.
Con respecto a esto, la música se considera
parte del ambiente, una de las características mar-
cadas por algunos teóricos como Amabile, Csik-
szentmihalyi, Sternberg y Lubart, para un entorno
que favorezca la creatividad (Villamizar, 2012). Tam-
119 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Cuadro 7.1. Recurrencia a libros como fuente creativa

Recurrir a
Alumnos Porcentaje Motivos generales
libros
Nunca 1 4% • Falta de bibliografía

Diseño, tecnología y educación

Poco 13 54% Positivos Negativos
• Procesos mentales favorecidos • Prefiere internet
• Confiables • Casi no los utiliza para diseño
• Conocimiento y teoría • Poca disponibilidad
Siempre 10 42% • Confiables o fidedignos
• Procesos mentales que estimulan
• Información específica
• Disponibilidad

Cuadro 7.2. Recurrencia a internet como fuente creativa

Recurrir a
internet Alumnos Porcentaje Motivos generales

Nunca 0 0% -
Poco 2 8% • Por perspectivas, puntos de vista o ideas que otros generan
Siempre 22 92% • Variedad y cantidad de la información
• Referencias visuales que ayuden a mejorar
• Accesibilidad
• Actualización
• Información específica

Cuadro 7.3. Recurrencia a asesorías como fuente creativa

Recurrir a
asesorías Alumnos Porcentaje Motivos generales
con alguien
Nunca 11 42% • No conocen a alguien que pueda asesorarlos en el tema o no
han tenido la oportunidad
• No lo consideran oportuno por el estilo propio
• Falta de tiempo
Poco 10 42% • Es bueno por los puntos de vista, la experiencia
• No son infalibles
• No siempre se tiene quien pueda
Siempre 2 8% • Retroalimentación
Sesgo 2 8% –

Cuadro 7.4. Recurrencia a otros recursos como fuente creativa
Frecuencia
de otros Alumnos Porcentaje Recursos
recursos
Poco 3 12% • Documentales
• Música
• Sueños
Siempre 7 28% • Entorno
• Museo
• Música
Sesgo 2 8%
bién existen algunas investigaciones que hacen
referencia a los beneficios de la música en el aula
(Nikki et al., 2010; Pérez y Leganés, 2012).
5. ¿Qué tipo de materiales utilizas regularmente para
tus proyectos de diseño?
En esta pregunta se acotaron tres niveles de frecuen-
cia: nunca, poco, siempre, para las categorías de mate-
riales nuevos, sobrantes de otros proyectos, de desecho,
otros. Los alumnos han mostrado una preferencia
por los materiales nuevos, mientras que los sobran-
tes se ocupan por su disponibilidad, la experiencia
previa o por las peticiones de los docentes. Por otro
lado, el uso de materiales de desecho no es muy uti-
lizado por los alumnos, ya que más de la mitad tie-
nen malos conceptos de estos materiales o bien no
tienen experiencia con su manejo. También encon-
tramos puntos de vista positivos para utilizar estos
materiales de desecho como el reciclar o economi-
zar, pero también hay percepciones negativas de su
uso como las dificultades de su manejo, falta de
iniciativa o que los consideran basura (Cuadro 8).
INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 120
Motivos generales
Por su confiabilidad
Proyección abstracta
Ideas interesantes
Por lo que provoca en los sentidos lo que nos
rodea
Ver representaciones físicas
Energía y concentración
–
6. ¿Dónde consigues esos materiales?
Del total de alumnos, 20 consiguen sus materiales
en papelerías o tiendas. Únicamente cuatro consi-
guen o buscan materiales en su casa. Las compras
por internet sólo son realizadas por dos alumnos.
Un solo alumno dice utilizar materiales tirados o de
la naturaleza. Y buscar en el desecho sólo un estu-
diante lo mencionó.
¿Por qué acudes ahí?
Un 33% acude a los lugares seleccionados por el
precio y 29% por la amplia variedad de materiales y
productos que ofrecen dichos lugares de su elec-
ción; 21% lo hace por la cercanía o facilidad de ob-
tener los materiales. Y 8% acude a los lugares de
preferencia por la calidad de los productos. Los do-
centes pueden tener consideraciones y ser flexibles
con los materiales y lugares donde los consigen, da-
das las preocupaciones de los estudiantes.
Se hizo mención de actitudes de preferencia o
gusto por el lugar, dado que son lugares conocidos
y parte de su consumo cotidiano.
121 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Cuadro 8. Recurrencia de materiales nuevos, sobrantes y de desecho

Utilizar nuevos Alumnos Porcentaje Motivos generales
Nunca 1 4% • Falta de conocimiento de uso

Diseño, tecnología y educación

Poco 6 25% • Por necesidad
• Por el costo
• Preferible reutilizar
Siempre 17 71% • Limpieza, calidad y estética
• Por necesidad
• Por costumbre
• Para conocer nuevos materiales
Utilizar sobrantes Alumnos Porcentaje Motivos generales
Nunca 1 4% • No los conservo
Poco 10 42% • Por necesidad
• Es bueno reutilizar
• Son útiles
• Por su posibilidad de transformación
Siempre 12 50% • Confiables o por la experiencia previa
• Procesos mentales que estimulan
• Petición específica
• Disponibilidad
Sesgo 1 4% –
Utilizar materiales Alumnos Porcentaje Motivos generales
de desecho
Nunca 13 54% • Por el mal estado en que se encuentran, no es limpio
• No lo han intentado
• No es agradable
Poco 9 38% Positivo Negativo
• Es importante reciclar • Sólo por solicitud
y evitar desperdiciar • Las considero basura
• Bajo costo • Dificultad para trabajar con
• Amplia variedad que se esos materiales
puede encontrar
Siempre 2 8% Por reciclar y reusar

7. ¿Qué haces con tus proyectos de diseño después de
la evaluación?
Del total del grupo 92 % afirmó conservar sus traba-
jos después de las evaluaciones. Los motivos que
tienen para hacerlo son la utilidad que pueden tener
para alguien o para algo, les guardan cierta estima
o gusto, también para comparar su progreso, mos-
trarlo o que sirva de inspiración, siempre que haya
sido de su agrado.
Quienes desarman o modifican sus proyectos
de diseño después de la entrega representan 17 %,
esto lo hacen para hacer mejoras, para reciclar o reu-
tilizar los materiales. Solo una alumna mencionó des-
echar sus proyectos después de un periodo, pero si
alguien los necesita se los cede.
Esta pregunta está relacionada con el ciclo de
vida de los materiales que emplean, es posible que
pueda incentivarse el uso de recursos naturales,
sustentables o ecológicos, para propiciar una con-
ciencia en los estudiantes. También está la posibi-
lidad de crear materiales didácticos que permitan
ser utilizados en diferentes ejercicios por medio de
modificaciones o combinaciones, aquí se pondrá a
prueba la creatividad del docente.
Autoevaluación de la creatividad
Se hicieron dos autoevaluaciones de creatividad a los
alumnos en una sesión posterior al cuestionario. La
primera evaluación debía de explicar los motivos por
los cuáles se daban esa calificación y en la segunda
debían señalar algunos aspectos que creían deficien-
tes en la personalidad, el proceso o el producto crea-
tivo. Después de un ejercicio de dibujo creativo, se les
dio una breve explicación teórica de la creatividad en
estos aspectos generales. En este ejercicio partici-
paron 21 de los 24 estudiantes.
INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 122
De su primer autoevaluación encontramos que
el reconocimiento de otras personas es un motivo
para considerarse creativos (categoría del ambiente).
También tienen la percepción de que el manejo de
técnicas o herramientas determinan el nivel creati-
vo (categoría de la persona). Así mismo mencionan el
producto del proceso como evidencia determinante
de la creatividad. Por otro lado, algunos obstáculos
creativos que experimentan son la falta de constan-
cia, el no profundizar y problemas para concretar
sus ideas o productos (Cuadro 9).
Posterior a la autoevaluación, se realizó un ejer-
cicio de dibujo creativo con el manejo de un objeto
cotidiano, después se hizo la explicación de algunas
teorías y aspectos de la creatividad, a lo que siguió
una segunda autoevaluación en la que detallaron
los aspectos a fortalecer.
De los alumnos, 14 conservaron su evaluación
previa, pero mencionaron aspectos en los que deben
mejorar. Así mismo, tres estudiantes aumentaron su
calificación hasta en dos puntos, pues percibieron
que algunos de los atributos expuestos de la creati-
vidad los han estado trabajando de manera incons-
ciente. Por otra parte, del total de los 21 estudiantes
cuatro disminuyeron su evaluación hasta en tres pun-
tos, pues de acuerdo con la teoría se dieron cuenta
que habían aspectos no contemplados de la creati-
vidad que no forman parte de su proceso (Gráfica 1).
En la Gráfica 2, se pueden observar las frecuen-
cias de las características creativas que, desde la
perspectiva de los estudiantes, merecen más aten-
ción para ejercitarse y ser desarrolladas puesto que
las consideran una deficiencia.
Su mayor interés fue mejorar en las categorías
operacionales, como la fluidez que fue la más men-
cionada (11 estudiantes de los 21).
La categoría del producto creativo, sólo fue re-
ferida por la velocidad o tiempo de entrega como
una preocupación en el caso de seis alumnos. As-
123 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Cuadro 9. Autoevaluación de los alumnos y motivos, previo a teoría

Calificación Cantidad de Porcentaje de Motivos
alumnos la muestra
5 2 9.5% • Trabajo para plasmar ideas

Diseño, tecnología y educación

• Generalmente copio
6-6.5 3 14% • Reconocimiento positivo de personas pero falta de constancia
• No profundizo
• Elaboro productos propios
7 3 14% • Falta de esmero
• Reconocimiento positivo de personas, pero cuesta trabajo
explotar creatividad
• Problemas para concretar
8-8.5 10 48% • Tener personalidad creativa pero con frustración por expecta-
tivas
• Podría mejorar conocimiento y con herramientas adecuadas
• Buenas ideas, experimentación, abierto
• Construcción de productos que enorgullecen
• Reconocimiento positivo de personas pero con problemas
para concretar
• Resolver bien los problemas
• Producción constante
• Buen manejo de técnicas
9 1 5% • Falta conocimiento
10 2 9.5% • Reconocimiento positivo de personas
• Buen manejo de técnicas
• Imaginación
• Inconformidad que lleva a superación
Total 21 100%

Gráfica 1. Autoevaluación previa y posterior: la explicación teórica.

Autoevaluación

Calificación previa
Calificación posterior

Número de Alumno

Gráfica 2. Frecuencia de las caracteristicas creativas que los alumnos mencionaron
después de la explicación teórica.
Sensibilidad
Cuestionar
Fluidez
Flexibilidad
Originalidad
Penetración
Análisis y síntesis
Redefinición
Velocidad en el producto
pectos relacionados con la estética, tampoco fue-
ron mencionadas, y también quedaron fuera aspec-
tos técnicos o conocimientos especiales que antes
consideraban importantes para la creatividad.
En esta segunda autoevaluación, no se men-
cionaron aspectos de categoría social o ambiental,
como anteriormente lo habrían hecho respecto al
reconocimiento creativo de parte de otras personas.
Algunos de los comentarios de los alumnos
que cambiaron su autoevaluación reflejan: confianza,
al incorporar aspectos creativos que realizaban de
manera inconsciente, lo que les permitió elevar su
calificación; inseguridad, al darse cuenta de que hay
aspectos teóricos que no incorporan o practican y
que les hace falta desarrollar.
Reflexiones finales
Los constructos de los estudiantes sobre la creati-
vidad se enfocan en la persona, relacinándola con
INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 124
Velocidad en el producto
Redefinición
Análisis y síntesis
Penetración
Originalidad
Flexibilidad
Fluidez
Cuestionar
Sensibilidad
una capacidad o habilidad. Algunos aspectos del
proceso creativo los tienen presentes como proce-
sos cognitivos que implican observar un problema
para generar ideas y el uso de la imaginación. Desde
la representación de los estudiantes, la generación
de soluciones o productos tangibles es importante
para juzgar la creatividad.
Una categoría emergente fue la dimensión
social o ambiental, en la que los individuos que le
rodean, el espacio y su atmósfera, influyen en el de-
sempeño creativo. Pueden hacerse modificaciones
en el aula o en el trabajo colaborativo, para dar aper-
tura social y creativa. Los estudiantes se consideran
creativos por razones del reconocimiento de otros,
del manejo de técnicas y consideran importante la
trayectoria que han tenido por los productos realiza-
dos; en esto, los docentes tienen un papel de tras-
cendencia al fomenta o inhibir su creatividad con las
evaluaciones, juicios o actitudes hacia ellos.
¿Qué relación tiene desde su perspectiva la can-
tidad de materiales con el nivel creativo? La tenden-
125 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
cia más fuerte del grupo tiende a pensar que a más
materiales mayor creatividad, debido a que existen
mayores combinaciones, sin embargo, otros con-
sideran que adaptarse a lo que uno tiene, aunque
sea poco, es una evidencia de creatividad. Estos
resultados deberían de compararse, después de la
experiencia del taller experimental con materiales
limitados y asequibles, del cual forma parte este pri-
mer acercamiento a los sujetos de estudio.
Los alumnos frecuentemente ocupan mate-
riales nuevos, por solicitud, necesidad y limpieza,
mientras que emplear materiales de desecho no es
muy común por considerarlos poco presentables o
basura, y aquellos que lo hacen es debido a su con-
ciencia respecto a reusar o reciclar.
Para incentivar la creatividad, los estudiantes
recurren de manera frecuente al internet debido
a la accesibilidad y variedad de opciones que les
ayudan de inspiración. Sin embargo, debe cuidarse
su empleo para evitar fijación o plagio de parte de
los alumnos; los libros son un recurso que ha ido
perdiendo importancia como fuente creativa y, por
otro lado, consideran que asesorarse con alguien
tiene más razones negativas para no hacerlo. Todos
estos recursos, son parte del entorno o ambiente
creativo educativo, pero deben implementarse es-
trategias que permitan que su uso y recurrencia no
reduzca la originalidad propia del estudiante.
Las autoevaluaciones revelaron datos especí-
ficos respecto a nuestras categorías. Los alumnos
se consideraron creativos debido al reconocimiento
ajeno y por la trayectoria de sus productos, pero tam-
bién reconocen algunos problemas para concretar
los productos. Después de la exposición teórica los
estudiantes pudieron ser más explícitos en los as-
pectos que necesitaban mejorar, siendo la fluidez o
la variedad de ideas lo más apremiante para ellos;
nos puede hacer pensar que están acostumbrados
a desarrollar una sola idea y que sea inflexible, por
Diseño, tecnología y educación
lo que habría que indagar más sobre este aspecto
con algunos ejercicios de creatividad. Las autoeva-
luaciones, fueron un buen ejercicio de reflexión, in-
trospección y memoria, que podrían implementarse
de manera continua en el aula.
Haría falta también conocer la perspectiva de
estos mismos tópicos desde la perspectiva docente
y contrastar sus respuestas con las estudiantiles.
Así mismo, podría investigarse la evolución de sus
respuestas de manera temporal, mientras avanzan
de trimestre, así como observar sus prácticas crea-
tivas y su cambio de perspectiva respecto al uso de
materiales. Parte de la evaluación de los profesores
de diseño es la creatividad, sin embargo, los alum-
nos deben conocer las acepciones de los mismos
profesores para saber qué es lo que se espera de
ellos y poder trabajar en una dirección definida.
Los prejuicios o fijaciones que tienen los alum-
nos respecto a la creatividad y los materiales, las
acciones y productos del pasado se pueden modi-
ficar con una práctica docente comprometida que
manifieste cualidades creativas. Así se puede recibir
de los alumnos lo que se ofrece de los docentes.
Es posible mejorar los procesos, los productos
y el entorno creativo en las aulas, si entendemos los
factores que componen cada dimensión creativa y
las articulaciones entre ellas. Los diseños creativos
nacen de esta red compleja que se construye desde
el estudiante, el docente, el entono y una serie de
operaciones que propicien desde ahora a los futu-
ros diseñadores.

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INGRID ANDREA CORREA RODRÍGUEZ • 128
 Diseño, tecnología y educación

Efectos de la realidad alterna de un Objeto de Aprendizaje

en la percepción individual de la información de un usuario
Jorge Gil Tejeda, Lorena Olmos Pineda, José Luis Jiménez Delgado
Depto. de Tecnología y Producción, uam-x; fad-unam; Depto. de Teoría y Análisis, uam-x

Palabras clave: Objetos de

aprendizaje, interacción Resumen: Se ha observado que los Objetos de Aprendizaje* (OA) que
motora, realidad alterna, generan realidades alternas en un ambiente de aprendizaje impactan
percepción de la positivamente en la percepción individual de la información en los
información. usuarios, generando altos niveles de interés en la relación usuario-OA.
Dichos objetos permiten a los estudiantes ser testigos presenciales
Keywords: Learning objects, de los hechos, así como de procesos de interacción semejantes a la
motor interaction, alternate realidad. Adicionalmente, estos objetos permiten la organización de
reality, information una gran cantidad de información que influye en el tiempo de atención
perception. brindado en la relación alumno-OA.

Abstract: It has been observed that ”learning objects“ (LOs) that gene-
rate alternate realities in a learning environment have a positive impact
on users’ individual perception of information, generating high levels
of interest in the user–LO relationship. These objects enable students
to be eyewitnesses of events and of interaction processes similar to
reality. In addition, these objects enable a great amount of information
to be organized, which influences the time of attention paid to the stu-
dent–lo relationship.
Imagen: obtenida de https://pixabay.com/es/

* Dice David Wiley, uno de los padres del concepto, que: “los objetos
de aprendizaje son los elementos de un nuevo tipo de instrucción
basada en el computador y fundamentada en el paradigma compu-
tacional de ‘orientación al objeto’. Se valora sobre todo la creación
de componentes (llamados “objetos”) que pueden ser reutilizados en
múltiples contextos. Esta es la idea fundamental de los Objetos de
Aprendizaje” (Willey, s/f).
 JORGE GIL, LORENA OLMOS Y JOSÉ LUIS JIMÉNEZ • 130
Introducción
En las aulas de clase de las universidades se busca
que los estudiantes puedan asimilar la información
que comparten los profesores, así como generar
ambientes propicios para el estudiante; no obstan-
1
te, a principios del siglo XXI se enfrentan los siguien-
tes obstáculos:
1. Procesos de atención muy cortos por parte
del estudiante ante la información expuesta por un
profesor.
2. Uso de diversas herramientas tecnológicas
empleadas en un ambiente de aprendizaje.2 Éstos
se clasifican en dos vertientes: los que son utiliza-
dos como soporte de información; los que son dise-
ñados como Objetos de Aprendizaje (OA).
Existe una gran variedad de herramientas tec-
nológicas que fungen como soporte de información
y como OA en un ambiente de aprendizaje, pero no
se analizan las cualidades sensibles de ellos. Se uti-
lizan porque son fáciles de usar y ofrecen solucio-
nes inmediatas e intuitivas para configurar la infor-
mación a partir de la arquitectura de la herramienta
tecnológica.
Se ha observado que las cualidades sensibles
de los OA y de cualquier herramienta tecnológica
son las que motivan a un estudiante a interactuar
con dicho objeto, en consecuencia, a integrarse para
crear un ambiente propicio de aprendizaje. Las cua-
lidades sensibles del objeto son las que determinan
el tipo de interacción (Klatzky, Lederman & Metzger,
1985), esto debido a que pueden simular las carac-
3
terísticas de un Objeto Real de Estudio (ORE).
En esta investigación, se analizaron algunas
herramientas tecnológicas que se usan con mayor
frecuencia en la Universidad Autónoma Metropoli-
tana, Unidad Xochimilco (UAM-X); se llevó a cabo un
comparativo entre éstas, analizando las cualidades
sensibles que generaron experiencias en el estu-
diante de forma positiva e impactaron en la transfe-
rencia de información en la relación alumno-objeto
de aprendizaje.
DESARROLLO
Marco teórico
Una realidad alterna en un ambiente de aprendiza-
je es aquella condición que me permite simular un
ORE de manera muy cercana a la realidad (Manovich,
2001), es decir, se generan condiciones donde las
interacciones con el ore nos permiten ser testigos
de los hechos y no sólo ser espectadores. Las con-
diciones son producto de las cualidades sensibles
que ofrecen los Objetos de Aprendizaje. Algunas
de estas cualidades integradas con la tecnología
adecuada permiten simular procesos naturales de
interacción,4 en otros casos se genera una distor-
sión de la realidad. Por lo tanto, la forma de mostrar
la realidad en un ambiente de aprendizaje es deter-
minante e impacta en los procesos de interacción y
transferencia de información, dado que las cualida-
des sensibles permiten la comunicación en la rela-
ción alumno-objeto de aprendizaje.
La generación de realidades alternas en un aula
de clase, a través de un OA, permite que un estudian-
te sea testigo de los hechos. En la vida real, sustrae-
1. “[…] se hace evidente la necesidad de transformar los
sistemas educativos existentes y adecuarlos a las nuevas
necesidades que se plantean con las innovaciones técni-
cas y científicas aplicadas crecientemente a los procesos
de producción y de vida” (Ehrlich,1996: 89).
2. El aprendizaje no se ciñe a una modalidad memorística,
sino que requiere de una verdadera creación o construc-
ción por parte de los docentes y los alumnos (Beller, 1996).
3. “La simulación es el proceso de diseñar un modelo de un
sistema real y llevar a término experiencias con él…” (Shan-
non y Johannes, 1976: 723).
4. By interaction, we mean the mutual response of computer
and user on each other’s actions. Humans and computers
can interact in many ways (Coomans y Timmermans,
1997).
131 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
mos información de los objetos reales de estudio a
través de diversos tipos de interacción: visual, mo-
tora, olfativa, gustativa y audible, entre otras. Con
el uso excesivo y muchas veces no adecuado de la
tecnología, vamos disminuyendo la posibilidad de
transferencia de información sensible, sólo la dele-
gamos a determinados sentidos como la vista y el
oído. Ni siquiera permitimos que el sistema motor
tenga una experiencia más cercana con la realidad,
generando consecuencias negativas como la falta
de coordinación de la mano en el proceso de crea-
ción de la forma en un ambiente virtual.
Este factor, sistema motor, es uno de los más
importantes en los procesos de atención, que mu-
chas herramientas tecnológicas no contemplan.
Es importante hacer énfasis que el tipo de inte-
racción con los objetos reales de estudio involucran
exploraciones motoras con micro y macromovi-
mientos con la mano, así como con el cuerpo para
obtener mayor información sensible en relación con
el objeto: ubicación espacial, forma, dimensión, si-
metría, textura, temperatura y dureza, entre otros.
En el proceso de interpretación, no sólo se consume
la información de un objeto como totalidad signifi-
cante, también se consumen los atributos sensibles
del mismo que influyen en las expectativas de los
perceptores y su valoración. Por tal motivo, el saber
implementar los diferentes niveles de realidad,5 ade-
más de la información polisensorial de un objeto de
aprendizaje, resulta fundamental.
Las representaciones de un objeto de génesis
tridimensional en un formato 2D plantean una pér-
dida de información sensible,6 mientras que en una
representación estereoscópica se pueden simular7
cualidades sensibles como la profundidad del ob-
jeto, dando un “efecto de realidad” no solo en su
representación, sino en la interacción motora. Así
mismo, el testimonio de una serie de imágenes es
más fiable que el de una imagen individual, ya que
una sola imagen no basta para conocer el objeto
representado,8 ya que se necesita una variedad de
imágenes para tener un acercamiento mayor (Bur-
ke, 2005). Un objeto con cualidades estereoscópi-
cas, al que denominaremos Objeto de Aprendizaje
Diseño, tecnología y educación
Estereoscópico (OAE), nos puede permitir tener un
efecto de simulación de la realidad mayor, ya que
los objetos se pueden representar con muchas
cualidades de la realidad a través del uso adecua-
do de las herramientas tecnológicas y propiciar en
el espectador múltiples perspectivas como en la
realidad. Por lo tanto y en términos de Heidegger,
las imágenes son la construcción del mundo (Hei-
degger, 1938), y el quitar elementos sensibles del
objeto real de estudio en la representación puede
generar un distanciamiento en la relación alumno-
objeto de aprendizaje.
5. Es un criterio taxonómico que se basa en la semejanza
entre una imagen y su referente, que se expresa a través
del grado de iconicidad (Villafañe y Mínguez, 2002).
6. En cada salto de iconicidad decreciente, la imagen pierde
alguna propiedad sensible de la que depende la citada
iconicidad. Las imágenes pueden clasificarse acorde a la
materialidad de las mismas. Con base en esto las cuatro
clases de imágenes que podemos obtener son: mentales,
naturales, creadas y registradas. Existe un par de caracte-
rísticas comunes que agrupan, por un lado, a las imágenes
mentales y naturales, y por otro, a las creadas y registra-
das. La primera de ellas es la intencionalidad comunicativa
o la ausencia de ésta. Los dos primeros tipos icónicos
carecen de esta intencionalidad. La otra característica es
la posibilidad de manipulación y mediación (Villafañe y
Mínguez, 2002). Las imágenes mentales y las naturales no
son manipulables, las imágenes creadas y registradas son
manipulables y surgen con base en una intención. Nos en-
focamos en estas últimas ya que son parte del quehacer
artístico, en donde una imagen creada no necesariamente
es registrada en un medio tangible. Las imágenes registra-
das utilizan utensilios para su producción.
7. “La simulación es el proceso de diseñar un modelo de un
sistema real y llevar a término experiencias con él, con la
finalidad de comprender el comportamiento del sistema o
evaluar nuevas estrategias –dentro de los límites impuestos
por un cierto criterio o un conjunto de ellos– para el funcio-
namiento del sistema” (Shannon y Johannes, 1976: 724).
8. Acorde a Baudrillard, se ha reemplazado la realidad por la
representación de la misma, y habla sobre la violencia de
la imagen: “la violencia de la imagen consiste en hacer des-
aparecer lo real. Todo debe ser visto, todo debe ser visible.
La imagen es el lugar de esta visibiliad por excelencia. Todo
lo real debe convertirse en imagen, aunque casi siempre a
costa de su desaparición” (Baudrillard, 2006: 48).
 JORGE GIL, LORENA OLMOS Y JOSÉ LUIS JIMÉNEZ • 132
En resumen, y con base en lo anterior, en el di-
seño de un OA debemos considerar los siguientes
factores:
1. Análisis de las herramientas tecnológicas: como
soporte de información versus objetos de apren-
dizaje.
2. Análisis de las características del sistema de
trabajo: cercanas a la realidad versus lejanas a
la realidad.
3. Tiempo de interacción con la herramienta tec-
nológica acorde con las cualidades sensibles
del OA.
4. Interés que pueda generar la herramienta tec-
nológica.
5. Empoderamiento del usuario: profesor versus
alumno.
Planteamiento del problema
Se observó en las aulas de clase de las áreas de di-
seño que los alumnos no interactúan de la misma
forma ante diversas herramientas tecnológicas que
son utilizadas para la transferencia de información.
En este sentido, se percibió que existen herramien-
tas capaces de captar la atención de los estudiantes
por mayor tiempo en la relación alumno-objeto de
aprendizaje y aquéllas que generan un nivel de aten-
ción inmediato, pero a lo largo del tiempo se pierde.
Observamos que existe una correlación entre el uso
de una herramienta tecnológica y los procesos de
interacción, el tiempo y los niveles de atención. Lo
anterior se encuentra determinado por las cualida-
des sensibles que dichas herramientas nos ofrecen,
factor fundamental, ya que el ser humano construye
la realidad a través de los sentidos y los procesos
de atención. La información contenida en una he-
rramienta tecnológica es aquella que permitirá dar
las bases para construir el conocimiento a través de
un objeto pertinente en un ambiente de aprendizaje
específico.
Por lo anterior, las herramientas tecnológicas
utilizadas en un ambiente de aprendizaje se pue-
den clasificar a partir de la intención creativa del
profesor y en el impacto que generan en la relación
alumno-herramienta tecnológica. De igual manera, en
la planeación de una herramienta tecnológica, utili-
zada en un ambiente de aprendizaje, se observa la
existencia de herramientas que son utilizadas como
soporte de información y las que son diseñadas
para fungir como objetos de aprendizaje.
Estos objetos, por tanto, pueden ser vistos como
sistemas de trabajo que pueden ofrecer interacciones
lineales y no lineales con un usuario. En el primer
caso, citamos los soportes de información como
un PowerPoint; en el segundo, a objetos diseñados
en páginas web, realidad aumentada y objetos de
aprendizaje estereoscópicos, entre otros. Además
señalamos que muy pocas herramientas tecnológi-
cas nos permiten ser testigo de los hechos al gene-
rar una realidad alterna.
Método
Para observar las diferencias que las herramientas
de aprendizaje ofrecen por sus cualidades en un
ambiente controlado, se diseñó la siguiente actividad:
En un aula de clase de la UAM-X para el área
de diseño, se mostraron cinco herramientas tecno-
lógicas: PowerPoint, revista especializada, celular,
realidad aumentada y objetos de aprendizaje este-
reoscópicos; esto con el objetivo de observar las
respuestas de un estudiante ante las cualidades
sensibles de la herramienta utilizada como objeto
de aprendizaje y detectar las diferencias y semejan-
zas entre las herramientas tecnológicas que gene-
ran interacciones lineales y no lineales.
133 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Trabajamos con una muestra de 40 alumnos
de las áreas de diseño de la UAM-X a los que se les
mostraron herramientas que son utilizadas como
OA con la misma información perceptible: una foto-
grafía de un artista de los años cincuenta. Los OA
fueron las siguientes:
1. PowerPoint: tecnología tradicional. Representa
la información visual de forma bidimensional
y la información se organiza en su mayoría de
forma lineal; la herramienta se encuentra dise-
ñada para que la maneje el profesor. Impacta a
los sistemas visual y audible. El mayor tipo de
atención que se delega a esta herramienta tec-
nológica es de tipo visual y en segundo plano
audible. Se dan conductas de atención indivi-
dual. Por sus cualidades, funge como soporte
de información. No genera altos niveles de in-
teracción motora: solo con micromovimientos
con la mano por parte del profesor.
2. Revista especializada de arte: herramienta ana-
lógica. Representa la información visual de for-
ma bidimensional y ésta se organiza de forma
lineal. Se encuentra diseñada para que lo ma-
neje directamente el usuario. Impacta al sis-
tema visual, ya que el mayor tipo de atención
que se delega a esta herramienta tecnológica
es de tipo visual. Se dan conductas de atención
individual. Genera niveles de interacción moto-
ra con micro y macromovimientos con la mano.
3. Teléfono celular: tecnología digital que requiere
de códigos de programación para generar in-
teractividad. Representa la información visual
de forma bidimensional. La información se ma-
neja de forma multidimensional y no lineal. La
herramienta se encuentra diseñada para que
el usuario tenga autonomía. Impacta a los sis-
temas visual, motor y audible. Existe el factor
sorpresa. El mayor tipo de atención que se de-
lega a esta herramienta tecnológica es de tipo
visual, motor y audible. Se generan niveles de
interacción individual en la relación alumno-
celular. Genera ceguera por inatención. Por sus
Diseño, tecnología y educación
cualidades, funge como OA y soporte de la in-
formación. Genera niveles de interacción moto-
ra: micro movimientos con la mano.
4. Realidad aumentada: tecnología digital. Repre-
senta la información visual de manera bidimen-
sional a través de una pantalla. La información se
maneja de forma lineal. Existe el factor sorpresa.
La herramienta no le da al usuario autonomía, ya
que el creador es el que determina los puntos
de anclaje que nos llevan a otro tipo de infor-
mación. El mayor tipo de atención que se de-
lega a esta herramienta tecnológica es de tipo
visual, motor y audible. Se dan conductas de
socialización del conocimiento. Genera cegue-
ra por inatención por un tiempo breve. Por sus
cualidades, funge como OA. Genera niveles de
interacción motora a través de micro y macro-
movimientos con la mano.
5. Objeto de aprendizaje de representación este-
reoscópica: tecnología contemporánea que re-
quiere de códigos de programación para generar
interactividad de tipo no lineal. Representa la
información visual de forma estereoscópica
como un holograma. La herramienta se en-
cuentra diseñada para que el usuario tenga au-
tonomía. Impacta a los sistemas visual, motor y
audible. Existe el factor sorpresa. El mayor tipo
de atención que se delega a esta herramienta
tecnológica es de tipo visual, motor y audible.
Se dan conductas de socialización del cono-
cimiento. Genera ceguera por inatención (Ro-
mano, 2017). Por sus cualidades, funge como
OA. Genera altos niveles de interacción motora:
micro y macromovimientos con la mano, así
como con el cuerpo.
 JORGE GIL, LORENA OLMOS Y JOSÉ LUIS JIMÉNEZ • 134
Resultados
Los objetos de aprendizaje fueron expuestos en un
salón de clase para poder observar las reacciones
de los estudiantes y los tiempos de interacción. Las
reacciones fueron analizadas a través de la imple-
mentación de técnicas de observación participante
y no participante, así mismo, la técnica de análisis
de tareas (Cañas y Waerns, 2001).
Las variables dependientes del estudio son las
conductas de los usuarios y cómo cambiaron sus
respuestas de interacción humana con cada OA.
Las variables independientes fueron el tiempo de
interacción, el nivel de atención y el tipo de respues-
ta con base en los distintos niveles de interacción
humana (Taylor y Bogdan, 1994).
Con base en esta metodología, se documen-
taron las siguientes respuestas por parte de los
alumnos ante la relación alumno-atención-objeto de
aprendizaje. Tabla 1 y Tabla 2, respectivamente:
Discusión
Con base en lo anterior, se generó el siguiente aná-
lisis:
1. Tiempo de interacción en correlación al sis-
tema de trabajo. En este sentido se observaron las
siguientes conductas en el usuario: la tendencia en
el tiempo de interacción de un alumno con un objeto
de aprendizaje que maneja un sistema lineal es bajo
en comparación con los sistemas no lineales que
es más alto, es decir, son capaces de mantener por
más tiempo la atención de un usuario.
Se observó que los alumnos percibieron que la
información en un objeto de aprendizaje estereos-
cópico se brinda de manera sorpresiva.
Se observó que en el oae la cantidad de infor-
mación almacenada puede determinar una relación
con el tiempo invertido en explorarla.
2. Información obtenida del objeto de aprendi-
zaje en correlación con la representación visual. Se
observó que los OA con información visual más ale-
jada de la realidad no generan tanto interés como
los que presentan la información de forma más cer-
cana a la realidad: realidad alterna.
Se pudo observar que la representación de los
objetos en una pantalla se aleja de la realidad.
Los OAE ofrecieron una interacción natural en
comparación con los demás OA que separaron al
alumno de la realidad a través de una pantalla o de
un registro en papel.
Se apreció que las herramientas tecnológicas
que manejan gran cantidad de información indepen-
diente al objeto de estudio, como en el caso del celu-
lar, generan tensiones en el estudiante que desembo-
can en búsquedas autónomas por parte de él. No
obstante, se aleja de la información estructurada
por un profesor.
Además, que los OA que ofrecieron una interac-
ción motora no lineal en su sistema de trabajo, así
como una realidad alterna generaron comentarios
en los alumnos referentes a meta de información
contenida en el objeto de aprendizaje.
El OAE generó de manera natural la socializa-
ción del conocimiento en comparación con el PPT;
los alumnos estuvieron sentados observando de
manera individual. Las herramientas tecnológicas
que son utilizadas como soporte de información, y
en las cuales el profesor tiene el control de la infor-
mación, son las de más bajo impacto en el estu-
diante en la relación alumno-herramienta tecnoló-
gica. En este caso se observó que el profesor es el
empoderado del proceso de aprendiz¡aje; así mismo,
las herramientas tecnológicas que fungen como
objetos de aprendizaje, y donde el alumno tiene el
control de la información, son las de más alto impac-
to en la relación alumno-herramienta tecnológica, en
este caso, el alumno es el empoderado en el proceso
de aprendizaje.
135 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Tabla 1. Respuesta de tiempo detectada por parte de los alumnos ante diversos sistemas de trabajo

Objeto de Característica del sistema Tiempo de interacción en la re- Información obtenida de alum-
Aprendizaje de trabajo. lación alumno-OA en ambiente nos ante la pregunta ¿por qué
controlado. interactuaste o no interactuaste
con el OA?

Diseño, tecnología y educación

Power Point La información se maneja Promedio de 15 segundos Los alumnos saben que la herra-
de forma lineal. (tiempo en el que observaron la mienta la maneja el profesor.
fotografía; no hubo interacción
motora). Tiempo de respuesta
de la interacción No Real.

Objeto de La información se maneja Promedio de 4.7 minutos A los alumnos, la representación

Aprendizaje de forma multidimensional. (tiempo en que exploraron el
Estereoscópico OAE y descubrieron la informa-
ción; hubo interacción motora).
Tiempo de respuesta de la
interacción En Tiempo Real.
les llamó mucho la atención.
Dijeron que era diferente.
Dejaron de interactuar, porque ya
no había más información.
Hubo el factor sorpresa ante la
información contenida.

Revista La información se maneja Promedio de cinco segundos Los alumnos saben que sólo es
Especializada de forma lineal. (tiempo de observación de la para observar.
fotografía; no hubo interacción
motora). Tiempo de respuesta
de la interacción En Tiempo
Real.

Realidad La información se maneja Promedio de 2.7 minutos (tiem-
aumentada de forma lineal. po de exploración del OA, hubo
interacción motora delegada a
movimiento corporal y con las
manos). Tiempo de respuesta
de la interacción En Tiempo
Real.
Los alumnos en un inicio no
sabían coordinar la imagen con el
teléfono y hasta que lo descubrie-
ron empezaron a explorar, pero la
imagen siempre es la misma.
Al inicio es un factor sorpresa,
pues no saben que información
visual aparecerá.

Celular La información se maneja Promedio de 47 segundos Algunos alumnos comentaron

de forma multidimensional. (tiempo de exploración de la
fotografía en el celular; la inte-
racción motora se delegó a los
dedos). Tiempo de respuesta de
la interacción En Tiempo Real.
que el tiempo que tardaron en
explorar la imagen para agrandar-
la y ver detalles es lo que más
les consumió tiempo. Después,
decidieron realizar otras búsque-
das, porque sabían que podían
complementar la información.

