Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
NACIÓN ARGENTINA
ToMo II
PLANETA
7. LA MONARQUÍA.
PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
Nuevo Mundo y fueron útiles para llevar a ca económica europea, muestra en contraposi
bo la conquista y primeras etapas de la coloni ción una notable consolidación de las provin
zación, hasta la configuración de los reinos y cias indianas, tanto en el orden material como
provincias. en el plano político. Durante la primera mitad
Cuando se produjo el asentamiento defi del siglo XVIII, dichas provincias alcanzaron
nitivo de los españoles en el actual territorio una cierta “autonomía” económico-financiera
argentino, ya estaba definido el régimen insti y también administrativa, que hizo posible por
tucional general, luego de las experiencias ini entonces el acceso de criollos a las plazas de las
ciales realizadas en otras regiones del conti audiencias y tribunales de cuentas. En general
nente. No obstante, hubo nuevas modalidades se percibe en la época un fortalecimiento de la
políticas que surgieron de la experiencia local sociedad hispano-criolla.
y que alcanzaron vigor a través de la autono A partir de 1750 y en forma coincidente
mía de esas provincias. con un proceso de recuperación de la Monar
Equilibrio y flexibilidad fueron pilares de quía —esta vez con el aporte de los reinos pe
sustentación de la Monarquía. Su poder era ninsulares periféricos—, la Corona introdujo
superior, el más alto, pero no exclusivo. Se re reformas administrativas, judiciales y hacen
conocía la existencia de poderes dispersos en dísticas tendientes a recobrar el control de las
tre otras jurisdicciones e instancias interme provincias indianas y a colocar nuevamente a
dias. Aquélla debía atender al equilibrio de los los peninsulares en las principales plazas de
intereses constituidos y mantener la paz y jus gobierno y justicia. La pretensión de imponer
ticia entre los diversos poderes en juego en ca una racionalidad uniformadora y un centra
da territorio, guardando las normas y prácti lismo absorbente perturbó el antiguo equili
cas arraigadas en sus corporaciones y sus gen brio, pues quedaron desplazados los arraiga
tes. Esto mismo estimulaba un constante in dos particularismos, las variadas jurisdiccio
tercambio entre centros y periferias, para em nes y los intereses locales consolidados. El
plear una expresión representativa del nuevo avance en esa dirección generó no pocas resis
ángulo con que hoy se observan estas cuestio tencias y vino a alterar aquel armónico cultivo
nes. Pueden así descubrirse comunes prácticas de la variedad. Nos adentramos ya en el proce
normativas que constituyen el núcleo de una so que condujo a la desmembración de la Mo
constitución política que excede el mero texto narquía española, cuyo primer gran golpe
escrito. aconteció en el cuarto de siglo inicial del
Esta situación se vio modificada con el Ochocientos.
tiempo por la aparición de nuevos factores. En La peculiaridad de tan compleja entidad
el orden interior se detecta la grave declinación política, como lo es en su constitución y tra
de Castifia en lo demográfico, económico y yectoria histórica la Monarquía española de la
cultural en medio de una crisis cuyos primeros época, hace difícil —por no decir imposible- su
síntomas surgen a principios del siglo XVII, sin adscripción a los modelos o tipos de Estado di
que ello haya impedido el avance de la castella señados por la ciencia política contemporánea.
nización de la Monarquía. Esa centuria, carac Se discute entre los estudiosos si puede ha
212 terizada también por una fuerte depresión blarse de "Estado moderno” -denominación
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
_.. «A .7'-,:.rr,
ÉÏMNÁYLIÏÁIIÏQ}! ¡INV-D . luego los títulos de descubrimiento y ocupa
lnvnclamnun OA u url ción de los territorios deshabitados y la con
‘urtflnflmm rultljnuur un) MNII-"VF- ¡una IL;
ÏñïT-«Iofi n-u-Xlvnnrt JI I": nélhl. ¿‘alpjfi-p‘ ryïruu‘: quista por justa guerra de los poblados por in
Huamán:
1 -a una-hn¡ra-D
. ¿a numiu-ÍIWI-Kzpt rin-aqui; ' 'rg
aro-Du! fm? ‘¡Hvefiíuupfijcm dígenas para llevarles la luz del Evangelio. La
2;‘. ¡y Pull-or,‘ Wffifiñfifl mm»?
bula pontíficia era para Solórzano el título
más concreto, en cuanto estaba asentado en
Í Manuscrito de las Relaciones, de Francisco de Vitoria. un documento y se inclinaba a considerar que
a través del mismo se les había concedido a los
obtener nuevos espacios marítimos y terres reyes católicos el dominio y jurisdicción gene
tres, atacaron el dominio político español, ral y absoluto. Siguiendo esta misma línea, la
desconociendo valor a la donación pontífi Recopilación de Leyes de Indias de 1680 colo
cia, al mero descubrimiento y a los tratados có dicho título pontificio como primer funda
de Tordesillas. Frente a la concepción del mar mento del derecho de la Corona sobre las In
exclusivo hispano-portugués, se desenvolvió dias. También se invocaban el descubrimiento
la doctrina de la libertad de los mares. Asi de los territorios; el favor y protección de Dios
mismo, se dio relieve a la posesión territorial y la obligación de llevar a cabo la labor evan
-originada en el Derecho romano- como gélica entre los aborígenes. De tal modo, en
fuente de derechos en el orden internacional ambas obras fijadoras del orden indiano, una
de los tiempos modernos. En la argumenta postura pragmática había llevado a acentuar
ción que los autores desenvolvían eran sagaz la estimación de las controvertidas bulas, a
mente aprovechadas las razones esgrimidas alegar los títulos de descubrimiento, ocupa
por Vitoria —en cuanto negaban el título pa ción y justa conquista y, en fin, a invocar otro
pal— y las acusaciones de Las Casas, en cuan argumento que gozaba de favor en la coetánea
to permitían exhibir ante la opinión europea literatura política: el providencialismo.
algunas crueldades de los conquistadores con En cuanto a la recepción de aquellas direc
respecto a los indígenas. De este modo, y sin tivas reales acerca de la forma de llevar a cabo
habérselo propuesto sus autores, los frutos de las empresas de conquista, se puede observar 215
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL
que en la primitiva provincia del Río de la Pla La voz provincia -utilizada imprecisamen
ta, las doctrinas y leyes encauzaban la acción te en Castilla- parece seguir en su uso indiano
de los conquistadores, pero aquí -como en el modelo romano, que lleva ínsita la noción
otras partes— aparecieron las variantes y los de distancia, que separaba lejanas comarcas
matices locales, dadas las realidades o tiempos del centro del poder político. No se conocía la
diferentes que se vivían en estas comarcas. Así, voz colonia en la acepción que le darán los
por ejemplo, la suspensión temporal de nue otros procesos colonizadores de potencias eu
vos descubrimientos como medida general or ropeas que se producirán siglos después.
denada en 1552, ante las fuertes presiones es Es dable observar a través de la documen
pirituales de los teólogos, provocó visibles de tación de los siglos XVI y XVII que las pro
sajustes con la vivencia local del Paraguay, vincias indianas ocupaban una posición que
donde precisamente era imperioso afianzar el puede ser institucionalmente equiparable a
proceso conquistador. De igual modo, la or otros territorios de la Monarquía, incluso rei
den de buscar una relación pacífica con los in nos y provincias peninsulares, y en ningún
dios interfería en el desarrollo de lo que se caso aparece una ordenación de tipo colo
creía una guerra justa. Para superar este desa nial. Las provincias indianas eran considera
juste se recurría a.l consejo de los moralistas, das como “accesoriamente” unidas a Castilla,
quienes con su dictamen ayudaban a acomo nervio nuclear de la Monarquía. Esta situa
dar aquellos imperativos generales a las palpi ción lleva probablemente a que ellas sólo ju
tantes situaciones concretas. rasen al nuevo rey, sin intervenir en el acto de
su aceptación.
¿PROVINCIAS, REINOS o COLONIAS? Las Indias fueron estimadas por la Monar
quía en razón de la vastedad y riqueza de su
La condición político-jurídica de las In territorio y de la grandeza política que daba su
dias tiene su propia evolución. Una primera posesión. La distancia que las separaba de la
etapa, de corta duración, hasta 1516, muestra Península, la peculiaridad de sus distintas re
esos territorios como señoríos de los reyes ca giones y las gentes que las poblaban hacían de
tólicos. En los años siguientes y bajo la expre estas comarcas una realidad bien diversa de la
sión de “islas y provincias”, las nuevas tierras europea. La creación de órganos de gobierno
quedaron incorporadas a la Corona de Casti propios y de un Derecho especial fue otorgán
lla. La misma denominación de “provincias” doles una fuerte personalidad política. Y si
comenzó a utilizarse en la segunda mitad de la bien la influencia cultural, política, económica
centuria para individualizar las tierras que se y jurídica castellana animó la vida en el Nuevo
fueron conquistando y poblando, y perduró Mundo, no hay duda de que la recepción tuvo
hasta el final de la época hispana para designar matices particulares y hubo aportes autócto
los grandes distritos desde un punto de vista nos, que incluso iniciaron caminos de reflujo
territorial. Es lo que se observa en la coloniza hacia la Península.
ción del territorio argentino y de modo gene Sin embargo, no por eso debe suponerse
ral queda fijado algo más tarde en la Política que las provincias indianas estuvieran en un
216 indiana de Solórzano. pie de igualdad con Castilla u otros reinos
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
europeos. Las diferencias de nivel en lo políti “estos y aquellos Dominios”, o de modo pose
co, económico o cultural producían en el sivo “mis dilatados Dominios de América”. En
mundo de entonces —como en el de hoy— na el borrador de un decreto real de 1720 en el
turales y variables situaciones de hegemonía y que se usan las palabras dominios, reinosy pro
dependencia de unos y otros. En este punto vincias para designar al Perú, se advierte que
cabe señalar que la mira política de la Monar en el resumen marginal del texto la expresión
I”
quía era fundamentalmente europea y como “Reino del Peru aparece testada y sustituida
tal muchas veces dejaba rastros concretos de por la de “los Dominios del Perú”. Se trata de
esa subordinación con que se pensaba la rela un testimonio que sutilmente revela los aires
ción con las lejanas comarcas del Nuevo Mun cortesanos de entonces, aunque el intento sus
do. El planteo de esta igualdad -como cues titutivo no alcanzase repercusión.
tión abstracta- no parece haber preocupado a También se debió al influjo francés la uti
los hombres de la época y tal vez sólo apareció lización ocasional de la voz colonia en la se
tardíamente. gunda mitad del siglo XVIII. Surgió en la épo
La aplicación de la voz reino en las Indias ca de Carlos III para designar regiones subor
merece también ser considerada. Ya en 1506 se dinadas, pero sin afectar el antiguo uso de pro
la utilizaba oficialmente y hasta el final de la vincias y reinos. Las razones que originaron el
dominación española fue de uso frecuente, ge uso del vocablo no son fáciles de determinar.
