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El contrato de promesa o promesa de celebrar un contrato está regulado en el art. 1554 Cc.
En cuanto al origen de este precepto, se ignora de dónde Bello se inspiró para la redacción de
este art. 1554 Cc.
Si bien el Cc. francés reglamenta el contrato de promesa, su reglamentación se limita sólo a
la promesa del contrato de compraventa, y no al contrato de promesa de cualquier otro
contrato como se prevé en nuestra legislación, la cual constituye un verdadero avance.
Además, el contrato de promesa presenta otra particularidad en el ordenamiento francés, ya
que es el único contrato que sólo crea efectos personales, y no reales como los demás
contratos. En Chile, al regir el sistema de título y modo, todos los contratos sólo producen
efectos personales, cuestión que es diferente en Francia, donde todos los contratos, salvo la
promesa del contrato de compraventa, generan efectos reales.
No obstante lo dicho, debemos recordar que para el DL 2695, art. 3, la promesa de
compraventa de un inmueble sujeta a un plazo que ya se encuentra vencido, constituye, a lo
menos, un título aparente de posesión, y que en definitiva permite invocarlo para acogerse al
procedimiento de regularización de la pequeña propiedad raíz.
En cuanto al concepto, la doctrina lo define como “aquel contrato en virtud del cual dos o
más personas se comprometen a celebrar un contrato futuro concurriendo los demás
requisitos legales”.
Por su parte, la jurisprudencia conceptualiza al contrato de promesa o promesa de celebrar un
contrato, “como aquel por el cual las partes se obligan a celebrar un contrato determinado, en
cierto plazo o en el evento de cierta condición, cumpliéndose con todos los requisitos que
establece el art. 1554 Cc.”.
Sin perjuicio de lo anterior, quizá lo más importante que se debe rescatar es que el contrato
definitivo es el objeto del contrato de promesa.
Ahora bien, NO debe confundirse este contrato de promesa con la oferta de celebrar un
contrato, ya que la oferta es un acto unilateral, en cambio este contrato es bilateral; además,
por regla general la oferta no produce obligación, no obliga, en cambio este contrato si
obliga, si produce una obligación.
La doctrina se pregunta ¿por qué Bello reglamentó este contrato en el art. 1554 Cc., después
del art. 1553 Cc. que reglamenta el incumplimiento de las obligaciones de hacer?
La razón para la reglamentación del contrato de promesa en el art. 1554 Cc. se encuentra en
que el procedimiento para hacer cumplir las obligaciones de hacer reglamentado en el art.
1553 Cc. se aplica al contrato de promesa según lo dispone el inciso final del art. 1554 Cc.
En cuanto a las características de este precepto (art. 1554 Cc.) se acostumbra a señalar que se
encuentran en que:
- se refiere en general a la promesa de celebrar cualquier contrato o todos los contratos.
- es excepcional, por cuanto da a entender que por regla general la promesa de celebrar
un contrato no produce efecto jurídico alguno (no produciría obligación para el
deudor ni crédito para el acreedor), salvo que concurran las circunstancias en él
previstas.
Ahora ¿Es necesario la escritura pública si el contrato prometido es solemne o basta una
escritura privada? (ejemplo, la promesa de compraventa de un bien raíz o inmueble):
Sobre el particular, la opinión generalmente aceptada por la doctrina y jurisprudencia, es que
NO es necesaria la escritura pública, es decir, la solemnidad establecida por la ley para la
celebración del contrato prometido, apoyado en que:
a) El art. 1554 Cc no exige escritura pública, sino que sólo exige que conste por escrito.
b) El art. 1801 inc. 2º exige la solemnidad sólo en el contrato de compraventa de bienes
raíces, y como tal, constituye una excepción que debe interpretarse restrictivamente, y que no
puede aplicarse por analogía.
c) Si se exigiera escritura pública no habría en esa interpretación correspondencia y armonía
entre el Nº1 y el Nº4 del art. 1554 Cc.
