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Los problemas de salud, el aspecto central de este capítulo, pueden 1) ser mayores o
menores, 2) ser condiciones a largo plazo o a corto plazo, y (3) tener causas fácilmente
identificables o algunas que son vagas y difusas.
Los trastornos de la conducta alimentaria y del sueño caen dentro de este grupo. Este
tipo de trastornos tiene en común que son poco entendidos y que aún no están bien
definidas las contribuciones de los factores psicosociales y biológicos. Son adiciones
relativamente recientes al sistema de clasificación psiquiátrica.
Las personas con trastornos de la conducta alimentaria, muchas veces preocupadas por
convertirse en personas delgadas, se sienten deprimidas la mayor parte el tiempo, tienen
una baja autoestima y habilidades sociales limitadas, además de que tienden a ser
obsesivas y perfeccionistas. Un diagnóstico clínico de la depresión durante la
adolescencia temprana se asocia con un riesgo elevado de desarrollar más adelante un
trastorno de la conducta alimentaria (J.G. Johnson y cols., 2002).
Muchas personas clasifican a la comida como uno de los grandes placeres de la vida,
pero en este capítulo se hace hincapié en las dificultades que tienen las personas para
controlar el consumo de alimentos. Cada año millones de personas se ven afectadas por
diversos trastornos de la conducta. La gran mayoría de aquéllos que los sufren, más de
90%, son adolescentes y mujeres adultas jóvenes.
Una razón por la que las mujeres en este grupo de edad son particularmente
vulnerables a los trastornos de la conducta alimentaria es su tendencia a llevar a
cabo dietas estrictas con el fin de lograr una figura “ideal”.
Las dietas estrictas juegan un papel clave como desencadenantes de muchos
trastornos de la conducta alimentaria. Los efectos dañinos de estos trastornos
representan problemas personales para aquéllos que los padecen, sin embargo, la
preocupación por mantenerse delgados es también, hasta cierto punto, un
problema social debido al amplio valor positivo que se le ha dado a evitar la
obesidad y a tener una figura “ideal”.
Una manifestación de este problema social es la publicidad de comida, ropa y
productos de estilo de vida realizados por empresas comerciales. El enfoque
centrado principalmente en la esbeltez dentro de nuestra sociedad puede en
ciertos aspectos ser de poco alcance. Los pesos corporales por encima del nivel
“ideal” no son necesariamente peligrosos para la salud, aunque los porcentajes
extremos de obesidad pueden ser dañinos, no existen evidencia clara de que
grados moderados de sobrepeso provoquen daños.
Anorexia nerviosa
En la cual las personas tienen una imagen corporal distorsionada que los hace verse con
sobrepeso aun cuando ya estén peligrosamente delgados. Muchas veces se rehúsan a
comer, hacen ejercicio de forma compulsiva y desarrollan hábitos poco usuales (tales
como rechazar alimentarse enfrente de los demás). Los anoréxicos pierden grandes
cantidades de peso y pueden incluso dejar de comer hasta morir.
1. Rechazo a mantener el peso corporal por encima de 85% del nivel normal
generalmente reconocido para la edad y estatura.
2. Miedo intenso a ganar peso o a tener sobrepeso, aun cuando se esté por debajo del
peso normal.
➤ Ejercicio compulsivo
Causas
Aunque todavía no se conocen las causas específicas de la anorexia nerviosa, tanto los
factores de personalidad como los aspectos ambientales parecen desempeñar un papel
importante.
Factores de personalidad
Factores familiares
Los trastornos de la conducta alimentaria se manifiestan con más frecuencia entre los
estadounidenses blancos, pero también afectan a los afroestadounidenses y a otros
grupos étnicos y raciales.
Tratamiento
Una gran variedad de tratamientos que se han utilizado para combatir la anorexia
incluyen la mayoría de las perspectivas teóricas cubiertas en este libro. Estos
tratamientos van desde los enfoques biológicos (que involucran antidepresivos,
medicamentos ansiolíticos y estimulantes del apetito), hasta la psicoterapia y la terapia
familiar basada en principios psicodinámicos, terapias conductuales y cognitivo-
conductuales, así como las terapias educacionales como la educación nutricional.
Bulimia nerviosa
En la cual las personas comen cantidades excesivas de alimento, para después purgar
sus cuerpos de la comida y las calorías a las que temen mediante el uso de laxantes,
enemas o diuréticos, inducción del vómito y/o ejercicio, conducta que muchas veces
mantienen en secreto; además, se sienten disgustadas mientras comen, aunque después
sienten alivio a su tensión y emociones negativas una vez que sus estómagos están
nuevamente vacíos.
1. Episodios frecuentes de atracones que se caracterizan tanto por a) comer una cantidad
que es definitivamente mayor a lo que la mayoría de las personas comerían dentro de un
periodo y circunstancias similares, y b) una sensación de falta de control sobre la
ingesta de alimentos durante el episodio de atracón.
