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LA FILOSOFÍA DE LA VIOLENCIA

Por Agustín Pérez Reynoso

El pensamiento filosófico es la expresión legítima de un mundo que aspira a conocerse y a


entenderse a sí mismo. Y, para entender la violencia que aqueja a nuestro país, su análisis debe
partir del pragmatismo ético, no de una ideología que se imponga por igual a todos los
ciudadanos, sino de la subordinación del conocimiento a los dictados de la razón práctica,
valorando las virtudes de la acción y la libertad. Para el filósofo cubano Enrique José Varona, un
individuo será considerado moral, asociado a una buena conducta, si respeta la solidaridad del
cuerpo social del que depende.

No puede implementarse ningún régimen político que ignore al hombre fuera del estado de
sociedad, salvo en el caso en que dicho régimen busque destruir y reconstruir esa sociedad desde
las cenizas. La mayoría de los hombres podrá no darse cuenta de esta solidaridad que une nuestra
sociedad (que desdeñamos o deseamos mejorar) y la vida interna de los individuos a través de sus
imágenes, ideas y conmociones, pero no por ello abandonarán este pensamiento supremo. Kant
diría que es una categoría del sentimiento donde se producen todas las relaciones con los demás.

Incluso, el terreno de lo sobrenatural se forma en este molde social, que al no poder crear dioses
nuevos afines al régimen y a su incapacidad subjetiva de conformarse al estado de la sociedad,
prefiere destruir los viejos, aunque signifique terminar sistemáticamente con todas las tradiciones
que se entretejen entorno a ellos, deseando volver a algún punto del pasado. Es el motivo
principal por el que el bandolerismo sólo florece en los países gobernados despóticamente y la
falta de condiciones mínimas de vida hacen que la sociedad sea llevada al extremo de aniquilarse a
sí misma.

Somos prisioneros de la solidaridad social y lo que viola esta alianza es inmoral, en especial cuando
no hay un buen trato a la persona humana, y que, por el contrario, busca etiquetarla (fifi),
discriminarla y presentarla como digna del basurero de la Historia. Es un engaño muy común en el
que caen los adoradores tenaces del pasado, pensando que violar la solidaridad es una salida del
estado penoso ocasionado por violar la solidaridad del pasado. Es un espanto que cada ferocidad
implacable de la ortodoxia se ha empapado de sangre por sutilezas y pueriles distingos.

Con los repetidos actos de fe a los que se reduce el conocimiento que demuestra la estrategia
contra la violencia en México de la Cuarta Transformación (4T), se confirma que los planes del
Gobierno son tan maleables, que se les puede dar cualquier forma, y con un liderazgo tan frágil,
que no se les puede dar forma alguna. Sólo nos quedará esperar las poco probables confesiones
de ignorancia y, sin duda, los resultados que estamos viendo. agusperezr@hotmail.com

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