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DEFINICIÓN:

Este concepto engloba no sólo los términos de la industria fashionista de la


producción en serie y el bajo costo de las prendas (sin duda inspiradas en las
últimas tendencias), sino también el comportamiento de los consumidores de este
tipo de moda, pret-a-porter, democrática pero también desechable. Pasajera,
accesible, trendy, que sólo dura una temporada y luego pasa al olvido en los
guardarropas.

Fast Fashion es un término usado por minoristas de la moda para trasladar las
propuestas de las grandes casas de diseño, desde las pasarelas a sus tiendas para
capturar alguna tendencia, lo más rápido posible. Se trata de una estrategia para
recrear las tendencias presentadas en Fashion Week, manufacturando prendas muy
rápido y a un bajo costo para que los consumidores promedio tengamos la
oportunidad de adquirir prendas con estilo a un precio accesible. Las marcas más
famosas que trabajan bajo este concepto de Fast Fashion son Zara, H&M, Mango,
Forever 21, Asos, Primark, C&A y Topshop.
Estas marcas han desarrollado un concepto de producto en base a un modelo de
producción y fabricación que llaman ”quick response” (respuesta rápida),
desarrollado en Estados Unidos en los ochentas, pero no fue hasta la década de
1990 cuando se trasladó a la industria de la moda. Esta estrategia fue desarrollada
originalmente para mejorar procesos de fabricación en la industria textil, con el fin de
optimizar tiempos de producción.
De igual manera muchas veces Fast Fashion se asocia con “moda desechable”, ya
que al ser prendas de bajo costo sus materiales también lo son, y por otra parte
están diseñados para atender una tendencia y en cuanto deje esta de estar de
moda, la prenda dejará de estar de moda, y los consumidores tendremos que salir a
comprar otras prendas.

La cadena española Mega Zara se ha convertido en el modelo global de cómo


disminuir el tiempo entre la etapa de diseño y la de producción. Sus procesos les
permiten a Zara la fabricación de miles de piezas de productos cada año, mismas
que distribuye a tiendas en 58 países. Pero no sólo el proceso es lo que necesita
eficientar para crear una marca Fast Fashion exitosa, la mercadotecnia tiene gran
lugar en este concepto.

El marketing juega un papel clave en el Fast Fashion, ya que se encarga de crear


el deseo de consumo de los nuevos productos de las marcas, mediante la
promoción de la moda como algo rápido, poco costoso y desechable. El modelo de
negocio del Fast Fashion se basa en reducir los tiempos de producción y
transportación para que llegue al consumidor, a través de una tienda física o virtual,
en el menor tiempo posible. Se dice que a las marcas más eficientes que trabajan
bajo este concepto de Fast Fashion, les puede tomar hasta menos de 4 semanas
crear productos inspirados en las últimas colecciones presentadas en las pasarelas
de primavera-verano y otoño-invierno correspondientemente. La mercadotecnia
también se encarga de que la experiencia de compra sea agradable, lo que hace
que el cliente vuelva y compre de nuevo.
Ponerse una prenda más de cinco veces se ha convertido en todo un reto. ¿Por
qué?

1) Cada año la calidad de la ropa empeora. Nuestras prendas pierden color, se


quedan sin forma y se desgastan cada vez más rápido.

2) Las tendencias cambian tan rápido que no podemos seguirles el ritmo.


Continuamos comprando solo para estar a la moda.

“Cada vez la ropa deja de ser funcional antes de lo esperado, causando que se
deseche más rápido. Lo anterior, sumado a las tendencias estilísticas que tienen
menor vigencia, hacen que el consumidor se vuelva adicto a comprar ropa que deja
de servir cada vez más rápido”. -FORBES

El consumidor

El Fast Fashion genera patrones de consumo; se caracteriza por promover un


consumo masivo e impulsivo. Estas colecciones de ropa cambian varias veces
durante un mismo año, a una velocidad impresionante, generando que los
compradores en vez de usar la ropa, la consuman; pues, si han adquirido una
prenda a un bajo precio y, además, ésta ha “pasado de moda” ya que ha llegado la
nueva colección, poco importara acumularla o botarla después de darle poco uso (o
no usarla).

