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ARTÍCULO ESCRITO POR DAVID BROOKS PARA EL PERÍODICO LA JORNADA

Nueva York. Los 16 electores del estado de Michigan serán escoltados por agentes de
seguridad armados cuando lleguen este lunes al capitolio de su estado para emitir sus votos
en el Colegio Electoral y con ello constatar que el demócrata Joe Biden es el próximo
presidente en lo que determinará formal y oficialmente que Donald Trump perdió.

La tensión ante amenazas de violencia contra los llamados “electores”, funcionarios


electorales en varios estados e incidentes sangrientos con por lo menos 4 acuchillados y un
herido de bala en la capital del país y en Olympia, Washington el fin de semana, es
producto directo de la incitación de Donald Trump a luchar contra una elección “robada”
por un magno fraude a pesar de que decenas de tribunales incluso la Suprema Corte el
pasado viernes y su propio procurador general William Barr han rechazado por falta de
pruebas.

“Esto no ha acabado”, afirmó Trump, quien criticó la falta de “valentía y sabiduría” de la


Suprema Corte (donde él instalo a tres de los seis jueces conservadores) y atacó a
gobernadores y legisladores estatales republicanos en estados claves como Georgia y
Arizona que no cedieron ante su demanda de anular el voto de sus propios ciudadanos. En
una entrevista con Fox News este fin de semana Trump fue preguntado si le preocupaba
dividir al país, Trump respondió que “no, me preocupa que el país podría tener un
presidente ilegitimo…”

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Después de que la Suprema Corte rechazó la demanda de Texas apoyada por 17 otros
procuradores estatales y más de 126 legisladores federales republicanos para revocar los
resultados en cuatro estados claves y con ello rescatar de la derrota a Trump en la elección
nacional, ahora los fanáticos están invitando a Dios a interceder en mantener a Trump en el
poder.

El sábado en Washington, al igual que en varias otras ciudades, miles de fanáticos de


Trump -impulsados por criminales condenados como el ex asesor de Seguridad Nacional de
Trump, el general Michael Flynn- ahora libre bajo indulto presidencial (quien
recientemente propuso que el presidente declarara “ley marcial parcial” para revertir la
elección), encabezados por reverendos y más oraron para que Dios interviniera para
mantener a su líder en la Casa Blanca otros cuatro años.

Pero también estaban dispuestos a intimidar, provocar golpes y otras formas de violencia, y
portar armas. Quemando mantas de Black Lives Matter e intimando a ciudadanos en autos
solo porque llevaban puestos cubrebocas, cientos de Proud Boys, organización neofascista
encabezada por el cubanoestadunidense Enrique Tarrio, se sumaron a los miles que
llegaron a Washington el sábado para mostrar su lealtad a su líder y apoyarlo en su
destrucción del proceso democrático. Se reportaron algunos arrestos y por lo menos cuatro
casos de gente acuchillada.
Hubo un herido por balas en Olympia, Washington en otro enfrentamiento entre
agrupaciones ultraderechistas y manifestantes anti-Trump. Se espera más.

Y continúan las amenazas, incluyendo algunas de muerte, contra poltíicos y funcionarios


republicanos que certificaron el voto en sus estados y no “ayudaron” a Trump, con sus
nombres, fotos y direcciones de sus hogares en “listas de enemigos” o de “traidores”
circulando en redes sociales.

El Colegio Electoral
Este lunes los integrantes del llamado Colegio Electoral se reunirán en sus respectivos
estados -algunos en los capitolios estatales u otras sedes y algunos de manera virtual para
emitir sus votos en boletas de papel por presidente y vicepresidente. Es casi siempre un
ejercicio simbólico y con poca atención pública pero este año se ha vuelto, como todo lo
demás, un evento polémico.

Trump y sus aliados habían intentado descarrilar el proceso al solicitar la anulación del voto
en estados claves y sustituir a los electores ganados por su contrincante con otros leales al
presidente. Este esfuerzo ha fracasado y por lo tanto, se espera que este lunes culmine con
la confirmación oficial de que Trump fue derrotado, y por mucho, por el demócrata Joe
Biden

El Colegio Electoral, una entidad anticuada establecida por los fundadores del país para
imponer un control de la cúpula sobre la expresión de la voluntad popular, está compuesto
por “electores” seleccionados por los partidos estatales. Cuando un ciudadano vota por
presidente en Estados Unidos en verdad está emitiendo un voto para un elector -o sea, no
hay voto directo para presidente. Biden ganó la elección con 306 votos electorales frente a
232 de Trump.

El candidato que gana la mayoría del voto gana todos los electores asignados a ese estado
(con un par de excepciones). Treinta y tres estados obligan que sus electores votar por el
candidato que ganó el voto popular en ese estado; 17 no imponen eso sobre sus electores, y
por lo tanto pueden votar como quieran aunque son seleccionados por el partido y por lo
tanto casi siempre son leales.

Este voto electoral es contado y enviado, junto con la certificación del voto popular en cada
estado, al Congreso federal.

El proceso electoral presidencial concluye el 6 de enero, cuando el Congreso en sesión


conjunta de ambas cámaras, cuenta los votos del Colegio Electoral.

Trump aparentemente buscará lanzar su último ataque contra el proceso electoral ese 6 de
enero. Según las reglas constitucionales, después de declarar el resultado del conteo final
del voto del Colegio Electoral, hay una última oportunidad para que legisladores registren
una objeción al conteo. Eso deber ser por escrito y contar con el apoyo mínimo de un
diputado y un senador. Si esto ocurre -ya hay un diputado federal quien públicamente ha
declarado que lo intentará, aunque aún no hay un senador que se ofrezca- cada cámara
debate la objeción durante no más de dos horas antes de que se vote sobre si aceptar o no la
objeción. Se requiere de una mayoría en cada una de las cámaras. Como los demócratas son
mayoría en la cámara baja, los republicanos -aunque voten en bloque- no tienen la
posibilidad de revertir el resultado.

Pero todo indica que Trump desea continuar con el espectáculo de esta manera, culminando
con lo que ya ha declarado: declarando que Biden será un presidente “ilegítimo”.

Expertos expresan alarma de que esto prolongará una crisis política en este país en medio
de la peor crisis de salud pública en un siglo y la peor crisis económica desde la Gran
Depresión. Más aún, señalan que la polarización que está provocando Trump está ya
envenenando la posibilidad de lo que llaman “curar” las divisiones de esta pugna política.

Aunque una mayoría de votantes, 62 por ciento, consideran que la elección ya está
concluida, según una encuesta de CBS News este domingo, 75 por ciento de los
republicanos aun dice que está en disputa y solo 18 por ciento de estos considera que Biden
ganó de manera legítima.

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