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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas


Escuela Profesional de Derecho

“INCIDENCIAS DE ALGUNOS PRINCIPIOS


PROCESALES EN EL RAZONAMIENTO PROBATORIO”

INTEGRANTES : AGUIRRE SERNA, KELLY

GONZALEZ ESCUDERO, KATERIN

RIVAS GARCIA, YANET

RODRIGUEZ CASTILLO, EYLIS

DOCENTE : IBAÑEZ HUAMAN, NORA

CURSO : ARGUMENTACIÓN JURÍDICA

CICLO : X

TRUJILLO – 2019

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INTRODUCCIÓN

En nuestro sistema Judicial el uso de los conceptos como las pruebas, las
leyes y los argumentos jurídicos son muy importantes para la demostrar o
contradecir los hechos que son materia de controversias.

Dentro de una concepción racional, la reconstrucción procesal de los hechos


debe ajustarse lo más posible al acontecer empírico e histórico de estos. Por
tratarse de sucesos objetivos y verificables.

Al hacer transparentes las formas de razonamiento implicadas en cada


concepto probatorio, se facilita el uso de estos últimos a nivel de teoría y de
práctica. Las categorías de razonamiento consideradas son: dogmático,
epistémico y lógico. Probar un hecho implica convalidar, en base a los datos
probatorios disponibles, una de las hipótesis referentes a aquel hecho. La
recolección de nuevas pruebas directas o indirectas que le otorguen un mayor
nivel de corroboración a aquellas hipótesis el cual será necesaria ser
acreditada como justificada mediante razonamientos el cual compromete
complejas operaciones racionales.

Lo que se pretende analizar de estos temas es precisar los efectos del cual
derivan aquel razonamiento probatorio, quiere decir que en el contexto de
justificación de la hipótesis el juez determinara si las pruebas presentadas en el
proceso fundamentan o no tal hecho mediante la impostación probabilística.

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INDICE

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………2

I. RAZONAMIENTO PROBATORIO………………………………………4

1. ESTRUCTURA LÓGICA DEL RAZONAMIENTO JUDICIAL……………


4
2. LA TRANSVERSALIDAD DEL “CONTRADICTORIO” EN LAS
PRUEBAS DECLARATIVAS ………………………………………………..5

3. LA “INMEDIACIÓN”, UN PRETEXTO PARA NO RAZONAR………….6

4. LA INFERENCIA DEBE BASARSE EN LAS REGLAS DE LA LÓGICA,


LA CIENCIA O LA EXPERIENCIA…………………………………….…..7
A) PLURALIDAD DE INDICIOS……………………………………...8
B) CONCORDANCIA DE INDICIOS………………………………... 9
C) CONVERGENCIA DE INDICIOS………………………………….9

II. PRINCIPIOS PROCESALES………………………………………………10


1. CONCEPTO……………………………………………………………….…11
2. CATEGORÍAS……………………………………………………………….11
3. UTILIDAD DE LOS PRINCIPIOS PROCESALES………………………12
4. CARACTERÍSTICAS DE LOS PRINCIPIOS PROCESALES………….13

CONCLUSIONES……………………………………………………………………23
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………24

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I. RAZONAMIENTO PROBATORIO

Según Obando señala que la valoración constituye el núcleo del razonamiento


probatorio; es decir que conduce partir de informaciones aportadas al proceso
a través de medios de prueba a una afirmación sobre hechos controvertidos.

1. Estructura lógica del Razonamiento judicial

Cuando nos referimos a razonamiento judicial en materia de hechos


constituirían razones de un argumento, la garantía estaría constituida en la
máxima de la experiencia, las presunciones y otro tipo de enunciados
generales y el respaldo estaría configurado por la información necesaria para
fundamentar la garantía.(obando 2013)
La valoración de la prueba habrá permitido otorgar a cada una de las hipótesis
un determinado grado de confirmación que nunca será igual a la certeza
absoluta.
No es tarea vana meditar sobre la estructura lógica del razonamiento judicial. El
desvelamiento de lo que ocurre cuando pensamos y la toma de conciencia de
cómo se genera y desarrolla el razonamiento judicial, como acto específico de
una importante región de la tarea de pensar y de sus modos propios, aparte de
revelarnos un mundo nuevo, nos hace sentir más seguros en el acto de
peticionar justicia o en el acto de juzgar.
Nosotros hablamos de “razonamiento judicial” pues involucramos, en dicha
expresión, tanto el razonamiento de los abogados como el razonamiento de los
jueces.
“Los abogados, antes de interponer una acción -nos referimos especialmente a
aquellas que dan lugar a los llamados “casos difíciles”, realizan una verdadera
predicción. Predicen el futuro. Luego de conocer los hechos y estudiar la norma
aplicable al caso, infieren la conclusión. Es decir, se colocan en la hipótesis de
“predecir” la conclusión que el juez formulará en el caso concreto. Y, al fin y al
cabo, la predicción es indicio de que la ciencia del derecho es verdaderamente
tal.”1