Sostienen los detractores del Fast Fashion que, de una forma u otra, esto impacta
de forma negativa en el bolsillo del consumidor. Es un sistema que, si bien los hace
sentir “ricos” porque pueden comprar una multiplicidad de piezas a la vez, en verdad
los empobrece. Y es que parece ser un modelo insostenible, ya que se introducen
nuevas colecciones cada dos semanas.
Por otro lado, se ha denunciado que no todas las empresas ofrecen información
honesta a sus clientes sobre la producción de la ropa y el impacto que generan,
vulnerando los derechos de los mismos.

Estudio de caso: ZARA

Fue fundado en el año 1963 y la primera tienda Zara data del año 1975. Inditex es el
holding del grupo desde el año 1985, y también uno de los mayores grupos de
distribución de moda a escala global, con 4.278 establecimientos en total, de los
cuales 1.529 se distribuyen en setenta y dos países de Europa, América, Asia-
Pacífico, Oriente Medio y África (Inditex, 2009)

Su singular modelo de gestión (Ferdows et al., 2002, 2004; Fraiman y Singh, 2002),
basado en la innovación, la flexibilidad y en su forma de entender la moda con
creatividad y design de calidad combinada con una respuesta rápida a las
exigencias del mercado, le permitieron una rápida expansión internacional y una
buena recepción de sus diferentes conceptos comerciales. En los últimos años
Inditex tiene un crecimiento sostenido por encima de la media del sector,
alcanzando unas ventas en el año 2007 de 9.435 billones de euros

El modelo de negocio de Zara se caracteriza por un elevado grado de integración


vertical, en lugar de otros modelos desarrollados por competidores internacionales,
en el que se integran todas las fases del proceso de la moda: design, manufactura,
logística y distribución en tiendas propias. Cuenta con una estructura flexible y con
una fuerte orientación hacia el cliente. La clave de este modelo es la capacidad de
adaptar la oferta en el menor tiempo posible a los deseos de los consumidores. Para
la marca, el tiempo es el principal factor a considerar. La integración vertical permite
reducir los plazos y disponer de una gran flexibilidad con una reducción de las
existencias al mínimo y reduciendo al máximo el “riesgo de la moda”. El éxito de las
colecciones reside en la capacidad de reconocer y asimilar los constantes cambios
en las tendencias de la moda, diseñando en cada momento nuevos modelos que
respondan a los deseos de los consumidores. Zara aprovecha la flexibilidad de su
modelo de negocio para adaptarse a los cambios que pueden tener lugar durante
una colección y, así, poder reaccionar a esos cambios presentando nuevos
productos en las tiendas en el período de tiempo más corto posible. Los nuevos
modelos son íntegramente desarrollados por los equipos de creación de las
diferentes cadenas. Mientras que los otros players necesitan unos seis meses de
media para el design y otros tres meses para fabricar y colocar los nuevos
productos en los puntos de venta, Zara realiza todo ese proceso aproximadamente
en quince días. El marketing de Zara es su propio punto de venta. La empresa gasta
de media el 0,l3% de sus ingresos en marketing, cifra considerada muy baja en
comparación con la competencia, que gasta de media entre un 3% y un 4%.

entrevistas, es la inversión en la localización y en el merchandising visual de sus


tiendas. El punto de venta es elegido cuidadosamente, siendo importantes los
grandes centros comerciales y la localización del público destinatario, ya sean
shoppings centers de consumidores con un alto poder adquisitivo o calles de
compras (flagships)

Las tiendas no tienen libertad para determinar los precios de la mercancía que se va
a vender. El precio base es determinado en la matriz (en euros), siendo la referencia
para fijar el precio en cada tienda, que varía de acuerdo con el coste de la
distribución y con el marketing desarrollado. Las prendas ya salen del centro de
distribución con el precio en la etiqueta y son enviadas a cada tienda. Su cliente
típico sabe que las piezas disponibles en los establecimientos comerciales hoy no lo
estarán durante la semana o, incluso, al día siguiente. Las piezas son únicas, no
existiendo reposición de stock, lo que estimula al consumidor a adquirirlas en el
momento de la visita a la tienda, también es estimulado a visitar constantemente la
tienda para ver nuevos productos, y eso ocurre en una media de ocho a doce
visitas/año en mercados maduros.