2. Conducta recurrente para compensar el hecho de comer compulsivamente y evitar el
aumento de peso, que incluye vomitar, laxantes, ayuno y ejercicio excesivo.
3. Los atracones y las conductas compensatorias se presentan por lo menos dos veces a
la semana en un periodo mínimo de tres meses.
Tratamiento
La terapia cognitiva conductual, tanto individual como de grupo, parece ser muy eficaz
en el tratamiento de la bulimia nerviosa.
6. Aburrimiento
Aunque parece no haber una respuesta definitiva a esta pregunta, es probable que los
programas educativos dirigidos a los padres y a los niños sean de mucha ayuda. Ciertos
elementos de programas potencialmente valiosos incluyen:
2. Aclarar a las familias los riesgos físicos y psicológicos involucrados en las conductas
que disparan estos trastornos.
3. Mostrar a las familias cómo reconocer cuando alguien necesita ayuda con respecto a
actitudes dañinas hacia la alimentación y hacia su cuerpo.
4. Alentar a las familias a buscar tratamiento para la persona que desarrolla prácticas
alimentarias perjudiciales.
Las escuelas, los médicos y los medios masivos de comunicación pueden jugar un
papel importante en la implementación de programas de tratamiento y en la prevención.
TRASTORNOS DE LA PREOCUPACIÓN POR EL CUERPO
En este capítulo se revisa un grupo de trastornos que presentan síntomas, pero ninguna
disfunción real identificable. Muchas personas que sufren de trastornos somatomorfos
no están dispuestas a considerar la posibilidad de que sus dificultades puedan ser
psicológicas en vez de “meramente médicas”. Las condiciones examinadas en este
capítulo proporcionan evidencia adicional de que términos como “meramente médicas”
y “meramente psicológicas” son a menudo simplificaciones excesivas que pueden crear
problemas en vez de resolverlos.
La preocupación por el cuerpo que define esta segunda serie de condiciones puede
tomar muchas formas. Se examinarán algunos trastornos somatomorfos, incluyendo
trastornos del dolor, y también trastornos facticios y fingimiento. Por supuesto, la
preocupación por el cuerpo a menudo acompaña una enfermedad física real en las
formas de preocupación excesiva y discapacidad desproporcionada. No obstante, en
otros casos, no existe ningún daño visible en el tejido o en el proceso de la enfermedad,
y el problema parece ser casi meramente psicológico: por ejemplo, el individuo que
piensa que su nariz es anormalmente grande cuando, de hecho, no lo es. La
preocupación por el cuerpo con frecuencia se expresa como somatización, mediante la
cual un individuo puede usar su cuerpo o síntomas corporales, consciente o
inconscientemente, para propósitos psicológicos o beneficio personal.
Trastornos somatomorfos
El DSM-IV-TR trata con condiciones en las cuales existen síntomas físicos en ausencia
de enfermedades físicas. Muchas de las inconformidades corporales que se les pide
tratar a los médicos sugieren una patología física, pero ninguna discapacidad real.
1. El dolor existe en una o más ubicaciones anatómicas con suficiente intensidad para garantizar
la atención clínica.
Condicionamiento operante
Los clínicos que utilizan el condicionamiento operante para tratar el dolor se centran en
las conductas del dolor (por ejemplo, quejarse de alguna dolencia) y las condiciones que
refuerzan o debilitan estas conductas.
Terapia cognitivo-conductual
Desde la perspectiva del condicionamiento, el dolor es una respuesta aprendida. La
perspectiva cognitivo-conductual reconoce que la adquisición de conductas de dolor
también ocurre por medio del aprendizaje observacional o modelamiento. Esto es, las
expectativas sobre la intensidad del dolor y las respuestas conductuales reales al dolor
se basan, por lo menos parcialmente, en una historia de aprendizaje previo (por ejemplo,
los niños observan la forma en que sus padres responden al dolor).
➤ El ejercicio. Existe evidencia de que hacer ejercicio físico puede aliviar el dolor
pues facilita la liberación de neurotransmisores que sirven como analgésicos naturales
en el cuerpo. Los regímenes de ejercicio para personas con dolor crónico generalmente
implican trabajar cada día hacia una meta específica, la cual es difícil pero alcanzable.
➤ TRASTORNOS DE SOMATIZACIÓN.
Son las dolencias somáticas múltiples que se pueden extender por periodos de años; se
caracterizan por una combinación de dolor y síntomas gastrointestinales, sexuales y
pseudoneurológicos.
Los trastornos de somatización han sido definidos de muchas maneras, pero el elemento
común de todas las definiciones es la presencia de síntomas somáticos que no pueden
ser adecuadamente explicados por descubrimientos orgánicos. Las enfermedades
inexplicadas son un reto para el médico y una angustia para el paciente. Los trastornos
de somatización se caracterizan por dolencias somáticas múltiples que son recurrentes o
crónicas. A menudo se denomina a esta condición como síndrome de Briquet porque un
médico de ese apellido lo describió detalladamente en 1859. Las quejas más comunes
incluyen dolores de cabeza, fatiga, palpitaciones, periodos de desmayos, náuseas,
vómito, dolores abdominales, problemas del intestino, alergias y problemas menstruales
y sexuales.