Conclusiones bajo no lineales. Todo ello impacta en el consumo

Las cualidades sensibles de un objeto de aprendi-
zaje son muy importantes en el proceso de con-
sumo de información del alumno con un objeto y
en la generación de un ambiente de aprendizaje
adecuado. En este sentido, los sistemas de trabajo
lineales generan interacciones más alejados de la
realidad en comparación con los sistemas de tra-
de la información en la relación alumno-objeto de
aprendizaje.
La realidad alterna permite generar experien-
cias positivas en comparación con un sistema li-
neal, además de empoderar a un alumno respecto a
su ritmo de trabajo. Así mismo, tienen la capacidad
de simular características cercanas a la realidad, lo
cual permite una comunicación con dichos objetos
 JORGE GIL, LORENA OLMOS Y JOSÉ LUIS JIMÉNEZ • 136
Tabla 2. Conducta de los alumnos detectada ante diversos sistemas de trabajo
Objeto Característica Conducta observada
de Aprendizaje de la información visual en la interacción.
del sistema de trabajo.
Power Point La información visual Muy poco interés en querer
se percibe en un plano explorar el objeto representado.
bidimensional. Los alumnos sólo observaron
No genera una realidad la imagen y se distrajeron con
alterna. otros factores. El profesor tiene
control del manejo de la infor-
mación. No se genera realidad
alterna: la pantalla nos separa
de la realidad virtual.
Objeto La información visual Demasiado interés en querer
de Aprendizaje se percibe de manera tocar y explorar el objeto repre-
Estereoscópico tridimensional. sentado de forma natural y sin
Genera una realidad una instrucción. Se pudo perci-
alterna. bir el factor sorpresa. El alumno
tiene control del manejo de la
información. Se genera realidad
alterna, se puede interactuar de
manera directa con el OA.
Revista La información visual Muy poco interés en querer ex-
especializada se percibe en un plano plorar el objeto representado. El
bidimensional. No genera alumno tiene control del manejo
una realidad alterna. de la información. No se genera
realidad alterna, es un registro
de la imagen en un papel.
Realidad La información visual Interés alto en querer explorar el
aumentada se percibe en un plano objeto. El alumno tiene control
bidimensional. No se del manejo de la información.
genera una realidad No se genera realidad alterna,
alterna. la pantalla nos separa de la
realidad virtual.
Celular La información visual Poco interés en querer explorar
se percibe en un plano el objeto. Se distrajeron con el
bidimensional. No se mismo celular para ver informa-
genera una realidad ción adicional no mostrada en
alterna. la fotografía que se compartió.
El alumno tiene control del
manejo de la información. No
se genera realidad alterna: la
pantalla nos separa de la reali-
dad virtual.
Información obtenida de alum-
nos ante la pregunta: ¿qué me
puedes platicar de la fotografía
que observaste?
La foto es muy rara, pero me
gustó la escala de grises y la
composición.
El consumo de información se
centra en cualidades físicas del
OA.
La fotografía de Witkin es muy
innovadora por la época en que
fue tomada. No me esperaba
que un artista tuviera permiso de
trabajar con muertos.
Varios alumnos rodearon el OAE y
estuvieron dando comentarios.
El consumo de información se
centra en meta información
brindada por el OA.
La foto me gustó. El consumo de
información se centra en cualida-
des emotivas del OA.
Es divertido como apareció la
imagen. El consumo de infor-
mación se centra en cualidades
interactivas del OA.
La imagen es muy interesante;
busqué mayor cantidad en el
navegador y todo su trabajo
es interesante. El consumo de
información se ve afectado por
una competencia de información
contenida en el dispositivo. Se
genera mucha distracción.
137 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
de forma natural. Podemos concluir que aquellos
OA que simulan características más cercanas a la
realidad tanto en los procesos de interacción como
en la representación visual de la información, serán
los de más alto impacto para los procesos de con-
sumo de información. El profesor enfrenta el reto
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de diseñar los objetos de aprendizaje, pues ya no
se trata de utilizar la tecnología como soporte de in-
formación, sino como una indiscutible herramienta
de creación y construcción del objeto destinado al
Diseño, tecnología y educación
aprendizaje, lo cual cambia el rol del profesor y del
alumno en el aula de clase.
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rámide. 1873086736.1584610548
 Diseño, tecnología y educación

La artesanía y la práctica
de profesionistas de diseño en México
Karla Silvia Martínez Barrientos
Mestría en Ciencias yArtes para el Diseño, uam-x

Palabras clave: artesanía,

diseño, patrimonio cultural. Resumen: Este artículo es el resultado de una investigación desarro-
llada en el área de Conservación del Patrimonio Cultural de la maes-
Keywords: crafts, design, tría en Ciencias y Artes para el Diseño de la Universidad Autónoma
cultural heritage. . Metropolitana, Unidad Xochimilco, bajo la tutoría de Fernando Shultz
Morales.* Su objetivo es identificar de qué manera la práctica de los
profesionistas del diseño contribuye a la continuidad y fortalecimiento
de la artesanía, a través del análisis de tres proyectos representativos
en México: el de Erandi Gaspar, en el Taller Seshashi ubicado en Pátz-
cuaro, Michoacán; el de William Spratling con artesanos orfebres en
Taxco de Alarcón, Guerrero; y el de Carla Fernández con artesanos del
textil en Hueyapan, Puebla.

Abstract: This article is the result of cultural heritage conservation re-

search carried out for the master’s degree in Science and Art for Design
at the Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco Campus, under
the supervision of Fernando Shultz Morales. The objective is to identify
how the practice of design professionals contributes to the continuity
and strengthening of craftsmanship, through the analysis of three re-
presentative projects in Mexico: that of Erandi Gaspar in the Seshashi
Workshop located in Pátzcuaro, Michoacán; that of William Spratling
working with goldsmith artisans in Taxco de Alarcón, Guerrero; and that
of Carla Fernández working with textile artisans in Hueyapan, Puebla.
Imagen: obtenida de https://pixabay.com/es/

* Maestro en Diseño Industrial; profesor investigador de la Universidad

Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco; creador del Progra-
ma Multidisciplinario Diseño y Artesanía (ProMDyA).

Introducción
En México, la artesanía es una de las principales ex-
presiones de la cultura, es tradición y también es un
proyecto colectivo dirigido por sus creadores. Más
que un objeto hecho a mano, es una manifestación
del ser, pues refleja la forma de vida particular de
los artesanos, la cual responde a sus necesidades y
problemas, a sus creencias y tradiciones, así como
a su relación con el entorno.
No obstante, actualmente la artesanía es des-
valorizada por agentes externos a sus creadores, no
reconocen la importancia que tiene como expresión
cultural que sustenta formas de vida locales; tampo-
co reconocen el trabajo que implica su elaboración
ni los atributos de sus materiales y acabados, por
lo que de distintas maneras tienden a menospre-
ciar el conocimiento y trabajo del artesano, como
el regateo, proyectos asistencialistas que tratan
superficialmente las problemáticas del artesano, el
plagio de sus diseños tradicionales o su incorpora-
ción a sistemas de producción en donde no reciben
el pago equivalente a su conocimiento y dedicación.
Lo anterior conlleva al desinterés de las nuevas
generaciones por seguir con la tradición, aunado a
que sus padres las orientan hacia actividades que
les proporcionen reconocimiento social y mayores
retribuciones económicas (Cisneros, 2013: 32). De
esta manera, se interrumpe la transmisión del co-
nocimiento y de las formas de vida que sustenta la
práctica del trabajo artesanal.
Las acciones a las que se ha recurrido para fo-
mentar la continuidad de la artesanía provienen de
instituciones gubernamentales cuya principal estra-
tegia se enfoca en el objeto, no en los artesanos, y
consiste en la creación de programas que tienen
por objetivo dirigir la producción artesanal hacia el
consumo urbano cotidiano. Inicialmente se recurrió
KARLA SILVIA MARTÍNEZ BARRIENTOS • 140
a artistas para esta labor y, posteriormente, se invo-
lucró a los diseñadores.
Desde entonces, la participación de profesio-
nistas de diseño en artesanía se ha realizado en
distintas áreas como organizaciones sin fines de
lucro, empresas privadas o propias del diseñador y
universidades, lo que significa que sus objetivos y la
influencia en el contexto artesanal también varían.
Lamentablemente, la falta de continuidad sigue sien-
do un obstáculo para el buen funcionamiento de es-
tos proyectos.
Estudiar la trayectoria de diseñadores en el
mundo de la artesanía es pertinente para proponer
alternativas a la relación entre artesanos y dise-
ñadores, basadas en el respeto y reconocimiento
mutuo, donde el objetivo sea la continuidad y el for-
talecimiento del saber artesanal y no sólo la adap-
tación de las artesanías a contextos ajenos a los
artesanos.
Esta investigación da respuesta a la siguiente
pregunta: ¿De qué manera el profesionista en diseño
contribuye a que la artesanía continúe y se fortalezca?
Para ello se analizan tres proyectos representativos:
Erandi Gaspar, Taller Seshashi ubicado en Pátzcuaro,
Michoacán; Carla Fernández con artesanos del textil
en Hueyapan, Puebla y William Spratling con artesa-
nos orfebres en Taxco de Alarcón, Guerrero.
Inicialmente se indaga sobre la importancia de
fomentar la continuidad de la artesanía; también se
exploran la trayectoria y el estado actual de la prác-
tica de profesionistas de diseño en el tema. Poste-
riormente, se presenta la metodología utilizada y los
resultados del análisis de los tres proyectos mencio-
nados, en los que se estudiaron las acciones pues-
tas en marcha por los diseñadores y se identifican
las que han contribuido a continuar y fortalecer la
tradición artesanal. Finalmente, se proponen áreas
en la artesanía para la práctica del diseñador
141 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Marco Teórico
Artesanía como patrimonio cultural:
la importancia de su continuidad
Richard Sennett, en su libro El artesano, define artesa-
nía como “la habilidad para hacer las cosas bien” dada
por un “impulso humano y básico” (2009: 20), y com-
plementa su concepto con el ideal presente en el him-
no de Hefesto, el dios patrón de los artesanos, en el
que concibe a la artesanía como la unión entre habili-
dad y comunidad. Por lo tanto, la práctica artesanal va
más allá del trabajo manual y de hacer las cosas bien;
es también una actividad que depende de la comu-
nidad, forma parte de la cultura de sus practicantes.
La cultura es un proceso colectivo de creación y
recreación, de herencia acumulada por generaciones
y compuesta por elementos que se van transforman-
do y evolucionando (Galeano, citado en Colombres,
1987). Estos elementos incluyen conocimientos,
creencias, costumbres, capacidades y hábitos que
cohesionan a los integrantes de cada comunidad
(Colombres, 2009: 27). De manera que la cultura lo-
cal es el símil de ADN de una colectividad; es lo que
hace diferente a un grupo social de otro. Por lo tanto,
es un área indispensable para el desarrollo local den-
tro de la globalización, pues su continuidad, dirigida
por sus integrantes, evita que se caiga en la imita-
ción cultural de otros países, o bien, en procesos de
control cultural.
La artesanía es una tradición que se transmite
de generación en generación, pero también es un pro-
yecto diseñado por sus practicantes, es una “elección
de fines y valores que dan sentido a la acción colec-
tiva” (Villoro, 1998: 68). Por consiguiente, permanece
en constante cambio al responder a factores econó-
micos, sociales y culturales que evolucionan a través
del tiempo.
Además de transmitir la tradición y decidir cuál
será su camino a seguir, la comunidad es quien otor-
ga a la artesanía una función dentro de su entorno,
por lo que en el objeto artesanal se puede leer una
Diseño, tecnología y educación
vasta cantidad de características “culturales, econó-
micas, sociales, políticas, ambientales y tecnológicas
particulares” (Shultz, 2008: 308), representantes del
contexto de la comunidad donde se crea, debido a
su arraigo local.
Otro factor relevante en la artesanía es el am-
biental, ya que al concebirse en un medio específico,
refleja la flora y fauna del lugar, y también muestra
cómo es la relación entre el medio natural y los ha-
bitantes de esa comunidad. En este sentido, Fidel
Sepúlveda define a la artesanía como un mapa cog-
nitivo que ilustra la vinculación y diálogo del hombre
con su entorno (1992: 52).
Los elementos del medioambiente se reflejan
en los motivos con los que se decora al objeto, de-
bido a que la comunidad genera un vínculo especial
con ellos al otorgarles un significado como parte
de su cultura. José Espinoza define motivo gestor
como “todo acontecimiento, forma, o mensaje que
tiene interés para la colectividad de un entorno so-
cial y geográfico” (1999: 4). Por lo que la creación
de objetos artesanales que toman de base motivos
gestores expresa la autenticidad de la cultura local
que los diseña.
Así mismo, en ocasiones el entorno natural
donde se concibe el objeto artesanal se refleja en
los materiales con los que está elaborado, pues la
materia prima es producida y procesada en la co-
munidad.
El proceso de transformación de la materia pri-
ma en insumo se fundamenta en el conocimiento
que los pobladores locales tienen sobre los recursos
naturales (Caro y Cruz, 20z09: 18), el cual se basa en
el respeto al medio natural, por lo que el agotamien-

to de la materia prima o de la flora y fauna endémi-
ca influye en procesos y significados que formaban
parte de la relación del habitante con su entorno, así
como en el uso de motivos gestores. Por lo tanto, es
necesario pensar en alternativas para evitar que el
deterioro del medio natural conlleve al final de las
tradiciones y los conocimientos que implica el pro-
ceso de elaboración del objeto artesanal.
Como vemos, la artesanía es más que un obje-
to hecho a mano, es la representación de culturas
locales, por eso su continuidad implica la resisten-
cia de los artesanos por mantener su forma de vida
y autonomía.
La continuidad de la artesanía como patrimo-
nio cultural favorece el desarrollo autónomo de sus
practicantes, ya que los objetivos principales del
conocimiento y prácticas tradicionales son la plena
realización de cada integrante de la comunidad, así
como el máximo desarrollo de sus potencialidades
(Zavala, 2015: 60).
Es así que, a través de su trabajo, los artesanos
adoptan un estilo de vida que les permite desarro-
llarse individual y colectivamente, pues explotan sus
capacidades cognitivas, fabriles y creativas en una
actividad que responde a las tradiciones que repre-
sentan la cultura de la comunidad a la que pertene-
cen. Más allá del ingreso económico que generan a
través de la venta, la libertad que tienen los artesanos
genera oportunidades de vida distintas a la migración
o la incorporación a grandes empresas como mano
de obra. Aquí radica la urgente necesidad de poner en
funcionamiento estrategias que favorezcan la conti-
nuidad y el fortalecimiento de la artesanía.
Protección de la artesanía
como patrimonio cultural
Actualmente, las estrategias de protección de la arte-
sanía tienden a enfocarse en el objeto, sin embargo, si
lo que mantiene vivo al patrimonio cultural es la tras-
KARLA SILVIA MARTÍNEZ BARRIENTOS • 142
misión de generación en generación, ¿por qué estas
estrategias no se enfocan en los artesanos?
Uno de los principales factores por el cual los
jóvenes no se interesan en seguir la tradición es la
carencia de reconocimiento cultural, social y econó-
mico que tiene el artesano; esto causa que los padres
no fomenten en sus hijos el interés por continuar con
el oficio (Turok, 2015: 78).
Si bien “las artesanías son uno de los meca-
nismos más importantes con los que se instauran
y revitalizan las tradiciones de los pueblos” (Pérez,
2015: 49), éstas no podrían existir sin la comunidad
que las crea. Por lo tanto, las estrategias de protec-
ción, los proyectos, e incluso las definiciones de con-
ceptos, deberían partir del respeto y reconocimiento
del artesano, ya que son más que una herramienta o
el medio para un fin.
Un aspecto por debatir sobre la protección de
la artesanía es el siguiente: ¿qué estrategias de pro-
tección se deben instrumentar?, ¿se debe conservar,
preservar o salvaguardar?
La transformación y continuidad de una cultura
se da por la permanencia dinámica de los procesos
de la reproducción social de un grupo de individuos
(Guzmán, 2005: 25). De modo que la conservación
y preservación como estrategias de protección del
patrimonio cultural van en contra del dinamismo
natural propio de la sociedad y de la cultura. Por lo
tanto, las estrategias de protección de la artesanía
deben responder a dicha dinámica, es decir: su ob-
jetivo debería ser fomentar no sólo su continuidad,
sino también su fortalecimiento.
Por ende, es pertinente investigar y trabajar
para encontrar acciones adecuadas que contribu-
yan a la continuidad y fortalecimiento de la artesa-
nía. Es por eso que en esta investigación se propuso
identificar, a través del análisis de proyectos exis-
tentes, de qué maneras el profesionista de diseño
puede aportar en dicha tarea, sin caer en proyectos
asistencialistas o basados en relaciones verticales.
143 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Diseño y su práctica profesional
La palabra diseño proviene del término italiano diseg-
nare, que a su vez deriva del latín designare, que sig-
nifica “marcar o designar” (Vilchis, 1998: 37), aunque
su definición es mucho más amplia y se interpreta
de distintas maneras de acuerdo con el contexto
en que se use. De tal forma que se puede entender
como un boceto, objeto, o proceso, pero en esta in-
vestigación se abordará como una práctica.
Alfonso Soto señala que diseño es la facultad
que tiene el ser humano de utilizar, coordinar y orga-
nizar los recursos que están a su alcance para resol-
ver una necesidad específica (2003; 37). Por lo tanto,
diseñar es una actividad inherente al ser humano que
surgió con la producción de objetos que soluciona-
ron necesidades básicas físicas y espirituales. Desde
entonces el diseño, como acción, ha estado relacio-
nado con la producción artesanal.
El artesano es un diseñador que proyecta y
da vida al objeto artesanal, es un profesional de la
artesanía cuyo proceso abarca la idea o inquietud,
bocetaje, elaboración, acabado e incluso la venta
de cada pieza. Sin demeritar la labor del artesano,
en este trabajo se habla del profesionista de diseño
entendido como aquel cuya práctica está basada en
estudios formales y experiencia en áreas en las que
es posible aplicar el conocimiento adquirido (Soto,
2003: 36).
Diseñar como profesión es coordinar factores
humanos y técnicos, hacer lo invisible visible y comu-
nicar; “implica evaluar, implementar conocimientos,
generar nuevos conocimientos, y usar la experiencia
para guiar la toma de decisiones” (Frascara, 2006:
27). Por lo que la práctica de un diseñador en deter-
minada área de conocimiento o acción humana se
basa en la reflexión del contexto en que se desarrolle
y, al ser una actividad propositiva, sus elecciones
transforman o inventan prácticas sociales de la vida
cotidiana. Es decir, diseñar es “la filosofía de la ac-
ción” (Shultz, 2017). Esto sin dejar de lado las capa-
cidades metodológicas del diseñador, gracias a las
cuales es capaz de crear escenarios de colaboración
interdisciplinaria.
Diseño, tecnología y educación
Trayectoria de la práctica de profesionistas
de diseño en la artesanía mexicana
Al finalizar la Revolución mexicana, se generó una
tendencia por valorar las manifestaciones popula-
res, y con esto nació el deseo de resaltar la produc-
ción artística nacional, la autóctona y la indígena en
ámbitos tanto artísticos como comerciales (Murillo,
2007: 13). Una de las estrategias puestas en marcha
fue la intervención de artistas en la artesanía, con el
objetivo de dirigir la producción artesanal hacia
el consumo urbano cotidiano; posteriormente, los
diseñadores también formaron parte de dichas es-
trategias y actualmente su participación tiene dife-
rentes objetivos.
Se habla de intervención en la artesanía cuan-
do un agente externo se hace partícipe en el ámbito
artesanal. La práctica del profesionista de diseño
es sólo un ejemplo de estas intervenciones y tuvo
origen con el programa de Misiones Culturales crea-
do por José Vasconcelos en 1923, cuyo objetivo fue
“llevar la alfabetización, el conocimiento elemental
y la instrucción básica sobre las ciencias, las artes
y los oficios a las más apartadas comunidades del
país” (Galton, 2013: 11). Como parte de este progra-
ma, que duró 15 años, se propuso la revalorización
de los productos artesanales y su perfeccionamien-
to en técnicas y diseño para incrementar su venta.
Los antecesores de las Misiones Culturales fue-
ron el artista Gerardo Murillo, conocido como Dr. Atl,
y su hermano, quienes desarrollaron una serie de
productos en Tlaquepaque que no comercializaron
(Turok, 2017). Un aspecto importante para entender
cómo funcionaron inicialmente dichos proyectos es
que quienes intervenían no vendían los objetos re-
 KARLA SILVIA MARTÍNEZ BARRIENTOS • 144

sultantes, eran ideas que se le dejaban a la comuni-
dad y ahí se decidía qué se adoptaba de lo que iban
a proponerles para desarrollar con ellos.
A diferencia de lo que ocurre ahora, donde la ten-
dencia de los proyectos en artesanía va orientada al
binomio en que el diseñador busca a los artesanos
para producir y él es quien vende y es el rostro domi-
nante, la constante en este tipo de proyectos es que
van orientados al incremento de ventas, ya sea por
los artesanos o por agentes externos.
Como se ha expuesto, desde las primeras in-
tervenciones hasta nuestros días, y en un futuro, el
proceso de desarrollo de cada proyecto y la influen-
cia generada en las comunidades donde se trabaje
depende del objetivo y de la forma en que se valore
a la artesanía. Actualmente, la práctica del profesio-
nista de diseño impacta en los siguientes ámbitos
(Tabla 1).
Fernando Shultz, en su artículo “Diseño y arte-
sanía” (2008: 311), menciona un listado de actitudes
frente al diseño en artesanía descritas por Gui Bon-
siepe, las cuales se muestran en la siguiente tabla;
esta clasificación se utilizó para estudiar los pro-
yectos de Erandi Gaspar, Carla Fernández y William
Spratling (Tabla 2)
Propuesta metodológica
La alianza entre artesanos y diseñadores va más
allá del posible incremento de ventas; no es una
relación cuyos resultados puedan medirse. Por lo
tanto, con el fin de conocer las experiencias y resul-

Tabla 1. Ámbitos desde donde el profesionista realiza su práctica en la artesanía

Organizaciones gubernamentales Ej. Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart)
Organizaciones no gubernamentales Ej. Aid to Artisans
Empresas privadas Ej. William Spratling, Carla Fernández
Desde el taller artesanal Ej. Erandi Gaspar en el Taller Seshashi

Fuente: Elaboración propia basada en información obtenida durante el trabajo de campo.

Tabla 2. Actitudes frente al diseño en artesanía según Bonsiepe

Conservacionista Protege al artesano de influencias de diseño externas. Tiene una postura
antropológica.
Esteticista Trata a los artesanos como representantes de la cultura popular y su universo
formal es usado como inspiración para agentes externos.

Productivista Considera al artesano como fuerza de trabajo calificada para producir diseños
hechos por diseñadores o artistas.

Esencialista Considera el diseño vernacular artesanal como el punto de partida para el

diseño latinoamericano.
Paternalista Trata al artesano como público de programas asistencialistas. Se usa al inter-
mediarismo para la comercialización de artesanías.

Estímulo a la innovación Fomenta la autonomía de los artesanos. Busca la participación activa de éstos.

Fuente: Elaboración propia basada en la información de Bonsiepe citado en Shultz, 2008.

145 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
tados de los proyectos analizados a partir de la voz
de sus integrantes, la metodología utilizada en esta
investigación fue de corte cualitativo, en donde la
información surge a partir de la interacción del in-
vestigador con las personas en su propio ambiente
(Vasilachis, [2006] 2007: 69).
Con la finalidad de obtener una visión amplia
sobre la intervención del diseñador en la artesanía
mexicana, se eligieron tres proyectos con caracte-
rísticas diferentes. El orden en que se presentan res-
ponde a la cantidad de artesanos involucrados; se
inicia con el núcleo artesanal más pequeño de los
tres: un taller artesanal, seguido de un proyecto don-
de participan grupos de artesanos y el último que
tuvo alcance a nivel comunidad:
1. El diseñador como integrante del taller artesa-
nal: los integrantes de los talleres artesanales
son quienes mejor conocen su trabajo y proble-
mática. ¿Cómo es la práctica de un diseñador
que también forma parte del taller?
Erandi Gaspar, integrante del Taller Seshashi
ubicado en Pátzcuaro, Michoacán, estudió la li-
cenciatura en Arte y Patrimonio Cultural con es-
pecialización en Diseño Artesanal, es por dicha
particularidad que forma parte de este estudio.
2. Proyecto actual con distintos grupos de ar-
tesanos: Carla Fernández es referencia para
los profesionistas de diseño que trabajan con
grupos de artesanos a partir de una empresa
privada. Por factibilidad del estudio, se eligió
realizar el trabajo de campo con la comunidad
de Hueyapan, Puebla, cuya relación inició me-
diante un programa del gobierno del estado de
Puebla.
3. Proyecto histórico a nivel comunitario: se eligió el
caso de William Spratling, en la platería de Taxco
de Alarcón, debido a que es una de las referen-
cias más trascendentales en el tema (Martínez,
1988: 67), pues Spratling posicionó a Taxco
como un referente de la platería de México.
Con la orientación de la profesora María de
Diseño, tecnología y educación
Lourdes Fournier García1 y de Alma Rodríguez de la
Peña,2 se formuló un método de recolección, proce-
samiento y análisis de datos que pudiera aplicarse
en los tres proyectos; comprenden las siguientes
fases:
Fase 1. Conocer a los artesanos y su proceso
de producción tradicional.
Se indagó sobre el contexto del artesano y su
proceso de integración a la artesanía y transmisión
de la tradición, proceso de producción (de la idea a
la venta), relación y experiencia con el diseñador del
proyecto que se estudia y con experiencias previas.
Fase 2. Conocer al profesionista de diseño y su
relación con los artesanos.
En esta etapa se utilizaron los siguientes ejes
para la recopilación y análisis de la información: a)
formación como diseñador, b) interés por realizar
su práctica en la artesanía, c) objetivo y proceso de
producción, d) proceso de trabajo con los artesanos,
e) acciones instrumentadas, f) resultados y aprendi-
zajes de esta relación.
Fase 3. Identificar las acciones puestas en mar-
cha por el diseñador que contribuyeron a la continui-
dad y fortalecimiento del patrimonio cultural artesa-
nal, a partir del análisis de las dos fases anteriores.
Para la recolección de información durante el
trabajo de campo, se utilizó la entrevista semies-
tructurada. Durante julio y agosto del 2017 se reali-
zaron 24 entrevistas para los tres proyectos.
1. Profesora-investigadora de la Universidad Autónoma
Metropolitana Unidad Xochimilco.
2. Orientadora profesional en el taller de Vivienda del
Departamento de Métodos y Sistemas de la Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.

Con el propósito de profundizar en el tema y
contrastar la información bibliográfica, se entrevistó
a Marta Turok, Hugo Salas y Fernando Shultz, es-
pecialistas en artesanía mexicana y en la relación
artesano-diseñador. La información que aportaron,
basada en su experiencia, y la información otorgada
por los artesanos y diseñadores de los proyectos
analizados fueron de ayuda para formular panora-
mas del contexto artesanal actual, comprender la
trayectoria del profesionista de diseño en la artesa-
nía del país y entender el papel del diseñador en la
continuidad y fortalecimiento de la artesanía.
La transcripción y estudio de las entrevistas se
realizó con el programa para la investigación cuali-
tativa Atlas.ti, usando como eje de análisis las cate-
gorías que se mencionaron en cada fase.
El procesamiento y análisis de la información
obtenida durante el trabajo de campo se realizó con
la orientación del grupo de investigación Axis-Arte
de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de
Fernando Shultz Morales.
Resultados
Erandi Gaspar en el Taller Seshashi
Erandi Gaspar estudió la Licenciatura en Arte y Pa-
trimonio Cultural con terminal en Diseño Artesanal
en la Universidad Intercultural Indígena de Michoa-
cán; actualmente colabora en el taller de su familia
y también diseña y produce sus piezas de joyería.
Su relación con la artesanía comenzó desde
pequeña en el Taller Seshashi, ubicado en la Casa
de los 11 Patios en Pátzcuaro, Michoacán, creado
por sus padres: Beatriz Ortega Ruiz y Mario Agustín
Gaspar Rodríguez (nombrado “gran maestro artesa-
no” en 2001 por Fomento Cultural Banamex).
KARLA SILVIA MARTÍNEZ BARRIENTOS • 146
En el Taller Seshashi se practican tres técnicas:
maque, laca perfilada en oro y pasta de caña de maíz.
El proceso de elaboración de una pieza con cada una
de las técnicas es largo, pues está estrechamente
relacionado con el clima de cada temporada y la
materia prima disponible, lo cual ejemplifica cómo
el quehacer artesanal se realiza en sintonía con la
naturaleza.
Sus diseños los clasifican en dos tipos: el tradi-
cional y el especial. El primero es más colorido, de-
corado con motivos gestores de la región, como pá-
jaros o mariposas. El segundo lleva menos colores y
figuras; se trata de innovaciones del taller en cuanto
a forma o técnica que se generan por inquietudes
personales de los integrantes, luego se desarrollan
con el apoyo familiar y, finalmente, se ponen a prue-
ba en la venta.
Los productos que ofrecen son bateas, cajas
decoradas, imágenes religiosas, platos, espejos y
joyería; antes realizaban piezas más grandes, como
muebles, pero dejaron de producirlas porque era
mucha mano de obra que sus clientes no estaban
dispuestos a pagar, por eso actualmente lo que más
venden son las piezas pequeñas.
Las actividades de Erandi en el taller consisten
en la venta, apoyo en la producción de piezas y rea-
lización de ideas, así como el diseño y elaboración
de sus propios productos, que consisten en collares
tejidos a gancho (una técnica que no usan tradicio-
nalmente en el taller, pero no sustituye a otra) con
medallones hechos con la técnica tradicional de
laca perfilada en oro.
Respecto a la influencia de su práctica profesio-
nal en el taller, comentó que ha sido mucha, pero no
sabe cómo identificarla, pues se conecta con activi-
dades que ha realizado ahí desde pequeña, pero reco-
noce que estudiar Diseño Artesanal fue decisivo para
que siguiera siendo integrante activa del taller fami-
147 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
liar: “[…] a lo mejor si yo hubiera seguido con mi otra
carrera, no hubiera continuado aquí” (Gaspar, 2017).
La influencia que Erandi Gaspar genera, al ser
integrante del taller donde realiza su práctica pro-
fesional, es interna. Lo que más le importa es infor-
mar a los clientes sobre el proceso de elaboración
de las piezas artesanales de su familia y de ella, lo
cual se traduce en la transmisión de conocimiento
que también realiza de manera gráfica y por redes
sociales; para llevar a cabo dicha difusión, realiza
previamente tres acciones de salvaguarda:3 iden-
tificar, investigar y documentar. El resultado es el
reconocimiento directo de los clientes hacia los
integrantes del taller y el trabajo artesanal que rea-
lizan; con este reconocimiento al trabajo, el tiem-
po, el conocimiento y la destreza ya no solicitan la
reducción del precio que establecen los artesanos,
más bien se sienten satisfechos al adquirir uno de
sus productos.
Respecto a sus aportes de diseño, se encuen-
tran el desarrollo de nuevos productos usando
técnicas artesanales tradicionales del taller, la intro-
ducción de nuevos motivos gestores en los dibujos
que plasma en sus piezas y la implementación de
nuevas técnicas sin sustituir las tradicionales.
La actitud de Erandi frente a la artesanía es
completamente de estímulo a la innovación, debido
a que su práctica se orienta a la autonomía del ta-
ller familiar e implica su participación activa en éste
(Bonsiepe citado en Shultz, 2008: 312).
El resultado de dichos aportes es la revitaliza-
ción no sólo del taller familiar, sino de la tradición
artesanal, ya que contribuye con nuevas ideas sin
olvidar la historia. Además, su involucramiento en el
taller a través del apoyo en generación, desarrollo
e implementación de ideas, así como en la produc-
ción y venta, contribuye a la continuidad y fortaleci-
miento de la tradición artesanal de su familia.
Por lo tanto, es el apoyo familiar, el reconoci-
miento a su trabajo y la innovación lo que ha permi-
tido la continuidad, fortalecimiento y revitalización
del Taller Seshashi.
Diseño, tecnología y educación
Carla Fernández en Hueyapan, Puebla
Carla Fernández es una diseñadora de indumentaria
que se desempeña profesionalmente a través de su
propia empresa, que lleva su nombre, lo cual hoy en
día es una práctica común entre los diseñadores
en la artesanía.
Para este caso se entrevistó a integrantes de
la empresa que laboran desde el estudio en Ciudad
de México y a los artesanos de textil con los que tra-
bajan en Hueyapan: el grupo Iyojtzin y Sitalsint, así
como al artesano Guillermo Pascual en representa-
ción de su familia.
La tradición textil en Hueyapan se ha manteni-
do gracias a la transmisión hereditaria, a pesar de
los cambios culturales que han permeado la región.
Es importante para las y los artesanos seguir prac-
ticando y transmitiendo su conocimiento, pues para
ellos representa una forma de vida que, además de
proporcionarles un ingreso económico, contribuye a
la cohesión social y familiar, así como a preservar el
conocimiento generado sobre el entorno natural en
el que viven, por lo que procuran enseñarles a sus
hijos al menos lo básico (Martínez, 2017).
El conjunto de problemas en los que se encuen-
tran inmersos los artesanos de Hueyapan giran en
torno a la venta, pues solo tienen como puntos de
comercialización las ferias de la comunidad y para
salir requieren apoyo del gobierno. Ante dicha situa-
3. Propuestas por la UNESCO en su 32ª reunión celebrada en
París del 29 de septiembre al 17 de octubre de 2003.

ción, los intermediarios se aprovechan para com-
prarles a bajo precio.
El proceso artesanal es muy similar en los tres
grupos entrevistados. Las técnicas que dominan
consisten en bordado, tejido de puntas y tinte na-
tural. En cuanto a las piezas tradicionales que ela-
boran, están el huipil (o quexquémitl), el tomicotón
(o saco), chal y chalina; la técnica de elaboración
de estas piezas es hereditaria, así como los dise-
ños que bordan, los cuales toman como motivo
gestor elementos del medio natural en el que se
encuentran.
También realizan piezas que no son tradiciona-
les, como el chaleco (Grupo Sitalsint), bolsas, faldas
ajustadas (Grupo Iyojtzin), caminos de mesa y man-
teles (Guillermo Pascual). Algunas de estas innova-
ciones se han introducido por capacitaciones que
han recibido y también por pedidos que la gente
externa a la comunidad les solicita, de esa manera
aplican sus técnicas en usos distintos.
Carla Fernández tiene dos procesos de relación
con artesanos. El primero ocurre en el Taller Flora, el
trabajo en comunidad donde Carla participa directa-
mente; el segundo se presenta cuando los artesa-
nos ya trabajan con la empresa y su relación se da a
través del área de Desarrollo en Comunidad.
A lo largo del Taller Flora y del proceso de trabajo
con los artesanos, Carla Fernández como diseñado-
ra y como empresa comparte una serie de conoci-
mientos que tienen que ver con procesos de diseño,
elaboración y venta del producto, que los artesanos
deciden usar por cuenta propia o no.
Para cumplir con el objetivo inicial del Taller Flo-
ra, que es la capacitación, se inicia con el diagnós-
tico e investigación previa para conocer al artesano
en su entorno, de esta manera, la empresa propone
diseños de acuerdo con la tradición artesanal de la
comunidad y con el estado actual de las técnicas
que usan. Por ejemplo, si detectan que hay una téc-
nica tradicional descontinuada, sugieren el desarro-
KARLA SILVIA MARTÍNEZ BARRIENTOS • 148
llo de piezas con esa técnica para retomarla. De los
artesanos depende si después del taller elaboran
los productos que les sugirieron.
En la parte de la creación del muestrario de pie-
zas donde los artesanos llevan piezas antiguas y
las analizan, el resultado para ellos es que conocen
técnicas, significados y procesos de las piezas de
sus compañeros.
Cuando el artesano ya trabaja con Carla Fer-
nández, lo hace bajo un proceso sistematizado
donde se realizan actividades como: solicitud, se-
guimiento y control de calidad 4 de pedidos, estable-
cimiento de acuerdos y la definición de instrucciones
o manuales.
Al implementar dicho proceso sistematizado, en
el que los artesanos forman parte de la cadena de
producción, el objetivo de Carla Fernández es ser efi-
cientes como empresa y también que los artesanos
puedan utilizar aspectos como el envío de productos,
control de calidad del objeto final, establecimiento de
acuerdos o el desarrollo de nuevas piezas de manera
independiente en sus grupos artesanales.
Guillermo Pascual mencionó que había emplea-
do estrategias aprendidas en el Taller Flora, y en la
relación de trabajo que tiene con Carla Fernández,
para vincularse con nuevos clientes (Pascual, 2017).
Este proceso forma parte del cambio cultural y de
las tradiciones (Stavenhagen, 2001: 25), en donde el
artesano adapta lo que le sirve de modelos externos
para hacer frente a determinadas circunstancias.
Para los artesanos, el beneficio de trabajar con
Carla es que reciben un ingreso económico que les
permite seguir elaborando sus piezas tradicionales;
también mencionan que los pedidos externos, en
general, les dan ideas para innovar en sus procesos
4. Revisión que consiste en asegurase que el objeto cuente
con los atributos requeridos para que cumpla satisfacto-
riamente el propósito para el que fue creado.
149 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
tradicionales, teniendo en cuenta que sus productos
los venderán dentro de la comunidad, por lo que no
integrarán algo que no se vaya a vender.
Otro resultado favorable es que, al hacerles pe-
didos de piezas con técnicas que no solían emplear
a menudo, porque la gente no paga el trabajo, los ar-
tesanos las retoman (Bello, 2017), lo cual contribuye
a la preservación del conocimiento que involucra su
práctica. También, cuando los encargos aumentan,
más gente o familiares se integran al taller tempo-
ralmente, sólo para cumplir con el pedido. En esta
situación se fomenta la transmisión y continuidad
del conocimiento artesanal; sin embargo, cuando de-
jan de solicitarles la elaboración de piezas, vuelven a
su problemática cotidiana del contexto artesanal.
En cuanto a la difusión de los procesos de
producción que Carla Fernández realiza a través
de videos, revistas e información en sus puntos de
venta, el resultado es que los clientes valoran lo que
están comprando y esto se refleja en ventas para la
empresa y pedidos para los artesanos; sin embargo,
la valoración y reconocimiento no es directamente
hacia el artesano.
La esencia de la empresa de Carla Fernández se
encuentra en “crear nuevos productos preservando
las tradiciones, pero innovando en los diseños” (Ma-
gaña, 2017); aunado a esto, lo más importante para
Carla es “generar empleo retomando lo que mejor
sabemos hacer los mexicanos que son las cosas
hechas a mano” (Fernández, 2017). Como se mos-
tró, el proceso de trabajo que desarrolla con los ar-
tesanos está acorde con su visión, constituida por
una mezcla de la actitud productivista y del estímu-
lo a la innovación que propone Bonsiepe (Bonsiepe
en Shultz, 2008: 312), ya que los artesanos son la
mano de obra calificada para producir los diseños
hechos por la empresa y, a su vez, se les hace par-
tícipes de un proceso de trabajo en el cual pueden
emplear aspectos que les sirvan para hacer mejoras
en su producción tradicional.
William Spratling
en Taxco de Alarcón, Guerrero
Para poder identificar el proceso instrumentado por
Diseño, tecnología y educación
William Spratling, se entrevistó al cronista de la ciu-
dad, a artesanos que trabajaron en su taller o que
fueron sus proveedores, así como a familiares y ar-
tesanos diseñadores.
William Philip Spratling, también conocido como
Don Guillermo, nació el 22 de septiembre de 1900
en el pueblo de Sonyea, en Nueva York. Estudio ar-
quitectura en la Universidad de Auburn y en la Uni-
versidad de Tulane, donde conoció a Frans Blom y a
Oliver La Farge, investigadores que habían realizado
estudios sobre México; a partir de entonces, William
desarrolló interés por este país. Vino por primera
vez en 1926 cuando la revista Architectural Forum lo
contrató para que realizará un viaje a México con
el objetivo de escribir sobre la arquitectura colonial
del país.
Posteriormente, regresó y se estableció en Tax-
co en 1929, en un edificio llamado La Aduana, para
cumplir con uno de sus propósitos que consistía en
escribir Little México o México tras lomita, un libro
enfocado en conocer la historia, arquitectura y es-
tilos de vida de distintos poblados. De esta manera,
durante tres años de escribir y viajar, logró conocer
y adquirir piezas precolombinas que formaron su
colección arqueológica.
Su interés se centró en objetos precolombinos
que reflejaran al pueblo que los creó (Castrejón,
2003) y éstos a su vez fueron motivo de inspiración
para sus diseños, lo cual corresponde a la actitud es-
teticista que propone Bonsiepe, quien considera a los
artesanos como representantes de la cultura popu-
lar y su universo formal es usado como inspiración
(Bonsiepe citado en Shultz, 2008: 312).
Debido a la abundancia de plata y la dificultad
por la topografía del lugar para incluir la agricultura
como actividad productiva, antes de que Spratling

