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Rivera de Bianchi M., Reunión Nacional de Educación para la Salud, Ministerio de Salud y Acción Social
de la Nación, 1985.
La alimentación además de satisfacer la necesidad primaria del organismo de nutrirse, llena otras
necesidades de carácter secundario, originadas culturalmente.
Estas diferencias afectan tanto a la selección que hace de los alimentos, como a la cantidad y
modos de preparación de los mismos, periodicidad de las comidas, reglas y formalismos en torno
a la manera correcta de comer. Dado que el hombre es un ser social, debe aceptar y compartir las
normas establecidas por su grupo, pues de no proceder así, sería rechazado por el mismo.
El estudio de las normas de alimentación, a través del tiempo y en distintos pueblos, nos
demuestran cómo el acto de comer está vinculado a una serie de actividades y hechos
socioculturales con los cuales puede o no haber una relación aparente de acuerdo con nuestra
mentalidad.
Consideramos como los más relevantes hechos que inciden en la alimentación de un pueblo: 1) la
disponibilidad de alimentos, 2) los factores económicos, 3) las pautas de conducta relativas a la
alimentación.
Ninguno de los tres puede considerarse aisladamente, ya que están intrincados en el mundo
sociocultural. Por ejemplo, podría aducirse que la existencia de alimentos depende de factores
ecológicos, pero bien sabemos que las posibilidades económicas y el desarrollo tecnológico
(hechos socioculturales) logran vencer el determinismo de la naturaleza.
De la misma manera, algunas pautas de conducta específicamente referidas a la forma de
alimentarse, guardan relación con la economía.
1) Existencia de alimentos: bien es cierto que sólo se puede comer aquello de que se dispone, pero
sin embargo, muchas veces observamos que aún poseyendo determinados alimentos, el hombre
no hace uso de ellos, por razones que analizaremos inmediatamente. Es evidente, que aquello que
abunda en un lugar, será más consumido qué lo que requiere ser transportado desde otras aéreas.
Esta situación se hace particularmente notable en los estratos de población de nivel
socioeconómico más bajo.
No es necesario recurrir a ejemplos exóticos para ilustrar esta aseveración. En nuestro país, es
muy distinta la dieta del habitante del norte, especialmente en áreas rurales, donde el maíz
constituye un alimento básico, de la situación del poblador de la Patagonia, donde la carne de
cordero prácticamente reemplaza a la de vaca, o el de las grandes ciudades en el que el régimen
de la población es mucho más variado, por cuanto en los mercados se concentran toda clase de
productos.
2) Factores de orden económico: entendemos como tales, no sólo el poder adquisitivo de la
población, sino también las formas de economía desarrollables por el grupo. Así, los pueblos de
tradición agrícola, pueden tener una alimentación deficiente si ésta se basa, por ejemplo, en un
monocultivo, sea de tubérculos, cereales y horticultura, mientras los pueblos pastores -situación
que se da con frecuencia en Asia y África- se alimentan a veces exclusivamente de los productos
de la ganadería: leche, manteca, carne o sangre.
Por otra parte, las pautas de distribución de los productos, los sistemas de trabajo (división o
especialización), el comercio basado en el trueque o en la economía monetaria, inciden en la
accesibilidad a los distintos productos.
Dentro de los factores económicos, es de importancia el desarrollo tecnológico alcanzado. En
todos los pueblos, aún en los más primitivos, el hombre ha desarrollado técnicas tendientes a
asegurar su subsistencia. Éstas están dirigidas tanto a la producción como a la preparación y
conservación de alimentos. Entre las primeras, citaremos las técnicas agrícolas -formas de
plantación, uso de abonos, sistemas de regadío, terrazas de cultivo- y las pastoriles
-mejoramiento de especies por mestización, selección de pasturas, técnicas de engorde, ordeñe,
etc.-
De la misma manera, se han desarrollado técnicas de preparación y elaboración de alimentos
(distintas formas de cocción, de corticado de cereales, molienda, prensado de jugos, extracción de
sustancias tóxicas, fermentación de bebidas) y de conservación (por frío, ahumado, desecación,
salazón, etc. ).
En la medida que se logre una tecnología más especializada, va a variar tanto la calidad como la
cantidad de alimentos disponibles.