De acuerdo con esa filosofía, Zara desarrolló una cadena de distribución, creando,
produciendo, distribuyendo y disponiendo de nueva mercancía en sus puntos de
venta cada quince días. En un mercado volátil donde el ciclo de vida de los
productos es corto, es recomendable tener pocos activos para la producción, pero
Zara contradice esa lógica. Aproximadamente la mitad de sus productos se produce
en sus propias estructuras, mientras que los colores y cerca del 40% de los tejidos
son adquiridos en otras fábricas del Grupo Inditex. El hecho de poseer su propia
estructura le permite tener un mejor control y planeamiento de producción y
capacidad, lo que sería imposible si dependie

El sistema logístico, basado en aplicaciones informáticas propias, permite que


desde la recepción del pedido en el centro de distribución hasta la entrega de la
mercancía en la tienda discurre un período de tiempo medio de 24 horas para los
establecimientos europeos, y un máximo de 48 horas para las tiendas de América o
de Asia-Pacífico. Zara no utiliza toda su capacidad de almacenamiento porque
opera prácticamente en just in time, a pesar de lo cual aún dispone de capacidad
extra para cubrir eventuales picos de demanda.

Con un gran equipo de creación, los profesionales se dividen en equipos, con dos
designers y dos gerentes de producto por equipo. Zara es capaz de crear y recrear
una colección a tiempo para todas sus secciones (masculino, femenino e infantil) y
líneas específicas (básica y deporte). Para ello también cuenta con la ayuda de otro
equipo –los store product managers–, que viaja constantemente observando cómo
visten las personas y conversando con los “propietarios” de las tiendas para saber lo
qué se está vendiendo y cúales son las tendencias, para anticipar lo que se
desarrollará. Ellos informan a los designers de lo que han constatado, lo que ayuda
a estos a mantenerse actualizados en los cambios rápidos de tendencias. Por eso,
las vendedoras de cada local son portavoces de lo que la gente solicita. “¿Tendrás
esta misma camisa pero con líneas de color verde?” Si no se encuentra en el local,
la vendedora registra –en la red internacional– que la prenda código X fue solicitada
con una línea de color verde. Y quién sabe si, en veinte días, esa misma clienta
encuentre la prenda antes solicitada en la misma tienda Zara.

El mercado de la moda está rodeado por cambios rápidos y dinámicos. Con este
escenario, Zara, desde su fundación, se preocupa por cómo responder a la
demanda de sus consumidores de una forma rápida y ágil, produciendo y
entregando sus prendas mientras estas están “de moda”. El modelo de negocios
creado por Zara es conocido internacionalmente como fast fashion y se ha
convertido en un concepto que está siendo perseguido por varias empresas en todo
el mundo.

EL PROCESO DE INTERNACIONALIZACIÓN DE ZARA


La expansión internacional de Zara comenzó en el año 1988 con la apertura de una
tienda en la ciudad de Porto –en el norte de Portugal–, donde las semejanzas
culturales incluyen la lengua gallega de origen común. En el año 1989 abrió su
primera tienda en Nueva York, y en el año 1990 su primera tienda en París. En el
período 1992-1997 la marca entró prácticamente en un país por año (a una
distancia media de casi 3.000 km de España) hasta el final de este período,
abriendo tiendas en siete países europeos, en Estados Unidos, México e Israel. A
partir de entonces, Zara comenzó a expandir sus tiendas por el mundo más
rápidamente: fueron más de dieciséis países (a una distancia media de 5.000 km de
España) entre los años 1998 y 1999, y de ocho países (a una distancia media de
menos de 2.000 km) entre los años 2000 y 2001. Más recientemente, la expansión
se centra en la Europa Oriental, comenzando por Polonia, y en la región de Asia-
Pacífico, después de haberse iniciado en Hong Kong y Singapur.

