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SANCHO EL SABIO

Historia mínima del País sos –es inevitable– son todos los (cf. pp. 153-159), mientras en el
Vasco que están pero no están todos los siglo XVI se forjó, como tantos
que son. otros embustes históricos, la de
Jon JUARISTI la entrega voluntaria de la pro-
Además de su buen estilo y
vincia de Guipúzcoa a Navarra.
Turner-El Colegio de de su profundo conocimiento de
Pero quizás el mito –o los mitos,
México, Madrid-México, los variados asuntos que aborda,
en plural– que más ha ocupado
2013, 341 pp. es especialmente interesante la
a los escritores de las más diver-
discusión –que prácticamente no
sas ideologías es el referente a la
falta en ningún capítulo– entre
conquista de Navarra por Casti-
historia y mito. Así, en pp. 61-67
lla en 1512; sobre la conquista
se trata del mito de la prehistoria
ha escrito bien Alfredo Floristán
vasca, y en pp. 81-83 y 102-5 del
Imízcoz en un libro posterior al
neocantabrismo y del monoteís-
de Juaristi.
mo primitivo (y el del cristianis-
mo precristiano) de los vascos. Esto, en lo que se refiere a Na-
Al comienzo del capítulo VI del varra, porque el mito principal
libro su autor ya afirma que “va para los vizcaínos (vascongados)
siendo habitual comenzar cada es el que a partir del siglo XVI
capítulo con una referencia a los les atribuye la hidalguía univer-
mitos y prejuicios que han emba- sal y la consiguiente “limpieza
rullado la historia de Vasconia”, de sangre”. Como sostiene Jua-
para discutir después la tesis risti en p. 194, después de ha-
de Sánchez Albornoz sobre la berlo estudiado en varias de sus
“vasconización” de la depresión obras anteriores sobre el País
vasca en el periodo comprendido Vasco, “en la última década del
entre la invasión de los bárbaros siglo XVI [por obra entre otros
y la de los musulmanes. En este de Esteban de Garibay y Andrés
caso, como en otros, la mitolo- de Poza] la hidalguía universal
Este ensayo de síntesis de Jon gización de la historia vasca no de los vizcaínos estaba ya sufi-
Juaristi –su contribución a la co- procede del nacionalismo vasco cientemente blindada y admitida
lección iniciada por Juan Pablo sino del español. Poco después por las chancillerías como una
Fusi con la Historia mínima de Juaristi discute el mito de San- nobleza de origen, avalada por
España– es muy iluminador y, cho el Mayor como el creador la supervivencia del vascuence,
como todos sus libros, está muy del primer Estado de los pueblos lengua común de la España pri-
bien escrito. Su estructura es de Vasconia y el que considera mitiva, que atestiguaba la perma-
sencilla: después del breve pró- a este monarca como origen co- nencia en los vascos de la pureza
logo y de un mapa de Vasconia, mún de las dinastías de todos los original del linaje de Túbal” ; hi-
dedica tres capítulos a “el nom- reinos hispánicos. “Lo bueno de dalguía universal que fundamen-
bre y el quién de los vascos”, a los vascones –comenta el autor– taba los fueros vascongados y el
la lengua vasca y al marco geo- es que lo mismo sirven para un “igualitarismo” vasco, que en la
gráfico, mientras en el resto de roto que para un descosido”. realidad no era tal.
la obra se narra e interpreta la Para “entender” la historia de En la vida pública de los si-
historia vasca al compás de sus las relaciones entre Navarra y glos XVIII y XIX, el principal
principales etapas. El libro se los vascongados durante la Edad problema en Vasconia reside en
cierra con una bibliografía en la Media aparece en el siglo XIX la supervivencia, modificación
272 que, como siempre en estos ca- el mito de la batalla de Beotibar o supresión de los fueros de las
LIBROS

cuatro provincias (los privilegios gados de 21 de julio de 1876, el del socialismo vasco.
