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C O N O C IM IE N T O Y PO DER POPULAR

Lecciones con campesinos de


Nicaragua, M é x ico y Colombia
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O RLA N D O FALS BORDA
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Estudio preparado para los grupos de base


y para la Oficina Internacional del Trabajo
dentro del marco del Programa Mundial de Empleo.

¿ANCO DE LA REPÜftLfC*
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OL»TO- DE AOOUlSíClON

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siglo veintiuno argentina editores, sa


siglo veintiuno de Colombia, ltda
AV Vi 1 7 7 3 P R IM E R P IS O SOGOTA D E C C X O M A IA

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edición al cuidado de santiago pom bo
portada de felipe valencia

© o r g a n iz a c ió n in te r n a c io n a l del trab ajo 1 ^ § 6


se g u n d a e d ic ió n en e s p a ñ o l p u b lic a d a p or
sig lo x x i e d ito r e s de C o lo m b ia -
ISB N 9 5 8 - 6 0 6 - 0 0 3 - 9
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preparación litografica: . '
servigraphic ltda., bogotá

impreso y hecho en Colombia por:


editorial presencia

Las denom inaciones em pleadas, en concordancia con la práctica se­


guida en las N aciones Unidas, y la forma en que aparecen presenta­
dos los datos en esta publicación no implican juicio alguno por parte
de la Oficina Internacional del Trabajo sobre la condición jurídica
de ninguno de los p aíses, zonas o territorios citados o de sus autori­
dades, ni respecto de la delim itación de sus fronteras.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos, estu­
dios y otras colaboraciones firm ados incum be exclusivam ente a sus
autores, y su publicación no significa que la OIT las sancione.

l1
CO L A B O R A D O R E S EN EL T E R R E N O

Orlando Fals Borda (coordinador)


Bertha Barragán
Félix Cadena
John Jairo Cárdenas
José Galeano
Salvador García Angulo
Malena de Montis
Víctor Negrete y
Alvaro Velasco

APOYOS INSTITUCIONALES

Servicio de Políticas de Empleo Rural, Departam ento de Empleo y


Desarrollo, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra.
Centro Latinoam ericano de A poyo al Saber y la Educación Popular,
M éxico.
V icem inisterio de Educación de A d u ltos, Managua.
Fundación del Sinú, M ontería.
Empresas de C ooperación al Desarrollo, EMCODES, y Fundación
para la C om unicación Popular, Cali.
Fundación Punta de Lanza, Apartado Aéreo 5 2 5 0 8 , Bogotá
I

El Programa Mundial del Empleo fue lanzado por la Oficina Interna­


cional del Trabajo en 1969 com o su principal contribución a la Es­
trategia Internacional prevista por las N aciones Unidas con ocasión
del Segundo D ecenio para el Desarrollo. El Programa utiliza princi­
palmente tres m edios de a c c ió n :
— m isiones de asesoram iento de alto nivel;
— equipos de prom oción del em p leo, para regiones y para países;
— un variado programa de investigaciones.
Merced a estas actividades, la OIT ayuda a quienes tienen a su cargo
la elaboración de las p olíticas y planes nacionales a m odificarlos de
manera que su objetivo sea la erradicación de la pobreza y el d esem ­
pleo de que padecen las masas.
La celebración de la Conferencia Mundial del Em pleo en 1976 mar­
có un hito en el desarrollo del Programa. La Conferencia señaló que
“las estrategias y lo s planes y p olíticas nacionales de desarrollo debe­
rían incluir exp lícitam ente la prom oción del em pleo y la satisfac­
ción de las necesidades esenciales de la población de cada país com o
objetivo prioritario” y adoptó una Declaración de Principios y un
Programa de A cción que seguirán siendo la orientación fundam ental
de la asistencia técnica y las investigaciones del Programa en el d ece­
nio de 1980.
Esta obra surgió de un proyecto realizado en cum plim iento del Pro­
grama.
ÍNDICE

PREFACIO 11
PRESENTACIÓN 13
ENTRADA DE LAS VOCES 29
1. Los pobres del cam po se m ovilizan 31
PRIMERA LECCIÓN:
SABER INTERACTUAR Y ORGANIZARSE 39
1. La tensión entre bases y activistas 41
2. R om piendo la relación de sum isión 51
3. Para persistir: Articulación sin plazos 62
SEGUNDA LECCIÓN:
SABER RECONOCERSE Y APRENDER 79
4. La investigación colectiva - 81
5. Recuperación crítica de la historia 88
6. Valoración y em pleo de la cultura popular 10 0
7. Producción y difusión del nuevo conocim iento 111
DISCUSIÓN CONCEPTUAL PARA
REFLEXIÓN DE CUADROS 123
8. En to m o al poder popular y la IAP — 125
9. Lecturas adicionales 143
VISTAZO A LAS EXPERIENCIAS DE CAMPO 15 1
A. Potencialidad de la educación popular en el proceso
de transform ación social en zonas rurales: el caso
de El R egadío (Nicaragua) 153
B. El contrapeso p olítico popular y la Cooperativa de
Solidaridad M ixteca en San Agustín A tenango
(M éxico) 159
C. El contrapeso popular en el valle del
Mezquital (M éxico) _ 164
D . Una nueva experiencia en la investigación y la
acción participativas: El caso de El Cerrito
(C olom bia) 167
E. El poder popular: Génesis de un m ovim iento
social y p o lítico en Puerto Tejada (C olom bia) 172
P R E F A C IO

El p resen te estudio sobre “C o n o cim ien to y p o d e r


p o p u la r” surge d el program a de la Oficina In te rn a ­
cional del Trabajo sobre organizaciones participati-
vas de los po b res del cam po, PO RP, cu yo p ro p ó sito
es contribuir al en te n d im ie n to de las clases ca m p e­
sinas e im pulsar su participación en los procesos de
desarrollo m ed ia n te esfuerzos pro p io s de organiza­
ción. D os de lo s co m p o n e n tes principales del p r o ­
grama se refieren a las necesidades de investigación
y a la cooperación técnica con instituciones n a cio­
nales para estim ular aquel tipo de iniciativas.
E l tem a del p resen te estudio tien e pertinencia en
co n exió n con d o s in stru m en to s adop ta d o s p o r la
C onferencia Internacional del Trabajo: el C onvenio
sobre las organizaciones de trabajadores rurales,
19 7 5 (nú m . 1 4 1 ) y la R eco m en d a ció n acerca del
m ism o tem a, tam bién de 1 9 7 5 (núm . 149). A m b o s
subrayan q u e es urgente disponer de inform ación
de prim era m a n o en torno a los obstáculos con q u e
tropieza la creación de organizaciones populares y
las posibilidades de desarrollarlas. Esta vez los p r o ­
cesos se exam inan desde el ángulo de la m e to d o lo ­
gía h o y denom inada “investigación-acción participa-
tiv a ”, IAP, q u e abre perspectivas prom isorias. Ya el
Programa M undial de E m p leo , PME, de la O IT, ha­
bía venido propiciando ensayos en este cam po, es­
pecialm ente en Asia, sobre lo cual han aparecido
varios libros y m onografías. A hora se publica este
libro sobre A m érica Latina, en el que el m é to d o de
12 P R E F A C IO

la IA P adquiere una m a yo r m adurez al desarrollar


p ro cedim iento s sistem áticos para trabajar con las
bases cam pesinas respetando su a u to n o m ía y su ca­
pacidad creadora.
E ste escrito —síntesis de experiencias efectuadas
en Colombia, Nicaragua y M é x ic o — es una c o n trib u ­
ción fu n d a m en ta l no sólo para co m p ren d er sobre el
terreno los procesos de base, sino tam bién co m o
guía para investigaciones participativas en diversos
c o n te x to s sociopolíticos. E x p o n e una alternativa a
las prácticas fo rm a les de la investigación académ ica
y a la participación provocada “desde a rrib a ”, que
no siem pre cristalizan en cam bios sustantivos de la
sociedad. Los autores han p u esto a prueba un ins­
tru m en to m etodológico com parativo y ensayado
una variada gama de técnicas de difusión de co n o ci­
m ien to s en el cam po de la acción social y la prácti­
ca p o lítica , llenando a sí un vacío ta n to en el á m b ito
cien tífico com o en las disciplinas prácticas del d e ­
sarrollo.
A l p o n er de relieve la necesidad de organizacio­
nes estables y fu e rte s de las clases trabajadoras del
ca m p o , este libro les p ro p o n e en fo rm a co m p ren si­
ble y am ena herram ientas intelectuales para d e fe n ­
der sus propios intereses. N o se trata p u es de un
sim ple in form e institucional, sino de una guía teó-
rico-práctica valiosa para trabajar con los principios
participativos a varios niveles.

DHARAM GHAI,
Jefe del Servicio de Políticas de Em pleo Rural,
Departamento de Em pleo y Desarrollo,
Oficina Internacional del Trabajo
t
I PRESENTACIÓN

i
El Simposio M undial de Cartagena de 1977, p la ta ­
forma de lanzam iento de la m e to d o lo g ía de la in ­
vestigación-acción participativa, IAP, abrió un in ­
tenso lustro de ensayos en el cam po de las políticas,
así desarrollistas co m o revolucionarias. Los resu lta­
dos se han venido som etiendo a la crítica in te rn a ­
cional y a la consideración práctica de grupos p o ­
pulares. Desde el Asia y Africa hasta América Latina,
con algunas expresiones en E uropa, Estados Unidos
y Canadá, la IAP ha ido perfilando su presencia en
el c o n te x to científico y p o lítico , pues se reconoce
dialécticam ente en am bos campos. Al d eterm inar
sus c o m p o n en te s específicos, ha ensayado en la p r a ­
xis concreta las técnicas y p autas que la distinguen
de aquellos o tro s quehaceres que buscan com binar
el co nocim iento con la eficacia en la tra n sfo rm a ­
ción social._
Quienes hicimos tales ensayos hem os realizado
un buen núm ero de inform es sobre trabajos en el
terreno. Para el efecto organizam os reuniones regio­
nales, nacionales e internacionales. F ueron publica­
dos varios estudios teóricos, así com o los prim eros
inten to s de sistem atización, con u n o que o tro m a ­
nual de procedim ientos. (Véase la bibliografía in ­
cluida en el presente libro.)
Muchos investigadores participativos fuimos c o n ­
vergiendo con cep tu al y técnicam en te, casi en form a
inesperada pues pro veníam os de diversas culturas y
sistemas p o líticos y te n íam o s presupuestos ideoló-
14 PRESENTACIÓN |

gicos diferentes. Quizá lo que nos acercó fue la p ro ­


blemática com ún de nuestros pueblos dependientes,
pobres y explotados del Tercer M undo periférico,
de donde partió la idea, y cuyas preocupaciones
nos han fundido en un solo haz. Por to d o ello hoy
puede sostenerse que la IAP ha adquirido cierta
consistencia y que aspira a afianzarse com o aquella v
alternativa abierta y creadora que vislum bram os co ­
mo un reto en Cartagena. I
La IAP ha dem ostrado ser un proceso de crea­
ción intelectual y práctica endógena de los pueblos 1
del Tercer M undo. En lo que respecta a América
Latina no es posible explicar su aparición ni captar
su sentido por fuera del co n tex to del desarrollo
económ ico, social y científico de la región a partir
del decenio de 1960. Sus ingredientes formativos '
provienen del im pacto causado por las teorías de
la dependencia (Cardoso, F urtado) y de la ex p lo ta­
ción (González Casanova); la co n tra teo ría de la
subversión (Camilo Torres) y la teología de la libe­
ración (G utiérrez); las técnicas dialógicas (Freire) y
la reinterpretación de las tesis del com prom iso y
neutralidad de los científicos, tom adas de Marx y
Gramsci, entre otros. ?
Ahora vemos a la IAP com o una m etodología
dentro de un proceso vivencial (un ciclo productivo
satisfactorio de vida y trabajo en las com unidades)
en busca de “ p o d e r” y no tan sólo de “ desarrollo”
para los pueblos de base, un proceso que incluye
sim ultáneam ente educación de adultos, ‘investiga­
ción científica y acción política, y en el cual se !
consideran el análisis crítico, el diagnóstico de si- i
tuaciones y la práctica com o fuentes de con oci­
m iento. La IAP implica adquirir experiencias e. in­
formación para construir un poder especial —el
poder p o p u lar— que pertenezca a las clases y grupos ,
PRESENTACION 15

oprim idos y a sus organismos, con el fin de d e fe n ­


der los ju sto s intereses de éstos y avanzar hacia
m etas com partidas de cam bio social en un sistema
político participativo. El p o d er popular se expresa
m ediante m ecanism os de co n tro l, ya internos, ya
externos a las organizaciones de base, que g aran ti­
zan los procesos de cam bio y vigilan a los dirigentes
en la form a que a q u í llam am os de contrapeso p o lí­
tico p opular, o co n tra p o d er, cuya expresión m ás
com pleja son los m ovim ientos de .base que se a rtic u ­
lan en las regiones, para em pezar. El cap ítulo 8 se
dedica a elaborar conceptual y teóricam ente dichas
nociones.
Los estudios efectuados hasta ahora con la IAP
se han basado casi exclusivam ente en m icrocasos y
regiones particulares. Ello ha sido necesario para
en tend er con claridad los m ecanism os de tan c o m ­
plicado proceso investigativo. Los ensayos de siste­
m atización reflejan la sum atoria resultante de los
casos exam inados, con el paradójico efecto (c o n tra ­
p ro d u cen te a m i juicio) de dar la sensación de que
la IAP es ya un p ro d u c to redo n d ead o y definitivo.
Claro que no es así, ni ha sido ésta la m eta que nos
propusim os quienes im pulsam os la idea. Al .contra­
rio, todavía deseam os conservar en la IAP la frescu­
ra y am plitud espontáneas de la propuesta original,
ju n to con la necesaria nitidez m etodológica.
No o b sta n te, en tre ías tareas p end ien tes de estos
duros años de lucha figuraba, la de entrar al cam p o
com parativo directo, esto es, al em pleo de una m is­
m a guía co nceptual y técnica para trabajar con la
IAP en c o n tex to s, países y culturas diferentes. Se­
m ejante paso, que a prim era vista parece c o n tra d e ­
cir los presupuestos auton om istas del m é to d o , no
p o d ía darse sin h aber afianzado antes las entidades
participativas locales, ni tam p o co sin la existencia
16 PRESENTACIÓN

íde equipos nacionales de investigadores capaces de


realizar las tareas con el cuidado y control indis­
pensables, sin perder la filosofía de la acción ni el v
afán de búsqueda que nos ha anim ado a to d os en
este asu n to ^
Las- situaciones nacionales fueron m adu rand o en
tod os los aspectos anteriores, a tal p u n to que el
p lan team ien to com parado al fin acaba de cristalizar
para América Latina. Ello fue posible gracias al aus­
picio de la Oficina Internacional del Trabajo (D e­
p artam en to de Em pleo y Desarrollo, Servicio de
Políticas de Em pleo Rural) con la colaboración de
Anisur R ahm an, Dharam Ghai y J.P. M artin, y la
contribución, de organism os privados y públicos de
C olom bia, Nicaragua y México que acudieron a la
cita con entusiasm o y dedicación.
En Colom bia se co n tó con la colaboración de
cuatro organism os privados que desde hace tiem po
vienen laborando con los campesinos. A parte de la
F undación P u nta de Lanza en Bogotá, la Em presa ■
de C ooperación al Desarrollo, E M C O D E S,y la Fun--
dación para la C om unicación Popular, am bas de
Cali, destacaron personal y recursos para el trabajo
de cam po en el sur del país. La coordinación local
corrió a cargo de Alvaro Velasco, abogado, y del
educador Jo h n Jairo Cárdenas. Con ellos se escogió
la población de P uerto Tejada co m o escenario de la
experiencia, visto el interesante historial de acción
y estudio que sus entidades habían venido m o stra n ­
do desde 1 978.
En el n o rte de Colom bia, la F undación del Sinú,
M ontería, organizó los trabajos correspondientes
con sus directivos, los profesores V íc to r Negrete y
José Galeano. Allí se determ in ó ap o y ar con técni- ;
cas participativas el trabajo em prendido de tiem po
atrás en el caserío de El C errito, al b o rd e de u n a .
PRESENTACIÓN 17

ciénaga y unos playones donde los cam pesinos m a n ­


tienen con su lucha los derechos de ocupación.
En México se recibió el ap o y o del C entro de Es­
tudios y A poyo a la Educación y la Ciencia Popular,
con los ap ortes de Félix Cadena B arq u ín , B ertha
Barragán, Carlos Cadena y R oberto Cubas, e d u c a ­
dores y científicos sociales vinculados con la c o m u ­
nidad m ixteca de San A gustín A tenango en O axaca,
escogida para adelantar la experiencia de la IAP.
Además, en México se obtuv o la con tribu ció n a d i­
cional del trabajador social Salvador G arcía A ngulo,
quien poseía u n a im p o rta n te experiencia con los
cam pesinos o to m íe s del Valle del Mezquital.
En Nicaragua se procedió prim ero a realizar c o n ­
tactos con el D ep artam en to de Planificación N acio­
nal, d o n d e se destacó a la socióloga Malena de Mon-
tis para verificar la investigación de cam po en El
Regadío, escogida co m o co m un id ad de v anguardia“-
en la Región No. 1 en Estelí, cerca de Honduras. El
apoyo provino del V icem inisterio de Educación de
A dultos y de la Unión Nacional de Agricultores y
G anaderos, UNAG.
El presente libro es una síntesis m etodológica y
conceptual de estos trabajos colectivos. Para qu e
nuestro esfuerzo fuera de verdad com parativo y p a ­
ra p o d er llegar ju n to s a la m eta, basamos n uestro
quehacer en u n a guía técnica o m arco co ncep tu al
preparado de a n te m a n o ,c o m o un reflejo de los p r o ­
blemas que desbordaban lo regional y en los cuales
nos identificábam os en principio, aparte de las p r e o ­
cupaciones com p artidas que distinguen a los inves­
tigadores participativos. La guía prelim inar fue
prim ero estudiada p o r todos, m odificada en aspec­
tos atinentes a las realidades locales y vuelta a dis­
cutir en varias reuniones d uran te el curso del ejerci­
c i o , especialm ente con el co o rd in a d o r que firma la
18 p r e s e n t a c ió n

.i
presente introducción. La guía p erm itía flexibilidad
de aplicación sobre el terren o, co m o era de esperar­
se. La prueba de su eficacia vino con la práctica, y
pudo sobreviviría. Las tareas de cam po se realizaron
entre 1982 y 1984 en las cinco com unidades cam ­
pesinas escogidas (mestizas, negras e indígenas),
según las condiciones y en los c o n te x to s descritos
más adelante.
El asu nto que nos congregó e identificó a to d o s
fue el problem a del p o d er p opular, los m ecanism os
del contrapeso político y sus relaciones con la bús­
queda y acum ulación de conocim ientos para crear
los cam bios necesarios. T o d o s estuvimos de acuer­
do en que el tem a era im p o rta n te y reflejaba a ca-
balidad preocupaciones y situaciones reales e n c o n ­
tradas entre los cam pesinos e indígenas de los tres
países.
Ea tem ática nos indujo, pues, a la reflexión colec­
tiva com o m aneras de po ner a prueba ta n to la m e­
todología de la IAP co m o nuestras convicciones en
el cam po de la acción social y p o lítica, en los niveles
local y regional. En efecto, un estudio reflexivo en-
com ún sobre la problem ática del p od er p o pu lar y
el conocim iento p o d ía efectuarse de m uchas m a n e ­
ras: desde el olim po sociológico con sus hipótesis
de trabajo, variables y matrices, hasta la a n tro p o lo ­
gía form al. Sin duda se h ab ría n prod ucido investi­
gaciones de interés, algo volum inosas, llenas de
cuadros estadísticos, buenas fotografías y dibujos
docum entales, escritas en estilo ponderoso y so­
lemne. Esa sabiduría letrada se hab ría lim itado a
un p equ eño círculo de lectores, a una élite intelec­
tual consagrada e industriosa. Pero al no ser devuel­
tas a las com unidades, éstas no se h abrían enterado
de tales m onografías. O no las h ab rían entend id o
en caso de haberlas recibido.
PRESENTACION 19

N osotros, en cam bio, nos pro pu sim o s ensayar,


de m anera c rítica y com parada, la idea de qu e se
puede culm inar un trabajo analítico y serio con b a ­
se en conocim ientos prácticos sobre la realidad t a n ­
to de la gente del com ún co m o de los cuadros a c ti­
vistas, que pudiera enriquecer no sólo el fondo
general de las ciencias sino el acervo popular m is­
m o. El objetivo era to m a r la sabiduría de los grupos
de base co m o p u n to de partida; sistematizarla y
ampliarla con la acción, de com ún acuerdo con
agentes ex te m o s de cam bios —tales com o nosotros,
los redactores de este libro —, y to d o con miras a
reforzar el poder de los organism os formales e in ­
formales del pueblo trabajador.
1*No nos propusim os hacer ciencia en sí y porqu e
sí, ni un simple desarrollismo (o desarrollo rural in ­
te g ra d o ), tareas que n o nos satisfacían. Q ueríam os
construir herram ientas intelectuales propias de las
clases trabajadoras y humildes, que han llevado in­
justam en te el peso del desarrollo, para enriqueci­
m iento de otras clases, y form ar organismos de base
com o cooperativas, sindicatos, centros artesanales
y culturales, brigadas de educación y de salud que
perm itieran hacer frente a situaciones reales con
movilizaciones justificadas, creación de trabajo y
em pleo, au m en to del ingreso y m ejoram iento del
jnivel de vida de las com unidades. .
Así lo hem os realizado en el terreno durante es­
tos años, com o se explica en los capítulos que si­
guen. Resultó de este m od o un proceso real de
transform ación y progreso material e intelectual
desde la base, congruente con nuestros propósitos
personales e institucionales. Un proceso que sigue
vivo hasta hoy, a veces m ultiplicándose más allá de
nuestras expectativas.
20 PRESENTACION

- Si tales pudieran ser nuestros objetivos intelec­


tuales, sociales y económ icos, ellos quedan todavía
subordinados a otro propósito general de n atu ra le­
za práctica. N uestros referentes eran y siguen sien­
do representantes autorizados de intereses p o p u la ­
res, con la potencialidad de convertirse (si es que
no lo son ya) en dirigentes capaces y esclarecidos,
com o m iem bros de un nuevo tipo de vanguardia de
servicio no sectaria, no verticalista, no mesiánica ni
impositiva de arriba abajo. J u n to con ellos nos p ro ­
pusimos co ntrib uir a nuestro m o d o y d en tro de
nuestras capacidades a cam biar la sociedad injusta
y violenta que hem os heredado, para que entre t o ­
dos encaucem os m ejor la transform ación necesaria
a que nos vemos abocados.
N uestros afanes intelectuales y p rácticos se fu n ­
dían así en una sola vivencia, en la cual no se dis­
tinguían jefes ni subordinados. Con ella, con esa
vivencia com o ancla espiritual, ensayam os las diver­
sas técnicas de creación y com unicación de conoci-
mientds, con los respectivos ajustes en actitud es y
valores que van descritos en el presente inform e,
sin olvidar los problem as organizativos y de in te ­
racción im plícitos en las luchas populares ni la
necesidad de reforzar las organizaciones propias de
los trabajadores.
A fincándonos en la tierra y en la gente del c o ­
mún, los investigadores participativos procedim os a
reunim os varias veces en los tres países para in ter­
cambiar inform ación, co m p artir descubrim ientos,
conceptos y técnicas, y aclarar posiciones. Estos e n ­
cuentros, a veces am pliados con colegas de o tro s
continentes, fueron reafirm ando el procedim iento
com parativo de nuestras tareas y nos llevaron a un
fructuoso consenso teórico-práctico, tam bién id eo ­
lógico. Vimos que el tem a escogido p o d ía en ver-
PRESENTACIÓN 21

dad tratarse con la IAP de m anera sincrónica en


diferentes c o n tex to s culturales y políticos. Las prin­
cipales categorías con q ue nos iniciamos, a ra íz de
experiencias participativas anteriores, fueron q u e­
dando confirm adas; otras pasaron a segundo plano
o fueron descartadas. El consenso resultan te ha
sido plasm ado en el libro que ahora se publica.
Im p o rtan te fue reconocer los diferentes estadios
económ icos, sociales, culturales y políticos en que
se enco ntraban nuestros tres países al m o m e n to de
realizar los estudios. En Colom bia se habían h ec h o
algunos in ten to s de la IAP entre campesinos y o b re­
ros d u ran te la década de 1970. Se insertaban esos
trabajos en una poderosa ola de activismo p o lítico
impulsada por grandes organizaciones cam pesinas y
sindicales. Los altibajos de dicho proceso afectaro n
el desarrollo de la IAP en la región costeña c o lo m ­
biana. Pero, con la destrucción parcial de las inicia­
tivas de los>años setentas fue resucitando la m e to ­
dología participativa en los m ism os sitios, hasta
desem bocar en el actual p ro yecto de El C errito ,
que aparece a q u í reseñado. Es éste, pues, u n a c o n ­
tinuación seria de la m e to d o lo g ía pionera q u e por
entonces se puso en m archa. No sorprende q u e de
tal experiencia haya salido no sólo un refo rzam ien ­
to de las aspiraciones populares de la C osta, con
m ovim ientos políticos, culturales y cívicos, sino
tam bién la publicación de una serie de interesantes
investigaciones regionales de buen nivel cien tífico .
Algo parecido ha estado ocurriendo de m anera
independiente y po r los mismos años en el sur de
C olom bia, donde un inquieto grupo de in te le c tu a ­
les y cuadros p o lítico s aprovechó las co y u n tu ras
institucionales existentes y se lanzó a trabajar con
las bases campesinas. P ro d u cto de ello ha sido un
m ovim iento p opular e investigativo que ha incidido
i
22 PRESENTACIÓN

en las luchas de las com unidades negras de la región,


especialmente en Puerto Tejada y C aloto. F orm ali­
zada la idea de la IAP en ese estelar m o m e n to del
proceso, la experiencia de Puerto Tejada fue escogi­
da para el presente libro.
En México hubo igualmente un desarrollo de té c­
nicas relacionadas con la IAP d u ran te el decenio de
1970 en el valle del Mezquital, al no rte de la capital,
que sirvieron de base para análisis, tesis y libros di­
versos. Los indígenas otom íes y cam pesinos m esti­
zos del Mezquital buscaban vías de desarrollo eco­
nómico y cultural independientes de las clases
dom inantes. Esos campesinos e indígenas, com o los
m ixtecas de Oaxaca en San Agustín A tenango
—donde apenas se inició con nosotros el proceso de
acción m e tó d ic a —, han realizado ensayos valiosos
de naturaleza participativa y con cuadros externos,
que tam bién se examinan aquí.
En cuanto a Nicaragua, la IAP entró allí com o
una idea experim ental una vez caído el régimen dic­
tatorial de Anastasio Somoza e instituida en 1979
la Ju n ta de G obierno de Reconstrucción Nacional.
Algunos asesores de la Junta (entre ellos un notable
epistemólogo de estudio-acción) abord aron la dis­
cusión sobre la IAP en docum entos y seminarios de
orden interno gubernamental. Gracias al interés d e ­
m ostrado por funcionarios del D ep artam en to de
Planificación Nacional y del Viceministerio de E d u ­
cación de Adultos, se aceptó tom ar parte en los
estudios com parativos sobre poder p opular pro pu es­
tos por nosotros en la comunidad de El Regadío. .
Se llevan pues los esquemas de la IAP a N icara­
gua y se emplean activamente por prim era vez en
un co n tex to revolucionario en auge, en una c o m u ­
nidad de vanguardia comprometida con la defensa
nacional y la producción de alimentos. La experien-
PRESENTACIÓN 2!

cía cum ple ahora un ciclo definitorio, en el cua


se plantea la generalización de la misma a o tra s par
tes del país, una vez dem ostrada su congruencú
con el proceso revolucionario, co m o se ha co nsta
tado en la práctica.
La am pliación de la experiencia de El Regadíc
fue dispuesta de com ún acuerdo p o r el G obierne
de Nicaragua y la FAO en 1984, que se p ro p o n en
a través de la Unión Nacional de A gricultores y G a­
naderos, UNAG, llevarla a otras 17 com unidades
rurales en la m ism a y otras regiones. En M éxico y
Colombia la continuidad se ha asegurado con diver­
sas organizaciones no gubernam entales y con es­
fuerzos locales propios.
Tal co m o lo anticipaba la guía conceptual y té c­
nica, los trabajos de cam po se hicieron m uy flexi­
bles en cada país, sujetos al criterio de los equipos
nacionales en cu an to a program ación, pro ced im ien ­
tos, enfoques, tácticas y metas. Cada co m u nidad
fue definiendo sus propias tareas y técnicas, co n la
colaboración y estím ulo de los investigadores que
actuaban com o agentes externos de cam bio. A de­
más, se em prendieron actividades p ertinen tes que
no pueden m ostrarse en un inform e escrito, tales
com o asambleas, m archas, festivales, talleres y
otras com plem entarias dirigidas a crear em pleo y a
elevar el nivel de vida y cultura de las gentes. Se
trató de fom en tar con el p o d er p opular la a u to n o ­
m ía de los grupos de base, m ediante organism os de
trabajadores ya establecidos o en form ación, pues
resultó indispensable erigir estructuras estables para
instrum entar la acción.
La redacción de inform es parciales se adelantó
en español y en las lenguas indígenas una vez vistos
los resultados relativos a los tem as planteados. Quien
nuscribe esta presentación red actó luego el inform e
24 PRESENTACIÓN

final, en consulta con los demás investigadores y


con las bases populares, para su revisión y au to riza­
ción.
Debido a que las cinco com unidades escogidas
en los tres países eran y siguen siendo nuestros gru­
pos de referencia, el presente libro h ub o de ser es­
crito de m anera sencilla, siguiendo las técnicas de
difusión del conocim iento adoptadas p o r los inves­
tigadores participativos. Se recordará que hem os
desarrollado cuatro niveles de com unicación: el 0,
cuando la inform ación es totalm ente ágrafa y se b a ­
sa exclusivamente en imágenes y sím bolos; el 1,
cuando la misma información aparece en form a
m ix ta, escrita y visual, al estilo del folleto ilustrado;
el 2, cuando aquélla se prepara con miras a adies­
trar dirigentes o cuadros de com unidades con algu­
na iniciación; y el 3, que representa el m ism o m a te ­
rial llevado a un plano analítico, conceptual y
teórico más com plejo, para cuadros avanzados e in­
telectuales.
Pues bien, en el presente trabajo la intro du cció n
y los prim eros siete capítulós, divididos en dos p ar­
tes, se concibieron y redactaron para el nivel 2; el
c a p ítu lo 8 y las bibliografías (com o lecturas adicio­
nales) pertenecen al nivel 3. No escribimos los te x ­
tos pensando necesariamente en la Oficina In tern a­
cional del Trabajo ni en sus funcionarios de G inebra,
aunque esta entidad auspiciara los estudios y tra b a ­
jos de cam po. Al contrario: p o r causa de aquella
referencia primordial a los grupos de base, nos c o m ­
place inform ar que este escrito ya se está em pleando
com o m aterial formativo de cuadros en nuestros
países. Esto nada más justificaría p lenam ente el
esfuerzo que desde afuera hemos hecho quienes no
somos cam pesinos de origen, con el fin de ap o rta r
algo útil para las reivindicaciones y luchas populare®.
PRESENTACION 25

C om o lo advertirá el lector, el inform e está dis­


tribuido en dos partes, a cada una de las cuales h e ­
mos llam ado “lección” para enfatizar la naturaleza
colectiva de la búsqueda del conocim iento q u e h e ­
mos em prend id o. La prim era lección destaca la n e­
cesidad de “ saber in teractu ar y organizarse” para
las labores del cam po, te n ien d o en cuenta n o sólo
las experiencias de la investigación participativa si­
no tam bién la urgencia de co n cretar cambios signi­
ficativos en las estructuras de la sociedad. Para ello
en co ntram o s fundam ental insistir en el ro m p im ie n ­
to de las relaciones de subordinación (y de form as
conexas de producción del con ocim iento) acostum -
< bradas en o tro s tip os de trabajo y form as de vida,
com o tam bién inducir organism os estables co n m i­
ras a la acción.
La segunda lección, “ saber reconocerse” , destaca
los co m p o n en te s m ism os del m é to d o de la IAP y
los m edios de producción y difusión del c o n o c i­
m ien to adquirido. A q u í advertim os sobre la im p o r­
tancia capital del trabajo colectivo en el estudio, el
rescate de la historia regional y el em pleo re s p e tu o ­
so de elem entos de la cu ltu ra popular. A m bas lec­
ciones van precedidas de u n a descripción de las
cinco com unidades estudiadas, en form a de diálogo,
para am bientar la lectura que sigue. F in alm en te,
luego del c a p ítu lo conceptual-teórico de “nivel tr e s ”
y la bibliografía escogida, h em o s colocado re sú m e ­
nes de las experiencias de cada país, con lo cual se
cierra el libro.
A raíz del estudio, h u b o repercusiones positivas
en los niveles de vida y cu ltu ra de la población ru ­
ral y en la creación de nuevas fuentes de em pleo e
ingresos. Ello p o d rá constatarse en los sitios c o n ­
cretos, así co m o en las descripciones detalladas de
los inform es parciales. T am bién se han visto o tra s
26 PRESENTACIÓN

consecuencias, prácticas e inmediatas, especialmen­


te en Colombia, tales como el refuerzo de redes lo ­
cales de m ovim ientos políticos, cívicos y culturales
independientes. Surgió una articulación de trabajos
dispersos den tro de un nuevo contexto de estudio
y acción enfocado hacia el poder popular, o c o n tra ­
poder, co n te x to que ha llegado a ser nacional. Las
regiones se hacen representar en dicha red nacional
procediendo de las bases hacia arriba y de la perife­
ria al centro, lo cual puede llevar a que las co m u ni­
dades retom en el poder que les pertenece c o n stitu ­
cionalm ente (com o mandantes primarios), para
llegar a formas más participativas de democracia.
El sistema o red nacional del poder popular, con
sus mecanismos de contrapeso político (grupos,
sindicatos, cooperativas, comités de acción, ju n tas
comunales, etc.) se está extendiendo por el m u nd o.
Se ha descubierto que la IAP funciona hasta en p a í­
ses gobernados por dictaduras, mediante procedi­
mientos imaginativos y prudentes. Y se han hecho
interesantes ensayos participativos no sólo en m u ­
chos países del Tercer Mundo sino tam bién en Sue­
cia, Austria, Países Bajos, Italia, Canadá, Bélgica y
Estados Unidos.
Varios organismos de coordinación e intercam ­
bio se han establecido en ciudades com o Santiago
de Chile,* T o ro n to , Roma, Helsinki, Uppsala, Co-
lombo, Nueva Delhi, Ginebra, México y Bogotá. El
proceso general de la IAP está desem bocando así
en redes de organismos internacionales convergen­
tes de apoyo al poder popular local. Ello es necesa­
rio si se recuerda que los problemas de las capas p o ­
pulares m uchas veces desbordan las fronteras de las
naciones.
Ha llegado el m o m en to en el cual los m ecanism os
del contrapeso político provenientes de la IAP en
PRESENTACION 27

un sitio cualquiera, co m o los estudiados en . este


trabajo, puedan te n er ap o yo s m últiples a nivel re­
gional, nacional e internacional. M ucho se ha av an­
zado, pues, desde el prim er Simposio Mundial de
Cartagena.

