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Sara Solano

Dr. Marcia Picallo

Spanish Composition

February 27, 2020

Mi primer amor

Supe de su existencia una típica tarde de primavera. Los árboles secos empezaban a

mostrar señas de vida, el triste color café de sus ramas lucía una pelusa verdosa. Había sido una

mañana cálida y soleada, pero las nubes grises y el viento quejumbroso cargaban un olor a

antigüedad, anunciando así las típicas lluvias de abril.

No fue amor lo que sentí al principio. Fueron mariposas, que hicieron de mi cuerpo un

parque, dándome una sensación exasperante, de risa y llanto a la vez, como cuando de niña mi

mamá me hacía cosquillas. Pasé meses con esa sensación, hasta que un día, él me la quitó de

una patada. Desde ese momento lo amé. Aunque sentía su cuerpo, no podía verlo. El ansia de

conocer su rostro hacía los días largos y las semanas eternas. Sin embargo, los meses pasaron y

el día llegó. Después de una larga noche de dolor y toda una mañana de gran labor finalmente

pude besarlo y abrazarlo. La emoción que me causó fue incomparable. Nunca antes la sentí y

no la he vuelto a sentir desde entonces.

Hoy, mi primer amor es un pequeño caballero. Su naturaleza es contradictoria y

misteriosa. Su personalidad pasiva y dulce que se interrumpe por episodios de inseguridad y

frustración. Prefiere la soledad, y sufre por estar solo. Su inocencia es única, pura y valiosa,

supera la pureza y valor de un diamante. Su cara es expresiva, atractiva y varonil, con cabello

obscuro y denso, que contrasta con el vibrante color rosa de sus labios. Su piel bronceada luce
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tan suave y brillante como la miel dorada. Sus lentes agrandan a un más sus enormes ojos, y

cuando se los pone frunce su nariz prominente y respingada. Su cuerpo es espigado y delgado,

pero de huesos pesados y fuertes. Sus piernas largas como un fideo, podrían ser la envidia de

cualquier atleta, pero su postura corva dilata sus debilidades. Sus manos se parecen a las mías,

delicadas y finas, pero sus dedos no son cortos como los míos. Dios con su sabiduría, alargó sus

dedos para hacer juego con su creatividad.

Han pasado diez años ya desde que lo vi por primera vez. El tiempo ha sido ingrato. Ya

no pasa lento, sino con fugacidad, y si es posible mi amor es mas grande aún. El es mi vida, mi

debilidad, el niño de mis ojos, mi hijo Daniel.

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