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PRIMER SEMESTRE
Licenciatura en Derecho
GUILLERMO FLORIS MARGADANT S.
OO''O* EN DERECEO
cr,trpnl,r¡co DE DEREoEo RolrANo EN rJ\ uNrvERsrDAD NAc¡oNAL eutóuoue DE !¡Éx¡co
EL DERECHO
PRIVADO ROMANO
COMO INTRODUCCION A LA CULTURA
JURIDICA CONTEMPORANEA
_4,
ESFINGE\=*
mEimlrtU.¡l¡
EDITORIAL ESFINGE, S. DE R.L. DE C.V.
Esfuerzo 18-A
Col. lndustrialAtoto
Naucalpan, Estado de México
2005
Cepíruro III
LAS PERSONAS
115
il6 DERECHO PRTVADO ROMANO
C.orpys iuris lleva este principio a sus últimas consecuencias de que, inclu-
sive si la ca¡rtidad de miemdros se reduce a sólo uno, este único miembro
tiene una personalidad distinta de la que corresponde a la persona "colec-
,iuu" !r cuestiónr? solución rechazadá expresamente por el derecho mo-
derno.s
b) Q"e su patrimonio no tiene nada que ver con el de sus miembros.
Este principio es clara consecuencia de la iamosa frase que Ulpiano pone
en su comentario al edicto de Ad¡iano: "lo que se debe a una persona
colectiva, no se debe a sus miembros; y lo qué debe la persona cólectiva,
no lo deben sus miembros".e
c) Que los actos de lm miembros no afectan la situación juúdica de
esta persona colectiva, salvo en casos expresamente previstos po" .t derecho.
Las corporaciones pueden ser:
l. De carácter pitbhco (Estado, municipio). Desde muy pronto los
juristas romanos comprendieron que el Estaáo-tenía en su foáer bienes
que no podían considera¡se como propiedad de todos los ciudadanos, sino
gue correspondían a r¡n titular distinto: el Estado o el municipio.lo
2. De carácter semípúblico. Con autorización especial,-dada por el
senado -fo tarde, por el emperador-, pudieron-formarse, por ana-
-y,el Estado
logía con y el municipio, determinados organismos semipúblicos,
como sindicatos, cofradías religiosas, cueqpos de bomberos, etc., que tuvie-
ran una penonalidad jurídica distinta de la de sus miembros. Paia la for-
mación de tal coüegiam se necesitaba un mínimo de tres miembros, pero
la reducción posterior de este número no afectaba la existencia de -esta
persona colectiva, como acabamos de ver.
_3. De carácter priaado. Sólo acepcionalmente, orgariismos dedicados
a la especulación comercial privada pódían recibir personalidad jurídica-
Encontramos tales casios en relación con la explotación de minas o de sali-
nas y con el arrendamiento de impuestm. Por lo demás, las sociedades
que se formaban con fines económicc privadc tení¡n d€ctc mtractuales
meramente internos (respecto de la rryrticiiín de pérdidas y ganancias, €n
relación con la responsabüdad de lc socirs por -al$ma culpa, etc.). En
cambio, no tenían efectos sobre tercerc, ya flue tales sociedades no forma-
ban un nuevo centro de imputación de derechs y debercs, distinto de los
miembros componentes. A este respecto, lz socbtas mrnana se parecía a
nuestra asociación en participación, cuym efectc son, igualmente, sólo de
carácter interno.
Por tanto, el derecho romano no concedía con la generosidad que el
derecho moderno la penonalidad jurídica a agrupaciones meramenté pri-
? D. 3. 4.7.2.
8 Ley de Sociedades Mercantiles, art- 229, fr. IY.
e D. 3. +.7. t.
1o
Quizás,-en-el derecho arcaico el centro de imprrtación de los derechos y deberes
que afectaban la d-omus nunca era- el !ndiyi!uo,_ si¡o-ta ..familia,,; y la respodsabilidad
penal gravaba .también todo el núcleo familiar. La familia sería ei ial caso'et prototipo
de la corporacidn.
ltB DERECHO PRIVAID ROMANO
Según D. 46. 1.22, también la herencia yac€nte es algo así como una
fundación. Observemos, en relación con esto, que esta opinión de Floren-
tino (del siglo II d. de J. C.), probablemente intexpolada" es contraria a
otras explicáciones que da eJ Digesto sob¡e la situación jurídica de la he-
rencia yácente, comó que la personalidad del difrmto se prolonga hasta el
momento de la aceptación de la hereucia, o que el heredem acepta la hercn-
cia con efectos retroactivos, ds men6¡¿ que u¡ra herencia yac€nte ya Pqte-
nece de antemano al futu¡o heredero, ¿u¡nque todavía no consta quién
será. Por la prisa con que trabajaron Triboniano y sus colaboradorcs, en-
contramos ei el Corpus i¿rir muchas citas incompatibles entre sí, y puntos
de partida para teorías muy distintas, que los pandectistas del siglo XIX
tratában, a menudo en vano, de conciliar mediante su Pandektenharmo-
nistik.