O R L A N D O FALS BO R D A
Fun dación P unta de Lanza
Bogotá, C olom bia
EN TR A D A DE LAS VOCES
(N ivel Dos)
1. LOS PO BRES DEL CAMPO SE M OVILIZAN

..“ A buelo, ¿qué es p o d e r? ”


“ Poder es ser capaz de actu ar bien en la vida con
lo que u no sabe y con lo que tiene a la m a n o ” . Las
palabras suben y descienden com o una avalancha
por el cerro del A costado, golpean p o r igual los n o ­
pales del valle del M ezquital, las jitom ateras de San
Agustín A tenango, los maizales espigados de El Re­
gadío y los cacaotales m architos de Puerto T ejada,
para reb o tar con un chasquido en las aguas d e la
ciénaga de El Cerrito.
Igual que si las hubiera dicho Q uetzalcóatl, Bo-
chica o alguna deidad chorotega. Ahora la respues­
ta venía de un anciano de cejas arqueadas y viva
m irada que ocupaba el tab u rete central en la cocina
de u n a choza de palmas, d o nd e se celebraba el tr iu n ­
fo del día: la to m a de 30 plazas (m anzanas o fa n e ­
gadas) arrebatadas con la ley en la m ano al ingenio
cañero de La Cabaña cerca de Puerto T ejada, d e­
p arta m en to del Cauca, Colom bia, que hasta e n t o n ­
ces, ju n to con o tro s ingenios, h ab ía ahogado co n su
“ cerco verde” a millares de familias negras y m u la ­
tas del pueblo.
Ño Didacio recuenta cóm o en las semanas a n t e ­
riores a la to m a habló en la asamblea com unal que
ciertos dirigentes y jóvenes, preocupados por la cri­
sis local de la vivienda, habían prom ovido para re­
co ntar la vida que llevaban antes de la invasión de
32 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

la caña —de “ ese diablo malvado sin c o ra z ó n ” —,


cuando la gente vivía del cultivo del cacao, era p r o ­
pietaria de sus lotes, no se enferm aba ta n to , se ali­
m entaba bien y organizaba grandes fiestas o bundes
en el pueblo.
Su nieto h ab ía form ado parte de un grupo de
observadores no m brado s por la asamblea, y había
sido u n o de los encuestadores de casas y familias,
aunque casi no sabía leer ni escribir. Con su “ ins­
pección” había enriquecido el acervo popular sobre
la situación de la vivienda y la historia del pueblo,
que finalm ente suministró la capacidad ética y legal
para proceder colectivam ente co ntra los ingenios
de azúcar. “ Ya tenem os la fuerza y la razón, ahora
necesitam os la acción” , había concluido ño Dida-
cio. Y to d o s en el foro (especialm ente las mujeres,
aunque perm anecieron calladas du ran te las reu n io ­
nes) concord aron con él en que hab ía llegado el
m o m e n to de invadir, después de acum ular datos,
hechos, leyes, inform aciones, tabulaciones y graba­
ciones para hacerlo bien y con eficacia. H abían a d ­
quirido un p o d er que nadie sería capaz de arreb a­
tarles aunque les costara algunos m uertos: el p o der
del con ocim iento válido, ap oyado en la razón, la
moral y la justicia, que se plasmó a poco en un m o ­
vim iento cívico-político regional contra las grandes
plantaciones de caña que se habían apropiado de la
tierra y estaban oprim iendo a la población. Y to d o s
lo h ab ían hecho en sus propias condiciones y con
sus propios recursos hum anos, sin apelar a técnicas
com plicadas de investigación.
“ ¡Jepa, ño D idacio!” , replica don Silvestre en su
casa de El Cerrito, d ep a rtam e n to de C órdoba, C o ­
lombia. “ A q u í en El Cerrito no faltaba ta n to la vj
vienda com o la tierra para sem brar com ida, pues
nuestras familias tienen m uchas bocas. ¡Figúrese
entrada de voces 33

que sólo una de nuestras mujeres, la china M uñoz,


tuvo treinta hijos! Hacem os la siembra de yuca, ñ a­
me, patilla y otros p ro d u cto s en los playones fres­
cos que quedan cuando el agua de la ciénaga (laguna
baja estacional) se retira. La ley protege n uestros
derechos com unales sobre esas tierras desecadas;
pero los ricos dueños de haciendas vecinas, co n el
apoyo de au to rid ad es malas, han venido e x te n d ie n ­
do sus cercas de alam bre de púas para rob árno slas.”
“ ¿Y no han sido capaces de hacer respetar esos
derechos an tigu os?” .
“ Pues hem os sido inconstantes, au n q u e este año
ya nos organizam os mejor. Revivimos u na historia
del pueblo que nos llenó de razones para d efen d er­
nos y actuar. Yo m ism o co n té có m o fue el origen
de El Cerrito y có m o usam os antes la ciénaga para
fundar un pu eb lito próspero, alegre, de gente sana
y m u y unida, hasta cuando llegaron los tragones ca­
pitalistas. O tros vecinos enseñaron las form as de
defensa de la tierra aprendidas en la organización
campesina dep artam en tal, m ientras los jóvenes ce-
rriteros h acían teatro s y canciones sobre nuestra
situación. Así anim ados, en la noche del 4 de m arzo
de 1982 nos reunim os y decidim os entrar en los
playones con nuestros m achetes y semillas. H u b o
arrem etida de la policía, presos y bala. Pero ya nos
ve, a q u í estam os to dav ía y seguimos firm es;p o rq u e,
com o en P u erto Tejada, tam bién nos asisten la ra­
zón y la ju sticia.”
“ Veo que ustedes, los cam pesinos colom bianos,
perdieron el p o d er de las costum bres viejas del p u e ­
blo, y han tenido que reconstruirlas trab ajo sam ente
para defender sus intereses” , m edita bajo un so m ­
brero alón don V icente, el anciano T ata Yiva o “ se­
ñor de los p o d e re s” de los indios m ixtéeos de San
Agustín A tenango, E stado de O axaca, México.
34 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

“ A q u í las mujeres hicieron rajarse (correr) a un


presidente municipal porque no dejó que el m ay or­
d om o echara pólvora y cámaras en la fiesta del pue­
blo, com o se había hecho siempre. Ahora nos p reo ­
cupa defendernos de los compradores abusivos del
jitom ate. Por eso impulsamos una cooperativa de
producción, estamos estudiando formas sencillas de
llevar cuentas y elaborando un manual de contabi­
lidad, en m ixteco, teniendo en cuenta nuestra p ro ­
pia realidad.”
“ ¿Eso es to d o ? ” , levantan la cabeza, m edio in­
crédulos, ño Didacio y don Silvestre.
“ Pues no. Estamos descubriendo tam bién que,
así pobres y analfabetos como somos, podem os de­
fendernos de m uchos peligros con la tradición que
pasamos de boca en boca y de familia en familia.
No ten íam o s conciencia de esta fuerza propia hasta
cuando hace poco hicimos recuerdo de la vida del
pueblo cuando la gente no dependía de nadie de
afuera. A hora, por ese conocimiento que no se ol­
vidó y que hem os aprendido a retom ar, estam os
reviviendo la alfarería, la costura y la com ida de
nuestros abuelos, lo que nos sirve contra la m ala si­
tuación económica. Y estamos co n struy en d o un
centro de capacitación cultural para la ju v e n tu d ,
porque la historia no termina y nos sirve. A sí va­
m os otra vez adquiriendo el dominio sobre nuestras
vidas que habíam os perdido en parte. Hasta los la­
dinos de Oaxapan nos respetan ahora, pues ven que
progresamos con dignidad, ¡qué es m u c h o !” .
Lo mismo asegura doña Jovita, cam pesina de
Cuesta Blanca, una de las 54 com unidades del valle
del Mezquital, Estado de Hidalgo, México, cuando
describe en o to m í, al pie de un bello nogal cim a­
rrón, las reuniones de curanderos de plantas y m é ­
dicos que se realizan cada dos meses en los círculos
entrada de voces 35

de estudio del centro com unal. T a m b i ^ ellos bus­


can la independencia p o r el conocim iento tra d ic io ­
nal que po nen al servicio del cam bio y de su p ro p io
progreso. Sus esfuerzos se sum an a los de e d u c a d o ­
res populares, invasores de terrenos, ejidatarios u n i­
dos y estudiantes que llevan inform ación p ara in ­
ducir transform aciones m ayores en la sociedad
mexicana. “ E ntre tod os nos educam os y p ro d u c i­
mos conocim iento tal co m o las abejas se ju n ta n
para hacer miel. Podem os hasta llegar a fo rm ar un
m ovim iento popular y p o lítico de grande p articipa­
ción” , term ina diciendo doña Jovita m ientras es­
panta unas cabras que am enazaban con acercarse
demasiado a los deliciosos chilacayotes que estaba
cocinando.
El arom a de itacates y tunas abiertas vuela al sur
y se posa al pie de una de las grandes rocas cam ino
al caserío de El Regadío cerca de Estelí, Nicaragua,
y de la frontera con H onduras. “ Muy sabrosa la c o ­
mida, pero así com o van en México y C olom bia,
¡nunca harán una revolución!” , o bjeta la Teresa
m ientras prende un candil en el corred o r de su casa.
Allí acom odará en largas bancas a los co m p añ eros
cam pesinos de uno s de los 17 CEPS (Colectivos de
Educación Popular) de la región, ho m b res y m u je ­
res que em piezan a llegar al atardecer para la clase
de costum bre. “ N uestra revolución sandinista, en
cambio, busca crear y consolidar el p o d er p o p u lar
ahora m ism o, que es la fuerza y el co n ocim iento
de to d o s n osotros trabajando y aprendiendo ju n to s
para tener u n a patria m e jo r.”
“ ¿Cómo es eso? ¿Y las vanguardias?” , replican
preocupados m exicanos y colom bianos.
“ A q u í no es co m o en otras p arte s” , dice Teresa.
“ La práctica va aclarando que la vanguardia es la
del pueblo organizado que se reconoce en sus ca p a­
36 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

cidades, va m oldeando la nueva realidad y persiste


en la acción hasta la victoria. Precisam ente a q u í, en
El Regadío, investigamos nuestra historia y ap ren ­
dimos a hacer un censo no so tro s mismos, en lo que
nos adelantamos a técnicos de E stelí y Managua.
Estamos co m prendiendo có m o relacionarnos con
los funcionarios del gobierno, pues buscam os con
nuestra experiencia coordinar los esfuerzos de t o ­
dos para construir una sociedad justa. Lucham os
contra el latifundio; y después del T riunfo hem os
fundado dos CAS (Cooperativas Agrícolas Sandi-
nistas) en tierras que q u itam o s a los viejos hacenda­
dos de aquí. Y tam bién seguimos peleando contra
los somocistas. ¡Miren, allí vuelven de la frontera
nuestros jóvenes milicianos con o tra victoria! Todo
eso es poder p o p u la r.”
“ ¿Y el poder para q u é ? ” .
Se dice que ésta fue una pregunta que se fo rm u ­
ló un político y filósofo colom biano cuando tuvo
en sus m anos la suerte del pa ís el 9 de abril de 1948,
al desgajarse el violento “ b o g o ta z o ” que destruyó
parcialmente la capital cuando el jefe político Jo r­
ge Eliécer Gaitán fue asesinado. Al cabo de casi
cuarenta años de aquel desastre la respuesta parece
más clara, si no para él, por lo m enos para las gran­
des masas que sufrieron en carne viva las consecuen­
cias de la revuelta.
Un coro al u n íso n o retum ba en to nces desde las
veredas y com arcas de los tres países, p o rq ue en
ellos los cam pesinos han vivido un destino com ún
que ya entienden m ejor: el de la explotación a que
han sido som etidos por siglos enteros. Dicen las
voces: ‘,‘E1 po d er es para co m b atir la pobreza_y-pa-
ra hacer que reine la justicia. Ya to d o s nos hicim os
las mismas preguntas: ¿Por qué hay pobreza a q u í
en esta tierra tan rica? ¿Por qué som os tan pobres?
jjNTRADA DE VOCES - 37

Al contestarlas con las herram ientas de nuestro sa­


ber resucitado y del de co m pañ eros colaboradores
de fuera, y con las arm as en la m a n o , hem os c o m ­
prendido m ejor la dura realidad en que vivimos y lo
que somos capaces de h ac er.”
“ Ya lo habían dicho: saber es p o d e r ” , responde
otra voz. “ Al en ten d er así la pobreza y sus causas,
t hemos em pezado a levantar la cabeza que antes h a ­
bíamos enterrad o en los surcos. E stam os ad q u irie n ­
do un nuevo orgullo de ser gente. Por eso qu erem o s
terminar con la pobreza y con la explotación en t o ­
das sus formas. Para eso sirve nuestro poder, el p o ­
der del pueblo. No somo-s_ya_k>s_ignorantes d esp re­
ciables, co m o nos dibujan los ‘blan cos’ ricos, los
aristócratas, los m andones. Ni tan sonsos o d u n d o s
ni tan apagados co m o m uch os d o cto res decían que
’ éramos. A to do s ellos y a to d o el m u n d o les hem os
dado de lo n uestro, poco hem os recibido de vuelta.
Ha llegado el tiem po de que asum am os el p o d er
que nos pertenece y que proviene de nuestra vo lu n ­
tad para alcanzar la prosperidad y la felicidad qu e
nos corresponden. Q uerem os dejar de ser ciu d ad a­
nos de segunda clase; vivir, en fin, com o h um an o s a
plenitud.”
“ ¿Y cóm o hicieron para ascender a esa forma de
conciencia y de acción?” , pregunta alguien.
“ El cóm o de estos logros es asunto propio del
trabajo que realizamos entre to d o s para c o m p re n ­
der nuestra realidad y p o d er tran sfo rm arla” , res­
ponde la voz. Esta labor la hem os hecho desde hace
•; un buen tiem po. V am os a explicar en dos grandes
lecciones có m o llegamos a la situación de alerta es­
piritual y de actividad económ ica y política en que
estamos. Porque querem os co m p artir estos logros
con tod os los herm anos de América y del m u n d o ,
hacerles o£r nuestras voces y opiniones que antes
38 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR |
J
quedaban reducidas al silencio de nuestras veredas
o escondidas en reseñas técnicas escritas por visi­
tantes que nunca nos conocieron b ie n .”
“ Es lo que sigue en las páginas de este libro, que
no incluyen obviam ente otras formas del conoci­
miento que elaboramos para nosotros m ism os, tales
como folletos, películas, fotos, sonoram as, graba­
ciones, canciones de protesta, te a tro , festivales, pro- *
gramas de radio y cuentos; to d o lo cual lo desarro­
llamos en nuestras cooperativas y sindicatos, en
círculos de amigos, talleres, centros artesanales y
culturales, brigadas de salud y educación, cabildos,
foros y encuentros de estudio y acción colectivos.
Son elementos que quedan entre nosotros com o le­
gítimos propietarios de ese saber: quedan en las
mismas comunidades, las que sum inistram os la infor­
mación y donde em pleam os la Investigación-Acción
Participativa, m éto d o de trabajo y estudio p o r el
que hoy aceptamos dar a la luz pública el presente,
escrito.”
PRIMERA LECCIÓN
(Nivel D o s)

SABER INTERACTUAR Y ORGANIZARSE


1. La tensión entre bases y activistas.
2. R o m p ie n d o la relación de sumisión.
3. Para persistir: Articulación sin plazos.
' 1. LA TEN SIÓ N E N T R E BA SES Y A C TIV ISTA S

Cuando se in un dó aquella vez, una de m uchas, el


barrio “ Carlos A lberto G u zm á n ” de P uerto Tejada,
mil quinientas familias resultaron afectadas. Eligie­
ron un co m ité pro-dam nificados, pero las familias
no pudieron defend er sus intereses y resultaron m a ­
nipuladas p o r los caciques p o lítico s de siempre,
que tan sólo se preocupaban de u surpar los dineros
y auxilios provenientes de afuera y asegurar v o to s
> en las elecciones. La gente siguió allí viviendo m al,
Sin conseguir los drenajes ni el p u en te que necesita­
ban para resolver en p arte su problem a. Apenas unas
cuantas familias recibieron raciones enviadas p o r el
gobierno. Y para colm o, a A ndrés, el dirigente p r in ­
cipal del barrio, lo am enazaron los policías si conti-
^ nuaba trabajando en el com ité.
¿Por qué ta n to s desastres? P orque la gente del
barrio no supo organizarse para contrarrestar co n
su prop io p o d er los abusos y faltas de respeto de
los caciques y de sus agentes armados? No ejerció el '­
contrapeso p o lítico . Pero la co m u n id ad del p u e rto
¡ aprendió la lección: debía descubrir cóm o m ovili­
zarse m ejor si q u ería progresar y asegurar un tr a to
justo p o r parte de terceros, especialm ente de los
agentes del E stado, y cóm o in teractu ar con éstos.
Dicha ac titu d los llevó a en trar en co n tacto co n
personas de otras regiones y clases sociales que p u ­
dieran com penetrarse con la situación del cam p o y
42 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR j

con el tema de estudio p ro p u esto po r las bases.


Ocurrió que Andrés y o tro s com pañeros h ab ían co­
nocido a un grupo de profesionales de la Fundación
EMCODES —casi to d o s de clase m e d ia — en la cer­
cana ciudad de Cali, que se encontraban estudiando
asuntos campesinos y ap oyaban a los sectores po­
pulares. Andrés les explicó el problem a propuesto
por la com unidad: “ Nos preguntam os un día qué
han hecho los llamados jefes p olíticos de la zona
para evitar las atrocidades con tra los pobres del
norte del Cauca, y vimos que ellos cabalgaban so­
bre nuestras necesidades. Nos dijeron que nos ha­
rían la reforma agraria, y a h í está la caña de los
ingenios invadiéndonos; nos dijeron que mejorarían
nuestras condiciones de vida y a h í seguimos con
bajos salarios, sin trabajo, sin educación, enfermos,
mal alimentados, endeud ad os y to d o s los días más
pobres.”
Los profesionales caleños, au nq ue técnicam ente
muy idóneos, no estaban to ta lm e n te preparados
para colaborar con A ndrés y su gente; pero, a pesar
de su origen de clase, em pezaban a sensibilizarse so­
bre la necesidad de en c o n trar m éto d o s más eficaces
de trabajar “con las bases” del pueblo,. Las fórm u­
las tradicionales que ellos con o cían se encaminaban
a “promover el desarrollo social” desde los centros
de poder, donde cam pean los profesionales, los aca­
démicos y los técnicos; o p ro p o n ía n “ad elan tar el
proceso de ca m b io ” desde arriba, d o n d e se aposen­
ta una vanguardia radical que im parte la te o ría y I
los conceptos revolucionarios que deberían guiar la
acción colectiva. Ni las unas ni las otras h ab ían sa­
tisfecho el afán h o nesto que inspiraba a aquellos jó ­
venes serios, entusiastas e idealistas, algunos de los
cuales habían pasado p o r las experiencias prácticas
de los “ pies descalzos” .
INTERACTUAR Y O RG ANIZARSE 43

La iniciativa de los vecinos de P u erto Tejada creó


la necesaria situación de confianza m u tu a y movió
a los profesionales caleños a com p rom eterse más a
fondo con la realidad de la población. La eficacia
que to d o s q u erían —ta n to los pobladores com o los
profesionales— d epen día de que el con o cim ien to
adquirido en el proceso calara h o n d o , hasta el alm a
del pueblo, para que éste articulara sus luchas al e n ­
tender m ejor sus vivencias.' Implicaba desarrollar-
una praxis especial para com b in ar la teoría con la
/práctica y establecer una interacción fructuosa en
'la cual la práctica fuera elem ento d eterm inante.
Las herram ientas - analíticas aprendidas en las
universidades resultaban dem asiado costosas, p e t u ­
lantes e innecesariam ente com plejas para el c o n te x ­
to local. Además, no p erm itían p rofun dizar en el
sentido vivencial propio de aquella praxis. Por el
contrario, te n d ían a distorsionar la realidad o a v er­
la com o a través de una brum a con tintes de c u ltu ­
ras de o tro s co ntin entes. Por ejem plo, lo que los
activistas identificaban com o “ capitalism o agro-
industrial” en los ingenios de caña del área no se
en ten d ía así en el en to rn o de la región. Aquel c o n ­
cepto rem itía al proceso histórico del capitalism o
europeo. En Puerto Tejada, en cam bio, se observa­
ban pautas de explotación extrem as y directas de la
fuerza de trabajo, resum idos en la imagen p opular
del “ cerco verde” . El proletariado clásico tan b u s­
cado p o r grupos revolucionarios ta m p o co era de
transparente evidencia en la zo na, d o n d e se e n c o n ­
traban m últiples form as de trabajo formal e in fo r­
mal que desbordaban el co n c ep to aprendido en los
libros.
« 1 Pese a las discrepancias existentes entre las g en­
t e s del pueblo y los intelectuales en lo que atañe a
a visión del m u n d o , resultó obvio para tod os, des-
44 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR i
(
\ de un com ienzo, ta n to que el saber no transforma!
' por sí m ism o la realidad cu an to que la acción no
\ estudiada o reflexionada se vuelve ciega y fútilmerK
.1te espontánea. Era preciso ir más allá y combinar
no sólo la te o ría con la práctica sino tam bién la sa­
biduría em anada de varias fuentes. 'La tarea del
cambio social no p o d ía acom eterse a cabalidad sin
una alianza ideológica de co m p ro m iso m u tu o entre
los pobladores locales y los intelectuales de afuera
para llegar a unas m etas compartidas.^
La coexistencia en la praxis de técnicas, conoci­
m ientos y orígenes sociales distintos, cu an d o existe
de por m edio un com prom iso ideológico real con el
cambio, generó una tensión dialéctica entre ambos
polos que obligó a m odificar las respectivas situa­
ciones de d on d e provenían los actores. De una par­
te, los profesionales buscaron superar la ac titu d de
clase, el viejo vanguardism o, la academ ia y la racio­
nalidad cartesiana de la costosa y com plicada cien­
cia m od erna, para convertirse en intelectuales orgá­
nicos de las clases trabajadoras. De la o tra, la gente
procuró descartar el com plejo p o p u lar de inferiori­
dad, ap o rta r su experiencia y saber tradicionales en
pos de su propia racionalidad práctica, y desarrollar
una nueva concepción social —no tan alienada— del
m undo.
Se establecieron así los fu n d a m e n to s de un en­
cuentro prom isorio, con dos objetivos im portantes:
1) sem brar un a conciencia crítica y reflexiva en el
p ueblo, que ilum inara la realidad y superara la an ­
terior alienación de su conciencia, condicionada
p o r la explotación tradicional; y 2) forjar un pensa­
m iento que unificara a las masas populares y a los
activistas o cuadros, convertidos en intelectuales
orgánicos com o tip o de vanguardia de servicio con
el p ro p ó sito de organizar la acción an te enem igos
in t e r a c t u a r y o r g a n iz a r s e 45

comunes de d en tro y fuera de las co m un id ades de


' base. Se tratab a de fu n d am e n to s para co n stru ir y
ejercer a fon do el poder p op ular y el co n trap eso
político propio de las masas del cam po y la ciudad.
A ese m ism o p u n to de tensión dialéctica, c o n ­
fianza m u tu a y conciencia crítica en la praxis esta-
f ban convergiendo ya, o irían a converger p ro n to ,
los co m pañero s de El C errito, el M ezquital, San
Agustín A tenango y El R egadío, en el norte de C o ­
lombia, México y Nicaragua. Cada cual con su cul­
tura, su idiom a y su visión especial del m u n d o , p e ­
ro con problem as específicos que requerían tam bién
una alianza de fuerzas y clases sociales c o m p ro m e ­
tidas con las mismas m etas de cam bio, com o o c u ­
rría en Puerto Tejada.
Las 120 familias de El C errito no h abían p o d id o
defender, desde 1969, el derecho legal al uso de mil
hectáreas que el In stitu to C olom biano de la R e fo r­
ma Agraria, INCORA, h a b ía desecado y declarado
baldías tres años antes. Esa rica tierra iba q u ed an d o
irregularm ente en p o d er de grandes propietarios
vecinos, sin que valieran para nada las quejas indivi-
^ duales ante las autoridades. Clovis, un trab ajad o r
de M ontería (capital del d e p a rta m e n to de C ó rdo ba,
a 15 kilóm etros de distancia), quien había sido diri­
gente del m ovim iento agrario regional (Asociación
Nacional de Usuarios Cam pesinos, ANUC), in te n tó
sin m ucha suerte en trar a la ciénaga con el fin de
sem brar com ida para su familia en un p eq u eñ o lote.
Con los relatos del co m p añ ero Clovis sobre su
experiencia en la ANUC, los vecinos de El C errito
se decidieron a organizarse. Al igual que en P u erto
Tejada, los cam pesinos adelantaron sus p ro pios so n­
deos sobre la situación, inicialm ente en m ed io de la
clandestinidad para garantizar la observación en las
haciendas vecinas a través de co m pañeros trabaja
46 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

dores, y establecieron un com ité de defensa enca­


bezado p o r don M edardo, persona respetada del
pueblo, devoto de Santa L ucía, de 50 años de edad
y analfabeto. El com ité dispuso luego invitar a los
intelectuales de la F undación del Sinú, en M ontería,
que h ab ían ay udado antes a la ANUC regional en el
co m bate co n tra el latifundio. E ntre todos, los unos
ap o rtan d o su iniciativa y datos em píricos, los otros
su entrenam ien to previo, estudiaron ahora con m a ­
y o r decisión y confianza la situación económ ica,
social y legal de la zona y se prepararon para actuar
en defensa de los am enazados derechos de los cam ­
pesinos.
En el M ezquital, México, la iniciativa para la ac­
ción educativa básica no h ab ía provenido al c o m ien ­
zo de los cam pesinos pobres, sino de funcionarios
que, no o bstan te, com etieron el error de saturar el
valle con entrevistadores y encuestas casi inútiles,
provocando un a reacción negativa entre las gentes.
Pero el co n ta c to p erm an en te con el área, desde 1975,
los fue llevando a corregir los p rocedim ientos elitis­
tas así com o la estrategia desarrollista con la cual
em pezaron. Los funcionarios del C entro de E d u ca­
ción de A dultos, CEDA, advirtieron que a los c a m ­
pesinos no les interesaba ta n to un certificado ¿e es­
cuela primaria cu an to o bten er con ocim ien to s para
m ejorar sus condiciones de vida y d efender el m e r­
cadeo de sus p rod uctos. El intercam bio respetuoso
de p u n to s de vista perm itió no sólo que después de
un tiem po los cam pesinos participaran con m ay o r
entusiasm o en las actividades educativas, sino que
los p ro m o to res se vincularan a las actividades que
dirigían los labriegos. Una herram ienta nueva para
la acción pedagógica y po lítica de las masas se h a ­
b ía descubierto en el Mezquital, gracias a la tensión
dialéctica: fue lo que los técnicos llam aron después
[NTERACTUAR Y O RG ANIZARSE 47

S1 “au tod idactism o solidario” o la enseñanza p o r sí


mismos, que siguieron em pleando en diversos c a m ­
pos.
Los atenanguenses, p o r su parte, habían logrado
sobrevivir gracias a su tradición oral, al vigor de las
instituciones antiguas y a la lengua m ixteca; p ero
constantem ente eran víctim as de ladinos y blancos
de o tros pueblos que los veían com o gentes “q u e
no son de ra z ó n .” El agua de riego no les llegaba a
tiempo; les robaban el abono de los murciélagos re­
cogido en las cuevas cercanas; las autoridades no
hacían caso de sus quejas verbales. Pero algunos de
ellos eran parientes de licenciados en ciencias socia­
les y económ icas orientados hacia la IAP, que t r a ­
bajaban en la capital. Se abrió eficazm ente en esta
forma la posibilidad de un co n tacto que perm itió
plantear a la co m u nidad atenanguense la im p o rta n ­
cia de la investigación participativa.
Los repetidos viajes de los licenciados a San Agus­
tín A tenango fueron creando una dimensión espe­
cial de confianza frente a los activistas, así com o en
las relaciones del pueblo con sus vecinos y en la m a ­
nera com o los pro pios habitan tes se miraban a sí
mismos. A tenango ya no fue el mismo de antes.
T am poco los licenciados p ertenecían ahora a la ca­
tegoría académica clásica. Eran más orgánicos con
el pueblo.
El Regadío era conocido en los m edios gub ern a­
m entales de Managua com o una “com unidad de
vanguardia” : cerca de ella se h abían librado c o m b a ­
tes por la revolución sandinista, con el co m b atiente
Miguel Angel Cortés a la cabeza, y allí se habían ins­
talado, desde 1979, representantes de los organis­
mos de masas de la Revolución. El proceso de c a m ­
bio avanzaba. Pero no a la velocidad esperada ni
con la convicción necesaria.
48 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

La o p o rtu n id ad de alim entar el proceso de cons­


trucción de la nueva sociedad con co m u n id ad es mi­
litantes co m o El Regadío surgió al ser considerada
la IAP en los m edios gubernam entales co m o una he­
rram ienta eficaz para la investigación y la acción en
el c o n te x to revolucionario. Las preguntas que se
hacían allí eran: “ ¿Cóm o desarrollar revoluciona­
riam ente un m ovim iento cam pesino y cooperativo
que sea al m ism o tiem p o soporte y m o to r de las
transform aciones sociales? ¿Cóm o p o n er en mar-,
cha un p ro y ecto de transform ación que movilice,
que una el pasado, el presente y el fu tu ro , que mues­
tre el cam ino hacia d ón de ir? ¿Quiénes elaborarían
el p ro y e c to ? ” Y se con testaro n : con miras a co n ­
cretarlo, hay que conocer e investigar prim ero la
estructura cultural y educativa del pueblo para cen­
tuplicar su fuerza con las arm as del propio conoci­
m iento y con otras nuevas, convergentes y necesa­
rias, buscando co n stru ir una conciencia crítica en
las bases.
En El Regadío se daban b uenos elem entos para
ese ensayo. A demás, estaba cercano a la am enazada
frontera con H onduras. Por eso se escogió. Una vez
cim entada la confianza de las gentes del vecindario
m ediante repetidas visitas de preparación y explica­
ción del trab ajo , el resultado fue un m u tu o enri­
quecim iento de los funcionarios y los cam pesinos
locales, especialm ente los de la Com isión de C oo r­
dinación integrada allí por elección dem ocrática.
Las experiencias se aunaron para descubrir cóm o
los Colectivos de Educación Popular, CEP, además
de seguir en su labor didáctica, pudieran impulsar
la vital produ cció n agropecuaria regional. De esa
suma de conocim ientos salió la idea de “incorporar
la vida práctica en el proceso de aprendizaje c o n ti­
n u o ” , y tam bién la de aplicar form as participativas
,n t e r a c t u a r y o r g a n iz a r s e 49

entre los m aestros y alum nos de los CEPs, c o n c e p ­


tos que irían a extenderse a o tras partes del país y,
¿e reto rn o , a los m andos superiores del gobierno
central.
La articulación de las instituciones del E stado
con la co m u nidad organizada de El Regadío enfren-
►tó m o m e n to s de tensión, com o era previsible, al
ejercer funciones de contrapeso p o pu lar hacia fuera
de la com u nidad , especialm ente cuando el c o n ta c to
entre los delegados m unicipales y d epartam en tales
del gobierno y los m iem bros de la Comisión de C o o r­
dinación local creó una natural oleada de esperan­
zas. En la m edida en que los vecinos iban ad q u irien ­
do conciencia crítica y co no cim ien to sistem atizado
sobre su propia realidad, fueron respondiendo con
prontitud a las solicitudes de los funcionarios. En
sentido inverso, sin em bargo, los delegados no c o ­
rrespondían a las dem andas de las masas con la m is­
ma eficacia. Esto trajo co m o consecuencia una in ­
terpretación nerviosa de las expectativas creadas
por el proceso de form ación de contrapesos p o p u ­
lares externos. Pese a ello, los vecinos co m en taro n
que “ sabem os que el país está en una situación p o ­
bre y no po dem os resolver to d o al mismo tie m p o ;
lo que querem os es conversar sobre lo que es p o si­
ble hacer ju n to s, con nuestro a p o y o .” De esta suer­
te se llegó al um bral de una fructuosa articulación
pueblo-Estado, tras un proceso de aprendizaje y es­
fuerzo recíprocos.
De allí surgió un interesante esquem a de c o o rd i­
nación e interacción de los dos niveles (com unidad
y Estado) que se m uestra así:
50 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

Relación interna de la Relación externa de la


com unidad com unidad

CDS ^ Organización
de masas

UNAG Com isión de C om isión de — MICOIN


Coordinación delegados
de externos — M IDINRA
El R egadío
AM NLAE-
-- SALUD
VIMEDA^ C U L T U R A , etc.
etc.

CDS Com ités de Defensa


Sandinista.
UNAG = Unión Nacional de
Agricultores y
G anaderos -
AMNLAE = Asociación de Muje­
res Nicaragüenses
Luisa A. Espinoza
VIMEDA V iceministerio de
Educación de A dultos
MICOIN Ministerio de C o m er­
cio Interior
MIDINRA = Ministerio de D esarro­
llo A gropecuario e Ins­
titu to de R eform a
Agraria

Las dos com isiones han logrado corregir en la


práctica la idea de dependencia tan ex tend id a de
que to d o debe provenir del E stado; y la de vertica­
lidad centralista que impide to m a r m ejor en cuenta
JNTERACTUAR y o r g a n iz a r s e 51

la realidad com unal para impulsar el progreso de


una región. Este dialogar e interactu ar de niveles y
poderes facilita en Nicaragua la com binación de las
miles de propuestas creativas surgidas de las bases
con las iniciativas del E stado; es decir, perm ite ar­
ticular las perspectivas de la m icro y la m acroplani-
ficación; el conocim iento que atesoran las bases
sobre su peculiar realidad, con una visión am plia de
los hechos m undiales y nacionales, m ediante un
proceso de retro alim en tación y aclaración p e rm a ­
nentes, vistas las confusiones y desconocim ientos
que se van presentando p o r am bas partes.
En esta form a m últiple y variada se expresa la
articulación e interacción entre p ro m o to res, activis­
tas externos y pueblos de base en la praxis del p o ­
der popular, lo cual prod u ce una inevitable tensión
dialéctica en los trabajos de la IAP. Cuan creadora
sea depende p o r supuesto de o tro s factores, que es­
tudiarem os en p ró x im o s capítulos.