1. El clínico necesita ser cauteloso con la posibilidad de que el paciente pueda tener una
enfermedad física aún no diagnosticada o desarrollarla en el futuro.
3. No se les debe decir a estos pacientes que sus síntomas son psicógenos o que “todo
está en su mente”. Estos comentarios generalmente son rechazados, interfieren con el
establecimiento de una buena relación entre el paciente y el clínico, y pueden ser
erróneos.
5. La somatización crónica rara vez mejora con una psicoterapia tradicional. Muchas
veces los enfoques cognitivo conductuales son más útiles para modificar la conducta o
enfermedad del paciente.
6. La somatización es a menudo una condición crónica y es muy raro encontrar una cura
total para ella.
Algunas personas pueden pensar que por presentarse uno mismo como “enfermo” se
pueden obtener beneficios sociales o psicológicos.
➤ El papel de enfermo se puede utilizar como una racionalización para justificar fallas
profesionales, sociales y sexuales.
TRASTORNOS DE CONVERSIÓN.
Entre los síntomas que reportan estos pacientes se encuentran la parálisis, ceguera,
sordera y dificultad para caminar.
Muchas veces, los síntomas de conversión aparecen sin ninguna razón obvia, aunque
frecuentemente pueden rastrearse los eventos específicos que los precipitan. Para
complicar la tarea de diagnosticar la conversión, existe el hecho de que a veces no
pueden distinguirse fácilmente de los síntomas con bases de somatización. Una pista
que ayuda a hacer dicha distinción es el rasgo característico del trastorno de conversión
que ha sido llamado la belle indifférence (la bella indiferencia): aunque el individuo
experimente ansiedad intensa en otras áreas de su vida, su falta de preocupación de lo
que parece ser una alteración física que lo limita es sorprendente, y no típicamente
asociada con síntomas similares causados por trastornos de somatización verdaderos.
HIPOCONDRÍA.
Preocupación con la idea de que el individuo tiene o puede desarrollar una enfermedad
grave, junto con la tergiversación de síntomas o funciones corporales.
La hipocondría se diagnostica si la persona tiene una creencia persistente (que dure seis
meses o más) de que padece una enfermedad seria a pesar de la afirmación médica de lo
contrario, de la falta de hallazgos físicos y del desarrollo de la enfermedad.
3. Averiguar los miedos del paciente y las ideas sobre su salud física.
4. Presentar explicaciones racionales alternativas y explicar por qué las ideas del
paciente pueden ser erróneas.
Los individuos con un trastorno dismórfico corporal (BDD) definitivamente tienen una
preocupación con un defecto imaginario, o una preocupación morbosamente excesiva
sobre un rasgo menor no deseado de su apariencia física.
El acné, el adelgazamiento del cabello, arrugas, cicatrices y vello facial excesivo son
ejemplos de rasgos no deseados. Otras preocupaciones comunes incluyen el tamaño,
forma o algún otro aspecto de la nariz, los ojos, la boca, los dientes o la cabeza. La
mayoría de los individuos con este trastorno experimentan una marcada aflicción sobre
su supuesta deformidad, y a menudo describen su preocupación como “intensamente
dolorosa” y “devastadora”. Los sentimientos de autoconciencia acerca de su “defecto”
pueden llevarles a evitar el trabajo o las situaciones públicas.
Imagen corporal
El rasgo esencial del BDD (Desarrollo dirigido por comportamiento) es la creencia de que se
tiene un defecto imaginario en la apariencia. Si se presenta la más mínima anomalía física, la
preocupación de la persona es notoriamente excesiva. A diferencia de las preocupaciones
normales sobre la apariencia, en este caso la obsesión consume tiempo y causa bastante
aflicción o discapacidad en situaciones sociales.
Tratamiento
Otro grupo de condiciones que se caracterizan por el mismo rasgo son los trastornos
facticios (la palabra facticia se define como “artificial o antinatural”). Sin embargo, en
estas condiciones, los síntomas físicos y psicológicos son autoinducidos
voluntariamente por el paciente. Esto puede implicar tanto una completa mentira como
la exageración de una condición preexistente. En el trastorno facticio, la única meta
aparente es el deseo de asumir el papel de paciente. Las personas con este tipo de
trastorno muchas veces tienen historial de mentir de manera incontrolable, demandar
atención de profesionales y de describir recuentos dramáticos de dolores vagos. Puede
ser muy difícil clasificar una serie de síntomas como los facticios. La manera dramática
en la cual el paciente presenta sus problemas normalmente levanta sospechas; sin
embargo, muchos individuos con este trastorno han logrado reunir bastante información
médica y, en consecuencia, pueden ser tan buenos actores que hacen que sus síntomas
sean creíbles. Los trastornos facticios generalmente empiezan durante la adultez
temprana y muchas veces se estimulan con la hospitalización por un problema físico
genuino.