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TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

Los problemas de salud, el aspecto central de este capítulo, pueden 1) ser mayores o
menores, 2) ser condiciones a largo plazo o a corto plazo, y (3) tener causas fácilmente
identificables o algunas que son vagas y difusas.

En algunos casos, existe un daño tisular al que parecen contribuir el estrés, el


afrontamiento y la resiliencia. Sin embargo, en otros casos, el problema es
principalmente conductual, en el sentido de que la persona se comporta de forma tal,
que, aunque no causa deterioro en principio, puede convertirse en algo serio o incluso
fatal a medida que pasa el tiempo.

Los trastornos de la conducta alimentaria y del sueño caen dentro de este grupo. Este
tipo de trastornos tiene en común que son poco entendidos y que aún no están bien
definidas las contribuciones de los factores psicosociales y biológicos. Son adiciones
relativamente recientes al sistema de clasificación psiquiátrica.

Las personas con trastornos de la conducta alimentaria, muchas veces preocupadas por
convertirse en personas delgadas, se sienten deprimidas la mayor parte el tiempo, tienen
una baja autoestima y habilidades sociales limitadas, además de que tienden a ser
obsesivas y perfeccionistas. Un diagnóstico clínico de la depresión durante la
adolescencia temprana se asocia con un riesgo elevado de desarrollar más adelante un
trastorno de la conducta alimentaria (J.G. Johnson y cols., 2002).

Muchas personas clasifican a la comida como uno de los grandes placeres de la vida,
pero en este capítulo se hace hincapié en las dificultades que tienen las personas para
controlar el consumo de alimentos. Cada año millones de personas se ven afectadas por
diversos trastornos de la conducta. La gran mayoría de aquéllos que los sufren, más de
90%, son adolescentes y mujeres adultas jóvenes.

 Una razón por la que las mujeres en este grupo de edad son particularmente
vulnerables a los trastornos de la conducta alimentaria es su tendencia a llevar a
cabo dietas estrictas con el fin de lograr una figura “ideal”.
 Las dietas estrictas juegan un papel clave como desencadenantes de muchos
trastornos de la conducta alimentaria. Los efectos dañinos de estos trastornos
representan problemas personales para aquéllos que los padecen, sin embargo, la
preocupación por mantenerse delgados es también, hasta cierto punto, un
problema social debido al amplio valor positivo que se le ha dado a evitar la
obesidad y a tener una figura “ideal”.
 Una manifestación de este problema social es la publicidad de comida, ropa y
productos de estilo de vida realizados por empresas comerciales. El enfoque
centrado principalmente en la esbeltez dentro de nuestra sociedad puede en
ciertos aspectos ser de poco alcance. Los pesos corporales por encima del nivel
“ideal” no son necesariamente peligrosos para la salud, aunque los porcentajes
extremos de obesidad pueden ser dañinos, no existen evidencia clara de que
grados moderados de sobrepeso provoquen daños.

Anorexia nerviosa

En la cual las personas tienen una imagen corporal distorsionada que los hace verse con
sobrepeso aun cuando ya estén peligrosamente delgados. Muchas veces se rehúsan a
comer, hacen ejercicio de forma compulsiva y desarrollan hábitos poco usuales (tales
como rechazar alimentarse enfrente de los demás). Los anoréxicos pierden grandes
cantidades de peso y pueden incluso dejar de comer hasta morir.

Criterios para el diagnóstico de la anorexia nerviosa

1. Rechazo a mantener el peso corporal por encima de 85% del nivel normal
generalmente reconocido para la edad y estatura.

2. Miedo intenso a ganar peso o a tener sobrepeso, aun cuando se esté por debajo del
peso normal.

3. Alteración en la percepción del peso corporal o la forma, influencia excesiva de estos


factores en la autoestima o negación de la seriedad de los riesgos para la salud del bajo
peso corporal que se tiene.

4. Si la menstruación ha comenzado, la ausencia de tres periodos menstruales


consecutivos.