2. ROMPIENDO LA RELACION DE SUMISION

La unificación deL pensam iento en tre bases y p ro fe ­


sionales con miras a crear confianza m u tu a y alcan ­
zar en la praxis m etas com unes de transform ación
social y p o d er p o p u lar, no es tarea fácil. El peso
m ayor de la responsabilidad, según los casos o b se r­
vados, recae m enos en los elem entos internos de la
com unidad y m ás en los p ro m o to res, activistas, bri-
gadistas, anim adores, cuadros y, en fin, “ agentes
ex tern o s” , cuyas calificaciones generales ideológicas
y técnicas se m encionaron atrás. T an to las c o m u n i­
dades involucradas com o los observadores in d e p e n ­
dientes esperan de los activistas, además, un esfuer­
zo especial de superación, m odestia, com prensión,
50 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

R elación interna de la Relación externa de la


com unidad com unidad

VIM EDA C U L T U R A , etc.


etc.

CDS C om ités de Defensa


Sandinista.

UNAG Unión Nacional de


Agricultores y
G anaderos -
AMNLAE = Asociación de Muje­
res Nicaragüenses
Luisa A. Espinoza
VIMEDA = Vicem inisterio de
Educación de A dultos
MICOIN Ministerio de C om er­
cio Interior
MIDINRA = Ministerio de D esarro­
llo A gropecuario e Ins­
titu to de R eform a
Agraria

Las dos com isiones han logrado corregir en ia


práctica la idea de dependencia tan ex ten d id a de
que to d o debe provenir del E stado; y la de vertica­
lidad centralista que im pide to m a r m ejo r en cuenta
¡MTERACTUAR y o r g a n iz a r s e 51

la realidad com unal para im pulsar el progreso de


una región. Este dialogar e in teractu ar de niveles y
poderes facilita en Nicaragua la com binación de las
miles de propuestas creativas surgidas de las bases
con las iniciativas del E stado; es decir, perm ite ar­
ticular las perspectivas de la m icro y la m acroplani-
íicación; el co nocim iento que atesoran las bases
sobre su peculiar realidad, con una visión am plia de
los hechos m undiales y nacionales, m ediante un
proceso de retroalim entación y aclaración p e rm a ­
nentes, vistas las confusiones y d esconocim ientos
que se van p resentando p o r am bas partes.
En esta form a m últiple y variada se expresa la
articulación e interacción entre p ro m o to res, activis­
tas extern o s y pueblos de base en la praxis del p o ­
der popular, lo cual pro du ce u n a inevitable tensión
dialéctica en los trabajos de la IAP. Cuan creadora
sea dep en de po r supuesto de o tro s factores, q ue es­
tudiarem os en próxim os capítu lo s.

2. ROMPIENDO LA RELACION DE SUMISION

La unificación del pensam iento en tre bases y p r o f e ­


sionales con m iras a crear confianza m u tu a y alcan ­
zar en la praxis m etas com u nes de tran sfo rm ación
social y p o d er popular, no es tarea fácil. El peso
m ayor de la responsabilidad, según los casos o b se r­
vados, recae m enos en los elem entos internos d e la
com unidad y m ás en los p ro m o to res, activistas, bri-
gadistas, anim adores, cuadros y , en fin, “agentes
ex tern o s” , cuyas calificaciones generales ideológicas
y técnicas se m encionaron atrás. T an to las c o m u n i­
dades involucradas com o los observadores in d e p e n ­
dientes esperan de los activistas, además, u n esfuer­
zo especial de superación, m odestia, com p ren sió n,
52 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

proyección, em p atia y capacidad au to crítica que


vayan corrigiendo los inevitables desenfoques del
trabajo de cam po. C om o lo dicen en México: que
“ necesitan nacer con sangre” y saber hacer sus ta ­
reas, p o rq ue “ no to d o s los que chiflan son arrieros.”
Esto parece indicar, en efecto, que en la IAP es
necesaria la presencia de agentes o anim adores ex­
terno s con capacidad de vivencia y con las calida­
des críticas y orientaciones expresadas a q u í, espe­
cialm ente en la iniciación de los procesos, cuando
deben co m p artir con las bases las prim eras decisio­
nes respecto a las investigaciones p o r realizar y su
desarrollo. (Con intelectuales orgánicos de las p ro ­
pias bases las tareas y problem as son similares, a u n ­
que se den a un nivel distin to , igualm ente c o m ­
prensivo y dinám ico). La visión p o lítica de los
anim adores externo s (y de sus c o n tra p artes de las
bases), así co m o su destreza en las relaciones h u m a ­
nas, son vitales para el éxito. Pero este éxito d e p e n ­
de en buena parte del ro m pim ien to de las relaciones
de sumisión o dependencia entre los cuadros y las
bases.
En los casos de descom posición o decadencia en
los trabajos, las fallas personales de los agentes de
cam bio ex tern o s e internos, al no aplicar aquellas
reglas de co n d u c ta, fueron causa suficiente de las
crisis resultantes: p o d ía n convertirse en hom bres-
pivotes o rien tad o s por intereses ajenos a las c o m u ­
nidades, obsequiosos an te las presiones ejercidas
desde fuera p o r instituciones ü organism os ex p lo ta­
dores. En consecuencia, les era fácil caer en_.las re­
des de la co o p ta ció n , es decir, dejarse convencer
p o r ventajas reales o ficticias ofrecidas p o r otro s
para ab an d o n ar los trabajos em prendidos; sucu m ­
bían a las ten tacio n es de la corrupción con dineros,
sueldos excesivos y h onores o dignidades de o tra
INTERACTUAR y o r g a n iz a r s e 53

índole; o se veían enredados en la telaraña de la fa ­


tiga po r no advertir avances rápidos ni hacerse e n ­
tender de las bases, o p o r sufrir el bo m b ardeo co n s­
tante de la crítica ex terna. P od ían q ued ar tam bién
hipnotizados por la radicalización de las ideas, co m o
fanáticos tercos y dogm áticos incapaces de recono-
'er la verdad en los dem ás, y proceder a guerras
mtas internas, denuncias, purgas y castigos irracio-
ales y co n tra p ro d u c en te s p o r las divisiones gene-
adas, o listos a desarrollar p rocedim ientos co n fu-
os, tales co m o la mezcla de lo gremial y lo po lítico
n la misma organización (anarcogrem ialism o).
Por regla general, estas actitud es soberbias de los
ombres-pivotes estuvieron ligadas casi siem pre a
.'¿a especial noción de vanguardism o, inspirada en
s revoluciones del pasado. Según tal vanguardis-
ío las pautas del cam bio deben ser verticales y m o -
jpó licas del grupo m in o ritario , esclarecido en la
icha ideológica y organizado en un p artido políti-
o radical. En n uestro caso, con el en fren tam ien to
e las distintas siglas y subdivisiones (mitosis) naci­
das en la polém ica vanguardista ocurrió algo m u y
eculiar: que aquella discusión ideológica se redujo
los dirigente^ “ esclarecidos” de las m inorías p o li-
cas pero no se ex ten dió a las bases. Estas guarda-
an silencio en las con fro n tacio n es y observaban
esde la barrera, a veces con sorna, la verborragia y
el canibalismo de los “d o c to re s ” . Él sentido com ú n
de las gentes les ordenab a marginarse de tales artifi­
cios, en lo que d em ostraron ser superiores a los di­
rigentes y saber ejercer d iestram ente el contrapeso
vigilante hacia ad en tro . Creían que la vanguardia
debía ser otra, concebida cóm o elem ento de catáli­
sis social, estím ulo y apo yo del proceso p o pu lar
para hacerlo avanzar con su dinám ica, y no co m o
guías impositivos e infalibles de esa marcha.
54 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

A los dirigentes fallidos no les quedó o tro recur­


so, si querían volver a ser eficaces y a te n e r au d ien ­
cia, que reto rn ar a “ cargar b a te ría s ” en nuevos y
más respetuosos co n tacto s con las bases. Por eso,
Mario Giraldo, u n o de los dirigentes del M ovim ien­
to O brero E studiantil C olom biano, MOEC, alcanzó
a p ro p o n e r ya en 1972 que “ en ten d em o s q ue po­
der p opular hace relación a que el pueblo pueda-, y
no a la pretensión de que los cuadros m arxistas
(creyéndonos el p artid o) p o d a m o s.”
Parece, pues, que las técnicas vanguardistas y
anarcogremialistas del pasado reciente han sido cri­
ticables en nuestro c o n te x to y que sus fallas p rá c ti­
cas han llevado a las gentes a buscar alternativas de
liderazgo adecuadas, sin caer necesariam ente en la
opuesta espontaneidad ineficaz. La experiencia con
la IAP deja ver tres de esas alternativas de c o n tra p e ­
so in terno basadas en el destierro de la su b o rd in a­
ción que las técnicas vanguardistas im plican. Estas
alternativas son: 1) la dirección colectiva o en c o ­
lectivos; 2) el principio del “prim ero entre iguales”
(prim us inter pares) en la dirigencia, au n q u e no
resultara en sitios com o El Cerrito d o n d e existe
una acendrada tradición m achista y caciquista de
clase pivotal que h ab ría que estudiar m ejor, ni en
San A gustín A tenango, d o n d e persiste el carisma
tradicional del T ata Yiva; y 3) el paralelismo en la
relación de la p o lítica con los organism os gremiales,
cívicos y culturales para no con fun dirlo s y respetar
su au to n o m ía . T ratarem os estos asuntos en el resto
de este cap ítu lo y en el siguiente.
El nuevo tipo de liderazgo ca talític o , esclareci­
do, servicial y com prensivo que se dibuja en la IAP
—el equipo responsable o rien tado r, sistem atizador
y ejecutor de los trabajos ju n to con las bases— res­
p o n d e a la aparición y desarrollo de valores sociales
INTERACTUAR Y O RG ANIZARSE 55
r

nuevos q ue cuestionan la sociedad existente y bus-


i can superar sus contradicciones e inconsistencias.
Se inspira en la función integral de los intereses or-
- gánicos (especialm ente los desarrollados en las p r o ­
pias clases trabajadoras), c u a n d o las actitu d es y
convicciones de los activistas son com o las q u e se
estipularon atrás. El quebrar la tradicional d ep en-
| dencia, si se hace bien, haría red u n d an te el papel
de los dirigentes vitalicios, hom bres-pivotes y van­
guardias cancerberas que han m on opolizado el c o ­
nocim iento y los recursos y ex plo tado in d e b id a­
m ente a las masas. El liderazgo catalítico de equipo
se form a con u na amplia participación po lítica (no
solam ente con la técnica u operativa), com o se ha
ensayado en Nicaragua, concediendo cierta a u t o n o ­
m ía a los organism os de base y haciendo una v erd a­
dera delegación de poderes de los organismos c e n ­
trales a los regionales. Este liderazgo de servicio, de
impulsos catalíticos, se está destacando co m o una
“ vanguardia” de nuevo estilo y superior filoso fía
df la vida y de la acció n , frente al desarrollo revo­
lucionario del país.
Resultó duro en las experiencias observadas re ­
* sistir las ten tacio n es vanguardistas y anarcogrem ia-
les antiguas, po r el peso de la costum bre y el falso
o bien ganado prestigio de tareas políticas a n te rio ­
res. C uando no se p u d o , h u b o problem as graves.
Pero se descubrió que anticipar esas ten tacio nes
con el o bjeto de equilibrarlas era un factor vital en
los cuadros com o m ecanism o de contrapeso in te r ­
no, para no desvirtuar la creatividad de los procesos
desencadenados ju n to con las bases.
El vanguardism o antiguo no fue el único o b stá c u ­
lo que en frentaron los cuadros. T am poco p udieron
sustraerse a perm anecer con la experiencia para t u ­
telarla, com o perro guardián o padre p utativo. Las
56 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR

actitudes paternalistas im pidieron el pleno florecer


de la au to n o m ía com unal, esa sensación de poseeF
la capacidad de asumir el control del desarrollo p ro ­
pio. Evidentem ente, desde las etapas iniciales de
nuestro co n tacto con la IAP se vio la im portancia
de vigilar e impulsar las labores con cautela; hacer
frente a coy un tu ras específicas y peligros diversos
se tornó en tarea crucial de los cuadros externos.
Estos se cuidaron de no fom entar lazos fuertes de
dependencia que alim entaran la sumisión trad ic io ­
nal, y trabajaron para que su propia presencia fuera
haciéndose progresivam ente red u n d an te. La regla
de la redundancia p o ten cia l —opuesta al paternalis-
mo co n stan te— estipula que las com unidades orga­
nizadas queden capacitadas para co n tin u ar solas,
autónom am ente, las labores em prendidas, sin tener
que apelar a los técnicos o intelectuales de afuera
shj^vén casos extrem os.
En el fom ento de la redundancia potencial de los
cuadros externos radica una de las diferencias p rin ­
cipales entre la IAP y los m éto d o s desarrollistas o
académicos: en el esfuerzo necesario para- quebrar
en el terreno (y en la vida) la relación de sumisión
entre el entrevistado y el entrevistador y por e x te n ­
sión, tam bién entre el cam pesino u obrero y el p a ­
trón o funcionario; entre las masas y los caciques;
entre el pueblo y los intelectuales; entre alum nos y
profesores; entre clientes y burócratas; entre pro-
( ductores directos y técnicos; entre el trabajo m a ­
nual y el m ental. En térm inos teóricos, este objeti­
vo se identifica com o el ro m p im ie n to del esquem a
sujeto (yo )-o b jeto (el o tro ), para que quede com o
de entre cooperadores, es decir, de sujeto a sujeto.
Cuando se alcanza tal sim etría de trabajo y de vida
_se practica la verdadera participación y los resulta­
INTER ACTUAR Y O RG ANIZARSE 57

dos en la acción social y p o lítica pueden resultar


superiores.
A cabar con la relación de dependencia, hacerla
simétrica y autogestionaria, ro m p er el esquem a su ­
je to /o b je to ya descrito, significa dar paso a u n tr a ­
to m ás am plio y rico en el que las personas q ue in-
teractúan no se diluyen ni desaparecen com o tales.
Esta dilución personal sería teórica y p ráctica m en ­
te imposible y, si así ocurriese, crearía un vacío in ­
manejable. Las diferencias entre personas siguen
existiendo aun en condiciones de redu nd ancia; de
m odo que la nueva relación busca la co m plem en ta-
ción, la sana em ulación, la convergencia en las m i­
ras. Se vuelve un nexo dialéctico en el cual las bases
populares, com o sujeto colectivo, condicionan el
tono y la form a del proceso con miras a seguir p r o ­
duciendo co no cim iento, m ejorar la p roducción m a ­
terial y superar el p rob lem a p o lítico . ¿Con cuáles
criterios? La experiencia de Colom bia, Nicaragua y
México señala por lo m enos tres, que serán e stu d ia­
dos m ás adelante con algún d eten im iento : la valida­
ción p erm an ente en la práctica, la ideología p lu ra ­
lista y la dem ocracia particip ante (cap ítu lo 3).
V eam os algunos altibajos, tal com o se o bser­
varon.
La Comisión de C oordinación de El R egadío, Ni­
, caragua, conform ada al com ienzo de nuestra p rá c ti­
ca, deb ía enterarse de to d as las tareas de la investi­
gación, ver que el censo de la com unidad se hiciera
bien y ay u d ar en el análisis de sus resultados. Pero
los investigadores observaron que los m iem bros de
la com isión em pezaban a quejarse de dolores de ca ­
beza, espalda, nuca, etc., precisam ente en los m o ­
m en to s de m a y o r exigencia reflexiva, con el p r o p ó ­
sito latente de que los agentes extern o s dieran las
“ respuestas c o r r g ^ g q ^ p i p ^ é ^ g ^ ^ p r e s t a b a n
IÍ& L íO TS C A LUIS— A N G 2 L a ¿a s* csí
58 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

a tal propósito, surgían m o m entos tensos de silen­


cios profundos en espera de las respuestas; o la reu ­
nión se dispersaba en conversaciones triviales y en
chistes.
Con otra orientación, nuestros investigadores h a­
brían asumido fácilmente el papel de dirigentes in­
dispensables que era esperado “ n o rm a lm e n te ” por
los campesinos de El Regadío. En cam bio, aquéllos
exigieron a éstos repasar críticam en te sus propios
patrones de dependencia, autoritarism o y pater-
nalismo heredados del sistema de explotación tra ­
dicional que seguían vivos allí a pesar de la R e­
volución del 19 de julio de 1979. J u n to con los
resultados del censo, el análisis histórico-social fue
otra excelente manera para que la com u nidad se
observara a sí misma: era la prim era vez que los
vecinos lo hacían y así su historia “adquirió un
ro stro ” , tal como lo acababan de em p ren d er los
otom íes del valle del Mezquital. En esta form a se
dinamizaron en El Regadío los procesos de cam bio
y los vecinos pudieron asumir nuevas tareas para su
propio desarrollo, con m ay o r eficacia y seguridad
en sí mismos.
Si no se hubiera roto el esquem a de sum isión, el
censo comunal habría fracasado p o rq u e los e n tre ­
vistados habrían dado contestaciones falsas. La des­
confianza terminó cuando los encuestadores surgie­
ron de la comunidad y fueron adiestrados allí mismo
(con sociodramas, entre otras técnicas) p o r los in­
vestigadores, estableciéndose la relación directa de
sujeto a sujeto. “ Si hubiera venido gente de otro
lado habría estado mala la investigación, p orque
hay compañeros que creen que les van a q u itar al­
go” , concluyó correctam ente la Com isión de C o or­
dinación.
INTERACTUAR y o r g a n iz a r s e 59

En el caso nicaragüense no h u b o ningún p ro b le ­


ma en adiestrar a los cuadros y encuestadores p o ­
pulares en técnicas sim ples de registro, c o n te o , sis­
tematización y análisis. A sí se desmitificó el fetiche
de la “ investigación com o algo mágico y d ifíc il” ,
m onopolio exclusivo de exp erto s y académ icos. Al­
go parecido ocurrió en Puerto T ejada, C olom bia, al
m o m en to de investigar las condiciones de la vivien­
da popular. Ello afianzó la confianza de las c o m u ­
nidades en las tareas reivindicativas. Allí se puso es­
pecial cuidado para que los nuevos cuadros no
asumieran actitu des superiores de explotación y se
convirtieran en hom bres-pivotes precisam ente p o r
haber recibido aquel adiestram iento que, en u n a u
otra form a, los distinguía de los demás. Esta ca p a ­
citación selectiva mal hecha tuvo efectos c o n tra ­
p roducentes precisam ente en el valle del M ezquital.
C om o p arte del ro m p im ien to de los ritos de su­
misión y dependencia se a d o p tó en los tres países
el p roced im iento físico de trabajar en circulas,
donde to d o s los presentes p udieran verse sin r e c u ­
rrir obligatoriam ente al “líd e r ” colocado al fren te,
com o o curre en las escuelas tradicionales en tre
m aestros y alum nos. Así, al reco m p o n er circular­
m ente las bancas o silletas, la gente se sentía m ás
cóm oda para participar en las discusiones y m ás
dispuesta a ap o rta r inform ación, con un sentido d e ­
m ocrático de la relación establecida entre los visi­
tantes y la com unidad. T am bién se empleó con éxito
la Vécnica del sociodram a, co m o viene dicho.
El proceso de m u tu o descubrim iento y estím u lo
de sujeto a sujeto se hubiera o bstru id o de no hab er
m ediado o tro paso en los tres países, que parece
obvio a prim era vista: la adopción p o r parte de los
agentes externos del m ism o código de co m u n ica ­
ción que regía in tern am en te en los grupos de base.
60 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR

Sobre este asun to volveremos a referirnos en deta­


lle al hablar de la producción y difusión del nuevo
conocim iento.
Por ahora vamos a subrayar que una form a prác­
tica de aprender el código p o pu lar fue, p o r supues­
to, convgjrsar, actu ar y convivir con la gente, apli­
cando la com unicación h o rizo n ta l en tre los cuadros
y las-bases. Así se hizo en reuniones de amigos,
com o en El C errito, Colombia. Lo m ism o en los ta ­
lleres de discusión y círculos de estudio de San
Agustín A tenango e Ixm iquilpan, M éxico; en las
sesiones colectivas “para socialización de los d a to s” ,
de El Regadío y, en los talleres de análisis de Puer­
to Tejada.
El im pacto de la necesidad com unicativa tuvo
singulares consecuencias en los esquem as de supe­
rioridad/subordinación de los cuadros ex tern o s y
visitantes. En las convivencias y en la discusión co- v
lectiva convino m ucho más a los cuadros o ír que
ser oídos. Ello contradijo las expectativas creadas
por el teoricism o y la jerga ideológica q ue se acos­
tum bran en esas reuniones p o r los cuadros con los
naturales efectos de confusión, susto y hum illación
en las audiencias expuestas a tales peroratas.
Un prim er efecto de la com unicación h orizontal
fue destacar el co ntraste en tre el intelectualism o
de los m odelos que por regla general presentan los
cuadros y el pragm atism o de quienes los escuchan.
Los anim adores m exicanos, p o r ejem po, al princi­
pio no llegaron a to m a r conciencia de esa falla sino
cuando, al reaccionar ante las presentaciones, los
cam pesinos o y en tes exigían “no p erder m ás tiem p o
en discusiones” pues “los problem as no se resuel­
ven discutiéndolos.” El m é to d o em pleado divorcia­
ba el análisis de la realidad y el estudio pu ro del
c o n te x to d irecto, esto es, consagraba la distancia
in t e r a c t u a r y o r g a n iz a r s e 61

clásica entre el sujeto y el o b je to , entre la te o ría y


la práctica.
O tra resultante fue el co m b ate a la “reu n io n itis”
de que sufren m uchos cuadros, ajenos a los ritm o s
de vida y los ciclos de trabajo de la gente del ca m ­
po. En estos casos los “o b je to s” del valle del Mez­
quital lograron im poner sus p u n to s de vista sobre
los “ d o c to re s” p o r simple sustracción de m ateria:
no asistieron a las reuniones citadas.
Aun así, al hacer frente a los problem as iniciales
del encu entro de am bos m u nd os, m uchas veces se
presentó la tendencia a m a n ten e r la asim etría del
binom io sujeto-objeto cuando algunos cuadros
narcisistas tendieron a m onopolizar el uso de la
palabra en las sesiones, arreb atand o al pueblo el
ejercicio del derech o a em itir sus opiniones. Y la
persistencia en tales actitu des fue desdibujando la
imagen positiva de algunos cuadros hasta inducir
cierto rechazo a su presencia entre las bases, co m o
ocurrió en el norte del Cauca.
El ro m pim ien to del esquem a de sumisión se re­
gistró form alm ente cuan do los cam pesinos so stu ­
vieron con convicción que “ ya perdim os el m ied o
de h ab lar.” Esta nueva habilidad —y ad opción de
más p o d e r — puede reforzarse con la tecnología m o ­
derna, com o pasó en el valle del Mezquital cu and o
unos em presarios de la ciudad de México ofrecie­
ron a una com unidad instalar un balneario si les
cedían parte de las tierras com unales. Los c a m p e ­
sinos grabaron la conversación y cuando los em p re­
sarios no cum plieron, transcribieron el cassette y
repartieron volantes sobre el caso. El co n tro l h o ri­
zontal de la com unicación se cum plió con el ap o y o
de la técnica, y los cam pesinos pudieron ejercer el
p o d er de em isor de iniciativas —co n tra p o d er e x te r­
n o — que les correspondía.
62 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

La práctica de la tensión dialéctica entre bases y


activistas y el quiebre de la relación de sumisión
implican el reforzam iento de las conocidísim as o r­
ganizaciones formales de las com unidades, con las
cuales se ejerce el contrapeso p o lític o hacia afuera
en casos necesarios: com ités veredales, acciones c o ­
m unales, cooperativas, sindicatos, colectivos, briga­
das, ju n ta s cívicas, clubes deportivos, grupos c u ltu ­
rales, conjuntos teatrales, etc., frente al E stado y
las instituciones públicas y privadas de diferente
índole. Así com o “ saber es p o d e r ” , de la misma
m anera saber organizarse e in teractuar p o r la ju sti­
cia ante propios y extraños es reconocer el viejo
dicho de que “ la unión hace la fuerza.” En estos
casos, el desplegar el contrapeso p o pu lar hacia afu e­
ra es una expresión de la lucha de clases y puede
llegar a ser un verdadero con trap od er.
Pero hay que aprender a hacer la u n ió n y a p er­
m anecer unidos, no sólo hacia afuera sino tam bién
hacia adentro, con el fin de vigilar las actividades de
la organización y la co n d u c ta de los “ líd e re s” o diri­
gentes formales e informales. A q u í tam bién se p ra c ti­
ca un co n tra p o d er p op ular, pero in tern am en te, para
evitar que ocurran aquellos errores, desfases, d e rro ­
tas y desganos que im piden llegar a las m etas del
cambio social. A este nivel, el co n tra p o d e r p o pu lar
alim enta una conciencia colectiva de base que m a n ­
tiene a la gente alerta c o n tra los abusos y descuidos
del p o d e r formal propio.

3. PARA PERSISTIR: ARTICULACION SIN PLAZOS

¿C uánto tiem p o puede to m a r el ro m p im ien to de la


relación de sumisión y la aplicación de la regla de la
redundancia en la pra xis? Las experiencias estudia­
INTERACTUAR Y O RG ANIZARSE 63

das no ofrecen ninguna fórm ula segura: sólo que


debe perseverarse en la búsqueda y en el sosteni­
miento de la organización para la acción de la a u t o ­
nom ía popular. A veces la dependencia y el p ater-
nalismo subsisten por p erío d o s prolongados, según
las co y u n tu ras, com o las estudiadas enseguida. P ero
no deja de ser u n a prueba del éxito el que las p e rso ­
nas que logran ro m p er el binom io sujeto-objeto
persistan en ello p o r sus propias fuerzas y sin n e c e ­
sidad de tutores. He a q u í una p rueba de fuego para
la IAP.
Los trabajos n unca estuvieron siem pre bien en
, nuestros pueblos. H ubo altibajos en las cam pañas y
en los estudios, algunas veces b astan te dram áticos,
producidos p o r crisis diversas y problem as graves
de personas y situaciones que no p o d ía n c o n tro la r­
se ni anticiparse lo suficiente.
¿C óm o explicar los descensos de interés, las fa­
tigas con los procesos de interacción y organiza­
ción? Por fo rtu n a , tales hechos negativos no p a r e ­
cían ser definitivos, pues la ten d encia general se
encam inaba hacia el avance del cam bio. Se p rese n ­
taban m ás bien co m o un problem a especial situado
ta n to en el plano de las expectativas com o en el del
tiem po. T en ían que ver con ritm o s de trab a jo , in ­
cidentes sociales y actitu des personales. ¿Podrá
h ab er plazos fijos, planificación, evaluación form al
y leyes absolutas en la praxis de la investigación -
acción participativa, o implica ésta un devenir m e ­
nos riguroso y m ás coyuntural?
U na de las grandes diferencias que se observaron
en tre la investigación-acción participativa em pleada
local y regionalm ente en M éxico, Nicaragua y C o­
lom bia, y los m é to d o s clásicos de investigación so­
cial, resultó ser la vigencia abierta, plástica e in d e ­
finida de la IAP. P udo verse que ésta no tiene c o rte s
64 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

fijos o seccionales, como las encuestas; ni corre


contra reloj para llenar requisitos o escribir tesis
con miras a graduarse a tiempo. Sus p e río d o s son-*
determ inados tan sólo por el com prom iso de los
cuadros investigativos (intelectuales orgánicos) coh
los organismos, movimientos y acciones resultantes,
según las m etas del cambio alcanzadas. El trabajo
de la IAP resulta, por lo general, de largo plazo, tan
largo com o sus protagonistas lo quieran y ta n to co­
m o persistan en sus justos empeños.
D entro de estas perspectivas, com o se observó en
los casos estudiados, la constancia táctica y la flexi­
bilidad cuentan más que la regimentación central,
disciplinada y alejada de las bases. Los m ovim ien­
tos sociales de origen IAP están sujetos a fuerzas
propias que desbordan la planificación y evaluación
formales, y que mantienen por fo rtu n a la a u to n o ­
m ía espiritual del hombre pensante, a c tu an te y
creador, capaz de responder co y u n tu ra lm en te a
m edida que avanza hacia el cambio p ro p u esto . No
parece haber leyes en este campo ni predicciones
científicas absolutas: prima lo aleatorio d en tro de
m areos generales. Por eso, los organismos y m ovi­
m ientos sociales de la IAP están expuestos a ritm os
m arcados p o r flujos y reflujos según el interés, efi­
cacia o am plitud del envolvimiento e interacción
de las bases y los cuadros, y no p o r exactos princi­
pios teóricos, ideológicos o científicos. Su regla de
oro estriba en la persistencia dentro de lo posible,
con miras a alcanzar las grandes m etas de tran sfo r­
m ación radical, mas sin desesperarse p o r resolver
antes de tiem po los graves problemas estructurales
que afectan a las gentes laboriosas. Tal es la p e c u ­
liaridad de su evaluación.
Persistir, en este sentido, no significa estar en pie
de lucha d ía y noche —arengando en las plazas p ú ­
INTERACTUAR y o r g a n iz a r s e 65

blicas, b lo q u e an d o el tráfico o echando bala en el


monte o en las calles— p o rq u e ello sería im posible.
Las com un id ad es necesitan detenerse y respirar
profundo de vez en cu an d o para to m a r nuevo im ­
pulso. Persistir significa m a n te n e r c o n stan te m en te
la iniciativa para crear hechos que cubran fren tes
múltiples (desde el cultural hasta el ecológico, en
diversas clases sociales), u n o s tras o tro s o varios al
tiem po, según las o p o rtu n id ad e s y sin bajar la guar­
dia, con el fin de cristalizarlos en organizaciones
perm anentes. La lucha es larga, abarca to d o s los
flancos imaginables y es urgente. No d eb ería ser
difícil persistir, y saber hacerlo, si existe la vo lu n tad .
A veces la voluntad de acción se pierde, ta n to en
las com unidades com o en los cuadros dirigentes, y
de allí provienen en parte los ritm o s aludidos. Los
organismos y m ovim ientos de base sufren co m o in­
tervalos de m u erte y resurrección, entre estallar
com o burb uja o llegar a enraizarse com o b u en a se­
milla. Los ritm o s aparecen cuando las com unidades
ceden a la rutina de la explotación y sum isión,
cuando vuelven a la inercia antigua u olvidan sus
m ecanism os de contrapeso de pro testa y vigilancia.
Y cuando los cuadros se dejan co op tar, se c o rro m ­
pen, se fatigan, se radicalizan fanáticam ente o m e z­
clan lo gremial con lo p o lític o , a veces por las li­
m itaciones del vanguardismo im paciente y las
contradicciones *de los hombres-pivotes.
La diversidad en la concepción del tiem po entre
bases y activistas puede ser causa de tensión en tre
ellos. El p rob lem a surge cuando entre los activistas
aparecen urgencias, a veces de origen p eq u en o b u r-
gués, que los llevan a actuar com pulsivam ente, ¡có­
m o si d e -re p e n te quisieran to d o y al instante! En
cam bio, al pueblo no lo a to rm e n ta la presión de
“ pasar a la historia” com o celebridad, a u n q u e sea
66 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR

heroico cuando actúa. Pero sabe esperar y abriga fe


en el fu tu ro , sobre to d o cuan do se reconoce a sí
mismo y descubre las potencialidades de la acción.
Una ilustración de esta dialéctica de flujos y re­
flujos, ritm os y tendencias, burbujas y semillas, im ­
paciencias y esperanzas, proviene de P uerto Tejada
y del M ovim iento Cívico Popular N ortecaucano
que se fue perfilando co m o frente p o lítico al c o m ­
pás de ensayos locales de la IAP desde 1978. Supe­
rada la etapa académ ica con la entidad auspiciadora,
se hizo entonces la búsqueda de un m od elo partici-
pativo de acción social y económ ica. H ubo reac­
ción contra los dogmas de la izquierda vanguardista
de d o n d e provenía la m ay o ría de los cu adro s acti­
vistas; pero to dav ía q uedaba algo de aquel mesia-
nismo de élites, equilibrado sólo p o r la obvia nece­
sidad de respo nd er a los graves problem as del área.
La labor prom ocional avanzó ta n to , qu e p ro n to
fue posible d etectar, en p o ten cia, intelectuales o r­
gánicos de la clase cam pesina con quienes practicar
la tensión creadora que proviene del ro m p im ien to
del binom io sujeto-objeto. Andrés es u n o de ellos:
un m aestro de origen cam pesino. E n tre los agentes
externos e intelectuales de la localidad co m o él se
planeó el gran foro de 1981 sobre problem as regio­
nales, que fue co m o el clím ax del m ovim iento. El
éxito alcanzado alentó el siguiente paso táctico :
jugar en las elecciones para asegurar concejales en
los pueblos de la zona. Se ganaron dos curules. P e­
ro enseguida —quizá p o r eso m ism o — com enzaro n
los desbarajustes.
El m ovim iento hab ía sido “p o p u la r” hasta e n ­
tonces, vale decir, se fundaba en la lucha p o r reivin­
dicaciones concretas en lo económ ico, cultural y
p olítico . Ello gustó a la gente, especialm ente a la
hastiada de la p olitiq u ería im perante con sus enga-
I INTERACTUAR Y O RG ANIZARSE

