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Lectura 2
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El Trabajo
Cuando nos ponemos a considerar la cuestión del trabajo en el siglo primero, nos
encontramos con el esclavo y el asalariado. Las tareas serviles del hogar o de los negocios
se dejaban casi exclusivamente al trabajo de esclavos, cuando podía uno proveerse de
ellos. Las clases más pobres, que no podían tener esclavos, realizaban por si mismas el
trabajo servil. Casi todo el trabajo pagado correspondía a la agri cultura o la industria,
aunque el abundante empleo del trabajo de esclavos en estas actividades, reducía al
mínimo los salarios, y hacía la vida extremadamente difícil para los trabajadores libres. El
asalariado en general recibía treinta o cuarenta centavos por día, con lo que, a los
precios pagados por los alimentos, sólo compraría una moderna comida para una familia
de cinco personas. Esto hacía excesivamente difíciles las condiciones de vida de las
clases laborantes, y ocasionaba un gran predominio de la extrema pobreza. El
desamparo económico fue un hecho frecuente al que atendi eron los primeros misioneros
cristianos, que demandaban la provisión organizada para los pobres, de parte de las
iglesias. Hubo, no obstante, muchas empresas privadas, en las que el propietario hacía su
propio trabajo y vivía de los productos de su propia industria, o empleaba la ayuda del
trabajo barato que siempre había a mano. En estas condiciones, la vida era mucho más
satisfactoria que para los asalariados.
13
Abbott. T he common People of ancient Rome, p. 208
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su deidad especial protectora; por ejemplo, Vesta era diosa de los panaderos y Minerva
de los bataneros. Indudablem ente algún esfuerzo se hizo para obtener mejores
recompensas por el trabajo, pero no era éste un pro pósito reconocido de los gremios de
artesanos. Tal esfuerzo habría sido como golpe necesariamente inútil, por la competencia
siempre present e del trabajo esclavista. El testimonio de las inscripciones muestra que
tomaban parte considerable en la política l ocal. Otra v entaja era que los miembros
podían obtener ayuda de los otros afiliados, cuando viajaban, o buscaban empleo en un
nuevo lugar. Además, viene a nuestro pensamiento una ventaja de que Pablo pudo
haber disfrutado. La ayuda mutua a los miembros en pobreza o desgracia, era una
caract erística muy natural del sistema de los gremios. Se suministraban los beneficios por
defunción en el caso de las viudas y huérfanos, y en el sepelio de los miembros.
14
P. Oxy, 275, 322, 725; P. Grenf. II, 59; B. G. U. 1021; P. Flor. 44; P. Teb. II, 384, 385.
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con propósitos sepul crales, pero también hasta ci erto punto, para servirles como lugar de
refugio en las persecuciones.
Había en el mundo romano del siglo primero, varías de las que ahora conocemos
como profesiones elevadas o liberales: artistas, médicos, cirujanos, abogados, maestros,
escribas profesionales, et c. Aunque no tenían la posici ón so cial que tales ocupaciones
mantienen en nuestro mundo, es probabl e, sin embargo, que, fuera de Roma donde el
exclusivismo aristocrático los dejaba fuera de la alta sociedad, estas profesiones fuesen
altamente respetadas en proporción, por supuesto, al mérito individual. Hasta donde las
facilidades dentro de su conocimiento y capacidad lo permitían, estas profesiones
alcanzaron, en muchos casos, un alto grado de eficiencia.
En Efecto hubo en una ocasión, diez médi cos para el servicio público, sostenidos
por la ciudad. En el siglo cuarto había médicos para el servicio público en Oxirrinco, y la
costumbre aparentem ente tan bien establecida en ese tiempo, debió haberse originado
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mucho antes15. Había boticas para la venta de las medicinas, cuya buena calidad era
vigilada por la ley16. En las ruinas de Pompeya se han descubierto evidencias de la
práctica efectiva de la cirugía. En una tumba excavada se hallaron unas pinzas, sin duda,
sepultados con un dentista.
15
Cf. P. Oxy. 51, 52.
16
Un interesante fragmento de papiro contiene una orden de drogas, con una enfática advertencia
de que no sean viejas. Véase P. Brit. Mus. 356, Ist. Cent.