Se reconocen dos tipos de anorexia: 1) el tipo restrictivo, que principales enfoca en el


consumo reducido de alimentos, y 2) el tipo de alimentación compulsivo/purgativo, en
la que existe una clase de alimentación compulsiva seguida por vómito, laxantes,
etcétera.
FUENTE: Adaptado del DSM-IV-TR.

Signos de advertencia de la anorexia nerviosa

➤ Preocupación por el tipo de comida, el alimento y la dieta

➤ Ejercicio compulsivo

➤ Pensamientos negativos acerca de sí mismo

➤ Separación de la familia y de los amigos

➤ Pérdida de peso que provoca la interrupción de la menstruación en las mujeres

➤ Dificultad para tolerar el frío

Causas

Aunque todavía no se conocen las causas específicas de la anorexia nerviosa, tanto los
factores de personalidad como los aspectos ambientales parecen desempeñar un papel
importante.

Factores de personalidad

En la anorexia existe una alta frecuencia de conductas perfeccionistas y obsesivo-


compulsivas que parecen permanecer estables a lo largo del tiempo y que no son una
función del problema de peso.

Factores familiares

Los trastornos de la conducta alimentaria tienden a presentarse en las familias y los


miembros femeninos son los más afectados (Strober y cols., 2000). Esto eleva la
probabilidad de que existan factores genéticos que puedan predisponer a algunas
personas a desarrollar estos trastornos. Sin embargo, la influencia ambiental y
conductual también puede jugar cierto papel.
Factores culturales

Los trastornos de la conducta alimentaria se manifiestan con más frecuencia entre los
estadounidenses blancos, pero también afectan a los afroestadounidenses y a otros
grupos étnicos y raciales.

La tendencia a la delgadez es predominante en Estados Unidos y muchos otros países.


La mujer estadounidense promedio mide 1.65 metros y pesa 63.5 kilos, mientras que la
mujer modelo promedio de ese país mide 1.80 metros y pesa 53 kilos.

Tratamiento

Una gran variedad de tratamientos que se han utilizado para combatir la anorexia
incluyen la mayoría de las perspectivas teóricas cubiertas en este libro. Estos
tratamientos van desde los enfoques biológicos (que involucran antidepresivos,
medicamentos ansiolíticos y estimulantes del apetito), hasta la psicoterapia y la terapia
familiar basada en principios psicodinámicos, terapias conductuales y cognitivo-
conductuales, así como las terapias educacionales como la educación nutricional.

Bulimia nerviosa

En la cual las personas comen cantidades excesivas de alimento, para después purgar
sus cuerpos de la comida y las calorías a las que temen mediante el uso de laxantes,
enemas o diuréticos, inducción del vómito y/o ejercicio, conducta que muchas veces
mantienen en secreto; además, se sienten disgustadas mientras comen, aunque después
sienten alivio a su tensión y emociones negativas una vez que sus estómagos están
nuevamente vacíos.

Criterios para diagnosticar la bulimia nerviosa

1. Episodios frecuentes de atracones que se caracterizan tanto por a) comer una cantidad
que es definitivamente mayor a lo que la mayoría de las personas comerían dentro de un
periodo y circunstancias similares, y b) una sensación de falta de control sobre la
ingesta de alimentos durante el episodio de atracón.
2. Conducta recurrente para compensar el hecho de comer compulsivamente y evitar el
aumento de peso, que incluye vomitar, laxantes, ayuno y ejercicio excesivo.

3. Los atracones y las conductas compensatorias se presentan por lo menos dos veces a
la semana en un periodo mínimo de tres meses.

4. Autoevaluación influida en exceso por el peso y la figura.

5. Conducta bulímica que no sólo se presenta durante los episodios de anorexia


nerviosa.

Se reconocen dos tipos de bulimia nerviosa: 1) el tipo purgativo, en el cual se utilizan el


vómito o dosis de laxantes durante el episodio y 2) el no purgativo, en el que se utiliza
el ayuno o el ejercicio excesivo, pero no la purga, para evitar el aumento de peso.

