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Maria Luz Moran JORGE BENEDICTO La pol -a en su contexto social Siempre es dificil tratar de condensar en unas pocas péginas el hilo conductor que guia las exposiciones contenidas en un libro que retine contribuciones diversas en torno a un objeto comin de reflexi6n. Pero, sin duda, lo es atin més cuando el tema que se aborda es la relacién entre sociedad y politica, un campo de fronteras ambi- guas, en donde el nivel de formalizacién tedrica es bastante problematico y en el que los puntos de controversia son mucho mas numerosos que las areas de acuerdo. A lo largo de las siguientes paginas se presentardn algunas reflexiones te6ricas de car general que constituyen el punto de partida desde el que se ha emprendido este tra. bajo. Enmarcar el andlisis de la politica en su contexto social exige recordar la multipli- cidad de factores que componen la vida social de las distintas comunidades humanas y la posicidn central que en la misma ocupan los elementos politicos, en la medida e1 {que tienen que ver con los mecanismos, la distribucién, el ejercicio y las consecuen- cias del poder. Este hecho justifica sobradamente la pertinencia e importancia de re- flexionar sobre las relaciones entre sociedad y politica, lo que supone analizar las co- rrespondencias entre estructuras sociales y estructuras politicas, entre los comportamientos sociales y los comportamientos politicos. Una vez delimitado el ob- jeto genérico de estudio es posible identificar diferentes perspectivas a partir de las, cuales se puede proceder a determinar la naturaleza y el sentido de dichas conexio: nes. La discusién acerca de la idoneidad de cada una de estas perspectivas ha jalo: nado la evolucién de los estudios sobre sociedad y politica, sin que hasta el momento se pueda afirmar el predominio de una tinica propuesta que haya sido admitida por la mayoria de quienes se han dedicado a esta tarea. El punto de partida que guia todas las contribuciones contenidas en este volumen subraya la posibilidad, y la convenien- cia, de estudiar dichas relaciones desde la sociologia, compartiendo los presupuestos 19 20 Sociedad y politica teéricos que definen la disciplina, participando de sus mismas discusiones tedricas y aplicando los métodos de investigacién que se han desarrollado en su seno. Sin que cello, al mismo tiempo, suponga de ninguna manera renunciar a las aportaciones fun- damentales que sobre este tema se realizan desde el resto de las ciencias sociales, es: pecialmente desde la ciencia politica. ‘Aunque, a estas alturas, pueda parecer superflua una declaracién de principios de esta naturaleza, el presupuesto inicial a tener en cuenta es la conviecién de que existe algtin tipo de relacién o de influencia mutwa entre las caracteristicas de los sistemas sociales y la naturaleza de la esfera de la politica. El sentido concreto de esta relacién ha sido interpretado por los especialistas de multiples maneras, pero entre la varie- dad de aproximaciones que encontramos en la literatura especializada cabria hablar, siguiendo a R. Braungart (1980; 1981), de la existencia de tres grandes modelos o for- mas de entender las interrelaciones que vinculan a lo social y lo politico. Veamos cada uno de estos modelos y las hipstesis fundamentales en las que se sustentan. Una primera perspectiva dirige su atencién hacia el modo en que las estructuras sociales influyen en la organizacién y en los procesos politicos. Planteado en términos analiticos, este enfoque sittia el smbito de lo social como la variable independiente, testo es, como aquella variable que resume los fundamentos explicativos de los fend- ‘menos politicos que, en consencuencia, son interpretados como variable dependiente. Esta perspectiva, que sucle denominarse el estudio de «las bases sociales de la poli tican, es seguramente la que més se ha utilizado desde la sociologfa. En este caso, el principal interés es llegar a conocer la forma en que los factores y los recursos socia- les influyen en la distribucién del poder, en la participacién politica, en el comporta- miento de los ciudadanos y en los procesos de cambio sociopolitico. A pesar de que dicha concepcién subyace