neralmente en plural. Su presencia más noto Puede suponerse que se trataba de un intento
ria es en el título de la Recopilación legislativa de emular en prestigio a las nuevas potencias
de 1680 y en la misma ley que la promulgó. De europeas poseedoras de “enclaves coloniales”
modo particular, la denominación aparece pa en diversas partes del mundo o también de
ra designar provincias a cuya cabeza se encon marcar un brote de la autoridad peninsular,
traban gobernador y audiencia, o en las que con la mira de sujetar más los territorios ultra
había una fuerte comunidad indígena, como marinos. O ambas a la vez. Pero lo cierto es
Chile, Perú, Guatemala, Nueva España. En que, a la hora de establecer jurídicamente esa
nuestras comarcas no se empleó habitualmen condición, no quedaban dudas. Hacía 1776 el
te esta voz, pese a que con motivo de la crea mismo Carlos III expresaba que los “Reinos y
ción del Virreinato, el cabildo de Buenos Aires Dominios” de América “son provincias de mi
decía en 1778 que la ciudad “ha pasado a ser Corona de Castilla”, con lo que afirmaba el
cabeza de reino cuando antes no era mas que añoso perfil constitucional de las Indias.
de provincia”. Es más. Por entonces había conciencia de
En el siglo XVIII, se agregaron otras voces la diferencia existente entre las profincias in
para designar los territorios, sin que sustituye dianas y las colonias de otras naciones. Así, un
sen a las tradicionales. Fueron las de dominios autor dieciochesco utilizaba las voces domi
y colonias, habitualmente en plural. La prime nios y provincias para referirse a la América es
ra, de origen francés, tenía un sentido político pañola y colonia para los enclaves franceses e
que servía para revelar las tendencias absolu ingleses. Esta misma idea es explícitamente
tistas en auge y se aplicaba tanto a territorios afirmada en el conocido decreto del 22 de ene
europeos como a los americanos. Así se decía ro de 1809 expedido por la Junta Central de 217
LA MUNARQUÍA Y LA (lRGANllAClÓN LOCAL
Sevilla, cuando al convocar a los diputados trono, la guardia, etc. Este poder simbólico ri
americanos, decía que “los vastos y preciosos tual tiene enorme trascendencia en la conso
dominios que España posee en las Indias no lidación de una entidad política que se hace
son propiamente Colonias o Factorías, como visible a través de su cabeza, y sobre todo
los de otras naciones, sino una parte esencial e cuando es el mismo príncipe titular de varios
integrante de la Monarquía española”. reinos y otros territorios integrados en la Mo
Según se acaba de ver, los vocablos apro narquía. Es precisamente en esta circunstancia
piados para definir la constitución política de cuando más nítidamente sobresale la figura
las Indias son el de provincias y en menor me del monarca como artífice de esa entidad po
dida el de reino. En cambio, las voces dominio lítica. En el caso de la Monarquía española se
y colonia surgieron con algún uso político en produjo el tránsito espectacular del rey caste
el siglo XVIII, pero sin sustituir la denomina llano con una corte ambulante que recorría el
ción tradicional. reino al monarca universal que establece su
asiento fijo en una ciudad capital. Los pobla
EL REY.‘ SÍMBOLO y PODER dores de los reinos y provincias indianos, co
mo también los de otros reinos europeos, no
La Monarquía española era una organiza tenían ya ese contacto visual directo con el
ción de poder monocrática hereditaria. Su ti príncipe y fue entonces cuando se hizo más
tular, monarca o rey, gozaba del ejercicio su patente la fuerza de ese poder simbólico, re
premo de la jurisdicción. Le correspondía la presentado en el sello real y encarnado en los
dirección superior de los negocios indianos. oidores y principalmente en los Virreyes y sus
Esto no significaba que acumulara en sí todos cortes.
los poderes jurisdiccionales y normativos, dis La Monarquía tenía sustentación en diver
persos en diversos niveles y corporaciones, si sas teorías políticas antiguas y modernas, que
no que sólo actuaba cuando a él se recurría en se combinan y funden conforme a la dinámi
instancia suprema. Existían otros poderes re ca del proceso histórico y a las necesidades de
conocidos con esfera propia, primaria, no de las situaciones particulares. No puede hablar
rivada del rey. se así de una sola teoría o de varias sucesivas,
El rey aparecía ante todo como símbolo sino de un entramado que se exterioriza a tra
político, respaldado por una estructura de po vés de los tres siglos del régimen indiano.
der. Hacia él se dirigían las adhesiones con En las Partidas del siglo XIII, la concep
prescindencia de la persona que ocupara el ción del rey como señor natural puesto por
trono, como resplandece en aquel difundido Dios para gobernar la comunidad está acom
anuncio mortuorio: ¡El rey ha muerto! ¡Viva pañada de preceptos que establecen que rey y
el rey! Esto permite al antropólogo Lisón To reino deben amarse, honrarse y guardarse fi
losana afirmar que “el rey es su imagen” y que delidad recíprocamente. Esta concepción go
detrás de ella se halla agazapado un hombre zó de buena difusión y estimación bajo la tu
de carne mortal. El rey debía representar dig tela del código alfonsino. Desde la segunda
namente su realeza en el escenario de su Cor mitad del siglo XIV, empezó a desenvolverse
218 te, con uso estratégico del espacio, la corona, el en Castilla una nueva idea que llevó a conce
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
bir la función del rey como un oficio, que de arraigó en.las comunidades hispanas ni pudo
sempeñaba, conforme. a determinados lími desplazar las antiguas concepciones que rea
tes, enbeneficio de la comunidad. La misma parecían cuando la ocasión era propicia para
fue acogiday desenvuelta por algunos teólo invocarlas, como aconteció finalmente en el
gos y juristas del-siglo XVI. Hastase suele ha momento de crisis de la Monarquía, a co
blar de un contrato callado o pacto entre arn mienzos del siglo XIX..
bos, rey y comunidad. La existencia de doctrinas contrapuestas
En el Nuevo Mundo, el poder real surgió actuó como elemento de estabilidad y firmeza
de la conquista y de la donación pontificia, pe de un régimen político que, más allá de discre
ro también del consentimiento de las comuni pancias y algunas graves-alteraciones, encon
dades aborígenes -cuando ello ocurrió—. Ha tró en la dilatada comunidad que regia el apo
cia 1540 se percibían los ecos pactistas caste yo necesario para mantener en la cúspide la fi+
llanos en la relación entre rey y conquistado- gura de un monarcaucuyo alto poder simbóli
res. Esta ideaztuvo diversosie interesantes mo co encubría las debilidades carnales de algu
dos de expresión hasta la misma época de la nos de los príncipes que ocuparon el trono;
emancipación. En cuanto a la adhesión que en tal sentido‘
La consolidación de la Monarquía -he suscitó la imagen delirey en suelo americano,
chura del rey, según se ha visto— llevó a consi no hay suficientes estudios para determinarla.
derar a éste como dotado de un poder y unas El tema está abierto, con muchos interrogan
regalías que le eran propios, sin que se consi tes y escasos aportes de interés. Enuno de és
deraran recibidos de los reinos ni de la comu tos, Néstor Meza Villalobos ha examinado lo
nidad. Por otro conducto se desenvolvía una que denomina “la conciencia política chilena”
concepción providencialista, que asociaba el desde fines del siglo XVI hasta comienzos del
triunfo y apogeo de la Monarquía española XIX. Así comprueba que los pobladores de ese
con el designio de la Providencia Divina. Esta reino tuvieron “un claro concepto de la finali
concepción, que cobró fuerza durante los rei dad del poder público y de sus límites, y que
nados de los reyes católicos, Carlos V y Felipe desde fines del XVII, con el apoyo del iusnatu
II, no dejó de invocarse en los siguientes. ralismo, se vigorizó la convicción de que el
Ambas vertientes de ideas, unidas a cir pueblo era fin del poder. Ello les dio libertad
cunstancias fácticas, favorecieron la introduc para solicitar al rey lo que consideraban nece
ción de una nueva teoría más radicalizada sario y era de su resorte otorgar y también pa
que, desplegada en Inglaterra y Francia en el ra reclamar de aquellas resoluciones que esti
XVII, gozó de seguidores en la España diecio maban perjudiciales. Estos vasallos —agrega el
chesca. Según ésta, el rey recibía el poder di autor citado- estaban conscientes de que toda
rectamente de Dios, sin intervención del pue actividad gubernativa era propia del rey, por
blo y se consideraba dueño y señor de la Mo lo que este reconocimiento llevaba aparejada
narquía. Así se explica el uso de ciertas expre la subordinación a sus mandatos.
siones, como la de llamar al rey “Amo” y a los Con respecto a las comunidades indíge
reinos, “sus dominios”. Esta doctrina, pese al _ nas, la cuestión es aun más difícil de apreciar,
vigor con que aparece en‘piezas políticas, no dada la diversidad de situaciones, culturas y 219
LA MONARQUIA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
nares, ocuparon a lo largo de estos siglos pla glo XVII, cuando asumen un papel propio,
zas en el Consejo. que intentaba diferenciarse del de los conseje
La historia del Consejo que hoy se conoce ros y hasta parangonarse con éstos. El tono
es muy parca en mostrar el funcionamiento de con que defendían ante el rey sus preeminen
los mecanismos internos del poder, el eventual cias hace pensar, ya entonces, en una función
liderazgo de determinados presidentes o mi en ascenso, que alcanzará consagración formal
nistros, la vinculación con el rey, sus validos y un siglo más tarde.
secretarios, la relación de fuerzas con otros ór Los memoriales, recursos y peticiones que
ganos de la Corte, etc. La falta de actas de las desde las comarcas indianas se dirigían al rey
sesiones del Consejo es, sin duda, un escollo iban directamente a su Consejo. Desde el
para penetrar en esos vericuetos del poder su principio, se dio preferencia a los asuntos gu
premo. Todo ello se esconde en la monumen bernativos, tanto temporales como espiritua
tal masa de papeles que, atesorados en el ar les. Contrariamente a lo que ocurría en el
chivo del propio Consejo, hoy constituyen Consejo de Castilla, se determinó que las cues
gran parte de los fondos del Archivo General tiones contenciosas de justicia quedaran ter
de Indias. En este centro de poder y en directa minadas con el fallo de las audiencias ameri
vinculación con el trono, se destacaba el papel canas y sólo en ciertas causas interviniese la
cumplido por los secretarios del rey, cuya fun sala de justicia del Consejo. A su vez, la cons
ción apareció realzada desde principios del si titución de las juntas de guerra y hacienda —en 22]
LA MONARQUIA Y LA ORGANIZACIÓN LocAL
la que participaban consejeros indianos- llevó menor, en el ejercicio del poder directo por
a estos órganos los negocios especializados. De parte del Consejo.
