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Aristotelismo y Platonismo en la Edad Media: Un problema para el

conocimiento

Introducción

La evidencia sobre la influencia que hubo de los grandes pensadores


antiguos en la Edad Media es sumamente grande: no podemos leer a Santo
Tomás de Aquino sin que la estructura de sus textos nos remitan inmediatamente
a Aristóteles, o incluso muchas de sus ideas que, por conveniencia del
cristianismo, fueron modificadas para completar su religión. Miles de ejemplos se
hallan alrededor de esta primera premisa sobre la influencia griega en los
medievales. El verdadero problema que surge a partir de esto es el problema del
conocimiento certero, es decir, sobre el conocimiento adquirido a partir de sus
fuentes auténticas. De acuerdo a las fuentes históricas – y las ya mencionadas
evidencias dentro de la filosofía medieval-, los textos de Aristóteles y sobre todo,
los de Platón, fueron leídos y reinterpretados por sus traductores cristianos en la
Edad Media, no sólo con el fin de llevar a cabo una enseñanza de índole filosófica,
sino con el plan de complementar su religión a través de un fundamento
establecido por personajes considerados como “autoridades” dentro de lo que
conforma el conocimiento sobre el hombre y el mundo antiguos. Además, hay que
tomar en cuenta que también estas enseñanzas fueron un medio sociopolítico que
mantenía a la población creyente bajo un supuesto “mandato divino” que los
obligaba a hacer y no hacer cierto tipo de cosas, pues de desobedecerlo, al alma
le esperaría un castigo después de la muerte terrenal, esto como consecuencia de
la ignorancia generada a partir de la creencia de la palabra de las “autoridades”.

Ahora bien, ¿esto acaso perjudicaría de forma grave al conocimiento, que sin
duda fue influenciado por esta doctrina medieval? La respuesta más inmediata es
que sí. En la actualidad – y desde la modernidad- queda sumamente claro que los
textos que se estudian, al menos referentes a la filosofía de la Grecia antigua, no
son más que traducciones modificadas, alteradas, reinterpretadas a conveniencia
para fomentar de manera sutil la tradición cristiana que, muy por debajo de la
mesa, profesamos inconscientemente, al menos en cuanto a valores y cierto tipo

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de creencias. Como ya se mencionó, la evidente intención de la modificación de
los textos era ejercer un cierto tipo de poder sobre los creyentes de la palabra
divina, cosa que por supuesto afecta al conocimiento de la población, la cual, por
no contar con la misma educación que los intelectuales y altos mandos en servicio
de Dios, residentes en las grandes urbes, se veía apartada e ignorante de la
verdad y un conocimiento genuino que los pudiera orientar a la prosperidad de sus
modos de vida y evitar un decaimiento que, indudablemente, trascendería a
próximas generaciones.

La razón por la que esto representa un problema es claro: realmente no tenemos


certeza de que todo lo que se nos ha enseñado sea tal cual nos lo muestran, y
esto es concediendo la idea de que el conocimiento se transmite a través de un
emisor y un receptor, y que por ende éste pueda ser modificado a conveniencia.
Aceptando esta primera idea, entonces podemos determinar en primera instancia
que el conocimiento universal como tal no existe, es sólo ficticio, pues todo lo que
adquirimos mediante la experiencia y luego transmitimos a alguien más, termina
con una carga subjetiva que al final altera de forma aguda lo que aprendemos y
conocemos.