ños demagógicos. En la IAP veían una form a nueva,


67

inteligente y útil de “hacer p o lític a ” . Pero la p o s te ­


rior adición de “cív ico ” al no m b re de la organiza­
ción dio lugar a estrepitosas discusiones. M uchas
personas em pezaron a marginarse de las actividades
al descubrir en éstas una dim ensión confusa qu e re­
cordaba viejas y malas prácticas anarcogremiales.
1 Los desconfiados te n ían en parte la razó n . El
m ovim iento estaba sufriendo dos clases de im p a c ­
tos: u n o , de grupos organizados cuya m e to d o lo g ía
de trabajo no era participativa sino impositiva y
mesiánica. El o tro provenía de la inesperada a u t o ­
suficiencia de algunos cuadros fundadores q u e, tal
vez p o r reacción, em pezaron a hacer barricada y a
trata r de im ponerse a to d a costa, ellos ta m b ié n , en
los. encu en tro s y reuniones. La agrupación dejó de
ser del pueblo por un tiem po para tornarse en are­
na de riñas bizantinas de índole personal y grupal,
convertida en un interés creado p o r encima y p o r
fuera de los organism os de base de la gente c o m ú n .
El reflujo no se hizo esperar, con varios resultados
nefastos: p o r una p arte el fraccionam iento en po r
lo m enos dos grupos, en P uerto Tejada y Santander
de Quilichao; p o r otra, se registraron deserciones y
fallas personales en activistas que flaquearon en a c ­
titudes, convicciones y manejos.
Pero estos yerros tuvieron el efecto de avivar en
o tros sectores el ritm o dél trabajo. Se descubrió
que las orientaciones básicas y la praxis desarrolla­
das hasta ento n ces h ab ían sido, a pesar de to d o ,
bien encaminadas. Se in tu ía que la m e to d o lo g ía
participativa pro pu esta resultaba útil y seguía sien­
do tá cticam ente aprovechable. Para em pezar, la
dirigencia local, ab an d o n ad a a sus propias fuerzas
p ud o por fin pasar a prim er plano. Varios A ndrés,
surgidos de la región, em pu ñaro n el m ando del pro-
68 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

ceso. Los propósitos, un poco más m o desto s que al


principio, m aduraron p o líticam en te. Se aprendió a
manejar los ritm os de la práctica.
T am bién se advirtió que la gente amiga no hab ía
desaparecido: Allí estaba ex p e cta n te, calientita c o ­
m o una brasa esperando el soplido del cocinero. A
los prim eros vientos renovados de acción y estudio
volvió a verse la p u n ta de la flama en Puerto Tejada.
¿Se extenderá otra vez por las atribuladas veredas
del N orte del Cauca y quizá más allá? Es posible.
¿Hasta cuándo? Lo ignoramos, p orq ue es una lucha
de vigencia abierta, una praxis sin térm in o. Sabe­
m os que el com prom iso de la IAP no entraña pla­
zos fijos, ni term ina sino hasta que no gane la ju sti­
cia y se obtenga el progreso co m u n itario en cada
lugar y en cada región d o n d e se investiga y actúa.
Esta es su evaluación real y final.
Un proceso similar, au n qu e en p erío d o m ás p ro ­
longado, se observó en El Cerrito y en el d e p a rta ­
m e n to de C órdoba, en general. Los prim eros ensa­
yos de la IAP se realizaron allí desde 1 972, insertos
en el m ovim iento cam pesino para ayu dar a organi­
z a d o y prom overlo com o p od er p opular au tén tico.
Hoy, doce años más tarde, no se puede decir que
hayan culm inado, y el personal co m p ro m e tid o en
ellos —algunos desde el prim er d ía, otros in corpo ra­
dos después— sigue allí trabajando con insistencia:
su responsabilidad histórica no ha cesado, com o
tam po co han concluido los m ovim ientos sociales
en que quedaron aquellos activistas inscritos.
Los prim eros reflujos del trabajo cam pesino en
C órdoba casi fueron m ortales, pues el gobierno de
entonces y otras agencias intensificaron la rep re­
sión y sabotearon la institución m adre, la ANUC,
durante el resto del decenio de 1970. Sim ultá­
neam ente, algunos grupos autodesignados com o
jNTERACTUAR Y ORG ANIZARSE 69

vanguardias revolucionarias se encargaron, po r p r o ­


cedimientos anarcogremiales y sin adecuada vigilan­
cia interna, de destruir las instituciones del pueblo
bajo cuyos auspicios se adelantaban los ensayos de
la IAP en C órdoba. Sólo q ued aron los rescoldos en
algunos “baluartes cam pesinos” , co m o recuerdos
rescatables de luchas anteriores, y en ciertos d iri­
gentes y personas inoculados p o r el virus de las p a ­
sadas luchas, preo cup ado s po r la suerte de la gente
y listos a asumir de nuevo su responsabilidad.
En efecto, al tercer año de reflujo, algunos c o m ­
pañeros que h ab ían participado en las primeras e x ­
periencias de la IAP se encargaron de revivirlas, r e ­
construyendo las instituciones m uertas. Resolvieron
el problem a del anarcogrem ialism o creando orga­
nismos paralelos, unos cívicos de masas, otros p o lí­
ticos congruentes, con el m ism o personal o con u n a
parte significativa de las bases, para no m ezclar a m ­
bos aspectos del trabajo. Por ejem plo, form aron
comités de defensa ecológica, fundaciones investi-
gativas, cooperativas, sindicatos y grupos de discu ­
sión, por una p arte; y organizaron m ovim ientos
populares, paros, m archas, com ités de impulso a la
acción po lítica y células partidarias, por la otra.
Desde entonces abrieron diversos frentes en los a n ­
teriores sitios y en o tro s nuevos, adquiriendo la
capacidad táctica para apo yar a tiem p o la lucha p o r
la tierra en El Cerrito, expandirse a otras partes ce ­
nagosas del d ep a rtam e n to (Ciénaga G rande, M arti­
nica, B etancí, el río San Jorge) y sentar bases para
una reestructuración eventual del m ovim iento c a m ­
pesino en los niveles regional y nacional.
En el valle del M ezquital, las crisis m ás serias des­
de el inicio de los ensayos de “au to enseñanza” en
1975 provinieron de la m anipulación que algunos
agentes externos ejercieron desde arriba contra las
70 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR

reglas dem ocráticas que ellos m ism os p redicaban de


labios para afuera. Allí, los procesos de cooptación
puestos en m archa desde estructuras partidistas sin
la debida vigilancia interna de las co m u n id ad es, fo­
m entaron hom bres-pivotes en nuevos cacicazgos.
Estos últim os im pidieron que los procesos autoedu-
cativos del prim er p ro y e c to avanzaran adecuada­
m ente y se convirtieran en el m o v im iento sociopo-
lítico arrollador para el que tienen to d o el potencial.
Com o en Colom bia, en el Mezquital h u b o que esta­
blecer instituciones paralelas, ir y venir con el fin
de sostener el ritm o original del trab ajo y aplicar
las reglas del m é to d o participativo.
En San A gustín A tenango, al cabo de dos años,
se dibujan nuevos frentes tácticos de acción p o p u ­
lar reivindicativa, que anticipan u na la b o r con stan­
te si los investigadores propios y ex tern o s no clau­
dican.
La tragedia c o y u n tu ra l de la guerra co n tra los
“ co n tra s” que repetidas veces han invadido a Nica­
ragua p o r la fron tera h o n d u reñ a, ha p u e sto en par­
te freno al desarrollo de la investigación p articipa­
tiva que se inició en 1982 en El R egadío. Allí se
im puso la pausa de la guerra. O cho de los doce
m iem bros de la Com isión local de coordinación
del estudio ingresaron a las milicias defensoras de la
com unidad y co m b aten hoy en las zonas cercanas
a Estelí. A m anecerá y veremos. El h ec h o es que la
semilla de la participación ha q u ed a d o tam b ién sem ­
brada en E stelí, esperando la o p o rtu n id a d de r e to ­
ñar, sin plazo fijo, en vigencia ab ierta, hacia un
nuevo flujo de cam bios p ro fu n d o s en la región.
F inalm ente, advertim os q ue en lo q u e co m p ete
a la IAP la dim ensión espacial es tan im p o rta n te co ­
m o la tem poral. En Colom bia, México y Nicaragua,
d uran te el desarrollo inicial de la experiencia de la
INTERACTUAR Y O RG ANIZARSE 71

IAP en busca del po der p o p u la r, los cuadros e x ­


ternos nos fascinam os prim ero con los trab ajo s de
base m ás pequeños. Quisimos llegar a las raíces,
entender m ejor la cultura p o p u lar y asumir d ire c ta ­
m ente, ju n to con cam pesinos y trabajadores sus
limitadas reivindicaciones. Por eso se puede h ablar
tan detalladam ente de sitios d o n d e los investigado­
res de afuera hem os desarrollado vínculos afectivos,
donde la gente de la co m un id ad nos hizo sentir c o ­
mo p arte de su vida y su m u n d o .
Pero la praxis local no ha resultado suficiente
para con ocer los problem as sociales en su verdadera
dimensión ni para organizar acciones de co ntrapeso
político realm ente eficaces y de efecto más d u ra d e ­
ro sobre las estructuras injustas. H em os sentido que
hay que buscar lo m acro, lo m ás grande. Este es un
esfuerzo en el espacio y en el tiem p o que requiere
constancia, paciencia, persistencia. Cuando se h a ­
cen bien, los trabajos de la IAP exigen p erm a n en te
expansión, co m o la onda circular que se inicia al
lanzar un p edruzco a un estanque. Se necesitan es­
pacios cada vez m ayores para seguir apo yán do se en
las luchas. De allí nacen o tras dos tensiones en la
IAP —lo m icro vs. lo m acro, lo cívico vs. lo p o lít i­
c o — que vienen del descubrim iento de la im p o rta n ­
cia de lo regional. En este aspecto los cuadros ex ­
tern o s pueden hacer un a p o rte im po rtan te.
N uestra experiencia en los tres países indica que
este proceso regional se desarrolla en dos sentidos:
verticalm ente, en las mismas com unidades, c u a n d o
los cuadros se to p a n con personas u organizaciones
activas igualm ente p reocupadas p o r la situación
social y deseosas de au m en ta r la eficacia de sus tra ­
bajos; y h o rizo n ta lm e n te, en otras co m u nidad es, al
hallar diversos grupos co nstitu id os p o r personas
que rara vez se encuen tran entre sí pero que luchan
72 CONOCIMIENTO Y fU U h K PULULAR

por los m ism os ideales. D espertam os entonces a la


realidad de que ha existido p o r un buen tiem p o en
nuestros países un esfuerzo regional m ültiple de
transform ación y lucha, con num erosos padrinos y
creadores, desconectados u n o s de otros.
M Y ocurrió algo m ás com plejo todavía. Al descu­
brirnos los u n o s a los otros em pezam os a articular­
nos en u na red de relaciones que, al entretejerse,
añadió un a dim ensión adicional a las tareas que se
adelantaban, sin que éstas se desdibujaran ni perdie­
ran su a u to n o m ía y liderazgo propios. Esta dim en­
sión no era sim plem ente cívica o sindical, económ i­
ca o cultural, religiosa, ecológica, deportiva, sino
u na dim ensión m ás formal y organizativa de sabor
p o lítico . Se trata b a ya de m o vim ie n to s sociales de_
base.
Siendo esto así, la IAP se descubre com o un m é ­
todo c ie n tífic o de trabajo p ro d u ctivo (n o sólo de
investigación) q u e im plica organizar e im pulsar m o ­
vim ientos sociales de base co m o frentes am plios de
clases populares y grupos diversos co m p ro m etido s
en alcanzar m etas de cam bio estructural. El q u eh a­
cer de los investigadores va q u ed an do tan ligádo a
tales m ovim ientos, que al fin resulta difícil distin­
guir entre estudio y militancia.
/ Los m ovim ientos de base aparecen, p o r ta n to ,
com o una parte experim ental y esencial de la IAP a
to d o nivel. Allí se confirm an o desvirtúan los p re­
supuestos teórico-prácticos (hipótesis de trabajo),
se ajustan los objetivos según la relación dialéctica
entre lo esperado, lo observado y lo ejecutado y,
en fin, al consolidarse el com prom iso personal de
los cuadros, se realiza la praxis más am plia de la
vivencia de la IAP. Allí se diferencian los desarro­
llos episódicos o superficiales del proceso —“las
INTERACTUAR y o r g a n iz a r s e 73

burbujas” — de los más serios o perm anentes —“ las


semillas” o “gérm enes” —.
Los m ovim ientos sociales generados por la IAP,
s e a n episódicos o perm an en tes, hacen parte d e la
búsqueda co n stan te y abierta del conocim iento que
el m é to d o entraña, con miras a perfeccionar la efi­
cacia y el com prom iso en la lucha transform adora.
En las experiencias de los tres países hem os visto
que la te o ría se va creando con y en la propia ac­
ción. A unque p ueda h aber reflexión consciente
(como en el yoga) en la cual ésta dism inuya relati­
vamente, no cabe esperar que en la IAP la tarea de
construcción teórica se cum pla p o r fuera de la ac­
ción, sino en relación praxiológica y sim ultánea­
mente con ella.
Estüdiem os ahora cóm o se han desenvuelto los
incipientes procesos de teorización y militancia en
nuestro caso y cóm o han agrandado los espacios de
trabajo con el co n tra p o d e r resultante.
De P uerto Tejada h ab ían p artid o comisiones de
solidaridad hacia los m unicipios vecinos, d u ran te la
crisis de la vivienda. Pero el ro m pim ien to de las
fronteras locales nunca fue tan dram ático allí co m o
el día en que llegó de las m o n ta ñ as de Cauca y Na-
riño, al sur del país, con sus atu en d o s y caramillos,
una “m archa in d íg e n a” de paeces, guam bíanos y
del Gran Cum bal que se dirigía a Bogotá en son de
denuncia p o r las constantes persecuciones y para
hacer reconocer los derechos de los pueblos in d íg e­
nas. Los indios y los negros, de m anera inusitada,
concertaron allí m ism o un p acto sagrado de lucha
contra la opresión co m ú n . T o do el pueblo se m ov i­
lizó para recibir a los visitantes con carrozas, m ú si­
ca y danzas, con vítores, pancartas y pólvora. Y
quedaron sentadas las bases para futuras investiga­
ciones y acciones coordinadas.
74 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

La realización de la Asamblea Regional configu­


ró o tro paso im p o rta n te para tu p ir la red de rela­
ciones que se tejía allí de m anera tan auspiciosa.
Estuvieron presentes delegados de seis sitios distin­
tos de la región n o rtecau cana con sus respectivos
estudios y ponencias sobre problem as locales. De la
asamblea salieron las prim eras indicaciones firmes
sobre la posibilidad de un m ovim iento regional de i
alcance político form alizado en térm inos culturales
propios.
A fuerza de persistencia, el naciente Movimiento
Popular nortecaucano ex ten dió su red hacia el sur
del vecino d ep a rtam e n to del Valle del Cauca (Ja-
m u n d í, Villapaz) y luego re m o n tó la cordillera de
los Andes. P acientem ente se fueron articulando los
diversos grupos locales de estudio y acción, hori­
zontal y verticalm ente.
En la nueva etapa, que llega hasta h o y , la gente
del Cauca y el Valle se enteraron de que también
h abía m ovim ientos independientes y críticos simi­
lares en d ep artam en to s com o Tolim a, Cundinamar-
ca, C órdoba, Sucre, A ntioquia y C aquetá. Los con­
tactos con ellos fueron al principio nerviosos e
inseguros. Poco a poco la relación se fue haciendo
más calurosa, hasta cuando se vio que era posible
llegar al nivel de acción suprarregional y cimentar
un “ m ovim iento p o p u la r” nacional cuya primera
convención se efectuó en Bogotá entre el 24 y el
25 de septiem bre de 1983, dos años después de
aquellos tím id o s reconocim ientos. Dicho “movi­
m ien to p o p u la r” no resultó m o n o lític o ni tiene je­
rarquías ni jefaturas, sino que es m u ltifo rm e y plu­
ralista. Ha alcanzado a coordinar nacionalm ente los
m ovim ientos cívicos y regionales, y ha seguido im ­
pulsando el mismo proceso en lo cultural, científi­
co, social, económ ico y religioso. Se espera que, al
in t e r a c t u a r y o r g a n iz a r s e 75

mantener su a u to n o m ía y liderazgo, converjan t o ­


dos ellos en un p ro y ecto p o lítico co m ú n con m iras
a producir transform aciones fu n d am en tales en la
sociedad colom biana.
Es significativo que en C olom bia este pro ceso
haya con du cid o a la articulación de un m o v im ien to
y no de un p artid o p o lítico co m o tal; y que el p r o ­
cedimiento a d o p ta d o haya sido de las bases hacia
arriba y de la periferia al cen tro , y no lo c o n tra rio ,
como ha sido co stu m b re en los p artid o s y sectas
tradicionales, incluidos los de izquierda. H ubo re ­
sistencia de lós grupos locales a “ fun dar el p a r tid o ”
como lo h ab ían visto hacer in fru ctu o sam en te t a n ­
tas veces en las ciudades po r decisión de in te le c tu a ­
les desconectados de las bases. Un eventual p artid o
se veía m ás co m o resultante del trabajo de base q u e
como u n in stru m e n to dado para im p ulsarlas tareas.
Algo parecido se observa en México, d o nd e al ca­
bo de un tiem po coordinadoras locales y frentes
amplios con actividades concretas (algunas de ellas
inspiradas en la IAP) em piezan a dar frutos p o lít i­
cos que pueden socavar los m onolitism os p a rtid a ­
rios. La u n ión de ejidos, las organizaciones de inva­
sores de terrenos, las redes de salud popular, las
ligas de solidaridad entre colonos e indígenas p erse­
guidos (grupos involucrados en técnicas participati-
-vas) van p ro d u cien d o constelaciones nuevas q u e
preludian m ovim ientos independientes, com o en
Colombia. A lgunos sín to m as de ese ajuste p o lítico
se sienten ya en San A gustín A tenango y en el valle
del M ezquital, com o en m uchas otras regiones de
México.
En prim er lugar, la validez y el juicio evaluativo
de tal aprendizaje provienen de la praxis expresada
en la acción de las bases, en la opinión colectiva de
los cuadros au tén tico s y en el éxito alcanzado a la
76 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR '

luz de las m etas propuestas. Se tra ta de u n proceso


de validación p erm a n en te, paso a paso e intrínseca
a la práctica, que to m a el lugar de las norm ales eva­
luaciones posteriores a los hechos (p o st fa c to ). En
segundo lugar, la validez de los trabajo s se juzga
desde el ángulo de un a determ inada ideología, en •
este caso pluralista, independiente y crítica, pro­
movida por u n a estructura organizativa más fluida
y flexible, más inform al y colectiva que la acostum ­
brada en p artidos tradicionales.
En los tres países estudiados el c o n c ep to central '
de referencia para dicha validación práctica perm a­
nente resultó ser una dem ocracia participante y
enraizada en la historia regional, en la cultura y sa­
biduría populares congruentes con las m etas del
cambio. Por estos hechos culturales viene aquélla
a distinguirse de la dem ocracia representativa o
parlamentaria im p ortad a en el siglo anterior, con
sus constituciones nacionales traducidas del inglés
y del francés, tal com o se ha venido practicando.
La dem ocracia participativa es más au tén tica y p ro ­
pia. T am poco es lo mismo que el centralism o de­
m ocrático aplicado después en otras partes, modelo
igualmente im p o rtad o . La dem ocracia participante j
emana de la m eto d o lo g ía de la IAP al buscar el rom ­
pim iento de la relación de subordinación de repre­
sen tante/rep resentado , y se acerca más a los con­
ceptos de “ dem ocracia d irec ta” o “ autogestionaria.”
Por eso, co m o la IAP to m a en cu en ta la historia
popular rescatada, la esencia cultural nacional y las
aspiraciones reales de los grupos de base, Ño Dida-
cio, don Silvestre, don V icente, doña Jovita y la
Teresa gozan con la libertad que vislum bran, se re­
godean con la creatividad posible y retan confiados
las injusticias descubiertas. Quizás puedan ahora
contestar m ejor por sí mismos aquellas preguntas
jisfTERACTUAR Y O RG ANIZARSE 77

que nos hicim os al principio: “ A buelo, ¿qué es p o ­


der?” y “ ¿El p o d er para q u é ? ” .
A yuda en esta lucha ir tejiendo con persistencia
la red de organism os participativos de base (co m i­
tés de acción, sindicatos, cooperativas, grupos, ligas,
etc.) en veredas, com arcas, p ueblos y regiones, c o ­
mo se ha venido haciendo en los tres países hasta
hoy, m uchas veces a partir de asociaciones a u tó c to ­
nas e indígenas. El reto actual de Nicaragua, con la
experiencia de El Regadío, sobresale en tod a su im ­
portancia, pues en este cam po lleva ventajas sobre
otros países latinoam ericanos. En El Regadío se vio
cómo generalizar el proceso con base en la in sta n ­
cia articuladora de las com isiones de masas, y se
constató que es posible desem bocar en el refuerzo
de sistemas productivos perm an entes con esquemas
educativos de participación, convirtiendo, por ejem ­
plo, el CEP en cooperativa agrícola. Esto es im p o r­
tante y vital para el ideal de dem ocracia p articip an ­
te proclam ado p o r el F re n te Sandinista al finalizar
la C am paña Nacional de A lfabetización el 23 de
agosto de 1980: “ Democracia significa p artic ip a­
ción del pueblo en los asuntos políticos, económ i
eos, sociales y culturales.” Lo cual lleva a una p o
lítica de “ desestatización p au latin a” (¿ m a rc h ita ­
m iento del E stado?) a m edida que los organism os
de masas devienen en sujetos activos del proceso de
reconstrucción y cam bio social.
La form a colectiva del co n tro l p o lítico en Nica­
ragua, las consultas con los grupos de base y orga­
nismos de masas, com o la Consulta Nacional de
Educación en 1981, la búsqueda de soluciones a m ­
plias a viejos problem as estructurales, los CEPS, las
com unidades cristianas de base, las brigadas de sa­
lud, las unidades au tó no m as de producción, to d o
eso y m uch o m ás hacen de la experiencia nicara­
78 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

güense de estos años u na alternativa interesante de


naturaleza participativa, co m o invento p ropio de
América Latina, que respeta y aprende de las ex­
periencias de otros países.
La construcción paciente y perseverante de la
red participativa nicaragüense para con struir la pro­
puesta dem ocrática planteada p o r el F re n te Sandi-
nista en 1980 —que puede llegar a ser de alcance
hem isférico— se vuelve así indispensable para que
realm ente sobreviva.
SEGUNDA LECCIÓN
(Nivel Dos)
SABER RECONOCERSE Y APRENDER
4. La investigación colectiva.
5. Recuperación critica de la historia.
6. Valoración y em pleo de la cultura
popular.
7. Producción y difusión del nuevo
conocim iento.
i

, 4. LA IN V E ST IG A C IÓ N C O LECTIVA

Con cuadros esclarecidos propios y externos, o sin


ellos, los problem as de las com unidades seguían su
curso y m uchas veces se agudizaban. En Puerto T e­
jada h u b o reuniones de la gente más decidida para
ver qué hacer sobre la vivienda. Algunos se fueron a
la vecina ciudad de Cali para observar directam ente
cómo se h ab ían encauzado las invasiones en algu-
" nos barrios populares. Así, con esos ejemplos, p o ­
dían arreb atar la tierra de los ingenios azucareros
que ahogaban al pueblo y con struir nuevas casas.
Porque “ saber” es tam bién organizarse para la ac­
ción. Los vecinos em pezaban a valorar su p ropia
experiencia y a confiar m ás en la observación d i­
recta que en la palabra o dirección de los expertos,
con miras a ejercer el contrapeso p o lítico indispen­
sable en esos m o m e n to s de crisis.
De estas tareas —viajes en grupo y r e u n io n e s -
salió u na inform ación útil para los fines de movili­
zación p o pu lar en la región, que no hubiera sido
posible recoger sino de m anera colectiva y de boca
en boca. Esta dim ensión grupal y oral del trabajo
de.investigación, ligada a la utilidad com unitaria in-
i m ediata, concede a la IAP dos de sus especiales ca­
racterísticas que no co m p arte con o tro s m éto d o s:
las de la colectividad y la inform alidad, al in c o rp o ­
rar al diseño de la investigación social un co n o c i­
m iento valorado que resulta de vivencias socializa­
das del pueblo y con el pueblo.
82 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

Cuando se buscan con cuidado las raíces de esta


técnica de valoración práctica se descubre qúe son
las mismas que han producido desde los tiempos
antiguos o indígenas —y que siguen p ro d u c ie n d o -
el conocim iento popular auténtico, incluso con los
idénticos m ecanismos mediante los cuales se trans­
miten y reproducen verbalmente la cultura y los
valores esenciales de la com unidadj en sesiones noc­
turnas de cuentos, en velorios, en jornadas de tra­
bajo y hasta en bailes y juegos. Ahora con la IAP,
los m éto d os adquieren otra dim ensión: la de las
reuniones, asambleas y cabildos abiertos donde se
m antiene la inform alidad y espontaneidad de los
otros eventos, se expresa la universidad de la vida y
se afirma positivam ente la escuela de la experiencia,
en busca de sistematización y de nuevas aplicacio­
nes prácticas.
Así ocurrió en el Foro sobre el problem a de la
vivienda en Puerto Tejada. Allí no sólo se com uni­
có a los presentes el resultado de las visitas de ob­
servación directa en Cali, sino que se escucharon
testim o n io s vivos com o el de Didacio, relatos ple­
nos de vivencias colectivas y observaciones antiguas
que fueron cargando las baterías ideológicas del
pueblo para la actividad subsiguiente.
Este valioso conocim iento, que no h abría po­
dido recogerse en ninguna encuesta form al ni tam ­
poco, quizá, en una entrevista privada, es de na­
turaleza colectiva y dialógica, es decir, basada en el
diálogo e intercam bio de inform aciones colectivas.]
Fue recuperado entre todos y sistem atizado en el
Foro y con su estím ulo, produciendo el efecto de­
seado para la movilización y la autovaloración del
pueblo. Dio m unición adicional a la b úsqu eda de
razones para la justicia. C om binó la investigación
con la acción, esto es, fue praxis.
RECONOCERSE y aprender 8.

En general, las asambleas de P u erto Tejada, c o n ­


vocadas y realizadas por lo m en os veinte veces, se
convirtieron en un espacio para identificarse m e ­
diante el en c u en tro consigo m ism os y con la h is to ­
ria. H ubo varios niveles de reco n ocim iento colecti­
vo: 1) el de los individuos co m o pueblo a c tu a n te y
pensante; 2) el del pasado en relación con el p rese n ­
te; 3) el de la legitimidad de la lucha que ro m p e la
normatividad burguesa del delito y del p ec ad o ; 4)
el de las causas y responsables de la injusticia y la
explotación; y 5) el de la capacidad p opular para
decidir, actu ar y transform arse colectivam ente.
Las asambleas cobraron u n a dinám ica de “a u d ie n ­
cia p ú blica” en la cual el pueblo era el juez, y el
asunto a investigar o “causa ju r íd ic a ” era el p o rq u é
de la injusticia. A las sesiones se ap o rtaro n las
“prueb as” , testim onios, d o cu m en to s, con ceptos de
profesionales amigos y otros, de d o n d e salió la sin­
dicación a los ingenios, co n d en ad o s, a la “ devolu­
ción” de parte de la tierra que h ab ían q u itado . De
esta suerte el pueblo de P u erto Tejada rescató un
ritual burgués y le dio sus propios contenidos.
La com binación entre estudio y práctica, cuan d o
se hace en form a colectiva y dialógica, lleva im p lí­
cita la idea de servicio a la com unidad. Es un c o n o ­
cim iento altruista. Así, en el valle del Mezquital los
vecinos esperaban que los investigadores “d em o s­
traran al pueblo su aprendizaje aplicado a los p r o ­
blemas de la vida real” , tendencia que allí se veía
muy ligada a la tradición com unal indígena. A u m e n ­
tó con ello la capacidad de convocatoria de las
asambleas; se organizaron botiquines com unales,
m olinos de nixtam al (m aíz) y h uertos familiares; se
repararon pozos defectuosos; se tech aron locales y
se plantaron pinos para las escuelas.
84 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR !
I

Los mismos efectos, en otra dim ensión, se obser­


varon en las sesiones de “ socialización de los d ato s”
del censo efectuado en El Regadío. Los com entarios
y reflexiones de la gente fueron no sólo corrigiendo
las cifras y “llenando h u ec o s” entre los asistentes,
que se co no cían bien, sino tam bién confiriendo
sentido a la inform ación recogida, de tal manera
que pudieran planearse etapas sucesivas de desarro- '
lio económ ico y p o lítico en esa región nicaragüense.
Por ejemplo, an te la clasificación de “desocupa­
das” con que aparecían en el censo m uchas mujeres
del vecindario, la Teresa replicó en una de esas
ju ntas de reflexión y crítica: “ A m í no m e parece |
que nos pongan com o desocupadas p o rq u e noso- j
tras siempre vivimos haciendo algo, au n q u e sin
sueldo.” Lo cual llevó a reconsiderar de manera
más realista aquella categoría censal.
O tro vecino, con apoyo de los presentes, adujo
que “ yo aparezco a q u í con mi vaca, pero es un p u n ­
to que rechazo p o rqu e yo no p ued o entrar como
ganadero.” “ Yo debo la vaca que tengo, no es mía
to d av ía” , explica o tro . “ ¿ P o rq u é aparecen tan p o­
quitos hogares que siembran frutas y hortalizas,
siendo que a q u í to d a la gente tiene sus palos de na­
ranjas y café en los solares?” , p reg un tó acertada­
m ente un tercero.
De las sesiones de El Regadío surgió la idea de
hacer u n colectivo de hortalizas co nstitu id o p o r m u ­
jeres, al com entarse el resultado, visible y contable,
de que en las cooperativas existentes no había sino
hombres. Y cuando el Com ité de C oordinación dis­
puso filmar un audiovisual, éste fue resultado de
discusiones colectivas y de un entrenam ien to que
llevó a grupos campesinos, repetidas veces, hasta
los propios estudios de cine en Managua.
RECONOCERSE y aprender 85

En El C errito, las reuniones de amigos p erm itie­


ron reco nstru ir la historia del pueblo y aclarar el
problem a de la ciénaga. Eran actos com unales de
sistematización, esclarecimiento y valoración d e la
propia cultu ra, en los que p o r m edio del diálogo se
examinaba la co nd u cta de las personas, aun la de
los cuadros. Así se pudo sortear felizmente una cri­
sis que se había originado cu an d o arribaron al p u e ­
blo activistas de un m ovim iento político ajeno a la
m etodología de la IAP. El diálogo contradecía t a n ­
to la imposición verticalista de aquellos cuadros,
que el con traste fue chocante para la com unidad.
Con el paulatino aislamiento de éstos, se preservó
el avance o b ten id o hasta entonces p o r la investiga­
ción-acción. Ese misiup diálogo con la co m un id ad,
basado en relaciones hum anas amplias y pro fun das
que llevan a la em patia, perm itió descubrir los v alo­
res de la gente de El Cerrito y asimilar asuntos de
im portancia que en otra form a hab ría sido im posi­
ble d etectar para fines del trabajo.
La discusión del inform e prelim inar sobre la his­
toria de El Cerrito co n stitu yó o tra experiencia c o ­
lectiva indispensable para su com plem entación. Se
convocó a to d o el pueblo para que escuchara el
prim er b o rrad o r del te x to . Y allí m ism o, re sp o n ­
diendo unos, corrigiendo otros, fue saliendo el t e x ­
to final o rdenado y pulido que pasó después a la
im prenta com o parte del adeláVito local de la IAP.
En el M ezquital se llegó a la misma conclusión
sobre la im portancia del diálogo y la investigación
en grupo con fines de autovaloración, aprendizaje,
sistematización y concientización ( “autoenseñanza
solidaria” )- D oña Jovita opinaba: “Podem os a d q u i­
rir conocim ientos no sólo de u n m aestro o de un li­
bro, sino tam bién de nuestras experiencias. En las
reuniones aprendem os unos de otros, poniendo en
86 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR

co m ún nuestras ideas.” De allí provino la imagen,


ya m encionada de la sabiduría com o un panal de
abejas.
Las ventajas de este tip o valorativo de reflexión,
colectiva rebasan el cam po investigativo y pasan a
otros, com o el de la educación no fo rm a l de a dul­
tos, cuando ésta se hace de m anera participativa y
se convierte en pedagogía política inm ediata. Se_
descubrió en México que “ en el grupo se aprenden
las palabras y mensajes que no se entienden en los
libros” ; que las dudas se resuelven en com ú n m ejor
que en entrevistas individuales; y que “ en un grupo
sin m aestro to d o s los estudiantes opinan sobre la
solución más efectiva” y llegan a corregir sus p ro ­
pios errores más fácilm ente y sin vergüenza o burla.
Lo m ism o ocurrió en talleres de análisis, “reu n io ­
nes de in te rc am b io ” y cabildos abiertos cuando se
p lanteó allí colectivam ente la solución de pro b le­
m as sociales tales com o la falta de títu lo s sobre la
tierra, el uso del regadío y los abusos de ciertos em ­
pleados oficiales, ya que la respuesta d ep e n d ía de
“ estar u n id o s” e intercam biar opiniones y datos
pertinentes.
En esta form a grupal, las definiciones de té rm i­
nos dudosos no son tan precisas com o las del dic­
cionario, pero ofrecen m ay o r riqueza de in fo rm a­
ción y se m uestran, p o r ta n to , más útiles y hay
consecuencias políticas inm ediatas para la acción,
derivadas del intercam bio de datos y del análisis c o ­
lectivo, com o ocurrió con el lanzam iento del c o o ­
perativism o para el m ercadeo artesanal del azúcar
en el valle del M ezquital.
La organización de cooperativas rurales com o
unidades de acción social y económ ica en el valle
del Mezquital se concibe, den tro de las p au tas par-
ticipativas y de pedagogía política, com o un m edio
*[ reco no cerse y a pr e n d e r 87

de capacitación m ultifuncional que incluye investi­


gación de m ercados, venta, adm inistración y c o n ta ­
bilidad, tareas q ue deben ser cubiertas p o r los socios
en form a ro tato ria . H ubo afiliados q u e indicaron
las fallas de las cooperativas rochdalianas, de origen
europeo, cu and o ellas se convierten en ghettos dis­
crim inatorios o en in stru m en to s de penetración del
capitalismo m ercantil.
¿Existe un lim ite en el núm ero de personas que
puedan participar en colectivos de investigación p a ­
ra que ésta sea provechosa? En El C errito, las m e jo ­
res “reuniones de am igos” n un ca pasaron de quince
personas. A dem ás, se sintió la necesidad de m a n te ­
ner con ellas cierta periodicidad semanal, cierta re­
! gularidad.
En to d o caso, la tendencia natural a lo gregario
en el ho m bre, a co m p artir las experiencias y los
conocim ientos p ro du cid os o adquiridos, q u ed ó al
descubierto com o o tro elem ento im p o rta n te para
el estudio de la realidad social en los sitios d o n d e la
IAP se viene aplicando. La dim ensión colectiva,
dialógica y sistem atizada de los trabajos de cam po
concede a éstos no sólo un sabor y sentido especia­
les —si se los com para con los p u ram e n te académ i­
cos—, sino u n a vivencia adecuada a las circu n stan ­
cias conflictivas. Sin estos elem entos fuera de serie,
las investigaciones no resultan útiles, acertadas o
interesantes ni para la gente ni para los investigado­
res externos.
Lo .más im p o rta n te es que, de la misma m anera,
los cam pesinos-term inan siempre valorando su p r o ­
pia cultura y adquiriendo el respeto p o r lo a u t ó c to ­
no que ha sido m enospreciado al co n tacto con o tras
clases sociales. A hora ya pu ed en afirm ar con pleno
conocim iento de causa: “ ¡La persona que no sabe


88 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

es como la que no ve!” , y aprestarse a ejercer sus


derechos con m ay or eficacia y poder.

