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Responsable del inicio de la Segunda Guerra Mundial en Europa con la invasión de Polonia en septiembre
de 1939, para 1941, período de su apogeo, sus tropas y aliados del Eje ocuparon la mayoría de Europa y
partes de Asia y África, pero fueron derrotadas por las potencias Aliadas en 1945. Hacia el final de la
guerra, las violentas políticas de conquista territorial y subyugación racial de Hitler habían causado la
muerte de entre 55 y 60 millones de personas (alrededor del 2 % de la población mundial de la época) en su
mayor parte civiles, así como un considerable grado de destrucción de ciudades europeas. El exterminio
sistemático y masivo de enemigos políticos y personas consideradas racialmente «inferiores» o
«subhumanas», mediante la detención en una red de campos de concentración y exterminio en Alemania y
en los territorios conquistados, llevó a la muerte a poco más de seis millones de judíos en lo que
posteriormente en el contexto histórico se denominó el Holocausto, como así también a homosexuales,
gitanos, eslavos, discapacitados físicos, enfermos mentales, prisioneros de guerra soviéticos y opositores
políticos a su régimen. Las estimaciones del número de personas que perdieron la vida como consecuencia
de medidas raciales adoptadas por el gobierno de Hitler, sus aliados del Eje, estados satélite y colaboradores,
según la mayoría de los historiadores serían aproximadamente once o doce millones de personas, de las
cuales la mitad corresponderían al Holocausto.
Primeros años
Infancia
Véase también: Familia Hitler
Adolf Hitler nació en Braunau am Inn, una pequeña aldea cerca de Linz en
la provincia de la Alta Austria, no muy lejos de la frontera alemana, en lo
que entonces era el Imperio austrohúngaro. Nacido en una familia de clase
media, su padre, Alois Hitler (1837-1903), fue un agente de aduanas. Su
madre, Klara Pölzl (1860-1907), fue la tercera esposa de Alois. Hitler fue el
cuarto hijo de la pareja,10 y bautizado en la iglesia de San Esteban de su
localidad natal.11 Como los padres de Hitler eran primos, debieron obtener
una dispensa papal para el matrimonio. De los seis hijos de Alois y Klara,
sólo Adolf y su hermana Paula llegaron a la edad adulta.12 El padre de
Hitler también tuvo un hijo, Alois Jr., y una hija, Angela, con su segunda
esposa.12
Su padre, Alois Hitler, fue un hijo ilegítimo, por lo que durante los primeros
treinta y nueve años de su vida llevó el apellido de su madre, Schicklgruber.
En 1876, el padre de Alois, Johann Georg Hiedler, finalmente lo reconoció. Hitler de niño.
En el siglo XIX eran comunes en Austria las variantes del apellido Hüttler,
Hiedler, Hittler y Hitler. La teoría del escritor Franz Jetzinger de que el
apellido guarda relación con el checo Hidlar o Hidlarcek13 ha sido citada en la literatura en numerosas
ocasiones,14 pero es actualmente rechazada: lo más probable es que todas esas variantes deriven de Hütte
(choza), con lo que el apellido significaría algo así como «pequeño campesino» o «el que vive en una
cabaña».15
La propaganda de los Aliados explotó el apellido original de la familia de
Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Panfletos portando la frase Heil
Schicklgruber fueron lanzados desde el aire sobre ciudades alemanas. Sin
embargo, Adolf nació legalmente como Hitler; además, se encontraba
también relacionado con Hiedler a través de su abuela materna, Johanna
Hiedler.
El nombre Adolf viene del antiguo alto alemán y significa «lobo noble»
(Adel=nobleza + wolf=lobo).16 De ahí que uno de los apodos de Hitler
puestos por él mismo fuera Wolf o Herr Wolf —comenzó a usar este apodo a
principios de los años 1920 y se le dirigían con él solo los amigos íntimos
(como «Tío Wolf» por los Wagner) hasta la caída del Tercer Reich—.17 Los
nombres de varios de sus cuarteles generales dispersos por la Europa
continental (Wolfsschanze en Prusia Oriental, Wolfsschlucht en Francia,
Werwolf en Ucrania, etc.) reflejan esto. Incluso Hitler sugirió a su hermana
Paula que se cambiara de nombre durante los juegos Olímpicos en Garmisch Alois Hitler, padre de Hitler
(1837–1903).
y se mantuviera en estricto incógnito bajo el apellido Wolff, manteniendo su
nombre si quería. Por sugerencia de Paula, se añadió el calificativo de Frau
(Señora) para hacer menos
sospechoso el cambio de nombre
ante sus conocidos (haciendo ver
que el cambio de nombre fuera
debido a un matrimonio). Hitler era
conocido como Adi por su familia y
parientes más cercanos.
En Mein Kampf, Hitler concluyó que su bajo desempeño en la educación fue una rebelión contra su padre,
que quería que su hijo siguiera una carrera como agente de aduanas; en cambio, Hitler quería convertirse en
pintor. Esta explicación se sostiene aún más por la posterior descripción de Hitler de él mismo como un
artista incomprendido. Sin embargo, Alois Hitler deseaba que su hijo llegara a ser funcionario como él,
empleo del que se sentía muy orgulloso y al que había llegado prácticamente sin una base académica. Pero
al joven Hitler ese futuro no le seducía en absoluto, ya que estaba demasiado alejado de su objetivo, las
artes. No obstante, después de la muerte de Alois el 3 de enero de 1903, el trabajo escolar de Hitler no
mejoró. A la edad de dieciséis años, Hitler abandonó la educación secundaria sin un título.
A causa de su mediocre expediente académico Hitler debió abandonar en 1904 la Realschule de Linz y se
trasladó a la de Steyr, distante unos ochenta kilómetros. En 1905 su madre mudó la familia a un cómodo
piso en Urfahr, un suburbio de Linz, donde Adolf disponía de una habitación propia, llevaba una vida
bastante indolente y, con el pretexto de una enfermedad fingida o más probablemente algo exagerada,
convenció a Klara de que no podía seguir en la escuela.19 Así pues abandonó los estudios a los dieciséis
años, después de haber sido calificado positivamente en la asignatura de dibujo y haberse convencido a sí
mismo que su futuro estaba en la pintura.20 Durante tres años, Hitler se mantuvo en Linz sin buscar trabajo,
muchas veces en compañía de August Kubizek, probablemente el único amigo que tuvo en su
adolescencia;21 según Hitler, estos años serían los «mejores años de su vida».21 Aunque Hitler consideraba
que su futuro estaba en la pintura o la arquitectura, era un voraz lector, prefiriendo obras de historia y
mitología alemana.22 Para los dieciséis años, Hitler ya era un ferviente nacionalista pangermano, y
aborrecía a los Habsburgo y a la diversidad étnica del Imperio austrohúngaro.21
Al cumplir diecisiete años, Hitler viajó a Viena por primera vez y pudo prolongar su estancia en la ciudad
dos meses gracias a la ayuda monetaria de su madre y otros parientes.22 Durante su estadía, visitó la
Academia de Bellas Artes, donde consultó los requisitos para ser admitido con el fin de convertirse en
pintor. En octubre de 1907 regresó a Viena y se presentó a la prueba de admisión; sin embargo, no logró ser
admitido al no poseer el talento deseado, lo cual lo decepcionó mucho.23 Al año siguiente lo intentó de
nuevo, con peores resultados. El rector de la Academia le aconsejó intentar en el campo de la arquitectura,
pero como Hitler no se había graduado del colegio, era muy difícil que fuera admitido en la respectiva
escuela.22 Sin embargo, en esos años jóvenes con «talento excepcional» eran admitidos en la escuela de
arquitectura sin diploma de secundaria, pero se desconoce si Hitler intentó ingresar alguna vez.24
A pesar de su fracaso, Hitler decidió quedarse en Viena, aunque por unos meses continuó viviendo en Linz
con su madre, quien estaba agonizando por causa del cáncer de mama. Después de la muerte de su
progenitora, el 21 de diciembre de 1907, Hitler viajó a Viena, donde inicialmente se ganó la vida gracias a
diversos trabajos como barrer la nieve, cargar maletas en la estación de trenes y ser un obrero de
construcción.24 Sin embargo, sus problemas económicos no terminaron, y un año después de haber llegado
a Viena fue desalojado de su apartamento y tuvo que vivir en un miserable hostal, recurriendo a comedores
de indigentes para poder aplacar el hambre.24 No obstante, para 1910 su situación económica era más
estable, y se mantenía exclusivamente pintando cuadros. Viena, una ciudad cosmopolita, con mucha
vitalidad intelectual y multicultural, le fue por completo incomprensible. Aunque en posteriores discursos
Hitler afirmaría que Viena era «una perla ante mis ojos», Baldur von Schirach lo contradiría:
Sin embargo, su estadía en Viena fue muy importante. De acuerdo a Hitler, su antisemitismo se formó en
esta ciudad; aunque su amigo Kubizek lo contradice, ya que asegura que Hitler ya era un profundo
antisemita en Linz.26 No obstante, de acuerdo al propio testimonio de Hitler, sus ideas políticas y raciales
fueron formadas, o por lo menos moldeadas, en esa ciudad. Hitler mismo reconocería que la ciudad le
enseñó todo lo que tenía que saber en la vida:
En este período tomó forma dentro de mí una imagen universal y una filosofía que se convirtió en
la base de todos mis actos. Además de lo que entonces creé, he tenido que aprender poco, y he
tenido que cambiar nada.27
El 24 de mayo de 1913 y acompañado de Rudolf Häusler, un compañero del albergue para hombres donde
residía, se trasladó a Múnich. Debió esperar a cumplir los veinticuatro años para poder cobrar la herencia
paterna y, aunque afirmaba querer ingresar en la Academia de Arte muniquesa, probablemente la razón
principal de su marcha era eludir el servicio militar, inscripción que llevaba demorando desde 1909, cuando
debería haberlo hecho para incorporarse a filas con veintiún años.28 Aparentemente no deseaba servir junto
con eslavos y judíos,26 aunque también siempre se había sentido atraído por la prosperidad y fortaleza que
mostraba el Imperio alemán, en contraste con el decadente Imperio austrohúngaro. Por su parte, Hitler
declaró que abandonó Austria porque la mezcla de razas en Viena le causaba «repugnancia».26 No obstante
las autoridades austríacas consiguieron localizarlo y el 18 de enero de 1914 un agente de policía le entregó
una citación judicial en la que se exigía su regreso: esquivar el servicio militar era motivo de una importante
multa, pero el hecho de abandonar Austria para ello se consideraba deserción y conllevaba pena de cárcel.
Hitler debió viajar entonces a Salzburgo, donde fue examinado el 5 de febrero, pero fue declarado no apto
para prestar servicio militar.29
Posteriormente, sus oponentes políticos lo acusarían de ser un cobarde, pero la evidencia los contradice.31
En octubre de 1916, en el norte de Francia, Hitler fue herido en la pierna y regresó al frente en marzo de
1917, ascendido al rango de cabo. Sin embargo, no fue promovido más allá de este grado, al considerarse en
ese momento que Hitler no poseía dotes de mando. Hitler fue condecorado dos veces: recibió la Cruz de
Hierro de 2.ª clase el 2 de diciembre de 1914, y la Cruz de Hierro de 1.ª clase el 4 de agosto de 1918, honor
que era raras veces otorgado a un soldado de tan baja graduación.31 De acuerdo a diversos testimonios,
Hitler ganó su última Cruz de Hierro por haber capturado sin ayuda a quince soldados enemigos, aunque los
registros militares no especifican la razón de esta condecoración.31
Hitler era considerado como un soldado «correcto», pero, según se informa, era impopular entre sus
compañeros debido a una actitud poco crítica hacia los superiores. «Respetar al superior, no contradecir a
nadie, obedecer a ciegas», dijo, describiendo su actitud mientras era enjuiciado por el Putsch de Múnich en
1923. Uno de sus camaradas comentó:
En efecto, Hitler nunca se quejaba sobre la suciedad del frente y jamás pidió un permiso para
abandonarlo,31 aunque pudo salir cuando estuvo recuperándose de la herida en su pierna en un hospital en
Berlín. Cuando regresó, empezó a pronosticar repetidamente que Alemania perdería la guerra por causa de
los judíos y los marxistas, a quienes acusó de robar a la nación y no prestar servicio militar.32 En el aspecto
personal, Hitler nunca recibía cartas o presentes de amigos o familiares, y no
acompañaba a los soldados cuando hablaban de mujeres.31 Durante la
guerra, también aprovechó la oportunidad para dibujar algunas historietas y
dibujos de instrucción para el periódico del Ejército.
