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MEDRANO
Introducción
Medrano por parte de la Capitanía General de Santo Domingo en el año 1814, propicia es la
historia, plasmado en el contenido del último capítulo, el cual lleva por título: De la
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La perspectiva filosófica de Andrés López de Medrano está profundamente influida por una
que va desde Epicuro (Campillo Pérez: 92), Platón (p. 92), Aristóteles (p. 92 y 107),
Averroes (p. 107), Fray Melchor Cano (p. 103), John Locke (81 y 93), René Descartes (p.
92), Godofredo Leibniz (p. 92), Étienne Bonnot de Condillac (pp. 80, 84, 93 y 109), Daniel
Huet (p. 91), Verney (p. 81), Genuensis y Valdinotis (p. 93), así por Benito Jerónimo
Feijoo y Montenegro (pp. 90, 99 y 106), algunos de los cuales pusieron sus énfasis
razón.
Su filosofía de la historia está signada por la concepción que tuvo gran influencia en su
Campomanes, Feijoo y Montenegro y Gaspar Melchor de Jovellanos, entre otros, eran del
parecer que todos los fenómenos del universo debían y podían ser objeto de una reflexión
profunda por parte de la razón o debían haber pasado por el fuego forjador de la
experiencia.
estelares como la autoridad entre los sabios, la relación entre modernidad y antigüedad, los
y de los monumentos en el examen del pasado, la corrupción de los libros y las múltiples
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1. Autoridad de los Sabios y Arte Crítico
Andrés López de Medrano critica acremente el criterio de autoridad de los sabios, hasta el
punto de afirmar que sólo la autoridad divina es infalible y que aún la de los santos, aunque
Esta crítica demoledora contra todo criterio de autoridad per se, es muy importante, ya que
no deja sobre sus pies ni siquiera a los venerados santos de la Iglesia, ya que considera que
escrupuloso. Esto significa que todo debe ser sometido a crítica, sin importar a quienes
putrefacción (teoría refutada de la generación espontánea) y otros aspectos que han sido
de autoridad entre los sabios, es justo destacar que no sólo se refiere a los sabios de la
Antigüedad, sino que con ello cuestiona profundamente el conjunto de errores cometidos
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De igual manera, dice que de la autoridad de los navegantes derivan errores como la teoría
de los vórtices cartesianos o de los torbellinos postulada por René Descartes, lo que le lleva
a afirmar que ni la novedad hace más ciertas las opiniones, ni la antigüedad por sí misma
añade peso alguno a la verdad. López de Medrano aprovecha esto para aseverar que en los
antiguos se encuentran más errores que entre los modernos, ya que aquellos no disponían
del método crítico ni con los instrumentos de que dispusieron los modernos.
Si bien es cierto que la utilización del método crítico y de los instrumentos modernos de
medición en los procesos de investigación, permitió más fácilmente detectar y prevenir los
que en los autores antiguos se encuentran más errores que entre los modernos. Esto así
porque es necesario recordar que gran parte de las teorías desarrolladas durante la
realizadas por autores antiguos con poco o ningún método de conocimiento o instrumental
de precisión a su alcance.
En lo que no hay lugar a equívoco es en la conclusión a que arriba López de Medrano sobre
el criterio de autoridad de los sabios, cuando afirma: “Conclúyese pues, que la mera
autoridad humana, por ilustre que algún hombre sea, o la misma opinión de los Doctores,
no nos exime de un atento examen, pues el que busca la verdad está obligado a discutir con
autores”.