se estableciera en Taxco ya existía una tradición or-
febre, de uso ritual en su mayoría.
Las técnicas que utilizaban eran el limado, va-
ciado, cincelado, calado, soldado y repujado. Meli-
tón Gómez y los hermanos Domínguez eran los
artesanos reconocidos que trabajaban la plata, sus
piezas consistían en arte sacro y las realizaban bajo
pedido. La joyería era desvalorada ante la de oro,
que se usaba en ese entonces, por lo que no había
interés en producirla.
La motivación de William para dedicarse a la
platería surgió con el comentario del embajador
Dwight Morrow: “Lástima que de las miles de tonela-
das de plata que se han sacado de Taxco y enviado
al Viejo Mundo a lo largo de los siglos, no se haya
quedado aquí nada; eso hubiera creado una indus-
tria y una economía diferentes para este pueblo tan
bonito” (Castrejón, 2003). Con esa idea, Spratling
comenzó su taller.
El mérito de William Spratling fue impulsar la
producción artesanal de joyería en plata; para lo-
grarlo puso en marcha una serie de actividades
cuyo éxito se debe a que trabajó en conjunto con
la comunidad; es decir, los artesanos y él formaban
parte del taller Las Delicias, fundado el 27 de junio
de 1932, donde Spratling estaba en la cúspide; sin
embargo, cada integrante era esencial para el funcio-
namiento del taller, de tal manera que no podían ser
fácilmente reemplazados debido al conocimiento y
habilidades que aportaban. Su visión de innovar en
la joyería en plata y su involucramiento con la co-
munidad corresponden a la actitud de estímulo a la
innovación (Bonsiepe citado en Shultz, 2008: 312);
además, asumió la actitud productivista debido al
proceso de manufactura que utilizó, el cual se des-
cribe a continuación.
Una de las características principales del pro-
ceso de producción artesanal de tipo manufactura
es que el dueño del taller no participa directamente
como artesano sino como empresario capitalista
KARLA SILVIA MARTÍNEZ BARRIENTOS • 150
(Turok, 1988: 117). En este caso, William estaba en
la cúspide de la organización, él era quien diseñaba,
no producía, y le pasaba los bosquejos al maestro
platero para que fabricara la pieza (Ortiz, 2017).
La instauración de una organización jerárquica
con el sistema de aprendices permitía que el taller
funcionara adecuadamente y cumpliera con los re-
querimientos de producción establecidos por Sprat-
ling. Debido a que este tipo de organización fomen-
taba la transmisión de conocimiento, los jóvenes
tenían la oportunidad de aprender la tradición y de
ir subiendo de nivel según sus capacidades, hasta
llegar a ser maestro platero y después poder abrir un
taller propio.
Las innovaciones que William realizó en los
procesos, como el control de calidad, tuvieron como
resultado que cada pieza resultó inigualable y la
gente reconoció y valoró el trabajo que implicaba
su elaboración, lo cual se reflejaba en la venta cons-
tante; la influencia que esto genera en los artesanos
depende de que ellos lo apliquen en sus propias pro-
ducciones.
Actualmente, hay una nueva generación de ar-
tesanos y diseñadores que apuestan por la calidad,
el uso de técnicas tradicionales y diseños origina-
les con el objetivo de volver a posicionar a Taxco
como productor de auténtica joyería, entre ellos se
encuentran Carmen Tapia, Carlos Benítez y Miguel
Ángel Hernández.
El efecto de la difusión que realizaba a través de
sus contactos recaía en más ventas para el taller y
más trabajo para los artesanos, lo que daba oportu-
nidad de integrar a nuevos aprendices, hasta llegar
al grado en que toda la comunidad de Taxco estaba
involucrada en la producción del taller Las Delicias
(Ruiz, 2017).
Similar al caso de Carla Fernández, la valoriza-
ción recaía en el producto que la gente adquiría con
la marca William Spratling, no en el maestro platero
que la había producido.
151 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Los concursos que se realizan cada año des-
de 1932 han generado beneficios directos para los
artesanos, ya que a través de la competencia se es-
timula la generación y desarrollo de ideas propias,
la innovación en diseño y técnicas, y el perfecciona-
miento de la calidad de cada pieza; además, generan
reconocimiento y valorización hacia los ganadores.
Sin embargo, la creatividad del artesano se orienta a
lo que los jueces consideren que significa innovación
y su trabajo es evaluado bajo criterios subjetivos.
Finalmente, otra de las actividades que William
Spratling propuso y que se ha retomado por la nue-
va generación de artesanos y diseñadores, debido
al efecto positivo que tuvo, es la convivencia entre
todos los integrantes del taller y gente externa del
ámbito artístico, ya que a partir del diálogo es po-
sible el intercambio de conocimientos para generar
nuevas ideas, además de que contribuye a la cohe-
sión social.
Conclusiones y propuestas
Las actitudes de los profesionistas de diseño frente
a la artesanía muestran el tipo de relación que esta-
blecen con los artesanos. Por un lado, Erandi Gaspar
diseña y produce directamente con ellos en el taller;
Carla Fernández trabaja a distancia, ellos elaboran
para la empresa las piezas que les solicitan; William
Spratling trabajaba en el taller con los artesanos, él
diseñaba y ellos producían el objeto completo.
Como vemos, el nivel de involucramiento del
diseñador con los artesanos es distinto en cada pro-
yecto, lo cual influye en los resultados. La práctica
de Erandi, al ser integrante del taller, tiene resultados
internos, los beneficios son directamente para ella y
su familia. En el caso de Carla Fernández y William
Spratling, agentes externos a la comunidad artesa-
nal, los resultados de las acciones llevadas a cabo
se bifurcan hacia la empresa y los artesanos; para
la empresa hay resultados en cuanto a una mejor
organización o más ventas y para la comunidad
artesanal se identificaron beneficios en el ingreso
económico temporal y estable, respectivamente, y
Diseño, tecnología y educación
la transmisión de conocimiento mediante el sistema
de aprendices, en el caso de William, por ejemplo.
En general, las estrategias puestas en funcio-
namiento en los dos proyectos anteriores, como la
capacitación o el sistema de trabajo, son adoptadas
por los artesanos si ellos identifican que las necesi-
tan para mejorar el diseño, ejecución y venta de sus
piezas. Por ejemplo, los plateros de Taxco adopta-
ron técnicas que aprendieron mientras trabajaban
con William Spratling, pero para la elaboración de
sus propias piezas.
También se identificó que el reconocimiento
generado por estrategias de difusión recae en el
proyecto de los diseñadores, no directamente en
los artesanos, quienes durante las entrevistas exte-
riorizaron que les gustaría que los diseñadores, en
general, no sólo se interesaran por promover los ob-
jetos de su marca, sino también los diseños de los
artesanos.
A diferencia de Carla Fernández y William Sprat-
ling, agentes externos a Hueyapan y Taxco, Erandi
Gaspar, integrante de la comunidad artesanal de
Pátzcuaro, trabaja con producciones para la comu-
nidad que engloban sus usos simbólicos y costum-
bres, esto reitera la idea de que los artesanos son
quienes deciden sobre su tradición; un agente exter-
no no puede alterar usos simbólicos comunitarios
principalmente por respeto al conocimiento, trabajo
y creencias de los artesanos, o apropiarse de dise-
ños tradicionales para obtener beneficio económico.
Es decir, en cuanto a la creación o innovación
de objetos artesanales, los diseñadores externos no
deberían intervenir en los usos simbólicos de la co-
munidad, mucho menos lucrar con ellos o usarlos
bajo su nombre, es parte del respeto a la creación
colectiva.

Como respuesta a la pregunta de esta inves-
tigación, se concluye que, en la continuidad de la
artesanía, el diseñador es un agente activo creador
de cultura que responde con actitud crítica a las
necesidades y problemática de contextos propios,
sin perder de vista el contexto global; para que su
práctica contribuya a la continuidad y fortalecimien-
to de la artesanía tiene que partir del respeto y valo-
rización del artesano y su conocimiento, así como
desarrollarse a partir de un diálogo horizontal, con
acuerdos y apoyo entre ambos.
De esta manera, el diseñador más que un desa-
rrollador de productos es un agente de cambio cuya
práctica social, no comercial, aporta a la continui-
dad y fortalecimiento de formas de vida locales.
Carlos Benítez mencionó que para los artesanos
es muy difícil establecer relación con el diseñador
cuando llega con la actitud de que él es quien sabe y
el artesano solo desarrollará su idea (Benítez, 2017).
Por consiguiente, es indispensable partir del respeto
mutuo, tanto para el artesano como para el diseñador.
En el entendido de que ambos tienen mucho que
aprender del otro, el diálogo es el medio para este in-
tercambio de conocimientos a través de una relación
horizontal. En este proceso, ambos adoptan una ac-
titud crítica para el logro de un fin en común (Freire,
[1969], 2011: 102).
Un hecho que se debe enfrentar críticamente y
eliminar de la relación entre diseñador y artesano es
el asistencialismo, ya que mediante el antidiálogo
convierte a quien recibe la ayuda en un ser pasivo,
fomenta su quietud y no favorece la apertura de su
conciencia crítica (Freire, [1969] 2011: 51), lo cual
deriva en resultados contrarios a la autonomía del
artesano.
Así mismo, se identificó que la formación del
profesionista de diseño posee un papel esencial en
el tema, debido a que es en esta etapa en la que el
diseñador adquiere los conocimientos y experien-
cias que guiarán su práctica profesional. Por lo que
KARLA SILVIA MARTÍNEZ BARRIENTOS • 152
actualmente es indispensable la creación de proyec-
tos de vinculación entre universitarios y comunida-
des artesanales en situaciones reales, que se basen
en una metodología horizontal y de respeto, como
el Programa Multidisciplinario de Diseño y Artesanía
de la UAM Azcapotzalco.
A continuación, se presentan las áreas en la
artesanía en que el profesionista de diseño puede
incursionar, de acuerdo con lo expresado por los
participantes de esta investigación:
La innovación en objetos artesanales engloba dis-
tintas actividades que contribuyen a la continuidad y
fortalecimiento de la artesanía, como la investigación
y experimentación en la conservación de la materia
prima natural o en la búsqueda de alternativas, ya
sea por escasez, costo o prohibición de materiales.
También abarca el desarrollo de tecnología local o la
adaptación de recursos tecnológicos externos al servi-
cio del artesano, como programas de diseño digital
útiles para explorar más ideas, generar previsualiza-
ciones de la pieza final y reducir errores.
Es decir, dentro del proceso de innovación, el
uso de la tecnología debería estar orientado a la efi-
ciencia de procesos sin alterar aspectos tradicionales.
Por ejemplo, en el Taller Seshashi hacen uso de la
ampliación y reducción de las fotocopiadoras para
adecuar el tamaño del diseño a la pieza en la que se
va a trabajar, de esta manera, evitan crear un boce-
to por prueba o por pieza sin alterar el proceso de
creación tradicional, además los artesanos ahorran
tiempo y se potencializan las posibilidades de com-
posición formal del objeto.
Una parte de los objetos que el artesano crea es
para venta a personas externas a la comunidad y en
este aspecto el profesionista de diseño puede fungir
como un puente que conecta a los artesanos con
usuarios fuera de su contexto, como conexión entre
dos formas de vida. Esto implica el acompañamien-
to en el análisis del usuario externo y en la generación,
desarrollo, producción y gestión de venta de piezas
153 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
artesanales que respondan a las necesidades del
usuario, respetando los diseños, técnicas tradicio-
nales y usos simbólicos o rituales de los artesanos.
Por lo tanto, es indispensable que el diseñador inicie
su práctica conociendo tanto al artesano y su con-
texto como al usuario final.
Es importante aclarar que para que la práctica
del diseñador, en las áreas identificadas, fortalezca la
tradición artesanal, tiene que realizarse bajo una se-
rie de requerimientos orientados a la autonomía del
artesano y no al beneficio del diseñador, se debe ejer-
cer una línea de práctica horizontal en su relación con
los artesanos; es decir, deben trabajar en conjunto
para lograr fines comunes y no propios del diseñador.
Así mismo, se requiere del cambio de paradig-
mas por parte del diseñador y también que asuma
una actitud crítica de su profesión e incluso sobre
su formación profesional, de tal manera que se
identifique como una herramienta hacia un fin cuya
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actividad no sólo se enfoque en el desarrollo de pro-
ductos, sino de nuevas prácticas que respondan a
problemáticas sociales del contexto local.
Para que la práctica del diseñador genere re-
Diseño, tecnología y educación
sultados positivos en el trabajo junto a artesanos,
es indispensable que sea un ciclo completo. Se
proponen las siguientes fases: 1) preparación del
diseñador para la relación con artesanos; 2) diag-
nóstico; 3) compenetración; 3) formulación de pro-
puesta; 5) desarrollo de proyecto; 6) presentación
de resultados y retroalimentación y 7) seguimiento
a corto, mediano y largo plazos.
También se sugiere la formación de grupos de
investigación que miren hacia el conocimiento tradi-
cional de los artesanos y formas de vida locales; el
desarrollo de material didáctico para la transmisión
de conocimiento dentro de las comunidades arte-
sanales, y la inclusión de la enseñanza de procesos
artesanales en instituciones educativas formales.
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 Desarrollo y diseño urbano
Industrialización, desindustrialización, terciarización
y sus impactos urbanos en México
Lisett Márquez López
Depto. Teoría y Análisis, uam-x
Palabras clave: industriali-
zación, desindustrialización,
terciarización informal,
transformaciones
territoriales.
Keywords: industrialization,
deindustrialization, informal
tertiary, territorial
transformations.
Imagen: obtenida de https://parquesanantonio.com.mx
Resumen: La industrialización que se desarrolló entre 1930 y 1980 en
América Latina, México y específicamente en la Ciudad de México se
caracterizó por impulsar un acelerado crecimiento económico, pobla-
cional y urbano; sin embargo, en varias de las principales ciudades
latinoamericanas, la recesión de 1982 y la posterior aplicación de las
políticas neoliberales detonaron su agotamiento y contribuyeron al
surgimiento del proceso contrario: la desindustrialización y el tránsito
hacia la expansión de una economía terciaria, pero con una modali-
dad informal dominante. En esta investigación, se estudian sus causas
fundamentales, sus efectos económicos, así como sus impactos en
términos de transformaciones territoriales.
Abstract: The industrialization that took place from 1930 to 1980 in La-
tin America, particularly in Mexico and more specifically in Mexico City
was characterized by rapid economic, population and urban growth.
However, in several major Latin American cities, the 1982 recession
and subsequent neoliberal policies eroded the industrial boom and
contributed to the emergence of the opposite process; deindustrializa-
tion and a transition to an expanded tertiary economy with a dominant
informal mode. In this study, we examine the fundamental causes of
this change, its economic effects, and its impacts in terms of territorial
transformations.

Para presentar y exponer la “problemática urbana” se impone
un punto de partida: el proceso de industrialización. Sin lugar a dudas,
este proceso es el motor de las transformaciones de la sociedad
desde hace siglo y medio. Distinguiendo entre inductor e inducido,
podríamos situar como inductor al proceso de industrialización, y
enumerar entre los inducidos a los problemas relativos al crecimiento
y planificación, a las cuestiones que conciernen a la ciudad y al desa-
rrollo de la realidad urbana, y, por último, a la importancia creciente
del ocio y de las cuestiones referentes a la “cultura”
Henri Lefebvre, [1968] 1969:17.
Con la frase del epígrafe, inicia Henri Lefebvre su clá-
sico texto de El derecho a la ciudad ([1968] 1969), en el
que lleva a cabo su pionera reflexión sobre la ciudad
capitalista de mediados del siglo XX, en la que de-
sarrollará los planteamientos esbozados por Carlos
Marx y Federico Engels un siglo antes, y que pre-
sentará en un libro posterior (Lefebvre, [1972] 1973).
Para Lefebvre, siguiendo a Engels y Marx, desde la
llamada Revolución Industrial de fines del siglo XVIII
e inicios del XIX, la industrialización transforma a las
antiguas ciudades, o bien crea otras nuevas allí don-
de se instala. Este planteamiento ha sido la clave
para entender la relación entre la industrialización y
la urbanización acelerada en América Latina desde
mediados del siglo XX.
En forma homóloga, podemos plantear que lo
opuesto a la industrialización, es decir, la desindus-
trialización, que supone la industrialización previa,
es uno de los procesos que nos permiten entender la
terciarización, en su modalidad informal dominante,
la cual ocurre actualmente en las grandes metrópolis
latinoamericanas y las transformaciones territoria-
les que trae consigo (Márquez y Pradilla, 2008).
El proceso de industrialización tardía
El proceso acelerado de industrialización capitalista
ocurrió en Europa a finales del siglo XVIII y principios
LISETT MÁRQUEZ LÓPEZ • 156
del XIX (1760 a 1830), periodo considerado como
el de la primera revolución industrial; inició en Gran
Bretaña, después de un periodo de gran recesión y
“crisis general” de la economía europea en el siglo
XVII (Hobsbawm, [1971] 1973: 9 y ss.), y décadas
después se expandió a gran parte de Europa y Nor-
teamérica; hacia finales del siglo XIX, la industriali-
zación se había desarrollado en la mayor parte de
estos países.
La primera revolución industrial introdujo un con-
junto de cambios en la estructura socio-económica
europea que la acumulación originaria de capital había
empujado a transitar del feudalismo al capitalismo
(Marx, [1867] 1975). Convirtió a la industria en el sec-
tor más dinámico de la acumulación de capital; ge-
neró un proceso continuo de innovaciones técnicas
en la producción y los productos (Hobsbawm, [1971]
1973: 89 y ss.); produjo una gran transformación so-
cial en el ámbito rural donde se expropió la tierra al
campesinado, lo convirtió en arrendatario o asalaria-
do, o lo expulsó en masa fuera del campo; lo atrajo
hacia las ciudades y lo convirtió en obrero; transfor-
mó a las ciudades existentes o creó nuevas a partir
de la implantación de industrias y la atracción de
población; creó medios de transporte como el ferro-
carril y el barco a vapor para movilizar las mercan-
cías (Benévolo, [1963] 1978: 20 y ss.), acelerando la
concentración económica-espacial y propiciando el
proceso de urbanización.
En los mayores países de América Latina, inclui-
do México, el desarrollo industrial pleno llegó tardía-
mente, hacia la década de 1930, casi dos siglos des-
pués que en Europa. Tuvieron que industrializarse
en medio de una economía internacional en la que
ya existían competidores industriales desarrollados,
operando y exportando tecnologías productivas
complejas y ahorradoras de fuerza laboral, y con un
gran poderío y control sobre el mercado mundial (Wi-
lliamson, 2013). La industrialización se llevó a cabo
en el marco del patrón de acumulación de capital con
157 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
intervención estatal, siguiendo el modelo de Indus-
trialización por Sustitución de Importaciones (ISI),
en el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial
y, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mun-
dial. Su desarrollo respondió a la crisis mundial de
1929, la Gran Depresión, expresada por la contrac-
ción de la demanda de importaciones de productos
primarios latinoamericanos por parte de los países
centrales industrializados, reduciéndola al mínimo, y
por el alto costo que implicaba para los países peri-
féricos importar productos industriales de los países
industrializados (Sunkel y Paz, [1970] 2005).
El sobresalto de la depresión de 1929, acre-
centó la conciencia económica nacionalista y sirvió
como estímulo para implantar la ISI, destinada a
lograr con el tiempo la capacidad de fabricar en el
país los productos industriales que se tenían que
importar, lograr así la autosuficiencia industrial (Wi-
lliamson, 2013: 327) y cortar el control monopólico
oligárquico imperialista, asentado en los puntos cla-
ve de la producción (Cueva, [1977] 2009). La instau-
ración de la ISI se caracterizó por aplicar políticas de
proteccionismo e intervencionismo estatal en mu-
chos ámbitos de la economía: creación de empresas
estatales; imposición de elevados aranceles aduane-
ros a la importación de manufacturas; impulso a las
industrias nacionales mediante incentivos fiscales y
protección con créditos de bancos estatales; control
de los niveles de salarios, precios y tipo de cambio;
inversión en infraestructura industrial (Williamson,
2013: 330).
Este patrón de acumulación remplazó a la eco-
nomía mayoritariamente minera, agropecuaria y
comercial, primario-exportadora, que había impe-
rado desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la
década de 1930, cuando empezó a mostrar visos de
agotamiento; no obstante, el patrón primario-expor-
tador siguió coexistiendo en forma subordinada con
la acumulación producida por la industrialización.
Esta articulación contradictoria de ambos patrones
en el periodo de 1930 a 1960 fue crucial para el éxi-
to relativo de la ISI (Garza, 1985: 140); pero, al mis-
mo tiempo, constituyó uno de sus límites, pues las
exportaciones primarias no crecían al mismo ritmo
que las importaciones necesarias para el crecimien-
Desarrollo y diseño urbano
to industrial, dando lugar a un déficit estructural de
la balanza comercial que debía ser cubierto con la
inversión extranjera y el creciente endeudamiento
externo (Guillén, 1984: 32-33).
La primera etapa de la ISI fue dirigida a la indus-
tria ligera, para sustituir bienes de consumo inmedia-
to importados (1930-1950); la segunda, sustitutiva
de bienes de consumo durable (1950-1970), pero
a diferencia de los países industrializados, los lati-
noamericanos no llegaron a desarrollar la tercera
etapa, orientada a generar industria de bienes de
producción, y tuvieron la necesidad de importarlos,
sin implantar políticas de desarrollo tecnológico
que permitieran impulsar su producción. Estos fac-
tores desencadenaron el agotamiento del modelo
a finales de 1970 e inicios de 1980, desembocando
en la crisis de 1982, que llevó a los gobiernos y a los
empresarios a cambiar el patrón de acumulación
por el neoliberal. Estos elementos permitieron a
autores como Fanjzylber caracterizar el desarrollo
industrial latinoamericano como “una industriali-
zación trunca y precaria, pero modernización al fin”
(1983: 156).
La dependencia tecnológica de la industria
latinoamericana hacia los medios de producción
importados, intensivos en capital y ahorradores de
fuerza de trabajo, llevó a otra contradicción: el creci-
miento económico en las ciudades no lograba absor-
ber a la masa de campesinos expulsada del campo
por la miseria o la violencia de los terratenientes
para despojarlos de sus tierras o remplazada por
la modernización de la agricultura, y formó un gran
ejército industrial de reserva que se mantiene aún hoy
en las calles de nuestras ciudades, subsistiendo en
la “informalidad” (Márquez y Pradilla, 2016: 22).

La industrialización de América Latina, inclui-
da la de México y la Ciudad de México, se caracte-
rizó por un crecimiento rápido y una productividad
creciente. Durante las décadas de 1930 a 1970, la
industrialización dominó la política económica. En
varios países latinoamericanos la industria manu-
facturera creció a un ritmo mayor que la agricultura.
En México, entre 1930 y 1940, el PIB total nacional
aumentó en términos reales a 3.1% anual hasta al-
canzar 7.0% entre 1960 y 1970. En la Ciudad de Mé-
xico, en el periodo de 1930 a 1970, la estructuración
espacial se caracterizó por la progresiva concentra-
ción del sector industrial. En 1930, el país contaba
con 46 830 establecimientos industriales, de los
cuales 3 180 se localizaban en la capital; para 1970,
estas cifras habían aumentado a 118 993 y 33 185,
respectivamente. Esta concentración industrial ace-
leró el crecimiento económico y dinamizó el desa-
rrollo urbano (Garza, 1985: 140). La introducción del
sistema ferroviario y el eléctrico, así como el desa-
rrollo de las industrias textiles, iniciado a finales del
siglo XIX, contribuyeron a generar el proceso posterior
de concentración industrial en la Ciudad de México
(Garza, 1985).
El proceso de urbanización y metropolización
La expulsión del campesinado del campo y la ex-
pansión de la economía urbana, como posibilidad
de encontrar empleo o actividades de subsistencia,
generaron un intenso proceso de urbanización en
Latinoamérica: en 1950, sólo 41.4 % de la población
total habitaba en asentamientos urbanos; en 1990,
alcanzaba 70.6 %, y en 2010 llegaba a 79.4 % (ONU-
Hábitat, 2010, citado en Márquez y Pradilla, 2016: 27),
impulsando el tránsito de la ciudad a la metrópoli. En
México, la Ciudad de México fue receptora del acele-
rado crecimiento económico y de la concentración
LISETT MÁRQUEZ LÓPEZ • 158
de actividades industriales, comerciales y de servi-
cios, debido a las ventajas comparativas que ofre-
cía. El acelerado asentamiento de industrias en la
ciudad propició la formación de economías de aglo-
meración, las cuales constituyen ventajas que se ob-
tienen de la concentración urbana y la agrupación
empresarial, y explican la implantación industrial
creciente en un territorio.1
La Ciudad de México brindaba las condiciones
generales de la producción y de la reproducción de la
población, que favorecían al desarrollo industrial: co-
nexión con los sistemas de carreteras y vías férreas
nacionales, transportes, telecomunicaciones, redes
de energía y de hidrocarburos, vivienda, hospitales,
escuelas, infraestructura y servicios urbanos (Gar-
za, 2013), a lo cual se añadían sistemas bancarios y
comerciales en expansión.
En la Ciudad de México, durante las tres prime-
ras décadas del siglo XX, la población y la actividad
económica –industria, comercio y servicios– se con-
centraron en los límites de la denominada ciudad
central, conformada por los que hoy conocemos
como las cuatro delegaciones centrales: Benito
Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Venustiano
Carranza. En los 10 años siguientes, la expansión
urbana propició la incorporación de las siguientes
1. Estas economías de aglomeración se clasifican en econo-
mías de urbanización y economías de localización. Las pri-
meras son ventajas externas a la industria obtenidas por el
simple hecho de asentarse en la ciudad, como disponibi-
lidad y acceso a infraestructura –carreteras, aeropuertos,
redes de agua, de electricidad, etc.–, servicios especializa-
dos –financieros, legales, contables o los basados en nue-
vas tecnologías, etc.– o la concentración de mano de obra
calificada que ofrece la ciudad. Las segundas se refieren
a las ganancias que se obtienen de la aglomeración de
establecimientos o empresas industriales y comerciales
de un mismo sector económico. La existencia de un grupo
de industrias, comercios o servicios genera atracción
para otras, por la infraestructura, servicios y la concen-
tración de mano de obra, aglomeración por localización
que permitirá reducir los costos de interacción espacial al
dividirlos entre varios usuarios (Polese, 1998).
159 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
delegaciones: Azcapotzalco, Gustavo A. Madero,
Álvaro Obregón, Magdalena Contreras, Coyoacán,
Iztacalco y, posteriormente, Iztapalapa.
En la década de los cincuenta, la ciudad tras-
pasó los límites del Distrito Federal (DF) por el norte
sobre Tlalnepantla en el Estado de México, iniciando
el proceso de metropolización; para 1960 se incorpo-
raron Naucalpan, Chimalhuacán y Ecatepec. El cre-
cimiento industrial en la Ciudad de México manten-
dría un ritmo sostenido hasta 1970, posteriormente
su zona central comenzó a perder importancia, su
ritmo de crecimiento poblacional empezó a dismi-
nuir paulatinamente, mientras el de los municipios
conurbados del Estado de México mostraban un con-
siderable incremento. Durante la década de los seten-
ta, la metropolización continúo, abarcando las 16 de-
legaciones de la Ciudad de México y 11 municipios
conurbados (Negrete y Salazar, 1987).
La localización de industrias en los municipios
mexiquenses colindantes al DF constituyó uno de
los factores determinantes del proceso de metropo-
lización durante el periodo 1950-1980. El crecimien-
to de la zona metropolitana continúo a pesar de la
disminución del dinamismo económico, provocado
por el agotamiento del modelo de ISI y por la crisis
económica de 1982. En los años noventa, ésta in-
cluía las 16 delegaciones del DF, 40 municipios co-
nurbados del Estado de México y uno del estado de
Hidalgo (Garza, 2003).
Agotamiento de la industrialización
por sustitución de importaciones
El largo periodo de expansión económica experimen-
tada en los países europeos y en Estados Unidos y
la falta de factores internos de crecimiento, que per-
mitieran mantener dicha expansión, trajo la recesión.
Entre 1974 y 1982, el capitalismo avanzado sufrió
una profunda crisis económica: una severa rece-
sión entre 1974 y 1975, que llevó a registrar caídas
hasta de 20 % en la producción industrial de países
como Suiza o Japón, seguida de una recuperación
efímera en 1976 y un nuevo declive en 1978 que se
Desarrollo y diseño urbano
convertiría en un camino sinuoso hasta 1982 (Cue-
va, [1977] 2009: 239), causando un debilitamiento
del crecimiento económico, de la industrialización y
generando desempleo. Esta situación propició una
crisis en el esquema del intervencionismo estatal y
en el Estado de Bienestar.
En los países latinoamericanos se generó una
desaceleración económica y el proceso de indus-
trialización que había predominado desde los años
cuarenta empezó a agotarse. A ello, se añadió que
las políticas públicas aplicadas para estimular el de-
sarrollo del sector industrial causaron una ineficien-
cia productiva importante, debido a la presencia y
protección indiscriminada de empresas del exterior
que ejercieron su liderazgo en una amplia gama de
sectores y definieron el perfil industrial; la incapaci-
dad del sector empresarial nacional para articular
una estrategia industrial funcional y la falta de de-
finición de políticas internas fueron otros factores.
Se trataba de estimular la producción de bienes
de consumo no duraderos primero, duraderos e in-
termedios después, pero para ello se sacrificó la fa-
bricación de maquinaria y equipo, dando lugar a un
insuficiente desarrollo de la industria de bienes de
capital, el precario proceso de innovación tecnológi-
ca y la limitada articulación entre el sector industrial
y el agrícola (Fajnzylber, 1983). La industrialización
de bienes de consumo exigía la importación de ma-
quinaria y materias primas industriales no produci-
das internamente, generando un desequilibrio en la
balanza comercial y endeudamiento externo, como
se señaló anteriormente, elementos que mostraron
las limitaciones del patrón de la ISI. En México, las
debilidades de la industria se manifestaron en la

década de los setenta cuando la economía experi-
mentó una serie de desaceleraciones recurrentes, y
el círculo vicioso del endeudamiento externo se hizo
crítico, anunciando la grave crisis de 1982 (Guillén,
1984: 74 y ss.).
La desindustrialización
En la década de los setenta y hasta mediados de
los ochenta, las recesiones económicas genera-
lizadas, que sellaron el agotamiento del patrón in-
tervencionista estatal de acumulación, impactaron
en diversas ciudades europeas (Londres, Manches-
ter, Copenhague, Ámsterdam, Barcelona, Madrid y
Sevilla, entre otras), norteamericanas (Nueva York,
Chicago, Filadelfia, Detroit, etc.) y latinoamerica-
nas (Ciudad de México, Sao Paulo, Río de Janeiro
y Buenos Aires), dando lugar a la contracción de su
base manufacturera y a un proceso opuesto al de
la industrialización: la desindustrialización (Méndez y
Caravaca, 1999: 261-262); estos hechos llevaron a
un intenso debate entre los economistas, que fue
abandonado después de 1985 cuando en el marco
del nuevo patrón de acumulación neoliberal, de la
liberación de los flujos del capital y del comercio
mundial y el cambio tecnológico, características de
la nueva fase de mundialización capitalista, la indus-
trialización retomó su curso en los países dominan-
tes en la economía mundial (Méndez y Caravaca,
1999: 267).
Esta recuperación, sin embargo, no ocurrió en
las grandes metrópolis latinoamericanas, donde se
tomó el camino de la desindustrilización de largo pla-
zo. La desindustrialización fue entonces y es enten-
dida ahora como la tendencia absoluta o relativa de
contracción de la base productiva manufacturera en
un ámbito territorial específico y delimitado, nacional,
regional o urbano (Márquez y Pradilla, 2008: 23).
LISETT MÁRQUEZ LÓPEZ • 160
Benjamín Coriat, seña lo siguiente:
Se dirá que una economía está en desindustrializa-
ción, si durante un periodo mediano-largo (decenal o
pluridecenal), se manifiesta una reducción relativa del
empleo y el valor agregado industriales en relación
al empleo y valor agregado totales, acompañada de
dificultades duraderas en el equilibrio de las cuentas ex-
teriores (Coriat, 1989: 37 [cursivas en el original]).
La desindustrialización será absoluta, cuando las
principales variables de la producción industrial
disminuyen en términos absolutos durante un pe-
riodo mediano o largo. Bluestone y Harrison (1982:
6, citados en Márquez, 2005) afirman que las altas
tasas de desempleo, el lento crecimiento de la eco-
nomía nacional y la incapacidad de competir con
éxito en el mercado internacional generan la desin-
dustrialización, que entienden como una sistemáti-
ca caída de la inversión en la capacidad productiva
de la nación.
En este texto, se entiende a la desindustrializa-
ción, referida a un ámbito urbano, regional o nacio-
nal específico, como la disminución en un periodo
largo de tiempo de su base industrial ya sea por el
cierre de establecimientos industriales, la disminu-
ción del número de sus trabajadores, la reducción
absoluta del capital fijo invertido y la disminución
duradera del volumen de producción, en productos
físicos o en valor agregado. Las variables determi-
nantes serán, sin embargo, la caída del valor agrega-
do territorial y la inversión fija acumulada en medios
de producción. La tendencia a la disminución, en el
largo periodo, en términos reales de estas variables,
produciría una desindustrialización absoluta. Cuando
la pérdida de peso de la industria de un ámbito terri-
torial, siguiendo sus distintas variables básicas, se
diera en relación –proporción– al total de la econo-
mía local, o en el total del sector industrial nacional
161 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
o en la economía nacional en su conjunto, se produ-
ciría una desindustrialización relativa (Márquez, 2005:
23; Márquez y Pradilla, 2008: 23).
Las causas de la desindustrialización
en las metrópolis latinoamericanas
Desde la década de los ochenta, los países latinoa-
mericanos, sobre todo los que lograron un mayor
nivel de industrialización durante el periodo de la ISI
y de peso económico relativo en la región (Brasil, Ar-
gentina y México), han sufrido desigualmente lo que
Pierre Salama denomina desindustrialización relativa
prematura, debido a la baja productividad del sector
fabril; las altas tasas de interés en el mercado es-
peculativo de capitales, respecto a las vigentes en
los países dominantes; la apreciación de sus mone-
das frente a las divisas internacionales durante un
periodo largo de tiempo –situación revertida desde
2016–; la baja competitividad de los precios de pro-
ducción en el libre mercado internacional neoliberal
(Salama, 2012). Éste ha sido el curso general de las
economías latinoamericanas de 1980 en adelante,
en las que ha tenido lugar la desindustrialización re-
lativa o absoluta de las metrópolis latinoamericanas
que concentraron y centralizaron la industrializaron
durante el periodo de la ISI entre 1940 y 1980.
Las causas fundamentales de la desindustria-
lización de las metrópolis latinoamericanas son
complejas, a la vez originadas en los procesos
económicos internacionales y nacionales y en las
condiciones imperantes en los ámbitos urbanos
internos: la imposición del patrón de acumulación
neoliberal, basado en la eliminación de barreras
arancelarias y aduanales, la apertura comercial en
los tratados de libre comercio, la libre circulación
global de capitales y la libre competencia mundial,
la contracción del mercado interno por la reducción
del salario real, así como las recesiones y desace-
leraciones severas recurrentes en los países lati-
noamericanos a partir de la gran recesión de 1982
(1982, 1989, 1999, 2001, 2009 y 2017) han golpea-
do severamente a las micro, pequeñas y medianas
Desarrollo y diseño urbano
empresas, generadoras de la mayor parte del em-
pleo aunque el más inestable y mal remunerado,
enfrentándolas a dificultades para modernizarse
tecnológica y operativamente para lograr compe-
titividad, llevando a la quiebra a muchas de ellas. El
mismo efecto han tenido las condiciones desiguales
de competencia entre esas empresas y los produc-
tos importados masivamente, elaborados mediante
la incorporación de innovaciones tecnologías, ba-
sadas en el empleo de robots, sistemas flexibles
de producción y diseños de productos y control de
producción computarizada, aplicadas en los países
más industrializados. El “adelgazamiento” del Esta-
do, una línea de acción fundamental del neolibe-
ralismo, ha llevado a diversos países a abandonar
las políticas estatales de industrialización y a dejar las
decisiones correspondientes en manos del “merca-
do” y en particular de la inversión extranjera directa
(Para el caso mexicano, Guillén, 1997: 97 y ss.).
Al interior de las grandes metrópolis, las econo-
mías de aglomeración, que habían sido palancas de
la concentración industrial durante la ISI, tendieron a
convertirse en su opuesto, deseconomías de aglome-
ración, y representar costos adicionales de produc-
ción: la saturación de las vialidades y la dificultad
para el transporte de materias primas y productos,
las nuevas regulaciones ante la crisis ambiental, los
mayores costos salariales derivados de la organiza-
ción sindical y el alto costo de vida, la escasez de
suelo industrial que compite con otros usos más
rentables y su elevado costo, y en diversos casos
las políticas de desindustrialización de las metrópo-
lis aplicadas por los gobiernos locales como erráti-
ca opción contra la contaminación ambiental y ante

la adopción de la “vocación terciaria” de las metró-
polis (Márquez y Pradilla, 2008: 39-42).
En el caso de la Zona Metropolitana del Valle
de México, se han llevado a cabo diversos estudios
empíricos a partir de las estadísticas contenidas en
la serie de Censos Económicos Nacionales levanta-
dos por el INEGI, que muestran el acentuado proceso
de desindustrialización que ha sufrido la metrópoli,
sobre todo su núcleo la Ciudad de México desde
los años 1980 y hasta el momento actual (Márquez,
2005; Pradilla y Márquez, 2005; Pradilla, Moreno y
Márquez, 2012; Pradilla y otros, 2016).
Los impactos económicos y urbanos
de la desindustrialización
En lo económico, Coriat (1989: 54 y ss.) señala tres
impactos fundamentales de la desindustrialización
en un ámbito territorial urbano determinado: a) la
pérdida de base productiva industrial reduce el di-
namismo económico general, pues es el sector que
tiene más eslabonamientos hacia atrás (consumo
de materias primas, partes y piezas, y medios de
producción), y hacia adelante (transporte, comercio
y mantenimiento), mayor peso en las cadenas de
valor, incluyendo los impulsos que transmite al sec-
tor de servicios especializados a la producción, y a los
servicios en general que son importantes consumi-
dores de bienes manufacturados; b) el sector indus-
trial ha tenido históricamente una mayor producti-
vidad del trabajo y del capital que el de comercio y
servicios; c) la creación de empleo estable, bien re-
munerado y socialmente protegido es mayor y más
dinámico en el sector industrial que en el terciario; d)
los servicios en su mayoría no son exportables del
ámbito territorial donde se asientan, por lo cual éste
tiende a experimentar un continuo déficit comercial
con otros territorios.
LISETT MÁRQUEZ LÓPEZ • 162
Estos hechos ayudan a explicar ciertas caracte-
rísticas actuales de las metrópolis latinoamericanas:
dinamismo económico menor que el nacional cuan-
do éste se presenta, mayores tasas de desempleo
abierto que la nacional, una muy alta concentración
de actividades y trabajadores informales y elevados
índices de pobreza (Portes y Roberts, 2005; Pradilla
y otros, 2016: 6).
En lo territorial, la desindustrialización de nues-
tras metrópolis ha tenido impactos muy significativos:
las plantas fabriles han cerrado o han abandonado
las áreas centrales e intermedias donde se localiza-
ron en las primeras fases de la industrialización, relo-
calizándose en otros ámbitos territoriales, dejando
libres grandes terrenos ubicados estratégicamente
en la estructura urbana, dando paso a usos de suelo
terciarios más rentables como los comerciales, de
servicios o habitacionales, favoreciendo la expan-
sión inmobiliaria y modificando los antiguos barrios
industriales.
En algunos casos, los cascos industriales son
conservados con el objetivo de convertirlos en mu-
seos, centros comerciales o culturales, rescatando
algunos elementos vinculados con el patrimonio in-
dustrial: vivienda obrera, naves industriales, maqui-
naría o chimeneas.
Destaca la desindustrialización de los antiguos
barrios industriales de Brás, Mooca, Belenzinho, Agua
Branca y Lapa en la ciudad de Sao Paulo, Brasil. En
estos barrios, algunos de los cascos industriales
han sido reutilizados y adaptados para usos diver-
sos: culturales como la Casa de las Calderas, una fá-
brica de energía eléctrica, en el Barrio de Agua Bran-
ca, transformada en centro cultural; otros sirven de
depósitos, estacionamientos o han sido demolidos
para dar paso al sector terciario o a la construcción
acelerada de condominios residenciales como los
barrios Lapa y Mocca; en éste último destaca la de-
molición de la nave industrial de alpargatas, en 2004,
163 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
que dio lugar a la construcción del condominio re-
sidencial La Dolce Vita Nuova Mooca, un gran desa-
rrollo inmobiliario, con seis torres en un terreno de
31.6 mil m2 (Rosh, 2012; Sales, 2007). El proyecto
de renovación urbana Triángulo Bavaria, en la locali-
dad de Puente Aranda, en el centro de la ciudad de
Bogotá que sustituirá a las instalaciones de la fábri-
ca de Cerveza Bavaria por un desarrollo inmobiliario
de usos mixtos (Alcaldía de Bogotá, 2016).
En la Ciudad de México destacan, en la Delega-
ción Tlalpan, la reconversión de la Fábrica de Papel
Peña Pobre en el Centro Comercial Plaza Cuicuilco; la
construcción de un gran desarrollo habitacional en el
predio de lo que fuera la Cementera Tolteca, en la colo-
nia Carola; y en la Delegación Miguel Hidalgo, el cierre
y demolición de la planta de producción de la Gene-
ral Motors, permitió la construcción, en una primera
etapa, de las oficinas corporativas del Centro Comer-
cial Antara y, posteriormente, el acelerado desarrollo
de vivienda vertical de lujo, oficinas y centros co-
merciales, convirtiendo a la antigua zona industrial
en una moderna zona habitacional y de usos mixtos
(Márquez, 2005).
Una parte de estas industrias se ha relocalizado
en las periferias metropolitanas y, sobre todo, en las
áreas de urbanización difusa que caracterizan a los
sistemas urbanos regionales en expansión en torno
a las metrópolis; otra parte considerable de la indus-
Desarrollo y diseño urbano
tria antes metropolitana o de las nuevas plantas ha
emigrado hacia ciudades medias e incluso a áreas
rurales, donde encuentra salarios más bajos, fuerza
laboral más dócil, menores regulaciones ambienta-
les y, en muchos casos, donaciones de terrenos, ven-
tajas administrativas e incentivos fiscales otorgados
por los gobiernos locales interesados en su implan-
tación. Es el caso de las ensambladoras de automó-
viles para exportación a los Estados Unidos, en el
marco del TLCAN, que se han localizado en diversas
áreas rur-urbanas del centro-norte y norte de México
para beneficiarse de estas ventajas y de la localiza-
ción estratégica en relación con el destino de los pro-
ductos. En sus nuevas ubicaciones, estas industrias
generan también urbanización y conurbación.
Aunque en apariencia, estos procesos territoria-
les parecen similares a los ocurridos en los países
desarrollados de Europa y Estados Unidos, descri-
FIGURA 1.Fábrica de Ce-
mento Tolteca, Ciudad
de México, 1932. Fuente:
FAO_01_000335, Fondo Aero-
fotográfico Acervo Histórico
Fundación ICA, A. C.