Una investigación realizada por Bernhard Horstmann indica que su ceguera temporal pudo haber sido
resultado de una reacción histérica a la derrota alemana.[cita requerida] Hitler expresó metafóricamente que
durante aquella experiencia, al quitarse la venda que cubría sus ojos, fue cuando descubrió que el objetivo
de su vida era lograr la salvación de Alemania. Mientras tanto, fue tratado por un médico militar y un
especialista en psiquiatría, que, según se informa, diagnosticó al cabo como «incompetente para comandar
gente» y «peligrosamente psicótico».[cita requerida] Su comandante declaró: «¡Nunca promoveré a este
histérico!».[cita requerida] Sin embargo, el historiador Sebastian Haffner, refiriéndose a la experiencia de
Hitler en el frente, sugiere que por lo menos tuvo algún tipo de entendimiento con los militares.
La derrota alemana en noviembre de 1918 lo impactó sobremanera, pues en la creencia popular alemana el
ejército alemán permanecía invicto. Como muchos otros nacionalistas alemanes, Hitler culpó a los
socialdemócratas («los criminales de noviembre») por el armisticio. Una explicación extendida por la
derecha conservadora sobre la causa de la derrota fue la Dolchstoßlegende («leyenda de la puñalada por la
espalda»), que pretendía argumentar que a espaldas del ejército los políticos socialistas y marxistas habían
traicionado y «apuñalado» por la espalda a los alemanes y a sus soldados.
El Tratado de Versalles impuso reparaciones de guerra y otras sanciones económicamente muy perjudiciales
para el país, declarando a Alemania culpable de los horrores de la Primera Guerra Mundial. Durante la
negociación del documento surgieron controversias entre el afán pacificador de Woodrow Wilson,
presidente de Estados Unidos y el revanchismo del primer ministro francés, Georges Clemenceau. La
reconciliación nunca estuvo dentro de los objetivos del Reino Unido y Francia porque,[cita requerida] desde
mediados del siglo XIX, Alemania había rivalizado con estas dos potencias por la hegemonía de Europa y el
control sobre los territorios coloniales en África y Asia. El tratado fue considerado por los alemanes como
una humillación y fue un importante factor en la creación de las reivindicaciones políticas y territoriales
demandadas por Hitler y su Partido Nacionalsocialista al llegar al poder.
Inicios en el nazismo
Al finalizar la guerra, cuya última fase fue sin duda muy importante
para su evolución ideológica,34 Hitler se percató que no contaba con
dinero, amigos, familiares con conexiones, estudios universitarios o
experiencia política;35 por lo que decidió intentar continuar en el
Ejército, algo bastante complicado en pleno periodo de
desmovilización, aunque consiguió permanecer en sus filas hasta el Carné de Hitler como miembro del
DAP.
31 de marzo de 1920.36
Después de que el gobierno soviético de Baviera fuera derrocado por el Ejército alemán y grupos
paramilitares conservadores, a Hitler se le encargó la misión que le dio la oportunidad de implicarse en la
política por primera vez. Su labor consistía en investigar a los miembros de su unidad que habían colaborado
con el gobierno soviético. Su trabajo fue apreciado por sus superiores, quienes lo emplearon a tiempo
completo, asignándolo al Departamento político de asuntos de prensa del Ejército, a nivel distrital. De esta
manera, Hitler se convirtió en un espía militar, investigando a los muchos grupos socialistas que estaban
naciendo en toda Alemania. También participó como oficial educador en el «pensamiento nacional», cursos
organizados por el Departamento de Educación y Propaganda del grupo bávaro de la Reichswehr. La
principal tarea de Hitler era entonces erradicar «ideas peligrosas», como la democracia, el socialismo y el
pacifismo.47 Un objetivo clave de este grupo era crear una «cabeza de turco» para justificar la derrota
alemana.[cita requerida] Las cabezas de turco fueron encontradas en el Judaísmo Internacional, los comunistas
y los políticos liberales, especialmente los miembros de la coalición de Weimar, que eran considerados como
los «criminales de noviembre».
En mayo o principios de junio de 1919, Hitler ya aparece listado como V-Mann (Verbindungsmann, término
alemán para un espía de la policía) del Comando de Inteligencia (Aufklärungskommando) del Ejército, con
el objetivo de atraer a otros soldados de ideas similares. En septiembre, se le ordenó que se investigara un
pequeño partido denominado Partido Obrero Alemán (DAP). Aunque este partido era nacionalista, los
superiores de Hitler desconocían esto, y sospechaban que podía ser un partido socialista o comunista.47
El 12 de septiembre Hitler asistió por primera vez a un mitin del DAP celebrado en la Sterneckerbräu que
debía tener como principal orador a Dietrich Eckart, aunque debió ser sustituido a causa de una enfermedad
por Gottfried Feder. Cuando en el debate final uno de los presentes se enfrentó a Feder y comenzó a
defender el separatismo bávaro, Hitler replicó con un discurso de tal intensidad que llamó la atención de
Anton Drexler, quien le regaló un ejemplar de su obra Mi despertar político y le animó a volver y unirse al
partido.48 En la segunda mitad de ese mismo mes ingresó en el partido y, aunque él aseguraría
posteriormente ser su séptimo miembro, se le asignó realmente el número 555,49 también ficticio porque
por razones de imagen se decidió comenzar la numeración en 501 repartiendo los números en orden
alfabético a los primeros militantes.50 Pocas semanas después, el 16 de octubre, Hitler pronunció en la
Hofbräukeller su primer discurso público en un acto al que asistieron 111 personas,51 entre las que se
encontraba Ernst Röhm, que poco después ingresaría también en el partido.52
Desde ese momento, la figura de Hitler fue cobrando más y más protagonismo, participando a tiempo
completo en las actividades del partido y perfilando con nitidez la nueva ideología:
El 1 de abril de 1920, el Partido Obrero Alemán cambió su nombre a Partido Nacionalsocialista Obrero
Alemán; ese mismo día Hitler abandonó el Ejército. Poco después organizó escuadrones de veteranos de
guerra, liderados por Emil Maurice, para que mantuvieran el orden en las reuniones del Partido, y
expulsasen a los que no estuviesen de acuerdo con los oradores.55 El 5 de octubre de 1921, estos
escuadrones fueron organizados bajo el nombre de Sturmabteilung (SA), también conocidos como los
camisas pardas por el color de sus uniformes. Muy pronto, las SA, bajo el mando inicial de Johann Ulrich
Klintzich, dejaron de limitarse a su rol de mantener el orden y empezaron a atacar a los grupos políticos
opositores y a los judíos, lo cual acabó convirtiéndose en su actividad principal.56 En la primavera de 1920,
Hitler toma como emblemas la Hakenkreuz —la cruz gamada— y el saludo del fascismo italiano del brazo
en alto.
Ya a principios de 1921, Hitler era considerado un gran orador, hablando frente a muchedumbres cada vez
más grandes. Ganó notoriedad fuera del partido por sus discursos polémicos, atacando el Tratado de
Versalles, y a grupos rivales (sobre todo marxistas y judíos). Ese año, Hitler personalmente lideró a los
camisas pardas contra una reunión de federalistas bávaros. Aunque Hitler pasó tres meses en la cárcel por la
paliza que sus hombres propinaron a los federalistas, al salir no mostró arrepentimiento alguno; por el
contrario, estaba más resuelto a emplear la fuerza contra sus adversarios:
En el verano de 1921, Hitler era el líder del partido;58 no sólo era el principal orador y propagandista, sino
que también era la principal fuente de ingresos de ese movimiento revolucionario. No obstante, los
fundadores se encontraban resentidos debido a la conducta dictatorial de Hitler, y aprovechando que se
encontraba de viaje en el norte de Alemania, planificaron la fusión de su partido con otros grupos políticos;
de esta manera, pensaban reducir la importancia de Hitler y cuestionar su liderazgo. Hitler se enteró de estos
planes y regresó a Múnich, solicitando poderes dictatoriales en el partido, de lo contrario renunciaría.
Drexler respondió publicando una carta en un periódico, denunciado los abusos autoritarios de Hitler, pero
este presentó una demanda legal en su contra, y Drexler se tuvo que retractar. Derrotado, Drexler fue
retirado de su cargo de presidente y Hitler lo sucedió, convirtiéndose en el líder indiscutible del Partido
Nazi. De esta manera, se estableció el «principio del liderazgo», que formó el sistema de gobierno político
de la Alemania nazi.59
En estos años Hitler conoció a Rudolf Hess, Hermann Göring, a Ernst Hanfstaengl y Alfred Rosenberg,
quienes junto con Eckart, lo introdujeron a círculos sociales más altos, de los cuales pudo obtener generosas
donaciones para el naciente partido.
Alentado por el rápido crecimiento, Hitler empezó a idear la toma del poder. Sin embargo, su partido no era
todavía la principal fuerza política en Baviera, y era desconocido fuera de este estado, por lo que Hitler
concluyó que necesitaba el apoyo de las fuerzas políticas y las guarniciones militares bávaras para lograr
este objetivo.60 Influenciado por la marcha sobre Roma de Benito Mussolini, Hitler ideó realizar una
marcha similar hacia Berlín, con la que doblegaría al gobierno nacional fácilmente.60
A finales de 1922, contaba ya con una pequeña y creciente banda de seguidores fanáticos, inspirada por la
marcha sobre Roma de Mussolini, que empezó a ver en él el deseo de un líder nacional heroico. En este
sentido, un libro publicado ese año se refería a Hitler explicando que
el secreto de su personalidad reside en el hecho de que lo que yacía dormido en lo más profundo
del alma del pueblo alemán ha cobrado vida en él [...]. Y eso es lo que ha aparecido en Adolf
Hitler: la viva encarnación del anhelo de la nación.61
Putsch de Múnich
En enero de 1923, luego de que el gobierno alemán se retrasase en el pago de las reparaciones de guerra a
Francia, esta nación procedió a ocupar la región industrial del Ruhr, devastando la economía germana. El
gobierno llamó entonces a la resistencia no violenta contra Francia, pero en septiembre era obvio que esta
estrategia no estaba generando resultados. El 26 de septiembre, el canciller alemán Gustav Stresemann
decidió reiniciar los pagos a Francia, y cancelar la estrategia de resistencia. Stresemann previó que los
nacionalistas y los comunistas iniciarían toda clase de protestas y disturbios ante estas impopulares medidas,
por lo que declaró el estado de emergencia ese mismo día.62 De esta manera, el comandante del Ejército, el
general Hans von Seeckt, se convirtió en la principal autoridad de la República.62 Hitler vio este período de
inestabilidad política como la oportunidad para realizar su propia versión de la marcha sobre Roma.60
No obstante, el tradicionalmente autónomo estado bávaro no estaba
dispuesto a aceptar la autoridad central del General von Seeckt. Ese
mismo día, el gobierno regional proclamó su propio estado de
emergencia y colocó a Gustav von Kahr al mando de Baviera. El
gobierno nacional reaccionó exigiendo el arresto de varios líderes
nacionalistas y, además, reclamó la supresión del principal periódico
nazi, el Völkischer Beobachter. Cuando el Ejército bávaro rehusó
obedecer a su comandante en Jefe, el General von Seeckt amenazó
con utilizar la fuerza contra Baviera. Hitler se percató entonces de
Hitler junto a los demás acusados
que la situación regional solamente podría empeorar para él ya que,
por el Putsch de Múnich durante su
probablemente, el gobierno de Stresemann lograría estabilizar la
juicio.
situación. Cuando Kahr se negó a discutir la situación con Hitler y
sus aliados, este último sospechó que el gobierno de Baviera iba a
capitular ante el gobierno de Berlín, o peor aún, iba a declarar la independencia de Baviera.63 Hitler decidió
entonces realizar una maniobra arriesgada: iba a secuestrar a Kahr, al comandante del Ejército en Baviera y
al jefe de la policía regional; una vez en su poder, los iba a convencer de que se uniesen a su bando, y luego,
juntos, iban a marchar hacia Berlín para derrocar a Stresemann. Para ganarse el apoyo del Ejército, Hitler
decidió usar al general Erich Ludendorff, como figura respetada en su golpe de estado. El anciano general
había sido atraído al movimiento nazi unas semanas atrás.
