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¿Qué vale la pena aprender en la escuela?


Por: Lory Hough. Publicado el 8 de enero de 2015 en Harvard Ed Magazine.
Traducido por: Patricia León y María Ximena Barrera.

En su nuevo libro Future Wise, el Profesor David Perkins escribe lo siguiente: “Enseñamos muchas
cosas que no tienen ningún sentido en la vida de los estudiantes y también hay mucho que no
enseñamos que sí tendría un mayor valor en relación con el tiempo invertido”.

Al profesor Perkins le gusta contar esta historia: El líder indio Mahatma Gandhi se estaba subiendo a
un tren. Una de sus sandalias se zafó y cayó al piso. El tren ya estaba en movimiento y no había
tiempo de regresar. Sin pensarlo dos veces, Gandhi se quitó la otra sandalia y la tiró cerca de la
primera. Su colega le preguntó por qué había hecho eso y él le contestó que una sandalia no serviría
de nada pero dos si le servirían a alguien.

Como escribe Perkins en su nuevo libro Future Wise: “La gente valora esta historia y la ve como un
acto maravilloso de caridad. En pequeña escala, efectivamente así lo es”.

Como lo dijo ante la audiencia, en el Instituto de Future of Learning (Futuro del Aprendizaje), que se
llevó a cabo durante el verano del 2015 en la Escuela de Graduados de Harvard, se trataba de algo
más: era también un acto de conocimiento. Al tirar esa sandalia, Gandhi demostraba dos ideas
importantes: él sabía qué necesitaba la gente en el mundo y sabía de qué podía él deshacerse.

Perkins dice que los educadores deben valorar y tener en cuenta estas mismas ideas. Necesitan
preguntarse aquello que él considera una de las preguntas más importantes en la educación: ¿Qué
vale realmente la pena aprender en la escuela?

¿Qué vale realmente la pena aprender en la escuela? Es una pregunta que los estudiantes han
formulando a los docentes durante años, de una manera ligeramente diferente.

“Perkins escribe: “En la parte de atrás del aula se puede ver una mano moviéndose perezosamente.
Usted ha enseñado el tiempo suficiente para saber que esa mano va a levantarse a penas comience
a hablar sobre el tópico. Y así sucede, con una indolencia irritante. Usted mira hacia la mano y …
oigamos.

El estudiante: ‘¿Por qué necesitamos saber esto?’”

Perkins dice que como docente, odia esta pregunta. Los docentes trabajan fuertemente en lo que
hacen y esta pregunta es irrespetuosa. Sin embargo, él admite que la pregunta es en realidad buena;
se trata de una versión impertinente de lo que vale la pena aprender en la escuela. (Es también una
pregunta que él admite haber hecho una o dos veces.)

“Cuando ese misil proviene de la parte de atrás del salón, es una buena forma de recordar que la
pregunta no solo le pertenece a la junta directiva de las escuelas, a los autores de los textos, a
quienes escriben los estándares curriculares y otras élites”, comenta Perkins. “Esta pegunta se
encuentra en las mentes de nuestros estudiantes.”

Por esta razón Perkins decidió dedicar todo un libro, y muchas charlas y discusiones, para ver cómo
responder a esta pregunta.

Traducido por: Patricia León y María Ximena Barrera


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El dice que hoy enseñamos muchas cosas que no tienen mayor sentido en la vida de los estudiantes.
También hay mucho que no enseñamos y que realmente tendría un mayor valor en relación con el
tiempo invertido. Como resultado, Perkins dice a los educadores: “Tenemos en nuestras manos una
crisis callada de contenido. Callada no por falta de voces sino porque otras preocupaciones en el
campo de la educación tienden a apagarlas”. Las otras preocupaciones es lo que él llama agendas
rivales del aprendizaje: la información, el logro y la experticia.

Información
Para comenzar, la mayoría de la educación se ha convertido en la adquisición de un gran cuerpo de
información, aún si no se trata de lo que Perkins llama aquello que tiene valor para la vida, es decir,
seguramente es importante y de manera significativa, en la vida que se espera que los estudiantes
vivan.

“Es bueno saber cosas. A mi me gusta saber cosas. A usted le gusta saber cosas”, dice Perkins.
“Pero existen cuestiones de equilibrio, especialmente en esta era digital. La información de los textos
no es necesariamente la que usted necesita o quisiera tener a mano.” Por el contrario, aunque la
mayoría de la gente diría que la educación debería preparar al estudiante para la vida, mucho de lo
que se ofrece en la escuela no funciona de esa manera, dice Perkins. Los educadores están
“obsesionados” en aumentar la reserva de conocimientos de los estudiantes y con frecuencia
reinciden sobre lo que siempre se han hecho.