1
DIAZ, CLEMENTE, (1945) Instituciones de derecho procesal, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, Ediar,.
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Y el desvelamiento del razonamiento judicial es una apreciable ventaja tanto
para el abogado como para el juez. En verdad, hace más consciente la labor y
esa toma de conciencia incide notoriamente en la excelencia de la presentación
de los casos judiciales, así como el acto de juzgarlos. Pero la predicción, a
medida que se desarrolla el proceso judicial, exige del abogado, tanto en sus
alegatos, como si es el caso al fundamentar los recursos, al exteriorizar el
pensamiento fundante de su tesis principal, lo que también requiere la
observancia de las leyes de la lógica jurídica.
“Por otra parte sería necio no reconocer que el marco de referencia dentro del
cual pretendemos mostrar cómo razonamos es una teoría. Pero es imposible
hacerlo de otro modo y mucho más peligroso ocultarla”. 2

El razonamiento sentencia, será primordialmente deductivo, o, por el contrario,


será primordialmente inductivo. Ex profeso decimos primordialmente, puesto
que es muy difícil que alguien piense que sea sólo y absolutamente de una u
otra manera
Existen, para razonar, reglas que la ciencia de la lógica ha descubierto y
estudiado, reglas que no se pueden violar, sin correr el riesgo de caer en el
error.
Es por esa causa que es preciso basarse en esas reglas lógicas para
manifestar nuestros conocimientos científicos, cualquiera sea la ciencia
cultivada. Y es natural que lo que la Lógica científica ha descubierto, se
muestre de manera pura en su ámbito, pero esas reglas pueden ser aplicadas
a diversas ciencias, en cuyo caso, es menester poner la debida atención al
dirigirnos hacia el objeto propio de cada ciencia, esto es, al objeto del
razonamiento al cual se aplican dichas reglas.
“Implícitamente, claro está, en todo lo que va dicho, estamos poniendo el
acento en las relaciones que tiene el Derecho con la Lógica. Y, como no se
puede prescindir de ésta cuando razonamos, también estamos diciendo que es
imprescindiblemente necesario un control de logicidad en la administración de
justicia, entendiendo por tal control el examen que debe realizar una Corte o un
Tribunal Superior para conocer si los razonamientos que explicitaron los jueces
inferiores al dictar sus sentencias son lógicamente correctos. “ 3

2
DIAZ, CLEMENTE, (1945) Instituciones de derecho procesal, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, Ediar,.

3
Fernández López, Mercedes. (2005) Prueba y presunción de inocencia,
Madrid, Iustel.

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2. La transversalidad del “contradictorio” en las pruebas declarativas

Se entiende por pruebas declarativas como describe Igardua (también


llamadas “pruebas personales”) aquellos medios de prueba que tienen como
denominador común alguna declaración (del imputado, del coimputado, del
testigo, etc.).

La transversalidad del contradictorios significa como el principio procesal de


contradicción atraviesa, el fenómeno de las pruebas declarativas el cual se
manifiesta al encarar adecuadamente el objeto de la actividad probatoria, el
funcionamiento del razonamiento probatorio y su consiguiente control en este
acotado pero importantísimo ámbito”4

3. La “inmediación”, un pretexto para no razonar


“Del manojo de funciones que desempeña el principio de “inmediación”, aquí
interesa subrayar particularmente que ése facilita la relación del juez con las
fuentes de prueba; es decir: el juez debe formar su criterio con materiales de
primera mano. Ahora bien, el susodicho principio origina problemas cuando de
las pruebas declarativas se trata. Por tanto, seguiré frecuentando este
específico dominio.”5

Y resulta que los celosos defensores de la “inmediación” suelen suelen


asociarla con la percepción de aquellos elementos prosódicos (no verbales:
como el nerviosismo, el aplomo, el azoramiento, el llanto, las muecas, el
movimiento de las manos, etcétera) que acompañan a una declaración y, en
cuanto no recogidos en las actas del proceso, sólo son de conocimiento para
los juzgadores que estaban allí
Evidentemente, los componentes del lenguaje gestual tienen su relevancia,
pero ésta se sobredimensiona al pasar por alto dos circunstancias. La primera,
que tales elementos, útiles seguramente en la dialéctica del interrogatorio (p.
ej., sumarial), no lo son tanto en el juicio oral (marco formalizado y de tiempo
breve al tratarse de una única declaración). La segunda, que semejantes datos,
de naturaleza ambigua, no son en sí mismos aptos para fundamentar una

4
Ferrer Beltrán, Jordi. (2007) La valoración racional de la prueba, Madrid, Marcial Pons.

5
Andrés Ibáñez, Perfecto. (1997). “Acerca de la motivación de los hechos
en la sentencia penal”, en: Doxa, N° 12.

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convicción racional en quien, como el juez, ni es especialista en psicología del
testimonio ni dispone de los antecedentes del declarante (clínicos o de otra
índole) que permitan una sólida interpretación de aquéllos. Es por todo ello que
“el eje de la valoración de las aportaciones de estos medios probatorios debe
desplazarse de aquellos aspectos, (…) de apreciación menos
intersubjetivamente controlable, a ese otro terreno, mucho más seguro, del
contenido informativo de las declaraciones.

4. La inferencia debe basarse en las reglas de la lógica, la ciencia o la


experiencia.