Ante esto, queda resuelto que el conocimiento universal no es válido y que el


conocimiento entonces se vuelve subjetivo, pero entonces, ¿qué hay acerca de
todas las doctrinas establecidas a lo largo de la historia, así como la historia
misma? ¿No son estos acaso ejemplos que rechazan completamente la hipótesis
de la falsedad del conocimiento universal? Quizá con esta sugestión, la idea de un
conocimiento genuino nuevamente vuelve a renacer a pesar de todos los
contraargumentos presentados, no obstante, el conocimiento genuino también
podría contribuir a la idea del conocimiento como mero subjetivismo, ya que, si es
cierto que el conocimiento es genuino, entonces éste emerge de nosotros mismos,
de cada uno como individuo, lo que evidentemente afectaría a eso que llamamos
conocimiento universal. Entonces, ¿es realmente posible un conocimiento
universal a partir de juicios parciales? Es importante considerar estas cuestiones
debido al gran peso que llevan consigo para lo que se intenta resolver: la verdad

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dentro de todo lo que aprendemos y cómo esto afecta a la generación de
conocimiento.

El objetivo de hablar acerca de esto es demostrar la gran influencia que tiene el


conceder ciertas ideas, consideradas como el conocimiento genuino, sobre los
hombres como individuos y la relación directa que tiene con sus acciones. El
pensamiento humano es “la herramienta” que nos permite conocer a partir de lo
que percibimos, la manera que analizamos y el juicio final que emitimos. El hecho
de que nos veamos saturados por todo aquello que se nos transmitió desde que
podemos recordarlo no nos hace incapaces de comenzar a generar pensamientos
propios, es decir, habría que alejarnos del dogma y la opinión pública para
comenzar a pensar por nosotros mismos, y que esto ayude a la contribución del
conocimiento universal.

Con estas premisas parecemos haber caído en una contradicción, sin embargo, el
des-aprehender todo lo que nos fue transmitido como conocimiento puede no serlo
realmente, es decir, que es falso que tengamos un verdadero conocimiento antes
de pensar; nos desprendemos de todo lo falso para poder finalmente generar un
conocimiento genuino. Puesto que en un principio se habló acerca de la influencia
griega sobre los medievales, la importancia de hablar sobre ese ejemplo cae en
que los medievales y los modernos – y posiblemente nosotros, en la actualidad-
no poseemos un conocimiento como tal, sino ideas que nos fueron impuestas a
través de una tradición que desde el Medioevo ha tenido cierto grado de poder
para mantenerlas casi intactas. La ignorancia a la capacidad de la obtención de
conocimiento verdadero es la consecuencia de creer todo aquello que nos
muestran como verdad por considerarlo como “autoridad”.

La manera en que se desarrollará dicha idea es con el análisis del pensamiento de


la Edad Media, tomando en cuenta el contexto histórico que maneja el autor
Alexandre Koyré, así como su relación con el pensamiento antiguo. Es necesario
también tomar en cuenta el debate acerca de la autenticidad de un conocimiento
universal y la manera en que el conocimiento subjetivo afecta a éste; la
demostración de un conocimiento universal se hará patente de acuerdo al marco

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histórico que ya se ha señalado. Se demostrará la evidente influencia del
pensamiento antiguo sobre el medieval y épocas posteriores, así como la
manifestación de un conocimiento universal hecho bajo el fundamento de
sugestiones subjetivas liberadas de todo concepto y juicio falso, los cuales podrían
atribuirse a la manipulación de información de quien nos los transmite como medio
de control.

Marco histórico. Argumentos sobre la alteración de textos


antiguos.

Nos dice Koyré que los latinos, siendo más cercanos a la cultura helénica, no se
mostraron interesados en estudiar la filosofía ni otras ciencias, pues el marco
teórico no representaba para ellos una gran ventaja dentro de lo que a ellos les
concernía: el poder político, la guerra y la conquista, es decir, en lo práctico;
ignoraron casi por completo este ámbito teórico, y aunque bien pudo ser rescatado
en mínima parte por algunos “intelectuales”, estos textos jamás llegaron a generar
un apego a estos conquistadores 1. Por tales razones, fue que de inmediato la
herencia helénica llegó a manos de los árabes, quienes acogieron y estudiaron
con gran fervor todo lo referido a la cultura helénica y más en concreto, a la
filosofía, y es por ello que la cultura islámica se vio bastante influenciada. Fueron
los árabes los primeros en traducir excelentemente los textos de Aristóteles y
Platón, además de llevar a cabo un arduo estudio de su pensamiento que sin duda
destacó tanto en el ámbito político y social como en el religioso. Pero debido a
esto último, la religión islámica comenzó a repudiar la filosofía por considerarla de
actitud antirreligiosa, lo que propició la prohibición del estudio de los textos
filosóficos.

