Está en la página 1de 7

INSTITUTO DE TEOLOGÍA

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE LA SSMA.CONCEPCIÓN

APUNTE CONTENIDOS CLASES DE


FUNDAMENTOS DE TEOLOGÍA.

EL HECHO RELIGIOSO Y LA TEOLOGÍA.

LA TEOLOGÍA, EL CONCEPTO, SU CAMPO

Y SUS

CATEGORÍAS FUNDAMENTALES
LA TEOLOGÍA Y EL FENÓMENO RELIGIOSO

Se puede definir la teología como “el estudio de las revelaciones de Dios”. Esto significa que la Teología es una
ciencia que pone en relació n al hombre con el Misterio, con una realidad suprema, en otras palabras al hombre
con Dios. (Manifestació n Religiosa). De esto se deduce que el hombre es una realidad pensante que se descubre a
sí mismo con la capacidad de ir má s allá de él, es decir, trascender. Al trascender se encuentra con una realidad
que lo abraza, que lo llama a explorarla, pero que lo sobrepasa; que existe en ella aquel Misterio que lo
sobrepasa, pero que puede llegar a conocer. Dentro de esta realidad, se encuentra con un destino (fin, objetivo),
con un Proyecto (que puede realizar), en fin, con una vocació n, es decir, un llamado a cumplir una tarea que le
dará sentido a su vida.

DIFICULTADES MODERNAS PARA PODER ENTENDER EL MISTERIO

Se pueden apreciar algunas dificultades que se han presentado durante esta modernidad a la hora de
comprender este misterio y que han impedido poder entenderlo de forma correcta. A continuació n se presentan
algunas de estas dificultades:
El Racionalismo:
Es la actitud de querer agotar todo el Misterio a través del razonamiento y la causa ú ltima de las cosas.
El Sentimentalismo:
Es la actitud de atrapar y comunicarse con ese Misterio a través de lo que cada uno siente o percibe sin dejar
paso a razonar lo uno cree y acepta del Misterio.
El Realismo:
Es pensar que só lo a través de la realidad se puede conocer el Misterio, es decir, só lo lo real puede explicar dicho
Misterio y agotar completamente su conocimiento.
La Libertad:
Entendida como un exceso, de liberalismo que le permite a las personas creer que por cualquier medio o método
se puede llegar al conocimiento

El FENÓMENO RELIGIOSO

Una mirada hacia el mundo que nos rodea nos descubre la inmensa variedad de aspectos
que lo componen: manifestaciones artísticas, máquinas, ciencia, técnica, ocio, política, cultura, etc. Todo esto son
manifestaciones del hombre. Esto existe porque el hombre lo ha ido desarrollando.
Cada una de las áreas de estudio pretende acercar al estudiante a toda esta realidad que
rodea al hombre. Así, las matemá ticas, la física y la química nos muestran có mo ha ido surgiendo lo que hoy
llamamos “técnica”. Del mismo modo, la literatura nos acerca al mundo de la cultura escrita.
Junto a estos campos de estudio, existe uno del que nos vamos a ocupar en este tema: el
fenó meno religioso. También éste es una manifestació n del hombre. Hay una realidad que está ahí y que no
podemos ignorar : la existencia de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han dicho que tienen una
religió n, de hecho, ésta ha ocupado y ocupa una parte importantísima en la cultura humana. No podemos pasar
por alto que miles de personas han vivido y viven su religió n.
Del mismo modo que hay ciencias que se ocupan de otros campos del saber, también las
de la religió n se ocupan del fenó meno religioso. Má s allá de opiniones subjetivas, hay que adquirir una visió n
rigurosa y seria sobre la dimensió n religiosa del hombre.

