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Las Nuevas Aventuras de La Dialectica Ho PDF
Las Nuevas Aventuras de La Dialectica Ho PDF
Abstract
In 1955 Merleau-Ponty made a reevaluation of the Marxist stakes of his time. Problematization of the ideas of
progress and meaning that was in-between the refusal of the revolution as historical fact, the shy defense of its
values and the redefinition of left-wing institutions.
More than 40 years after, philosophers as diverse as John Holloway, Félix Guattari, Paolo Virno, Daniel Bensaïd
and Slavoj Žižek, play that very game once again, dealing with the legacy of revolution, and thinking it as event,
movement and institution.
Repeating the gesture of Merleau-Ponty, and from those open perspectives, we try to find elements for the
redefinition of a militant thought able to embody the imponderability of new knowledge, new techniques, new
political data.
Palabras clave
Dialéctica, Movimiento, Institución, Merleau-Ponty, Holloway, Guattari, Virno, Žižek.
Keywords
Dialectic, Movement, Institution, Merleau-Ponty, Holloway, Guattari, Virno, Žižek.
más allá del poder y del saber), destotalizaciones que no operan por negación, sino
por la afirmación de prácticas alternativas, de subjetividades menores, de espacios
liberados.
Esto no significa que la revolución molecular sea la negación de una revolución molar,
visible, a gran escala, sino simplemente una inversión de prioridades: no es ya la
revolución molar (económico-política) la que conducirá la revolución molecular (social),
sino que son las revoluciones moleculares puestas en marcha por la economía del
deseo las que tenderán a agotar los posibles políticos, o incluso a abrir nuevos campos
de posibles, para que una revolución molar pueda encontrar lugar para madurar.
Dialéctica menor (o devenir-menor de la dialéctica), donde nuevos ámbitos sociales «no
garantizados»22 fuerzan una redistribución de la que el capitalismo se defiende con
todas sus armas.
Guattari insistía, en este sentido, que la búsqueda de una unificación demasiado
grande no contribuiría, por parte de las fuerzas de resistencia, sino a facilitar el trabajo
de semiotización del capital, que la unidad no era su objeto, que no pretendía ser su
sujeto. Pero Guattari también era sensible al problema del alcance de estas batallas.
Así, en 1979, se preguntaba:
¿Quedarán estas microrrevoluciones, estas profundas impugnaciones de las relaciones
de socialidad, arrinconadas en esferas restringidas del campo social? ¿O bien serán
articuladas entre sí por una nueva «segmentariedad social», que no por ello significará
un restablecimiento de la jerarquía y de la segregación? En pocas palabras, ¿lograrán
todas estas microrrevoluciones configurar una nueva revolución? ¿Serán capaces de
«asumir» no sólo los problemas locales, sino la gestión de los grandes conjuntos
económicos?23
Creo que estas inquietudes apuntan en la dirección de una dialéctica (y de un
marxismo) que no da por descontada la acumulación, pero que no la niega a priori
(como era el caso de Holloway), aunque tal vez considere la acumulación como un
proceso siempre en andamiento (la micropolítica rompe con la categoría de
totalización). La revolución molecular puede definirse como el arte de articular las
singularidades y los flujos libidinales, tecnológicos, científicos, etc., en agenciamientos
adecuados (espacios liberados o subjetividades emergentes), pero eso no significa que
esté reñida necesariamente con articulaciones de carácter molar que le permitan
extenderse, madurar, o simplemente subsistir. O, también, invirtiendo los términos, la
perspectiva de que la lucha revolucionaria pueda reducirse a una lucha por la
hegemonía (la conquista del poder político) puede ser descartada como una ilusión,
pero eso no significa que los proyectos micropolíticos de transformación social no estén
abiertos a (no estén necesitados de) su inscripción en una estrategia subversiva,
revolucionaria, o incluso reformista, a escala mundial, con el fin de no resultar
condenados a la impotencia.
