Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A la semana siguiente, y sólo para cumplir la cita acordada con la máxima autoridad
gubernamental, regresa nuevamente a la ciudad con el tiempo justo para cambiar
de vestuario y estar de alguna forma presentable, encaminándose presuroso al
despacho del Gobernador, quien lo recibe muy atento después de una corta y
tranquila espera.
- Ah, si… Mmmm?... Para qué era? – interroga sonriente el mandatario, envuelto en
un aire de inocencia que no podría confundirse con olvido, sino más bien con el
exceso de trámites atendidos y múltiples compromisos afrontados.
- Para lo de mi traslado como profesor a una población más cercana – le dice
angustiado el maestro, sintiendo como el corazón le late aprisa ante la percepción
de una negativa a su propósito.
- ¡Ya, ya, claro! – dice entonces el Gobernador golpeándose la frente para que
acudan los recuerdos, que por un instante parecieron extraviarse en los vericuetos
de todos sus archivos. – Inmediatamente te hago una nota para que la lleves al
Secretario de la Rama Educativa, quien hará el traslado conforme a lo acordado;
así que vete de una vez a su oficina y habla con él sobre el asunto.
- Haga pasar al siguiente y no más por hoy; tengo junta a las tres en el Directorio-.
- Muy bien; haré los tramites respectivos; entretanto usted seguirá en su sede;
regrese por aquí el mes entrante.
Todo estaba claro; se habían completado de esta forma nueve años tratando
conseguir el cambio de la plaza de trabajo, sin haber logrado el propósito pese a los
esfuerzos y ahorros invertidos.
Un día, a la plaza del pueblito donde el profesor prestaba sus servicios, llegaron
unos hombres vestidos de camuflaje, barbados y con armas; hablaron con el
atribulado maestro que entonces se mostro alegre y decidido, y desde el día
siguiente al inesperado encuentro, los niños de la escuela se quedaron asombrados,
esperando que su viejo profesor apareciera…