en una buena parte de las investigaciones elfsicas en socio- logia politica, ha sido objeto de numerosas criticas a causa de Ia excesiva unidir nalidad con la que se aborda el vinculo sociedad-politica y de que, en tiltimo término, las cuestiones politicas son tratadas simplemente como epifenémenos. El segundo tipo de andlisis a considerar es el de aquellas investigaciones que se in- teresan por el modo en que las estrueturas y los procesos politicos influyen en la na- turaleza y las caracteristicas del sistema poittico. Este enfoque, que define el campo de estudio en términos de los «origenes politicos del poder», es el que con mayor fre- cuencia han adoptado los estudiosos de la ciencia politica. En esta ocasién son los factores politicos los que se sitian en el centro de toda la reflexiGn. En consecuencia, se opta por una explicacién que se encuentra en el extremo opuesto de la perspectiva anterior, por lo que adolece de sus mismos defectos, aunque en este caso con un signo opuesto: los factores sociales se convierten en un antecedente més 0 menos contingente de la actividad politica, la cual, ademas, acaba por expli En tltimo lugar, dentro de los numerosos estudios que han tratado de desentra: far el sentido de la relacidn entre lo social y lo politico, cabe una tiltima opcién: cen: trarse en la forma en que las estructuras de poder y los procesos de toma de decisio- nes politicas influyen sobre la sociedad. Ast pues, la politica, entendida en términos de decisiones politicas, constituye en esta perspectiva Ia variable independiente, ‘mientras que Ia sociedad es la variable dependiente. Se trata del enfoque mas comin en el anélisis de las politicas publicas, el denominado policy analysis. Su verdadero objetivo reside en el examen de las repercusiones que el ejercicio efectivo del poder Sociedad y politica 24 sobre la articulacién del sistema social, es decir, sobre las posiciones relativas de los distintos grupos sociales. La adopcién de dicho punto de vista suele tener como consecuencia el olvido de las determinaciones sociales que pesan sobre los procesos. de toma de decisiones y sobre las mismas decisiones politicas, Cada uno de estos enfoques analiza un aspecto fundamental de las mdltiples rela- ciones que vinculan la sociedad con a politica. No obstante, las limitaciones que en- trafla cada uno de ellos obligan a dar un paso hacia adelante que apunte no sélo a la superacién de sus restricciones sino a su integracién en una nueva perspectiva analt- tica que tenga en cuenta los origenes sociales y politicos del poder y el modo en que Este, a través de su ejercicio, influye en la estructura social. Pero antes de seguir desa- rrollando este argumento central, conviene detenerse muy brevemente en la conside- racién de c6mo el «problema» de las relaciones entre sociedad y politica se ha abor- dado a lo largo de la historia del pensamiento social y politico hasta convertirse en un campo de estudio de cardcter multidisciplinar. La sociologia pol ica como campo de estudio multidisciplinar A pesar de que la evolucién contempordnea de la sociologia y Ia ciencia politica como dos disciplinas aut6nomas, muchas veces separadas por artificiales barreras de competencia académica, puede inducir a pensar lo contrario, desde los mismos inicios del pensamiento socioldgico se hace evidente que el estudio de la esfera de la politica constituye un elemento central dentro de la reflexidn sobre lo social. Asi, de manera més 0 menos explicita, en todos los planteamientos clisicos subyace una doble con: vicci6n, Por una parte, se afirma que lo politico no puede entenderse mas que en su contexto social, el cual, ademas, posee un cardcter profundamente hist6rico. Por otra, parte, a este primer supuesto se afiade Ia idea de que para comprender en toda su complejidad la naturaleza y las caracteistcas de los sistemas sociales es preciso tener rocesos politicos que tienen lugar en su seno. En este de que las obras de los padres de la sociologia, y espe cialmente las de Marx y Weber, constituyen un punto de referencia imprescindible a a hora de perfilar la evolucion seguida por los estudios sobre sociedad y politica Aunque no es el objetivo de estas piiginas