La revolución molecular, las revoluciones moleculares no conducen necesariamente a
una revolución social capaz de dar a luz una sociedad, una economía y una cultura
liberadas del capitalismo, pero tampoco tienen porqué estar condenadas a sobrevivir
como nichos consentidos de libertad en el contexto de un status quo naturalizado. La
acumulación no es un dato, pero tampoco se niega por principio. Y, de hecho, un cierto
grado de acumulación es puesta como condición por Guattari a la hora de levantar la
cuestión de la viabilidad de una praxis de este orden: “La conclusión de este tipo de
transformaciones dependerá esencialmente de la capacidad que tengan los
agenciamientos explícitamente revolucionarios para articularlas con las luchas de
interés, políticas y sociales. Ésta es la cuestión esencial. De no producirse esa
articulación: ninguna mutación de deseo, ninguna revolución molecular, ninguna lucha
por espacios de libertad logrará impulsar transformaciones sociales y económicas a
gran escala”.
consolidación) del imperio. Acción que se arriesga a devenir inocua para Virno, menos
en virtud de su marginalidad que en virtud de su inherencia en las actuales relaciones
de producción:
El movimiento global, de Seattle en adelante, se parece a una pila que funciona a
medias: acumula sin pausa energía, pero no sabe cómo ni dónde descargarla. Se está
frente a una asombrosa acumulación, la cual no tiene correlato, por el momento, en
inversiones adecuadas. Es como estar ante un nuevo dispositivo tecnológico, potente y
refinado, pero del cual se ignoran sus instrucciones de uso. (...) Todo activista es
consciente de ello: el movimiento global no logra aún incidir – entiendo incidir con la
imagen de un ácido corrosivo – sobre la actual acumulación capitalista. El movimiento
no ha puesto en juego un conjunto de formas de lucha capaces de convertir en
potencia política subversiva la condición del trabajo precario, intermitente, atípico.30
Es este el contexto que, para Virno, propicia y exige, cauciona y torna necesaria la
construcción de una nueva esfera pública de naturaleza no capitalista, o incluso una
publicidad sin esfera pública, esto es, formas de vida que no tengan ya en su centro la
obediencia al Estado y la obligación del trabajo asalariado. No se trata de una
afirmación voluntarista: esta nueva esfera pública es una realidad emergente, en la
medida en que la vieja esfera pública (conceptos y categorías inventadas en el siglo
XVII “que ahora parecen obvios, triviales y comunes”31) está en crisis y asistimos a la
eclosión generalizada de movimientos que exigen nuevas formas de organización
social.
La construcción de nuevas formas de publicidad diverge claramente de una toma del
poder estatal por los movimientos de resistencia; apunta, por el contrario, a limitar y
contribuir para la decadencia del poder del Estado, en la defensa de experiencias
plurales, de usos y costumbres no estatales, de instituciones, e incluso de una esfera
pública fuera de del Estado. Responde, por tanto, no a la pregunta sobre quién debe
detentar el poder (la burguesía, el proletariado, la burocracia, los especialistas), sino a
la de la forma política que es necesario (posible y deseable) “dar a las prerrogativas de
fondo de la especie homo sapiens”32.
En todo caso, Virno hace algo más que desplazar la cuestión de la institución de los
movimientos sociales más allá de su supeditación a la conquista del poder Estatal:
propone una dirección para la búsqueda y un fundamento para la construcción.
La dirección o el vector estructurante de la búsqueda implica un desplazamiento (una
hibridación) en las relaciones entre vida política, trabajo e intelecto (en tanto fuerza
productiva por excelencia de nuestro tiempo), destruyendo las cadenas que subyugan
el intelecto al trabajo asalariado, en provecho de una conjugación del intelecto y la
acción política (“¿Es posible pasar de la «antigua alianza» Intelecto/Trabajo a una
«nueva alianza» Intelecto/Acción política?” 33).
El fundamento, a su vez, es una cierta concepción del lenguaje como institución
humana fundamental, concepción que Virno toma de Merleau-Ponty, y probablemente
del primer Deleuze, y de cuya presencia da cuenta en la obra del propio Marx. La
publicidad de esta nueva esfera pública, en efecto, no es la del Estado (de un nuevo
Estado, si quieren, proletario o socialista), sino el lenguaje, el intelecto, las facultades
comunes del género humano (y, en este sentido, la unidad deja de ser una promesa,
para convertirse en una premisa una premisa).
El lenguaje, y en general la actividad intelectual, en tanto fuente última de la
producción de la riqueza, es aquello que mancomuna a los productores (no la
voluntad, la voluntad general de Rousseau, sino el intelecto general, los «lugares
comunes» de la mente, las facultades lingüístico-comunicativas): “El intelecto, aun en
sus funciones más enrarecidas, se presenta como aquello que tiene algo de común y
visible. Los «lugares comunes» ya no son un trasfondo inadvertido, ya no están ocultos
detrás de los diversos «lugares especiales». Son un recurso compartido al cual los
«muchos» pueden echar mano en cualquier situación. La «vida de la mente» es el Uno
que sostiene el modo de ser de la multitud”34.