En la noche del 8 de noviembre de 1923, Hitler y los camisas pardas irrumpieron en una reunión pública
liderada por Kahr en el Bürgerbräukeller, una cervecería a las afueras de Múnich. Hitler proclamó una
revolución y anunció sus intenciones de formar un nuevo gobierno, junto a Ludendorff, quien no estaba
enterado del golpe.64 Antes de iniciar su "Marcha sobre Berlín", que derrocaría al gobierno nacional, Hitler
reclamó la ayuda de Kahr y de las fuerzas militares locales. Este último fingió ayudar a Hitler, pero, gracias
a la ingenuidad de Ludendorff, escapó en cuanto pudo y retomó el control regional.65 Al amanecer del 9 de
noviembre, el Ejército y la policía bávara estaban tomando posiciones contra los golpistas; Ernst Röhm y
sus tropas nazis se encontraban rodeados en el Ministerio de Guerra bávaro, y Hitler decidió marchar junto
con Ludendorff para liberarlos. El anciano comandante alemán había convencido a Hitler de que los
soldados y la policía no dispararían contra él, y que se unirían a su causa.64 No obstante, la policía no se
replegó ante Ludendorff y se inició un tiroteo. Catorce golpistas y cuatro policías murieron durante la
refriega, entre ellos Max Erwin von Scheubner-Richter, uno de los organizadores del putsch, que recibió un
balazo mientras marchaba en primera línea cogido del brazo de Hitler, quien escapó únicamente con un
hombro dislocado.66
El 1 de abril de 1924, Hitler fue sentenciado a 5 años de prisión en la fortaleza de Landsberg, aunque la
Constitución estipulaba cadena perpetua contra crímenes de este tipo.71 Hitler recibió un trato privilegiado
de los guardias y pudo recibir cartas y visitas de sus admiradores.72 Fue absuelto y liberado el 20 de
diciembre de ese mismo año, como parte de una amnistía masiva hacia prisioneros políticos. En total, solo
cumplió nueve meses de su condena.
Mein Kampf
A través de sus 782 páginas, Hitler detalló los pasos que un futuro
Estado alemán nacionalsocialista debía seguir para finalmente
convertirse en el «amo del mundo».75 Primero aboga por la
conclusión definitiva de la hostilidad franco-germana, que se
lograría con la destrucción de Francia.75 Una vez conseguido esto,
Alemania finalmente se encontraría en libertad de expandirse, con el Sobrecubierta de Mein Kampf (1926-
objetivo de conseguir el llamado «espacio vital alemán». Hitler 27).
concluye que el Tercer Reich no debe buscar colonias en Asia o
África, sino que debe expandirse hacia el este, a expensas de
Rusia.75 Aunque reconoce que diversos pueblos ya habitan en Europa oriental, asegura que el pueblo
alemán tiene el derecho de desalojar a sus ocupantes:
...la naturaleza no ha reservado esta tierra para la futura posesión de una nación o raza en
particular; por el contrario, esta tierra existe para el pueblo que posea la fuerza de tomarla.75
Acerca de la expansión alemana hacia el este.
Hitler considera que la conquista de Rusia será relativamente fácil, ya que los bolcheviques la controlan, y
por lo tanto los judíos.76
En cuanto a la política interior del Tercer Reich, Hitler claramente define que el sistema de gobierno será
una dictadura:75 Además, el Estado tendrá muy poco que ver con la economía, ya que en realidad será un
«organismo racial».76 Después de establecer que la raza aria es superior sobre el resto, asegura que la
misma debe subyugar a las demás para poder «preservar e incrementar la cultura».77 Concluye que los
alemanes se encuentran en el estado actual debido a que no preservaron su raza pura, y «gradualmente
perdieron su creatividad cultural».77 Después de escribir esto, no es sorprendente que determine que el
principal propósito del Estado nazi sea:
...la preservación de los elementos raciales originales que confieren cultura y crean la belleza y la
dignidad de una humanidad superior.78
Acerca del propósito del Estado.
Asegura que en un futuro distante, la humanidad se enfrentará a problemas que solamente una raza superior,
con dominio del mundo, podrá resolver.78
Aunque en la actualidad la interpretación de la historia alemana que Hitler expone en Mein Kampf es
considerada grotesca e inexacta, muchos alemanes compartían su visión histórica. Peor aun, cuando Hitler
subiese el poder en 1933, se mantendría fiel a sus escritos79 y llevaría a cabo la expansión hacia el este, que
desembocaría en la Segunda Guerra Mundial y en un genocidio de los pueblos eslavos y semitas.
Mein Kampf no solo sirvió para la exposición de las ideas de Hitler, también le proporcionó su principal
fuente de ingresos.79 Aunque el libro se publicó en dos volúmenes entre los años de 1925 y 1926,
solamente vendió alrededor de 240 000 ejemplares entre 1925 y 1934, aunque en los primeros años las
ventas fueron bajas. Hitler pasó esos años esquivando los impuestos aplicables sobre los derechos de autor
de su libro, y acumuló una deuda tributaria de cerca de 405 500 marcos. Esta deuda lo perseguiría hasta que
se convirtió en canciller.
Aunque muchos de sus colegas creían que estaba acabado, Hitler salió de prisión con una visión mesiánica
de su papel en la historia, y aseguró que los buenos tiempos de la República no durarían.82 81 A los pocos
días solicitó una entrevista con Heinrich Held, primer ministro bávaro, y luego de realizar promesas de
buena conducta, consiguió que legalizase el Partido Nazi de nuevo. Al periódico nazi Voelkischer
Beobachter también se le permitió circular de nuevo. Creyendo en las promesas de Hitler, Held le dijo a su
ministro de Justicia:
En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe armado, debemos taparnos las
narices y entrar al Parlamento como oposición a los diputados católicos y marxistas. Si superarlos
en votos lleva más tiempo que superarlos en disparos, por lo menos el resultado será garantizado
por su propia constitución... Tarde o temprano alcanzaremos la mayoría, y después de eso
Alemania.84
Acerca de su nueva estrategia constitucional.
El 27 de febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su arresto en 1923, aunque la mayoría de
sus hombres de confianza faltaban: Rosenberg, Röhm, Strasser y Ludendorff no asistieron, Eckart había
muerto, y Göring estaba exiliado. Sin embargo, Hitler dejó claro que no pensaba compartir el liderazgo con
alguien más:
No obstante, en esta ocasión Hitler no pudo contenerse. Pronto empezó a calificar al Estado, a los judíos y a
los marxistas de ser «el enemigo», y los amenazó de muerte.84 De inmediato el Estado bávaro le prohibió
pronunciar discursos durante dos años. Desde entonces, la mayor parte de su tiempo lo pasó en
Obersalzberg, donde continuó escribiendo Mein Kampf.85 Temeroso de que en cualquier momento fuera
deportado, el 7 de abril de 1925, renunció a su ciudadanía austríaca, convirtiéndose efectivamente en un
hombre sin nacionalidad, ya que el gobierno bávaro se negaba a concederle la alemana.86
Sin poder utilizar sus dotes de oratoria, Hitler empezó entonces a trabajar
como propagandista y organizador. Fue durante estos años que organizó el
Partido Nazi a nivel nacional, y empezó a crear agrupaciones de todo tipo
dentro del mismo. Pronto se crearon las Juventudes Hitlerianas y la Liga de
Muchachas Alemanas, y se establecieron organizaciones en Austria,
Checoslovaquia, el Sarre y la Ciudad Libre de Danzig. Se establecieron las
SS como una subdivisión de las SA; sus miembros debían realizar un
juramento de lealtad especial hacia Hitler y pronto se distinguieron por ser
más confiables que los rudos «camisas pardas». Hitler se colocó a la cabeza
de la jerarquía nazi, bajo el título de «Supremo Líder del Partido y de las
SA, Presidente de la Organización Nacionalsocialista Alemana de los
Trabajadores». Además, creó el «Directorado del Reich», compuesto por los
principales jerarcas nazis. Uno de los objetivos de crear esta estructura tan
vasta y compleja era la formación de «un Estado dentro del Estado»;87 de
Gregor Strasser, dirigente
esta manera, cuando los nazis finalmente llegasen al poder, Hitler podría
nazi que en varias destruir la estructura republicana en poco tiempo, y la reemplazaría por la
ocasiones cuestionó el estructura de su Partido.87
liderazgo de Hitler.
Decidido a convertir a su partido en una fuerza nacional relevante, Hitler
llamó a Gregor Strasser y le propuso la organización del movimiento en el
88
norte de Alemania. La personalidad de Strasser competía con la de Hitler, y la idea de trabajar con
independencia en Prusia, Sajonia, Hanóver y la Renania le agradó, por lo que se dedicó a esta tarea junto
con su hermano Otto Strasser y un joven secretario llamado Joseph Goebbels. Sin embargo, la personalidad
independiente de Strasser y su firme creencia en el elemento socialista del programa nacionalsocialista le
ganaron la animosidad de Hitler.89 88 En poco tiempo, Strasser se convertiría en la amenaza más seria al
liderazgo del último, y esto finalmente le costaría la vida.
El 22 de noviembre de 1925, Strasser realizó una conferencia en Hanóver, donde apoyó la expropiación de
bienes de la nobleza depuesta, medida que pronto iba a ser consultada en un plebiscito. De esta manera, la
organización nazi del norte, la Arbeitsgemeinschaft der Gauleiter Nord-West, se unió a los marxistas en la
campaña electoral.90 Hitler contraatacó el 14 de febrero de 1926, organizando una conferencia en Bamberg,
donde obligó a Strasser y a Goebbels a retractarse de su programa. Para complicar la posición de Strasser,
Goebbels abandonó su causa unos días después y se unió a Hitler. Sin embargo, este no sería el fin de la
enemistad entre Hitler y Strasser.
Después de este encuentro, el partido de Hitler quedó aún más centralizado, y el llamado Führerprinzip
(«Principio del líder») quedó finalmente arraigado en la organización partidaria. Bajo este sistema, los
dirigentes no serían elegidos por su grupo, sino más bien designados por sus superiores, siéndoles delegada
la completa responsabilidad ante ellos, al tiempo que exigirían la misma obediencia incondicional a sus
subordinados. De acuerdo a Hitler, todo el poder y la autoridad debía ser delegada de arriba hacia abajo.
Ascenso al poder
Un elemento clave del discurso de Hitler fue su capacidad de revivir el sentimiento de orgullo nacional,
debilitado en la Primera Guerra Mundial y en el posterior Tratado de Versalles. Después de estos sucesos,
Alemania había perdido importancia económica en Europa, junto con todas sus colonias, y además había
adquirido una pesada deuda al aceptar la responsabilidad de la guerra. Hitler prometía repudiar al Tratado de
Versalles, suspender los pagos de indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los
ricos.92 Sutilmente, los nazis empezaron también a asociar a los judíos con los comunistas y los
empresarios corruptos, reviviendo antiguos sentimientos antisemitas.
La inestabilidad económica de la Gran Depresión pronto se extendió al campo político y benefició a Hitler.
En marzo de 1930, Heinrich Brüning fue nombrado canciller de Alemania por el presidente Paul von
Hindenburg, ya que el canciller saliente fue incapaz de conseguir la mayoría parlamentaria para gobernar.
Brüning tampoco la consiguió, pero se mantuvo en el poder gracias a los decretos presidenciales de
Hindenburg. De esta manera, la voluntad del canciller quedó sujeta a la del presidente, y la voluntad del
Parlamento alemán fue relegada a un segundo plano. Sin embargo, Brüning era un demócrata, y procedió a
llamar a nuevas elecciones, con la esperanza de obtener la mayoría
parlamentaria necesaria poder gobernar sin la aprobación de
Hindenburg.93 Irónicamente, las elecciones parlamentarias de 1930
no contribuirían en el fortalecimiento de la democracia, ya que
convertirían al Partido Nazi en la segunda fuerza política de
Alemania y al Partido Comunista en la tercera.
