Está en la página 1de 1

Catequista por vocación

Todo catequista debe caminar sobre los pasos de María en nuestra


misión catequística
Una vocación es un regalo de Dios, pues como él dijo "yo los he elegido".
Cuando decimos sí a Dios, hemos de saber exactamente que hay en ese sí. Sí
significa (me entrego) total y absolutamente, sin calcular el precio, sin hacer
ningún análisis ni cuestionamiento ¿está bien esto? ¿es conveniente? Nuestro
sí a Dios se da sin ninguna reserva. El amor inmenso no mide sólo se da.
La entrega total a Dios debe expresarse en pequeños detalles.
La entrega total supone una amorosa confianza en él y para esa entrega total
debemos abandonamos sin límites en sus brazos.
Debemos afianzar nuestra pertenencia a Jesús, porque solo él merece nuestro
amor y entrega total. Nuestra tarea debe ser realizada con un corazón humilde,
con la humildad de Cristo, él nos utiliza para que seamos su compasión y amor
en el mundo a pesar de nuestras debilidades y flaquezas. No importa cuanto
damos, lo que importa es cuanto amor ponemos en lo que damos.

Según las palabras de nuestro Santo Padre, debemos ser capaces de limpiar lo
que está sucio, de calentar lo que está tibio, de fortalecer lo que está débil y de
iluminar lo que está oscuro.

No debemos tener miedo de proclamar el amor de Cristo ni de amar como él


nos amó, pero para eso es necesario alimentamos espiritualmente. La Madre
Teresa dice que si no queremos morir de una "anemia espiritual" debemos
alimentar nuestro espíritu. La oración es un proceso que no termina, sino que
es prolongación en toda nuestra vida. La vida espiritual del catequista debe ser
alimentada por la celebración y por la vivencia de los sacramentos.

También podría gustarte