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HISTORIA MUNDIAL II

Prof. Juan Pablo Lovisolo

LA EDAD MEDIA

CONCEPTO Y VALORACIÓN

1. A continuación, fragmentos de diversos autores conceptualizarán Edad Media. Léalos detenidamente e


identifique los diversos periodos que atravesó el concepto.

Fueron los humanistas quienes inventaron el concepto y el nombre. Quien introduce definitivamente la terminología
en los manuales de historia es el profesor de Halle, Cristobal Keller (Cellarius) en su historia tripartita: Historia antiqua
(1685), Historia medii aevi (1688), Historia nova (1696). Keller apellidó “medioevo” a la época que se abre con el emperador
Constantino y se clausura con las postrimerías del Imperio de oriente (caída de Constantinopla, 1453).
El renacimiento humanístico, al colocar a la Edad Media entre la cultura antigua y la moderna, la conceptuó como
época oscura, carente de verdadera civilización, sin esplendor de belleza, de arte y saber humano. Gótico fue sinónimo de
bárbaro y tenebroso. Heredaron este concepto peyorativo las sectas protestantes, y aun la ennegrecieron y agravaron en el
aspecto religioso, abominando de esos mil años de supuesta corrupción eclesiástica y degeneración del cristianismo
primitivo. Ni siquiera en el siglo XVIII, en que la Ilustración cosmopolita casi borró, con los perfiles de cada pueblo, los
rasgos que definen y caracterizan a cada edad histórica, perdió el medioevo sus odiosos y despectivos delineamientos.
Voltaire, Monstesquieu y Gibbon hablaban de las tinieblas, de la superstición y del salvajismo que cayeron sobre Europa en
el medioevo. Otros aluden a la locura y la enfermedad del espíritu humano en aquellos siglos. (Llorca)

El cambio en la valoración del período medieval se produjo a fines del siglo XVIII y durante el primer tercio del siglo
XIX, debido, por un lado, al despertar de los nacionalismos europeos y, por otro, al triunfo de las ideas del Romanticismo.
Tras las guerras napoleónicas, cada pueblo trato de reafirmar sus características, descubriendo, no sin cierta sorpresa, que
había sido durante la Edad Media cuando las naciones europeas habían comenzado a formarse. Liberados de prejuicios
culturales o religiosos, los historiadores europeos comenzaron a ver la Edad Media con ojos muy diferentes. El éxito de
esta revisión del pasado, hecha en los principales países europeos a partir de la edición sistemática de fuentes históricas y de
la fijación exacta de los acontecimientos a tono con el «positivismo histórico» dominante, se explica por el apoyo decisivo
de los gobiernos y por el triunfo de la estética romántica. Desde entonces, el medievalismo constituye una ciencia a se y una
de las especialidades más solidamente asentadas dentro del campo de la investigación histórica. (Claramunt)

Son los románticos los primeros que descubren la unidad político-religiosa de aquella edad histórica y se entusiasman
con ella como un ideal. El Romántico poético, amigo de lo fantástico y romancesco, entusiasmado con el arte popular,
exaltó las sublimes bellezas cristianas, nacionales y caballerescas de la Edad Media por encima de las del mundo clásico. La
historiografía romántica del siglo XX, al desempolvar códices, publicar documentos y estudiar con cariño las instituciones,
las ideas, el derecho y las personalidades más relevantes, nos fue revelando los múltiples aspectos de la enorme y delicada
Edad Media. Tales estudios trajeron consigo una buena porción de problemas cerca de los rasgos esenciales y
característicos, el predominio del germanismo de los invasores o del romanismo de los invadidos, las relaciones de aquella
cultura con la del mundo greco-romano y con la del mundo moderno, los límites iniciales y terminales, el valor y aun la
existencia de la Edad Media, etc. Y brotó también la discrepancia de pareceres y de sentimientos en la nunca acabada
“polémica sobre el medioevo”. (Llorca)