...el «cabo bohemio» era un curioso personaje que podría llegar a ser un
Ministro de Correos, pero ciertamente no un Canciller.97
Hindenburg sobre Hitler.
Al igual que su predecesor, el nuevo canciller, resultó ser incapaz de conseguir la mayoría parlamentaria, y
Papen llamó entonces a nuevas elecciones, las terceras en 1932. Aunque en estas elecciones los nazis
continuaron siendo la primera fuerza política, perdieron votos, y Hitler quedó aún más lejos de alcanzar la
mayoría en el Parlamento. No obstante, por esto no cambió su estrategia, ya que el político austríaco
continuó demandando la Cancillería para él, rechazando el ofrecimiento de la Vice-cancillería que le
extendió Hindenburg. Por su parte, Schleicher empezó a planificar la caída de Papen, y convenció a
Hindenburg que si lo nombraba canciller lograría dividir el Partido Nazi separando a Strasser. Hindenburg
accedió el 2 de diciembre de 1932, sin embargo, el gobierno de Schleicher fue breve, ya que Hitler lo
sucedería en menos de dos meses.
En este punto era claro que aún antes del ascenso de los nazis al poder, el poder ya no residía en el pueblo ni
el Parlamento democráticamente electo, sino en el presidente Hindenburg, quien era muy anciano y
propenso a ser manipulado por la camarilla que lo rodeaba.102 Esto era obvio para Hitler, y por eso, cuando
Papen se le acercó unos días después de haber salido de la Cancillería, decidió hacer un trato con él, ya que
el excanciller todavía contaba con la confianza del presidente. Esta alianza llegó en el momento oportuno
para Hitler, ya que el Partido Nazi se encontraba en quiebra, y los seguidores más radicales estaban
abandonando las filas para ingresar al Partido Comunista. Para complicar la situación, Schleicher había
puesto en marcha su plan de dividir a los nazis, ofreciendo la Vicecancillería a Strasser, y aunque este no
había aceptado, sí tuvo una calurosa discusión con Hitler, después de la cual renunció a todos sus cargos y
envió su versión de la historia a los periódicos, amenazando acabar con el Partido. Esta era la amenaza más
grave contra el movimiento nazi desde 1925, y Hitler amenazó con suicidarse:
Si el partido llegara a caerse a pedazos, le pondré fin a todo en tres minutos con un disparo.
Sobre la amenaza de Strasser.
Strasser tenía control sobre una parte importante de la estructura nazi, pero en el momento crítico decidió
viajar a Italia a tomar unas vacaciones, con la esperanza de que Hitler lo llamase de regreso. El futuro
dictador no sólo no lo llamó, sino que aprovechó su ausencia para destituir a todos sus simpatizantes de los
cargos de importancia en el partido, y en su lugar nombró a partidarios más fieles. Luego, convocó a todos
los líderes nazis a Berlín, donde les tomó un juramento de fidelidad personal. Cuatro días después de la
partida de Strasser, Hitler había tomado finalmente el control de toda la estructura política del partido.
El 4 de enero de 1933, Hitler se reunió con Papen, donde acordaron
formar una coalición en caso de que el último lograse convencer a
Hindenburg de nombrar canciller al líder nacionalsocialista. El 22 de
enero, Hitler tuvo otra reunión con Otto Meissner y con Oskar von
Hindenburg, Secretario e hijo del presidente respectivamente,
consiguiendo su apoyo. El 28 de enero, después de pasar varios días
intentando conseguir apoyo de cualquier fuerza política sin éxito, el
canciller Schleicher presentó su renuncia ante Hindenburg. El
anciano presidente de inmediato buscó el consejo de Papen, quien le
aseguró que podría formar un gobierno con Hitler, donde los nazis Hitler en la Cancillería del Reich, el
serían minoría y estarían bajo control. 30 de enero de 1933.
Establecimiento de la dictadura
Con su llegada al poder, Hitler estaba lejos de encontrarse en una
situación segura, las mismas fuerzas que habían motivado la
renuncia de los tres últimos cancilleres seguían vigentes, y por lo
tanto Hitler tenía que lidiar con el presidente Hindenburg y su
camarilla, quien a su vez era respaldado por el Ejército y por su
propio gabinete de ministros, controlado por los conservadores e
industriales, donde los nazis eran minoría.104 Además, en el Partido
Nazi estaban presentes las expectativas de 4 millones de camisas
pardas que, liderados por Ernst Röhm, no ocultaban su desdén por el
hecho de que tantos elementos conservadores compartieran el Hitler con su primer gabinete, el 31
gobierno con Hitler. Adicionalmente se encontraban las fuerzas de enero de 1933. Conformado
políticas opositoras en el Parlamento, socialdemócratas y principalmente por conservadores,
que deseaban controlar a Hitler, muy
comunistas, que controlaban diversos gobiernos regionales; aunque,
pronto fueron subyugados. (Al frente:
a pesar de su aversión por el nazismo, jamás fueron capaces de
Hermann Göring y Franz von Papen
aproximarse entre sí para formar un frente común contra este.
a su izquierda)
Con solo el 34 % del Parlamento bajo su control, Hitler todavía tenía que recurrir al «Anciano Caballero», el
presidente Hindenburg, para lograr aprobar sus leyes.105 El vicecanciller Franz von Papen, que gozaba del
apoyo de Hindenburg, estaba seguro de que «en dos meses habremos arrinconado tanto a Hitler que se
pondrá a chillar».105 Papen no fue el único que subestimó a Hitler, la prensa en general seguía esta misma
línea de pensamiento:
La composición del gabinete no deja a Herr Hitler la menor posibilidad de colmar sus ambiciones
dictatoriales.105
The New York Times, 31 de enero de 1933
Consciente de su situación, Hitler ocultó inicialmente sus planes revolucionarios, en sus primeras
alocuciones evitó en lo posible alarmar al ciudadano común.106 Sin embargo, de inmediato empezó a
trabajar para adquirir más poder; después de sabotear las conversaciones con el Partido del Centro, Hitler
informó a su gabinete que eran necesarias nuevas elecciones.107 Ante las protestas de Hugenberg y Papen,
Hitler los calmó asegurándoles que no cambiaría la composición del gabinete sin importar el resultado. Para
la campaña de las nuevas elecciones parlamentarias, fijadas para el 5 de marzo, Hitler pudo hacer uso de los
recursos del Estado;107 además, contó con el apoyo de un importante grupo de industriales; quienes, luego
de que Hermann Göring les asegurara que probablemente serían las últimas elecciones «en los próximos
cien años», donaron tres millones de marcos de la época para la causa nazi.108 Adicionalmente, días antes,
Hitler había tenido una cena con diversos líderes del ejército; a pesar de su llamado al rearme de Alemania,
los resultados fueron mixtos, pocos altos oficiales tenían sentimientos democráticos y eran muchos los que
deseaban una dictadura militar, pero desconfiaban de los nazis.109
No contento con contar con muchos recursos para hacer campaña, Hitler empezó a colocar trabas a los
partidos de oposición. A través de decretos presidenciales, impuso restricciones a los mítines políticos y
restricciones a la prensa.110 Además, consolidó la autoridad de un gobierno paralelo regional en Prusia, y
colocó a Göring al mando de la policía estatal. Al poco tiempo, la policía prusiana con la ayuda de las
«camisas pardas» empezó a disolver las concentraciones opositoras; solo los opositores más ilusos acudían a
la policía cuando eran hostigados por los nazis.111 Muy pronto, otros siete gobiernos regionales de estados
más pequeños fueron usurpados por los nazis, que establecieron autoridades paralelas.112
Con estos poderes, la persecución nazi se intensificó, los dirigentes comunistas fueron arrestados y enviados
a campos de concentración; además, desde los medios del Estado se inició una campaña de alerta contra el
«terror comunista», tratando de convencer al ciudadano alemán de que, a menos que no votasen por los
nazis, el país entraría en una guerra civil.115 116 Por otro lado, Hitler moderó su discurso, aseguró que sólo
necesitaba cuatro años en el poder y minimizó su antisemitismo en público, como dejó constancia el futuro
presidente de Alemania de la posguerra, Theodor Heuss:
Vocifera mucho menos. Ha dejado de vomitar fuego contra los judíos y en estos días es capaz de
pronunciar un discurso de cuatro horas sin mencionar la palabra «judío».117
Theodor Heuss, sobre el discurso hitleriano antes de las elecciones parlamentarias de Alemania de
1933.
El 5 de marzo de 1933 se celebraron las últimas elecciones democráticas bajo el gobierno de Hitler, a pesar
de su intensa campaña electoral y de la persecución contra sus opositores, la mayoría parlamentaria seguía
eludiendo a los nazis, que obtuvieron el 44 % de los escaños.116 Aliado con los nacionalistas de Hugenberg,
Hitler controlaba ahora la mitad del Parlamento; pero para poder llevar a cabo su revolución nacional, el
canciller demandaba dos tercios de los escaños.118 Para solucionar esto, y haciendo uso del decreto del
incendio del Reichstag, fueron arrestados todos los diputados comunistas y unos pocos socialdemócratas
desafortunados, pasando por alto la inmunidad parlamentaria que gozaban.
El 23 de marzo de 1933, el Parlamento Alemán, reunido en la Ópera Kroll, aprobó la Ley para Aliviar las
Penurias del Pueblo y del Reich, mejor conocida como la ley habilitante de 1933. Hitler pronunció un
discurso moderado que contrastaba con sus habituales diatribas. Prometió usar sus poderes sólo en casos
esenciales, y se comprometió con todas las clases;119 además, pregonó por la búsqueda de la paz con
Occidente e incluso con la Unión Soviética.119 Sin embargo, al finalizar su exposición, dejó claro que si no
obtenía estos poderes legalmente del Parlamento, su gobierno los obtendría a través de otros métodos más
violentos.121 Solo los socialdemócratas votaron en contra de Hitler; el Zentrum cedió luego de que Hitler
les prometiera que toda ley suya podría ser vetada por el presidente Hindenburg.122 De esta manera, 441
diputados aprobaron la ley contra 94 diputados socialdemócratas123
Con esta ley, Hitler, por un período de cuatro años, tomaba todos los poderes del Poder Legislativo, y
ganaba la capacidad de decretar leyes que «podían desviarse de la Constitución».120 No obstante, no
buscando ganarse la enemistad de Hindenburg, la ley conservaba los poderes del presidente intactos.120 De
esta manera, el Reichstag alemán sucumbía voluntariamente ante el canciller, adquiriendo un estado de
impotencia total que mantendría hasta la posguerra.
