EN LA REPRODUCCIÓN: Las hormonas y los neurotransmisores son las responsables de regular todas nuestras funciones. Intentan no equivocarse buscando el orden perfecto. Así como ofrecen beneficios y bienestar en cada uno de nosotros, también el desequilibrio de estos en nuestros organismos, generan efectos negativos o malestares sobre las funciones mentales, el comportamiento y el humor. Estas sustancias se comportan como un termostato: cuando el estado de ánimo decae, se producen diversas sustancias para impedir que se alcancen niveles demasiado bajos que podrían poner en peligro la vida del sujeto. Cuando el ánimo se eleva se producen otras que evitan un exceso de euforia, que podría acarrear problemas, como ignorar el riesgo y sobrevalorar las propias fuerzas. Por esto, la sensación de alegría tras un acontecimiento positivo suele durar poco, aunque a continuación no ocurra nada negativo. Cuando este «animostato» pierde precisión, cualquier situación estresante puede terminar provocando una alteración importante del estado de ánimo.
COMUNICACIÓN CELULAR ENTRE EL SISTEMA NERVIOSO
Y EL SISTEMA REPRODUCTIVO: La comunicación celular es la capacidad que tienen todas las células, de intercambiar información fisicoquímica con el medio ambiente y con otras células. La comunicación celular es un mecanismo homeostático, que tiene como objetivo mantener las condiciones fisicoquímicas internas adecuadas para la vida frente a los cambios externos. Ambos son sistemas de regulación y se encuentran estrechamente relacionados, tanto que en ocasiones se hace referencia a un mecanismo de regulación “neuroendocrino”. Ambos sistemas tienen una función distinta, pero ambos presentan una cosa en común, regulan el funcionamiento. Las respuestas del organismo a las hormonas están controladas y reguladas por el cerebro. En este caso el sistema nervioso actúa como un capitán de barco, permitiendo que el organismo actúe coordinadamente ante los cambios tanto internos como externo.