de la Vasconia francesa fueron arquitecto del régimen de la Res-
La Gran Guerra constituyó una
suprimidos por la Revolución). tauración, Antonio Cánovas del
nueva ocasión de crecimiento de
Fue un problema no solo polí- Castillo, negoció con los fueris-
la economía vasca, al tiempo que
tico, sino también intelectual: tas transigentes la concesión de
desde 1917 se hacía evidente la
mientras Godoy encargaba a los Conciertos económicos –que
crisis del sistema de la Restaura-
Llorente y Traggia que desmon- Franco suprimiría para Vizcaya
ción, con el que acabó la dictadu-
taran los argumentos tradiciona- y Guipúzcoa y mantendría en el
ra de Primo de Rivera de 1923.
les a favor de los fueros, autores caso alavés– y el llamado “resi- La caída de la dictadura llevó
como Astarloa, Moguel, Iza Za- duo foral”. casi inmediatamente a la caída
mácola y Erro y Aspíroz defen- de la Monarquía: la II Repúbli-
Los fueristas –que, sin triunfar
dían las tesis de Garibay, Poza y ca se proclamó el 14 de abril de
políticamente, sí lo hicieron en
del jesuita guipuzcoano Manuel 1931. En el País Vasco, la cues-
el campo cultural– no entendían
de Larramendi en abierta con- tión política más importante du-
los fueros de manera uniforme
frontación con los ilustrados. rante la etapa republicana fue la
y diferían a su vez del modo de
La cuestión de los fueros se concebirlos del carlismo y del obtención de la autonomía, pero
agudizó durante el siglo XIX, nuevo Partido Nacionalista Vas- los principales partidos políticos
con las guerras carlistas, aunque co, fundado por Sabino Arana, al no estuvieron siempre de acuer-
su peso en ellas se ha discutido que pronto se adheriría, dándole do sobre su alcance y contenido:
mucho. Aquí también los mi- un sentido distinto, el industrial en 1931 tradicionalistas, católi-
tos juegan un papel importante, y naviero Ramón de la Sota y cos independientes y PNV bus-
como lo muestra la versión del Llano. Pero a estas alturas Viz- caron un estatuto único para las
carlismo vasco como movimien- caya –y en menor medida Gui- cuatro provincias que protegiese
to nacionalista o criptonacio- púzcoa– había presenciado im- a la Iglesia de la legislación anti-
nalista que hizo el escritor vas- portantes transformaciones eco- clerical republicana (que hiciese
cofrancés Chaho en 1835 y que nómicas y sociales: explotación del País vasconavarro un “Gi-
tuvo cierto éxito más tarde. La moderna de las minas de hierro, braltar vaticanista”, como le lla-
realidad es que la primera guerra siderurgia, importantes procesos mó Prieto); más tarde carlistas y
carlista concluyó con la ley con- de inmigración y urbanización. PNV se alejaron, Navarra quedó
firmatoria de los fueros “sin per- Estos cambios tuvieron también en 1932 fuera del Estatuto, que
juicio de la unidad constitucional su expresión política, sobre todo las izquierdas y el nacionalismo
de la Monarquía”, pero que el a través de la fundación, por Fa- vasco aprobaron el 1 de octubre
arreglo foral solo se hizo (1841) cundo Perezagua, de la primera –no el 1 de septiembre, como se
en el caso de Navarra, que man- agrupación del PSOE en 1886 en dice en p. 294– de 1936. Para
tuvo después de la llamada “Ley Bilbao y de las primeras socieda- entonces ya se había producido
Paccionada” unas importantes des de resistencia, afiliadas a la la sublevación militar, apoyada
cotas de autonomía hasta la ac- Unión General de Trabajadores. por los carlistas, que dio lugar
tualidad. En las Provincias Vas- En 1890 los mineros vizcaínos a la tremenda guerra civil y que
triunfó en Navarra y Álava, pero
congadas el reinado de Isabel II consiguieron su primer gran
no en Vizcaya y Guipúzcoa.
