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Introducción

Constar con un abuena base es la garantía de una estructura resistente y


duradera. Es de importancia invaluable para nosotros como estudiantes de matemáticas
escrutar los orígenes del método axiomático, su estructura y descripción de sus partes,
así como también de los métodos de demostración.
El origen del método axiomático se centra en la antigua Grecia del siglo IV A.C.
sus principales protagonistas son Aristóteles, Euclides y Arquímedes. Aquí sólo
ofreceremos una introducción histórica con propósito de señalar las principales etapas
que llevaron a la construcción del método axiomático formal.
Entre los métodos de demostración trataremos el método directo, el método de
demostración por contrapositiva, el método de demostración por reducción al absurdo y
el método de demostración por el principio de inducción matemática. Estos métodos se
presentan con ejemplos didácticamente adecuados para la fácil comprensión.
Finalmente presentamos las conclusiones de las teorías expuestas.
Origen del Método Axiomático

Aristóteles
Las ideas esenciales del método axiomático surgieron en el seno de la civilización
griega, asociadas a los problemas suscitados por el concepto de demostración. Los
griegos tuvieron el mérito de planteársela por primera vez y de sugerir una respuesta
que reinó en el pensamiento occidental por más de dos milenios. La demostración de un
enunciado o proposición consiste en deducirlo de otros enunciados cuya verdad se
conoce previamente. Esta idea de demostración tuvo su origen en la matemática griega,
especialmente en la práctica de las pruebas geométricas, pero fue Aristóteles, en el siglo
IV A.C., el primero en expresarla claramente y presentarla de un modo sistemático.
El primer problema que plantea la idea griega de demostración es, sin duda, el de
distinguir entre las inferencias deductivas correctas e incorrectas. Platón y su escuela se
ocuparon de analizar diferentes tipos de argumentos y clasificarlos según su corrección
o incorrección. Pero sólo Aristóteles construyó la primera teoría general de las
inferencias formalmente válidas. En su obra Primeros Analíticos (340 A.C.), estudió
detenidamente una clase de inferencias deductivas, que hoy llamamos silogismos, y
consiguió determinar claramente la forma de las inferencias que preservaban la verdad
de las premisas. Además, mostró cuáles eran las formas inválidas de silogismos
mediante el método de los contraejemplos. Este consistía en probar que una forma de
silogismo era inválida construyendo un ejemplo de esa forma que tuviera premisas
verdaderas y conclusión falsa. De esta manera, se descartan una a una las formas de
silogismo que no garantizan la transmisión de la vedad de las premisas a la conclusión.
La segunda dificultad de la idea griega de demostración aparece cuando se pretende que
todo conocimiento sea demostrado. En su obra Segundos Analíticos (330 A.C.)
Aristóteles se ocupó con todo detalle de este problema, que perturbaba a sus antecesores
y contemporáneos. La demostración de un enunciado consiste en deducirlo de otros
enunciados previamente conocidos como verdaderos, que operan como premisas de la
demostración. Sin embargo, también se puede pedir una demostración de esas premisas,
para lo cual será necesario deducirlas de otros enunciados. Es evidente, según
Aristóteles, que este procedimiento no puede seguir indefinidamente, pues nos conduce
a una regresión al infinito en las demostraciones, formándose una cadena deductiva que
no tiene comienzo.
Pero hay otras posibilidades. Una de ellas consiste en demostrar todos los enunciados
deduciéndolos de sí mismos. Aristóteles la llama demostración recíproca y la descarta
rápidamente porque la considera trivial. No es objetable desde un punto de vista
puramente lógico (por el contrario, actualmente consideramos que el hecho de que todo
enunciado se deduce de sí mismo es una propiedad esencial de la relación de
consecuencia lógica). Pero sí es epistemológicamente trivial, porque una demostración
exige partir de premisas conocidas como verdaderas, de modo que para probar
deductivamente la verdad de cada enunciado ya deberíamos conocerla de antemano.
La tercera posibilidad consiste en aceptar demostraciones circulares (pero no
recíprocas), donde las premisas de ciertas demostraciones aparecen como conclusiones
de otras y viceversa. Se forman así cadenas deductivas finitas pero cerradas. Aristóteles
considera que esto implica un círculo vicioso inadmisible, que nuevamente dejaría sin
fundamento, y por tanto sin una razón, a toda la secuencia de demostraciones
La última posibilidad que Aristóteles analiza es la que dará origen a la idea de
pensamiento axiomático. Aristóteles pensó que era posible evitar el escepticismo
respecto de la demostración aceptando que no todo conocimiento es demostrativo. Toda
secuencia de demostraciones debe ser finita y terminar en algún momento en un
conjunto de enunciados fundamentales que no se conocen por medio de demostración.
Aristóteles los llamó principios, o mejor primeros principios, y los consideró no
meramente como enunciados no demostrados, sino en si mismos indemostrables. Los
concibió como verdades necesarias que no pueden ser demostradas.
Los principios son verdades que naturalmente se conocen por si mismas y, como tales,
son el objeto de una forma de conocimiento superior a la ciencia, que Aristóteles llamó
nous o intuición intelectual. A partir de estas ideas se forjó la concepción tradicional
según la cual los principios de un sistema axiomático son verdades autoevidentes.
Se puede considerar a Aristóteles como el padre fundador del método axiomático
porque fue él quien presentó por primera vez la idea de sistematización deductiva de
una teoría tomando como punto de partida un conjunto reducido de principios, de los
cuales se infieren los restantes enunciados de la teoría.
Los Segundos Analíticos contienen un análisis verdaderamente detallado, aunque no
siempre claro, del concepto aristotélico de demostración científica y de las condiciones
requeridas para la organización deductiva de una teoría.
Una teoría científica, según Aristóteles, es una estructura ordenada deductivamente
formada por los principios o verdades indemostrables y por todos los enunciados
deducidos válidamente de tales principios.
El modelo ideal de ciencia que Aristóteles propone contiene tres elementos esenciales
del método axiomático, que hoy denominamos, respectivamente, axiomas, teoremas, y
reglas de transformación. Los axiomas corresponden a los primeros principios
aristotélicos, que él concibió como enunciados necesariamente verdaderos y en sí
mismos indemostrables. Los teoremas, por su parte, corresponden a los enunciados
demostrados mediante deducciones que toman a los principios como premisas.
Finalmente, la teoría del silogismo proporciona las reglas de transformación, es decir,
las reglas de inferencia que permiten deducir los teoremas de los axiomas.