“Para que exista un argumento se requiere que la conclusión venga


apoyada por razones y que entre ambos elementos exista un enlace o nexo
inferencial. En la inferencia probatoria esas razones son los datos probatorios;
es decir, las proposiciones o afirmaciones que extraemos de la evidencia que
obra en el proceso.6

Esos datos nos permiten justificar la conclusión (hipótesis definitiva)


sobre cómo ocurrieron los hechos del caso, en virtud a un nexo o
enlace que vincula a ambos extremos. Sin este elemento no tendríamos
argumento, tan solo una pila de proposiciones o datos, de un lado, y una
afirmación que pretende fungir de conclusión de una inferencia inexistente,
del otro.

Por supuesto, la hipótesis definitiva puede ser el resultado de inferencias


correlacionadas, pero en cualquier caso no se podrá hablar de un
razonamiento presuntivo o indiciario sin el nexo inferencial.

En el apartado anterior hemos analizado las clases de generalizaciones


empíricas y las inferencias probatorias a las que cada una de ellas da lugar,
con obvia exclusión de las generalizaciones espurias que no permiten ningún
tipo de razonamiento. No regresaremos sobre lo mismo, pero sí es necesario
precisar dos aspectos: (i) qué papel desempeñan las reglas de la lógica en la
inferencia probatoria; y, (ii) cuándo debe
explicitarse el nexo inferencial.

Como hemos visto, en atención a su fuerza probatoria los indicios


pueden ser clasificados en necesarios y contingentes.
Los primeros conducen al hecho desconocido sin admitir ninguna
excepción. La prueba en este caso responderá a la estructura de una
6
Andrés Ibáñez, Perfecto. (1997). “Acerca de la motivación de los hechos en la
sentencia penal”, en: Doxa, N° 12.

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inferencia deductiva, en la que el paso de las premisas a la conclusión
es, precisamente, necesaria. Los indicios contingentes, en cambio, se
caracterizan porque admiten excepciones y, en esa medida, dan lugar a
una inferencia inductiva (inducción probabilística), cuyas conclusiones son
siempre probables

Para que una presunción pueda sustentarse en un único indicio este


debe ser necesario. Algunos procesalistas incluyen dentro de los indicios
necesarios a los que Igartua, con mayor rigor denomina indicios
cualificados (de alta probabilidad o certeza práctica)

La razón se debe a que, si bien teóricamente es posible alguna otra


explicación para el hecho indiciario, en la práctica el juez no advierte ninguna
mínimamente plausible
.
Sin embargo, la distinción entre indicios necesarios y contingentes no radica en
la calificación que pueda realizar el juez y, por tanto, no está sujeta a su
discrecionalidad, por mínima que sea. La distinción se sustenta en la
naturaleza del enlace que vincula al indicio con el hecho indicado. Solo cuando
se trata de una generalización universal, que sin ninguna excepción nos
conduce del primero al segundo, estamos ante un indicio necesario y una
inferencia cuya conclusión es también necesaria, en cualquier otro caso el
indicio es contingente.

A) Pluralidad de indicios.
“Dado que los indicios contingentes pueden dar lugar a varias hipótesis fácticas
y no a una sola, se exige, en principio, que sean plurales. Desde luego, la mera
acumulación de estos indicios (criterio cuantitativo) no nos sirve para sustentar
una determinada hipótesis, pues, como bien resalta Igartua, una inconsistencia,
unida a tres inconsistencias más, suman cuatro inconsistencias” 7
.
La pluralidad, entonces, debe ir de la mano con la concordancia y la
convergencia entre los indicios, así como con la ausencia de contra-indicios
consistentes que refuten la hipótesis probatoria (criterios cualitativos). La
idea es que los indicios utilizando el símil del rompecabezas vayan encajando
en una historia que nos revele cómo ocurrieron los hechos del caso.
No debe confundirse la pluralidad de medios de prueba con la pluralidad de
indicios. Si distintos medios probatorios se dirigen a acreditar un solo
hecho secundario, probablemente se habrá cumplido con el requisito de
que el indicio se encuentre fehacientemente probado, pero no con el de

7
Ferrer Beltrán, Jordi. (2007) La valoración racional de la prueba, Madrid, Marcial Pons.

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la pluralidad de indicios. Este último requisito exige la presencia de
hechos secundarios diversos, pues, como lo resalta
el Tribunal Constitucional peruano, “su variedad permitirá controlar en
mayor medida la seguridad de la relación de causalidad entre el hecho
conocido y el hecho desconocido”

B) Concordancia de indicios.

Los indicios deben estar interrelacionados o coherentemente enlazados


como elementos de una misma construcción, de tal forma que se refuercen
recíprocamente y no se neutralicen. Este requisito no solo exige que los
indicios sean consistentes o no contradictorios, sino que va más allá, en el
sentido que los indicios, además, deben ser coherentes o complementarios,
ofreciendo así una base sólida para inferir la hipótesis definitiva sobre el thema
probandum.
.
La importancia de este requisito radica que, si bien podría cuestionarse la
fuerza probatoria de los indicios si son valorados en forma individual o aislada,
valorados en conjunto pueden llevar al juez a la convicción sobre cómo
ocurrieron los hechos del caso. Así, cuanto más concuerden los indicios,
menos se podrá aducir que la relación entre ellos es producto del azar o la
casualidad.

C) Convergencia de indicios.