Gleichschaltung
Alemania entró entonces en un proceso conocido como Gleichschaltung (coordinación), donde el Estado y
la sociedad empezaron a ser asimiladas por el Partido Nazi y sus organizaciones. En su deseo de unificar
Alemania bajo un totalitario gobierno central, Hitler primero usó la ley habilitante contra el federalismo
alemán. Los gobiernos de los estados más grandes, Prusia y Baviera, ya habían sido usurpados, y los
gobiernos de otros estados más pequeños pronto corrieron la misma suerte. El 31 de marzo, con la ayuda de
Wilhelm Frick, Hitler promulgó entonces una ley que disolvía todas las dietas regionales, y ordenaba su
reconstitución bajo los resultados de las últimas elecciones nacionales.124 Una semana después, Hitler
nombró gobernadores para cada estado, y les concedió la facultad de disolver las dietas y destituir a los
jueces.124 De esta manera, todos los gobiernos regionales empezaron a seguir las directivas de Berlín, y
Hitler lograba acabar con la celosa autonomía que los históricos estados alemanes habían defendido desde la
Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan indefensos e impotentes que se
empezaron a doblegar ante la mínima presión del gobierno nacional; el 10 de mayo, se confiscaron todas las
propiedades del Partido Socialdemócrata, y se cerraron sus periódicos;127 los socialdemócratas
respondieron eligiendo una nueva directiva más tolerante al nazismo, pero tres días después, Wilhelm Frick
disolvió el movimiento por considerarlo «subversivo».127 Los líderes socialdemócratas terminaron
acompañando a sus homólogos comunistas en los campos de concentración.128 El Partido Popular Alemán
y el Partido Democrático Alemán, baluartes de la democracia alemana, se disolvieron voluntariamente a
inicios de julio;127 de inmediato siguieron los partidos católicos, el Partido Popular de Baviera se disolvió
el 4 de julio, y su aliado nacional, el Zentrum, hizo lo mismo al día siguiente.127 Tampoco los aliados
derechistas de Hitler pudieron evitar ser «coordinados», el 21 de junio la policía ocupó todas las oficinas del
Partido Nacional del Pueblo Alemán, el partido de Hugenberg; una semana después este renunció a su cargo
de ministro de Agricultura, y disolvió el partido, también «voluntariamente».127
Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su gabinete ilegalizar todos los partidos
excepto el Partido Nazi. Este gabinete había sido modificado, resaltaba Hjalmar Schacht como nuevo
ministro de Economía, y contaba ahora con ocho nazis; y aunque el conservador Franz von Papen
permanecía en el gobierno como vicecanciller, estaba muy consciente de la futilidad de su posición.127 La
ley del partido único fue aprobada el 14 de julio, casi sin oposición dentro del gabinete.128
Mientras Hitler se esforzaba por «coordinar» la sociedad alemana con el Partido, al mismo tiempo obraba
para mantener al margen de la sociedad a los elementos raciales «inferiores». El 1 de abril llamó a un boicot
contra los negocios judíos, como respuesta a una «campaña mediática» que supuestamente Estados Unidos e
Inglaterra habían iniciado en su contra.129 Una víctima de este período fue Albert Einstein, cuyos bienes y
propiedades fueron embargados luego de que se descubriera y considerase como «arma comunista» un
cuchillo de pan hallado en su nueva casa de veraneo.129 Aunque se apostaron camisas pardas frente a los
negocios judíos, en general hubo poca violencia, y la ineficaz medida tuvo que ser levantada tres días
después.126 El boicot sí sirvió para sacar de su letargo, aunque temporalmente, al anciano Hindenburg; el
presidente le recriminó al canciller el hecho de que los veteranos de guerra judíos no estaban siendo tratados
como ciudadanos alemanes. Hitler elaboró una vaga promesa para calmarlo, pero el 7 de abril promulgó
leyes prohibiendo la presencia de judíos en la administración pública, y restringió su presencia en la
abogacía y la medicina.130 Luego limitó el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo el
pretexto de prevenir el «hacinamiento».130 No obstante, las medidas de 1933 no fueron consideradas
peligrosas por muchos judíos, que creían que el objetivo de Hitler se limitaba a hostigar a los judíos
provenientes de Europa oriental.130
Las fábricas y factorías comenzaron a trabajar en la maquinaría del rearme. Gráfico que muestra el
Además para absorber mano de obra desocupada se empezaron a construir sistema de marcado en los
modernas autobahns o carreteras. campos de concentración
nazis.
Tercer Reich
Habiendo obtenido el poder político que necesitaba, Hitler llegó a obtener el apoyo y convencer a la mayoría
de los alemanes de que él era su salvador ante la economía derivada de la Gran Depresión, el comunismo, el
«judeo-bolchevismo», y el Tratado de Versalles, junto con otras minorías «indeseables». Los nazis
eliminaron la oposición a través de un proceso conocido como Gleichschaltung.
Economía y cultura
Hitler estuvo a cargo de una de las mayores expansiones de la producción industrial y la mejora civil como
nunca se había visto en Alemania, en su mayoría sobre la base de la deuda de flotación y el rearme. Durante
un discurso de la Organización de Mujeres Nacionalsocialistas (NSF) en septiembre de 1934, Adolf Hitler
argumentó que para la mujer alemana su mundo era «su marido, su
familia, sus hijos, y su casa».
En 1936, Berlín fue sede de los Juegos Olímpicos de verano, que Hitler desfila en el Estadio Olímpico
fueron inaugurados y dirigidos por Hitler como una forma de de Berlín junto a miembros del
demostrar la superioridad aria alemana sobre todas las demás razas. Comité Olímpico Internacional.
Olympia, la película sobre los juegos y otras películas documentales
de propaganda para el partido nazi fueron dirigidas por la cineasta
personal de Hitler, Leni Riefenstahl.
Aunque Hitler hizo planes para una Breitspurbahn (una red de ferrocarriles de amplio calibre) estos fueron
cancelados tras el inicio de la II Guerra Mundial. De haber sido construido el ferrocarril, su calibre habría
sido de tres metros, siendo incluso más amplio que el ferrocarril Great Western de Gran Bretaña.
Hitler también contribuyó al diseño de un automóvil accesible y práctico para el pueblo, automóvil que más
tarde se convertiría en el Volkswagen Tipo 1, cuyo diseño y construcción le fue encomendado al ingeniero
Ferdinand Porsche. La producción de este también fue aplazada a causa de la guerra.
Hitler consideró a la antigua Esparta como el primer estado nacional socialista, y alabó su tratamiento
eugenésico de los niños deformes.
También otorgó la Orden del Águila Alemana, una de las más altas distinciones del Tercer Reich, al
industrial Emil Kirdorf en abril de 1937, en recompensa por su apoyo financiero durante su ascenso al
poder. Al año siguiente, cuando murió, también le organizó un funeral de estado.
En marzo de 1936, las disposiciones del gobierno alemán violaron nuevamente el tratado al introducir tropas
y ocupar nuevamente la zona desmilitarizada en Renania. Ante la inacción de los gobiernos de Gran Bretaña
y Francia, el afán expansionista de Alemania se extendió. En julio de 1936, comenzó la Guerra Civil
Española cuando el ejército, dirigido por el General Francisco Franco, se sublevó contra el gobierno de la
República. Tras recibir una petición de ayuda del general Franco en julio de 1936, Hitler envió tropas en
apoyo de Franco, y España sirvió como banco de pruebas para las nuevas fuerzas alemanas y sus métodos,
incluyendo el bombardeo de ciudades, como el de Guernica, en abril de 1937, primer bombardeo contra
blancos civiles de la historia,56 y que, posteriormente, Pablo Picasso plasmó en su célebre cuadro.
El conde Galeazzo Ciano, ministro de Asuntos Exteriores de Benito Mussolini, declaró el 25 de octubre de
1936 una alianza entre Berlín y Roma, a la que denominó «El Eje». El 25 de noviembre del mismo año,
Alemania firmó el Pacto Anti-Comintern con Japón. Para fortalecer la relación con esta nación, Hitler se
reunió en 1937 en Núremberg con el príncipe Chichibu, hermano del emperador Hirohito.
El Pacto Tripartito fue firmado por Saburo Kurusu en representación del Imperio japonés, Adolf Hitler por
Alemania y Galeazzo Ciano, el 27 de septiembre de 1940. Más tarde se amplió para incluir a Hungría,
Rumanía y Bulgaria. Este grupo se conoció como las Potencias del Eje. Más tarde, el 5 de noviembre de
1939, en la Cancillería del Reich, Adolf Hitler celebró una reunión secreta con los ministros de Guerra y
Exteriores, más los tres jefes de servicios, registrada en el Memorándum Hossbach y reveló sus planes para
la apropiación de «espacio vital» (Lebensraum) para el pueblo alemán.
Triunfos iniciales
El 12 de marzo de 1938, Hitler presionó a Austria para la unificación con Alemania (el Anschluss) e hizo
una entrada triunfal en Viena el 14 de marzo. A ello le siguió la intensificación de la crisis de los Sudetes, en
la zona de habla alemana de Checoslovaquia conocida como Sudetes; Esto condujo a los Acuerdos de
Múnich de septiembre de 1938, que autorizaron la anexión y ocupación militar inmediata de estos territorios
por parte de Alemania. Como resultado de la cumbre, la revista TIME proclamó a Hitler «Hombre del Año»
de 1938. El primer ministro británico, Neville Chamberlain, saludó este acuerdo como la «paz en nuestro
tiempo», pero al dar forma a las exigencias militares de Hitler, Gran Bretaña y Francia también abandonaron
Checoslovaquia a Hitler. Hitler ordenó al Ejército alemán entrar en Praga el 15 de marzo de 1939, tomando
el castillo de Praga y de Bohemia y proclamando un protectorado alemán en Moravia.
La caída
El 22 de junio de 1941, aún sin doblegar a Inglaterra, tres millones de soldados alemanes atacaron la Unión
Soviética, rompiendo el pacto de no agresión que Hitler había firmado con Stalin dos años antes. Esta
invasión, llamada Operación Barbarroja, cuya duración se estimaba en unos pocos meses, incautó grandes
cantidades de territorio, incluidos los estados bálticos, Bielorrusia, y Ucrania. También rodearon y
destruyeron a muchas fuerzas soviéticas. Pero los alemanes, debido al retraso de cuatro meses por las
operaciones en Grecia y Yugoslavia, no consiguieron llegar a Moscú en diciembre de 1941, en lo que
también influyó la llegada anticipada del invierno ruso con temperaturas de hasta -50 °C (el más duro en 50
años), todo ello unido a la feroz resistencia soviética, reforzada con tropas siberianas del entonces general
Zhúkov especialmente adaptadas a las condiciones extremas. La invasión no había logrado el triunfo rápido
que Hitler quería.
Hitler dando un discurso en contra A finales de 1942, las fuerzas alemanas fueron derrotadas en la
de Roosevelt, 11 de diciembre de Segunda Batalla de El Alamein, frustrando los planes de Hitler para
1941. aprovechar el Canal de Suez y el Oriente Medio. En febrero de 1943,
la titánica batalla de Stalingrado acabó con el cerco y la destrucción
del 6.º Ejército alemán. Poco después llegó la gigantesca batalla de
Kursk (1 300 000 soviéticos, 3600 tanques, 20 000 piezas de artillería y 2400 aviones, frente a 900 000
alemanes, 2700 tanques, 2000 aviones).
Desde Stalingrado, el plan militar de Hitler se volvió cada vez más errático, los rusos comenzaron a avanzar
obligando a la retirada de fuerzas alemanas extenuadas y la situación económica interna en Alemania se
deterioró.
Después de la invasión aliada de Italia (Operación Husky), en 1943, el aliado de Hitler, Mussolini, fue
depuesto por Pietro Badoglio, que se rindió a los Aliados. A lo largo de 1943 y 1944, la Unión Soviética
constantemente forzó a los ejércitos de Hitler a retroceder a lo largo del Frente Oriental. El 6 de junio de
1944, los ejércitos occidentales aliados desembarcaron en el norte de Francia en la Operación Overlord, la
operación militar anfibia más grande jamás realizada.
La represión fue implacable y llevó a la detención de unas cinco mil Hitler muestra a Benito Mussolini el
estado en que quedó la sala en la
personas, entre ellas las familias completas de los principales
que llevó a cabo el atentado del 20
implicados.131 Los detenidos fueron torturados y sometidos a
de julio de 1944.
rápidos juicios espectáculo, celebrados a partir del 7 de agosto,132
que resultaron en la ejecución de unos doscientos de los
acusados.133 El principal movimiento de resistencia fue destruido, aunque pequeños grupos aislados
siguieron funcionando. La lista de personajes que cayeron es extensa y se puede citar a Wilhem Canaris,
Friedrich Fromm y Erwin Rommel, entre otros.
El atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944 le dejó secuelas progresivas que lentamente fueron afectando
su raciocinio, desenvolvimiento y dominio de la situación.
Hitler también experimentó un deterioro de su salud. Su mano izquierda temblaba; el biógrafo Ian Kershaw
y otros creen que podría sufrir la enfermedad de Parkinson. También se ha sospechado, por alguno de los
síntomas, que pudo haber padecido sífilis, aunque las evidencias en favor de ello son mínimas.