tal modo, se dejó expedito el camino a los mi Según se advierte, el Consejo ejercía “un
nistros para ocuparse específicamente de los gobierno por relación”, es decir fundado en la
asuntos de gobierno, bajo cuya denominación información que recibía y raramente en el co
se encerraba un vasto conjunto de materias. nocimiento directo de la realidad. De allí que
La atracción que ejercía la Corte determi le era necesario abrir todos los cauces posibles
nó‘ que se dirigieran hacia allí -aun en los para constatar la veracidad de esa informa
tiempos de mayor autonomía indiana- virre ción. Reiteradamente se enfatizó que los mi
yes, obispos, audiencias, gobernadores, cabil nistros debían poseer acabada noticia sobre la
dos, tribunales de cuentas, capitanes genera geografía, población, economía y constitución
les, prelados religiosos y cualquier otro vasa política y eclesiástica de las comarcas indianas
llo —indios incluidos—. La masa de papeles lle para mejorar su capacidad de análisis y deci
gaba con el arribo de las flotas y galeones -pe sión de los casos. En parte, esta necesidad po
ro también en los navíos de registro, como los día ser paliada con la experiencia indiana de
que comunicaban directamente Buenos Aires algunos consejeros o de otros antiguos minis
con la Península- y daba lugar al despliegue tros que residían en la capital de la Monar
de un trámite burocrático, con intervención quía. Sin embargo, esa experiencia era relativa,
dthfiseal. Gon su dictamen y a veces también pues sólo alcanzaba a las provincias donde ha
con el de otros ministros, el Consejo delibera bían residido. Con todo, a través de esas opi
ba y resolvía. Lo hacia en torno de una mesa, niones se solía lograr un acercamiento a la va
alrededor de la cual se sentaban los ministros, riada realidad de las Indias. Al leer escritos de
presididos por el gobernador, según se regis Solórzano, en el siglo XVII, o de Mata Linares,
tra en un grabado del siglo XV-II. No satisfe a principios del XIX, se aprecia cómo ellos in
chos los consejeros, en algunos casos segreca tentaban universalizar sus experiencias parti
baba la opinión de otros expertos o ex minis culares en el Perú, Chile o Buenos Aires. Valga
tros residentes en la Corte; no faltaban oca recordar, como ejemplo « no desdeñable, la
sionesxen las que.el dictamen sesolicitabaa fuerza que tuvo a mediados del siglo XVIII la
órganos o autoridades residentes en América. opinión requerida por el Consejo a don Iuan
Finalmente, seformalizaba porescrito la con Vázquez de Agüero, que había residido cinco
sulta que contenía la decisión del Consejo, años en Buenos Aires, para dar un giro favora
elevada al rey en forma directa.A-l margen del ble a la controvertida permanencia de los por
documento, se asentaba ademodo breve la re tugueses en la ciudad.
solución regia. Era entonces cuando se proce- Una de las tareas nuclearesdel Consejo era
día aaredactar el despacho, real cédula o pro la de proponer al reylas personas para ocupar
visión, según correspondiera. De tal modo, el los oficios secuiares y eclesiásticos en las pro
Consejo no expedia disposiciones por sí, sino» vincias indianas, así como el- otorgamiento de
actuaba a través del rey. Una excepción -a esta las-mercedes y gracias. Estas apreciadas atribu
regla fue la carta acordada, de uso frecuente ciones, que dabam prestigio y autoridad al
222 en el siglo XVII, que sugiere un matiz, acaso cuerpo, no siempre fueron , ejercidas por el
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
Consejo en pleno. En un tiempo, fue tarea ex organismos indianos, luces y sombras. Para
clusiva de su presidente, en otra época, de la las primeras, basta pensar en el papel trascen
Cámara de Indias, integrada por el presidente dental que cumplió en la articulación del apa
y tres consejeros. Cuando estas funciones no rato gubernativo. Entre las segundas, caben
ocupaban al Consejo en pleno, el organismo recordar las quiebras, corruptelas, infidelida
caía en un vacío funcional de tal considera des que desfilaron por distintos niveles de su
ción que los negocios que le ocupaban eran administración.
escasos, según testimonios coetáneos. Com En el siglo XVIII, se produjeron importan
probación ésta que tiene interés para estimar tes modificaciones -incubadas en el siglo an
el grado de distribución de los poderes juris terior, según se ha visto- que alteraron el fun
diccionales y normativos entre las autoridades cionamiento de este régimen gubernativo pe
centrales y periféricas. ninsular. El Consejo sufrió su más fuerte em
El Consejo, en la cúspide del aparato gu bate con la reforma de 1717, que en teoría dis
bernativo, tenía su sede en la propia Corte, minuyó drásticamente sus atribuciones, que
instalada definitivamente en Madrid desde fi pasaron en gran parte a la nueva Secretaría de
nes del siglo XVI. A su vez, el núcleo de la co Indias, una de las cuatro que formaron el con
municación marítima con las Indias se encon sejo de gabinete creado por Felipe V. El objeti
traba en Sevilla, a más de quinientos kilóme vo buscado en las sucesivas reformas fue dar
tros de la Corte. Era en esa ciudad donde se ordenación racional y uniforme a la adminis
organizaban las expediciones, se despachaban tración central, a través de un replanteamien
y recibían los navíos que cruzaban el Atlánti to de los órganos existentes. Dados los reitera
co. Ya en 1503, se había establecido allí la Casa dos cambios e incumplimientos de las reglas
de Contratación, que fue el primer órgano de establecidas, se hace difícil verificar el efecto
gobierno indiano creado en la Península. A práctico de esas reformas.
partir de la creación del Consejo, quedó su Con el nuevo orden, se estableció la deno
bordinada a éste. Desde fines del XVI, la Casa minada “vía reservada”, que dio lugar a una
quedó integrada por dos grupos bien caracte suerte de gobierno paralelo, que provocó ten
rizados: los jueces oficiales, de carácter admi siones y disputas. Con todo, el Consejo pudo
nistrativo; y los jueces letrados que constituían mantener íncólume cierta porción de la anti
la llamada Audiencia de la Contratación. gua autoridad. En efecto, no sólo subsistió su
La Casa había tenido desde su creación un competencia en algunas materias —como la
cúmulo de variadas funciones administrati judicial y la consultiva- sino que, ya sea por
vas, fiscales, náuticas, comerciales, judiciales, expresos reconocimientos o por incumpli
propias de un organismo que actuaba como miento de las nuevas pautas, según fuesen las
nexo vital en la comunicación entre la Corte y épocas, ejerció, de modo oscilante, también
las provincias americanas. A ello tuvo que funciones en las áreas del gobierno temporal
agregar más tarde su dedicación al apresto y y espiritual.
seguridad de las flotas y navíos para proteger Luego de algunas vicisitudes, la Secretaría
los de los corsarios, piratas y filibusteros. En la de Indias fue finalmente suprimida en 1790,
historia de la Casa hay, como en todos estos y se encomendaron sus asuntos a las demás 223
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
secretarías de Estado. La pretendida unifor periencia que se recogía en los sucesivos inten
midad racional en el tratamiento de los nego tos y a las circunstancias que se modificaban
cios de gobierno de la Monarquía que se plas constantemente.
mó en esta reforma finisecular benefició al El primer atisbo ordenador se percibe en
alicaído Consejo, que volvió entonces, por su las capitulaciones de Santa Fe de 1492, cuan
reconocida especialidad, a ser llamado a pro do se otorga a Cristóbal Colón los títulos de
nunciarse acerca de importantes asuntos in almirante -en el mar y en las costas- y de vi
dianos. Lo cierto es que el Consejo subsistió rrey y gobernador —en las islas y tierra fir
más allá de los tiempos de la independencia me—, a imitación del modelo castellano. Fue
americana. En cambio, la suerte de la Casa de una corta experiencia, imprecisa en cuanto al
Contratación fue menos favorable, ya que alcance de estos títulos con amplísimos po
perdió parte de sus atribuciones y la razón deres e insatisfactoria por la falta de aptitu
misma de su existencia. El núcleo de las co des gubernativas del Almirante. Este régimen
municaciones con América se fue desplazan inicial, sin ser suprimido expresamente, que
do hacia Cádiz y aunque se dispuso en 1717 dó superado por otro nuevo antes de expirar
que allí se trasladase, su papel fue languide el siglo XV.
ciendo hasta su extinción en 1790. En efecto, al ampliarse el ámbito territorial
con los incesantes descubrimientos, surgió un
nuevo intento ordenador consistente en la
EL GOBIERNO PROVINCIAL Y LOCAL creación de algunas provincias, con una exten
sión limitada, a cuyo frente se establecía un
Los COMIENZOS gobernador. De este plan sólo se concretó la
designación de Nicolás Ovando como gober
La organización territorial indiana se fue nador de la Isla Española, en sustitución de
delineando de modo lento e impreciso, con Colón, suspendido en sus funciones de virrey.
forme se iban descubriendo y colonizando las El crecimiento aquí y acullá de los descu
distintas regiones. Aquella no respondía a un brimientos y conquistas impedía por el mo
esquema previo. Era dúctil y empírica, sobre mento alcanzar una organización estable. La
todo en el siglo XVI. No había precedentes de conquista de México por Hernán Cortés
situaciones análogas. Mares, montañas, cordi (1518-1521), la expedición de Magallanes y
lleras, llanuras, istmos, poblaciones autócto Elcano, las primeras noticias hacia 1525 del
nas, difícilmente cabían en un primer diseño fabuloso imperio de los Incas y en general el
ordenativo. Se avanzaba en el descubrimiento interés despertado por explorar otras costas e
y conquista con asombrosa fuerza vital. No islas inmediatas, junto con la creación del
había tiempo para la reflexión ni para el cono Consejo de Indias en 1524 y poco después la
cimiento a fondo de cada región. No eran desaparición del oficio hereditario de virrey
tiempos de plantear una racional y jerárquica con la muerte del hijo del Almirante, determi
ordenación de autoridades y órganos de go naron en esa misma década la vuelta al régi
bierno. La organización se fue adaptando a las men de capitulaciones. Estas se empezaron a
224 peculiaridades de la tierra y de la gente, a la ex conceder en forma apreciable, con la consi
LA M(i)N/\RQlll/\. PODER (IEÏNTRAL Y PUHLÏRFÏS I,()(ÍAI,,I<ÍS
t»
Fachada principal de la Casa de los Reales Consejos, uno de los cuales era el de Indias. Según Viaje de España,
de Antonio Ponz. 1776.
grupos de conquistadores. Los letrados, sin Nueva Granada y Filipinas tenían cada uno un
embargo, no fueron ajenos a este clima y ca presidente de audiencia que ejercía funciones
yeron también en las extralimitaciones de gubernativas, con independencia de aquellos
otros ministros. Virreyes. En estos casos, era la audiencia, y no
Esta ordenación se manifestó con la incor el presidente, quien representaba al rey. El pre
poración de las gobernaciones del Tucumán y sidente, que empezó siendo habitualmente le
del Río de la Plata a la jurisdicción de la Au trado, dejó de serlo a partir del siglo XVII
diencia de Charcas, que convirtió a ésta en au cuando surgió la necesidad de contar en esos
diencia-gobernadora, pero la situación duró oficios con hombres de armas, para atender
muy poco tiempo, porque en 1567 se enco las guerras y conflictos con otras potencias eu
mendó al virrey del Perú el gobierno superior ropeas, que ocurrían en lugares estratégicos de
de ambas provincias. la Monarquía.