Con esta conclusión López de Medrano deja meridianamente claro que en el proceso del
conocimiento crítico no hay vacas sagradas ni altares que respetar, ya que el único
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compromiso contraído es con la verdad, la cual se obtiene, tal como la concibió Descartes y
el criterio de verdad son las evidencias matemáticas); evidencias de los sentidos (donde el
criterio de verdad son las evidencias físicas) y evidencias de autoridad (donde las
al sentido íntimo o conciencia ecuánime; al consenso de los sabios, así como a los que
mejor hayan usado la recta razón, como forma de distinguir con certeza las evidencias
Al examinar el rol que juegan los testigos en el proceso de búsqueda de la verdad histórica,
López de Medrano expresa que es necesario considerar cuatro aspectos diferentes, a saber:
derecho, testimonio de uno, es testimonio de ninguno. Esto quiere decir que para que se
acepten como buenos y válidos los testimonios de varios testigos, es necesario saber su
particular.
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La calidad se refiere a la reciedumbre moral de los testigos. En ese sentido, López de
Medrano expresa que puede ser tal la calidad o trascendencia de un testigo que se
afirma que el testigo ocular debe ser preferido al testigo de oídas. Pero sobre todo, le da
preferible el testimonio de los más probos, cuando testifican por propio conocimiento,
porque, en casos contrarios, se exponen a ser seducidos. Esto significa que en todo proceso
los testigos oculares y de las personas con mayor probidad moral e intelectual.
contradictorias, la búsqueda de la verdad se torna muy difícil o casi imposible, y que, por
tanto, es necesario que personas íntegras e ilustradas atestigüen lo mismo con iguales
palabras, sean éstos testigos oculares o juramentados. Por eso sostiene que es siempre
expresado. En ese sentido, López de Medrano asegura que son dignos de poco crédito los
que hablan como los poetas. Asimismo, es del parecer que merecen mayor crédito los
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Es evidente que hay un prejuicio muy marcado en López de Medrano frente a los poetas, a
los declamadores y a los panegiristas, por considerar que ellos envuelven la verdad en
subterfugios o sofismas verbales. Esto en ocasiones ocurre o puede ocurrir, pero esa
posibilidad no se puede tomar como una verdad absoluta. Entretanto, existen historiadores
verdad, sin que necesariamente llenen las expectativas que han creado.
Andrés López de Medrano postula seis reglas que es necesario observar para poder
otorgarle crédito a las ideas y a los hechos que consignan los historiadores en sus
narraciones.
Primera regla: Que se examine su ciencia y que su probidad se demuestre por su vida,
por sus libros y por la congruencia de los hechos que narra. Esta regla es importante
porque pretende determinar si el historiador tiene la formación adecuada para examinar con
rigor y objetividad los hechos y procesos que somete a enjuiciamiento crítico. Así mismo,
lectura crítica de sus obras y el examen minucioso de los hechos que narra, a fin de
Segunda regla: No son dignos de fe los que se dejan llevar por sus propias
preocupaciones o prejuicios o por las del vulgo, o son indulgentes con algunas de las
partes. Esta regla postula varias cosas muy positivas, pero al mismo tiempo hay una que
refleja negatividad y prejuicio de clase. Es indiscutible que un historiador que se deja llevar
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por sus preocupaciones o prejuicios no puede abordar con objetividad y sentido crítico los
hechos que examina. De igual manera, tampoco puede ser digno de crédito si es indulgente
con algunas de las partes envueltas en los procesos sociales e históricos que analiza. Pero es
cuenta las preocupaciones “del vulgo”, vale decir del pueblo. Quien procede de esa manera
está inclinando el fiel de la balanza hacia un solo lado, el de las clases dominantes, con lo
Tercera regla: Los autores contemporáneos han de ser preferidos a los extranjeros y
antiguos y cuanto más disten de aquella época, menos fe se les ha de otorgar. Esta regla
evidencia un gran desconocimiento por parte de López de Medrano en torno a los diferentes
tipos de fuentes que debe consultar un historiador para hacer su narración con objetividad y
sentido crítico, razón por la cual no se debe tener preferencia con algunos autores en
desmedro de otros, sean contemporáneos, extranjeros o que disten de la época que será
han hecho trabajos de investigación excelentes sobre determinados períodos históricos y/o