«Edad Media» es una convención cronológica que ha ido consolidándose en la cultura común de la Edad Moderna y
Contemporánea. Tiene su origen en las reflexiones de los humanistas de los siglos XV y XVI, animados por la esperanza
de una nueva era de renacimiento cultural y de recuperación general.
La tendencia de aquellos intelectuales a dar una imagen «oscura» de toda la Edad Media (de la caída del Imperio
romano hasta al menos el siglo XIV) es comprensible recordando precisamente la dureza de los años de los que acababan
de salir. La mente humana tiene una natural tendencia hacia la perspectiva de mirar el pasado ve en primer lugar lo mas
cercano, después el pasado reciente, e imagina espontáneamente todos los siglos anteriores parecidos a ese pasado reciente,
pero no es seguro que sea así a menudo, el pasado mas lejano ha sido mejor que el pasado próximo. La fama negativa de la
Edad Media depende mucho de esta deformación, y mucho también de la «crisis» del siglo XIV: fue arbitrario para los
humanistas, como es arbitrario hoy, imaginar los siglos del VIII al XIII parecidos en todo al escenario apocalíptico
determinado por las pestes y las hambrunas del siglo XIV.
La deformación de perspectiva en relación con el pasado actúa con fuerza para generar ese tópico. Al imaginar el
desarrollo del pasado como un continuum sin cambios de rumbo, la cultura común hace de la Edad Media el ámbito de
origen y de proveniencia de las formas de vida social mas extrañas a la contemporaneidad. Un gran ejemplo de esta
deformación de perspectiva del pasado es el concepto, hoy desgastado por el uso, de feudalismo. La abstracción
«feudalismo» es un término ambiguo que no pertenece al léxico medieval y se acuña solo en la Edad Moderna. En el siglo
XVIII, los burgueses revolucionarios definían de modo despectivo el feudalismo como un «residuo medieval». Desde su
punto de vista importaba poco que el feudalismo que ellos constataban no fuese el «clásico» (vasallático-beneficial) más
típicamente medieval (carente de jerarquía piramidal, sin delegaciones de poder vinculadas a la investidura), sino que
hubiese nacido en cambio de impulsos posteriores, ajenos a la disolución del Imperio carolingio y mas bien ligados a la
nueva Europa de los estados nacionales. Los hombres de la Ilustración juzgaban, precisamente, según cierta perspectiva:
criticaban un modelo social observándolo en la «versión» vivida personalmente por ellos, proyectaban hacia atrás el punto

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de llegada de un proceso, suponiéndolo idéntico al punto de salida. No sorprende que esta misma visión haya sido utilizada
también después, hasta nuestros días, en una secuencia de preguntas y respuestas instintivas: «¿Qué es el sistema feudal? El
derribado por la Revolución francesa; ¿Y como era el feudalismo derribado entonces? Un residuo medieval; ¿Y cual era la
característica de la Edad Media? Haber producido la organización feudal del poder; ¿Y como era esa organización feudal
del poder? Parecida al sistema feudal aun vivo en el siglo XVIII». Con este razonamiento circular y tautológico la historia
se hace estática, se borran los siglos VIII-XII, los más típicos de las instituciones feudales, y, lo que es más importante, se
inventa un feudalismo originario profundamente distinto del que realmente existió. (Sergi)

LIMITES TEMPORALES Y ESPACIALES

2. Lea los siguientes fragmentos sobre los posibles límites temporales y espaciales de la Edad Media. Léalos
detenidamente y establezca usted los que según su criterio correspondan. Justifique tal elección.