En este punto habría que cuestionarse algo importante: de acuerdo al juicio hecho
por la religión islámica y su concepto de la filosofía como antirreligiosa, ¿no da
esto hincapié a considerar que las traducciones de los textos hechas por los

1. Koyré, Alexandre, “Aristotelismo y Platonismo” en Estudios de Historia del Pensamiento


Científico, Siglo XXI Editores, pág.18

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árabes eran realmente fieles a lo que los textos originalmente decían? Si es cierto
esto, entonces cabe destacar que el arbitraje en cuanto a los textos que se leían
estaba fuertemente oprimido por cuestiones políticas, que sin duda tenían que ver
con la religión.

La religión islámica surge a partir de los problemas políticos y sociales con los que
el área mediterránea trataba de mediar, y el surgimiento de esta religión fue con la
intención de dar solución a estos problemas, propósito que lograron y que
finalmente logró transformar el paradigma de la era medieval en el mediterráneo.
Las pautas morales y sociales principales del Islam fueron el sentido del honor,
hospitalidad, importancia de la familia, la figura masculina como gobernante y la
figura femenina como sumisa. Las relaciones jerárquicas eran de gran importancia
para la profesión del Islam; se mantenían realmente enraizadas a las normas
morales que la religión había establecido para dar remedio a todos los problemas
que acaecían durante el período medieval. El poder político estaba totalmente
fundamentado en la religión y las más altas autoridades tenían control absoluto
sobre la profesión de la religión y el regimiento político, y debido a esto es que se
desarrolló una especie de fe común que fue aprovechada por los gobernantes
para formar una unidad política y de esta manera mantener estabilidad dentro del
gobierno2. Y con esto, podría considerarse a esta manera de gobierno como rígida
en extremo, intolerante en cierto sentido y totalmente normada por lo que las leyes
dictaban.

Ahora bien, teniendo en cuenta este pequeño contexto acerca de la forma de


gobierno del Islam y su estrecha relación con la religión, podemos adentrarnos
más en el problema que nos concierne: ¿por qué rechazar el estudio de la filosofía
y cómo es que éste afectaba a la profesión de la religión? Pues bien, como ya fue
mencionado, la tradición islámica estaba fuertemente normada y condicionada
para evitar el desorden y mantener un estricto control sobre todos aquellos que
eran afines a ésta; los valores que la religión impartía debían ser respetados e

2. El Islam en la Edad Media, [pdf] Tudela, Disponible en la red:


http://www.quned.es/mvg/archivos_publicos/qdocente_planes/1379/islam.pdf

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impartidos de manera parcial, por lo que cualquier acto de desobediencia sería
castigado, pero es que en realidad, estos valores que la religión seguía no eran
precisamente los mejores, puesto que algunos de ellos alentaban la intolerancia a
la mujer y al pueblo gobernado. Sólo los altos mandos tenían ciertos privilegios.
Los textos aristotélicos y platónicos no hablan exactamente acerca de la tolerancia
hacia estos dos grupos discriminados, no de manera directa, pues también
mencionan de manera benéfica la relación de las jerarquías y la forma en que
debe darse un buen gobierno. Platón, en este caso, fue considerado la autoridad,
y su idea utópica de la ciudad perfecta trató de ser llevada a la práctica gracias a
las interpretaciones de los intelectuales árabes. Por supuesto, la exposición de
Platón sobre una ciudad perfecta nada tenía que ver con lo que la tradición
islámica pretendió llevar a cabo, pues como ya se dijo, la idea fue establecida de
acuerdo a las interpretaciones de los intelectuales, que, a pesar de ser fieles en
las traducciones de los textos, tomaron sólo lo más conveniente para formar un
Estado que amoldara a sus creencias. Los estudiosos de Aristóteles y Platón
tenían muy claro que, si opinaban distinto a su tradición, serían castigados por el
gobierno que ya regía, y es por ello que los estudios de la filosofía griega poco a
poco se fueron evaporando. Los árabes tenían un estudio preciso sobre las obras
de estos dos grandes filósofos, pues fueron los encargados de rescatar la tradición
helénica que fue ignorada por los latinos.