procesos sociales, como son los casos del holandés Harry Hoetink sobre la segunda mitad
del siglo XIX, con su obra “Pueblo Dominicano (1850-1900)”; del belga André Corten
sobre el estado débil, refiriéndose a los estados de los dos países que comparten la Isla de
Santo Domingo, con su obra “El Estado débil”, y de la italiana Vanna Ianni, quien realizó
sendos estudios sobre las luchas sociales en la República Dominicana entre abril de 1984 y
abril de 1986, con sus obras “Masas y revueltas, Abril 1984” y “El Territorio de las Masas,
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Cuarta regla: El autor que adultera la verdad pierde todo poder fehaciente, y otro
tanto acontece a los que ponen pasión en lo que narran, y los que son demasiados
como buena y válida la premisa que reza que el autor que adultera la verdad pierde poder y
credibilidad en la gente. No obstante, lo correcto es afirmar que los historiadores que dan
verdad en sí misma no puede ser adulterada o distorsionada por nadie. Ahora bien,
consideramos como muy absoluta la afirmación de que quienes narran los hechos con
pasión pierden credibilidad, ya que con ello se pretende obviar que los historiadores son
seres humanos de carne y hueso, que tienen sentimientos y pasiones, donde lo más que se
les puede pedir es que controlen al máximo el ímpetu de sus pasiones al momento de
que debe reflejar. Otro aspecto que es necesario cuestionar es el relativo a la descalificación
de que son objeto aquellos autores que son sumamente cuidadosos con el estilo en que
están escritas sus obras, cuando se supone que debe ser todo lo contrario: deben ser muy
bien ponderados todos aquellos que son cuidadosos con el estilo con que plasman sus
obras. Para que una obra anime con fruición a la gente a leerla debe reflejar veracidad, una
fina sensibilidad humana del escritor, así como un estilo pulcro, elegante y bien cuidado.
Quinta regla: Para dar asentimiento a cualquier relación histórica debemos tomar en
todas las circunstancias; observadas todas estas cosas se ha de dar o emitir juicio
hacia donde se incline la balanza y esta es la regla matemática para apreciar las cosas
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según la fe humana (testimonios de los hombres), según Feijoo, en su tomo quinto,
discurso primero. Esta regla recoge el conjunto de aspectos a tomar en cuenta para narrar
y analizar los hechos históricos de forma integral y equilibrada, tratando de armonizar los
razón humana.
Sexta regla: Así como se tiene certeza cuando son muchos los contemporáneos que
cuya fuerza depende de estas reglas: que todos los escritores contemporáneos callen;
que ellos no pudieron ignorar el hecho y que no había ninguna razón para que todos
callasen. Esta regla evidencia que tanto en la historia como en las demás ciencias sociales
intervinientes. Es por ello que si ocurre un hecho histórico que afecta a las clases
dominantes, es muy probable que los historiadores que se identifican con esos sectores
historiadores que se identifican con los intereses de los sectores subalternos, el hecho pasa
al anonimato, hasta que en épocas posteriores surjan historiadores con sentido crítico que
estén dispuestos a sacarlo del anonimato o del olvido premeditado. Esto significa que si
sido debidamente abordado, podrían existir múltiples factores causales, entre los que habría
que tomar en cuenta la falta de información o la omisión adrede por parte de los
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4. La Tradición y los Monumentos, Otras Formas de Examinar el Pasado
oral y de los monumentos como formas necesarias para lograr un mejor acercamiento al
pasado de la humanidad.
primeros presenciaron el hecho, los segundos los recibieron de éstos y así sucesivamente; la
Es evidente que su concepción sobre la tradición oral en los estudios históricos es limitada,
religiosidad popular, a los acontecimientos históricos que ocurren en los micro espacios
cotidianos o locales, así como a otras tradiciones propias de los sectores tradicionales de
inscripciones y otras cosas públicas que si son auténticas, dan fe, y todo lo contrario, si
El concepto de monumento que tiene nuestro autor es limitado, ya que no incluye las
cuevas donde habitaron los primeros pobladores, las catedrales, las iglesias, los
monumentos coloniales, recintos que alojan a las universidades y otras edificaciones de alta
significación histórica, pero es de gran significación que ya a principios del siglo XIX los
tomara en cuenta como una forma trascendente de estudio del pasado histórico.