Últimos días
Hitler regresó por última vez a Berlín el 15 de enero de 1945, en un tren especial procedente de Ziegenberg,
localidad cercana a Bad Nauheim, donde desde su cuartel general conocido como «Adlershorst» o «Nido del
Águila» había dirigido desde el 11 de diciembre de 1944 la fracasada ofensiva de las Ardenas.134 135 Ahora
su principal preocupación era la ofensiva soviética en el frente oriental y el motivo inmediato de su viaje fue
la radical oposición de Guderian a su decisión de trasladar a la división Grossdeutschland desde Prusia
Oriental hacia el sur para reforzar la defensa del frente polaco.136 Con su habitual desconfianza hacia los
generales de la Wehrmacht decidió que debía estar más cerca del Estado Mayor de Zossen.137
El 30 de enero, con motivo del duodécimo aniversario de su ascenso al poder, dirigió por última vez unas
palabras al pueblo alemán en un discurso radiado que, pese al optimismo de Goebbels, permitió constatar
que sus palabras ya no conseguían levantar la moral de la población ante la evidencia de lo desesperado de
la situación.138 Ese mismo día Albert Speer le comunicó que la pérdida de la producción de la Alta Silesia
significaba la total imposibilidad de seguir manteniendo un mínimo suministro de armas y municiones al
Ejército, a lo que Hitler se limitó a contestar que no le gustaba recibir informes derrotistas y que mantuviera
un completo secreto.139 Pocos días después, el 3 de febrero, un devastador bombardeo diurno
estadounidense, el más duro que había sufrido Berlín hasta entonces, destruyó casi completamente la vieja
Cancillería del Reich y dañó gravemente el nuevo edificio de Speer, lo que obligó a Hitler a vivir desde
entonces casi permanentemente bajo tierra, en un búnker subterráneo de dos plantas situado bajo el jardín de
la Cancillería en el que ya dormía desde su regreso.140
El 12 de febrero el comunicado de la conferencia de Yalta, que incluía las duras condiciones impuestas por
los Aliados a Alemania después de su derrota, entre ellas la división del país, la prohibición del Partido Nazi
y el procesamiento de los criminales de guerra, no hizo si no reafirmar su postura de que cualquier tipo de
rendición estaba fuera de discusión.141 Sus esperanzas estaban puestas en lo que consideraba inevitable en
un momento u otro: la ruptura de los aliados occidentales, británicos y estadounidenses, con los
soviéticos.142 Al día siguiente Hitler reaccionó con furia al enterarse del bombardeo de Dresde y fue
necesaria la insistencia conjunta de Keitel, Jodl, Dönitz y Ribbentrop para convencerle de que sería
contraproducente su intención inicial de ejecutar a un prisionero aliado por cada civil muerto.143
El 24 de febrero celebró la última reunión con los Gauleiter con motivo del vigesimoquinto aniversario de
su discurso de presentación del programa del partido. Estaba en muy mala condición física, con dificultades
para controlar los temblores de su brazo izquierdo y habló sentado durante una hora y media en la que
rememoró la época «heroica» del partido y, entre evocaciones a sus triunfos pasados, afirmó que era el único
que podía juzgar el curso que tomaría la fase decisiva en que se encontraba la guerra. Poco más podía añadir
que aludir a las armas milagrosas que se estaban desarrollando antes de volver a recordar sus tesis, en el
estilo del más implacable darwinismo social, de que si se perdía la guerra sería porque al fin y al cabo el
pueblo alemán no poseía el «valor interno» necesario y él no sentiría la menor compasión por su
destrucción. Las obligadas ausencias de Erich Koch (Prusia Oriental) y Karl Hanke (Breslau) eran reflejo de
la situación real, así que su discurso no pudo disipar el pesimismo incluso entre los incondicionales de la
vieja guardia,144 aunque no faltaron quienes como Rudolf Jordan, el Gauleiter, de Magdeburgo-Anhalt, se
sintieron revivir creyéndose ver ante el «antiguo Hitler».145 La fecha había sido hasta 1942 motivo para un
gran discurso de Hitler en la Hofbräuhaus de Múnich, pero en esta ocasión se limitó a una proclama de cuya
lectura se encargó Hermann Esser y que se convirtió en la última que dirigió a los alemanes.146
Boda con Eva Braun y testamento
En su testamento privado, del que nombra albacea a Martin Bormann, Hitler explica su decisión de casarse
con Eva Braun, la voluntad de ambos de morir y ser incinerados para escapar a la vergüenza de la derrota, y
lega sus posesiones al Partido, o al Estado si aquel dejara de existir, con la excepción de su colección de
cuadros, cuyo destino sería un nuevo museo en Linz, y los recuerdos personales o incluso bienes que, a
juicio de Bormann, fueran necesarios para el sustento de los sirvientes o allegados que le habían servido con
lealtad.151 152
Su testamento político es más extenso, con una primera parte en la que reitera su tradicional retórica
antisemita acusando a los judíos de provocar el estallido de la guerra y recordando su profecía de que en ese
caso no serían millones de arios los que morirían sino los verdaderos culpables, en lo que parece una
transparente alusión a la solución final. Considera que algún día aquella lucha de seis años acabaría siendo
considerada un momento glorioso y parece achacar la responsabilidad de la derrota a sus viejos antagonistas,
los oficiales del Ejército (no así a los de la Marina), por su falta de arrojo y fidelidad. En la segunda parte
pasa a nombrar un nuevo gobierno y comienza expulsando del partido y desposeyendo de todos sus cargos a
Hermann Göring, al que acusaba de deslealtad por intentar sucederle y tomar el poder prematuramente, y a
Heinrich Himmler, por negociar a sus espaldas con el enemigo. En lugar de Göring escogió para sucederle a
Karl Dönitz, recuperando para él el cargo de presidente del Reich que había ostentado Hindenburg. Premió
la fidelidad de Joseph Goebbels con el nombramiento de canciller, sustituyó como ministro de Asuntos
Exteriores a Joachim von Ribbentrop por Arthur Seyss-Inquart, como Reichsführer-SS a Himmler por Karl
Hanke y puso al frente del Ejército al general Ferdinand Schörner.d 154 155 Ambos documentos estuvieron
terminados sobre las cuatro de la mañana, hora a la que constan las firmas de Goebbels, Bormann, Wilhelm
Burgdorf y Hans Krebs en el testamento político, mientras para el privado Nicolaus von Below añadió la
suya a las de Goebbels y Bormann.156 153 Cerca del mediodía salieron emisarios con copias de los
documentos a diferentes destinos: una copia del testamento político se le confío al ayudante de Hitler, Willi
Johannmeier, para ser entregada al general Schörner, y debían llevar copias de ambos testamentos Wilhelm
Zander, adjunto de Bormann, a Dönitz y Heinz Lorenz, oficial del Ministerio de Propaganda, que además
portaba un «Apéndice al testamento político del Führer» escrito por Goebbels que debía hacer llegar a la
Casa Parda, la sede del Partido Nazi en Múnich. Por diferentes circunstancias ninguno de los mensajeros
consiguió completar su misión.157 158
Suicidio
El día 29 de abril Hitler comenzó a realizar los últimos preparativos
para su suicidio. Aunque ya se había enterado de la muerte de Benito
Mussolini, colgado ese mismo día boca abajo junto con su amante
Clara Petacci en una gasolinera de Milán donde sus cadáveres
sufrieron todo tipo de maltratos, no es seguro que conociera los
detalles y no tiene fundamento la tesis de que estos le influyeran más
allá de reforzar una decisión ya tomada.158 159 Por la tarde, antes de
la sesión informativa diaria con sus generales, hizo matar a su perra
Blondi. Hitler ya había proporcionado ampollas de ácido prúsico,
suministradas por su médico Ludwig Stumpfegger, a sus secretarias
y otros miembros del personal del búnker y decidió probarlas con
Blondi, para lo que hizo llamar a su antiguo cirujano, el profesor
Werner Haase, que envenenó al animal ayudado por Fritz Tornow, el
sargento encargado del cuidado de los perros del Führer que ya había
matado a tiros a los otros dos que le pertenecían. Hitler no presenció Hitler y Karl Dönitz en el
el envenenamiento, pero acudió a contemplar unos instantes y en Führerbunker. Dönitz sucedería a
silencio el cadáver del animal.160 161 Hitler como Presidente de Alemania.
Todo el grupo, al que se unió en el último momento Artur Axmann, permaneció en espera mientras Günsche
hacía guardia ante la habitación y, tras unos diez minutos en los que no se oyó ningún sonido,e fue Linge
quien asumió la responsabilidad de abrir la puerta haciéndose acompañar por Bormann. Encontraron a Hitler
y Eva Braun sentados en el sofá del despacho; ella recostada a su izquierda desprendiendo el olor a
almendras amargas característico del ácido prúsico y con un revólver al lado que no llegó a utilizar, mientras
que Hitler tenía a sus pies la pistola Walther PPK de 7,65 mm con la que se había disparado un tiro en la
sien derecha de la que seguía manando la sangre.166 167 f
Confirmadas las muertes de ambos, sus cadáveres fueron envueltos en mantas proporcionadas por Linge y
fue también él mismo, con ayuda de tres miembros de las SS, quien se hizo cargo de transportar el cuerpo de
Hitler hasta los jardines de la Cancillería, para lo que era necesario subir un tramo de escaleras de unos siete
metros y medio. Por su parte Bormann sacó el cuerpo de Eva Braun y se lo entregó a Kempka en el pasillo,
quien a su vez se lo cedió a Günsche para que lo ascendiera por las escaleras.169
En medio del incesante bombardeo soviético Günsche colocó los cuerpos, Eva Braun a la derecha de Hitler,
en el terreno llano del jardín a unos tres metros de la puerta de salida del búnker y, después de verter sobre
ellos la gasolina proporcionada por Kempka, consiguió encender la pira con ayuda de Linge y Bormann.
Cerraron rápidamente la puerta y el grupo, completado por Krebs,
Burgdorf y Goebbels, descendió a la seguridad del búnker tras alzar
los brazos en un breve saludo de «Heil Hitler».170 171
No fue hasta las 10:53 de la mañana del 1 de mayo cuando el almirante Karl Dönitz recibió en Plön la
primera noticia de ello y de la muerte de Hitler en un engañoso telegrama redactado por Bormann:
«Testamento en vigor. Llegaré ahí lo antes posible. Hasta entonces, creo que es mejor aplazar publicación.
Bormann». A las 15:18 otro telegrama más explícito, el último enviado desde el búnker y dictado por
Goebbels, confirmaba la muerte de Hitler sin especificar que se había tratado de un suicidio, le anunciaba su
nombramiento como presidente y adelantaba la lista de algunos otros ministros, aunque finalmente Dönitz
hizo caso omiso de ella entre otras cosas porque nunca llegó a recibir el testamento con la lista
completa.176 178
El anuncio público se retrasó unas cuantas horas hasta que a las 21:30 Radio Hamburgo anunció una
importante noticia y a las 22:26 Dönitz en persona comunicó su nombramiento y la muerte del Führer «esta
tarde» luchando «a la cabeza de sus tropas» contra el bolchevismo. Dönitz sabía que había muerto el día
anterior y, aunque hubiera supuesto que se había tratado de un suicidio trató de ocultarlo para evitar la
posible reacción de unas tropas que se hubieran podido sentir abandonadas por el líder a quien habían jurado
lealtad.179 180 Helmuth Weidling, al frente de la defensa de Berlín, sí se lo comunicó a sus hombres el 2 de
mayo, precisamente para convencerlos de que dejaran la lucha.181 Además Dönitz quería aplazar la
capitulación total para permitir que continuaran la lucha los ejércitos que intentaban desesperadamente
escapar del Ejército Rojo y rendirse a los aliados occidentales, pero no tuvo inconveniente en aceptar otras
capitulaciones parciales el 2 de mayo en Italia; el 4 de mayo en el norte de Alemania, Holanda y Dinamarca;
el 5 de mayo en el norte de los Alpes y el día 7 en Austria.182
Por lo tanto, a principios de mayo de 1945 los soviéticos ya habían encontrado e identificado por lo menos
algunos de los restos del cadáver de Hitler.186 Además, no solo habían sido informados del suicidio de
Hitler la misma noche del 30 de abril por el general Hans Krebs,187 188 h sino que a lo largo del mes
siguiente también localizaron e interrogaron a muchos de los demás testigos directos de los sucesos
ocurridos en el búnker los últimos días de abril, entre ellos a Günsche y Linge, a quienes habían hecho
prisioneros.190 191
Aunque durante ese tiempo los soviéticos no publicaron ningún comunicado oficial al respecto, el 5 de
junio, durante una reunión celebrada en Berlín, aseguraron a miembros del Estado Mayor de Eisenhower
que habían identificado los restos de Hitler con casi absoluta seguridad. Sin embargo, el 9 de junio su actitud
ya había cambiado radicalmente y, durante una conferencia de prensa, Zhúkov negó que hubieran
identificado los restos y especuló con la posibilidad de que Hitler hubiera escapado de Berlín en avión en el
último momento. A continuación el comandante ruso de Berlín, Nikolái Berzarin, dijo que «en su opinión»
se había refugiado en algún lugar de Europa, probablemente en España con el general Franco. A partir de
ese momento el oscurantismo se convirtió en permanente actitud soviética y no volvieron a proporcionar
ningún tipo de información sobre el caso.192
Los rusos confirmaron finalmente en 1955 la muerte de Hitler, pero no se mostraron evidencias muy
sustanciales, salvo algunos detalles odontológicos, lo que confirmaba a pesar de todo que los rusos tenían
los cuerpos.
