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Beltrán, Carlos Felipe (1816-1898)

Civilización del indio Escuela indiana o método para enseñar a leer y escribir a los indiecitos en
quichua y castellano

Oruro: Tip. de El Progreso, 1890.

Civilización del indio doctrina cristiana en castellano y aymará muy mejorada y ampliada por el
Cura de Quillacan

Oruro: Imp. Boliviana de C.F. Beltrán, 1872.

Antología quichua dividida en dos partes, profana y sagrada recogida, aumentada y


enriquecida de varias composiciones... Oruro: Tip. El Progreso, 1891
Nataniel Aguirre
 

Juan de la Rosa 
Memorias del último soldado de la Independencia 
(Literatura boliviana) 
1884-1985 
CAP. X
 
Aquella noche -extendido en el lecho más blando que pudo
prepararme Ventura-, soñé que me había vuelto un gigante diez
veces más grande que Pancho y cien veces más fuerte que Alejo; y
que, armado de uno de los cedros de Tiquipaya, a guisa de macana,
abatía centenares de granaderos con altas y belludas gorras de
cuero. Mis víctimas exhalaban tristísimos lamentos; el aire vibraba
a mi alrededor con los acordes del violín que había oído yo por la
mañana. Me encontré después repentinamente, sin saber cómo,
caballero en mi jaco, que me arrebataba del campo de batalla,
corriendo tras de la Vinchuca, en dirección a la casa vieja, en cuya
puerta me esperaba doña Teresa con su faldero en los brazos, y se
reía de un modo que daba miedo. 
Recuerdo también -¿y cómo pudiera olvidarlo?-, que, al
despertarme asustado de la risa de doña Teresa, oí cantar a Ventura
en la puerta de la choza, a la luz de la luna, un harahui imitado del
de Ollanta. 

 Urpi huihuaita chincachicuni...    

Pero ¿qué estoy haciendo? ¿Pueden acaso comprender mis


jóvenes lectores esa lengua, tan extraña ya para ellos como el
siriaco o el caldeo? 
Mejor será que ponga aquí otra imitación pésima en castellano,
que les dará a lo menos una remota idea de aquellos tiernísimos
cantos populares, olvidados ya, cuando apenas comienza a nacer
-harto enfermiza y afectada, por desgracia-, la nueva musa lírica de
nuestra literatura nacional. 
 «Una paloma se me ha perdido    
     En la enramada.    
 Tal vez la encuentres, ¡oh golondrina,    
     Que inquieta pasas!    
 

 »Oye sus señas, como en mi duelo    


     Posible es darlas;    
 Porque no hay nadie que decir pueda    
     Belleza tanta.    
 
 »Hermosa Estrella de la Alegría10    
     -Así se llama-,    
 Sus ojos mismos son dos luceros    
     De la mañana.    
 

 »Ninguna has visto sobre la tierra    


    Como ella blanca;    
 Porque lo es menos la pura nieve    
     De las montañas.    
 
[Salto de ajuste de texto] 
 »Al ver su rostro la flor soberbia    
     De la achancara11    
 Se dobló mustia sobre su tallo,    
     Quedó humillada.    
 
[Salto de ajuste de texto] 
 »Su tierno arrullo los corazones    
     De piedra, ablanda;    
 Y un dulce aroma que da la vida,    
     Su aliento exhala.    
 
[Salto de ajuste de texto] 
 »Dile que al verla, siempre a su lado    
     Su pobre Ollanta,    
 No envidia al Inca sus andas de oro    
     Y de esmeraldas.    
 
[Salto de ajuste de texto] 
 »Y dile, dile, que si no vuelve,    
     Que si es ingrata,    
 Morirá solo, junto a su fuego,    
     Que ya se apaga!»    
 
[Salto de ajuste de texto] 

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