60. L¡ prnsoN¡t rísrc¡ EN EL DEREcHo RoMANo. En el derecho mo-
derno el concepto de persona física coincide con el de s¿r humano.
El derecho mexicano no reconoce la posibilidad de que exista¡¡ seres
huma¡os sin penonalidad jurídica. El artículo 2q de la Constituci-ón prohí-
be la esclavitud, y la conrdena a "muerte civil" no existe en el derecho
mexicano. Aquí, todo ser humano tiene capacidad de goce, es decir, puede
ser centro de imputación de derechos. El hecho de que alguien catezca
de la capacidad de ejercicio (menores, dementes, etc.) no afecta su per-
sonalidad juúdica, ya que ésta se caractertza por la capacidad de goce y
no necesariamente la de ejercicio.
En cambio, el derecho romano sólo reconocía plena capacidad de goce
a una minoría de seres humanos. De acuerdo con las sistematizaciones
didácticas, escolares, de la jurisprudencia clásica (Gayo), &tos debían
reunir, para ser personas, los tres requisitos siguientes:
a) Tener el status libertatís (ser libres, no esclavos).
b;) Tener el status ciai.tatis (ser romanos, no ortranjeros).
c) Tener el status famitiae (ser independientes de la patria potestad) -
La penonalidad, resultado de la reunión de q-tm g,es requqitc' inch¡so
podía cbmenzar un poco antes de la existencia fisica independiente, y ter-
ininar algo después áe la muerte, como se verá ¡nr lo gue luego e:<pon-
dremos.
El derecho clásico nos presenta l" ql" de que eI nasci,tutus pro iarn
nato habetur, siempre y cuando esta ficción le aproveche."
Si, por ejemplo, instituyo heredero al hijo de Livia, y, en el momento de
la apertura de mi testamentq resulü que Livia no tiene hijos, pero está em-
battada, debería concluirse, a falta dq dicha ficción, que no habría heredero
testameniario alguno, de manera que mi herencia se entregaría a mis herede-
ros legítimos, es decir, a mis próximos parientes. En cambio, con fundamento
12 GAyo, l,147, P,rulo, D. 50. 16. 231. Sob¡e el origen cristiano de esta regla,
véase mi artículo Deiecho ¡oma?to y Crírtiznismo, "Foro de México", núm. 75, 1959,
con indicaciones bibliográficar.
l2O DEREcHo pRrvArx> RoMANo
e-n la citada ficción, el niño ya concebidq pero no nacido, llega a ser here-
dero, siempre y cuando nazca vivo y üable.13
Nótese que no se trata de una personalidad otorgada con la condición
resolutoria de que el niño nazca muerto o no viable, sino, al contrario, de una
personali4ad con la condición suspensiva de que nazca vivo y üable. Cumplida
esta condición, se considera al niño como person4 con efecto retroactivo desde
su concepción; pero, en caso de fallar la condición, dicha personalidad nunca
ha oristido.
Es interesante que el niño debe nacer vivo, pero además viable; el partus
uiaus, non aitalis, sé equipara aI nacimiento dá un niño muerto.la ivf.t
"iott"-
mos finalmente, como clriosidad, que el nacimiento de wn monstÍutn, aurrque
vivo y viable, no tiene los efectos-jurídicos de un nacimiento humano.16 -La
penonalidad física puede durar también más allá de la muerte biológica.
Es ésta una de las ficciones media¡rte las cuales el derecho romano traába
de dar un titula¡ a la herencia yacente, como ya hemos visto.
En relación con los efectos jurídicos de la muerte biológica, se nos pre-
senta otro problema. Si una penona y su heredero han muerto, sin qué se
sepa exactamente quién murió primero, ¿debemos suponer que hubo entre
ellos una trasmisión sucesoria? Este problema de los conmorientes puede
tener una enorrne importancia práctica. De la solución, en un sentido u
otro, depende que la fortuna de la primera persona vaya a sus restantes
herederos propios (por ejemplo, por vía legítima) o a los herederos de su
heredero.
