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Por consenso casi unánime, se cree que los 27 libros del Nuevo Testamento fueron escritos originalmente en
griego. El griego era un idioma muy difundido en el Imperio Romano en los días de Cristo y los apóstoles. Se
había extendido por todo el Medio Oriente hacia fines del siglo IV a. C. con la expansión del imperio de
Alejandro. Todos sus sucesores fueron gobernantes griegos que fomentaron la difusión del idioma y la cultura
de Grecia. El griego llegó a ser tan ampliamente conocido y se arraigó tan profundamente, que los romanos -
que crearon su imperio en el siglo I a. C., desde el Atlántico hasta Persia- no pudieron suprimirlo. El latín
predominó en el norte de África, España e Italia; pero no tuvo importancia en el mundo oriental. Aun en Italia,
donde el latín era la lengua materna, la gente educada sobre todo hablaba griego, como su segundo idioma.
Por ejemplo, la Epístola de Clemente, el documento cristiano más antiguo fuera del Nuevo Testamento, fue
escrita en griego aunque se escribió en Roma. Entre los centenares de papiros descubiertos en las ruinas de la
casa de un erudito de Herculano -ciudad destruida por la erupción del Vesubio en el año 79 d. C.- había menos
de una docena de manuscritos en latín; todos los demás estaban en griego.
Sin embargo, además del griego se usaban otros idiomas en diferentes partes del imperio. Por ejemplo, los
judíos de Palestina hablaban arameo; los habitantes de Listra, "lengua licaónica" (Hech. 14: 1l) y, por
supuesto, los habitantes de Roma hablaban latín. Esta multiplicidad de idiomas se refleja en la inscripción
trilingüe colocada sobre la cruz del Calvario, escrita en (1) arameo (llamado hebreo en el Nuevo Testamento),
el idioma del país, en (2) griego, el idioma difundido por todo el imperio y en (3) latín, el idioma oficial de la
administración romana (Juan 19: 20). Una situación similar existió en la Palestina moderna durante el período
del mandato británico, antes de la primera guerra judío-árabe de 1948, cuando, por ejemplo, los sellos de
correos se imprimían en tres idiomas: hebreo, árabe e inglés. Más de un país del mundo tiene dos o más
idiomas oficiales; los del Mediterráneo oriental no fueron, ni son, excepciones.
En fonética, gramática, sintaxis y vocabulario, el griego del Nuevo Testamento difiere del de las obras
clásicas. En los siglos XVII y XVIII comenzó un arduo debate de erudición entre los que propugnaban varias
explicaciones para este problema. 105 Los hebraístas atribuían estas diferencias a la influencia del hebreo,
pues generalmente se creía que todos los autores del Nuevo Testamento habían sido judíos. Se afirmaba que
aunque esos hombres podían escribir en griego, pensaban en hebreo, y por eso eran influidos por su lenguaje
semítico. Por lo tanto, se clasificaban como hebraísmos todas las palabras y formas del Nuevo Testamento que
no se encuentran en el griego clásico. Pero los puristas explicaban que, bajo la inspiración del Espíritu Santo,
los autores del NT habían usado el griego más puro posible. Mientras sólo se conocieron las obras de los
autores clásicos y el NT, no podía resolverse el problema mediante comparaciones con otras obras griegas.
Hacia fines del siglo XIX comenzó una nueva era con el descubrimiento y la publicación de documentos no
literarios, escritos mayormente en papiro pero también en alfarería (ostracones). Estos documentos eran cartas
y esquelas de gente común, anuncios públicos, facturas y recibos, contratos y licencias. El griego de estos
documentos es sorprendentemente parecido al del Nuevo Testamento.