La cooperación productiva (basada en el saber social, la inteligencia colectiva, la
comunicación, la ciencia) se muestra más potente que los aparatos estatales. Y ofrece,
en seguida, una forma de institución agencia lo múltiple, no ya englobándolo bajo una
unidad última, sino ofreciéndole un plano de consistencia (un espacio común) para sus
movimientos singulares: “El intelecto como tal, el intelecto puro, deviene la brújula
concreta allí donde desaparecen las comunidades sustanciales y se está
continuamente expuesto al mundo” 35.
Excluyendo por principio la posibilidad de extrapolar un rasgo homogéneo, el intelecto
agencia lo múltiple sin «delegar» o «transferir» cualquier cosa al soberano: “los
«muchos» persisten como «muchos» sin aspirar a la unidad estatal porque: 1) en
cuanto singularidades individualizadas, tienen ya a sus espaldas la
unidad/universalidad propia de las diversas formas de vida preindividual; 2) en su
acción colectiva acentúan y continúan el proceso de individuación”36.
Con todo, si la propuesta de Virno va ciertamente más allá de la dialéctica puramente
negativa del grito, si da forma (una dirección y un fundamento) a la búsqueda de un
agenciamiento molar de los movimientos moleculares sin traicionar sus singularidades,
con todo, digo, su inscripción en la práctica política concreta impone una cierta reserva.
Es algo que el propio Virno concede: “¿Cómo concebir la acción política basada en el
general intellect? En este terreno hay que ser cautos. Todo lo que se puede hacer es
indicar la forma lógica de algo que aún no tiene una sólida experiencia empírica”37.
Por lo demás, la lógica de sustracción – que Virno propone como primer elemento de
una praxis política consistente con su elaboración teórica – pareciera implicar un
retroceso en la dirección de perspectivas menos constructivistas (como la de Holloway)
o menos universalistas (como la de Guattari). Y es que la propuesta de Virno, la
desobediencia civil y el éxodo (fugas en el sentido de salir de las categorías de las
instituciones estatales), parecieran remitir una vez más, ya a una política eventual (de
acontecimientos), ya a una micro-política (de espacios liberados), dejando en suspenso
la institución de una nueva esfera pública. Tanto en uno como en otro caso podemos
ver claramente el cuestionamiento del papel regulador del Estado (y, más
generalmente, la disciplina o el control de los dispositivos de poder), pero no resulta
fácil comprender de qué modo estos movimientos de sustracción e impugnación, de
éxodo y desobediencia civil, puedan dar lugar una república no estatal.
Más allá de la revolución en su sentido clásico, volvemos a encontrar una serie de
experimentaciones en positivo, pero los lugares comunes del lenguaje y del intelecto
no alcanzan a ofrecernos una idea de la forma en que a partir de esos elementos
puedan llegar a articular un espacio público no representativo38.
En Francia, Daniel Bensaïd, desde una perspectiva marxista más mainstream (Bensaïd
es el líder del movimiento trotskista francés), ha sabido levantar en relación a estas
aproximaciones menores de la praxis política contemporánea una objeción pragmática
fundamental: la ausencia de una teoría de la articulación (ausencia que, como vimos,
asombra a los propios autores en cuestión), cuya resultante es una extraña
incoherencia entre el radicalismo formal del discurso filosófico y la proposición de
modestas propuestas reformistas: “Una consecuencia posible de la inarticulación de los
diferentes conflictos se expresa en la reducción de la política a las alianzas tácticas,
coyunturales y puntuales, sin foco estratégico, en las diversas coaliciones arco-iris.
Esta tendencia hacia un grado cero de la estrategia se torna difícil de evitar desde el
momento en que es abandonada una crítica sistémica del capitalismo a favor de una
todo movimiento dialéctico, esto es, todo cambio y toda revolución tienen lugar.
Ahora bien, como toda ilusión, como toda ficción heurística, regulativa o vinculante, la
ilusión social debe reconocer el alcance y los límites de su efectividad práctica (y aquí
la dialéctica recupera un sentido crítico que le pertenece de pleno derecho). Así,
cuando la ilusión social lleva a ignorar, a menospreciar lo político al punto de boicotear
una elección que representa (que es) una esperanza de grandes cambios para
muchos, como aconteció con los Zapatistas en las elecciones presidenciales mexicanas
de 2005, esa ilusión debe ser combatida, criticada, por ejemplo, desde el punto de vista
de una teoría de la hegemonía. (Del mismo modo, el trabajo político de hacer base, de
ir a trabajar a las fábricas o de ir a enseñar a las villas, en la idea de producir una
conciencia de clase capaz de forzar una conquista del poder, necesita de la atmósfera
protectora de la ilusión política. Pero cuando esta ilusión lleva a dificultar o incluso
combatir el trabajo social de grupos no alineados, con el fin de agotar los posibles y,
eventualmente, hacer más aguda la conciencia de la opresión y acelerar un eventual
estallido, o, peor todavía, ya en el poder, con el fin de evitar la emergencia de nuevas
formas de organización, de relaciones no contempladas en los dispositivos existentes,
que puedan llegar a poner en causa el nuevo status quo, entonces la ilusión política
debe ser criticada, por ejemplo, desde el punto de vista de las líneas de fuga que
atraviesan toda sociedad.)