El derecho rom¿rno no se mete en consideraciones de probabilidad, pre-
guntando, por ejemplo, como sucede en el derecho ingl&, cuál de ellos
era más üejo, sino que declara de modo absoluto que no debe admitine
una trasmisión sucesoria entre los dos difuntos, en este caso de dudartu
sencillo corte del nudo gordiano que el derecho de México imita.'?
Sin embargo, si la duda al respecto surge con referencia a parientes
que mueren en el mismo accidente,La el derecho clásico propone soluciones
más complicadas, estableciendo la presunción de que los padres mueran
después que sr¡s hijos menoresr pero antes que sus hijos mayores, etc.
En cua¡rto a personas cuyo paradero ignoramos, el derecho romano
establece una presunción de muerte 100 años después de su nacimiento
(D. 33. 2. B; cfr. art. 129 del Código de Napoleón).
61. Er. sTATUS LTBERTATTs; LAEScLAvrruD. Muchosauto-
res pretenden que los esclavos no son personas, sino cosas. Sin embargo, el
asunto no es ta¡r sencillo. Gayo trata de los esclavos en la parte de su libro
que s€ refiere a las personas, y la autoridad del dueño sobrt los esclavos no
se designa como derecho de propiedad, sino como una domínica potestas,
que cuidarlo. Por esta circunstancia, la posición del esclavb era mejor que
la del campesino o del obrero en aquellos países modernos que todavía
carecen de una debida legislación laboral. Además, antes de las guerras
contra Cartago, los dueños rlomanos tenían ¡rocos esclavos y, generalmente,
de razas afines. Hubo frecuentemente una relación casi paternal entre los
esclavos y los señores, como ilustran, por ejemplo, las comedias de Plauto.
Trabajaban juntos, comían en la misma mesa tenía aún esta
costumbre, aunque por otra parte declara gue es -Catón
más económico que el
esclavo se mate por el trabajo que tratarlo benignamente-, y muchos es-
clavos casi eran amigos de confianza.
Bsto cambió después de las guerras púnicas, cuando surgieron en Roma
las grandes fortunas. Desde entonces, muchos señores tuvieron centenares
de esclavos a quienes no conocían ni siquiera de vista, y mucho menos de
nombre. Estos esclavos, a menudo productos de las guerras que hacía Roma
en toda la región mediterránea, ya eÍart de razas muy diferentes a la del
señor, y el valor patrimonial que representaban individualmente era sólo
una insignificante fracción de la fortuira del dueño. A pesar de la existencia
de una clase superior de esclavos de confianza, administradores, precepto-
res, etc., bien educados y viviendo como burgueses, con sus propios gsclavos,
surgen, desde entonces, con cierta frecuencia, situaciones inhumanas. Ya
antes, Varo había designado al esclavo como un instrumento que habla
(inspirándose probablemente en Aristóteles, quien habla de "herramienta
animada"), y era habitual encadenar al esclavo-portero a la puerta; pero
en tiempos de Augusto, Polión utilizaba esclavos como alimento de los
cocodrilos de sus viveros, y Flaminio hizo matar a uno para complacer a
un convidado que nunca habla visto morir a nadie.
Como reacción a tales abusos encortramos la creciente frecuencia de
ventas de esclavos con la condición de que sean exportados (ya que el amo
les tienemiedo), rebeliones de esclavos yr por una parte, leyes müy crueles,
productos del miedo (SC. Silanianum, 10 d. de J. C.); por otra, leyes,
inspiradas quizás en la Estoa, que tratan de enmendar la situación en vez
de reprimir sus consecuencias inevitables. Así, en el año 19 d. de J. C., una
Lex Petronia requiere, en perjuicio de los cocodrilos de Polión, que eI amo
obtenga una autorización especial del magistrado para arrojar a un esclavo
a las fieras (aunque fuese como castigo), y el bondadoso emperador Clau-
dio prohíbe que se abandone a los esclavos viejos o enfermos. Desde 83 d.
de J. C. el dueño ya no puede castrar al esclavo, comienzo del derecho
humano a la integridad corporal (véase art. 3 de la Declaración Univ. de
los Der. del Hombre).
En el siglo II, Antonino el Piadoso equiparaba, inclusive, a homicidio la
muerte dada a un esclavo, sin motivo justificado. Además, los esclavos
maltratadm que lograran agarrarse a una estatua del emperador serían
vendidos por cuenta del dueño, sin que éste pudiera jamás volver a com-
prarlc (medida de Antonino el Piadoso, influido por el derecho griego de
asilo; cfr. la práctica de las autoridades británicas en la "Trucial Coast"
LAS PERSONAS IZ¡
de decretar la libertad de los esclavos que logren agarr¿rr la }n-¿cra' '
tánica y comprueben malos tratos)
Estas medidas son un típico producto de la filosofía estoica, cm la qa
compaginaba muy bien el éaráCter del auténtico romano, y se relacionin
visiblemente con la doctrina de la hermandad general de iodos lm hm-
bres. El cristianismo'l continuó la política legislitiva en favor de los escla-
vos que la influencia estoica había iniciado.