5. RECUPERACIÓN CRÍTICA DE LA HISTORIA

A medida que el trabajo investigativo y la lucha por ,


la vivienda progresaban en P u erto T ejada, los cua­
dros externos vieron desenvolverse a n te sus ojos
ciertos mecanismos no previstos de participación
popular m ediante los cuales el conocim iento para
la acción adquiría u na m a y o r dinám ica. Uno de los
más im portantes, observado tam bién en El Cerrito,
San Agustín A tenango, el M ezquital y El Regadío,
fue la recuperación crítica de la historia del pueblo: i
la versión selectiva de los conflictos de clase del pa- !
sado, producida p o r la gente de los caseríos y vere­
das a través de la m em oria colectiva, los recuerdos
individuales, la tradición oral y los docum entos y
objetos recogidos en viejos baúles de hogares hum il­
des.
La interpretación p o p u lar de la historia resultó
crítica en tanto qu e destacaba aspectos cruciales de
la lucha de clases, señalando vacíos notorios o si­
lencios culpables en las versiones de los historiado­
res oficiales. La historia rescatada por la gente del
com ún, tan distinta en su enfoq ue y sentido de la
académica o universitaria, en su preocupación por
no revivir elem entos reaccionarios del pasado fue
factor esencial en la búsqueda y construcción del
poder popular, co m o tam bién contrapeso político
en situaciones de conflicto y crisis.
En el caso de P uerto Tejada, los resultados fue­
ron rápidos y evidentes. Al prim er intento crítico
de recuerdo colectivo en la asamblea comunal sur­
gió rem ozado un antiguo ideal de libertad prove­
reco no cerse y a pr e n d e r 89

niente de los heroicos negros cim arrones que h a b ía n


colonizado la cercana región de La Perezosa, en el
río Palo. Era un a rem em bran za reprim ida p o r la
explotación subsiguiente, c u a n d o los “ blancos” es­
tablecieron sus haciendas ganaderas y las ex pan die­
ron con violencia, d estru y e n d o los palenques o
pueblos libres, tan florecientes en aquella herm osa
comarca.
El sentim iento de libertad, característico de los
palenques del río Palo, afloró de m anera inesperada
en el F o ro , com o un volcán apagado que de p r o n to
reanuda actividad, cuando algunos ancianos evoca­
ron la vida de héroes au tén tico s de la región, co m o
Crucito (el Robin H ood local), Fidel y José Ignacio
Mina (Sinecio), Sixto y Ciro Biáfara, y N atanael
Díaz, personajes extrao rdinarios que lucharon d es­
de com ienzos del presente siglo con sus escuadras
de negros p o r la posesión de las tierras arrebatadas
p o r los hacendados. ¡He a q u í u n o s “ negros verra­
cos” (valientes) que valoraban ser libres! Por c o m ­
paración, la situación actual del pueblo resultaba
odiosa e incom prensible. La m em oria colectiva y
crítica invitaba a la acción, a hacer algo co n creto
para corregir las injusticias, ya que si los abuelos
habían co m b atid o a los “ b lanco s” con relativo é x i­
to, ¿por qué no ahora? La historia adquiría así
nuevos visos de veracidad y potencia. No sólo p o ­
día ser rem em orad a, sino convertida en catapu lta
de acción para ganar una vida colectiva mejor.
El palenque de negros cim arro n es se p ro y ectab a
hacia el presente y el fu tu ro com o ideal de libertad
en el n o rte del Cauca, sin caer en la tram p a del
reaccionarism o del pasado. Eso no fue to d o : co m o
el cacao h ab ía sido el principal p ro d u c to de e n to n ­
ces para el c o m e rc iQ ^ la ^ u p e ry iv e n e ia ^ c rR Ó m ic a ,
asumió tam bién elpapcsLde súntbolcfcde lá.tradición
0£i»TO. CS
90 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

libertaria local. De contera, en oposición dialéctica,


surgió con claridad su contrasím bolo histórico: la
caña de azúcar com o em blem a del mal representa­
do en los ingenios invasores que destruyeron la for­
ma de vida tradicional del pueblo.
Tales elem entos crearon condiciones para desa­
rrollar la lucha cívica y política en el n o rte del Cau­
ca, pues ésta resultó com prensible para los campesi­
nos y trabajadores del área. La gente no tuvo m ayor
dificultad para identificarse con la lucha: poseía las
mismas raíces culturales e históricas y en ten d ía ple­
nam ente los símbolos.
En El Cerrito, ju n to con otros ancianos, don Sil­
vestre probó ser una de las pocas fuentes seguras de
datos históricos sobre esa región de C órdoba. Sus
relatos inimitables aclararon cóm o el pueblo se fue
enclavando en los bordes de la ciénaga, con dere­
chos legales al uso de las fértiles vegas y playones
en que sembraba la com ida. La ley los am paraba,
aunque los cordobeses ricos tendieron siempre a
desconocerla con el objeto de ex tender sus ganade-
‘ rías de m anera inmisericorde y egoísta.
La lucha venía de atrás, desde finales del siglo
pasado e inicios del presente, con destellos de acti­
vidad que rozaron inevitablem ente el caserío. Era
una historia sepultada hasta 1972 cuando se ade­
lantó un trabajo de investigación participativa con
el m ovim iento campesino que surgía con fuerza en
la nueva Asociación Nacional de Usuarios Campesi­
nos, ANUC. Vivían todavía, p o r fo rtu n a , algunos
de los héroes y heroínas que h ab ían defendido los
intereses de la clase trabajadora en la definitiva d é­
cada de 1920: Juana Julia G uzm án, entre otros. Es­
taba vieja, p o b re y enferm a; pero h ab ía laborado
h om bro a h o m bro con V icente A dam o, obrero in ­
m igrante italiano, organizador desde 1918 de las
RECONOCERSE y aprender V 91

primeras luchas obreras de M o ntería y sus ce rc a ­


nías.
Juana Julia guardaba las llaves del con ocim iento
crítico de esos años, que no hab ía querido c o m p a r­
tir con los políticos liberales o conservadores q u e la
asediaban para que se las revelara. Cedió apenas
cuando co n stató el resurgir de su propia clase en el
m ovim iento cam pesino que la h ab ía inspirado en
sus m ejores años. Y no sólo em pezó a reco n tar,
ahora sí, la historia real, sino que se incorporó ella
misma a la lucha participando en reuniones y asam ­
bleas. Su presencia era com o la de una historia en
vivo. En esas especiales circunstancias su palabra
llevó la magia adicional de la vivencia y el peso de
una corajuda batalla que h ab ía d erro tad o por p ri­
mera vez a los latifundistas costeños. Puede decirse,
por lo m ism o, que la recuperación de Juana Julia
—com o la de otras figuras c o n tem p o rán e as— se
convirtió en u n o de los factores ideológicos q u e
más estim ularon la lucha p o r la tierra entre 1970 y
1976 en el d ep artam en to de C órdoba. Fue e n t o n ­
ces cuan do se protocolizó p o r fin la legalidad de la
posesión de los playones de El C errito, por presión
campesina ejercida sobre el In stitu to C olom biano
de la R eform a Agraria, INCORA.
Otra de las ventajas alcanzadas con la resurrec­
ción de Juana Julia G uzm án residía en que ella
abrió tam bién el b a ú l\donde guardaba los recuerdos
materiales de sus com bates del pasado. De allí sa­
I lieron a la luz, a pesar del gorgojo y la h um ed ad , las
primeras m uestras de un verdadero m useo popular:
bandas de seda con los “tres o c h o s” (reivindicación
socialista del p e río d o ), retrato s de A dam o, de la
Casa O brera de M ontería, del prim er hospital de la
ciudad, de los nacientes sindicatos. Elem entos in ­
dispensables —llam ados en nuestra técnica “ datos-
92 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR

colum nas” — para en ten d er los eventos ocurridos,


los antecedentes de la lucha actual reto m a d a por
los nietos de aquellos que figuraban en los viejos
docum entos am arillentos y en las borrosas fotogra­
fías de la época desenterradas de los cofres fami­
liares.
Juana Julia lo m encionó, y don Silvestre lo con- <
firmó en El C errito: que a las prim eras invasiones
de tierra organizadas por A dam o en C ó rdo ba, éste
las hab ía bautizado com o “ b aluartes” . Las tom as
realizadas en 1972 se inspiraron en aquel hecho y
los labriegos suplantaron el térm ino form al del m o ­
vimiento ANUC ( “ cooperativas de a u to g estió n ” )
por el de “ b alu arte” , que les tra ía el recuerdo de
las contiendas anteriores. Y se ligaron con la histo ­
ria recuperada y sistematizada cuando en asambleas
campesinas se decidió bau tizar una de las fincas
ocupadas con el no m b re de “ Baluarte de Juana
Julia.”
Este desarrollo investigativo sistemático y vivido
en colaboración con la gente del n o rte de Colom bia,
con sus datos-colum nas, su rescate de figuras y hé­
roes populares, proyecciones ideológicas, im p u ta ­
ciones y personificaciones, corría p o r fuera de los
canales académicos, que ignoraban to ta lm e n te la
existencia de V icente A dam o y de las organizacio­
nes obreras socialistas del decenio de 1920. Era un
corrector popular de la historia oficial. C om o tal, la
com pletaba e ilustraba de m anera crítica colocán­
dola al servicio de la causa de la gente hum ilde,
consiguiendo adem ás que ésta se do tara de una
identidad respetable y afirmara un yo colectivo m e ­
diante el reconocim iento de la tradición y de su
propia historia. Se cum p lía así en la C o sta el diseño
inspirador de la IAP de abrir nuevas perspectivas
RECONOCERSE Y APRENDER 93

científicas e ideológicas de origen popular, co m o


tam bién ocurrió en México y Nicaragua.
En México, el p rop ó sito su po nía reen c o n trar las
raíces de las com unidades para que “ adquirieran un
ro stro ” , según la imagen del pensam iento azteca, y
para d ar a conocer a los jóvenes la verdadera h is to ­
ria de los pueblos “ y ta n ta s cosas que no les to có
vivir p o r lo que les parece q ue el m u n d o es así, y
no es cierto. T o do cuesta trabajo, dolores y hasta
enemistades, lo cual deben saber pará hablar con
verdad y certeza.”
El efecto de este proceso de búsqueda de la ver­
dadera identidad histórica varió según las necesida­
des concretas: desde la com prensión de la lucha de
los cam pesinos contra los ganaderos en El Desenga­
ño, Oaxaca, hasta la de la guerrilla Trique en tre los
m ixtéeos. Estos últim os conservan la creencia de
que Emiliano Zapata, el gran dirigente agrario de la
Revolución M exicana, no ha m u e rto porq ue n o al­
canzó a com p letar su misión de justicia para el p o ­
bre. Aparece p o r eso de vez en cuando en su ca b a ­
llo blanco para seguir im pulsando la guerra co n tra
el latifundio. Así lo susurran en San A gustín Ate-
nango con el respeto y acatam iento debidos, lo
cual ha servido para atenacear la resistencia p o p u lar
c o n tra las situaciones de explotación que se p e rp e ­
túan en el caserío a pesar de los triunfos revolucio­
narios del pasado.
Pero en San A gustín A tenango, el rostro de la
historia p op ular rescatada ilum inó además u n as­
pecto especial del desarrollo de la vida en co m ú n :
perm itió a la gente descubrir que po d ían inventar y
crear, que su inteligencia p o d ía medírseles a a q u e ­
llos blancos y ladinos burlones de Tonalá qu e no
creían en la capacidad indígena, siendo que el p asa­
do recobrado la dem ostraba plenam ente.
94 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

Para com enzar, los m ixtecas recordaron que fue


el difu n to Ranulfo Fuentes, de origen hum ilde,
quien rayó prim ero el terreno para después aho nd ar
los surcos con las yuntas, en vez de barbechar. Así
mejoró la técnica de preparación del terreno en
proporción de cuatro a uno, práctica que se e x te n ­
dió p o r to d o el valle. O tro indio descubrió, por o b ­
servación y experim entación directa, que al colocar
hojas verdes de casahuate en d eterm in ad os p un to s,
co m b atía la plaga de hormigas arrieras que le diez­
maba los sem brados de m aíz, pues estas hojas
atraían a horm iguitas con las cuales se satisfacían
las arrieras, que no seguían entonces su ham brienta
marcha hacia la caña del m aíz. Y en los viajes h e­
chos a Estados Unidos, Sinaloa y Sonora para b u s­
car trabajo, o tro s aprendieron que p o d ía n sem brar
sandía en tierra mala y asimilaron las técnicas del
cultivo intensivo del jito m a te , que difundieron al
regresar a San A gustín, causando un vuelco en los
cultivos y perm itiendo aum en tar las entradas eco­
nómicas en las pequeñas fincas ancestrales.
El redescubrim iento o p o rtu n o de posibilidades
innovadoras a través de la m em oria colectiva —evi­
dencia de la capacidad creadora en las gentes del
c o m ú n — preparó un poco m ejor a los indios c a m ­
pesinos de San Agustín A tenango para hacer frente
a los difíciles cam bios im puestos p o r el capitalism o,
que irrum pió serpeando p o r la nueva carretera y
por los canales de irrigación desde 1972. La presión
de la eco no m ía m o netaria los obligó a entrar en un
cam po desconocido para ellos, en el que to d o cues­
ta dinero. Muchos respondieron al reto em igrando;
pero otros, los que más nos interesan, se quedaron
allí y buscaron alternativas locales de adaptación y
creación. Don V icente, el T ata Yiva actual, se ideó
prácticas eficaces y baratas para m ejorar los culti-
r eco no cerse y a pr e n d e r 95

vos de jito m a te , im itadas p o r los vecinos. A dem ás,


el em p eo ram ien to de la situación m exicana en el
otoño-invierno de 1982-1983 llevó a los aten an -
guenses a asum ir funciones nuevas para las cuales el
descubrim iento de la historia pro pia resultó f u n d a ­
mental.
E m pezaron revalorando el cultivo tradicional del
maíz y del fríjol que, p o r la com peten cia del m e r ­
cado capitalista del jito m a te , h ab ía quedado re le ­
gado. T am bién hallaron que h ab ía florecido u n a
próspera explotación de cerámica y alfarería, en ve­
tas escondidas po r el desuso de las que sólo se a c o r ­
daban los viejos. La ú ltim a crisis m exicana los forzó
a recurrir a ellas para ap u n talar su tradicional a u t o ­
n om ía y las ancestrales técnicas de autosubsistencia
y tru eq ue. Y así, un d ía, de resultas inesperadas de
la investigación participativa local, don Pilar c o m e n ­
tó en el C entro de C apacitación qué pasaría en M é­
xico si el cam pesino decidiera no sem brar para v e n ­
der. Fue lo que llevó al resurgim iento local del m a íz
y del fríjol. Pero tam bién a la radical idea de fo r­
mar otra vez un taller de cerám ica, co m o los de a n ­
taño, d o n d e se fabricaran los utensilios sin te n e r
| que gastar del escaso dinero c o n ta n te .
La tendencia crítica y au to n o m ista se fue e x te n ­
diendo a o tras partes olvidadas: la sastrería, la h e ­
rrería, los h o rn o s de tejas, q ue recibieron la in y e c ­
ción de la experiencia tradicional recuperada p o r la
m em oria colectiva. La técnica del amasijo de la ar­
cilla resultó fácil para las señoras: si no p o r lo a n ti­
gua, co m o simple transferencia de la de hacer to r t i ­
llas con la masa de nixtam al. Los beneficios de ese
auto ex am en de la realidad y del análisis de la h is to ­
ria reciente se pusieron de m anifiesto a to d o lo largo
y ancho de la com u n id ad para reconstruir la eco-
96 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR

nom ía y, ante to d o , para defender la dignidad gol­


peada y recobrar un poco el p o d er local que el
im pacto del capitalism o y las tendencias nacionales
integracionistas le h abían hecho p erder du rante los
últim os años. ^
En Nicaragua, el recuerdo de las guerras antim-
perialistas de la década de 1930 no se h ab ía perdi- ,
do, aunque en El R egadío algunos sucum bieron a
la falsa creencia de que A ugusto César Sandino ha­
bía sido un simple bandolero. Hasta cuando llegó
el cuadro campesino Miguel Angel Cortés y lo re­
futó en la práctica al organizar la prim era guerrilla
sandinista local, con jóvenes entusiastas e idealistas
com o Luis Octavio O rtegón, delegado de la Iglesia
de la Palabra, el actual gerente de u n a de las co o p e­
rativas locales, quien considera que “ se realizó co ­
m o cristiano en la R evolución.” La Insurrección de
1979 fue el crisol d en tro del cual se m oldearon las
personalidades de la presente generación activa:
una revolución en to d o , pero que p ro n to se sintió
com o em inen tem en te educadora. En ella, la recu ­
peración crítica de la historia jugó u n papel p re­
p o nd eran te, pues logró rescatar en el ám b ito nacio­
nal no sólo al rebelde Sandino en lo que representa
com o sím bolo de la reconstrucción p o lítica y m o ­
ral nicaragüense, sino tam bién al p o e ta R ubén D a­
río , el de “ A b rojos” y “ El can to e rra n te ” , cuyo
recorrido antim perialista h ab ía sido o cu ltad o p o r
los intelectuales entreguistas de la época anterior.
Las cam pañas de alfabetización que d esem b oca­
ron en los Colectivos de E ducación Popular, CEPs,
se diseñaron “ para otorg ar a nuestras clases p o p u la ­
res el derecho a crecer en conciencia crítica, c o n o ­
cer sus raíces históricas, conocer las causas de la
miseria y com batirlas, capacitarse técn icam en te pa-
rec o n o c er se y a pr e n d e r 97

ra m ejorar la calidad de su trab ajo , cultivar sus ta- \


íentos y habilidades alcanzando niveles superiores
de form ación y preparación, participar efectivam en­
te en el proceso p o lítico , social, económ ico e id e o ­
lógico de nuestra Revolución Popular S andinista” ,
decía el program a oficial de Educación de A d ulto s
en 1982.
En efecto, en El R egadío, a través del CEP local
se logró racionalizar y en ten d er m ejor la división,
aparentem ente natural, entre sus dos caseríos: el de
Valle Arriba y el de Valle A bajo. Los de Arriba h a ­
bían sido desplazados po r el latifundista José M aría
■ (Chema) Briones, antiguo du eño de la tierra, para
ampliar sus pastos a expensas de los cultivos, m e te r
ganado y alim entar la cercana procesadora de car­
nes en Condesa. Briones em pleó a los de Abajo c o ­
mo m ozos de la hacienda y trabajadores de a m e ­
dias, m ientras m ezquinaba la leña y la m adera.
R esultaron, pues, sandinistas m ás radicales los de
arriba que los de abajo; y aunque el triunfo revolu­
cionario dirimió la cuestión, no dejaron de aflorar
entre am bos caseríos las tensiones latentes del pasa­
do inm ediato. A hora, con la recuperación crítica
de la historia popular, esas tensiones em pezaron a
entenderse y a situarse en su adecuada y lim itada
perspectiva en el m arco de la Revolución.
El recu ento de la historia del Chem a Briones, al
quedar p o r fin registrada en los anales de la c o m ar­
ca m ed ian te el testim onio oral, brindó m ayores ele­
m en to s de juicio para la reconstrucción revolucio­
naria de la com unidad. Don Chem a h abía sido un
f zapatero que subía en m uía p o r la trocha desde
Estelí vendiendo sus pro d uctos. Poco a poco fue
com prando lotes en El Regadío, hasta cuando esta­
bleció u n a tienda, la prim era, que sirvió a los cam-

¡u.
98 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

pesinos pues éstos no tuvieron ya necesidad de


viajar hasta la ciudad para proveerse: au n q u e ahora
debían pagar el duro recargo del interm ediario. Ya
rico, Briones m ejoró el cam ino con ayuda de la im­
perante familia Som oza, que lo hizo elegir senador.
Por fin co n stru y ó la casona de la hacienda, a la en­
trada de Valle A bajo, y puso al frente a sus m an d a­
dores (m ay ord om os).
La ru tina de la pobreza y la ex plotación impues­
ta por los Briones había m ellado la com prensión de
las gentes de El Regadío: sufrían de alienación ne­
gativa. A hora, al exam inar librem ente en el CEP y
con sus propias palabras la historia del latifundista,
pudieron c o m p re n d er los orígenes y causas de aque­
lla miseria cerril y las fallas en la distribución de la
riqueza que to d o s p ro d u cían con su trabajo. Por
ello se justificaba m o ralm ente la to m a de 3 1 m a n ­
zanas (plazas) de la tierra de los Briones, coronada
poco después de la Insurrección para co n fo rm ar la
primera cooperativa co m o u nidad de acción; y
tam bién se e n te n d ía ahora la co n d u c ta de Jo séN or-
berto Briones, u n o de los hijos del p rop io don Che­
ma el viejo, cuan do se unió al F ren te Sandinista de
Liberación Nacional, FSLN , y entregó a los case­
ríos las vacas de la hacienda de su p adre. “ Vayan,
ordéñenlas y hagan el q u e so ” , les h ab ía dicho José
N orberto, antes que lo asesinara la G uardia somo-
cista en Estelí.
T o d o era historia reciente, fresca aún en la m e­
moria de la gente de am bos caseríos, pero sin di­
gerir ni sistematizar. Su estudio conciénzudo y
crítico ayudó a movilizar al cam pesinado del lugar,
reforzó las convicciones revolucionarias, y siguió
alim entando el idealismo patrió tico de la nueva ge­
neración, el de los jóvenes.
RECONOCERSE y A PREND ER 99

Con un esfuerzo investigativo adicional q u e d ó


más com p leto el esquem a al sondear la historia a n ­
tigua de la explotación local. No im p o rtó ta n to re­
petir lo que se hallaba consignado en los te x to s,
con segundas intenciones, de que los indios ch o ro -
tegas habían sido, aniquilados por los españoles en
el siglo X VII, cuan do éstos establecieron la Real
Audiencia de León e iniciaron las dinastías se ñ o ­
riales locales de los Castellón, O ndino y O bregón.
Mejor resultó revivir la olvidada tradición de que
los chorotegas y sus cultos ancestros m aya-quichés
se internaron en la región pensando que h ab ían e n ­
co n trad o el país ideal: aquel que, según sus c re e n ­
cias, estuviese d o m in ad o p o r dos volcanes h erm an o s
y una gran laguna. Allí estaban, en efecto, O to m y
Pepetl en el centro del m a y o r lago de la región. Ese
país bello, ideal, d eb ía ser el de ellos: Nicarauac.
El sueño legendario de los mayas y chorotegas se
frustró p o r la C onquista española. Las guerras de
independencia ta m p o co lo satisficieron en el siglo
. XIX. Los Walkers, las intervenciones extranjeras y
las dictaduras de lacayos del presente siglo lo lleva­
ron después a la sima. Hoy, al term inar el somocis-
m o e instaurarse un nuevo orden social, el sueño
m aya-chorotega adquiere un renovado sentido:
vuelve a dibujarse la posibilidad de realizarlo al fin,
en una segunda independencia.
En El Regadío los cam pesinos ya pueden levan­
tar la cabeza con orgullo, reconocer las ventajas na-
1 cientes del nuevo orden y aguantar las obvias y es­
peradas dificultades del p arto revolucionario. “ Pero
dejamos de ser m o n o s ” (m o n tu n o s), decía la T e re ­
sa abriendo los brazos, “ y ya no tenem os a esos
m and on es jodidos, gracias a Dios y al F rente San-
dinista.”
100 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

6. VALORACIÓN Y EMPLEO DE LA CULTURA


POPULAR

Dos grupos sociales se han distinguido en Nicaragua


p o r su entusiasta y leal dedicación a las onerosas
tareas que surgen del proceso revolucionario: las
m ujeres y los jóvenes m aestros del m en o r nivel de
escolaridad, apenas recién salidos del analfabetism o.
No es para menos: se cu entan entre las victimas
m ás violentadas por los sistemas económ icos y so­
ciales dom inantes en b uena parte del m u n d o , per­
sonas que en la aventura revolucionaria encuentran
salida para su creatividad, frustrada hasta entonces
por la injusticia, la explotación y el prejuicio.
En El R egadío —com o en El Realejo, o tra co m u ­
nidad nicaragüense estudiada en 1 9 8 1 — a las m uje­
res las m iraban com o juguetes, buenas para hacer
tortillas y cocinar fríjoles, sin reconocerles su im ­
p o rta n te papel de “ anclas” de la sociedad, p o r ser
centro y m uchas veces soporte de la familia. A
partir de la Revolución las m ujeres descubrieron en
los CEPs cóm o salir de la casa y de la cocina, ro m ­
pieron la ru tina cotidiana y se aglutinaron para d e­
fender sus intereses. E m pezaron a hablar de asuntos
m enos baladíes y a organizarse para superar la p o ­
breza existente: la tarea consistía en tran sfo rm ar el
CEP en algo productivo, en una c la se 'd e costura
útil, p o r ejemplo, para de allí saltar a poseer una
m áquina de coser que fuera co m p artida p o r el n u e­
vo colectivo. Los debates de este tipo p o d ía n d e­
sem bocar en charlas subversivas, com o aquélla en
que se criticó el m achism o en los bailes. ¿Cóm o es
que los hom bres casados pueden ir solos a bailar y
las m ujeres no? En esta dinám ica y con tales a c titu ­
des críticas sobre la doble moral, las campesinas ni­
caragüenses se han ido convirtiendo en un m o to r
rec o n o c er se y a pr e n d e r 101

de cam bio para la sociedad y la Revolución, al des­


plegar u n activismo casi m o n o p ó lico de los nuevos
procesos.
Por su p arte , los jóvenes nicas recién salidos del
• analfabetism o han experim en tad o u n a elación espi­
ritual que lo§ hace más altruistas que antes. Se de­
dican a las cam pañas de escuela “ con alma, vida y
som brero.” Para ellos no hay horario fijo ni familia.
Su espíritu de sacrificio es absoluto: representan
otro m o to r ardiente del proceso revolucionario.
Una te n ta c ió n que sienten a veces es la de descargar
sobre sus nuevos alum nos el peso del conocim iento
recién adquirido y de su nueva autoridad co m o
maestros, que los to rn a algo im positivos. En lo cual
no hacen o tra cosa que im itar el m odelo educativo
, opresor q ue vieron aplicar an terio rm en te en la es-
cuelita del lugar o en el pueblo cercano. C om o no
alcanzan ellos a ro m p er del to d o el viejo binom io
sujeto/objeto, encuentran solaz en regañar al alu m ­
no adu lto que no logró entender, digamos, el a c e n ­
to esdrújulo. Pero la imaginación suele venir en su
auxilio, apoyada en la experiencia co m ú n, para e x ­
plicar que el esdrújulo en una palabra es co m o la
tripleta en el béisbol, y to d o s com prenden y q u e ­
dan listos para pasar a la siguiente lección.
Algo sem ejante, en diferentes co ntex to s, ha o c u ­
rrido en los dem ás sitios de nuestro estudio. El des­
pertar de las m ujeres y los analfabetos jóvenes de
los tres países es un fenóm eno relacionado con va­
. lores sustanciales de la cultura, inspirados en la
praxis original, el co n tacto con la naturaleza y el
am biente regional, sin cuya aparición no resulta
factible construir el verdadero poder popular ni
menos aún el contrapoder frente a los abusos ex isten ­
tes. Procesos cuyo origen radica en la cultura oral
tradicional del pueblo, de donde parten no sólo la
102 CONOCIMIENTO'Y PODER POPULAR

justificación alienante de la desigualdad, sino las


pautas de la nueva actividad que reta las co stu m ­
bres y hace voltear la noria del to rre n te revolucio­
nario.
Por lo general los cambios se desenvuelven paso
a paso, com o ocurrió en San A gustín A tenango el
30 de julio de 1979 cuando las gentes del pueblo
destituyeron fulm inantem ente al presidente m uni­
cipal o alcalde por no respetar costum bres relacio­
nadas con las fiestas lugareñas, com o las prácticas
de los m ayordom os de cofradías y las llamadas con
pólvora para acudir a las vísperas, todas enraizadas
en valores sustanciales de los indios m ixtéeos. El
presidente se había propuesto “ m o d e rn iz ar” el
pueblo a la fuerza. No contó con el peso de la cul­
tura popular y menos con la decidida belicosidad
de las m ujeres atenanguenses. C uando los d ip u ta­
dos de la cofradía em pezaron a ceder y a pedir ex­
cusas a la autoridad, las m ujeres exigieron “ que se
quitaran del p u e s to ” y que “ si los h om b res no tie­
nen pantalones a nosotras nos sobran y le echamos
el rebozo al cuello del presidente para sacarlo.” .Y
ganó la voluntad del pueblo al im pulso fem enino,
en un incidente que parece d eten er el curso de la
historia pero que en el fondo, en el c o n te x to actual,
sirve para lubricar viejos mecanism os de contrapeso
político popular m ediante la organización, para
fortalecer los valores com unitarios y lim itar los
abusos de gobernantes que m uchas veces no están
a la altura de su misión. En tal sentido, el incidente
de 1979 tuvo y ha seguido ten ien do un efecto m o ­
vilizante en el pueblo de San A gustín A tenango. Y
enseña, además, que no toda tradición es positiva y
que deben seleccionarse tan sólo aquellas prácticas
antiguas liberadas de la introyección alienante de
los sistemas explotadores.
1U3
Asimismo las m ujeres del n o rte del C auca, en
Colombia, son de armas to m a r. F ren te a la acción
policiva o m ilitar, ellas q uedaban al frente b a ilo ­
teando, gesticulando, gritando y burlándose d e la
tropa, m ientras sus h om b res co rrían a esconderse.
En las reuniones parecían apagadas, cabizbajas y si­
lenciosas, m ientras los h o m b res “ echaban c a rr e ta ”
en peroratas interm inables. Pero en ellas, p o r d e n ­
tro, se iba h o rn ean d o la candela de la acción que
estalló en mil form as en los días siguientes a las
concentraciones.
Esa fuerza fem enina —co m o tam bién la d e los
jóvenes voluntarios de N icaragua— no era un f e n ó ­
m eno espontáneo: ap oy aba sus soportes culturales
en sustanciales valores de la tradición. A q u í a p a re ­
cen p o r lo m enos tres procesos dignos de aten ció n
que convergen en el desarrollo del p o d er p o p u lar:
los sentim ientos, la imaginación y la te n d en cia lú-
dica (a jugar). Procesos, con su estructura simbólica
no observables a prim era vista, y m enos po r a q u e ­
llos estudiosos que se aferran a los esquem as ra­
cionales de la academia. Se les revelan con m a y o r
facilidad a quienes se acercan al pueblo po r la vía
del corazón m ás que p o r la del cerebro, por in tu i­
ción m ás que p o r cálculo. En ese m o m e n to , c u a n d o
vibran al u n íso n o el observador y el observado,
cuándo se quiebra la relación de sumisión, se oye
clara la voz reprim ida de la gente y queda al d escu ­
bierto la rica estructura del saber p o pu lar que hasta
entonces h ab ía perm anecido oculta bajo capas de
desprecio y desconfianza. Es cuando se valora de
verdad la cultu ra del pueblo y se entiende m e jo r la
co n d u c ta varonil de las m ujeres y el idealismo de
los jóvenes. A unque sin caer en el peligro de id o la ­
trar la sabiduría p o p u lar p o r sí m ism a, de pensar
104 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

que “el pueblo siempre tiene la ra z ó n ” , porque es­


to no es cierto ni histórica ni socialmente.
Apelando a los sentim ientos se logran entender
las fuerzas primarias de la cultura t'errígena y su
simbología. Aparecen como un a lógica afectiva. En
Puerto Tejada, al referirse a los orígenes históricos
de los palenques de negros cim arrones del río Palo,
ño Didacio expresó la misma idea: “ la cultura ne­
gra no es una cultura solamente de evo cació n; no se
trata de recordar, sino de sentir.” Y sus sentim ien­
tos lo llevaron a resucitar la vieja “danza de los ma­
cheteros” , práctica musical m edio m u e rta cuyo
sentido sólo po d ía retomarse en el c o n te x to movi-
lizador del Movimiento Cívico Popular Nortecauca-
no, con su reto a los gamonales o caciques del pue­
blo. Al valorar la cultura propia, el Movimiento
experimentó el m ayor avance p o lítico de su corta
historia, pues había concordado con el alma de la
gente.
El sentimiento como lógica afectiva aguza la
imaginación en una cadena de efectos sucesivos que *
se expresa en las mil y una form as de la creatividad
popular. Surge con frecuencia en coplas que resu­
men el ingenio y la fogosidad de los campesinos, su
sentido del hum or, su capacidad de observación
crítica y de protesta. En el Cauca, la lucha contra
los explotadores de la caña de azúcar quedó plas­
mada en las estrofas siguientes:

“ Los ingenios del Cauca


de los hom bres y la caña
sólo dejan el bagazo.
“ El cultivo de la caña
para el pueblo es una carga:
el pueblo produce el dulce,
pero su vida es am arga.”
* Af'Kfc.lNUi.K 105

En San Pablo, en el valle del M ezquital, el se n ti­


m iento estim ulado p o r la imaginación inspiró un
desafiante corrido de pro testa:

“ Yo soy artesano nacido en San Pablo,


de origen hum ilde, de sangre o to m í.
Y aunque la gente m e mire de lado,
m e im po rta un com ino lo que hablen de m í.
¡Que se oiga en la tierra la voz de los
pobres!
¡Que se escuche el lema, ‘libertad y u n i ó n ’!
¡Que paguen lo ju sto p o r nuestro trabajo
y que se term ine ya la explotación!
La vida no es vida cu and o no hay justicia.
La m u e rte no es m u e rte si hay u n a razón.
Unidos sin m iedo, juguem os la suerte
buscando las form as de liberación.”

¿Quiénes p o drán quedarse im pávidos en San Pa­


blo an te un corrido co m o éste? Ni los te rra te n ie n ­
tes. Fue la misma fuerza telúrica que inspiró en
C órdoba la música vallenata del irreverente a c o r­
deón del cam pesino M áximo Jim énez y los paseos
y m erengues de su propia cosecha, “ El indio sinua-
n o ” , “ El aire es libre” , “ El E stado c o lo m b ia n o ” y
“ El burro le ñ ero ” , a cuyo com pás se reu nían c e n te ­
nares de cam pesinos de la ANUC en sus m ejores
épocas. Allí tam bién encaja el pitero o to c a d o r de
gaita natural de El Cerrito que m an tu vo la tra d i­
ción musical y ocupó su ta len to al servicio de las
movilizaciones populares. F ueron estos cam pesinos
artistas quienes prim ero dem ostraron en la práctica
a las despistadas izquierdas colom bianas que su
te o ría revolucionaria no p o d ía adelantarse de m a ­
nera confusa y etérea, tal co m o entonces se estilaba;
106 C Ü N O C tM itrs í u y f u u tK ruruL A K

y que el arte significaba u n elem ento m ovilizador y


concientizador de las masas populares. Mas para
aprovecharlo h ab ía que saber co m p ren d erlo , estu­
diarlo e interpretarlo con las armas de la investiga­
ción bien hecha.
La imaginación abarca o tro s cam pos com o la
pintura, los afiches, las pancartas, la escultura, el
teatro, los títeres, la p an to m im a , la com parsa, la
danza, el cine, los sonovisos y otras expresiones cul­
turales, com o técnicas de la pro du cción y devolu­
ción del conocim iento que discutirem os m ás adelan­
te, para lo cual se necesita saber investigar y asimilar
los valores del pueblo. En tales cam pos h u b o una
extraordinaria m uestra de creatividad de p arte de
artistas populares que sum aron el sentim ien to a la
imaginación, y el saber al com prom iso. La fuerza
de los símiles, la sencillez de la expresión, la efica­
cia en la com unicación de los mensajes son elem en­
tos de interés en to d o p ro y ecto de co nstrucción del
poder popular. Hasta en aquellos en que aflora el
buen hum or:

“ De los ingenios del Cauca


u no solo es el m ejor:
el ingenio de la gente
que realizó la invasión.”