Termino inicial:
Dando por supuesto que la Historia es continua y que todas las divisiones que efectuemos en ella son puros
convencionalismos adoptados por los historiadores, cada época histórica -y este es el caso también de la Edad Media-
plantea el problema de sus limites cronológicos e, inclusive, el de su periodización interna. El libro de Keller ya respondía
al primero de los problemas, enmarcando la época medieval entre la fundación de Constantinopla (330) y su conquista por
los turcos (1453). Había un claro paralelismo entre ambas fechas, la de la fundación de Bizancio y la de la ruina del Imperio
bizantino, y ello explica el éxito de su propuesta, por lo menos en lo que hace a la fecha terminal del periodo. Para el
comienzo de la Edad Media se han manejado otros acontecimientos, otras fechas clave, tales como el Edicto de Milán
(313), La invasión germánica del 406 o el final del Imperio romano de Occidente (476). Y lo mismo puede decirse de la
fecha final: descubrimiento de America, inicio de la Reforma protestante y, aun, la Revolución francesa (G. Barraclough).
Sea como fuere, hay que tomar en cuenta, que ningún acontecimiento puede representar en si mismo un cambio tan
radical como para considerarlo el punta inicial o final de toda una época histórica. Por lo que hace a nuestro caso,
acontecimientos como el final del Imperio romano de Occidente o las invasiones germánicas no provocaron una ruptura
tan violenta con el pasado como pudiera parecer a primera vista. Y lo mismo podría decirse de las fechas propuestas para
señalar la terminación de la época medieval. Por ello, las mas recientes aportaciones al problema del comienzo de la Edad
Media acentúan el significado, no tanto de los hechos de la historia política, como tradicionalmente se ha venido haciendo,
como de los fenómenos de base, tales como la pervivencia de la romanidad, el predominio gradual de lo rural y la
degradación de la vida económica en Occidente, la ruptura de la unidad del Mediterráneo -anunciada con la división del
Imperio y consumada tras la expansión del Islam (H. Pirenne)-, o la formulación de nuevas bases para la organización
política y cultural. Por lo que se refiere al final de la época medieval, se han señalado algunos fenómenos que pudieran
marcar la aparición de una nueva época: la difusión de las ideas renacentistas, la consolidación de las monarquías
autoritarias, la aparición de la imprenta, la ruptura de la unidad religiosa de Europa...
El segundo problema es de más fácil solución, aunque aquí, como en todo, las propuestas son también diferentes.
Conforme se fue profundizando en el conocimiento de la Edad Media, los historiadores se dieron cuenta de que este largo
periodo no era un todo uniforme. Por el contrario, en el se pueden distinguir grandes momentos perfectamente
diferenciados. Lo difícil es definirlos y enmarcarlos cronológicamente. Hasta hace relativamente pocos años, predomino el
criterio de distinguir en la Edad Media dos grandes fases -Alta y Baja Edad Media- que abarcarían, la primera, hasta el siglo
XII, y la segunda, desde el siglo XIII al XV. Hoy se prefiere una división tripartita:
La Alta Edad Media -la «Edad Media Temprana» o «Edad Oscura» de los historiadores anglosajones-, que podría
definirse como la «prehistoria de los pueblos europeos» (G. Barraclough) y que se extendería desde el siglo IV al X;
La Plena Edad Media o «Edad Media Clásica», «Edad Media Central» 0 «Periodo Feudal»~ van de Kieft)-, que
discurriría hasta el siglo XIII y que seria, según Barraclough, el «periodo de formación de las sociedades europeas»;
La Baja Edad Media o «Edad Media Tardía», que cubriría los siglos XIV y XV. (Claramunt)
Alguna fecha, algún acontecimiento hay que escoger como limite inicial de la Edad Media. No negaremos toda la
razón a los que persisten en señalar la caída de Roma (476) como el hecho trascendental, iniciador de una edad nueva, ya
que realmente desde entonces (y aun antes, desde Diocleciano) se marca muy clara la nueva forma de civilización que
dominara en los siglos feudales: civilización rural y campesina, muy distinta de la antigua civilización clásica, que era
fundamentalmente ciudadana. Pero a la aceptación de aquella fecha podemos oponer que las generaciones siguientes, los
hombres del siglo VI y aun del VII continúan viviendo en el mundo romano, ya que no en el Imperio.
Las invasiones de los bárbaros rompen la unidad política imperial, pero dejan intacta el alma de los vencidos. La
religión de estos, su cultura y su organización administrativa se imponen a los mismos vencedores. No solo triunfa
dondequiera el latín, sino que se adopta el sistema monetario romano.
Señalar la fecha inicial es problema difícil, quizá imposible; puede variar en los distintos países, y aun ser diverso para
la Historia civil y para la Historia de la Iglesia. Algunos historiadores eclesiásticos -con visión tal vez demasiado restringida
a la disciplina que cultivan- se han fijado en el pontificado de Gregorio I (590-604); otros con mejor fundamento prefieren
el año en que se celebró el VI Concilio ecuménico (Constantinopolitano III, 680-81). Los españoles, escogeríamos antes la
fecha de la irrupción agarena sobre la Península, baluarte de Europa en 711 (aunque a la verdad en España no irrumpe el
medievalismo europeo hasta el siglo XI), y los franceses, la batalla de Poitiers, reflujo de la marea islámica en el 732. (Llorca)

