Está en la página 1de 8

“TENDENCIAS EN POLÍTICA EDUCATIVA”

ENSAYO DE LA SOCIEDAD IDEAL

Alumna: Wendy Selene Nájera González


ID: 00605674
Sesión 6
INTRODUCCIÓN

La sociedad, actualmente, vive exclusivamente por y para la imagen y el consumo.


La explosión del desarrollo de ambos es un fenómeno más o menos reciente. Con
la aparición de la sociedad de consumo y el auge del capitalismo moderno, los
antiguos valores imperantes en las sociedades, al menos las más desarrolladas,
han sido sustituidos por la frivolidad y la frialdad de las apariencias externas y de la
imagen. Hoy en día no importa la verdadera personalidad de una persona, solo nos
fijamos en el aspecto externo, en la mudable cáscara que esconde nuestros
sentimientos, conocimientos, actitudes, emociones, pasiones, etc., en fin, nuestra
personalidad, las características irrepetibles propias de un individuo, lo que nos
vuelve verdaderamente humanos. Pero eso ya no le importa a la gran mayoría.
Ahora no buscamos personas que sean amables, cultas, alegres, agradables; no,
ahora lo que pedimos es que lo aparenten. No hace falta tener una cualidad,
simplemente aparentar que se tiene. La excesiva preocupación por la imagen trae
consigo la aparición de un elemento dañino para el razonamiento, y para las
relaciones entre los miembros de una sociedad: los estereotipos. Un estereotipo es
la imagen preconcebida que tenemos de algún concepto, cosa o ser, y que
consideramos como común y correcto aplicado a esos ámbitos. Y, generalmente,
suelen ser erróneos.
El hombre ideal es aquel que es fuerte, musculoso y robusto, que vaya
periódicamente al gimnasio o a realizar alguna actividad deportiva. Debe ser alto,
rubio, con ojos de azul intenso y siempre sonriente. También es pendenciero, y
seductor. Le gusta lanzar piropos a las mujeres, y utilizar sus conquistas amorosas
para alardear delante de otros hombres como él, sentados en la mesa de algún bar
tomando unas cervezas. Desprecia a los intelectuales, pues no le importa la cultura,
solo el fútbol y las féminas. Este equivocado planteamiento ensalza indebidamente
a ese tipo minoritario de “machos”, como se les suele llamar, y apoca a los
pobrecitos que no cumplen esos requisitos, que son despreciados por no tener una
imagen satisfactoria. Y muchas veces, algunos de esos marginados son
maravillosas personas, mucho más valiosas que el prototipo ideal. Y sin embargo,
sus cualidades quedan ahogadas por la búsqueda desesperada de alcanzar esa
“meta” que impone la sociedad, enterrando bajo un mar de engaños y frivolidad su
verdadera personalidad. La moda es otro de esos conceptos peligrosos que trae
consigo la revolución de la imagen. Esta “tarjeta de presentación” está adquiriendo
cada vez más importancia para las masas. Ahora, si la imagen externa de una
persona no nos convence, realizamos un juicio sin fundamento y pensamos que no
debemos acercarnos a ellos, que no podemos congeniar… ¡cómo si el hecho de
llevar ropa nueva o más “fashion” (adjetivo inglés cuyo significado en castellano aún
no comprendo, y que sospecho que mucha gente utiliza sin entenderlo del todo)
fuera lo único importante! Y así entra en juego otro estereotipo que causa mucho
daño entre la juventud, principalmente de sexo femenino: la de la mujer guapa,
maquillada, muy delgada, y que gasta un dineral para llevar siempre la ropa más
moderna (que sospechosamente es la más cara; otro truco de la publicidad y las
empresas) simplemente para rivalizar con otras por ver quién tiene el mejor
modelito, o cuál ha conseguido atraer a más hombres. Y esto es lo que se les exige
a las chicas de hoy en día. Tienen que abandonarse a la única preocupación de
ponerse los mejores “trapitos” y ligar con los mejores chicos. Y así se registran
tantos casos de anorexia, y de todo tipo de enfermedades mentales, así como de
rechazo y frustración. Y todo eso provocado por la imagen de “persona ideal”, que
increíblemente todo el mundo acepta. Y mientras, valores tan importantes como el
amor sincero, la amistad, la lealtad, la honestidad, el interés por conocer, etc, son
sustituidos por una inmoral necesidad de aparentar lo que no se es, de ocultar
totalmente nuestros sentimientos, de dar imagen de moderno (otro concepto
peligroso y mal utilizado), de ser como la gran mayoría, lo que implica perder
nuestras peculiaridades, lo que nos distingue de otras personas y nos vuelve únicos.
Actualmente, en los países “occidentales”, la gente vive sometida a una tiranía: la
de la imagen, ese amargo déspota, que limita nuestra libertad de expresión por
miedo a no ser como el resto y terminar rechazado.
Incluso en los gobiernos se puede observar esa preocupación por aparentar. Ya no
importa si se resuelven los problemas que aquejan al mundo, a los Estados, a las
sociedades, etc. Ahora, lo único importante es simular que se han solucionado.
Nadie sabe cómo puede terminar esto. Lo que si se sabe es que la historia suele
seguir procesos cíclicos, y tras un período de crisis en el pensamiento colectivo de
las sociedades, viene otro de vuelta a las ideas tradicionales, para ser estos
sustituidos de nuevo por la crisis. Así pues, puede que todavía exista una solución
a esta excesiva y dañina preocupación por la imagen, y vuelva otra época de
preocupación por los valores. Sin embargo, lo arraigada que se encuentra esta
nueva crisis en el pensamiento de las nuevas generaciones hace presagiar un
camino arduo y difícil hacia una sociedad más ética y moral.
Vivimos en la sociedad de la imagen, que duda cabe, pero no de la imagen como
medio, ni siquiera la imagen como símbolo, sino de la imagen como pura virtualidad,
como sustituto de muchos ingredientes vitales. Hemos pasado en un breve espacio
de tiempo de una sistema de producción a un sistema de representación, donde
cobra mucha más importancia lo aparente que lo real, hasta el punto que la una
acaba ocupando el lugar del otro y la imagen se muestra como etiqueta visible de
objetos, valores humanos (¿?) y otras abstracciones que otrora se movieran en el
dominio de la ideología. Que la imagen ha sido desde siempre un poderoso
instrumento de poder es algo consensuado, la diferencia es que en nuestro entorno
urbano ( y en mayor o menor medida en otros entornos no adscritos directamente a
la civilización occidental ) la relevancia y la importancia ontológica de la imagen
como fenómeno alcanza matices superlativos que rozan la hipérbole cuando no
entran de lleno en la pura caricatura, hasta el punto de que uno ya no es lo que lo
que hace, ni siquiera es lo que tiene sino que es lo que aparenta, a pesar de que
esa apariencia en muchas ocasiones vive completamente en el terreno del
simulacro. En un clima social tan receptivo a este entorno imaginario es fácil
comprender el repentino poder que, de pronto, adquieren las etiquetas como icono,
las vemos en forma de tarjetas VIP, marcas comerciales, modas de uso o títulos
universitarios (entre otras muchísimas por supuesto) todas ellas cubiertas de una
saturada capa de representación que apenas deja espacio entre significante y
significado. La pregunta que surge es ¿realmente es válido este modo de afrontar
la vida?, muchas son las razones para pensar que no, pues a fin y al cabo la
virtualidad, adorada ahora cual vellocino de oro, muestra series deficiencias a la
hora de cumplir su propósito de de asumir el rol de casi-todos los aspectos de lo
real. Si no, basta con observar con algo de atención lo que ocurre alrededor nuestro
todos los días.
CONCLUSIÓN