realizar un andlisis hist6rico de los orf- genes de este empeiio intelectual, conviene recordar que es en torno al movimiento intelectual de la Hustraci6n cuando empiezan a sentarse las bases de la moderna con: cepeién sobre la relacién entre sociedad y politica '; una concepci6n que slo se har posible a partir del momento en que la sociedad comienza a ser pensada como una realidad aut6noma, como una entidad separada del Estado (Habermas, 1994), La fi- losoffa enciclopedista y los escritos de autores como Saint-Simon, A. Ferguson y, so- bre todo, Hegel abren el camino para poder diferenciar estos dos conceptos y, por lo tanto, para poder considerar el smbito social y el politico como esferas sometidas a estrechas relaciones mutuas. Se trata, pues, de una distineién clave para el desarrollo de la teoria politica y del andlisis sociol6gico contemporaneo que, ademés, esta estre- Hay, sin embargo, estudisos que ain van mis lejos y se remontan a fa antigiedad clisien para ras: wear los origenes de la madera concepcidn de lo social y lo politica (Braungart, 198) 22. Sociedad y pollica amente vinculada con el surgimiento de la sociedad capitalista (Bottomore, 1982) fa cual necesitaba para su desarrollo efectivo de Ia aparicién y reconocimiento de un Ambito de actuaci6n independiente del poder politico, no sometido a sus reglas y nor mas, Como ha afirmado G. Sartori, la separacién entre lo social y lo politico pres pone la diferenciacién entre la politica y Ia economia; «por consiguiente, son los eco- Fomistas de los siglos XVII-XIX los que proporcionan la imagen tangible, positiva de tina realidad social capaz. de autorregularse, de una sociedad que vive y se desarrolla Seatin sus propios principios. Y es asf como una sociedad toma verdaderamente con ciencia de si misma (Sartori, 1992, p. 211). "A partir de estos momentos fundacionales se sucederdn una serie de argumenta ciones que tratan de profundizar desde distintas perspectivas y enfoques en ¢l pro blema central de Ia relacién entre lo politico y lo social. Aunque la diversidad exis tente siempre dificulta los intentos de sistematizacion, habitualmente se suelen Inoneionar dos grandes temas o dmbitos de reflexién que, de alguna manera, permi- ten vertebrar las aportaciones que distintos autores y obras han ido realizando, ade- mis de ayudar a explicar el modo en que van tomando forma aquellos temas de in- Yestigacion que han perfilado el quehacer de lo que, més adelante, se ha considerado Como una disciplina independiente. Fl primer problema es el de la autonomfa de lo politico, en referencia al mayor 0 menor grado de independencia que este dmbito po- ren en relacién con los factores econémicos, sociales 0 ideolégicos (Sartori, 1971). Esta cuestiGn (que nos remite directamente a la triple concepcion de Ia relaci6n entre sociedad y politica a la que antes hacfamos referencia) se encuentra en el origen de Gos lineas clisicas de estudio. Por un lado, aquella que opta por la negacién de dicha autonomia y por supeditar la explicacidn de los fenémenos politicos a factores de tipo ceondmico o social. La teorfa marxista —al menos en sus formulaciones mas «ortodo- Nase. con si insistencia sobre la determinaciGn que las relaciones de producci6n in roducen tanto sobre la politica como sobre el resto de areas de la vida social, consti tuye el ejemplo més claro de dicha postura, En el extremo opuesto se situarfa ta Uefensa de un cierto grado de autonomia de la politica frente a los dems factores 0 dimensiones de la vida social. En este caso, se puede trazar una linea que partiria de ta obra de Tocqueville y pasaria por la de los te6ricos clasicos de las élites (Mosea y Pareto) para llegar hasta Weber, en la que los factores politicos constituyen elemen~ tos més 0 menos independientes en la comprensién de las caracteristicas, las funcio nes y los procesos de transformacién de las sociedades. Ta senunda idea que sirve de referencia a la hora de considerar el proceso a lo largo del cual ha tomado forma el andlisis social de la politica ¢s Ia dieotomia del or- den frente al cambio. Se trata de una de la divisiones clésicas que se utilizan habitual mente a modo de «lineas de fractura» para ordenar y