El mérito de haber hecho este descubrimiento decisivo corresponde a Adolfo Deissmann, quien en los 40 años
posteriores a 1895 demostró en numerosos artículos y libros que el lenguaje de los papiros y ostracones es el
mismo del Nuevo Testamento. Esto significa que los apóstoles escribían en el idioma del pueblo, y no en el de
los historiadores, comediógrafos y científicos, lenguaje que hubiera sido completamente extraño para el
pueblo común. La obra de Deissmann, Light From the Ancient East, presenta muchos ejemplos para
demostrar este hecho. Porque era común entre los que hablaban el griego en el Mediterráneo, este idioma del
pueblo recibió el nombre de he koiné diálektos , o "koiné" en su forma abreviada -"común"-, para distinguirlo
de diversos dialectos griegos, como el ático, dórico, jónico o eólico. El koiné es una mezcla de estos cuatro
dialectos, pero depende más del ático que de los otros.
Un estudio del Nuevo Testamento revela que cuando el ático se transformó en koiné, abandonó algunas de sus
características peculiares. Por ejemplo, la forma tt del ático se volvió ss ( thálatta , "mar, se convirtió en
thálassa ), y rr se transformó en rs ( árren , "varón", dio lugar a ársen ). Se extinguió la clásica forma verbal
dual, y el modo optativo (forma verbal que expresa deseo) así como el llamado "futuro ático", que rara vez
aparecen en koiné.
El dialecto koiné tomó algunas palabras y expresiones del Jónico y el dórico, y evolucionó creando otras
independientemente de cualquier dialecto griego. Entre estas últimas se encuentran los imperfectos éijamen ,
"teníamos" y éijan, "tenían", del verbo éjo, "yo tengo", y el imperfecto élegan , "decían", de légo, "yo digo".
En koiné también se formaron muchas palabras nuevas uniendo sustantivos y verbos usados comúnmente con
preposiciones. El Nuevo Testamento revela que el idioma griego común también era rico en palabras de
origen extranjero. Del latín tomó centurio, "capitán", que aparece como kenturíon en el Nuevo Testamento, y
que a veces se usa en vez de la legítima palabra griega hekatontárjos. Kensos (del latín census ), "impuesto",
títlos (del latín titulus ), "título", también son palabras de origen extranjero que se hallan en el Nuevo
Testamento. Además del latín, otros idiomas prestaron palabras a los escritores del Nuevo Testamento, como
gáza , "tesoro", que viene del persa; kúminon, "comino", del malayo; bússos , "lino", del fenicio; báïon, "rama
de palmera", del egipcio; nárdos, "nardo", del sánscrito; y rhéde, "carruaje de cuatro ruedas", del celta.
Recibieron un nuevo significado muchas palabras que son del griego clásico. Por ejemplo, laliá , que en la
literatura clásica significa "vano parloteo" , "locuacidad" , recibió la nueva definición de "dicho" , "lenguaje"
(Juan 4: 42; 8: 43); diamónion y 106 dáimon, el "dios" de los autores clásicos, llegó a significar "espíritu
malo"; y kóimsis, "sueño natural", se le dio la acepción de "muerte".
En el diccionario del koiné entraron algunas palabras procedentes de la administración civil y militar romana.
Entre ellas, rhabdóujos , literalmente "que lleva la vara", el lictor ("alguacil", cf. Hech. 16: 35), que llevaba las
insignias romanas ante los magistrados; y jilíarjos, el comandante de un millar de soldados, que era el tribunus
militum de la jerarquía militar romana.
Aunque debe hacerse todavía un estudio mucho más amplio para poder comprender bien el griego koiné en
todos sus aspectos lingüísticos, los resultados de años de estudio han aclarado muchas dificultades. Los
siguientes elementos se destacan entre los que los eruditos han usado en estudios comparativos para explicar
el koiné.
Las obras helenísticas escritas en prosa, como las de Polibio (m. c. 120 a. C.), escritas antes de que el dialecto
ático experimentara un resurgimiento en los círculos literarios del mundo de habla griega, han ayudado a los
eruditos a comprender el koiné. Algunos escritores del período imperial -tales como Diodoro (m. c. 20 a. C.) y
Plutarco (m. c. 120 d. C.)- también escribieron en el idioma griego del pueblo común. Son valiosas
especialmente las obras de Filón (c. 20 a. C. - 50 d. C.), ya que, como Pablo, fue un judío que adquirió su
erudición fuera de Palestina y escribió en griego. La Carta apócrifa de Aristeas (de fecha incierta) y las obras
del historiador judío Josefo (m. c. 100 d. C.) también sirven para establecer comparaciones en los estudios
lingüísticos del koiné.