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Termino final:
Todavía repiten muchos manuales que la caída de Constantinopla bajo la cimitarra turca (1453), o el descubrimiento
de America (1492), o la rebelión luterana (1517). No cabe duda que la revolución protestante pesa mucho en la Historia de
la Iglesia y en la Historia Universal, pero por otra parte, sus principios revolucionarios se ven germinar en Europa ya en el
siglo XIV, razón que bastaría para poner en esa centuria los comienzos de la nueva edad; y por otra, es de advertir que, si
bien estalla en 1517 la conflagración religiosa de Europa, su triunfo tarda mucho en declararse.
¿Que decir del descubrimiento del Nuevo Mundo? Que sus importantísimas consecuencias no se hicieron notar en la
Historia total de Europa hasta muchos años después de sucedido, y en algunos aspectos hubieron de transcurrir siglos
enteros para que se comprendiese y se hiciese patente lo trascendental de aquel acontecimiento.
Más partidarios ha tenido la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453. No se puede negar que el fin del
Imperio de Oriente, relacionado con el fin del Imperio romano de Occidente (supuesto fin de la Edad Antigua), tiene un
histórico similiter cadens, que persuade a tomar aquel como termino de una edad que se abrió con la caída de este. Sin
embargo, en la evolución de la Historia significa muy poco la entrada de Mohamed II en Constantinopla, y ni siquiera tuvo
la influencia grande que algunos le atribuyen en el renacimiento de las letras clásicas por la venida de los eruditos
bizantinos a Italia. (llorca)

Limites espaciales:
La historia medieval, como concepto y como ciencia, ha sido obra de europeos. Por ello no tiene nada de extraño que,
desde sus inicios como ciencia, el objeto de estudio de los historiadores se centrase en Europa, entendida como el ámbito
donde se desarrollo una determinada civilización. Los restantes mundos «periféricos» interesaban en la medida en que
habían entrado en contacto con el mundo europeo o, de modo aun más exclusivo, mediterráneo.
Todavía hoy vivimos de esta herencia, de este «eurocentrismo» que puede parecer injusto y hasta narcisista. Sin
embargo, no todo es provincianismo científico o desprecio por lo no-europeo. Para los medievalistas actuales, se trata de
un falso problema, ya que Europa durante la Edad Media constituye de por si un mundo homogéneo, un área cultural que
se identifica en gran medida con la entonces llamada «Cristiandad». La historia de este mundo, dotado de unos perfiles
geográficos e históricos singulares, tiene plena coherencia en si misma. Y de ahí que en ella solo tengan cabida, además de
lo específicamente occidental y eslavo, los mundos bizantino e islámico, geográficamente próximos y vinculados, además, a
una misma tradición cultural. (Claramunt)

Hablar de «Edad Media» china o bizantina solo es admisible o bien como abuso de lenguaje para indicar un
sincronismo histórico, o bien como expresión que designa la fase central de un corto período. Según una definición -o, mas
bien, una ausencia de definición- que tiene ya mas de dos siglos, la Edad Media es el período impreciso cuya duración se
extiende entre la Antigüedad y su presunto Renacimiento, noción que no puede aplicarse sino a Europa, y mas
concretamente, a Europa del Oeste en exclusiva: «Occidente medieval» significa, pues, el período de la historia de
Occidente' comprendido entre los siglos IV y XVI; el enunciado «Edad Media occidental» es una simple tautología. Y si el
Islam o Bizancio, África o el mundo eslavo, ocupan un lugar importante, ello se debe a que formaron un conjunto de
civilizaciones vecinas de Occidente y aisladas unas de otras, que poco a poco fueron llevadas a desempeñar, alrededor de
este, una función de satélites, un papel de explotados; se debe también a que, incluso en la primera fase de esta historia de
mil años, su acción en la periferia de Occidente es fundamental para explicar la génesis y el crecimiento del mismo. (Fossier)

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