1) LO SAGRADO.
En efecto, sagrado significa “separado”. Lo que es sagrado ya no puede ser tratado de
cualquier forma, ya no pertenece a sí mismo, sino a Dios. Ha sido “separado” de las demá s cosas. Cuando el
hombre entra en un lugar sagrado, se comporta de modo diferente, queda inmerso en una atmó sfera nueva y
expresa ese sentimiento por medio de unas actitudes distintas que llamamos “religiosas”: silencio, postrarse, etc.
Las cosas sagradas son distintas porque representan “algo”, porque vienen de “algú n sitio”
má s allá del mundo que se ve. Lo sagrado es, pues, algo así como una nueva dimensió n, algo que se manifiesta en
la realidad que vemos pero que está má s allá de ella..
Es difícil dar una definició n precisa de “sagrado”. Podemos decir que cuando el misterio
(Dios) irrumpe en la vida del hombre, todo lo que se relaciona con él adquiere un cará cter sagrado. Lo contrario
de sagrado es “profano”. Y “profano” consiste precisamente en atentar contra cualquiera de esas realidades
sagradas.

2) REALIDAD SUPREMA O MISTERIO.

Las cosas sagradas son un primer nivel presente en las religiones, pero la religió n no se
acaba ahí: hay un segundo nivel que se manifiesta en lo sagrado.
Todas esas cosas “sagradas” que hemos visto anteriormente- piedras, tumbas, postes- lo
son porque hacen presente una realidad suprema, misteriosa, que está muy por encima de ellas. En efecto, lo
sagrado está “habitado” por el misterio, tiene una presencia de lo divino. A través de esa otra dimensió n que
llamamos “lo sagrado”, el hombre religioso ha llegado a captar la presencia de la realidad suprema, del misterio
ú ltimo que es la base y fundamento de todo lo que existe. El hombre religioso siente su presencia, pero sabe que
nunca llegará a comprenderlo totalmente porque entonces dejaría de ser lo que es: una realidad que supera la
realidad del hombre.
A esta “realidad suprema o misterio”, que se manifiesta en “lo sagrado”, la mayoría de las
religiones le han dado el nombre genérico de Dios. Sin embargo, hay algunas religiones que prescinden de darle
nombre porque les parece una tarea imposible: sería como poner límites a algo que es por sí mismo ilimitado. El
hinduismo, por ejemplo, habla de “el absoluto”. El cristianismo, por el contrario, considera esa realidad ú ltima
como un Dios personal que se acerca a la vida de los hombres y los llama a una relació n con él.
Así pues, aunque en todas las religiones encontramos este elemento, cada una lo entiende
con matices distintos. Por eso hallamos una gran variedad de palabras que intentan definirlo: Dios, divinidad, lo
divino, realidad suprema, realidad ú ltima, misterio, trascendencia, espíritu, totalmente otro, etc.

3) PERSONA CREYENTE.

¿Qué es lo que convierte a un hombre en un “hombre religioso”? Aceptar el misterio y


relacionarse con él. Lo sagrado, la manifestació n del misterio, provoca en el hombre la actitud religiosa. Es una
respuesta por parte del hombre hacia Dios. El hombre religioso expresa todo eso por medio de gestos, de
formas, de palabras, de modos de hacer las cosas.

Caben otras actitudes hacia el misterio: rebelarse, desesperase, huir, enfrentarse con él,
incluso ignorarlo. Algunos piensan en aceptar a Dios supone empequeñ ecer al hombre. Sin embargo, la auténtica
actitud religiosa, má s que empequeñ ecer al hombre, lo potencia, le da má s razones para vivir, para
comprometerse con el mundo.

4) LAS MEDIACIONES.

La distancia entre el misterio y el hombre que lo acepta queda, en cierto modo, salvada
por las diferentes mediaciones a través de las cuales el misterio se manifiesta en la vida del hombre. Los
fenó menos de la naturaleza, la historia, los hombres pueden ser mediaciones que hagan presente el misterio en
la vida de los hombres. Son los caminos por los que se nos transparenta el misterio, pero no se nos da el
misterio en sí.
Muchas y muy variadas son las mediaciones que ofrecen las distintas religiones para
acercarse a Dios. Precisamente uno de los elementos que diferencia a las religiones es la distinta propuesta que
hacen de las mediaciones. He aquí algunas:
- El hombre se acerca a Dios acudiendo a ciertos lugares: templos, edificios, parajes naturales.
- El hombre se acerca a Dios tomando parte en ciertas ceremonias: ritos, fiestas.
- El hombre encuentra a Dios en el silencio de su corazó n: oració n, meditació n.
- El hombre se acerca a Dios comportá ndose segú n la voluntad de Dios: moral, ética.
- El hombre vive la presencia del misterio en algunos fenó menos naturales: el viento, el agua, el sol,
la luna.
REALIDAD SUPREMA (MISTERIO)