Lo cual nos lleva a ese o tro proceso subterráneo


de la cultura popular: el lúdico o de juego y dis­
tracción, que los analistas racionales tienden a ol­
vidar o subvalorar, porqu e no logran enten d erlo ..
¿Tiene el pueblo com ú n un sentido del hu m or?
¿Sabe divertirse y gozar de la vida? ¿O se m uestra
siempre q uejum broso, pasivo, fatalista y desconfia­
do? Por regla general, se tiend e a rep resen tar al p u e­
blo, especialm ente al cam pesino y al indio, en el
K C l - U l 'i m . t R S t Y A f K t N L ) h K 107

peor de los térm inos: d u rm ien d o bajo un som brero


alón al pie de un nopal; reclinado en un ta b u re te
sobre un a pared carcom ida; sucio, ham briento, fati­
gado y en ropa zurcida hasta el cansancio.
Sin negar la existencia de p atro nes culturales d e­
batibles, debe adm itirse que hay artistas de b u en
hu m o r y recreación en el pueblo que co n trib u y e n a
. las movilizaciones y cam pañas de educación y co n -
cientización. El secreto radicá en saber vincularlos
a los intereses reales de la gente, para que exhiban
su m aestría y superen lo que se identifica co m o el
“ dejadism o” o “com plejo del d ejao ” , que po sp o n e
la acción hasta el ú ltim o m o m e n to . O, en otras cul­
turas, lo que se conoce com o “m elancolía in d í­
gena.”
No d eb ería sorprender así que en el Cauca los
jóvenes m anifiesten u na aguda habilidad de análisis
para el fútbol que envidiaría cualquier politólogo
en su cam po: entienden no sólo de jugadas, té c n i­
cas y tácticas, sino que conocen a los jugadores, sus
orígenes, defectos y virtudes. Una plática sobre
fútbol en las cantinas de Villarrica, cerca de P u erto
Tejada, se vuelve un asu nto ten azm en te eru dito.
Pero de allí, de tales discusiones, han salido t a m ­
bién iniciativas sobre clubes juveniles y o b te n ció n
de elem entos deportivos que después sirvieron de
base para el M ovim iento Popular. De m anera sim i­
lar, son los niños con su habilidad lúdica, co m b in a ­
da con la supervivencia atávica, los que m ejo r se
desem peñan en las tareas de estafetas, atalayas y
espías en conflictos tan arriesgados co m o las to m as
- de tierras en Córdoba.
O tra expresión recreativa que es recuperable p a ­
ra la acción, ju n to con su sim bología y lógica afec­
tiva, al m en os entre los cam pesinos costeños c o ­
lom bianos, es la del cu en to y sus congéneres: la
108 CUNLK_IM11*.IN 1U X r u u t K ruruLAK

parábola, la fábula, el pasaje, la adivinanza, el re­


truécano. Hasta el chisme fino, visto co m o infor­
mación, guarda cierto valor de movilización positi­
va. Todos estos elem entos de la cu ltu ra oral son
dinamizables com o nuevo lenguaje p o lítico privati­
vo del pueblo, com o lo vimos en El Cerrito y en
Puerto Tejada, especialmente en aquellas narracio­
nes que llevan im plícito un m ensaje de protesta, i
Así ocurre, por ejemplo, con los fam osos relatos de
“T ío tigre y tío co n ejo ” , que festejan las frescuras
e ingenios del animalito inerm e (el campesino) fren­
te a los peligros de la fiera (el p atró n ), con un fuer­
te sentido de resistencia latente con tra las injusticias
im perantes en las relaciones de p rod ucció n. Las se­
siones de cu en to s en la Costa colom biana, com o en
los o tros países, conform an m ecanism os altam entel
eficaces y vivos para el m a n ten im ien to de la cultura,
popular y los valores sustanciales de la gente, y* c o n ­
figuran su expresión oral más com pleta. El cuento
se niega a m orir, porqu e con él m oriría tam bién el
pueblo campesino.
Los procesos culturales del magma escondido del
pueblo, com o sujeto activo, perm iten recoger el co ­
nocim iento popular en ese vasto recipiente donde
“ se co cin an” y refunden los increíbles recursos de
resistencia que caracterizan las luchas de los tres
países. Los sentim ientos, la imaginación, y el senti­
do del h u m o r lúdico co n stituy en fuentes inagota­
bles de la resistente personalidad de la gente del
com ún. Sin em bargo, los tres elem entos tienen una
base com ún que no es posible soslayar para fines de
movilización y creación del po d er p opular en nues­
tros países: las creencias religiosas.
En El Regadío, la religión y la teología de la li­
beración con trib u y ero n en gran m edida a la Revo­
lución. Luis Octavio Obregón, líd er del CEP local,
no m ostró ningún reparo en declararnos: “ V alién­
dose de la Biblia, la Iglesia Católica em pezó a h acer
ver las injusticias que padecíam os, las que sufría el
pueblo, y p o r eso éste apoyó a la guerrilla sandi-
nista de Miguel Angel Cortés y a los Com ités de
Defensa Civil del FSLN . La gente respondió co n
recursos, com ida y dinero; se organizó en com ités
clandestinos, pues la G uardia Nacional de Som oza
amenazaba. A no so tro s se nos hizo más fácil ingre­
sar a la Revolución, p o rq ue sentíam os con m a y o r
profundidad nuestro com prom iso de cristianos
siendo revolucionarios.”
A su entender, el ideal del socialismo en N icara­
gua se asimilaba al del cristianismo cu and o hablaba
de am or y paz, valores altam ente apreciados p o r los
campesinos. ¿Acaso no p o d ía n unirse? P o r tal ra ­
zón , encon traron plausible la presencia en la J u n ta
de G obierno de sacerdotes partidarios de la Revo­
lución, y aprobaron las misas con cantos revolucio­
narios del Padre E rnesto Cardenal. Y p o r eso algu­
nos señalaron que no co m p ren d ían la orden de:
“ ¡Silencio!” cuando se solicitó en Managua c o m ­
prensión p o r las víctim as de la guerra con los “ c o n ­
tras” , d u rante el más au tén tico acto de vivencia
ireligiosa en la gira centroam ericana del Santo Padre
en m arzo de 1983.
La m u erte de un niño en la invasión de Puerto
Tejada, la valentía de su m adre, las prácticas y
creencias im plícitas en el velorio, fueron factores
que doblaron la cerviz del Ejército cuando los sol­
idados pretendieron tom arse p o r la fuerza las casu-
chas del nuevo barrio e incendiarlas. El espectro del
“angelito” m u e rto y el ritm o hipn otizante del “ ala-
bao” , música ritual de la localidad, sirvieron m ás
que el pabellón nacional enarbolado allí para im p o ­
ner respeto a las tropas.
1 iu

Un brujo sumó sus poderes secretos eñ la lucha


contra el latifundista antioquenj.p que se negaba a
entregar sus tierras sobrantes a los cam pesinos lu­
chadores de Córdoba. Sus esfuerzos debieron de ser
positivos, a juzgar por el triunfo final, y su aporte
significó un aliento moral y psicológico importante
para las masas populares. O tro actúa todavía en Vi- j
llapaz, no lejos de Puerto Tejada, em p eñ ado en des­
viar el “ hilo” de un río para recuperar algunas tie­
rras del pueblo y evitar las inundaciones, m etas de
un m ovim iento cívico en cierne.
Lo mismo cabe anotar respecto de las prácticas
de defensa de la salud fundadas en la ciencia del
curandero y del herbólogo o yerbero, vigentes en
las com unidades campesinas de los tres países, prác­
ticas sistemáticas y clasificatorias serias que no
necesitan m ayor elaboración, com o se ha visto en
Ixmiquilpan y otras poblaciones del valle del Mez­
quital. Estos trabajos de revaloración han arrojado
efectos enormes en la co n d u cta de los campesinos
o tom íes y en sus campañas de p rotección del patri­
m onio económ ico y cultural. Lo mismo en San
Agustín A tenango, donde don V icente es el médico
de la com unidad con base en el co n o cim ien to cien­
tífico em pírico que conserva co m o T ata Yiva o
“ señor de los poderes” , el guardián perm anen te de
los valores esenciales de su antiguo y respetable
pueblo.
T odo lo anterior puede y debe investigarse y
com prenderse m ejor para construir el p o d er popu­
lar. Sumando selectivamente la cultura y los valo­
res sustanciales del cam pesinado a las luchas popu^
lares y contrarrestando la alienación negativa, se
obtiene una fuerza indom eñable: se edifica así un
poder popular auténtico y raizal capaz de transfor-
X1 1

mar, con sentim iento e im aginación, las estructuras


injustas de la sociedad d o m in an te.

7. PRODUCCIÓN Y DIFUSION DEL NUEVO


CONOCIMIENTO

Los agentes externos, funcionarios y expertos c o ­


munes y corrientes, co m o los intelectuales a c a d é ­
micos o formales, no enfren tan m ayor problem a,
en cu a n to a la producción y difusión de sus c o n o c i­
m ientos o técnicas, que escribir un inform e bajo su
propia responsabilidad, hacerlo llegar a los colegas
o a las autoridades superiores, publicarlo p o r su
cuenta o a costa de terceros, y esperar a que la c r í­
tica form al to m e no ta de esa “ contribución a la
ciencia” y le dé paso hacia las bibliografías técnicas.
Los p o lítico s tam p o co exp erim en tan m ayores p r o ­
blemas en este cam po: sim plem ente ofrecen a la
gente sus im presiones superficiales y p ro ced en a
organizar su orgía de migajas con ofertas, regalos,
puestos y prom esas varias que fom entan el tra d ic io ­
nal clientelismo.
La experiencia de los tres países confirm a que en
la investigación-acción participativa tales pasos a c a ­
démicos y políticos son incongruentes con la b ú s­
queda del p o d er popular. La IAP postula que el c o ­
nocim iento o b te n id o sobre el terren o y som etido
luego a un serio proceso de sistem atización u o r d e ­
n am iento para la com prensión cabal de los prop io s
recursos, no pertenece al investigador ni al activis­
ta involucrado en las tareas. El inform e final sigue
siendo propiedad de la com unidad investigada, la
cual tiene el derecho prim ario a conocer los resu lta­
dos, discutirlos, digerirlos para sus propósitos y a u ­
torizar las publicaciones.
11Z

Existe, pues, una obligación de “ devolver” la in­


formación procesada a sus legítim os dueños, esto
es, de retroalim entarlos m ediante u n a especie de
popularización respetuosa y de b uena calidad. Esta
“ devolución” form a parte de la praxis de la investi­
gación participativa (no es asunto separado d e ella),
porque constituye p tro elem ento de la vivencia co­
lectiva que impulsa las m etas de la transform ación ,
social. A q u í no se acepta la disyuntiva clásica de
que las encuestas vayan por un lado y las publica­
ciones por o tra: en la IAP to d o es convergente, y la
publicación tam bién se evalúa d en tro del contexto*
de la acción y con el propósito de continuarla.
El procesam iento, necesario para que el saber
obtenido se torne sistem ático, es decir, científico
formal, no es tam po co m o no po lio de los agentes ex­
ternos, porque en ese esfuerzo pued en y deben in­
tervenir críticam en te las bases. Ellas tam bién son
capaces de sistematizar, com o lo dem uestran diaria­
m ente en su sabiduría práctica los padres de familia,
los yerberos de Ixm iquilpan en el valle del Mezqui-
tal, y los botánicos de El Cerrito, entre otros. Claro
que no lo hacen supeditados a la racionalidad “ cien:
tífica universal” , cartesiana o kantiana, sino a la
suya propia, de índole em pírica; pe^o ésta logra a !
veces m ayor eficacia y ex actitu d que la otra en los
contextos de las bases. No o b sta n te, es ciertp que
en el procesam iento la asesoría paciente e imagina­
tiva de los cuadros externos resulta más significati­
va que en otras etapas del trabajo de cam po, siem­
pre y cuando se cuide de no arrollar y saturar con
sus conceptos especializados el proceso de análisis,
y de no falsear los propósitos de avance de la con-
cientización, desalienación o politización que se
busca en el poder popular. En otras palabras, se ne­
cesita de ambas racionalidades —la académ ica y la
4 i -* * i v i / n w u . x v 1 1 J

empírica— para dar el paso que q uería Gramsci, del


sentido com ún hacia el “ buen se n tid o ” y la acción
ilustrada.
Este delicado equilibrio ideológico-técnico se vio
con claridad en El R egadío, d o nd e el censo c o m u ­
nal no fue tarea solam ente de los cuadros de plani­
ficación que in tro du jero n la idea, sino que lo a su ­
mió prim ero el com ité cam pesino de coordinación
local, y luego lo corrigieron y tab ularon los vecinos,
que volvieron a discutir los resultados antes de ela­
borar el inform e final.
De este m o d o la “ d evolución” no fue un p ro d u c ­
to elaborado sólo ex tern am en te, o tra íd o de afuera
como u n regalo y co m o resultado de un ejercicio
entre exp erto s o ideólogos sentados en un b u fete
urbano o en una mesa con co m p u tad o ras, sino m ás
bien un paso en la form ación de un pensam iento
popular del que derivan expresiones prácticas y p o ­
líticas, y que hace parte integral de la investigación-
acción.
Se evitó así la jeringonza asustadora de la té c n i­
ca y la ciencia tradicionales, que las vuelve inasibles
y mágicas y que aparta a los doctores y técnicos c o ­
mo si fueran una casta superior, sin cerrar el grifo
de las ideas y con ceptos nuevos ni rechazar las té c ­
nicas asequibles y dom inables que se siembren en
las masas. Ind ud ablem ente, éstas hay que saberlas
aplicar, y no de m anera dogm ática e impositiva c o ­
mo p o d ría resultar de un a mala asimilación de p re ­
ceptos revolucionarios, co m o el m u y conocido de
Mao Tse-tung^ “ de las masas a las m asas.” En este
caso se ignoraría la capacidad sistem atizadora p r o ­
pia de las masas para concederla sólo a cuadros
selectos. Sabem os que es posible proceder com o se
sugiere en la IAP, si se reúnen la inteligencia, la
adaptabilidad y la transparencia necesarias.
I 14

Como en el ejemplo de El Regadío, ayuda recor­


dar que el propósito central de la investigación acth
va no es “ hacer ciencia” porque sí ni “ hacer que
arda la prad era” , aunque ello p u eda ocurrir por
otros motivos, sino prom over el cam bio significati­
vo en la praxis, de m anera convergente, por con­
ducto de bases esclarecidas, con el fin de que éstas
ejerzan bien el p oder que les corresponde en la de­
fensa de sus intereses de clase. En este c o n te x to , la
popularización del con o cim iento y de las técnicas
implica un ejercicio práctico del saber colectivo pa­
ra los grupos y clases que habrán de difundir y
aplicar a nivel de base el con ocim iento sistemático
‘oobtenido. .
De allí que la devolución de co nocim ientos y
técnicas, así entendida, no se reduzca a publicar li­
bros o folletos sino que ado pte m uchqs form as que
van desde m apas ágrafos (sin letras) hasta películas
sonoras donde los actores son las propias gentes del
pueblo, y diversos p roy ecto s y actividades com una­
les de m ejoram iento económ ico. Bosquejan en con­
ju n to m éto d o s de educación no fo rm a l para adul­
tos, en los que se suman los esfuerzos de los investi­
gadores participativos con los de educadores y
p ro m o to res concientizadores o liberadores.
El pro p ó sito de las com unidades al participar en
una investigación-educación no form al de este tipo
y esperar los resultados tiene diversas expresiones.
En San A gustín A tenango, la recuperación cultural
se dirigió a pro d u cir un folleto para los jóvenes co­
m o “ herencia que les vamos a dejar” , con el fin de
conocer la verdadera historia del pueblo y defender
sus tradiciones con miras a co m b atir la explotación
secular. La gente, constituida en taller de discusión,
participó en la sistematización de los d ato s y en la
confección del folleto, que h u b o de redactarse en
RECONOCERSE y aprender 115

mixteco y en español. Este es en resum en un m a te ­


rial d o ce n te sencillo para las bases, dirigido a p e rso ­
nal preletrado , con ab u n d a n tes ilustraciones y p o co
texto. Lo m ism o se ha hecho desde 1972 en la re-'
gión de El Cerrito y en la Costa A tlántica c o lo m ­
biana con los folletos “ L o m ag ran d e” , “ El B o c h e”
y “ T inajones” . Para indígenas ágrafos del Cauca se
han diseñado “ m apas p arlan tes” d on d e no a p a re ­
cen sino figuras significativas que los cuadros u
otros activistas discuten verbalm ente con la gente.
De m anera similar, en el valle del Mezquital se han
utilizado “ árboles sociales” que representan el sis­
tema sociopolítico y económ ico nacional, técnica
inductiva basada en el d ebate grupal. Se trata de
materiales de devolución de “ nivel c e ro ” cu an d o
son to ta lm e n te ágrafos, y de “ nivel u n o ” cu and o
se com binan figuras y frases cortas con ilu stracio ­
nes fieles a la realidad, al estilo “ com ics” .
C uando los folletos, con las mismas ideas y m e n ­
sajes, se elaboran más con el fin de impulsar el av an ­
ce ideológico y conceptual de los cuadros, resultan
folletos de “ nivel d o s” , co m o se ha hecho en el
Cauca y en la costa colom biana y en el M ezquital.
Y al traspasar el “ nivel tre s” resultan ensayos y li­
bros m ás com plejos y teóricos diseñados con los
mismos m ateriales para cuadros avanzados y para
intelectuales, co m o tam bién se ha ensayado en a m ­
bos países. Idealm ente, según este esquem a, los m a ­
teriales deberían producirse sim ultánea o c o o rd in a ­
damente en los cu atro niveles con sus diferentes
estilos y form as; ya se ex p erim en tó com binar los
niveles dos y tres en una m ism a p ro d u cció n , en la
serie de estudios titulada “ Historia doble de la C os­
ta” (de O rlando Fals Borda en Colom bia) en la q u e
se incluye el caso de El C errito y su región. El p r e ­
sente inform e tiene dos de tales niveles (dos y tres).
116 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR ’

Pero estos niveles de devolución escrita, como


viene dicho, no son excluyentes y sólo constituyen
una parte de las posibilidades que este m éto d o ofre­
ce. Cuando el trabajo de com unicación de la IAP
se reduce, se cae en la tram pa de la esclavitud de la
letra escrita, que no es pauta cultural de la gente
común. Dada a la tradición oral, m uchas veces la j
gente “ no reconoce en los folletos a su h ijo ” : és­
tos se ven como algo artificial, de nuevo bastardea­
dos por intelectuales irrespetuosos. A parecen, pues,
otras formas de devolución y popularización técni­
ca que envuelven elementos materiales de desarro­
llo y aplicación local de las ideas sistematizadas, pa­
ra progreso inmediato de las bases. En San Agustín
Atenango, por ejemplo, se creó un centro de capa- .
citación de cuadros locales; se puso en orden por
años al viejo archivo de la presidencia (alcaldía)
municipal; se creó un fondo com unal de investiga­
ciones para viajes de consulta en los archivos de la
ciudad; se completó un m anual sencillo de contabi­
lidad, en mixteco, para facilitar el co n tro l contable
de la’cooperativa de jito m ate, se crearon talleres de
la artesanía revivida (alfarería, sa stre ría ); se hicie­
ron y conservaron grabaciones de entrevistas con
autoridades y fuentes de inform ación con el fin de
constatar datos y retar a los funcionarios negligen­
tes; se enseñó a tom ar fotografías y se explicó su
uso para fines organizativos y de movilización.
Bien puede afirmarse que p o r las técnicas de de­
volución y educación popular no form al, no sola­
m ente se sistematizó un pensam iento p o lítico po­
pular, sino que se socializó el con o cim iento al re­
gresar al cauce comunitario de d on de h ab ía surgido,
enriqueciendo el buen sentido y dejando en la re
gión una batería de herram ientas investigativas y de
acción que envidiarían algunas universidades. Que­
RECONOCERSE y aprender 117

daron así los h ab itan tes del lugar m ejor aviados p a­


ra ejercer y d efen der el p o d er popular y el c o n tr a ­
peso político com unal en casos necesarios.
En El Cerrito, las técnicas de devolución sistem á­
tica y de educación p o pu lar incluyeron los folletos
ya descritos; u n a grabación resum ida de la historia
del pueblo, dram atizada, con fines de rep rod u cció n
local y en el seno de las familias; exposiciones de
fotos locales en cartulinas, p o r tem as y sin leyendas;
sonovisos sobre problem as concretos de la c o m u n i­
dad (la salud, la vivienda); a rtícu lo s de prensa local
sobre los mismos y o tro s tem as, escritos por u n o de
los cuadros dirigentes; program a semanal de rad io
organizado con intervención directa de m iem bros
de la com unidad, que sirvieron para generalizar la
inform ación y o b te n e r ap oy o s más allá de la c o ­
m unidad; y canciones vallenatas (género musical
costeño colom biano) de p ro testa social y p o lítica
com puesta po r un m úsico del caserío, que se a p re n ­
dieron hasta los niños. De la misma m anera, los p e ­
riódicos populares locales del n o rte del Cauca, co m o
“Correo p o p u la r” , “ R ueda suelta” y “ O pinión de
Villarrica” , han ju gad o papel im p o rta n te en el M o ­
vim iento regional.
En Nicaragua, co m o se proclam ó oficialm ente en
1981, los procesos educativos se hallan enm arcados,
según el Ministerio de E ducación, en el p ro p ó sito
de “ im pulsar el proceso revolucionario, eliminar el
egoísm o, el individualismo y el o p o rtu n ism o , y
contribuir a form ar al h o m b re nuevo y a la nueva
sociedad.” Metas tan loables convergen con los tr a ­
bajos y la filosofía de la IAP, y así se co n stató en
El Regadío. Allí se ex p erim en tó con el censo co ­
m u nitario, que u na vez diseñado en Managua, reci­
bió el beneficio de la devolución, ensayo y c rítica
com unales p o r m edibí'i4 é ',gí^fi¿6iS y resúm enes en
» 3 U Ó V « ;A L 'J íS -A N ü f c . - *
118 CONOCIMIENTO Y PO DER POPULAR

cartulinas grandes ( “ sábanas” , en M éxico), lo que


aum entó su efectividad co m o in stru m e n to de estu­
dio y au to ex am en . Se lanzó un periodiquillo local,
“ Sem brando f u tu r o ” , hecho e im preso en la propia
com unidad con esténciles rústicos y m im eógrafo de
madera, previo concurso de letra y dibujo. Se pre­
paró un sociodram a y un em ocio n an te audiovisual
con intercam bio directo entre técnicos fotógrafos
del Estado y m iem bros de El Regadío en cuanto a
tema, guión, edición y actuación , audiovisual que
está recorriendo el m u n d o bajo el auspicio del Vi­
ceministerio de Educación de A du ltos de Nicaragua.
Se transform aron los CEPs locales en entidades
p ro m otoras de las cooperativas agrícolas y ganade­
ras del vecindario, apo yad os en el conocim iento
nuevo y se institu y ó un com ité flexible de coordi­
nación, capaz de estudiar y actuar, co m b in an d o el
folleto con el fusil, en especial para enfren tar con
plena convicción a los “ c o n tra s” que incursionaban
desde la fro ntera de la cercana H onduras.
Es fácil advertir que el secreto de la eficacia mo-
vilizadora de la devolución sistemática tiene dos
fases: 1) “ q u e b ra r” y dom in ar el código del lengua­
je y de los sím bolos com unicativos de los grupos
populares para que sea asimilado p o r los cuadros
externos o activistas, y 2) “ co n gelar” el código del
lenguaje especial y sofisticado de los propios cua­
dros, proveniente de su capacitación técnica o p o lí­
tica, que los aleja innecesariam ente de las bases al
erigir barreras en la com unicación recíproca.
El problem a no es de difícil solución. Desde ha­
ce m uch o tiem po filósofos co m o H obbes y Kant
han reconocido la función com unicativa real de lo
que se llama lenguaje in ten cio n a l que, a diferencia
del “ c ie n tífic o ” o “té c n ic o ” , reúne el vocabulario
directo del querer, aspirar, razonar y creer, de la
RECONOCERSE y aprender 119

gente del co m ú n, vocabulario con el cual se explica


la co n d u c ta cotidiana. (En sociología se in te n tó ,
desde D urkheim , desarrollar un vocabulario a lte r­
nativo técnico que, lejos de aclarar la realidad e s tu ­
diada, la volvía oscura e innecesariam ente difícil).
Como lo que se busca es claridad y fluidez en la
com unicación, mal harían los cuadros en no d o m i­
nar el lenguaje intencional de los grupos con los
cuales entran en co n tacto .
Lo ideal radica en establecer canales de c o m u n i­
cación horizontal com o los m en cionados o co m o
los que prim an, p o r ejem plo, entre un cam pesino
politizado y o tro . De allí proviene la certeza de que
no hay m ejor con cien tizado r que un m iem bro de la
misma clase social cuando éste aprende a trad u c ir a
términos com unes el nuevo mensaje político o té c ­
nico, porque aquél trae consigo la b atería co m p leta
de los códigos locales de com unicación y el lengua­
je intencional. Así se ha observado y practicado
especialmente en el Mezquital. Tal identificación se
registra hasta en los audiovisuales, pues hemos visto
que su eficacia com o m edio guarda una proporción
directa con quienes los p roy ectan o presentan: el
diálogo que los audiovisuales suscitan depende de
los térm inos de la relación personal existente entre
el co m u n icad o r y la com unidad.
El efecto p o lítico de la com unicación no se c o n ­
sigue desligando el discurso de las necesidades c o n ­
cretas de la gente y de sus form as y sím bolos de
expresión. G ritar y acusar, digamos, al imperialis­
mo al estilo rutinario y repetitivo de los activistas
de izquierda, en estas circunstancias, es com o una
“procesión con m ariachis” . El efecto buscado se
alcanza m ejor con u na canción bien hecha, o con
un verso inspirado en la ex plotación de industrias
120 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

multinacionales que contam inan o destruyen el am­


biente en la región.
Más diciente que el discurso vociferante resulta a
veces la a c titu d m ism a del orador o expositor, lo
que prueba el valor de los sím bolos en el nivel de la
cultura p opular y en la com unicación horizontal.
Así, los gestos cuentan ta n to o más que las palabras
Hay hasta un código tactilar: las form as de abrazar
y apretar la m ano (aprendidas intuitivam ente por
p olíticos hábiles), de expresar co rpo ralm en te afec­
to o repudio, constituyen p atro n es de conducta
regional que tod o activista, edu cad or o investigador
participante debe cultivar, p orq ue son parte del có­
digo de enlace con las bases dinamizables.
En térm inos generales, hay que co n o cer también
el m anejo real y la arqueología de las palabras utili­
zadas por el pueblo, pues los m ism os sonidos silábi­
cos envuelven sentidos distintos y producen efectos
contradictorios, m acondianos u orwellianos.
En el Mezquital, la idea de “ c ré d ito ” , esclavizan­
te para los campesinos, co n n o tab a o tra cosa para
los técnicos, que lo veían com o un buen servicio
bancario y para los vecinos, el con cepto de “ enfer­
m e d ad ” no era, confo rm e a la visión de la medicina,
la descomposición de un m ecanism o, el cuerpo, al
que se aprietan los tornillos flojos, sino la “ pérdida
de lib e rtad ” en su co n ju n to h u m a n o . R esultó más
convincente en Puerto Tejada hablar de “ em pobre­
cim iento” que de “ pro letarizació n” o “ descom po­
sición de clase” ; las categorías “ re m u n e ra d o ” y
“ no rem u n e ra d o ” no se entendieron en El Regadío.
Para m uchos, “ subversión” , equivalía a terror y
delincuencia; y fue más movilizadora la imagen del
“ cerco verd e” en el Cauca para denunciar la inva­
sión de los ingenios de caña, que la prop uesta de
“ revolución verde” o “ agroindustria” de los inte­
reco no cerse y a pr e n d e r 121

lectuales de afuera. En Nicaragua, ciertos cam pesi­


nos oyero n p o r prim era vez la palabra “ d em o cra­
cia” en los años de la Insurrección antisom ocista,
sin llegar a cap tar su significado.
Además, el lenguaje popular no es vulgar, sino
muy literario y lleno de sonoridad. Viene e n riq u e­
cido con fábulas, com paraciones y m etáforas sin
fin: la “ culebra az u l” del Cauca, las aventuras e x ­
traordinarias de C rucito Mina, los cuen tos infantiles,
la imaginación “ m am agallista” o burlona. Los c a m ­
pesinos ex perim en tan con la dicción para inventar
i frases y giros que gram aticalm ente serían incorrec-
' tos, pero frescos y exactos para describir situaciones:
así se entienden m ejor.
Los cu entos y narraciones populares son infini­
tos y siempre nuevos, p o rq u e no hay una versión
igual a otra, aunque el tem a sea el mismo. No se a n ­
quilosan ni cristalizan en esquemas finales. Siempre
están vivos.
T odas las anteriores técnicas de com unicación
oral intencional, con gestos y sím bolos ad e cu a­
dos, se transm iten en la cultura popular de genera­
ción en generación, van en la sangre. Por eso, a u n ­
que posible, es difícil que sean asimiladas por gentes
extrañas. La com u nión de esfuerzos con los n a rra ­
dores locales resulta así conveniente cuando se
quieren intercam biar ideas nuevas por la base con
fines de concientización y politización.
El no haber “ q u e b ra d o ” ese código p op ular ni
“ congelado” el propio de los cuadros ha sido un a
de las causas de la frustración de los intentos e m ­
prendidos p o r las izquierdas de nuestros países para
adelantar sus pro yecto s políticos.
DISCUSIÓN CONCEPTUAL
PARA REFLEXIÓN DE C U ADRO S
(Nivel Tres)
8. En torno al p o d er popular y la IAP.
9. Lecturas adicionales.
8. EN TORNO AL PODER POPULAR Y LA IAP

Hagamos ahora u n a in terp retación teórica y c o n ­


ceptual de co n ju n to de lo que se ha venido e x p o ­
niendo. N uestras experiencias con las com unidades
campesinas del valle del M ezquital, San A gustín
A tenango, El R egadío, El Cerrito y Puerto Tejada
nos p erm iten en ten d er m ejo r un proceso que c o m ­
bina la investigación científica y la acción p o lítica
para tran sfo rm ar radicalm ente la realidad social y
económ ica y con struir el p o d er p opular en b en e fi­
cio de los explotados. A este com plejo proceso,
que incluye la educación de adultos, el diagnóstico
de las situacio nes, el análisis crític o y la práctica
com o fuentes de co no cim iento para ah o n d ar en los
problem as, necesidades y dim ensiones de la reali­
dad, lo hem os d en o m in ad o Investigación-Acción
Participativa, IAP. Con ello se busca diferenciarlo
de o tro s tipos de investigación-acción que no están
por el cam bio social sino p o r la conservación y d e ­
fensa del statu q u o , co m o el pro p u esto p o r K u rt
L ew in.
Se infiere entonces que la IAP no es exclusiva­
m ente un pro ced im iento investigativo ni u na té c n i­
ca de educación de ad ulto s ni u na acción política.
Presenta a la vez to d o s estos aspectos, com o tres fa­
ses no necesariam ente consecutivas que pueden
com binarse en u n a m eto d o lo g ía d en tro de un p r o ­
ceso vivencial, es decir, en un procedim iento de
* co n d u cta personal y colectiva que se desenvuelve
126 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

durante un ciclo productivo satisfactorio de vida y


de trabajo. Dicha m etodología vivencial —de vida y
trabajo productivos— implica un conocim iento se­
rio y confiable cuya mira es la edificación de un
poder, o contrapoder, que pertenezca a las clases y
grupos pobres, oprimidos y explotados, y a sus
organizaciones auténticas.
Los propósitos finales de esta form a especial de
combinar poder y conocim iento den tro de un pro­
ceso continuo de vida y de trabajo son: 1) Capaci­
tar a las clases y grupos explotados para engendrar
con eficacia el peso transform ador que les co­
rresponde, traducido a proyectos, obras, lucha y
desarrollos concretos, y 2) Producir y elaborar el
pensamiento sociopolítico propio de tales bases p o ­
pulares. La evaluación de los objetivos se cumple
en la práctica, m ediante el examen de los resulta­
dos obtenidos por el proceso de la IAP. Com o di­
cen los campesinos: “Ver para creer.”
El poder-conocim iento creador se expresa en ex­
periencias pluralistas que conducen a un tipo de
democracia mucho- más participativa, directa o
autogestionaria que la observada hasta ahora en el
sistema representativo. Una democracia participati­
va en la cual no habría lugar para las vanguardias
dogmáticas ni para mecanismos o instituciones m a­
nipuladores, porque las masas se harían respetar en
sus propios térm inos y condiciones. Por lo mismo,
se define el p o d er popular com o la capacidad de los
grupos de base (explotados hoy por sistemas socio­
económicos) de actuar políticam ente y de articular
y sistematizar conocim ientos (el propio y el exter­
no), de tal m anera que puedan asumir un papel pro-
tagónico en el avance de la sociedad y en la defensa
de sus propios intereses de clase y de grupo.
DISCUSIÓN CONCEPTUAL 127