Ahora, los latinos mantenían una práctica alejada de la tradición helénica; si bien
permanecieron algunos valores dentro de sus modos de vida, la influencia de una
vida contemplativa –es decir, intelectual- fue bastante escasa y sólo algunos
hombres entregados a la vida intelectual –después de la práctica- se dedicaron a
pensar y escribir sobre filosofía de acuerdo al contexto que residían. No obstante,
este “quehacer filosófico” no contribuía realmente a la filosofía 3, pues sólo se
trataba de meras especulaciones sin gran fundamento y con evidentes créditos a
las doctrinas antiguas, en otras palabras, las ideas filosóficas establecidas por los
latinos fueron sólo meras copias de las ideas griegas, pero adaptadas al contexto

3. Koyré, Ibídem.

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que vivían. Los romanos, nos cuenta Koyré, no leían los textos de Aristóteles o
Platón:

[...] fuera de dos o tres diálogos traducidos por Cicerón [...], ni Platón ni
Aristóteles, ni Euclides, ni Arquímedes han sido traducidos al latín. Por lo

menos en la época clásica.4

Y si bien ni los árabes, después de su rechazo político a la filosofía, ni los romanos


tuvieron el interés por el conocimiento sobre sí mismos y el mundo, ¿qué
sucedería con la trascendencia del conocimiento? ¿Acaso quedaría estancada en
un abismo? No del todo, pues también ya fue mencionado que, aunque fuera a
conveniencia, los textos de Platón y Aristóteles sí fueron utilizados para adoctrinar
de acuerdo al entorno en que se encontraban inmersos para así poder lograr un
desarrollo estable, una unidad política firme y modos de vida que sustenten por
mucho tiempo la tradición que cada cultura intentaba imponer en el mundo:

[...] Si el platonismo había sido el instrumento de la Iglesia durante el


período de consolidación y fijación de los dogmas, el aristotelismo debía
guiarla para la explicación, propaganda y organización interior de sus
principios. La escolástica, así llamada por ser la filosofía que se
enseñaba en las escuelas, esencialmente dogmática, sirvió a la Iglesia
para educar a los bárbaros. En realidad, mejor que una filosofía, la
escolástica debe considerarse un método. Manejada por la Iglesia,

podría definirse el aristotelismo al servicio de la idea cristiana. [...] 5

Sin embargo, el uso de estos textos a conveniencia podría haber resultado


perjudicial para el conocimiento, puesto que se estaban imponiendo nuevas
doctrinas sobre un pueblo que ignoraba las verdaderas tradiciones y el significado
analógico y anagógico de los textos que ya se mencionaron, además de que el
pueblo carecía de la educación que se impartía sólo a ciertas personas, las cuales
ya contaban con ciertos títulos que les adjudicaba privilegios de enseñanza, ya

4. Koyré, Ibídem.
5. Méndez Bejarano, Mario, “Ojeada General sobre la Filosofía en la Edad Media” en Historia de
la Filosofía en España hasta el siglo XX, [en línea], Madrid, Proyecto Filosofía en español,
2015, Disponible en la web: http://www.filosofia.org/aut/mmb/hfe04.htm

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sea filosófica, política, militar, etc

La doctrina alterada de los textos de los antiguos pensadores pudo haber


resultado perjudicial para el conocimiento de aquellos tiempos, y por ende, por
éste haberse transmitido generación tras generación, afecta nuestras nociones del
mundo actuales.