“El currículo convencional está encadenado a un bicicletero” dice Perkins. “Se encuentra encajonado
en la mente de los padres: ‘Yo aprendí eso ¿por qué mis hijos no lo están aprendiendo?’ La gran
inversión en los textos y el costo de revisarlos nos lleva a mantener los elementos familiares del
currículo por un tiempo más largo del que merecen. El currículo sufre de algo como el efecto de un
garaje repleto de cosas: por lo general se siente que es más fácil y seguro mantener la bicicleta vieja,
en lugar de deshacerse de ella.”

Como resultado, Perkins dice que: “aquello que tiene valor para la vida dentro de la enorme cantidad
de hechos e ideas del currículo típico, es esporádico. Parece que el valor del currículo no ha sido
pensado muy cuidadosamente.”

Simplemente, tener un gran depósito de conocimiento es inútil si no se utiliza. “El conocimiento es


para llevarnos a alguna parte”, dice Perkins, no solo para acumularlo. Pero con mucha frecuencia,
tendemos a enfocarnos en éxitos a corto plazo, obtener un buen puntaje en una previa, sacar “A” en
una prueba de ortografía y demás. Desafortunadamente todo ese conocimiento del examen, toda esa
acumulación de conocimiento que pensábamos que valía la pena saber, es totalmente inútil si no se
utiliza.

“La realidad es que nuestras mentes solo retienen el conocimiento que tenemos la oportunidad de
utilizar en algún momento de nuestras vidas” escribe Perkins. En forma abrumadora, el conocimiento
que no utilizamos se olvida. Desaparece.”

Fue durante esta sesión del Futuro del Aprendizaje, donde Perkins le pidió a la audiencia que
pensara en algo que había aprendido durante los primeros doce años de escolaridad y que realmente
valiera la pena en sus vidas hoy, más allá de lo básico, como aprender a leer y sin incluir habilidades
profesionales específicas.

“Lo más aterrador cuando tengo estas conversaciones es lo difícil que es para la gente responder”
dice. “Encuentro esto inquietante, también dice mucho acerca del estado actual de la educación.”

Traducido por: Patricia León y María Ximena Barrera


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Pensemos en la mitosis, el proceso de la división de la célula. Durante la sesión en el Futuro del
Aprendizaje, él le pidió a todos en la audiencia, cientos de personas, que levantaran la mano si
habían estudiado la mitosis en la secundaria. Prácticamente todas las personas levantaron la mano.
Luego preguntó cuántas personas recordaban básicamente de qué se trata. Más o menos la mitad de
la gente levantó su mano. Después preguntó cuántos habían utilizado la noción de mitosis en los
últimos 10 años. Una mano se levantó.

Perkins reconoce que encuentra la mitosis fascinante y enfatiza que con el aprendizaje siempre
debería haber espacio para la pasión, “pero en términos de una educación en general y sobre lo que
todos deberían aprender, algo como la mitosis no logra posicionarse bien.”

Rendimiento
Así como los educadores llevan a los estudiantes a tener un gran depósito de conocimiento, también
se enfocan en que dominen el material, algunas veces sin tener en cuenta su relevancia. Esto
sucede, por ejemplo, con la brecha en el rendimiento. Mientras Perkins dice que la brecha en el
rendimiento es un problema bastante importante que debería tomarse en serio, en general, él dice
que el “rendimiento” se trata de dominar un tema, en lugar de ofrecer un contenido que valga la pena
para la vida. La brecha de rendimiento se pregunta si los estudiantes están logrando X. En lugar,
podría ser más útil mirar la brecha de relevancia, que se pregunta si X va a importar en la vida que los
estudiantes seguramente vivirán.