Lo cierto es que en esa década de 1560, se La sujeción de estos gobiernos superiores
establecieron las bases de una ordenación te al rey era directa. Cada uno tenía bajo su juris
rritorial general que se mantuvo sin alteracio dicción varias provincias. Los Virreyes y presi
nes sustanciales hasta la segunda mitad del si dentes actuaban como gobernadores en las
glo XVIII. provincias donde residían. Había excepciones.
Por entonces se hizo más nítido el deslin Así, durante el corto período de funciona
de entre las diferentes materias en las que ac miento de la audiencia de Buenos Aires entre
tuaban las autoridades: gobierno, justicia, gue 1663 y 1672, su presidente tuvo el gobierno
rra y hacienda. La distinción no impedía que superior de las provincias del Río de la Plata,
su ejercicio se pudiese acumular, mediante Tucumán y Paraguay, pero estaba subordina
distintos títulos, en una misma persona. Se do al virrey del Perú.
abandonó el criterio de encargar a las audien
cias el ejercicio colectivo de las tareas de go LA ORGANIZACION EN EL ACTUAL TERRITORIO
|_\ o l: ‘
"CHARCAS
I-IUQUISACA ó mu,“ SANTIAGO
DE JEREZ
l 580 - 1632
VIL RICA DEL mo
ESPIRITU SANTO DE JANE]
1570 - 1631 SAN
¡PABLO
SAN VICENTE
156
SANTOS LOS
TODOS DE g,DELESTER
gANfiAGoJ ‘v
LA ¡NUEVA 1553
' SANIUAN C
ugnonrzm a1
a 62
30°
EL TERRITORIO ARGENTINO
EN l600
l Gobernación del Rio
de la Plata
2 Gobernación del Tucumán
3 Gobernación de Chile
--- Limites actuales
227
LA MUNARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL
Tucumán y Chile, y una cuarta, la del Estre Uruguay. De las 30 doctrinas establecidas en
cho, que abarcaba lugares poco explorados y el siglo XVIII, 22 se encontraban dentro de la
aún no colonizados por los españoles. provincia.
Por otra parte, a mediados del siglo XVIII
l. La del Río de Ia Plata, extendida desde se incorporaron a la gobernación rioplatense
los 15° 40’ hasta los 46° 25’ de latitud Sur tenía los territorios de la Patagonia oriental y la Tie
por límites orientales el meridiano de Tordesi rra del Fuego, y también comenzó a traslucir
llas y el océano Atlántico. Por el occidente lle se en documentos de la época la pertenencia
gaba hasta el meridiano 62° y desde los 34° 08’ de las tierras de la Patagonia hasta la cordille
de latitud Sur seguía por una línea ubicada a ra de los Andes.
cien leguas contadas desde el océano Pacífico. La provincia rioplatense fue alcanzando
Llegaba por el oeste hasta las gobernaciones una natural preeminencia. Las ciudades de
de Santa Cruz de la Sierra y del Tucumán, ya Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes consti
establecidas como provincias, sin que los lírni tuían el eje fluvial del distrito, que era su prin
tes estuviesen estrictamente fijados. La sede de cipal medio de comunicación. La primera ser
las autoridades estaba en Asunción. vía de puerto al interior y de residencia a las
La gran extensión de esta provincia moti autoridades políticas y eclesiásticas. Como
vó que por real cédula de 16 de diciembre de consecuencia del desarrollo bonaerense, los
1617 se establecieran dos gobernaciones sepa gobernadores aparecían elevados en su jerar
radas: la del Guayrá —más tarde denominada quía, logrando en algunas materias cierta su
del Paraguay-, que comprendía las ciudades perioridad militar y política sobre los que go
de Asunción, Santiago de Ierez, Villarica y bernaban Tucumán y Paraguay. Más tarde, a
Ciudad Real; y la del Río de la Plata, que abar mediados del siglo XVIII, los gobernadores de
caba Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y los nuevos distritos de Montevideo, Malvinas
Concepción del Bermejo —despoblada en y Misiones quedaron subordinados al de Bue
1632-, además de otros vastos territorios aún nos Aires. Se anunciaba así una tendencia que
no ocupados. Los límites entre ambas gober lentamente culminaría con la creación del Vi
naciones no quedaron fijados taxativamente rreinato, con sede en la capital bonaerense.
en dicha cédula y debían surgir, por lo tanto,
de las jurisdicciones de cada una de las ciuda 2. La del Tucumán, que se extendía en el te
des mencionadas. Asunción y Buenos Aires rritorio ubicado entre los límites septentrio
fueron residencia de las respectivas autorida nales de Iujuy y su prolongación hacia el este
des, que estaban sometidas en lo político al vi en 22° 05’ de latitud Sur el meridiano 62° que
rrey del Perú y en lo judicial a la audiencia de la separaba del distrito rioplatense, el paralelo
Charcas. 34° 08’, llegaba por el Oeste hasta la cordillera
Dentro de los límites de la provincia rio de los Andes a través de una línea que pasaba
platense se asentaron, tiempo después, los por el nordeste de San Luis y San Iuan. Si bien
pueblos de las misiones jesuíticas situados al los límites de esta provincia nunca quedaron
sur del alto Paraná y aquellos otros que se estrictamente definidos, puede decirse que
228 fundaron con posterioridad al oriente del con la ocupación progresiva del territorio lle
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
gó a comprender las actuales provincias de Iu bajo la dependencia del gobierno chileno, su
juy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San bordinado a su vez al virrey del Perú. A partir
tiago del Estero y Córdoba. de 1574, Cuyo se constituyó en corregimiento,
Esta comarca fue el núcleo fundador de con sede en Mendoza, sujeto a la jurisdicción
nuestro actual territorio mediterráneo. Sus sucesiva de las audiencias de Lima y Santiago,
orígenes son vagos en razón de que, a partir de con un breve interregno dependiente de la au
1543, actuaron distintas expediciones con diencia instalada en Concepción.
quistadoras provenientes tanto de Chile como La Iunta de Poblaciones de Chile dispuso
del Perú. En tales ocasiones se suscitaron con en 1752 que los territorios ubicados al sur de
flictos jurisdiccionales y personales entre au Mendoza y dentro de los límites asignados a la
toridades y grupos de conquistadores. Asimis gobernación de Chile se incorporasen al co
mo, era difícil la convivencia entre los nuevos rregimiento cuyano.
pobladores y los naturales. Luego de veinte Al crearse en 1776 el Virreinato del Río de
años de indefinición, el virrey del Perú, conde la Plata, Cuyo fue incorporada a la nueva enti
de Nieva, creó en 1563 la provincia, que sepa dad política. No se trató de una decisión pre
ró de Chile, y nombró a Francisco de Aguirre cipitada, ya que desde principios de esa centu
como gobernador y capitán general. ria la región había incrementado su relación
Hasta fines del siglo XVII, las autoridades comercial con el eje Buenos Aires-Potosí y en
residieron en Santiago del Estero. Luego el 1716 llegó a solicitar concretamente su segre
obispado se instaló en Córdoba y la sede de la gación del reino de Chile para incorporarse a
gobernación, en Salta. La provincia quedó de la gobernación del Tucumán, a lo que el Con
pendiendo del virrey del Perú y en lo judicial sejo de Indias no accedió.
de la audiencia de Charcas.
El camino real que unía el Litoral con 4. La del Estrecho, provincia de extensión
Charcas fue el eje de desarrollo de esta provin incierta, comprendía el resto de la Patagonia
cia. A su vera prosperaron las ciudades de y la Tierra del Fuego. Fracasadas las sucesivas
Córdoba, Santiago del Estero, Salta y Iujuy. empresas destinadas a su ocupación, la ma
Más tarde, también San Miguel de Tucumán. yor parte del territorio quedó incorporada a
la gobernación de Chile por real cédula del
3. La de Chile abarcaba las actuales provin 29 de mayo de 1555. También Tierra del Fue
cias argentinas de Mendoza, San Iuan y San go quedó como dependencia chilena a partir
Luis, además del territorio trasandino que da de 1573. Posteriormente se intentó convertir
ba nombre al distrito. Sus límites se extendían este último territorio en una gobernación,
a cien leguas de ancho a contar desde las cos pero fracasó la expedición. Desde entonces,
tas del Pacífico. según Zorraquín Becú, “el extremo Sur del
Cuyo fue ocupada por disposición del go continente quedó como una región desocu
bernador de Chile, que envió al capitán Pedro pada y vacante”. A mediados del siglo XVIII
del Castillo como teniente de gobernador y la Patagonia oriental y la Tierra del Fuego
capitán general. Una vez fundadas las ciuda fueron incorporadas a la provincia del Río de
des de Mendoza y San Iuan, la región quedó la Plata. 229
LA MONARQUÍA Y LA oR(;AN¡zAcI(‘)N LOCAL
cios de residencia, surge una red de limitacio XVIII. Las designaciones corrían a cargo de los
nes que en la práctica tendían a encauzar la la mismos gobernadores, sin retribución fijada
bor de los gobernadores, que controlaban y por la real hacienda. Algunos de ellos interve
reducían su poder efectivo. nían sólo en determinados asuntos. Fue por
Dentro de este esquema, las atribuciones real cédula del 28 de septiembre de 1716 que
de los gobernadores no eran uniformes. Apa facultó al gobernador Bruno Mauricio de Za
recían enumeradas en sus respectivos títulos, vala para designar un asesor que atendiera “los
pero el uso y la costumbre del lugar podían pleitos y materias de justicia”. Sin embargo, la
ampliar o restringir esas facultades e incluso práctica observada en otros distritos y la cos
agregar otras no previstas en aquéllos. Aten tumbre local fueron dando al oficio de asesor
dían en general todas las materias que ordina una mayor amplitud hasta abarcar los nego
riamente constituían la gobernación espiritual cios de gobierno y guerra. En 1738, se consoli
—el orden eclesiástico y el ejercicio del Real Pa dó este diseño burocrático con la creación en
tronato, la evangelización de los indígenas y el el Río de la Plata de un teniente general letra
cuidado del culto- y la gobernación temporal do, auditor de la gente de guerra y la designa
—el orden de la vida social, la seguridad y el ción real de su titular por cinco años, que re
abasto de las ciudades, la promoción de la in cayó en el licenciado Florencio Antonio Mo
dustria y el comercio, etcétera-. Para ello po reyras. La actuación de este letrado se prolon
dían dictar autos de gobierno que se publica gó hasta 1761, cuando lo reemplazó Iuan Ma
ban por medio de bandos. nuel de Labardén.