El conocimiento “ficticio” y la importancia del pensamiento


humano

Una vez desarrollados los puntos históricos importantes sobre la manipulación de


los textos de los más grandes pensadores antiguos y las razones que condujeron
a realizar estos hechos, es necesario concentrarnos ahora en lo que concierne a
la realización de este análisis: la autenticidad del conocimiento.

Pues bien, como se mencionó anteriormente, durante la edad media fueron


evidentes las manipulaciones de los textos para fines meramente políticos que
ayudarían a sustentar un gobierno estable. Entonces, ¿qué no es también muy
evidente que la población vivía bajo la ignorancia continua, puesto que desconocía
las tradiciones griegas, y por ende no desarrollaba un conocimiento real?

Por supuesto que como respuesta inmediata diríamos que sí, pero es importante
ver por qué razón es que así es como sucede. Pues bien, al mantener a la
población alejada de todo tipo de educación que se impartía sólo a personas con
ciertos títulos, carecía absolutamente de nociones que ayudaran a la mejora de
convivencia social y modos de vida individuales, pues sólo seguían las normas
que les dictaban porque se encontraban bajo una amenaza sutil de un castigo en
caso de desobedecer. El pueblo que era gobernado bajo estos principios se
encontraban sumiso ante una falsa creencia que les fue impuesta gracias al
provecho que los altos mandos tomó a su ignorancia; el hombre ahora carecía de
pensamiento individual, dejó de intentar descubrir al mundo y así mismo, y su
único motivo de vida era hallar a Dios, pero bajo condiciones meramente políticas.

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El conocimiento que se les fue impuesto podemos considerarlo falso, y es que en
verdad es así, pues los intérpretes de los textos también fueron colaboradores de
la modificación de los mismos; los textos fueron modificados de acuerdo a sus
intereses y entonces, al momento de profesar su palabra, hacían manifiesta
información que carecía de verdad y dejaba de ser universal para llevar consigo
una gran carga subjetiva que sin duda afectaría al pensamiento individual. Las
nociones impartidas de acuerdo a estas condiciones también son falsas por
tratarse de la palabra de aquellos que el pueblo llamaban “autoridades” tan sólo
por profesar la “verdad” entre ellos. El devenir del conocimiento durante este
período – y posiblemente en la actualidad- jamás pudo darse de forma definitiva
por las intenciones ya mencionadas.

Se dice que esta información considerada como falsa tiene carga subjetiva debido
a que el contenido era manipulado por unos cuantos con diversos intereses para
mantener un control sobre todos aquellos que tenían que ser convertidos a sus
creencias, es decir, ser prácticamente obligados a profesar la religión y normas
sociales que dictaban las leyes supuestamente impartidas por los grandes
pensadores, también enmarcados en un título de autoridad. Si bien también es
cierto que en la Edad Media se ven marcadas muchas actitudes de los griegos 6,
es porque la conquista romana sobre los pueblos helenos realmente no había
acabado completamente con la tradición, pero sí con su modo de vida
contemplativa, por lo que la filosofía y la religión estaban estrechamente ligadas,
pero no bajo un fundamento helenístico, sino uno meramente idóneo a partir de
las concepciones políticas cristianas que pretendían lograr una gran conversión a
su religión por toda Europa. La religión cristiana, pues, estaba conformada por
ideas tanto de Platón y Aristóteles de manera parcial, intercaladas una idea tras
otra, modificadas y transformadas, y es por ello que el conocimiento de los textos
antiguos durante el Medioevo resulta una completa farsa, pues jamás se llegó a
conocer un texto aristotélico o platónico tal cual y esto da como consecuencia una
ignorancia absoluta hacia el pueblo que cree conocer y no sabe que no conoce.

