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Angie Lizeth castro

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REFLEXION CONÓCETE A TI MISMO

El capítulo Conócete a ti mismo nos muestra la importancia del conocimiento y


gestión inteligente sobre nuestros propios sentimientos. Desde mi punto de vista y
en base a mi experiencia, es para mí uno de los capítulos con más relevancia del
libro de Daniel Goleman, puesto que es la base del desarrollo de la inteligencia
emocional. Así que lo he resumido de forma sencilla.
Todo líder transformacional y todo buen negociador debe conocer e interpretar de
manera correcta sus emociones para no dejarse llevar por sus impulsos y fracasar
en su cometido.
En otras palabras, debe estar por encima de esta amenaza y conseguir ser
un observador neutral de sus propios sentimientos para responder
adecuadamente ante estos.
Respecto a este punto, me parece interesante rescatar una cita del libro formulada
por William Styron cuando hablaba de su depresión: estar acompañado por una
especie de segundo yo, un observador espectral que, sin compartir la demencia
de su doble, es capaz de darse cuenta, con desapasionada curiosidad, de sus
profundos desasosiegos. La observación de uno mismo desde fuera, nos permitirá
tomar conciencia de lo que sentimos en ese momento.
Es frecuente dejarse llevar por los impulsos de ira que causan el enfado, o por los
de agobio, que causan la ansiedad. Hay mucha gente que es víctima de estos
arrebatos que en esos momentos nublan la razón y su sensatez. Los mismos que
fueron la causa de la toma de decisiones en caliente y que desembocaron en
consecuencias desastrosas, poniendo en peligro las relaciones personales.
Pero la estrategia que nos interesa es bien diferente. Nos interesa el
autoconocimiento. La atención neutra flotante de nuestros propios estados
internos.

Uno puede percatarse en la práctica de cómo esta habilidad de autoconocimiento


requiere (en ese mismo momento en el que debe aplicarse más intensamente) de
un paciente temperamento en el momento preciso. Si conseguimos desarrollar
esta habilidad encontraremos la calma por y para nosotros mismos, que al mismo
tiempo será percibida por la otra persona. Como se comenta al inicio del libro:  las
emociones se contagian.
Esto nos interesa tanto si somos líderes como si somos parte negociadora. Si
somos inteligentes emocionalmente, la imagen que transmitiremos de nosotros
mismos será la de personas con conocimiento y control sobre sí mismas y sus
sentimientos.
Personas que saben tomar las mejores decisiones gracias a esa capacidad de
navegar durante la tormenta. Esto es lo que será percibido por el resto.
Obtendremos respeto y transmitiremos calma, confianza y demás sensaciones
que transmiten los líderes transformacionales.

REFLEXION HACEMOS LO QUE DEBEMOS

Este capítulo no es una historia de las ideas, sino un viaje por la reflexión moral y
política. Su meta no consiste en mostrar quién ha influido en quién en la historia
del pensamiento político

Sandel examina su papel en nuestras vidas y en la sociedad. Según él, la filosofía


ayuda a entender la política, la religión, la moral y nuestras propias convicciones, y
muestra que las cuestiones más importantes que afrontamos como ciudadanos
pueden someterse a un debate racional. Justicia repasa los conceptos que
subyacen en las controversias políticas y morales de la actualidad.

Supongamos que repartimos flautas. ¿Quién debería conseguir los mejores? La


respuesta de Aristóteles fue a los mejores flautistas. Y aquí es donde aparece el
concepto de la discriminación.
Según Aristóteles: Toda justicia implica discriminación. Lo que importa es que la
discriminación sea de acuerdo con la virtud apropiada para tener tal cosa. Esta
forma de razonar, que va del propósito de un bien a las asignaciones apropiadas a
ese bien, es un ejemplo de razonamiento teleológico.
Teleológico viene de la palabra griega telos que significa propósito, fin o meta.
Según Aristóteles,para determinar la distribución justa de un bien tenemos que
indagar sobre el telos del bien que se va a distribuir. Pero con el advenimiento de
la ciencia moderna, esta forma de razonar ha ido desapareciendo, pero no por
completo. Todavía persiste especialmente en los niños. El autor percate de ello
cuando leyó Winnie the Pooh a sus hijos donde explica como la Wennie llega la
conclusión de que el propósito de la miel es que el se la coma. Ahora bien, los
adultos no solemos pensar de esta forma para entender el mundo. Pero No hay
algo todavía intuitivo, moralmente plausible, incluso poderoso sobre la idea de
Aristóteles de que la única manera de pensar acerca de la justicia es razonar
desde el propósito de la práctica social Y no es eso precisamente lo que
estábamos haciendo cuando no estábamos de acuerdo con la discriminación
positiva Casi podemos replantear ese desacuerdo sobre en qué consiste el
propósito de una educación universitaria.
para Aristóteles el propósito de la política era formar buenos ciudadanos y cultivar
un buen carácter. Es decir, posibilitar a las personas a desarrollar sus capacidades
y virtudes distintivamente humanas. Por lo cual, los que deben tener el poder son
aquellos que sobresalen en la virtud cívica, los que deliberan mejor sobre el bien
común. Aquí vemos que los papeles teológicos y honoríficos de la justicia van
juntos.
En el caso donde la teoría de Aristóteles es correcta (es decir, el propósito de la
política es para una vida buena), la política es solo un medio para un fin (una
herramienta para lograr la justicia, una mejor
manera para la sociedad no el aspecto esencial de la bondad humana. Entonces,
Aristóteles piensa que la participación en la política es esencial para la vida buena,
y no puede sin ella, porque cree que solo en la ciudad-estado y la participación en
la política, las personas pueden reflejar plenamente la característica única de los
seres humanos: la capacidad lingüística, usarla para debatir la justicia y la
injusticia. Estar solo no puede desarrollar su propio lenguaje, tampoco
considerado como parte de la ciudad. Aprender la virtud necesitamos a través de
la acción y la práctica real.

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