trazar los principales ejes por Jos que discurre el pensamiento sociolégico (Nisbet, 1990; Moya, 1990), y que tam. bién posee una indudable utilidad en la consideracidn de nuestro objeto de estudio. En la sociologia politica de las tiltimas décadas ha habido una oposicién general en tre los que se preocupan principalmente del funcionamiento de las instituciones poll- ticas extstentes, concebidas como un elemento de un sistema social que tiende hacia tun estado de equilibrio, y los que centran su atenciGn fundamentalmente en las fuer~ zas que tienden a producir inestabilidad y posibilidades de cambio» (Bottomore 1982. p. 17). El funcionalismo norteamericano de los afios 50 y 60 constituiria el me- Sociedad y poltica 23 jor ejemplo de aquellas concepciones que enfatizan las dimensiones de estabilidad e integraciGn valorativa, mientras que Ia perspectiva del cambio estaria representada por las diferentes teorfas del conflicto que empiezan a proliferar a partir de la se- gunda mitad de Ia década de los sesenta, cuando se h importantes niveles de conflictividad sociopolitica en las sociedades industriales avanzadas. Tanto los referentes hist6ricos como Ia pluralidad de perspectivas teéricas y anali ticas a la que acabamos de hacer mencién, permiten ir delineando un campo de refle: xi6n de fronteras impret centrales de debate y controversia. Ahora bien, para el que estamos moviéndonos hay que detenerse brevemente en 2 patente el resurgimiento de sas pero que se articula alrededor de una serie de cuestiones jerminar de aclarar el terreno en aspecto funda- mental: la concepcién que se maneja de la politica 0, dicho en otros términos, qué en- tendemos por politica y qué alcance debemos dar a este término. Las posiciones tes- ricas a este respecto son miltiples y variadas, pero conforme la préctica investigadora se ha ido desarrollando en este campo se ha abierto paso una definicién ciertamente taxa que trata de liberar a lo politico de su exclusiva identificacién con las insttucio- nes estatales, apostando en cambio por considerar que es algo ubicuo en toda rela: cign social. En este sentido, cada vez se extiende mas el acuerdo de que «la politica versa sobre la utilizacién y desarrollo del poder y puesto que el poder se genera en casi todo grupo sociale institucién, el alcance de la politica es mucho mayor de lo que pudiera parecer en una primera aproximacién» (Dowse y Hughes, 1986, p. 20). La tralidad de la nocién de poder en los estudios sobre sociedad y politica se consti- tuye,a Aunque no podamos identificar completamente politica y poder, el andisis de la primera desde la perspectiva de eémo se ejerce el poder en diferentes dmbitos y es tructuras sociales delimita definitivamente un campo de estudio ¢ investigacién en el que es necesario integrar tanto las aportaciones provenientes desde Ia sociologia como desde la ciencia politica. Se trata, por consiguiente, de un espacio de reflexién que participa y esta muy influido por las prandes controversias teéricas que han cen: trado la investigacién en ambas disciplinas. En cierto modo, se puede afirmar que re sulta dificil comprender sus intereses y sus aportaciones sin prestar una especial aten cin a la historia de la teorfa sociolégica y de la teorfa politica. Pero, al mismo tiempo, estamos ante un campo en el que la inevitable interdisciplinariedad de las ciencias sociales se hace particularmente evidente. La historia de la sociolog{a politica ¢s la historia de la teoria sociolgica y de la teorfa politica, pero es también el test oni de las aportaciones que ha ido incorporando desde algunas de las ciencias so ciales afines, entre las cuales hay que destacar la economia, la historia, la antropolo a social y la psicologia social. De esta manera, el estudio de la politica en su contexto social se convierte en tno de los mejores ejemplos de lo que podriamos lla mar un terreno de estudio fronterizo, Esta manera de abordar el estudio de las re: Ja clara ventaja de ampliar el objeto de estudio, apostando por un enriquecimi tanto de los temas que tienen cabida en su send, como de las perspectivas tebricas en una de sus notas més caracteristicas jones entre sociedad y politica tiene {Una buena exp cepciones de poder y del modo en que éstas se han plas mado en diversos temas de investigaciOn puede encontrarse en Lukes (1985). 