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CIUDADANÍA

CIUDADANÍA E INSTITUCIONES POLÍTICAS


 CIUDADANÍA E INSTITUCIONES POLÍTICAS

Ya hemos señalado enfáticamente el carácter legal, político y cultural que comporta la ciudadanía. No
obstante, la ciudadanía es esencialmente una institución política y social por excelencia, en el sentido
que en ella reposan las normas sociales que fundan la comunidad política. En este aparte resaltaremos el
carácter institucional de la ciudadanía, señalando cómo la ausencia de instituciones implica
necesariamente un subdesarrollo político que tiene fuertes alcances en la vida de las sociedades.

Para explicar este carácter institucional de la ciudadanía adoptaremos la teoría que desarrolló Samuel
Huntington sobre el desarrollo y la estabilidad política, señalando la necesidad de que existan
instituciones fuertes que acompañen la modernización social, política y económica que atraviesan las
distintas naciones.

1. LA BRECHA POLÍTICA Y LA BRECHA ECONÓMICA: ORDEN INSTITUCIONAL Y CIUDADANÍA

Efectivamente, cualquier estudio acerca de la ciudadanía, la política, o acerca de la democracia


necesariamente tiene que acercarse al problema del desorden social y político que atraviesan distintas
sociedades occidentales a partir del siglo XX. Encontramos actualmente que muchas de nuestras
sociedades padecen problemas como la violencia, el desempleo, la criminalidad, la pobreza, la
corrupción, etc., y no podríamos tratar de pensar la ciudadanía en occidente, o en nuestro país,
apartándonos de la problemática general del desorden social y político.

Ahora bien, podríamos pensar que fenómenos como la violencia, la pobreza, la corrupción, y muchos
otros males sociales, surgen como consecuencias de acciones de individuos particulares, o bien
podríamos ofrecer una explicación estructural de dichos hechos.

En el primer caso, el que se ocupa de ofrecer explicaciones subjetivistas, por ejemplo explicaríamos que
problemas sociales como el narcotráfico o la violencia surgen porque personas o grupos concretos los
generan con sus acciones. En ese sentido se singularizan fenómenos de carácter social, y por ejemplo se
llega a pensar que la violencia es encabezada por las FARC en Colombia, y que el narcotráfico es
producido por el esfuerzo de unos actores criminales, llámese cartel de Medellín, o de Cali, etc. De hecho,
podríamos llegar a la conclusión de que fenómenos como la pobreza o la violencia en Colombia son
hechos generados por personas puntuales y que si no fuera por ellos no existirían dichos fenómenos. Sin
embargo, no pretendemos en este estudio una explicación subjetivista.

Adoptando el segundo enfoque que hemos señalado, el que ofrece explicaciones estructurales, nos
preguntamos: ¿cómo entender las expresiones de desorden social y político desde una teoría social
fuerte que explique estructuralmente estos hechos? Teniendo en mente los episodios de violencia y de
desorden político que llevaban a la inestabilidad a los distintos regímenes, adoptaremos en este aparte
la explicación que Samuel Huntington ofrece para entender el desorden social y el desarrollo político.

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En primer lugar, es necesario señalar que Huntington contradice la tesis que han sostenido muchos
economistas respecto a que la estabilidad política y social de un sistema específico depende
radicalmente del crecimiento económico, idea hegemónica a partir de la política exterior anticomunista
impulsada por EEUU. Efectivamente, muchos teóricos habían señalado que la estabilidad política y social
de un país específico depende, en gran medida, del éxito económico que tenga; de que no exista
efectivamente una brecha económica respecto a los países del primer mundo. Esta idea llevó a que
durante varias décadas la política exterior estadounidense estuviera inspirada en este principio, razón
por la cual centraba todo su apoyo en los mal llamados países del tercer mundo en ayudas financieras,
transferencias económicas, donaciones, etc.