Con la desintegración de los grandes relatos, el marxismo particular, y la izquierda en
general, ya no pueden remitir su legitimidad a una narrativa englobante, progresista o
emancipatória, y deben aprender a operar sobre el horizonte (pero no hay horizonte,
apenas puntos de vista) de una multiplicidad de ficciones locales sin sentido común ni
valor universal. La construcción de nuevas ficciones, de narrativas locales o relatos
estratégicos (piensen en las fábulas zapatistas o en el lema de Porto Alegre – «Otro
mundo es posible»), no pueden ser ya referidas a una realidad subyacente ni a un
sentido trascendente, pero pueden y deben ser evaluadas inmanentemente, desde el
punto de vista de su potencia para perturbar el funcionamiento de las ficciones
hegemónicas (estatales, comunitarias o capitalistas)55.
Si la fidelidad al marxismo pasa necesariamente por una cierta fidelidad a la dialéctica
en tanto filosofía del cambio, digamos que deberemos repensar la dialéctica, no ya
como una lógica de totalización, sino antes en el sentido de una lógica de la ficción o
de la ilusión, de las ficciones o las ilusiones heurísticas, vinculantes, operativas, etc.,
que abren sobre el terreno de la praxis espacios para la acción, permiten la emergencia
de sujetos revolucionarios o la constitución de focos de resistencia. Ficciones o
ilusiones cuyos límites y alcance es necesario redeterminar en vista de los retos
singulares con que las prácticas colectivas se deparan.
Las aventuras de la dialéctica continuarán...
La búsqueda de una nueva lógica social más allá de los dispositivos del poder y del
saber propios del capitalismo permanece abierta. Marx diría, quizá, que si estas
preguntas surgen es porque existen elementos prácticos que las justifican, pero no las
explican ni las desarrollan 56.
Podemos predecir la lucha, pero no su desenlace. Mientras tanto, y según una
temporalidad por completo diferente (aunque no menos urgente), la revolución se
sigue jugando en el pensamiento.
La revolución, decía Deleuze, es un imposible que sólo existe en el pensamiento.
Pero es del fracaso de los asaltos a lo imposible que se alimenta la lucha por la
construcción de otro mundo posible.
Eduardo Pellejero
Doctor en Filosofía Contemporánea por la Universidad de Lisboa con una tesis sobre el pensamiento de Gilles
Deleuze, actualmente desenvuelve una investigación sobre la efectividad de la ficción en la cultura en la
Universidad Nueva de Lisboa bajo el auspicio de la Fundación para la Ciencia y la Tecnología de Portugal. Ha
publicado: Deleuze y la redefinición de la filosofía (Jitanjáfora, 2007) y, en colaboración con Golgona Anghel,
«Fora» da filosofia: As formas dum conceito em Sartre, Blanchot, Foucault e Deleuze (CFCUL, 2008).
1 Cf. Ricoeur, «Compte rendu d'Humanisme et Terreur», in Lectures 2, La contrée des philosophes, Paris,
Seuil, 1999. Cf. Scarso, «Postfazione», in Le avventure della dialettica, Milan Mimesis, 2009.
2 Cf. Merleau-Ponty, Les aventures de la dialéctique, Paris, Gallimard, 1955; pp. 58-59.
3 Ibid., p. 285.
5 Cf. Ibid., p. 295, 121-124, 295, 313, 223, y 128-129. Cf. Merleau-Ponty, Signes, Paris, Gallimard, 1960; pp.
323-324 y 337-338. Cf. Maria Teresa Castanheira, «Fenomenología e compromiso: El debate entre
Merleau-Ponty y Sartre», en Phainomenon, nº4, Lisboa, Colibri, 2002, pp. 37-50.