Mientras el anterior requisito pone el acento en el vínculo que debe existir entre
cada uno de los indicios, este se refiere a la necesaria relación entre los
indicios y la hipótesis a probar. Se busca así que los indicios concordantes o
interrelacionados, además apunten a una sola hipótesis fáctica.

“Recuérdese al respecto que los mismos indicios pueden tener más de


una explicación plausible. En este sentido, se habla de infirmación en
referencia a la hipótesis antagónica susceptible de ser inferida a partir de los
mismos indicios”8

Será necesario, por tanto, que el juez dé cuenta y se pronuncie


expresamente
sobre las posibles informaciones, dado que solo en la medida que estas vayan
perdiendo consistencia podrá considerarse verificado el hecho presumido
judicialmente.

8
Ferrer Beltrán, Jordi. (2007) La valoración racional de la prueba, Madrid, Marcial Pons.

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Es importante, en este sentido, señalar que el requisito de la convergencia de
los indicios, que exige y así también se le conoce precisión o univocidad de la
inferencia presuntiva, no puede ser entendido de forma lógicamente absoluta.

II. PRINCIPIOS PROCESALES

1. CONCEPTO
Para la mayor parte de la doctrina, los principios generales de la materia
procesal tratan sobre las directivas o líneas matrices dentro de las cuales se
desarrolla las instituciones del proceso. También como directrices políticas,
normas de un determinado ordenamiento adjetivo. Se constituyen en la línea
vertebral del proceso o en las vigas maestras sobre las que se construye el
plexo normativo procesal, ideasejes, inspiradoras o “el alma de las normas” .

Los principios generales del proceso son la síntesis de la orientación impresa a


un ordenamiento ritual dado. Peyrano señala que se trata de “construcciones
jurídicas normativas” que no se expresan como los conceptos- “realidades
objetivas”, sino como ideas generales obtenidas por abstracción y que se
vuelven sobre las normas para ofrecer de ellas una visión unitaria, orgánica y
sistematizada”.

“Un interesante cuadro comparativo entre reglas y principios es cuando se


afirma que los principios son normas que ordenan que algo sea realizado “en la
mayor medida posible, dentro de las posibilidades jurídicas y fácticas
existentes, mientras que las reglas son normas que pueden ser cumplidas o no,
en tanto que, si una regla es válida, debe ser realizado exactamente lo que ella
exige, ni más ni menos. Por ello, los principios, al contrario de las reglas, son
llamados mandatos de optimización, que pueden ser realizados en diferentes
grados, de conformidad con las posibilidades jurídicas y fácticas. Estas
posibilidades están condicionadas por los principios opuestos y así exigen la
consideración de los pesos de los principios en colisión según las
circunstancias del caso concreto. Este juicio relativo al peso de los principios,
es un juicio de ponderación, que permite que los derechos fundamentales

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tengan efectividad en cualquier caso concreto tomando en cuenta los principios
que con éste puedan coincidir.”9

Conforme los distintos conceptos expuestos hasta aquí, transcribiremos una


fórmula que, más que definir, describe el espectro funcional de los principios
procesales, resaltando los rasgos más salientes que los caracterizan, señalan
que los principios son construcciones normativas jurídicas de índole
subsidiaria, producto de las más cuidadosa decantación técnico-sistemática de
las normas que regulan un proceso civil dado, no excluyentes, en general, de
sus antítesis lógicas o de las consecuencias de éstas, que contribuyen a
integrar los vacíos que presente la regulación normativa donde ven la luz, pero
cuya primera misión es la de servir de faro para que el intérprete, sea juez,
legislador o tratadista, no equivoque el camino y olvide que toda solución
procedimental propuesta debe armonizar con ellas, so pena de introducir una
incoherencia allí donde resulta más nefasta, es decir, en el ámbito del proceso.

2. CATEGORÍAS

“Los principios generales en derecho procesal pueden comprender distintos


aspectos y agruparse conforme a ellos. Así, la posición ecléctica sobre los
principios generales del derecho, distingue tres categorías de principios. Los
del ámbito positivo, que son los sectoriales, donde se encuentran, entre otros,
los propios del derecho procesal; los sistemáticos o funcionales, que son los
consagrados en la Constitución, de donde emanarían los mandamientos
constitucionales mencionados por Couture; y una tercera categoría, que está
representada por los principios de raigambre iusnaturalista” 10

El primer sector de principios inmediatos se desprenden de una consideración


sistemática del cuerpo de normas positivas procesales y que se logra mediante
un mecanismo de abstracción escalonado o progresivo partiendo de ellas, con
el enriquecimiento y los postulados de la doctrina procesal. Estos principios
9
CHIOVENDA, Giuseppe. (1922)Principios de derecho procesal, trad., de J.Casais y
Santaló, Reus, Madrid.

