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Comentario:
Según la doctrina, se debe entender que existe un “caso fortuito” cuando es posible evitar el daño
producido mediante actos de previsibilidad, esto es, se puede evitar mediante una diligencia normal; en
cambio, existirá “fuerza mayor” cuando aun habiéndose previsto, era imposible impedir que se
produzca el daño, como se daría en los casos de desastres naturales.
Nuestro Código Civil señala en el Artículo 1314º que quien actúa con la diligencia ordinaria requerida,
no es imputable por la inejecución de la obligación o por su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso.
Por su parte, el Artículo 1315º indica que caso fortuito o fuerza mayor es la causa no imputable,
consistente en un evento “extraordinario”, “imprevisible” e “irresistible”, que impide la ejecución de la
obligación o determina su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso.
Una de las dificulades que se presentan en la práctica es la calificación de “excesivamente oneroso”,
pero se entiende que debería tratarse de una alteración grave del equilibrio contractual, haciendo
prácticamente imposible –económicamente- el cumplimiento por parte del obligado.
Ya en el ámbito tributario, ciertos gastos, como pudieran ser los alquileres, tendrían que ser revisados
dependiendo de la “irrestibilidad”, en las connotaciones de calificación de fuerza mayor o de excesiva
onerosidad de la prestación.
Lo más adecuado y práctico sería que las partes se hayan puesto de acuerdo en el tema, ya que en la
figura de la excesiva onerosidad el camino legal es la complicada vía judicial.