6 Cf. Carbone, «Introduzione», in Le avventure della dialettica, Milan, Mimesis, 2009: “Le parole pronunciate dai
filosofi del Partito contro Le avventure della dialettica – il suo secondo libro “politico”, di nuovo dedicato al
problema comunista – furono poi raccolte in un volume dal titolo significativamente sprezzante: Mésaventures de
l’anti-marxisme: les malheurs de M. Merleau-Ponty, appunto”. Esta mudanza en la evaluación de la crítica
merleau-pontiana del marxismo encuentra una manifestación singular (inesperada) en la persona de Michel
Foucault, que en 1986 hablaba de Les aventures de la dialectique como del “más grande libro de ciencias
humanas que jamás había leído” (Entrevista con Gérard Lebrun, 2 de julio de 1986. Gérard Lebrun agrega que
los trabajos ulteriores de Foucault, y especialmente Les mots et les choses (en 1966), serán muy polémicos
respecto de Merleau–Ponty, pero que Foucault siempre tuvo cierta admiración por su obra, mientras que nunca
había admirado a Sartre.). Pero la actualidad de Les aventures de la dialectique no se reduce a las
declaraciones intempestivas.
7 En este sentido, recuerdo un encuentro con Toni Negri, en el que este confesara a Davide Scarso que, más
allá de la parafernalia conceptual deleuziana y foucaultiana, su referencia teórica fundamental seguía siendo la
de Merleau-Ponty.
8 Retrocediendo aún más, Raya Dunayevskaya recuerda que incluso el propio Marx planteaba ya como eje
fundamental de su concepción la creación cotidiana de nuevas formas de lucha y nuevas relaciones humanas
entre los trabajadores y con los lugares de producción «para tomar por asalto el cielo» Cf. Raya Dunayevskaya,
Filosofía y revolución. De Hegel a Sartre y de Marx a Mao, edición de José Aricó, Buenos Aires, Siglo XXI
Editores, 2004; p. 208.
9 Cf. Holloway, Change the World without Taking Power. The Meaning of Revolution Today, Pluto Press, 2002;
Cap. 2, § 2: “First we win power and then we shall create a society worthy of humanity. This is the powerfully
realistic argument of Lenin, especially in What is to be Done?, but it is a logic shared by all the major
revolutionary leaders of the twentieth century: Rosa Luxemburg, Trotsky, Gramsci, Mao, Che”. Tal vez una
relectura más atenta de La revolución y el estado, en todo caso, pudiese abrir una línea de mayor continuidad
con las tesis de Holloway.
10 Cf. Holloway, «Doce tesis sobre el antipoder», Tesis 2: “Un mundo digno no se puede crear por medio del
Estado. (...) Ni los gobiernos reformistas ni los gobiernos revolucionarios lograron cambiar el mundo de forma
radical. (...) Ahora podemos ver que la idea de que el mundo se podría cambiar por medio del estado era una
ilusión. Tenemos la buena suerte de estar viviendo el fin de esa ilusión”. Cf. Holloway, Change the World without
Taking Power, Cap. 2, § 2: “The mistake of Marxist revolutionary movements has been, not to deny the capitalist
nature of the state, but to underestimate the degree of integration of the state into the network of capitalist social
relations”.
11 Ibid., Cap. 3, § 4.
12 Cf. Holloway, «Doce tesis sobre el antipoder», Tesis 1: “El punto de partida es la negatividad (...) El pensar,
para decir la verdad del grito, tiene que ser negativo. No queremos entender al mundo sin negarlo. La meta de
la teoría es conceptualizar al mundo negativamente, no como algo separado de la práctica, sino como un
momento de la práctica, como parte de la lucha para cambiar el mundo, para hacer de él un lugar digno de la
humanidad”.
13 Cf. Holloway, «Historia y Marxismo Abierto», in Nueva Epoca, año 18, nº 27, Universidade de Puebla,
Puebla, primavera de 1995, pp. 94-107: “Es, por consiguiente, más importante que nunca destacar la naturaleza
del marxismo como teoría de la lucha. Hablar de marxismo como una teoría de la lucha es pensar las
categorías marxistas como categorías abiertas, categorías que conceptúan la apertura de la sociedad”.
14 Holloway, Change the World without Taking Power, Cap. 9, § 3; cf. Cap. 9, § 2: “any form of
non-subordination, any process of saying 'we are more than the objectified machines that capital requires',
leaves a residue. (...) This substratum of negativity is the stuff that social volcanoes are made of. This layer of
inarticulate non-subordination, without face, without voice, so often despised by the 'Left', is the materiality of
anti-power, the basis of hope”.
15 Cf. Ibid., Cap. 11, § 4 y Cap 5, § 6: “The struggle against capital is the struggle against identification. It is not
the struggle for an alternative identity”.