Desde esta perspectiva, reducida al éxito económico no se precisaría de la ciudadanía para nada y ella
sería simplemente accesoria. Si un país quisiera tener orden social debería buscar el éxito económico. Se
concebía desde esta perspectiva que para que un país pudiera superar fenómenos como la violencia, la
pobreza, el desempleo, el conflicto, debería buscar la manera de generar mayores ingresos, de aumentar
la producción de capitales, en aras de superar la brecha económica que los distancia de los países más
desarrollados económicamente.

Ahora bien, a diferencia de las tesis de que la crisis social y política en un país era causada por la brecha
económica, o la debilidad palpable para producir ingresos respecto a otros países más ricos, Huntington
sostendrá que el problema de la estabilidad social y política de un país radica en la brecha política, no en
la económica. Desde la perspectiva de la institucionalización política, el que una sociedad padezca
problemáticas como la violencia, la corrupción, etc., no es a causa de su débil desarrollo económico, sino
de la ausencia de instituciones que le permitan mitigar las problemáticas que existan al interior de la
sociedad.

Para poder entender por completo las tesis de Huntington se hace necesario que adelantemos un
conjunto de conceptos relevantes al interior de su teoría: sociedad tradicional y sociedad moderna.

Huntington entiende por sociedad tradicional a la que se caracteriza por no haber sido impactada por
fuerzas modernizadoras como la educación generalizada, la industrialización fuerte, la migración del
campo a la ciudad, la urbanización de la sociedad y la influencia de medios de comunicación masivos. Se
trata de una sociedad no modernizada, que conserva las tradiciones históricas comunes, así como el
tejido social y los lazos de convivencia naturales. Muchas de estas sociedades las encontramos en
nuestro país, y se trata de pequeños municipios donde no hay mayor conflicto, ni desorden social, pues
existen mecanismos casi naturales para resolver los conflictos.

En una sociedad tradicional no existen grandes conflictos, pues en tanto sociedad tradicional posee
mecanismos como la confianza y las relaciones personales, que permiten zanjar estos problemas. Por
eso es frecuente que en muchos de estos municipios de Colombia, donde podríamos evidenciar que no
ay fuerzas modernizadoras, no haya violencia ni grandes desórdenes sociales.

Una sociedad tradicional se caracteriza porque aún conserva los vínculos tradicionales de cohesión social
como lo son la influencia familiar, las costumbres tradicionales; básicamente es una sociedad fundada en
valores patrimoniales, el honor y el prestigio. Efectivamente las sociedades se transforman una vez son
impactadas por las fuerzas modernizadoras. Los vínculos tradicionales se rompen pues la familia se
desintegra: la gente migra del campo a la ciudad, sale en búsqueda de trabajo en las industrias, cambia
sus tradiciones gracias a la educación y los medios de comunicación, etc.

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Ahora bien, el punto eminentemente interesante para Huntington respecto a las sociedades
tradicionales es que en estas existe efectivamente un orden social. Aclaro mucho más esta situación. En
el 2011 se dio una paradoja en el país: dos municipios muy similares por su situación geográfica, sus
condiciones sociales, y realidad cultural se diferenciaban porque uno de ellos había sido el más violento
del país mientras el otro era el más pacífico: mientras que en Totoró en el Cauca la cifra de muertes
violentas al año eran elevadísimas, en un municipio de Boyacá la gente moría de muerte natural.

Leída esta realidad desde la perspectiva de Huntington, lo que encontramos en estos dos municipios es
que uno de ellos, el más violento, había sido impactado por fuerzas modernizadoras rompiendo los
vínculos sociales entre las personas, razón por la cual los conflictos que existían tradicionalmente al
interior de una sociedad no podían ser canalizados. Efectivamente, en el municipio más violento se
encontraba que los vínculos sociales tradicionales como la familia, el respeto y la palabra habían sido
rotos por las migraciones sociales, por la existencia de foráneos, por la aparición de la industria y de
negocios ilegales.