“Si X representa un buen dominio en el campo de la lectura y la escritura, ambas preguntas recibirían
un gran ¡si!” dice Perkins. “Una lectura y una escritura habilidosa, que tenga fluidez y que enganche
presenta tanto, una brecha desafiante, al igual que una alta recompensa de logro. Ese conocimiento
nos lleva a alguna parte. Sin embargo, si X es una ecuación cuadrática, las respuestas no cuadran.
Dominar las ecuaciones cuadráticas es desafiante pero esas ecuaciones no tienen tanto valor para la
vida.” Perkins dice que podemos representar a X con miles de tópicos que configuran el currículo
típico, tal como geografía. A los estudiantes se les obliga a recordar las capitales de los estados y los
ríos principales y se les recompensa como un “logro” cuando alcanzan un puntaje alto. Aunque es
bueno y algunas veces útil saber esas cosas, Perkins argumenta que se debería saber cómo la
localización de los ríos y las bahías y otras características de la topografía de la tierra han sido
influenciadas y continúan influyendo el curso de la historia. Esto ofrece más en términos de
conocimiento que es útil para la vida, que tener ...“una bolsa llena de hechos. Toda esa conversación
acerca del rendimiento deja muy poco espacio para discutir qué es lo que se está logrando.”

Experticia
Y ahí también se encuentra lo que Perkins denomina “el Santo Grial” del aprendizaje en la escuela:
convertirse en experto. El currículo matemático es un buen ejemplo de cómo queremos que los
estudiantes se conviertan en expertos en el tema, con poca consideración a su utilidad. La aritmética
lleva al algebra, incluyendo una serie de “giros y vueltas que casi nunca se utilizan” de un algebra
avanzada, y luego a la geometría y al cálculo, “todo un tema que casi nadie utiliza”, escribe Perkins.

Desafortunadamente, si alguien se cuestiona si esta experticia realmente les sirve a los estudiantes y
más bien sugiere tópicos que sean más relevantes para la vida, Perkins dice que la reacción típica es:
“¡Estamos sacrificando rigor!” Pero no necesariamente debe ser así. En lugar de estudiar durante 12
años para llegar a ser un experto en un tópico avanzado como lo es el cálculo y que casi nunca surge
en nuestras vidas, Perkins dice que los estudiantes más bien deben convertirse en “expertos
amateurs” en algo como la estadística, el cual es un tópico riguroso que se utiliza en la vida cotidiana.
En realidad, este “amateurismo experto” funciona bien, él dice, en la mayoría de lo que hacemos en

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nuestras vidas: criar niños, completar los impuestos, apreciar el arte, comprender la tarifas del seguro
o lidiar con nuestras propio plan de salud.

Perkins es muy claro al decir que la experticia en un campo específico no es mala; en realidad él
apoya esta experticia y asume que sucederá en al nivel universitario. Sin embargo, él propone que en
el mundo de hoy, los estudiantes más jóvenes deben primero que todo adquirir los fundamentos de
aprendizajes clave y luego decidir en qué quieren especializarse.

Entonces regresemos a la pregunta inicial: ¿Qué vale la pena aprender? En su libro, Perkins asegura
que no va a contestar esa pregunta, por lo menos de una manera ordenada. No existe una lista de
1000 cosas que debemos saber o enseñar. Perkins dice que no hay forma de crear una lista definitiva
porque hay muchas cosas que valen la pena aprender en un momento determinado o para una
carrera especializada o incluso simplemente porque disfrutamos aprendiéndolas.

Él sabe que el método enciclopédico del aprendizaje que sucede en la mayoría de los colegios, cuyo
enfoque se dirige hacia el logro y la experticia, realmente no tiene sentido.

“Esta fijación en la cantidad de información que se encuentra en los libros, es parte del problema,
porque el mundo para el cual estamos formando a nuestros aprendices es algo como un objetivo que
cambia”, dice Perkins.

Históricamente, los primeros 12 años de escolaridad se han enfocado en enseñar para lo conocido,
“lo probado y verdadero, el canon establecido”, él escribe. “Esto tenía mucho sentido en los distintos
períodos y lugares en donde la mayoría de la vida de los niños era muy parecida a la vida de sus
padres. Sin embargo, apostar que el mañana será muy similar al ayer, no parece ser una buena
apuesta hoy. Tal vez necesitamos una visión diferente sobre la educación, una visión que, traiga a
primer plano, el educar para lo desconocido así como para lo conocido.”

Para lograr esto, dice Perkins, debemos repensar qué vale la pena aprender y qué debemos dejar ir,
de una manera radical.

“Necesitamos casi que acabar con el sistema y comenzar de nuevo”, dice. “Bueno, tal vez no
necesitamos acabar con todo, pero si por lo menos algunas cosas.”

El comenta que una de esas cosas es la obsesión de educar para los exámenes estandarizados.

