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Nombre:

Adriany Caridad

Apellido:
Labour Baez

Matricula:
100535355

Sección: 03

Asignatura:
Historia económica

Tema:
Unidades 5 y 6

Adriany Labour 100535355


Capítulo 5: Segunda logística de Europa

1. ¿Cuáles fueron las causas de este crecimiento y del estancamiento y la


disminución subsiguientes?
Nunca hay una única causa para la reanudación del crecimiento de la población. La
incidencia de la peste y otras enfermedades epidémicas, al parecer, disminuyó
gradualmente quizá como resultado de una creciente inmunización natural o de cambios
ecológicos que afectan a los portadores. El clima tal vez mejorase ligeramente. Salarios
reales más altos en el siglo XV, consecuencia del movimiento favorable en la relación
población/tierra como resultado del anterior descenso de la población, pudieron estimular
los matrimonios más tempranos y con ello un índice de natalidad más alto. En cualquier
caso, gracias a la combinación de índices de mortalidad reducidos e índices de natalidad
más elevados, la población de Europa comenzó un crecimiento sostenido que se mantuvo a
lo largo del siglo XVI, incluso después de que hubieran cambiado las condiciones
favorables iniciales.

2. ¿Cómo fue el proceso migratorio en Europa en los siglos XVI y XVII? ¿Por
qué la urbanización no siempre fue un indicador de desarrollo económico?
, en lo que respecta al conjunto de Europa, la emigración a ultramar en los siglos XVI y
XVII fue casi insignificante; la mayoría de las migraciones eran interiores, incluso locales.
Como consecuencia de estas migraciones, la población urbana creció más rápidamente que
el total. Entre 1500 y 1600, Sevilla y Londres triplicaron su población (hasta unos 150.000
habitantes en ambos casos), y la de Nápoles se duplicó (hasta quizá 250.000). París, ya
entonces la ciudad más grande de Europa, con más de 200.000 habitantes, creció hasta un
cuarto de millón aproximadamente. Ámsterdam pasó de unos 10.000 habitantes a finales
del siglo XV a más de 100.000 en las primeras décadas del XVII. (Todas estas cifras son
aproximadas.) Aunque la elevación del porcentaje de población urbana fue también
general, en el norte de Europa fue más pronunciado que en las tierras mediterráneas, ya más
urbanizadas al comienzo del período. A finales del siglo XVI, cerca de un tercio de la
población de Flandes y casi la mitad de la de Holanda vivía en ciudades.
En algunos casos, el crecimiento de la población urbana puede considerarse como un
indicador favorable del desarrollo económico, pero esto no era así en el siglo XVI. En
aquella época, las ciudades funcionaban principalmente como centros comerciales y
administrativos, más que industriales.

3. ¿Cuáles fueron las causas y efectos de la revolución de precios experimentada


en Europa a principios del siglo XVI?
Se ha señalado que un aumento en la producción de plata en Centroeuropa, que comenzó a
finales del siglo XV, y las importaciones de oro procedente de África por parte de los

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portugueses, se sumaron a las reservas de dinero y contribuyeron a la subida de los precios.
Las devaluaciones monetarias llevadas a cabo por soberanos sin dinero ni escrúpulos
estimularon los aumentos en los precios nominales. También se ha alegado que el
incremento de la población fue un factor más importante que el de las reservas en metálico
en la elevación de los precios, argumento que pasa por alto la distinción entre el nivel de
precios general (medio) y los precios relativos. Las consecuencias atribuidas a la revolución
de los precios van desde el empobrecimiento del campesinado y la nobleza al «nacimiento
del capitalismo».

