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LA LUZ EN LA MIRADA II

(Recorrido por las librerías de Medellín)

Después de visitar las librerías ubicadas en el centro de la ciudad, nos dirigimos hacia el

sector del Estadio. Son ya pasadas las 2:30 p.m. El tráfico fluye, ha sido fácil llegar; el paisaje ha

cambiado, el verde de los antejardines y la disposición arquitectónica del sector permite librerías

más amplias: a mayor metraje, mayor posibilidad de exhibición. Son tres las librerías que han

apostado por tener un espacio en este sector.

Iniciamos nuestro recorrido visitando la librería Fernando del Paso. No hemos

anunciado nuestra llegada, quisimos hacerlo con total espontaneidad: saludar y agradecer la

disposición de los libreros durante este tiempo de pandemia a las propuestas ofrecidas por los

Eventos del Libro.

Para quien ama los libros no hay mejor espectáculo que las estanterías colmadas, pero

aquí no son solo las estanterías sino los corredores, las mesas, las sillas, por doquier

encontramos libros arrumados. Sí, se acaba de llevar a cabo el inventario general, las colecciones

del Fondo de Cultura Económica se apilan en aparente desorden, o mejor en el orden lógico

establecido por los libreros Valeria y Camilo, quienes hicieron esta labor.

Mis compañeros de travesía se adentran en este “desquiciado” mundo, Alejandro y Ana

Piedad disfrutan de la exposición de afiches de la obra Arenas Movedizas un homenaje al

centenario de Octavio Paz, libro escrito en el París de posguerra, cuando el autor ejercía su labor

diplomática, aquella que le permitió, además de integrarse y vivir muy de cerca los movimientos

de vanguardia, existir dignamente y poder dedicar buena parte del tiempo a pensar y a producir

literatura, esos cuentos macabros pletóricos de poesía como aquel titulado El ramito azul: “Es

un capricho de mi novia. Quiere un ramito de ojos azules…”. De otra parte, Diana y Valentina

disfrutan hojeando los libros del salón infantil, esos cuentos de los que Ana María Matute, la

escritora barcelonesa, dice que son una forma de la escritura muy “importante y además difícil,
como escribir sencillo, que la gente cree que es fácil, pero es dificilísimo.” Sebastián viaja por los

estantes de humanidades y ciencias humanas, uno de los temas fuertes de esta librería.

Nos despedimos y pienso en la posibilidad de generar en algún momento un tour

literario por las librerías de la ciudad (suena bien, vale la pena ir madurando la idea, para

avanzar en este sentido, el sector del libro debe en algún momento unirse, asociarse, para

proyectar y apuntar a un mayor reconocimiento en la ciudad, algo en lo que hay que seguir

trabajando.)

Enfrente encontramos la librería Grámmata, un café Librería que nos ofrece uno de los

más amplios fondos en la ciudad, atendida siempre por Wilson Mendoza quien ha ido

conformando un equipo de libreros para poder cumplir con una demanda en alza, es esta una de

las librerías que de mejor manera se ha acomodado a la crisis, el esfuerzo por mejorar el trabajo

en redes sociales ha comenzado a dar sus frutos, la apuesta en el orden cultural, otro de sus

fuertes, contó para el presente año con el apoyo a través de una convocatoria del Ministerio de

Cultura (otro aspecto fundamental a tener en cuenta para el fortalecimiento de las librerías,

aprovechar estas oportunidades ayuda a su proyección, ofreciendo la posibilidad de aportar

culturalmente a la ciudad, y también a otras regiones gracias a las posibilidades que ofrece la

web)

Después de dar un paseo por la librería, disfrutar de la exposición en homenaje al

maestro Elkin Obregón y tomarnos un refrescante café helado, pensamos en nuestro último

destino, la Librería Palinuro.

Pensábamos sorprender a Luis Alberto Arango y fue él quien nos sorprendió. apareció

con una de las tradicionales bolsas donde Palinuro empaqueta sus libros –la de la barca– se

dirigía a la transportadora para enviar un libro que ha vendido por internet, “No demoro” nos

advierte y todos esperamos su retorno.

Palinuro es una librería que además de implementar en la ciudad el término “libros

leídos” para referirse a los libros viejos, usados, descatalogados, es uno de los mejores
tertuliaderos que la ciudad posee; la amabilidad, experiencia y sapiencia de Luis Alberto son

únicas en nuestro medio. De otra parte, la disposición física del lugar invita a la conversación

que, les garantizo, se torna siempre amena, gracias al anfitrión. Acomodados en este lugar,

conversamos de varios temas y de nuevo aparecen los libros, esta vez una edición hermosamente

ilustrada de la poesía de Jaime Alberto Vélez: “un autor que hay que rescatar y ofrecerle el

reconocimiento que se merece” como subraya Luis Alberto.

Curiosamente, los libros del poeta Jaime Alberto Vélez manejan una magia muy especial

pues son muy apreciados por cierto tipo de lector (ese lector indefinible) que aparece de pronto,

no sabemos de dónde, y hace que los libros de ciertos autores no duren mucho en los estantes de

las librerías.

Llegan unos jóvenes a visitar el lugar, hablan del olor de los libros viejos y comienzan a

revisar los estantes en busca de esas joyitas que se resguardan entre anaqueles esperando ser

descubiertas. Cae la tarde, son ya las 5:00 p.m. Permanece en nosotros la luz en la mirada, esa

que provocan los buenos encuentros. Logro guardarla para el recuerdo en una fotografía. Así

termina esta primera visita a las librerías, proyectamos un futuro recorrido para vivir de cerca el

encuentro con otros libreros y así continuar la experiencia de conocer todas las librerías de

nuestra ciudad.

Los libros

Libros devorados llenos de ansia


allá por los años ya corridos.
¡Tomos diminutos por siempre idos!
¡Páginas dilectas de mi infancia!

Libros predilectos. Libros viejos.


Libros delirantes de ternura.
Páginas henchidas de locura…

Teófilo V. Méndez Ramos

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