En cuanto a la condición:
Esta puede ser una condición suspensiva o resolutoria, ambas son eficaces para fijar la época
de la celebración del contrato prometido; ahora bien, cuando se estipula una condición
suspensiva comúnmente se asociará a un plazo determinado (para evitar que la condición
quede indeterminada en cuanto al plazo de su cumplimiento).
Se ha discutido que clase de condición puede estipularse o sujetarse; sobre este punto se ha
dicho que sólo puede tratarse de condiciones determinadas, ya que las indeterminadas no
fijan épocas.
Así, la jurisprudencia ha fallado que la cláusula que diga que la venta se realizará cuando el
Banco Estado autorice la enajenación no cumple este requisito, ya que no se sabe cuando va
a ocurrir este requisito, porque esta condición es indeterminada y no fija ninguna época.
No obstante, hay otros autores que sostienen que la condición indeterminada también puede
servir para fijar la época de la celebración del contrato prometido, ya que en estos casos
siempre la condición indeterminada está sujeta a cumplirse dentro de cierto lapso de tiempo
determinado por el legislador, so pena de entenderla por fallida (unos dicen que de
conformidad al art. 739 Cc. el plazo dentro del cual debe cumplirse la condición es de 5 años,
en cambio otros sostienen 10 años apoyados en el mensaje del Código Civil).
Ahora bien, si ha quedado claro que fue intención de las partes sujetarse a un plazo
resolutorio o extintivo, es claro que cumplido éste, se extingue la obligación de pleno
derecho, y la parte cumplidora sólo tendrá derecho para demandar la indemnización de
perjuicios por los daños causados.
Por último, nada impide que la época de celebración del contrato prometido pueda ser
determinada por un plazo y una condición, como por ejemplo que el contrato prometido se
celebrará dentro de los 45 días hábiles siguientes a la fecha de la celebración de la promesa,
siempre que a esa fecha los títulos del inmueble prometido adquirir se encuentren ajustados a
derecho.
4º Requisito: que en ella (el contrato de promesa) se especifique de tal manera el contrato
prometido, que sólo falten para que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades
que las leyes prescriban.
Con este requisito quiere que se individualice de tal forma el contrato prometido que sea
imposible confundirlo con otro.
Esta individualización debe contener todos los requisitos, condiciones o cláusulas del
contrato prometido, es decir, sus cláusulas esenciales, naturales y accidentales, de modo que
al celebrarse el contrato prometido NO tengan nada que agregar, salvo la entrega material si
el contrato es real, o el cumplimiento de la solemnidad si el contrato prometido es solemne.
Pese a lo dicho, hay cierta jurisprudencia que sostiene que sólo es necesario que se expresen
los elementos esenciales del contrato prometido, por ejemplo, la cosa y el precio, sin
necesidad de especificar los deslindes del inmueble prometido vender.
Como ya hemos dicho, la palabra tradición que se emplea en este precepto debe entenderse
en el sentido de entrega, al igual que en el caso del art. 1443 Cc.; aquí también tradición es
sinónimo de entrega.
3.- ¿Procede la acción resolutoria para pedir la resolución del contrato de promesa en caso de
incumplimiento?
Se ha dicho que si se puede, porque el art. 1489 Cc. se aplica a todo contrato bilateral; así
también lo ha resuelto la jurisprudencia, y se ha aceptado invariablemente la resolución del
contrato de promesa no cumplido. De la misma forma, también sería aplicable la exceptio
non adimpleti contractus del art. 1552 Cc. (la mora purga la mora).
Por su parte, aquellos que sostienen que el art. 1489 Cc. es inaplicable, se fundamentan en lo
dispuesto en el inciso final del art. 1554 Cc. que de manera excepcional permite aplicar sólo
el art. 1553, siendo una excepción a la regla del art. 1489 Cc. (En todo contrato bilateral….).
Producto de las críticas anteriores, se hace necesario concluir que al contrato de promesa sólo
se acuda cuando sea estrictamente necesario, ya que en definitiva es cuna de pleitos, como lo
demuestra la abundante jurisprudencia que se ha dictado sobre el particular.