24. Sociedad y politica con las que abordar su anslisis. Como mantienen R. Dowse y A. Hughes en una linea de razonamiento similar, «la concepcién mas amplia de la politica tiende a resaltar la importancia politica potencial de casi todos los aspectos de la vida social no relacio. nados directamente con el gobierno y el Estado, De esta forma, al tener un impacto, manifiesto o no, en el sistema politico, todas las estructuras y procesos pasan a tener interés para el estudiante de la vida politica» (Dowse y Hughes, 1986, p.21)°. Por otra parte, este enfoque amplio e integrador que venimos defendiendo choca de alguna forma con la postura mas convencional que insiste fundamentalmente en la necesidad de defender la institucionalizacién de una disciplina auténoma, la sociologia politica, como dmbito de estudio con un objeto, unos modelos tedricos y unos instrumentos de trabajo plenamente perfilados y, por consiguiente, totalmente identificables. Por nuestra parte, la intencidn que ha inspirado los distintos textos reunidos en este volu- ‘men no ha sido tanto la de defender la existencia de una disciplina académica con de~ rechos propios, como la de trabajar dentro de un érea temética que, siguiendo a Sar- tori (1971), podriamos calificar de «hfbrido interdiseiplinar> Sin embargo, no podlemos obviar hacer una breve referencia al desarrollo de ta sociologia politica como disciplina cuyo objeto de estudio es, precisamente, el andlisis de la politica en su contexto social. Pero al hacerlo hay que evitar enfrascarse en dis- cusiones estériles acerca de Ia extensi6n de su «parcela» de estudio y de la naturaleza de sus elementos diferenciadores con respecto a otras disciplinas afines. Por el con- trario, se trata de situar hist6ricamente el proceso de institucionalizacion de una di ciplina que alcanz6 hace ya algunas décadas su pleno reconocimiento académico. Los alos inmediatamente posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial seftalan el mo- mento en el que nace Ia moderna sociologia politica, tal y como reconocen Ia mayor parte de los especialistas en la materia (Lipset, 1971; Rush, 1992) * . Este momento hist6rico, cuyas preocupaciones y singularidades dejardn durante mucho tiempo una marca perceptible en el desarrollo de los estudios de sociologia politica, supondré, ademés, que la naciente disciplina comience su andadura en el marco intelectual de una sociolog(a tefida de un carter eminentemente conservador, ya que la cortiente dominante al final de la década de los cuarenta y en los primeros tro de la sociologt fos cincuenta den- cadémica —especialmente la norteamericana— es el estructural- funcionalismo. Paralelamente, sus orfgenes estan fuertemente ligados a la transfor- macién radical del estudio de la politica que significé la revolucién conduetista y el nacimiento de la nueva ciencia politica (Easton, 1982); un giro copernicano en la con: sideracién de los fendmenos politicos que tuvo lugar en este mismo periodo. Seguir desgranando el razonamiento anterior y discutiendo acerca de la Sociologia politica en estos términos nos obligaria a insistir en la delimitacién del campo de competencia de la disciplina, un esfuerzo éste que ha tenido, casi siempre, resultados No obstante, tampoca deberiaolvidarse que este enfoque entra un elaro peligro de ambigiedad puesto que, llevado a sus utimas consecuencias, supondriaimpedir toda limitacion dl campo de reflexién (Bendix, 1968), Un peligro que, por otro lado, ha sido subrayado hasta la saciedad por una buena parte de los textos intraductoros ala socologt politica, *Algunos autores airman, no obstante, que ya se puede hablar de sociologia politica a partir de fos aos treinta dentro de las ciencas sociales norteamericanas. Otros stdan su «orien» en el periodo de en {reguerra, vinculando su nacimiento con la quiebra de las democracas y el surgimiento de los rea totaltarios en Europa, s estériles, Por otra parte, esta linea de argumentaci6n suele conduc ble polémica sobre la existencia o inexistencia de imbitos de estudio especificos en relacién a la ciencia