Zara, para la expansión de su marca, escoge países que tengan un mercado


semejante al español y un nivel mínimo de desarrollo económico, lo que facilita su
entrada. Para estudiar una oportunidad de entrada especifica, un equipo comercial
de la sede realiza un análisis macro y micro

Zara se expande internacionalmente a través de tiendas propias en países con


buenas perspectivas de crecimiento y con un bajo riesgo empresarial. Las filiales
propias, sin embargo, implican un compromiso de más recursos, incluida la gestión
del tiempo.

Los precios más elevados fuera de España implican un posicionamiento un poco


distinto de Zara en el resto de mundo, sobre todo en los mercados emergentes. Es
el caso del mercado brasileño, con una posición muy superior a la de los
competidores externos como la cadena holandesa C&A. En España, alrededor del
80% de los españoles pueden pagar los productos de Zara.

En México, por razones culturales y económicas, la clientela de la marca es más


restrictiva, y sólo la clase alta y la clase media poseen condiciones financieras para
comprar en Zara. También sucede lo mismo con una gran parte de los países de
América del Sur.
IMPACTO AMBIENTAL

a) Contaminación del agua

La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, después de la


del petróleo.

En la mayoría de los países donde se produce ropa, las fábricas textiles arrojan las
aguas residuales que producen directamente a los ríos, sin ningún tipo de
tratamiento previo.

Éstas contienen sustancias tóxicas como plomo, mercurio y arsénico, entre otras,
todas extremadamente perjudiciales para los ecosistemas acuáticos y la salud de
los millones de personas que viven a orillas de esos ríos. La contaminación también
llega al mar, donde termina extendiéndose por todo el planeta.

b) Consumo del agua

En los procesos de teñido y acabado de toda


nuestra ropa se emplean grandes cantidades
de agua dulce. Para hacernos una idea, cada
tonelada de tejido teñido puede llegar a
necesitar 200 toneladas de agua dulce.

El algodón requiere mucha agua (y calor) para


crecer, pero se cultiva habitualmente en áreas
cálidas y secas. La cantidad de agua necesaria
para la producción de solo 1 kg de algodón
puede llegar hasta 20 000 litros de agua. Tiene
consecuencias ecológicas dramáticas como la desertificación del Mar de Aral,
donde la producción de algodón ha drenado completamente el agua

c) Microfibras en el océano

Cada vez que lavamos una prenda sintética (poliéster, nylon, etc.) se liberan en el
agua alrededor de 700.000 microfibras, que se abren paso de este modo hasta
nuestros océanos. Los científicos han descubierto que ingieren pequeños
organismos acuáticos. Estos organismos alimentan posteriormente a peces
pequeños, que a su vez sirven de alimento a peces más grandes y, de este modo,
se introduce el plástico en nuestra cadena alimentaria.

d) Acumulación de desechos

La ropa se ha vuelto de usar y tirar, por lo que cada vez generamos más residuos
textiles. Una familia en Europa tira una media de 30 kg de ropa cada año. Solo el 15
% se recicla o se dona, el resto va directamente al vertedero o es incinerado.

Las fibras sintéticas, como el poliéster, son fibras de plástico y, por lo tanto, no son
biodegradables, por lo que pueden tardar hasta 200 años en descomponerse. Estas
fibras están presentes en el 72 % de nuestra ropa

e) Cambio climático

La industria textil produce el 10 % de las emisiones mundiales de CO2. Las fibras


sintéticas (poliéster, ácido acrílico, nailon, etc.), presentes en la mayoría de nuestra
ropa, están fabricadas con combustible fósil, lo que hace que su proceso de
producción requiera más energía que el de las fibras naturales.

La mayor parte de nuestra ropa se fabrica en China, Bangladesh o la India, países


cuyo combustible es esencialmente el carbón, este es el tipo de energía más sucia
en cuanto a emisiones de carbono.

f) Deforestación

Cada año miles de hectáreas de bosques, cuya integridad se ve amenazada tras


siglos de existencia, se talan y se sustituyen por plantaciones de árboles destinados
a la fabricación de algunas fibras como el rayón, la viscosa o el modal que producen
de la madera.