FIGURA 2.Desarrollo habi-
tacional construido en el
predio de la ex-fábrica de
Cemento Tolteca, 2018.
Fuente: Lisett Márquez,
2018.
tos por diversos autores (Méndez y Caravaca,1999:
267-268; Benko y Lipietz, 1994; entre otros), han pre-
sentado características particulares derivadas de
las especificidades históricas de nuestro desarrollo
industrial y urbano que hemos esbozado a lo largo
de este trabajo. Una de ellas, significativa en la for-
mación de los nuevos ámbitos industriales, es la
ausencia de políticas de construcción de formas
de aglomeración industrial ligadas a la investigación
y desarrollo tecnológico como los tecnopolos, las
tecnópolis, los parques tecnológicos o distritos in-
dustriales, cuya función es otorgar a las empresas
allí instaladas ventajas de escala, localización, aglo-
meración e investigación compartida para lograr
una mayor competitividad (Benko, 1998).
La terciarización informal
y la transformación urbana
La consolidación de la metrópoli contemporánea
se ha relacionado unívocamente con un proceso de
desindustrialización-terciarización, que sustituye la
LISETT MÁRQUEZ LÓPEZ • 164
base productiva anterior por una economía de ser-
vicios e información, como etapa inevitable del de-
sarrollo, ligada a la idea de la sociedad posindustrial
(Márquez y Pradilla, 2008: 28), en la cual se transitaría
de una economía industrial a otra de servicios, basa-
da en el desarrollo tecnológico y científico, generando
una nueva estratificación con elites técnicas hege-
mónicas (Bell, 1976: 561, citado en Garza, 2006: 60).
Durante la segunda mitad del siglo XX, la ma-
yoría de las naciones desarrolladas experimentaron
una importante recuperación económica a partir de
1985; en el marco de la llamada globalización, inicia-
ron tanto la formación de una nueva industria de alta
tecnología (Méndez y Caravaca, 1999), como una ex-
pansión del sector servicios, con un alto dinamismo
de los servicios especializados al productor, en el que
el conocimiento técnico-científico y la informática
jugaron un papel muy importante para su desarrollo
y transformaron de manera significativa sus estruc-
turas económicas y sociales; a este nuevo proceso
se le denominó revolución terciaria (Garza, 2006: 61).
En los países avanzados, el crecimiento cuan-
titativo y cualitativo del sector terciario se ha sus-
165 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
tentado en el surgimiento e intenso despliegue de
procesos productivos de alta tecnología –robótica,
informática, telecomunicaciones, nanotecnología y
biotecnología–, localizados en nuevas formas terri-
toriales –distritos industriales, tecnópolis, tecnopo-
los, y parques tecnológicos–, al interior de la trama
de las ciudades región, integradas regionalmente,
caracterizadas por la presencia de infraestructura de
alta tecnología y vinculadas con los centros de inves-
tigación y desarrollo y con núcleos de servicios espe-
cializados a la producción (Márquez y Pradilla, 2005).
En la terciarización urbana en curso, dotada de
muchas innovaciones tecnológicas en su operación,
se han añadido muchas actividades que expresan la
constante mercantilización de bienes, servicios, pa-
trimonios tangibles e intangibles, cultura y ambien-
te, y los nuevos artefactos urbano-arquitectónicos
que les sirven de soporte territorial. La terciarización
también aparece al interior de las industrias, en el
momento en que se transfieren o se subcontratan
ciertos servicios, que antes producía internamente
la empresa, a una empresa de gestión externa. Estos
servicios cubren las siguientes áreas: finanzas, ase-
soramiento legal y de gestión, innovación y desarro-
llo, diseño, administración, mantenimiento, transpor-
te, comunicaciones, publicidad, limpieza, seguridad
y almacenamiento, fomentando el crecimiento de
una serie de servicios a las empresas o a la produc-
ción complementaria, denominados genéricamente
servicios especializados a la producción, cuya con-
centración cuantitativa y cualitativa sería una de las
características definitorias de las ciudades globales
(Sassen, [1991] 1999: 129).
En Latinoamérica, a partir de la década de los
ochenta, después del inicio de la aplicación de las po-
líticas neoliberales, las principales ciudades, sobre
todo las grandes metrópolis –Buenos Aires, Sao
Paulo, Río de Janeiro, Ciudad de México, Santia-
go–, experimentaron una importante expansión del
sector terciario, dinamizando algunas ramas de los
servicios al productor, como consultorías internacio-
nales, comunicaciones, actividades financieras, me-
dios de difusión, etc. (Garza, 2006: 74), concentradas
en un reducido sector urbano moderno, dominado
por el capital trasnacional, lo cual impactó su es-
Desarrollo y diseño urbano
tructura económica.
A diferencia de los países avanzados, en las
ciudades latinoamericanas y específicamente en
la Ciudad de México, existe una incapacidad es-
tructural, que se remonta a la fase de ISI, del sector
industrial, comercial y de servicios formales urba-
nos, para generar los empleos necesarios, estables
y adecuadamente remunerados, que requiere la
masa de fuerza de trabajo disponible, produciendo
una tercerización polarizada: por un lado existe un
sector terciario formal moderno, productivo, avanza-
do tecnológicamente, que utiliza relativamente poca
mano de obra calificada; por otro, existe un vasto
sector informal, al margen de la legislación, precario
y atrasado, de poca productividad, con trabajos mal
remunerados, inestables, con condiciones laborales
inadecuadas y carentes de acceso a los servicios
sociales –protección social, programas de vivienda
o cobertura de necesidades sociales como salud,
vejez y discapacidad–. Se trata, por tanto, de una
tercerización informalizada de la economía urbana
(Márquez y Pradilla, 2005).
Los impactos territoriales de la terciarización
El proceso de desindustrialización de nuestras me-
trópolis ha impulsado hacia la transición a una eco-
nomía terciaria urbana, generando impactos signifi-
cativos en el territorio, reflejados básicamente en la
proliferación de cambios de uso de suelo, derivados
del cierre o abandono de inmuebles industriales
para dar paso a usos más redituables como el ha-
bitacional, el comercial o el de servicios. La multi-
plicación de actividades terciarias en las metrópolis

también ha generado modificaciones en la estructu-
ra urbana al profundizar la formación de un amplio
sistema de corredores urbanos terciarios, entendidos
como un agrupamiento o concentración lineal de in-
muebles ubicados a lo largo de una vía o eje de flujos
de automotores, personas y objetos, que soportan
mayoritariamente actividades terciarias. Esta nue-
va lógica desplaza y reordena a la centralidad ori-
ginal y a las subcentralidades. En ellos, se articulan
diversos artefactos terciarios como plazas y centros
comerciales, clubes privados, hotelería, edificios cor-
porativos y de usos mixtos, salas de espectáculos,
etc., que, en la actualidad, son objeto de continuas
y grandes intervenciones del capital inmobiliario-fi-
nanciero que elevan su altura y densidad inmobiliaria
para maximizar su rentabilidad (Pradilla y Pino, 2004;
Márquez, 2012: 46).
Como era de esperar, el terciario informal tam-
bién se hace presente en los territorios urbanos, en
la forma de concentraciones de vendedores en la vía
pública a lo largo de las calles transitadas, las pla-
zas públicas y otros sitios de concentración perma-
nente o temporal de posibles compradores del sector
popular, ya que en ellos obtienen la sobrevivencia
los vendedores y atienden a los consumidores de
bajos ingresos.
Conclusiones
El proceso de desindustrialización, resultado de los
efectos económicos, globales y locales, provocados
por el neoliberalismo, sufridos en las principales
ciudades latinoamericanas y, específicamente, en
LISETT MÁRQUEZ LÓPEZ • 166
la Ciudad de México, y su tránsito hacia una econo-
mía terciaría polarizada, caracterizada por un sector
terciario formal muy reducido, flexible, menos pro-
ductivo y poco generador de empleos estables, y un
sector informal creador de muchos empleos preca-
rios y mal remunerados, distan mucho de la produc-
tividad y el dinamismo económico generado por el
sector industrial y su capacidad de crear empleos
estables y bien remunerados, y de propiciar la im-
plantación de otras actividades industriales, comer-
ciales y de servicios encadenadas a las empresas
manufactureras, han generado efectos económicos
y territoriales; éstos nos enfrentan a la disyuntiva de
aceptar esta tendencia a la desindustrialización-ter-
ciarización polarizada o pensar en la posibilidad de
modificar su curso y revitalizar al sector industrial,
mediante una reindustrialización moderna y sus-
tentable en términos ambientales, acompañada del
desarrollo de la ciencia y la tecnología, que permita
el crecimiento del mercado interno, aprovechando la
potencialidad y las ventajas competitivas generadas
históricamente. En este sentido, quizá tendríamos
que volver a mirar hacia la reindustrialización de la
Región Centro del país, lo que significaría un reto
para la investigación territorial.
Los procesos analizados nos llevan también a
plantearnos la necesidad de orientar nuestro trabajo
investigativo y de formación de planificadores hacia
la comprensión de los impactos que producen sobre
la estructura urbana general y de las zonas parti-
culares donde se producen, así como sus efectos
socio-territoriales sobre la población mayoritaria ha-
bitando o trabajando en estos ámbitos urbanos tra-
dicionales, lo que significa un trabajo de largo aliento.
167 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
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 Desarrollo y diseño urbano

Movilidad laboral en el borde urbano

Zacatelco-Xicohtzinco, Tlaxcala
Rubén Marcelo Castillo Álvarez
Instituto de Estudios Superiores de la Ciudad de México “Rosario Castellanos”.

Palabras clave: movilidad

laboral, urbanización difusa, Resumen: En el presente artículo se muestran las formas de movilidad
pluriactividad, agentes laboral de acuerdo al perfil laboral de los trabajadores en el borde urba-
sociales, borde urbano no Zacatelco-Xicohtzinco y se analizan las variables que la determinan,
Zacatelco-Xicohtzinco. como las distancias, los tiempos y los gastos del transporte al trabajo.
Se exponen las teorías y los procesos históricos que explican dicho
Keywords: labor mobility, fenómeno geográfico, así como las transformaciones territoriales, en un
diffuse urbanization, contexto de globalización neoliberal y urbanización difusa. Para recabar
pluriactivity, social agents, información, se aplicó un cuestionario a trabajadores que habitan en la
Zacatelco-Xicohtzinco zona, lo que nos permitió observar, de forma empírica, que existen gran-
urban edge. des transformaciones en las actividades económicas y en el territorio
metropolitano y local. Finalmente, se presentan los hallazgos sobre los
cambios urbanos y rurales más significativos, así como las formas de
transición de lo rural a lo urbano y la pluriactividad, lo que amplía la
perspectiva de la investigación territorial reciente.

Abstract: This article discusses the different types of labor mobility of

workers at the urban edge of Zacatelco-Xicohtzinco according to their
characteristics, and analyzes the variables that determine their labor
mobility, such as distance, time and cost of transportation to the job-
site. The theories and historical processes that explain this geographi-
cal phenomenon are presented, as well as the territorial transforma-
tions taking place in a context of neoliberal globalization and diffuse
urbanization. To collect the information, a questionnaire was applied
to workers living in the area. From the responses, we were able to em-
pirically observe a considerable transformation in economic activities
and in the metropolitan and local territory. The findings on the most
significant urban and rural changes are presented, as well as the forms
of transition from rural to urban and pluriactivity, broadening the per-
Imagen: obtenida de Google Maps.

spective of recent territorial research.


Introducción
La ciudad es la invención cultural más grande y
compleja creada por el ingenio humano. Se ha con-
formado como un territorio con múltiples flujos de
movimiento y de localizaciones, los cuales se rela-
cionan de manera compleja con distintos procesos
económicos, sociales y culturales, fundamentados
en la lógica de producción capitalista. La presencia
del fenómeno urbano ha impulsado el movimiento de
personas, mercancías e información que, a su vez,
ha causado una reestructuración y transformación
de los espacios urbanos y rurales. La población en
movimiento es una de las características sustan-
ciales de las ciudades; no obstante, en sus viajes
cotidianos se ha visto limitada por varios aspectos
inherentes a su movimiento y que le distinguen de
otros procesos territoriales, como: las formas de mo-
vilidad, los tiempos altos de recorrido en los viajes al
trabajo, y los costos, a menudo también altos, des-
tinados para tal propósito por parte de la población,
así como una urbanización difusa que se muestra en
las metrópolis.
Una de las formas visibles del proceso de cre-
cimiento urbano es la urbanización difusa, la cual, de
acuerdo con Galindo (2007: 12), se entiende como
“la coexistencia de caracteres rurales y urbanos (en
el periurbano lejano de las ciudades) y, la comple-
jidad de las estructuras espaciales derivadas (red
de ciudades), confirman la presencia de fenómenos
que sobrepasan la capacidad analítica del clásico
paradigma campo-ciudad (ciudad como área)”. Es
un proceso de expansión que “se presenta en los lí-
mites físicos entre lo arquitectónicamente urbano y
la fisonomía rural […] anteponiendo sus espacios no
conurbados y la fisonomía aún campirana como for-
ma de pervivencia y paisaje alternativa que se niega
a sucumbir a la tentación de la urbe del asfalto” (Del-
gadillo, citado en Delgado, 2008: 7-8).
RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 170
La desigual disposición de las actividades eco-
nómicas y residenciales, se orienta hacia una ur-
banización difusa, ocasionada por la coexistencia
de dinámicas urbanas y rurales de forma amplia y
dispersa sobre el territorio. De acuerdo con lo ante-
rior, el presente trabajo sostiene que hay una estre-
cha relación entre el crecimiento urbano difuso y el
cambio en los perfiles laborales y, por ende, en las
condiciones socioeconómicas de los habitantes de
la región. En ese sentido, el notorio incremento de la
distancia y el tiempo entre la vivienda y el centro de
trabajo, refuerza la idea de que la urbanización difu-
sa da lugar a una movilidad desigual cuando se trata
de cuestiones laborales. Ello propicia que los trasla-
dos vivienda-trabajo sean diferenciales en el espacio.
De esta manera, la población urbana y rural es quien
padece la deficiente e inadecuada disposición y or-
ganización del territorio que se difunde sobre gran-
des extensiones de suelo.
Ahora bien, no es posible asignar un lugar único
a cada individuo o población (Módenes, 1998). Las
personas se encuentran en constante desplazamien-
to y la ciudad contemporánea ha propiciado que esta
actividad se desarrolle como parte de una ruptura y
transformación de los escenarios territoriales (Mó-
denes, 1998; Fernández et al., 2007), particularmente
de las localizaciones de la vivienda y de los centros
laborales. Los traslados se han obstaculizado por un
crecimiento amplio y difuso de las metrópolis, cuya
disociación de las actividades económicas ha impli-
cado la autoorganización y el reordenamiento de la
vida rural y urbana de los agentes sociales.
El tema de la movilidad laboral ha llamado la
atención y cobrado impulso desde hace más de una
década; se ha nutrido de estudios realizados tanto
en México como en otros países.1 A partir de esta
perspectiva de investigación, el presente trabajo
busca enriquecer el análisis de los desplazamientos
humanos en contextos aparentemente urbanos,2
171 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
con especial énfasis en los movimientos generados
por el traslado de los trabajadores de su vivienda a
los entornos laborales, los cuales se han visto afec-
tados por el fenómeno de la urbanización difusa. El
trabajo se enfoca en el borde urbano Zacatelco-Xi-
cohtzinco, localizado en el centro-sur del estado de
Tlaxcala (véase Mapa 1) con una población total
de 66040 habitantes (INEGI, 2010).
Se delimita de esta manera porque conjunta a
dos municipios importantes que tienen conurbación
física (Sedesol et al., 2010: 14-26), como es el caso
de las ciudades de Puebla y Tlaxcala. Ambos espa-
cios, y sus respectivas ciudades intermedias, han in-
teractuado históricamente por el constante flujo de
bienes y servicios, así como de mano de obra, dada
la accesibilidad y conectividad que la infraestructu-
ra vial permite, la cual las comunica y vincula. Con
base en la premisa de Ramírez (2007), se decidió
adoptar el concepto de borde urbano porque se con-
sidera que las zonas urbanas y rurales de Zacatelco
y Xicohtzinco atraviesan un franco desarrollo territo-
rial de carácter heterogéneo, amplio y difuso por la
multiplicidad de procesos rurales y urbanos que les
acontecen, y por lo tanto, se necesitan explicar sus
transformaciones. De acuerdo con Ramírez (2007),
el borde urbano se define como:
[…] la franja variable que circunda a la mancha urbana
consolidada, y que es parte medular de su transición,
crecimiento y evolución […] los bordes son zonas di-
ferenciadas que se forman como resultado de la arti-
culación compleja de procesos que se generan en las
zonas ubicadas entre la mancha urbana de la ciudad
y los límites político administrativos [principalmente,
los límites municipales] (Ramírez, 2007: 78).
La principal característica de un borde urbano es
que se presenta como una zona donde interactúan
varias actividades socioeconómicas y espaciales,
rurales y urbanas, las cuales están en constante di-
namismo (Ramírez, 2007: 78-79).
Asimismo, el crecimiento urbano difuso y am-
pliado que se ha presentado en algunas metrópo-
lis mexicanas como las de Puebla y Tlaxcala, han
Desarrollo y diseño urbano
generado que amplios espacios rurales se integren
diferencialmente a la mancha urbana o bien a pro-
cesos urbanos que las ligan con algunas condicio-
nes que transforman sus perfiles laborales. En tal
sentido, la movilidad laboral se ha desarrollado bajo
condiciones heterogéneas, determinadas por los in-
gresos de los trabajadores y del lugar donde viven.
De esta forma, deben adaptarse a las condiciones
en las que se desenvuelve una ciudad ampliada,
heterogénea, difusa y segregada. Por ejemplo, los
trabajadores rurales han sido integrados a nuevos
perfiles laborales, a diversos mercados de trabajo
y a múltiples actividades económicas, como la plu-
riactividad. La dinámica territorial del borde urbano
Zacatelco-Xicohtzinco ha presentado una tendencia
similar, principalmente, por la profunda interrelación
que propicia entre las ciudades capitales de Tlaxca-
la y Puebla. Estos procesos se han incrementado en
los bordes urbanos de las distintas zonas metropoli-
tanas, donde se han transformando las condiciones
de vida y se ha generado un incremento en la movi-
lidad laboral de las metrópolis.
1. Entre la literatura nacional reciente sobre movilidad laboral
se encuentran las contribuciones de Blanca Ramírez
(2005, 2009, 2012 y 2015), Castillo (2013 y 2015), Martí-
nez y Ramírez (2015), Garrocho (2011), Casado (2008).
2. Varias teorías explican el crecimiento urbano en áreas fuera
del centro predominante, tales como los suburbios, la peri-
feria urbana, la interfase rural-urbana, entre otras acepcio-
nes. De acuerdo con Ramírez (2007: 78) “Se argumenta que
estas zonas no son homogéneas, sino que, por el contrario,
dependiendo de las prácticas sociales que prevalecen
en la construcción de la ciudad se constituyen en zonas
diferenciadas e integradas por la diversidad de procesos
que las caracterizan, a los cuales se les denomina bordes”.
Para completar la idea anterior, estos bordes pueden ser
rurales, urbanos o rural-urbanos.
 RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 172

MAPA 1. Borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco en el

valle Puebla-Tlaxcala. Fuente: Elaboración propia
a partir de INEGI (2010).
173 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Por otra parte, en la presente investigación se
asumen como variables que determinan la movili-
dad laboral: las formas de movilidad, las distancias,
los tiempos y los gastos en los viajes al trabajo.
De tal forma, a partir de las premisas expuestas,
se plantean las siguientes preguntas de investigación:
¿Cuáles son las formas de movilidad de los
agentes sociales de acuerdo con su perfil laboral?
¿qué variables o factores configuran a la movilidad
laboral en la población del borde urbano Zacatel-
co-Xicohtzinco? y ¿cuáles son los procesos terri-
toriales y socioeconómicos presentes en su con-
formación?
Dichas preguntas se contextualizan tomando en
consideración los procesos económicos y regionales
preponderantes en la esfera mundial, como la globa-
lización neoliberal, la segregación urbana y la flexibi-
lidad laboral.
Por lo tanto, la presente investigación tiene el
propósito de analizar y revelar las formas de movili-
dad laboral de acuerdo con los perfiles laborales de
los agentes que se reproducen socialmente en el
borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco, y analizar las
variables de la movilidad laboral que la determinan.
De forma empírica, se da cuenta de los perfiles la-
borales y las características de los desplazamientos
que los habitantes deben realizar. Ello permite expli-
car las transformaciones económicas y territoriales
de la zona en estudio.
Para adquirir información precisa sobre el tema,
se acudió a dos medios: las fuentes de datos pri-
marias y secundarias. La obtención de datos se
basó en el trabajo de campo que consistió en la
aplicación de una encuesta en la zona de estudio,
con el fin de conocer el perfil laboral, las formas de
movilidad, las distancias, tiempos de traslado, ingre-
sos y gastos en transporte y gasolina. A partir del
instrumento inferencial, se esperaba encontrar los
principales insumos de: 1) los desplazamientos labo-
rales de la población residente en la zona de estudio
(población local), y 2) los desplazamientos laborales
de la población no residente (o población flotante, de
acuerdo con Garrocho, 2011: 11). De esta forma, el
diseño del cuestionario se realizó a partir de una re-
visión de fuentes secundarias con base en otros ins-
Desarrollo y diseño urbano
trumentos, entre los cuales tenemos: la Encuesta
Origen Destino para la Zona Metropolitana del Valle
de México (INEGI-GDF-EDOMEX, 2007) y el cuestiona-
rio ampliado (INEGI, 2010).3
El cuestionario está integrado por tres aparta-
dos: los datos personales, los aspectos socioeco-
nómicos y la movilidad laboral; lo integran 22 pre-
guntas entre abiertas y cerradas. En junio de 2013
se aplicaron 217 cuestionarios en 20 colonias loca-
lizadas en el eje principal del borde urbano Zacatel-
co-Xicohtzinco, específicamente sobre la carretera
federal Tlaxcala-Puebla, lo cual, estadísticamente
hablando, se considera significativo al establecerse
un nivel de confianza de α = 0.05; es decir, de 95 %
(Vallejo, 2012). De esta manera, se creó una base
de datos con atributos y cartografía pertinente. El
estudio permitió evidenciar que existen transforma-
ciones profundas en las actividades económicas y
territoriales en las escalas metropolitana y local.
De este modo, el objetivo principal de la inves-
tigación fue analizar e interpretar los componentes
que inciden en la movilidad laboral de la población.
A partir de este marco conceptual, se exponen las
posturas teóricas y metodológicas que esclarecen
dicho fenómeno metropolitano y local, con el fin de
conocer de forma empírica y teórica las recientes
transformaciones urbanas y rurales del borde urba-
no Zacatelco-Xicohtzinco, Tlaxcala. Asimismo, se
entiende que los aspectos históricos en la zona de
estudio han determinado en buena medida los pro-
cesos territoriales que la distinguen.
3. En el momento que se diseñó el cuestionario, aún no se
publicaban los resultados de la Encuesta Origen Destino en
Hogares de la Zona Metropolitana del Valle de México 2017.

La Zona Metropolitana Puebla-Tlaxcala: un
desarrollo diferencial con raíces históricas
Desde la segunda mitad del siglo XX, la región Pue-
bla-Tlaxcala tuvo una acelerada urbanización, a cau-
sa de la política económica nacional de sustitución
de importaciones, así como del creciente impulso de
actividades económicas en las principales zonas ur-
banas del país. Las políticas de planeación urbana
de la época privilegiaban los intereses de agentes
económicos particulares en un ordenamiento te-
rritorial para el desarrollo de la región, en beneficio,
principalmente, de la gran industria. Propiamente,
no existía una planeación urbana —o se encontraba
de forma incipiente—, y se alentaba únicamente el
desarrollo industrial; como resultado de ello, hubo
un crecimiento urbano desordenado e incontrolable.
En un primer momento (1950-1970), la urbanización
se concentró en las zonas industriales, mientras
que, en un segundo periodo (1970-2010), se pre-
sentó una urbanización dispersa en áreas urbanas
y rurales amplias. A partir de estos sucesos, se con-
figuraron los aspectos industriales y la dinámica te-
rritorial de la Zona Metropolitana de Puebla-Tlaxcala.
El origen de los vínculos entre Puebla
y Tlaxcala: movilidad y localización
de la vivienda
El dominio económico, político y social de Puebla
sobre Tlaxcala se ha dado en diversos momentos
de la historia regional, cuya consecuencia principal
es la conformación de la actual Zona Metropolitana
Puebla-Tlaxcala. Desde el siglo XVI, Puebla se es-
tableció como el lugar de los criollos y de acumu-
lación de capital, mientras que Tlaxcala se fundó
como la ciudad indígena donde se asienta la mano
de obra regional (Ramírez, 2010b: 32-33). Esta re-
gión se ha favorecido por su localización privilegia-
RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 174
da que la vincula históricamente con otras regiones
del país, como el puerto de Veracruz y la Ciudad de
México (Ramírez, 2010b: 33). En este periodo, se
conformaron las bases de un corredor de activida-
des económicas que principió con la localización
de los obrajes y de los talleres artesanales en loca-
lidades distribuidas entre las ciudades de Tlaxcala
y Puebla, cuyo mayor desarrollo se dio con el auge
de las industrias textil y del pulque. Desde el siglo
XVIII hasta inicios del XX, la edificación de la vivienda
de los trabajadores tenía un carácter modesto en su
construcción y se localizaba alrededor del centro de
las localidades principales de la ciudad (Mumford,
1979; Bairoch, 1990). Entonces, los trabajadores vi-
vían cerca de los talleres artesanales u obrajes, por
esta razón la movilidad laboral era prácticamente
de corta duración y de poca distancia. Aquí, la forma
histórica de trasladarse que predominó en la mayo-
ría de la población fue la tracción animal y los viajes
a pie (Ramírez, 2012: 6).
Localización industrial, crecimiento urbano
y la conformación del borde urbano
En Puebla, los gobernantes y empresarios locales
impulsaron el crecimiento urbano e industrial duran-
te el periodo de 1950 a 1970; a la par, se dio apoyo
a la creación de soportes materiales para garantizar
la circulación de mercancías y de flujos poblacio-
nales. Se construyeron vías de comunicación que
conectaron a la ciudad de Puebla con otras zonas
metropolitanas. Además, se consolidó una impor-
tante localización industrial a nivel regional, hecho
que promovió de manera significativa las activida-
des económicas en los tres sectores productivos de
la región y proyectó a la entidad vecina, Tlaxcala, y a
su región a nivel nacional e internacional. A partir de
1960, y en el marco de la política nacional de parques
y ciudades industriales, en Puebla hubo una serie de
175 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
inversiones públicas como la inauguración de la
autopista México-Puebla (1962), el tramo Puebla-
Orizaba (1965), así como un conjunto de inversiones
y localizaciones industriales, tales como Cementos
Atoyac (1960), la planta armadora de automóviles de
origen alemán Volkswagen (1965) en el municipio
de Cuautlancingo e Hylsa (1967) en el municipio de
San Miguel Xoxtla (Yanes, 2010: 149; Hernández y
Aca, 2010: 101).
A partir de la década de 1950, el gobierno tlax-
calteca se propuso acelerar las inversiones en la
región y, para ello, comenzó una transformación
industrial —aprovechando la política de industriali-
zación por sustitución de importaciones que desde
1940 adoptó el país,4 y se presenta de forma tar-
día en Tlaxcala—, la cual, según los agentes en el
poder, pretendía una renovación de las actividades
económicas en la zona Puebla-Tlaxcala. El objetivo
central de estos grupos era salir del estancamiento
de la economía local, producido por el desmorona-
miento progresivo de las haciendas agrarias y por
la crisis de la industria textil y pulquera, donde la
última se enfrentó a una fuerte competencia con
empresas productoras de otras bebidas, en espe-
cial de la cerveza y diversas bebidas industrializa-
das (Rendón, 1996).
Desde 1970, las autoridades y empresarios
de Tlaxcala se preocuparon por reactivar la indus-
trialización del estado, para lo cual aprovecharon
la descentralización de las actividades industriales
del centro del país (Hernández y Aca, 2010: 101).
El propósito era implementar nuevos corredores y
parques industriales en su territorio. También se
crearon las condiciones económicas, fiscales y ad-
ministrativas necesarias para atraer a la industria
nacional e internacional,5 aunque las inversiones
que llegaron al estado lo hicieron de manera inci-
piente. De esta forma, la economía basada en las
actividades agrícolas o del campo quedó rezaga-
da del desarrollo regional, ya que estuvo “olvidada”
por los gobiernos tlaxcaltecas del periodo señalado;
mientras tanto, Puebla, sobre todo su zona metropo-
litana, se acrecentaba económicamente con el proce-
so de industrialización y de infraestructura regional
que experimentó a partir de la década de 1960.
Desarrollo y diseño urbano
A la par del proceso de la incipiente industriali-
zación tlaxcalteca, se observó un desarrollo acelera-
do en Puebla. Esto trajo consigo el surgimiento de
parques y corredores industriales entre ambas ciu-
dades, lo que detonó y reactivó significativamente el
corredor de Puebla-Tlaxcala,6 entre otros territorios.7
De acuerdo con González (2008: 121-145), quizá di-
cho fenómeno fue motivado porque “una empresa
motriz en el sentido dado por Perroux,8 se instala en
el polo dominante y desencadena fuerzas de polari-
zación. Éstas se irradiarán hacia el entorno median-
te efectos inductores y generarán nuevas industrias
en Tlaxcala”. Probablemente, tal polarización ha su-
cedido en la región Tlaxcala-Puebla.
Además, la anterior situación generó y aceleró
el proceso de urbanización en el valle de Puebla-
4. El modelo económico de sustitución de importaciones
seguido por el país desde la década de los cuarenta se
distinguió, desde la perspectiva territorial, por una elevada
concentración de la actividad económica total en pocos
puntos y teniendo como nodo preeminente a la región
centro, en general y la Zona Metropolitana de la Ciudad de
México, en particular (Sobrino, 2003: 108).
5. Entre los años de 1951 a 1969, se crearon leyes para
impulsar y atraer a la industria a través de la exención
del pago de impuestos estatales, municipales y prediales
(Rendón, 1996, Capítulo V).
6. Incluye a los actuales municipios de Tlaxcala, Tepeyanco,
San Lorenzo Axocomanitla, Santa Cruz Quiletla, Zacatel-
co, Santo Toribio Xicohtzinco, Papalotla; y del estado de
Puebla a Cuautlancingo y el propio Puebla.
7. Después del año de 1970, el primer corredor industrial fue
el de Tlaxcala-Puebla, en el cual se instalaron fábricas de
partes automotrices, maquinaria y productos químicos, de
alimentos y artículos de consumo diversos (Rendón, 1996,
Capítulo V, párr. 12).
8. François Perroux elaboró la teoría de la polarización;
argumentó que el “crecimiento no aparece en todas partes
a la vez” (1973: 10), se genera a partir de ciertos polos de
crecimiento o de desarrollo desde los cuales se irradian
fuerzas centrípetas y centrífugas (de concentración y de
difusión) que impactan al espacio económico (González,
2008: 21).

