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El automóvil es una de las invenciones más importantes de la

Historia. Desde su creación y sobre todo desde su popularización a


partir de los años 50 ha sido un instrumento de libertad de
movimientos individual sin precedentes. Y sin ese motor que le
permite moverse de forma autónoma, el automóvil no habría
existido. Motores los hay de todo tipo, algunos pasaron sin pena ni
gloria y otros han cambiado el mundo, o como mínimo, la industria
del automóvil.

La máquina de vapor

Máquina de vapor
de Watt
La primera máquina de vapor es obra de Herón de Alejandria, en el
Siglo I d. C., aunque entonces no tenía ningún fin práctico sino el de
entretener en los templos. Habría que esperar a los trabajos
de James Watt en los motores Newcomen (motor que fue utilizado
por Cugnot en lo que es considerado el primer automóvil de la
Historia) para que la máquina de vapor sentara las bases de lo que
conocemos hoy como motor de combustión interna.
En 1781, Watt desarrolló un sistema mecánico para crear un
movimiento de rotación a partir del movimiento rectilíneo del pistón.
Esto le permitió posteriormente diseñar el cilindro de doble acción:
el vapor impulsa el pistón durante su ascenso y descenso.
Watt, además de genio, entendía de marketing. En la venta de sus
máquinas se explicaba cuantos caballos para hacer el trabajo sucio
sustituían su máquina de vapor. Y así de paso inventó el Caballo
Vapor (CV) que hoy en día seguimos usando.

Entre 1797 y 1799 el ingeniero de minas Richard Trevithick desarrolló


una máquina de vapor de alta presión con escape a la atmósfera, lo
que aumentó la potencia pero también el riesgo de explosión. Estas
máquinas se volvieron más compactas y simples por lo que podían
ser portátiles

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