FUENTE: Adaptado del DSM-IV-TR.

Causa de los trastornos de la conducta alimentaria

Se han identificado ciertas variables personales como factores de riesgo de los


trastornos de la conducta alimentaria. Entre ellos se destacan baja autoestima, imagen
corporal distorsionada y una psicología anormal general. Además, el estrés parece jugar
un papel relevante en el desarrollo de los síntomas de este trastorno en quienes estaban
propensos a sufrirlo debido a factores personales.

Tratamiento

La terapia cognitiva conductual, tanto individual como de grupo, parece ser muy eficaz
en el tratamiento de la bulimia nerviosa.

Los tratamientos cognitivo-conductuales se enfocan en romper el ciclo compulsivo-


purgativo, bien sea mediante la prevención de los atracones o evitando las purgas.
Muchas veces los tratamientos involucran el automonitoreo (mantener registro de
antecedentes de consecuencias relacionadas con la alimentación compulsiva y la purga),
entrenamiento en relajación, identificación y modificación de distorsiones cognitivas y
desarrollo de mejores sentimientos de autoeficacia, y alteración del ambiente según se
requiera.
Atracones

En la cual, al igual que en la bulimia, existen episodios frecuentes de alimentación fuera


de control. La diferencia es que los comedores compulsivos no purgan su cuerpo del
exceso de calorías.

Desencadenantes de los atracones

1. Situaciones estresantes específicas

2. Pensamientos alterados específicos

3. Sentirse culpable por lo que uno ha hecho

4. Sentirse socialmente aislado o excluido

5. Preocupaciones acerca de responsabilidades, problemas o el futuro

6. Aburrimiento

¿Pueden prevenirse los trastornos de la conducta alimentaria?

Aunque parece no haber una respuesta definitiva a esta pregunta, es probable que los
programas educativos dirigidos a los padres y a los niños sean de mucha ayuda. Ciertos
elementos de programas potencialmente valiosos incluyen:

1. Alertar a las familias sobre la naturaleza de los trastornos de la conducta alimentaria.

2. Aclarar a las familias los riesgos físicos y psicológicos involucrados en las conductas
que disparan estos trastornos.

3. Mostrar a las familias cómo reconocer cuando alguien necesita ayuda con respecto a
actitudes dañinas hacia la alimentación y hacia su cuerpo.

4. Alentar a las familias a buscar tratamiento para la persona que desarrolla prácticas
alimentarias perjudiciales.

Las escuelas, los médicos y los medios masivos de comunicación pueden jugar un
papel importante en la implementación de programas de tratamiento y en la prevención.
TRASTORNOS DE LA PREOCUPACIÓN POR EL CUERPO

En este capítulo se revisa un grupo de trastornos que presentan síntomas, pero ninguna
disfunción real identificable. Muchas personas que sufren de trastornos somatomorfos
no están dispuestas a considerar la posibilidad de que sus dificultades puedan ser
psicológicas en vez de “meramente médicas”. Las condiciones examinadas en este
capítulo proporcionan evidencia adicional de que términos como “meramente médicas”
y “meramente psicológicas” son a menudo simplificaciones excesivas que pueden crear
problemas en vez de resolverlos.

La preocupación por el cuerpo que define esta segunda serie de condiciones puede
tomar muchas formas. Se examinarán algunos trastornos somatomorfos, incluyendo
trastornos del dolor, y también trastornos facticios y fingimiento. Por supuesto, la
preocupación por el cuerpo a menudo acompaña una enfermedad física real en las
formas de preocupación excesiva y discapacidad desproporcionada. No obstante, en
otros casos, no existe ningún daño visible en el tejido o en el proceso de la enfermedad,
y el problema parece ser casi meramente psicológico: por ejemplo, el individuo que
piensa que su nariz es anormalmente grande cuando, de hecho, no lo es. La
preocupación por el cuerpo con frecuencia se expresa como somatización, mediante la
cual un individuo puede usar su cuerpo o síntomas corporales, consciente o
inconscientemente, para propósitos psicológicos o beneficio personal.