Euclides
Aristóteles representa el comienzo del pensamiento axiomático, pero la primera
realización del método axiomático corresponde a Euclides, quien en su obra Elementos
(300 A.C.) axiomatizó la geometría de manera más o menos completa y acabada. Esta
fue la primera teoría axiomatizada y durante muchos siglos el único ejemplo de una
axiomatización verdaderamente satisfactoria.
En la obra de Euclides encontramos otro componente esencial de un sistema
axiomático, las definiciones nominales de los términos técnicos del sistema, que no
estaba explícito en el modelo aristotélico. Euclides comienza sus Elementos
introduciendo numerosas definiciones de diversos términos técnicos de la geometría,
tales como los de "punto", "superficie", "recta", "figura", "diámetro" y muchos otros.
Reconoce de esta manera que toda teoría científica, y en particular un sistema
axiomático, tiene un vocabulario especifico que debe ser cuidadosamente explicitado.
Nuevamente se presenta aquí una dificultad, ya que si intentamos definir todos los
términos del lenguaje de una teoría nos veríamos envueltos, como en el caso de la
demostración, en un círculo lógico, o bien en la necesidad de introducir cada vez más
términos llegando así a una regresión al infinito en las definiciones. La solución de este
problema consiste en distinguir dos clases de términos específicos del vocabulario de
una teoría axiomática: los términos primitivos o no definidos, que se aceptan sin
definición ni explicación aclaratoria alguna, y los términos definidos, que se definen
explícitamente por medio de los términos primitivos.
Euclides pensó, al igual que Aristóteles, que los axiomas y postulados eran enunciados
verdaderos que no necesitaban demostración.
Axiomas de Euclides
1. "Las cosas que son iguales a una misma cosa son iguales entre si"
2. "Si ¡guales se añaden a iguales, los totales son iguales"
3. "Si iguales se sustraen de iguales, los restos son iguales"
4. "Las cosas que coinciden entre sí son iguales entre sí"
5. "El todo es mayor que la parte".

Aristarco
Aristarco de Sarnos es conocido principalmente por haber concebido un sistema
planetario heliocéntrico precursor del de Copérnico. Sin embargo, la única obra de
Aristarco que se ha conservado, el breve tratado Sobre los tamaños y las distancias del
Sol y la Luna (escrito probablemente en el primer tercio del siglo III A.C.), consiste en
una aplicación del método axiomático a la astronomía Aristarco se propuso demostrar
rigurosamente algunas proposiciones acerca de las distancias relativas del Sol, la Luna y
la Tierra, tales como, por ejemplo, la siguiente: "La distancia del Sol a la Tierra es
mayor que 18 veces, pero menor que 20 veces, la distancia de la Luna ".

Arquímedes
Después de Euclides los mayores aportes al método axiomático los realizó Arquímedes.
Arquímedes nació y murió en Siracusa en el siglo II A.C., pero estudió matemáticas en
Alejandría, donde evidentemente se formó en la tradición euclídea. En la Antigüedad, y
hasta los tiempos modernos, las ciencias matemáticas incluían a la física y a la
astronomía, y estos temas se estudiaban conjuntamente. Exceptuando la astronomía,
Arquímedes realizó contribuciones importantes en todas las ramas de la matemática de
su tiempo. En una serie de tratados, como Sobre la esfera y el cilindro, sobre la medida
del círculo, o sobre conoides y esferoides, demostró una amplia variedad de teoremas
acerca de las superficies y volúmenes de figuras y cuerpos limitados por líneas y
superficies curvas. Entre otros, el teorema según el cual "La superficie de una esfera es
igual a cuatro veces la del círculo máximo en ella" (que es equivalente a la formulación
actual como S = Π r2).
Arquímedes fue el primero en aplicar el método axiomático, incluyendo los métodos
geométricos de demostración, a la estática y a la hidrostática.

Bibliografía
Alejandro Cassini (2013). El juego de los principios: Una introducción al método
axiomático. Buenos Aires. A-Z Editora. Noviembre 2020. Sitio web:
https://www.academia.edu/6474532/El_juego_de_los_principios_Una_introducci
%C3%B3n_al_m%C3%A9todo_axiom
%C3%A1tico_Buenos_Aires_A_Z_Editora_2013_Tapa_

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