' La aplicación de esta m etodología de vida y tra ­


bajo productivos en las com unidades rurales m e x i­
canas, nicaragüenses y colom bianas m encionadas,
entre 1972 y 1983, perm itió avanzar en la consi­
deración de dos grandes problem as teóricos:
1. Las implicaciones que en la conducta co tid ia ­
na, personal y colectiva, supone la percepción de la
realidad del am biente y del m un do c o n te m p o rá ­
neos, y
2. Los efectos que entraña una lucha consciente
del pueblo para m ejorar las condiciones existentes
de vida y de trabajo, y para defender y llevar a té r­
mino cambios significativos o revolucionarios en la
sociedad m ediante m ecanismos de contrapeso p o lí­
tico, internos y externos, en relación con los siste­
mas dom inantes (contrapoder).
Proponem os dos lecciones generales para asum ir
y ejercer el poder popular com o lo hemos p la n te a ­
do aquí:
1) Saber interactuar y organizarse con dichos fi­
nes, y
2) Saber reconocerse y aprender dentro de estos
contextos.
Nada parece nuevo a primera vista en las dos lec­
ciones propuestas. Muchos observadores dirían que
tales tesis vienen im plícitas en la literatura co rrien ­
te sobre desarrollo económ ico y social. No o b s ta n ­
te, hay diferencias significativas de concepción y
organización entre la form a desarrollista y la parti-
cipativa.
La principal discrepancia entre am bos discursos
contiene justificaciones ontológicas. Como se sabe,
y en este p u n to los textos de F oucault sobre la ar­
queología del conocim iento nos secundan, el dis­
curso desarrollista conlleva el manejar con cep to s
tales com o pobreza, tecnología, capital, crecim ien­
128 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

to, valores, etc., definidos desde el p u n to de vista


de las sociedades ricas e industrializadas, donde
precisamente se originó esta teo ría, conceptos es­
tructurados en un conjunto intelectual coherente
con el fin de racionalizar, justificar o defender el
predominio mundial de tales sociedades.
Por el contrario, el discurso participativo o con­
tradiscurso iniciado en el Tercer M undo —quizá
como respuesta endógena al o tr o — postula una or­
ganización y estructura del conocim iento tendiente
a que las sociedades dominadas, pobres o subdesa-
rrolladas puedan articular y defender su posición
sociopolítica y económica con base en los propios
valores y capacidades. Se aspira entonces a que ac­
túen para liberarse de aquellas formas opresivas y
explotadoras de p oder que han venido propagándo­
se desde los países dom inantes, con la mediación
de élites locales entreguistas. De esta manera se al­
canzarían pautas de vida satisfactorias para todos.
Así, otro W eltanschauung más hum ano estaría
emergiendo del m undo explotado.
Un equilibrio creador y una confrontación posi­
tiva entre am bos discursos se to rnan necesarios p a­
ra frenar las fuerzas destructivas que se han desata­
do por el m un do , no por voluntad de los pobres y
oprimidos, evidentem ente: la carrera arm am entista,
la injusticia flagrante, las empresas abusivas, las éli­
tes egoístas y despilfarradoras, la explotación ram-
pante e inhumana. La IAP puede hacer una con tri­
bución im portante en este cam po del conocim iento
y de la acción para el progreso social.
* *

La primera lección que nos ofrecen nuestras ex­


periencias —interacción y organización— se funda
DISCUSIÓN CONCEPTUAL 129

en la idea existencial de vivencia o Erlebnis, tal co ­


mo la propuso el filósofo español José Ortega y
Gasset. Por la vivencia de una cosa intuim os su
esencia, aprehendem os su realidad, sentimos, goza­
mos y entendem os los fenóm enos cotidianos, y ex ­
perim entam os nuestro propio ser en su co n te x to
total. En la IAP, la vivencia se com plem enta con
otra idea: la del com prom iso auténtico, derivada
del m aterialismo histórico y del marxismo clásico
(Undécim a Tesis sobre Feuerbach: “ Los filósofos
no deben contentarse con explicar el m undo, d e­
ben tratar de tran sfo rm arlo ” ).
La vivencia com prom etida aclara para quién son
el conocim iento y la experiencia adquiridos: para
las bases populares. Reconoce además, dos tipos de
animadores o agentes de cambio, desde el p u n to de
vista de las clases y unidades explotadas: los e x te r­
nos y los internos, a quienes los unifica el propósi­
to ( telos) de cum plir m etas com partidas de tran s­
formación social.
A mbos, externos e internos, aportan al proceso
de cambio su conocim iento, técnicas y experiencias.
Como estos elem entos del saber se basan en co n fo r­
maciones diferentes de clase y racionalidad (la una
cartesiana y académica, la otra experiencial y p rác­
tica), se crea entre ellos una tensión dialéctica cuya
problem ática sólo se resuelve con el com prom iso
práctico, esto es, en la praxis concreta. Pero la su­
ma del conocim iento de am bos tipos de agentes
permite adquirir un cuadro m ucho más correcto y
com pleto de la realidad que se desea transform ar.
Aunados, el conocim iento académico y el co no ci­
m iento popular abren paso a un conocim iento cien­
tífico total de índole revolucionaria (¿hacia un
nuevo paradigma?) que rom pe el injusto m o n o p o ­
lio de clase.
130 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

Dicha tensión dialéctica en la praxis lleva a re­


chazar la relación asimétrica de sujeto/objeto que
caracteriza la investigación tradicional académica
y las pautas corrientes de la vida cotidiana. Según
la teoría participativa, aquella relación debe con ­
vertirse en sujeto/sujeto. Precisamente la quiebra
del binomio asimétrico es la esencia del concepto
de participación como se entiende en el con tex to
de este libro y en las expresiones de la rutina diaria
(familia, salud, educación, política, etcétera).
Participar es, por lo ta n to , el rom pim iento vo­
luntario y vivencial de la relación asimétrica de su^
misión y dependencia, im plícita en el binom io su­
jeto/objeto. Tal es su esencia auténtica.
El concepto general de participación auténtica
que proponem os aquí, se enraiza en tradiciones
culturales propias del pueblo raso de nuestros p a í­
ses y en su historia real (no la elitista), convergen­
tes con sentimientos y actitudes altruístras, co o p e­
rativas, comunales y verdaderam ente democráticas.
Este concepto se enraiza en valores populares esen­
ciales que sobreviven desde la praxis original a pe­
sar del destructivo im pacto de conquistas armadas,
violencias e invasiones foráneas de to d o tip o , valo­
res resistentes basados en la minga, la ayuda m utua,
el brazo prestado, la ham aqueada de enfermos, el
uso comunal de tierras,Tejidos, bosques y aguas, la
familia extensa, el matrifocalism o, y tantas otras
prácticas sociales antiguas que varían de una región
a otra, pero que constituyen las raíces de “ nuestra
participación” . No necesitamos, pues, de otro s re­
ferentes filosóficos o racionales, p rofu n do s o leja­
nos, que provengan de culturas y tradiciones in te­
lectuales o académicas diferentes, o de o tros co n ti­
nentes.
DISCUSIÓN CONCEPTUAL 131

El reconocim iento de nuestra participación


auténtica, constructiva y altruista, com o vivencia
real y propia de nuestras gentes y con ellas, debería
disminuir las distinciones entre los intelectuales
burgueses y el pueblo de base; entre la vanguardia
elitista y las masas; entre expertos (tecnócratas) y
prod ucto res directos; entre burocracia y clientela;
entre el trabajo manual y el m ental. De allí la c a p a ­
cidad inm ensam ente dinámica e innovadora que
tiene el rom pim iento del binom io sujeto/objeto en
nuestra práctica, al perm itir rechazar dogm atism os
y estructuras verticales autoritarias, planificadas o
centralizadas, así com o pautas tradicionales abusi­
vas de explotación y dom inio a varios niveles. Por
ejemplo, en este co ntexto la dirigencia resultante
(llamada vanguardia) sería com o un equipo contra-
elitista enraizado en las masas concientizadas de las
cuales adquieren legitimidad y vida. Las masas le­
vantadas y conscientes constituyen la verdadera
vanguardia. Así, el equipo dirigente ha de abogar
por una filosofía distinta de la vida y el trabajo:
debe m ostrar capacidad au to crítica, y ser servicial,
técnicam ente idóneo y em pático con la gente. No
será impositivo sino consensual, y sus m iem bros no
establecerán jerarquías sino que serán anim adores
catalíticos del proceso p o r p erío d o s determ inados.
En otras palabras, la búsqueda com partida de es­
tas m etas en la práctica social, educativa y política
convierte a tod os aquellos que intervienen en ella
en intelectuales orgánicos de las clases trabajadoras
sin que medien jerarquías perm anentes. Una p ru e ­
ba del éxito de estos intelectuales reside en volverse
eventualm ente redundantes en sus localidades de
trabajo, es decir, en asegurar que el proceso de
* transform ación popular siga su curso aun sin la pre-
132 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

sen eii tísica del agente externo, del anim ador o


t XIÜKI¿O
Lo anterior implica que no to do lo que hoy se
ilanti participación” es participativo. Existen as­
pe ctos, tanto voluntarios com o im puestos desde
r.rrtba, c a e han de tom arse en cuenta en los proce­
ro contem poráneos de acción política y social. En
Mvicular, los políticos nacionales y extranjeros
car exhibido la tendencia de asentar su filosofía de
•i Participación popular en la limitada definición
que ofreció Samuel H untington en 1976: la partici­
p ación ¡popular busca “afectar el proceso de deci­
siones del gobierno.” Claro que esto no es partici­
p a ció n según los estándares de la IAP, puesto que
los gobiernos no constituyen referentes últim os
(sor1 ios pueblos mismos), com o lo reconocen poli-
túiogos críticos com o Seligson, B ooth y Gran,
quienes admiten las complejidades del proceso par-
íicipativo en la vida real.
Tam poco satisfacen las tesis de Jaroslav Vanek
sobre la “ econom ía participativa” , que recom ienda
a los países del Tercer M undo pese a la opinión del
autor de que los poderosos podrían aprender “ algo
fundam entalm ente b u e n o ” de los pobres y débiles
con eí fin de consolidar un “m ejor nivel de respeto
e n tre las naciones.” No satisfacen, porque Vamek
redujo su análisis a teorías de equilibrio y conver­
gencia enraizadas en el discurso desarrollista que,
c o m o se sabe, falla precisamente porque no ha asi­
m ila d o sino selectivamente lo “fundam entalm ente
b u e n o ” de los países dependientes.
Los principios sobre interacción y organización
en la praxis nos llevan a reconocer otras consecuen­
cias im portantes: que el trabajo de la IAP aspira a
timar sus propios espacios para extenderse en el
tiem po y horizontal y verticalm ente, en las comar-
DISCUSIÓN CONCEPTUAL 133

cas; para saltar de lo micro a lo m acro, y para ad­


quirir una definida dimensión política. En esta
últim a reside el aspecto evaluativo o aplicado final
del m é to d o , la posibilidad de form ar teoría al tie m ­
po con la acción, o en o tros térm inos, ir cim en tan ­
do los criterios prácticos de validación del co n o ci­
m iento a m edida que éste se adquiere.
Además de los conceptos centrales de cultura y
etnia, sobresale el de región (dentro del co n tex to
de la formación social) com o elem ento clave en la
interpretación de la realidad según el m étodo de la
IAP, para fines de construir mecanismos de c o n tra ­
peso político hacia d entro y hacia fuera de las orga­
nizaciones populares. Así se entienden m ejor las
estructuras explotadoras derivadas de caciques y
•caudillos tradicionales, y las alianzas y sumas de
fuerzas hacia coy un tu ras revolucionarias con un
nuevo liderazgo o vanguardia esclarecida. El ap orte
de los agentes catalíticos externos es fundam ental
para unir lo local a lo regional y, eventualm ente, a
lo nacional y m undial. Se logra así sintetizar lo par­
, ticular y lo general, la formación social y el m o d o
de producción.
La dinámica creadora que se desenvuelve con la
IAP puede llevar asimismo a prop on er la c o n s titu ­
ción de un nuevo tipo de E stado que sea m enos
exigente, .controlador y p rep o te n te, inspirado en
valores raizales positivos y alim entado por co rrien ­
tes culturales au tó cto nas congruentes con un ideal
hum ano y dem ocrático. Un Estado com o éste no
sería imitativo de m odelos históricos cuyas fallas se
aprecian con facilidad, ni tam poco copia de d e m o ­
cracias representativas com o se han conocido. En él
se in ten taría distribuir m ejor el poder-conocim ien­
to entre sus constituyentes, para asegurar un equili­
brio más sano entre Estado y Sociedad, con m enos
134 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

controles centrales leviatánicos, más creatividad en


las bases, m enos Locke y más K rop otkin , esto es, el
retorno a la escala de lo hum ano que se ha venido
perdiendo con el paso de la historia reciente.
En general, con la IAP se hace factible resolver
contradicciones principales en una región con ele­
m entos endógenos e indígenas y hasta aliviar los
conflictos suscitados por el nacionalismo chovinista.
Al promover actividades que com binan directam en­
te el conocim iento con el poder y la acción p o líti­
ca, la IAP adopta un nuevo cariz y abre las posibili­
dades de aclarar lo que es o debe ser la “m ilitancia” .
Con las técnicas de la IAP la gente se moviliza de
las bases hacia arriba y de la periferia al centro,
para conform ar m o vim ien to s sociales en lucha por
la participación, la justicia y la equidad, sin pensar
necesariamente en fundar partidos jerárquicos en ­
tendidos a la manera tradicional.
Tales tareas de naturaleza sociopolítica no p u e ­
den planificarse estrictam ente ni generalizarse o co ­
piarse acríticam ente, puesto que implican sistemas
sociales abiertos, coyunturales, sin plazo fijo, que
persisten —cada cual según su visión cultural y su
manera p o lítica— hasta cuando arriban a las m etas
propuestas. La empresa puede llegar a ser tan dura
com o la de Sísifo em pujando la roca cuesta arriba.
Pero recordem os a propósito que m uchas de las
m etas de hoy fueron ya planteadas por los cartistas
ingleses hace siglo y m edio, apenas con éxito parcial.
De todos m odos, el desarrollo indefinido y abier­
to de las luchas, com o se observó en los tres países
estudiados, dem uestra sin lugar a dudas que hay
flujos y reflujos originados en fallas personales de
los cuadros activistas, en la represión oficial, en las
guerras internas y externas, los ritm os ecológicos y
la carencia de recursos materiales, to d o lo cuaWiace
I
1 DISCUSIÓN CONCEP1 UAL 135

fracasar a las com unidades y ceder ante la violencia


, estructural de las formas antiguas, señoriales o capi­
talistas de explotación, opresión y dependencia.
Persistir en to d o s los terrenos y a largo plazo es,
por tantos parte integral del trabajo de la IAP, de la
. lección endógena de organización e interacción de
/ las bases populares.
Ello no obsta para que los esfuerzos organizati­
vos e interactivos —m ecanismos del co n trap o d er o
contrapeso p o lítico p o p u la r— se proyecten en el
plano internacional. En efecto, existen ya im p o r­
tantes instituciones de apoyo a la iniciativa, que
responden a este especial y quizá inesperado reto
del Tercer M undo. Se trata de organismos no gu­
bernam entales, fundaciones privadas, ministerios
comprensivos, concilios de iglesias (com o el C onse­
jo Mundial), agencias alertadas de las Naciones Uni­
das (com o la OIT), etc., cuyos positivos estím ulos
exigen de los investigadores participativos actu ar
con ojo avizor para preservar el impulso raizal y
refrescante de la IAP com o aporte original del m u n ­
do periférico.
N um erosos escritores y pensadores de los países
1 dom inantes están respondiendo igualmente a n te la
necesidad de aprehender los fenóm enos in telectua­
les y políticos provenientes de la periferia m undial,
para arm onizarlos con sus propios esquemas de ex­
plicación y acción. De allí el aporte de la te o ría
económ ica histórica (Frank, Feder, Barraclough); la
escuela de “ co ntracorrientes” en las ciencias (Capra,
Berman, N o w o tn y); el nuevo énfasis en los p ro c e ­
sos p olíticos de abajo hacia arriba (Gran, Wolfe,
Galtung, P itt, Castells); la epistem ología crítica
(Oquist, Moser);la herm enéutica aplicada (Himmels-
trand); la educación radical de adultos (Hall, De
{ Schutter, Le Boterf, Swantz); la ciencia social enfo-
136 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

cada hacia problem as (Pearse, G oulet, Bengtsson,


Com stock), y los trabajos convergentes sobre inter­
vención y acción social (Touraine), así com o la teo ­
ría del sistema mundial versus la de la dependencia
(Wallerstein, Seers). (Ver bibliografía).
Quizá to d o s nos hem os venido acercando, cada
cual a su m o d o , vista la crisis científica, económica,
política y moral del m u n d o co n tem p orán eo , para
expresar un nuevo tipo de discurso sociopolítico
basado en conceptos revaluados com o participa­
ción, endogénesis, regionalidad y p od er tal com o
aq uí hem os tratad o de definirlos, que remplacen y '
superen los vigentes en los medios internacionales
sobre desarrollo, subdesarrollo, desarrollo rural in­
tegrado, nacionalidad y crecimiento en apoyo de
los países ricos, pero que se encuentran hoy en
crisis.
* * * I

La segunda lección que ofrecen nuestras experien­


cias —el aprendizaje y reconocim iento propios para
la construcción del p oder popular y sus mecanis­
mos internos y externos de contrapeso p o lític o — !
puede tener ciertas bases fenomenológicas.
T om am os com o p u n to de partida la tesis de que
la ciencia no posee valor absoluto, com o si fuera
un fetiche con vida propia, sino que es un conoci­
m iento válido y útil para determ inados fines y que
funciona con verdades relativas. T oda ciencia, c o ­
m o p rod u cto cultural, busca un propósito hum ano
determ inado y, por lo mismo, lleva im plícitos los
sesgos valorativos de las clases a las cuales p erten e­
cen los científicos. En otras palabras, favorece a
quienes la producen y controlan, aunque su desa­
rrollo desorbitado sea actualm ente m ás una am e­
DISCUSIÓN CONCEPTUAL 137

naza que un favor pára la hum anidad. Parece te ó ri­


cam ente viable, po r ello, una ciencia del pueblo
com o proceso endógeno —quizás com o elem ento
de equilibrio de ciertas tendencias destructivas de
la ciencia d o m in a n te —, una ciencia popular en la
cual el conocim iento adquirido y sistematizado con
el necesario rigor sirva a los intereses de las clases
explotadas. Ella converge en la llamada “ciencia
universal” cuando se crea un paradigma totalizante
que incorpora el nuevo conocim iento sistematiza­
do, com o se señaló atrás.
Es obvio que, en este co n tex to , las form as y rela­
ciones de producción del co n o cim ien to adquieran
tan to o más valor que las formas y relaciones de
producción material. Com o lo ha señalado Md.
Anisur R ahm an, la eliminación de las condiciones
de explotación en el nivel material o in fraestructu­
ra!'no brinda la seguridad suficiente de que se haya
derrotado el sistema general de opresión y de que
vayan a desaparecer por ese solo hecho la pobreza,
la enfermedad y la ignorancia. Es preciso remover
también las relaciones de producción del co n o ci­
m iento que tienden a sostener ideológicamente la
estructura de la injusticia y las actuales fuerzas des-'
tructivas de la sociedad y del m un d o. De este m o do
se entiende plenam ente la clásica frase: “C onoci­
m iento es p o d e r” . Cuando las clases explotadas lo
conquistan, dan un paso fundam ental no sólo hacia
su propia liberación sino hacia la del resto de las
clases sociales amenazadas por la destrucción global.
El proceso creador de conocim iento serio, to ta ­
lizante y útil no to m a com o p u n to de inserción la
pedagogía del analfabeto al primer estilo freireano,
sino la investigación dialógica de la situación social
que vive la persona. Por eso se empieza con la pre­
gunta: “ ¿Por qué hay pobreza?” , cuya respuesta
138 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

puede llevar sim ultáneam ente a la concientización,


la investigación social y la praxis.
Lo ideal es que las bases populares y sus cuadros
participen en el proceso investigativo desde el co­
mienzo, esto es, desde el m o m en to en que se esco­
ge el objeto de la investigación, y lo sigan paso a
paso hasta la producción final y las publicaciones o
técnicas de devolución que se autoricen. Esta es
una tarea que concede preferencia al análisis cuali­
tativo p o r encima del cuantitativo, com o se ve en
este inform e: considera más eficaz el empleo de la
lógica afectiva del corazón y el sentim iento que el
de la cabeza analítica fría, en bufetes o laborarios,
con miras a obtener la inform ación necesaria para
la acción. Aun así, se usan esquemas científicos ex­
plicativos de causa y efecto vistos no sólo con la
lógica formal y la afectiva, sino tam bién con la ló­
gica dialéctica. En térm inos campesinos:.se conoce
viendo, recordando, com parando y trabajando.
Con estos objetivos en m en te, las experiencias
mexicanas, nicaragüenses y colom bianas nos han
indicado la conveniencia de las técnicas propias de
la IAP para buscar el contrapeso p o lítico popular.
Ellas se resumen así:
7. Investigación colectiva. Es la utilización de la
inform ación recogida y sistematizada por el grupo,
com o fuente del conocim iento objetivo de los h e ­
chos, con audiencias públicas, discusiones, socio-
dramas, preguntas y respuestas en reuniones, asam ­
bleas, cabildos, comités, coordinadoras, giras de ob ­
servación, etc. En esta form a colectiva y dialógica
se obtienen no sólo datos instantáneam ente corre­
gibles sino que se valida socialmente el conocim ien­
to, lo que no es factible con otros m éto d os indivi­
duales de encuesta o de trabajo de cam po. Se c o n ­
firma así el valor positivo del diálogo, la discusión,
D ISC U SIO N C U N C t P 1 U A L 139

la argumentación y el consenso para fines investiga-


tivo-objetivos de la realidad social.
2. Recuperación crítica de la historia. Es d escu ­
brir selectivamente, m ediante la m em oria colectiva,
elementos del pasado que fueron eficaces para de­
fender los intereses de las clases explotadas y que
vuelven otra vez a ser útiles para los objetivos de
lucha y concientización. Se trabaja con la tradición
oral, por entrevistas-testimonios de ancianos con la
memoria analítica; con el archivo de baúl familiar,
en busca de antecedentes concretos de épocas d a ­
das; con datos-columnas en relatos y narraciones
populares; con la proyección ideológica, la im p u ta ­
ción, la personificación y otras técnicas basadas en
el reavivamiento de la m em oria colectiva. De esta
suerte se descubren héroes del pueblo y hechos que
corrigen, com plem entan o aclaran relatos académ i­
cos concebidos con intereses ajenos a los de las cla­
ses populares. O se aportan detalles com pletam ente
inéditos de gran im portancia para la historia regio­
nal y nacional, con fines de alim entar la batalla por
el poder popular.
3. Valoración y em pleo de la cultura popular.
Para fines de movilización del pueblo, la tercera té c­
nica tom a com o base valores esenciales de las gentes
arraigadas de cada región. Ello perm ite incorporar
al estudio y a la acción elem entos culturales y étni­
cos ignorados con frecuencia en la práctica política,
tales com o el arte, la música, el drama, el d epo rte,
las creencias, los m itos, los cuentos y otros aspec­
tos atinentes al sen tim ie n to , la irnaginación__y las
tgndencias lúdicas, que se reintegran al pueblo c o ­
m o procedim ientos investigativos y de movilización.
4. Producción y difusión d el nuevo co n o cim ien ­
to. Esta técnica hace parte integral del proceso in-
vestigativo por su utilidad evaluativa y retroalim en-
140 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

taria. Ella presupone una división del trabajo en las


bases, con tan do con ellas. Aunque se trata de ro m ­
per el m onopolio de la letra escrita, que es en gene­
ral elitista, en la IAP aparecen varios estilos y expe­
dientes para sistematizar conocim ientos y datos
cuyo empleo depende del nivel de conciencia p o lí­
tica y la habilidad de com prensión de los mensajes
escritos, auditivos o visuales por parte de las bases
y del público.
Se identifican, pues, cuatro niveles de com unica­
ción, según que el mensaje y el conocim iento sis­
tem atizado se devuelvan a las bases preletradas} a
los cuadros y a los intelectuales, lo cual dem anda
que en la IAP cada producción y cada a u to r deben
saber com portarse, en lo posible en los cuatro nive­
les con el mismo mensaje pero en sus diferentes >
modalidades, si quieren alcanzar una eficacia real
en la com unicación escrita, auditiva o visual.
Un m éto d o eficiente de devolución sistemática
estriba en el maneio. en un nivel profesional, de los
m edios masivos de co m u n icación puestos al servi­
cio Tle las causas populares y de sus organiz aciones,
m ediante diarios, semanarios y programas radiales
y de televisión, com o lo hem os visto hacer en C o­
lombia. Además, conviene que las organizaciones y
grupos que trabajan con las com unidades cuenten
con “ agencias de noticias” que entreguen info rm a­
ción a las empresas de noticias locales, regionales y
nacionales.
También hay vías expeditas de devolución ci­
m entadas en un lenguaje “ to ta l” e intencional, m e­
diante la imagen, el sonido, la pintura, el gesto cor­
poral, el mimo, la fotografía, etc., tales com o el
videotape, los audiovisuales, el teatro popular, la
poesía, la música, los títeres y las exposiciones. Por
últim o, existen formas materiales de organización y
i /i.í\ t ,>n 'ix C U l 'I L t f 1 U A L 141

acción socio-económica incorporadas por las bases


(cooperativas, sindicatos, ligas, centros culturales,
unidades de acción, talleres, cen tro s de capacita­
ción, etc.), com o consecuencia de los estudios h e­
chos.
Es obligatorio devolver el conocim iento a las co ­
m unidades y organizaciones de trabajadores valién­
dose de los anteriores recursos, de manera sistem á­
tica y ordenada, porque ellas siguen siendo sus
propietarias: las masas se hallan en capacidad de
determ inar prioridades en la destinación del c o n o ­
cim iento, com o tam bién de fijar las condiciones
para su publicación y uso, com o ha ocurrido con
el presente libro.
La devolución sistemática del conocim iento c u m ­
ple el objetivo fijado por Gramsci de transform ar el
sentido com ún en “ buen se n tid o ” o co n o cim ien to
crítico (la “ ciencia revolucionaria” com o nuevo p a ­
radigma), que sería la suma del conocim iento expe-
riencial y el teórico. Tal resultante trasciende el
principio m a o í s t a ^ ‘de las masas a las masas” p o r­
que reconoce a las bases su capacidad de sistem ati­
zar los datos, es decir, de participar plenam ente en
el proceso con sus propios intelectuales orgánicos,
desde el com ienzo hasta el fin y por los pasos su­
cesivos de análisis y divulgación. A sí se com bate,
en este flanco, la alienación negativa que ha im p e­
dido articular con eficacia el poder popular y sus
mecanismos internos y externos de contrapeso p o ­
lítico y tam bién se rechaza el vanguardismo secta­
rio e impositivo.
Para ello se requiere un código com partido de
com unicación entre los agentes externos e internos
del cam bio, que lleve a una conceptualización o
categorización com ún y entendible. El lenguaje re­
sultante debe basarse en la expresión intencional
142 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

cotidiana y ser accesible, sin reflejar las pautas fre­


cuentes de arrogancia, alejamiento elitista y m on o ­
polio de la jerga técnica que provienen de las prác­
ticas académicas y políticas normales conocidas,
incluidos ciertos elementos ideológicos hoy dom i­
nantes en los discursos corrientes.
Las técnicas propias de la IAP no descartan la
utilización flexible y ágil de otras m uchas derivadas
de la tradición sociológica y antropológica, com o la
entrevista abierta (siempre y cuando se evite la de­
masiada estructuración), el censo o encuesta senci­
lla (muy rara vez el cuestionario de correo), la ob ­
servación sistemática directa (con participación
personal y experim entación selectiva), el diario de
campo, el fichero de datos y fuentes, la fotografía,
la grabación, las fuentes escritas primarias y secun­
darias, la estadística, los archivos notariales, regio­
nales y nacionales, y la cartografía. Ello exige que
los cuadros no sólo aprendan a dom inar dichas téc­
nicas con responsabilidad sino que sepan populari­
zarlas, enseñando a los activistas más idóneos m é­
todos sencillos, económ icos y controlables de in­
vestigación, para que puedan proseguir su trabajo
sin depender de los intelectuales o agentes externos
de cambio ni de sus costosos equipos y procedi­
mientos.
Sería posible así colaborar en la transform ación
y superación de nuestros pueblos, especialmente en
el Tercer M undo, donde se originó este procedi­
miento teórico-práctico com o respuesta a la crisis
contemporánea. La IAP es una m etodología de
trabajo y de vida productiva que, a diferencia de
formas académicas o regulares, puede ser asumida
por pueblos oprim idos que necesitan de conoci­
mientos para defender sus intereses y formas de vi­
u u v ,u a iu iN L u w t t r i U A L 143

da. Quizá de esta m anera se esté ayudando a cons­


truir un m u n d o m ejor para todos, con justicia y paz.
* * *

9. LECTURAS ADICIONALES

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VISTAZO A LAS EXPERIENCIAS
DE CAMPO*

* Estos resúmenes fueron preparados por el coordinador con base


en los informes parciales detallados por los equipos nacionales. En
cuanto a la identificación institucional de los autores, véase la pre­
sentación.
A. PO TENCIALIDAD DE LA EDUCACION PO PU LAR
EN EL PROCESO DE T R A N SFO R M A C IO N SOCIAL
EN LAS ZONAS R UR A LES:
EL REGADÍO, N IC A R A G U A

(Malena de Montis)

El Regadío es un caserío de agricultores pequeños,


arrendatarios y medieros dedicados al cultivo de
alimentos granos básicos (m aíz, fríjol, café, caña,
sorgo) situado a 23 kilóm etros de Estelí, la cabece­
ra departam ental. Con ella se une p o r un cam ino
carreteable destapado. El Regadío se halla a regular
distancia de la frontera con H onduras, al noroeste
de Managua.
Lo habitan 759 personas (363 hom bres y 396
mujeres, según cuenta de 1982), la m ayor parte na­
tivos de allí mismo, que viven en 110 hogares con
un prom edio de 7 personas p o r hogar, divididos
por un os riscos en dos caseríos: Valle Arriba y V a­
lle Abajo. De los 110 hogares de la com unidad, 71
tienen acceso a la tierra en form a directa, y sem bra­
ron 260 m anzanas (4/5 hectáreas) en el año agríco­
la de 1981/1982. Los o tros com binan com pañías y
pequeños sem brados con trabajo asalariado, espe­
cialmente en las cooperativas agrarias y el batallón
de infantería de reserva que funciona localm ente
para fines de defensa territorial.
De los hogares de El Regadío, 44 poseen 790 ca­
bezas de ganado m ayo r y 115 bestias para el tra n s­
154 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

porte. En casi todas partes hay gallinas y cerdos.


Quedaban 87 analfabetos en 1982 (47 hofribres, 40
mujeres) de las intensas cam pañas educativas de
años anteriores, el equivalente a un 10°/o de la p o ­
blación; pero 263 personas ya habían cursado la
escuela primaria y otras 53 la secundaria. Además,
83 personas asistían a los colectivos locales de edu­
cación popular, en aquel año.
Aparte de la escuela primaria local, la com uni­
dad de El Regadío tiene una capilla católica, un
teléfono público y servicio de telegramas. Se cons­
truye un puesto de salud con ayuda alemana. No
hay luz eléctrica. Las casas son de adobe, a veces
con letrina.
Al m om ento del estudio había una Cooperativa
Agraria Sandinista, CAS, una de crédito y servicio,
y otra CAS recién instituida en tierras recuperadas
de haciendas locales, consideradas com o propiedad
del pueblo. Las dos cooperativas habían to m ad o la
decisión de unirse, una vez canceladas las respecti­
vas deudas con los bancos durante los ciclos p ro ­
ductivos pasados. El program a de Reform a Agraria
les está entregando un títu lo de propiedad de ap ro ­
xim adam ente mil m anzanas para form ar una c o o ­
perativa m ixta de granos básicos y ganado. Esta
cooperativa m ixta tendrá 28 socios, to d o s de la lo ­
calidad.
Hay un alto nivel organizativo en la com unidad,
ya que se encuentran organizaciones com o la A so­
ciación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda
Espinosa AMNLAE, los Com ités de Defensa Sandi­
nista CDS, la Unión Nacional de Agricultores y G a­
naderos UNAG, las Milicias Populares Sandinistas
MPS, el Batallón de Infantería de Reserva BIR, y la
Juventud Cristiana. Ellas cuentan con una asisten­
cia que va del 27 al 67°/o de la población local.
EXPERIENCIAS DECAM PO 155

Hay una alta participación de mujeres en to d o s es­


tos frentes, especialmente com o coordinadoras en
los colectivos de educación popular, donde c o n sti­
tuyen m a y o ría absoluta.
El aceptable nivel de incorporación a los p ro c e ­
sos de participación popular en una com unidad si­
tuada en una región estratégica desde el p u n to de
vista de la defensa nacional, hizo que se escogiera a
El Regadío para inaugurar la m etodología de la
IAP en Nicaragua, propuesta recientem ente en los
niveles gubernam entales centrales.
Los prim eros esfuerzos organizativos de la c o m u ­
nidad datan de 1977, impulsados por un cura c a tó ­
lico que promovió reflexiones colectivas sobre las
injusticias del régimen somocista. Hizo co n tacto
con jóvenes a quienes daba cursos esporádicos para
que asumieran responsabilidades com o “ delegados
de la palabra.” Algunos de ellos siguen activos en la
educación de adultos.
Al conocer el Movimiento Pueblo Unido, en.
1978, la com unidad form ó sus primeros com ités de
defensa civil, en los cuales tuvo injerencia destaca­
da el héroe y m ártir Pedro Barrientos. D urante la
guerra de liberación, El Regadío apoyó la vanguar­
dia arm ada abasteciéndola con alimentos, ropa y
medicinas. Algunos se incorporaron en los cam p a­
m en to s aledaños de Los Encinos y en otros sitios.
Cayeron en com bate 21 com pañeros.
Los prim eros habitantes de la región habían sido
los indios chorotegas, descendientes de los náhuatl
de México. Durante el p eríod o de la colonia espa­
ñola, a partir del siglo XVI, los indios fueron so m e­
tidos a relaciones serviles o exterm inados, cuando
se establecieron encom iendas y haciendas para los
blancos. E ntre 1680 y 1690 se fundó Estelí, com o
156 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

estación de paso hacia las minas de oro del norte


del país.
Hace aproxim adam ente seis generaciones que na­
ció, com o una gran hacienda, lo que es hoy El Re­
gadío. La primera dueña, Juana Evangelista Caste­
llón, era oriunda de Matagalpa. La estancia original
se subdividió entre sus herederos sucesivamente
hasta quedar reducida a lotes medianos.
Hacia 1930 llegó a la región un zapatero llamado
José María Briones, que viajaba a Limay vendiendo
productos diversos. Poco a poco fue com prando
parcelas hasta reconstruir parte de la antigua hacien­
da de la señora Castellón. También puso tienda en
Valle Abajo, donde daba crédito usurario a los cam ­
pesinos minifundistas. Desarrolló un gran cultivo
de caña y panela, fom entó la ganadería extensiva y
se volvió m uy rico.
La prosperidad de los Briones hizo que José Ma­
ría llegara al senado de la república, donde apoyó
el régimen de Somoza entonces im perante. Este a
su vez le ayudó a mejorar el camino de El Regadío
a Estelí, convirtiéndolo en ún carreteable.
D urante la revolución, los Briones se dividieron
y José María m urió. Triunfantes, los revoluciona­
rios confiscaron las tierras de la hacienda y funda­
ron la primera cooperativa. De esa época quedan
todavía algunas instituciones locales com o la escue­
la, la capilla, la casa hacienda y la tienda principal.
Esta pertenece ahora a un cam pesino que fue m an ­
dador de Briones, quien com parte su casa con el
comando.
Reconociendo que el campesinado pobre del
país esfuerza principal d é la Revolución Sandinista,
el presente estudio enfocó el problem a congruente
de cóm o desarrollar un movim iento campesino y
cooperativo que fuera al mismo tiem po soporte y
EXPERIENCIAS DE CAMPO 157

m o to r de las transform aciones sociales que lleven


a la nueva sociedad. Se quiere impulsar la participa­
ción consciente y organizada del pueblo trabajador:
en asuntos políticos, económ icos, sociales y c u ltu ­
rales, en dirección y gestión de empresas, h acien­
das, cooperativas y centros culturales; esto es,
impulsar y consolidar el Poder Popular. Para ello
es necesario conocer, investigar, sistematizar y re ­
flexionar para tom ar las decisiones apropiadas.
Una p un ta de lanza en este im portante proceso
es el Programa de Educación de A dultos ya em p re n ­
dido con la educación popular básica. Se ve có m o
es el pueblo el que educa al pueblo, y no los m aes­
tros form ados en la estructura del pasado. Esta t a ­
rea viene a ser esencialmente de transform ación
social, con el fin de estimular el Poder Popular y
poner en marcha in strum entos de producción y
acción com o las cooperativas, las organizaciones de
masas y las instancias estatales comunales, m un ici­
pales y regionales, no sólo con el saber técnico sino
también con la sabiduría y experiencia populares.
Con estos fines, el trabajo del estudio participati-
vo en El Regadío, iniciado en 1982, fom entó sesio­
nes colectivas y de reflexión grupal, desde el co m ien ­
zo. Hubo dos etapas de trabajo: en la primavera,
entrevistas con líderes de la com unidad (p ro m o to r
y coordinadores del programa de educación de ad u l­
tos, directivos de organizaciones de masas y c o o p e ­
rativas) para establecer los primeros vínculos y
familiarizarse con las actividades comunitarias.
En la segunda etapa se conform ó un equipo local
para realizar conjuntam ente el trabajo, bautizado
con el nom bre de Comisión de Coordinación T e m ­
poral de la investigación participativa, cuyos p rin ­
cipios fueron plenam ente acogidos. La Comisión
elaboró una encuesta-censo que perm itió conocer
158 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

las características básicas de El Regadío así como


sus niveles de organización. Se hicieron talleres
p r á c tic o s para realizar la encuesta. Se trazó un ma­
pa detallado de la comunidad, mostrando las casas,
con lo que se planificó el trabajo de la encuesta.
Luego se tabularon y analizaron los resultados en la
misma comunidad,, cuyos miembros corrigieron y
ampliaron los datos, en asamblea general (asistieron
unas cien personas).
A continuación se decidió socializar los datos a
través de un folleto y un audiovisual. Se construyó
un mimeógrafo de madera. El audiovisual se convir­
tió en una producción técnica compartióle con per­
sonas y audiencias de fuera de la comunidad y en
otros países.
Finalmente se procedió a rescatar el conocimien­
to histórico de la comunidad mediante búsqueda
de documentos y uso de archivos y entrevistas con
ancianos; a entender mejor la producción agrícola
con investigaciones concretas sobre la situación de
la agricultura local, y a analizar críticamente la ex­
periencia con los colectivos de educación popular.
La guerra de las fuerzas contrarrevolucionarias,
que cuentan con bases en las cercanías, ha impedido
la culminación de la experiencia. La mitad de la
Comisión de Coordinación se encuentra movilizada
en los frentes de guerra y autodefensa. No obstante,
el desarrollo positivo de la metodología participa­
tiva realizada por primera vez en El Regadío sienta
bases para pensar que pueda ser útil no sólo en m o­
mentos de crisis nacional, sino también extenderse
con fines constructivos, congruentes con la Revolu­
ción. a otras partes del país.
(En efecto, posteriormente la Unión Nacional de
Agricultores y Ganaderos, UNAG, tomó la decisión
de continuar esta experiencia y repetirla en 17 otras
EXPERIENCIAS DE CAMPO 159

comunidades rurales del país, para lo cual obtuvo


el apoyo de la FAO y de un organismo no guberna­
mental belga, todo con el visto bueno del gobierno
revolucionario).