La pérdida de bosques es una amenaza para el ecosistema y las comunidades


indígenas. Este es el caso de Indonesia, donde durante la pasada década se
produjo una deforestación a gran escala.
g) Suelo y desertificación

El suelo es un elemento esencial de nuestro ecosistema. Para la producción de


alimentos, así como para la absorción de CO2 es necesario un suelo de buena
calidad. La enorme degradación del suelo a escala global es uno de los principales
problemas medioambientales a los que nuestro planeta se enfrenta actualmente.
Ésta constituye una amenaza global para la seguridad alimentaria y contribuye al
calentamiento global.

La industria de la moda desempeña un papel importante en la degradación del suelo


a través de: el pastoreo excesivo con cabras cachemir y ovejas criadas para su
lana, el uso masivo de sustancias químicas en la producción de algodón, la
deforestación causada por las fibras producidas a partir de la madera como el
rayón…

¡¿ROPA TÓXICA?!

En cada paso del proceso de producción textil se emplean sustancias químicas: la


creación de fibras, el blanqueamiento y teñido de tejidos… Cuando llegan a las
tiendas, las prendas aún contienen una gran cantidad de estas sustancias, incluso
aquellas con fibras «100 % naturales». La piel es el órgano más grande de nuestro
cuerpo y absorbe todo aquello con lo que entra en contacto, incluidas las sustancias
químicas de nuestra ropa. Esto constituye un gran peligro para nuestra salud.

¿Cómo nos perjudican?

Un estudio de Greenpeace en el marco de su campaña Detox ha identificado 11


sustancias químicas usadas de manera habitual en la fabricación de ropa, que
contienen toxinas, agentes cancerígenos y alteradores hormonales. Aunque
deberían estar prohibidas, no lo están.

Algunos estudios muestran cómo ciertas sustancias químicas presentes en un


pijama pueden encontrarse 5 días más tarde en la orina de un niño tras usarlo
durante una sola noche.
Otro estudio reciente encontró sustancias químicas peligrosas en el 63 % de
prendas analizadas, procedentes de 20 marcas diferentes (algunas de ellas,
gigantes de la industria).

Para evitar este problema, Profeco recomienda a los consumidores leer la


etiqueta antes de adquirir cualquier articulo textil.

“El primer paso es la información. Esto es leer las etiquetas y entender lo que
en ellas se detalla: composición de la prenda, el lugar de manufactura y las
instrucciones y cuidados de lavado, saber de qué está hecha, de dónde viene
y cómo cuidarla nos ayudará a saber identificar, además del costo, la
durabilidad esperada de un artículo”.

Inditex, el gigante detrás de Zara

Fundada por Amancio Ortega en 1963, Inditex S.A. es el holding español de


fabricación y producción textil más grande del mundo. Con ocho marcas y más 6300
tiendas repartidas por todo el globo, este grupo es el propietario de Zara, conocida
por su capacidad de copiar diseños, incorporar tendencias y todo bajo un período de
tiempo extremadamente rápido. Ropa, zapatos y accesorios son “versionados” por
los centenares de diseñadores que tiene la cadena, enviados a producir en infinidad
de empresas subcontratadas y puestas en los escaparates de las más de 1900
tiendas que tiene en las principales ciudades, en tan sólo dos semanas.

Sin embargo, Zara no es la única de las firmas que le reporta grandes ventas a
Inditex. También están Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho,
Zara Home y Uterqüe, todas con perfiles y públicos diferentes, pero que comparten
el mismo sistema y fórmula de éxito.
La innovación constante, no en términos de creatividad sino de cambio sobre la
marcha, atención a las preferencias de los consumidores y permanente estudio de
las tendencias en las pasarelas más importantes, son las claves para la descomunal
presencia de Zara en 87 mercados.

H&M, la mejor amiga de las celebrities

En la lucha por los clientes, si Zara copia a los diseñadores más importantes del
retail de lujo, H&M los convoca para crear colecciones cápsulas. Así aparecen las
colaboraciones con los más prestigiosos de las capitales de la moda, celebradas
alrededor del mundo por el gran público que, de otra manera, no podría acceder a
sus diseños. Tanto furor causan, que muchas de estas alianzas temporales entre el
low cost y el lujo se agotan tan solo en horas de ser lanzadas, como seguro
sucederá con la última colaboración anunciada: Alexander Wang for H&M.