_ Durante el Bajo fmperio, el problema social de la esclavitud pierde
importancia. La creciente escasez de esclavos tiende a mejorar su condición
y esta tendencia se refuerza con la ya citada legislación y el espíritu cris-
tiano. Aunque Justiniano reconoce francamente " qr. la esclavitud es
incompatible con el derecho natural, la posición de los esclavos en su tiem-
po es ya tan soportable que este emperador bizantino no se arre-
draba ante medidas drásticas en perjuicio de los poderosos:-queno hace nin-
gún intento de suprimir la esclavitud.
El importante papel que desempeñaron los esclavos en la vida romana
de la época clásica, orplica los siguientes fenómenos jurídicos:
a) EI tardío y tímido desarrollo de la representación jurídica en Ro-
ma. Como todo paterfamilias importante tenía esclavos que lo represen-
taban automáticamente en relación con los peculios y en cualquier asunto
mediante un i.ussum expreso, raras veces se sentía la necesidad de que una
persona realizara actos jurídicos gue debían producir sus efectos en el pa-
trimonio de otra.
b) El escaso desarrollo de las sociedades mercantiles en Roma, pues
por el sistema de peculios distribuidos entre-esclavos inteligent-es, todo rico
romano era como socio de múltiples sociedades de responsabilidad limitada,
como ya hemos explicado.
c) El raquítico desarrollo de la práctica y teoría romanas en relación
con el contrato de trabajo.
62. C¡us¡s DE LA EScLArrruD. Entre éstas encontramos:
a) Dos que proceden del ius gentíum, a saber:
1. La cautividad, resultado de una guerra 'Justa" (es decir, oficial-
mente declarada), tratándose de adversarim de rma civilización semejante
a la romana; o de guerra no justa, si se trata.ba de meros "bárbaros". Tras
los ejércitos romanos iban grupos de compradores profesionales de esclavos.
En una sola ocasión, César vendió en G¡lia a 63,000 cautivos.
2. El nacer de una esclava. Es un caso eqpecial de la "separación de
frutos", medio de adquisición que establece un derecho de propiedad sobre
los frutos, a favor del propietario de la cosa matriz. La condición del padre
no importaba, ya que, fuera del "matrimonio justo", todo hijo seguía la
condición materna; y no podía haber tal matrimonio cort. una esclava.
Como consecuencia del fauor libertatis, o sea, por el hecho de que la liber-
tad es u\a causa fauorabilis, de manera que toda duda debe ser resuelta
a favor de ella, encontmmos que el niño nace libre 23 si en algún momento
de la gestación la madre ha sido libre.'n
b) Otras dos causas proceden del izs ciuíle, a saber:
I. Según las XII Tablas:
d) La negativa a inscribirse en los registros del censo.
b') La negativa a participar en el servicio militar.
) El incumplimiento del pago de una deuda, en cuyo caso el acree-
C
dor podía vender al deudor trans Tiberim, e incluso matarlo.
t) El flagrante delito de robq cometido por una peniona libre (al
esclavo en ese caso se le imponía la pena de muerte).
2. Según eI derecho cIásico y postcldsico:
d) La condena a ser arrojado a las fieras o a trabajos for¿ados en las
minas implicaba la esclavitud, de manera que el reo perdía automática-
mente su capacidad de goce. Su matrimonio era disuelto y su patrimonio
repartido entre sus herederos.
D') Relaciones sexuales de una mujer libre con un esclavo ajeno, con-
tra la manifiesta voluntad del señor (senadoconsulto Claudiano).
c') La ingratitud del liberto, o el hecho de que un dediticio llegara
demasiado cerca de Roma.
t) El hecho de dejarse vender como esdavo por un amigo, a Pesar
de ser übre, para reclamar luego la übertad y participar entonces de la
ilícita ganancia del vendedor.
Lai tres últimas fuentes ofrecen una desfavorable impresión sobre el
desarrollo de la moral en Roma, después de la época republicana.