B. EL CONTRAPESO POLITICO POPULAR Y LA


COOPERATIVA DE SOLIDARIDAD MIXTECA EN
SAN AGUSTÍN ATENANGO, MEXICO

(Bertha M. Barragán y Félix Cadena,


con la colaboración de Carlos
Cadena y Roberto Cubas).

En el estado de Oaxaca, distrito de Silacayoapan,


al sur de la capital mexicana, se encuentra el pue­
blo mixteco de San Agustín Atenango que origi­
nalmente significa “muro entre dos río s” , lo cual
refleja la realidad de su localización geográfica en
el Cerro del Clavo, no lejos del pueblo mestizo de
Tonalá.
Sus 2.411 habitantes (1.177 mujeres, 1.234 h o m ­
bres) viven de la agricultura de riego combinada
con la de secano, de la artesanía del tejido de la
« palma y actividades similares conexas. Plantan
maíz, fríjol, jitom ate, sandía, melón, chile y h o rta­
lizas, con técnicas de arado de bueyes y azadón que
tienden a modernizarse. Hay una cantidad conside­
rable de ganado caprino. Las tierras son en parte
privadas y en parte ejidales (comunales), ya insufi-
‘ cientes para sostener la población. De allí que m u ­
chos, especialmente jóvenes, emigren a los estados
del norte y a los Estados Unidos de donde muchos
vuelven con dinero y nuevas ideas sobre tecnología
agrícola y pecuaria. En San Agustín Atenango exis­
ten las facilidades mínimas de un pueblo campesi-
i no corriente, con las instituciones comunitarias,
, 160 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

cofradías, vendedores ambulantes, comerciantes,


músicos, tablajeros, zapateros y maestros rurales.
Como en otras partes de América Latina, tam­
bién en Oaxaca se experimentaron los procesos de
explotación del indio que caracterizan su historia
reciente. En la lengua mixteca no existía el equiva­
lente a la palabra “m ozo” que después se instauró.
El pueblo indígena fue añadiendo instituciones es­
pañolas (la iglesia fue construida entre 1810 y
1825) y participó activamente en los principales
movimientos de la nación mexicana: la Indepen­
dencia, la Reforma y la Revolución. En este último
período se afiliaron a las fuerzas zapatistas (segui­
doras de Emiliano Zapata), que fueron las más radi­
cales en cuanto a postulados sobre tenencia de la
tierra, recuperación de ejidos y lucha contra el lati­
fundio hacendil.
En todos estos procesos San Agustín Atenango,
como los otros pueblos indígenas, lograron conser­
var buena parte de su herencia cultural representa­
da en creencias animistas sobre deidades mixtecas,
vestido, costumbres agrarias, música, lenguaje y
formas colectivas o compartidas de trabajo, como
el “tequio” (ayuda gratuita) y el “ topil” (servicio
cívico).
La herencia cultural es encarnada por uno de
los ancianos del pueblo, el Tata Yiva o “ señor de
los poderes” , cuya autoridad es ampliamente acogi­
da. La fuerza de la tradición como poder de vigilan­
cia y control comunal quedó demostrada hace unos
años cuando un presidente municipal (alcalde), nue­
vo y joven, pretendió acabar con las fiestas anuales
y las celebraciones antiguas. Fue destituido fulmi­
nantemente por la gente (las mujeres fueron deter­
minantes) y expulsado del pueblo, cuyas autorida­
EXPERIENCIAS DE CAMPO 161

des subsiguientes han sido más cautelosas y respe­


tuosas: “la costumbre vale” , han dicho.
Al llegar la Revolución, algunas familias latifun­
distas locales lograron conservar una parte de sus
tierras y entraron a ejercer otras actividades, como
la producción y comercialización de huevos y ga­
llinas, mientras que los campesinos siguieron afe­
rrados a la tradición agrícola directa. Luego desa­
rrollaron otras formas de dependencia con las fa­
milias dominantes, especialmente en cuanto al
crédito. Una de ellas ha ejercido este papel últim a­
mente al conceder préstamos “sin interés” (en rea­
lidad para defender lo que les queda de tierra, se­
gún opinión de los campesinos del lugar) para las
aventuras de la gente en el cultivo de jitom ate, que
requiere una mayor tasa de inversión y conocimien­
tos técnicos modernos.
La idea de sembrar jitom ate había provenido de
los emigrantes (“golondrinos” ) que regresaron al
pueblo después de haberlo visto a escala comercial
en el norte, así como por las presiones de la nueva
economía monetaria que se ha aproximado a la re­
gión. Una parte de los vecinos decidió establecerse
en forma cooperativa y empezó a organizarse y
mercadear con relativo éxito, una vez que el agua
de riego empezó a llegar, de siento, en 1972. Las
contradicciones del sistema económico, los peligros
de cooptación y corrupción en los líderes, las fallas
en la comunicación con el exterior fueron llevando
a la cooperativa a sucesivas crisis, de las cuales sa­
lían apenas con la “ayuda” de ciertas familias do­
minantes. Pero el negocio en sí no prosperaba.
La llegada de los investigadores participativos
desde la ciudad de México permitió concebir algu­
nas salidas. La comunidad había sido escogida pre­
cisamente por ofrecer condiciones típicas y p o r las
162 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

conexiones personales que existían con unas cuan­


tas familias, que facilitarían el trabajo preparatorio
y permitirían poner a prueba la metodología de la
participación.
Una primera posibilidad fue la de racionalizar el
manejo de la cooperativa de jitom ate con un ma­
nual sencillo de contabilidad, preparado, con base
en la práctica, por los propios campesinos indíge­
nas y en su propia lengua. Se efectuaron además se­
siones colectivas de análisis sobre la experiencia
cooperativa para entenderla mejor y planificar los
pasos siguientes.
Estas tareas se consideraron válidas, por hallarse
inscritas en procesos e intereses concretos y vitales
de las organizaciones populares del área, especial­
mente en los ciclos productivos. En San Agustín
Atenango había necesidad de “ realizar bien las
cuentas” tanto para administrar los créditos como
para defenderse de los intermediarios. A esta pri­
mera campaña se sumaron luego otras: la lucha por
el agua de riego y la recuperación histórica para
que los jóvenes reforzaran su identidad etnocultu-
ral en un momento tan agudo y problemático co­
mo el actual.
El recrudecimiento de los problemas locales, re­
gionales y nacionales durante este ensayo participa-
tivo motivó interesantes iniciativas, surgidas de la
gente, en las cuales se combinó la necesidad sentida
con la recuperación de la historia. Se dispuso re­
vivir artesanías olvidadas, como la cerámica, y los
ancianos redescubrieron las vetas de greda, con el
fin de volver a confeccionar manualmente los pro­
ductos locales de antes sin tener que comprar en
efectivo los de otras partes, hechos a máquina. El
trueque revivió, en procura de autonom ía comunal.
EXPERIENCIAS DECAMPO 163

, Simultáneamente se fue trabajando en varios ni­


veles de comunicación con el propósito de ir ali­
m entando a la comunidad con el resultado de la
investigación. Hubo talleres de discusión colectiva
sobre diversos temas. Los audiovisuales prestaron
un gran apoyo. Un folleto sobre la historia del pue-
r blo elaborado conjuntam ente quedó como constan­
cia “ para que los jóvenes sepan cómo fue” , según
lo expresó el Tata Yiva.
Aparecen, pues, las formas iniciales de poder p o­
pular contemporáneo en los moldes antiguos de la
tradición indígena. Varias instituciones se ven invo­
lucradas: las religiosas, las educativas, las políticas
y las económicas. Los mecanismos de control y vi­
gilancia de los principales del pueblo, según la tra-
» dición, pueden servir, con los debidos ajustes, para
producir mejores cosas en el progreso de todo el
pueblo.
Se llevaron a cabo otras actividades prom ocio­
nales: gestiones para el funcionamiento de la ca­
mioneta de la cooperativa; trámites ante autoridades
diversas para conseguir financiam iento; apoyo m u ­
tuo para sacar adelante alguna festividad o convi­
vencia.
Tales iniciativas han pasado por varias discusio­
nes antes de ser puestas a consideración de un nue­
vo Centro de Capacitación que nació cuando uno
de los dirigentes se preguntó qué pasaría en México
si el campesino decidiera no sembrar para vender,
i sino sólo para él y su familia. Esta tendencia intros­
pectiva, que se observa también en otras partes de
México, está llevando a que los campesinos dejen
de producir comercialmente el jitomate para inten­
sificar la producción tradicional de maíz y fríjol.
Se fomenta así la autosubsistencia, la indepen­
dencia y la autonom ía comunal ante la influencia
164 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

modernizante externa. Son tendencias que demues­


tran la vitalidad de la cultura campesino-indígena
en México y las contradicciones del sistema, y que
hacen viables las alternativas de pensamiento y ac­
ción que habrán de beneficiar a la corta o a la larga,
a aquella inmensa y rica nación.

C. EL CONTRAPESO POPULAR EN EL VALLE DEL


MEZQUITAL, MÉXICO

(Salvador García Angulo)

El Mezquital abatca una serie de valles y montes


bajos de clima templado en la meseta central de
México, Estado Hidalgo, en la cuenca del río Tula,
a unas cinco horas al norte de la capital mexicana
por carretera pavimentada. Allí se asientan 29 pue­
blos y 54 comunidades de origen o to m í ( “los bal­
bucientes” ) con 416.000 habitantes, con una rica
tradición cultural que no han logrado destruir las
sucesivas invasiones nahuas y españolas. El patri­
monio de la tradición incluye preciosos códices y
formas estables comunitarias de organización social
y económica.
La Revolución de 1910 repartió las haciendas lo­
cales, pero conservó un sistema mixto de propiedad
privada y propiedad comunal en ejidos, con lo que
en el Mezquital se siguen repitiendo los conflictos
de despojos, invasiones y pleitos interminables por
la tierra. El capitalismo se expande y ha tomado
impulso con la política de riegos, muy extensos en
el valle, aunque los canales corren contaminados
por detergentes y otras cargas de la gran capital del
país.
El valle ha sido motivo de incesantes estudios
desde hace quince años, que no han respetado sufi­
EXPERIENCIAS DE CAMPO 16

cientemente al o to m í ni le han permitido participa


ción alguna. En 1975 se inició otro empeño de bus
queda para lograr que el pueblo del valle redescu
briera sus raíces culturales y extrajera de ellas h
sabiduría y el ánimo necesarios para tomar en su:
manos su propia vida.
El intento comenzó planteando la necesidad d(
un modelo de “autoenseñanza” grupal expresadc
en reuniones colectivas de intercambio e informa
ción, que resultaron fructuosas en varios campos
del saber: agrícola, de la salud, de la recreación
de la ciencia aplicada. En común se resolvían las
cuestiones y se aclaraba el sentido de las palabrás y
conceptos dudosos. Esta técnica, llamada luegc
“ autodidactismo solidario” , se sigue empleando en
el valle y comprende la autocapacitación y la auto-
evaluación.
El grupo autodidacta es el que analiza los proble­
mas de la comunidad y se capacita y actúa para re­
solverlos, provocando la participación organizada
de ella: se habla entonces de la tienda del pueblo,
del molino o del taller que en ocasiones adoptan
formas cooperativas, como expresiones concretas
de aquellas actividades.
Los sectores movilizados han adquirido- capaci­
dad convocatoria y usan medios diversos de com u­
nicación social para informar a las comunidades,
que muchas veces provocan el celo o la ira de las
autoridades. Han buscado igualmente financiarse
con recursos propios. El nivel de vida tiende a subir.
También se han realizado experiencias de investi­
gación con y para los miembros de las comunidades
locales, en San Pablo Oxotótipan, Magüey Blanco y
Puerto del Dexthí, que llevaron a establecer moli­
nos colectivos y a adelantar campañas de alfabeti­
zación y de escuela primaria abierta. En estos es­
166 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

fuerzos el estudio nunca estuvo apartado de la


práctica, por insistencia de los mismos indígenas
campesinos. Se han adelantado experiencias simila­
res cerca de Ixmiquilpan, el principal pueblo mesti­
zo de la región.
En general, en el m odelo autodidacta solidario el
aprendizaje es un acto creativo y colectivo. Se al­
canzan niveles aceptables de sistematización del
conocim iento, com o ocurrió en San Pablo Oxtoti-
pan en una plantación experimental de nopales pa­
ra controlar la erosión. Lo mismo ocurre en el cam ­
po de la salud, con plantas medicinales y botiquines
hom eopáticos; en la siembra y uso de la soya; en
los molinos de nixtamal (m aíz) y hornos forraje­
ros, y en la compra en com ún de artículos básicos
y de construcción.
Una técnica útil ha sido el empleo de “ árboles
sociales” que representan gráficamente la sociedad
en forma de árbol con tres ramas: económica, p o­
lítica e ideológica. Se aplican m étodos expositivos
com o medio de concientización, con el fin de supe­
rar la visión ingenua y fragmentada de la realidad
que entraba a las com unidades indígenas del valle.
Ha habido intercambio de experiencias entre las
comunidades, con visitas m utuas de observación di­
recta. Pero no se ha em prendido una labor com ple­
ta de devolución del conocim iento adquirido. Aún
así se han registrado expresiones de lucha, com o el
haber asimilado los “ corridos” de la Revolución,
vigentes com o elementos de movilización popular.
En varias comunidades se han impreso folletos y
volantes y emitido programas de radio. Pero se ha
visto que el mejor politizador del campesino es
otro campesino politizado: de allí la im portancia
de la comunicación horizontal propuesta.
EXPERIENCIAS DE CAMPO 167

Los activistas externos, especialmente en los años


iniciales de la experiencia, tendieron en ciertos c a ­
sos a frenar el proceso popular o a acelerarlo más
allá de lo que perm itían las condiciones objetivas o
subjetivas de la lucha. El hecho de no com partir
existencialmente los problemas del pueblo, por per- -
tenecer a otras clases sociales y vivir en otros m e ­
dios, los hacía incapaces de diseñar tácticas adecua­
das para conducir o alimentar correctam ente el
com bate popular.
Las condiciones actuales del trabajo en el Mez-
quital llevan a pensar que están cimentadas las b a ­
ses m ínim as de un organismo de movilización de
estirpe popular en el que se reconocerá por fin el
papel protagónico de las clases trabajadoras y al
mismo tiem po la función catalizadora de los in te ­
lectuales orgánicos integrados a las comunidades.
Hay m ayor conciencia de lo que éstos pueden ap o r­
tar: brindar los ingredientes que no tiene a su dis­
posición el pueblo, tales com o el conocim iento de
la historia y de otros medios de sistematizar las
luchas.

D. U NA N U E V A EXPERIENCIA EN LA
INVESTIGACIÓN Y LA ACCIÓN PA R TIC IPA TIV A S:
EL CASO DE EL CERRITO, COLOMBIA

(V íctor Negrete B. y José Galeano S.)

El Cerrito es un corregimiento situado a quince ki­


lómetros al sureste de M ontería, capital del depar­
tam ento de Córdoba, en la costa tórrida colombiana
del m ar Caribe. La cabecera cuenta con 120 fami­
lias (720 personas) en tres caseríos casi adyacentes
con 90 casas en total; el 85°/o de las personas no
A fN C O LA RS¡F:>
: - 3 t l J . - V T S . - JL 4 ¡ 1I=L X t-in p t / .
168 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

sabe leer ni escribir, aunque hay un radio en cada


casa y algunos aparatos de televisión.
El pueblo fue fundado en 1800 en una isla de la
ciénaga (laguna baja estacional) que antes se exten­
día por la región com o fuente alimenticia para las
clases campesinas que ocupaban sus riberas en pe­
queñas explotaciones semiestacionales (arroz, plá­
tano, coco, yuca, ñame, maíz y artículos de caza y
pesca). La gente es, en general, resultado de una
mezcla racial triétnica (indio, negro y blanco).
La pacífica ocupación campesina de esa región
de ciénagas se vio en peligro a partir del presente
siglo, cuando los grandes terratenientes vecinos
empezaron a expandir sus propiedades y a exten­
der las cercas de alambre de púas para apropiarse
de los playones y m eter ganado. El choque se
agudizó en 1966 cuando el Instituto Colombiano
de Reforma Agraria, INCORA, desecó la ciénaga
y declaró baldías las 1.590 hectáreas resultantes.
A pesar de que la ley agraria (así como la Cons­
titución Nacional) era clara en cuanto a la desti­
nación de esas tierras, dando preferencia a las co­
munidades pobres campesinas, hoy, después de
tres lustros, mil de esas hectáreas siguen en manos
de los ricos propietarios ganaderos y políticos
de la región. Existe el peligro de que el INCORA
se las titule legalmente. De m odo que la situación
social y económica del pueblo se ha deteriorado:
hoy los campesinos se encuentran casi sin tierra
ni ciénaga. De allí la actual discusión entre ellos:
¿qué hacer?, ¿cómo defender el derecho que los
asiste sobre esas fértiles tierras?
Cuando el INCORA empezó a adjudicar las
tierras de la ciénaga a los pudientes, los vecinos'
de El Cerrito apelaron a personas comprometidas
con luchas campesinas anteriores, que venían
EXPERIENCIAS DE CAMPO 169

desde 1971 con la Asociación Nacional de Usua­


rios Campesinos, ANUC, para acordar alguna
acción defensiva. Tres etapas se cumplieron en
el trabajo, que llegan hasta hoy: recopilación de
información con la propia gente del pueblo,
tom a o recuperación parcial de las tierras y
consolidación y ampliación de la experiencia.
Para llevar a cabo la primera etapa se llegó a
acuerdos con los dirigentes de la comunidad y
el trabajo se concibió en dos direcciones, unidas
entre sí: la investigación y la organización. Se
entró en contacto con ancianos bien enterados
de la historia de la com unidad, quienes relataron
su versión. Se examinaron archivos familiares
y oficiales y algunas fuentes secundarias. Se p ro ­
cedió igualmente a organizar una campaña p ro ­
mocional de defensa del pueblo por la radio y
en un periódico de M ontería, tratando de adoptar
el lenguaje local, sin mayores complicaciones
teóricas o técnicas, sino empleando su propia
forma de narración o “ el cu e n to ” , en lo cual
sobresalen los campesinos costeños.
Había cierta apatía por la organización, deri­
vada de los fracasos anteriores en los esfuerzos
de la ANUC, la influencia negativa de ciertas
creencias religiosas, el sentimiento de im po­
tencia ante el poder de los hacendados y la
fuerza regresiva del gobierno, la emigración de
algunos por falta de trabajo y el paternalismo
clientelista de los caciques políticos.
De todas maneras; las asambleas del pueblo
se realizaron convenientemente y fueron m uy
eficaces. Allí se habló de la historia vieja y re­
ciente y en otras partes por grupos similares
en el combate por la tierra, se mostraron fo to ­
grafías tomadas en la región, se contaron cuen­
170 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

tos y leyendas pertinentes sobre la cultura ciena-


guera. El consenso de las asambleas fue guiando
a los labriegos a justificar plena y m oralm ente
la recuperación de sus derechos y la ocupación
ancestral de la tierra de la ciénaga.
La decisión se adoptó por fin en febrero de
1982. Era la primera vez que esto ocurría en El
Cerrito, pero los campesinos con su sabiduría
práctica y su agudo sentido de observación y
experimentación fueron resolviendo los p ro ­
blemas y se instalaron en la tierra ocupada, pese
a las sucesivas incursiones de los agentes de poli­
cía enviados por los terratenientes para casti­
garlos y sacarlos de allí.
El esfuerzo se vio afectado por la llegada de un
grupo de activistas que no com partía la m eto d o ­
logía participativa y quería imponerse como van­
guardia. La inevitable discusión distrajo la aten­
ción de las bases y evitó que la com unidad se ex­
presara libremente. Un debate abierto posterior,
en lo que se llamó “reuniones de amigos” , fue
dejando claro quién albergaba la razón en aquel
enfrentam iento ideológico-práctico. El grupo
recién llegado perdió influencia y se retiró de
la zona.
Los meses de junio y julio se dedicaron a con ­
solidar el trabajo organizativo de las bases y a
lograr la m ayor participación posible de la gente
en la to m a de la tierra, con más y mejor adiestra­
miento de líderes.
Mientras tan to se term inó de redactar la his­
toria del pueblo, basada en testim onios y docu­
m entos de la propia gente ( “ archivo de b aú l” ), y
el texto se leyó y discutió en asambleas. En esa
ocasión se amplió la actividad para incluir aspec­
tos artísticos y culturales, con la presencia de un
EXPERIENCIAS DE CAMPO

grupo musical folclórico del pueblo. Poco des­


pués se publicó un folleto com pleto con la his­
toria para distribución y utilización de la propia
com unidad y de quienquiera que mostrara interés
por ella.
Las técnicas empleadas cubrieron aspectos de
com unicación, organización, investigación y ed u ­
cación, simultáneamente o por ciclos.
En cuanto a la comunicación, desde un prin­
cipio se utilizaron los medios masivos (radio y
periódicos), lo cual creó un amplio sentimiento
de solidaridad y orgullo colectivo. Como las gra­
badoras se han extendido, se desarrolló un p ro ­
grama de cassettes con los antecedentes del pueblo,
con base en el folleto publicado. También se
presentaron diapositivas y exposiciones fotográ­
ficas, además de canciones populares adaptadas
a las circunstancias de la lucha por la tierra,
com o había ocurrido antes durante el surgimien­
to de la ANUC. v
La investigación se realizó mediante la bús­
queda de datos en archivos diversos, reuniones
de amigos, rescate de la tradición oral con los a n ­
cianos y encuentros de intercambio de experien­
cias. El trabajo comunal, colectivo, resultó fu n ­
damental. El diálogo con la com unidad, amiga­
ble, contribuyó bastante a descubrir aspectos
recónditos de la cultura popular.
Los elementos organizativos principales ya
fueron señalados. Los animadores externos ac­
tuaron más que otra cosa com o asesores y tra ta ­
ron de fom entar el liderazgo natural de la c o ­
m unidad, pero sin estimular aquel carisma tra-
! dicional que induce a la manipulación de las
bas®s populares (con cierto tinte de machis-
m o). La tarea fue difícil, pero altam ente educa-
172 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

tivo. La organización resultante ha perm itido


m antener la presión sobre la tierra recuperada,
con un grupo de unos 40 campesinos, que se
sostiene firme hasta hoy. ,
Es evidente que esta m etodología necesita
de personal com pletam ente identificado con los
criterios de la IAP, que demuestra una posición
política clara y crítica. También resultó palma­
rio que el conocimiento académico, aunado al
conocimiento popular, da un tipo de sabiduría
mucho más completa y cercana a la realidad,
lo cual conviene a investigadores y sectores po ­
pulares. La gente de El Cerrito posee la capaci­
d a d de crear conocim iento y cuenta con valores .
históricos, sociales y culturales suficientes para
proponer alternativas de cambio y poder po-^
pular.

E. EL PODER POPULAR: GÉNESIS .


DE UN MOVIMIENTO SOCIAL Y POLÍTICO
EN PUERTO TEJADA, COLOMBIA

(Alvaro Velasco A. con la colaboración


de John Jairo Cárdenas)

Puerto Tejada es una población de 50.000 habi­


tantes situada al norte del departam ento del
Cauca, cerca de Cali, compuesta en su inmensa
m ayoría de gente de raza negra, descendientes
de esclavos y cimarrones que ocuparon la región
desde el siglo XVII en haciendas y en pequeños
poblados libres (palenques).
La gente vivía tradicionalmerite del cultivo
del cacao, el plátano, el café y otros productos
clásicos del campesinado colombiano, hasta cuando
se descubrió que las tierras del valle del río
EXPERIENCIAS DE CAMPO 173

Cauca, al que pertenece Puerto Tejada, eran


ideales para el cultivo comercial de la caña de
azúcar. A partir de 1940 se experimentó una
fuerte expansión de la agricultura comercial cañera.
Unos 20 ingenios fueron consolidándose uno tras
otro. Al- copar la tierra norteña, en vecindades de
Puerto Tejada, absorbieron las fincas campesinas
por medios coercitivos para desarrollar la gran
explotación cañera. La caña, que cubre 60.000
hectáreas en esta parte del valle, ha cambiado de
manera radical no sólo la econom ía sino también
la ecología de la zona. Puerto Tejada se transfor­
mó en lo que es hoy: un cam pam ento sobresa-
turado de trabajadores asalariados negros.
Como consecuencia de la expansión, el ámbito
Jel pueblo quedó aprisionado y ahogado por el
‘cerco verde” que tropieza con las últimas casas
e impide crecer a la población. Se daban casos de
50 y más personas por vivienda, con todos los pro­
blemas imaginables, sin que las autoridades depar­
tamentales o municipales se hubieran preocupado
por la situación.
Hasta cuando, inevitablemente, el pueblo es­
talló. Él hecho sucedió el 22 de marzo de 1981.
Más de mil familias tom aron posesión a la fuerza
de unos lotes pertenecientes a un ingenio azuca­
rero vecino, tum baron la caña y construyeron vi­
viendas rústicas. Este proceso de acción directa
se vio iluminado y apoyado por otro de investi­
gación y reflexión colectiva que culminó even­
tualm ente en un movimiento social y político:
el Movimiento Cívico Popular Nortecaucano,
todavía activo.
El hecho de que las familias sean matrifocales
en el área dio a la mujer un papel im portantísi­
mo en la batalla por la vivienda. Sin ellas no
174 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

hubiera habido ni investigación ni acción. La in­


vestigación se encaminó a descubrir- en el pa­
sado histórico elementos de movilización p o ­
pular que sirvieron a la causa de la lucha actual.
Y en efecto, los ancianos entrevistados aportaron
con su buena, memoria una contribución im por­
tante al reconstruir hechos y revivir héroes p o p u ­
lares negros hasta entonces olvidados o despre­
ciados por simple ignorancia. Se emprendieron
estudios' de la situación actual de la vivienda,
los servicios públicos y otros aspectos, presen­
tados luego en un Foro Comunal de la región.
Allí se decidió recuperar el pasado para afirmar
la identidad del negro, dem ostrando su papel
real y positivo en la forja de Colombia como
nación. 1
La acción política y social tuvo sus altibajos
dramáticos, desde el m om ento en que soldados
y policías trataron de expulsar a la gente y des­
truir las chozas. Las autoridades se vieron obli­
gadas a discutir con los ocupantes diversas alter­
nativas y a enfrentar el problema de una manera
positiva, pues era claro para todos que el pueblo
tenía la razón. También los militares cedieron
ante la evidencia, evitándose una masacre. Allí
nació un nuevo barrio para el pueblo.
La recuperación histórica de Puerto Tejada
y su gente permitió entender el papel de dos sím ­
bolos culturales: la caña com o personificación
del mal y el cacao como personificación de la
libertad, aquel valor antiguo que esgrimían los
cimarrones pero que se había perdido en la
ofensiva capitalista. Tales símbolos permitieron
trabajar sobre la base del sentimiento popular,
com partido por todos, ocupantes o no. De allí
la extensa solidaridad, que permitió n e u t r a liz a r
EXPERIENCIAS DE CAMPO
175
en parte el trabajo dilatorio y contraproducente
de ciertos dirigentes tradicionales de izquierda
y de derecha que permanecían activos en la región.
Todos los viernes se citaban asambleas de ve­
cinos que tom aron como p un to de partida las
juntas de acción comunal. Allí se discutieron
los aspectos morales de la acción, y conceptos
com o “pecado” y “ delito” ; allí se venció el tem o r
de actuar, una vez ganada la convicción de la
justicia.
Al combatirse los temores se empezó a form ar
una nueva conciencia y a adquirir un nuevo c o n o ­
cimiento. Con la búsqueda de razones para actuar
se aspiraba a ratificar que efectivamente la gente
se afirmaba en su derecho. El proceso de inves­
tigación perseguía también un objetivo especí­
fico: probar la justeza de las reclamaciones. De
allí las comisiones de investigadores y encuesta-
dores populares que se crearon. Tal labor despertó
el interés por conocer otras realidades, como las
de los barrios populares de invasión en Cali y las
de las com unidades indígenas más al sur del Cauca
y en Nariño.
Al m adurar la idea de la invasión, el liderazgo
pasó de la acción comunal a otros organismos m ás
com prom etidos, principalmente a la “ Asociación
de D estechados” , que organizó la tom a y negoció
' con el gobierno. La Asociación desbordó las expec­
tativas y a ella se sumaron millares de personas.
Desgraciadamente, atrajo también a las fuerzas
represivas. De m odo que hubo que aplicar viejas
tácticas de supervivencia. Sin embargo, el gobierno
departam ental tuvo que ceder ante la decisión ilus­
trada del pueblo, y allí quedan todavía la ocupa­
ción y las viviendas.
176 CONOCIMIENTO Y PODER POPULAR

El éxito alcanzado en Puerto Tejada abrió por


contagio posibilidades de acción en lugares cerca­
nos. En Caloto se quería m ontar una fábrica de
ácido sulfúrico que desmejoraría notablem ente
el ambiente. La gente caloteña se organizó en u n '
comité especial de estudio y análisis, com o el del
Puerto, y actuó tam bién en forma decisoria, con
la asesoría del Movimiento Cívico.
La dinámica, forzó a los movimientos sociales
de este tipo a procurar acercamientos para ap o ­
yarse m utuam ente. Así cristalizó el Foro Regional
ya mencionado, que trató los temas siguientes:
“ Región rica y pueblo p o b re” (análisis de las
causas de la pobreza); “ Los servicios públicos”
(enjuiciamiento del Estado); “ El negro en el norte
del Cauca” (identidad histórica, étnica y cultural),
y “Problemas am bientales” (ecología y sociedad).
Eran los soportes de un pensamiento popular
nuevo para la acción en el norte del Cauca. De
allí salió reforzado el movimiento regional.
La acción continuó en otro barrio de Puerto
Tejada donde los políticos tradicionales preten­
dieron aprovecharse de una inundación. Se o r­
ganizaron talleres de reflexión y acción, sobre pro­
blemas de la población infantil, de los trabajadores
y de las mujeres. Se programaron representaciones
teatrales, cantos, etc. La acción y el estudio acom ­
pañante resultaron positivos en la defensa de los
intereses populares.
Algo semejante en cuanto a organización, es­
tudio y acción ocurrió en el cercano municipio de
Santander de Quilichao, a raíz de un acto salvaje
de represión policial. La protesta fue orientada al
principio por los jóvenes que ya conocían la expe­
riencia anterior de Puerto Tejada. Publicaron un
periódico pequeño y se lanzaron a elecciones de
EXPERIENCIAS DE CAMPO n i

manera inusitada: con el fin de “devolverle al


pueblo su voz” . Hubo canto, comparsa, teatro,
carnaval. La gente y su cultura popular fueron
protagonistas de la campaña. Dos concejales
salieron electos.
El movimiento regional del Norte del Cauca
prosigue su curso. Sus dirigentes y animadores
continúan trabajando, a pesar de las dificultades
y desfases. Piensan que es necesario seguir dise­
ñando un modelo alternativo para el ejercicio
de la política, de la “verdadera, buena p o lític a ” .
Un movimiento que valore el conocimiento p o p u ­
lar y lo incorpore al conocimiento universal y
viceversa; que sepa orientar las movilizaciones de
los pueblos, y que pueda construir formas alterna­
tivas para procesar y producir ese conocim iento
útil, con miras al verdadero poder popular.
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