Un modesto aparato administrativo aten El gobernador resolvía los negocios ante el
día el despacho de los negocios gubernativos. escribano, quien extendía y refrendaba los des
La situación sólo se modificó con la creación pachos y se encargaba de la custodia de los ex
del Virreinato y la implantación de las Inten pedientes. Era un oficio comprado que produ
dencias. Dentro de esta organización, estaba cía al titular los beneficios provenientes de los
en primer lugar el teniente general de la go derechos y aranceles que cobraba a los parti
bernación, quien recibía el nombramiento y culares interesados. A medida que fueron cre
facultades del titular. Cuando era letrado sus ciendo las tareas burocráticas, se sumaron a
tituía al gobernador en su función judicial y los escribanos de gobierno otras escribanías
también actuaba como asesor en los negocios que atendían cuestiones de guerra y hacienda
gubernativos. Reemplazaba interinamente al y también una para los asuntos de Cámara.
gobernador cuando éste se ausentaba o había Desde 1588 aparece en Buenos Aires el escri
fallecido. Los tenientes generales rioplatenses bano de gobierno.
residían habitualmente en Buenos Aires. En El gobernador estaba obligado a despachar
cambio, los del Tucumán solían instalarse en ante el escribano pero como éste no siempre
la ciudad de Córdoba, en tanto el gobernador era persona de su confianza, se admitía que
tenía su asiento en Santiago del Estero o Salta. despachase con su secretario los negocios se
La asesoría de los gobernadores en el Río cretos. Al registrarse una tendencia paulatina a
de la Plata y en el Tucumán no estuvo a cargo ampliar la participación de los secretarios en
de funcionarios permanentes hasta el siglo detrimento de los escribanos, éstos se vieron 231
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
como los que a su vez infligía a sus subordina gislativa" como rasgo de la colonización espa
dos. La institución se mantuvo durante la do ñola en América y marcó una orientación en
minación española, aun cuando en los últimos oposición precisamente hacia la creencia en un
tiempos, los aires reformistas se mostraran régimen de tipo estatal moderno que domina
contrarios al reconocimiento de la dignidad ba la mentalidad de los historiadores. Pero es
cacical. ta senda abierta por el maestro español no fue
entonces profundizada.
EL REPARTO DE PODERES.’ CENTROS En el nuevo enfoque cabría atender a los
Y PERIFFRIAS variados mecanismos de poder, desde el que
proviene de las relaciones clientelares y corpo
En el estudio de la organización política rativas hasta el engendrado por la propia bu
indiana, los historiadores han utilizado gene rocracia, todo ello entramado en sutiles arti
ralmente el paradigma estatal contemporáneo culaciones variables conforme a las coyuntu
como único referente de ordenación. Esto ha ras. Esto lleva a prestar atención más a una or
llevado a construir la difundida imagen de denación horizontal que vertical en la concep
una Monarquía que ejercía un poder político ción del poder y reconocer la existencia de
dominante y exclusivo sobre todos sus territo ámbitos de acción reservados a cada esfera de
rios a través de las órdenes expedidas desde poder. Así, por ejemplo, observa Zorraquín
sus órganos de gobierno peninsulares, o al Becú que la dependencia del gobernador res
menos, por medio de facultades expresamente pecto del virrey y la audiencia —que eran sus
delegadas en determinados funcionarios resi controles- nunca fue precisada y se ponía en
dentes en América. evidencia sólo cuando sus resoluciones guber
Los nuevos enfoques historiográficos, en nativas eran apeladas ante la audiencia del dis
cambio, sin desconocer la existencia de una trito o cuando el virrey dictaba disposiciones
fuerte tendencia hacia la centralización y uni de interés general. Pero el gobernador dispo
formidad desenvuelta paulatinamente, procu nía de un ámbito de poder propio, que no po
ran superar aquella visión un tanto simple, ob día ser invadido por dichas autoridades sin
servando esa entidad política como un orden mediar causas graves.
complejo en equilibrio, con poderes repartidos Muestra representativa de lo señalado es el
entre centros de autoridad reconocidos y sus ejercicio del denominado “gobierno superior”
respectivas periferias, donde el monarca ocu por parte del virrey del Perú. Su distrito com
paba una posición preeminente y no domi prendía las presidencias de Panamá y Chile y
nante. Esta nueva mirada parece compaginar los territorios incluidos dentro de la jurisdic
se mejor con el análisis de una realidad donde ción de las audiencias de Charcas y Quito. Es
la vastedad, variedad y especialidad de sus ele decir, cinco audiencias -incluida la de Lima,
mentos sumados a la distancia que separaba a que presidía- y hasta diez gobernaciones. Ese
los territorios de la Corte real hacía imposible gobierno superior -dice Zorraquín Becú- era
la práctica de un gobierno directo desde la Pe de especial naturaleza. No existía una depen
nínsula. Ya hace muchos años, Rafael Altamira dencia orgánica respecto del virrey y se ejercía
destacó la “autonomía y descentralización le esporádicamente cuando las circunstancias lo 233
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
A ¿ - 34;‘ -_
3
proyecta en la organización urbana. Leemos no. Este germen encontró tierra abonada para
en Castillo de Bovadilla (1596): “La casa es su desarrollo en el contexto mismo de la con
una pequeña ciudad y la ciudad es una casa quista, como esforzada empresa política y mi
grande”. El agrupamiento urbano realiza una sional y como medio de obtener enormes ri
primera unión entre los intereses privados y quezas materiales. La formalidad de las nuevas
dispersos de las familias, que busca una com fundaciones, el reconocimiento hacia sus pri
prensión del bien común y del interés general. meros pobladores, la obtención de libertades y
Para denominar su perfil político, se usa la voz franquicias, los servicios que se prestan al rey,
república. inflaman el ánimo de quienes poblaban estos
Durante los siglos XVI y XVII, se desarro núcleos urbanos. Algunos de éstos pueden os
lla en España -con notorio influjo itálico y de tentar títulos y gracias especiales.
la filosofía medieval- una intensa literatura Es indudable que la tardía colonización
sobre las ciudades —principalmente peninsula del actual territorio argentino y la falta de
res, pero también americanas- donde los au atractivos que excitaran la codicia o el ardor
tores tratan de cumplir con las pautas que misional -falta de metales preciosos, de anti
conforman la ciudad ideal: el buen emplaza guas culturas aborígenes y de indios para re
miento material; el conveniente clima y entor partir- provocaron que el proceso fundacio
no natural; las gentes ilustres e instituciones, nal se desarrollara más lentamente y con esca
las obras de caridad y difusión de la fe; y la fi sos estímulos. A fines del siglo XVI existían 15
delidad guardada al rey. Lugar destacado en ciudades, un siglo después eran sólo 13, aun
esta historia ocupan sus antiguos privilegios y que sus situaciones locales estaban consolida
otras prerrogativas que anudan la relación das. La fundación de Orán en 1794 hizo crecer
contractual con los reyes. Cualquiera sea el el número al transcurrir una nueva centuria.
móvil último de esta abundante literatura, lo El marco urbano de la época que interesa
cierto es que al ir en busca de los remotos orí mostrar debe completarse con otras ciudades
genes, se pone de relieve una organización po de las gobernaciones del Paraguay, Tucumán y
lítico-jurídica del espacio anterior a cualquier Río de la Plata, así como de la Capitanía gene
jurisdicción real y que se confunde en los co ral de Chile y del Virreinato del Perú que man
mienzos, con mitos y leyendas. tenían estrecha vinculación con aquellas ubi
Esta imagen de la ciudad es la que tienen cadas en este territorio, pues todas reconocían
los conquistadores que llegan a América. Un una común pertenencia política.
punto de referencia inicial puede encontrarse La fundación de ciudades en América se
en el propósito de bautizar las nuevas ciuda hacía en nombre del rey por parte de capitu
des con antiguos nombres urbanos europeos. lantes, conquistadores y capitanes. La ceremo
Sin embargo, la grandeza y la majestad predi nia reviste cierta solemnidad, con presencia de
cadas para aquellas ciudades relevantes del un escribano, que la deja registrado en acta. El
Viejo Mundo, con sus míticos orígenes y sus fundador toma posesión formal del lugar ele
antiguos fueros y privilegios, sólo constituyen gido, le da nombre a la ciudad y establece sus
un germen cultural en las primitivas poblacio términos, planta un madero que sirve de rollo
nes que se fueron erigiendo en suelo america y picota, como símbolo de jurisdicción, traza 235
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
La ciudad de Córdoba en 1713, según dibujo a pluma de lose’ Cipriano de Herrera y Loizaga.
la planta urbana, distribuye solares y tierras blo, y tiene la potestad suya, como su cabeza".
entre los vecinos y también reparte indios Tan tajante afirmación estaba ubicada dentro
cuando los hay. En algtmos casos, el fundador de un párrafo en el que si bien se reconocía que
otorgaba franquezas, libertades y privilegios a se trataba de una parte de la potestad que no
los pobladores y sus descendientes y también había sido transferida al príncipe, quedaba en
prescribía ciertas obligaciones para ellos. Este claro que en el ejercicio de la misma había una
conjunto normativo inicial integrará, según se cierta subordinación al rey y a sus tribunales.
verá, el derecho propio de cada ciudad. Aunque la institución provenía de Casti
lla, tuvo en las Indias su carácter y desarrollo
EL CABILDO.’ IMAGEN Y PODER propios. Todo núcleo fundacional que alcan
zaba el rango de ciudad tenía su cabildo. Así
Desde el momento mismo de la fundación, hubo en nuestro territorio un número de ca
el gobierno de la ciudad quedaba encomenda bildos similar al de las ciudades existentes.
do al cabildo, justicia y regimiento. Con esta También lo tuvieron siete poblaciones que re
denominación completa que se utilizaba con cibieron durante la segunda mitad del siglo
frecuencia en los documentos de la época se XVIII y comienzos del XIX el rango menor de
enfatizaban las dos funciones esenciales que villas. Nos encontramos así ante un número
tenía a su cargo: hacer justicia y regir la ciudad. de cabildos que tiene su particular trayectoria
Según decía Hevia Bolaños en la Curia Filipica histórica, en la mayoría de los casos poco o
236 (1603), el cabildo “es y representa todo el Pue mal conocida.
