Está en la página 1de 1

la incertidumbre ha venido para quedarse en nuestras vidas de forma definitiva.

Y por ello se ha
acelerado la necesidad de prepararnos para ella, de enfrentarla. Incluso eso significa repensar la
educación como está concebida en la actualidad, sin tener aún claro un nuevo esquema. Pero lo
cierto es que vamos a requerir seres humanos más adaptativos, flexibles, empáticos, rápidos para
actuar y moverse en escenarios turbulentos. La propia crisis nos ha demostrado que aquellos
líderes políticos (locales y nacionales) que mejor han gestionado la contención y los efectos de la
pandemia son los que fueron capaces de ponerse en el peor escenario posible para tomar las
mejores decisiones. Han sido malabaristas de la incertidumbre y han sabido sortear la complejidad
con inteligencia y en favor de sus sociedades. están dadas las condiciones para aplicar una especie
de formateo en la economía global que lleve hacia la transición verde, hacia un modelo de vida
sostenible. Si no lo hacemos en este tiempo, nunca sucederá. Pero ya hay nubarrones en ese
horizonte: luego de este pequeño respiro que ha tenido la Tierra por cuenta del confinamiento
mundial, se puede dar un efecto ‘rebote’ en el que nos lancemos desenfrenados a recuperar lo
perdido, incluso aumentando la capacidad depredadora y el consumo de combustibles fósiles. Ya
sucedió luego de la crisis financiera global de 2008, como lo advirtió hace algunos días David Boyd,
relator especial de la ONU sobre los Derechos Humanos y el Medio Ambiente, quien insistió en
que la crisis por COVID-19 no puede alterar las metas de cambio climático. Incluso en un nivel más
urbano

También podría gustarte