politica (una referencia casi obligada en el inicio de todo manual de sociologia politica que se precie)’, En base a Ia admisi6n de toda una serie de pun: tos de contacto evidentes (entre los cuales se suelen destacar el peso de una tradicién comiin de pensamiento y la definicién de la politica como poder) se insiste, alternati: vamente, en Ia existencia de pequefias particularidades que justifican o niegan la exis: tencia de una disciplina auténoma en relacién con la disciplina madre —Ia so gfa— y que, ademas, sirven de base para trazar las fronteras con la ciencia po Una vez cumplido este primer requisito, se leva a cabo una taxonomfa de aquellos temas que, por derecho propio, pertenecen a la disciplina y en los cuales ésta demues. tra su absoluta competencia. La discusién en torno al grado de acierto con el que se realiza este empefto ha ocupado una buena parte de Ia discusién tedrica a lo largo de las casi cinco décadas de existencia formal de Ia sociologia politica. Ninguna de las tareas que acabamos de mencionar carece de justificacién; sin em bargo, tenemos serias dudas acerca del acierto de gias en las mismas. Esta estrategia sélo ha conducido a debates interminables sobre el estatuto cientifico de la sociologia politica y, sobre todo, ha aumentado los recelos histéricos entre socidlogos y politélogos. En nuestra opini6n, resulta més fructifero comenzar por admitir la existencia de una cierta ambigiiedad para, después, re derar el campo de trabajo tal y como éste se ha ido estableciendo en base a los temas de discusién te6rica y a los problemas que constituyen sus principales focos de ai sis. Lo importante, pues, no es tanto decidir dénde ubicar las fronteras académicas sino detenerse en el examen de aquellos lugares donde tiene su actividad investigadora. Este proceso de «relectura» permite alcanzar ciertas con. clusiones generales sobre los elementos fundamentales de las diversas interrelaciones entre sociedad y politica. a una intermina ica, ir gastando demasiadas ener: Dentro de los andlisis mas convencionales de sociologia politica ha existido una cierta tendencia a establecer esquemas de clasificacidn con el fin de expli cidn de los estudios de la politica en su contexto social en base a las grandes lineas de Pensamiento que en cada momento parecen dominar el panorama intelectual de las ciencias sociales *, De acuerdo con una concepeién bastante generalizada, cabria dis tinguir una primera etapa, que abarca hasta mediados de los afios sesenta, en la que se asiste al predominio de la escuela funcionalista, mientras que desde finales de esta década la sociologia critica, 0 el paradi rriente hegeménica de estudio. Posteriormente, los afios Setenta estarfan dominados Por el andlisis econémico de la politica y la década de los ochenta vuelve a «traer a un Primer plano» el interés por las perspectivas de la organizacién y por la sociologya hist6rica, al tiempo que supone también un cierto renacimiento de los enfoques ideo- A este respecto, pr ejemplo, T. Bottomare deja clara su posiciin cuando affema: «resulta imposible en mi opinidn, establecer una clara dstinciontedriea entre sociologta politica y ciencia politica, Como m 4el trabajos (Bottomore, 1982, p. 1). "En cierto modo ésta es la posicién de'T, Skocpol (1989) al analizar las distintas contibuciones al est tio de a distsibucion del poder polio. 26 Sociedad y politica légicos o culturales”, Se trata, sin duda, de esquemas iitiles para establecer un cierto odin dentro de un panorama extremadamente complejo, pero también peligrosos ya Gque este tipo de clasificaciones suele entrafiar grandes dosis de simphificacién. En edo caso, la situacin actual se caracteriza més bien por la coexistencia de distintos paradigmas de andlisi sin que ninguno de ellos ejerza una clara hegemonfa. Cada vez Son mis patentes las tendencias hacia la integracién de diversos paradigmas ana J la incorporacién (en ocasiones también problematica) de aportaciones y perspecti Yas surgidas en campos de estudio afines. Este mismo movimiento centripeto es tam ign perceptible en las metodologias de andlisis empleadas para el estudio de los fe némenos sociopoliticos. Toda consideracién del estado actual de