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
El mismo régimen capitular aparece en los gobierno “por menor” de la ciudad, entendido
intentos de congregar a los indios en reduccio en un sentido amplio, y sólo la ejecución de lo
nes o pueblos. Los cabildos, junto con el caci que se disponía estaba a cargo de los goberna
que, constituían la estructura política de estos dores o corregidores, como cabezas de la cor
pueblos de naturales. En las gobernaciones del poración. Para ello se invocaba —dos veces
Tucumán y del Río de la Plata estos proyectos dentro de un corto párrafo- conjuntamente a
pobladores escasamente prosperaron y los ca las leyes reales y al derecho común. Las prime
bildos indígenas corrieron igual suerte. Tuvie ras eran poco explícitas en estas cuestiones,
ron mayor importancia los que funcionaron mientras la literatura del derecho común abría
en las misiones jesuíticas. De los restantes, se anchas vías para reforzar esta potestad de los
destaca el cabildo indígena de Itatí, cuyos cuerpos capitulares.
acuerdos de fines del siglo XVIII y principios Una aproximación a la práctica gubernati
del XIX permiten conocer su funcionamiento. va permite observar las siguientes atribucio
Disponemos de un texto útil para conocer, nes concretas —a veces compartidas con la au
por boca de sus protagonistas, las atribuciones toridad real o convertidas en centro de contro
de estos órganos. Se trata de una manifesta versias-: el reparto y venta de tierras; la regu
ción asentada en una acta del cabildo bonae lación de carácter edilicio; la fijación de pre
rense en 1674: “a los cabildos y magistrados de cios de las mercaderías de consumo corriente
todas la villas, ciudades y lugares de su majes y de los aranceles de servicios; la organización
tad les está concedido por sus reales leyes y de de fiestas cívicas y religiosas; la regulación del
recho común el conocimiento y dominio de la abasto de la ciudad; el control del régimen de
ciudad en gobernarla por menor atendiendo pesas y medidas; el cuidado del orden, seguri
al reparo de sus frutos, sementeras, sustento dad e higiene urbanas; la distribución y el uso
de ellas y de sus vecinos, su quietud, precio y del agua; la concesión de licencias para las pul
medida y repartimiento en el mayor útil, que perías; la atención de la enseñanza de las pri
reconocieran convenir en cualquier tiempo meras letras; la fijación del valor de las espe
acordando lo que les pareciere conveniente, la cies monetizadas a falta de numerario, etc. Ex
ejecución de lo cual está cometida en las mis tendía su jurisdicción a la zona rural y regula
mas leyes y derecho a los señores Gobernado ba las tareas que en la misma se desarrollaban
res y Corregidores como cabeza de ello sin que en cuanto concernían a los intereses mismos
se les pueda privar del conocimiento de los ca de la ciudad. En este sentido, se destaca la ac
sos que les son concedidos antes si ampliarles tividad del cabildo bonaerense relativa a la ex
su jurisdicción y favorecérsela en lo determi plotación del cuero del ganado silvestre, ya en
nado cuyo orden han seguido y siguen los ca la concesión de las licencias para su matanza,
bildos de todo este Reino y provincias”. Lo in ya en su comercialización posterior.
teresante del texto es que fue redactado, como Desde otro ángulo, el ejercicio de esa pro
expresión capitular, durante una de las tantas clamada “potestad de todo el pueblo” llevaba
luchas de poder, y lo decisivo es que fija de al cabildo a ejercer la representación de la ciu
manera conceptual el criterio dominante en dad en solicitudes, recursos o cualquier otra
tonces. Función de los cabildos era atender el gestión ante diferentes niveles de poder: au 237
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
bildos poseían una base administrativa, que tros, militares y prelados. Las materias trata
les permitía mantener un cuidadoso registro das eran de diversa índole, como las relativas a
de los acuerdos y atesorar otros papeles gu la defensa de la población contra ataques de
bernativos y judiciales. los aborígenes, las contribuciones para costear
En este sentido, es preciso destacar la pre obras públicas como el arreglo edilicio, el
sencia del escribano y del abogado, a través de abastecimiento del agua y el cuidado de la ace
los cuales se encauzaba la actividad capitular quia, la edificación del templo y la confección
en carriles formales. El escribano aparece tem de imágenes del Patrono, etc. El número y fre
pranamente extendiendo las actas, certifican cuencia de estas reuniones no ha sido objeto
do resoluciones y expidiendo testimonios. de un estudio global que permita extraer con
Atendía los negocios del cabildo en su oficina clusiones, pero se advierte, según épocas y ca
ubicada en la casa capitular y tal era a veces su bildos, una cierta periodicidad, si nos atene
dedicación que se le facilita la trastienda para mos a los 22 celebrados en Montevideo entre
vivir, como ocurrió en Buenos Aires en 1610. 1730 y 1797, y a los 10 reunidos en San Luis
Probablemente en algunos casos su conoci durante el siglo XVIII. La expresión mayor de
miento práctico sirvió de apoyo en la decisión este tipo de reuniones fue la conocida como
capitular. Se desempeñaba también como se cabildo abierto revolucionario, cuyos ejempla
cretario de los alcaldes en los asuntos de justi res bonaerenses entre 1806 y 1810 son los más
cia. El oficio entró en el régimen de ventas, pe sobresalientes, sin omitir algunos otros, como
ro alternativamente hubo quienes fueron los celebrados en Montevideo entre 1808 y
nombrados por el cabildo o por el goberna 1814. La materia estrictamente política domi
dor, lo que suscitó controversias al respecto. naba estas reuniones, caracterizadas por una
Desde la primera mitad del siglo XVII, en numerosa concurrencia en medio de una con
Buenos Aires y Córdoba apareció el cargo moción pública. Como es sabido, en estos ca
concejil de abogado, para asesorar al cuerpo en bildos se plasmaron las grandes transforma
determinadas cuestiones y a los alcaldes en ciones que iniciaron el proceso de emancipa
asuntos de justicia, pero no tuvo regularidad. ción de las provincias rioplatenses.
Sólo a fines del XVIII se hizo estable. La descripción esquemática de las funcio
Los recursos de los cabildos no eran holga nes proporciona una idea sobre el significado
dos. Contaban con el producido de los bienes de la institución. Lo expuesto permite inferir
propios —que administraban- y de los arbitrios, que el cabildo era el depositario de una parte
provenientes de las tasas o contribuciones fija sustancial del poder político y como tal asu
das sobre el comercio o la industria local. Pa mía la representación del pueblo, preservaba
ra atender una obra pública de interés general la economía y la vida social en todo su entor
se establecían contribuciones extraordinarias. no y custodiaba la memoria cívica. Ahora
Cuando a juicio de los capitulares, algún bien, el efectivo desempeño de estas funcio
asunto importante requería la consulta u opi nes y su alta imagen representativa dependie
nión de todos los vecinos o de una parte de ron, según los tiempos y los lugares, de un
ellos, se convocaba a cabildo abierto, en el cual sinfín de acontecimientos y circunstancias
también participaban, según los casos, minis que sólo podrían conocerse siguiendo la hue 239
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
lla —a veces tortuosa- de cada uno de los ca pese a “cualquiera usos y costumbres que haya
bildos existentes en nuestro territorio duran en contrario”, desconociendo así antiguas pre
te esas centurias. A través del tiempo, se mo rrogativas. Para entonces, ya se les había quita
dificaron la composición social, el sistema de do a los ayuntamientos la administración de
acceso a los oficios, el vigor político frente a los recursos y hasta se discutía la jurisdicción
las autoridades reales y aun el interés mismo sobre sus bienes propios, todo ello en aras de
de los vecinos por participar en las activida la reforma hacendística de la Corona. Tam
des capitulares. En este sentido, debieron in bién la intromisión llegó a la misma elección
fluir ciertos lapsos de declinación en la mis de los capitulares. La confirmación de estas
ma vida urbana y también los distintos meca elecciones, concebida como un medio de con
nismos de poder que se fueron dando en la trolar la legitimidad del acto, pasó a veces a
sociedad y en la burocracia. El interés por los convertirse en una decisión dependiente del
cargos capitulares pudo decaer así en los gru arbitrio del gobernante.
pos superiores locales cuando ellos encontra Con todo, y aun en estos tiempos difíciles,
ron otros instrumentos más aptos para ejer se pueden rescatar testimonios que mantienen
cer ese mismo poder, sobre todo en la ascen en alto el reconocimiento sustancial a la irna
dente burocracia administrativa, judicial y gen del cabildo. Como resultas de un enojoso
militar de la segunda mitad del siglo XVIII. conflicto de ceremonial con el regente de la
Puede hablarse así, como enunciado hipoté audiencia, el cabildo bonaerense logró que el
tico general, de pronunciados claroscuros en rey definiera en 1791 el orden y grado de re
la trayectoria de cada cabildo y de apreciables presentación de los poderes públicos actuan
diferencias entre unos y otros, sin dejar de tes en la Buenos Aires finisecular. Según tal de
considerar la existencia de factores que les cisión, el virrey representa la real persona, y
eran comunes. como tal se le deben rendir los respetos y ho
Sin duda, uno de los campos de mayor menajes por parte de los tribunales, el pueblo
fricción para los cabildos fue el de las relacio y los cuerpos particulares y subalternos; la au
nes con la autoridad real local, dado que el go diencia, que ejerce parte de esa soberanía, “es
bernador, el corregidor o el teniente de gober la cabeza y centro de todos los tribunales” y
nador -o aun los delegados de éstos- se arro por lo tanto es la voz de su regente quien en
gaban a veces facultades que consideraban primer término debe cumplimentar al virrey;
privativas de ellos, y aun intentaban imponer el cabildo que “en estos actos representa al
su autoridad al propio cuerpo capitular. Esta pueblo” y aunque se halla subordinado a la
situación se hizo más notoria y recurrente al audiencia en lo relativo a la administración de
avanzar el siglo XVIII. En 1773, el cabildo de justicia, en los actos de obediencia, fidelidad y
Santiago del Estero se quejaba ante el rey del respeto tiene representación propia e inde
despotismo de los gobernadores que se apro pendiente, ocupando el lugar inmediato a la
piaban de “más jurisdicción que la que se les audiencia. Pese, pues, a los continuos someti
comunica en sus títulos...” y en 1809, en el cur mientos y presiones, el cabildo mantenía un
so de una dura confrontación, el virrey insis lugar que le permitía en todo momento rei
240 tía que el cabildo porteño cumpliese su orden vindicar sus antiguos derechos.
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
La gestión en defensa de los intereses de la su orden, las sesiones del cabildo en ausencia
ciudad y sus términos era preciso a veces ha del gobernador o su teniente. Se renovaban
cerla fuera de la sede por medio de procurado anualmente. Los regidores, en número variable
res. En primer lugar, se distingue una negocia pero que no fue mayor de seis -salvo Buenos
ción de carácter provincial o regional, concre Aires que alcanzó los doce en 1715-, compo
tada con participación de los procuradores en nían el núcleo del cuerpo capitular que parti
los cabildos provinciales y en los concilios y sí cipaba en las deliberaciones. Bajo la denomi
nodos. De los primeros sólo se conocen las nación de funcionarios especiales pueden
tres reuniones celebradas dentro de la gober agruparse aquellos que en razón de su cargo o
nación del Tucumán durante el siglo XVIII título tenían también participación en el ca
para tratar lo relativo al impuesto de sisa. A su bildo, con nombramiento expedido por el rey
vez, los procuradores de las ciudades estuvie o el gobernador, o, más tarde, por adquisición
ron casi siempre presentes en los ocho conci del título en remate público. Hasta principios
lios y sínodos celebrados en la región entre los del siglo XVII, los oficiales reales integraban el
siglos XVI y XVIII para tratar asuntos de inte cabildo, con preferencia sobre los regidores en
rés mixto, relativos al gobierno espiritual y el asiento, voto y firma. Su participación fue
temporal de españoles y naturales. muy resistida y luego de diversas vicisitudes
Otra era la gestión que se llevaba ante el fue finalmente prohibida en 1621 por disposi
trono real empleando los servicios de un pro ción regia. Dentro de la nómina de aquellos
curador. Algunos de los cabildos lo hicieron, funcionarios especiales, se destacan: el alférez
particularmente el de Buenos Aires, enviando real, el alguacil mayor, el fiel ejecutor, el alcal
sus propios representantes. Paulatinamente, de provincial de la Santa Hermandad, el depo
con el fin de dar mejor orden a la tramitación sitario general, el receptor de penas de cáma
de los asuntos y evitar la presencia en la Corte ra. Con frecuencia fueron los mismos regido
de un crecido y asaz variado número de procu res quienes desempeñaron esos oficios, princi
radores ocasionales, se restringió la asistencia palmente los de alférez real y fiel ejecutor.