Ahora bien, entendemos por orden cuando al interior de una sociedad existen mecanismos para
amortiguar el conflicto social. Es decir, al interior de las sociedades existen problemáticas comunes como
las enfermedades, la vejez, la pobreza, etc., en las sociedades tradicionales existen mecanismos para
resolver este tipo de conflictos. En una sociedad tradicional, si bien puede haber pobreza no hay miseria;
esta es exclusiva de la ciudad. En una sociedad tradicional agraria, si bien no hay abundancia de riqueza
pues no hay industria, los lazos de cercanía que existen al interior de la comunidad permiten relaciones
basadas en la solidaridad y la ayuda mutua. Así mismo, si existe algún conflicto este se resuelve a partir
de los nexos de cercanía y confianza.

De manera contraria, cuando aparecen fuerzas modernizadoras comienzan a aparecer también nuevos
problemas sociales. Si la gente se educa más comienza a aparecer necesidad de una mayor fuente de
empleo. Si en una ciudad comienzan a migrar miles y miles de personas, desconocidas, aparecen delitos
comunes como el robo, el abuso, etc. Lo que quiere señalar Huntington con esta concepción teórica es
que fuerzas modernizadoras como la educación, las migraciones a las ciudades, la industrialización y la
aparición de medios de comunicación, si bien llevan hacia el desarrollo a las sociedades, también
introducen en ellas un desorden social, pues socavan sus mecanismos tradicionales para la resolución
pacífica de conflictos.

En este contexto de desorden político y social, cuando una sociedad ha sido impactada por fuerzas
modernizadoras, plantea Huntington que el orden político vendrá de la mano no del aumento de la
riqueza económica, sino como el fortalecimiento de las instituciones políticas, y la ciudadanía es la más
importante de ellas. Expliquémoslo con más cuidado. En una sociedad impactada por fuerzas
modernizadoras el orden social y político vendrá como resultado del equilibrio entre instituciones
políticas desarrolladas e independientes y la participación en ellas de las distintas fuerzas sociales en una
sociedad. Es decir, la construcción de una verdadera comunidad política donde se haga evidente la
unidad en la diversidad a través de un orden con autoridad, donde las instituciones sociales y políticas,
las normas comunes, se hagan realidad.

En síntesis, plantea Huntington que la inestabilidad por la que atraviesan distintas sociedades es causada
por los procesos de modernización que hacen más compleja la interacción entre fuerzas sociales, y esta
complejidad no logra ser moderada pues dicha sociedad tiene un bajo nivel de institucionalización
política.

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Por eso, incluso puede contradecir la tesis de los economistas, ya que el rápido crecimiento económico
puede ser una causa del quiebre de las relaciones políticas dentro de una sociedad, lo cual conlleva a que
las antiguas instituciones políticas no puedan amortiguar dichos cambios y así se genera inestabilidad.

Según Huntington hablamos de una comunidad política fuertemente institucionalizada en la medida que
sus organizaciones y procedimientos políticos alcanzan al todo social. Es decir que las instituciones
políticas fortalecen el sistema político regulando la praxis social, canalizando sus urgencias, mediando
entre los conflictos que pueden surgir entre las diversas fuerzas sociales, etc. Es decir, podemos afirmar
que desde la teoría de los sistemas que la institucionalización política permite que un determinado
régimen político este en capacidad de acoger los inputs del todo social, así como responder a ellos,
output.

En ese sentido, para Huntington la deficiente institucionalización política de la sociedad, o bajo


desarrollo político, puede invocarse como causa de la inestabilidad de las sociedades, lo cual se traduce
en violencia, desorden, o conflicto social, ya que los procesos de modernización impactan a las
comunidades que los atraviesan, llevándolas a una serie de transformaciones sociales que no siempre
son amortiguadas por los mecanismos políticos tradicionales dispuestos para ello.

Nos referimos a que procesos propios de la modernidad como la urbanización, la secularización, el


alfabetismo, la industrialización, así como la difusión de los medios de comunicación, entre otros,
impactan las concepciones propias de las sociedades tradicionales y obligan así a sus miembros a
adoptar otras pautas de conducta, otras necesidades y formas de vida que las instituciones tradicionales
no están preparadas para amortiguar, pues las fuerzas sociales se multiplican y diversifican.