16 Ibid., Cap. 11, § 4. Cf. Holloway, «Historia y Marxismo Abierto»: “Esto implica, en primer lugar, una crítica del
"marxismo cerrado", todas aquellas corrientes de la tradición marxista que ven el desarrollo social como un
camino predeterminado, ya sea desde un modo de producción hacia otro o, en el lenguaje más de moda de la
teoría de la regulación, desde un modo de regulación hacia otro, ya sea que se le vea en los términos
tradicionales de la "necesidad histórica" o en los tonos posmodernos, posestructurales, más influyentes de las
«inescapables líneas de tendencia y dirección establecidas por el mundo real»”.
17 Holloway, Change the World without Taking Power, Cap. 11, § 5. Concedamos, en todo caso, que Holloway
no es completamente consistente en su propuesta, y que si bien su tendencia a la dialéctica negativa parece
excluir toda forma de reorganización de lo social (negación de la negación), lo cierto es que por veces
sobrepasa esa línea en la dirección de lo que reconocemos claramente como formas de micro-política. Más
allá del cambio en la experiencia de lo social, por ejemplo, en el fragmento citado también se desliza una
propuesta de cambio que ciertamente implica la institución de un orden diferente: “ocupaciones de edificios
que tornan esos edificios en centros sociales, centros para una especie diferente de acción política”. Nos
parece que el Zapatismo, del que Holloway se reclama constantemente para dar una caución de autoridad a su
filosofía, puede leerse mucho más productivamente en esta línea que en la del grito incondicionado o el
cuestionamiento perpétuo (incluso cuando estos puedan ser el motor ético de esa actividad micropolítica).
18 Cf. Ibid., Cap. 1, § 1: “Feeling that the world is wrong does not necessarily mean that we have a picture of a
utopia to put in its place”.
19 Cf. Holloway, Change the World without Taking Power, Cap. 6, § 2: “We are the only creators, the only gods.
Guilty gods, negated gods, damaged, schizophrenic gods, but above all self-changing gods”.
20 Más generalmente, el Capital para Guattari no es otra cosa que Capital de poder, es decir, un modo de
semiotización, de homogeneización y de transmisión de las diferentes formas de poder (poder sobre los
bienes, sobre el trabajo, sobre los subalternos, sobre los «inferiores», poder sobre los allegados, sobre la
familia, etc.). Cf. Guattari, Plan sobre el planeta. Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares,
edición de Raúl Sánchez Cedillo, Madrid, Traficantes de sueños, 2004; p. 52.
21 Ibid., p. 70: “Las economías occidentales no podrían funcionar hoy en día sin los sindicatos, los comités de
empresa, las mutualidades, los partidos de izquierda y, quizás también... los grupúsculos de extrema izquierda.
No se puede, pues, esperar gran cosa por ese lado”
22 Anne Querrien, «Esquizoanálisis, capitalismo y libertad. La larga marcha de los desafiliados», in Guattari,
Plan sobre el planeta, p. 29: “inmigrantes, mujeres sobreexplotadas, trabajadores precarios, parados,
estudiantes sin salidas, asistidos de todo tipo y, en la actualidad, excluidos de la vivienda o de las prestaciones
sociales. Estos grupos no están unificados. Los valores y las cualificaciones que los atraviesan son múltiples,
pero inoperantes en el sistema de producción. Piden, antes que el derecho a trabajar, el derecho a vivir, a
inventar nuevas formas de vida, a diseñar nuevos espacios. Su existencia impacta directamente contra las
formas de semiotización propias del sistema dominante. De entrada, aparecen como marginales. Su llegada a
las grandes metrópolis del capitalismo mundial revela los territorios de los que proceden tal y como son: bolsas
de pobreza en el seno del espacio insolente del desarrollo económico. Exigen una redistribución, mientras que
todas las formas de redistribución existentes se defienden contra este nuevo reparto”.
24 Em 1913 Rosa Luxemburgo escreveu A acumulação do capital, [The accumulation of Capital, Londres,
Routledge, 1951; La acumulacion del capital. Mexico, Grijalbo, 1967], ensaio premonitório, profético sobre o
capitalismo. Aí previu o colapso da economia capitalista dizendo que ela se expande e que morre da opulência
que ela própria cria. Esse sistema-modelo ou como podemos dizer agora sistema-mundo (Wallerstein) leva à
sua autodestruição devido aos compradores não capitalistas do valor excedente (vive do valor de mão de obra
e do valor excedente - teorias já ultrapassadas) mas a Rosa previu que essa organização é um sistema
parasitário suicida. A lógica capitalista necessita de sistemas não capitalistas para assimilar o seu
desenvolvimento, mas que esgotam as suas próprias forças. O remédio seria uma lógica socialista não
acumulativa (debo esta referencia a José Caselas).