10
CHIOVENDA, Giuseppe. (1922)Principios de derecho procesal, trad., de J.Casais y
Santaló, Reus, Madrid.

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sistemáticos positivos registran grados, pues pueden corresponder a los que
rigen para un determinado instituto procesal, principios del embargo, principios
de las medidas cautelares, a todo un cuerpo normativo ritual. Código Procesal
Civil y Comercial de Santa Fe y, finalmente, a toda la rama del Derecho
Procesal

Aunque obvio resulte, corresponde aclarar que el acceso a los diversos niveles
debe hacerse de nivel inferior al superior, respetando el rango jerárquico y
comenzando por hallar respuestas en los principios más directos o inmediatos.
Este mecanismo de abstracción creciente permite aventar en forma eficiente el
peligro que generan los conceptos jurídicos indeterminados, genéricos o
demasiado abiertos

La llamada “tutela constitucional del proceso” tanto en el Derecho


Angloamericano como en el continental europeo -órdenes jurídicas conceptual
y metodológicamente tan diferentes- mostraban, sin embargo, sustanciales
coincidencias. La teoría que determina en última instancia si un proceso
proyectado o regulado por la ley es apto para cumplir con los fines de la
justicia, seguridad y orden instituidos por la Constitución, se erigió sobre ciertos
y fundamentales pilares comunes a ambas cosmovisiones jurídicas (derecho a
que la tutela jurisdiccional se preste a través del proceso, correcta citación a
juicio, razonable oportunidad de ser oído, tribunal competente e imparcial).

3. UTILIDAD DE LOS PRINCIPIOS PROCESALES

La finalidad de los principios se explica a través de las distintas funciones que


doctrinariamente se le han asignado. Así, hay quienes mencionan dentro de
estas a la función explicativa y justificadora inspiran expresa o implícitamente al
ordenamiento positivo, otorgándole una impronta, una causa de justificación,
presentándolo como un conjunto no caótico ni estructurado al azar, sino
armónico y dotado de sentido. A modo de las leyes científicas, los principios
tienen una especial y relevante capacidad explicativa y didáctica, describiendo
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y sintetizando gran cantidad de información de un sector del ordenamiento
jurídico.

Luego, se menciona a la función comparativa que, como su nombre lo indica,


facilita un estudio comparativo actual e histórico de los distintos sistemas
procesales, porque su examen permite ubicar o encasillar a un cuerpo
legislativo dentro de un sistema procesal dado, en la medida de sus ciertas y
similares líneas directivas y orientadoras. En relación a esta función que
cumplen los principios procesales, señala Chiovenda “que los procesos de las
diferentes épocas y, aun en los distintos procesos de una misma época y de un
mismo lugar, se distinguen entre sí por la diversidad de principios que los
informan.”11

Sin embargo, ello adquiere cierta relatividad en la actualidad a poco que se


repare en aquellas coincidencias jurídicas básicas en las que confluyen la
mayor parte de los ordenamientos procesales modernos, según lo destacamos
en oportunidad de describir dentro de las categorías a los principios positivos
supranacionales. No obstante, los dos sistemas jurídicos contemporáneos más
grandes -el derecho angloamericano o Common Law y el continental europeo o
romanista- constituyen dos modos de pensar al hombre en su búsqueda de la
justicia, de reflexionar sobre el derecho. A pesar de ello, paralelamente las
soluciones que uno y otro aportan respecto a cuestiones fundamentales en
vastas áreas del Derecho, son sustancialmente similares y denotan una
sorprendente unidad.

4. CARACTERÍSTICAS DE LOS PRINCIPIOS PROCESALES

En el marco del sector que hemos mencionado como “sistemático-positivos”,


doctrinariamente se han descrito los siguientes caracteres de los principios
procesales

11
CHIOVENDA, Giuseppe. (1922)Principios de derecho procesal, trad., de J.Casais y
Santaló, Reus, Madrid.

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Una de las primeras características que presentan es el de la relatividad de lo
opuesto. Desde un planteamiento teórico, casi todos los principios procesales
reconocen la existencia de su contrario, Dispositivo-inquisitivo; oralidad-
escritura; publicidad-secreto; esta posibilidad, sin embargo, no se traduce
necesariamente en la adopción excluyente de un principio u otro.

Asimismo, todos coinciden en que su aplicación no es posible en estado puro,


con un alcance absoluto (dado que aun el más elemental de los principios
reconoce atenuaciones o limitaciones). Así, señalan todos o la mayoría de los
autores que se ocupan de su estudio y como acontece en general con los
principios generales del derecho que los sistemas procesales admiten la
preeminencia de un cierto elenco de principios, pero siempre con los matices
que le impone el clima político e institucional de la comunidad de que se trate,
matices que implican concesiones más o menos acentuadas a los principios
opuestos.

En las distintas épocas históricas y diferentes sociedades, revelan en la


codificación la presencia de determinados principios y su preeminencia por
sobre los opuestos. La característica apuntada que otros autores mencionan
como bifrontalidad, bilateralidad o bipolaridad, implica entonces que los
principios pueden en su sola formulación unilateral ubicarse en ambos
extremos con sentido claramente opuesto, pero su aplicación o regulación
adjetiva será siempre relativa. Así, a modo de ejemplo, podemos decir que no
es posible pergeñar un proceso totalmente escrito y sin sector alguno en que
se requiera de la oralidad, como tampoco resulta posible un proceso totalmente
secreto ni absolutamente público con exhibición ilimitada de todos sus actos.
Tal relatividad aparece en ese juego de matices al que hicimos referencia en la
ondulación según la orientación del ordenamiento hacia uno u otro extremo del
principio concebido como absoluto.