Sin embargo, esta no es la única estrategia a la que acude esta cadena sueca
fundada en 1947 por Erling Persson. Sus campañas de marketing y publicidad
siempre tienen a las modelos más solicitadas y, por supuesto, a celebridades. En
una u otra de sus ocho líneas de productos, alguna actriz, actor, cantante y hasta it
blogger protagoniza la campaña, que seguro se expandirá por todos los portales de
moda posibles.

Hoy comandada por Karl-Johan Persson, nieto del fundador, sigue la misma fórmula
base que incorporó su abuelo: producir grandes cantidades, de una sola vez, a
costos bajísimos en los países subdesarrollados, especialmente los de origen
asiático. 160 diseñadores propios y 100 patronistas crean las colecciones de ropa,
zapatos, accesorios, cosmética e interiorismo que se comercializan en 3200 tiendas,
más la tienda online, ubicadas en 54 países.

El fast fashion se expande con pasos agigantados para apoderarse del


mundo. Ya no se trata de lo que ofrecen estas cadenas multinacionales, sino
de una forma de consumo que cada vez se acentúa más. Con la misma rapidez
con la que cambian nuestros gustos, cambian las prendas y tendencias. Ante
esto, aparecen movimientos como el slow fashion (o moda sustentable) y el
“culto” por la ropa vintage, que permiten repensar qué y cómo compramos,
así como también ser más conscientes de dónde provienen las prendas que
usamos.

Condiciones de trabajo precarias

Entre estas grandes marcas “Fast Fashion” Profeco enumera a Bershka, Bestseller,
Boohoo, C&A, Charlotte Russe, Cotton On, Esprit, Fashion Nova, FIVE FOXes,
Forever , Gap Inc., Giordano, Guess?, H&M, Mango y Massimo Dutti.

Además, también aparecen en el listado Metersbonwe, Missguided, Miss Selfridge,


Nasty Gal, New Look, New Yorker, Next, Oysho, Peacocks, PrettyLittleThing,
Primark, Pull & Bear, Rainbow Shops, Renner, Riachuelo, River Island, Romwe, S
Oliver, Shasa, She In, Stradivarius, Topshop, United Colors of Benetton, Uniqlo,
Uterqüe, UrbanOutfitters, Victoria’s Secret, Zaful y Zara.

La gran mayoría de estas firmas producen sus colecciones en maquiladoras


asiáticas de países como Bangladesh o India, donde la mano de obra es
sumamente barata. Y para obtener aún más beneficios, utilizan en la confección de
las prendas materiales contaminantes que tardan, en el mejor de los casos, cientos
de años en biodegradarse.

Fast Fashion en Cuarentena

Primero vimos las desgarradoras imágenes de las


trabajadoras textiles de Bangladesh obligadas a
salir a la calle tras no recibir el pago de sus
salarios — como consecuencia de la cancelación
masiva de pedidos por parte de las grandes
marcas por un valor de varios miles de millones de
dólares conforme se instalaba la crisis sanitaria.
Luego vinieron las largas colas de compradores frente a las tiendas de moda rápida,
entre las cuales estaban H&M, Zara y Primark; una imagen que se vería en varias
ciudades como Londres, París, Madrid o Berlín.

Ahora más que nunca, el contraste entre estas situaciones demuestra la realidad del
fracaso del sistema de la moda rápida. Algunos se apuraron en culpar a aquellos
que compran en aquellas tiendas, obviando que la ropa a precio asequible —
incluyendo las prendas que algunos padres compraron para vestir a esos hijos que
dieron el estirón durante el confinamiento — es una necesidad, y más aún cuando
el dinero escasea y que los despidos y los ceses están afectando a miles de
personas en todo el mundo. A esto se suma a que debemos aprender a que no
debemos comprar en tiendas de fast fashion, por un sinnúmero de motivos.

‘La gente haciendo cola [afuera de las tiendas de moda rápida] tan solo son un
síntoma de un problema más amplio’, comenta Ayesha Barenblat, fundadora y
CEO de la asociación sin ánimo de lucrativo Remake dedicada a promover la
concienciación en el consumidor. ‘Procuremos no recriminar a la clase obrera que
está comprando moda rápida ante el sufrimiento de los trabajadores textiles.
Hablemos mejor de sus [dueños] multimillonarios.’

