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La Visión de Mundo Que Creó La Crisis
La Visión de Mundo Que Creó La Crisis
Tony Brun
La visión de mundo que creó la crisis, no puede ser la misma que nos saque de la crisis.
(Albert Einstein)
Introducción
No es solamente un simple deseo o una esperanza. Por supuesto, todos esperamos que
esta tragedia humanitaria pase cuanto antes! Todos ansiamos el fin de esta pandemia
que termina con la vida de miles y miles de personas, y arrastra a miles de familias a
una penuria cotidiana que seguirá por muchos años más.
Pero la mucha esperanza no nos da ninguna certeza. En otras palabras: esta crisis pasará
no porque así lo esperamos, sino porque todas las cosas pasan como las nubes en el
cielo. Nada permanece para siempre.
Más allá de estas y otras afirmaciones de las ciencias o las tradiciones contemplativas,
podemos aprender y comprender la impermanencia por nuestra propia experiencia. Al
escuchar esto hay quienes dicen: “Ya sé que todo es impermanente pero eso no tiene
nada de sorprendente!”. Sin embargo, aunque intelectualmente sepamos que todo es
impermanente, la mayoría de nosotros sólo tenemos una comprensión superficial y no
directa de esta experiencia.
En otras palabras, confundimos la experiencia directa con las ideas y conceptos que nos
forjamos sobre ella. Salir de esta confusión exige cultivar la atención
plena (mindfulness), observar las cosas como son (vipassana). Y esto requiere tiempo,
constancia y disciplina a lo largo de los días, semanas, meses y años. Sin embargo,
poco después de caminar por ese camino, ya comenzamos a vislumbrar que todo
cambia, que todo lo que habíamos tomado como algo sólido, permanente e inmutable,
se halla en realidad sometido a un proceso de continuo flujo y desaparición como el
humo de una vela recién apagada. Este “darse cuenta” y tornarse más y más consciente,
puede ser liberador pues irá transformando nuestra mente tan proclive al miedo, las
ilusiones y el egoísmo, con sus consecuentes acciones negativas para uno mismo y los
demás.[5]
El apóstol Pedro exhortaba a “siempre dar razón de vuestra esperanza a todo aquel que
os pida una explicación…” (I Pe 3:15). Nos equivocamos cuando respondemos con
creencias, doctrinas y con ideas especulativas o teológicas. Esto no es razonable. Esto
no da una explicación. Por el contrario, nos conduce a absurdas y oscuras
interpretaciones irracionales.
Por la práctica de la atención plena o la meditación cotidiana de ver las cosas como son,
explicamos razonablemente nuestra esperanza. Experimentamos de modo directo, la
permanencia del cambio y lo transitorio. Esta práctica es sencilla pero no fácil. Como
dije, requiere constancia y tiempo. Y, el hombre moderno parece no tener tiempo y
poca curiosidad en conocerse a sí mismo.
La pandemia pasará – ojalá antes que después – pues nada es de naturaleza permanente.
Pero esta liberación tan esperada también podría – ojalá que no – traernos lo peor.
Decimos “podría” por dos razones. Por una parte, porque es una sospecha, sólo un
indicio aunque cargado de señales. Por otra parte, porque – como dijimos – el destino
del hombre está en sus propias manos, y mientras sus manos sigan siendo propias,
puede siempre transformar su destino.
¿Qué podría ser “lo peor”? Como dice Leonardo Boff: “Lo peor sería que todo volviese
a ser como antes, con la misma lógica consumista y especulativa, tal vez con más furia
aún… No es suficiente reducir la dosis y continuar con el mismo veneno, no es
suficiente simplemente limar los dientes al lobo.”
Como especie hemos pasado muchos eventos globales trágicos. Estos han conducido a
cambios de paradigmas y modificaciones culturales en distintas partes del planeta. Sin
embargo, globalmente estas modificaciones no nos han alejado de un peligroso y
masivo destino ecológico, sino todo lo contrario. Nos encontramos más y más cerca de
un punto desde el cual ya no hay retorno a la posibilidad de sobrevivencia de la vida
humana.
Durante esta pandemia e inclusive antes de la misma, sobresalen como una vergüenza
internacional el presidente Donald Trump (EE. UU.) y Jair Bolsonaro (Brasil). Ambos
serán recordados y repudiados por las generaciones siguientes como responsables
directos tanto de destrucciones ambientales como de exclusiones sociales. No hace falta
mencionar la multitud de pruebas al respecto.
Los estudios indican que está aumentando la frecuencia de estos patógenos de origen
animal. Todo indica que las enfermedades zoonóticas continuarán, a menos que la
relación humana con la naturaleza cambie radicalmente. ¿Cambiará? ¿Cambiaremos?
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5 Varios estudios neurológicos demuestran que nuestro cerebro tiene una tendencia
hacia el pesimismo, y un ejemplo es que como lectores, tendemos a escoger y recordar
más las malas noticias. Esto se ha vuelto evidente en esta pandemia global.
8 https://reliefweb.int/disaster/ts-2004-000147-idn#maps-infographics
9 http://www.solidaritat.ub.edu/observatori/esp/dossiers/tsunami/tsunami.htm#mapes
10 “We Made the Coronavirus Epidemic. It may have started with a bat in a cave, but
human activity set it loose”. https://www.nytimes.com/2020/01/28/opinion/coronavirus-
china.html
11 Por los análisis del seguimiento genético o del genoma, ya sabemos que este virus,
procede de una especie de murciélago.