Las instituciones sociales propias de un mundo tradicional como la familia, la aldea o la tribu, en las
cuales existe cierto vínculo mecánico o natural, son afectadas en su estructura. Sus miembros, ya sea por
movilidad social o económica, o por efectos de la educación, rompen las barreras de las instituciones
tradicionales con nuevas exigencias, necesidades, e incluso nuevas identidades, que en conjunto con
otros forjan consciencias grupales que se tornan conflictivas en términos sociales no sólo porque se
movilizan políticamente sino porque pueden ser susceptibles de enfrentarse con otros grupos similares.

Ahora bien, el problema precisamente está en que si bien los procesos de modernización de la sociedad
efectivamente significan un cambio en el sistema político tradicional, esto no necesariamente conlleva
hacia un sistema político moderno. Claramente para Huntington un sistema político moderno no es igual
a uno en proceso de modernización. Mientras que este último se encuentra en constante inestabilidad
en la medida en que en él las instituciones políticas no han integrado el conjunto de fuerzas sociales y
sus necesidades, el primero presupone la existencia de lo que hemos denominado una comunidad
política estable, donde se ejerce el poder desde la perspectiva de lo público agenciando las necesidades
y requerimientos del todo social.

En ese sentido el problema es de continuidad. Puede ser más estable una sociedad tradicional que no ha
sido impactada por los distintos mecanismos propios de la modernidad que ya hemos señalado, pues sus
instituciones siguen siendo aptas para contener el conflicto social, que la sociedad que ha avanzado en
procesos de modernización, como puede ser la industrialización o el crecimiento económico incluso.
Luego, la inestabilidad social se desarrolla cuando se dan rupturas al interior de la comunidad política a
consecuencia del rápido cambio social, rompiendo lo que hoy entendemos bajo diversos contextos como
tejido social, entendido como el vínculo entre los ciudadanos que se funda en la confianza.

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Ahora bien, si hemos señalado con Huntington que los sistemas políticos no se diferencian
sustancialmente por su forma de gobierno o por su orientación ideológica, sino más bien por la relación
que establecen entre los niveles de participación e institucionalización política, la estabilidad sólo es
posible en la medida en que estas dos variables se comportan como complementarios perfectos, como
se comprendería en microeconomía el consumo de dos bienes en proporciones fijas. De otra manera se
dan anomalías en el sistema político que redundan en la inestabilidad, y que Huntington ha denominado
genéricamente sistemas pretorianos.

Bajo esta denominación quiere significar el estado de inestabilidad de un sistema cuando existe una
enorme participación política por parte de las distintas fuerzas sociales, pero a la vez el sistema se
encuentra atrasado en términos de institucionalización política para acoger dichas iniciativas, razón por
la cual la participación de diversas fuerzas resulta conflictiva en tanto excede las capacidades del sistema,
ya sea porque el ejercicio del poder obedece o está orientado por intereses particulares y no públicos, o
porque no se respeta la ley o esta última es injusta, parcializada.

Contrasta por supuesto esta situación con los sistemas cívicos, denominados así en tanto en ellos existe
un equilibrio entre el nivel de institucionalización y el nivel de participación, lo cual supone también un
ejercicio del gobierno orientado hacia el interés público sin ningún tipo de sesgo arbitrario hacia ninguna
fuerza social. Cuentan con burocracias eficientes, partidos políticos bien organizados, un alto grado de
participación popular en los asuntos públicos, sistemas eficaces de control civil sobre los militares,
importante injerencia del gobierno en la economía y procedimientos suficientemente aptos para
asegurar la continuidad y frenar el conflicto político y, por supuesto una ciudadanía activa que participa
activamente y cumple con las leyes.

La ciudadanía es la institución política más importante en una sociedad, pues una vez una sociedad entra
en un proceso de modernización se requiere que los sujetos adopten una identidad común, una
solidaridad política en respeto de las leyes y participen también de la construcción de la sociedad.

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