Otro de los caracteres hallados es el de dinamismo. Hablar de esta cualidad de


los principios del proceso civil tiene varias derivaciones o alcance. Podemos
aseverar de la plasticidad de aquellos para receptar interpretaciones o
aplicaciones que no siempre es uniforme al ser producto de la influencia

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ejercida sobre ellos del respectivo y siempre cambiante contexto histórico,
social y político-institucional en el cual se proyectan.

A modo ejemplificativo, el clásico principio de contradicción y aún más su


versión constitucional del derecho de defensa en juicio, tiene hoy otra
connotación distinta del tradicional derecho del demandado a ser oído. Una
nueva concepción derivada y niveladora del derecho de defensa exige hoy la
equiparación de la posición del actor y que se asegure también la garantía de
ser oído con la satisfacción de su reclamo dentro de un plazo razonable.

Por nuestra parte, nos enrolamos en la posición que ordena los principios sobre
la base de cuestiones inherentes al proceso justo, apuntaladas por otros
principios secundarios derivados de aquellos.

Los principios esenciales reconocen:

a) La existencia de un tercero dirimente extra partes:


La figura de un juez imparcial constituye un elemento ingénito de todo
proceso, es inmanente a la idea de un proceso justo y significa una
cualidad insoslayable del proceso jurisdiccional.
b) La bilateralidad o contradicción:
La contienda entre dos sujetos no es concebible sin la participación de
ambos, lo que implica darle la oportunidad de ser oído y controvertir, sin
perjuicio de la regulación específica en cuanto al momento u ocasión
procesal de ejercerla.
c) El libre acceso e igualdad:
La igualdad ante la ley y de trato son aplicables a cualquier
ordenamiento que se precie de justo. Requiere predisponer de un
proceso jurisdiccional al que cualquier justiciable, cualquiera sea su
condición, pueda libremente acceder y pretender con todas las
prerrogativas al mismo e igualitario servicio de justicia de su eventual
contradictor.
d) Finiquito del proceso:
El proceso se ha ideado para concluir. La resolución que le ponga fin no
debe obviarse, debiendo ser fundada en orden de asegurar la

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satisfacción de los derechos e intereses legítimos que se han hecho
valer.

Estos principios, constituyen elementales razones para un proceso justo.


La determinación de los conceptos de Jurisdicción, Acción y Proceso
constituyen la base fundamental, la piedra angular o, si se quiere, los
primeros principios en que se apoya nuestra ciencia17. Para que estos
postulados esenciales se desenvuelvan en armonía es necesario que el
proceso cumpla con los principios procesales reguladores. Estos forman
bloques “principio-madre y principios consecuenciales o subprincipios”,
cuya presencia o intensidad es variable según las circunstancias
históricas, políticas y sociales en que se enmarca la legislación y le
otorgan la particularidad, el ritmo y la eficacia al proceso, ya antes
pergeñado en su estructura medular por los principios esenciales que lo
constituyen como tal.

Estos principios son útiles, ya que brindan un marco para la interpretación e


incluso para la integración de los ordenamientos procesales. Entre los más
destacados podemos citar los siguientes:

A) Principio de inmediación.

Siguiendo a DÍAZ, cabe señalar que, durante el curso del proceso, el juez
puede realizar los actos de adquisición del material que ingresa a la litis de
dos formas posibles:
a) directa y personalmente sin intervención de ninguna otra persona; y
b) indirectamente, por la intervención de un delegado, que interponiéndose
entre el juez y el acto de adquisición, suministra al primero una versión de
éste.
La importancia de la inmediación en el sistema oral se entiende cuando las
partes aportan sus alegaciones de hecho y sus ofrecimientos de prueba

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deben producirse directamente, frente y ante el Tribunal, procurándoles la
identificación física del juez, su presencia, hasta el punto de considerarse
viciada una tramitación si el juez no la presencia directamente.
Palacio define al principio de inmediación en sentido estricto y sólo con
referencia a los procesos dominados por el signo de oralidad, como "aquel
que exige el contacto directo y personal del juez o tribunal con las partes y
con todo el material del proceso, excluyendo cualquier medio indirecto de
conocimiento judicial"

Esta regla exige que el juzgador esté en relación directa con los sujetos
que actúan en el proceso. Este principio tiene trascendencia en materia de
pruebas e implica la identidad física de la autoridad que dirige la actividad
de procesar y de la que resolverá el asunto.

B) Principio de publicidad.

El ámbito judicial en general, y penal en particular, el principio de publicidad del