los estudios de sociologia politica no puede dejar de lado una referencia al marco histrico en el que tiene lugar el proceso te investigacin. La evolucién de las sociedades industriales y la incidencia de los grandes procesos de transformacién a que se han visto sometidas han tenido un ist pacto indudable en el examen de los vinculos entre la sociedad y la politica, En Tas Hl Fimras décadas estos acontecimientos han forzado a reconsiderar algunos de los postu- lados centrales sobre los que se habia basado la sociologfa politica académica, al tiempo que han confirmado bastantes de las tendencias ya apuntadas con anterior dad_ En primer lugar, consolidan la quiebra de toda pretensién monopolizadora de cualquiera de los paradigmas te’ menos Sociopoliticos. Pero, adem, han tenido como consecuencia un hecho quiz mas rel vante, han contribuido a que surja la conviccién de que el concepto de la politica, en- Tendida como esfera de lo puiblico, con el que se habia venido trabajando hasta hace rho mucho tiempo, es excesivamente restrictivo. Existe, por consiguiente, un consenso Cada vez més fuerte en torno a la inevitabilidad de redefinir algunas de las dicotom tlisicas (social/politico 0 pablico/privado) que estaban en la base de una buena parte de las Investigaciones tradicionales (Maier, 1987). En cierto modo, este movimiento dleja traslucir una cierta insatisfaccin con los estudios que hasta hace poco se const deraban como modelos y referencias clisicas dentro de la disciplina Ente descontento, o al menos este alejamiento, ha cristalizado en un empefio por Jograr una definicién més amplia de la politica que suponga también la reinterpreta- ‘Goon de sus principales componentes. Dicho esfuerzo se traduce asimismo en la nece- Sidad de trazar nuevos vinculos entre Ia esfera de lo politico y el ambito social, el eco: Homico, el ideoldgico o el cultural, Un hecho claramente perceptible, por ejemplo, en {a reincorporacién del andlisis hist6rico a los estudios del cambio politico o en los nuevos argumentos acerca del puesto de la cultura en el estudio de la accién colec iva, En consecuencia, todo este movimiento provoca, necesariamente, la emergencia de nuevos temas, marcos y metodologfas de analisis Tal y como hemos venido afirmando alo ginas, en las tltimas dé cadas el campo de estudio de la sociologia politica est sometido @ un impor proceso de innovacién como resultado de las principales transformaciones de las so~ feos concurrentes en el andlisis de los fen\ nite Hace yo alin tiempo Kourvetars y Dobratz (1980) afmaban que denso dela socials poltea odin dicrendarse cinco marcos de andi el esrutural-funcionl et el conic, lanai de clase, aerate fnalmente, el plutalista, Si argumentaciGn no supont sin embargo, ningin tie tin evoutiva Sociedad y poltica 27 ciedades contempordneas. Cabe, pues, hacer referencia de un modo muy esquemé- tico, a algunos de los cambios mis significativos que han afectado a la consideracién de los fenémenos sociopoliticos a partir de la década de los ochenta. Los principales procesos que, a nuestro juicio, han de tomarse en consideracién pueden tres grandes bloques. El primero de ellos considera algunos de los fendmenos que se han generado den tro del dmbito de las sociedades avanzadas. Sin duda, uno de los hechos que mas ha afectado a la consideracién de los fenémenos sociopoliticos ha sido el reconocimiento del fin de la ecuacién que vinculaba el sistema democratico con el desarrollo econé- mico y el bienestar social: Ia utopia que guis la reconstruccién de Europa tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (Diamond, 1993), La quiebra de dicha asociacién sus: cita basicamente dos nuevos temas de reflexi6n dentro del andlisis sociol6gico de los fenémenos politicos, Por un lado, sitda en un primer plano la crisis del Estado de bie- nestar, que se intenta resolver o bien postulando la exigencia de su desmantelamiento © tratando de sentar las bases que conducirfan a su redefinicién (Mishra, 1992). Por otro lado, remite a la evaluacién de los efectos que produce la persistencia de las de sigualdades econémicas y sociales en los sistemas politicos democraticos, un tema en el que cobra una especial importancia la