“Está claro que el NCLB1 no ha funcionado bien”, ha presionado a docentes y estudiantes, algunas
veces llevando a la trampa y a la manipulación. El dice que con los exámenes estandarizados existe
una fijación por una evaluación “sumativa” versus una evaluación “formativa”; evaluar la información
que tienen los estudiantes con pruebas y proyectos finales, es decir sus logros, en lugar de ofrecer
una retroalimentación continua que mejore el aprendizaje. “Al hacer esto, nos alistamos para para la
GRAN competencia, el GRAN examen al final del año”, dice él. “Esto es una distorsión.” Como
resultado, “a los estudiantes se les pide que aprendan mucho para la clase y para el examen y
seguramente no tendrá ninguna injerencia en las vidas que ellos vivirán, es decir, una gran cantidad
de información que seguramente no volverá a aparecer en sus vidas de una manera significativa”.

Perkins enfatiza que él no está tomando una postura en contra de la evaluación, la cual considera
que es crítica para el aprendizaje. Por el contrario cuestiona “cómo se hace la evaluación. Esta es
una recomendación para alcanzar un logro más enriquecedor”.


1 La ley de no dejar atrás a ningún niño del 2001 del congreso de los EEUU apoyó la reforma educativa basada en estándares para el
desarrollo de habilidades básicas.
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En justicia, él dice, el “juego” de la evaluación, como con frecuencia se juega en la educación, parece
ser muy razonable al comienzo. Los exámenes “son socialmente eficientes. Pueden distribuirse
ampliamente y son fáciles de corregir”, comenta él. “Les damos las pruebas. Evaluamos las pruebas.
Pero eso contribuye a un aprendizaje y a una comprensión superficial. …El estudiante se atiborra de
información para que le vaya bien en la prueba pero no tiene la comprensión. El objetivo del proceso
se hace evidente: se desmorona.”

En lugar, debemos movernos de una comprensión de algo, la información que aparece en la prueba,
la lista de las capitales del mundo, a una comprensión con algo. Según Perkins al pensar sobre una
comprensión con algo, los estudiantes son capaces de establecer conexiones con otras cosas. Por
ejemplo, en lugar de solo aprender hechos relacionados con la Revolución Francesa, los estudiantes
deberían aprender acerca de la Revolución Francesa como medio para comprender temas como el
conflicto mundial o la pobreza o la lucha entre la iglesia y el estado. Al no existir estas conexiones,
Perkins dice que no le sorprende que a muchas personas se les dificulte nombrar las cosas que
aprendieron hace varios años y que aún tienen sentido para ellas hoy, o que los estudiantes no muy
enganchados con las ideas alcen la mano y pregunten “¿Para qué necesitamos aprender eso?”

“Y los estudiantes tienen toda la razón” comenta Perkins. “Los estudiantes de primero elemental
están muy interesados en el colegio, pero con el tiempo, el interés se va perdiendo poco a poco.
Existen múltiples razones para esto, pero una de ellas es que los estudiantes no ven la relevancia de
lo que están aprendiendo. No le encuentran significado alguno con sus vidas.”

Al haber crecido en Farmington, Maine, un pequeño pueblo de menos de 5000 habitantes, Perkins
recuerda sentirse a salvo y tranquilo; fue un lugar maravilloso para crecer. También recuerda lo
aburrido que estuvo en el colegio los primeros ocho años (hasta octavo grado).

“Luego en la secundaria, cuando me encontré con una variedad de tópicos que se trataban a mayor
profundidad, me emocioné mucho.” Pero él también reconoce que probablemente era el único. “Creo
que tuve suerte, que no soy tanto el tipo de persona al que hace referencia Future Wise. Me gusta
tener mucho conocimiento por el hecho de conocer. Con facilidad me puedo interesar en el álgebra,
en la historia. No tengo que preguntarme cómo esto va a enriquecer mi vida.”

Aún, a pesar de su propia experiencia, él dice que en el amplio panorama del aprendizaje, debemos
recordar a Gandhi.

“A medida que el tren entró en movimiento y Gandhi botó su segunda sandalia, él nos mostró la
sabiduría sobre qué debemos conservar y qué debemos dejar ir”, comenta Perkins. “Estas son dos
preguntas centrales para la educación, a medida que escogemos las sandalias que necesitan para el
viaje de mañana, los estudiantes de hoy.”

Traducido por: Patricia León y María Ximena Barrera

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