LO SAGRADO

MEDIACIONES

PERSONA CREYENTE

APROXIMACIÓN AL CONCEPTO Y A LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA

La palabra “teología”:  estudio sobre Dios. Yo puedo estudiar a Dios só lo porque Dios se ha revelado,
es decir, por la revelació n. Por tanto la teología sería un estudio de las revelaciones de Dios. La palabra teología
apunta a la revelació n. La ubicació n de esta palabra “teología” dentro de la historia nos dice que dicha palabra
viene de Plató n. Para él la teología era un género poético. Después Aristó teles habla de 3 tipos de teologías:
Mitoló gica (se refiere a la de los dioses), teología filosó fica (estudio de los dioses en el sentido del motor
inmó vil). Estudio racional de la 1ª causa y teología civil o política (estudio de los ritos que van con la sociedad
civil para organizarla). En el cristianismo la palabra teología al comienzo no se usaba porque era una palabra de
uso pagano. Lo que se encuentra en estos tiempos es la palabra “Sacra Doctrina” (2 Timoteo 4, 1-4).

La Teología: ciencia de las cosas divinas.

En la antigü edad, la teología es primero un himno, en el que Dios es glorificado má s que explicado por el espíritu
humano. Este sentido permanece muy vivo en los padres de la Iglesia, incluso en aquellos, como orígenes, que
hacen el mayor uso instrumental de las nociones tomadas de la filosofía griega, o aquellos que, como los
grandes teó logos llamados Capadocios (San Basilio de Cesarea, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de
Nisa), se sirvieron de ellas ante todo para refutar los errores resultantes de una ilusió n racionalista referente a
nuestra capacidad de aclarar los misterios divinos. En el Pseudo-Dionisio de la teología mística es la ú nica
teología plenamente digna de este nombre, superando las analogías insuficientes en una experiencia que se
proclama a sí misma finalmente inexpresable. De manera general, hasta muy avanzada la edad media latina la
teología se concibe, especialmente en el orden moná stico, menos como una ciencia propiamente hablando de las
cosas divinas que como una meditació n de los misterios: sí acude a la razó n lo hace só lo para separar de ella las
falsas interpretaciones que los disiparían, y preparar la contemplació n en la que ella se supera. Esto sigue siendo
verdad en un autor como San Anselmo, que es sin embargo uno de los primeros en hacer el má s riguroso uso del
pensamiento dialéctico en teología.

Pero la tendencia de Abelardo, en el siglo XII, a racionalizar completamente la teología, al mismo tiempo que
suscitará , en un San Bernardo por ejemplo, una apasionada repulsa, provocará en otros pensadores, incluso muy
pró ximos a este ú ltimo, como Guillermo de Saint-Thierry, un esfuerzo para utilizar má s sistemá ticamente una
crítica racional de los conceptos o una construcció n racionalmente arreglada de las verdades de fe en un sistema
ordenado. Esto debería desembocar en el siglo XIII, con San Alberto Magno y sobre todo con Santo Tomá s de
Aquino, en la concepció n de la teología como ciencia sagrada, que ordena el conjunto de verdades de fe en una
síntesis racional, pero a partir de un reconocimiento má s neto de las verdades propiamente sobrenaturales, y
como tales, recibidas de la revelació n sola, por oposició n a las verdades sobre Dios que pueden ser alcanzadas
por las o solas fuerzas de la razó n. Esto, evidentemente, no era posible si no se llegaba a una clara noció n de una
naturaleza metafísica de las cosas y de los seres que permitiese distinguir radicalmente en ellos las realidades
sobrenaturales como tales (-naturaleza-sobrenaturaleza). Esto es precisamente lo que constituye quizá el punto
má s brillante del pensamiento teoló gico tomista.