Trastornos somatomorfos

El DSM-IV-TR trata con condiciones en las cuales existen síntomas físicos en ausencia
de enfermedades físicas. Muchas de las inconformidades corporales que se les pide
tratar a los médicos sugieren una patología física, pero ninguna discapacidad real.

Trastornos somatomorfos descritos en el DSM-IV

TRASTORNOS DEL DOLOR.


El dolor es la característica preponderante del cuadro clínico; se considera que los
factores psicológicos juegan un papel importante en la aparición, severidad,
agravamiento o mantenimiento del dolor.

Criterios del DSM-IV para el trastorno del dolor

1. El dolor existe en una o más ubicaciones anatómicas con suficiente intensidad para garantizar
la atención clínica.

2. El dolor causa una aflicción clínica significativa o discapacidad en el funcionamiento social,


profesional u otras áreas importantes.

3. Se considera que los factores psicológicos juegan un papel importante en la aparición,


severidad, agravamiento o mantenimiento del dolor.

4. El dolor y las deficiencias relacionadas no son fingidas o producidas intencionalmente.

Tratamiento de los trastornos del dolor

El tratamiento de un trastorno del dolor agudo, relativamente reciente y que se relaciona


con un evento específico (como una cirugía), por lo general se enfoca en reducir la
ansiedad del paciente a través de una relación de confianza entre médico y paciente, y
tal vez también a través del uso de medicamentos para la ansiedad o la depresión. Estos
enfoques generalmente son exitosos. Por otro lado, un trastorno del dolor crónico, en el
cual la experiencia del dolor se convierte en un aspecto duradero y central en la vida de
la persona, puede tener como resultado un trastorno psiquiátrico diagnosticable. Varios
enfoques del tratamiento han sido útiles en casos crónicos (Turk y Gatchel, 2002).

Condicionamiento operante

Los clínicos que utilizan el condicionamiento operante para tratar el dolor se centran en
las conductas del dolor (por ejemplo, quejarse de alguna dolencia) y las condiciones que
refuerzan o debilitan estas conductas.

Terapia cognitivo-conductual
Desde la perspectiva del condicionamiento, el dolor es una respuesta aprendida. La
perspectiva cognitivo-conductual reconoce que la adquisición de conductas de dolor
también ocurre por medio del aprendizaje observacional o modelamiento. Esto es, las
expectativas sobre la intensidad del dolor y las respuestas conductuales reales al dolor
se basan, por lo menos parcialmente, en una historia de aprendizaje previo (por ejemplo,
los niños observan la forma en que sus padres responden al dolor).

La mayoría de las intervenciones cognitivoconductuales incluye los siguientes


componentes:

1. El terapeuta explica a quienes sufren de dolor la relevancia de las situaciones,


pensamientos, emociones y conductas de la experiencia del dolor.

2. Se alienta al paciente para que reconozca y desafíe los pensamientos desadaptados


(como la actitudes catastróficas y no deseadas) que pudieran contribuir a su dolor y
sufrimiento.

3. Se le puede enseñar al paciente, como se requiera, una combinación de habilidades


específicas, entre ellas autorrelajación, ejercicio, técnicas de distracción, regular las
actividades, automonitoreo, y la asertividad. En las sesiones de tratamiento se practican
y ensayan estas habilidades.

Estrategias de automanejo para el afrontamiento del dolor

➤ Relajación y biorretroalimentación. La relajación muscular disminuye o previene


los espasmos musculares, reduce y controla la tensión muscular y ayuda a controlar
otros mecanismos fisiológicos (como cambios en la química cerebral) relacionados con
la actividad del sistema nervioso y la producción de dolor. La relajación y
biorretroalimentación (descritas en otras partes de este capítulo) pueden ayudar a
reducir las formas comunes de dolor crónico.