Además de las fuentes documentales literarias hay numerosos documentos oficiales preservados en piedra o
en papiro que tienen las características del lenguaje común, aunque -como ocurre en obras de esa naturaleza-
se emplean algunos términos legales estereotipados y expresiones de la misma naturaleza.
La traducción del Antiguo Testamento conocida como la LXX (ver t. I, p. 43) proporciona una de las
principales fuentes para entender el koiné. Como la LXX era una traducción y no una obra originalmente
escrita en griego, introdujo en el mundo de habla griega muchas expresiones y conceptos hebreos y arameos.
De ese modo proporcionó a la iglesia cristiana primitiva una terminología teológico en griego que ya era
familiar entre los judíos helenísticos, y así se convirtió en un medio en las manos de los apóstoles para
proclamar las enseñanzas de Cristo a los judíos de la dispersión, en palabras que ellos entendían en todas
partes. Además, desde Mesopotamia hasta Italia la LXX era la Biblia de millones de judíos. Por eso la mayor
parte de las citas del Antiguo Testamento que aparecen en el Nuevo son reproducidas de la LXX. Como
resultado de todos estos factores, el Antiguo Testamento en griego (koiné) ejerció una poderosa influencia en
la forma lingüística del Nuevo Testamento.
La literatura griega cristiana del siglo II también sirve como un material de comparación para comprender el
Nuevo Testamento en griego. Entre las obras de este período están los escritos de algunos de los primeros
padres de la iglesia, los evangelios apócrifos, los hechos de los apóstoles, también apócrifos, y las leyendas
acerca de mártires.
Sin embargo, la principal ayuda para comprender las expresiones del Nuevo Testamento ha sido
proporcionada por los escritos acerca de la vida cotidiana, encontrados en papiros y ostracones que se han
descubierto desde los comienzos de nuestro siglo. Estos documentos descubiertos por millares en los
basureros de las antiguas ciudades egipcias y como relleno en los vientres de los animales momificados que se
adoraban, proporcionan un cuadro acertado de la vida diaria y el lenguaje del pueblo común de Egipto en los
tiempos del mundo helenístico y romano. Se trata de decretos oficiales y reglamentos, peticiones de
particulares, quejas y pedidos, archivos de transacciones comerciales, licencias matrimoniales, certificados de
divorcio, testamentos y cartas de toda especie imaginable. Las cartas escritas en estilo natural y sin artificios
tienen un valor especial, pues dan a conocer una multitud de expresiones usadas en la vida cotidiana de la
antigüedad. Muchas de ellas fueron escritas por esposos a sus esposas, por hijos a sus padres, por amigos,
esclavos, soldados, oficiales y estudiantes.
Es lamentable que estos documentos, que se han convertido en verdaderos tesoros para una mejor
comprensión del Nuevo Testamento, sólo se hayan conservado en el clima seco de Egipto. Si tuviéramos un
material semejante procedente de Asia Menor, Siria o Grecia, no hay duda de que proyectaría más luz sobre el
koiné, pues probablemente había diferencias dialectales en esos territorios.
No puede afirmarse que todas las expresiones y palabras del Nuevo Testamento hayan pertenecido al idioma
griego común. Algunas tienen una procedencia claramente hebrea o aramea, y otras son creaciones nuevas que
sólo se encuentran en la Biblia. Estas últimas palabras a veces son llamadas voces Biblicae, "palabras
bíblicas". A principios de nuestro siglo los eruditos las contaban por centenares, y con frecuencia creían que
eran creaciones del apóstol Pablo y de otros escritores bíblicos; pero como muchas han sido descubiertas en
papiros y en otros documentos antiguos, sólo hay en el Nuevo Testamento unas 50 de esas palabras que
todavía no se han hallado en escritos extrabíblicos. Algunos ejemplos de esas palabras son antimisthía,
"recompensa", y apokatalláss Ç "reconciliar", que tienen principalmente un significado religioso.