A pesar de todos los propósitos de desaceleración tras la pandemia, el problema


de la moda rápida no parece dar muestras de desaparición en un futuro próximo.
De hecho, los expertos predicen un incremento en las ventas debido a que las
marcas buscaran liquidar las montañas de ropa que se fueron acumulando tras el
cierre de los puntos de venta durante la cuarentena. ‘Inevitablemente, también se
dará un gran influjo de prendas a precio rematado por el hecho de que [las tiendas]
se perdieron una temporada’, explica Orsola de Castro, cofundadora del grupo de
acción Fashion Revolution. ‘Pero sabemos que la moda barata se hace de un modo
no ético ni sustentable.’

Millones de trabajadores textiles se han visto afectados a causa de la

pandemia, a merced de fabricantes incapaces de pagar a sus empleados debido a

las cancelaciones masivas de los pedidos por parte de las marcas. Más de 3.18 mi
millones de dólares en pedidos fueron cancelados o suspendidos tan solo en

Bangladesh, según la Bangladesh Garment Manufacturers and Exporters

Association, mientras que otros países como India, Camboya y Myanmar también

se han visto afectados. ‘La situación es propiamente desesperada’, explicaba en

las páginas de Vogue de abril Kalpona Akter, directora ejecutiva del Bangladesh

Center for Workers’ Solidarity. ‘Sin dinero no hay comida sobre la mesa, ya ni se

diga de medicinas y demás gastos.’

Ante esta situación, Remake lanzó su campaña #PayUp en el mes de abril,

incitando a las marcas a pagar íntegramente sus pedidos. A día de hoy la petición

ha recogido cerca de 200 000 firmas y cuenta el apoyo de celebridades, como las

modelos Amber Valletta, Cameron Russell y Arizona Muse.

Mientras tanto, decenas de miles de trabajadoras han perdido sus empleos


como consecuencia de la pandemia y están luchando por salir adelante en países
como Camboya. Algunas fábricas reanudaron actividades desde hace un par de
meses, a pesar de que las trabajadoras del sector advirtieran de los riesgos que
supone para ellas y ellos el Covid-19.
El debate en torno a la justicia racial que ha surgido tras las recientes protestas en
todo el mundo de Black Lives Matter también ha puesto el foco en el hecho de que
el modelo de moda rápida
muchas veces recae en la
explotación de mujeres de color
(se calcula que las mujeres
conforman un 80 por ciento de los
trabajadores textiles). ‘Lo que se ha
dado a conocer es lo racista que
resulta ser la industria de la moda’,
explica Barenblat. ‘El sistema es
herencia de un pasado colonial
violento; incluso emplea las mismas rutas comerciales que el Raj británico.’

Los trabajadores

Lo que ocurre en esta industria es que mientras los costos de producción aumentan,
existe deflación de los productos. Ello es una clara consecuencia de la feroz
subcontratación para la producción de la ropa. Sólo el 3% de la ropa americana se
hace en Los Estados Unidos; el otro 97% se subcontrata en países en desarrollo
alrededor del mundo, donde los salarios suelen ser muy bajos. Sin embargo, estas
personas no tienen opción y, obligados por la necesidad, aceptan condiciones
inhumanas para realizar dichos trabajos y por una remuneración indigna. De tal
suerte que los trabajadores textiles deben soportar el gran costo de la ropa barata. Y
si todo esto lo vemos desde una perspectiva de género, sin duda, mujeres y niñas
son las más afectadas. Así, por ejemplo, según la Bangladesh Manufacturers
Association, se estima que la industria textil emplea a unos cuatro millones de
trabajadores, de los cuales son mujeres alrededor del 80%, que llegan a trabajar
hasta 60 horas semanales, con un salario extremadamente bajo, con horas extras
no remuneradas, perteneciendo a sindicatos con poder muy limitado y
experimentando violencia de todo tipo en sus centros de trabajo.

Son muchos los trabajadores de la industria textil que mueren cada año,
siendo algunas de las causas accidentes laborales y suicidio.