3) Pautas de conducta específicamente referidas a la alimentación: entendemos por tales, los
hábitos, costumbres y actitudes desarrollados y mantenidos por un pueblo, muchas veces, de
origen desconocido, o muy lejano, y que se transmiten de una generación a la siguiente como
parte de su patrimonio cultural. Estos hábitos y actitudes, están sustentados por la tradición,
creencias, prejuicios, valores, conocimientos y son aceptados la mayor parte de las veces sin
cuestionarlos.
Pautas relativas a la selección de alimentos: la selección de alimentos se hace con frecuencia
atendiendo a pautas diversas tales como:
- Superstición o creencias relativas a sus propiedades: todos los pueblos tienen algunos
alimentos reputados como “malos”,” pesados”,” fuertes”,” fríos” y/o ”cálidos”.
La sabiduría popular, muchas veces manifestada a través de refranes y dichos, nos muestra
con frecuencia la razón del uso de algún alimento. Son conocidas por ejemplo las propiedades
atribuidas a la cebolla (un proverbio alemán dice que un baño de vapor y una cebolla curan
cualquier mal), al vino (es la bebida de los pueblos fuertes), o al pan.
Estos conocimientos o creencias, a veces tienen una base de verdad y el pueblo los ha
deducido por la simple observación empírica. Otras en cambio, sea de carácter mágico, como
por ejemplo, los innumerables “antojos” y tabúes de alimentos para las mujeres embarazadas,
la creencia que comiendo carne de ciervo o perdiz, las personas se vuelven ágiles y veloces, o
que la sangre del cóndor, tigre u otro animal feroz, transmite valor y fuerza a quienes la beben.
- Prejuicios: hay ciertos alimentos que provocan reacción de rechazo o repugnancia. En
ocasiones se los asocia con animales desagradables; otras veces, se piensa que no son
adecuados para el hombre. En nuestro país, por ejemplo hay un marcado rechazo hacia la
carne de caballo, no por razones de sabor, sino por no considerársela “comestible”, aún
siendo un animal doméstico.
Mucha mayor repulsión, provocan, por ejemplo, las culebras -que en China son bocado
exquisito- la carne ligeramente “pasada”, común en países donde se practica la caza de
animales silvestres, algunos insectos, etc.
Otros animales, si bien son aceptados como “comestibles” no son muy apreciados en nuestro
medio, tales las ranas, los caracoles y el avestruz.
- Valor social asignado a un alimento: al decir valor “social”, indicamos que no nos referimos a
su valor calórico o alguna otra propiedad desde el punto de vista nutritivo. Más bien diríamos
que su valor social, se asocia al económico. Por lo general son platos caros, raros, traídos de
muy lejos o cuya elaboración es muy dificultosa. En esta categoría, consideramos, por
ejemplo, las ostras, el caviar, ciertos frutos como los dátiles, bebidas como el champán,
confituras muy elaboradas, etc.
Se supone que estos alimentos sólo están en el alcance de una clase económicamente
poderosa, y esto los hace aún más preciados. Acerca de esta relación entre el valor asignado y
la aceptación por la población, no sirve de ilustración la estratagema de la que se sirvió
Parmentier para introducir la papa en Francia, al colocar en las plantaciones guardias
armados. La población supuso que muy valioso debía ser algo que se vigilaba tan
celosamente, y comenzaron a robar lo que con el tiempo sería un ingrediente muy común en
la cocina francesa.
- Creencias religiosas: comprenden no sólo los tan conocidos tabúes que practican algunos
núcleos religiosos, sino también los alimentos que son obligatorios en determinadas
circunstancias. Es universalmente conocido el tabú de la carne de cerdo entre los judíos. Pero
además de esta prohibición, la religión impone qué alimentos pueden consumirse en
determinadas fechas y la forma en que deben estar preparados, la persona que debe realizar
la faena y los cuidados que deben observarse durante la misma.
Otras veces el tabú se refiere al consumo de bebidas alcohólicas o sustancias narcóticas, o las
personas que pueden comer juntas.
Por ejemplo, entre algunos pueblos de África, se considera que no pueden compartir la mesa,
las personas que en algún momento puedan llegar a constituir matrimonio. El compartir la
comida tiene significado de incesto.
En muchas religiones existen restricciones con respecto a la comida, pero sólo en
determinadas fechas, consideradas como periodo de ayuno o abstinencia.
