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Cómo impacta la IV Revolución Industrial en el Trabajo Rural

Por Federico Addisi, columnista de Mundo Gremial

Mundo GremialPublicado 2 años atras | 14 octubre, 2018De Mundo Gremial

La Tecnología y el campo

La Cuarta Revolución Industrial es una realidad que sólo los incautos no quieren ver. Y como decía
el General Perón: “Aquellos que no tengan cabeza para prever deberán tener espalda para
aguantar”; vaya el apotegma de nuestro líder para todos aquellos dirigentes que viendo la
potencial pérdida de empleo que este proceso tecnológico trae aparejado no se preocupan en
cuidar a los trabajadores.

Y en este caso nos toca referirnos al impacto del mismo en el sector del campo. Recientemente,
una granja robótica en el Reino Unido hizo su primera cosecha totalmente a máquina. Vehículos
autónomos sembraron, fertilizaron y cosecharon cinco toneladas de cebada. Las estimaciones de
los expertos consideran que en los próximos dos o tres años, las tecnologías digitales en la
agricultura tendrán una cobertura de mercado considerable en todo el mundo.

Un informe del Foro Económico Mundial (más conocido como Foro de Davos; principal impulsor
de la IV Revolución) desarrollado en colaboración con McKinsey & Company identificó 12 sectores
de tecnología emergentes que tienen el potencial de tener éxito en varias dimensiones del sistema
alimentario. Podrían cambiar la forma de demanda de alimentos, a través de proteínas
alternativas y nutrición personalizada; por ejemplo, promover los vínculos a lo largo de la cadena
de valor de los alimentos, a través de servicios móviles, Big Data, Internet de las cosas y
trazabilidad habilitada con cadena de bloques; y crear sistemas de producción efectivos, mediante
sensores de agua, modificación genética y otros avances científicos que hacen que la agricultura
sea más precisa y de mayor rendimiento.

Todas estas innovaciones darían mayor rendimiento al campo y los derivados pero a costa de la
pérdida de puestos de trabajo no calificado como es el caso de los peones rurales. Y aquellos que
sostengan sus empleos se encuentran cada vez más en un equilibrio de alto volumen/bajo precio,
donde las ganancias no podrían sacarlos de la pobreza y se verán parcialmente erosionadas por los
precios más bajos asociados con el aumento de la oferta.
La verdadera pregunta, entonces, no es si las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial nos
ayudarán a producir más alimentos. Es si acaso tienen el potencial de cambiar el modelo actual a
un sistema más inteligente que pudiera mejorar las condiciones de los productores, consumidores
y el planeta. La respuesta deberá estar en el diálogo tripartito que necesariamente deberá
empezar a dar por sector, entre los sindicatos, empresarios y una férrea intervención del Estado
preservando fuentes de trabajo.

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