proceso se ha erigido en uno de los pilares del sistema democrático,
permitiendo un proceso público con todas las garantías tanto en consideración
a la ciudadanía, como a las partes implicadas en el mismo. Una doble
dimensión pues; interna a los efectos de los intervinientes en el procedimiento
en toda su complejidad, como externa, en consideración a la comunidad y su
posibilidad de conocer las actuaciones judiciales tanto previas como coetáneas
al proceso. A este efecto, la libertad de información jugará un papel
determinante y necesario para tal proyección más allá del círculo de personas
vinculadas a la tramitación del procedimiento, y principalmente, las que en su
caso puedan encontrarse en la Sala de vistas en la fase del juicio oral.
La publicidad de los juicios nace como una garantía procesal individual, pero
estructuralmente beneficia a todas las personas que puedan participar de un
proceso o verse afectados por su desarrollo, incluyendo a los magistrados y
demás funcionarios del órgano judicial, así como del sistema jurídico como un
todo, cumpliendo también un objetivo institucional y de interés general,
relacionado con la confianza en el Estado de Derecho y en los órganos
jurisdiccionales.
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Adicionalmente, el derecho a ser juzgado en público fue un emblemático
anhelo ilustrado, reactivo a los procesos secretos de tipo inquisitorial, donde
muchas veces la única actuación pública era la ejecución de la sentencia. Por
ello, la publicidad también ha estado asociada a exigencias políticas que
trascienden el ámbito estrictamente procesal, y que hoy pueden observarse en
todas las reformas vinculadas a la transparencia de las actuaciones del Estado,
el acceso a la información pública, etc. En este desarrollo, sí se encuentra
conectado con la libertad de expresión y el derecho a la información.
En otro orden de ideas, para Ferrajoli, la publicidad es una garantía de
garantías. Al respecto, sostiene que "asegura el control tanto externo como
interno, de la actividad judicial. Conforme a ello los procedimientos de
formulación de hipótesis y de determinación de la responsabilidad penal, tienen
que producirse a la luz del sol, bajo el control de la opinión pública y sobre todo
del imputado y su defensor

Garantiza el correcto desenvolvimiento del proceso y la proba actuación del


juez. De manera que no pueden darse procesos inquisitoriales, aunque puede
tener excepciones por cuestiones de orden público.

C) Principio de la oralidad y de la escritura.

Estos principios se vinculan con la forma de expresión que ha de observarse


para aportar la materia de la decisión judicial. De allí que regirá el principio de
escritura, o el de oralidad, según que la sentencia deba fundarse tan sólo en
aquellas alegaciones y pruebas que se hayan producido, respectivamente, por
escrito o de palabra.

No es de estricta aplicación, ya que no hay sistemas puros, sino que en la


realidad se complementan.

D) Principio de impulso procesal.

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Se suele definir el impulso procesal como aquel “fenómeno por virtud del cual
se asegura la continuidad de los actos procesales y su dirección hacia el fallo
definitivo”.

El impulso procesal es pues un movimiento progresivo al que queda sujeto el


proceso, desde que la demanda se presenta al magistrado hasta el fin del
procedimiento. Los sujetos del impulso procesal son las personas que actúan
en, el proceso, ora en interés propio, ora en razón del cargo que desempeñan,
era por obligación legal inevitable. Las partes actúan en el proceso en interés
propio, el Juez por razón del cargo que desempeña, y los testigos, peritos y en
general los terceros por expreso mandato de la ley. Todos ellos son sujetos del
impulso procesal porque colaboran a este movimiento progresivo merced al
cual el proceso puede desenvolverse desde la demanda hasta la sentencia. Sin
embargo conviene hacer una distanciación -.entre estos sujetos del impulso
procesal y es la siguiente: las partes y el Juez son las personas que están más
ligadas entre sí, por razones que no ·-es necesario destacar, en cambio los
terceros, ocupan dentro del proceso una posición que podríamos llama7
tangencial, un tanto al margen !Si se -quiere; por consiguiente hay que aceptar
que, en sentido estricto; los verdaderos sujetos del impulso procesal son el
Juez y las partes, ya que los actos realizados por ellos son los que impulsan
verdaderamente el proceso

Las partes tienen la carga de presentar las promociones necesarias desde la


demanda hasta la conclusión.

E) Principio de concentración.

El proceso se debe llevar a cabo en el menor número de audiencias posibles,


lo cual facilita la resolución de la controversia.

F) Principio de igualdad.

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Las partes deben estar en igualdad de condiciones ante el juez. El principio
admite excepciones, como es el caso de la suplencia de la queja en materia de
Amparo.

G) Principio de congruencia de las sentencias.

La sentencia debe dictarse conforme a lo actuado, de manera que debe existir


correspondencia entre lo pretendido y lo juzgado. La incongruencia se presenta
en los siguientes casos: El juzgador omite decidir alguna de las cuestiones
oportunamente planteadas por las partes y que sean conducentes a la solución
del litigio (citra petitia); el juzgador otorga cosa distinta a la peticionada por la
parte o condena a persona no demandada o a favor de persona que no
demandó, yendo más allá del planteo litigioso (extra petitia); el juzgador otorga
más de lo que fue pretendido por el actor (ultra petitia); y por último, si hay
incoherencia entre la motivación y la decisión, siendo contradictorias entre sí,
se presenta el caso de la incongruencia interna.

H) Principio de economía procesal.

Es aquel mediante el cual se busca evitar que por actuaciones innecesarias se


pretenda dilatar los procesos. Ello teniendo en cuenta que una situacion así,
haría oneroso el acceso a la justicia e implicaría un excesivo esfuerzo por
´parte de los interesados para alcanzarla.

Para gozaini el principio de economía procesal tiene como objetivo el lograr un


procesos ágil, rápido y efectivo, en el menor tiempo, finalidad que se consigue
al simplificar el procedimiento. El principio de economía procesal orienta al
justiciable para obrar con interés y celeridad poniéndole condiciones técnicas a
sus actos.