Santo Tomá s sostiene que la teología como ciencia sigue siendo ciencia de la fe, y como tal, no puede proseguirse
má s que a la luz de la fe. Esto fue o ignorado de hecho, o incluso negado en principio, por un buen nú mero de
sucesores: de ahí la decadencia de la que só lo pudo recuperarse bajo la inspiració n de vigorosos espíritus que
volvieron a encontrar el pleno sentido de los principios del pensamiento tomista, como Cayetano en el s. XVI.
Una teología como Santo Tomá s la ha concebido exige, en efecto, que el vigor racional del pensamiento dialéctico
este constantemente asociado a una exploració n no só lo extensa, sino penetrante, de todo el acervo revelado y
tradicional, bajo la salvaguardia del magisterio vivo de la iglesia, y en un espíritu de fe viva. Entonces será
verdaderamente ciencia sagrada en el sentido de que no alimentará la pretensió n temeraria y fú til de sustituir la
palabra de Dios confiada a la iglesia, en especial en las Sagradas Escrituras, sino solamente la esperanza de
explorar respetuosamente sus profundidades, no vaciá ndolas de su misterio, sino situá ndolo en mejor relació n
con nuestros conocimientos simplemente naturales. La teología sistemá tica deberá, pues, alimentarse
constantemente de la teología positiva que se limita a hacer el inventario de la exégesis de la palabra de Dios en
sus auténticos documentos al tiempo que deberá siempre guardar un estrecho contacto con los desarrollos del
pensamiento simplemente humano, pero permaneciendo siempre en la escuela viva de la iglesia, en profunda
comunió n de fe con ella.

¿Có mo se puede hacer teología, de dó nde parte? Rp. Parte de la “creació n”, o de “Jesú s” que son verdades
reveladas de Dios. Pero también Dios se ha revelado a través de los patriarcas, de los profetas, de pueblos y esa
revelació n lo importante es lo que ha dicho Dios a los recibidores del mensaje. No hay descripció n de Dios en
estas revelaciones, lo importante es lo que dice y para eso usa la “Palabra”. Por tanto hay dos formas de
humanizació n de Dios: La primera es la “palabra” que es la manera específica que tiene Dios para revelarse a su
pueblo o profetas. La segunda forma de humanizació n de Dios es que esa palabra recibida por seres humanos y
esa palabra debe ser inteligible para los seres humanos, es decir, en el lenguaje, en la manera de pensar, etc; para
que los hombres puedan captar el mensaje. Los hombres reaccionan frente a esto de 2 maneras: La vía mística:
es una reacció n afectiva de lo que Dios dice o revela y esto es muy importante pero es también muy personal,
una experiencia muy individual y profunda por lo tanto, es muy difícil comunicarlo a otro. La vía racional: es el
razonamiento sobre lo que está revelado, y de aquí parte la teología, esta reflexió n de la humanizació n de Dios.

La teología como ciencia debe colocarse en el razonamiento. La teología sirve para dar razó n de lo que creemos,
para entender mejor lo que es la revelació n y para entender yo lo que creo y así explicarlo a otro.
La teología es una ciencia porque tiene claramente definidos sus objetos de estudios. Tiene un objeto material
que es Dios. Esto significa que no hay ninguna realidad de Dios que se escape a la Teología, por lo tanto, es la
ciencia má s amplia que estudia a Dios. Tiene un objeto formal que es la apologética. Esto significa que debe
mirar toda la realidad de Dios desde la defensa de los postulados que abordan la doctrina de Dios. Y tiene un
objeto instrumental que es la razó n. Esto significa que la teología tiene como motivo indagar la realidad de Dios
desde la razó n del hombre.

Sto. Tomá s para demostrar que la teología es una ciencia, parte del principio de subalternació n (una ciencia que
parte de la otra ciencia). La primera ciencia entre todas para Sto. Tomá s es la Visió n Beatífica que es el
conocimiento total, pleno. Todas las demá s ciencias parten de ahí. Sto Tomá s la llama “Ciencia por Analogía”
Scientia del et beatorum (ciencia de Dios y de los santos).