de estos representantes de las ciudades -y de Para ocupar cargos capitulares se requería
otras corporaciones- a la misma Corte y se ser vecino, es decir residir con casa propia y fa
dispuso que los trámites se encauzaran a través milia en la ciudad, figurar como tal en el regis
de agentes o procuradores asentados y regis tro pertinente y haberse comprometido a
trados en número reducido, estableciéndose “sustentar armas y caballos” para el servicio
para éstos un estatuto profesional. real. Estaban excluidos los religiosos, militares
en servicio activo, ministros reales, hijos de fa
Los OFICIOS CAPITULARES milia y dependientes. Tampoco podían acce
der deudores del fisco, parientes del goberna
Los cabildos se integraban con alcaldes, re dor o de los cabildantes.
gidores y otros funcionarios especiales. Los al Los primeros nombramientos de cabil
caldes ordinarios, de primero y segundo voto, dantes eran efectuados por el fundador de la
eran los encargados de administrar justicia en ciudad, y luego, anualmente, el cuerpo se re
asuntos civiles y criminales, y de presidir, por novaba mediante la elección que los salientes 241
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
hacían de nuevos regidores. Excepcionalmen pra del cargo. Según Zorraquín Becú, ello con
te, hubo elecciones con participación de todos dujo a que languideciera la vida de los ayunta
los vecinos. Ello ocurrió en Corrientes en mientos y se manifestara un mayor someti
1669 y en Santiago del Estero entre 1557 y miento a las autoridades reales. El oficio que
1770, donde actuaron cabildos abiertos elec se mantuvo con más vigor y actividad fue el de
torales. En algunas ciudades, como Córdoba, los alcaldes, aunque su elección quedó reduci
se buscó en los comienzos que se equilibrara da a diminutas votaciones. Hubo cabildos con
la composición distribuyendo los cargos entre muy escasa actividad, como el de San Luis en
encomenderos y vecinos que no lo eran. En el siglo XVIII, donde en determinados perío
algún caso la distribución se hizo entre penin dos no hubo regidores y además un evidente
sulares y criollos. La tendencia general fue desinterés de los vecinos. Otros, en cambio,
evitar la reelección de alcaldes y regidores. Los experimentaron cambios importantes dentro
alcaldes no podían ser nuevamente electos del mismo siglo. Por ejemplo, y para seguir
hasta dos años después de haber desempeña dentro del corregimiento cuyano, el de Men
do el oficio y una vez sometido al juicio de re doza muestra en la primera mitad una etapa
sidencia, pero también en este caso hubo al de decaimiento y sometimiento que llegó has
gunas excepciones. ta su supresión entre 1732 y 1736, pero a par
A principios del siglo XVII, se introdujo el tir de 1748, se inició un período de vitalidad y
régimen de venta de los oficios concejiles. Pri autonomía que lo convirtió en órgano guber
mero, fueron los de funcionarios especiales. nativo imprescindible y protector de los inte
En 1604, se remató en Córdoba el título de al reses comerciales de la región. Pese a los inten
férez real y tres años después, el de deposita tos centralizadores de la Corona, al finalizar el
rio general en Buenos Aires. Más tarde, lo siglo, el cabildo poseía un considerable poder,
mismo ocurrió con las plazas de regidor. Los gobernado por una red de familias de la bur
oficios así adquiridos se convertían en vitali guesía local: los Corvalán, los Martínez de Ro
cios y a veces en perpetuos y transmisibles a zas y los Sotomayor.
otra persona. La difusión de este régimen lle En Buenos Aires, desde la segunda mitad
vó a que en la segunda mitad del siglo XVII, del siglo XVIII, se produjo una transforma
las elecciones capitulares quedaran reducidas ción, con motivo de la concesión real de que
a la de los alcaldes ordinarios, oficio que nun pudiese designar seis regidores, que pasaron a
ca fue vendible. ser de elección anual al no haberse comprado
El sistema introducido no tuvo resultados los oficios. De este modo, desde 1754 y hasta
favorables, ni tampoco lo alcanzó el de arren 1810, se eligieron cada año esos seis regidores,
damiento anual de los oficios vacantes que se al tiempo que continuaron desempeñando sus
intentó por un breve lapso. La dotación de los cargos otros que los tenían por título perpe
cabildos no alcanzaba a cubrirse debido a que tuo. La tendencia se extendió, hacia fines de la
los oficios vendibles quedaban vacantes por el centuria, a otros ayuntamientos.
escaso interés en adquirirlos, por la pobreza Sin integrar propiamente el cuerpo, fue el
de los vecinos o porque no se daba cumpli procurador general un funcionario importan
242 miento a los requisitos exigidos para la com te que era elegido anualmente por el cabildo y
LA MONARQUÍA. PoDER CENTRAL Y PODERES LOCALES
participaba en los acuerdos con voz pero sin La visita en sí misma no se reducía a infor
voto. Tenía a su cargo velar por los intereses de mar al superior sobre lo visto y oído, sino que
la ciudad y formular peticiones en este senti el visitador solía asumir un papel activo en el
do, ya ante el propio cabildo, ya ante las auto ejercicio del gobierno o de la justicia, dictando
ridades regias. A fines del siglo XVIII, recibió normas o resolviendo directamente asuntos
el nombre de síndico procurador general. que le sometían. Entre nosotros el ejemplo
más conocido de una “visita de la tierra” es la
EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIÓN.’ del oidor de la audiencia de Charcas, licencia
VISITAS Y RESIDENCIAS do Francisco de Alfaro, quien cumplió su mi
sión en las gobernaciones del Tucumán y Pa
Dos procedimientos principales se pusie raguay, dictando ordenanzas que tuvieron
ron en práctica para controlar el desempeño mucha repercusión. Fue la primera visita que
de los ministros del rey: la visita y el juicio de se despachó desde la audiencia de Charcas ca
residencia. Un tercero era el juicio de cuentas, si medio siglo después de su establecimiento.
al que estaban sometidos todos aquellos que Es un dato elocuente sobre las dificultades que
tomaran parte en la recaudación, administra tenían estos tribunales para cumplir con la pe
ción o inversión de la hacienda real. riodicidad prevista, en razón de las largas dis
La visita fue una institución de inspec tancias, el escaso número de oidores y la mis
ción vastamente usada en distintas jerarquías ma resistencia de éstos a afrontar largos y aza
de la administración indiana, tanto en el or rosos viajes.
den secular como en el eclesiástico. Servia por El otro medio de control era el juicio de
parte del superior para averiguar los proble residencia, dirigido a determinar la conducta
mas que se suscitaban en el territorio someti observada por el agente en el desempeño de su
do a su jurisdicción, recoger las quejas que se oficio. Su estructura provenía de Castilla. En
manifestaban contra los funcionarios y ob principio, todos los funcionarios indianos,
servar la conducta de éstos. Se hacían visitas desde el virrey hasta el alcalde, estaban obliga
al Consejo de Indias, a los virreinatos, a las dos a someterse al juicio al finalizar su actua
audiencias, a las cajas reales. Los oidores, a su ción, pero podía hacérselo en cualquier mo
vez, debían por turno visitar periódicamente mento. Se prohibía ocupar un nuevo oficio sin
las provincias que abarcaba la audiencia. De haber rendido la residencia del anterior. En los
manera análoga, los obispos visitaban su dió oficios vitalicios o perpetuos —por compra—,
cesis. La actividad gubernativa cerraba su cír era periódica.
culo con este instrumento. El propio rey en El juicio se sustanciaba por un juez especial,
carecía al virrey, en 1568, la conveniencia de que con frecuencia era el sucesor del residen
visitar su provincia, ya que le permitiría “no ciado. En el Río de la Plata así ocurrió con los
sólo por relación y oídas, mas por vista de gobernadores. En cambio, los Virreyes fueron
ojos", entender la disposición y calidad de la residencíados por jueces especiales. Constaba
tierra y de los sitios y lugares, y proveer mu de dos partes: una secreta, en la que se averigua
chas cosas que, por medio de otras personas, ba de oficio la conducta del residenciado, y otra
no se pueden hacer. pública, durante la cual los particulares podían 243
LA MONARQUIA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
promover demandas y querellas para obtener fortalecer la institución, que restableció la re
satisfacción de los agravios denunciados. En la sidencia en toda su plenitud para los empleos
parte secreta, se acudió fundamentalmente a las superiores -virreyes, presidentes, gobernado
declaraciones de testigos. Se buscaba que com res e intendentes- y la suprirnió o la dejó fa
parecieran personas de los diferentes estratos cultativa para otros de menor jerarquía.
de la sociedad, incluidos indígenas, y de todo el El autor que seguimos considera que “la re
territorio gobernado por el residenciado. sidencia no era una comedia intrascendente si
En algunas de las residencias de los virre no una temida realidad”. Pese a todos sus defec
yes rioplatenses, el número de testigos superó tos y vicios, era un mecanismo que actuaba pre
los 200. Luego de sustanciarse la prueba, el ventivamente sobre la conducta de los funciona
juez dictaba sentencia, con eventual apelación rios y obraba como válvula de escape para los
ante el Consejo de Indias o la audiencia, según vasallos afectados. La frecuencia con que las sen
se tratase de oficios de provisión real o no. In tencias impusieron considerables penas pecu
tereses, luchas políticas, odios o favoritismos niarias o inhabilitaciones para ejercer empleos
políticos o personales son abundantes ingre en el futuro prueba su carácter ejemplificador.
dientes contenidos en estas abultadas piezas
documentales, cuidadosamente guardadas en LAS PERSONAS DENTRO DEL ORDEN POLÍTICO
los archivos.