Algunas palabras presentan problemas de interpretación, aunque aparecen en fuentes no bíblicas. Por ejemplo,
la palabra allotriepískopos (1 Ped. 4: 15), que aunque se encuentra fuera de la Biblia, es de significado tan
oscuro que los traductores han sugerido los siguientes cinco significados: (1) "el que recibe u oculta bienes
robados" , (2) "un espía policial" , (3) "un informante" , (4) "el que se entromete en asuntos de otros" , y (5)
"un rebelde" . La palabra epióusios, traducida "cada día" en el Padrenuestro (Mat. 6: 11), se halla en
documentos extra bíblicos, pero su significado es aún incierto, hasta el punto de que los lexicógrafos han
propuesto cuatro interpretaciones diferentes: (1) "necesario para la vida", (2) "para este día", (3) "para el día
siguiente" y (4) "para el futuro".
Además de estas palabras, hay muchas otras en el Nuevo Testamento que no aparecen en forma idéntica en
obras no bíblicas, y que sin embargo pertenecen al koiné. Tales palabras son paroikía , "una permanencia",
que se encuentra fuera de la Biblia únicamente en la forma pároikos; anakainó Ç , "renuevo", usada por Pablo
en lugar de la forma más común anakainíz Ç y dolió Ç , "engaño", en vez de doló Ç.
Algunas palabras bien conocidas del koiné recibieron en el Nuevo Testamento un significado religioso
particular que no tenían en el lenguaje común. Por ejemplo, ta ázuma, "lo no leudado", se convirtió en un
término fijo para la fiesta judía de los panes sin levadura que seguía a la pascua; to anáth ' ma , "el don
consagrado", se convirtió en la cosa maldita; baptíz Ç, "zambullo" o "sumerjo", según el uso que le daban los
cristianos se aplicaba especialmente al rito del bautismo, y ha llegado al castellano como una palabra prestada
del griego; h ' kib Ç tós, "la caja", se usaba en el Nuevo Testamento para designar el arca de Noé y el arca del
testimonio; y h ' parask ' ué , "la preparación", llegó a ser el nombre del día que precede al sábado, nuestro
viernes.
Un hebraísmo es la traducción literal de una palabra o modismo hebreo. Una cantidad de tales expresiones
108 aparecen en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, prósopon lambánein es una traducción de la expresión
hebrea nasa' fanim, literalmente, "elevar el rostro", que llegó a significar "hacer acepción de personas",
"discriminar". La expresión stóma májairas es la misma que la forma hebrea pi jéreb, literalmente, "boca de la
espada", que realmente significa "filo de la espada", o "espada afilada". El término géenna ( "infierno de
fuego" , Mat. 5: 22) deriva del hebreo ge hinnom , "el valle de Hinnom", expresión que no podía entender un
griego que no estuviera familiarizado con la topografía de Jerusalén. Para los judíos de Palestina ese valle se
convirtió en un símbolo del lugar del castigo final para los impíos, y los escritores del Nuevo Testamento
usaron ese término con ese sentido (ver com. Mat. 5: 22).
El frecuente uso de huiós , "hijo", acompañado de un concepto abstracto en el genitivo, también tiene su
origen en hebreo y en arameo. Los escritores evangélicos usaron esta palabra con frecuencia al reproducir las
palabras de Jesús, quien sin duda hablaba en arameo. Estos escritores, al redactar los dichos de Jesús en griego
tan fielmente como les fue posible, usaron términos tales como "hijos de la resurrección" (Luc. 20: 36); "
"hijos de la cámara nupcial ['los que están de bodas']" " (Mat. 9: 15); "hijos del trueno" (Mar. 3: 17); "hijo de
paz" (Luc. 10: 6); "hijos de luz" (Juan 12: 36), e "hijos de este siglo" " (Luc. 16: 8).