Recientes versiones surgidas en los años 1990 del lado ruso, confirman que los soviéticos (NKVD), después
de una infructuosa búsqueda en la que incluso llegaron a especular con la posibilidad de que en la
Cancillería hubiera permanecido un doble de Hitler mientras este escapaba de Berlín, por fin dieron con los
restos irreconocibles en parte de Hitler, Braun y la familia Goebbels y que estos, secretamente aún para el
mismo general Zhúkov, fueron transportados en cajas especiales a la frontera, a un cuartel militar que luego
pasaría a ser territorio de la República Democrática Alemana.[cita requerida]
Estos restos permanecieron secretamente enterrados bajo un jardín de dicho cuartel en la ciudad de
Magdeburgo y sólo algunas autoridades de la NKVD sabían dónde estaban, hasta que en 1970 fueron
exhumados, se extrajo el cráneo a Hitler y el resto de los cadáveres fue incinerado para evitar que su tumba
fuera objeto de veneración, y las cenizas fueron lanzadas al río.193
No se ha podido dar con el cráneo de Hitler, pero una parte signada como de Hitler, el hueso parietal de su
caja craneana, está en un museo soviético. Sin embargo, en septiembre de 2009, el arqueólogo Nick
Bellantoni anunció que, luego de un análisis de ADN practicado a los restos, se determinó que el fragmento
del cráneo correspondería a una mujer de entre 20 y 40 años de edad.194
En mayo de 2018, un grupo de científicos franceses comprobaron que Adolf Hitler se había suicidado en
1945 en su búnker de Berlín con su compañera Eva Braun.195 196
"No huyó a Argentina en un submarino, no está en una base oculta en la Antártica o en el lado
oscuro de la luna"
Philippe Charlier 197
Rasgos de su personalidad
El gran interés que despierta la figura de Hitler se debe precisamente a los
ribetes de su extraordinario tipo de personalidad y su halo de
impenetrabilidad. Hitler poseía un extraordinario carisma capaz de envolver
no sólo a las personas, sino también a las masas, además de poseer una gran
oratoria gesticular muy estudiada y una capacidad de liderazgo notable; pero
quien haya permanecido con él diría lo mismo que opinó su ministro y
arquitecto Albert Speer: «Nunca llegué a conocerlo».
Hitler era en sí un individuo muy autosuficiente y solitario. Muy pocas personas integraban su séquito
personal, se pueden citar a Albert Speer, el fotógrafo Heinrich Hoffmann, Martin Bormann, Wilhelm
Bruckner, Joseph Dietrich, Joseph Goebbels, Julius Schaub, Julius Schreck y el arquitecto Geisler y sus
secretarias personales. A ellos les exigía lealtad a toda prueba y discreción.
Según algunos historiadores, Hitler fue vegetariano,200 si bien otros lo descartan,201 no fumador,200
abstemio200 (dato también cuestionado por algunos historiadores),201 ecologista,202 se dice que promulgó
las primeras leyes de la historia que penaban el maltrato a los animales,202 aunque la verdad es que las
primeras leyes contra el maltrato animal ya proceden del Imperio romano.203 Se dice que no permitía a sus
colaboradores fumar ni beber delante de él.
Hitler jamás visitó una ciudad bombardeada, un campo de concentración o un hospital[cita requerida] (la única
excepción fue para visitar a las víctimas del atentado del 20 de julio). Un fiel ejemplo de este aspecto es que
Hitler se negó a ver las fotos y filmaciones de las ejecuciones de los involucrados en el atentado ejecutado
por Claus von Stauffenberg hacia su persona en 1944.
Una de las características más relevantes de la personalidad de Hitler
era la capacidad de impresionar (fascinar), encantar, manipular y
subyugar a quienes lo rodearan; había personas que podían ser muy
fuertes y seguras en sus campos de acción, pero en presencia de
Hitler estas personalidades se veían disminuidas y manipuladas hasta
el servilismo; por ejemplo, Hermann Göring expresó al ministro de
finanzas Schacht que:
En su vida sentimental, muy discreta, se asocian los nombres de Geli Raubal, María Reiter, Eva Braun,
quien fue su amante, Unity Mitford e Inga Ley. Leni Riefenstahl, una de las más sindicadas en su momento,
negó haber sido amante de Hitler. Hitler era muy celoso y no permitía a casi nadie inmiscuirse en esos
temas. Albert Speer en sus memorias señaló que Hitler mostraba un trato desconsiderado, opresivo y
vejatorio a Eva Braun.
Respecto de la orientación sexual de Hitler mucho se ha escrito[cita requerida] debido a su vínculo inicial con
Ernst Röhm, pero las evidencias indican que Hitler era, sin lugar a dudas, heterosexual.201
Una de las secretarias personales de Hitler, Traudl Junge, describió así la energía que emanaba de la persona
de Hitler:
Cuando estaba presente (Hitler), todo el edificio bullía de actividad, todos corrían, los teléfonos
sonaban, los radioespectadores no cesaban de enviar y recibir notas de comunicados (...) Cuando él
estaba ausente, todo volvía a una monótona normalidad, Hitler era como una especie de dinamo.
Junge describió a Hitler como una persona que presentaba dos personalidades: una muy considerada y
afable, y otra muy fría, iracunda y avasallante en extremo, apasionada y calculadora.
Hitler era vegetariano, gustaba del té y además no soportaba el calor; no se podía fumar en su
presencia y hacía climatizar sus ambientes a no más de 11 °C de temperatura. Otro de los aspectos
es que a Hitler le gustaba escuchar chismes, pues lo distraían de su realidad. Además, Hitler se
acostaba muy tarde, a las tres o cuatro de la madrugada, y se levantaba también muy tarde, entre
las 10:00 y las 11:00 horas; el personal militar de la primera planta se acostaba en torno a la
medianoche, terminada la última reunión de guerra de cada día y se levantaba hacia las siete.
[cita requerida]
Para los miembros cercanos a Hitler, Keitel, Lammers y Bormann, Hitler predicaba con el ejemplo pagando
sus propios costes personales sin derogar ningún fondo del Estado. Los ingresos de Hitler, hábilmente
administrados por su secretario personal Martin Bormann, sucesor de Rudolf Hess, provenían de los
derechos por su imagen postal y por su libro Mein Kampf. [cita requerida]
Otro de los rasgos característicos de Hitler era su desprecio por la debilidad ante el enemigo y por éste,
sobre todo al judaísmo y en segundo grado al comunismo, su impulsividad y su obcecación por las metas sin
importar el costo que tuvieran. Por ejemplo: cuando Brauchistch le solicitó la retirada estratégica de Moscú,
Hitler se encolerizó diciendo:
Un ejemplo de su aparente flexibilidad es cuando cedió ante Himmler por la deportación de los holandeses a
Polonia, en pro de aumentar primeramente el contingente de las SS.
En el lugar donde debía haber un corazón en el pecho de Hitler, había un gran hueco.
Cuando le tocaba tratar temas variados sobre aspectos técnicos o militares, mostraba un acabado
conocimiento de estos, llegando a sorprender a sus interlocutores.
Hitler era muy condescendiente con quienes mostraban valor y arrojo en combate; llegó a diseñar él mismo
la Cruz de Brillantes, Espadas y Robles para Hans Ulrich Rudel, el célebre piloto de «Stukas».
No dominaba ningún idioma extranjero aparte de un francés rudimentario que había aprendido en la
enseñanza media de Linz, terminando sus estudios en el ramo al tercer año con la nota de «insuficiente».209
Es de suponer que en los años 1914–1918 haya tenido ocasión de refrescar en algo sus conocimientos de
francés en el frente occidental. Como canciller, Hitler se informaba de la prensa extranjera solamente por vía
de su traductor jefe Paul-Otto Schmidt. Aparte de Praga (1939), Varsovia (1939), París (1940) y Roma, así
como Viena y Berlín, Hitler personalmente no conoció otras capitales europeas.
Dado que tenía mala vista, pero rehusaba portar gafas por vanidad, los sirvientes debían distribuir gafas para
leer en todas las salas de la Cancillería, para que Hitler tuviera rápidamente una a mano.210
Antisemitismo
El primer testimonio de Hitler sobre la cuestión judía se encuentra en una carta escrita en septiembre de
1919:
Utilizando la terminología biológica que frecuentemente desplegaría, declaró que las actividades
de los judíos producían «una tuberculosis racial en las naciones». Afirmó categóricamente que los
judíos eran una raza, no una religión. El antisemitismo como movimiento político, declaró, debería
basarse en la «razón», no en la emoción, y debería conducir a la eliminación sistemática de los
derechos de los judíos. Sin embargo, concluía:
Veintinco años después, en vísperas de su suicidio, dejó escrita en su Testamento Político su valoración de la
«raza judía» como la verdadera culpable de la guerra en curso.
En un pasaje de Mein Kampf, escribió que el sacrificio de los soldados alemanes en el frente de la Gran
Guerra no hubiese sido necesario si «doce o quince mil de estos judíos corruptores del pueblo hubiesen sido
sometidos a los gases tóxicos».212
El antisemitismo de Hitler era un componente muy arraigado y esencial de su ideología, más allá de los usos
propagandísticos que pudo darle a lo largo de su trayectoria política. Junto con el deseo de asegurar la
hegemonía de Alemania en Europa y la consecución de un espacio vital para su país, la eliminación de los
judíos era el tercer elemento que conformaba su ideología.213
El deseo de venganza que Hitler desarrolló tras la capitulación alemana en noviembre de 1918 se centró en
una serie de enemigos que ya había identificado años antes, a los que solo se podía combatir mediante la
guerra;
Ya que bajo su punto de vista los judíos eran los responsables de los crímenes más terribles de
todos los tiempos -por la «puñalada en la espalda» de 1918, la capitulación, la revolución, la
desgracia de Alemania-; ya que bajo su pervertida percepción eran los principales protagonistas
del capitalismo de Wall Stret y de la City de Londres, así como del bolchevismo de Moscú; y ya
que, según su creencia en la leyenda de la «conspiración judía
En este sentido, Hitler se veía como el agente necesario para la salvación de Alemania y veía la destrucción
del poder de los judíos como el medio indispensable para lograrla.
Con su ascenso al poder el 30 de enero de 1933, su Weltanschauung, ante todo un conjunto de objetivos
visionarios, sirvió para integrar las fuerzas centífugas del nazismo, para movilizar a sus activistas y para
legitimar determinadas iniciativas políticas llevadas a cabo siguiendo, de una forma u otra, su voluntad.
Entre tales objetivos estaba la eliminación de los judíos, idea que supo manejar con criterio táctico a lo largo
de su carrera. Así,
Hitler intervenía para canalizar los ataques en forma de una legislación antijudía tremendamente
discriminatoria, aplacando en cada fase a los radicales y progresando en la radicalización de las
medidas adoptadas. Existía, por lo tanto, una «dialéctica» continua entre acciones «salvajes» desde
abajo y discriminación orquestada desde arriba. Cada fase de radicalización era más intensa que la
que la precedía. De esta manera, la inercia no se desvanecía nunca.214
La obsesión de Hitler contra los judíos propició que este, incluso, llegara a despreciar, en sus últimos años,
al cristianismo por su origen judío. En su círculo más cercano Hitler solía pronunciar largos monólogos, a
modo de propuestas de mesa, que su secretario personal, Martin Bormann, escribía minuciosamente. Así, en
1943 y en plena guerra, Hitler dijo:215
El golpe más duro para la humanidad es el cristianismo —el comunismo es hijo del cristianismo—
son todo invenciones de los judíos.