Esta estructura del juicio de residencia es Después de haber atendido a una estruc
tuvo sometida a variantes y fue objeto de múl tura política en sus diversos niveles, cabe ubi
tiples críticas. Entre las observaciones que se car a las personas como individuos dentro de
formularon caben destacar las que lo atacaban ese contexto. Esta pretensión ofrece grandes
por los crecidos costos que implicaba su tra escollos, pues según los criterios de aquella
mitación, por las rencillas que solía provocar y época no se concebía la existencia aislada del
por el efecto pernicioso que tenía sobre la ac individuo frente a la sociedad y al mismo Es
ción emprendedora de algunos gobernantes. tado, como ocurriría en teorías sociales poste
A mediados del siglo XVIII —según Mari riores, ni tampoco era irnaginable una con
luz Urquijo- el juicio de residencia había per cepción política igualitaria que abarcara a to
dido prestigio. Las dispensas de la residencia, dos los que habitaban una comarca o país.
en su parte secreta, se hicieron corrientes en la Más bien las personas -entiéndase españoles
segunda mitad de la centuria. Entre los prirne peninsulares y criollos, mestizos, indios y ne
ros agraciados estuvo el gobernador rioplaten gros libres o esclavos- aparecían agrupadas
se Domingo Ortiz de Rozas. De los Virreyes dentro de los diversos estamentos, gozaban de
hubo algunos dispensados al cesar en su man regímenes jurídicos particulares, con algunas
dato -Vértiz y Arredondo—, y a otros se les re garantías comunes. Es más, había instancias
chazó la solicitud —marqués de Loreto y Ioa intermedias en esa incorporación social del
quín del Pino—. El más excepcional fue el caso individuo. La principal era la familia, en don
del primer virrey Cevallos, a quien se le exi de irnperaba un orden interno que marcaba
mió del juicio secreto antes de asumir el cargo. desigualdades entre sus miembros. Se trataba,
244 En 1799, se hizo una reforma destinada a en suma, de una sociedad jerarquizada.
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
En lo que respecta a los indígenas, cabe se situaciones de servidumbre hasta particulares
ñalar que a raíz de tempranas denuncias sobre formas de esclavitud.
abusos cometidos y los posteriores debates El espíritu protector de aquella legislación no
suscitados entre teólogos y juristas sobre la se extendió a los negros esclavos, provenientes de
conquista misma, la Corona formuló declara otro continente. Sin embargo, a través de los ca
ciones concretas en favor de su libertad y buen sos judiciales, se puede observar la existencia en
tratamiento. Son considerados vasallos e igua el Río de la Plata, al menos en época tardía, de un
les a los labradores de Castilla, equiparación cierto propósito tutelar, que difería del trato que
que difícilmente se compagina con una reali se les daba en otras regiones americanas.
dad distinta. Se les impuso el trabajo obligato Lo apuntado en estas líneas sólo pretende
rio dentro del régimen de encomcndas y se marcar las direcciones más generales de la
dictó una abundante legislación que, en los cuestión, pues la realidad se presentaba rica,
comienzos de la Edad Moderna, se destaca por variada y mutable y la situación jurídica de las
su carácter tutelar. Sin embargo, tales declara personas tenía una relativa movilidad y una
ciones y normas sufrieron restricciones y ne abundante matización que hace difícil soste
gaciones en la práctica, desde la admisión de ner nociones excesivamente esquemáticas.
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Es abundante la bibliografía que ha abor revisada, págs. 643-837. Esta obra supera hol
dado los temas tratados. Hay autores y obras gadamente su anunciada condición de texto
clásicas que mantienen aún vigencia, ya sea a universitario. En algunos temas, el autor
través de obras de conjunto o de monografías asienta el resultado de sus propias investiga
fundamentales. En los últimos años la dimen ciones no expuestas en otras publicaciones.
sión política ha sido objeto de nuevos enfo De GARCIA-GALLO son importantes otros es
ques, a veces sobre la base de aquella biblio tudios reunidos en dos obras misceláneas: Es
grafía, otras veces al margen de ella. En este ca tudios de Historia del Derecho Indiana, Ma
pítulo se ha tratado de marcar, en la medida drid, 1972 y Los orígenes españoles de las insti
de lo posible, ese estado de la cuestión. tuciones americanas. Estudios de Derecho In
diano, Madrid, 1987.
[MARCO GENERAL También: MARIO GONGORA, EI Estado en el
Derecho Indiana. Epoca de fundación. 1492
Como obras generales son de lectura re 1570, Santiago de Chile, 1951; IOSE A. MARA
comendada: SILVIO A. ZAVALA, Las institucio vALL, Estado moderno y mentalidad social. Si
nes jurídicas en la conquista de América, Ma glos XV a XVII, dos tomos, Madrid, 1972;
drid, 1935. La segunda edición (México, HORsT PIETscHMANN, Staat und Staatliche Et
1971) está revisada y aumentada; ALFONSO wicklung am beginn der Spanischen Kolonisa
GARCIA-GALLO, Manual de Historia del Dere tion Amerikas, Münster Westfalen, 1980. Ver
cho Español, tomo I, Madrid, 1964, 2° edición sión castellana con el título EI Estado y su evo 247
LA MONARQLJÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL
lución al principio de la colonización española dos del mismo autor, I, 55-161). Se trata de un
en América, México, 1989; RICARDO ZORRA examen esclarecedor de la cuestión.
QUIN BECU, Estudios de Historia del Derecho, Sobre los títulos para la dominación polí
tomos I y II, Buenos Aires, 1988-1990; JOSE M. tica hay una antigua y abundante bibliografía.
MARILUZ URQUUO, El agente de Ia administra Se remite a la síntesis de VICTOR TAU ANzOATE
ción pública en Indias, Buenos Aires, 1998. GUI, “Los derechos de España a la conquista de
Recientes estudios han apuntado contra el América. Conciencia autocrítica y defensa
uso indiscriminado de la voz “Estado”. Centro pragmática”, en ERNESTO I. A. MAEDER y SONIA
de esas críticas ha sido la obra de Maravall, ya STENGEL (coord.) América y España. El encuen
citada. De esas críticas menciono el estudio de tro de dos mundos, Buenos Aires, 1988, págs.
JESUS LALINDE ABADIA, “España y la Monarquía 29-41, con elenco bibliográfico selectivo.
Universal (En torno al concepto de ‘Estado Para la historia del Consejo de Indias, sigue
moderno’)”, Quaderni Fiorentini per la Storia siendo obra básica la antigua investigación de
del Pensiero Giuridico Moderno, N° 15, Milán, E. SCI-IAFER, El Consejo Real y Supremo de las In
1986, págs.109-l66. Un tratamiento recomen dias. Su historia, organización y labor adminis
dable en nivel teórico véase en MAURIZIO PIO trativa hasta la terminación de la Casa de Aus
RAVANTI, “Stato (Storia)”, Enciclopedia del Di tria, Sevilla, 1935, dos volúmenes. Para el siglo
ritto, tomo XLIII (Giuffre Editore, 1990), págs. XVIII, es necesario acudir a GILDAS BERNARD, Le
708-758. Es atractiva la tesis de BERNARDINO Secrétariat d ’Btat et le Conseil espagnol des Indes
BRAVO LIRA sobre las distintas formas de ex 1700-1808, Geneve-Paris, 1972, aunque no de
pansión europea y el surgimiento del orden dica mucha atención al funcionamiento del
estatal en “l-Iispaniarum et Indiarum Rex. Consejo. Es sugerente el aporte de ALFONSO
Monarquía múltiple y articulación estatal de GARCIA-GALLO en “El Consejo y los Secretarios
Hispanoamérica y Filipinas, Contrastes entre en el gobierno de Indias en los siglos XVI y
formas estatales de expansión europea y las XVII”, Revista Chilena de Historia del Derecho,
formas imperiales y coloniales”, XI Congreso N° ll, Santiago, 1985, págs. 329-353. Para las
del Instituto Internacional de Historia del Dere relaciones entre los Secretarios de Estado y el
cho Indiana, Actas y Estudios, tomo II, Buenos Consejo en el siglo XVIII, remitimos al estudio
Aires, 1997, págs. 407-460. de ANA M. BARRERO GARCIA, “La vía ordinaria y
En cuanto a la condición político-jurídica la vía reservada en la Administración arnerica
de las Indias, el libro de RICARDO LEVENE, Las na en el siglo XVIII”, Estructuras, Gobierno y
Indias no eran colonias, Buenos Aires, 1951, tu Agentes de la Administración en la América espa
vo en su época gran difusión y su título sirvió ñola. S. XVI, XVII y XVIII, Valladolid, 1984,
de eje para la controversia, casi siempre muy págs. 233-250. Un estudio general, no específi
superficial. Su contenido está hoy ampliamen camente indiano, sobre los secretarios, es el de
te superado por otros estudios, principalmen JOSE ANTONIO ESCUDERO, Los Secretarios de Es
te el de RICARDO ZORAQUIN BECÚ, “La condi tado y del Despacho UniversaL Madrid, 1964,
ción política de las Indias”, Revista de Historia cuatro volúmenes.
del Derecho (RHD), N° 2, Buenos Aires, 1974, Para la historia de la administración india
248 págs. 285-380 (reeditado en los Estudios cita na es fundamental el libro ya citado de MARI
LA MONARQUIA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES
Pamplona, 1991. Para nuestras regiones son EDUARDO MARTIRÉ, “Los derechos personales
ilustrativas dos monografias que abordan as en Indias”, Revista del Instituto de Historia del
pectos parciales: EDUARDO MARTIRE, “Una ins Derecho Ricardo Levene, N° 26, Buenos Aires,
titución de visita en la intendencia de Potosí 1980-1981, págs. 79-92. Tiene valor referen
mas)”, RHD, N° 4, 1976, págs. 427-449, con cial la síntesis que hace GARCIA-GALLO en
bibliografía; y GASTON GABRIEL DOUCET, “Gé Manual, cit., págs. 729-737. De modo parti
nesis de una ‘visita de la tierra’. Los orígenes de cular interesa lo que dedica a la libertad, ca
la visita de las gobernaciones de Tucumán y pacidad y condición jurídica de los indios
Paraguay por el licenciado don Francisco de (págs. 713-716).
Alfaro”, RHD, N° 14, 1986, págs. 123-220. Pa En cuanto al régimen de la esclavitud en el
ra el tema de las residencias en general, con re Río de la Plata, remitimos al documentado
ferencias particulares al Río de la Plata, sigue trabajo de ABELARDO LEVAGGI, “La condición
vigente la clásica obra de MARILUz URQUUO, jurídica del esclavo en la época hispánica”,
Ensayo sobre los juicios de residencia indianos, RHD, N° 1, 1973, págs. 83-175.
Sevilla, 1952. Sobre los extranjeros, puede encontrarse
Lo relativo a libertades y garantías es te primera orientación bibliográfica en VÍCTOR
ma aún poco atendido por los historiadores. TAU ANZOATEGUI, “Una defensa de los ex
El más sugestivo de los estudios por el plan tranjeros en el Buenos Aires de 1743”, VI
teamiento y marco general es el de BERNARDI Congreso Internacional de Historia de Améri
NO BRAVO LIRA, “Derechos políticos y civiles ca. Academia Nacional de la Historia, Bue
en España, Portugal y América latina. Apun nos Aires, 1982, tomo IV, págs. 275-283. Pa
tes para una historia por hacer”, Revista de ra los portugueses en Córdoba, véase EDUAR
Derecho Público, N° 39-40, Santiago de Chile, DO GREGORIO GoULD, “La condición del ex
1986, págs. 73- l 12. La monografía más com tranjero en América: los portugueses en
pleta es la de MARIA ANGELICA FIGUEROA Córdoba del Tucumán entre 1573 y 1640” y
QUINTEROS, “Apuntes sobre el origen de las “Los extranjeros y su integración a la vida de
garantías a los derechos humanos en la legis una ciudad indiana: los portugueses en Cór
lación hispano-chilena”, Estudios de Historia doba del Tucumán. 1573-1640”, ambos en
de las Instituciones Políticas y Sociales, N° 2, RHD, N° 19, 1991, págs. 245-279, y N° 24,
Santiago, 1967, págs. 33-101. Véase también 1996, págs. 63-112.
250