SENTIDOS DE LA TEOLOGÍA
La teología en general, en lo fundamental se refiere al estudio de los fundamentos teoló gicos. Y ello en un doble
sentido: a) trata de fundamentar los supuestos de la teología; b) reflexiona sobre las categorías fundamentales
empleadas en los tratados teoló gicos.

a) Entendida en el primer sentido, la teología se ha llamado también Apologética. La palabra “apologética”


significa originariamente “respuesta” o “defensa”. Indica la actitud inteligente de mostrar la legitimidad de la
propia fe, destacando sus fundamentos verdaderos. Es así que la primera carta de San Pedro exhorta a estar
“siempre dispuestos a responder (‘pros apo-logían’) a cualquiera que os pida razó n de la esperanza que hay en
vosotros” (1 Ped 3, 15). De esta manera lo entendieron también particularmente los padres del siglo II, llamados
“Apologetas”.Y, a lo largo de la historia de la iglesia, siempre que la fe cristiana ha sido desafiada o amenazada, la
teología ha desarrollado esta dimensió n defensiva o de fundamentació n racional de su propia verdad frente a los
impugnadores.
b) Entendida en el segundo sentido, la teología reflexiona no tanto los contenidos de nuestra fe, sino las
categorías fundamentales implicadas en esos contenidos. Bajo este aspecto, podríamos hablar de una “teología
bá sica”. Se trata de reflexionar en el significado de los conceptos bá sicos empleados constantemente en toda la
teología, hasta constituir ya elementos “supuestos”.

Ahora bien, las dos categorías primeras de toda la teología son las que corresponden a los dos protagonistas del
diá logo religioso: Dios y el hombre. Dios que habla (palabra o revelació n), y el hombre que escucha (obediencia
de la fe). Por esta razó n la teología fundamental, comprendida en el sentido de la reflexió n sobre las categorías
fundamentales de la teología, suele denominarse también Tratado de revelació n y fe.

Revelació n y fe son las dos categorías má s bá sicas de la teología. Pero cada una de ellas implica otros elementos
fundamentales sobre los cuales habrá que reflexionar. La palabra revelada nos llega a través de una Escritura
que se ubica al interior de la tradició n viva de un pueblo o comunidad creyente. He aquí, pues, otras dos grandes
categorías implícitas en el concepto de la revelació n: Escritura y Tradició n viva irá explicitando la Escritura en
dogmas y éstos se irá n enriqueciendo cada vez má s en su significado. Así tenemos también otras categorías
importantes: dogma y evolució n dogmá tica. Pero para ir explicitando ese contenido de la revelació n escrita
habrá que tener puntos de referencia que garanticen la autenticidad de esa explicitació n. De ahí surgen las
categorías teoló gicas de liturgia, magisterio, padres de la iglesia, “signos de los tiempos”. La teología
fundamental deberá reflexionar no sobre los contenidos de la liturgia, el magisterio, etc., sino sobre su
significado fundamental. Sin esta reflexió n, no tendría base el uso de los textos litú rgicos, magisteriales o
patrísticos en el discurso teoló gico. Asimismo, podemos decir en cuanto a la segunda categoría fundamental -la
fe- y los temas bá sicos en ella implicados.

Esta reflexió n teoló gica fundamental no versará , pues, sobre los contenidos de nuestra fe (lo que creemos), sino
sobre el significado de “creer”. ¿Qué significaba “creer” para el pueblo de Israel y para la iglesia primitiva? ¿Qué
ha significado a lo largo de la historia cristiana? ¿Cuá les son los conflictos fundamentales que la actitud de fe ha
planteado a la razó n? ¿Cuál es el nivel de significado del lenguaje teoló gico que suscita la fe y cuá l es el nivel en
que operan nuestros conocimientos objetivos de la naturaleza? He aquí algunas de las cuestiones má s
fundamentales implícitas en la categoría teoló gica de fe, que deberá n ser objeto de nuestra reflexió n como
cuestiones de teología fundamental.
En terminología clá sica, podríamos decir que la reflexió n sobre las categorías fundamentales de la teología
constituye el objeto material (la materia tratada), mientras que el aspecto de fundamentació n crítica o
apologética constituye su objeto formal (la forma como la materia es tratada).