Tlaxcala. Las actividades económicas basadas en la
agricultura se vieron desfavorecidas ante el impulso
de las basadas en los sectores secundario y tercia-
rio y el consecuente avance territorial de los asen-
tamientos humanos e industriales —localizados en
las mejores tierras agrícolas—, que desde entonces,
cedieron ante la presión urbana de esos agentes
económicos. González (2008) refiere que existen
dos periodos históricos de polarización económica
en Puebla y Tlaxcala: 1) la industria textil —época co-
lonial—, y 2) la industria automotriz —siglo XX—, en
consecuencia, la dinámica poblacional e industrial
se incrementó y, a su vez, esto repercutió de forma
notable en la estructura urbana y en los desplaza-
mientos laborales cotidianos. Tales cambios se vi-
gorizaron en la década de los sesenta y dieron lugar
a un corredor urbano e industrial entre las ciudades
de Puebla y Tlaxcala. Igualmente, dicho proceso
previó una expansión urbana y metropolitana difusa
que ayudó a conformar el surgimiento del borde ur-
bano Zacatelco-Xicohtzinco. Así pues, el paisaje del
valle metropolitano se transformó sustancialmente,
pasó de ser preponderantemente rural-agrícola a ur-
bano-industrial. Por lo tanto, se trasmutó el paisaje
9
en una urbanización difusa, y con ello, los desplaza-
mientos al trabajo.
En general, la ciudad de Puebla sobresalió eco-
nómicamente desde antes del siglo XVIII (Ramírez,
2010b) y después de la segunda mitad del siglo
XX —en comparación con el incipiente crecimiento de
Tlaxcala—. Este rápido crecimiento urbano e industrial
fue resultado de la política nacional de sustitución de
importaciones y del creciente impulso de las activi-
dades económicas e industriales en los principales
centros urbanos del país (Yanes, 2010). Histórica-
mente, Puebla y Tlaxcala han mantenido vínculos
productivos y sociales fundamentales entre sus
economías locales. Además, han tenido una relativa
integración territorial con el corredor, especialmente,
RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 176
en sus variantes estructurales como la rural/urbana
y la industrial/terciaria, aunque con marcadas dife-
rencias culturales sobre sus orígenes.
El proceso de conformación del corredor histó-
rico se fundamentó en la dinámica derivada de las
primeras vías férreas que enlazaban a la región con
otras de importancia económica del país, como el
puerto de Veracruz y la Ciudad de México. Asimis-
mo, la conformación histórica del borde urbano
Zacatelco-Xicohtzinco se debe a las actividades
económicas que en la actualidad lo sustentan, des-
de la industria tradicional —en el siglo XVIII— hasta
la aparición de nuevas formas económicas de re-
producción de capital, como el comercio y los ser-
vicios. Actualmente, el borde se caracteriza por la
localización y la correlación territorial de la vivienda
de los trabajadores con los centros laborales. Al res-
pecto, una de las formas de enlace son las trayec-
torias cotidianas laborales que realizan los agentes
con características y perfiles laborales distintos.
Las políticas estatales de intervención
en el campo y la planeación territorial
de la región Puebla-Tlaxcala
Como parte de la crisis económica de 1980, el Esta-
do mexicano cambió a un modelo económico distin-
to y hacia una reforma estructural del sector agrícola.
Así, el modelo de sustitución de importaciones llegó
a su fin. La estrategia empleada para la recupera-
ción de la economía con estabilidad de precios fue
la de una modernización económica (Damián et al.,
2009: 115), la cual incluyó a diversos sectores de
la economía, entre ellos el agropecuario. Este últi-
9. Actualmente subsisten actividades primarias que no han
desaparecido y son fundamentales para la economía local.
La pluriactividad combina actividades económicas rurales
con actividades no rurales.
177 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
mo mostraba claros signos de debilitamiento, tales
como el estancamiento de la actividad productiva,
déficit en la balanza comercial, el deterioro ecológi-
co y un mayor índice de pobreza (Téllez, 1994: 7, en
Damián et al., 2009: 115). A finales del siglo XX, la
reforma estructural del campo mexicano tuvo como
base la fase ideológica de acumulación de capital
conocida como neoliberalismo (Damián et al., 2009:
116), lo que trajo consigo una desprotección de los
trabajadores agrícolas al sacarlos del ejido, median-
te las reformas constitucionales al artículo 27 y su
inminente privatización, teniendo que transitar ha-
cia otras formas para obtener ingresos y garantizar
la reproducción social campesina, significando ello
la transición laboral diferenciada del sector agrícola
hacia el sector industrial, el comercio y los servicios.
En la región de Puebla-Tlaxcala, el sector cam-
pesino o agrícola no ha desaparecido del todo. Como
menciona De Grammont, está presente la pluriactivi-
dad  laboral y no implica la desaparición de la activi-
10
dad agropecuaria, por lo que las unidades familiares
continúan cultivando especies agrícolas fundamen-
tales para ellos, como el frijol y el maíz (2006: 2, ci-
tado en Osorio et al., 2015: 580). Con las medidas
estructurales económicas impuestas a mediados
de la década del año de 1990, la pobreza y la des-
igualdad social se acrecentaron (Calva, 2005, citado
en Damián et al., 2009: 118), dando lugar a la caída
en los ingresos de los campesinos y a un mayor nú-
mero de población en condiciones de pobreza. En
Tlaxcala, lo anterior, dio lugar a que los trabajado-
res agrícolas buscaran otras formas de ingresos
como estrategia de reproducción social, motivando
la salida de sus lugares de trabajo agrícolas11 y del
entorno territorial inmediato, propiciando la movili-
dad laboral hacia otros mercados laborales. De esta
forma, las reformas estructurales económicas alte-
raron las formas de vida rural (Damián et al., 2009:
120), una de ellas de forma significativa: la del des-
plazamiento hacia otras localidades con múltiples
actividades económicas: industriales, de servicios y
comercio, perviviendo las actividades primarias de
manera simultánea como perfiles laborales parale-
los en los agentes móviles.
Desarrollo y diseño urbano
Como menciona Osorio et al. (2015: 597), es
posible la combinación de actividades denominada
pluriactividad (actividades extrafinca) en el borde
urbano, por el aporte significativo de ingresos que
pudiera contribuir para satisfacer las necesidades
familiares. De acuerdo con Osorio et al., (2015), se
prevé un incremento en la pluriactividad, pero con
la permanencia de la actividad agrícola, específica-
mente en la producción de los cultivos necesarios
para alimentación de la familia campesina, como
es el caso del maíz. Con lo anterior, se vislumbran
procesos propios de una periferia urbana; o bien, de
un borde urbano característico de lo que en teoría ur-
bana se conoce como las relaciones campo-ciudad.
En suma, las políticas de intervención estatal y
la reforma estructural bajo el esquema de la fase ca-
pitalista del neoliberalismo han traído consigo, lejos
de mejorar la productividad del sector agrícola, las
siguientes consecuencias:
1) La emigración campo-ciudad, 2) los agentes
económicos buscan diversas estrategias de repro-
ducción social, 3) la pluriactividad laboral, compren-
de actividades económicas laborales múltiples y
simultáneas, transformando y manteniendo la acti-
vidad de jornalero agrícola con otras formas labo-
10. Autores como De Grammont (2006) han señalado que,
en los hogares rurales, particularmente en las últimas dos
décadas del siglo pasado, se dio un crecimiento impresio-
nante de los ingresos no agrícolas, llevando a una nueva
combinación de actividades agropecuarias con activida-
des no agropecuarias, esencialmente asalariadas, lo que
ha sido conocido como pluriactividad (2006: 2, citado en
Osorio et al., 2015: 580).
11. Así como la migración del campo a la ciudad (Ramírez,
2003: 66) y hacia los Estados Unidos de América.

rales como la de albañil, chofer de transporte, co-
merciante y obrero, etcétera. Como parte de todas
estas formas laborales, el agente económico puede
vender su fuerza de trabajo en más de una ocasión
por jornada laboral, y 4) la salida de la comunidad y
el entorno territorial inmediato en busca de merca-
dos laborales locales o regionales, lo que implica la
movilidad laboral.
A dichos elementos se deben sumar los ámbitos
de planeación territorial en el campo y en la ciudad;
que a menudo, no son las más adecuadas confor-
me a las características y necesidades de la propia
población que se moviliza. Por último, la planeación
territorial ha privilegiado el desarrollo urbano indus-
trial, y ha dejado de lado o no ha tratado de forma
profunda el tema de la movilidad urbana y local de
la Zona Metropolitana Puebla-Tlaxcala.12
La forma urbana en la Zona Metropolitana
Puebla-Tlaxcala y caracterización del borde
urbano Zacatelco-Xicohtzinco
La ciudad, en general ha tendido a expandirse ha-
cia las áreas de poco o nulo valor mercantil y a las
áreas de alto o muy alto valor ambiental, incorporan-
do tierras de producción agrícola (Ávila, 2009: 106);
es decir, hacia los bordes de la ciudad. Un ejemplo
son los bordes urbanos del valle de Puebla-Tlaxcala,
donde cohabitan asentamientos rurales y urbanos
que atraviesan una fase de transición de activida-
des económicas rurales a urbanas. Al respecto, una
de las transformaciones que ha tenido lugar es el
cambio de un tipo laboral por otro. El caso más
claro es el de los trabajadores agrícolas, quienes
se reajustan a ocupaciones en el sector secunda-
rio y terciario de la economía regional y local, como
obreros(as), costureras(os), choferes, albañiles, co-
merciantes, etcétera. En general, los campesinos se
RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 178
han visto obligados a buscar alternativas de ingreso
fuera del sector agrícola, en especial fuera de su lo-
calidad de residencia (Cerón, 2015: 168).
A partir de lo anterior, la expansión urbana de
la Zona Metropolitana Puebla-Tlaxcala hacia la pe-
riferia ha sido evidente, principalmente, por la apa-
rición de una “ruptura en la forma urbana”, ocurrida
desde la década de los años sesenta, consistente
en el hecho de que el conjunto de transformaciones
urbanas evidencia la aparición de nuevas formas de
ocupación del territorio fuera del área urbana inicial
o central (Ornelas y Martell, 2010: 69), motivando el
crecimiento urbano disperso hacia los bordes de la
ciudad. Esto ha llevado a nuevas formas de produc-
ción capitalista que, a su vez, han incidido en el perfil
laboral de los agentes sociales y, por lo tanto, en las
formas de movilidad laboral que se presentan en el
borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco.
El borde urbano participa como un articulador o
“bisagra” de las actividades económicas en la Zona
Metropolitana de Puebla-Tlaxcala. Se le puede con-
siderar como un mercado laboral local, debido a que
en su territorio se entrecruza la oferta y la demanda
de puestos de trabajo, lo que origina desplazamien-
tos laborales cotidianos de trabajadores flotantes y
locales, considerando otras posibilidades en el ori-
gen y destino de los viajes. En tal sentido, es impor-
tante conocer el proceso de localización industrial
en Tlaxcala que, junto con la infraestructura metro-
politana, ha envuelto al borde urbano. Como ya se
mencionó, en la región Puebla-Tlaxcala, al menos
desde 1976, se inició la conformación de parques
y corredores industriales. La localización industrial
para el estado de Tlaxcala se puede ver en el Mapa 2.
12. Consultar el Programa de Ordenamiento Territorial y
Desarrollo Urbano para el estado de Tlaxcala 2013.
179 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
MAPA 2. Corredores, parques y zonas industriales en Tlaxcala.
Fuente: Elaboración propia con base en imagen de Gon-
zález (2008: 170), e información económica y estatal de
Tlaxcala, Secretaría de Economía (2015).
Las principales vialidades del borde
urbano Zacatelco-Xicohtzinco
El borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco es un con-
tinuo urbano-rural abrupto, en el cual se localizan
diversas industrias, principalmente del ramo de la
química y la metalurgia, las cuales requieren de
mano de obra cualificada para sus procesos de pro-
ducción. Es un espacio en constante transformación
desde las últimas tres décadas. La infraestructura
vial la ha vigorizado, y se organiza a partir de tres vías
de comunicación principales: 1) la carretera federal
Puebla Tlaxcala –119– o avenida de las Industrias, es
la que contiene y atraviesa físicamente al borde,
es libre de cuota, conecta la ciudad de Puebla con
Desarrollo y diseño urbano
la de Tlaxcala y es la vía de comunicación principal
que funciona como soporte material del borde; 2) la
carretera federal Puebla-Tlaxcala –121– o carretera
de los topes (Martínez, 2013: 10), es libre de cuota y
atraviesa varios asentamientos humanos del orien-
te de los municipios de Zacatelco y Xicohtzinco y 3) la
autopista de cuota Tlaxcala-Puebla —inaugurada el
11 de enero de 2014—, atraviesa al estado de Tlax-
cala hasta la autopista México-Puebla; es paralela
a las dos anteriores y genera una nueva dinámica
territorial en los asentamientos humanos de la re-
gión (véase Mapa 3). Estas vías de comunicación
regional envuelven, por así decirlo, al borde urbano
y contienen al crecimiento urbano disperso de este
territorio, aunque son estas mismas carreteras las
 RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 180

MAPA 3. Principales vialidades en el borde urbano

Zacatelco-Xicohtzinco. Fuente: Elaboración propia
a partir de INEGI (2010).
181 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

que lo vinculan con las diversas localidades de las
metrópolis. Esta situación configura de manera im-
portante los desplazamientos cotidianos al trabajo
que la población realiza.
tivo en los municipios de Zacatelco (-3.56 %) y Te-
peyanco (-12.54 %). Por el contrario, en el periodo
quinquenal 2005-2010, se observa que Tepeyanco
fue el municipio con la tasa de crecimiento más alta
del borde urbano con 3.78 %, —éste es un municipio

Desarrollo y diseño urbano

eminentemente agrícola—, y Xicohtzinco, con un
Delimitación del borde urbano perfil económico industrial, obtuvo 2.69 % de creci-
Zacatelco-Xicohtzinco miento poblacional (véase Gráfica 1).

La delimitación territorial del borde urbano (véase

Mapa 3), se definió a partir de las Áreas Geoestadís-
ticas Básica (AGEB) adjuntas al eje carretero Tlaxca-
la-Puebla (119).13 Como resultado, el borde urbano
se integra a partir de 23 AGEB repartidas en seis
municipios del estado de Tlaxcala, los cuales son:
Tepeyanco, Papalotla, Xicohtzinco, Zacatelco, San
Juan Huactzinco y San Lorenzo Axocomanitla. Tie-
ne una población total a nivel municipal de 100 820
habitantes (INEGI, 2010) (Tabla 1), lo que representa
Movilidad laboral y perfiles laborales
en el borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco
A continuación se muestran los principales hallazgos
del estudio de campo realizado con los habitantes del
borde urbano, que nos permitió conocer detallada-
mente sus perfiles laborales y los viajes cotidianos.
El cuestionario permitió identificar las caracterís-
ticas más importantes de los trabajadores que lo

Tabla 1. Población total por municipio en el borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco

Municipio/años 1990 % 1995 % 2000 % 2005 % 2010 %

Zacatelco 36 650 41.9 30 574 39.0 31 915 38.3 35 316 38.7 38 654 38.3

Xicohtzinco 8 563 9.8 9 485 12.1 10 226 12.3 10 732 11.8 12 255 12.2

Papalotla 17 222 19.7 19 901 25.4 22 288 26.7 24 616 27.0 26 997 26.8

Tepeyanco 16 942 19.4 8 672 11.1 9 006 10.8 9 176 10.1 11 048 11.0

San Juan Huactzinco 4 729 5.4 5 510 7.0 5 547 6.7 6 577 7.2 6 821 6.8

San L. Axocomanitla 3 440 3.9 4 264 5.4 4 368 5.2 4 817 5.3 5 045 5.0

Total 87 546   78 406   83 350   91 234   100 820  

Fuente: Elaboración propia a partir de INEGI (1990, 1995, 2000, 2005 y 2010).

3.7 % de la población total de la zona metropolita-

na (véase Tabla 1). El municipio de Zacatelco es el
municipio más poblado con 38 % del total; seguido
por Xicohtzinco, con 12 % de la población municipal
total del borde urbano (INEGI, 2010).
A nivel municipal, en el quinquenio de 1990 a
1995, se estima un crecimiento poblacional nega-
13. Las AGEB que el eje carretero no cruza se incorpora-
ron bajo el siguiente criterio: el centroide de cada AGEB
debía estar más próximo al eje carretero Tlaxcala-Puebla
(119) que a la carretera Puebla-Apizaco (121) —ambas
vialidades son paralelas—. En la delimitación del polígono
de estudio, se incluyeron las AGEB colindantes con la carre-
tera federal Tlaxcala-Puebla. El procedimiento anterior se
realizó mediante el software Arcgis v.10.1 y la herramienta
del centro medio de Arctoolbox.
 RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 182

Gráfica 1. Tasa de crecimiento poblacional de 1990 a 2010 por quinquenio,

en los municipios del borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco

Fuente: Elaboración propia a partir de INEGI (1990, 1995, 2000, 2005 y 2010).

habitan, lo cual permitió conocer cómo desarrollan
sus actividades cotidianas y cuáles son los compo-
nentes que inciden dentro de sus decisiones de mo-
vilidad laboral.
En un primer momento, se advierte la presencia
de dos perfiles laborales: trabajadores cualificados y
trabajadores no cualificados. En segundo lugar, se
identificó a dos tipos de trabajadores: los locales y
los flotantes. Es decir, los primeros son población
que pernocta y trabaja dentro del borde urbano y los
segundos, población que trabaja en el borde pero
vive fuera de éste. Para ambos casos, en la Tabla 2
se muestran los perfiles laborales en el borde:
Otros aspectos característicos de los agentes
locales y flotantes que laboran en el borde son, en
primer lugar, el que refiere que 52.3 % gastó más
de $100 al día en transporte público, y en segundo
lugar, el que revela los tiempos de viaje y las distan-
cias recorridas entre la vivienda y el centro laboral,
como se aprecia en la Tabla 3.
De acuerdo con la movilidad laboral de los
agentes locales y flotantes del borde urbano Zaca-

Tabla 2. Perfiles laborales en el borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco

Población local Población flotante
Abarrotero Empleada de negocio particular
Ayudante general Empleados de la industria química
Empleado de negocio particular Empleado con negocio propio*
Empleado con negocio propio* Plomero
Vendedor de alimentos y ropa Técnico
Empleado de la industria química y técnico Venta de alimentos

* Se refiere a la población que además de trabajar para un establecimiento en el sector secundario,

comercio o servicios, instauró un negocio propio con el fin de obtener un ingreso adicional al primero.
Fuente: elaboración propia con base en investigación de campo, 2013.
 183 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Tabla 3. Tiempos de viaje y distancias recorridas de la vivienda al trabajo
Tiempos de viaje
Trabajadores
(promedio)
Locales 15 minutos
Flotantes 40 minutos
Fuente: elaboración propia con base en investigación de campo, 2013.
telco-Xicohtzinco, se puntualizan los siguientes as-
pectos significativos:
• Los profesionistas son quienes perciben un
mayor salario y quienes recorren mayores dis-
tancias, con mayores costos de viaje vivienda-
trabajo.
• Los trabajadores locales se desplazan esencial-
mente a pie, en bicicleta y en transporte público.
• Las mujeres usan, en su mayoría, el transporte
público y los hombres, dos medios: el automó-
vil propio y el transporte público.
• Las trabajadoras cualificadas perciben una re-
muneración menor que los hombres, y destinan
18% de su salario mensual al traslado laboral.
• Los perfiles laborales más dinámicos en el terri-
torio son los vendedores y comerciantes.
En suma, las principales formas de movilidad
laboral se pueden catalogar por género. Las muje-
res usan, primordialmente, el transporte público y
los hombres, dos medios en especial: el automóvil
propio y el transporte público. En relación a la mo-
vilidad no motorizada, el comportamiento por ge-
neró resultó muy heterogéneo. En general, las mu-
jeres están dispuestas a trasladarse a pesar de los
periodos de tiempo largos y del gasto que implica
viajar en transporte; asumen el esfuerzo —no tienen
muchas opciones de trabajo en sus localidades—,
y vislumbran una zona de oportunidad laboral y de
negocios amplia dentro del borde urbano. Sin em-
bargo, los trabajadores se desligan o desapegan del
Distancias recorridas
(promedio)
5 km
Desarrollo y diseño urbano
18 km
territorio en el que viven, ya que consideran “no vivir”
en el lugar donde se encuentra su vivienda habitual,
porque pasan la mayor parte del tiempo en el centro
laboral. Por otra parte, dentro de los perfiles labo-
rales de trabajadores cualificados, se encuentran
los plomeros, los técnicos y los empleados de la
industria química. En este caso, las formas de tras-
lado son fundamentalmente el transporte público y
el automóvil propio. En el Mapa 4, se muestran las
trayectorias predominantes14 por perfil laboral de la
población local en el borde urbano.
Como se expuso, esto corrobora algunas pre-
misas sobre los trabajadores cualificados que viven
fuera del borde urbano, los cuales recorren cotidia-
namente trayectorias más extensas —en distancia
y tiempo— y gastan en sus desplazamientos una
cantidad por arriba del promedio. Los trabajadores
cualificados eligen efectuar desplazamientos prolon-
gados para llegar a las empresas del borde urbano,
principalmente por los salarios más altos que éstas
ofertan. Por lo antes señalado, se puede afirmar que
la movilidad cotidiana vivienda–trabajo–vivienda
se encuentra determinada, en buena medida, por la
dispersión urbana en la que se aprecia una movili-
dad laboral difusa.
Por su parte, en los Mapas 5 y 6 se muestran
puntualmente las actividades primarias —con base
14. Se entiende por trayectorias predominantes los viajes de la
población por perfil laboral que fueron más frecuentes, con
base en el cuestionario (2013) que se aplicó en la zona de
estudio.
 RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 184

MAPA 4. Trayectorias predominantes por perfil laboral en

el borde urbano. Fuente: Elaboración propia con base
en investigación de campo, 2013.
185 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Desarrollo y diseño urbano

MAPA 5. Especialización económica secundaria y ramas prima-

rias en el borde urbano. Fuente: Elaboración propia con base
en investigación de campo, 2013 e INEGI (DENUE, 2011).
 RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 186

MAPA 6. Especialización económica terciaria y ramas primarias

en el borde urbano. Fuente: Elaboración propia con base en
investigación de campo, 2013 e INEGI (DENUE, 2011).
187 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
en el Directorio Estadístico Nacional de Unidades
Económicas (DENUE)—, las cuales se contrastan con
la especialización económica secundaria y terciaria
por AGEB. Además, se sobrepone a estos mapas la
capa de las trayectorias predominantes por perfil
laboral. Esto daría cuenta de las múltiples posibili-
dades en la mezcla de actividades económicas en
un entorno aparentemente urbano como lo es el
borde, pero con matices rurales arraigados y que,
en esencia, daría la posibilidad de la pluriactividad de
los agentes locales.
Reflexiones finales y principales hallazgos
El fenómeno de la movilidad laboral ha desencade-
nado profundas transformaciones territoriales. En
el borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco se advierten
procesos de urbanización difusa como la expan-
sión, dispersión y una endeble conexión entre los
lugares. En los procesos de acumulación del capital,
la configuración geográfica y el crecimiento de las
metrópolis son determinadas por los agentes eco-
nómicos, las prácticas cotidianas de éstos y los es-
pacios disponibles para su reproducción social, así
como por las innovaciones territoriales y laborales
sui géneris que crean. Entonces, las trayectorias vi-
vienda-trabajo se dibujan como un extenso abanico
de posibilidades entre demandas y ofertas laborales,
costos de traslado, formas de movilidad y perfiles
laborales.
Uno de los hallazgos relevantes da cuenta del
fuerte vínculo entre los estados de Puebla y Tlaxca-
la, que a pesar de tener procesos de urbanización
heterogéneos, confluyen territorialmente en ciertos
lugares como el del borde urbano, que además, cabe
decir, se le puede denominar una cuenca laboral. De
esta manera, la urbanización difusa genera brechas
de profunda desigualdad económica y social entre
la población trabajadora del borde según el perfil la-
boral. Es así como la movilidad laboral metropolitana
surge en un contexto territorial cada vez más dis-
perso, dilatado, heterogéneo y segregado, en donde,
los trabajadores se ven obligados a adaptarse a las
Desarrollo y diseño urbano
condiciones del mercado laboral local.
Asimismo, en el borde urbano se presentan pro-
cesos de mutación laboral de lo rural a lo urbano
de ida y vuelta, los cuales se difuminan entre tales
realidades, en donde lo urbano predomina sobre lo
rural; y en otros momentos, lo rural se hace más
visible. Surgen así, actividades rurales y urbanas
híbridas, o una combinación de actividades agrope-
cuarias con actividades no agropecuarias, aspecto
conocido como pluriactividad, tema que permanece
abierto para profundizar en su exploración y estudio
en futuras investigaciones territoriales, para esta y
otras zonas metropolitanas del país.
En otro orden de ideas, se requiere de una pla-
neación territorial del borde urbano que ayude a ge-
nerar vínculos geográficos apropiados e inclusivos
entre los lugares de vivienda y de la actividad labo-
ral. Las entidades públicas y privadas y los propios
agentes económicos deben contribuir a la creación
de soportes materiales, como infraestructura vial
diversa, acorde a las necesidades de la población
con el objetivo de hacer más eficientes las dinámi-
cas laborales en la metrópolis; por ejemplo, sería
pertinente desarrollar ciclovías y camellones para
los peatones, ya que son formas significativas de
desplazamiento local.
Ahora bien, se corroboran los siguientes hallaz-
gos para el borde urbano Zacatelco-Xicohtzinco:
1. Es un territorio en el cual convergen procesos
de paso y de transición entre lo rural y lo urbano.
2. Las actividades económicas primarias persis-
ten en un contexto de aparente predominio de
lo metropolitano. Así, se despliegan rasgos pro-

fundos de actividades rurales en los agentes
sociales “urbanos”.
3. Las actividades laborales se inclinan a la ter-
ciarización económica, transmutando con ello
los perfiles de los trabajadores: de los sectores
primarios y secundarios hacia el terciario y una co-
existencia entre éstos.
4. La población se adapta constantemente a los
ajustes económicos de los mercados de traba-
jo, y por lo tanto, los sujetos cambian continua-
mente de actividades económicas.
5. Los agentes sociales permutan unos lugares
por otros, tanto habitacionales y laborales; así,
se reconocen dos fenómenos territoriales si-
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RUBÉN MARCELO CASTILLO ÁLVAREZ • 188
multáneos: la movilidad laboral y la movilidad
residencial.
Con la presente investigación se ha abierto un
posible camino para trabajos futuros que traten el
tema de forma más amplia y profunda, mediante
diversas teorías y metodologías, con el fin de enri-
quecer la investigación territorial.
Finalmente, la vivienda se queda deshabitada
durante el día y ocupada en la noche, mientras que,
a cualquier hora, el trayecto es la vivencia propia
del trabajador. La vida se va en el viaje. Siguiendo la
idea de Ramírez y Sakho (2015: 38): nunca en casa,
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99-127, en http://www.sociologicamexico.azc.
uam.mx/index.php/ Sociologica/article/viewFi-
le/396/372
 Desarrollo y diseño urbano
Recolección de agua de lluvia
Propuestas para la Ciudad de México
Noé Espinoza Valdez
Maestría en Ciencias y Artes para el Diseño
Palabras clave: agua pluvial,
sistema de captación, legis-
lación de agua de lluvia.
Keywords: rainwater,
catchment system, rainwa-
ter legislation.
Imagen: obtenida de https://pixabay.com/es/
Resumen: La gestión del agua de lluvia en las ciudades es un proble-
ma recurrente, debido a un mayor volumen de precipitación en menos
tiempo, saturando el drenaje al agregarse a las aguas residuales y con-
taminando el agua.
Hasta ahora los esfuerzos para la captación y utilización del agua
de lluvia han sido mínimos, aislados y poco organizados, por no contar
con una propuesta de gobierno que reúna las diversas iniciativas de la
sociedad y la academia, aun cuando este punto está contemplado en
la Ley de Aguas de la Ciudad de México.
En la presente investigación se propone un procedimiento con los
elementos, criterios de cálculo y las características para la construc-
ción de los sistemas de captación del agua de lluvia, así como un pre-
supuesto de inversión para su realización, tiempo de recuperación y
costo de mantenimiento, con el objetivo de ofrecer una propuesta que
lleve a la autosuficiencia hídrica en las colonias de la Ciudad de México.
Abstract: Rainwater management in cities is a recurrent problem. When
a large volume of water falls in a short time it is added to the wastewa-
ter and saturates the drainage system, polluting the water.
To date, efforts to capture and use rainwater have been minimal, iso-
lated, and poorly organized, because there is no government proposal
that draws together the various community and academic initiatives,
even though rainwater capture is considered in the Mexico City Water Act.
This paper offers a proposal that would lead to water self-sufficien-
cy in the neighborhoods of Mexico city by means of a rainwater harves-
ting system. It describes the necessary elements, criteria for calcula-
tions, and characteristics of its construction. Also proposed is a budget
stating the investment that would be required, including the time for
cost recovery and maintenance costs.

La problemática
La temporada de lluvias trae problemas año con año
en la Ciudad de México. Con frecuencia hay inunda-
ciones por la obstrucción de coladeras, la saturación
de la red de drenaje que provoca rupturas de duc-
tos por el exceso de presión, el desbordamiento de
canales, el brote de agua de las alcantarillas mez-
clada con aguas negras, la inundación de vialidades,
viviendas, comercios y espacios públicos, colonias
enteras, daño de vehículos y de propiedades: bie-
nes muebles e inmuebles. Hasta ahora no existe un
sistema de alcantarillado que permita separar las
aguas pluviales de las aguas negras, por lo que se
incrementa exponencialmente el volumen de agua
que se exporta.
Al ocurrir la escorrentía desde las montañas que
rodean a la ciudad, el agua forma afluentes naturales
en el fondo de cañadas y barrancas formando ríos y
arroyos que, al llegar a la zona urbana y conurbada,
FIGURA 1. Afluencias de ríos urbanos en la Ciudad de México, Fuente: UNAM. PUEC (2010).
NOÉ ESPINOZA VALDEZ • 192
se mezclan con aguas residuales provenientes de
drenajes de viviendas, fábricas, hospitales y edificios
de equipamiento público y comercial. Los ríos en la
zona urbana de la Ciudad de México, desde 1950, se
encuentran entubados, mientras que otros están
ahora en proceso de entubamiento, como es el caso
del río de los Remedios y el canal de la compañía
para dirigirse al sistema de drenaje profundo.
El agua de lluvia en su totalidad es dirigida al
sistema de alcantarillado, donde se mezcla con
aguas negras para, posteriormente, ser expulsada
de la ciudad a través del sistema de drenaje profun-
do. En la Figura 1, se puede observar la afluencia de
los ríos; las líneas de color azul marcan la trayectoria
en zonas rurales y de reserva ecológica, las líneas
continuas color azul a los ríos entubados dentro de
la zona urbana; todos son conectados a las líneas ro-
jas que representan el Sistema de Drenaje Profundo.
El agua exportada a través del drenaje profundo
con dirección hacia el río Tula es de 20 m3 / s, una vez
193 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
utilizada el agua de desecho recorre sin tratamien-
to 62 km. A través del sistema de drenaje profundo
se exporta la cantidad de 57 m3 / s, de los cuales 37
son residuales y 20 m3/s son pluviales, en algunos
puntos la profundidad llega hasta 150 m y 7.5 m de
diámetro, desde el Valle de México hasta una planta
de aguas residuales en el municipio de Atotonilco de
Tula, Hidalgo (Contreras, 2017: 15).
Como se sabe, la Ciudad de México padece de-
sabasto de agua potable en temporada de sequía, por
ello, la extracción de agua de los mantos freáticos
se produce de manera excesiva, por ejemplo, “se
considera que el acuífero de la ciudad sufre una
sobreexplotación del 120 %” (Conagua, 2011: 12),
provocando hundimientos de suelo que, al cambiar
el nivel y forma de la superficie, genera fallas en el
sistema de alcantarillado, produciendo pendientes
inversas, fracturas y filtraciones, contaminación del
suelo, el agua y el aire. La insuficiencia del manto
freático para satisfacer la necesidad del volumen
de agua para la población obliga a la importación
desde sitios muy remotos con costos muy elevados,
además del desabasto en los lugares de extracción
(Instituto de Ingeniería, UNAM, 2013).
La población en México ha crecido de manera
exponencial desde 1810 hasta la fecha, aproxima-
damente en 2 000 %, según fuentes de INEGI (2015).
Mientras que la población aumenta, la reserva de
agua en los mantos freáticos disminuye, debido al
significativo volumen de extracción, así como tam-
bién se reduce la superficie de hidratación de los
mantos freáticos al extenderse la mancha urbana,
Análisis del crecimiento en la Ciudad de México, decrecimiento de la reserva superficial de agua. Fuente: Colegio de
FIGURA 2.
México (2002).
la pavimentación y, en consecuencia la disminu-
ción de la vegetación ir desapareciendo las áreas
agrícolas y de conservación ecológica en las ciuda-
des (Figura 2).
El crecimiento poblacional, la falta de planea-
Desarrollo y diseño urbano
ción urbana y territorial, la antigüedad de los siste-
mas de distribución de agua y drenaje, la situación
económica del país y la población (Incide, 2009), la
desigual distribución de la riqueza en la población
y la mala administración de los recursos públicos
han llevado a la Ciudad de México a un abuso ex-
cesivo de la tecnología, generando el puente hídri-
co más grande del mundo que importa el agua del
lado del Océano Pacífico para utilizarla en el Valle
de México y exportarla hacia el Golfo de México. “La
insustentabilidad del modelo actual está haciendo
que la situación tarde o temprano colapse. El agua
del acuífero además de que está expuesta a la con-
taminación, no se recarga a la misma velocidad que
se extrae y dicha sobrexplotación trae consigo el
constante hundimiento de muchas zonas” (García,
2012: 12).
La pregunta relevante que nos lleva a este estu-
dio es la siguiente: ¿no será conveniente invertir en
tecnología de captación pluvial en la edificación, la
colonia y la ciudad?, así como crear una infraestruc-
tura pluvial que otorgue beneficios a corto, mediano
y largo plazos, además de utilizar los afluentes natu-
rales: ríos y arroyos para satisfacer la demanda de
las colonias asentadas en lomeríos, que actualmen-
te requieren el bombeo desde las zonas bajas hasta
los asentamientos ubicados en las partes altas de

la ciudad, utilizándose un recurso adicional en elec-
tricidad (Guerrero, 2009: 19).
Ante tal problemática, es importante conocer
cómo funciona la estructura de operación guberna-
mental en materia de agua y de captación pluvial
y cuál es el fundamento y estructura jurídica que
regulan las funciones operativas gubernamentales,
así como los planes y programas cuya finalidad sea
incentivar la actividad de captación de agua de llu-
via con fines de aprovechamiento.
Para lo cual se estudió al agua pluvial, los pro-
blemas generados, la operación actual, la funda-
mentación jurídica, las propuestas en la materia, los
procedimientos y la implementación de los ordena-
mientos.
De la información analizada se observó que la
problemática se genera a partir de que el agua de
lluvia no se utiliza y, al no hacerlo, satura las redes
mixtas de drenaje, cuya capacidad ha sido rebasada,
al haber mayor precipitación de la calculada al mo-
mento de su construcción; finalmente esta agua se
exporta mediante un sistema artificial denominado
sistema de drenaje profundo, ya que la Ciudad de
México se encuentra dentro de una cuenca endo-
rreica, en cuyo valle está asentada la mayor parte
de la ciudad.
El problema de estudio tiene varias aristas, por
ello se puede analizar desde diferentes ámbitos y dis-
ciplinas que, de acuerdo al enfoque, arroja datos es-
pecíficos e interdependientes, por lo que se considera
para su estudio la teoría de los sistemas complejos.
Objetivos de investigación
Objetivo general
• A partir de la revisión de las propuestas y ope-
ración actual en políticas de manejo de agua
a nivel gubernamental, de su fundamento jurí-
NOÉ ESPINOZA VALDEZ • 194
dico y de iniciativas ciudadanas y privadas, se
proponen criterios técnicos para la Norma Téc-
nica Complementaria de Instalaciones Hidráu-
licas del Reglamento de Construcciones de la
Ciudad de México. Con estos criterios, se ex-
plicarán los elementos de cálculo asociados a
las instalaciones necesarias para la captación,
tratamiento, almacenamiento y uso de agua
pluvial, tanto en edificaciones nuevas como en
construcciones existentes.
Objetivos específicos
• Revisar y analizar marcos conceptuales aplica-
bles al problema de captación de agua de lluvia.
• Analizar el marco jurídico mexicano para ubicar
cuáles instrumentos (leyes, reglamentos y nor-
mas) regulan la captación de agua pluvial en la
Ciudad de México, para determinar la jurispru-
dencia.
• Identificar las instituciones responsables de ge-
nerar y ejecutar políticas y acciones en materia
de captación de agua pluvial.
• Definir el proceso legal que debe seguirse para
determinar la adición de los criterios en las
Normas Técnicas Complementarias de Insta-
laciones Hidráulicas del Reglamento de Cons-
trucciones de la Ciudad de México.
• Revisar el estado del arte en materia de cap-
tación de agua pluvial para obtener criterios
de cálculo, procedimientos constructivos, así
como detectar los diferentes niveles de capta-
ción y uso del agua pluvial en edificaciones de
la Ciudad de México.
• Determinar el porcentaje de disminución al con-
sumo de agua potable al sustituirla por agua
pluvial en actividades humanas.
• Determinar, con base en la clasificación de
usos de agua, cuáles procesos pueden utilizar
el agua pluvial sin purificación.
195 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Para comenzar el análisis, se investigó sobre el
uso del agua pluvial en la ciudad, si hay tratamien-
to, qué proceso sigue, cuál es su destino final que
ésta tiene; también el procedimiento gubernamen-
tal operativo desde su recolección hasta el destino
final, si existe o no una planeación actual y futura
sobre el uso de este recurso y cuál es el contenido
de la legislación que rige el uso, destino y aprove-
chamiento. También se hizo una investigación so-
bre las propuestas desarrolladas por la iniciativa
privada, organizaciones ciudadanas e instituciones
educativas.
Además, en cuestión tecnológica se indagó
sobre quiénes realizan aportaciones para la capta-
ción pluvial, en que ámbitos aportan y qué proce-
sos siguen.
El estudio abordó los procedimientos en Mé-
xico para captar agua de lluvia; de igual forma, se
analizaron aportaciones, se complementó un proce-
dimiento y se aplicó en un estudio de caso, con la
finalidad de designar los criterios de cálculo recaba-
dos y conocer los volúmenes resultantes de capta-
ción de agua de lluvia, así como la disminución en
el consumo de agua potable y la emisión de aguas
residuales al utilizar agua de lluvia previo tratamien-
to en usos de actividad humana. Se realizó un pre-
supuesto para determinar los costos de instalación
y conocer los materiales por emplear, el manteni-
miento necesario y las ventajas de instalar dicho
sistema.
En el proceso de investigación se incluyeron va-
rios métodos: documental histórico, jurídico, opera-
tivo y técnico. El primero para conocer el origen del
problema del agua y la evolución que éste conlleva;
el jurídico porque es el fundamento de regulación
de la operación y planeación para que el gobierno
guíe las políticas de regulación y trabajo; el operati-
vo, pues es donde se establecen los procesos admi-
nistrativos y de mantenimiento, así como los planes
de proyectos de desarrollo a futuro.
Se complementó con una investigación de
campo de tipo cualitativo por medio de la funda-
mentación teórica, entrevistas estructuradas rea-
lizadas a especialistas en materia de captación de
agua de lluvia, en el ámbito técnico y de legislación
Desarrollo y diseño urbano
en materia ambiental, para complementar la infor-
mación, triangular y validar los resultados.
En el proceso de análisis de la información para
obtener un diagnóstico sistematizado del problema
de estudio, se realizó la definición y ubicación sisté-
mica del objeto de estudio como un problema com-
plejo, como parte de un socioecosistema de acuerdo
con el método que propone Peter Checkland en su li-
bro Pensamiento de sistemas, práctica de los sistemas
(2000); en éste se ubica el objeto de estudio como
primer constructo dentro de un sistema pertinente
de actividad humana, es decir, la captación de agua
pluvial como objeto de estudio, que es un sistema
pertinente en la Comisión de Aguas de la Ciudad de
México; esta comisión debería tener interrelación
de sistemas con la Secretaría de Desarrollo Urbano
y Vivienda de la Ciudad de México, pero no se da,
por causas que se expresan en los resultados, así
como la interrelación con subsistemas en las direc-
ciones operativas y coordinaciones de administra-
ción, operación y mantenimiento urbanas de estas
dependencias.
Hallazgos
Como parte de los resultados, se observó que en
tanto la normatividad vigente, sí hay legislación apli-
cable en materia de captación de agua pluvial, pero
no es la adecuada, por no estar en los documentos
correspondientes para su aplicación. Las reglas para
la incorporación del uso del agua pluvial en las cons-
trucciones se establece en la Ley de Sustentabilidad
Hídrica (2017), pero no en su reglamento ni en el
Reglamento de Construcciones del Distrito Federal

