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La escuela y su contexto socio-cultural como campo o referente empírico , ofrece distintas
unidades de análisis que, siguiendo a R. Guber, definimos como una decisión del investigador que
incluye tanto a los ámbitos espaciales donde se lleva a cabo el trabajo de campo, como a los actores
o sujetos de la investigación2 y las prácticas que realizan.
Como parte constitutiva de las unidades de análisis también cuentan las fuentes
documentales de información (o documentación histórica), que el docente investigador transforma en
material de análisis. Son documentos múltiples y variados, tales como: normativas, códigos de
disciplina, reglamentaciones, datos de matricula, rendimiento, abandono, retención etc.,
planificaciones docentes, textos y bibliografía, cuadernos y carpetas de los alumnos, etc.
En tal sentido, si el campo se define en torno a una escuela urbana de nivel medio por
ejemplo, las unidades de análisis podrían estar representadas por clases, actos escolares, recreos,
asambleas, reuniones de consejo directivo, reuniones de personal, prácticas de laboratorio, etc.;
unidades que incluyen espacios o ámbitos físicos (aula, salón de actos, patio, biblioteca, laboratorio,
dependencias administrativas, etc.) los sujetos (docentes, alumnos y no docentes) y las prácticas que
allí realizan (de enseñanza-aprendizaje, celebración, recreación, deliberación y toma de decisiones,
experimentación, consulta, gestión, etc), de manera tal que la conjunción de espacios, prácticas y
actores, dan como resultado diversas unidades de análisis posibles.
El trabajo de campo es flexible, abierto, hay que “dejarse sorprender”, como dice Paul Willis.
La consigna es “observar todo”, y en lo posible, asumir la actitud de “extranjero” frente a lo que
familiar y obvio. Se escribe lo que se observa y lo que se escucha, tomando la mayor cantidad posible
de notas. Es bueno recordar que la cultura se construye con lo que decimos y lo que hacemos pero
también con aquello que callamos y dejamos de hacer. Desde este punto de vista todo lo que
acontece en el aula y en la escuela, resulta de interés: lo que dicen y lo que hacen docentes y
alumnos, las formas de dirigirse unos a otros, los gestos, las palabras, las exclamaciones, las
miradas, la distribución del espacio, los movimientos y/o desplazamientos de los cuerpos, etc.
Los registros etnográficos, son documentos públicos, un trozo de la cultura escolar, al que
todos pueden acceder si lo desean. Un buen registro de lo que acontece en las aulas puede habilitar
otras lecturas o interpretaciones. Se amplían antes de las 24 horas para no olvidar nada, ampliar un
registro consiste en escribir todo lo que se recuerda, tenga o no sentido en ese momento. Si las
observaciones se han realizado con otro u otros observadores, la ampliación de los registros se
realiza con el aporte de todos. Es conveniente grabar las clases, en este caso ampliar los registros
consiste además en una tarea de “montaje” de los registros y las “desgrabaciones” o transcripciones.
Conviene agregar dibujos de la ubicación física de los lugares y los sujetos en el aula.
También es interesante registrar lo que está escrito en el pizarrón, en las paredes y en los pupitres:
leyendas, afiches, graffitis, mensajes, etc. Pueden agregarse reacciones personales (impresiones,
opiniones, sentimientos) que puedan provocarnos las situaciones que estamos observando.
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En su libro "El salvaje metropolitano" Rosana Guber utiliza "campo" y "referente empírico"
indistintamente para designar "la porción de lo real que se desea conocer, mundo natural y social en
el cual se desenvuelven los grupos humanos que lo construyen", "una cierta conjunción entre un
ámbito físico, actores y actividades".
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En realidad la autora distingue las "unidades de estudio" o ámbitos espaciales, de las "unidades de
análisis" o sujetos de la investigación. Nos permitimos utilizar la noción de “unidad de análisis” para
significar una suerte de conjunción de ámbito físico, actores y prácticas de la investigación.
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Como dice E. Rockwell “generalmente son más valiosos los fragmentos textuales del
discurso que el "todo" resumido en palabras del investigador, aunque uno y otro son posibles,
según los intereses y condiciones reales de elaboración de los registros” . En este sentido no hay
reglas a seguir, pero intentar captar las textualidades en el intercambio verbal en las clases, puede
servir como pauta inicial de observación. El apoyo de un grabador resulta sumamente útil en este
sentido, pero es necesario recordar que no siempre en una clase o en espacios escolares, están
dadas las condiciones necesarias para grabar con cierta fidelidad.
Para utilizar el grabador es necesario tener autorización de quienes serán grabados,
docente y alumnos. En tal sentido el acceso al campo debe iniciarse con una presentación lo más
clara posible acerca de las razones de nuestra presencia en la escuela. Esta presentación puede
realizarse primero ante las autoridades de la escuela y después ante el docente y los alumnos y no
debería llevar más de cinco o diez minutos.
Suele creerse que nuestra presencia en el aula altera las prácticas habituales. Sin duda
esto es así y es inevitable que lo sea ya que formamos parte del mundo social que investigamos.
De todos modos es bueno recordar que aún aquello que se modifica por nuestra presencia es
significativo como expresión de la cultura que estamos investigando.
En la presentación debe quedar claro: quiénes somos, porqué estamos ahí, mencionar la
facultad, la carrera y la materia para la que estamos realizando esta práctica de observación. Es
importante aclarar a los alumnos que la práctica consiste en registrar lo que acontece en las clases,
por eso nos verán escribiendo todo el tiempo. Es importante además comunicarles cuanto tiempo
estaremos en la escuela, y sobre todo como utilizaremos esa información. Como propósito clave de
la práctica de observación pueden aludir al interés que tienen, como futuros docentes, de conocer
el mundo de la escuela por dentro.
Estas observaciones se realizan sin pautas ni consignas acerca de qué observar, ya que por
mirar esos aspectos podemos dejar de mirar lo que efectivamente está pasando en la clase. La
pregunta crucial es pues ¿qué está pasando aquí?. Se trata de dejar en suspenso, en la medida de lo
posible, nuestros marcos referenciales, para no caer en sobre interpretaciones haciendo decir a las
prácticas cosas que no dicen. Sin embargo por tratarse de una práctica de aprendizaje, y solo con
fines didácticos, sugerimos a continuación algunas aspectos a tener en cuenta en el momento de la
observación:
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6. Las conexiones entre el contenido propuesto y los conocimientos previos y /o historias
personales de los alumnos.
7. Las transformaciones que sufre el conocimiento en su "circulación" en la clase.