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5. La Corrupción de los Libros
En el abordaje este tema López de Medrano es bastante absolutista, cuando afirma que casi
todos los libros antiguos abundan en falsedades, porque ante el hecho de que no se había
inventado la imprenta hasta mediados del siglo XV, todos fueron manuscritos. De ahí que
nadie se atreviera a afirmar que conociera, por ejemplo, el verdadero sentido de Aristóteles,
cuyos escritos estuvieron ocultos por tres siglos, y que habían sido malamente dados a
En igual sentido asegura que la ignorancia de quienes dictaban los antiguos pergaminos, la
traducción a otras lenguas y los caracteres indescifrables, transformaban los escritos. Para a
seguidas afirmar que gracias a la imprenta se han llegado a conocer mejor los escritos
antiguos, por el cuidado puesto por los críticos en comparar los ejemplares que existen con
eliminado todos los errores, ya que no se puede asegurar que todo lo que se ha impreso con
mutilar escritos, hacer interpolaciones, atribuir a otros cosas propias publicándolas con
Si bien es cierto, que hasta la segunda mitad del siglo XV en que apareció la imprenta, eran
pocos los que tenían acceso a la producción bibliográfica antigua, del Medioevo y de
principios de la época moderna, no se puede afirmar categóricamente que casi todos los
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particulares de doctos de la filosofía, la teología, la filología, las ciencias y las
interna y externa de los textos, que sirven de orientación para determinar el nivel de
Primera regla: Los escritos de los que no se hace mención en el siglo del autor; ni
por sospechosos. Con esta regla se quiere evitar que alguien pretenda hacer pasar por
que no han sido referidos por ninguno de sus contemporáneos ni por sus sucesores
inmediatos.
Segunda regla: Las obras expresamente rechazadas o puestas en duda, por los
antiguos, no deben ser admitidas por los modernos. Mediante esta regla se busca que
tal sentido, si la mayor parte de sus coterráneos pone en duda o rechaza que un texto
determinado fuera escrito por un autor definido, los modernos deben acogerse al veredicto,
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a menos que tengan pruebas irrefutables de tipo estilístico, de carácter estructural o de
Tercera regla: El libro en el que haya opiniones contrarias a las que el autor
y conste por otra parte, que el autor no haya retractado su parecer. Esta regla tiene
algún texto que se atribuye a un determinado autor, a fin de compararlos con otros textos
reconocidos del mismo autor, para asegurarse de que ambos no contienen opiniones
contradictorias o encontradas.
autor, se ha de juzgar como apócrifo. Partiendo del análisis interno de una determinada
obra se hace la confrontación de la misma con el contexto en que le tocó vivir al autor, para
que abunda en cuentos (fantasías) a una persona que sea seria o sensata. Con esta regla
autor docto y claro en sus puntos de vistas, para así definir si la obra es de su autoría o no.
que floreció el autor, o al que suele emplear el autor en otras obras. Esta regla se
orienta a la realización de un estudio estilístico de las obras del autor y del estilo
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característico de la época o de la corriente literaria, histórica o filosófica con la que se
Séptima regla: Las ediciones que no concuerdan en lo interno están adulteradas, y por
tanto hay que recurrir a las más antiguas y próximas del autor. Esta última regla lo que
busca es garantizar que las ediciones de las obras de un determinado autor se correspondan
Conclusión
juventud dominicana de su época un texto que le previniera de todas las trampas con que se
puede encontrar en el complejo y sinuoso proceso del conocer, incluido de forma especial,
el conocimiento de la historia.
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Bibliografía consultada
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Lefebvre, Henri (1984), Lógica Formal, Lógica Dialéctica, México, Siglo Veintiuno
Editores.
Alianza Editorial.
17
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20 de Noviembre, 2014
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