ALTERNATIVAS

Ante la moda rápida, el slow fashion es una excelente alternativa.


Hacer prendas de alta calidad y privilegiar la fabricación artesanal y
sostenible son las características principales de este modelo lento.

Del lado del consumo, con la llegada de las redes sociales, parece
imperativo promover las últimas tendencias. Sin embargo, cada vez más
personas están optando por opciones slow o sustentables, o
simplemente optan por comprar menos ropa. También está la opción de
comprar ropa de segunda mano en tiendas vintage; reutilizar los textiles
cuando la ropa alcanza su vida útil, y probar con nuevos modelos de
negocio, como el arriendo de clóset, o el swap o intercambio de ropa sin
costo.

Como las nuevas generaciones tienden a darle más importancia a el


origen y calidad de la ropa que están usando, las empresas como
Inditex empiezan a apostar por la sostenibilidad.

Instituciones como la ONU han desarrollado protocolos e iniciativas que ayuden a la disminución
de los impactos negativos de la moda en el planeta; que involucra tanto a empresas como a
gobiernos.

Algunos consejos que podemos llevar a cabo para reducir el impacto ambiental y alargar la
vida de nuestra ropa son:

● Cuida la ropa y úsala más de una vez


● Participa en la economía circular: reutiliza viejas prendas para crear nuevas
opciones. ¡Dale una segunda vida!
● Intenta no comprar cosas que de verdad no necesitas
● En lugar de adquirir prendas baratas, gastar un poco más en ropa más duradera y
de mayor calidad
● Colabora comprando ropa y complementos de marcas éticas y conscientes con el
medio ambiente
● Apoya al pequeño comercio

La slow fashion, moda ecológica


La moda ecológica reivindica la necesidad de poder vestirse y consumir
ropa con un intercambio más justo entre las partes implicadas en la
producción y concienciando al consumidor de los beneficios de este tipo de
moda.
La moda ecológica o slow fashion es el antónimo y la antítesis de la moda
que es industrializada, como la fast fashion.

Al haber una mayor concienciación por el medio ambiente, por las


condiciones de trabajo de personas con mucha necesidad y por cómo afectan
nuestras decisiones de consumo en tantos otros aspectos, cada vez hay más
personas que se decantan por adquirir ropa con la garantía de Comercio
Justo. Las prendas de moda sostenible están fabricadas con estándares de
calidad superiores y, además, son más exclusivas.

PROSPECTIVA DEL FAST FASHION

Zara acaba de lanzar a través de su página web “Editex x Zara, Personalize you
bag”, una campaña que permite personalizar tres modelos de bolsos (shopping,
bandolera y cartera), en dos colores (beis y negro), por 49,95 euros y 59,95
euros. ¿El plus? La tendencia eco. El cuero utilizado en estos bolsos ha sido
producido en curtidores certificados bajo el protocolo del Grupo de Trabajo de
Cuero, utilizando energía renovable y tecnologías que reducen el consumo de
agua.

La personalización es una idea que nació en el mundo del lujo para aportar valor
al producto. En un mundo globalizado en el que el acceso a internet ha
fomentado la compra masiva, marcas como Louis Vuitton o Bottega Veneta
decidieron dar un servicio extra a sus clientes ofreciéndoles la posibilidad de
crear un producto único, serigrafiado con sus iniciales.
BIBLIOGRAFÍA

● https://www.esme.es/fast-fashion/
● https://www.sustainyourstyle.org/es/impacto-de-la-moda
● http://negrowhite.net/fast-fashion-el-fenomeno-de-la-moda-desechable
● https://www.infobae.com/america/mexico/2019/12/11/la-cruda-realidad-
del-fast-fashion-gran-parte-de-la-ropa-que-se-vende-en-mexico-es-tan-
contaminante-como-los-popotes/
● https://www.vogue.mx/moda/articulo/fast-fashion-sus-desventajas-y-
como-evitar-consumirla
● https://mercadodediseno.es/magazine/en-tendencia/fast-fashion-que-es/
● https://www.dw.com/es/zara-y-el-problema-de-la-ropa-r%C3%A1pida-y-
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● https://proeconomia.net/las-verdades-incomodas-detras-del-fast-
fashion/

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