25 Cf. Francisco López Corral, «La noción de consumo en Bataille», in Ideas con Historia, Bahía Blanca,
Universidad Nacional del Sur, 2007.
27 Cf. Colectivo de Investigación Militante Situaciones, «Algo más sobre la Militancia de Investigación. Notas al
pié sobre procedimientos e (in)decisiones», in http://www.situaciones.org.
28 Virno, «Crear una nueva esfera pública, sin Estado. Entrevista a Paolo Virno por Héctor Pavón», in Revista Ñ,
Buenos Aires, 24 de Diciembre de 2004.
29 Ibidem.
31 Virno, «Crear una nueva esfera pública, sin Estado. Entrevista a Paolo Virno por Héctor Pavón».
33 Sin este desplazamiento, advierte Virno, sin la inscripción del intelecto en la esfera pública, sin su metástasis
en la comunidad política, el intelecto acaba inevitablemente por contribuir para la “proliferación incontrolada de
jerarquías, tan infundadas como resistentes. La dependencia es personal en un doble sentido: en el trabajo, se
depende de la persona Tal o Cual, y no de reglas emanadas de un poder anónimo y coercitivo; por otro lado, lo
que es sometido es la persona íntegra, su más básica aptitud comunicativa y cognitiva” (Virno, Gramática de la
multitud, trad. castellana de Adriana Gómez, Madrid, Traficantes de Sueños, 2003; p. 41).
34 Ibid., p. 37: “la expresión «intelecto público» contradice una larga tradición según la cual el pensamiento
sería una actividad apartada y solitaria, que separa a las personas de sus prójimos, una actividad interior,
privada de manifestaciones visibles, extraña al cuidado de los asuntos comunes”.
35 Ibid., p. 76; cf. p. 81; cf. Virno, «Ante un nuevo siglo XVII».
37 Ibid., p. 71.
38 Cf. Virno, «Crear una nueva esfera pública, sin Estado - Entrevista a Paolo Virno por Héctor Pavón:
“Prescindiría quizá de la palabra revolución porque ese modelo fue el de tomar el poder y construir un nuevo
Estado. Hablaría más bien de éxodo. Pienso que el modelo del éxodo es un modelo rico. Éxodo significa, más
que tomar el poder o someterse a él, salir. Salir significa construir un contexto distinto, nuevas experiencias de
democracia no representativa, nuevos modos de producción”.
39 Bensaïd, «Multitudes ventrílocuas (a propósito de Multitud, de Hardt y Negri)», in Herramienta, nº 28, Buenos
Aires, Abril de 2006: “Si la diversidad de las resistencias puede converger a pesar de todo en la experiencia de
los foros sociales, es porque la lógica impersonal del capital mismo y la penetración del despotismo mercantil
en todos los poros de la vida social constituyen un poderoso factor de reagrupamiento”.
40 Bensaïd, «Retornos de la política», in Viento Sur, nº 95, Enero 2008: “Desde el levantamiento zapatista de
enero de 1994 en Chiapas, las huelgas de invierno de 1995 en Francia, las manifestaciones de Seattle contra la
cumbre del G8 en 1999, el ambiente de fondo ha recuperado color. La Cruzada del Bien se hunde en Irak y en
Afganistán. Ruge el volcán latinoamericano, haciendo fracasar, por ahora, el proyecto imperial de un gran
mercado de las Américas”.
41 Bensaïd, «Retornos de la política»: “La gama de evasiones imaginarias es amplia: utopías reaccionarias, de
la armonía natural, de lo bio y de lo brut, de la “deep ecology”; utopías filantrópicas, que “lamentan
sinceramente la miseria de los pobres” y utopías compasivas esponsorizadas por el Banco Mundial, que
“pretende hacer burgueses a todos los hombres”, sin atacar la plaga de la deuda y la privatización del mundo;
utopías libertarias de micro-resistencias, micro-reformas y micro-soluciones, que dejan invariables los
mega-problemas engendrados por el despotismo de la mercancía”.
42 Bensaïd, «Sobre el retorno de la cuestión político-estratégica», in Viento Sur, Madrid, 30 de Enero 2007.
43 Ibidem: “Un modelo, es algo a copiar, un modo de empleo. Una hipótesis, es un guía para la acción, a partir
de las experiencias del pasado, pero abierta y modificable en función de experiencias nuevas o de
circunstancias inéditas. Los revolucionarios corren por consecuencia el mismo riesgo que los militares sobre
quienes se dice que siempre están atrasados una guerra”.
