Lima, 13 de febrero del 2011
giovana fernández
Contreras y Durand han rescatado este género.
imágenes interiores”, cuen-
tan Daniel Contreras y Sophia
Durand, quienes iniciaron la
búsqueda hace dos años.
Estaparejadeinvestigado-
res tiene una particularidad:
pone el ojo allí donde hay un
vacío,unnichoaestudiarypo-
tenciar. Antes, lo hicieron con
“Santos inocentes”, un traba-
jo que recuperó fotografías de
niños post mórtem, y que se
expuso en la Alianza France-
sa. Ahora, lo hacen con las fo-
tonovelas,enloqueadelantan
se llamará “Fin del amor”, una
muestraque,comosunombre
lo señala, se centrará en viñe-
tas que encierran historias
sentimentales, cursis,inocen-
tes, u otras más truculentas,
con triángulos amorosos e
incluso crímenes pasionales,
pero descontextualizadas
del papel y el guion, llevadas
a la galería en gran formato y
con una textura similar a los
cuadros del artista pop Roy
Lichtenstein, quien apeló al
cómic y lo reinterpretó.
Más allá de las nubes
La suya es una mirada que no
solo concierne al plano estéti-
• El Dominical • 7 D
co, en donde destaca la estéti-
cakitscheneldiseño,quevade
lamanoconelmelodrama.Al-
guna veces, más extremo, con
flores y colores chirriantes en
su portada, ya que su conteni-
do es predominantemente en
blanco y negro. Otras veces,
con un lenguaje más sofisti-
cado, que se alimenta de la
psicodelia propia de la épo-
ca. “También está el aspecto
sociológico y antropológico.
Se puede delinear el perfil de
la mujer de esas épocas. Al
inicio sumisa, luego heroína,
luchadora por la pareja y la
familia. Para los sectores más
bajos,habíaunatemáticamás
dramáticayparalosmásaltos,
másrosa,comoCorín Tellado.
Elpúblicoeranlasmujeressol-
teras, empleadas del hogar,
amas de casa. Pero también
había fotonovelas para los
varones, con contenido más
pornográfico”, agregan.
Dentro de ese abanico de
revistas, en donde aparecen
“CariciadeAmor”,“Cita”(que
parteenMéxico),“Historiade
amor”, “Elvira” (de la actriz
Elvira Travesí), “Romance”
y “Éxtasis”, sobresale la foto-
grafía de Emilio Hernández
Saavedra, artista plástico que
integró el reconocido colec-
tivo Arte Nuevo. Las viñetas,
con una estética pop, van más
allá de la historia, sobreviven
y resaltan por su propio regis-
tro. “Los artistas, a diferencia
de lo que pasó con los afiches
en la época de Velasco, parece
querepudiabanestegénero,lo
menospreciaban”, señala esta
pareja, que está tras Hernán-
dezenbuscadenegativospara
enriquecer la muestra.
“Me llama la atención que,
mientras los artistas pop nor-
teamericanos se nutrían de
fotonovelas, como Lichtens-
Llama la atención que mientras los
artistas pop norteamericanos se nutrían
de fotonovelas, acá nadie se enganchaba
con la cultura de masas. Para el artista
peruano no era parte de su imaginario
tein de ‘Susy, secretos del co-
razón’ o Warhol, acá nadie se
enganchaba con la cultura de
masas. Era mal vista. Para el
artista peruano la fotonovela
no era parte de su imaginario,
y ese divorcio viene del re-
chazo de la izquierda por este
tipo de cultura. Acá no hay un
gran coleccionista de fotono-
velas”, dice Jorge Villacorta.
“Claudia Coca recién lo hizo
cuarenta años después, pero
se trata de una obra más de
autoafirmación identitaria,
no como un contenido más
amplio, y Juan Enrique Bedo-
ya la abordó haciendo viñetas
de sus amigos”, agrega.
El curador y crítico de arte
ve, que este aspecto, entre
otros, contribuyó a la pér-
dida de la fotonovela. Y va
más allá: “Era un vehículo de
expresión de contenidos que
también cumplían necesida-
des reales para las minorías.