(2004), tampoco en las Normas Técnicas Comple-
mentarias de Instalaciones Hidráulicas NTCIH (2011),
documentos de consulta para obtener un permiso
para una nueva construcción o remodelación. Como
se observa, dichos reglamentos no están actualiza-
dos conforme a la ley. De ahí que en la presente in-
vestigación, se realiza una propuesta de adición a
las NTCIH del Reglamento de Construcciones de la
Ciudad de México; este reglamento es dependiente
de la Ley de Desarrollo Urbano y Vivienda del Distrito
Federal (2011), ahora Ciudad de México.
Del análisis en materia jurídica, se observó
que existe legislación en materia de captación de
agua pluvial en la Constitución de la Ciudad de Mé-
xico (2017), que tiene correspondencia con la Ley
de Sustentabilidad Hídrica de la Ciudad de México
(2017), normatividad en materia de captación de
agua pluvial que obliga a que en las nuevas cons-
trucciones, edificaciones públicas y de gobierno se
instalen sistemas de captación de agua pluvial. En
esta ley, se menciona como cosecha de lluvia, tér-
mino distinto a la definición común en la otra legis-
Fundamento Ámbito de
Ley
de operación operación
Federal Ley Federal de Aguas
Constitución Política
Legislación
de la CDMX
Ley de Sustentabilidad
Local Hídrica de CDMX, 2017
Ley de Desarrollo
Urbano y Vivienda
Alcaldías No hay atribuciones
FIGURA 3. Diagnóstico jurídico.
NOÉ ESPINOZA VALDEZ • 196
lación, donde se menciona como captación de agua
pluvial por lo que se recomienda adecuar la defini-
ción acorde con la legislación en la materia.
En la Ley de Sustentabilidad Hídrica de la Ciu-
dad de México (2017), hay normatividad que se
complementa con el Código Fiscal del Distrito Fede-
ral (2011). Esta ley, sin embargo, no es el instrumen-
to utilizado por las alcaldías de la Ciudad de México
y el área correspondiente para emitir permisos de
construcción y remodelación de edificaciones. El
instrumento de obligaciones, que fundamenta los
criterios técnicos para la captación pluvial, es el
Reglamento de Construcciones del Distrito Federal
(2004), ahora Ciudad de México, más las Normas
Técnicas Complementarias de Instalaciones Hidráu-
licas para el diseño y ejecución de instalaciones hi-
dráulicas (2011) del Reglamento de construcciones
del Distrito Federal.
No hay correspondencia en el Reglamento de
Ley de Aguas del Distrito Federal (2003), ahora Ciu-
dad de México, debido a que la versión vigente es
anterior a la última publicación de la ley.
Análisis
Reglamento de Ley
Reglamento de ley 2002 (anterior a la ley, no hay
correspondencia). No obliga a nuevas edificacio-
nes y remodelaciones a utilizar dispositivos de
captación de agua pluvial.
Reglamentos de construcciones (No incluye
normas y/o criterios de cálculo para captación
pluvial).
Se realizan propuestas por voluntad política a
nivel urbano. A nivel edificación otorga permisos
de construcción con base en las Normas
Técnicas Complementarias de DF. No en la ley
de aguas del DF.
197 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Lo anterior se determinó con base en la revisión
de la legislación en materia de agua de la Ciudad de
México, pues ésta se considera adecuada hasta la
ley, pero los reglamentos, al no estar actualizados
conforme las leyes vigentes, no hacen operativa su
aplicación. Además, no hay correspondencia con
la Ley de Desarrollo Urbano y Vivienda (2010) y su
reglamento, que corresponde a la construcción y re-
modelación de edificaciones.
Dado lo anterior, la ley no es operativa debido
a que los reglamentos no cuentan con los artículos
correspondientes para aplicarla, motivo por el cual
no se solicita la implementación de instalaciones de
captación pluvial y su respectiva utilización.
Una vez conocidos los procesos operativos, su
análisis y diagnóstico, es necesario saber qué se ha
realizado por parte de la sociedad en materia de
captación pluvial.
Actualmente en México y en varias partes del
mundo, se han desarrollado propuestas de cap-
tación de agua pluvial, provenientes de diferentes
organizaciones civiles, sociales, sociedades anó-
nimas e instituciones educativas como la UNAM y
la UAM, que mediante proyectos de investigación
han realizado propuestas para la captación y uso
del agua pluvial, así como procedimientos para el
filtrado y purificación con fines de uso y consumo
humano. A continuación, se describen algunas de
estas propuestas para observar y discernir la mag-
nitud del beneficio.
Isla Urbana: empresa de la iniciativa privada
que desarrolla productos patentados para la capta-
ción de agua pluvial, indica que su misión es “Impul-
sar el desarrollo sustentable en agua con base en la
captación de lluvia” (Lome E., 2009: 5). En su sitio
web se manifiesta que es una empresa con visión
social ecológica que promueve y aplica proyectos de
captación pluvial en zonas marginadas de la ciudad.
El enfoque de esta empresa es de corte urbano
y rural, realiza proyectos a nivel unidad de edificación,
con la finalidad de disminuir el consumo de agua
potable y utilizar parte del agua pluvial captada en
azoteas de domicilios. Los productos cubren los pro-
cesos de filtrado, almacenamiento, sedimentación y
purificación de agua, incluye ahora economizadores
Desarrollo y diseño urbano
de agua en llaves, mezcladoras y regaderas.
Soluciones Hidropluviales: empresa de la inicia-
tiva privada que desarrolla productos patentados
con la finalidad de adecuar los sistemas de alcan-
tarillado existentes, donde hay tubería superficial y
semiprofunda; realiza adecuaciones para su modi-
ficación o también en proyectos para la captación
pluvial en edificaciones. Los productos también fun-
cionan para edificaciones de áreas extensas como
fábricas, centros comerciales, complejos educati-
vos, etc., además, desarrolla infraestructura urbana
como sistemas de alcantarillado público.
Unastabar: Centro Panamericano de Ingeniería
Sanitaria y Ciencias del Ambiente, Guía de diseño
para captación del agua de lluvia (2009), Organiza-
ción Panamericana de la Salud. Sus oficinas están en
la ciudad de Lima, Perú, donde desarrolla proyectos
de tipo social, popular dirigido a localidades rurales
y urbanas marginadas; aportan especificaciones téc-
nicas y fichas de procedimientos constructivos para
sanear comunidades, otorgan instrumentos técnicos
para organismos públicos en materia de agua de llu-
via mediante el desarrollo de programas sociales.
En la Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM) se desarrollan propuestas en las que parti-
cipan una variedad de instituciones y especialistas;
se realizó una propuesta a nivel metropolitano y
obtuvo recursos del Fondo Mexicano de la Conser-
vación de la Naturaleza y la Fundación Gonzalo Río
Arronte; con éste, se generan modelos de gestión
para las cuencas hidrológicas. Realiza un estudio
detallado de la situación actual de la cuenca de va-
lle de México.
La Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), a través de la Escuela Nacional de Estudios
 NOÉ ESPINOZA VALDEZ • 198

Superiores, con estudios de la licenciatura y posgrado
en Ciencias Ambientales, propone soluciones a los
problemas ambientales relativos tanto al manejo inte-
gral del paisaje como de ecosistemas, con un enfoque
interdisciplinario desde las ciencias naturales y las
ciencias sociales. Realizan publicaciones de artículos
en la revista de divulgación Impluvium sobre archivos
históricos, proyectos actuales de captación pluvial,
así como los relacionados con las políticas del agua.
Cada una de las instituciones y organizaciones
que generan propuestas, lo hacen retomando las di-
versas aristas del problema (véase Tablas 1 y 2):
De lo anterior se observa que no hay contra-
dicción en la generación de propuestas. Todas se
realizaron de manera independiente, pero se pueden
complementar entre sí y existen coincidencias con
el objetivo de investigar, desarrollar, promover y, en el
caso de las instituciones privadas, comercializar la
instalación de sistemas de captación pluvial.
Existe tecnología para realizar la captación plu-
vial en prácticamente todo tipo de superficies, utili-
zando características propias. También hay propues-
tas para aplicar en edificaciones de pequeña y gran
escala, así como en infraestructura urbana.
Algunas soluciones se desarrollaron con la fina-
lidad de aplicarse en lugares donde hay carencia o
inexistencia de redes de agua potable, como zonas
de alta marginación donde no existe infraestructura,
pero esto no es impedimento para la instalación en
zonas urbanas de cualquier estrato social.
También se analizaron propuestas de investiga-
dores en materia de captación de agua pluvial, so-
bresalen las de: Pedro Moctezuma, Oscar Monroy,
Nabor Carrillo y Jorge Legorreta, a continuación se
describen puntualmente.
Pedro Moctezuma realiza propuestas para el
Valle de México, destacando que éstas deben de
realizarse a partir del estudio de las cuencas; propo-
ne que cada cuenca debe ser hídricamente autosu-
ficiente (Moctezuma, 2009).
Oscar Monroy coincide con Pedro Moctezuma
en las intervenciones a partir de la cuenca. Realiza

Tabla 1. Comparación de propuestas en materia de captación pluvial

Organización Sector Objetivo Impacto
Edificación Complejo de Infraestructura
edificaciones urbana-ciudad
Cubiertas Pisos
Unastabar Internacional Investigar X
OMS
Isla Urbana Privado Investigar X X
Desarrollar
Promover
Soluciones Privado Investigar X X X X
Hidorpluviales Desarrollar
Promover
UAM Educativo Investigar X
Promover
UNAM Educativo Investigar X X X X
Promover
divulgar

Fuente: Elaboración propia 2018.

199 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

Tabla 2. Comparación de propuestas en materia de captación pluvial (continuación)

Organización Ámbito Dimensión de Observaciones
la intervención
Urbano Rural Reserva
ecológica

Desarrollo y diseño urbano

Unastabar Marginadas Marginadas Latinoamérica Especificaciones técnicas para la
captación de lluvia para consumo
humano.
Isla Urbana X X Nacional Desarrollo de productos para la
captación de agua pluvial.
Soluciones X Latinoamérica Desarrollo de productos para la
Hidorpluviales captación de agua pluvial.
UAM X X Ciudad Desarrolla investigación con interven-
Propuesta Implementación ción de tipo urbano, cubriendo zonas
muy general de propuestas de reserva ecológica.
puntuales
UNAM X X X Nacional Desarrolla investigación con inter-
vención de tipo urbano, cubriendo
zonas de reserva ecológica. Publica
artículos sobre proyectos aplicados y
artículos sobre políticas públicas.

Fuente: Elaboración propia 2018.

propuestas a nivel regional e indica que el agua resi-
dual y pluvial debe tratarse de manera regional y no
cuando ya fue expulsada de las cuencas, como ocu-
rre con el sistema de drenaje profundo que expulsa
el agua contaminada de la cuenca para tratarse fue-
ra de ésta; esta situación implica costos muy altos
debido a la potencia de bombeo con la que se debe
impulsar el agua para mandarse al valle de Tula, de-
positando ésta en la presa Endhó y, posteriormente,
ser tratada de forma parcial en la planta Atotonilco
en el estado de Hidalgo (Monroy, 2017).
Nabor Carrillo, en 1946, advirtió sobre posibles
inundaciones por la pérdida de pendientes del drena-
je, lo cual sucedió años más tarde. Él propuso utilizar
los reservorios superficiales, mediante el proyecto de
Lago de Texcoco, como áreas para el almacenaje
del aguas residuales y pluviales al aumentar la pro-
fundidad del mismo para incrementar la capacidad
de almacenaje e influir en la rehidratación del manto
freático a través de estudios zonificados de mecáni-
ca de suelos (Carrillo, 1969).
Jorge Legorreta en su libro El agua y la Ciudad
de México, de Tenochtitlán a la megalópolis del siglo
XXI hace un análisis longitudinal sobre la evolución
del problema del manejo del agua en ella, enfati-
za en las principales causas que dan origen a los
problemas que hoy vemos reflejados en nuestra
ciudad; analiza los planes parciales que se han rea-
lizado principalmente en la zona de Xochimilco (Le-
gorreta, 2006).
Los autores consultados hacen aportaciones y
propuestas sobre el manejo del agua pluvial, pero se
quedan en el análisis y diagnóstico, aunque a veces
plantean propuestas específicas para determinados
sitios. Todos mencionan la importancia y los proble-
mas producidos por no utilizar el agua de lluvia en la
cuenca de México.
Como se observa no existe contradicción en
sus visiones, dado que reconocen la problemática
en sus diferentes contextos; concuerdan en la inte-
racción con el problema objeto y sus propuestas de
estudio son de carácter urbano. En materia de agua

pluvial, coinciden con que los problemas son provo-
cados por no utilizarla.
El análisis de las propuestas de las institucio-
nes y de los investigadores son compatibles y se
complementan para generar un procedimiento inte-
gral para la captación pluvial; son replicables en los
ámbitos de reserva ecológica, rurales y urbanos. En
el ámbito urbano se analizan procedimientos de in-
fraestructura para vialidades y equipamientos urba-
nos, así como la sustitución de almacenamiento en
reservas superficiales de aguas tratadas por aguas
pluviales, con la finalidad de instalar espacios para
su tratamiento y utilización sectorial con el propósi-
to de disminuir el volumen de expulsión mediante el
sistema de drenaje profundo.
Propuestas
Para la correcta aplicación de la Ley de Sustentabili-
dad Hídrica de la Ciudad de México (2017), debe ha-
ber artículos que la respalden en la Ley de Desarrollo
Urbano y Vivienda, de la cual dependen el reglamen-
to de esa ley y el Reglamento de Construcciones de
la Ciudad de México.
El gobierno federal en México, históricamente,
ha sido rector de la administración, planeación, ope-
ración y mantenimiento de los recursos hidráulicos.
Tanto el agua superficial como la subterránea son
consideradas propiedad de la nación y corresponde
al poder ejecutivo su administración. Los organis-
mos de gobierno que si tienen participación son los
siguientes: Comisión Nacional del Agua (Conagua),
Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
(Profepa), Secretaría del Medio Ambiente y Recur-
sos Naturales (Semarnat), Consejos de Cuenca.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) es
un organismo administrativo desconcentrado de la
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Natura-
les (Semarnat), creado en 1989, cuya responsabili-
NOÉ ESPINOZA VALDEZ • 200
dad es administrar, regular, controlar y proteger las
aguas nacionales.
Según la normatividad, los organismos que
pueden emitir propuestas de iniciativa de ley son: el
Congreso de la Unión de la Ciudad de México (ante-
riormente Asamblea Legislativa del Distrito Federal),
el jefe de Gobierno de la Ciudad de México y la ini-
ciativa ciudadana. La iniciativa es presentada ante
la Asamblea Legislativa, que la turna a la comisión
correspondiente, es decir, la Comisión Integral del
Agua. Esta comisión sesiona de forma ordinaria, se
le asigna presupuesto para realizar foros y mesas
de debate respecto a la propuesta, donde se revisa,
analiza, corrige y prepara para la presentación en el
pleno. En el pleno de la Asamblea, se presenta y so-
mete a aprobación, para su aceptación se requiere
por lo menos de la mitad más uno del pleno para
considerarse mayoría, en caso de no aprobarse se
regresa a la Comisión Técnica con las respectivas
observaciones.
Las correcciones se realizan y nuevamente se
presenta al pleno; en esta ocasión, para ser aproba-
dos requiere la votación a favor de las dos terceras
partes del pleno para presentarse al Jefe de Gobierno.
El Jefe de Gobierno revisa y analiza la propues-
ta de ley o la modificación correspondiente a la mis-
ma, realiza observaciones; si resulta aprobada la
ley, se promulga; y si se modifica, se publica. Puede
entrar en vigor al momento de su publicación o esta-
blecerse un periodo para realizar los complementos
necesarios, que en este caso serán las modificacio-
nes al Reglamento de Ley, al Reglamento de Cons-
trucciones de la Ciudad de México y de las Normas
técnicas complementarias (veáse Figura 4).
Para el caso en que la iniciativa de ley resulte
rechazada, se regresa a la comisión técnica corres-
pondiente para realizar las modificaciones respecti-
vas, que nuevamente deberán ser aprobadas.
El fundamento jurídico y normativo que regula
la captación de agua pluvial se debe complementar
201 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020

con la suma de criterios generales, fundamentos y
procedimientos técnicos para captar agua de lluvia
en las edificaciones, vialidades y espacios públicos en
adición a las normas técnicas complementarias de
instalaciones hidráulicas de captación pluvial en la
vel rural, reserva ecológica, ciudad, colonia y predio,
cada uno de estos niveles se explican a continua-
ción según sus características.
Nivel rural y reserva ecológica: la propuesta re-
quiere de la utilización del relieve y de los caudales

Desarrollo y diseño urbano

Ciudad de México.
Actualmente, existen alternativas tecnológicas
viables para la captación de aguas pluviales en
sustitución del agua potable. Por ello, se hace una
descripción de criterios generales de captación a ni-
originales de ríos y arroyos, ubicando estanques
a determinada distancia, para la recarga local del
manto freático, el riego de reservas naturales pro-
tegidas y áreas de cultivo, así como la creación de
jagüeyes y lagos artificiales con fines paisajísticos.

¿Quiénes pueden
Diputados Jefe de Gobierno Iniciativa Ciudadana presentar una iniciativa
de ley?

Presentación de la iniciativa
Jefatura de Gobierno CDMX

Comisión Integral del Agua

Envío al Jefe de Gobierno

Análisis y elaboración de dictamen

Foros y mesas de discusión Observaciones

con especialistas

Discusión en el pleno

Promulgación

Rechazada No ¿Aprobada? Sí

Publicación en la
Asamblea legislativa (Congreso de la CDMX) Gaceta Oficial

FIGURA 4. Proceso de iniciativa de ley para la Ciudad de México. Fuente: Elaboración propia con base en los estatutos de Gobier-
no de la Ciudad de México y de la Ley de participación Ciudadana, 2018.

Es necesario se respete el flujo natural de los
ríos, barrancas y lagos, los cuales tiene memoria, de
no hacerlo, continuarán los problemas de inunda-
ciones; los caudales se pueden utilizar como reser-
vorios naturales y fuentes de abastecimiento.
Una vez que los caudales de los afluentes na-
turales estén próximos a entrar a la zona urbana,
se propone ubicar tanques de almacenamiento de
agua, con la finalidad de utilizarse como reserva
para consumo humano, así como para contrarres-
tar incendios en zonas forestales y utilizarse en zo-
nas habitacionales en las partes altas de la Ciudad
de México. El excedente de agua pluvial se propone
sea enviado a pozos de absorción que se ubiquen
dentro de los mismos caudales, previo tratamiento
del agua, para no infiltrar contaminantes al manto
freático, y el agua que exceda se enviará al drenaje.
Nivel ciudad: se propone captar el agua plu-
vial en vialidades primarias; en este caso, debido al
aforo y tamaño de vehículos circulantes, se sugiere
utilizar concreto hidráulico con pendientes dirigidas
hacia coladeras pluviales y bocas de tormenta. En
las zonas detectadas como altamente inundables,
se propone la ubicación de tanques de regulación
para tormentas y pozos de absorción con la finalidad
de absorber de manera local el volumen de agua pro-
ducto de la precipitación pluvial, con la finalidad de
reducir la saturación de los ductos, los cuales sólo
transportarán el excedente. Al utilizarse de esta for-
ma, se reducirá de manera significativa el volumen
de agua expulsada a través del sistema de drena-
je profundo y al mismo tiempo se aprovechará la
precipitación pluvial que se da en temporada de
lluvias al usar el agua para la absorción y recarga
del manto freático. Adicionalmente, se propone el
uso de agua pluvial captada para limpieza de ex-
planadas, así como el riego en bosques, parques
y jardines que dependan del gobierno central de la
Ciudad de México.
NOÉ ESPINOZA VALDEZ • 202
Nivel colonia: se propone captar el agua pluvial
en espacios utilizados como vialidades secunda-
rias, donde las pendientes de las vialidades deberán
estar dirigidas hacia las coladeras pluviales con el
fin de captar el agua que no alcanza absorber en la
superficie permeable de la misma. También, captar
el agua pluvial en espacios públicos abiertos como
parques, jardines y explanadas, donde se sugiere
ubicar las plantas regionales de tratamiento de
agua pluvial, así como los estanques de regulación
que envíen agua a los pozos de absorción locales.
En algunas colonias donde el relieve lo permita, se
podría disponer del agua pluvial para el consumo
en lavaderos públicos y tanques para contrarrestar
incendios; además, la instalación de drenajes plu-
viales paralelos a los de aguas residuales o negras
con el propósito de tratar y utilizar el agua de ma-
nera local.
Nivel predio: propuesta tecnológica con base
Jurídica actual y de aplicación práctica que contri-
buya a una disminución del consumo de agua pota-
ble en 20 o 30 % y disminución del agua residual “en
el uso doméstico suponiendo únicamente el consu-
mo de agua en descargas de inodoros se calcula un
ahorro del 25 %” (Tortajada, 2002: 250).
La captación se puede dar en dos espacios: a)
el agua pluvial captada en la cubierta de las edifi-
caciones, que puede ser destinada al consumo do-
méstico, b) captación en patios, se puede utilizar en
el riego de áreas verdes o la infiltración al subsuelo, el
excedente se enviará al drenaje pluvial.
En este nivel se desarrolla de manera especí-
fica el procedimiento para la instalación de un sis-
tema de captación de agua pluvial, dejando como
propuesta el desarrollo a nivel colonia, ciudad, rural
y reserva ecológica para estudios subsecuentes.
Criterios de cálculo para diseño de sistema
de captación y aprovechamiento de agua de lluvia
(SCALL) que permita interceptar, recolectar, tratar y
203 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
almacenar el agua de lluvia. Este sistema puede ser
elemental como un bote que intercepte agua de llu-
via, o un sistema correctamente instalado y calcula-
do (veáse Figura 5).
Descripción. Un SCALL, desarrollado a nivel domi-
ciliario, consta de las siguientes secciones: sistema
o superficie de captura (techo, área de escurrimien-
to), sistema de recolección de agua o de distribución
(canaletas), interceptor de primeras lluvias y siste-
ma de almacenamiento del agua (cisterna, tanque,
jagüey, presa). Dependiendo del uso que se le quiera
dar al agua, puede ser necesaria la incorporación de
filtros purificadores. Los SCALL son una tecnología
adaptable a zonas urbanas y rurales; hay opciones
rústicas, complejas, de alto costo, domiciliares o co-
munitarias. La instalación de SCALL en viviendas que
ya cuentan con infraestructura de almacenamiento
de agua, como una cisterna, generalmente resulta de
bajo costo y no requiere un cambio de hábitos por
parte de los usuarios (IIES UNAM, 2017).
Proceso técnico para el cálculo del sistema
de captación de aguas pluviales
Pluviometría: es la determinación de la precipitación
promedio mensual con cálculo a 10 años con base
en las estaciones meteorológicas cercanas al sitio
de captación.
Coeficiente de escorrentía: se determina con
base en las tablas que determinan los coeficientes
según el material de la superficie de captación.
Se determina con base en la dotación (agua ne-
cesaria por el número de personas) por día.
Demanda diaria: en agua potable, es la cantidad
de agua asignada a cada habitante, considerando
todos los consumos de los servicios municipales,
industriales y comerciales, así como las pérdidas
físicas en el sistema en un día medio anual.
Pluviometría
­• Precipitación 10 años
­• Cuánta agua llueve por m2
Desarrollo y diseño urbano
Preliminares
­• Cálculo de la precipitación promedio mensual
­• Cálculo del coeficiente de escorrentía
Cálculo de captación
­• Cálculo de captación máxima
­• Cálculo de demanda diaria
FIGURA 5. Proceso de cálculo de scall. Elaboración propia
con base en compilación de procedimientos de captación
de agua pluvial, 2018.
Cálculo del volumen máximo de almacena-
miento: es el volumen máximo probable por mes en
temporada de lluvias según el área de captación por
el coeficiente de escorrentía (Conagua, 2016).
Para complementar el ámbito tecnológico se
presentó un estudio de caso de un inmueble con la
finalidad de aplicar los criterios de cálculo y conocer
los volúmenes resultantes de captación de agua de
lluvia, así como la disminución de las aguas residua-
les al sustituir el volumen de agua potable por agua
de lluvia en usos de actividad humana.
En el estudio de caso, al realizarse la aplicación
del proyecto e instalación y la construcción de ele-
mentos, se observan los siguientes hallazgos:
A favor:
• Al verificarse físicamente se observa que en
dos precipitaciones se llena la cisterna de
aguas pluviales.
 NOÉ ESPINOZA VALDEZ • 204

• Días de lluvia promedio al año: 125.
• Durante la temporada de lluvias el nivel del
agua en la cisterna no disminuye debido a que
se renueva, día a día, el consumo de la deman-
da diaria.
• Después de la temporada de lluvias, 68 días
más.
En contra:
• La inversión para la construcción de cisterna es
de $ 53 000.00 en el año 2017.
• El agua de lluvia con filtros de sedimentación y
eliminación de hojas sin cloración en un plazo
de un mes se descompone, genera lama.
• Se requiere disponer de un área considerable
para la construcción e instalación, tanto de la
cisterna como del sistema de filtrado, además
de la cisterna de agua potable.
Con base en el análisis del estudio de caso y su
comparación con estudios análogos, se comprueban
los siguientes avances de ahorro en el consumo de
agua potable, un porcentaje que equivale a una cuar-
ta parte de la demanda diaria por edificación al año.
La inversión total es de 53 000.00 pesos, la ma-
yor parte corresponde a la construcción del tanque
de almacenamiento.
Debido a esto, se proponen escenarios distin-
tos por el espacio que se debe tener disponible para
el tanque.
Al respecto, se plantean estrategias en la dismi-
nución en el consumo, se definen como: deseable

Tabla 3. Comparativa de disminución al consumo de agua potable por agua pluvial

1 2 3 4
Demanda anual de Captación ideal Captación factible Captación posible
agua
Volumen de agua que Total del volumen de Volumen de agua que Volumen de agua para
consume una vivien- agua en temporada de consume una vivienda en servicios en temporada
da de 4 habitantes lluvias temporada de lluvias de lluvias
por año
219 000.00 114 800.00 75 000.00 36 000.00

219 000.00

114 800.00
75 000.00
36 000.00

1 2 3 4

100.00% 52.42% 34.25% 16.44%

Fuente: Elaboración propia, 2016.

205 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
posible y factible. La opción deseable es cuando las
circunstancias permitan captar el volumen máximo
de agua de lluvia conforme a la superficie de capta-
ción. En la opción posible se trata de captar el agua
de lluvia necesaria para satisfacer la demanda dia-
ria en temporada de lluvia, y por último, la factible es
captando únicamente el agua de lluvia para consu-
mo diario en servicios.
Las tres alternativas se consideran viables; a
partir de estas opciones se determina que a mayor
inversión, mayor la captación de agua pluvial.
Conclusiones
En la revisión de las bases jurídicas para captación
de agua de lluvia en el país, se observó que las leyes
federales ceden facultades a las entidades federa-
tivas y al Distrito Federal (ahora Ciudad de México),
para el uso y administración de agua y de la capta-
ción de agua pluvial conforme al artículo 3 de la Ley
de Aguas Nacionales (2013).
Se concuerda con las investigaciones analiza-
das, respecto a que el problema del agua no debería
ser tal para la ciudad. Las posturas y propuestas de
los autores aquí estudiados, así como de las organi-
zaciones sociales, civiles y educativas son comple-
mentarias, que si se aplicasen de manera paralela,
organizada e interactiva darían mayores resultados
en una propuesta única e integradora que enriquezca
el proceso de captación pluvial.
Es necesario el aprovechamiento de agua de
lluvia para la conservación de áreas de reservas
ecológica, así como en la producción agrícola, gana-
dera, industrial y en edificaciones, siempre utilizan-
do tecnología reciente.
De la investigación documental técnica, se obtu-
vo información sobre diferentes sistemas y procedi-
mientos para la captación pluvial, desarrollados por
la iniciativa privada, organizaciones civiles, sociales,
sociedades anónimas e instituciones educativas
como la UNAM y la UAM, y que mediante proyectos
de investigación realizan propuestas para la capta-
ción y uso de agua pluvial, de los que se tomaron los
criterios de cálculo y elementos que componen el
Desarrollo y diseño urbano
sistema de análisis de la precipitación pluvial en la
zona, la superficie de captación, los conductos de
recolección, el tren de filtrado, el tanque de almace-
namiento, el sistema de purificación para el uso y el
aprovechamiento humano.
Se reconoce que es necesaria la revisión de los
avances en tecnología para incorporarla en la legis-
lación y medios de operación, ya que el desarrollo
científico y tecnológico mejora y hace eficientes los
procesos, técnicas y materiales para la captación
de agua pluvial.
Los criterios de escorrentía en zonas rurales y
de reserva ecológica presentan características que
se pueden definir como comunes: a mayor pendien-
te del terreno y mayor dureza, hay mayor velocidad
del caudal de agua de lluvia, por tanto, menor infil-
tración a los mantos freáticos, mayor erosión en
la capa vegetal de las áreas de reserva ecológica
y de cultivo, que reduce las propiedades nutritivas
del terreno para la vegetación local y de cultivo. Por
lo anterior, se requiere reducir la velocidad de es-
currimiento para incrementar en zonas rurales y
de reserva la infiltración de agua de lluvia mediante
presas, jagüeyes, lagos naturales y artificiales.
En las zonas de reserva ecológica, se requiere
el uso de plantas endémicas acordes con las ca-
racterísticas del terreno, que propicien una mayor
infiltración de agua pluvial al manto freático; ade-
más hacer estudios de suelo, terreno, composición
química y orgánica, de geografía, geología topogra-
fía, capacidad de compresión e infiltración de agua
pluvial, pendiente y escorrentía del terreno.
Es necesario llevar a cabo estudios especiali-
zados para determinar por zona específica las pre-
cipitaciones máximas y mínimas para conocer los

excesos y déficit de lluvia con el propósito de ge-
nerar propuestas de acuerdo con cada región de la
Ciudad de México.
Para zonas urbanas, es necesaria la implemen-
tación de dispositivos de regulación de infiltración
artificial, como el uso de pavimentos permeables,
pozos de absorción, plantas de tratamiento regio-
nales, así como el uso de dispositivos de regulación
de flujo de caudal en sistema de drenaje pluvial para
enviar el excedente de aguas pluviales al sistema
de drenaje profundo existente, con la finalidad de
disminuir la saturación del mismo en temporada
de lluvia.
Se realizó un análisis de costos de implemen-
tación de sistemas de captación de agua pluvial en
el estudio de caso; éstos resultan elevados, pero
recuperables en cuatro o cinco años. Se proponen
alternativas menos costosas para su desarrollo a
nivel vivienda, debido a que requieren menor inter-
vención, como la colocación de tinacos que capten
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NOÉ ESPINOZA VALDEZ • 206
únicamente la demanda diaria o el volumen de agua
para la utilización en servicios.
De no implementarse dichos procedimientos,
los costos y problemas generados por el agua de
lluvia, a nivel ciudad, en un futuro, serán mayores.
La reducción del déficit de agua potable será consi-
derablemente benéfica, y es el punto de partida para
alcanzar el sueño de la autosuficiencia hídrica en la
Ciudad de México y en la Cuenca de México.
La solución al problema del agua en la Ciudad
de México no se resuelve únicamente con la cap-
tación de agua pluvial, se requiere implementar es-
trategias paralelas como la reutilización de aguas
residuales, el tratamiento de éstas en las zonas de
producción, la implementación de programas de con-
ciencia social sobre el cuidado del agua, la promo-
ción de dispositivos economizadores, la promoción
de incentivos públicos a través de programas socia-
les y de descuentos en impuestos acordes con el
tipo de producción y utilización del agua.
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 Desarrollo y diseño urbano
Disputa epistemológica por el territorio
La complejidad desde los abordajes de política
pública y análisis espacial
Francisco J. de la Torre Galindo
Depto. Evaluación del Diseño en el Tiempo, uam-a
Palabras clave: territorio,
enfoques disciplinarios,
construcción de conoci-
miento.
Keywords: territory, discipli-
nary focus, construction of
knowledge.
Imagen: obtenida de https://pixabay.com/es/
Resumen: Los abordajes al territorio como realidad y como categoría
analítica han representado el enfrentamiento entre diversas formas de
comprenderlo. Mientras se sostiene la fragmentación disciplinar en la
construcción del conocimiento territorial, algunas experiencias aplica-
das intentan desarrollar puentes entre perspectivas, aunque con resul-
tados limitados. El supuesto que se plantea aquí es que el territorio se
encuentra en una condición crítica como consecuencia de un proce-
so epistemológico cerrado, fragmentado y en disputa, que determina
los sentidos y los usos que se le otorgan. Dos recientes disciplinas,
las políticas públicas y el análisis espacial, han intentado transformar
esta condición, aunque continuan las directrices fragmentarias de
sus predecesoras. No obstante, sus argumentaciones dan pauta para
continuar problematizando sobre cómo se produce conocimiento del
territorio, por lo que aquí se presentan siete proposiciones que abonan
este objetivo.
Abstract: Territory can be addressed as a reality and as an analytical ca-
tegory; these different approaches imply confrontation between diffe-
rent ways of understanding it. In spite of the disciplinary fragmentation
in the construction of territorial knowledge, some applied experiences
attempt to develop connections between perspectives, although with
limited results. The assumption here is that territory is in a critical sta-
te as a consequence of a closed epistemological process, fragmented
and disputed, which determines the meanings and uses given to it. Two
recent disciplines, public policy and spatial analysis, have tried to trans-
form this situation, although they maintain the fragmented frameworks
of their predecessors. Nevertheless, their arguments provide a way to
continue problematizing how knowledge of the territory is produced.
Here we present seven proposals that support this objective.

Introducción*
El acercamiento al territorio desde las disciplinas in-
teresadas en las ciudades y las regiones, es decir, el
urbanismo, la planeación, la arquitectura, incluso la
geografía, así como la ciencia política y la sociología,
entre otras, ha representado una discusión sosteni-
da no exenta de conflictos entre tendencias cualita-
tivas y cuantitativas. Al interior de estas disciplinas
existen algunas aspiraciones al ordenamiento y el
desarrollo, otras más a la crítica o a los procesos de
representación y significación. Es la geografía, con
su posición de bisagra (Lopes de Souza, 2013), la
que cuenta con más historia en la discusión sobre el
espacio donde el territorio tiene un capítulo especial.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, se pue-
de interpretar que la investigación-acción ha sido
un lugar común entre las disciplinas, tendencias y
aspiraciones como un componente de la discusión
metodológica. Es decir, las formas y los enfoques en
que se realizan las aproximaciones a lo que se con-
sidera como territorio comienzan a adquirir el propó-
sito de transformar alguna de sus condiciones que
se estima problemática. De manera independiente,
cada disciplina ha logrado desarrollar la discusión
sobre cómo entiende o conceptualiza el territorio; en
consecuencia, la dimensión multidisciplinaria sobre
la producción del conocimiento territorial solamente
ha podido aparecer en la parte empírica, dejando los
procesos de conceptualización para las especialida-
des aisladas.
Con la propuesta de Berger y Luckmann (1991)
sobre la realidad como constructo social, las pers-
pectivas interdisciplinarias y transdisciplinarias han
desarrollado un papel importante en la discusión so-
bre las disciplinas, sus fronteras y la construcción de
conocimiento (Pérez y Setién, 2008). Justo las líneas
divisorias entre las disciplinas son puntos clave en la
revisión a las ciencias sociales que se presenta en
Wallerstein (2011), donde se identifica la necesidad
FRANCISCO DE LA TORRE GALINDO • 210
de la experimentación creativa ante un encerramien-
to de los grupos científicos especializados.
Además de las fronteras entre las disciplinas,
también se pueden destacar procesos como la
transposición entre la modernidad y la posmoder-
nidad o la interacción conflictiva, pero con cierta
potencialidad, entre el reduccionismo y el enfoque
de sistemas complejos. Hasta aquí el reto podría
entenderse como la necesidad de vinculación epis-
temológica y transdisciplinaria.
Un nivel de mayor complejidad en este reto pone
en el centro de la discusión el uso del conocimiento
de y por las disciplinas. Desde la perspectiva marxis-
ta, Lefebvre (2000) expresa como problema la condi-
ción del saber que se encuentra al servicio del poder.
Para Leff (2009), se trata de la crisis del pensamiento
científico y su racionalidad teórica e instrumental.
Ya sea por la vía de la revolución rural-urbana o
por la complejidad ambiental y el deconstruir para
reconstruir el conocimiento, lo que parece asomar-
se es la necesidad de reconocer que las formas en
que se produce, difunde, instrumenta y opera el
conocimiento, además de generar avances especí-
ficos, han conducido a un estado de alerta mundial
y multidimensional,1 por lo tanto, se vuelve impera-
* Una primera versión del texto fue presentada el 10 de julio
de 2017 como Conferencia Inaugural del Seminario en
Políticas Públicas con Perspectiva Territorial, organizado
por el Área de Políticas Públicas, Economía, Sociedad
y Territorio de la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Lerma, y la Facultad de Geografía de la Universidad
Autónoma de Estado de México.
1. Aunque su base está en el siglo anterior, la multidimensio-
nalidad de la crisis territorial que se afronta en el siglo XXI
permite hablar de un estado de alerta mundial. Se trata
de un llamado urgente para transformar la forma en que
se piensa y utiliza el territorio. El enfoque de “recursos”
naturales sobre el planeta, ha conducido al aumento de su
explotación, mercantilización y degradación que no sola-
mente se sostiene, sino que va en aumento. El consumo
energético y la producción de desechos son dos vertientes
de esta complejidad que, además, demuestran que ningún
avance tecnológico o político (tecnología verde, normas
ecológicas) ha logrado controlar el aumento de la explota-
ción del medio natural.
211 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
tiva la construcción de otras formas de conocer y
comprender.
Construir otras formas de conocer y compren-
der implica dilucidar el lugar que las disciplinas
ocupan, pueden ocupar o deben ocupar. El estudio
de las políticas públicas y el análisis espacial no es-
capan de esta compleja tarea: es decir, ¿hasta dón-
de es posible discutir el territorio desde estos dos
enfoques?, ¿cuál puede o debe ser su intersección?,
¿qué sí es posible superar o reconstruir?, ¿qué no
será posible abordar tal vez por la necesidad de inte-
grar otras disciplinas o por la ausencia de insumos
reflexivos y científicos que vendrán en el futuro?
Con el propósito de abonar a la definición del
punto de partida, que después permita la produc-
ción de respuestas a las preguntas, se presentan
siete proposiciones que problematizan el abordaje
al territorio. Las primeras dos proposiciones hacen
énfasis en la complejidad de la discusión conceptual
y el reconocimiento de la importancia y el riesgo de
la construcción antropocéntrica del conocimiento. La
tercera coloca la dimensión de la disputa permanen-
te en la producción del territorio urbano. La cuatro y
la cinco señalan dos contradicciones esenciales en la
operación del conocimiento territorial: la ausencia de
lo justo y el olvido de lo público. La sexta recuerda
la importancia y los peligros de la técnica, en espe-
cial del análisis espacial. La séptima establece que el
problema territorial es, en principio, epistemológico y
recupera algunas pistas que desde el sur de América
Latina se han producido para revertir este problema.
Primera proposición: la discusión conceptual
sobre el espacio y el territorio permanece en
constante desarrollo
Parece que hablar de espacio es hablar de terri-
torio, aunque la discusión territorial ha tratado de
deslindarse de la espacial. Ramírez y López (2015)
facilitan la arpoximación a esta disputa histórica y
conceptual sobre el espacio y, más recientemente,
sobre el territorio. Las autoras reconocen los abor-
dajes sobre el concepto de territorio desde las si-
guientes visiones:
Desarrollo y diseño urbano
1. Desde la perspectiva anglosajona y francesa
se destaca el dominio del uso de espacio sobre
territorio, aunque también se llegan a colocar
como sinónimos. Se establece una relación
con la etología y la biología, incluso con los
estudios sobre la identidad. La categoría ha re-
cibido un énfasis como superficie delimitada y
apropiada por uso y transformación. Aparece la
división entre lo físico y material con lo ideal. Se
desarrolla la visión naturalista y de la conduc-
ta con la territorialidad (apropiación y defensa
de un territorio) para la sobrevivencia. La visión
desde la economía se sustenta en el uso y usu-
fructo de los recursos como apropiación de la
naturaleza. La visión desde la política presenta
las ideas de gobierno, grupo social, control de
acceso, el Estado nación y, por lo tanto, nacio-
nalismo, democracia, soberanía, poder y domi-
nio. La visión de la cultura trae los idealismos y
los simbolismos.
2. Desde la perspectiva latinoamericana también
aparece el uso indistinto de los dos términos
y las dimensiones política (con la soberanía) y
económica (como territorio usado). El espacio
geográfico apropiado se convierte en territorio
y genera distintos procesos de territorializa-
ción. Se destaca la crítica al uso de espacio
(Pradilla, 1984; Coraggio, 1994) y la predilec-
ción por territorio para la comprensión de la
relación entre los procesos socioeconómicos
y los soportes físicos. Aparece la visión cultu-
ralista desde la perspectiva de los pueblos ori-
ginarios, donde la apropiación es simbolizada y
genera identidad.