Se nota claramente la influencia de la LXX en estos semitismos, porque los autores del Nuevo Testamento al
escribir sobre temas espirituales inconscientemente se expresaban en el lenguaje del Antiguo Testamento en
griego, la Biblia de su tiempo. Algunas peculiaridades lingüísticas que no se encuentran en el griego secular
penetraron en esa forma en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, la palabra hebrea 'im es una conjunción que
generalmente significa "si"; pero a veces es una partícula que indica una pregunta, algo así como un signo de
interrogación. En otros casos - en juramentos o maldiciones- es una negación enfática que corresponde con
una expresión como "ciertamente no". Sin embargo, en la LXX se usa regularmente el griego ei como
equivalente del hebreo 'im , aunque ei normalmente sólo tiene el significado de "si" y nunca esas otras
acepciones. Las traducciones al español de Heb. 4: 3 ocultan esta construcción especial.
Algunas palabras griegas del Nuevo Testamento, no son más que transliteraciones de términos hebreos, tales
como "Aleluya ['alabad al Señor']" (Apoc. 19: 1); "amén ['sea así']" (Mat. 6: 13); "maná" , el pan del cielo
dado a los hijos de Israel en el desierto (Juan 6: 31); "Sabaoth ['huestes']" (Rom. 9: 29, VM); "hosana ['salva
ahora']" (Mat. 21: 9); y muchas otras. La forma en que estas palabras se han vuelto tan comunes en castellano
ilustra el proceso por el cual primero se popularizaron en griego.
En el Nuevo Testamento también hay unas pocas expresiones arameas, tales como "Abba ['padre']" (Mar. 14:
36); "Efata ['sé abierto']" (Mar. 7: 34); "Corbán ['una ofrenda dedicada']" (Mar. 7: 11); y "Maranatha ['el Señor
viene']" (1 Cor. 16: 22, RVA).
Cualquiera que lea el griego bíblico puede reconocer diferencias en estilo literario dentro del Nuevo
Testamento. El que sabe poco griego, que lee sin dificultad lo que escribió Juan, quizá se desespere cuando
trate de leer la segunda Epístola de Pablo a los Corintios o la Epístola a los Hebreos.
Los autores del Nuevo Testamento pertenecían a diferentes estratos sociales y habían pasado por diversas
clases de instrucción y educación. Esas diferencias del ambiente de donde procedían se reflejan en su
lenguaje. Algunos usaban las formas más sencillas del griego familiar, mientras que otros procuraban
expresarse en forma literaria en su estilo y expresiones.
El griego más sencillo del Nuevo Testamento es el del Apocalipsis, en tanto que 109 el más refinado y
elegante estilo se aprecia en la Epístola a los Hebreos. Los escritos de Lucas están muy cerca de esta epístola
por la excelencia de su estilo, y 13 cartas que llevan el nombre de Pablo quizá sigan a continuación.
El Evangelio de Marcos está en el extremo opuesto, o sea, escrito en un lenguaje muy sencillo. E autor se
preocupó más por el importante contenido de su estudio que por la forma literaria. De todos los autores del
Nuevo Testamento, Marcos es el que usa mayor cantidad de palabras extranjeras. Entre éstas hay términos
semíticos como rabbí, " "maestro" " (Mar. 9: 5); rabbouní, "maestro" (Mar. 10: 51); " Abba, "padre" " (Mar.
14: 36); "talita cumi" (Mar. 5: 41); "corbán" (Mar, 7: 11); " "Satanás" (Mar. 1: 13); "Boanerges" (Mar. 3: 17);
y palabras latinas empleadas como " tributo"," Gr. k'nsos, latín census (Mar. 12: 14); " "denarios"," Gr.
denárion, latín denarius (Mar. 6: 37); "centurión" , Gr. kenturiÇn, latín centurio (Mar. 15: 39); y el verbo "
"azotar" , Gr. fragellóÇ latín flagello (Mar. 15: 15). Un amante del griego culto no podría haberse sentido
satisfecho con las muchas palabras extranjeras del Evangelio de Marcos ni con su indudable uso monótono de
la conjunción kaí, "y".