63. Exr¡Ncró¡¡ DE LA EsclAvrruD. Como fenómeno sociológico, la
esclavitud antigua se extinguía, casi imperceptiblemente, por transición al
colonato que desemboca en el feudalismo medieval
Desde el comienzo del principado, el número de esclavos disponibles
en los mercados comenzó a disminuir: de un lado, por las frecuentes manu-
misiones, es decir, liberaciones; de otro, por la menor frecuencia de bri-
llantes éxitos militares, antes tan ricas fuentes de esclavos.
Bspecialmente en tietnpos del Bajo Imperio, el número de esclavos
bajó rápidamente; la vida económica comenzó a sufrir por la escasez de
ellos, y los grandes terratenientes iniciaron el sistema.-de prghibil- que- los
pocos campesinos que trabajaban en sus c¿unpos, salieran de atlí. Asl se
anuncia el "colonato" : en vez del esclavo tan fácilmente comprado y ven-
dido antes, en numerosos mercados de este ti¡ro, encontramos ahora aJ ser-
uts gkbae, hombre libre pero vinculado contractualmente a determinadas
8 Peur.o t[.24. l.
2a
M¿dia crim tempore libe¡tali prodesse, non flocere possunt (las fases interme-
dias pueden apruvechar a la libertad, pero no perjudicarla). IJna comparación con
U¡,p¡¡ño (V. l0) y Gevo (I. 89) sugiere que este principio es más bien poitclásico.
LAS PE,RSONAS r25
tierras, de las que no puede separanie, y las cuales, por otra partc, no IE-
den ser vendidas sin garantizarle al seraus glebae su derecho de mtinrrar
cultivándolas (con frecuencia, a cambio de una participación en la ccecla).
Este sistema pasa a ser un elemento del feudalismo posterior; que, dede
la última fase de Ia Edad Media, se fue liquidando con el nacimiento de las
ciudades y bajo el influjo del cambio general de las ideas, recibiendo final-
mente un golpe mortal con la Rev-olución Francesa. Sus úlümos restos des-
ap¿rrecen en varirui etapas, durante las últimas generacionesr2s de manera que
en la actualidad este lejano sucesor de la antigua esclavitud se muestra sólo en
muy limitadas zona¡¡ del mundo civilizado, y ahí, en forma ta¡r atenuada, que
se trata más bien de un pintoresco e inofensivo residuo del pasado:
tinguir las formas solemnes del fus ciaile y las no solemnes del íus hono-
rartutn,
a) DeIius ciaiJe:
a') Manumisión por inscripción del esclavo en los registros del censo,
como si se tratara de una pe$ona libre. Este procedimiento sólo era fac-
tible cuando se efectuaba el censo, es decir, cada cinco años, hasta 74 d.
de J. C.
b') Por un juicio simulado de la übertad. En tal caso, el dueño y un
amigo iban al magistrado con el esclavo en cuestión. Luego, el amigo pre-
tendía como adsertor libertatis que el esclavo era librerm y como el dueño
no se defendía, el magistrado declaraba que el actor tenía nz6n y que el
presunto esclavo era, en realidad, un hombre libre (manumissio aindicta).
c') Por testamento, en caso de que el testador concediera al esclavo
su übertad u obligara al herodero a dársela. Estas dos posibilidades tenlan
efectos jurídicos distintos, a causa de los iura patronatus.zl Tal manumi-
sión por testamento podía estar sujeta a condiciones o términos, en cuyo
caso el esclavo era un statu liber. Su situación jurídica producía, empero,
"efecto real", es decir, era oponible a tercerosrPor tanto, cualquier futuro
adquirente del esclavo en cuestión tenía que reconocer su libertad, en caso
de cumplimiento de la condición o del término.
t) A estos modos solemnes del derecho clásico (manumissio censu,
aindi¡ta28 y testamento), el Cristianismo añadió uno más: la manu¡ni,ssio
in sacrosanctis ecclesiis, mediante una declaración hecha por el sacerdote
ante los fieles, reunidos en la Iglesia (desde la época de Constantino).
b) DeI ius ho,norarium:
Bl pretor no se fija con demasiada severidad en los formulismos, y re-
conoce la libertad de un ex-esclavo en varios casos más, siempre y cuando
el señor haya manifestado claramente su voluntad indudable de manumitir,
mediante una declaración escrita (manumissio pet epistolarn), una decla-
ración verbal ante amigos (manumissb inter amicos) o luego de haber
invitado aI esclavo a cenar con él (manumissio post mensarn). Como el
ius ciuile no reconocía estos modos, el pretor decidió conceder al liberto
una excepción contra la eventual reclamación de su antiguo señor, en el
caso de que éste se arrepintiera de su generosidad. Finalmente,la Lex lunia
Norbana, de 19 d. de J. C., crea para estos libertos reconocidos por el
derecho honorario un lugar dentro del i¿s ciuile, ofreciéndoles la condición
de "latinos junianos", que describiremos en seguida. Podía¡r convertirse en
verdaderos ciudadanos mediante una repeüción de la manumiss¡ro en for-
ma solemne (iteratio) o por méritos cívicos.
s Los juicios sobre la Iibertad debían tramitarse con intervención de un romano
lib* q.. ayudara al esclavo, ya gue. éste, por-vivir bajo el poder jurídico der señor, no
podía figurar como parte contraria de su dueño.