Mi dilema como el de muchos es como elevar a las nuevas generaciones saturadas


de imágenes visuales y acústicas, de esa dictadura de la imagen al pensamiento
abstracto, del consumo de imágenes a la producción de ideas. Como sacarlos de la
infantilización no es fácil. Lejos estamos del célebre pensamiento aristotélico que
abre la Metafísica: por naturaleza los humanos son filósofos (disfrutan de la libertad
de su pensamiento, forma de conocimiento superior) y lo prueba es que gozan
gratuitamente de sus percepciones (forma de conocimiento inferior).Es decir la
sociedad puede hacer indeseable el paso hacia la adultez, la mayoría de edad de
la que hablaba Kant. parece muy interesante, además quería agregar que tengo un
trabajo de La sociedad de la imagen y estoy recién en pleno sumergimiento de éste
tema. Respecto a tu artículo, es cierto en la actualidad existe los deseos de obtener
una categoría superior y una imagen que te distinga, yo lo veo valido, porque si tu
has luchado por algo, y lo conseguiste, obtienes una imagen de ser luchador y
perseverante, y al lograr esto, por ejemplo: tienes un reconocimiento como un título
universitario , es lo justo. Buscaste, conseguiste, y considerado. Con éste título
podrás conseguir más metas, con ésta imagen, podrás alcanzar tus sueños, quizás
lograr un post-grado, sin un Titulo Universitario jamás te realizarás. Por lo tanto, es
necesario en la sociedad, el importantísimo rol que cumple la imagen.
BIBLIOGRAFÍA:

GONZÁLEZ de ZÁRATE, J.M. Método iconográfico. Vitoria. Ed. Ephialte


(Institutos de estudios iconográficos), 1991.

JOCKLE, C. Encyclopedie of Saints. Ed. Alpine Fine Arts Collection,1995,


(UKLTD)

JONES, A. Iconografía de los santos. Barcelona. Ediciones Omegas,


1950.

PANOFSKY, E. Estudios sobre iconología. Madrid. Alianza


editorial,1994.

REAU, L. Iconografía del arte cristiano, (introducción general). Barcelona.


Ediciones del Serbal, 2000

También podría gustarte