➤ Reestructuración cognitiva. La reestructuración cognitiva implica la revisión de la


manera en que se piensa sobre el problema del dolor rescribiendo un “guión” interno.
Las personas que experimentan dolor han encontrado útil escribir en un diario cuando el
dolor es particularmente severo; la situación en la que se encontraban cuando sufrieron
el dolor; qué pensaron sobre, antes, durante y después del episodio de dolor; y qué
trataron de hacer para disminuirlo. Cuando lo hicieron, algunas veces fueron capaces de
1) identificar los pensamientos e impulsos que desencadenan la tensión y la ansiedad, y
2) reestructurar o revisar los pensamientos que acentúan el estrés y el dolor.

➤ Distracción. Evocar visiones agradables y libres de dolor y pensar en temas que no


se relacionan con él puede distraer a las personas que lo experimentan de preocuparse
demasiado sobre la intensidad del mismo. Enfocarse en el ambiente y en tareas
específicas (por ejemplo, estudiar para un examen próximo) —en lugar de prestar
atención al cuerpo— puede también ayudar.

➤ El ejercicio. Existe evidencia de que hacer ejercicio físico puede aliviar el dolor
pues facilita la liberación de neurotransmisores que sirven como analgésicos naturales
en el cuerpo. Los regímenes de ejercicio para personas con dolor crónico generalmente
implican trabajar cada día hacia una meta específica, la cual es difícil pero alcanzable.

➤ TRASTORNOS DE SOMATIZACIÓN.

Son las dolencias somáticas múltiples que se pueden extender por periodos de años; se
caracterizan por una combinación de dolor y síntomas gastrointestinales, sexuales y
pseudoneurológicos.

Los trastornos de somatización han sido definidos de muchas maneras, pero el elemento
común de todas las definiciones es la presencia de síntomas somáticos que no pueden
ser adecuadamente explicados por descubrimientos orgánicos. Las enfermedades
inexplicadas son un reto para el médico y una angustia para el paciente. Los trastornos
de somatización se caracterizan por dolencias somáticas múltiples que son recurrentes o
crónicas. A menudo se denomina a esta condición como síndrome de Briquet porque un
médico de ese apellido lo describió detalladamente en 1859. Las quejas más comunes
incluyen dolores de cabeza, fatiga, palpitaciones, periodos de desmayos, náuseas,
vómito, dolores abdominales, problemas del intestino, alergias y problemas menstruales
y sexuales.

Pautas para el tratamiento de trastornos de somatización


Las siguientes pautas son útiles porque muchos pacientes con somatización no
coinciden con los criterios de diagnóstico establecidos:

1. El clínico necesita ser cauteloso con la posibilidad de que el paciente pueda tener una
enfermedad física aún no diagnosticada o desarrollarla en el futuro.

2. La somatización no debe ser conceptualizada desde una u otra perspectiva. Muchos


pacientes tienen algún grado de enfermedad física, la cual puede no estar relacionada
con la tendencia a la somatización.

3. No se les debe decir a estos pacientes que sus síntomas son psicógenos o que “todo
está en su mente”. Estos comentarios generalmente son rechazados, interfieren con el
establecimiento de una buena relación entre el paciente y el clínico, y pueden ser
erróneos.

4. El estrés agudo muchas veces se asocia con el aumento de la somatización.

5. La somatización crónica rara vez mejora con una psicoterapia tradicional. Muchas
veces los enfoques cognitivo conductuales son más útiles para modificar la conducta o
enfermedad del paciente.

6. La somatización es a menudo una condición crónica y es muy raro encontrar una cura
total para ella.

¿Por qué las personas sufren de somatización?

Algunas personas pueden pensar que por presentarse uno mismo como “enfermo” se
pueden obtener beneficios sociales o psicológicos.

➤ La enfermedad permite a una persona socialmente aislada recibir cuidados y apoyo


de la familia, amigos y médicos que de otra manera no obtendría.