46 Ibid., pp. 196 y 266. La misma lectura hace de la revolución francesa: “The Jacobins were at their best not in
the theatrics of Terror, but in the Utopian explosions of political imagination apropos the reorganization of the
everyday: everything was there, proposed in the course of the frantic activity condensed into a couple of years,
from the self-organization of women to communal homes in which the old were to be able to spend their last
years in peace and dignity” (Ibid., p. 175); “recall the immense creativity of the Jacobins just prior to their fall, the
numerous proposals about a new civic religion, about how to defend the dignity of old people, and so on. (...) At
this point, the Cultural Revolution miserably failed” (Ibid., p. 196).
47 Ibid., p. 339.
48 Ibid., p. 402. Virno respondería, probablemente: “La multitud no tiene el problema de tomar el poder, tiene el
problema, en todo caso, de limitarlo y hacer decaer al Estado construyendo instituciones y una esfera pública
fuera de él. Entonces, desde ese punto de vista, el enemigo está, pero se parece más al faraón del libro Éxodo
de la Biblia que persigue un éxodo, una fuga” (Virno, « Crear una nueva esfera pública, sin Estado»).
50 Ibid., p. 392: “In other words, one should not forget that, in politics, «major repercussions» do not come by
themselves: true, one has to lay the groundwork for them by means of patient work, but one should also know to
seize the moment when it arrives. The «specifically communist form of patience» is not just patient waiting for
the moment when radical change will explode in a manner reminiscent of what systems theory calls an
«emergent property»; it is also the patience of losing the battles in order to win the final fight (...) from the
perspective of non-evental time of historical evolution, there is never a «right moment» for the revolutionary
event, the situation is never «mature enough» for a revolutionary act — the act is always, by definition,
«premature». (...) These past defeats accumulate the Utopian energy which will explode in the final battle:
«maturation» is not waiting for «objective» circumstances to reach maturity, but the accumulation of defeats”.
51 Se trata del Frigorífico INCOB (Industria de la Carne Obrera Bahía Blanca). Debo el conocimiento de este
caso a Francisco López Corral, y también a Francisco Cantamutto, y en general a todos los muchachos del
Colectivo Viceversa, con quienes tuvimos la oportunidad de levantar algunas de estas cuestiones en la
Universidad Nacional del Sur en Junio de 2008.
52 Colectivo Viceversa, «INCOB», Bahía Blanca, 2008: “Esto no quita que dentro de la nueva lógica no
subsistan elementos del antiguo orden, que ofrecen resistencia a la nueva forma de organización y exigen de
soluciones creativas del grupo, a riesgo de sufrir una reversión más o menos violenta: “la desaparición de la
figura del patrón hace posible el proceso de mutación del diagrama; sin embargo, esto puede suscitar tanto el
desentendimiento ante la situación («hay gente a la que le cuesta entender que ahora trabaja sin patrón»), como
la aparición de nuevas figuras de liderazgo (y de obediencia) que reproduzcan los antiguos modos instituidos, si
no se generan mecanismos de reversión de esas jerarquías, mecanismos que atenten contra la constitución de
nuevas verticalidades (por ejemplo, entre administrativos y trabajadores materiales o entre los más
experimentados y los más nuevos). «Una fábrica recuperada… no es que ahora no hay patrón entonces vamos
todos de la mano… Tenemos nuestros problemas…». En otras palabras, la horizontalidad no surge como algo
dado por la sustracción de la figura del patrón, sino que aparece como un problema a ser tenido en cuenta por
el colectivo (y esto ya es mucho)”.
54 Holloway, Change the World without Taking Power, Cap. 2, § 2: “The struggle has an aim: to conquer political
power. The struggle is a means to achieve that aim. Those elements of struggle which do not contribute to the
achievement of that aim are either given a secondary importance or must be suppressed altogether: a hierarchy
of struggles is established”.
55 Žižek, In defense of lost causes, p. 33: “it all depends on how these fictions relate to the underlying Real of
capitalism—do they just supplement it with the imaginary multitude, as the postmodern "local narratives" do, or
do they disturb its functioning? In other words, the task is to produce a symbolic fiction (a truth) that intervenes
into the Real, that causes a change within it”.
56 Cf. Colectivo de Investigación Militante Situaciones, «Algo más sobre la Militancia de Investigación»,
http://www.nodo50.org/colectivosituaciones/articulos_15.htm
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