constituyó un verdadero “oasis triunfo mediante una huelga ge-
foral”, fruto sobre todo del en- neral; la conflictividad laboral si- Juaristi sintetiza bien los prin-
tendimiento entre los moderados guió siendo notable hasta 1910- cipales cambios y acontecimien-
españoles y los fueristas vascos. 11, cuando Indalecio Prieto, par- tos en Vasconia durante el fran-
Incluso después del final de la tidario de la Conjunción política quismo –es muy pertinente su
tercera guerra carlista y de la ley de republicanos y socialistas, comentario sobre “el vasquismo
abolitoria de los fueros vascon- sustituyó a Perezagua como líder congénito” de Franco– y el pro- 273
SANCHO EL SABIO

ceso de transición a la democra- “mítica” la diferencia entre el Apuntemos, para concluir, al-
cia. Destaca su afirmación de que ager y el saltus vasconum que gunas erratas y/o errores en los
“ETA no nació en un convento” Juaristi toma de Julio Caro Ba- que incurre el autor: así, la cita
(p. 306) aunque me parece dis- roja y que emplea como un fac- del canónigo Pildain, que llama
cutible que el origen de la orga- tor de explicación de la historia a José Antonio Aguirre “nuestro
nización terrorista pueda estar en de Vasconia en la longue durée. O’Donnell [en lugar de O’Con-
ANV –un partido nacionalista de Pero una cosa es que todavía nell] vasco” (p. 287); que el
centroizquierda nacido en 1930– quede terreno por explorar a la PNV no se fundó en 1894 sino
y en el federalismo vizcaíno de la hora de narrar y entender la his- en 1895; que Aguirre no volvió
Restauración; tampoco me acaba toria del País Vasco y otra negar a Europa en 1952 sino en 1946;
de convencer la tesis que defen- que la obra de Juaristi sea una que los curas nacionalistas vas-
dió Fernando Molina en 2005 pequeña joya que merece la pena cos fusilados durante la guerra
(y que recoge Juaristi en p. 259) leer y aconsejar. civil no fueron 16 sino 14; o el
según la cual “los republicanos lugar del fusilamiento de Txiki
sostuvieron durante el sexenio Otra cosa es la discusión –la y Otaegui, que no fue Hoyo de
[1868-1874] que los vascos no primera que aborda su autor– so- Manzanares, sino un pueblo de
eran españoles y que había que bre el nombre del territorio: País Barcelona y Burgos, respecti-
concedérseles la independencia, Vasco, Euzkadi (o Euskadi), Eus- vamente. Y señalemos también,
la quisieran o no”. kalerria (o Euskal Herria), Vas- porque es de justicia hacerlo,
conia. Salvo en el título del libro, que la Historia mínima del País
Fernando Molina y Joseba Juaristi opta por este último, aun Vasco no solo recoge la historia
Louzao han sostenido reciente- siendo consciente de que “es un general y política del territorio,
mente que el concepto de “plu- cultismo con poco arraigo en el sino que hace muy precisas y ri-
ralismo vasco” –que habría in- habla popular (…que) no se ha cas referencias a su historia eco-
troducido Juan Pablo Fusi en el prodigado en el lenguaje políti- nómica, social y cultural.
lenguaje histórico vasco y que co”. Es verdad que es el término
Juaristi acepta en el prólogo de más antiguo de todos, pero tam-
su libro– se impone en la Vas- bién que no apareció para definir IGNACIO OLÁBARRI
conia de la transición “a costa las actuales siete provincias que GORTÁZAR
de convertir la nación en el eje conforman el Euskadi naciona-
de la narración del pasado y de lista vasco, sino Aquitania; por
conceder de esta forma, sin quizá otra parte, hay que advertir que,
pretenderlo, demasiado peso a la a diferencia del nacionalismo
memoria política del nacionalis- vasco, Juaristi no cree “que exis-
mo vasco”. Fusi, desde luego, no ta ni haya existido una nación
lo pretende y más bien vincula vasca, lo que no significa que no
dicho “pluralismo vasco” al pro- pueda existir en el futuro, pero la
ceso de modernización de la so- historia no trata del futuro”. Uno
ciedad vasca en el siglo XX. puede preguntarse, por ello, so-
Que la tesis del “pluralismo bre las razones del estudio, en un
vasco” pueda ser considerada mismo libro, de siete territorios
hoy por algunos un mito más nos que tanto en el pasado como en
devuelve a la dialéctica histo- la actualidad han sido y son tan
ria-mito que impregna el conjun- diferentes; considero que ni si-
to del libro que comentamos. Y quiera puede hablarse, en singu-
no faltan especialistas en historia lar, de una etnia o de una cultura
274 antigua que consideran también vasca.

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