Un día como como hoy Héctor tenía que ir a su gran partido de fútbol y tenía que ir a recoger sus calcetines rojos a la lavandería del vecindario, saliendo de su casa se encuentra con el vecino Orlando que era el más viejo de la vecindad y estaba con sus pañoletas que acaba de ir a buscar de la lavandería porque estaban muy sucios y además con ellas se limpiaba la nariz a cada rato. Héctor llego a la lavandería para retirar sus calcetines y solo encontró un calcetín y un pañuelo rojo, desesperado se pasó una hora buscando el calcetín en la lavandería se metió en todas las laboras que había en el lugar, reviso todas las canastas de depósito de ropa limpia y sucia, debajo de los asientos, entremedio de los detergentes y nada. Estaba muy angustiado porque sin los calcetines rojos no podía jugar y además según él con ese par de calcetines el corría mas rápido y saltaba mas alto que todos los otros jugadores en el campo, se le ocurrió ir donde el viejito Orlando para pedirle un par de calcetines porque el antes también jugaba mucho a la pelota en su adolescencia y era uno de los mejores también, así que el pensó que sus calcetines igual le podrían dar suerte en su partido. Héctor corriendo por su vecindario fue a la casa del viejo Orlando para pedirle si le podía prestar unos calcetines rojos, pero al llegar se dio cuenta el viejito Orlando tenía un calcetín rojo en sus manos y era el mismo que le faltaba y lo peor de todo es que lo tenía lleno de mocos porque pensó que era su pañuelo rojo. Finalmente, Héctor logro ir a su partido, pero con un calcetín, porque en el otro pie tenía amarrado el pañuelo rojo del viejo Orlando y ambas prendas hacían muy buen juego juntas y nadie se dio cuenta de eso.