Está en la página 1de 1

Alem sabía más que cualquiera que tras enunciar su “razón” para haber raptado a un humano en una

batalla donde muchos salieron lastimados solo ocasionaría su cacería, tal vez el hecho de que ese
humano sea alguien demasiado preciado para el resto de vampiros en la sala, sin mencionar a los
licantropos que ansiaban un solo error de su parte para devorar su cabeza. Pero ahí estaba el, delante
de todos ellos, a punto de perder tal vez su vida con tal de proteger a una persona que ni siquiera lo
sabía, no importaba, ella valía la pena, su vida entera le pertenecía por completo a aquella mujer que
hace solo días no podía apartarse de su lado al llegar la noche, por alguna razón si no estas mis
pesadillas vuelven, quedate conmigo. Por favor. Recordó, sin darse cuenta había sonreído mostrando
todos sus dientes, algo que para el resto resultó perturbador, una acción que Alem ni siquiera sabía que
había hecho. Entonces notó que la noche se asomaba, debía volver a aquella habitación donde yacía
ella, tomarla en sus brazos hasta que se durmiera. - ¿Mi razón? - expuso. Es simple, ella me pertenece.
Y antes de que cualquiera pudiera reaccionar para atacarlo simplemente desapareció de la sala donde
estaba, llegando completamente exhausto por tal escape improvisado a su habitación, más su mirada
fue capturada por una pequeña mujer en comparación con el, que se movía inquieta en su cama, en un
parpadeo estaba al lado de ella. - Ya estoy aquí. Besó su mejilla empapada por el aparente interminable
llanto, y como si fuera un cura aquel beso, un antídoto, dejó de llorar. Alem sabía que ahora vendrían
por él, pero como lo expuso, ella era de él, mentira, él le pertenecía a ella, desde mucho antes que
cualquiera en aquella sala pudieran imaginar.

También podría gustarte