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"Mi existencia no tiene sentido, sin ella", "Vivo por él y para él",
"Es lo más importante en mi vida", "Sin ti me muero", “No me dejes”,
"Eres mi todo", "No sé qué haría sin ti", "Sin ti, mi vida no tiene sentido"
¿Te suena familiar? Si respondiste sí, tienes un grave problema: estás a la sombra de un amo.
El apego es una vinculación mental y emocional patológica generalmente obsesiva a objetos, personas,
actividades, ideas o sentimientos, originada en la creencia irracional de que tal vinculo proveerá, de manera
única y permanente, placer, seguridad o autorrealización. En las relaciones afectivas, se considera enfermizo
porque uno de los miembros se cree “propietario” de la relación con la otra persona. Esta adicción afectiva
enferma, incapacita, elimina criterios, degrada, deprime, genera estrés, asusta, cansa, desgasta y, acaba con todo
residuo de humanidad posible, ya que la persona dependiente desarrolla patrones obsesivos de comportamientos
-temer, celos, inseguridad-y hace lo que sea para mantener a la persona a su lado, así sea aguantando
humillaciones y sufrimiento en silencio, todo por no perder a la persona "amada".
El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas condiciones son: independencia, no
posesividad y no adicción, lo cual se consigue respetándonos, valorándonos, y que nuestro proyecto de vida no
sea en base a otra persona, más que en nosotros mismos.
El amor está hecho a la medida del que ama. Construimos la experiencia afectiva con lo que tenemos en nuestro
interior; por eso nunca hay dos relaciones iguales. El amor es lo que somos. Si eres deshonesto, te unirás a otra
persona con mentiras. Si eres irresponsable, tu relación será irresponsable. Si eres inseguro, tu vínculo afectivo
será ansioso. Pero si eres libre y mentalmente sano, tu vida afectiva será plena, saludable y trascendente.
Psicóloga Adriana Martínez García Cel. 951 150 0301
VIVIR LA NAVIDAD
Perdonar: la clave para unas Navidades felices
¿Cómo vivir una feliz Navidad si en la familia hay caras largas? Cuando hay grandes reencuentros familiares, los
comentarios fuera de lugar son a menudo inevitables y pueden arruinar la fiesta. Para la psicóloga Maryse Vaillant, “perdonar
puede ser la clave para pasar unas felices fiestas”.
© Getty Images
La fiesta de Navidad es todo un clásico con los preparativos del árbol, las prisas por comprar los regalos, una cena especial y el
anuncio de un momento de reencuentros familiares. Uno se imagina la Navidad feliz, cordial, llena de amor y festiva. Pero a veces,
viejas disputas y rencores reaparecen. Siempre hay una suegra que se queja, una cuñada estresada, un abuelo mandón, etc. Querer
controlar todo o evitar estas situaciones no es necesariamente la solución ideal. Perdonar podría ser el mejor regalo que uno puede
hacer para pasar las fiestas en paz.