27 Véasc pás. 127.
a L'2. ú;n¿i¡t¿ es un bastó-n, utilizado en acto mágico de ztim dicere, en el qre
¡g.dgclara-que alguien-Égne poder sobre una cosa o sobré un esclavo, pero íambién úti-
lizádo en los actos simbóücos que acompañaban a Ia menumissio pá. ii juicio slmulaáo.
LAS PERSONAS I27
übertos, los latinos junianosrs" no podían otorgar testamento hacía más in-
teresante este derecho del patrón respecto atlos bona.
El derecho de ser tutor de los hijos menores del liberto difunto ¿rcom-
paria a este privilegio sucesorio.
Además de estos iura patronaf¿s automáticos, el patrón podía estipular
!o{avía, en el momento de la manumissio, servicios- es¡reciales, los o:pera,
fa-briles. sin embargo, si trataba de aprovechar indebid-amente el deséo de
libertad de su esclavo, exigiendo servicios excesivos, el pretor podía mode-
rar prudentemente las condiciones convenidas.ss
Desde el fin de la república, la condición del liberto se complica. Si ha
sido manumitido en forma solemne, ajustándose a las mencionadas leyes
restrictivas del comienzo del imperio, tiene la "mejor libertad"; es ciuáa-
-*T9 r9--ro, y l? precitada falta de connubium Áe reduce a una prohi-
bición de casane únicamente con miembros de familias senatoriales. -
En cambio, si debe su libertad a un modo no solemne de manumíssio,
o violándose la legislación restrictiva que acabamos de mencionar, o si el
señor tenía sobre el esclavo tna domini.ca potestas reconocida por el ías
honorarium y no por el ius ciaile,3a entonces el liberto no es más que un
latino juniano, sin connubium, y, desde luego, sin ius honorum e,-inclu-
sive, sin-ius suffragii (derecho a votar). Aáemás no puede hacer testa-
mento ni recibir cosa alguna por testamento.
La "peor üb€rtad" corresponüa ala categoúa de los dediticios,sE crea-
ción de la Lex aelia sentia.- No participa¡r áe ninguno de los privilegios
que van anejos a ll ciudadanía romana ni pueden vivir en la éiudail de
Roma o cerca de ella.
. --Q,re
el liberto era a menudo un fenómeno social desagradable, algo
ridículo, como todo "pawenu", lo vemos claramente en las-- satíricas dás-
cripciones de Petronio; y el hecho de que un nacionalista, como Augusto,
hijo-de aristocrática familia romana, impusiera restricciones a la ¡ianu-
míssjo constituye una reacción muy comprensible.
Notemos que-, en la época imperial, la omnipotencia del emperador
permitía q 6te, desde luego, convertir al liberto en- un ciudadano ingmuo,
mediante la concesión del "derecho al anillo de oro" --que dejaba ñrtacto
el conjunto de privilegios patronales -forma
--o, inclusive, .n' ,rnr más
com-pleta, por la natalium restitutio (otorgamiento del derecho de haber
nacido libre), que suprimía los iura patronatus.
¡o habíi dejado asu patrón, cuando menos, la mitad de la herencia. A falta de testa-
m€nr!! propios hijos excluían al patrón de todo derecho a la herencia.
lgs-
32 Véase plq. 132.
33 Véase, LeNrr.,
Flictuf
pr€sñ4 de Ia corrección _91 e4, páS. 3g5 y siguientes. Estamos en
-P_erletuurn,..Iesiónr'.
judicial
t¡ Recordemos el "dualismo endeeluna derecho romano',-
- :s Adenás de estos d.editicii, creados por la Ler aelie sentia, hubo una categoría
d^:_!:!i$,productosde.l..derecúoi"te*aiiá".¡pq¡tt*l¿*l--;;;;:;"-i¿;;;'";;:
crqg.E por Km|' y ahop libres, pero carentes de todo derecho político.
su nacionálidad
ip_TLPg-(3 por l{oma: eran como apátridas. La constitutio Antoniniana (véase
er pronmo pár.) no extiende sus beneficios a ellos.
