encerrada en el castillo del lago Leven. El 24 de julio de 1567 la forzaron a abdicar a favor de su hijo de un año de edad. Tras un intento fallido de recuperar el trono, huyó hacia el sur en busca de la protección de su «prima» o tía Isabel I, reina de Inglaterra. Antes de llegar a Inglaterra, María ya había reclamado derechos sobre el trono inglés y muchos católicos ingleses la consideraban la legítima soberana, entre ellos los participantes en una rebelión conocida como el Levantamiento del Norte. Al percibirla como una amenaza, Isabel I la confinó en varios castillos y palacios señoriales en el interior del país. Después de dieciocho años y medio bajo custodia, María fue declarada culpable de conspirar para asesinar a la reina inglesa en 1586. Fue decapitada al año siguiente en el castillo de Fotheringhay.