6. Koyré, Ibídem, pág. 20.

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Entonces, a esto podemos considerarlo como conocimiento ficticio o falso, y que
en realidad no es conocimiento, sino ideas sin deliberación ni análisis, carentes de
verdadero raciocinio individual.

Ahora, puesto que ya se ha hecho manifiesta la idea de un falso conocimiento a


partir de nociones modificadas por un interés subjetivo, es importante considerar la
siguiente cuestión: ¿no estaríamos cayendo en ab absurdum al mencionar que el
conocimiento universal no puede generarse a partir de nociones subjetivas?
Parece en extremo evidente que las nociones subjetivas son necesarias para
desarrollar un conocimiento universal, pero el propósito aquí en realidad es no
caer en sugestiones meramente subjetivas sin haber atravesado por un análisis
racional, y una vez logrado esto, comenzar a desarrollar no sólo un conocimiento
universal, sino uno auténtico. ¿Y acaso es posible lograr un conocimiento
auténtico derivado del subjetivismo y lo universal?

El pensamiento, como ya fue mencionado en un principio, es la herramienta de


conocimiento más fuerte, pues permite el intercambio de información de un
individuo a otro o de un medio a un individuo, generando así un aprendizaje y que
con la práctica se convierte en conocimiento:

[...] Conocer es [...] "aprehender", es decir, el acto por el cual un sujeto


aprehende un objeto. El objeto debe ser, pues, por lo menos
gnoseológicamente, trascendente al sujeto, pues de lo contrario no habría

"aprehensión" de algo exterior [...]7

Entonces, el conocimiento requiere de un emisor y un receptor para poder ser


transmitido y de esta manera poder ser analizado y racionalizado, pero esto no
funciona de manera tan simple como se expone aquí, pues la captación de un
concepto debe ser analizado tanto por contexto en que fue expuesto así como la
persona que la emitió. Y no es tarea sencilla, pues como individuos, nuestro
lenguaje incluye dentro de sí mismo una intención que bien puede o no ser
explícita.

7. Ferrater Mora, José, “conocimiento” en Diccionario Filosófico, Tomo I, Quinta Edición,


Montecasino Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1964, Pág. 340.

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El conocimiento, pues, antes de ser considerado como tal, debe ser analizado
profundamente antes de emitir un juicio final sobre lo que luego contribuirá al
conocimiento universal. Las ideas que se nos presentan día con día deben ser
pasar primero por el pensamiento individual, el cual formará un criterio subjetivo,
sí, pero ya analizado, es decir, evitaríamos caer en reiteraciones sin sentido al
pensar todo lo que nos viene de forma externa, y de esta manera ir formando poco
a poco un criterio general que finalmente se convertirá en el conocimiento
auténtico. No obstante, es importante tomar en cuenta que el dogma, en este
caso, estaría siendo rechazado por la clara idea que ya se hizo manifiesta: cada
uno piensa por sí mismo. Y es así como los hombres lograrían des-aprehenderse
de todos los juicios que les fueron impuestos, y que sin duda siguen al pie de la
letra sin razonar antes de actuar. El pensamiento, valga la redundancia, es el arma
más poderosa para el conocimiento, y viene de nosotros hacia el mundo, y sólo
con el pensamiento y el razonar evitaríamos caer en contradicciones con nosotros
mismos y con la generación de problemas de interpretación y de dogma, así como
fue el caso de los medievales, fieles servidores de la palabra aristotélica-cristiana
y platónica-cristiana.