➤ El papel de enfermo se puede utilizar como una racionalización para justificar fallas
profesionales, sociales y sexuales.

➤ La enfermedad se puede utilizar para manipular a otras personas o situaciones


sociales.
➤ Como la enfermedad física crea menos estigmas que padecer algún trastorno
psicológico, muchos individuos prefieren atribuir sus síntomas psicológicos a causas
físicas.

➤ Los síntomas de la somatización pueden representar una conducta aprendida en la


niñez (por ejemplo, algunos padres pueden prestarles más atención a sus hijos durante
una enfermedad).

TRASTORNOS DE CONVERSIÓN.

Síntomas desconocidos o deficiencias que afectan la función motora voluntaria o


sensorial que sugieren una enfermedad médica; se considera que los factores
psicológicos están asociados con los síntomas o deficiencias.

Entre los síntomas que reportan estos pacientes se encuentran la parálisis, ceguera,
sordera y dificultad para caminar.

Muchas veces, los síntomas de conversión aparecen sin ninguna razón obvia, aunque
frecuentemente pueden rastrearse los eventos específicos que los precipitan. Para
complicar la tarea de diagnosticar la conversión, existe el hecho de que a veces no
pueden distinguirse fácilmente de los síntomas con bases de somatización. Una pista
que ayuda a hacer dicha distinción es el rasgo característico del trastorno de conversión
que ha sido llamado la belle indifférence (la bella indiferencia): aunque el individuo
experimente ansiedad intensa en otras áreas de su vida, su falta de preocupación de lo
que parece ser una alteración física que lo limita es sorprendente, y no típicamente
asociada con síntomas similares causados por trastornos de somatización verdaderos.

Los trastornos de conversión muestran la forma en que los conceptos de desadaptación


pueden cambiar a través de los años. Hasta hace relativamente poco tiempo, estos
trastornos fueron considerados como un tipo de categoría más extensa llamada histeria o
trastornos de histeria.

HIPOCONDRÍA.

Preocupación con la idea de que el individuo tiene o puede desarrollar una enfermedad
grave, junto con la tergiversación de síntomas o funciones corporales.
La hipocondría se diagnostica si la persona tiene una creencia persistente (que dure seis
meses o más) de que padece una enfermedad seria a pesar de la afirmación médica de lo
contrario, de la falta de hallazgos físicos y del desarrollo de la enfermedad.

A menudo, dichas personas muestran una pobre comprensión, no reconocen que su


preocupación es excesiva. Dirán cosas como “Yo consulto al médico tan pronto como
tengo dolencias corporales” y “Si algo parece estar mal con mi cuerpo, inmediatamente
me altero.”

La hipocondría se diagnostica cuando el individuo 1) persistentemente cree que una


enfermedad seria respalda los síntomas que presenta al médico, y 2) ignora el consejo
de éste de que ninguna enfermedad física o anormalidad respalda los síntomas. Los
individuos hipocondríacos poseen tres características importantes: 1) la actividad
fisiológica, 2) se centran en su cuerpo y 3) conductas diseñadas para evitar o controlar
una enfermedad física. A menudo, la actividad fisiológica se refleja en el aumento de la
tensión y la ansiedad, así como en alteraciones del sueño. El centrarse en su cuerpo se
ilustra por la estrecha vigilancia de los rasgos corporales, la constante atención a
información que es congruente con preocupaciones sobre las enfermedades, y la
preocupación y meditación sobre las dolencias físicas. Se observa la evitación y
comprobación en autoinspecciones repetidas, consultas médicas frecuentes y la
búsqueda de afirmación constante, estrictas opiniones y conductas sobre la dieta o el
estilo de vida, y esfuerzos para evitar el ejercicio físico o el contacto con personas que
parecen padecer alguna enfermedad.