constatacién del surgimiento de nuevas for- mas de marginaci6n sociopolitica (Alexander y Sztompka, 1990). Estos nue de reflexidn se encuentran estrechamente vinculados con un renovado interés por de- finir las caracteristicas y los limites de los sistemas democraticos dentro de las socie: dades industriales avanzadas (Marks y Diamond, 1993). La reconsideracién del papel de la accién colectiva y, en concreto, los motives que explican el surgimiento de nue- vas formas de participacién politica en su seno ocupan un lugar destacado dentro de estas argumentaciones (Dalton y Kuechler, 1992). Finalmente, no hay que olvidar que este discurso desemboca necesariamente en Ia toma en consideracidn de los nue vos problemas de legitimidad que afectan a la estabilidad y la pervivencia de los siste mas democraticos contempordneos (Held, 1992), jeruparse en fos temas, Pero quiz haya sido la reaparicién de algunos de los problemas politicos que pa recian haberse superado a lo largo del proceso de democratizacién, el hecho que ha causado un mayor impacto en la sociologia politica. En conereto, la reflexién en torno a Ia naturaleza y a las consecuencias de los nuevos nacionalismos esti en la base de los recientes esfuerzos por reinterpretar el desarrollo hist6rico de los estados nacionales y de sus procesos de democratizacién. Del mismo modo, se ha hecho mas evidente la necesidad de trabajar sobre la construccidn de las bases de las identidades colectivas y de sus procesos de «politizacién». La caida del muro de Berlin en 1989 y el derrumbamiento de los regimenes comu- nistas en Europa central y oriental ha supuesto también un giro decisivo en este campo de estudios, La sociologia politica se ha encontrado bruscamente ante el fin de la concepeién bipolar del mundo sobre Ia que se habian fundamentado una buena parte de sus andlisis. Es el ocaso de la contraposicion entre el capitalismo y el socia lismo, que habian sido concebidos como los dos modelos por excelencia de la organi zacién de la vida politica de las sociedades avanzadas; una oposicién que mares de forma evidente los anélisis sociopoliticos predominantes al menos ha: a el comienzo de los afios ochenta. Este giro violento ha tenido algunas consecuencias importantes, al menos a corto plazo. Asi, ha abierto un periodo de crisis, o en todo caso de refle: xin, dentro de la teorfa politica y del andlisis sociol6gico de inspiraci6n marxista que debe resolver en qué medida el fracaso de la utopia comunista supone también el descalabro del marxismo como concepcidn teérica y como instrumento de andlisis de la realidad social ®. Pero, al margen de la reflexidn acerca del estatuto tedrico del marxismo, la caida del muro de Berlin ha tenido un efecto decisivo en los andlisis s0 bre la direccién y complejidad del cambio politico y de los procesos de democratiza- cidn, Los estudios sobre las transiciones politicas a la democracia adquieren, por con- siguiente, un nuevo impulso. ‘Con mucha frecuencia la sociologia politica, cuyos estudios han estado teftidos desde sus origenes por un fuerte cardcter etnocentrista, olvida otro elemento impor: tante dentro de este cambio de rumbo. Nos referimos a la constatacién de que, en contra de algunas de las previsiones més optimistas derivadas del postulado que aso- ciaba el desarrollo politico con el bienestar econémico, el subdesarrollo parece ha berse convertido en un problema endémico. Todo indica que la distancia entre los paises mas desarrollados y los subdesarrollados ha ido aumentando sin tregua en las tiltimas décadas, por lo que algunos temas vinculados con el binomio pobreza-subde: sarrollo vuelven a situarse en el centro de mira de los investigadores. Por un lado, los problemas del desarrollo politico y de la modernizaci6n se reconsideran desde nuevas perspectivas y, por otro lado, estos mismos fenémenos dan un nuevo impulso para el estudio de las bases culturales de la politica. Por otra parte, se teabaja sobre el origen y los conflictos asociados con el fenémeno de los fundamentalismos y sobre as consecuencias de la exportacién de los modelos culturales occidentales y del sur gimiento de nuevas formas de «

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