Entre los católicos, durante la Semana Santa se observa la vigilia, es decir, la interdicción de
carne vacuna.
- Tradición: consideramos como tradicionales los llamados “platos nacionales” y los que se
preparan para celebrar distintos acontecimientos. En el primer caso, comprendemos todos
aquellos que originarios de un pueblo, quizá ya no sean su comida habitual, pero tienen el
valor que les asigna su folklore. También se los llama platos típicos.
En nuestro país, están representados por el asado, las empanadas, locros, humitas, mate,
aunque muchos de ellos los comemos excepcionalmente. Siendo precisamente nuestro país
de migrantes, hemos aprendido a degustar los platos tradicionales de muchos otros pueblos y
aunque mantengamos el culto a la carne de vaca, es difícil hablar actualmente de una cocina
estrictamente nacional.
También son platos tradicionales los llamados de celebración, las comidas y confituras de
Navidad y Año Nuevo, las tortas de boda, las de cumpleaños, los banquetes con que se
festejan aniversarios, matrimonios, etc. La tradición no sólo afecta la selección de un
determinado manjar, sino también la forma en que se lo prepara. Así, los dulces caseros,
preparados lentamente a fuego de carbón, las pastas amasadas en la casa, las aves criadas en
el gallinero familiar, son mucho más preciados que los que proveen los mercados o la
industria, pues se asocia la producción masiva con el desinterés y desapego ajenos al cuidado
que requiere la preparación de algunos platos.
- Moda: la moda, contrariamente a la tradición, impone muy rápidamente y a veces en forma
muy efímera, alimentos nuevos o exóticos. Vemos como de la cocina francesa, que en un
momento, fue tenida por la más exquisita, actualmente, el interés se volcó por las comidas
orientales o escandinavas o por plato escuchas mezclas de sabores resultan extrañas a
nuestro paladar, y que tal vez cuando nos hayamos habituado a degustar, ya no estarán de
moda. También la moda al modificar los cánones en cuanto a las formas corpóreas, obliga,
especialmente a las mujeres, a adoptar regímenes de alimentación diversos, o ayunos no muy
racionales.
- Gusto: consideramos en último término, el gusto o reacción frente al sabor de los alimentos.
Aparentemente debería considerárselo en primer lugar, por cuanto es muy generalizada la
creencia que finalmente “el hombre come lo que le gusta”. Esto es parcialmente cierto, el
gusto se educa, aprendemos a comer dentro del grupo familiar en que hemos nacido, y en la
sociedad a la que pertenecemos.
Los factores que hasta aquí hemos mencionado, inciden no sólo en la selección de los alimentos,
sino en la forma de elaboración, las ocasiones en que se consumen y aún en la confección de
dietas apropiadas para determinadas personas de acuerdo a su rango social, edad, u otras
circunstancias.
La posibilidad de lograr cambios en estos hábitos, está en relación con la causa que los ha
generado. Si obedecen a la falta de conocimientos, prejuicios o agrado al paladar, son
relativamente fáciles de modificar, en tanto que aquellos que están sustentados por un tabú
religioso, una superstición o constituyen una manifestación intencional de conservación de las
costumbres tradicionales, ofrecen mucha mayor resistencia a cualquier tentativa de cambio.
Actualmente las actitudes favorables al cambio en la alimentación, son facilitadas por las
condiciones de la vida moderna. Las nuevas formas de trabajo, la distancia entre el sitio de trabajo
y la vivienda, hacen cada vez más frecuente que los miembros del grupo familiar se vean
compelidos a comer fuera de su casa, en comedores de fábricas y oficinas o aún en casos de no
contar con éstos, a llevar la comida al lugar donde cumplen sus tareas.
Los conocimientos cada vez más difundidos acerca de la necesidad de una alimentación
balanceada, y de las necesidades en relación a la edad, tipo de trabajo, etc. van modificando poco
a poco las pautas alimentarias. Ya se tiene mayor conciencia que “estar gordo no es estar bien
alimentado“, al mismo tiempo que la importancia que se asigna estéticamente a las formas
corporales, hacen que se consideren más racionalmente todos los aspectos relacionados con la
alimentación.
Cambiar las pautas de alimentación, es pues posible, y el lograr la adopción de las que sean más
racionales y adecuadas para la salud del hombre, es tarea de la educación.