FUNCIONES DE LA TEOLOGÍA

Correspondientes a los dos sentidos de la reflexió n teoló gica fundamental -a saber, su cará cter de
fundamentació n o de defensa y su carácter de aná lisis de las categorías teoló gicas fundamentales-, pueden
distinguirse dos funciones distintas: la funció n crítica y la funció n hermenéutica.
1.- Función Crítica: Dijimos ya có mo la teología cumplió desde sus mismos inicios una funció n defensiva o
apologética frente a los impugnadores o a los que pedían “razones “de nuestra fe. Esta actitud se ha mantenido
constantemente a lo largo de la historia dela Iglesia, sobre todo en los períodos de mayores crisis.

Ahora bien, el siglo XX se ha caracterizado por un esfuerzo de diá logo a diversos niveles: entre cristianos de
diversas confesiones (movimiento ecuménico), entre creyentes y ateos. Este díá logo no só lo ha cambiado la
forma de fundamentar la propia fe frente al “otro”, sino que ha suscitado una nueva manera de plantearse la
propia fe para el mismo creyente. Las dificultades del “opositor” ha hecho una teología en diálogo muchos má s
crítica al interior de sí misma. Las razones que otros tienen para creer de otra forma o para no creer han llevado
a la teología a reflexionar la propia fe como una actitud má s autocrítica.

Esta nueva actitud ha ido caracterizando la forma actual de reflexionar teoló gicamente, llegando a constituir la
nueva modalidad defensiva o apologética de la teología: a eso denominamos la funció n crítica de la teología
fundamental.

2.- Función Hermenéutica: La palabra “hermenéutica” proviene del término griego hermeneuein, que significa
interpretar. La hermenéutica es una disciplina interpretativa del lenguaje en general.
En nuestro caso, la teología fundamental cumple también una funció n hermenéutica o interpretativa de las
categorías teoló gicas fundamentales.

La teología fundamental, en esta segunda acepció n, reflexiona sobre las categorías teoló gicas fundamentales
buscando al mismo tiempo criterios de interpretació n de esas categorías.

Las dos categorías fundamentales de revelació n y fe deberá n ser, pues, analizadas buscando cuá les son sus
características teoló gicas y también ubicá ndolas dentro de un marco adecuado de interpretació n del lenguaje
bíblico y teoló gico en general.

Para ello la reflexió n teoló gica fundamental deberá servirse de aportes tanto de la lingü ística como de la
filosofía. De ahí que, en este tipo de reflexió n fundamental, es particularmente importante el diá logo con otras
disciplinas humanas, que obligan a la teología a delimitar mejor su propio campo, dentro del cual pueda tener
pleno sentido su lenguaje.

En su oportunidad veremos có mo, por falta de criterios hermenéuticos adecuados, la teología se vio, en
determinados momentos de la historia de la Iglesia, enfrentada a problemas aparentemente insolubles entre fe y
ciencia. La salida parecía ser exclusivamente la ruptura. Sin embargo, esos mismos conflictos ayudaron a la
maduració n de criterios hermenéuticos, con los cuales la teología podría después ubicar los diversos niveles de
significació n del lenguaje bíblico y teoló gico. He aquí, pues, la segunda funció n propia de la teología
fundamental: la funció n hermenéutica.

Esta funció n hermenéutica, junto con la funció n crítica, debe estar presente a lo largo de todo el desarrollo de la
teología. A este respecto, K. Rahner llega a decir lo siguiente:” Sin discutir el papel propio de la teología
dogmá tica especial, en su esfuerzo por lograr una inteligencia del contenido de cada misterio de fe, es acertado
decir que cuanto má s se convierta la teología en una hermenéutica, tanto má s tenderá a desaparecer la
diferencia entre teología fundamental y teología dogmá tica.

También podría gustarte