En estos aspectos los autores de los otros Evangelios han proporcionado un texto mucho más fluido. Por
ejemplo, Mateo evitó krábbatos , "una camilla", "una cama" (palabra extranjera de dudoso origen, empleada
por Marcos), y en su lugar usó la palabra griega correcta: klín ' (compárese Mar. 2:4, 9 con Mat. 9: 2, 6). En
lugar de la expresión semítica "hijos de los hombres" (Mar. 3: 28), Mateo sencillamente habla de " "hombres"
al presentar la misma declaración de Jesús (Mat. 12: 31). En otras partes eludió así mismo otras frases
semíticas. En vez de usar monótonamente la conjunción kaí, "y", con frecuencia unió sus cláusulas por medio
de las partículas tóte, " "entonces" , y dé, "pero"," o recurrió al uso del participio (cf. Mar. 1: 41 con Mat: 8:
3).
Lucas empleó un griego más elegante que el de Marcos y Mateo; casi no usó palabras de procedencia
extranjera. En vez de los vocablos latinos equivalentes a "impuesto", "capitán", "centavo", "azotar", empleó
términos griegos apropiados. La construcción de sus frases también muestra un uso más refinado de las
cláusulas griegas. Une las oraciones subordinadas con las principales mediante formas participiales o por
pronombres relativos. Lucas siempre define claramente el sujeto de la oración, pero Marcos usa con
frecuencia el pronombre "él" en forma ambigua. Lucas y Mateo narran ciertos relatos omitidos por Marcos, en
donde se advierte el uso de un griego más refinado en el primero que en el segundo. Lucas se expresa mejor
en griego en aquellas partes de Hechos donde informa como testigo presencial, que en su Evangelio y en la
primera parte de Hechos donde basa su narración en el testimonio escrito u oral de otros. La forma como
Lucas se expresa en griego revela que tuvo una instrucción muy buena; a veces se aproxima al estilo clásico.
Pablo también demuestra en sus cartas que conocía el uso culto del griego, y sus expresiones y la elección de
palabras revelan a veces que estaba bien familiarizado con el ático clásico. Sus epístolas manifiestan
claramente su educación en la ciudad universitaria de Tarso, y que conocía bien los mejores escritos de su
tiempo. Las siguientes palabras literarias, tomadas del gran número de las que aparecen en sus epístolas,
demuestran esto, aunque su excelencia se pierda en la traducción: dípsos , " "sed" " (2 Cor. 11: 27);
egkratéuomai, " "ejercer dominio propio", "ser temperante" " (1 Cor. 7: 9; 9: 25) ; athanasía , " "inmortalidad"
(1 Cor. 15: 53-54; 1 Tim. 6: 16); eleuthería, "libertad" " (Gál. 2: 4, etc.); anakefalaió Ç " "resumir" (Rom. 13:
9; Efe. l: 10); d Ç r ' ma , " "don" (Rom. 5: 16); politéu Ç, "comportarse" (Fil. 1: 27); pleonékt ' s , " "avaro" "
(1 Cor. 5: 10-11).
A veces Pablo usa recursos literarios impresionantes para que sus palabras sean gratas al oído. La lectura en
griego de Rom. 12: 3 muestra cuán notablemente empleaba las palabras huperfronéin, fronéin y s Çf ronéin .
La belleza literaria de este 110 versículo se pierde en la traducción, pues en la RVR estas tres palabras se han
traducido respectivamente como "tener más alto concepto de uno mismo", "deber tener" y "pensar de sí con
cordura". En otros pasajes Pablo también emplea la aliteración, o sea, el uso de palabras de sonido semejante.