El principio de economía procesal no solo está dirigido a economizar los costos


que pueda suponer el proceso y evitar un tránsito innecesario, sino también a
hacer el proceso un trámite sumario es decir procura economizar tiempo,
dinero y esfuerzo

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Las controversias deben resolverse en el menor tiempo, con el menor esfuerzo
y el mínimo gasto posibles, tanto para los litigantes como para la administración
de justicia.

I) Principio de preclusión.

Enseña J. Ramiro Podetti que el vocablo preclusión, que deriva del vocablo
latino praeclusio que significa la acción de cerrar, encerrar, impedir o cortar el
paso. Es de imponderable eficacia para aclarar conceptos y delimitar institutos,
como el de cosa juzgada y los efectos de los plazos procesales. Sin embargo,
no resulta fácil su definición. Chiovenda dice "entiendo por preclusión la
pérdida, o extinción o caducidad de una facultad procesal, que se produce por
el hecho: a) o de no haberse observado el orden señalado por la ley para su
ejercicio, como los términos perentorios o la sucesión legal de las actuaciones
o de las excepciones; b) o por haberse realizado un acto incompatible con el
ejercicio de la facultad, como la proposición de una excepción incompatible con
otra, o la realización de un acto incompatible con la intención de impugnar una
sentencia; c) o de haberse ejercitado ya una vez válidamente la facultad
(consumación propiamente dicha)". El efecto de la preclusión es, en primer
lugar, la clausura de un estadio procesal, sea por el ejercicio de un derecho
(contestación de la demanda), o por el transcurso de un plazo y el instituto de
la rebeldía o decaimiento de un derecho procesal (incontestación de la
demanda, acusación de rebeldía), o por una resolución judicial firme (rechazo
de las excepciones previas). El principio de preclusión reconoce su fundamento
en motivos de seguridad jurídica y en la necesidad de lograr una administración
de justicia rápida dentro de lo razonable, evitando así que los procesos se
retrotraigan a etapas ya superadas y se prolonguen indefinidamente

Es la pérdida de una facultad procesal. Se presenta al no efectuar un acto


procesal oportunamente.

J) Principio de contradictorio.

El principio de contradicción se sustenta en la fórmula de que una cosa no


puede entenderse en dos dimensiones al mismo tiempo; es decir una cosa o
sujeto, en atención a una misma situación o relación, no puede ser y no ser al
mismo tiempo. Visto de otra manera, si se afirma algo de alguna cosa o sujeto,
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quien la afirma no puede a la vez negarlo, refiriéndose a la misma cosa o
sujeto, bajo la misma situación o la misma relación; porque al afirmarse y
negarse lo mismo de la misma cosa o sujeto, o ya sea la afirmación o ya sea la
negación debe ser falsa. Este principio nos lleva al entendimiento, de lógica
formal, de que el juicio de contradicción, o que en dos juicios contrarios, uno
tiene que ser falso; porque la cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo.
Siguiendo el ejemplo ya esbozado: si, por un lado, se afirma que el hombre es
moral; pero, no obstante, frente a la misma situación o relación, también, se
afirma que el hombre es inmoral. Entonces, se afirman juicios contrarios que se
excluyen el uno al otro. No se puede atribuir una cualidad y negarse al mismo
tiempo. Uno de los dos juicios es falso.

K) Principio de eventualidad.

Las partes deben presentar, en forma simultánea y no sucesiva, todas las


acciones, excepciones, alegaciones y pruebas que correspondan.

L) Principio de convalidación.

Dentro del proceso, si los actos nulos no son atacados oportunamente, quedan
convalidados.

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CONCLUSIONES

 Los conceptos probatorios configuran las posibilidades de uso de los


mecanismos de decisión de hechos en contextos judiciales. Aquello
podría incidir en la reducción de potenciales arbitrariedades en espacios
en que se opera con escasez deliberada de directivas jurídicas.

 Entre los conceptos probatorios existen relaciones que permiten su


organización bajo la estructura de un modelo conceptual. Para entender
las relaciones entre los distintos conceptos es útil estudiar las formas de
razonamientos asociadas a cada uno de ellos. Así, hay un tipo de
razonamiento dogmático que busca sacar rendimiento a las
disposiciones normativas vigentes; un tipo de razonamiento epistémico
en que se controla la producción de conocimientos en términos
consistentes con la manera de operar en contextos con un fuerte
compromiso hacia “lo verdadero”; y un tipo de razonamiento lógico que
propende a la construcción de narraciones que controlan la extensión de
los saltos argumentales resguardando que no se incurra en absurdos o
sinsentidos.

 A causa de que un modelo conceptual facilita la decisión de los “hechos


probados”, parece útil seguir profundizando en las implicaciones que
trae consigo aquella forma de organizar las actividades probatorias. La
perspectiva a adoptar debiese ser cuidadosa en términos de que, por
una parte, no se le vincule a una concepción de la verdad como

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correspondencia (la que no ha resultado del todo fértil al momento de
dar cuenta de la dimensión constitutiva del proceso judicial); y que por la
otra, no dependa exageradamente de la discrecionalidad del juzgador,
desaprovechándose de esa manera las posibilidades que ofrecen los
avances de disciplinas no jurídicas en orden a generar conocimientos
socialmente reconocidos .

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