Capítulo 6: Nacionalismo e imperialismo económicos

1. Explique qué propósito tenían las políticas económicas de los estados-naciones


en era moderna del siglo XVII. que desafíos enfrentaba.
Las políticas económicas de las naciones-estado en el período de la segunda logística de
Europa tenían un doble propósito: construir una potencia económica para fortalecer el
Estado y usar el poder de éste para promover el crecimiento económico y enriquecer a la
nación. Según palabras de sir Josiah Child, mercader y político británico de finales del siglo
XVII, «beneficio y poder deberían considerarse conjuntamente». No obstante, por encima
de todo, los estados buscaban obtener ingresos para mantener su creciente poder militar, y
con frecuencia esta necesidad les llevó a promulgar políticas que fueron en detrimento de
actividades verdaderamente productivas. Para perseguir sus objetivos, los que elaboraban
las políticas tenían que enfrentarse con los deseos contrapuestos tanto de sus propios
súbditos como de las naciones-estado rivales.
2. Características del mercantilismo. ¿Cómo lo describió Adam Smith? ¿Qué
otras interpretaciones en el siglo XVII?
Adam Smith, filósofo escocés de la Ilustración y fundador de la ciencia económica
moderna, describió las políticas económicas de su tiempo (y de siglos anteriores) con un
único título: el sistema mercantil. Desde su punto de vista, estas políticas eran perversas
porque interferían con la «libertad natural» de los individuos y daban lugar a lo que los
modernos economistas llaman mala distribución de recursos. Aunque las condenó por
insensatas e injustas, intentó sistematizarlas —de ahí el término de sistema mercantil—, en
parte, al menos, para poner de relieve su absurdidad. Para ello, se inspiró principalmente en
ejemplos británicos, declaró que las políticas eran concebidas por los mercaderes e
impuestas subrepticiamente a los soberanos y gobernantes que ignoraban los asuntos
económicos. Igual que los mercaderes se enriquecen en la medida que sus ingresos exceden
a sus gastos, las naciones, argumentaban ellos (según la construcción de Smith), se
enriquecerían siempre que vendieran más a los extranjeros de lo que ellas compraban fuera,
considerando la diferencia, o la «balanza comercial», en oro y plata. De ahí que
favorecieran las políticas que estimulaban las exportaciones y penalizaban las

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importaciones (todo lo cual favorecía sus propios intereses privados), para crear una
«balanza comercial favorable» para el conjunto de la nación.
Durante más de un siglo después de que Smith publicara su histórica Inquiry into The
Nature and Causes of The Wealth of Nations [Investigación sobre la naturaleza y causas de
la riqueza de las naciones], en 1776, el término sistema mercantil tuvo una connotación
peyorativa. En la última parte del siglo XIX, sin embargo, un buen número de historiadores
y economistas alemanes, entre los que destaca Gustav von Schmoller, invirtieron por
completo este concepto. Para ellos, nacionalistas y patriotas que vivían el despertar de la
unificación de Alemania bajo la hegemonía de Prusia, el merkantilismus (mercantilismo)
era sobre todo una política de construcción del Estado (Staatsbildung) llevada a cabo por
prudentes gobernantes, de los que Federico el Grande era el mejor ejemplo. En palabras de
Schmoller, el mercantilismo «en esencia no es más que construcción de Estado, no
construir Estado en sentido estricto, sino construir Estado y economía nacional al mismo
tiempo.
Eruditos posteriores intentaron armonizar y racionalizar estos dos conceptos divergentes,
incluso antagónicos. De este modo, se pueden encontrar en libros de texto definiciones del
mercantilismo tales como las «teorías» o el «sistema» de política económica característico
de la Europa moderna o, de forma más prudente, como un «cuerpo tejido libremente de
ideas y prácticas que prevalecieron en los países de Europa Occidental y sus colonias de
ultramar desde más o menos 1500 hasta quizá 1800.

3. ¿Cuál era la situación económica de España en el Siglo XVI? ¿Cómo fue su


desempeño económico en lo adelante? ¿Qué factores lo explican? ¿Cómo afectó
la religión a la política económica de la monarquía?
En el siglo XVI, España era envidia y azote de las coronas de Europa. Como resultado de
alianzas matrimoniales dinásticas, su rey Carlos I (1516-1556) no sólo heredó el reino de
España (en realidad, los reinos independientes de Aragón y Castilla), sino también los do-
minios de los Habsburgo en Europa Central, los Países Bajos y el Franco Condado. Por otra
parte, el reino de Aragón incluía Cerdeña, Sicilia y toda Italia al sur de Roma, y el de
Castilla aportaba el recién descubierto, todavía por conquistar, imperio de América.
A pesar de las circunstancias favorables que se le presentaron, la economía española no
logró progresar —de hecho, retrocedió a partir más o menos de la mitad del siglo— y el
pueblo español pagó el precio en forma de menor nivel de vida, aumento de la incidencia
del hambre y la peste, y, por último, en el siglo XVII, despoblación. Aunque se han aducido
muchos factores para explicar la «decadencia de España», las ambiciones exorbitantes de
sus soberanos y la miopía y contumacia de sus políticas económicas fueron responsables de
ello en gran medida.
Con su política religiosa, los monarcas españoles consiguieron dañar el bienestar de sus
súbditos y debilitar las bases económicas de su propio poder. Se dedicaron a perseguir a
judíos y musulmanes por no convertirse a su religión, por lo que muchos de ellos

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decidieron marcharse. Privándose así por diferencias religiosas de recursos económicos
muy necesarios.

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