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Desaprendiendo el término NEE

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April 28,
2017

Cuando en 1978 Mary Warnock acuña el término “Necesidades Educativas Especiales” se


produce un gran avance en la Educación Especial, ya que esta denominación lleva implícita
la necesidad de que los alumnos con discapacidad u otro tipo de problemas o dificultades
dejasen de trabajar de manera paralela a como lo hacían los demás alumnos, e instaba a
que se tomasen medidas en los centros para atender a esas dificultades de aprendizaje de
estos niños y niñas.
Imagen de Pixabay con Licencia CCO
No obstante, aunque este modelo dio un paso de gigante en el abandono del etiquetaje y la
clasificación según discapacidad, nunca dejó de poner el foco de atención en las
necesidades que presentaba el niño para que éstas fuesen subsanadas con ayudas y
apoyos adicionales que llevasen al alumno en cuestión a “desvencijarse” para intentar
recomponerse y “parecer” uno más de los alumnos del sistema.

Es lo que en la legislación educativa actual se conoce como Principio de la “Normalización”

Watch Video At: https://youtu.be/bAwqIaFURgU

Por tanto, lo que aprendimos de aquel “Informe Warnock” es que las necesidades
educativas especiales vienen adheridas al alumno, y el centro debe estar alerta para
descubrirlas mediante evaluaciones, pruebas, test, etc. que pongan de manifiesto los
problemas que presenta cada uno de estos alumnos.
En definitiva el “gran avance” había sido no delimitar a un alumno como alumno con X, sino
alumno con NEE, para englobar en esta denominación a un número determinado de niños
que presentaban problemas para el aprendizaje y la participación.

La Respuesta Educativa
Y derivado de esto surge la expresión “respuesta educativa” que el centro debe dar a las
necesidades que demanda el alumno con NEE. Según esto, el centro debe conocer las NEE
de sus alumnos y poner toda su maquinaria en marcha para responder a las mismas. Esto
podría haber sido bien o mal interpretado, sin embargo y como cabía esperar fue mal
interpretado. Y fue mal interpretado porque no se ha llegado a separar los términos
Necesidad y Problema de una forma clara y explícita.

PROBLEMA ≠ NECESIDAD

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Generalmente cuando preguntamos por las necesidades que presenta un alumno la
respuesta suele ir en la línea de “problemas de memoria, pobre vocabulario, escasos
recursos comunicativos…”.

¿Realmente es esto lo que necesita el niño?


¿Necesita el niño tener escasos recursos comunicativos?

¿A que va a ser más bien que el niño necesita comunicarse de forma adecuada con su
entorno?
Cuando los informes de Evaluación Psicopedagógica, los Censos de Alumnos con NEE o las
diferentes Aulas o Equipos Especializados se refieren a los alumnos lo hacen atendiendo a
que se trata de alumnos con NEE asociadas al problema tal. Este problema se analiza,
estudia, se clasifica, se gradúa, se tipifica y se , con lo cual se desvirtúa el término NEE y se
convierte más en una expresión “políticamente correcta” para designar a un cierto tipo de
alumnos, que a una forma de trabajar en el centro para aumentar la participación y reducir
las NEE de sus alumnos.

Pero no se está conforme con esta expresión de NEE para delimitar lo que un alumno
necesita (déficit centrado en el alumno) sino que se amplían los calificativos para poder
ofrecer unas respuestas más automáticas, burocráticas y diferenciadas a los
diferentes niños con problemas en su aprendizaje. Por esta razón surge el término
NEAE, para no mezclar chivos con cabras.
Ya con esta aclaración clasificatoria realizada podemos tener claro si las adaptaciones que
se le tienen que hacer al niño son de un tipo u otro, si las ayuda que requieren son
adecuadas a su condición o no y si los apoyos los hacemos en tal o cual lugar.

Mi opinión es que la denominación NEE debería haber nacido desprovista de la última E,


que indica especial, ya que esta denominación según la RAE se refiere a algo que “se
diferencia de lo común o particular“. Esta denominación de especial nos lleva directamente a
la idea de especialista, especialidad. Y un especialista es el que atiende a las personas
especiales. Y un niño especial es el que está alejado de lo común y de lo ordinario. Y desde
luego está en dirección completamente opuesta a la idea de inclusión.

Tener presente las necesidades de todos y cada uno de los alumnos es absolutamente
necesario para alcanzar una escuela para todos. Puede que algunos alumnos tengan unas
necesidades menos frecuentes que otros pero deben tenerlas a título individual.

El cambio de paradigma
Pero detrás de toda esta argumentación que vengo realizando hay un componente entre
líneas que subyace a todos los demás: ¿viene la necesidad adherida al niño con
problemas? ¿nos hemos preguntado alguna vez dónde nace esa necesidad del
alumno? ¿o debería decir “necesidad mutua”?
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Imagen de Pixabay con Licencia CCO
Lo que quiero decir es que las necesidades que les atribuimos al alumno en realidad son
necesidades nacidas de una situación de conexión entre alumno y sociedad. Si un alumno
necesita conocer y trabajar con la lectoescritura, entiendo que es porque en el centro se le
están planteando situaciones reiteradas en las que es necesario usar esta forma de
expresión. Si un alumno necesita adquirir y usar un sistema de comunicación es porque en
el centro se le están planteando situaciones comunicativas continuas. Y como el centro es
un reflejo de la sociedad, todas esas necesidades que situamos en el alumno no son más
que demandas del entorno para interaccionar.

Esto debería llevarnos a pensar que la necesidad no solo la tiene el alumno, sino
también el contexto. Si el contexto pretende que todos sus componentes se comuniquen
entre sí, el contexto debería otorgar diferentes formas de expresión para que cada uno de
estos miembros pueda encontrar y acomodarse con la que puede realizar. Quizás, visto de
esta manera, la necesidad es mutua: el individuo necesita comunicarse y el contexto
necesita que el individuo se comunique. Se trata de una necesidad mutua.

Sin embargo el modelo de NEE coloca la necesidad en el alumno y pone todos los medios
en que el alumno se ajuste al modelo único que se propone, sin darse cuenta que el modelo
que propone es precisamente el que deja fuera a ese alumno. Modelos únicos de lectura,
modelos únicos de expresión, modelos únicos de evaluación, modelos únicos de motivación.

Las Barreras al Aprendizaje y la Participación


Booth y Ainscow proponen un cambio de paradigma en el mismo sentido que hoy lo estoy
haciendo yo. En su Index For Inclusion (2000) nos hacen una propuesta muy significativa:

En el Index, el concepto de “Necesidades Educativas Especiales” es sustituido por el


término “barreras para el aprendizaje y la participación”. Consecuentemente, la inclusión
implica identificar y minimizar las barreras para el aprendizaje y la participación y
maximizar los recursos que apoyen ambos procesos. Las barreras, al igual que los
recursos para reducirlas, se pueden encontrar en todos los aspectos y estructuras del
sistema: dentro de los centros educativos, en la comunidad, en las políticas locales y
nacionales. Las barreras pueden impedir el acceso al centro educativo o limitar la
participación dentro de él.

Desde esta perspectiva propuesta en el Index, la principal misión del centro educativo es
descubrir las propias barreras que está poniendo a las diferentes formas de participar de
todo su alumnado. Si el centro ofrece una amplia gama de formas de expresión,
comunicación, acción y motivación (Diseño Universal de Aprendizaje) abrirá un abanico de

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posibilidades que reducirá notablemente las necesidades de todos sus alumnos, y muy
posiblemente no hablaremos de necesidades “especiales” sino de Barreras no
resueltas.

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