3. Desde la perspectiva de la territorialización se
entiende como la apropiación de cierto espa-
cio geográfico a partir de usos y simbolismos;
la desterritorialización como el desarraigo por
influencias o imposiciones externas; la reterri-
torialización como la lucha por revertirla. No
obstante, la territorialidad también se puede
entender como el uso y control del territorio en
formas cambiantes y de acuerdo con los con-
textos. Ahí, la desterritorialización es un proce-
so en el contexto de la globalización y avances
tecnológicos con lo que lo físico-material pierde
posición en la definición de las relaciones y las
interacciones. En otro sentido, se presenta la
idea de multiterritorialidad de Haesbaert (2011)
como consecuencia de procesos de destruc-
ción y construcción de territorios en diferentes
modalidades y escalas. En este caso, el terri-
torio se entiende como proceso que integra
la desterritorialización y la reterritorialización
como fases.
Del territorio, entonces, está clara su comple-
jidad, sus posibles abordajes y su vinculación con
asuntos como el poder (impuesto y reivindicativo),
con la cultura (impuesta y originaria), con las trans-
formaciones de los tiempos, con las diferencias de
las localizaciones y los flujos. Queda abierta la inte-
rrogante ¿de qué lado de esta multiterritorialidad se
coloca cada actor?
Segunda proposición: la realidad
en y del territorio es construcción
antropocéntrica y, en consecuencia, de riesgo
El territorio urbano, la ciudad, parece incluir un
componente autocrítico en su conceptualización.
La necesidad por transformarla, adecuarla, mejo-
rarla, arreglarla y renovarla ha estado presente en
FRANCISCO DE LA TORRE GALINDO • 212
todo momento del proceso histórico urbano. De
esta historia destaca que los asentamientos huma-
nos siempre han estado en crisis. La etapa industrial
arrojó distintas utopías que Choay (Merlin y Choay,
2010) llama de preurbanismo. El siglo XX y sus crisis
mundiales (bélicas y financieras) permitieron el de-
sarrollo de la versión racionalista del hacer ciudad:
el funcionalismo lecorbusiano y sus distintas inter-
pretaciones. El cierre del siglo XX y el inicio del XXI
confirman que ninguna de las alternativas derivó
en mejores asentamientos: las crisis, pues, parecen
agravarse. En América Latina, la entrada del neolibe-
ralismo se refleja en una hiperracionalidad economi-
cista de la producción de la ciudad, ejemplos de ello:
la política de vivienda, la planeación estratégica, las
áreas de gestión estratégica y, recientemente, para
la Ciudad de México los sistemas de actuación por
cooperación, la transferencia de potencialidades,
entre otros.
Esta condición permite la producción de una
crítica cotidiana, aunque de manera fragmentada.
Esta crítica sobre el espacio habitable hace refe-
rencia a los altos niveles de contaminación, el con-
gestionamiento vial, la precariedad del transporte
público, la baja calidad de los servicios básicos, la
desigualdad en equipamientos, la falta de acceso a
fuentes de trabajo, la limitada y concentrada distri-
bución de espacios para recreación, la inestabilidad
de la infraestructura, la especulación del suelo, en-
tre muchos asuntos. Todos éstos son componentes
de la retórica popular de insatisfacción que se sostie-
ne día a día, pero es poco ejercida (De la Torre, 2016).
Para las Naciones Unidas, las condiciones ac-
tuales de los asentamientos humanos manifiestan
la más alta concentración de pobladores en zonas
urbanas. De los 7 349 millones de habitantes del
planeta, 54 % se localiza en ciudades (UN, 2015 y
2014). El caso mexicano es aún más extremo ya que
desde la década de 1980 el 55 % ya se concentraba
en urbes; para el 2010 se alcanzó el 72.3 % (Sedesol,
213 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
2012). Aunque aparentemente esta fase urbana per-
mite que la mayoría de la población acceda a ser-
vicios básicos (agua potable, drenaje, electricidad),
es decir, que mejore su calidad de vida, en realidad
son más preguntas que certezas las que deja esta
condición. Por ejemplo, ¿qué está sucediendo con
el mundo rural?, ¿cómo se sostiene la producción
alimentaria y energética cuando la mayor parte de
la población se encuentra en el sector terciario?,
¿es la idea del desarrollo, en el libre mercado, inago-
table?, ¿la calidad de vida tanto urbana como rural
en verdad ha mejorado para todos?, ¿la calidad de
vida es sólo cuantificable?
Parte de la respuesta a estas interrogantes lle-
ga desde los sectores ambientalistas que destacan
la explotación extrema del territorio y sus conse-
cuencias en las décadas más recientes. La misma
ONU (2012) dice que la urbanización representa me-
nos de 2 % de la superficie de la tierra, pero consume
78 % de la energía mundial y produce 60 % de dióxi-
do de carbono. En México, entre las alarmas que los
grupos de la sociedad civil hacen sonar, destacan la
deforestación, el cambio de uso de suelo, la erosión,
la extracción y contaminación del agua, la reduc-
ción de la flora y la fauna, la minería, la privatización
de costas. En contraste, estos mismos temas son
manifestados por los altos niveles gubernamenta-
les e industriales-empresariales como evidencia de
sostenibilidad económica, de competitividad a nivel
global, de creación de empleos, de desarrollo y mo-
dernización. Así, esta dicotomía discursiva evidencia
el momento crítico epistemológico de las primeras
décadas del siglo XXI.
Si se recurre a algunos datos sobre el uso del
territorio nacional, se vuelve evidente la distancia en-
tre ambos discursos. El caso de la industria minera
es clarificador. De acuerdo con González (2011), al
mismo tiempo que las concesiones, la extracción y
las ganancias de los consorcios mineros aumentan,
los accidentes y las condiciones precarias de los mi-
neros se vuelven extremas.2 Sobre las concesiones
mineras,3 el autor indica que de 2000 a 2005 fueron
25 millones de hectáreas las destinadas a esta ac-
tividad, mientras que de 2006 a 2010 la superficie
concesionada se elevó a 31 millones de hectáreas.
Desarrollo y diseño urbano
En total, los 56 millones de hectáreas representan
“alrededor del 25 % del territorio nacional continental”
(González, 2011: 9).4 Al final, el asunto minero se re-
sume así: la actividad minera, en los territorios con-
cesionados, “es, por ley, la actividad preferente, por
encima del medio ambiente, el patrimonio cultural o
los derechos de las poblaciones cercanas”.5
Por otro lado, y de acuerdo con un artículo pu-
blicado en La Jornada, el Centro de Estudios para el
Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimen-
taria (Cedrasa) señala que “las actividades agrope-
cuarias y agrícolas, el sobrepastoreo, la deforesta-
ción y la urbanización, son los principales factores
de la degradación de los suelos en el país”.6
Otra entrada al problema de las condiciones
del territorio son los efectos del cambio climático
en México. El Instituto Nacional de Ecología y Cam-
bio Climático (INECC, 2015) menciona que en el país
ya se pueden observar cambios provocados por la
2. El autor señala que la minería sólo es superada por el
sector automotriz, el petróleo y las remesas como los
principales sectores económicos (González, 2011).
3. Como señala González (2011: 8): “la concesión minera es
un acto del poder ejecutivo federal que faculta a personas
físicas mexicanas y a las sociedades mercantiles consti-
tuidas conforme a las leyes mexicanas (por mexicanos o
extranjeros), así como a ejidos y comunidades agrarias,
para realizar la exploración, explotación y aprovechamien-
to de las sustancias minerales contenidas dentro del lote
que ampara dicha concesión”.
4. Otro dato es la superficie concesionada: las 36,363,766
has (de las 191,892,900) representan 19% (sitio: http://
archivo.eluniversal.com.mx/graficos/graficosanimados14/
EU_Mineria_Mexico/).
5. Titular del sitio http://archivo.eluniversal.com.mx/graficos/
graficosanimados14/EU_Mineria_Mexico/
6. Sólo las actividades agropecuarias son responsables de
80 % por “las prácticas inapropiadas de labranza, el mono-
cultivo, el uso de agroquímicos, el riego con aguas de mala
calidad, la quema de residuos de la cosecha” (http://www.
jornada.unam.mx/2015/06/21/sociedad/029n1soc).

más reciente era industrial global: desde 1960, el
país se ha vuelto más cálido; la temperatura prome-
dio nacional aumentó 0.85 °C.
Hasta ahora, el desarrollo que ha tenido el co-
nocimiento sobre el territorio deja un saldo negativo:
a mayor conocimiento y capacidades de control y
dominio, mayor deterioro.
Tercera proposición: la ciudad es producto y
productora de distintos proyectos en disputa
La ciudad como territorio ha sido presa de diver-
sos intentos por controlarla, desarrollarla, mejorarla,
extenderla, densificarla, compartirla, segregarla y
fragmentarla, desde esfuerzos tecnificados como
los urbanismos desarrollistas, neoliberales, raciona-
listas, tácticos, sustentables, positivos, también los
utopistas, participativos, sociales, pedagógicos, con-
trahegemónicos, desde donde se producen términos
como la ciudad compacta, la sustentable, la resiliente,
hasta la smart city –que funciona como estrategia
de privatización de lo público–, así como la ciudad
para todos, la incluyente, entre otras. Esta produc-
ción inagotable de nociones se puede entender
como manifestación de la disputa permanente por
las ciudades como centros de poder, de acumula-
ción y reproducción de la riqueza o como espacios
habitables. Esta disputa esclarece dos asuntos:
1. Que las características del hábitat urbano de
manera constante se modifican, disuelven y
aparecen, pues responden a las dinámicas so-
ciales, políticas, económicas y culturales. Estas
adaptaciones, pretendidas o sufridas, concen-
tran, cambian de escala y fragmentan.
2. Que las condiciones de (in)habitabilidad en la
ciudad, es decir, la inequidad en el acceso a los
bienes y servicios, la precariedad en la pro-
ducción de vivienda, la deficiente creación y
FRANCISCO DE LA TORRE GALINDO • 214
mejoramiento de espacios púbicos, y, princi-
palmente, la consolidación del suelo urbano
como negocio son manifestaciones de la más
reciente crisis urbana, ante la cual, desde la
academia, sólo se responde con nociones con-
ceptuales del mundo anglosajón (como gentri-
ficación) o de las experiencias de movimientos
y organizaciones sociales (como derecho a la
ciudad, aunque previamente propuesta por Le-
febvre [2009]), o bien, se adopta la discursiva de
los organismos internacionales con conceptos
como sustentabilidad y resiliencia. Se podría
estimar que las disciplinas interesadas en la
ciudad y el territorio están en deuda conceptual,
metodológica y de implicación.
Quizá es la fragmentación de las disciplinas,
cada una con su racionalidad y aspiración a la ob-
jetivación de la realidad, la que no permite revisar y
volver a pensar las formas de hacer y conocer, por
lo que el diálogo, la discusión, el debate, la crítica,
la interacción propositiva y la colaboración, perma-
necen como formas dependientes de voluntades
individuales.
En estas condiciones, es posible detectar al me-
nos cuatro formas o posturas insertas en esta dispu-
ta por y en la ciudad. La primera es aquella heredada
del pensamiento planificador y que se consolida con
la aparición de la Ley General de Asentamientos Hu-
manos (de 1976 y reformada en 1993 y 2016); de
ésta emerge la obligatoriedad de generar instrumen-
tos de planeación en los centros de población con la
aspiración al ordenamiento y la generación del desa-
rrollo. Supone la intervención de técnicos expertos
en el diseño de estos instrumentos, lo que conlleva
la problemática de la articulación entre instrumen-
to y realidad, ya que mientras los planificadores se
basan en una fotografía (diagnóstico) de cierto mo-
mento para establecer alcances (imagen objetivo),
la realidad sigue cambiando.
215 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
La segunda tiene sus planteamientos originarios
en el Consenso de Washington de 1989 (Mària, 2000)
y sus primeras manifestaciones con la reforma al
artículo 27 constitucional en 1992. La liberalización
del suelo, la determinación del mercado como medio
privilegiado para las relaciones, la privatización, la
desregulación y el énfasis en los derechos de pro-
piedad son expresiones de esta postura que logran
desarrollarse a un ritmo sostenido y más ágil que el
propuesto en los instrumentos de desarrollo urbano
de la primera postura.
La tercera pertenece a una historia de autopro-
ducción desde la informalidad y la formalidad. Emer-
ge como consecuencia de los procesos de industria-
lización y urbanización que ni el Estado benefactor
logra impedir o paliar. Sus manifestaciones, así como
sus grupos, formas y relaciones, son distintas, pero
coinciden en un principio: el de la acción antagonista
ya sea como reclamo por derechos colectivos e indi-
viduales o como mecanismo especulativo.
La cuarta incluye tanto las incapacidades del
aparato gubernamental por atender la ciudad ya
construida, consolidada y en proceso de deteriori-
zación (Pino, 2019), como la cesión de poderes o la
complicidad en su ejercicio que pacta por medio de
la corrupción con otros grupos.
Estas cuatro posturas no operan de manera
aislada, se entrecruzan, se utilizan y se confrontan
de manera constante. En esos cruces aparecen dis-
tintos proyectos que entran en disputa por estable-
cerse como dominantes. Así, la ciudad es territorio
de disputa.
Cuarta proposición: la legalidad
no implica lo justo7
Vincular la legalidad (es decir, lo que establece el
marco normativo supuestamente determinado por
medio de un proceso racional) con lo justo, revela
el reto de articular una dimensión técnico-política
con una en sí misma compleja por sus dimensio-
nes perceptivas, valorativas y materiales. Ese marco
normativo, su evolución y su estado actual, eviden-
cia quién decide y qué sobre el territorio, aunque no
Desarrollo y diseño urbano
lo deja suficientemente claro: por un lado, está la
estructura gubernamental, sus niveles y sectores, y
sus temporalidades; por otro, están los llamados po-
deres fácticos y sus múltiples y cambiantes formas.
Con esto, se puede aseverar que la legalidad, a pesar
de todo, es producto social, aunque no implica una
participación equitativa en su producción.
Tiene razón Sen (2013: 53), “la justicia no consis-
te tan sólo en tratar de conseguir, o soñar con con-
seguir, una sociedad o unos esquemas sociales
perfectamente justos, sino también en evitar la in-
justicia manifiesta”. Al respecto, Azuela (2016) llama
la atención sobre la importancia del orden jurídico
(régimen urbanístico) sobre la ciudad, por su papel
en la determinación de las representaciones del es-
pacio, pero también de las decisiones. Dice el autor
que una norma jurídica produce, en el tiempo, efec-
tos sociales no previstos, incluso peores a los de
su incumplimiento, ya que es parte de un proceso
social.
El territorio al ser caracterizado por la norma,
por la zonificación que le define un instrumento nor-
mativo donde cada fragmento adquiere cierta es-
pecialización y capacidades, dirige las disputas en
el espacio urbano a la conservación de los usos de
suelo o a su transformación. Ahora bien, comenta
el autor con base en el texto de Gómez (2016), esa
disputa a través del ejercicio del derecho fortalece
(en algunos países como España o Colombia) los
gobiernos locales para “hacer efectivas las respon-
sabilidades de los desarrolladores urbanos por los
efectos” de sus actividades, mientras que en México
7. La idea de que la legalidad no implica lo bueno o lo justo
es de Dussel (2017b).

se defienden los derechos del propietario (Azuela,
2016: 31).
En su texto, Azuela et al. (2016: 340) reconocen
que un “creciente número de conflictos en torno a
las transformaciones del espacio urbano en Méxi-
co están siendo objeto de resoluciones judiciales”;
aunque aclaran que el resultado de una sentencia
no equivale al efecto social que produce. Concluyen
diciendo que “aun cuando los jueces recurren a ar-
gumentos sustantivos, éstos rara vez son los que
la doctrina y la propia ley han establecido como los
más relevantes” (Azuela et al., 2016: 369).
Quinta proposición: la política pública
suele olvidar lo público
La desaprobación del interés general como elemen-
to compositivo en la construcción del espacio públi-
co y la acción democrática es planteada por Becerra
(2010). Recupera la idea de Hayek8 sobre el interés
general, el cual resulta ser un elemento carente de
“significado suficientemente definido para determi-
nar una vía de acción cierta” ante el totalitarismo
(Becerra, 2010: 57). Es decir, lo múltiple no puede
sintetizarse en lo singular, sino en la acumulación
de lo individual, por lo que “el interés general no es
más que un instrumento del interés particular” (Be-
cerra, 2010: 57).
Al ejemplificar con el caso mexicano desde
1982,9 el autor afirma que como resultado de este
proceso de consolidación del interés privado, se ha
desfasado la noción del interés general en el discur-
so público, prevaleciendo el particularismo general.10
Esto significa que el debate público se fragmenta en
“identificaciones sectoriales, segmentadas, porque
el interés general no existe, es una antigualla, o peor,
una quimera que entorpeció el despliegue de lo único
real: el interés de cada uno” (Becerra, 2010: 59-60).
FRANCISCO DE LA TORRE GALINDO • 216
En consecuencia, el Estado recurre ya sea al
encierro y clausura al público, o a la apertura a múl-
tiples casos individuales, focalizándose en un tipo
de ciudadano, pasando de lo universal a lo singular.
Se trata de la “sociedad archipiélago” (Becerra, 2010:
60). Se llega al momento en que la política se aleja
de la formulación de proyectos en pro de la vida so-
cial, para responder a las expectativas de clientelas
como los grupos de electores, los conglomerados
más ricos, los lobbys de organismos de presión, cas-
tas regionales, monopolios económicos, agrupacio-
nes civiles, grupos identitarios (Becerra, 2010).
Para ejemplificar esta desdicha del interés ge-
neral desde la acción pública (en el caso de la Ciu-
dad de México) y desde las luchas de la ciudadanía
por influir en ella, se pueden reconocer tres distintas
acciones sobre la ciudad que se definen por la vía
formal (la de las políticas): 1) “la planeación estraté-
gica” y su enfoque de competitividad y negocios (por
ejemplo, el nuevo aeropuerto, las renovaciones de la
hoy extinta Autoridad del Espacio Público, la reden-
sificación o ciudad compacta con especulación del
suelo); 2) “la trasferencia o difusión” que el gobierno
de la Ciudad de México implementa constantemen-
te, por ejemplo, en temas de seguridad (Programa
Cero Tolerancia con la asesoría de Rudolph Giuliani),
de expansión urbana (modelo estadounidense de
8. Friedrich Hayek y Milton Friedman, permios Novel de
Economía en 1974 y 1976, respectivamente, protagonistas
del desarrollo y la hegemonía de la teoría neoliberal en el
ámbito académico (Harvey, 2007).
9. Se refiere al inicio del sexenio de Miguel de la Madrid
Hurtado y, con él, el desarrollo del sistema neoliberal en
México.
10. Esta noción del particularismo general, recuperada por
Becerra (2010: 59) de Daniel Innerarity, se refiere a “una
multiplicación de individuos que no alcanzan a coaligarse
más que en grupos representativos de intereses muy es-
pecíficos”; a decir de Innerarity, “las nuevas agrupaciones
que han sustituido a las polarizaciones ideológicas y a las
solidaridades de clase son estrictas, puntuales, dueñas de
un tema, una causa y una situación bien circunscrita”.
217 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
movilidad con base en el desarrollo de la industria
automotriz), de transporte público (Metrobús de
Curitiba y Bogotá), de participación (Presupuesto
Participativo de Porto Alegre), entre otras; todas es-
tas políticas han carecido de un proceso crítico y de
reestructuración para adaptarlas a las necesidades
y posibilidades de la ciudad, por lo que destaca su
falta de integralidad con el resto de los componen-
tes de la política urbana; 3) la “no dominante” que
depende de la acción de las organizaciones sociales
y civiles; desde ahí se impulsó la institucionalización
de programas como el Mejoramiento de Vivienda
(desde 1998) y el Mejoramiento Barrial (desde 2007),
este último representa una de las más recientes ex-
periencias de trabajo ciudadano que logra colocar
un problema público en la agenda de gobierno (De
la Torre y Pino, 2019).
El énfasis de lo público, entonces, se juega en
la definición del problema público y la construcción
de la agenda de gobierno. Aguilar (2014: 5-6) lo dijo:
[...] el rescate y búsqueda de Lo Público puede ayu-
dar a enfrentar viejas limitaciones de la decisión y la
gestión gubernamental: la conducción centralizada
del Estado, la tentación patrimonialista-clientelar, el
descuido de recursos y bienes públicos, la fundamen-
tación factual, narrativa y proyectual programática
del Estado (en vez de una jurídica, argumentativa y
funcional…).
Sin embargo, y con base en Aguilar (2014), en la for-
mación de la agenda interactúan múltiples variables
relacionadas con el tipo de actores y sus fortalezas,
los momentos y los espacios de sus interacciones,
así como las distintas necesidades, que conforman
la vida pública como espacio de conflictos y nego-
ciaciones. La definición del problema público evi-
dencia que en ese espacio de disputa que es la vida
pública, hay actores con mayor posibilidad de ejer-
cer el poder. Como Aguilar menciona: “Quien define
es quien decide” (2014: 52), y no para ahí, “definir un
problema es de alguna manera delimitar la probabi-
lidad, tipo y alcance de solución” (2014: 30).
Desarrollo y diseño urbano
Sexta proposición: el análisis espacial se
encierra en su disputa entre la vuelta al
positivismo y el big data
Se puede estimar como un acuerdo que el análisis
espacial no podría ser la fuente única en la produc-
ción de conocimiento sobre el territorio ni en la toma
de decisiones. Si bien se reconoce su avance ver-
tiginoso, se entiende al análisis espacial como una
fase o parte de un proceso social, como un eslabón
importante en la cadena de razonamiento sobre el
territorio.
También se reconocen sus fortalezas como el
abordaje al procesamiento de mayor cantidad de
datos (¡más que nunca!, se afirma). Sus capacida-
des permiten identificar relaciones y patrones para
intentar predecir o anticiparse a los fenómenos. Ex-
plica Batty (2017) que los datos pasan por el análisis
para producir información nueva, es decir, se trata
de almacenar, manejar y analizar estas grandes
cantidades de datos, a través de cuatro dimensio-
nes (las cuatro “v”): volumen, velocidad, variedad,
veracidad. Su aspiración es insertarse en el proceso
de toma de decisiones para disminuir el nivel de in-
certidumbre.
Las limitaciones del análisis espacial se foca-
lizan inicialmente en las fuentes de información y
de datos, en las formas y definiciones de los pro-
cesamientos de estos datos primarios para generar
los propios a través de procesos de traducción. Hay,
entonces, una dependencia y, paradójicamente, una
incertidumbre en la existencia, accesibilidad y pro-
ducción de los datos.

Estos pros y contras son propios de un aspecto
técnico que aspira a insertarse en un proceso so-
cial. Ahí inicia el debate no resuelto hasta ahora. La
unidimensionalidad técnica del análisis espacial tal
vez no es tan cierta. Se puede pensar que también
incorpora una dimensión política (entre otras). Es
decir, el análisis espacial es parte del proceso so-
cial y, por lo tanto, es multidimensional. Negar esto
conduce a la generación de supuestos que, de con-
tar con un buen receptor, logran colocarse en la ya
comentada agenda de gobierno. Es el caso de la
smart city y su sustento en el flujo de la información
y sus procesamientos. Dice el mismo Batty que en
la smart city el foco pasa de los años a los minutos,
de las funciones de organización y gestión a las co-
tidianas, porque es eso lo que se ha dinamizado: las
decisiones son en tiempo real (Batty, 2017).
Parece entonces que esta búsqueda de control
sobre los procesos socioterritoriales, por medio de
las simulaciones, es un intento por objetivar la ciu-
dad y el territorio. La contradicción aflora: mientras
se argumenta el paso de lo estático a lo dinámico,
el fenómeno se reduce a datos. De alguna manera
se sostiene que la realidad es única, alcanzable y
medible.
A pesar de lo anterior, se sostiene que el análi-
sis espacial, sus herramientas y sus enfoques son
(y deben ser) parte de los procesos de acercamiento,
comprensión y producción de conocimiento sobre el
territorio. Eso también es parte de un lugar común.
Aquí lo que es importante destacar es el sentido con
el que se incorpora y desarrolla todo análisis espa-
cial. Dos ejemplos de otras maneras de producir aná-
lisis espacial son el Colectivo GeoComunes (http://
geocomunes.org/) y la iniciativa civil Carto Crítica
(http://www.cartocritica.org.mx/). Aunque de mane-
ra distinta, en estos dos casos el análisis espacial se
convierte en una herramienta que apoya la construc-
ción de conocimiento crítico sobre el territorio.
FRANCISCO DE LA TORRE GALINDO • 218
Séptima proposición (a manera de conclusión)
el problema territorial es epistemológico
Si bien se reconoce la discusión sobre la fragmenta-
ción de las disciplinas, también se destaca que el es-
tudio de las políticas públicas y el análisis espacial
(como disciplinas de la segunda mitad del siglo XX)
tienen aspectos de multidisciplinariedad. Aunque se
puede ver esto como un paso rumbo a la posibilidad
de tener un conocimiento más válido (siguiendo la
idea de Wallerstein, 2011), no está libre de riesgos
como el que cada paso sea muy lento o incluso en
sentido contrario. El estudio de la ciudad, después
de desacreditar el dominio de los arquitectos e in-
genieros, fue adquiriendo una multidisciplinariedad
importante. Casi todas las ciencias comenzaron a
involucrarse. Hoy se han desarrollado formaciones
profesionales especializadas en la ciudad y el terri-
torio (urbanismo, planificación, desarrollo regional,
entre otras) con lo que la producción del conoci-
miento podría volver a segmentarse.
Tal vez el camino de las grandes utopías no sea
el indicado para afrontar las crisis de las condicio-
nes del territorio. Es decir, los grandes designios de
los organismos internacionales (hoy acumulados
en los 17 Objetivos del Desarrollo Sustentable) no
podrán detener la degradación y, al no hacerlo, po-
drán estimularla. Entonces, interpretando a Sen, se
trataría de hacer foco en lo que está produciendo la
problemática. Ya no aspirar al mundo sustentable
sino a reducir los factores que están produciendo la
insostenibilidad hoy. Este enfoque obligaría a cues-
tionar constantemente la producción y el uso del
conocimiento.
En resumen: la complejidad territorial inicia
con su multidimensionalidad y el reconocimiento de
las posturas conceptuales; sigue con la lectura de los
efectos de la intervención humana dominante sobre
el mundo natural (y el social) y las lecturas relativas y
219 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
distantes que se generan; continúa con la construc-
ción y reconstrucción de espacios públicos para la
discusión entre la diversidad de proyectos de ciudad
y de territorio que coexisten en conflicto, discusión
crítica que revierta la tendencia perversa de que
cada vez más las decisiones sobre el territorio se
toman con base en un ejercicio de poder dominante.
En la mira estaría llegar a colocar lo público como
el asunto que vincula las diferencias en un discurso
común. Entonces, la política pública y el análisis es-
pacial, desde sus trincheras, tendrían el reto de redi-
rigir sus esfuerzos en esa otra dirección que no es
la actual.
Evidentemente, el asunto no es nada sencillo.
El modelo de gobierno y de estructura social con-
solidado en la época moderna no permite romper,
transformar o repensar las formas actuales sin
batalla. Por lo tanto, parece que los primeros pasos
estarían en fortalecer las capacidades de acción de
movimientos e iniciativas que sustentan o aportan
insumos para la construcción de aquella ruta (la de
privilegiar lo público); es decir, pensar ahora desde
abajo hacia arriba, dotar de capacidades e informa-
ción a las bases, empoderarlas. Visto así, se estaría
en la posibilidad de iniciar una fase de reterritoriali-
zación contrahegemónica o de la construcción de la
hiperpotentia (como dice Dussel, 2015).
Sin duda, la política pública y el análisis territo-
rial son herramientas para poner en práctica cierto
pensamiento sobre el territorio. Entonces, no son
revolucionarios per se porque no se ponen de frente
a lo injusto, sino que fortalecen la legalidad ciega o
injusta. Desde aquí, y siguiendo las ideas de Dussel
(2017a) y Santos (2011), el reto sería el de la desco-
lonización epistemológica (filosófica, científica, tec-
nológica), reto que se alimenta de distintas pistas
provenientes desde el sur latinoamericano.
Para el mismo Santos (2007) una de las prime-
ras pistas viene de su reflexión sobre las posibilida-
des y los límites de la otra globalización, la alterna-
tiva; para él, se trata de combatir el desperdicio de
la experiencia y la riqueza social desde otro modelo
de racionalidad, para lo cual propone tres proyectos
sociológicos: sociología de las ausencias (experien-
Desarrollo y diseño urbano
cias ya disponibles), sociología de las emergencias
(experiencias posibles) y trabajo de traducción (la
relación hegemónica de las experiencias y lo que
hay en ellas más allá de aquella relación: saberes y
prácticas). Otra pista que destaca Santos (2010a),
trata de la reconstrucción del pensamiento crítico
con base en las luchas de distintos movimientos
sociales más recientes que evidencian tanto lo
que el pensamiento eurocéntrico ocultó (incluso el
crítico) como las formas de exclusión y opresión.
Su propuesta la llama ecología de saberes y con
ella se combate el colonialismo epistémico. Una
tercera pista-propuesta de Santos (2010b) es el
paso del “Estado comunidad ilusoria” al “Estado
de las venas cerradas”. Con el último, es posible
la aparición de nuevos actores sociales y políticos,
con nuevas demandas y disponibilidades ideológi-
cas. En este sentido, la epistemología del sur, que
consiste en desmercantilizar, democratizar y des-
colonizar, permite “despensar” la naturalización del
capitalismo, de la democracia liberal representativa,
del racismo. Así, dice el autor, es posible refundar
los conceptos de justicia social, justicia cognitiva y
justicia histórica.
Muchas pistas importantes vienen desde la
América del Sur. Una de ellas es la propuesta de Ri-
vera Cusicanqui (2018) para descolonizar y desmer-
cantilizar la modernidad desde el cuestionamiento
al sentido común y a lo que ella llama “palabras
mágicas” (intercambio, mercado, ciudadanía, desa-
rrollo), que bloquean las inquietudes y las pregun-
tas. Su base es la teoría ch’ixi del valor con modos
de intercambio, reciprocidad y redistribución que
conforman una “contra esfera pública” con base

en “sistemas de intercambio material y simbólico
realmente existentes y desde el interior del propio
mercado”. El eje es una ética del bien común en lo
humano, lo social, “la sanación del planeta y de la
reconexión de nuestras pequeñas angustias con
los latidos y los sufrimientos de la pacha” (Rivera,
2018: 52).
El buen vivir y el vivir bien son las pistas con
mayor empuje en los países de la región andina du-
rante los últimos años. Hidalgo (2015) recuerda que
desde el enfoque del buen vivir (sumak kawsay de
los pueblos indígenas) la idea de contrahegemonía
retomó importancia para los movimientos de iz-
quierda que han sido la base para la aparición del
Estado plurinacional que supone el empoderamien-
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FRANCISCO DE LA TORRE GALINDO • 220
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llismo y la modernización capitalista.
En Bolivia, Choquehuanca (2010 y 2012) afirma
que el Suma Qamaña (Vivir Bien aymara), con base
en la comunidad, la hermandad y la complementa-
riedad (compartir y no competir), dota de principios
(saber escuchar, compartir, vivir en armonía y com-
plementariedad, soñar, alimentarse, beber y danzar,
comunicarse y trabajar) a la Constitución Política
del Estado Plurinacional de Bolivia.
Así, estas y otras pistas se colocan como la
base para afrontar el reto de reconocer o generar
otras formas de construir conocimiento sobre el te-
rritorio. Sin duda, una de sus mayores enseñanzas
es la de problematizar desde abajo.
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 Reseña

Conceptos y debates
sobre la segregación y la disputa urbana
Francisco J. de la Torre Galindo, Blanca R. Ramírez Velázquez,
Rafael Mora López
Depto. Evaluación del Diseño en el Tiempo, uam-a; Coordinadora del Doctorado en CyAD, UAM-X,
Ayudante de Investigación de Depto. de Teoría y Análisis, uam-x

Palabras clave: ciudad en

disputa, urbanización neo- Resumen: El interés por reflexionar colectivamente sobre la compleja
liberal, actores colectivos, y contradictoria condición urbana contemporánea fue el punto de par-
espacios de vinculación. tida para que el Doctorado en Ciencias y Artes para el Diseño realiza-
ra el seminario Ciudad en disputa. Planeación, participación y nuevas
Keywords: city in dispute, desigualdades urbanas desde la escala barrial, en noviembre de 2018.
neoliberal urbanization, El texto es una reseña del seminario que muestra la forma de defi-
collective actors, spaces nir a la segregación y la disputa urbana como las categorías centrales
of linkage.. para abordar la reproducción urbana actual. El documento se organiza
en las tres discusiones principales que tuvieron lugar durante los deba-
tes: 1) aportes a la conceptualización que se surgen de los intercam-
bios realizados entre los participantes; 2) pistas metodológicas que
orientaron las discusiones; 3) acercamientos entre academia y movi-
mientos. Las discusiones evidencian la importancia que se dio a la voz
Imagen: obtenida de http://diariobasta.com/2019/06/14/registran-buena-calidad-de-aire-en-el-valle-de-mexico-2/

colectiva y los retos para sostener su reproducción.