LAS PERSONAS r29
D. R.-9.
.t
130 DEREcHo pRrvADo'noueNo
De condición todavía inferior eran los latini iu:niani, ya que su ius com-
mercii no incluía el derecho de hacer testamento o de recibir algo por tes-
tamento.
Luego llegamos alos peregrinar, que tenían el derecho de vivir en Roma
y podían Tudir al praetor peregrinui, magistrado romano, para dirimir sus
controversias. Este funcionario aplicaba entonces el elástico y equitativo sis-
tema formulariq muy superior ál sistema de las legis actioies.'
Con estos peregrinos hemos salido ya de las formas de la ciudadanía
romana. lin gmbargo, nuestra escala continúa hacia abajo. Allí encontr¿rmos
a los dedüicdos, libertos que durante la esclavitud ha6ían sufrido alguna
pena infamante, y que no tenían siquiera el derecho de vivir dentro o cerca
de- Roma, cgmo yl hemos señalado, aunque sí podían vivir en otras partes
del enorme imperio romano, o ex-enemigos veñcidos.
Ni aun este privilegio tenía la última categoúa de la escala que estudia-
mosr-o sea, los "bárbaros". Con este término los romanos desigñaban a los
pueblos qye vivían fuera de la región dominada por Roma, siempre y cuan-
do no hubieran logrado organizarse en una socildad civilizadai como una
polis o un.reino territorial gobernado desde una capital. fuí, los sasánida.s
eran en-emigos, pero-no bárbaros, ya que habían altanzado una organiza-
ción política de nivel apreciable. En cámbio, los germanos, que vivíán dis-
penos en susi bosques y llanuras, en regiones en las que se podía viajar
du-ra¡rte s€manas, sin tener contacto con ningún vestigio de órganización
política, son auténticos bárbaros según el sentiipopulariomano.
- En tiempos republicanos, los bárbaros que aparecieron en el territorio
dominado por Roma entraban en un vacío-juríciico. pero, en tiempos im-
periales la actitgd hacia ellos se suaviza. Los Lmperadores descubren- pronto
las virtudes militares de estas razas jóvenes y sú fidelidad a los suplriores
jerárquicos. Po"g son admitidos, y especial-
3 .pogo, grypos- d9 bárbaros,,barbariza,,,
mentedurante el Bajo Imperio, el ejército se como ya hemos
visto. El romano se acostumbra a esta infiltración germática en'las altas
funciones militares, e inclusive civiles, y, cuando, finalmente, poderosos bár-
baros ocup11 lo-s supremos puestos gubernativos del Impeiio occidental,
después de 476,1a población romana ve con indiferencia ei cambio.
adquirían para é1. Además, el roma¡ro alieni iuris, por reda gm€r¿l nue
admitía excepciones, ccmo veremos- no podía tener propiedades y, res-
pecto de las tonsecuencias de sus actos jurídicos, encontrÍrmos un rÉgimen
semejante al que ya hemos señalado en relación con los esclavos. Deber€s
nacidos de contratos celebrados en relación con el peculio, por instnrccio-
nes expres¿rs del paterfamilins, o con resultado benéfico para éste, podían
reclamane del jefe de la domus (en el primer caso, hasta por el impott
del peculio; y, en el tercero, hasta por el enriquecimiento obtenido).
En caso de un delito cometido-por el romano alieni iuris, el paterfami-
Iias en cuestión podía optar entre lá indemnización o el "abandono noxal"
que ya conocemos."o
- En vista de ello, la mayoría de los ciudadanos libres son, al mismo
tiempo, alieni iuris, y en el derecho privado no gozan de plena personali-
dad.-Sólo el ciudadano libre que aI mismo tiempo dirija su propia domus,
es sui iuris y puede actuar pór propia cuenta én la vida juridica. Obsér-
vese, por tanto, que la división alieni iuris+ui iuris no tiene nada que ver
con lá de "menor de edad"-"mayor de edad". tln menor puede ser sui
iurís " y, en cambio, muchos romanos ali,eni íuris son, al mismo tiempo,
mayores de edad.
