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Filipenses 2:5-8
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Yahshua, el cual, siendo en forma de Dios, no
estimo el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de
siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Muchas veces creemos que somos buenas personas por ayudar a los demás, o peor aún, sentimos que
merecemos el cielo, porque nunca hemos “robado” o “matado” (1Jn 3:15) o hecho mal a nadie, lo cierto es
que el mismo Yahshua, dijo una vez a un joven rico que él no era bueno, que bueno es Dios ( Lc 18: 18-
19). Entonces nos preguntamos, si el mismo Jesús dijo que él no era bueno ¿QUIENES SOMOS
NOSOTROS COMO PARA DECIRLO O SENTIRNOS ASÍ?
Lo que nos hace merecedores del cielo no es cuantas obras buenas haga, o cuantas veces miento o lo poco
que desobedezco a mis padres, o lo bien que me comporto.
Es con HUMILDAD y despojándonos de toda soberbia y orgullo, que podemos llegar a conocer del
Señor, porque, así como Yahshua se despojó de todo reinado y se humillo para servir a los hombres (Jn.
13:4-5,13,14,15)
¿Quiénes somos nosotros para creernos merecedores de TODO, solo por hacer algo que a los ojos
del mundo es bueno pero lo único que espero es la ovación de la gente?
Romanos 1.23-25
Cuando negamos la presencia de Dios en nuestras vidas y todas las bendiciones que nos ha
entregado caemos en idolatría, pues en ese momento comenzamos a contemplar nuestros talentos,
habilidades y además a exaltarlos como si ellos fueran los merecedores de nuestro
agradecimiento.
El hombre muchas veces hace de su trabajo, del dinero, de la familia sus ídolos, y se olvida que
todo lo que tiene viene del creador y a él volverá, así como también lo aremos nosotros.
Todos vamos a comparecer ante un tribunal divino y allí rendiremos cuenta de nuestras acciones
en esta tierra. Sin embargo, tenemos oportunidad de arrepentirnos y cambiar de dirección dejando
de hacer lo malo, abandonando la idolatría, aunque para eso debemos reconocer que somos
soberbios y arrogantes, solo YHWH quien es Justo y nos perdona, nos limpia de tanta maldad
para volver a ver Su rostro.