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Emergencia ortográfica

Se conmemoran 400 años de la muerte -con pocas horas de


diferencia- de Cervantes y Shakespeare. Y en Colombia, que
se jactaba de tener el mejor español del mundo, bien
podríamos decretar el Estado de Emergencia Ortográfica.

En una cátedra sobre géneros periodísticos que me pidieron


dictar hace algún tiempo, en una universidad privada, me
topé con estudiantes de quinto y sexto semestre a los que
nunca nadie les habló de las palabras agudas, graves y
esdrújulas.

Uno de ellos tildaba las consonantes, en lugar de tildar las


vocales. Y otra estudiante padecía un desatino tan severo a
la hora de tildar que le pregunté su ‘método’ para siempre
fallar. Respondió que la ortografía le causaba tanta ansiedad
que imprimía sus trabajos de la universidad y luego, con
lapicero de tinta negra en mano, dejaba caer tildes a diestra y
siniestra, de forma aleatoria, para ver si de casualidad le
atinaba a alguna.

Las generalizaciones son injustas y odiosas, pero en términos


generales las universidades culpan a los colegios, que no
enseñan las bases; los colegios culpan a los padres de
familia, que no infunden hábitos de lectura en sus hijos; los
padres dirigen el dedo acusador hacia los dos anteriores, con
la autoridad que les dan los millones de pesos que han
pagado por la educación de sus hijos.

Y en esta búsqueda de exculpación, hasta las redes sociales


resultan otro chivo expiatorio perfecto. Entre tanto, solo
pierden los jóvenes, en este esquema de poder vertical donde
las instituciones adultas van arriba y los estudiantes, abajo.
Pésima la enseñanza de la ortografía en muchos colegios, es
cierto, pero que no nos vengan a decir que los 7, 9 u 11
millones que cuesta un semestre de universidad la eximen del
deber de enseñar a sus alumnos mejores competencias de
lectura y escritura, sobre todo si el filtro de algunas, para
admitirlos, es que tengan dinero para pagar el semestre.

Hay casos muy tristes, de estudiantes a punto de graduarse o


en proceso de escribir su tesis, que no logran identificar el
verbo en una oración, y mucho menos redactar una frase
coherente (qué diremos de un párrafo). Habría que revertir
esta situación desde primer semestre, o atravesar la
redacción y la ortografía como una columna vertebral a lo
largo de todas las carreras, no solo las humanísticas, sino
también las científicas que necesitan tantos profesionales
dotados para la divulgación de saberes.

Pero no solo se trata de enseñar a escribir, sino de enseñar a


pensar. De qué sirven las reglas ortográficas cuando no hay
nada para decir, y de qué sirven las ideas si no se las sabe
expresar.

Porque el español no es una costura, sino una patria


ampliada, una poderosa nación simbólica en la que viven,
sueñan y aman 468 millones de seres humanos, la segunda
lengua más hablada del planeta. Ser ciudadanos de esa
patria exige quererla sin k, honrarla con h y enseñarla con s y 
sin tilde.

04/11/2016 11:05am — Andrés Felipe J...


Pregunté a unos estudiantes de décimo grado, cuál era la
materia más importante de su educación. Todos sin
excepción dijeron: Las matemáticas. Hicimos cuentas de sus
familiares adultos que necesitaban algo más que las cuatro
operaciones básicas para hacer sus trabajos y descubrimos
que menos del 10% de los adultos requieren de matemáticas
avanzadas, mucho menos álgebra, cálculo o trigonometría.
Luego contamos los familiares que requerían del uso correcto
del lenguaje en sus trabajos y sorpresa, eran la mayoría. La
mayoría de los profesionales de cualquier especialidad deben
presentar informes escritos en algún momento, los
comerciantes preparan sus documentos publicitarios, todos
debemos expresarnos oralmente con orden y consistencia, el
amor se transmite con palabras.
Nuestra educación ha olvidado que el lenguaje oral y escrito
es la base de la estructura social del ser humano. Y no solo la
ortografía, la forma de como se presenta una idea, la
capacidad de elaborar un concepto, de describir una
situación, de explicar un proceso, de relacionar dos
elementos aparentemente distantes.
Recuperemos la palabra, es tarea de todos.

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