En Fil. 3: 2-3 hay un juego de palabras donde los términos katatom ' y peritom ' revelan la habilidad literaria
de Pablo, y hallan un eco en la traducción castellana "cortamiento" (RVA) y "circuncisión". Sin embargo,
ninguna traducción puede exhibir adecuadamente el encanto literario de combinaciones como fthónos y fónos,
" "envidia" y "homicidio" (Rom. 1: 29), y asúnetos y asúnthetos, " "necios" y "desleales" (Rom. 1: 31).
Desde el punto de vista del lenguaje, la Epístola a los Hebreos es la obra literaria magistral del Nuevo
Testamento, pues contiene una riqueza de bellas expresiones griegas dentro de un estilo que fluye
hermosamente. Su estructura sintáctica muestra un ritmo placentero, con juegos de palabras como los
siguientes : émathen y épathen "("aprendió", "padeció"," cap. 5: 8), y ménousan y méllousan "("permanente" y
"por venir", " cap. 13: 14), muy agradables al oído del que los lee en griego.
El estudio que acabamos de hacer muestra cuán abarcante es la investigación del idioma original del Nuevo
Testamento. Para entender plenamente el verdadero significado del mensaje divino es insuficiente un
conocimiento del griego clásico, pues los escritores de la Biblia no usaron ese lenguaje. Es necesario captar el
significado de las palabras del Nuevo Testamento según el lenguaje familiar del pueblo común del siglo I, ya
que los apóstoles escribieron para esa clase de gente.
LECTURA 2
A. Ancient Dialects
The Greek language did not break up into distinct languages as did Latin, and ancient Greek is not a
“foreign language” to a modern citizen of Greece as Anglo-Saxon is to a speaker of English. There has, of
course, been constant development and modification of the language through the course of the centuries, with
a general trend toward simplification of forms and with expansion, contraction, and change of areas of
meaning of words. Five periods of language may be identified, though the following dates must be regarded as
only approximations: (1) Prehistoric—prior to the eighth century B.C.; (2) Classical—to 300 B.C.; (3)
Hellenistic—to A.D. 500; (4) Byzantine—to A.D. 1450; and (5) Modern.
During the early centuries of written Greek, the language had developed into several dialects of varying
degrees of mutual intelligibility. At the same time, it became customary for educated writers to use different
dialects for different types of literature. Homer, for example, wrote in the Epic dialect, which survived as the
vehicle for epic poetry down to the Byzantine period. Lyric poetry was written in a modified Doric, while the
poet Sappho wrote in Aeolic. Attic was the dialect of drama and rhetoric, and prose literature was written in
Ionic, with some in Doric. With the rise of the Athenian Empire under Pericles in the fifth century B.C.,
however, the Attic dialect began to spread its influence; and by the fourth century, beginning with Plato, most
writers were using Attic, though the local dialects continued in use as well for everyday language.
III. Bibliography
Browning, Robert. Mediaeval and Modern Greek. London: Hutchinson University Library, 1969.
Colwell, Ernest Cadman. “The Greek Language.” Interpreter’s Dictionary of the Bible, vol. 2, pp. 479–487. New
York: Abingdon, 1962.
______. The Greek of the Fourth Gospel. Chicago: University of Chicago Press, 1931.
Metzger, Bruce M. “The Language of the New Testament.” Interpreter’s Bible, vol. 7, pp. 43–59. New York:
Abingdon, 1951–57.
Minn, H.R. Living Yesterdays. Dunedin and Wellington, New Zealand: A.H. and A.W. Reed, 1939.
Moulton, James Hope. A Grammar of New Testament Greek. Vol. I, Prolegomena, 3rd ed. Edinburgh: T. & T.
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Thomson, George. The Greek Language. Cambridge: W. Hefter, 1960.
Wilder, Amos N. The Language of the Gospel. New York: Harper and Row, 1964.
1
1J. Harold Greenlee, "The Language of the New Testament", in The Expositor's Bible Commentary, Volume 1:
Introductory Articles, ed. Frank E. Gaebelein, 407 (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1979).