Las estrategias de tratamiento para la hipocondría varían de un individuo a otro


dependiendo de los problemas particulares que presenten. Sin embargo, por lo general, los
componentes de la mayoría de los enfoques terapéuticos para manejar este trastorno son
los siguientes:

1. Establecer una relación terapéutica. Este paso es importante porque muchos


individuos se muestran renuentes a aceptar que sus problemas son causados por otra
cosa que no sea una condición médica.

2. Reconocer la angustia causada por las preocupaciones del individuo.

3. Averiguar los miedos del paciente y las ideas sobre su salud física.
4. Presentar explicaciones racionales alternativas y explicar por qué las ideas del
paciente pueden ser erróneas.

Seguridad, terapia de apoyo y terapia cognitivo-conductual pueden ser especialmente


útiles para tratar la hipocondría. Sin embargo, la mayoría de los estudios de eficacia de
la terapia para este trastorno se ha basado en muestras pequeñas, y se necesitan
esfuerzos de investigación más extensos para determinar la eficacia del tratamiento.
También se requiere más investigación en los antecedentes de la hipocondría.

TRASTORNO DISMÓRFICO CORPORAL.

Los individuos con un trastorno dismórfico corporal (BDD) definitivamente tienen una
preocupación con un defecto imaginario, o una preocupación morbosamente excesiva
sobre un rasgo menor no deseado de su apariencia física.

El acné, el adelgazamiento del cabello, arrugas, cicatrices y vello facial excesivo son
ejemplos de rasgos no deseados. Otras preocupaciones comunes incluyen el tamaño,
forma o algún otro aspecto de la nariz, los ojos, la boca, los dientes o la cabeza. La
mayoría de los individuos con este trastorno experimentan una marcada aflicción sobre
su supuesta deformidad, y a menudo describen su preocupación como “intensamente
dolorosa” y “devastadora”. Los sentimientos de autoconciencia acerca de su “defecto”
pueden llevarles a evitar el trabajo o las situaciones públicas.

Imagen corporal

El rasgo esencial del BDD (Desarrollo dirigido por comportamiento) es la creencia de que se
tiene un defecto imaginario en la apariencia. Si se presenta la más mínima anomalía física, la
preocupación de la persona es notoriamente excesiva. A diferencia de las preocupaciones
normales sobre la apariencia, en este caso la obsesión consume tiempo y causa bastante
aflicción o discapacidad en situaciones sociales.

Tratamiento

Como el BDD es una condición identificada recientemente, la investigación para


tratamientos eficaces apenas comienza. La terapia cognitivo-conductual parece ser un
enfoque promisorio. Este tipo de terapia generalmente empieza por proporcionar al
paciente información básica sobre la psicología de la apariencia física, el concepto de la
imagen corporal y el desarrollo del BDD.

Trastornos facticios y fingimiento

Aunque los trastornos somatomorfos y varios tipos de problemas médicos son


diferentes en muchos sentidos, tienen en común el hecho de que la persona que los
padece asume el papel del paciente, alguien que recibe atención y cuidado.

Otro grupo de condiciones que se caracterizan por el mismo rasgo son los trastornos
facticios (la palabra facticia se define como “artificial o antinatural”). Sin embargo, en
estas condiciones, los síntomas físicos y psicológicos son autoinducidos
voluntariamente por el paciente. Esto puede implicar tanto una completa mentira como
la exageración de una condición preexistente. En el trastorno facticio, la única meta
aparente es el deseo de asumir el papel de paciente. Las personas con este tipo de
trastorno muchas veces tienen historial de mentir de manera incontrolable, demandar
atención de profesionales y de describir recuentos dramáticos de dolores vagos. Puede
ser muy difícil clasificar una serie de síntomas como los facticios. La manera dramática
en la cual el paciente presenta sus problemas normalmente levanta sospechas; sin
embargo, muchos individuos con este trastorno han logrado reunir bastante información
médica y, en consecuencia, pueden ser tan buenos actores que hacen que sus síntomas
sean creíbles. Los trastornos facticios generalmente empiezan durante la adultez
temprana y muchas veces se estimulan con la hospitalización por un problema físico
genuino.

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