Abstract: The interest in collectively reflecting on the complex and con-

tradictory contemporary urban condition was the theme for the semi-
nar “City in Dispute: Planning, Participation and New Urban Inequalities
at the Neighborhood Scale,” organized by the doctoral program in Scien-
ce and Art for Design in November 2018.
This paper is a review of the seminar, showing how segregation and
urban dispute were defined as the core categories for addressing cu-
rrent urban reproduction. The document is organized around the three
main discussions that took place during the debates: 1) contributions
to the conceptualization drawn from the exchanges among the partici-
pants; 2) methodological lines that guided the discussions; and 3) aca-
demia and movements drawing closer to each other. The discussions
show the importance given to the collective voice and the challenges
to letting it be heard.
 FRANCISCO DE LA TORRE, BLANCA RAMÍREZ, RAFAEL MORA • 224
Introducción
Como parte de las actividades desarrolladas para
impulsar la investigación en el Doctorado en Cien-
cias y Artes para el Diseño, y lograr una mayor
vinculación con las carreras de la División y los de-
partamentos que la componen, el posdoctorante
Francisco de la Torre adscrito a este programa y
la coordinadora del mismo se dieron a la tarea de
organizar el seminario Ciudad en disputa. Planeación,
participación y nuevas desigualdades urbanas desde la
escala barrial, los jueves del mes de noviembre de
2018 en el auditorio Tania Larrauri.
Contó con el apoyo de la Dirección de la Divi-
sión de CyAD, del Departamento de Teoría y Análisis,
del Programa Universitario de Estudios Metropolita-
nos y las licenciaturas en Arquitectura y Planeación
Territorial lo cual aseguró el impacto e integración
de estudiantes y profesores de la División en este
importante debate que permitió construir un espa-
cio de intercambio, reflexión sobre el trabajo de los
actores colectivos y las acciones correspondientes
en diferentes procesos que se desarrollan en el ám-
bito de la reproducción urbana en la actualidad.
En este escrito, los autores realizan una reseña
comentada e interpretada del seminario, con el pro-
pósito de dotar de un primer insumo a las futuras
discusiones y publicaciones que deriven del mismo.
Se realizaron cuatro sesiones a las que co-
rrespondieron temas específicos, se presentaron
especialistas que debatieron con comentaristas y
actores sociales, intercambiando sus posturas en
relación con los siguientes puntos:
1. Espacios desiguales: las improntas materiales
de la política urbana en la ciudad. El objetivo fue
reconocer algunas de las adaptaciones más re-
cientes que ha sufrido la ciudad como conse-
cuencia de las transformaciones al marco legal
urbano. La reproducción de proyectos urbano-
arquitectónicos, a partir de la promoción y apli-
cación de instrumentos, normas y diversos in-
centivos, fue el punto de partida de la discusión
que llevó a la identificación de algunos de los
efectos de esa nueva materialidad.
2. La producción de la política urbana y la repro-
ducción de la desigualdad. La discusión partió
del supuesto de que lo urbano es espacio de
disputa entre distintos proyectos de ciudad,
para enseguida focalizarse en las formas de
dominio de uno de estos proyectos y su impac-
to en la determinación de las directrices de la
urbanización por su acceso a la definición del
marco legal, económico y político de la ciudad.
3. Actores colectivos y la reconstrucción de la co-
munidad política. La discusión permitió explorar
el accionar de algunos actores colectivos, quie-
nes, desde su espacio de vida cotidiana, con-
forman una negación a la política urbana y sus
manifestaciones inmobiliarias. Se identificaron
aspectos de su estructura, formación, sosteni-
miento y agotamiento, así como elementos de
sus estrategias, objetivos, alcances y capaci-
dad para la formación de redes.
4. La política urbana que viene y la agenda ciuda-
dana. Ante la entrada en vigor de la Constitución
Política de la Ciudad de México y la llegada del
nuevo gobierno, se plantearon algunas líneas
prospectivas sobre el futuro inmediato de la
ciudad. Aspectos como la planeación y la in-
clusión ciudadana en los procesos de decisión
sobre lo urbano; la regulación de la urbaniza-
ción y del mercado de suelo; la promoción de
vivienda social y espacios públicos, así como
la atención a los bienes y servicios ambientales
son algunos de los elementos que se destaca-
ron como imperativos para la nueva adminis-
tración y la observancia ciudadana.
225 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Los cuatro puntos se alimentaron de debates y
exposiciones que centraron el interés de todos los
participantes en los procesos de segregación y de
disputa urbana, su abordaje se puede agrupar alre-
dedor de las siguientes tres discusiones que estruc-
turan esta reseña:
1. Sobre los aportes a la conceptualización que
se generaron a través del uso de una serie de
términos, conceptos y categorías que fueron
articulando y jerarquizando el debate colectivo.
2. Sobre las pistas metodológicas que se diver-
sificaron en interrogantes, escalas, cartografía
crítica, dicotomías e investigación-acción, con
las cuales se planteó la problematización y la
construcción de alternativas.
3. Sobre los acercamientos entre academia y mo-
vimientos a través de la revisión de sus dife-
rencias, así como la identificación de la necesi-
dad de producir espacios de vinculación y una
agenda colectiva.
El objetivo específico de este texto es describir
brevemente algunos aportes de las tres discusiones
y, principalmente, establecer su vinculación como
elementos para el abordaje de la segregación y la
disputa urbana. Es importante mencionar que en
la construcción de los tres apartados se resca-
tan elementos de la discusión colectiva, es decir,
no se identifican contribuciones individuales, sino
que se reconocen aquellos aportes hechos desde
exposiciones o reacciones que alimentaron los
debates y las discusiones. También, a lo largo del
texto, se identifican los actores participantes como
academia y movimientos por ser las categorías pre-
feridas en las discusiones. Además, las referencias
bibliográficas presentadas corresponden principal-
mente a las utilizadas durante las presentaciones y
discusiones de las sesiones, aunque algunas otras
fueron integradas por los autores con el fin de dotar
de un hilo conductor a toda la reseña. Por último, en
las conclusiones se plantea la síntesis de los tres
apartados de acuerdo con la lectura que hacen los
autores.1
Aportes a la conceptualización
Reseña
En la obra coordinada por Wallerstein (2011), Abrir
las ciencias sociales, se plantea la reestructuración
de las disciplinas a partir de la discusión de sus lí-
neas divisorias, para afrontar y superar de manera
consensuada las contradicciones (pasado-presente;
nomotéticas-idiográficas; mundo civilizado-bárba-
ro), así como desechar la idea de los monopolios de
sabiduría y las “zonas de conocimiento reservadas
a las personas con determinado título universita-
rio”. En la obra, se apuesta por las “oportunidades
de experimentación creativa en el sistema univer-
sitario” (Wallerstein, 2011: 106-107). El intercambio
producido durante el seminario entre miembros de
la academia y de los movimientos se puede carac-
terizar como un experimento creativo por el uso de
distintos términos, conceptos y categorías con los
cuales se intentó comprender el fenómeno urbano
actual de manera colectiva. Como se dice en aque-
lla obra: “el hecho de que el conocimiento sea una
construcción social también significa que es social-
mente posible tener un conocimiento más válido”
(Wallerstein, 2011: 101).
Lopes de Souza (2013), Merlin y Choay (2010),
Ramírez y López (2015), entre otros, han dejado cla-
ro que las conceptualizaciones son procesos que
deben someterse a constante y permanente revi-
1. Los autores de esta reseña agradecen a todos los partici-
pantes por sus aportaciones a las sesiones del seminario y
por su exigencia por abrir nuevos espacios de encuentro.
 FRANCISCO DE LA TORRE, BLANCA RAMÍREZ, RAFAEL MORA • 226
sión. La experimentación creativa generada durante
el seminario por un conocimiento más válido es un
aporte al proceso de conceptualización que además
reconoce la función instrumental de los conceptos
y sus cuatro principales aspectos: 1) la descripción
de los objetos de la experiencia; 2) la clasificación de
los hechos; 3) la organización de los datos de la ex-
periencia; 4) la previsión, anticipación o proyección
de una solución a un problema o de la experiencia
futura con base en la pasada (Abbagnano, 2012). A
partir de las herramientas conceptuales utilizadas
en las discusiones se vinculó la experiencia urba-
na con la comprensión y la posibilidad de la acción
para su transformación.
Se pueden identificar tres niveles en este apor-
te a la conceptualización. El primero es de las dos
categorías de análisis principales en la discusión:
segregación y disputa. El segundo se compone de
cinco conceptos: desigualdad, ciudad neoliberal, es-
pacio público, derecho a la ciudad y cooperativismo,
con los cuales se describió, organizó y proyectó la
realidad urbana experimentada. El tercero incluyó
términos como verticalización urbana, despojo por
blanqueamiento, tsunami inmobiliario, huracán
urbanizador, guerra urbana, asentamientos renaci-
dos, extractivismo urbano, política de renacimiento
o de ave fénix con los cuales solamente se califi-
có la experiencia. Este apartado tiene el propósito
de sintetizar los aportes a la conceptualización del
segundo nivel, para enseguida vincularlos con las
categorías de segregación y disputa.
Desigualdad
El punto de partida fueron las distintas mediciones
de organismos internacionales como la Comisión
Económica para América Latina y la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos,
que sitúan al continente latinoamericano como una
de las regiones con mayor desigualdad en el mun-
do. Para el caso mexicano, este enfoque métrico se
alimentó con el informe sobre desigualdades 2018
elaborado por el Colegio de México que expresa la
gravedad del fenómeno por su aspecto relacional,
la interseccionalidad entre sus dimensiones, la acu-
mulación de desventajas durante el ciclo de vida y
los nuevos desafíos para la igualdad. Es decir, la des-
igualdad no sólo se sostiene y se reproduce, sino que
se complejiza y se consolida como un determinante
para los territorios y las ciudades. Desde la década
de 1970, el estudio de la desigualdad plantea dos
puntos principales para el análisis del fenómeno: la
escala y el espacio, mismos que han permanecido
en la discusión para permitir identificar a la frag-
mentación como una forma de construcción de la
ciudad. Es decir, la desigualdad es condición que se
ancla espacialmente en el territorio.
Ciudad neoliberal
La escala y el espacio de la desigualdad fueron el
punto de entrada al concepto de la ciudad neolibe-
ral. En las discusiones se abordaron las interaccio-
nes entre el ambiente urbano y el capital financiero,
así como entre las escalas local y global. La ciudad
neoliberal parte de y estimula la fragmentación de
todo lo colectivo y lo social a través de la producción
de conflictos. Se opera por medio de instrumentos
que permiten el spatial fix, la acumulación por des-
posesión de acuerdo con las propuestas de Harvey
(1990) y el uso de la vivienda como factor económi-
co. La ciudad se convierte en el espacio fundamen-
tal para el capital, mercancías y consumo, nuevas
tecnologías y división internacional del trabajo (no-
dos para el capital); al mismo tiempo que estimula
la apertura, promueve la expulsión, la privatización
y transforma la inversión pública (social) por la ges-
tión urbana empresarial. En la ciudad neoliberal la
ciudadanía adopta nuevos modelos de vida y con-
sumo: ser clientes y no usuarios.
227 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
La asociación público-privada se fortalece des-
de los enfoques de la competitividad y de la planea-
ción estratégica con lógica empresarial, y pone a
competir los centros urbanos por capital tecnoló-
gico, precios, atracción y renovaciones urbanas. Si-
guiendo la idea de gobernabilidad de Foucault (2001
y 2006), la urbanización se emplea como técnica de
poder que genera mayor acumulación y ganancia,
que utiliza a la política como la policía que resguarda
los intereses privados. Se trata de una forma de vio-
lencia que ya se había calificado por Smith (2005),
Harvey (1992, 2003, 2007, 2008), entre otros, como
una destrucción creativa.
La Ciudad de México, desde el año 2000, es un
ejemplo claro de la espacialización de la ciudad neoli-
beral. La urbe enfrenta una contradicción con gobier-
nos de izquierda y políticas de corte neoliberal que
fomentan el mercado inmobiliario y su relación con el
sistema de créditos. El mercado hipotecario y el sub-
sidio a la demanda, junto al derecho a la propiedad
privada (vivienda como propiedad), han adoptado y
adaptado el modelo chileno (Held, 2000; Rodríguez
y Sugranyes, 2006) en México.2 Los Fideicomisos
de Infraestructura y Bienes Raíces (Fibras), que ga-
rantizan un rendimiento al desarrollador/inversor,
son uno de los más recientes instrumentos de este
proceso.
Espacio público
Otra de las contradicciones de la ciudad neoliberal
es el aumento en el uso del concepto de espacio
público. La ideología del espacio público, que Del-
gado (2011) ha dejado claro, se conceptualiza jun-
to a la participación y la ciudadanía como utopía
burguesa que excluye a los sectores más pobres
(Fishman, 1987). Se trata de relaciones de poder
que se espacializan y producen una esfera que as-
pira a diferenciarse de lo privado, aunque sostiene el
dominio de la burguesía moderna. Es discurso ideo-
lógico y utópico, pero también opresor, de control y
regulación de estructuras y mecanismos políticos.
Desde sus orígenes en el mundo feudal, pasando
por la implantación del sistema capitalista con los
principios de orden, limpieza y control, la ideología
del espacio público ha integrado la esfera democrá-
tica dentro del mercado a través de la manipulación
de las prácticas de consumo y el control de las po-
Reseña
blaciones excluidas en búsqueda de una recomposi-
ción social y espacial.
Derecho a la ciudad
Se rescata la propuesta de Lefebvre (2009), quien
colocaba, a finales de los años sesenta, la necesi-
dad de un programa de revolución urbana a través
de la lucha política y las utopías sociales. Hoy el
término se aborda desde tres perspectivas: como
un derecho formal que es exigible; como una cate-
goría de análisis para la academia; como una ban-
dera de lucha. No obstante, ante cada coyuntura
socioterritorial el término es recuperado y resigni-
ficado. Una de sus expresiones actuales y locales
es la Carta de la Ciudad de México por el Derecho a
la Ciudad (2010) que se presenta como la suma de
derechos humanos en el ámbito urbano (justicia, in-
clusión, habitabilidad, democracia), al mismo tiem-
po de contraponerse a la ciudad como mercancía.
Desde este instrumento, se insinúa que es la acción
social el motor del cambio, como proceso colectivo
que pone en marcha un proyecto alternativo de vida.
2. El modelo chileno de producción de vivienda social es la
política habitacional creada durante la dictadura militar ba-
sada en el subsidio a la demanda que rápidamente asimiló
el sistema financiero. Si bien en su origen estuvo dirigida
a la población pobre, paso rápidamente a su masificación
por su impacto en la industria de la construcción. Aunque
el propósito ha sido el de reducir el déficit de vivienda, la
política promueve el funcionamiento y dominio del merca-
do en la producción de vivienda, es decir, su liberalización y
privatización.
 FRANCISCO DE LA TORRE, BLANCA RAMÍREZ, RAFAEL MORA • 228
El derecho a la ciudad también hoy es una idea en
disputa entre distintos enfoques con diferentes ob-
jetivos y necesidades opuestas.
Cooperativismo
Desde la propuesta de apoyo mutuo de Kropotkin
(2018), la idea de lo colectivo se ha enfrentado al en-
foque de la competitividad individual que se fortale-
ció a lo largo del siglo XX e inicios del XXI. El coopera-
tivismo como forma histórica del hacer comunidad
también enfrenta otras tradiciones políticas como
el marxismo y su enfoque de sobreexplotación. En
México, la idea de comunidad se reconoce como
componente arraigado en las tradiciones indígenas
(hasta el movimiento zapatista), sin embargo, en el
espacio urbano existe un mayor control por meca-
nismos estatales y de mercado. El cooperativismo
se convierte en una de las posibles respuestas ante
las problemáticas de grupos vulnerables, por ejem-
plo, el cooperativismo de vivienda en América Lati-
na ha logrado desarrollar casos de éxito por medio
de enlaces y redes donde la propiedad es mutua y
colectiva y, por lo tanto, generan un estilo de vida
alterno.
Segregación y disputa urbana
El breve recorrido sobre los cinco conceptos escla-
rece no sólo la relevancia de las dos categorías del
primer nivel (segregación y disputa), sino la forma
en que se cargan de significado por medio de los
debates entre academia y movimientos. Sin duda,
para los primeros, la academia, es importante se-
parar las dos categorías, analizar cada una desde
las fuentes que las han estudiado, incluso recurrir
a otras categorías o conceptos para describirlas.
Así, para abordar la segregación no es raro recurrir
a la idea de la gentrificación, a su origen desde el
marxismo con Neil Smith y su expansión desde el
neoclasicismo y los estudios de equilibrio con Ruth
Glass (1964) (en su investigación sobre los barrios
obreros en Londres), revisitando a Neil Smith (2005)
y su visión sobre la diferencia o potencial de renta
que generan diferentes efectos en la ciudad (elitismo,
sustitución de clase media, deterioro de determina-
das zonas y su desvalorización para su nueva reva-
lorización), hasta alcanzar a la red Contested Cities
y sus estudios sobre fenómenos posindustriales y
neoliberales. Para traducir este fenómeno eurocén-
trico a la región latinoamericana, la academia revisa
la relación entre políticas urbanas, sus instrumentos
y proyectos, con el sostenimiento y la reproducción
de desalojos y desplazamientos de población.
De su lado, los movimientos resignifican las
dos categorías desde una perspectiva tal vez más
inductiva, es decir, desde la experiencia. Todo par-
te de los hechos y acontecimientos que penetran
y transforman la cotidianidad; reconocen efectos
de miedo, temor o desarraigo sobre lo que sucede
o estiman está por suceder. Cuando esto deja de
ser solamente asimilado y pasa a ser fuente de la
construcción colectiva de su negación, entonces se
genera la capacidad de identificar causas (se reco-
nocen los instrumentos de cambio de uso del suelo,
de aumento de intensidades, de mejoramiento a la
infraestructura y su relación con el aumento en el
costo de las rentas, los servicios y los impuestos).
Es después de la articulación de todo esto que las
categorías pueden aparecer para hacer síntesis de
lo que experimentan en su vida cotidiana.
Lo que resulta como aporte a la conceptualiza-
ción es que la segregación y la disputa están nece-
sariamente vinculadas en lo urbano. Aquello que se
define por lo desigual, fragmentado, contradictorio
y reproductor de ideologías, también se precisa por
la aparición de luchas por su resignificación, por re-
conocer el papel de todos los actores en la disputa
y por la construcción de una oposición colectiva.
Entonces, lo urbano se entiende como el enfrenta-
229 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
miento entre distintos proyectos de ciudad, aunque
siempre de manera asimétrica.
Pistas metodológicas
Los intercambios y debates durante el seminario no
pretendieron establecer o construir aquel proyecto
de ciudad alternativo y colectivo que desde la discu-
sión conceptual podría aparecer como objetivo. Lo
que sí lograron fue recuperar interrogantes impor-
tantes que suelen ser invisibilizadas por representar
una incomodidad al statu quo. Por ejemplo, y des-
de la academia, ¿cómo entender lo que hacemos?,
¿cómo reaccionar a lo que observamos?, ¿qué tipo
de investigación, docencia y difusión requerimos?
Plantear estas y otras preguntas en primera perso-
na del plural es ya una interpelación a las prácticas
actualmente dominantes dentro de la academia. Del
lado de los movimientos, los cuestionamientos recu-
perados no fueron menos críticos, desde la compleja
toma de postura entre la autonomía y la incorpora-
ción al aparato político e incluso partidista, hasta la
reproducción de discursos que olvidan tener como
fuente principal a la experiencia colectiva.
Esbozar preguntas fue un paso metodológico
que permitió la problematización colectiva. Todas
las preguntas emergieron de la exposición de casos
o experiencias tanto desde la academia como desde
los movimientos. Enseguida se presentan algunos
de estos casos y preguntas para después describir
otras cuatro pistas metodológicas puestas en prác-
tica durante el seminario: las escalas, la cartografía
crítica, las dicotomías y la investigación-acción.
Casos y preguntas para la problematización
El intercambio de experiencias y casos se pueden
clasificar en cuatro tipos: los centros históricos; las
colonias habitacionales; los centros comerciales;
los institucionales. En el primer tipo aparecieron los
centros históricos de la Ciudad de México y de Que-
rétaro. Para el caso de la capital del país, el abordaje
partió del impacto que generan las políticas tanto
a nivel federal como estatal en la centralidad; las
ideas de la monumentalidad, del consumo y el es-
pectáculo permitieron caracterizar el interés que
tienen estos dos niveles superiores principalmente
Reseña
sobre el perímetro A. El desplazamiento y la especu-
lación tienen antecedentes en políticas locales y sus
efectos (como la congelación de rentas y el deterio-
ro de los inmuebles), que hoy se aprovechan para
la transformación de edificios y predios, el uso del
impuesto predial como un instrumento filtro que in-
tensifica el fenómeno de desplazamiento, así como
la instrumentación urbana (planes y programas),
sin difusión, para llevar a cabo ciertas renovaciones
(como lo ha hecho la Fundación Centro Histórico).
En el caso del Centro Histórico de Querétaro
el enfoque se centra en la industria turística y su
interpretación actual desde la competitividad eco-
nómica. Se traza su relación con programas como
Pueblos Mágicos y su traducción urbana de Barrios
Mágicos. Pero de manera muy interesante se centra
en un caso vigente: el Mercado Tepetate. El sitio, que
cuenta con un antecedente histórico de separación
(se localiza en la zona donde fue reubicada la pobla-
ción indígena al ser expulsada del centro), pertenece
al área que hoy enfrenta procesos de renovación. El
mercado sufrió un incendio del cual destaca el poco
tiempo que tomó generar una propuesta de recons-
trucción, así como la rápida gestión (cuatro meses)
en conciliación con locatarios, demolición, licencias
y construcción, dando una señal de clara voluntad
política. Es la política de renacimiento o de ave fénix
que moviliza la acción, pero oculta los motivos.
Las primeras preguntas que salen de estos
casos se refieren a la identificación y comprensión
de los cambios, es decir, ¿quién y qué puede perma-
necer?, ¿quién o qué ha sido desplazado? Después
 FRANCISCO DE LA TORRE, BLANCA RAMÍREZ, RAFAEL MORA • 230
viene aquellas sobre los mecanismos que generan
estos cambios: ¿qué tanto ha aumentado el costo
de vida (renta, servicios, impuestos)?, ¿quiénes pro-
mueven estos aumentos y para qué?, ¿a quién le
interesa la calidad de vida, el arraigo, la identidad?
Al final, vienen las preguntas de la organización des-
de abajo: ¿cómo surge, se desarrolla o desaparece
toda reacción generada desde los actores locales
(locatarios, comerciantes, vecinos)?, ¿qué tipo de
resistencias pueden promover?, ¿cuáles son las es-
trategias de dominación y sometimiento a las que
se enfrentan?
El segundo tipo son los de los barrios o colonias.
Aunque se mencionaron los procesos de colonias en
distintas partes de la Ciudad de México, en gene-
ral se identificaron dos dinámicas. La primera es
la aparición de pequeños proyectos de inversión
(compra de predios e inmuebles), de mejoramien-
tos urbanos (espacio público e infraestructura), y
la llegada de cadenas comerciales nacionales e
internacionales. Todo esto comienza a generar un
cambio en la vida interior de la colonia, algunas
vías se tercerizan, se hace más visible la seguridad
(acompañada de la criminalización) para desarro-
llar un control sobre las dimensiones materiales y
simbólicas del lugar.
La segunda se desarrolla con mayor velocidad
porque se centra en el aprovechamiento de políti-
cas e instrumentos urbanos que van más allá de
una colonia. La definición de corredores viales, la
potencialidad de desarrollo (vía transferencia o no)
y otras políticas promueven el alza en las plusvalías
que solamente puede ser aprovechada por ciertos
actores (como sucede con las Fibras y el desarrollo
inmobiliario). Ante ambas dinámicas, las preguntas
son abiertas como: ¿a quién pertenece la ciudad?,
¿cómo entender esta violencia urbana?, ¿por qué ha
dejado de importar la identidad y el arraigo colecti-
vo? También preguntas puntuales como: ¿quién au-
toriza esta u otra intervención u obra?, ¿quién audita
o verifica su impacto?, ¿qué mecanismos de defensa
se tienen?, ¿qué nuevas y viejas formas de protesta se
pueden operar?, ¿qué otros sitios, colonias o barrios
están afrontando está problemática?
El tercer tipo es el de los centros comerciales
que son comprendidos desde la contradicción de su
uso y aceptación, junto a la comprensión de que son
la materialidad del proyecto neoliberal de ciudad. Al
problematizar esta contradicción, aparece la necesi-
dad de generar un discurso alternativo al neoliberal
que sostiene la reproducción de las plazas comercia-
les (y utiliza la ideología del espacio público). Su ob-
jetivo es contrarrestar la reproducción de estos equi-
pamientos y sus efectos. Varias de las preguntas de
los casos anteriores se aplican para los centros co-
merciales, no obstante, aparecen aquéllas sobre la
temporalidad, la escala y el poder simbólico que des-
tacan lo siguiente: ¿qué relevancia tiene cualquier or-
ganización ante un fenómeno tan acelerado como el
de los centros comerciales?, ¿hasta dónde llegan los
impactos de estos proyectos en los territorios com-
prendidos como entidades multidimensionales?, ¿la
estructura gubernamental actual puede resolver
esta problemática o debe ser transformada?
El cuarto tipo de casos se refiere al aparato
institucional. Destacan las preguntas sobre la es-
tructura de gobierno y las alternativas: ¿es posible
operar un gobierno sin corrupción?, ¿la ciudadanía
cuenta con verdaderos mecanismos para injerir
en asuntos públicos y de gobierno?, ¿qué capaci-
dad tiene el aparato gubernamental ante el poder
financiero?, ¿por qué insistir en las relaciones pú-
blico-privadas?, ¿la reestructuración que propone el
cambio de gobierno en lo local y federal puede ge-
nerar cambios reales en beneficio de la ciudadanía?,
¿qué papel deben desarrollar los actores sociales,
incluida la academia?, ¿es la autonomía una de las
vías por seguir?, ¿se trata de la microapropiación de
instrumentos como el presupuesto participativo y el
mejoramiento barrial?
231 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Todo lo anterior puede resumirse de distintas
formas, una de ellas es la siguiente: ¿cómo construir
comunidad en donde el neoliberalismo destruye lo
común? y ¿cómo construir un frente común con al-
ternativas para una mejor justicia social?
Escalas
La escala fue la pista metodológica con la que se in-
tentó esclarecer en todo momento la discusión, los
enfoques y su complejidad. La escala permite cons-
truir una aproximación desde lo mundial, lo regional,
lo nacional, lo urbano, lo barrial, lo que conduce a
la identificación de los discursos y de sus emiso-
res. La complejidad que tiene tanto la concepción
como el manejo metodológico de la escala también
recuerda el cambio en la concepción del espacio,
el cual, contrario a ciertas posturas, se comprende
como lo no plano ni homogéneo, donde existen di-
ferentes maneras de representación de la realidad.
La escala también funcionó como revelador e
integrador de dimensiones cualitativas o simbólicas
como la identidad, la apropiación y, por lo tanto, la
disputa. La discusión definió la relevancia de la es-
cala barrial (aunque la idea de barrio quedó abierta
para revisión) por su contenido geográfico, social,
político, simbólico, cultural, económico, urbano, don-
de la política puede recuperar su sentido público.
Respecto a la escala como pista metodológica
para la revisión de los casos vistos, se recuerda la
propuesta de Neil Smith, quien menciona que: “no
sólo se trata de la producción del espacio en lo abs-
tracto, sino de la concreta producción y reproduc-
ción de la escala geográfica como una estrategia
política de resistencia”. Para él, cambiar de escalas
“permite a los desalojados el disolver las barreras
espaciales que han sido impuestas desde arriba y
que contienen, en lugar de facilitar, su producción
y reproducción de la vida diaria” (Smith, 1993: 90).
Insiste Smith en que: “El hacer lugar implica la pro-
ducción de la escala en la medida en que los luga-
res están hechos diferentes de cada uno; la escala
es el criterio de diferenciación no tanto entre luga-
res como entre diferentes tipos de lugares” (Smith,
1993: 99). Al final, la escala se puede comprender
como “un elemento contextual que se adecúa, de-
pendiendo de la manera en que los encuentros y los
vínculos se desarrollen, a partir del origen de las tra-
Reseña
yectorias y los destinos con las que se encuentren,
generando con ellas copresencias o coexistencias
múltiples que es preciso reconocer y evidenciar”
(Ramírez, 2010: 230).
Cartografía crítica
La formulación de preguntas, a partir de experien-
cias y el uso de la escala como estrategia, son la
base de la tercera pista metodológica: la cartogra-
fía crítica. Este recurso es utilizado por el Colecti-
vo Geocomunes para la operación de su propósito
sobre la defensa del territorio y de los bienes co-
munes. Su sustento está en el discurso crítico de
Bolívar Echeverría (1986) y lo desarrollan por medio
de capas de información geoespacial en las que
buscan explicar y demostrar la dinámica territorial,
así como analizar la lógica espacial de los procesos.
El resultado debe ser la posibilidad de actuar pre-
ventivamente. Una versión de la cartografía crítica
la desarrolla el movimiento contra las megacons-
trucciones que reúne algunas colonias de las alcal-
días de Coyoacán y Tlalpan. El aporte que se puede
destacar de esta nueva experiencia es su dimensión
colaborativa, es decir, que requiere la participación de
los involucrados e interesados en el fenómeno que
se analiza.
Dicotomías
La cuarta pista metodológica fue el uso de las di-
cotomías, aunque sólo se expresó en la discusión
 FRANCISCO DE LA TORRE, BLANCA RAMÍREZ, RAFAEL MORA • 232
de dos temas: el derecho a la ciudad y la relación
urbano-rural. Sobre el primer tema, se presentaron
cinco dicotomías como propuesta para abordarlo
como forma de disputa: 1) el reconocimiento legal de
los derechos y la apropiación de los derechos; 2) la
exigibilidad jurídica de los derechos reconocidos y
la exigibilidad de los derechos no reconocidos; 3) la
acción institucional y la acción directa; 4) el derecho
de jure (hardlaw) y el derecho de facto (softlaw); 5)
la lucha por derechos desde los códigos tribunales
y la lucha por derechos desde la calle y el espacio
público. Las cinco dicotomías se presentan como
mecanismos para lograr el cambio democrático.
La dicotomía entre lo urbano y lo rural apare-
ció con algunos esbozos de diferenciación entre
los dos contextos. Se plantearon ideas como que el
cooperativismo funciona mejor en lo rural que en lo
urbano por la especulación del suelo que domina en
este último contexto; sin embargo, lo urbano-rural
se comprendió como algo indisociable, aunque en
constante reformulación por el proceso de urbani-
zación formal e informal, la concentración demo-
gráfica en los centros urbanos, el aumento en la
dimensión de los problemas (falta de vivienda, ser-
vicios, accesibilidad), la gravedad de la problemáti-
ca ambiental y otros temas. Se utilizó la metáfora
del metabolismo de las ciudades para abordar esta
complejidad que supera territorialidades y delimita-
ciones administrativas.
Investigación-acción
Con un recorrido de más de medio siglo, la investi-
gación-acción se ha consolidado como una de las
formas para mejorar las condiciones que provocan
alguna problemática social; sin embargo, su puesta
en operación afronta obstáculos como la negación
de la teoría desde los que privilegian la acción –un
error que suele cometerse en la investigación apli-
cada en temas urbanos– y, por otro lado, el recur-
so de la discusión conceptual sin aproximaciones
empíricas o algún vínculo con los procesos socio-
territoriales. Estos obstáculos fueron parte de las
discusiones en el seminario, incluso fueron utiliza-
dos como herramientas en el análisis crítico de la
relación academia-movimientos.
Esta discusión crítica permitió que aparecieran
algunos elementos que conforman la investigación-
acción como la quinta pista metodológica. Se dijo
que la información es la herramienta de defensa y
de ayuda para realizar acciones en conjunto, para lo
cual se deben generar espacios para la reflexión, el
análisis de casos y proponer herramientas metodo-
lógicas, así como para dar interpretaciones y lectu-
ras sobre el territorio. Estos análisis y diagnósticos
también deben estimular la reconstrucción de la
memoria colectiva y de la identidad. Se advirtió tam-
bién que este tipo de investigación debería contribuir
al sostenimiento de las actividades tradicionales de
cada barrio (en oposición al fenómeno extractivista),
al mismo tiempo de reconocer las nuevas oportu-
nidades, siempre desde la lectura y acuerdo sobre
las verdaderas necesidades. Esto se complementa
con estrategias puntuales ante el contexto de urba-
nización financiera como el generar un control de
inmuebles (catastro) adecuado y actualizado. La
investigación-acción fue un planteamiento de vincu-
lación entre actores para la producción de informa-
ción y la defensa de lo común.
Acercamientos entre academia y movimientos
El seminario funcionó como plataforma para recor-
dar la relevancia que tiene o debe tener la relación
entre la academia y los movimientos, así como
para resaltar que no se trata de eventos específicos
y aislados sino de la construcción de lazos entre
los otros espacios o plataformas que aparecen desde
otros frentes tanto universitarios como ciudadanos.
233 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
Esta misma plataforma también permitió señalar
las dificultades para lograr esta relación y las con-
secuencias de no practicarla. En este sentido, las
discusiones desarrolladas en las cuatro sesiones
del seminario condujeron a la formulación de una
conclusión prospectiva: la necesidad de continuar
produciendo espacios de vinculación. Este apartado
muestra los primeros elementos de esta conclusión
que se ha convertido en el principal reto para ambas
partes. Al final, también se muestran algunos de los
componentes para la construcción de una agenda
colectiva por operar en estos espacios.
Espacios de vinculación
La idea de los espacios de vinculación no sólo refie-
re a la copresencia entre academia y movimientos,
sino que involucra las formas y procedimientos que
en cada lado se desarrollan. Por ejemplo, del lado
de la academia se planteó la necesidad de traer las
discusiones al interior de los procesos formativos
tanto a nivel licenciatura como de posgrado. La
transformación del aparato institucional-académi-
co en una entidad de mayor colaboración parece ser
una de las posibles vías. Se exhortó a la academia
a dar respuestas con nuevos imaginarios y no sólo
enfocarse en la respuesta que siempre ha dado: la
técnica y no la creativa; además, se expresó la nece-
sidad de que la academia comparta la experiencia
con la sociedad civil. Del lado de los movimientos,
se resaltó la importancia de identificar y compartir
las pequeñas resistencias que siguen emergiendo
desde vecinos y comerciantes locales hasta espa-
cios culturales. Se recordó la importancia de invo-
lucrar a la población en procesos organizativos de
distintos tipos y alcances.
Además, se afirmó que todas las dimensiones
de los espacios de vinculación deben abonar a la
creación de lo común, a estimular la creatividad por
la construcción de la vida en común, sin olvidar que
lo común se construye dentro de la disputa, de la
lucha contra la desvalorización de lo público, del
distanciamiento con otros actores. De acuerdo con
esto, los espacios de vinculación se convierten en
promotores de la activación y politización de la ciu-
dadanía (incluidos movimientos y academia), de la
producción de intercambios y aprendizajes.
Entonces, ¿cómo aprender?, ¿cómo protestar?,
Reseña
¿cómo crear? La academia debe retomar una acti-
tud crítica y comprometida y no ser neutral, aunque
también es necesario evitar la idealización de las
luchas y ser crítico ante los errores. La ciudadanía
necesita valorar que cuando comienza a hacer co-
sas diferentes crea memorias que florecen aun en
medio del individualismo (siguiendo las ideas de
Harvey). Se necesita un proyecto academia-comu-
nidad, plantear una plataforma de actores diversos
y, en ocasiones, borrar la división entre academia y
vecinos.
Los espacios de vinculación deberían permitir
las discusiones sobre temas clave para la acción
colectiva, entre ellos, el de la legalidad que puede
tanto legitimar acciones como limitar el empodera-
miento de la ciudadanía. Otros temas son las capa-
cidades y las vulnerabilidades de los actores y sus
acciones; la pertinencia de la planeación y el papel
del Estado y el mercado, sus instrumentos, modelos
e ideas; el alcance, las posibilidades y los riesgos del
enfoque participativo de la planeación; la diversidad
y la multiculturalidad en los territorios y su relación
con el marco legal; la producción y difusión de in-
formación; la sustentabilidad ambiental y su rela-
ción con el modo de producción, los riesgos y los
instrumentos legales. Al final, se trataría de arrojar
ideas para responder: ¿qué tipo de ciudad queremos
y para quién?
Desde los espacios de vinculación, también de-
berían aparecer las alternativas para desarrollar las
funciones de observatorios ante la operación de los
gobiernos, sus políticas y el impacto en la calidad de
 FRANCISCO DE LA TORRE, BLANCA RAMÍREZ, RAFAEL MORA • 234
vida; no perder de vista la sistematización de expe-
riencias como los casos del Corredor Chapultepec
o el Centro de Transferencia Multimodal; involucrar
a la población en procesos organizativos. Se forta-
lecería lo cotidiano para después transformarlo en
algo público.
La agenda en construcción: los movimientos
versus el diablo (el capital)
Uno de los principales propósitos de los espacios de
vinculación es tanto la construcción de una agenda
colectiva como el seguimiento de las acciones que
ahí se definan. El seminario no tenía el objetivo de di-
señar esta agenda, sino de colocarla como uno de los
componentes clave para la vinculación, sin olvidar
que una agenda colectiva no sustituye otras agendas
que pueden operarse en cada barrio u organización,
aunque se requiere una cierta vinculación de acuerdo
con las escalas y los actores involucrados.
Para la agenda, se mencionaron temas como:
la transparencia, la comunicación, la participación,
los vínculos y otros que apuntan a distintas metas.
Algunas de éstas son de carácter ideológico, pero
con gran capacidad para aglutinar, por ejemplo: de-
rrotar al sistema de acumulación por desposesión
enarbolando la ciudad colectiva; ir en contra de los
valores de cambio; construcción de ciudad desde
abajo y con la influencia de grupos sociales. Otras
metas son más operativas: crear frentes, redes,
alianzas, conversatorios, para mantener al colectivo
empoderado socialmente, para producir la ciudad
como un bien común. Algunas de carácter vigilante:
permanecer atentos al nuevo papel de las alcaldías
y del nuevo gobierno.
La construcción de la agenda es un proceso
crítico que incluso reconoce la idea discursiva de
la cuarta transformación como una reafirmación
de un Estado con aspiración centralista al interior de
un sistema neoliberal en el que tiene un lugar cen-
tral la parte económica y financiera. También exige
avanzar en proyectos políticos para el desmontaje
de las estructuras políticas autoritarias de la ciudad:
en contra de la planeación estratégica, centralista y
tecnocrática. Se cuestiona el papel que han perdi-
do los movimientos que deberían estar más activos
ahora ante el nuevo gobierno, siendo autocríticos y
colectivos. La construcción de la agenda aspira a la
eliminación de visiones antiguas y a la generación
de nuevas con perspectiva local.
La agenda, sus metas y su posicionamiento
crítico tiene un hilo conductor: el problema es la ciu-
dad capitalista con el patrón neoliberal de acumula-
ción, aunque aún no hay vía para transformar esta
condición. El capital financiero es el diablo, porque
es hegemónico; se expresa por la adecuación de
los marcos legales y se materializa por el desarro-
llo inmobiliario. Es el diablo, porque se apropia de
mecanismos legales como ilegales (corrupción),
utiliza formulaciones abstractas para fortalecer su
ideología (espacio público, seguridad, resiliencia).
El derecho a la ciudad es uno de los más recientes
asaltos del diablo que lo ha moldeado para sostener
y defender sus proyectos estratégicos.
La agenda colectiva no debe soltar las historias
de luchas urbanas del siglo XX con las coordinado-
ras, frentes y movimientos, con las aspiraciones
socialistas, los mecanismos de poder popular y au-
togestión, los principios que fueron puestos en prác-
tica y que hoy se debe cuestionar: ¿qué pasó con
ello?, ¿por qué no se han revisado los errores que se
tuvieron?, ¿qué ha pasado con esos territorios gana-
dos, con el problema de la correlación de fuerzas y
la falta de conciencia de clase (trabajadora)?
Entonces: ¿cómo generar una reforma urbana
que contravenga al capital financiero (al diablo)? La
agenda debe señalar qué se hará y por quiénes, tan-
to desde lo local como en otras escalas, cada uno
desde su ámbito. El reto es ir acabando con ese
diablo, construyendo colectivamente, comprendien-
235 • Investigación y diseño, vol. 5, 2020
do que todos estamos amenazados por el mismo
fenómeno que afecta la integración, la política ciu-
dadana, la identidad.
Conclusiones
Las desigualdades urbanas que dejan su impronta
con espacios fragmentados y segregados, por me-
dio de procesos de desplazamiento y empobreci-
miento, obligan a la renovación o aparición de luchas
sociales a distintas escalas que intentan responder
a las formas de opresión que se les imponen. La
inclusión de la ciudadanía en los procesos de toma
de decisión ha sido la demanda que sostiene estas
luchas, mismas que, en algunos países, permitieron
procesos de transición en los gobiernos nacionales.
No obstante, la escala local parece haber ignorado
el llamado giro a la izquierda –que hoy se agota–
para seguir la inercia del dominio neoliberal. Es de-
cir, la supuesta cualidad de comunidad política de la
ciudad se reduce al mismo tiempo que la dimensión
financiera se desarrolla y se apropia física y simbó-
licamente de ella.
Ante estos procesos contradictorios, han apare-
cido discusiones, posturas y acciones que cuestio-
nan la urbanización más reciente caracterizada por
la especulación en el mercado de suelo e inmobilia-
rio, la inyección de capitales nacionales e internacio-
nales y la captación permanente de rentas. Actual-
mente estas discusiones críticas suelen articularse
por medio de la idea del derecho a la ciudad que mez-
cla la comprensión de los movimientos sociales de
las décadas anteriores, con las respuestas de corte
comunitarista de los años recientes (mejoramiento
barrial y de vivienda, cooperativismo, propiedad colec-
tiva, autonomía, entre otros); sin embargo, el reto para
estos enfoques críticos no sólo permanece, sino que
se magnifica ante el desarrollo multidimensional de
la ciudad neoliberal.
El seminario Ciudad en disputa. Planeación, par-
ticipación y nuevas desigualdades urbanas desde la
escala barrial, se enfocó en este fenómeno de repro-
ducción urbana contemporáneo que se caracteriza
por la tensión entre la urbanización neoliberal y las
reacciones que emergen e intentan conformar una
oposición.
Las tres discusiones presentadas en este texto
Reseña
describen sintéticamente los aportes del semina-
rio a la comprensión de la segregación y la disputa
urbana como binomio indisociable del fenómeno.
Desde la primera parte, los aportes a la conceptua-
lización, se estableció esta necesaria vinculación
entre segregación y disputa en el ámbito urbano.
Los procesos y condiciones deficitarias como la
fragmentación están acompañadas por reacciones
de lucha por la resignificación. Aunque siempre de
manera asimétrica, la disputa es la condición sine
qua non de la reproducción urbana.
La segunda discusión, pistas metodológicas,
abonó a la estructuración de un posible actuar
colectivo en cinco pasos. Inició con el reconoci-
miento, descripción y cuestionamiento de casos
específicos, lo que ha permitido partir de la expe-
riencia para construir de manera colectiva. Después,
se recuperó la idea de la escala como estrategia
para la reconfiguración geográfica y simbólica del
fenómeno urbano. La articulación de estas primeras
dos pistas son la base de la tercera que fue la car-
tografía crítica, ejercicio propuesto por uno de los
ponentes y experimentado por un colectivo ciuda-
dano para la reconstrucción de su proceso urbano
con discurso crítico. El cuarto paso fue la revisión al
uso de las dicotomías a través de dos propuestas:
desenvolverlas para el abordaje de un tema (como
con el derecho a la ciudad); eliminarla para evitar la
fragmentación de un fenómeno (lo urbano-rural). El
quinto paso se puede entender como el llamado a la
acción colectiva a través de la articulación entre la in-
vestigación y las acciones reivindicativas.
 FRANCISCO DE LA TORRE, BLANCA RAMÍREZ, RAFAEL MORA • 236
Con la tercera discusión, acercamientos entre
academia y movimientos, se expresaron dos retos
inmediatos: 1) la apertura de espacios de vincula-
ción y 2) la construcción de la agenda colectiva.
El primero deriva de la necesidad de no aislar
momentos de intercambio como el propio semi-
nario, evitar fragmentar la discusión o caer en el
estancamiento de la reflexión, lo que alejaría más
cualquier opción de acción colectiva. El segundo
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se refiere a la identificación de los componentes
que estructuran el contexto actual que permitan
delimitar la problemática y diseñar las reacciones
posibles.
Del seminario, queda el reconocimiento colec-
tivo de que estamos dentro del proceso de disputa,
lo que implica reflexionar y definir la postura con la
cual queremos ser partícipes como individuos, gru-
pos, instituciones, movimientos, colectivos.
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