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LA DEBILIDAD DEL ESTADO COLOMBIANO

DIANA NADAL MUÑOZ

DOC. CARLOS JAVIER SERPA RUDINO

05-NOVIEMBRE-2020

ESAP

MOMPOX-BOLIVAR
La debilidad del Estado colombiano

Entre nosotros el Estado es un concepto de mucha importancia; se considera que es el

protagonista central de la vida económica, política y social. Por ello hay gran

preocupación en círculos académicos, del pensamiento y de la opinión por el hecho de

que nuestro Estado no haya logrado ejercer sus funciones en todo el territorio nacional.

Después de firmado el acuerdo de paz con las Farc, extensas regiones siguen siendo tierra

de nadie, en las que, según análisis juiciosos, la situación “está a punto de estallar”.

Colombia ha tenido y tiene un Estado débil y una sociedad civil fragmentada. La

Constitución de 1991 trató de fortalecer al Estado, de incrementar su legitimidad y superar

el carácter excluyente de nuestro régimen político, pero no logró tales propósitos; durante

su vigencia se ha profundizado la crisis de legitimidad y liderazgo del Estado.

Síntomas de ello son el que el Estado sigue siendo débil, la falta de confianza de la

ciudadanía en las instituciones, la fragmentación de las élites y la ausencia de una clase

dirigente que tenga un claro proyecto de sociedad.

Nuestro Estado no ha logrado integrar a todo el territorio. Por eso somos una sociedad

dividida y terreno fértil de conflictos sociales. Nuestra crisis política se asienta en la

centenaria debilidad del Estado, pues su cosmovisión, dimensión cultural, política,

económica y administrativa es centrista.

En consecuencia, los conflictos y tensiones sociales en muchas regiones terminan siendo

resueltos al margen de las instituciones, a través de la “para institucionalidad”, ya que el

centro ignora los intereses, necesidades, reivindicaciones y anhelos de las regiones que

hay en nuestro extenso territorio.


En consecuencia, las instituciones municipales, departamentales y nacionales son

frágiles, incipientes y hay muy extensas regiones no integradas al país marginadas del

desarrollo socioeconómico.

En primer lugar, debido a que el Estado colombiano es débil y a que recientes

modificaciones de régimen político, inducidas por el cambio de modelo económico, han

reducido su autonomía para implementar reformas políticas y económicas, la solución a

la crisis política implica un fortalecimiento del Estado mismo.

Dicho fortalecimiento debería surgir de acuerdos democráticos entre todos los actores en

conflicto, orientados a:

a) establecer el monopolio estatal sobre el uso de la fuerza y la producción de

regulaciones.

b) integrar el territorio nacional mediante una clara y activa política de colonización

y desarrollo socioeconómico en las regiones marginadas

c) reconocer e institucionalizar poderes regionales y locales, concediéndoles cierto

grado de autonomía, a cambio de que éstos reconozcan la necesidad de mantener

la integridad del territorio nacional.

El Estado sí es débil pero no tiene lógica alzarse en armas por ello. Hay más territorio

que Estado. Incapacidad estatal dio paso a informalidad. Estado se convierte en

obstáculo para ciudadano. Politización convierte Estado en perseguidor de opositores.

Estado víctima de corrupción y narcotráfico. Farc se aprovechó de debilidad del Estado.

Construir un Estado al tamaño de nuestro territorio.

Colombia es un Estado débil donde hay más homicidios y víctimas, y nos pone en la

misma categoría de Somalia. Este es el fracaso de nuestro País, nuestro Estado y nuestros

dirigentes. No entender que la base para sembrar la prosperidad, la felicidad y que no


haya víctimas de organizaciones al margen de la ley es tener un Estado fuerte, que tenga

el monopolio de las armas, que lleve a la justicia a los delincuentes, que tenga

instituciones que respeten los derechos y hagan cumplir las obligaciones de los

ciudadanos y en general que respete y haga respetar la constitución y la ley.

Un Estado fuerte con certeza hará que haya una verdadera Paz, donde no haya víctimas

de organizaciones al margen de la ley y que no tengamos la necesidad de hacer más

marchas por ellas, porque simplemente no las habrá.

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