71. Arnrsutos DE LA rERsoNALIDAD. IJn ser humano libre, de na-
cionalidad romana y rui iuris, es una "p€rsona", y tiene plena capacidad
de goce en relación con su propio patrimonio. Por tanto, los'atributos esen-
ciales de la penonalidad son:
a) Capacidad de goce. Nadie es "persona", si no tiene esta capaci'
dad. En cambio, la de ejercicio no es esencial para una p€rsona; infantes
y dementes pueden ser personas, sin ser capaces del ejercicio de sus dere-
chos, mientras que mujeres, impúberes, furiosi y pródigm tienen rma li¡i-
tada capacidad de ejercicio, que no afecta zu calidad de persona, siemprc
y cuando reúna¡r las tres.rfafzs necesarim para la personalidad fisica-
Tales penonas ca¡ent€s de capacidad de ejercicio, o flue no lia tienen
en forma completa, necesitan entonces un tutor o rur curador, s€gún el
caso, para que éstos ejerzan los derechc de ellas.
En cuanto a la capacidad de goce, no debemos pensar que toda per-
sona la tenga con la misma plenitud. El derecho romano no era igualitario,
de manera que, según la clase social, personas de familias senatoriales, sim-
ples patricios, ingenui, liberti, etc., tenían capacidades de goce ligeramente
distintas, según la idea aristotélica de que lo desigual merece un trata-
miento desigual.
Además, declaraciones oficiales
-de censores o de jueces- sobre la
reprobable conducta de alguna persona, podían influir en la capacidad de
un ciudadano para oqrpar puestos públicos, votar, desempeñar una tutela,
ao Véase pá9. l2l.
41 E4 cuyo caso necesita una protección especial que puede tomar la forma de
tutela o de curatela.
134 DERBCHO PRIVADO ROMANO
|ager
u1 testamento, servir de testigo, etc. son los casos de tnfamia, turpi,-
tudo
-o ignominia, sanciones muy importantes en una sociedad integraáa,
e íntimamente unida a tradicionés y óonvencionalismos. Tarnbién, de"sde ei
triunfo del Cristianisno, la adhesióh a una religión distinta o a una secta
no reconocida por ra rgleisa podía causar ciertas incapacidades (en mate-
ria sucesoriar por ejerrplo).
En cuanto a la capacidad de ejercicio, debemos señalar que ésta co-
mienza normalmente Con la pubertad. Sin embargo, en variás etapas se
interpuso entre la plena incapacidad y la plena capacidad de ejercicio una
zona intermedia, que termina con los veinticinco áños, como veremos.
La capacidad penal de personas jóvenes la determina el discernimiento,
juzgado en cada caso a la luz de las circunstancias individuales. La falta
de discernimiento era, por tantq una cuestión de hecho. Para diversas cla-
ses_ de delito se apücaba, al respecto, un criterio distinto.lz Después de la
pubertad, emp€ro, se presumía la existencia de este discemimiento.
patrimonio. Este es el conjunto de res corporales (cosas tan-
-b) An
gibles), rcs incorporales (créditos y otias cosas intangi6les) y deudas que
corresponden a una persona.
lomo regla general, cada persona tiene un patrimonio, y cada patri-
Tollo pertenece a una pennna. Sin embargo, hay excepciones. En la fun-
dac-ión, ya hemos encontrado un patrimonio que "perténece a una finali-
9ud"; y cu-ando estudiemos el derecho sucesorió, eniontraremosla separatb
bonorum, la cual tiene por consecuencia que, en interés de los ucreedores,
una persona insolvente que recibe una herencia, sea considerada como
titular de dos patrimonios separados: el suyo propio y el que recibe por
vla sucesoria. De esta, manera, los acreedores al pátrimonio iucesorio pue-
den ser pagados con los bienes hereditarios, sin que éstos desaparezcan en
el pozo sin fondo de las deudas preexistentes del heredero. También la
dote prrede considerane como un patrimonio del marido, que queda sepa-
rado de su patrimonio fundamental.
Al lado de estos atributos esenciales, encontramos otros accidentales,
q¡e sirven para fines de identificación, y que no son exclusivos de autén-
ticas "persona.s"; tales son el domicilio y el ñombre.
El domicilio es el lugar donde una persona tiene el centro espacial de
su existencia, "del cual no se separa si nada le obüga; y si está'lejos del
-que
misrno parece estar en peregrinación, lma peregrinaóión sólo términa
c¡11$o-regresa,a ese lugar de origen", conforme a la poética definición
de Dioclecia¡ro.tt
En el domicilio distinguimos las siguientes clases:
1. El domicilio de odggn, gue se adquiere por nacimiento. Así, los
hijc nacidos de iustae nuptiae tienen su dómicilió en el hogar del pádre.
12 VéA.*. T. Mouus,_Er.r, D^erecho Penal'Romano, trad.., Madrid,
43 C. 10. 4O. 7 D. 50. l. 27. l. sin fecha. I. 83.
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LAS PERSONAS 135