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Araure, diciembre 2020

Rangel Emyli

El Código Genético

Entre las numerosas propiedades de los organismos vivos, hay una que
es esencial para la continuación de la vida: un organismo debe ser capaz de
replicarse. En una célula la información necesaria para su replicación se
encuentra en el material genético, en una molécula llamada ácido
desoxirribonucleico o ADN. La información sólo es útil si existe un mecanismo
para expresarla. De este modo, en los sistemas biológicos la información
contenida en el ADN se copia en una molécula llamada ácido ribonucleico o
ARN mediante un proceso llamado transcripción y, a continuación, esta
información se traduce en forma de una proteína. Así, la información biológica
almacenada en el ADN fluye del ADN al ARN y, por último, a las proteínas.

El código genético es ese mecanismo o las instrucciones que le dicen a


la célula cómo hacer una proteína específica. A, T, C y G, son las "letras" del
código del ADN; representan los compuestos químicos adenina (A), timina (T),
citosina (C) y guanina (G), respectivamente, que constituyen las bases de
nucleótidos del ADN. El código para cada gen combina los cuatro compuestos
químicos de diferentes maneras para formar "palabras" de tres letras las cuales
especifican qué aminoácidos se necesitan en cada paso de la síntesis de una
proteína.

Igualmente este código es universal y se encuentra conservado en todos


los organismos vivos (con pequeñas excepciones). La información genética
para el ensamblaje de aminoácidos se encuentra almacenada en pequeñas
secuencias de tres nucleótidos que en el ARNm se denominan codones. Cada
codón representa uno de los veinte aminoácidos empleados en la fabricación
de proteínas. El código se representa en una tabla que identifica el aminoácido
codificado por cada codón. El número de codones posibles es 64, de los cuales
61 codifican aminoácidos (siendo además uno de ellos el codón de inicio, AUG)
y los tres restantes son sitios de parada (UAA, UAG, UGA).

Así mismo, este código no es ambiguo o imperfecto, es degenerado o


redundante, presenta un codón de iniciación que codifica al aminoácido
metionina, presenta tres codones de terminación que no codifican aminoácidos
y es cuasi-universal. La función del código genético es vital en la síntesis de
proteínas, es decir, en la fabricación de los compuestos básicos elementales
para la existencia de la vida como la comprendemos.

Estudios demuestran que el código genético evolucionó hasta incluir un


máximo de 20 aminoácidos por una limitación funcional de los ARN de
transferencia, las moléculas que traducen la información que contienen los
genes al lenguaje de las proteínas.

Aunque el código genético es universal, el lenguaje de los genes y el de


las proteínas son diferentes. El primero está basado en las cuatro bases del
ADN, conocidas como adenina (A), timina (T), citosina (C) y guanina (G). En
cambio, las proteínas utilizan el código de los aminoácidos, 20 moléculas
diferentes que combinadas entre sí forman una amplia variedad de proteínas.
Todas las estructuras vivas que existen en la naturaleza están formadas a
partir de estos 20 tipos de ladrillos básicos, formados a su vez por la
combinación de las cuatro bases del ADN. ¿Pero por qué no surgieron más
aminoácidos a medida que aumentó la complejidad de la vida? Se trata de un
límite fundamental en la evolución del código genético que siempre ha intrigado
a los biólogos.

Según el reciente estudio, la clave para entender esta restricción se


esconde detrás del ARN de transferencia (ARNt). Este vendría a ser la
representación física del traductor que habla el lenguaje de los genes y el de
las proteínas a la vez. Los genes son largas secuencias de las cuatro bases del
ADN (ATGCTTTTCACC...) que el ARNt lee de tres en tres (ATG, CTT,...), de
forma que cada triplete da lugar a un aminoácido distinto. El ARN de
transferencia es una herramienta fundamental, ya que reconoce los distintos
tripletes por un extremo, mientras que por el otro se le une el aminoácido que le
corresponde. A medida que va leyendo la información genética por un lado, los
aminoácidos de los ARNt se van encadenando por el otro lado, hasta formar la
proteína que estaba escrita en el gen. El ARN de transferencia (tRNA) ejerce
de intérprete entre el lenguaje de los genes y el de las proteínas.

Es por ello que han descubierto que la saturación del código genético
viene marcada por la forma del ARN de transferencia. La cavidad donde han de
encajarse los ARNt impone a todas estas moléculas una misma estructura
similar a una L, que deja muy poco margen de variación entre ellas. Según
Ribas, «al sistema le hubiera interesado incorporar nuevos aminoácidos,
porque de hecho usamos más de 20, pero se añaden por vías muy complejas,
fuera del código genético. Y es que llegó un momento en que la naturaleza no
pudo crear nuevos ARNt que fuesen suficientemente diferentes de los que ya
había sin que entrasen en conflicto al identificar el aminoácido correcto. Y esto
ocurrió cuando se llegó a 20».

Este freno en el crecimiento de la complejidad de la vida se produjo hace


más de 3.000 millones de años, antes de que bacterias, eucariotas y
arqueobacterias evolucionaran por separado, dado que todos usamos el mismo
código para producir proteínas.

El hallazgo puede ser útil en el campo de la biología sintética, donde se


modifica el código genético para producir proteínas con aminoácidos diferentes
para conseguir funciones nuevas. Pero hacerlo no es nada fácil. Los
investigadores han llegado a la conclusión de que para conseguir sistemas
biotecnológicos más efectivos es fundamental evitar conflictos de identidad
entre los ARNt sintéticos diseñados en el laboratorio y los ARNt pre-existentes.
Para finalizar El contenido de ADN es idéntico en todas las células del
ser humano, es decir contienen toda la información necesaria para la síntesis
de todas las proteínas. Sin embargo, la célula no necesita expresar todos sus
productos génicos al mismo tiempo, ni en la misma proporción. A su vez, el ser
humano está compuesto de diferentes tejidos cuyas características individuales
dependen de las proteínas específicas expresadas por sus tipos celulares. Así,
la diferenciación, el desarrollo y la funcionalidad de los tejidos específicos
dependen del conjunto de proteínas selectivamente expresadas por cada
célula.

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