Conclusiones

Tomar en cuenta el contexto en que se desarrolla uno de los más polémicos


períodos históricos es importante por todo lo que contiene en sí mismo, desde el
pensamiento hasta las consecuencias que éste conllevó para lograr lo que fue en
ese momento, y en este caso, hablar sobre la influencia política y social sobre la
traducción e interpretación de textos antiguos resulta ser de gran importancia,
puesto que nos muestra una parte interesante sobre el pensamiento medieval y
que sin duda alguna, sigue siendo parte de nuestras costumbres actuales, aunque
de manera más sutil e incluso inconsciente. Es indudable la herencia de la
tradición medieval, que a su vez fue heredera de tradiciones griegas, pero aún en
cada época estas costumbres fueron modificándose para adaptarse al contexto
que se vivía, al menos en cuestiones intelectuales, pues nos es posible notar que

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en lo pragmático, muchas de nuestras costumbres continúan, aunque con una
esencia y significado distinto.

El hecho de aún permanecer con ciertas costumbres de forma involuntaria se


debe a que en la Edad Media, el pueblo se hallaba sometido bajo ciertas normas
que les fueron dictadas supuestamente a partir de textos que rezaban tal cual “las
autoridades” decretaban, pero como bien se mencionó, éstos fueron modificados a
conveniencia, y entonces el pueblo se veía siendo seguidora de una palabra falsa
e ignorante. Este ejemplo sirvió de pauta al verdadero problema: el conocimiento
auténtico.

Es cierto que los textos de los antiguos fueron modificados por los medievales,
tanto cristianos como árabes, por mero interés político que buscaba un orden en
las urbes y la dominación en general de las áreas que gobernaban así como las
que se encontraban alrededor de las mismas, pero esto claramente afectaría
gravemente al conocimiento, pues al imponerse estos dogmas y obligar a los
individuos a seguirla, daría como consecuencia, además de la ignorancia, un
decaimiento de la cultura y la intelectualidad, es decir, los altos mandos buscaban
un pueblo que no pensara y sólo tuviera el deseo de ser sometido por amor y
honor a las creencias. Los individuos ya no poseían más la capacidad de
raciocinio por sí mismos. Pero, como se estableció, el pensamiento es la
herramienta fundamental del conocimiento que se sirve de juicios subjetivos
razonados para generar una especie de conocimiento que contribuirá al
conocimiento universal. Ahora bien, es cierto que los individuos somos capaces de
generar juicios por cuenta propia a partir de lo que nos es transmitido, sin
embargo, muchos de estos juicios los volvemos a transmitir sin ser procesados por
un verdadero raciocinio y entonces todo se vuelve un dogma, una simple
repetición de palabras que carecen de sentido por la creencia inmediata de todo
aquello que se nos expone.

El razonamiento de las ideas nos permite generar preguntas indicadas en


momentos indicados, y las preguntas, más que respuestas rebuscadas, generan
conocimiento, y el conocimiento viene de nosotros mismos hacia el mundo. El

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emisor es el exterior y nosotros mismos a la vez, esto mismo sucede con el
receptor. Se trata de una conexión de nosotros mismos como individuos hacia el
resto, el conocimiento subjetivo es real, y el conocimiento universal también lo es,
y esto logrado por esta conexión necesaria de los individuos con el mundo. Por lo
tanto, el conocimiento genuino es también posible a través de las nociones
subjetivas y las universales, éstas sin ningún contenido dogmático y con previa
deliberación y razonamiento.

Bibliografía

Ferrater Mora, José, “Definición de conocimiento” en Diccionario Filosófico, Tomo


I, Quinta Edición, Montecasino Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1964, Págs.
339-343

Koyré, Alexandre, “Aristotelismo y Platonismo” en Estudios de Historia del


Pensamiento Científico, Siglo XXI Editores, Madrid, España, 1977, Págs. 16-40

Méndez Bejarano, Mario, Historia de la Filosofía en España hasta el siglo XX, [en
línea], consultado el 7 de diciembre de 2015, capítulo IV, Madrid, Proyecto
Filosofía en español, 2015, Disponible en la web:
http://www.filosofia.org/aut/mmb/hfe04.htm

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