Pero el arte peruano nunca
ha sido un buen vehículo de
lo cursi, sensiblero, o senti-
mentalmente chato y banal.
Nunca ha habido un diálogo
en el arte contemporáneo
con lo cursi. ¿A qué se debe?
En parte, a que no ha habido
arte contemporáneo hecho
por artistas abiertamente
homosexuales. Lo cursi no
solo sobrevive a un gusto
femenino, sino también ho-
mosexual”.
Inicio y final
Peropararastrearelfindelafo-
tonovelaenelPerú,habríaque
partir primero con el origen.
Contreras y Durand la fechan
en la década del 50. Sin datos
precisos, solo armados con un
reducido grupo de revistas del
54 y testimonios que han reco-
gido.Después,enlosaños60y
70,comoocurreconelrestode
AméricaLatina,sedaunboom
de estas historias visuales que
tiene en la fantasía y el morbo,
sus principales recursos para
ganar lectores, al despertar
deseos reprimidos por la épo-
ca, más allá de los personajes
estereotipados que se hacían
cercanos.
En el país, tal como afir-
man los investigadores, se re-
Partida de nacimiento
El antecedente de la fotonovela es el cinenove-
la, que nace en 1910 en Italia y se nutre de los
fotogramas. En 1945 se crea recién la fotono-
vela, según Contreras y Durand. Aquí existe una
policial en Facebook llamada “Crimen Corp”.
forzó la producción nacional
con la prohibición de Velasco
del ingreso de medios extran-
jeros “alienantes”. Entonces
aparecieron empresas mo-
mentáneas con la mira pues-
ta en el negocio: “Era una pro-
ducción precaria. Por eso, no
tenía mucha duración. Tres o
cinco números y desaparecía.
Y surgía otra”, dice el escritor
Juan Rivera Saavedra, quien
hizo guiones para la revista
“Soñadora”. “Uno se divertía
haciéndolas”, agrega. Yvonne
Frayssinet concuerda: “Todo
era muy precario y casero.
Una llevaba su propia ropa, se
maquillaba sola. Y las hacía-
mos en un día. Eran historias
románticas, no tan apasio-
nadas, menos físico, con un
vestuario más discreto. Lo vi
como un cachuelo”.
Pero este auge empezó a
decaer a fines de los años 70:
la TV acaparó el mercado y
las revistas desaparecieron o
se volvieron en el añadido de
un periódico, mayormente
tomadas de la pluma de Corín
Tellado, pieza clave para que
las fotonovelas tuvieran éxito,
pues generó un mercado con
historias de una fuerte carga
Camucha Negrete
era la detective
privada “Niccole
la famme”. Tuvo
varios números.
sentimental y un erotismo in-
sinuado.
En los 90, Contreras y Du-
rand pierdenelrastroalafoto-
novela peruana, a diferencia
deloquepasóenMéxico,don-
de se siguió publicando. Aquí,
cayeron en el olvido y desapa-
recieron. Nadie se acordó de
ellas. “Para mí, la fotonovela
era bastante intrascendente.
Incluso me resistía a hacer
televisión. Soy un actor de tea-
tro”, dice Édgar Guillén, quien
protagonizó varias. Aunque
ahora ve ese pasado lejano e
irrelevante.
Unavisióny–valgalacursi-
lería–unsentircontrarioalode
ContrerasyDurand:“Nosotros
queremosreposicionarlafoto-
novela. Intervenir las viñetas y
exhibirlas como una pieza ar-
tística y un registro documen-
tal. Muchas muestran partes
olvidadas de la ciudad. Nunca
hansidovistasdeestamanera.
Y revalorarlas para que otras
personas que aún conservan
una colección sepan lo que tie-
nenensusmanos,ynolascon-
sideren un desecho”. Y que no
terminenenlabasura,comola
coleccióndelafanática soltera
de La Victoria.
En el año 76 la
revista “Cita” sacó
una fotonovela con
‘Rulito’ Pinasco y
Sonia Oquendo.