Adolf Hitler, 1943.
Desde su aparición en el mundo político, surgieron toda clase de teorías y rumores que han intentado
explicar los orígenes del antisemitismo de Hitler.
Se dice que al menos desde la década de los 1920 ya circulaban rumores de que Hitler tenía alguna
ascendencia de sangre judía. La más seria de estas teorías es la que expuso Hans Frank en sus memorias,
escritas después de la guerra. Frank afirmó haber investigado sus antecedentes familiares por orden del
mismo Hitler y llegado a la conclusión de que su abuela, Maria Schicklgruber, había dado a luz a Alois
Hitler, el padre de Hitler, mientras trabajaba como criada en una familia judía de Graz apellidada
Frankenberger, de la cual el hijo de la misma, Leopold Frankenberger, sería el padre de Alois. Ninguna de
estas historias, incluida la de Frank, ha demostrado tener bases factuales.216 Lógicamente las implicaciones
de estos rumores eran políticamente explosivas para un proponente de una ideología especialmente racista
contra los judíos. Los adversarios intentaron demostrar que Hitler tenía antepasados judíos o checos, y
aunque estos rumores no fueron nunca probados, se piensa que para Hitler fueron una razón suficiente para
ocultar sus orígenes.[cita requerida] Según Robert G. L. Waite en The Psychopathic God: Adolf Hitler, el
régimen de Hitler hizo ilegal que las mujeres alemanas trabajaran en familias judías, y después del
Anschluss (anexión) de Austria, convirtió la ciudad natal de su padre en un área de prácticas de artillería.
Waite dice que las inseguridades de Hitler en este aspecto pueden haber sido más importantes que si la
ascendencia judía pudo ser probada por sus compañeros.
Para 1903, Hitler asistía a la Realschule al mismo tiempo que Ludwig Wittgenstein, uno de los más
destacados filósofos del siglo XX. Un libro de Kimberley Cornish sugiere que los conflictos entre Hitler y
algunos estudiantes judíos, incluyendo Wittgenstein, fueron un momento crítico en la formación de Hitler
como un antisemita.217 Sin embargo, la obra de Cornish ha sido acusada de ser de naturaleza
especulativa.218 219
Muchos otros historiadores tratan de especular el origen de su odio extremo hacia los judíos señalando la
posibilidad de que el padre biológico de Alois (y por tanto su abuelo) fuera de origen judío,[cita requerida] lo
que fue desmentido luego. Otros lo atribuyen a que su madre, Klara Hitler, murió al cuidado de un médico
judío,220 pero el mismo Hitler pareció estar agradecido por sus atenciones (le regaló una pintura y más tarde
como canciller le permitió salir de Austria).221 Según algunos, sería la idea de la supuesta influencia
sionista para que Estados Unidos entrara en la guerra.[cita requerida] Hasta la fecha, ninguna de estas
aseveraciones ha sido convincentemente confirmada.
Por otra parte, diversos autores también aseguran que Hitler fue seriamente influenciado por la teoría del
darwinismo social222 basada en la idea de Darwin de "la supremacía del más fuerte" y extendida como una
práctica social por la creencia en una supuesta superioridad e inferioridad física e intelectual de algunos
humanos como resultado de la evolución.223 224 225 226 227 228 En esta línea de pensamiento, algunos
autores consideran que Hitler creía que los judíos y otros grupos étnicos como los afroamericanos y gitanos,
estaban «corrompiendo» la supuesta «pureza» de la nación germana, y ponían en peligro su salud física, y su
oportunidad de competencia con otras naciones del mundo.229 La teoría es incluso tratada en el libro Why
the holocaust: Hitler's Darwinistic Messianic Genocide de Jan Horník, donde el autor señala una cita de
Darwin en la que este escribió que en «un futuro no muy distante» sucedería una de exterminación y
reemplazo de «razas salvajes» humanas que si duda alguna generaría un «estado más civilizado» en la
humanidad.i
Otra hipótesis afirma que fue simplemente por estrategia política.[cita requerida] Hitler encontró un culpable
simbólico que le permitía justificar fácilmente el nacionalismo alemán y superar la lucha de clases (lo que en
psicología básica se denomina chivo expiatorio).[cita requerida] El banquero no era malo por ser banquero,
sino por ser judío. Si el banquero era alemán, nacionalista alemán, sólo podía empeñar la plusvalía que
obtenía a costa de los trabajadores en engrandecer Alemania. Era una adaptación de la idea fascista del
nacionalismo para superar la lucha de clases, pero era mucho más potente al identificar un enemigo mítico
contra el que ya existía recelo y aversión mítica y antigua. Una brillante idea con la que promover un
movimiento unitario con una gran dosis de crítica y acción constructora (la gran Alemania) y una no menor
dosis de destrucción y violencia mítica. La acción política perfecta: construir y destruir como propuesta
política.
Otras figuras con cuya ideología se ha vinculado su antisemitismo, incluyen tanto a Friedrich Nietzsche, de
quien leyó sus obras en la prisión de Landsberg donde redactó Mein Kampf;80 231 como al reformador
alemán Martín Lutero, a quien consideraba, junto a Richard Wagner y Federico el Grande, como uno de los
alemanes verdaderamente «grandes» de la historia,232 y responsable de un gran número de escritos
antijudíos.
Legado de Hitler
Durante los Juicios de Núremberg se acusó a 611 personas, integrantes de las diversas instituciones del
Tercer Reich, de cinco delitos: complot, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad (exterminio),
crímenes contra la paz y genocidio. Los principales jerarcas nazis apresados fueron condenados a la horca o
a largas penas de prisión; otros murieron en los meses que siguieron a la caída de Berlín.
El nazismo y cualquier reminiscencia ideológica afín fueron prohibidos en casi toda Europa; de hecho no se
pueden publicar textos de orientación nazi ni utilizar públicamente esvásticas y otros símbolos hitlerianos
sin riesgo de cometer falta o delito punible. Sin embargo, la discriminación antisemita permaneció hasta
bien entrada la década de los 60, sobre todo en países americanos.
Distintos grupos en todo el mundo se consideran herederos del nazismo. Grupos violentos como el Ku Klux
Klan, Nación Aria, etc., se reclaman herederos de esta doctrina.56
Otro de los legados de Hitler es el nombre y el concepto del automóvil Volkswagen (auto del pueblo),
llamado en un primer momento Kdf-Wagen (Kraft durch Freude, fuerza a través de la alegría). El diseño
original del auto fue realizado por el ingeniero Ferdinand Porsche, pero el propio Hitler se ocupó de los
detalles finales del acabado de la carrocería y aportó el nombre. Durante el gobierno nazi solo se
construyeron prototipos, pero tras la guerra el Volkswagen (como fue conocido finalmente el automóvil) se
hizo muy popular, desarrollándose diversos modelos de (escarabajo).235
"Higiene racial" y el Holocausto
Para avanzar en la aplicación de esta «Solución Final», se celebró la Conferencia de Wannsee cerca de
Berlín, el 20 de enero de 1942, con quince altos funcionarios participantes, dirigido por Reinhard Heydrich
y Adolf Eichmann. Las actas de esta reunión proporcionarían la prueba más clara de la planificación del
Holocausto. El 22 de febrero, Hitler fue grabado diciendo a sus socios, «vamos a recuperar nuestra salud
sólo con la eliminación de los judíos».[cita requerida]
Predecesor:
Sucesor:
Paul von Hindenburg
Führer de Alemania Karl Dönitz (presidente)
(presidente)
1934 - 1945 Joseph Goebbels (canciller)
Él mismo (canciller)
Predecesor: Sucesor:
Kurt von Schleicher Canciller imperial de Alemania Él mismo como Führer
1933 - 1934
Predecesor: Sucesor:
Anton Drexler Líder del Partido Nazi Martin Bormann
1921 - 1945
Predecesor: Sucesor:
Franz Pfeffer von Salomon Comandante de las Sturmabteilung Ernst Röhm
1930 - 1931
Predecesor: Sucesor:
Walther von Brauchitsch Alto mando del Oberkommando des Ferdinand Schörner
Heeres
1941 - 1945
Predecesor:
Persona del año para Time Sucesor:
Chiang Kai-shek
1938 Joseph Stalin
Soong May-ling
Predecesor: Sucesor:
— Reichsstatthalter de Prusia Hermann Göring
1933 - 1935
Véase también
Adolf Hitler en la cultura popular
Alemania Nazi
Anexo:Calles designadas como Adolf Hitler
Holocausto
Mein Kampf
Nacionalsocialismo
Opiniones religiosas de Adolf Hitler
Notas
a. A la muerte del presidente Hindenburg, se intituló Führer und Reichskanzler («líder y canciller
imperial»), asumiendo las funciones del reichspräsident (presidente), que se sumaron a las
que ya desempeñaba como jefe de Gobierno desde 1934. Dicho título fue el empleado hasta
julio de 1942, fecha en la que cambió por führer des Großdeutschen Reiches («líder del Gran
Imperio alemán»).
b. En alemán, Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei o NSDAP.
c. Nicolaus von Below, Gerda Christian y Else Krüger declararon que la boda se celebró antes de
medianoche, pero todos los demás testimonios y pruebas, incluida la fecha del certificado de
matrimonio, confirman que se celebró comenzado el día 29 de abril.147
d. El resto de los componentes del gobierno eran Paul Giesler (Ministerio del Interior), Karl-Otto
Saur (Ministerio de Armamento), Werner Naumann (Ministerio de Propaganda), Schwerin von
Krosigk (Ministerio de Finanzas), Walther Funk (Ministerio de Economía), Otto Georg Thierack
(Ministerio de Justicia) y Herbert Backe (Ministerio de Agricultura).153
e. Ninguno de los testigos más próximos y creíbles afirmaron haber escuchado el sonido de un
disparo.165
f. No tienen credibilidad las fuentes, recogidas intencionadamente por algunos autores
soviéticos, que afirmaron que Hitler se envenenó con cianuro. Este fue el testimonio de Fritz
Tornow, que solo entró en la habitación cuando ya se habían retirado los cuerpos. Hans Baur,
el piloto de Hitler que tampoco estaba presente, sostuvo la versión de que se envenenó
previamente a dispararse, igual que Artur Axmann citando a Günsche, algo que contradecía
sus primeras explicaciones y además desmentido por el mismo Günsche. Ni Linge ni Günsche
hablaron en ningún momento de envenenamiento y tampoco mencionaron el olor
característico del ácido prúsico en el caso de Hitler, un envenenamiento previo que es además
extremadamente improbable por razones forenses debido a la rápida acción del ácido prúsico.
No tienen ningún fundamento tampoco las versiones que sostienen que Hitler se disparó en la
boca o que fue un tiro de gracia de Günsche o Linge.168
g. Según un primer relato oficial de los soviéticos Krebs se entrevistó con Vasili Chuikov,
mientras que otra versión afirma que llegó a encontrarse con Zhúkov.174 Según el relato de
Zhúkov, después de informar a Stalin de la muerte de Hitler, para encontrarse con Krebs envió
al cuartel general de Chuikov a su jefe de Estado Mayor, Vasili Sokolovski.175
h. Los soviéticos también habían tenido noticias del matrimonio de Hitler y Eva Braun por medio
de un prisionero civil que afirmó ser un técnico encargado de una reparación del sistema de
ventilación del búnker, a cuya declaración el NKVD no le concedió ninguna credibilidad.189
i. La cita: «En algún periodo del futuro, no muy distante, como en cuestión de siglos, es casi
seguro que las razas civilizadas del hombre exterminarán y reemplazarán a las razas salvajes
en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos, tal como el profesor
Schaaffhausen ha señalado, será sin duda exterminados. La ruptura entre el hombre y sus
aliados más cercanos entonces será más amplia, porque intervendrá en el hombre en un
estado más civilizado, como podemos esperar, incluso que el de los caucásicos, y algunos
monos tan inferiores como el mandril, en lugar de como ahora [pasa] entre el negro o el
australiano y el gorila»; Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Cap. VI, «En el lugar de
nacimiento y la antigüedad del hombre».
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